ACTIVIDADES RELACIONADAS CON El Mundo de Sofía
(El Mundo del mito)
ACTIVIDAD PRIMERA
MITO: |
En el Mundo de Sofía se relata el Mito nórdico titulado La canción sobre Tryn (Trymskvida). Se afirma que a través de este mito, los hombres antiguos intentaban dar respuestas a algo que no entendían: En el cuestionario que sigue señala con un SI la respuesta correcta.
El invierno aparece y la naturaleza
muere porque Tor no tiene su martillo= Los cambios de las estaciones están relacionadas con el robo del martillo de Tor= El invierno aparece y la naturaleza muere porque Tor ha recuperado su martillo= En la primavera la naturaleza rebrota porque Tor ha perdido su martillo= En la primavera la naturaleza rebrota porque el martillo de Tor está en Jotunheimen= En la primavera rebrota la naturaleza porque Tor recuperó su martillo= El invierno aparece porque los Trolls han secuestrado a Freya= La primavera rebrota porque Freya y Trym se han casado= Cuando había sequías y no llovía era debido a que los dioses habían robado el martillo a Tor= |
Además de buscar respuestas a cuestiones que no entendían: ¿qué otro rasgo importante señala el Mundo de Sofía en relación con los Mitos?
Respuesta:
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Alrededor del año 700 antes de Cristo surgen en Grecia
las personalidades de Homero y Hesíodo
lo cuales plasman por escrito la mitología de los griegos. Encontramos una primera
crítica a tales mitos en Jenófanes: Después de realizar una
breve investigación sobre el pensamiento de este autor, en la sección
dedicada a los Filósofos presocráticos, rellena el siguiente cuestionario:
ACTIVIDAD SEGUNDA
Lectura del Mito de Dioniso.
Lectura del Mito de Demeter.
Lectura de Mitos en el CD-ROM sobre el Mundo de Sofía.
Sobre el Mito de Dioniso rellena el cuestionario siguiente:
Dionisio fue un hijo bastardo del
dios......................... La madre de Dioniso se llamaba Selene y era diosa de.......................... La diosa que decide aniquilar a Dioniso se llamaba................................ Raptan a Dioniso y posteriormente lo despedazan los............................ El niño Dionisio aparece descrito con el adorno de una corona de serpiente y................... Dioniso es despedazado y quemado en una olla. Lo único que quedó de él fue................... Dioniso renace gracias a los esfuerzos de su abuela................................... Cuando Dioniso resucita es entregado por Zesus a.................................... Dioniso será escondido por los reyes de Orcomenes, Ino y Atamante, entre................... Atamante enloquece e Ino se arroja al mar con su hijo pasando a ser patrona de................. Zeus salva a Dioniso del palacio de Ino y Atamante y lo entrega en Nisa a......................... En Nisa el joven Dioniso descubre.................... Ya adulto, Dioniso cae en la locura por culpa de Hera y se convierte en capitan de..................... Dioniso comienza su venganza luchando contra Amazonas y..................... En Tracia Dioniso recupera la lucidez pero tiene que enfrentarse con el rey................ En el enfrentamiento con el rey de Tracia Dioniso tiene que huir junto a.......................... Dioniso es ayudado por su abuela Rea que produce en el rey de Tracia..................... El rey de Tracia utiliza su hacha, al confundirlo con una cepa, contra su hijo...................... La muerte del hijo del rey convierte en maldita la tierra que sólo volvera a ser fertil con.................. Los tracios deciden dar muerte a su rey y lo arrojan entre............................... A continuación Dioniso se dedica a dar a conocer la existencia de la viña y el vino al rey................................. El rey invita a sus subditos a probar el vino.Estos creyéndose embrujados lo matan y entierran....................... Maira, perra del rey, avisa a su hija del lugar en donde está enterrado.Erígone al descubrirlo, se............. Al morir Erígone un mal se extiende por toda Atenas. El mal consistía en que............................... El oráculo de Delfos solicita castigar a los culpables. Despues se instauran las fiestas en honor................. En estas fiestas las jovenes, de modo simbólico, en las ramas de los pinos se...................................... A las fiestas en honor de la primera cosecha del vino se les denominó....................................... Despues de vengarse de unos piratas,convirtiéndolos en Delfines,Dioniso desemboca en la isla de............. En esta isla encarga a Hefesto, herrero olímpico,una diadema de oro para pedir matrimonio a......................... Dioniso tuvo 6 hijos y terminó su aventura ocupando en el Olimpo el sitio de.......................................... Para los romanos Dioniso es representado por el dios............................................. En Roma el culto a Dioniso estuvo ligado a cultos mistéricos con sucedió en Tracia con.............................. En los cultos mistéricos, a través de las reencarnaciones de Dioniso, se aspiraba a búsqueda de...................... |
Sobre el Mito de Demeter rellena el siguiente cuestionario:
El mito de Demeter comienza con el rapto de su
hija........................ El autor del rapto de la hija de Demeter fue...................... Trás el rapto de su hija, Demeter vaga por la tierra llevando en sus manos.......................... En su caminar se encuentra con Hecate que le dice que el autor del rapto tenía la cabeza cubierta.. Demeter consulta tambien sobre el autor del rapto con................... El narciso que su hija contempla en el momento del rapto fue situado allí por............................ Demeter decide abandonar el Olimpo y mientras tanto en la tierra................................................. Demeter se niega a colaborar hasta que su hija sea liberada. Para intentarlo baja al Tártaro el dios................... Hades ofrece algo a la hija de Demeter que la ligara eternamente al mundo subterraneo. ¿Qué es?.................... Un pacto dice que la hija de Demeter debe estar en el Hades y el Olimpo. ¿Cuanto tiempo?.......................... Demeter está en relación con los misterios de...................... Demeter fue la nodriza de Demofonte al que quiso convertir en inmortal. Al no conseguirlo le enseño....... Los misterios de la vida y la muerte en honor de Demeter guardan relación con sus funciones de..... En las procesiones en honor a Demeter se prorrumpía en grandes gritos que simbolizaban.......... Además de los misterios se celebraban, en honor a Demeter, las fiestas..................... En estas fiestas unicamente participaban............................................... Cuenta la leyenda que de Demeter se enamoró perdidamente................................. Para liberarse del acoso de su enamorado Demeter se convierte en......................... A su vez el enamorado se convierte en........................................... De la unión de ámbos nació............................ Entre los romanos Demeter fue venerada como la diosa........................................... En Roma esa diosa, demás de serlo de la agricultura, lo fue tambien de........................ Las fiestas en honor a esta diosa las llamaron los romanos.............................................. |
