AUTONOMÍA DE LA VOLUNTAD
La idea kantiana de respetar toda voluntad racional
como un fin en sí mismo y de no tratarla como un mero medio implica
necesariamente tener que admitir que la voluntad es AUTÓNOMA.
Ello implica que la la voluntad racional es fuente de derecho, es decir, hacedora
de ley universal, pues es creadora y fuente en sí de sus propias leyes
morales universales. Además, los imperativos de la voluntad ( categóricos )
son incondicionados, es decir, no mueven a la voluntad por interés o
inclinación sino por deber. En este sentido, decir que la voluntad es autónoma
es lo mismo que decir que ella se da a sí misma la ley a la cual obedece. Ahora
bien, si el imperativo categórico contiene en si la idea de la autonomía de
la voluntad, es evidente que tal imperativo puede formularse de tal modo que
exprese tal autonomía. Por eso, Kant, formula también de este modo imperativo
categórico: no obrar nunca sino según una máxima que pueda ser sin
contradicción ley universal, y, por lo tanto, obrar siempre de tal modo que la
voluntad pueda considerarse a sí misma como hacedora de la ley universal
mediante su máxima. En la Crítica de la Razón Práctica formula
esto mismo así: obra de tal modo que la máxima de tu voluntad pueda
ser siempre al mismo tiempo válida como principio productor de ley universal.