La magnanimidad representa el término medio entre la vanidad
( el vanidoso es aquel que tiene grandes pretensiones pero, como no se
conoce a sí mismo, y, no es digno de ellas, entonces hace el ridículo ) y la
pusilanimidad ( el pusilánime representa aquel que es digno de grandes cosas
pero, como tampoco se conoce a sí mismo, no se cree digno de ellas. )
La magnanimidad es una virtud moral presente en todo aquel que tiene
grandes pretensiones pero, al mismo tiempo, contrariamente al vanidoso, también
es digno de ellas. El magnánimo es lo contrario al modesto ya que éste
se conforma con cosas pequeñas, mientras que el magnánimo aspira siempre a
conseguir grandes cosas.
El vanidoso se cree digno de grandes cosas pero, al mismo tiempo, no
se las merece. Representa, por tanto, un exceso moral y, por ello, un
vicio.
El pusilánime se juzga digno de menos de lo que merece. Representa,
por tanto, un defecto moral, y, por ello, un vicio.
El magnánimo, aunque parece ser un extremo o exceso pues tiende
siempre a la grandeza, lo cierto es que sus pretensiones ( contrariamente al
vanidoso ) son siempre conformes con su meritos, y, en este sentido su actitud
representa un término medio frente a aquellos que también tienen
grandes pretensiones pero no se las merecen ( vanidosos ); o frente a aquellos
que, mereciéndolos, no se creen dignos de ellos ( pusilánimes ).
Según Aristóteles el objeto propio del magnánimo es el intentar
destacar grandemente en la recepción de honores. Pero, al mismo tiempo,
no se puede olvidar que el magnánimo es siempre merecedor de los mismos pues
representa siempre algo bueno y positivo dentro de una comunidad.
Para que exista la magnanimidad como virtud en un ser humano es necesario que
el sujeto esté acompañado de otra serie de virtudes ( bondad, honradez,
nobleza, moderación, etc. )
El magnánimo, aún aspirando a los más grandes honores, es siempre
moderado respecto a la posesión de bienes ( riqueza, poder, etc). Por ello la
virtud de la magnanimidad se encuentra presente en aquellas personas que no
sienten un alegría desmesurada cuando les sonríe la suerte o la
fortuna, o se hunden cuando les golpea el infortunio.
El magnánimo puede, a veces, parecer un ser altanero. Y es que
suelen pensar que el recibir beneficios es propio de seres inferiores. Por eso
parecen recordar más el bien que hacen pero suelen tender a olvidar el que
reciben. Y es que piensan que el que recibe un bien es inferior al que lo hace;
y el magnánimo quiere ser siempre un ser superior.
El magnánimo es un ser altivo con los que están en posición
elevada y con los afortunados; pero mesurado con los que tienen una
posición intermedio o se encuentran en una posición inferior.
El magnánimo es un ser que despierta antipatías y simpatías.
Y ello es debido a que el sujeto magnánimo no oculta nunca su opinión y, por
ello, puede molestar a muchos pero también lograr la admiración de otros.
El hombre magnánimo no es rencoroso pues no es un ser que guarde las
cosas en su memoria sino que tiene la capacidad de pasarlas por alto, sobre todo
las malas.
El magnánimo no es un murmurador ya que no suele dar
importancia a lo que de él piensen los demás.
El ser magnánimo es un ser sosegado que se caracteriza por su
voz grave y reposada frente a la voz aguda de aquellas personas que viven en
estado de aceleración permanente.
El vanidoso ( que peca por exceso ) y el pusilánime ( que peca
por defecto ) no son malos pues no hacen mal a nadie con su forma de ser,
Únicamente se equivocan en su forma de comportarse: uno porque no cree
en sí mismo y el otro porque cree demasiado.
Aristóteles define a los pusilánimes como retraídos: se
apartan incluso de las acciones nobles por creerse indignos de ellas.
Aristóteles define a los vanidosos como necios: no se conocen
a sí mismos y acometen empresas que les vienen demasiado grandes y acaban
haciendo un mal papel.
La pusilanimidad es más contraria a la maldad que la vanidad. Ello
quiere decir que, según Aristóteles, sería mejor ser pusilánime que vanidoso
ya que este vicio es más peor y más frecuente en los seres humanos.