Podría pensarse que todos aspiran al placer porque todos desean vivir; pues
la vida es una actividad, y cada uno se ejercita en y con aquello que más ama:
el músico oyendo melodías, el estudioso ocupando su mente con los objetos de
su consideración, y así todos los demás, y como el placer perfecciona las
actividades, perfecciona también la vida, que todos desean. Es razonable, por
tanto, que aspiren también al placer, puesto que perfecciona la vida de cada
uno, que le es apetecible. Dejemos, por ahora, la cuestión de si apetecemos la
vida por causa del placer o el placer por causa de la vida. Ambas cosas, en
verdad, parecen encontrarse unidas y no admitir separación, ya que sin
actividad no hay placer, y el placer perfecciona toda actividad.
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