Sofista
(224d-225c)
Extranjero. –Examinemos, aún, si el género, cuyo conocimiento tratamos de adquirir, se refiere a alguna otra categoría.
Teetetes. -¿A cuál?
Extranjero. -Una de las partes del arte de la captura es, como hemos dicho, el arte de combatir.
Teetetes. -En efecto, así es.
Extranjero. -¿No es conveniente dividir el arte de combatir en dos especies?
Teetetes. -Te suplico que me digas cuáles son.
Extranjero. -La lucha entre rivales y la lucha entre enemigos.
Teetetes. -Es cierto.
Extranjero. -La lucha entre enemigos, la que tiene lugar cuerpo a cuerpo, ¿no la denominaríamos convenientemente, si la llamaremos lucha por la fuerza?
Teetetes. -Sí.
Extranjero. -Y a la que tiene lugar oponiendo discurso a discurso, mi querido Teetetes, ¿qué otro nombre podemos darle que el de controversia?
Teetetes. -Ningún otro.
Extranjero. -La controversia la dividiremos en dos.
Teetetes. -¿Cómo?
Extranjero. -Cuando consiste en largos discursos, que se oponen a otros iguales y recae la cuestión sobre lo justo y lo injusto, y se ventila en público, la llamamos controversia jurídica.
Teetetes. –Sí.
Extranjero. -Cuando tiene lugar entre particulares, y se interrumpe con preguntas y respuestas, ¿no acostumbramos a darle el nombre de disputa?
Teetetes. -Exactamente.
Extranjero. -Con respecto a la disputa, que recae sobre las transacciones de comercio, y se verifica, naturalmente y sin artificio, formamos una especie aparte, puesto que la razón nota en ella diferencias que la distinguen de las demás; sin embargo, los antiguos no le dieron nombre, y no merece que nosotros se lo demos.
Teetetes. -Es cierto; se divide en un número infinito de pequeñas variedades.
Extranjero. –Pero, a la disputa en que juega el arte, y que recae sobre lo justo, lo injusto, y otras cosas del mismo género, ¿no acostumbramos a llamarla discusión?
Teetetes.-Sin duda.
Extranjero.- Y en la discusión cabe distinguir la que arruina y la que enriquece.
Teetetes. -Perfectamente.
Extranjero. -Tratemos, pues, de buscar el nombre que conviene a cada una de estas dos especies.
Teetetes. -Sí, procurémoslo.
Extranjero. -Creo que la discusión a que uno se entrega por placer y por pasatiempo, abandonando sus propios negocios, y que, a causa de la imperfección del estilo, es escuchada por los que están presentes, sin causarles placer, creo, -digo-, que no merece otro nombre que el de palabrería.
Teetetes. -Así se la llama.
Extranjero. –En cuanto a la discusión opuesta a ésta, que se aprovecha de las querellas particulares para ganar dinero, procura, a tu vez, darle un nombre.
Teetetes. -A eso no cabe más que una respuesta, si no hemos de extraviarnos, y es, que por cuarta vez, se nos presenta el sorprendente personaje que buscamos, el sofista.
Extranjero. -Por consiguiente, el sofista es del género de aquellos que discuten para ganar dinero, y su oficio forma parte del arte de disputar, del arte de controvertir, del arte de luchar, del arte de combatir, del arte de adquirir, como acabamos de explicar.
Teetetes.
-Es muy claro.{Ver Esquema}