En relación con las RELACIONES AMISTOSAS, Aristóteles, se plantea las preguntas siguientes: ¿deben deshacerse las amistades cuando los amigos no siguen siendo como era? Su respuesta: cuando los amigos los son por el interés o por el placer, no hay nada absurdo en que se separen cuando ya no reúnen tal condición.  Ahora bien, cuando son amigos de verdad: ¿debería hacerse lo mismo?

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Ahora se pregunta Aristóteles: si se acepta a alguien en la idea de que es bueno y luego se vuelve malo: ¿deberá seguir queriéndolo o abandonar la amistad? Su respuesta: Es evidente que lo malo no es amable; ahora bien, si el mal es curable, entonces, en el caso de ser un verdadero amigo, debería ayudársele en la corrección de su mal. 

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Por último, se pregunta lo siguiente: si uno de los amigos permanece tal como era, y el otro llega a aventajarle mucho en virtud:  ¿deberá éste seguir tratando al primero como amigo?. Su respuesta: Es evidente que si la separación es muy grande, como, por ejemplo, si uno sigue teniendo la mentalidad de un niño en la consideración de la amistad y el otro ha madurado para convertirse en un hombre, entonces es muy difícil mantener esa amistad. En tal caso es imposible la convivencia y, por tanto, la amistad debería romperse. Ahora bien, ello no implica que uno no deba acordarse que, en algún momento, fueron grandes amigos y, por ello, debería tenerse esto presente por si algún momento tal amigo necesitara ayuda.

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