CATÁSTROFE
(Enero de 1889)

A comienzos de enero de 1889 se produce la decisiva disolución mental de Nietzsche algo que sorprendió incluso a sus mas allegados que no esperaban tal desenlace en un tiempo tan corto. La rapidez en el desenlace llevó a su hermana a defender, sin prueba alguna, la tesis del
derrame cerebral, junto con el trabajo excesivo y el abuso del cloral, como causantes de su hundimiento. El problema es que tal tesis es insostenible al no concordar con los síntomas de la enfermedad de Nietzsche. Por su parte, su madre creyó durante tiempo en la tesis defendida por Julius Kaftan y eso le llevó a creer ciegamente en la recuperación de su hijo. Más cerca de la realidad, a la hora de señalar las causas del derrumbamiento de Nietzsche, se encuentran las tesis defendidas por los médicos que diagnosticaron lisa y llanamente: Paralysis cerebral progressiva. La causa de este trastorno es, en la mayoría de los casos, una infección sifilítica. En este contexto, el primero que como médico y psiquiatra salió al paso en contra de la imagen de la enfermedad que, a toda costa, quería dar la hermana de Nietzsche, fue el neurólogo de Leipzig Paul Julius Möbius (1853-1907) en su extensa Patografía de Nietzsche. Tambien se ha intentado estudiar las causas de la enfermedad de Nietzsche haciendo uso de observaciones comparativas de enfermos, como sucedió con Stefan Zweig y sus comparaciones de Nietzsche con Hölderlin o con Van Gogh. El problema, en estos casos, es que aún estando en todos presente el fenómeno de la locura, unicamente es en el caso de Nietzsche dónde se presenta el problema de la sífilis. Por su parte, Karl Jaspers exige, para conocer las auténticas causas de la enfermedad de Nietzsche, la presencia de un auténtico saber empírico que debería adquirirse a través de las fuentes fiables existentes al respecto. El problema está en que muchas fuentes coinciden en señalar que, incluso en el verano de 1888, no encontraron nada perturbado en el ánimo de Nietzsche. Por su parte los que notaron rasgos extraños en su comportamiento muy posiblemente no expliquen tampoco con total seguridad que Nietzsche se encontrara enfermo en esa época.
Sea lo que fuera lo cierto es que Nietzsche había interrumpido su pensamiento filósofico de forma definitiva con el Anticristo el 30 de septiembre de 1888. ¿Intuía como médico de sí mismo su inminente derrumbre?. Ello le lleva, por ejemplo, a transmitir a Carl Fuchs, el 8 de diciembre de 1888; que ¡Todo ha acabado! Por todo ello, el Nietzsche que escribe el Ecce Homo ya no es el Nietzsche que es consciente de su obra filosófica sino que se enfrenta a ella como un extraño, interpretándola y afirmando que es ahora cuando la entiende. Y lo más trágico: en las cartas que escribe durante esta época comienza a demostrar, a través de sus firmas, que no solamente le es extraña su filosofía sino tambien su identidad. El 31 de diciembre de 1888 ya no sabe su dirección y comienza a verse a sí mismo como el organizador de un Congreso europeo de Principes. El derrumbre es ya algo irreversible y que, muy posiblemente, Nietzsche, asistiera horrorizado y consciente a un tal proceso destructor lo demuestra la carta que dirije a Köselitz el 26 de noviembre de 1888.

Biográfía de Nietzsche




















































































































































































































CARTAS DE LOCURA
(3-6 Enero de 1889)

Los días de Navidad, como sabemos, eran una época crítica para Nietzsche en la que arreciaban los quebrantos de salud. Por eso no fué casual que en los primeros días de enero cayera en la crisis de la que ya no despertaría más. De una forma rápida y contundente, Nietzsche, pasa de la claridad del día a la oscuridad de la noche. Comienzan a superponerse en él historias fantásticas y recuerdos reales hasta que llega el momento en que ambos, realidad y fantasía, se diluyen en la noche del espíritu.
Para comprender lo que sucedió en este tiempo contamos casi unicamente con las denominadas cartas de locura de los días 3 al 6 de enero de 1889 asi como con los testimonios que el hospedero de Nietzsche en Turín, Davide Fino, hizo a Overbeck cuando acudió, raudo y veloz, en ayuda de su amigo. En las cartas de locura, a pesar de la visión irreal que respiran, nos revelan los auténticos intereses que preocupaban a Nietzsche en esos momentos: el destino de Europa en el ámbito no unicamente cultural sino tambien político. Algunas de las cartas de locura son las siguientes:

  1. Carta que dirige el 3 de enero de 1889 a Meta von Salis.
  2. Envio de un ejemplar del Ecce Homo a Bismarck en donde firma como Fromentin.
  3. El 4 de enero escribe una carta a Jacob Burchardt
  4. El 5 de enero envia otra carta a Jacob Burchardt
  5. Dirije tres misivas a Cosima Wagner
  6. En una carta se identifica con los malhechores decentes Prado y Henri Chambrige
  7. Tres cartas dirigidas a Burckardt, Overbeck y Köselitz con fantasías sobre la casa real italo-Saboya.
  8. Carta dirigida a Burckardt fantaseando con motivo de la muerte del arquitecto de Turín Alessandro Antonelli.
  9. En las cartas usa continuamente firmas diferentes.

