ACTIVIDADES RELACIONADAS CON El Mundo de Sofía
(El Mundo del mito)

ACTIVIDAD PRIMERA

MITO:

El invierno aparece y la naturaleza muere porque Tor no tiene su martillo=
Los cambios de las estaciones están relacionadas con el robo del martillo de Tor=
El invierno aparece y la naturaleza muere porque Tor ha recuperado su martillo=
En la primavera la naturaleza rebrota porque Tor ha perdido su martillo=
En la primavera la naturaleza rebrota porque el martillo de Tor está en Jotunheimen=
En la primavera rebrota la naturaleza porque Tor recuperó su martillo=
El invierno aparece porque los Trolls han secuestrado a Freya=
La primavera rebrota porque Freya y Trym se han casado=
Cuando había sequías y no llovía era debido a que los dioses habían robado el martillo a Tor=

Respuesta:

 

 

  1. Jenófanes, hijo de Dexio, fue desterrado de su tierra natal y vivió en Zancle que pertenecía a la región de:
     
  2. Jenófanes escribió poemas y elegías censurando lo que, sobre las costumbres de los dioses, habían dicho:
       
  3. Según Jenófanes, Homero y Hesíodo habían atribuido a los dioses cuantas cosas constituyen vergüenza y reproche entre los hombres como son:
         
  4. Según Jenófanes, los mortales se imaginan a los dioses con figura humana, así los Etíopes dicen que sus dioses son:
       
  5. Según Jenófanes los mortales se imaginan a los dioses con figura humana, así para los tracios sus dioses tienen los ojos y el pelo:
       
  6. Según Jenófanes, si los bueyes, los caballos o los leones tuvieran manos y fueran capaces de pintar con ellas y hacer figuras como los hombres, entonces dibujarían a  tales dioses como:
     
  7. Según Jenófanes, la divinidad era única, no antropomórfica y, en relación al lugar, se mantenía:
     
  8. Según Jenófanes, la divinidad es desemejante a los hombres en:
       
  9. Según Jenófanes la divinidad mueve sin trabajo todas las cosas y para ello usa solamente del:
     
  10. Jenófanes, con sus ojos puestos en el universo entero, dice que Dios es:
     

ACTIVIDAD SEGUNDA

Sobre el Mito de Dioniso rellena el cuestionario siguiente:

Dionisio fue un hijo bastardo del dios......................... 

La madre de Dioniso se llamaba Selene y era diosa de..........................

La diosa que decide aniquilar a Dioniso se llamaba................................

Raptan a Dioniso y posteriormente lo despedazan los............................

El niño Dionisio aparece descrito con el adorno de una corona de serpiente y...................

Dioniso es despedazado y quemado en una olla. Lo único que quedó de él fue...................

Dioniso renace gracias a los esfuerzos de su abuela...................................

Cuando Dioniso resucita es entregado por Zesus a....................................

Dioniso será escondido por los reyes de Orcomenes, Ino y Atamante, entre...................

Atamante enloquece e Ino se arroja al mar con su hijo pasando a ser patrona de.................

Zeus salva a Dioniso del palacio de Ino y Atamante y lo entrega en Nisa a.........................

En Nisa el joven Dioniso descubre....................

Ya adulto, Dioniso cae en la locura por culpa de Hera y se convierte en capitan de.....................

Dioniso comienza su venganza luchando contra Amazonas y.....................

En Tracia Dioniso recupera la lucidez pero tiene que enfrentarse con el rey................

En el enfrentamiento con el rey de Tracia Dioniso tiene que huir junto a..........................

Dioniso es ayudado por su abuela Rea que produce en el rey de Tracia.....................

El rey de Tracia utiliza su hacha, al confundirlo con una cepa, contra su hijo......................

La muerte del hijo del rey convierte en maldita la tierra que sólo volvera a ser fertil con..................

Los tracios deciden dar muerte a su rey y lo arrojan entre...............................

A continuación Dioniso se dedica a dar a conocer la existencia de la viña y el vino al rey.................................

El rey invita a sus subditos a probar el vino.Estos creyéndose embrujados lo matan y entierran.......................

Maira, perra del rey, avisa a su hija del lugar en donde está enterrado.Erígone al descubrirlo, se.............

Al morir Erígone un mal se extiende por toda Atenas. El mal consistía en que...............................

El oráculo de Delfos solicita castigar a los culpables. Despues se instauran las fiestas en honor.................

En estas fiestas las jovenes, de modo simbólico, en las ramas de los pinos se......................................

A las fiestas en honor de la primera cosecha del vino se les denominó.......................................

Despues de vengarse de unos piratas,convirtiéndolos en Delfines,Dioniso desemboca en la isla de.............

En esta isla encarga a Hefesto, herrero olímpico,una diadema de oro para pedir matrimonio a.........................

Dioniso tuvo 6 hijos y terminó su aventura ocupando en el Olimpo el sitio de..........................................

Para los romanos Dioniso es representado por el dios.............................................

En Roma el culto a Dioniso estuvo ligado a cultos mistéricos con sucedió en Tracia con..............................

En los cultos mistéricos, a través de las reencarnaciones de Dioniso, se aspiraba a búsqueda de......................

Sobre el Mito de Demeter rellena el siguiente cuestionario:

El mito de Demeter comienza con el rapto de su hija........................

El autor del rapto de la hija de Demeter fue......................

Trás el rapto de su hija, Demeter vaga por la tierra llevando en sus manos..........................

En su caminar se encuentra con Hecate que le dice que el autor del rapto tenía la cabeza cubierta..

Demeter consulta tambien sobre el autor del rapto con...................

El narciso que su hija contempla en el momento del rapto fue situado allí por............................

Demeter decide abandonar el Olimpo y mientras tanto en la tierra.................................................

Demeter se niega a colaborar hasta que su hija sea liberada. Para intentarlo baja al Tártaro el dios...................

Hades ofrece algo a la hija de Demeter que la ligara eternamente al mundo subterraneo. ¿Qué es?....................

Un pacto dice que la hija de Demeter debe estar en el Hades y el Olimpo. ¿Cuanto tiempo?..........................

Demeter está en relación con los misterios de......................

Demeter fue la nodriza de Demofonte al que quiso convertir en inmortal. Al no conseguirlo le enseño.......

Los misterios de la vida y la muerte en honor de Demeter guardan relación con sus funciones de.....