MUNDO DE SOFÍA EN CD-ROM
Consulta el CD-ROM sobre el Mundo de Sofía en el apartado titulado Mitos y rellena el siguiente cuestionario:
Los mitos son relatos tradicionales acerca
de........................ La razón del surgir del mito es una vida llena de................... Los mitos están asociados a................................................ Mito y Filosofía se diferencian porque la 2ª fundamente sus explicaciones en............................... En la mitología griega Artemisa se identifica con............................. En la mitología griega Afrodita se identifica con.............................. En la mitología griega Dioniso se identifica con............................... En la mitología griega Hermes se identifica con............................... Odín, además de dios de la guerra, era el dios de.......................... La esposa y el hijo de Odín se llamaban respectivamente............................................... El mundo de lo mitos nórdicos está formado por capas unidas por un fresno o tejo llamado............ La rama más larga del árbol se llamaba.................................... Sobre esa gran rama estaba encaramado.................................. Los animales que vivían en este fresno o tejo eran........................... Mordían las raices del fresno o tejo....................................... El lugar en donde vivían los animales y plantas se llamaba.................................... El lugar en donde habitaban los dioses era........................................... El palacio que había en el lugar en que habitaban los dioses se llamaba........................................ En ese palacio batallaban continuamente......................................... En el palacio había un gigante de fuego que se llamaba................................................... ¿Qué personaje marino andaba por las profundidades del mar sin mojarse el pelo?...................... A este personaje marino Dioniso lo dejó.................................................. En un viaje realizado al este por el personaje marino:¿qué le sucede?........................................... El personaje marino se fue vivir a Creta con........................ Este personaje marino fue asesinado por............................ Trás su muerte, este personaje marino se convirtió en........................................... La diosa griega relacionada con la fertilidad era.............................. La hija de esta diosa se llamaba.................................. Esta hija fue raptada por............................................ El rapto de esta hija hizo que en la tierra no creciera....................... Cada 4 meses esta hija debía volver a............................................ La enseñanza de este mito explicaba que la estación de la primavera surgía cada año porque................. |
EL MITO DE DIONISO
El pobre Dionisos nace de mala manera y en un mal momento; desde luego,
como cualquier otro niño, debe ser considerado inocente de toda culpa, pero resulta que
Dionisos es uno de los muchos hijos bastardos de ese dios máximo del Olimpo, pero
grandísimo golfo celestial que es Zeus. Su madre es la gentil Semele, la diosa de la
tierra, la hija de Cadmo, rey de Tebas. Pero todo esto sólo significa una cosa: es un
hijo habido fuera de matrimonio, uno de esa multitud de hijos que Zeus tiene fuera de su
unión oficial y escasamente respetada con Hera. Sabido es también que Hera, harta ya de
tantas aventuras e infidelidades de su esposo, persigue con saña a las mujeres que
insisten en ignorar cuál es su deber y cómo está la situación del poco respetado
matrimonio entre los dos dioses. Mujeres que no ponen reparos a esas relaciones ilícitas
y que ayudan de buen grado al adúltero Zeus a mantener la fama de amante clandestino.
Mujeres que parecen recrearse en fomentar la trayectoria libertina del marido infiel. Lo
que es peor es que Hera está dispuesta a todo y no se para a pensar dos veces cuál es la
pública respuesta que debe dar a las madres y a las criaturas en cuestión. Por tanto, no
es de extrañar que tampoco se detenga en consideraciones cuando decide cortar de raíz la
descendencia bastarda, ya que su ensañamiento también se dirige, de vez en cuando hacia
los hijos ilegítimos. Por estas tan aviesas razones, resulta lógico que Hera decida
tomar represalias con el pobre recién nacido, con Dionisos, y se ponga en contacto con
los Titanes y les ordene que den un implacable escarmiento, eligiendo esta vez como
víctima del exigido sacrificio a la criatura, para que el cruel ejemplo sirva de
advertencia a cualquier otra diosa o mujer que quiera repetir la dudosa hazaña de tratar
de compartir con Hera el disfrute del cuerpo y la pasión de su Zeus.
Los Titanes, acostumbrados a vencer, matar, despedazar, aniquilar, o llevar al cautiverio
sucesivamente a los enemigos de los dioses, a los mismos dioses, a los dioses padres
caídos en desgracia de los dioses, y a todos y cada uno de los habitantes del Olimpo y
sus inmediaciones, siempre que así se lo ordene la autoridad competente (que es mucha y
variada, a juzgar por lo amplio de su actuación en la parte más violenta de la historia
celestial) llevan a cabo su tarea con eficacia y presteza. Este encargo de Hera, como es
natural, es prioritario, dada la categoría mandataria, y se cumple inmediatamente. Los
Titanes se ponen en marcha y van hacia los aposentos donde reposa la extraña criatura, el
niño con cuernos que está adornado con una corona de serpiente. Se llegan hasta él y
terminan con esa primera parte de su misión pronto, muy pronto, raptando a la criatura de
su cuna y despedazándolo; los pedazos se ponen en una olla al fuego, como si se tratase
de un guiso más, y se dejan hervir en un macabro proceso durante todo el tiempo que se
quiso, para que fuera total la destrucción de los restos del niño, de manera que nadie
pudiera encontrar parte sana del crío asesinado, ni obrar con sus desaparecidos trozos
ningún prodigioso milagroso que permitiese su reconstrucción. Todo lo que iba a quedar
era un granado que brotó al pie del lugar en donde fue desmenuzado el cadáver, un
granado que había germinado con la sangre inocente que regó el suelo. Ya parecía que
todo ese terrible proceso criminal iba a ser tal y como se había pensado en el siniestro
plan pergeñado por Hera. Al menos ni Zeus ni nadie había interrumpido el siniestro plan,
o se había opuesto a la conspiración.