En este contexto de exaltación irreal de su espíritu, Nietzsche, vive y pasea, durante estos días de enero, por las calles de Turín. Desconectado de la realidad cree vivir en su época de estudiante de Bonn. En la calle se da aires de extranjero distinguido lo que no le libra de provocar escándalos públicos como el sucedido en 8 de Enero en la conmovedora historia de Nietzsche con un caballo.
Biografía de Nietzsche.


















































































































































































































FRIEDMATT
(Enero de 1889)
El domingo, 6 de enero de 1889, Jacob Burckardt recibe una larga carta de Nietzsche. Afectado profundamente por su contenido se dirije a casa de Overbeck con el objeto de enseñársela pues sabía que éste era amigo íntimo. Overbeck recordará más tarde en sus
Recuerdos de Friedrich Nietzsche esta visita la cual, sorprendente e injustamente, no valoró positivamente criticando a un Burckardt que, en esos momentos, contaba 71 años de edad.
Overbeck, ante tan siniestro panorama, decide viajar a Turín en ayuda de su amigo. Antes, sin embargo, se apresura a ir a ver al director de la clínica psiquiátrica Friedmatt, el Dr. Ludwig Wille. Este, despues de leer las cartas de Nietzsche, insta a Overbeck para que traiga a Nietzsche desde Turín a Basilea sin pérdida de tiempo, y éste sigue, de modo inmediato, el consejo.
Al llegar a Turín. Overbeck busca, con su propio esfuerzo, la vivienda en donde se hospedaba Nietzsche. Cuando llega, el hospedero Davide Fino se encontraba ausente y toda su familia alterada y disperdigada por el asunto Nietzsche.Cuando Overbeck se encontró con su amigo la impresión fue algo brutal para él. Tan brutal que se vió obligado a describir dos versiones del encuentro: una de ellas, la más edulcorada, es la que cuenta a Köselitz el 15 de enero de 1889. La otra, la auténtica y más brutal, la relató en círculos más íntimos y es la que nos relata, por ejemplo, Carl Abrech Bernouille.
Overbeck decide sacar de allí a Nietzsche tan rapidamente como fuera posible. El problema es que no se siente ni con fuerzas ni con experiencia para tratar con esa clase de enfermos. Tiene la suerte de que el consulado alemán le proporcione la dirección de un joven dentista alemán que, a pesar de su profesión, tenía gran experiencia en el trato con enfermos mentales. Despues de un ajetreado viaje, en la mañana del 10 de enero de 1889, hacia las 8, llegan a Basilea Nietzsche y sus dos cuidadores. En la puerta de la estación les esperaba un coche que les condujo hasta el Friedmatt.
Biografía de Nietzsche

















































































































































































































JENA
(1889-1890)
Durante los 14 meses siguientes a su llegada al Friedmatt la vida de Nietzsche transcurre bajo estricto control médico. Overbeck nos transmite tambien como fue la
entrada y esos días en Friedmatt. En principio parece que los médicos se dedicaron fundamentalmente a mitigar su estado de sufrimiento. Al mismo tiempo, Overbeck había avisado ya el 10 de enero a la madre de Nietzsche la cual llega a Basilea el día 13. La madre de Nietzsche no está en absoluto dispuesta a aceptar el ingreso de su hijo en un manicomio y tambien está convencida que con sus cuidados ayudaría a su hijo a salir adelante. Eso le llevó a comportarse de un modo muy poco perspicaz con los médicos. A base de mucha insistencia consigue convencer a Overbeck para que le ayude a trasladar a su hijo a Jena. Overbeck, aún no estando muy convencido de que eso fuera lo mejor, acabó por aceptar las presiones de la madre lo que motivará que más tarde la hermana de Nietzsche se lo reproche de forma malévola. Despues de recibir respuesta afirmativa para su ingreso en Jena, la madre y su hijo, junto con un médico, que había sido alumno de Nietzsche, como acompañante, salieron para esta ciudad. Overbeck nos informa de la partida el 17 de enero de 1889. Con tristeza comentará que Nietsche está acabado.
El viaje a Jena no fue tan tranquilo como el de Turín a Basilea. Hicieron aparición los ataques de rabia de Nietzsche en contra de su madre. Al llegar a Jena es alojado en el hospital de la ciudad algo que la madre percibe con infundada ilusión. Ello no quiere decir, sin embargo, que sean ciertos los reproches, que posteriormente se harán, acerca de que Nietzsche no fue tratado conforme a su rango en el Hospital de Jena. La tarea principal de los médicos fue el poner freno al estado de excitabilidad y a los ataques de rabia que Nietsche periodicamente mostraba. Al día siguiente de su entrad en Jena, el 19 de Enero de 1889, se hace constar en su historial médico el   estado de gran excitación en el que Nietzsche se encontraba. Con el aumento del calor de la primavera se vuelve a producir una gran oscurecimiento en su estado. En Agosto se encontraba de lo más ruidoso. A partir de octubre, sin embargo, se comienza a producir una clara remisión en su patología. Poco a poco se notando en su estado un ligera mejoría como comunica Binswanger a Overbeck el 23 de diciembre de 1890. En una de las cartas a Overveck, la madre, le informa que Nietzsche ha recibido la visita de un intelectual.
Biografía de Nietzsche

















































































































































































































¡SE ACABÓ NIETZSCHE!
¡Se acabó Nietzsche! Con esta exclamación de desesperanza llama Overbeck la
atención de Köselitz el 20 de enero de 1889. Pero con esta expresión, Overbeck, era consciente de que no unicamente se había acabado fisicamente Nietzsche sino que tambien era posible que acabara con un mal final su misma producción filosófica. Por ello, pondrá todo el empeño para que la obra de Nietzsche se conserve y no desaparezca en el abismo de la catástrofe. Lo primero que hace es lograr que venga desde Turín el resto de los utensilios y papeles de Nietzsche.Más tarde se descubrió en Niza un cartapacio con manuscritos de Nietsche que tambien llegarán a su poder. Sobre el Ecce Homo y Nietzsche contra Wagner, Overbeck mantendrá una larga correpondencia con Köselitz con el objeto de decidir si publicar inmediatamente esas obra o no. Overbeck no dejará de señalar sus reservas en relación, sobre todo, a la obra Nietzsche contra Wagner. Por cierto que, en relación con esta obra, Overbeck llama la atención de Köselitz sobre el poema final De la pobreza de los ricos. Köselitz, avanzando su forma de actuar en el futuro, propone unir tal poema a las Canciones de Zaratustra en un intento laudable pero eticamente muy dudoso.
Biografía de Nietzsche

















































































































































































































