DIFERENCIAS ENTRE EL SER Y EL NO-SER

Extranjero. -Lo que llamamos NO-SER, no es, a mi parecer, lo contrario del SER, sino sólo una cosa que es lo Otro.

Teetetes. -¿Cómo?

Extranjero. -Por ejemplo: cuando hablamos de alguna cosa que no es grande, ¿te parece que expresamos, por esta palabra, más bien lo pequeño que un término medio?

Teetetes. -No, sin duda.

Extranjero. -No concederemos que la negación signifique lo contrario del término positivo; la partícula no expresa sólo algo que difiere de los nombres que la siguen o, más bien, cosas, a las que se refieren los nombres colocados después de la negación.

Teetetes. -Perfectamente.

Extranjero. -Reflexionemos más aún sobre esto, si te parece.

Teetetes. -¿Sobre qué?

Extranjero. -La naturaleza de lo otro me parece que se divide en mil partes, como la ciencia.

Teetetes. -¿Cómo?

Extranjero. -La ciencia, igualmente, es una, en cierta manera, pero cada una de sus partes, refiriéndose a cierto objeto, se encuentra, por esta razón, determinada y toma una denominación particular y, de aquí, la diversidad de artes y de ciencias.

Teetetes. -Muy bien.

Extranjero. -Lo mismo sucede con la naturaleza de lo Otro, que tiene partes, sin dejar de ser una.

Teetetes. –Quizá, pero ¿cómo se verifica?

Extranjero. -¿No hay una parte de lo Otro opuesto a lo Bello?

Teetetes. –Sí.

Extranjero. -¿Tiene nombre o no lo tiene?

Teetetes. -Lo tiene. Lo que llamamos, a cada instante, no-Bello, ¿qué es, sino lo que es distinto, o lo que es otro que lo Bello y su naturaleza? 

Extranjero. –Veamos, respóndeme.

Teetetes. -¿A qué?

Extranjero. -Lo no-bello ¿no es una cierta cosa que se determina en un cierto género de seres, y que se pone, en seguida, en oposición con algún otro ser?

Teetetes. -Así es.

Extranjero. -Lo lo Bello ¿es, por consiguiente, la oposición de un ser a otro ser?

Teetetes. -Perfectamente.

Extranjero. -¿Pero es que conforme a este razonamiento, lo Bello es más del número de los seres y lo no-Bello, menos?    

Teetetes. -No.                                

Extranjero. ¿Deberá decirse igualmente eso mismo de lo no-Grande y de lo Grande?

Teetetes. -Igualmente.

Extranjero. -¿Lo no-Justo debe ponerse en el mismo pie que lo Justo, en concepto de que el uno no es más que el otro?

Teetetes. -En efecto.

Extranjero. -Otro tanto diremos de todo lo demás, desde el instante en que la naturaleza de lo Otro nos ha parecido estar en el número de los seres. Si lo Otro existe, es una necesidad que sus partes existan igualmente.

Teetetes. -Sin duda.

Extranjero. -Así pues, a mi parecer, la oposición de una parte de la naturaleza de lo Otro con el SER, colocados frente a frente, no es menos una esencia, si es permitido decirlo, que el SER mismo, y lo que ella representa no es lo contrario del SER, sino una cosa distinta.

Teetetes. –Eso es claro como el día.

Extranjero. -¿Y qué nombre daremos a esta oposición?

Teetetes. –Evidentemente, éste es el NO-SER que indagábamos, cuando se trataba del sofista.

Extranjero. -¿No tiene este NO-SER, según tú decías, tanta realidad y esencia como todos los demás géneros? ¿Y no debemos tener valor para declarar, que el NO-SER posee una naturaleza sólida y que le es propia? Como lo Grande es grande, y lo Bello es bello, como lo no-Grande es no-grande, y lo no-Bello, no-bello, ¿no hemos dicho y no decimos, que el NO-SER es no-ser, y que ocupa su lugar y su rango entre los seres, siendo una de sus especies? ¿O bien, Teetetes, tenemos sobre esto alguna duda?

Teetetes. -No, ninguna.

Extranjero. -¿Sabes que hemos olvidado la defensa de Parménides, y que nos hallamos muy distantes de él?