Pero sí había alguien que pudo ser testigo del crimen y obrar a tiempo, impidiendo que
el destino quedara sellado: la abuela Rea, la madre de la vengadora Hera, y también la
madre del inconstante Zeus. La abuela Rea fue quien acudió rápidamente al lugar de los
pavorosos hechos, una vez que los Titanes lo abandonaron, considerando que ya el trabajo
estaba rematado. Y la buena de Rea se puso de lleno a recuperar los fragmentos de su
nieto, y con ellos logró darle una forma aproximada a la que en vida había tenido. A
partir de esa masa de despojos, Rea recuperó a su nieto vivo y llamó después al padre
del niño resucitado, a su hijo Zeus, para que acudiese en su ayuda; él se ocupó de
poner al renacido Dionisos a buen recaudo, en manos de Perséfone, la moradora de las
tinieblas subterráneas, la misma que había recibido ya otras encomiendas parecidas, como
aquel encargo de ocultar y cuidar al niño Adonis, tarea que tan problemática había
resultado ser al final, cuando el adolescente Adonis despertó pasiones que le condujeron
a su destrucción. Pero éste es otro caso, y Perséfone pasó la responsabilidad a la
reina Ino y al rey Atamas o Atamante, para que ellos se encargaran de cuidar sigilosamente
al niño Dionisos, en su reino de Orcomenes, escondiéndolo entre las niñas, tratando
así de no despertar las sospechas de Hera, que ya estaba al tanto de la salvación y
persistía en encontrar a la criatura, para terminar totalmente su empeño.
Efectivamente, la airada Hera persistió en su obcecación y trasladó el castigo a la
real pareja, haciendo que Atamante enloqueciera y diese caza y muerte a un supuesto
ciervo, que no era sino su propio hijo Learco, o que Ino tuviera que salir huyendo de su
marido, llevando a Learco en brazos, hasta que llegó al borde del mar y en él se
zambulló, salvando un delfín al desventurado Learco y quedando la blanca madre como
patrona de los marinos ante las tormentas, instalada por voluntad del Olimpo en un nuevo
puesto muy diferente del que ocupaba en su vida terrenal. Sea cual sea la versión que se
elija, lo que sí es cierto, es que Hera no es una divinidad a la que sea fácil convencer
o detener, una vez que se haya propuesto llevar a cabo cualquiera de sus complicadas y
aviesas acciones de represalia, aunque a veces la voluntad de los otros pares pueda
detener sus maquinaciones, como pasó con el primer intento de hacer desaparecer a
Dionisos, o como ya tendremos ocasión de ver en la historia de Ino y Atamante, cuando
otra vez más, la diosa no llegó a satisfacer sus malsanos deseos de venganza.
Dionisos es puesto, por tanto, al cuidado de Ino y Atamante en su palacio; digamos, para
completarla, que el niño fue sacado de allí por Zeus, al levantarse la ira de Hera hacia
los dos soberanos, ira que convirtió a los reyes protectores en presas de la locura y
teniendo que buscar un nuevo y más seguro refugio, Zeus terminó esta parte de su
cometido paterno, volando con el niño a un mítico lugar, situado en cualquiera de los
tres continentes conocidos, para ponerlo en las protectoras manos de cinco Ninfas del
hermoso y legendario país de Nisa, las buenas y adorables Bromia, Baque, Erato, Macris y
Nisa, las hijas de Atlas que se ocuparon de que Dionisos creciera en un ambiente de
felicidad y tranquilidad que compensara de las pasadas calamidades. Allí, en Nisa, el
joven descubrió la vid y de ella supo extraer el primer vino. Las Ninfas se ganaron el
reconocimiento de Zeus, quien les aseguró un puesto en el firmamento como prueba visible
de su agradecimiento, la constelación de las Híadas.
Aunque parecía que Hera había cejado en su empeño de perturbar la biografía de
Dionisos, todo lo que había sucedido era que había perdido su pista, pero cuando el mozo
terminó su dulce estancia con la tropilla de Ninfas se había convertido en un ser
adulto, con un parecido innegable a su padre. Hera comprendió entonces que aquel
muchacho, de ademanes un poco excesivamente delicados, era su objetivo durante tanto
tiempo oculto. Reconocido por la diosa, fue otra vez el blanco de su rencor. Si había
vivido esos años tan felizmente, ahora nada iba a salvarlo de su destino; llegada era la
hora de convertir su refinamiento en barbarie y su delicadeza en desmán. Por deseo de
Hera, la locura se apoderó de él. Era una demencia que iba a invertir el retrato del
personaje, transformándolo en el terrible capitán de una escuadra de aterrorizadores
sátiros y ménades. Con ellos comienza Dionisos un nuevo capítulo de su muy ajetreada
existencia: la venganza. Y su plan empieza por la destrucción de sus primeros enemigos
por delegación, los Titanes que habían obedecido la primera orden de Hera, la de darle
muerte junto a su cuna, y que habían fracasado en su cumplimiento. Dionisos, bien armado
y más decidido por el empuje de la febril locura, parte a la conquista del mundo. Sin
darse cuenta de ello, Hera había lanzado a la fama a su enemigo, convirtiéndole en un
verdadero y terrible dios, en alguien tan inhumano y desmesurado como el resto de los
extraños pobladores de las alturas, seres que acostumbraban a navegar a bandazos entre la
magnanimidad y la más despreciable ruindad, como espejo que todo dios es de los humanos
que lo han pensado.
El ejército de Dionisos llega frente a la costa de Egipto, y se instala en la corte de
Proteo de Faros. Al rey le lleva el vino como obsequio y, aprovechando su situación, se
pone a trabajar desde Faros en la preparaci ón de su primera campaña. Reedita para su
causa a las amazonas de Egipto, amazonas combativas por naturaleza, que van a servirle de
espléndida fuerza de choque.
Con ellas y con la furia de la venganza, se lanza a la batalla contra los Titanes. La
victoria le llega pronto, es la confirmación de su poder y categoría. Emulando a
Alejandro, el dios se pone en marcha hacia el corazón del este, cruza la Mesopotamia,
derrotando a todos sus adversarios, y llega hasta la Indias sometiendo la península a su
poder, pero no sin haber dejado antes el recuerdo de su presencia, con el cultivo de la
vid y el secreto del vino. Terminado su camino en los confines del este, decide el
triunfal Dionisos regresar a Grecia, al centro del mundo. Pero el retorno no iba a ser tan
rápido y sencillo como se pensaba en un principio, pues su ejército va a tener que
luchar ahora contra sus antiguas aliadas amazonas, que esperaban dispuestas para el
combate en el Asia Menor, sin que se sepa bien por que las guerreras han querido hacerlo.
Se acepta el reto de las amazonas y se da comienzo a la sangrienta e insensata batalla.