LOS AMIGOS DE NIETZSCHE ANTE SU HUNDIMIENTO
Los viejos amigos de Nietzsche respodieron muy positivamente ante el triste desenlace. De todos los lugares llegan escritos de condolencia, dirigida esencialmente a Overbeck, y en dónde son de destacar las misivas de
Gersdorff,   Carl FunchPaul Deussen,MalwidaDaniela Bülow  y Rodhe. Este último se encontraba en esos momentos mal de salud y muy debilitado a causa de esfuerzo que le significó finalizar su obra capital Psyque.
Un caso aparte fue el de Köselitz. El 4 de enero le había llegado una de las cartas de locura de Nietzsche. Lo sorprendente es que Köselitz contestó, como si hubiera recibido una carta normal, precisamente el día 9 de enero, es decir, cuando Nietzsche iba camino del Friedmatt. Cuando el 11 de enero se entera de la noticia se desmoronó interiormente y arrastró durante mucho tiempo un gran complejo de culpabilidad.
Biografía de Nietzsche

















































































































































































































JULIUS LANGBEHN
Julius Langbehn es otra de las figuras, que lo son, por haber girado en torno a Nietzsche aunque su relación se muestre unicamente en la época de la suerte fatal de Nietzsche. En una época, sin embargo, Langbehn había adquirido gran consideración gracias a su obra
Rembrandt como educador. El personaje Langbehn es la representación clara de uno de esos profetas salvadores ante los cuales suelen sucumbir la masa exaltada y no muy versada intelectualmente. Procedía de una familia humilde lo que no le impidió realizar estudios de de arqueología e historia del arte aunque terminará por dedicarse a combatir el sistema educativo universitario alemán. Cada vez irá perdiendo más el suelo de la realidad para entregarse a especulaciones de tipo místico. Convencido de que la medicina oficial demoníaca iba llevar a Nietzsche a la perdición se decide, en el otoño de 1889, a imponerse como salvador prometiendo a la madre de Nietzsche devolverle a su hijo completamente repuesto. Y es que, según Langbehn, él era el único que sabía el origen del mal del Nietzsche. Sin embargo, el fantasioso de Langbehn no sabía con quien se la estaba jugando ¡y eso que Nietzsche estaba metido en la oscuridad!. Trás un corto espacio de tiempo junto a Nietzsche comienza a desconfiar de su propia capacidad de salvador y pone pies en polvorosa para no volver nunca más.
El denominado Episodio Langbehn puede reconstruirse, en parte, gracias a la correpondencia existente entre la madre de Nietzsche, Overbeck y Köselitz. Todo comienza con una visita que Langbehn hace a la madre de Nietzsche en Naumburg, a finales de octubre de 1889. Ésta reconoce haber quedado impresionada con el personaje. La madre, por tanto, acepta que visite a Nietzsche. En principio parece que el duo Langbehn-Nietzsche funcionó corrrectamente. Sin embargo, la esperada luna de miel pronto se resquebrajó. Posteriormente, Lagbehn afirmará que su labor fracasó porque Nietzsche estaba poseido por el demonio. Entretanto la madre seguía prendada de Langbhen y suspirando por la vuelta del pretendido salvador de su hijo. Langbehn, a su vez, la obsequiaba con continúos reproches y condiciones como, por ejemplo, el que se le confiara la pensión de Nietzsche y su tutela. Ante esta extraña petición entra en escena Köselitz a quien la madre le pide consejo sobre lo que debe hacer. El es que el leño de Köselitz acabará por dejarse encantar por el salvador Langbehn. Menos mal que la crítica de Overbeck está ahí para poner cierto orden en este alucinante panorama. En medio de todo el episodio existía la fundada sospecha de que Langbehn estaba dispuesto a montar un escándalo con la publicación de un escrito denominado El caso Nietzsche, lo que colmó la paciencia y enfadó sobremanera a Overberck. La madre de Nietzsche, sin embargo, se iría inclinando cada vez más a mostrar su consentimiento a delegar la tutela de Nietzsche a Langbehn. Lo que sucedía es que su postura colocaba curiosamente a Langbehn en una situación embarazosa ya que, en realidad, ya no deseaba mantener ningún tipo de relación con Nietzsche. Eso le lleva, en principio, a elevar aún más sus exigencias. Despues un dolor en el cuello le lleva a retrasar el inicio del tratamiento con Nietzsche. Y al final llega a tensar tanto la situación que, para tratar a Nietzsche, exige de la madre que suspenda todo contacto con su hijo durante el tratamiento. Köselitz, que se enteró de esta condición de Langbehn, no cayó en la provocación y decidió practicar con él la política del papa y del sultán. De todos modos, el leño Köselitz seguía estando convencido que Langbehn era el candidato más idoneo para cuidar y tratar a Nietzshe. A pesar de todo tambien duda de que fuera lo correcto, en el caso de que el tratamiento tuviera éxito, despertar a Nietzsche a la vida. De todos modos, ahora será la madre quien se enfrente decididamente a Langbehn negándose a sus condiciones.
El 20 de enero de 1890 Köselitz visita a Nietzsche en Jena para llenar el vacío que había dejado Langbehn. Está con Nietzsche 4 semanas (más del doble de tiempo que pudo aguantar Langbehn). El 16 de Febrero llega la madre de Nietzsche a Jena en donde alquila una habitación para estar más cerca de su hijo. Al cabo de las 4 semanas, Köselitz comienza a mostar síntomas de cansancio y escribe a Overbeck pidiéndole el relevo. Overbeck se decide viajar a Jena aprovechando los días de carnavales (23-25 Febrero) y puede ver así a su amigo Nietzsche al que dice encontrar muy recuperado. En los días que estuvo con Nietzsche contribuyó tambien decisivamente para que Köselitz y la madre de Nietzsche decidieran romper definitivamente con Langbehn. Aunque esta medida fue, sin duda la más acertada, ello no significó para Nietzsche su despertar a la vida. Todo lo contrario: comenzaría su regresión al regazo materno.
Biografía de Nietzsche
















































































































































































































