En relación con el tema, planteado anteriormente, acerca de si los incontinentes obran con conocimiento o no, Aristóteles, distingue entre dos clases de saber

  1. Poseer conocimiento de algo, y, sin embargo, aún sabiendo que se hace el mal, hacerlo.

  2. Poseer conocimiento y no servirse de él correctamente por las circunstancias, como le ocurre a un borracho, o a un loco.
    Pues bien, según Aristóteles, esto último es lo que le sucede al que es dominado por las pasiones como la de la incontinencia: los accesos de ira, los deseos sexuales y pasiones semejantes producen trastornos en el cuerpo que pueden llevar a la desmesura y a la perdida de la conciencia de la realidad. Es evidente, según Aristóteles, que los incontinentes se encuentran en una situación semejante. Por lo tanto, intentar hacer referencia al problema del conocimiento para explicar tales pasiones, no nos explica realmente nada.

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Otra de las causas que explicarían, según Aristóteles, la existencia de la incontinencia estaría relacionada, según Aristóteles, con la existencia de LEYES DE LA NATURALEZA que llevan a establecer lo siguiente: por un lado, parece natural aceptar, por ejemplo, que todo lo dulce es algo que debe gustarse. Ahora bien, si se establece una ley que nos prohíbe gustar todo lo que nos apetece y tiene que convivir con otra que nos dice que lo dulce es agradable, entonces se produce un choque entre nuestros deseos y una ley teórica que parece contradecirlos. La ley nos dice que no debemos aceptar, sin más, todo aquello que nos guste; mientras que los deseos nos empujan a lo contrario. Por lo tanto, señala Aristóteles, somos incontinentes movidos en cierto modo por la razón y la opinión. Ahora bien no es la opinión la que se opone a la razón sino los deseos que nos impulsan a cuestionar tanto la opinión que nos lleva a ver claro que no es bueno que debamos gustar de todo, como lo que establece la recta razón que nos demuestra que tampoco debemos hacerlo. Lo que sucede es que los deseos nos llevan a caer en impulsos que cuestionan nuestras opiniones y razones correctas.

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