En las  procesiones en honor a Demeter se prorrumpía en grandes gritos que simbolizaban..........

Además de los misterios se celebraban, en honor a Demeter, las fiestas.....................

En estas fiestas unicamente participaban...............................................

Cuenta la leyenda que de Demeter se enamoró perdidamente.................................

Para liberarse del acoso de su enamorado Demeter se convierte en.........................

A su vez el enamorado se convierte en...........................................

De la unión de ámbos nació............................

Entre los romanos Demeter fue venerada como la diosa...........................................

En Roma esa diosa, demás de serlo de la agricultura, lo fue tambien de........................

Las fiestas en honor a esta diosa las llamaron los romanos..............................................

MUNDO DE SOFÍA EN CD-ROM

Consulta el CD-ROM sobre el Mundo de Sofía en el apartado titulado Mitos y rellena el siguiente cuestionario:

Los mitos son relatos tradicionales acerca de........................

La razón del surgir del mito es una vida llena de...................

Los mitos están asociados a................................................

Mito y Filosofía se diferencian porque la 2ª fundamente sus explicaciones en...............................

En la mitología griega Artemisa se identifica con.............................

En la mitología griega Afrodita se identifica con..............................

En la mitología griega Dioniso se identifica con...............................

En la mitología griega Hermes se identifica con...............................

Odín, además de dios de la guerra, era el dios de..........................

La esposa y el hijo de Odín se llamaban respectivamente...............................................

El mundo de lo mitos nórdicos está formado por capas unidas por un fresno o tejo llamado............

La rama más larga del árbol se llamaba....................................

Sobre esa gran rama estaba encaramado..................................

Los animales que vivían en este fresno o tejo eran...........................

Mordían las raices del fresno o tejo.......................................

El lugar en donde vivían los animales y plantas se llamaba....................................

El lugar en donde habitaban los dioses era...........................................

El palacio que había en el lugar en que habitaban los dioses se llamaba........................................

En ese palacio batallaban continuamente.........................................

En el palacio había un gigante de fuego que se llamaba...................................................

¿Qué personaje marino andaba por las profundidades del mar sin mojarse el pelo?......................

A este personaje marino Dioniso lo dejó..................................................

En un viaje realizado al este por el personaje marino:¿qué le sucede?...........................................

El personaje marino se fue vivir a Creta con........................

Este personaje marino fue asesinado por............................

Trás su muerte, este personaje marino se convirtió en...........................................

La diosa griega relacionada con la fertilidad era..............................

La hija de esta diosa se llamaba..................................

Esta hija fue raptada por............................................

El rapto de esta hija hizo que en la tierra no creciera.......................

Cada 4 meses esta hija debía volver a............................................

La enseñanza de este  mito explicaba que la estación de la primavera surgía cada año porque.................