VUELTA AL REGAZO MATERNO
La deserción de Langbehn, por otra parte obligada, hizo que la tarea del cuidado de Nietzsche cayera sobre la única persona que realmente estaba dispuesta a hacerlo: su madre. El mismo Köselitz llegaría a comprender que tal tarea era algo que Langbehn nunca podría
soportar.
En principio la madre se queda en Jena para acompañar a su hijo. Realiza con él largos paseos en donde, Nietzsche, nos recuerda con su comportamiento a un niño. Poco a poco la madre va consiguiendo que Nietzsche se adapte a ella logrando su progresivo apaciguamento. Le recoge por la mañana temprano en el hospital y, despues de pasar con él todo el día, le deja de nuevo en hospital por la noche. De todas formas la idea de la madre era el llevárselo con ella a Naumburg, algo a lo que, en principio, se opone el prof. Binswanger rotundamente. El médico, con buen criterio, le exige un período más largo de aclimatización entre ámbos. El 1 de abril la madre alquila una vivienda mayor en Jena con el objeto de que su hijo se fuera a vivir con ella, aúnque estando cerca del Hospital. Al poco tiempo ya están ámbos instalados aunque despues de que Nietzsche hubiera provocado importantes incidentes con su madre. Todo parecía ir bien hasta que un acontecimiento imprevisto obligó a la madre, el 13 de mayo de 1890, a tener que realizar un traslado repentino, junto con su hijo, a Naumburg. Y es que, despues del incidiente, la disyuntiva que le planteraron los médicos era clara: o tomar un celador (algo que la madre rechazaba totalmente) o ingresarlo de nuevo en el hospital (algo que la madre ya no estaba dispuesta a consentir).
Con la vuelta de Nietzsche a Naumburg se cierra un círculo y el hijo vuelve al regazo materno.A partir de ahora se iniciará una cesura definitiva: despues de alcanzar el límite extremo de remisión de su enfermedad en Naumburg se iniciará el definitivo declive de Nietzsche. Este hecho parece no querer reconocerlo su madre la cual describe casí un cuadro idílico de los primeros días de Nietzsche en Naumburg. Este cuadro, sin embargo, lo desmiente claramente Deussen a partir de una visita que hizo a Nietzsche en Septiembre.
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LA SRA. FÖRSTER
Entretanto la madre de Nietzsche tuvo que soportar otra fuente de preocupación, esta vez, proveniente del Paraguay en dónde residía su hija y en donde los
problemas existentes en la colonia que los Förster intentaban llevar a cabo eran cada vez más graves. Además, en Alemania, comenzaron a correr rumores de que todo lo que los Förster habían montado en el Paraguay era un auténtica estafa. Y lo más grave para la madre de Nietzsche era que a quien se mencionaba como la auténtica estafadora era siempre a su hija. Fuera lo fuese lo cierto es que Förster decidió quitarse la vida el 3 de junio de 1889. El modo de actuar, ante esta tragedia, de la Sra Förster resulta una anticipación de lo que hará posteriormente con el Archivo Nietzsche. Sin embargo,ante el trágico acontecimiento, la hermana de Nietzsche no se arruga. Decide presidir ella sóla la empresa colonial aunque apoyada por un gerente fiel adicto a ella como hará tambien cuando tome las riendas de Archivo Nietzsche. Sin embargo, los apuros económicos llegaron a ser tan grandes que decide abandonar Paraguay y volver a Alemania para conseguir apoyo propagandístico para su obra y, sobre todo, dinero.
Al llegar a Alemania lo primero que hace la hermana de Nietzsche es publicar un libro titulado Colonia de Bernard Förster 'Nueva Germania' en Paraguay. A continuación decide entrar de lleno en los asuntos de su hermano. Comienza por enfrentarse con el editor Naumann el cual, según Köselitz. solamente concebía a Nietzsche como objeto de explotación comercial. La hermana de Nietzsche decide poner el asunto en manos de un abogado lo que provoca un sentimiento de orgullo por parte de la madre ante el coraje de su hija. De todos modos, la sangre no llegará al río ya que, al final, se produce entre la Sra Förster y Naumann la reconciliación. Tambien se decide publicar, por fín, la parte IV del Zaratustra.
Despues de solucionar todos estos asuntos la hermana de Nietzsche decide regresar al Paraguay el 2 de junio de 1892. Sin embargo no mucho más de un año más tarde (comienzos de septiembre de 1893) ya está de vuelta en Alemania. Entrentanto había malvendido el Försterhof. Al llegar a casa se hace cargo de su hermano y lo cierto es que se entrega a la tarea con la misma dedicación y constancia que su madre. Comienza tambien a mostrarse como más elevada intelectualmente como afirma Rodhe en una carta.
A todo esto el estado de Nietzsche lejos de mejorar retrocede claramente como percibe con toda claridad su misma madre. El 15 de octubre Köselitz puede observar tal empeoramiento y resalta el nuevo tipo de actividad motora que observa en el enfermo. Tambie señala que, por primera vez, Nietzsche, ya no le reconoce. La situación llega a ser tan grave que el propio prof. Binswagen aconseja internarlo de nuevo en el hospital de Jena. La madre de Nietzsche, a pesar de reconocer que está pasando por una época horrible, decide hacer frente a la situación realizando reformas en su vivienda con el objeto de  que su hijo, cada vez más alterado, se encuentre mejor. Pero la realidad era que Nietzsche iba a peor. Cuando Overbeck insinúa a la madre de Nietzsche la posibilidad de una visita para el verano de 1893, ésta le avisa que es muy posible que Nietzsche ya no le reconozca. Mientras tanto la importancia y el interés por la obra de Nietzsche no dejaba de crecer. Ante ello Köselitz, de modo imprudente, se decide poner al frente de las nuevas ediciones de las obras de Nietzsche. En ellas Köselitz no tiene reparos en introducir sus propios puntos de vista. Pero en esto apareció la Sra Förster.....
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TUTELA DE NIETZSCHE
Parece que Bernard Förster había legado testamentariamente un lote de terreno a su cuñado Friedrich Nietzsche. El problema era que el interesado no estaba capacitado para atender a semejante asunto. Se hizo necesario, por tanto, nombrar a un tutor oficial. De nuevo es a la madre de Nietzsche a quien le toca solucionar el asunto y, para ello, pide
consejo a Overbeck. Pero éste se encontraba de vacaciones y la madre creyó que no debía esperar. Decide dirigirse  al presidente del  tribunal de lo criminal de Basilea. Este informa a Overbeck el 15 de agosto de todo lo que estaba sucediendo. Overbeck no se muestra dispuesto, a causa de la distancia geográfica, a participar de la tutela. Por lo tanto, al final tuvo que ser la madre quien asumió la tutoría.Como tutor subsidiario fue nombrado un hermano de la madre de Nietzsche que moriría poco despues, en septiembre de 1891, lo que no le impidió intervenir de modo perjudicial en la herencia filosófica de Nietzsche. Trás su muerte fue elegido como sucesor un sobrino de la Sra Nietzsche.
Biografía de Nietzsche
















































































































































































