Dionisos da la orden de que sea ésta una guerra sin cuartel, en la que sus huestes van a
terminar exhaustas de perseguir y matar a las amazonas, que pronto se ven vencidas y de
las cuales sólo un puñado consigue huir y encontrar refugio seguro en Efeso, pues el
temible Dionisos enfurecido no sabe perdonar el insensato y orgulloso ataque inicial de
que ha sido objeto, y se afana en lograr el total exterminio de sus ex aliadas, para que
sirva su muerte de inolvidable escarmiento al osado que piense en enfrentarse a su
voluntad.
En Tracia, pisando ya el suelo de Europa, y tras haber recuperado la lucidez arrebatada
por Hera en manos de la abuela Rea, Dionisos empieza a comprender la razón de sus actos y
el origen de toda su desenfrenada aventura militar. Pero en esa tierra el ejército de
Dionisos se iba a topar con un enemigo muy peligroso, con Licurgo, el poco amado rey de
esa tierra tan dura y hostil. Licurgo supo engañar a la curtida tropa, haciéndola caer
en una emboscada, dejando a Dionisos solo y sin defensa posible ante él, que le atacaba
con su hacha de doble hoja, dispuesto a acabar con su aventura militar. Dionisos se dio
cuenta de que habían cambiado las tornas y ya no podía contar con sus huestes de
sátiros y ménades y no tuvo más remedio que abandonar el campo de batalla y huir hacia
el mar para salvarse, como fuera, del que podía ser el último ataque de su peligroso y
astuto enemigo. En la morada de Tetis halló escondite el asombrado Dionisos, todavía sin
reponerse de la sorpresa dada por Licurgo a su tropa. De nuevo, la buena abuela Rea llegó
en ayuda de su nieto y consiguió liberar a sus originales soldados, al tiempo que ponía
al rey Licurgo en el temible territorio de la locura, con esa repetida manipulación que
los dio ses hacen de las mentes de los mortales. El rey perdida la razón, utilizó la
terrible hacha contra su hijo, tomándole por una cepa, por esa planta representativa de
Dionisos, y como tal, fue podando los miembros de su hijo Driante, como una burla de su
afán por acabar con el dios, Dionisos salió de su escondite marino y se encontró con la
liberación de sus gentes, con la muerte cruel del hijo del loco rey y con una tierra
maldita por la inocente sangre vertida en la muerte de Driante. Ante la desesperación de
los tracios, el dios se apiadó de su desventura, y les prometió que se repararía el
daño causado por Licurgo con la maldición de las diosas. Bastaba, para que la tierra
volviera a ser fértil, que se lavase con la sangre culpable de Licurgo.
Se cuenta que los tracios, que como ya se ha dicho, nunca tuvieron motivos racionales para
querer a su soberano, aprovecharon el consejo divino y decidieron darle una muerte
terrible. Arrojaron al demente entre los caballos salvajes y las bestias tardaron poco en
descuartizar al reo loco en la cumbre del monte Pangeo.
Se cumplió el deseo del joven dios, restableciendo su sangre el poder germinativo de las
tierras de cultivo y se quitó el pueblo de encima al insano rey, quien poca oposición
podía ya presentar al rencor de sus hastiados súbditos. Pero también se dice que el rey
Licurgo no se enfrentó con el poderoso general victorioso y el dios enloquecido, sino que
intentó matarle a él y a sus gentiles protectoras, cuando no era más que un niño,
cuando todavía estaba en manos de esas bondadosas Ninfas, de las Híades. La criatura
salió corriendo hacia el mar, para refugiarse también en esta ocasión en la gruta de
Tetis. En esta versión del mito, Licurgo también era un ser odiado, pero no sólo por el
pueblo llano e impotente, sino por el Olimpo en pleno y no es de extrañar que Zeus,
defendiendo de nuevo a su hijo y a las cinco maternales Ninfas, haga uso de las armas de
su panoplia divina y lance con mano certera el rayo a los ojos del cobarde rey. Ese divino
rayo de Zeus dejó ciego instantáneamente al monarca, iniciándose desde ese momento su
terrible e irremediable agonía. Mientras Dionisos quedaba a salvo y podía volver junto a
sus queridas Ninfas, a seguir libando el delicioso manjar de mieles que le servía de
alimento exclusivo, para continuar con su ciclo de paso de la niñez a la adolescencia
divina, otra vez milagrosamente a salvo de la sucesión de asechanzas que sobre él se
habían abatido desde el mismo momento de su concepción.
Tras el incidente con Licurgo, el sosegado Dionisos, ahora ya más tranquilo, al haber
recuperado la cordura, convertido en un joven madurado a la fuerza, pasó a recorrer su
mundo, la Grecia clásica, con una misión muy diferente de la guerrera que le había
llevado hasta las Indias. Se trataba de hacer conocer a todos los buenos hombres la
existencia de la vid y la bendición del vino, y con ese bagaje de felicidad agrícola, se
llegó hasta las tierras de Icaria. A su soberano le enseñó Dionisos el cultivo de la
uva y la elaboración de los vinos, con tan buen resultado que su rey Icario logró el
primer vino producido por los seres humanos. Entusiasmado por el éxito de la cosecha y el
excelente sabor de sus caldos, Icario se fue por todo el reino invitando generosamente a
sus súbditos a disfrutar del vino reciente. Bebieron los lugareños en abundancia, y al
poco se sintieron sorprendidos por los extraños efectos que aquel vino les producía.
Estaban alegres y confusos; sentían al mismo tiempo el terror del mareo creciente y la
pérdida de la visión, pero su euforia y la pérdida de la consciencia también aumentaba
con el vino. Para explicarse esas desconocidas sensaciones, se dijeron poseídos por
algún poder desconocido y quisieron creer que habían sido envenenados por Icario, sin
poder ni siquiera llegar a sospechar que eran ellos los primeros seres embriagados del
Mediterráneo. Su reacción fue expeditiva: matar a quien les había embrujado de tal
modo, al buen rey Icario. Tras asesinarlo, los campesinos decidieron sepultar su cuerpo al
pie de un pino, para ocultar el hecho, del cual ahora, una vez pasados los efectos del
vino, empezaban a asustarse y avergonzarse. Así lo hicieron, creyendo haber encontrado la
fórmula de ponerse a salvo de su responsabilidad, y después se fueron hacia la orilla
del mar, para aumentar la distancia al lugar del crimen.