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Actividades























































































































































EL MITO DE DIONISO

El pobre Dionisos nace de mala manera y en un mal momento; desde luego, como cualquier otro niño, debe ser considerado inocente de toda culpa, pero resulta que Dionisos es uno de los muchos hijos bastardos de ese dios máximo del Olimpo, pero grandísimo golfo celestial que es Zeus. Su madre es la gentil Semele, la diosa de la tierra, la hija de Cadmo, rey de Tebas. Pero todo esto sólo significa una cosa: es un hijo habido fuera de matrimonio, uno de esa multitud de hijos que Zeus tiene fuera de su unión oficial y escasamente respetada con Hera. Sabido es también que Hera, harta ya de tantas aventuras e infidelidades de su esposo, persigue con saña a las mujeres que insisten en ignorar cuál es su deber y cómo está la situación del poco respetado matrimonio entre los dos dioses. Mujeres que no ponen reparos a esas relaciones ilícitas y que ayudan de buen grado al adúltero Zeus a mantener la fama de amante clandestino. Mujeres que parecen recrearse en fomentar la trayectoria libertina del marido infiel. Lo que es peor es que Hera está dispuesta a todo y no se para a pensar dos veces cuál es la pública respuesta que debe dar a las madres y a las criaturas en cuestión. Por tanto, no es de extrañar que tampoco se detenga en consideraciones cuando decide cortar de raíz la descendencia bastarda, ya que su ensañamiento también se dirige, de vez en cuando hacia los hijos ilegítimos. Por estas tan aviesas razones, resulta lógico que Hera decida tomar represalias con el pobre recién nacido, con Dionisos, y se ponga en contacto con los Titanes y les ordene que den un implacable escarmiento, eligiendo esta vez como víctima del exigido sacrificio a la criatura, para que el cruel ejemplo sirva de advertencia a cualquier otra diosa o mujer que quiera repetir la dudosa hazaña de tratar de compartir con Hera el disfrute del cuerpo y la pasión de su Zeus.
Los Titanes, acostumbrados a vencer, matar, despedazar, aniquilar, o llevar al cautiverio sucesivamente a los enemigos de los dioses, a los mismos dioses, a los dioses padres caídos en desgracia de los dioses, y a todos y cada uno de los habitantes del Olimpo y sus inmediaciones, siempre que así se lo ordene la autoridad competente (que es mucha y variada, a juzgar por lo amplio de su actuación en la parte más violenta de la historia celestial) llevan a cabo su tarea con eficacia y presteza. Este encargo de Hera, como es natural, es prioritario, dada la categoría mandataria, y se cumple inmediatamente. Los Titanes se ponen en marcha y van hacia los aposentos donde reposa la extraña criatura, el niño con cuernos que está adornado con una corona de serpiente. Se llegan hasta él y terminan con esa primera parte de su misión pronto, muy pronto, raptando a la criatura de su cuna y despedazándolo; los pedazos se ponen en una olla al fuego, como si se tratase de un guiso más, y se dejan hervir en un macabro proceso durante todo el tiempo que se quiso, para que fuera total la destrucción de los restos del niño, de manera que nadie pudiera encontrar parte sana del crío asesinado, ni obrar con sus desaparecidos trozos ningún prodigioso milagroso que permitiese su reconstrucción. Todo lo que iba a quedar era un granado que brotó al pie del lugar en donde fue desmenuzado el cadáver, un granado que había germinado con la sangre inocente que regó el suelo. Ya parecía que todo ese terrible proceso criminal iba a ser tal y como se había pensado en el siniestro plan pergeñado por Hera. Al menos ni Zeus ni nadie había interrumpido el siniestro plan, o se había opuesto a la conspiración.
Pero sí había alguien que pudo ser testigo del crimen y obrar a tiempo, impidiendo que el destino quedara sellado: la abuela Rea, la madre de la vengadora Hera, y también la madre del inconstante Zeus. La abuela Rea fue quien acudió rápidamente al lugar de los pavorosos hechos, una vez que los Titanes lo abandonaron, considerando que ya el trabajo estaba rematado. Y la buena de Rea se puso de lleno a recuperar los fragmentos de su nieto, y con ellos logró darle una forma aproximada a la que en vida había tenido. A partir de esa masa de despojos, Rea recuperó a su nieto vivo y llamó después al padre del niño resucitado, a su hijo Zeus, para que acudiese en su ayuda; él se ocupó de poner al renacido Dionisos a buen recaudo, en manos de Perséfone, la moradora de las tinieblas subterráneas, la misma que había recibido ya otras encomiendas parecidas, como aquel encargo de ocultar y cuidar al niño Adonis, tarea que tan problemática había resultado ser al final, cuando el adolescente Adonis despertó pasiones que le condujeron a su destrucción. Pero éste es otro caso, y Perséfone pasó la responsabilidad a la reina Ino y al rey Atamas o Atamante, para que ellos se encargaran de cuidar sigilosamente al niño Dionisos, en su reino de Orcomenes, escondiéndolo entre las niñas, tratando así de no despertar las sospechas de Hera, que ya estaba al tanto de la salvación y persistía en encontrar a la criatura, para terminar totalmente su empeño.
Efectivamente, la airada Hera persistió en su obcecación y trasladó el castigo a la real pareja, haciendo que Atamante enloqueciera y diese caza y muerte a un supuesto ciervo, que no era sino su propio hijo Learco, o que Ino tuviera que salir huyendo de su marido, llevando a Learco en brazos, hasta que llegó al borde del mar y en él se zambulló, salvando un delfín al desventurado Learco y quedando la blanca madre como patrona de los marinos ante las tormentas, instalada por voluntad del Olimpo en un nuevo puesto muy diferente del que ocupaba en su vida terrenal. Sea cual sea la versión que se elija, lo que sí es cierto, es que Hera no es una divinidad a la que sea fácil convencer o detener, una vez que se haya propuesto llevar a cabo cualquiera de sus complicadas y aviesas acciones de represalia, aunque a veces la voluntad de los otros pares pueda detener sus maquinaciones, como pasó con el primer intento de hacer desaparecer a Dionisos, o como ya tendremos ocasión de ver en la historia de Ino y Atamante, cuando otra vez más, la diosa no llegó a satisfacer sus malsanos deseos de venganza.