¿QUE HACER CON LOS ESCRITOS PÓSTUMOS?
Un problema, añadido a la enfermedad y al problema de la tutela de Nietzsche, fue el tener que decidir el qué hacer con sus escritos póstumos. El 27 de febrero de 1891, Köselitz, en una larga carta a Overbeck le expone su
plan. Solicita tambien de Overbeck que persuada al editor Naumann para que suspenda, de momento, la publicación del Ecce Homo. Overbeck, por su parte, le envía la copia que había hecho del Anticristo. Köselitz,despuesde leerlo, le confiesa que con esta obra estamos ante algo arrebatador y demoníaco. Entretanto Naumann afirma tener disponible para su edición la IV parte del Zaratustra. Pero es, ahora, cuando recibe un despacho en donde se le ordena que suspenda tal publicación. La causa de esta orden hay que relacionarla con la intervención de la mano de Elisabeth. Las razones que la hermana de Nietzsche esgrimió para justificar tal orden eran de dos tipos: la primera por razones de tipo fiscal y judicial; la segunda debido a que, según ella, Nietzsche había pensado que la IV parte del Zaratustra era un final para no publicar. Köselitz se rebela contra tal decisión y escribe a la madre de Nietzsche para decirle que la no publicación de esta obra representa un ultraje tanto para Nietzsche como para el mundo contemporaneo. Pero la madre de Nietzsche no cede. Entretanto, la Sra Förster, sin duda mucho más avispada para los negocios que Overbeck y Köselitz, se reune con el editor Naumann el 13 de abril. Se ponen de acuerdo y el editor se compromete a pasar una renta a la madre de Nietzsche a partir de la venta de sus escritos. Pero a la Sra Förster no era unicamente su madre la que le hacía intervenir en todo este proceso.
Biografía de Nietzsche
















































































































































































































APATÍA
Mientras tanto en Naumburg Nietzsche camina irremisiblemente, y de forma
estremecedora, hacia una auténtica apatía como resalta Köselitz en la visita que hace a Naumburg en enero de 1891. Köselitz se extraña tambien de la relación existente entre los dos hermanos. Tambien la misma madre comienza a ser consciente de la situación lo que motiva en ella reflexiones autocríticas. A pesar de todo la madre de Nietzsche quiere mantener, ante ella misma y antes sus amigos y conocidos, la imagen del hijo querido que se recupera física y mentalmente. Sin embargo, las dudas le hacen acudir a visitar al prof. Binwanger de Jena concertando entre él y Nietzsche una entrevista no en el hospital sino en casa de su amiga la Sra Gelzer de Jena. Lo cierto era que la madre de Nietzsche se resiste a aceptar la disolución metal de su hijo lo que le lleva, incluso, a intervenir directamente en la manipulación de las cartas que presentan como originales de Nietzsche. En el verano la madre hace sacar una fotografía a Nietzsche. Convencida que en ella se refleja la salud de su hijo se la envía a Overbeck y a Köselitz. Pero en realidad lo que puede observarse en a un Nietzsche como expresión apagada y de rostro enfermo. Entretanto parece como si el mismo Nietzsche se empeñara en jugar tambien al engaño y la máscarada: lee en voz alta y con tal expresión de seguridad que podría creerse que entendía lo que estaba leyendo. Pero en realidad el intelecto estaba en él muerto.
Biografía de Nietzsche
















































































































































































































