EL SER ES EL TODO
Extranjero. -Pero el SER, participando de la unidad, se hace un SER, uno, y un todo; ¿o negaremos absolutamente que el SER sea un todo?
Teetetes. -Es bien difícil la alternativa que me propones.
Extranjero. -Dices bien, porque si el SER no es uno, sino en tanto que participa de lo Uno, parece que difiere de lo Uno, y el universo no se reduce a un solo principio.
Teetetes. -Es cierto.
Extranjero. -Por otra parte, si el ser no es un todo por sí mismo, puesto que no hace más que participar de la unidad, y el todo es alguna cosa por sí, resulta que al SER falta algo de sí mismo.
Teetetes. -Ciertamente.
Extranjero. -Según este razonamiento, el SER, pues, al que falta algo de sí mismo, será NO-SER.
Teetetes. -Sin duda.
Extranjero. -He aquí cómo el universo no se reduce a un solo principio, teniendo el SER y el todo una naturaleza distinta.
Teetetes. -Sí.
Extranjero. -Y si el todo no existe, lo mismo habrá de suceder al SER, y no sólo Él no existirá, sino que no podrá existir jamás.
Teetetes. -¿Por qué?
Extranjero. -Porque lo que llega a la existencia, llega siempre en la forma de un todo, de suerte que no se debe reconocer la existencia, ni la generación, como verdaderas, si no se ponen lo uno y lo todo en el número de los seres.
Teetetes. -Así es preciso que suceda.
Extranjero. -Además, lo que no es un todo, no puede ser más o menos, más o menos grande, porque lo que tiene cantidad, cualquiera que ella sea, a causa de esta cantidad misma, forma necesariamente un todo.
Teetetes. -Muy bien.
Extranjero.
-¡Cuántas dificultades, sin número y sin fin, podrían suscitarse contra
los que pretenden que el SER es dos o que el SER es
uno!