Sartre compara la ELECCIÓN MORAL que defiende el existencialismo con la construcción de una obra de arte, lo que no significa que, con ello, se esté defendiendo una MORAL ESTÉTICA. Del mismo modo que un artista, al pintar un cuadro, lo va creando sin necesidad de seguir reglas establecidas a priori, así también en la moral defendida por el existencialismo existe esta misma situación creadora. Tanto en la moral como en el arte existe la creación y la invención ya que no podemos saber a priori lo que debemos elegir ni el artista lo que va a pintar pues el cuadro se va haciendo en la creación. Del mismo, en el ámbito de la moral, el hombre se va haciendo al elegir su moral, y la presión de las circunstancias es tan grande que no puede dejar de elegir una.
El existencialismo de Sartre no cree en el
PROGRESO. Éste implica mejoramiento y, según Sartre, el hombre sigue siendo el mismo; lo único que varía es la situación y la elección sigue la misma aunque en situaciones diferentes. Sartre piensa que el problema moral no ha cambiado desde el momento en que se podía elegir entre los esclavistas y los no esclavistas, hasta el momento presente en se podría optar entre los comunistas o el M.R.P ( movimiento revolucionario popular ) de tendencia troskista. Ahora bien, aunque el hombre siga siendo el mismo y sea la situación la que varíe ello no significa que el hombre al tener que elegir sin contar con valores a priori se halle totalmente perdido y sin posibilidad de acertar. Y es que, según Sartre, el hombre puede elegir y tiene la posibilidad de juzgar, no con juicios de valor pero si lógicos, y, con ello, saber que ciertas elecciones están fundadas en el error y otras en la verdad. Y aunque también es cierto que un hombre puede juzgar de mala fe y, con ello, llevar a cabo elecciones fundadas en el error, Sartre, contesta que el existencialismo no lleva a cabo juicios morales ante tal tipo de acción; lo único que puede señalar es que las acciones de mala fe son un error y que, desde un punto de vista epistemológico, estaríamos ante una elección erronea. Sería lo mismo que aquella que decide juzgar que 2+3=18. Su condena no tendría una dimensión moral sino de conocimiento. Y si alguien llegando al colmo del cinismo reivindicara el actuar de mala fe ya que no existen valores morales preestablecidos que condenen tal actuación, Sartre, contesta señalando que no hay razones morales a priori para condenar su acción. Lo único que se puede señalar es que la actitud coherente y lógica sería siempre la de actuar siempre de buena fe.

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