EL ARCHIVO-NIETZSCHE
El enfrentamiento surgido entre la Sra Förster y el editor Köselitz hizo que éste tuviera que entregarle, el 23 de octubre de 1893, todo el legado manuscrito de Nietzsche que Köselitz conservaba en Annaberg. Aunque enfadado por la actitud de la hermana de Nietzsche, Köselitz, tenía una gran confianza en que no se podía
prescindir de él. Pero,como otras tantas veces,
se equivocaba. La Sra Förster hizo que las ediciones de las obras de Nietzsche, publicadas bajo la dirección de Köselitz, fueran retiradas del mercado e inició una nueva edición de las obras para la cual se ganó al Dr Fritz Kógel como redactor responsable. A su vez, y sin ningún complejo de culpa, decide hacer de las obras de Nietzsche un auténtico negocio. Para ello decide de pronto poner en marcha el Archivo-Nietzsche. Para llevar a cabo tal proyecto buscó apoyos entre los  amigos de Nietzsche y tomó como modelo de organización al Archivo-Goethe. Decide montar la primera habitación-archivo en las habitaciones que su madre tenía desalquiladas en Naumburg. A partir de ahora, en el Archivo comienza a pensarse en la edicion de la obra completa de Nietzsche y en dónde el tomo I debería ser una biografía que Naumann esperaba que escribiera Köselitz. Éste, en principio, a pesar de sus diferencias con la hermana de Nietzsche, decide aceptar el encargo, Sin embargo pronto se arredra ante la magnitud de tal empresa. Además la hermana de Nietzsche ya estaba trabajando en ello con el objeto de anteponerse a quien consideraba como su enemigo mortal: Lou Salomé. Al mismo tiempo, tambien desde el Archivo, se intenta llevar a cabo, bajo el título de Philológica, la publicación de las investigaciones del estudiante y joven catedrático de filología clásica en Basilea. La hermana de Nietzsche intenta convencer a Rodhe para que dirija el proyecto. En medio de todo ello los chismorreos y las envidias estaban al orden del día.
Entretanto su hermana tampoco tiene reparos en hacer un uso mercantil de su hermano enfermo. En este contexto la madre informa en una carta que un pintor de Berlín estaba plasmando al oleo la querida figura de Nietzsche. Este cuadro de Curt Stöving peregrinaría por las exposiciones llevadas a cabo en el montaje del Archivo-Nietzsche. A la madre no parece, sin embargo, gustarle todo el montaje que el Archivo representa dado el cariz de la enfermedad de su hijo.
El 15 de octubre de 1894 se celebró en Naumburg el 50 cumpleaños de Nietzsche. No se sabe que es lo que el Archivo quería perseguir con tal celebración pero lo cierto es que Deussen nos describe a Nietzsche comportándose casi como un vegetal. Entretanto tiene lugar el desagradable incidente del supuesto robo de una carta de Nietzsche que, según su hermana, le había enviado a Paraguay. Tambien sale de imprenta el primer tomo de las obras completas y que consistía en una biografía de Nietzsche escrita por su hermana algo que, por cierto, incomodó seriamente a su madre. Tambien, por esta época, Overbeck decide hacer un viaje a Naumburg. Alli puede comprobar in situ lo diferentes que eran sus puntos de vista y los de la Sra Förster en relación a que hacer con el legado de Nietzsche. Aprovecha tambien para visitar al amigo que ya no le reconoce y que, incluso, parece mirarle de modo enemistoso. Por su parte, la madre de Nietzsche, que sigue entregada de cuerpo y alma al cuidado de su inquieto hijo, cae enferma y muere el 20 de abril de 1897 a la edad de 71 años de edad. Con su muerte acaba Naumburg par Nietzsche.
Biografía de Nietzsche















































































































































































































FIN DE LA PENSIÓN DE BASILEA (1879-1897)
Otro de los sucesos a los que asistimos por esta época del hundimiento de Nietzsche fue a la finalización de la pensión de Bailea que Nietzsche disfrutaba desde el año 1879. Su pensión constaba de 3 partes claramente
diferenciadas. Pues bien, la parte correspondiente al Consejo del gobierno cantonal, y con cargo al tesoro público, necesitaba de una renovación que no se había hecho.Nadie se dió cuenta del hecho hasta el desmonoramiento de Nietzsche en donde hubo que revisar los papeles. Ello llevó al Consejo a darse cuenta que, desde hacía 4 años, se le estaba pagando a Nietzsche ilegalmente 1000 francos al año. Ello dió lugar a un penoso incidente en donde, en el fondo, y con la excusa del caso Nietzsche, realmente se enfrentaban la Basilea política y la Basilea intelectual. En medio de toda esta polémica el bueno de Overbeck tambien recibio lo suyo. Overbeck, despues de analizar friamente la situación, llegaría a la conclusión, y así lo informó al Consejo, de que lo mejor para todos en este incidente era que Nietzsche renunciaba a sus pensión estatal-política de 1000 y que seguiría recibiendo la pensión correspondiente a las otras dos parte.
Pero había otro problema que hacía peligrar el monto total de la pensión de Nietzsche. Era evidente que en Basilea se sabía todo sobre el montaje del Archivo-Nietzsche asi como de los benefecios importantes que producía. Por todo ello, desde algunos círculos de Basielea, comenzó a cuestionarse la justificación de la pensión. Este hecho motivará que la Sra Förster escriba una larga carta al Consejo de Basilea exponiendo la situación económica en la que se encuentra ella y su familia y afirmando no poder renunciar a la pensión de su hermano. Pero, al mismo tiempo, la hermana de Nietzsche no estaba quieta. Consigue que tanto su madre (tutora legal de Nietzsche) como el tutor subsidiario renuncien a sus derechos sobre la obra de Nietzsche pasando ella a convertirse en propietaria absoluta de los derechos de autor. Para lograr su proposito atemoriza a la madre con los problemas que Basilea estaba presentando en relación a la pensión de Nietzsche. Además promete a su madre que si renuncia a la tutoría percibiría una renta de 1600 marcos anuales. Al final la madre, aunque no de muy buena gana, acaba por ceder. A partir de ahora la Sra Förster comienza a portarse de modo arrogante con los responsables de la pensión de su hermano. Aprovecha tambien su posición de fuerza para iniciar sus ataques en contra de Overbeck. Al mismo tiempo desde Basilea, aunque, de momento, no son partidarios de poner fin a la renovación de la pensión de Nietzsche, si comienzan a poner cada vez mayores reparos. Esta vez será el tutor subsidiario de Nietzsche quien se encarga de ofrecer una amplia información al Consejo de Basilea acerca de la situación económica de los Nietzsche. Por su parte la Sra Förster se dedica a conseguir prestamos por doquier y en donde, curiosamente, el capital judío será una de las bases en el asentamiento del Archivo-Nietzsche.
En el año 1897, sin embargo, en medio de las noticias de prensa acerca del éxito del Archivo Nietzsche y de su traslado a Weimar, llegael final definitivo de la pensión de Nietzsche. Lo que no finalizarán serán los conflictos de Weimar con Overbek.
Biografía de Nietzsche
















































































































































































