Maira, la fiel perra del rey Icario, asistió impotente a todo el macabro proceso y, al
ver al amo enterrado, corrió en busca de su hija, a quien arrastró, tirando a mordiscos
de su túnica, hasta la tumba de su padre. Allí comenzó la perra con sus patas a excavar
la tierra recién apilada, hasta que apareció ante los ojos de la hija con brutal
claridad, la razón de la desaparición de su pobre padre. Erígone viendo aquello, cayó
en la desesperación. En las ramas del mismo pino que daba sombra a la descubierta tumba
se ahorcó la joven. Al expirar Erígone, quisieron los dioses que su misma muerte se
extendiera por Atenas como aviso del crimen que había quedado sin castigo. Por esa
voluntad divina, otras muchas jóvenes, sin llegar ellas mismas a saber por que lo
hacían, se quitaban la vida simultáneamente, ahorcándose sin razón conocida en muy
distintos lugares de la ciudad, hasta que los dioses hicieron saber a los hombres, a
través de las revelaciones del oráculo de Delfos, que Icaro y su hija Erígone habían
muerto por la injusticia de los campesinos, y que era necesario que la venganza cayera
sobre los culpables. Una vez que se pusiera al descubierto la razón de aquella ola de
aparente locura suicida, que hasta entonces se había abatido misteriosamente sobre las
doncellas, los ejecutores atenienses se llegaron a las tierras de Icaria y dieron muerte a
los que habían cobardemente asesinado a su rey Icario. Tras el castigo a los culpables,
se instituyeron las fiestas en honor de Erígone, en las que se conmemorarían para
siempre las bondades del vino de Dionisos, el sacrificio de Erígone y el martirio de
Icario, colgándose las jóvenes celebrantes simbólicamente de las ramas de los pinos, o
de cualquier otro árbol robusto que hubiera en el lugar, como una festiva e incruenta
rememoración del suceso que fue causa de esas fiestas dionisíacas, de la obtención de
la primera cosecha de vino y del estupor de los hombres ante sus poderes.
EN MANOS DE LOS PIRATAS
Según nos cuenta Homero, estaba Dionisos navegando por entre las docenas de islas del
Egeo, y se encontraba a la sazón descansando sobre las rocas de la costa, cuando fue
divisado por unos marineros que acertaron a pasar por las proximidades. Los marineros, que
no eran sino traficantes de esclavos, vieron en el bello joven una presa de gran valor y
decidieron su captura. Fondean allí mismo, se dirigen al lugar donde está plácidamente
tumbado Dionisos y le someten por la fuerza, llevándole prisionero a bordo. El piloto de
la nave pirata advierte que está ante un dios y se lo hace saber a sus compañeros. Los
piratas se burlan del consejo y largan anclas, contando ya con los beneficios que les va a
reportar la venta de tan bellísimo esclavo. Dionisos observa divertido la escena de la
burla de los marineros hacia las palabras del asustado piloto y deja tranquilamente que
pase el tiempo. Después, con la ironía de un dios, obra algunos prodigios muy suyos
sobre la nave. En primer lugar hace que el mejor de los vinos se derrame sobre la cubierta
de la pequeña embarcación y la recorra de un lado a otro, como si el mismo mar se
hubiera transformado en vino y cubriera la embarcación. El palo mayor de la embarcación
se cubre de hojas de parra y de ramas de hiedra y ya no queda duda, los horrorizados
piratas comprenden al punto que el piloto no había hablado en vano, que aquel joven
maravilloso era un verdadero dios y ellos se habían equivocado totalmente en su
propósito de apoderarse de él, ahora eran ellos los que estaban en sus manos y nada
podían hacer ni para huir de la embarcación, transformada en trampa mortal. Quieren
regresar a tierra firme, pero ya no hay tiempo. Dionisos se convierte en una fiera tras
otra, hasta lanzarse sobre el capitán de los piratas y destrozarle a la vista de sus
secuaces. Ya parece que sólo les queda tratar de ponerse a salvo en el mar y al mar se
arrojan; pero Dionisos no va a dejar que se salgan con la suya, tan pronto tocan el agua,
los piratas se convierten en delfines y quedan para siempre allí atrapados. Tan sólo el
piloto, el único que supo ver al dios como tal, queda fuera del castigo del divertido
Dionisos, quien deja marchar en paz al pobre hombre, para que sea él quien cuente a los
hombres todo lo que ha visto y vivido, cómo el dios supo vencer a unos enemigos tan
necios y cómo se rió de ellos y su maldad. Pero Dionisos también aprovecha la travesía
y desembarca en la isla de Nexos, en donde va a encontrarse ante un hecho de suma
importancia en la última parte de su historia como dios sobre la tierra.
Ariadna, la hija del rey Minos de Creta y también nieta de Zeus, había ayudado a Teseo a
encontrar la salida del laberinto del Minotauro, con la inestimable ayuda de su hilo. Pero
este héroe legendario y desagradecido la abandonó a su suerte en la isla de Nexos.
Allí, en esa isla de vides y vinos, Dionisos se encontró, al desembarcar de su aventura
con los malhadados piratas, con la presencia inolvidable de la bella Ariadna, dormida
sobre las arenas de la playa, tan bella que encargó al herrero olímpico, a Hefesto, una
corona de oro que fuera parecida a su belleza. Despertó el enamorado Dionisos a Ariadna
y, entregándola la diadema, la hizo su esposa. Su matrimonio fue feliz y se tradujo en la
culminación de su complicada vida sobre la faz de la tierra. Con ella, Dionisos tuvo a
sus seis hijos, a Enopión, que sería rey de Chío; a Toante, más tarde rey de la
Táurida; a Estáfilo; a Latramis; a Evantes; y a Taurópolo. Ya estaba terminada, pues,
la aventura del dios y podía ocupar su puesto en el Olimpo. Hestia le cedió para siempre
el suyo, en aquel círculo restringido de los doce grandes dioses. Ya confirmado como
divinidad de primera línea, Dionisos demostró que no había olvidado a su pobre madre, a
la infeliz Semele, y descendió en su busca a los infiernos, para rescatarla de manos de
Hades y hacerla disfrutar en la eternidad de lo que en vida se le había negado. Con ella
volvió Dionisos del Tártaro, tras haber conseguido de la esposa del rey de los
infiernos, de Perséfone, que le fuera concedida la libertad. Regresó, pues, a la gloria
divina el hijo y su madre, no teniendo Hera más remedio que reconocer y soportar la
derrota final, aceptando la presencia triunfal de Semele a su lado, puesto que ya Dionisos
estaba a su misma altura, en la cima del Olimpo.
