Según Aristóteles el Valor es el término medio entre la
temeridad y la cobardía. Estas dos últimas pasiones implican exceso y
defecto. Y es que el temerario peca por exceso al no temer lo que
debiera; mientras que el cobarde lo hace por defecto ya que teme lo que
no debe.
Según Aristóteles, el miedo es definido como la espera de un mal.
Tal miedo se convierte en un obstáculo para la virtud cuando nos portamos ante
él sin importarnos para nada ( temerariamente ) o cuando nos impone
tanto que nos paraliza ( cobardía ). El hombre valiente es aquel
que ante el miedo actúa como es debido y según la razón: eso quiere decir que
temerá aquello que debe ( por ejemplo, un hombre valiente temerá sufrir
descrédito ); pero, al mismo tiempo, sabe mantener la compostura y la
tranquilidad ante sus propios miedos (por ejemplo, sentirá temor ante la
proximidad de una batalla, pero sabrá mantener la tranquilidad y la compostura.
El temerario es, según Aristóteles, como un jactancioso que aparenta
valor y exceso de confianza y se comporta de tal modo que parece no temer a nada
ni a nadie. Son precipitados y prontos antes de los peligros pero acaban por
ceder ante ellos mostrando su verdadera faz.
El cobarde es el que teme lo que no debe y como no debe. Es un
descorazonado ya que lo teme todo.
El valiente es quien ha logrado un término medio entre la temeridad y
la cobardía. Por ello son fuertes en la acción y mantienen compostura y
tranquilidad ante aquello que se debe temer.