Dionisos es puesto, por tanto, al cuidado de Ino y Atamante en su palacio; digamos, para completarla, que el niño fue sacado de allí por Zeus, al levantarse la ira de Hera hacia los dos soberanos, ira que convirtió a los reyes protectores en presas de la locura y teniendo que buscar un nuevo y más seguro refugio, Zeus terminó esta parte de su cometido paterno, volando con el niño a un mítico lugar, situado en cualquiera de los tres continentes conocidos, para ponerlo en las protectoras manos de cinco Ninfas del hermoso y legendario país de Nisa, las buenas y adorables Bromia, Baque, Erato, Macris y Nisa, las hijas de Atlas que se ocuparon de que Dionisos creciera en un ambiente de felicidad y tranquilidad que compensara de las pasadas calamidades. Allí, en Nisa, el joven descubrió la vid y de ella supo extraer el primer vino. Las Ninfas se ganaron el reconocimiento de Zeus, quien les aseguró un puesto en el firmamento como prueba visible de su agradecimiento, la constelación de las Híadas.
Aunque parecía que Hera había cejado en su empeño de perturbar la biografía de Dionisos, todo lo que había sucedido era que había perdido su pista, pero cuando el mozo terminó su dulce estancia con la tropilla de Ninfas se había convertido en un ser adulto, con un parecido innegable a su padre. Hera comprendió entonces que aquel muchacho, de ademanes un poco excesivamente delicados, era su objetivo durante tanto tiempo oculto. Reconocido por la diosa, fue otra vez el blanco de su rencor. Si había vivido esos años tan felizmente, ahora nada iba a salvarlo de su destino; llegada era la hora de convertir su refinamiento en barbarie y su delicadeza en desmán. Por deseo de Hera, la locura se apoderó de él. Era una demencia que iba a invertir el retrato del personaje, transformándolo en el terrible capitán de una escuadra de aterrorizadores sátiros y ménades. Con ellos comienza Dionisos un nuevo capítulo de su muy ajetreada existencia: la venganza. Y su plan empieza por la destrucción de sus primeros enemigos por delegación, los Titanes que habían obedecido la primera orden de Hera, la de darle muerte junto a su cuna, y que habían fracasado en su cumplimiento. Dionisos, bien armado y más decidido por el empuje de la febril locura, parte a la conquista del mundo. Sin darse cuenta de ello, Hera había lanzado a la fama a su enemigo, convirtiéndole en un verdadero y terrible dios, en alguien tan inhumano y desmesurado como el resto de los extraños pobladores de las alturas, seres que acostumbraban a navegar a bandazos entre la magnanimidad y la más despreciable ruindad, como espejo que todo dios es de los humanos que lo han pensado.
El ejército de Dionisos llega frente a la costa de Egipto, y se instala en la corte de Proteo de Faros. Al rey le lleva el vino como obsequio y, aprovechando su situación, se pone a trabajar desde Faros en la preparaci ón de su primera campaña. Reedita para su causa a las amazonas de Egipto, amazonas combativas por naturaleza, que van a servirle de espléndida fuerza de choque.
Con ellas y con la furia de la venganza, se lanza a la batalla contra los Titanes. La victoria le llega pronto, es la confirmación de su poder y categoría. Emulando a Alejandro, el dios se pone en marcha hacia el corazón del este, cruza la Mesopotamia, derrotando a todos sus adversarios, y llega hasta la Indias sometiendo la península a su poder, pero no sin haber dejado antes el recuerdo de su presencia, con el cultivo de la vid y el secreto del vino. Terminado su camino en los confines del este, decide el triunfal Dionisos regresar a Grecia, al centro del mundo. Pero el retorno no iba a ser tan rápido y sencillo como se pensaba en un principio, pues su ejército va a tener que luchar ahora contra sus antiguas aliadas amazonas, que esperaban dispuestas para el combate en el Asia Menor, sin que se sepa bien por que las guerreras han querido hacerlo. Se acepta el reto de las amazonas y se da comienzo a la sangrienta e insensata batalla. Dionisos da la orden de que sea ésta una guerra sin cuartel, en la que sus huestes van a terminar exhaustas de perseguir y matar a las amazonas, que pronto se ven vencidas y de las cuales sólo un puñado consigue huir y encontrar refugio seguro en Efeso, pues el temible Dionisos enfurecido no sabe perdonar el insensato y orgulloso ataque inicial de que ha sido objeto, y se afana en lograr el total exterminio de sus ex aliadas, para que sirva su muerte de inolvidable escarmiento al osado que piense en enfrentarse a su voluntad.
En Tracia, pisando ya el suelo de Europa, y tras haber recuperado la lucidez arrebatada por Hera en manos de la abuela Rea, Dionisos empieza a comprender la razón de sus actos y el origen de toda su desenfrenada aventura militar. Pero en esa tierra el ejército de Dionisos se iba a topar con un enemigo muy peligroso, con Licurgo, el poco amado rey de esa tierra tan dura y hostil. Licurgo supo engañar a la curtida tropa, haciéndola caer en una emboscada, dejando a Dionisos solo y sin defensa posible ante él, que le atacaba con su hacha de doble hoja, dispuesto a acabar con su aventura militar. Dionisos se dio cuenta de que habían cambiado las tornas y ya no podía contar con sus huestes de sátiros y ménades y no tuvo más remedio que abandonar el campo de batalla y huir hacia el mar para salvarse, como fuera, del que podía ser el último ataque de su peligroso y astuto enemigo. En la morada de Tetis halló escondite el asombrado Dionisos, todavía sin reponerse de la sorpresa dada por Licurgo a su tropa. De nuevo, la buena abuela Rea llegó en ayuda de su nieto y consiguió liberar a sus originales soldados, al tiempo que ponía al rey Licurgo en el temible territorio de la locura, con esa repetida manipulación que los dio ses hacen de las mentes de los mortales. El rey perdida la razón, utilizó la terrible hacha contra su hijo, tomándole por una cepa, por esa planta representativa de Dionisos, y como tal, fue podando los miembros de su hijo Driante, como una burla de su afán por acabar con el dios, Dionisos salió de su escondite marino y se encontró con la liberación de sus gentes, con la muerte cruel del hijo del loco rey y con una tierra maldita por la inocente sangre vertida en la muerte de Driante. Ante la desesperación de los tracios, el dios se apiadó de su desventura, y les prometió que se repararía el daño causado por Licurgo con la maldición de las diosas. Bastaba, para que la tierra volviera a ser fértil, que se lavase con la sangre culpable de Licurgo.
Se cuenta que los tracios, que como ya se ha dicho, nunca tuvieron motivos racionales para querer a su soberano, aprovecharon el consejo divino y decidieron darle una muerte terrible. Arrojaron al demente entre los caballos salvajes y las bestias tardaron poco en descuartizar al reo loco en la cumbre del monte Pangeo.
