Aristóteles analiza ahora la cuestión acerca de si el el HOMBRE
FELIZ NECESITA O NO DE LOS AMIGOS. Esto implica que la amistad se
convierte también en un elemento esencial relacionado con la consecución o no
de la felicidad.
Según Aristóteles hay muchos que afirman que los hombres dichosos son
aquellos que se bastan a sí mismos y, por tanto, parece que no necesitan
amigos para llevar su vida feliz. De todos modos, según Aristóteles, esto no
parece cierto ya que si el hombre feliz es aquel que posee el bien,
parece absurdo que no posea el bien de la amistad. Además si el hombre feliz
es un hombre bueno, lo lógico es que necesite amigos a los que favorecer y
ser bueno con ellos. En este contexto, Aristóteles afirma que si los amigos se
necesitan más en el infortunio que en la prosperidad, ello se debe,
precisamente, a que al hombre feliz necesita amigos a los que favorecer y
que, por diversos motivos, han caído en algún tipo de desgracia. En
definitiva, según Aristóteles, es absurdo hacer al hombre dichoso solitario,
porque nadie querría poseer todas las cosas a condición de estar solo.
Según Aristóteles, el hombre es, por naturaleza, un ser social, y
naturalmente formado para la convivencia. El componente social y político
vuelve ser esencial en la concepción aristotélica de la amistad, pero también
de la felicidad. Por lo tanto, el hombre feliz, dado que es un ser social, es
decir, un animal político, necesita amigos.
Los primeros son aquellos que habían negado la importancia de la amistad ya que,
según ellos, el hombre feliz es aquel que se basta a sí mismo. Según
Aristóteles los que afirman esto no saben en que consiste la verdadera amistad
y la confunden con la utilidad o el placer.
Según Aristóteles, la felicidad - como ya ha señalado al principio de la