LAS PROPOSICIONES DE LA MORAL SON SINTÉTICAS A PRIORI
Al llegar al final del Capitulo II de la Fundamentación de la metafísica de las costumbres, Kant, plantea lo siguiente: se ha demostrado la autonomía de la voluntad como legisladora universal y como fin en sí misma en un reino de leyes morales. También se ha señalado que tal demostración tiene una base totalmente a priori. Lo que sucede - continúa afirmando Kant - es que las proposiciones de la moral no son analíticas sino sintéticas. Y no son analíticas por dos razones: la 1ª porque lo analítico nos llevaría a concebir la moral como un pura fantasmagoría ya que trataría de proposiciones meramente tautológicas. La 2ª porque en las proposiciones de la moral el sujeto no contiene necesariamente al predicado. Por ejemplo, se ha demostrado, según Kant, que la voluntad racional implica obligación moral. Pues bien, si alguien formulara la proposición siguiente: la voluntad racional en el hombre implica obligación moral, estaría formulando un juicio en donde del concepto de voluntad ( sujeto ) no podríamos obtener el concepto de obligación moral ( predicado ). Lo que sucede, al mismo tiempo, es que, aunque el sujeto no contenga el predicado, ( por lo que no algo analítico ) lo que si parece evidente es que ambos ( sujeto-predicado ) están íntimamente relacionados ya que la auto - obligación es una característica necesaria de la voluntad. En definitiva, según Kant, estaríamos, en este caso, ante una proposición sintética, pero que, a su vez, a priori. Lo que sucede es que tal proposición no pertenece al ámbito del conocimiento teórico sino al del conocimiento práctico o moral. Por ello, Kant, señala que no deberían confundirse las proposiciones sintéticas a priori de la moral con las proposiciones sintéticas a priori del conocimiento. Mientras éstas amplían nuestro saber sobre la realidad y nos permiten explicar porque existen juicios a priori en las ciencias; en el ámbito de la moral únicamente se orientan a la acción práctica y, por ello, Kant, habla de proposiciones prácticas sintéticas que, a su vez, son a priori pues funcionan independientemente de los intereses e inclinaciones de carácter empírico. Pues bien, sobre la base de todo lo señalado hasta ahora, Kant, se pregunta:
¿Cómo son posibles las proposiciones sintéticas a priori en el ámbito de la moral?
La respuesta de Kant es la siguiente:
Si queremos averiguar si son posibles y cómo son posibles los juicios sintéticos a priori en la razón práctica, es evidente que no tiene sentido buscar sus condiciones a priori en la sensibilidad ( como sucedía en la Estética Trascendental ) ya que estamos ante realidades incondicionadas. Tampoco tiene sentido centrarse en el estudio de las categorías del entendimiento ya que, como señala Kant en la Analítica trascendental, tales categorías son conceptos puros vacíos de contenido que solamente pueden aplicarse en el ámbito fenoménico y, ahora, estamos tratando sobre proposiciones que tienen una realidad nouménica. ¿Qué camino seguir entonces?
La solución kantiana parte del supuesto siguiente: en la imposición del imperativo categórico se expresa el deber y la obligación para la voluntad. Es evidente - como ya se ha señalado - que analizando el sujeto ( voluntad ) no podríamos derivar en sí el predicado ( obligación ) como juicio analítico. Ahora bien, es evidente, sin embargo, que entre la voluntad, como sujeto, y la obligación, como predicado, del imperativo categórico, se produce una CONEXIÓN NECESARIA ya que la voluntad se auto-obliga a sí misma sin necesidad de condicionamientos externos, pero de modo necesario. Pues bien, según Kant, responder a la pregunta de como son posibles los juicios sintéticos prácticos a priori de la razón práctica, supone tener que responder a la siguiente cuestión: ¿por qué se produce una conexión necesaria entre la voluntad y la obligación?
Kant señala que tal conexión tiene su razón de ser en la existencia de un TERCER TÉRMINO que posibilita tal conexión necesaria entre la voluntad y la obligación y que, al mismo tiempo, explica la existencia de los juicios sintéticos a priori de tipo práctico. Y Kant halla ese tercer término en la IDEA DE LIBERTAD. Quien da necesidad a los proposiciones prácticas de la moral no puede ser ninguna cosa del mundo sensible ya que entonces nos daría heteronomía, mientras que lo que se está buscando es lo que posibilita la autonomía. Pues bien, según Kant, es la idea inteligible de libertad la condición de posibilidad de los imperativos categóricos. Y es que no podríamos obrar moralmente, por deber, mas que a condición de que postulemos la idea de la libertad. La obligación, el deber, implican necesariamente la existencia de la libertad de obedecer o no la ley moral. No podemos considerarnos como hacedores de leyes universales y como moralmente autónomos, si no postulamos la existencia de la libertad. Excluyamos, afirma Kant, la idea de libertad y el imperativo categórico no tendría ningún sentido ya que su fundamento no sería inteligible ( nouménico ) sino sensible, es decir, fenoménico. En resumen, si el imperativo categórico es universal y necesario, es decir, sintético a priori, ello se debe a que existe la libertad en el ser humano de actuar o no por deber.
Ahora bien, la idea de libertad, según Kant, es un POSTULADO. Ello quiere decir que no se puede demostrar su existencia. Únicamente se puede afirmar que si negamos su existencia, entonces nos sería imposible explicar el comportamiento moral por deber. El postulado de la libertad solo establece que ésta es una condición necesaria de la moralidad; pero, al mismo, afirma que si alguien solicita una demostración teórica sobre su existencia, ello, según Kant, resultaría algo imposible. La libertad no es susceptible de demostración teórica; simplemente es una necesidad práctica para todo aquel que actúe moralmente por deber.
La idea de libertad, según Kant, sitúa al hombre como un ser perteneciente a DOS MUNDOS: como ser perteneciente al mundo sensible, el hombre se encuentra sometido a las leyes naturales y, por ello, no es libre; como ser perteneciente al mundo inteligible ( ser con razón práctica ) se encuentra sometido a leyes racionales que no están regidas ni por la causalidad ni por la necesidad física. Pues bien, según Kant, la moral tendría su fundamento en el ámbito de la libertad. Por todo ello afirma lo siguiente:
Los imperativos categóricos son posibles porque la idea de libertad me convierte en un miembro de un mundo inteligible...de tal modo que si yo no fuera más que eso, todas mis acciones serían siempre conformes a la autonomía de la voluntad; pero como, al mismo tiempo, me intuyo como miembro del mundo sensible, la realidad es que mis acciones deben ser así. Y este deben implica una proposición sintética a priori.
La cuestión de como es posible un imperativo categórico
puede recibir la respuesta en la medida en que se pueda esgrimir el único
presupuesto que lo hace posible, a saber, la idea de libertad. También se puede
discernir la necesidad de ese presupuesto....suficiente para dar validez a tal
imperativo y, por lo tanto, a la ley moral. Ahora bien, ningún razón humana
puede discernir como es posible este presupuesto mismos, es decir, no podemos
demostrar la libertad en sentido positivo y no podemos demostrar tampoco teóricamente
el imperativo categórico. Lo único que podemos hacer es indicar la condición
que hace posible su existencia. Y es que solo suponiendo ( postulando ) que la
voluntad es libre, podemos fundar su autonomía como una condición necesaria.