Se cumplió el deseo del joven dios, restableciendo su sangre el poder germinativo de las tierras de cultivo y se quitó el pueblo de encima al insano rey, quien poca oposición podía ya presentar al rencor de sus hastiados súbditos. Pero también se dice que el rey Licurgo no se enfrentó con el poderoso general victorioso y el dios enloquecido, sino que intentó matarle a él y a sus gentiles protectoras, cuando no era más que un niño, cuando todavía estaba en manos de esas bondadosas Ninfas, de las Híades. La criatura salió corriendo hacia el mar, para refugiarse también en esta ocasión en la gruta de Tetis. En esta versión del mito, Licurgo también era un ser odiado, pero no sólo por el pueblo llano e impotente, sino por el Olimpo en pleno y no es de extrañar que Zeus, defendiendo de nuevo a su hijo y a las cinco maternales Ninfas, haga uso de las armas de su panoplia divina y lance con mano certera el rayo a los ojos del cobarde rey. Ese divino rayo de Zeus dejó ciego instantáneamente al monarca, iniciándose desde ese momento su terrible e irremediable agonía. Mientras Dionisos quedaba a salvo y podía volver junto a sus queridas Ninfas, a seguir libando el delicioso manjar de mieles que le servía de alimento exclusivo, para continuar con su ciclo de paso de la niñez a la adolescencia divina, otra vez milagrosamente a salvo de la sucesión de asechanzas que sobre él se habían abatido desde el mismo momento de su concepción. Tras el incidente con Licurgo, el sosegado Dionisos, ahora ya más tranquilo, al haber recuperado la cordura, convertido en un joven madurado a la fuerza, pasó a recorrer su mundo, la Grecia clásica, con una misión muy diferente de la guerrera que le había llevado hasta las Indias. Se trataba de hacer conocer a todos los buenos hombres la existencia de la vid y la bendición del vino, y con ese bagaje de felicidad agrícola, se llegó hasta las tierras de Icaria. A su soberano le enseñó Dionisos el cultivo de la uva y la elaboración de los vinos, con tan buen resultado que su rey Icario logró el primer vino producido por los seres humanos. Entusiasmado por el éxito de la cosecha y el excelente sabor de sus caldos, Icario se fue por todo el reino invitando generosamente a sus súbditos a disfrutar del vino reciente. Bebieron los lugareños en abundancia, y al poco se sintieron sorprendidos por los extraños efectos que aquel vino les producía. Estaban alegres y confusos; sentían al mismo tiempo el terror del mareo creciente y la pérdida de la visión, pero su euforia y la pérdida de la consciencia también aumentaba con el vino. Para explicarse esas desconocidas sensaciones, se dijeron poseídos por algún poder desconocido y quisieron creer que habían sido envenenados por Icario, sin poder ni siquiera llegar a sospechar que eran ellos los primeros seres embriagados del Mediterráneo. Su reacción fue expeditiva: matar a quien les había embrujado de tal modo, al buen rey Icario. Tras asesinarlo, los campesinos decidieron sepultar su cuerpo al pie de un pino, para ocultar el hecho, del cual ahora, una vez pasados los efectos del vino, empezaban a asustarse y avergonzarse. Así lo hicieron, creyendo haber encontrado la fórmula de ponerse a salvo de su responsabilidad, y después se fueron hacia la orilla del mar, para aumentar la distancia al lugar del crimen.
Maira, la fiel perra del rey Icario, asistió impotente a todo el macabro proceso y, al ver al amo enterrado, corrió en busca de su hija, a quien arrastró, tirando a mordiscos de su túnica, hasta la tumba de su padre. Allí comenzó la perra con sus patas a excavar la tierra recién apilada, hasta que apareció ante los ojos de la hija con brutal claridad, la razón de la desaparición de su pobre padre. Erígone viendo aquello, cayó en la desesperación. En las ramas del mismo pino que daba sombra a la descubierta tumba se ahorcó la joven. Al expirar Erígone, quisieron los dioses que su misma muerte se extendiera por Atenas como aviso del crimen que había quedado sin castigo. Por esa voluntad divina, otras muchas jóvenes, sin llegar ellas mismas a saber por que lo hacían, se quitaban la vida simultáneamente, ahorcándose sin razón conocida en muy distintos lugares de la ciudad, hasta que los dioses hicieron saber a los hombres, a través de las revelaciones del oráculo de Delfos, que Icaro y su hija Erígone habían muerto por la injusticia de los campesinos, y que era necesario que la venganza cayera sobre los culpables. Una vez que se pusiera al descubierto la razón de aquella ola de aparente locura suicida, que hasta entonces se había abatido misteriosamente sobre las doncellas, los ejecutores atenienses se llegaron a las tierras de Icaria y dieron muerte a los que habían cobardemente asesinado a su rey Icario. Tras el castigo a los culpables, se instituyeron las fiestas en honor de Erígone, en las que se conmemorarían para siempre las bondades del vino de Dionisos, el sacrificio de Erígone y el martirio de Icario, colgándose las jóvenes celebrantes simbólicamente de las ramas de los pinos, o de cualquier otro árbol robusto que hubiera en el lugar, como una festiva e incruenta rememoración del suceso que fue causa de esas fiestas dionisíacas, de la obtención de la primera cosecha de vino y del estupor de los hombres ante sus poderes.
EN MANOS DE LOS PIRATAS
Según nos cuenta Homero, estaba Dionisos navegando por entre las docenas de islas del Egeo, y se encontraba a la sazón descansando sobre las rocas de la costa, cuando fue divisado por unos marineros que acertaron a pasar por las proximidades. Los marineros, que no eran sino traficantes de esclavos, vieron en el bello joven una presa de gran valor y decidieron su captura. Fondean allí mismo, se dirigen al lugar donde está plácidamente tumbado Dionisos y le someten por la fuerza, llevándole prisionero a bordo. El piloto de la nave pirata advierte que está ante un dios y se lo hace saber a sus compañeros. Los piratas se burlan del consejo y largan anclas, contando ya con los beneficios que les va a reportar la venta de tan bellísimo esclavo. Dionisos observa divertido la escena de la burla de los marineros hacia las palabras del asustado piloto y deja tranquilamente que pase el tiempo. Después, con la ironía de un dios, obra algunos prodigios muy suyos sobre la nave. En primer lugar hace que el mejor de los vinos se derrame sobre la cubierta de la pequeña embarcación y la recorra de un lado a otro, como si el mismo mar se hubiera transformado en vino y cubriera la embarcación. El palo mayor de la embarcación se cubre de hojas de parra y de ramas de hiedra y ya no queda duda, los horrorizados piratas comprenden al punto que el