LOS ROMANOS Y BACO
Para los romanos Dionisos fue Baco desde sus primeros contactos con la cultura y la
mitología helena, ya que por la causa que se prefiera, eligieron su apellido griego en
lugar de su nombre de pila y de ahí se quedó en "Bacus", o "Baco",
como nosotros le conoceríamos muchos siglos más tarde. Con él llegaron el vino y las
fiestas religiosas, que convertidas en una desenfrenada excusa para llevar su celebración
al extremo, se transformaron en las bacanales, fiestas privadas que se convirtieron pronto
en un punto escandaloso, a pesar de que Roma ya conocía muy bien los excesos de los
poderosos y también su fácil contagio entre las clases menos pudientes, enriquecidas con
el creciente auge del imperio y deseosas siempre de poder gozar de su adquirido poder de
ciudadanos de la primera potencia del orbe. En el año 186 a. C el Senado romano promulgó
una ley que prohibía la celebración de las bacanales y trataba de remitir el culto de
Baco a su entorno sagrado. En algo se redujo la publicidad de las fiestas, pero la idea
básica ya había calado profundamente en las ciudades y en los campos inmediatos y el
antiguo sentido agrícola se olvidó totalmente. Rodeado de los atributos báquicos por
excelencia, uvas y vino, el festejo más bien impío de Baco, centrado en la imitación
del desenfreno adolescente del dios, con el alibí de ser recuerdo a sus sátiros, a sus
ménades y a las alegres correrías sensuales y sexuales del dios enloquecido por el
placer, siguió existiendo hasta los últimos días de Roma, máxime cuando la cruenta
sucesión de emperadores y las luchas entre pretorianos, llevó a la descomposición del
imperio, relajó las buenas costumbres primitivas, haciendo que el escándalo inicial no
tuviera el menor sentido. Baco se hizo también con la parcela del hijo de Dionisos y
Afrodita, de Priapo, y los jóvenes se hacían públicamente adultos a la sombra del nuevo
dios fálico.
EL MISTERIO DIONISIACO
En otra zona muy remota del culto al dios, Baco permaneció también en Roma ligado a los
ritos mistéricos, como había sucedido desde Tracia con el culto a Dionisos-Zagreo. Es la
otra zona, la muy personal de la religión sentida en profundidad y practicada con
convencimiento, del culto realizado en privado y acompañado de un deseo proselitista; es
la zona delimitada por el anhelo de establecer una moral de validez universal, dirigida a
la consecución de los valores prometidos desde el cielo, a través de la religión de la
vida eterna, del culto a la muerte y a la resurrección posterior. De ese culto a las
almas inmortales y de la asunción de la posibilidad última, para todos, de alcanzar la
eternidad, se va a derivar una liturgia intimista, una mística muy diferente de los
cultos abiertos y públicos, del panteísmo agrícola. Ahora se centra el culto y la
creencia, en la purificación constante, en las etapas sucesivas de una serie de vidas, de
reencarnaciones, que van a conseguir el sueño órfico de reunir el alma liberada con
Dionisos-Zagreo. Este culto órfico de la larga búsqueda de la eternidad se sitúa en
Roma junto a los de Deméter, Serapis, Cibeles, Mitra e Isis y Osiris, dentro del enorme
muestrario de la importancia espiritual que señala la necesidad, que va creciendo entre
los romanos, de encontrar una explicación al misterio de la vida, un sentido a la
existencia, en una sociedad que ha conseguido un nivel cultural y material muy elevado y
ha llegado a la crisis moral, a la exploración de las soluciones a los misterios que la
liturgia oficial, pragmática, no ha podido o ha querido resolver más que en su aspecto
exterior.
EL MITO DE DEMETER
Todos los narradores de mitos se han ocupado de
relatar el rapto de la amada hija de Demeter por parte del dios que tiene por morada el
Tártaro.Las versiones, por tanto, varían perceptiblemente, pero lo cierto es que todos
coinciden en valorar estas escenas del "himno a Deméter". El cantor del mito
sitúa a Proserpina en un lugar paradisiaco y bucólico.Acompañada por hermosas ninfas se
entretenía en recoger flores silvestres que crecían entre la hierba espesa de las verdes
laderas de Sicilia. En esto, descubrió un narciso, cuyo olor y colorido le atrajo de
inmediato; en cuanto se agachó para acariciarlo cedió la tierra bajo sus delicados pies
y se formó un enorme agujero del que emergió la fugura de Hades, el dios del Tártaro y
del abismo. Enseguida sujetó a Proserpina y la introdujo en sus dominios subterráneos;
la infeliz muchacha sólo tuvo tiempo de gritar y llamar a su madre. Fueron, por tanto,
los bosques y prados de Sicilia los testigos directos de la desaparición de la querida
hija de Ceres, la diosa que oyó un grito desgarrador y supo que Proserpina/Perséfone
había traspasado la frontera del abismo. Lo que nunca sospechó fue que el propio Zeus
había tomado parte en tan vergonzosa acción. Lo cierto es que, después de haber oído
tan desgarrador grito, proveniente de la garganta de su hija, la diosa Deméter/Ceres
perdió la razón y una terrible angustia se apoderó de ella. Para calmarse, inició una
búsqueda infructuosa y llena de incertidumbre. Estuvo vagando por la tierra durante más
de nueve días y nueve noches, y en sus manos llevaba dos antorchas encendidas. No se
concedía descanso ni refrigerio alguno hasta que, por fin, y a punto ya de desfallecer,
se encontró con la "titánide" Hécate que también había oído el desgarrador
grito de Proserpina y, aunque no pudo identificar a su raptor, sin embargo, le manifestó
a Deméter que la cabeza de éste se hallaba cubierta por oscuras sombras. Un dato tan
significativo era suficiente para alertar a la diosa. No obstante, decidió consultar a
Helios/Sol -que, desde su altura, se percataba de todo- y éste le confirmó sus
sospechas: el ladrón de su hija había sido Hades, el dios de la oscuridad y de las
tinieblas insondables del abismo.
