La virtud no basta con conocerla sino que es necesario también practicarla.
Los simples razonamientos bastan únicamente para aquellos hombres excelentes y
bondadosos, pero resultan incapaces para excitar a la bondad y a la nobleza al
vulgo, que de un modo natural no obedece por pudor, sino por miedo, y no se
aparta de lo que es vil por vergüenza, sino por temor al castigo. Según
Aristóteles, como la mayor
parte de los hombres viven a merced de sus pasiones no tienen noción de
lo que es verdaderamente hermoso y agradable ya que no lo han probado nunca. A
tales hombres, se pregunta Aristóteles, ¿qué tipo de razonamiento podrá
reformarlos? Es muy difícil desarraigar con la razón lo que está desde
antiguo arraigado en el carácter.