piloto no había hablado en vano, que aquel joven maravilloso era un verdadero dios y ellos se habían equivocado totalmente en su propósito de apoderarse de él, ahora eran ellos los que estaban en sus manos y nada podían hacer ni para huir de la embarcación, transformada en trampa mortal. Quieren regresar a tierra firme, pero ya no hay tiempo. Dionisos se convierte en una fiera tras otra, hasta lanzarse sobre el capitán de los piratas y destrozarle a la vista de sus secuaces. Ya parece que sólo les queda tratar de ponerse a salvo en el mar y al mar se arrojan; pero Dionisos no va a dejar que se salgan con la suya, tan pronto tocan el agua, los piratas se convierten en delfines y quedan para siempre allí atrapados. Tan sólo el piloto, el único que supo ver al dios como tal, queda fuera del castigo del divertido Dionisos, quien deja marchar en paz al pobre hombre, para que sea él quien cuente a los hombres todo lo que ha visto y vivido, cómo el dios supo vencer a unos enemigos tan necios y cómo se rió de ellos y su maldad. Pero Dionisos también aprovecha la travesía y desembarca en la isla de Nexos, en donde va a encontrarse ante un hecho de suma importancia en la última parte de su historia como dios sobre la tierra.
Ariadna, la hija del rey Minos de Creta y también nieta de Zeus, había ayudado a Teseo a encontrar la salida del laberinto del Minotauro, con la inestimable ayuda de su hilo. Pero este héroe legendario y desagradecido la abandonó a su suerte en la isla de Nexos. Allí, en esa isla de vides y vinos, Dionisos se encontró, al desembarcar de su aventura con los malhadados piratas, con la presencia inolvidable de la bella Ariadna, dormida sobre las arenas de la playa, tan bella que encargó al herrero olímpico, a Hefesto, una corona de oro que fuera parecida a su belleza. Despertó el enamorado Dionisos a Ariadna y, entregándola la diadema, la hizo su esposa. Su matrimonio fue feliz y se tradujo en la culminación de su complicada vida sobre la faz de la tierra. Con ella, Dionisos tuvo a sus seis hijos, a Enopión, que sería rey de Chío; a Toante, más tarde rey de la Táurida; a Estáfilo; a Latramis; a Evantes; y a Taurópolo. Ya estaba terminada, pues, la aventura del dios y podía ocupar su puesto en el Olimpo. Hestia le cedió para siempre el suyo, en aquel círculo restringido de los doce grandes dioses. Ya confirmado como divinidad de primera línea, Dionisos demostró que no había olvidado a su pobre madre, a la infeliz Semele, y descendió en su busca a los infiernos, para rescatarla de manos de Hades y hacerla disfrutar en la eternidad de lo que en vida se le había negado. Con ella volvió Dionisos del Tártaro, tras haber conseguido de la esposa del rey de los infiernos, de Perséfone, que le fuera concedida la libertad. Regresó, pues, a la gloria divina el hijo y su madre, no teniendo Hera más remedio que reconocer y soportar la derrota final, aceptando la presencia triunfal de Semele a su lado, puesto que ya Dionisos estaba a su misma altura, en la cima del Olimpo.
LOS ROMANOS Y BACO
Para los romanos Dionisos fue Baco desde sus primeros contactos con la cultura y la mitología helena, ya que por la causa que se prefiera, eligieron su apellido griego en lugar de su nombre de pila y de ahí se quedó en "Bacus", o "Baco", como nosotros le conoceríamos muchos siglos más tarde. Con él llegaron el vino y las fiestas religiosas, que convertidas en una desenfrenada excusa para llevar su celebración al extremo, se transformaron en las bacanales, fiestas privadas que se convirtieron pronto en un punto escandaloso, a pesar de que Roma ya conocía muy bien los excesos de los poderosos y también su fácil contagio entre las clases menos pudientes, enriquecidas con el creciente auge del imperio y deseosas siempre de poder gozar de su adquirido poder de ciudadanos de la primera potencia del orbe. En el año 186 a. C el Senado romano promulgó una ley que prohibía la celebración de las bacanales y trataba de remitir el culto de Baco a su entorno sagrado. En algo se redujo la publicidad de las fiestas, pero la idea básica ya había calado profundamente en las ciudades y en los campos inmediatos y el antiguo sentido agrícola se olvidó totalmente. Rodeado de los atributos báquicos por excelencia, uvas y vino, el festejo más bien impío de Baco, centrado en la imitación del desenfreno adolescente del dios, con el alibí de ser recuerdo a sus sátiros, a sus ménades y a las alegres correrías sensuales y sexuales del dios enloquecido por el placer, siguió existiendo hasta los últimos días de Roma, máxime cuando la cruenta sucesión de emperadores y las luchas entre pretorianos, llevó a la descomposición del imperio, relajó las buenas costumbres primitivas, haciendo que el escándalo inicial no tuviera el menor sentido. Baco se hizo también con la parcela del hijo de Dionisos y Afrodita, de Priapo, y los jóvenes se hacían públicamente adultos a la sombra del nuevo dios fálico.
EL MISTERIO DIONISIACO
En otra zona muy remota del culto al dios, Baco permaneció también en Roma ligado a los ritos mistéricos, como había sucedido desde Tracia con el culto a Dionisos-Zagreo. Es la otra zona, la muy personal de la religión sentida en profundidad y practicada con convencimiento, del culto realizado en privado y acompañado de un deseo proselitista; es la zona delimitada por el anhelo de establecer una moral de validez universal, dirigida a la consecución de los valores prometidos desde el cielo, a través de la religión de la vida eterna, del culto a la muerte y a la resurrección posterior. De ese culto a las almas inmortales y de la asunción de la posibilidad última, para todos, de alcanzar la eternidad, se va a derivar una liturgia intimista, una mística muy diferente de los cultos abiertos y públicos, del panteísmo agrícola. Ahora se centra el culto y la creencia, en la purificación constante, en las etapas sucesivas de una serie de vidas, de reencarnaciones, que van a conseguir el sueño órfico de reunir el alma liberada con Dionisos-Zagreo. Este culto órfico de la larga búsqueda de la eternidad se sitúa en Roma junto a los de Deméter, Serapis, Cibeles, Mitra e Isis y Osiris, dentro del enorme muestrario de la importancia espiritual que señala la necesidad, que va creciendo entre los romanos, de encontrar una explicación al misterio de la vida, un sentido a la existencia, en una sociedad que ha conseguido un nivel cultural y material muy elevado y ha llegado a la crisis moral, a la exploración de las soluciones a los misterios que la liturgia oficial, pragmática, no ha podido o ha querido resolver más que en su aspecto exterior.