Una vez que Deméter/Ceres descubrió la confabulación que se había formado para raptar
a su hija Proserpina, y en cuanto supo que el fatídico narciso lo había puesto allí
Gea/Tierra, porque así lo había ordenado Zeus, se negó a vivir en el Olimpo y exigió
la liberación inmediata de su amada hija. El desconsuelo de la diosa era tal que el
propio Zeus mandó emisarios para que regresara con los demás dioses, pues temía que la
raza humana sucumbiera y se extinguiera, puesto que todo fruto se había secado y la
tierra permanecía improductiva. Primero fue Iris, la más veloz de entre los mensajeros
de Zeus y, a continuación, fueron en busca de Deméter todos los demás dioses. Más
ésta, mientras no esté a su lado Proserpina, se niega a bendecir la tierra. Entonces
Hermes, el dios del fuego, baja al Tártaro a exigirle a Hades que libere a Proserpina.
Más el astuto rey de las sombras le ofrece a su amada un grano del fruto del granado, con
lo que Proserpina/Perséfone quedará ligada para siempre a las moradas subterráneas y a
su dueño.
Desde entonces, se establece que durante seis meses la muchacha vivirá en la morada
subterránea de Hades, mientras que otros seis meses deberá pasarlos con su madre en el
idílico Olimpo. Deméter/Ceres acepta y, por fin, queda resuelto tan subrepticio asunto.
DEMETER=CERES ROMANA
Entre los romanos quedó perfectamente asimilada Ceres como diosa de la agricultura y
todas sus funciones fueron idénticas a la diosa griega Deméter. Sin embargo, también se
la consideró como una diosa protectora del matrimonio y, en este sentido, existía una
curiosa costumbre que consista en multar a los cónyuges que no hubieran conseguido,
después de cierto tiempo, una mutua estabilidad. Los esposos que se hubieran divorciado
debían satisfacer, en el más breve plazo posible, la cantidad que se les exigiera por
parte de los magistrados. Una parte de la recaudación conseguida por el concepto apuntado
debería ir a parar a la caja del templo de Ceres para así sufragar los gastos de
mantenimiento y cuidado de su templo y de su culto. Sus sacerdotes -o
"hierofantes"- se encargaran de distribuir y administrar ese dinero proveniente
de las multas.
Los romanos celebraban las fiestas de Ceres en el mes de abril y, por lo general, duraban
una semana. Todo el mundo participaba en los diversos juegos y actividades que se habían
programado en honor de la diosa; el único requisito era la obligatoriedad de vestir una
túnica blanca.
A estas celebraciones en honor de la diosa que bendecía las cosechas se las denominaba
Cerealia:
DEMETER Y LOS MISTERIOS DE ELEUSIS
En el contexto del largo camino, en busca de su amada hija, Deméter decidió sentarse a
descansar a la vera de un sendero angosto que cruzaba la región de Eleusis. Apoyada sobre
una piedra tosca, reflexionaba la diosa acerca de su infortunio, pues aún no había
hallado ni rastro de su hija, cuando una muchacha, que venía de recoger agua del cercano
pozo que allí mismo manaba, se acercó a ella con la sana intención de ayudarla.
El aspecto avejentado de Deméter no arredró a la noble hija del rey Celeo -que a la
sazón gobernaba en el Atica-, pues no otra era la muchacha de que hablamos, quien rogó a
la diosa le contara su infortunio. Deméter dio rienda suelta a su imaginación y se
dispuso a explicar a su joven interlocutora todas las cuitas y avatares que pudo
imaginarse en aquellos momentos. Y, así, contó que había sido abandonada por unos
piratas que arribaron a las costas del Atica, y que la crueldad de estos malhechores no
tenía límites, pues anteriormente la habían raptado y apartado de los suyos.
Por esto, se encontraba tan maltrecha y desesperada, que se atrevía a recabar de la joven
ayuda material. Necesitaba hallar un trabajo en el palacio de su padre, bien fuera de
nodriza, de niñera o de criada, pues conocía todas las labores propias de las mujeres
experimentadas del Atica. En definitiva, le estaba pidiendo ayuda y consuelo para no
dejarse llevar de la más abyecta de las desesperaciones. La hija del rey Celeo
intercedió ante su buen padre y, de este modo, tuvo Deméter oportunidad de mostrar sus
cualidades y poderes en la corte.
Cuentan las crónicas de los cantores de mitos que en cuanto la misteriosa viajera se
encontró socorrida por el rey de Eleusis y los suyos, olvidó con premura sus cotidianos
sufrimientos y, al menos durante un tiempo prudencial, desechó aquella amargura que
antaño la embargara. Ya no se acordaba de cuando se hallaba "recostada en una piedra
de un desconocido camino, con su corazón desgarrado por el dolor, cerca de una fuente de
aguas cristalinas, a la sombra de un espeso olivo que la cubría con sus ramas."
A la misteriosa viajera se le encomendó el cuidado de un niño pequeño, Demofonte, hijo
de Celeo y de su esposa Metanira. La criatura no gozaba de buena salud, por lo que tenía
profundamente apenados y preocupados a sus padres; éstos habían recurrido a los más
afamados curanderos de todos los países, en demanda de ayuda para su delicado niño y,
hasta entonces, todo había resultado inútil. Ningún remedio había sido hallado aún
para contrarrestar la enfermedad o el mal padecidos por él.
Mas en cuanto Deméter se constituye en su nodriza y protectora todo cambia radicalmente.
Y es que la diosa, agradecida por la hospitalidad de sus anfitriones, quiere devolverles
con creces el favor y las atencio nes que la han dispensado. Para ello, amamantar al niño
con su divinal leche, lo alimentará con ambrosía -el manjar melifluo de los dioses-, lo
mecerá en su acogedor regazo y lo cubrirá de su salvífico aliento. Intentará,
también, hacerlo inmortal e inmune al dolor y la miseria de los humanos; más, a punto ya
de lograrlo, sucedió lo irreparable. Cada noche, después de que todos los servidores del
palacio de Celeo se retiraran a sus respectivos aposentos, la diosa cogía al pequeño con
ternura y lo tendía sobre el rescoldo de una lumbre que ella misma había encendido. Se
proponía purificarlo, mediante semejante ritual, y hacerlo inmortal.
Pero Metanira -que ya con anterioridad se había sorprendido ante el aluvión de la luz
que inundara el palacio, debido a la presencia de la mujer misteriosa que siempre se
cubría el rostro con un velo- siguió a Deméter/Ceres hasta el lugar en el que la diosa
se disponía a iniciar el ritual salvífico y catártico.