Teetetes. -¿Cómo?

Extranjero. -Hemos llevado nuestras indagaciones y nuestras demostraciones mucho más allá de los límites que el había fijado a nuestro examen.

Teetetes. -Explícate.

Extranjero. -Parménides nos ha dicho: “No, nunca comprenderás que lo que no existe, existe. Que tu pensamiento, en sus indagaciones, se separe de este rumbo.”

Teetetes. -Efectivamente, eso dice.

Extranjero. -Nosotros no sólo hemos probado que el NO-SER existe, sino que hemos puesto en evidencia la IDEA misma del NO-SER. En efecto, hemos demostrado que la naturaleza de lo otro existe verdaderamente, y que está como dividida entre todos los seres, comparados entre sí, y no hemos tenido temor en declarar que precisamente cada una de sus partes, en tanto que se opone al SER, es lo que constituye el NO-SER.

Teetetes. -Creo, extranjero, que esta manera de ver es la VERDAD misma.

Extranjero. -No se diga que, después de haber demostrado el NO-SER como lo contrario del SER, nos atrevemos a afirmar que existe. Porque, respecto de lo contrario del SER, ha largo tiempo que hemos declarado que no nos cuidaremos de saber si existe o no existe, si es conforme a la razón o si le repugna. En cuanto a nuestra proposición: Que el NO-SER existe, es preciso que se nos pruebe, refutándonos, que estamos en el error, y si no es posible esto, es preciso que se nos diga, como lo decimos nosotros, que los géneros se mezclan los unos con los otros; que el SER y lo Otro penetran en todos y se penetran ellos mismos recíprocamente; que lo Otro, participando del SER, existe en virtud de esta participación, sin convertirse en aquello de que participa, sino permaneciendo otro; y, en fin, que siendo otro que el SER, es claro como el día que es necesariamente el NO-SER. A su vez, el SER, comunicando con lo Otro, es otro que todos los demás géneros; siendo otro que los demás géneros, no es, ni cada uno de ellos, ni todos ellos juntos, y no es más que lo Mismo, de suerte que, indudablemente, hay mil cosas, que el SER no es, bajo mil relaciones, y todos los demás géneros, en igual forma, ya se les considere en particular o ya todos a la vez, son de muchas maneras y de muchas maneras no son.  

Teetetes. -Es cierto.

Extranjero. -Y si alguno no tiene fe en estas oposiciones, que reflexione en sí mismo, y que nos proponga alguna solución mejor que la nuestra. Pero si, por el contrario, imaginándose haber inventado, alguna maravilla, se complace en explorar razonamientos, tan pronto en un sentido como en otro, se tomará una molestia muy pesada por una cosa que no lo merece, como lo prueba bastante lo que precede. Esto no exige tanta delicadeza, ni es tan difícil de encontrar, pero, en cambio, es, a la vez, preciso y difícil lo siguiente.

Teetetes. -¿Qué?

Extranjero. -Lo que ya hemos dicho, dejar estas bagatelas y prepararse todo lo posible para refutar, sin separarse del texto de sus palabras, a los que pretenden que lo que es lo Otro es también lo Mismo, en cierta manera, que lo que es lo Mismo es igualmente lo Otro, de la misma manera y bajo el mismo punto de vista que en el caso precedente. Pero, probar vagamente que lo Mismo es lo Otro, lo Otro Idéntico, lo Grande Pequeño, lo Semejante Desemejante, y solazarse con hacer comparecer, de esta suerte, los contrarios, en su discurso, éste no es un método serio, es el de un novel que comienza, apenas, a tener conocimiento de los seres.

Teetetes. -Perfectamente.

Extranjero. -Porque, mi querido amigo, querer separar todo de todo es una empresa loca, que supone un hombre, de hecho, extraño a las Musas y a la filosofía.

Teetetes. -¿Por qué?

Extranjero. -Porque no hay medio más seguro de acabar con toda especie de discursos, que dividir todas las cosas, poniendo cada una aparte, porque el discurso nace del en lace y trabazón de unas ideas con otras.   

Teetetes. -Es cierto.

Sofista