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Actividades




































































































































































EL MITO DE DEMETER

Todos los narradores de mitos se han ocupado de relatar el rapto de la amada hija de Demeter por parte del dios que tiene por morada el Tártaro.Las versiones, por tanto, varían perceptiblemente, pero lo cierto es que todos coinciden en valorar estas escenas del "himno a Deméter". El cantor del mito sitúa a Proserpina en un lugar paradisiaco y bucólico.Acompañada por hermosas ninfas se entretenía en recoger flores silvestres que crecían entre la hierba espesa de las verdes laderas de Sicilia. En esto, descubrió un narciso, cuyo olor y colorido le atrajo de inmediato; en cuanto se agachó para acariciarlo cedió la tierra bajo sus delicados pies y se formó un enorme agujero del que emergió la fugura de Hades, el dios del Tártaro y del abismo. Enseguida sujetó a Proserpina y la introdujo en sus dominios subterráneos; la infeliz muchacha sólo tuvo tiempo de gritar y llamar a su madre. Fueron, por tanto, los bosques y prados de Sicilia los testigos directos de la desaparición de la querida hija de Ceres, la diosa que oyó un grito desgarrador y supo que Proserpina/Perséfone había traspasado la frontera del abismo. Lo que nunca sospechó fue que el propio Zeus había tomado parte en tan vergonzosa acción. Lo cierto es que, después de haber oído tan desgarrador grito, proveniente de la garganta de su hija, la diosa Deméter/Ceres perdió la razón y una terrible angustia se apoderó de ella. Para calmarse, inició una búsqueda infructuosa y llena de incertidumbre. Estuvo vagando por la tierra durante más de nueve días y nueve noches, y en sus manos llevaba dos antorchas encendidas. No se concedía descanso ni refrigerio alguno hasta que, por fin, y a punto ya de desfallecer, se encontró con la "titánide" Hécate que también había oído el desgarrador grito de Proserpina y, aunque no pudo identificar a su raptor, sin embargo, le manifestó a Deméter que la cabeza de éste se hallaba cubierta por oscuras sombras. Un dato tan significativo era suficiente para alertar a la diosa. No obstante, decidió consultar a Helios/Sol -que, desde su altura, se percataba de todo- y éste le confirmó sus sospechas: el ladrón de su hija había sido Hades, el dios de la oscuridad y de las tinieblas insondables del abismo.
Una vez que Deméter/Ceres descubrió la confabulación que se había formado para raptar a su hija Proserpina, y en cuanto supo que el fatídico narciso lo había puesto allí Gea/Tierra, porque así lo había ordenado Zeus, se negó a vivir en el Olimpo y exigió la liberación inmediata de su amada hija. El desconsuelo de la diosa era tal que el propio Zeus mandó emisarios para que regresara con los demás dioses, pues temía que la raza humana sucumbiera y se extinguiera, puesto que todo fruto se había secado y la tierra permanecía improductiva. Primero fue Iris, la más veloz de entre los mensajeros de Zeus y, a continuación, fueron en busca de Deméter todos los demás dioses. Más ésta, mientras no esté a su lado Proserpina, se niega a bendecir la tierra. Entonces Hermes, el dios del fuego, baja al Tártaro a exigirle a Hades que libere a Proserpina. Más el astuto rey de las sombras le ofrece a su amada un grano del fruto del granado, con lo que Proserpina/Perséfone quedará ligada para siempre a las moradas subterráneas y a su dueño.
Desde entonces, se establece que durante seis meses la muchacha vivirá en la morada subterránea de Hades, mientras que otros seis meses deberá pasarlos con su madre en el idílico Olimpo. Deméter/Ceres acepta y, por fin, queda resuelto tan subrepticio asunto.
DEMETER=CERES ROMANA
Entre los romanos quedó perfectamente asimilada Ceres como diosa de la agricultura y todas sus funciones fueron idénticas a la diosa griega Deméter. Sin embargo, también se la consideró como una diosa protectora del matrimonio y, en este sentido, existía una curiosa costumbre que consista en multar a los cónyuges que no hubieran conseguido, después de cierto tiempo, una mutua estabilidad. Los esposos que se hubieran divorciado debían satisfacer, en el más breve plazo posible, la cantidad que se les exigiera por parte de los magistrados. Una parte de la recaudación conseguida por el concepto apuntado debería ir a parar a la caja del templo de Ceres para así sufragar los gastos de mantenimiento y cuidado de su templo y de su culto. Sus sacerdotes -o "hierofantes"- se encargaran de distribuir y administrar ese dinero proveniente de las multas. Los romanos celebraban las fiestas de Ceres en el mes de abril y, por lo general, duraban una semana. Todo el mundo participaba en los diversos juegos y actividades que se habían programado en honor de la diosa; el único requisito era la obligatoriedad de vestir una túnica blanca.
A estas celebraciones en honor de la diosa que bendecía las cosechas se las denominaba Cerealia:
DEMETER Y LOS MISTERIOS DE ELEUSIS
En el contexto del largo camino, en busca de su amada hija, Deméter decidió sentarse a descansar a la vera de un sendero angosto que cruzaba la región de Eleusis. Apoyada sobre una piedra tosca, reflexionaba la diosa acerca de su infortunio, pues aún no había hallado ni rastro de su hija, cuando una muchacha, que venía de recoger agua del cercano pozo que allí mismo manaba, se acercó a ella con la sana intención de ayudarla.
El aspecto avejentado de Deméter no arredró a la noble hija del rey Celeo -que a la sazón gobernaba en el Atica-, pues no otra era la muchacha de que hablamos, quien rogó a la diosa le contara su infortunio. Deméter dio rienda suelta a su imaginación y se dispuso a explicar a su joven interlocutora todas las cuitas y avatares que pudo imaginarse en aquellos momentos. Y, así, contó que había sido abandonada por unos piratas que arribaron a las costas del Atica, y que la crueldad de estos malhechores no tenía límites, pues anteriormente la habían raptado y apartado de los suyos.
Por esto, se encontraba tan maltrecha y desesperada, que se atrevía a recabar de la joven ayuda material. Necesitaba hallar un trabajo en el palacio de su padre, bien fuera de nodriza, de niñera o de criada, pues conocía todas las labores propias de las mujeres experimentadas del Atica. En definitiva, le estaba pidiendo ayuda y consuelo para no dejarse llevar de la más abyecta de las desesperaciones. La hija del rey Celeo intercedió ante su buen padre y, de este modo, tuvo Deméter oportunidad de mostrar sus cualidades y poderes en la corte.
Cuentan las crónicas de los cantores de mitos que en cuanto la misteriosa viajera se encontró socorrida por el rey de Eleusis y los suyos, olvidó con premura sus cotidianos sufrimientos y, al menos durante un tiempo prudencial, desechó aquella amargura que antaño la embargara. Ya no se acordaba de cuando se hallaba "recostada en una piedra de un desconocido camino, con su corazón desgarrado por el dolor, cerca de una fuente de aguas cristalinas, a la sombra de un espeso olivo que la cubría con sus ramas."
A la misteriosa viajera se le encomendó el cuidado de un niño pequeño, Demofonte, hijo de Celeo y de su esposa Metanira. La criatura no gozaba de buena salud, por lo que tenía profundamente apenados y preocupados a sus padres; éstos habían recurrido a los más afamados curanderos de todos los países, en demanda de ayuda para su delicado niño y, hasta entonces, todo había resultado inútil. Ningún remedio había sido hallado aún para contrarrestar la enfermedad o el mal padecidos por él.
