LIBERTAD COMO POSTULADO

Hemos reducido el concreto concepto de moralidad, en último término, a la idea de libertad, aunque no pudimos demostrar ésta como algo real ni siquiera en nosotros mismos o en la naturaleza humana. Solamente vimos que hemos de suponerla si queremos pensar un ser como racional y con conciencia de su causalidad con respecto a sus acciones, es decir, como un ser dotado de voluntad. Por idéntico fundamento nos dimos cuenta de que tenemos que atribuir esa propiedad de determinarse a obrar bajo la idea de libertad a todo ser dotado de razón y voluntad. De la suposición de estas ideas se ha derivado, además, la conciencia de una ley para la acción, la de que los principios subjetivos de las acciones, o sea, las máximas, siempre tienen que ser tomadas de modo que valgan también objetivamente (universalmente) como principios y puedan servir, por lo tanto, para nuestra propia legislación universal. (Kant. Fundamentación de la metafísica de las costumbres)

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