WEIMAR
(1897-1900)
El 1 de agosto de 1896 Elisabetz se
traslada a Weimar con el archivo. En el lote se lleva tambien el cuerpo vegetante de su hermano al cual convertira, a partir de ahora, en un objeto de culto dentro del Archivo. Al mismo tiempo la hermana decide elevar su formación filosófica y comienza a recibir clases de filosofía. Tambien comienza a demostrar quien manda realmente en el Archivo contratando y despidiendo, a su antojo, a sus colaboradores. En principio el archivo se instaló en una vivienda situada en la calle Wörthstrasse 5 pero ello no colmaba el afán de notoriedad que la Sra Förster esperaba del Archivo en Weimar. Por ello consigue que Meta von Salis adquiera la casa Silberblick. A esta nueva vivienda se trae a su hermano el día 8 de agosto, curiosamente el mismo día que en Basilea expiraba mansamente Jacob Burckardt. El traslado de Nietzsche hacia la nueva instalación parece que fue un acontecimiento espectacular. Al mismo tiempo comienzan las primeras visitas de lo que será un continuo peregrinaje hacia el encuentro de un Nietzsche derrumbado. De las visitas que Nietzsche recibe en Weimar es de destacar la excentrica descripción que sobre la misma nos transmite la baronesa Ungern-Sternberg. Tambien comienzan los regalos y las donaciones para el Archivo. Sin embargo el estado de Nietzsche, a pesar de las fantasías de su hermana, era totalmente lamentable. En mayo de 1898 Elizabetz hace que venga desde Berlín el escultor Max Kruse para hacerle a Nietzsche un busto de marmol. En septiembre viene desde Dresden el escultor Arnold Kramer para realizar una estatuilla de Nietzsche. Tambien en los últimos meses de la vida de Nietzsche le será permitido al pintor Hans Olde pintar a Nietzsche embebido en la contemplación de una puesta de sol.
Pero quizás el acontecimiento más curioso de la época de Weimar fue como la Sra Förster logra atraer hacia su causa a Köselitz con el objeto de que revise las cartas de Nietzsche. Cuando muere su madre, Köselitz, se traslada definitivamente a Weimar en dónde piensa, incluso, en casarse. Aunque en estos momentos parece mantener todavía una postura crítica ante la hermana de Nietzsche lo cierto es que Köselitz acabará por caer irremediablemente en la órbita de la Sra Förster lo que le llevará a enfrentarse con Overbeck y contribuir a la transmisión de la calumnia de que Overbeck era el inventor de la leyenda que afirmaba que Nietzsche tenía la sífilis. En fín, es evidente que Nietzsche, a pesar de todo el cariño que había profesado a Köselitz, acertó totalmente cuando lo definió como un majadero de espíritu torpe.
Biografía de Nietzsche
















































































































































































































MUERTE DE NIETZSCHE
(25 agosto 1900)
Los
últimos días de Nietzsche, sin abandonar su estado vegetal, estuvieron dominados por la presencia de un catarro pulmonar y de una aplopejía que le llevó a la muerte el día 25 de agosto de 1900. El cadaver fue trasladado a Röcken. La hermana puso un anuncio personal sobre el deceso y desde el Archivo se invitaba a las honras funebres en Silberblick y que tendrían lugar el 27 de agosto. El martes 28 de agosto a las 4 de la tarde tuvo lugar el entierro de Nietzsche en la tumba familiar de Röcken. La celebración del mismo fue algo digno y conmovedor. Ahora bien, ¿qué sucedería si Nietzsche hubiera levantado la cabeza y observara que, en medio de la lectura de pasajes del Zaratustra, era enterrado en el cementerio de una iglesia cristiana? Entre los asistentes al entierro una ausencia notable: Overbeck.
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DERRAME CEREBRAL
La hermana de Nietzsche Elisabeth Förster fundó sobre el aparente carácter súbito del hundimiento definitivo, la tesis de un «derrame cerebral» o de una «parálisis cerebral»; tesis que se mantuvo durante decenios contra todos los ataques y refutaciones, se repitió en numerosas publicaciones y llegó a depurarse con el transcurso del tiempo. Como causas Elisabeth adujo tambien: el agotamiento, como  consecuencia del excesivo trabajo y el abuso de drogas (cloral). Pero para demostrar esta tesis  fallan los síntomas y las pruebas.
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Catástrofe















































































































































































































