Según Aristóteles todos aspiramos al placer porque todos deseamos vivir. Y
dado que la vida es una actividad y cada uno se ejercita en aquello que más
ama, de ahí que el placer, al perfeccionar la actividad, perfeccione también
la vida y, por ello, todos lo deseen. Por ejemplo, el músico se ejercita oyendo
y elaborando melodías; todo esta actividad le produce, al mismo tiempo, placer,
por lo que puede decirse que éste forma parte esencial de la vida que se quiere
perfeccionar.
En este contexto, Aristóteles, se plantea la cuestión siguiente: ¿apetecemos la vida por causa del placer o el placer por causa de la
vida? Respuesta: ambas cuestiones están íntimamente unidas y que no admiten
separación, ya que sin actividad no hay placer, y el placer perfecciona toda
actividad.