Observó con gran temor el modo cómo la diosa depositaba a su delicado hijo entre las
llamas de una hoguera y huyó, al punto, despavorida. Los gritos de la madre asustaron a
Deméter/Ceres y, en aquel mismo momento, la diosa descubrió su identidad, en un intento
de tranquilizarla; sin embargo, todo el encantamiento quedó roto. Entonces Ceres, ya que
no podía darle la inmortalidad, decidió enseñarle una manera de atraer hacia el futuro
muchacho las miradas y el agradecimiento de los demás mortales. Todas las artes de la
siembra, la siega y la recogida de los frutos de la cosecha, le fueron enseñados a
Demofonte por la agradecida diosa. También le regaló un hermoso carro, cuyos corceles
eran dragones de enormes dimensiones, y con el que se podía viajar a los diferentes
lugares y rincones del mundo con el fin de enseñar a todos los humanos de todas las
latitudes los métodos más idóneos para labrar y sembrar la tierra, y producir frutos
sanos y copiosos. Y, desde entonces, comienzan a utilizarse instrumentos como el arado.
Algunas versiones que se ocupan del mito de la curación de Demofonte nos explican que
Celeo y Metanira tenían otro hijo más, al que llamaban Triptolemo. Y señalan que fue de
este último de quien se ocupó la diosa Deméter/Ceres, y al que quiso hacer inmortal,
aunque resultara vano su empeño, como ya es sabido.
Sin embargo, todos coinciden en afirmar, cualquiera que fuese el protagonista de un mito
tan popular, que fue a raíz de los hechos apuntados cuando tuvo lugar el nacimiento de
los famosos misterios de Eleusis.
Cuéntase que Demofonte, en agradecimiento a la diosa, y una vez que regresó de su
periplo por el mundo, quiso pagar a Deméter con la misma moneda que de ella había
recibido. Y, así, instituyó unas fiestas en honor de su bienhechora.Tomaron enseguida un
auge inusitado, y fueron muy bien acogidas por todos los ciudadanos y súbditos; hasta el
punto de que no hubo persona alguna de aquel tiempo que no oyera hablar de tan memorables
eventos.
Para conseguir acceder a las entrañas de los misterios y a su significación y simbolismo
se necesitaba la ayuda de otras personas ya introducidas en la maraña emblemática de
aquéllos y, además, había que su perar pruebas marcadas por los guardianes de la
ortodoxia de los mismos.
Los iniciados y aspirantes, como requisito indispensable, deberían proveerse de padrinos,
los cuales se encargarían de presentarlos ante los sacerdotes o hierofantes, que eran los
únicos que conocían los entresijos de toda la parafernalia de los misterios.
Estos misterios de Eleusis, denominados también "misterios de la vida y de la
muerte", se desarrollaban en el mayor de los secretos. Nada de lo que sucediera
después de la ceremonia de iniciado era susceptible de ser narrado por el neófito.
Lo cierto es que los misterios de la vida y la muerte guardaban una semejanza total con
las funciones atribuidas a Deméter/Ceres. En cuanto diosa de las mieses, y protectora de
la agricultura, ésta se inmolaba en la generación del grano y en su propia corrupción
para dar paso al nacimiento de la espiga. El total acabamiento sería la siega de la mies
y la recogida de la cosecha. En la celebración de los misterios una procesión discurría
por los caminos de Eleusis y en su largo recorrido tenían lugar manifestaciones diversas.
Se entonaban cánticos y se representaban escenas relativas al mito de Deméter/Ceres. Al
llegar la noche, se escuchaban los gritos y las voces de los actores y los participantes:
así se daba cumplida cuenta del dolor que debió sentir la diosa al verse separada de su
querida hija, y al buscarla y no hallarla.
En relación con la Demeter se celebrebaban tambien las denominadas Tesmoforias,
celebraciones en las que se mezclaba lo lúdico y lo místico, y que fueron instituidas
también en el Atica para conmemorar la magnificencia de la diosa Deméter/Ceres. Estas
fiestas se desarrollaban en octubre, por espacio de tres días, aproximadamente; tiempo
que, por lo demás, duraba la sementera. En ellas únicamente participaban mujeres y,
tanto los niños como los jóvenes y los ancianos, tenían prohibidas cualesquiera
aportaciones a las mismas. En caso de que algún hombre violara la prohibición de
participar en las Tesmoforias se le castigaría con la pena capital.
EL ACOSO DE POSEIDON/NEPTUNO
Existen otras leyendas en las que aparece Deméter/Ceres como protagonista de ciertos
aspectos afectivos y amorosos. En la más popular de ellas se narran los diversos avatares
por los que tiene que pasar la dei dad para huir del acoso a que es sometida por
Poseidón/Neptuno.
Cuentan las crónicas que el implacable dios del mar se enamoró de Deméter/Ceres cuando
ésta recorría los caminos, montes y riberas en busca de su querida hija
Proserpina/Perséfone. La asediaba y pretendía de continuo y la diosa no sabía ya que
hacer para burlar al persistente enamorado. Trataba ésta de cambiar su aspecto
cubriéndose con toscos sayales y, al propio tiempo, ocultaba su rostro con un velo negro;
pero todo era inútil, pues Poseidón. prendado de sus escondidos encantos seguía tras
las huellas de Deméter. Por fin ésta en un intento de acabar con la situación descrita
y harta de sufrir persecución por al guien a quien no deseaba corresponder, urdió una
estratagema para evitar los amores de aquél. A tal fin, se transformó en una briosa
yegua que, en soledad. trotaba por campos y valles, pero Poseidón/Neptuno, que había
descubierto la estratagema, se trocó en caballo y, de este modo, pudo conseguir por así
decirlo, los favores de tan escurridiza diosa. Los relatores de leyendas explican que de
esta unión nacería el mítico alazán Arión ("=el más veloz"), que se
caracterizaría por la rapidez de su galope.
Otras versiones de la leyenda del acoso a Deméter, por parte del poderoso dios de los
Océanos, difieren sustancialmente de las ya descritas. No hay transformación alguna en
yegua o caballo, sino que la diosa, cansada ya de huir del acoso de su pretendiente
divino, buscó un lugar inaccesible y apartado, al que no pudiera acercarse Neptuno. Se
dice que fue en la mítica región de Arcadia, en donde Deméter/Ceres halló seguro
refugio y, durante un tiempo prudencial, vivió en una gruta de aquellos parajes, en
soledad y olvido. Más sucedió entonces que la tierra no producía fruto ninguno y todo
terreno fértil se volvió yermo, por lo que el dios Pan fue en busca de Deméter y la
rogó de nuevo protección para el campo y las cosechas.