El existencialismo se opone decididamente a
cierto tipo de moral laica que quisiera suprimir a Dios con el menor gasto
posible. Cuando hacia 1880 algunos profesores franceses trataron de constituir
una moral laica, dijeron más o menos esto: Dios es una hipótesis inútil y
costosa, nosotros la suprimimos; pero es necesario, sin embargo, para que haya
una moral, una sociedad, un mundo vigilado, que ciertos valores se tomen en
serio y se consideren como existentes a priori; es necesario que sea obligatorio
a priori que sea uno honrado, que no mienta, que no pegue a su mujer, que tenga
hijos, etc., etc.… Haremos, por lo tanto, un pequeño trabajo que permitirá
demostrar que estos valores existen, a pesar de todo, inscritos en un cielo
inteligible, aunque, por otra parte, Dios no exista. Dicho en otra forma —y
es, según creo yo, la tendencia de todo lo que se llama en Francia radicalismo—,
nada se cambiará aunque Dios no exista; encontraremos las mismas normas de
honradez, de progreso, de humanismo, y habremos hecho de Dios una hipótesis
superada que morirá tranquilamente y por sí misma. El existencialista, por el
contrario, piensa que es muy incómodo que Dios no exista, porque con él
desaparece toda posibilidad de encontrar valores en un cielo inteligible; ya no
se puede tener el bien a priori, porque no hay más conciencia infinita y
perfecta para pensarlo; no está escrito en ninguna parte que el bien exista,
que haya que ser honrado, que no haya que mentir; puesto que precisamente
estamos en un plano donde solamente hay hombres. Dostoievsky escribe: "Si
Dios no existiera, todo estaría permitido". Este es el punto de partida
del existencialismo. En efecto, todo está permitido si Dios no existe y, en
consecuencia, el hombre está abandonado, porque no encuentra ni en sí ni fuera
de sí una posibilidad de aferrarse. No encuentra ante todo excusas. Si, en
efecto, la existencia precede a la esencia, no se podrá jamás explicar la
referencia a una naturaleza humana dada y fija; dicho de otro modo, no hay
determinismo, el hombre es libre, el hombre es libertad. Si, por otra parte,
Dios no existe, no encontramos frente a nosotros valores u órdenes que
legitimen nuestra conducta. Así, no tenemos ni detrás ni delante de nosotros,
en el dominio luminoso de los valores, justificaciones o excusas.
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