Mas en cuanto Deméter se constituye en su nodriza y protectora todo cambia radicalmente. Y es que la diosa, agradecida por la hospitalidad de sus anfitriones, quiere devolverles con creces el favor y las atencio nes que la han dispensado. Para ello, amamantar al niño con su divinal leche, lo alimentará con ambrosía -el manjar melifluo de los dioses-, lo mecerá en su acogedor regazo y lo cubrirá de su salvífico aliento. Intentará, también, hacerlo inmortal e inmune al dolor y la miseria de los humanos; más, a punto ya de lograrlo, sucedió lo irreparable. Cada noche, después de que todos los servidores del palacio de Celeo se retiraran a sus respectivos aposentos, la diosa cogía al pequeño con ternura y lo tendía sobre el rescoldo de una lumbre que ella misma había encendido. Se proponía purificarlo, mediante semejante ritual, y hacerlo inmortal.
Pero Metanira -que ya con anterioridad se había sorprendido ante el aluvión de la luz que inundara el palacio, debido a la presencia de la mujer misteriosa que siempre se cubría el rostro con un velo- siguió a Deméter/Ceres hasta el lugar en el que la diosa se disponía a iniciar el ritual salvífico y catártico.
Observó con gran temor el modo cómo la diosa depositaba a su delicado hijo entre las llamas de una hoguera y huyó, al punto, despavorida. Los gritos de la madre asustaron a Deméter/Ceres y, en aquel mismo momento, la diosa descubrió su identidad, en un intento de tranquilizarla; sin embargo, todo el encantamiento quedó roto. Entonces Ceres, ya que no podía darle la inmortalidad, decidió enseñarle una manera de atraer hacia el futuro muchacho las miradas y el agradecimiento de los demás mortales. Todas las artes de la siembra, la siega y la recogida de los frutos de la cosecha, le fueron enseñados a Demofonte por la agradecida diosa. También le regaló un hermoso carro, cuyos corceles eran dragones de enormes dimensiones, y con el que se podía viajar a los diferentes lugares y rincones del mundo con el fin de enseñar a todos los humanos de todas las latitudes los métodos más idóneos para labrar y sembrar la tierra, y producir frutos sanos y copiosos. Y, desde entonces, comienzan a utilizarse instrumentos como el arado.
Algunas versiones que se ocupan del mito de la curación de Demofonte nos explican que Celeo y Metanira tenían otro hijo más, al que llamaban Triptolemo. Y señalan que fue de este último de quien se ocupó la diosa Deméter/Ceres, y al que quiso hacer inmortal, aunque resultara vano su empeño, como ya es sabido.
Sin embargo, todos coinciden en afirmar, cualquiera que fuese el protagonista de un mito tan popular, que fue a raíz de los hechos apuntados cuando tuvo lugar el nacimiento de los famosos misterios de Eleusis.
Cuéntase que Demofonte, en agradecimiento a la diosa, y una vez que regresó de su periplo por el mundo, quiso pagar a Deméter con la misma moneda que de ella había recibido. Y, así, instituyó unas fiestas en honor de su bienhechora.Tomaron enseguida un auge inusitado, y fueron muy bien acogidas por todos los ciudadanos y súbditos; hasta el punto de que no hubo persona alguna de aquel tiempo que no oyera hablar de tan memorables eventos.
Para conseguir acceder a las entrañas de los misterios y a su significación y simbolismo se necesitaba la ayuda de otras personas ya introducidas en la maraña emblemática de aquéllos y, además, había que su perar pruebas marcadas por los guardianes de la ortodoxia de los mismos.
Los iniciados y aspirantes, como requisito indispensable, deberían proveerse de padrinos, los cuales se encargarían de presentarlos ante los sacerdotes o hierofantes, que eran los únicos que conocían los entresijos de toda la parafernalia de los misterios.
Estos misterios de Eleusis, denominados también "misterios de la vida y de la muerte", se desarrollaban en el mayor de los secretos. Nada de lo que sucediera después de la ceremonia de iniciado era susceptible de ser narrado por el neófito.
Lo cierto es que los misterios de la vida y la muerte guardaban una semejanza total con las funciones atribuidas a Deméter/Ceres. En cuanto diosa de las mieses, y protectora de la agricultura, ésta se inmolaba en la generación del grano y en su propia corrupción para dar paso al nacimiento de la espiga. El total acabamiento sería la siega de la mies y la recogida de la cosecha. En la celebración de los misterios una procesión discurría por los caminos de Eleusis y en su largo recorrido tenían lugar manifestaciones diversas. Se entonaban cánticos y se representaban escenas relativas al mito de Deméter/Ceres. Al llegar la noche, se escuchaban los gritos y las voces de los actores y los participantes: así se daba cumplida cuenta del dolor que debió sentir la diosa al verse separada de su querida hija, y al buscarla y no hallarla.
En relación con la Demeter se celebrebaban tambien las denominadas Tesmoforias, celebraciones en las que se mezclaba lo lúdico y lo místico, y que fueron instituidas también en el Atica para conmemorar la magnificencia de la diosa Deméter/Ceres. Estas fiestas se desarrollaban en octubre, por espacio de tres días, aproximadamente; tiempo que, por lo demás, duraba la sementera. En ellas únicamente participaban mujeres y, tanto los niños como los jóvenes y los ancianos, tenían prohibidas cualesquiera aportaciones a las mismas. En caso de que algún hombre violara la prohibición de participar en las Tesmoforias se le castigaría con la pena capital.
EL ACOSO DE POSEIDON/NEPTUNO
Existen otras leyendas en las que aparece Deméter/Ceres como protagonista de ciertos aspectos afectivos y amorosos. En la más popular de ellas se narran los diversos avatares por los que tiene que pasar la dei dad para huir del acoso a que es sometida por Poseidón/Neptuno.
Cuentan las crónicas que el implacable dios del mar se enamoró de Deméter/Ceres cuando ésta recorría los caminos, montes y riberas en busca de su querida hija Proserpina/Perséfone. La asediaba y pretendía de continuo y la diosa no sabía ya que hacer para burlar al persistente enamorado. Trataba ésta de cambiar su aspecto cubriéndose con toscos sayales y, al propio tiempo, ocultaba su rostro con un velo negro; pero todo era inútil, pues Poseidón. prendado de sus escondidos encantos seguía tras las huellas de Deméter. Por fin ésta en un intento de acabar con la situación descrita y harta de sufrir persecución por al guien a quien no deseaba corresponder, urdió una estratagema para evitar los amores de aquél. A tal fin, se transformó en una briosa yegua que, en soledad. trotaba por campos y valles, pero Poseidón/Neptuno, que había descubierto la estratagema, se trocó en caballo y, de este modo, pudo conseguir por así decirlo, los favores de tan escurridiza diosa. Los relatores de leyendas explican que de esta unión nacería el mítico alazán Arión ("=el más veloz"), que se caracterizaría por la rapidez de su galope.
Otras versiones de la leyenda del acoso a Deméter, por parte del poderoso dios de los Océanos, difieren sustancialmente de las ya descritas. No hay transformación alguna en yegua o caballo, sino que la diosa, cansada ya de huir del acoso de su pretendiente divino, buscó un lugar inaccesible y apartado, al que no pudiera acercarse Neptuno. Se dice que fue en la mítica región de Arcadia, en donde Deméter/Ceres halló seguro refugio y, durante un tiempo prudencial, vivió en una gruta de aquellos parajes, en soledad y olvido. Más sucedió entonces que la tierra no producía fruto ninguno y todo terreno fértil se volvió yermo, por lo que el dios Pan fue en busca de Deméter y la rogó de nuevo protección para el campo y las cosechas.

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