SÍNTOMAS FALSOS
En primer lugar, Nietzsche no se desmayó nunca, no sufrió ninguna pérdida total de conocimiento, y permaneció además en dominio de sus movimientos corporales. No hubo síntoma alguno de parálisis parcial como suele suceder en los ataques apopléticos.
En
segundo lugar es excesivo hablar de agotamiento por sobrecarga de trabajo, durante los tres últimos meses en Turín. Es verdad que el número de los escritos elaborados en el último año llega a una suma jamás alcanzada, pero la  extensión total y las prestaciones intelectuales llevadas a cabo no superan en parte alguna los esfuerzos anteriores. Los amplios y agotadores estudios de fuentes para la «obra capital» ya estaban cerrados en lo esencial., desde la primavera de 1888, y el trabajo para ellos -incluso en forma de resúmenes amplios- ya había sido plasmado en los cuadernos de notas; los cuadernos posteriores ya no ofrecen nada nuevo ni notable, ni respecto a la extensión ni al contenido. Nietzsche ya tiene ante sí, elaborado, el «sistema» filosófico, ha tomado su posición, el tiempo lleno de tensiones de los «descubrimientos» filosóficos ya ha pasado. El mismo habla ahora de «tiempo de cosecha», posee un «ánimo otoñal a todos los respectos», en su paisaje filosófico ha entrado la tranquilidad. Y así trabaja ahora con una cierta serenidad y reposo, que él llama «alciónicos», evitando todo lo héctico. ¡Se toma casi cuatro meses para las cincuenta páginas impresas, más o menos, que componen el Caso Wagner! junto a ello le surge fácilmente y en pocos días esa colección de pensamientos, más del doble de extensa, que es El crepúsculo de los ídolos, pero es que en este caso no se trataba de desarrollar una idea fundamental y con todo rigor científico. El manuscrito de El crepúsculo de los ídolos va a la imprenta ya un mes después tan sólo del Caso Wagner. Al mismo tiempo Nietzsche consigue trabajar en el Anticristo, cuyo manuscrito acaba en lo esencial el 30 de septiembre. En todo caso, en esos dos meses de agosto-septiembre de 1888, hay que hablar de una gran intensidad de trabajo.
En Turín, ahora que no le estorban ni interrumpen influjos externos ni visita alguna, que es respetado por sus ataques, habituales desde hace años, y puede, por tanto, aprovechar plena y realmente todos los días, Nietzsche se despide de la filosofía, echa una mirada retrospectiva a su vida y a su obra, y se pone a escribir su autoexposición, el Ecce homo, que cierra provisionalmente a comienzos de noviembre, sin haberla acabado. Nieztsche contra Wagner, terminado en diciembre, está compuesto fundamentalmente de extractos de escritos anteriores. El trabajo principal es el de la corrección de las pruebas de imprenta y la toma de postura frente a la recepción que se va extendiendo al gran público, sobre todo de sus obras a partir del Zaratustra. Tampoco los cuadernos de notas de esta última época contienen testimonio alguno de un rendimiento intelectual filosófico acrecentado. Sí se produjo una tensión palmaria, de la que pudo seguirse perfectamente una sobrecarga nerviosa, debido al miedo por el futuro personal cuando hubieran aparecido los dos ataques a las grandes fuerzas de la «Iglesia» (con el Anticristo) y del «Reich» (con el político Promemoria, ante lo que Nietzsche, ya ahora, dubitante, se horrorizaba.
En
tercer lugar, faltan testimonios, y precisamente de la última época, para la leyenda del abuso de drogas.  «El viejo holandés», por cuya mediación parece que Nietzsche llegó a esa extraordinaria droga indonesia (¿haschisch quizá?), sobre la que no se ha podido ofrecer un dato útil (tampoco por la hermana, quien se refiere a ella), ha desaparecido desde hace años (fines de 1886) del círculo histórico de Nietzsche y no ha vuelto a ser citado Por él. Esa «fuente», pues, estaba agotada. También el recurrido «abuso del cloral» es cosa de hace años y permaneció dentro de unos límites muy modestos. En 1884 Nietzsche narró cosas al respecto a Resa von Schirnhofer, así como sobre otros fármacos que él mismo se recetaba en Rapallo como «Dr. Nietzsche». Pero se deshabituó sistemáticamente de todo ese tipo de calmantes, prohibiéndose desde hace bastante tiempo incluso los alcoholes fuertes como el vino y el aguardiente. Rehusó hasta el café y sólo bebía ya cacao y té. El intento de Elisabeth Förster-Nietzsche era evitar que el acabamiento mental de su hermano se viera como última consecuencia de un trastorno mental latente, o incluso hereditario posiblemente, de una «en fermedad mental» funcional (de ahí también la leyenda en torno a la muerte del padre como consecuencia de un accidente), y en ello quizá tuvo razón. Sólo que se equivocó plenamente en la elección de los posibles quebrantos orgánicos externos. Quizá ella no conocía realmente la auténtica causa, o no quería (podía) -por rechazo interior- conocerla, pero lo que hay que reconocer, en cualquier caso, es que con el tiempo fue creyéndose sus propias y falsas tesis.
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LA TESIS DE KAFTAN
La madre de Nietzsche se creyó durante mucho tiempo que sus sacrificados cuidados conseguirían, con la ayuda de Dios, devolverle al hijo.Con ello se acercó ya a otra explicación: la tesis que defendió primero Julius Kaftan y que luego se ramificó en las más diversas variantes en círculos teológico-psicológicos, de un trastorno funcional, es decir, de una enfermedad mental, como consecuencia de un enfrentamiento no superado con el cristianismo y con la declaración de «Dios ha muerto» hecha en la Gaya ciencia. Así, gentes que no tienen idea alguna sobre la posición y la función de Nietzsche en la historia de la filosofía, ni sobre sus premisas, han llevado su petulante mojigatería hasta hacer de su destino trágico un ejemplo palmario y admonitor de «juicio divino».
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INFECCIÓN SIFILÍTICA
Más cerca de la realidad han estado, antes y ahora, los médicos cuando han permanecido en el ámbito de su ciencia y no se han arriesgado a la aventura de hipotéticos análisis filosóficos de la obra. El diagnóstico fue lisa y llanamente: Paralysis progressiva, bajo lo cual se entendía en 1889 todavía un ámbito de fenómenos más amplio de lo que entendemos hoy. En sentido estricto la parálisis progresiva no sería una «enfermedad mental», sino un trastorno orgánico en la parte externa de la sustancia cerebral, que se manifiesta en una pérdida parcial de ciertas funciones rectoras y concienciales. La causa de este trastorno es, la mayoría de las veces, una infección de sífilis. Para el momento del contagio sifilítico se dan diferentes posibilidades. La más temprana  - y menos probable - se ve en la visita a un burdel en Colonia durante el semestre de invierno 1864/65 en Bonn. Se necesitaría en todo caso de la fantasía poética de un Thomas Mann para ver aquí más de lo que recuerda Paul Deussen, más tarde y aproximadamente. Más fundadas aparecen manifestaciones del propio Nietzsche, pero del tiempo de su estancia en clínicas psiquiátricas, es decir, surgidas de una conciencia nublada y que, por tanto, hay que tomar con precaución, según las cuales, cuando era estudiante en Leipzig, habría estado en tratamiento médico específico. Lange-Eichbaum aporta una confirmación de ello: «La más importante fue la de un conocido neurólogo berlinés, que disponía de numerosos contactos personales. El nos manifestó que se conocían cosas plenamente auténticas sobre la infección sifilítica de Nietzsch. Nietzsche se contagió de sífilis en un burdel de Leipzig cuando era estudiante. Fue tratado antisifilíticamente por médicos de Leipzig. Los nombres de esos médicos. son conocidos. Supusimos que tras la muerte de la hermana de Nietzsche se seguiría quizá alguna declaración pública por la otra parte. Esto no ha sucedido.» También con posterioridad los «testigos» prefirieron quedar en el anonimato y comunicar su saber al respecto sólo a través de intermediarios y de palabra. ¿Y qué indican esos testimonios? Sólo que el entonces estudiante Nietzsche estuvo en tratamiento médico, pero no que hubiera un diagnóstico preciso correspondiente. Cabe perfectamente la posibilidad de que Nietzsche, tras una visita al burdel, tuviera miedo de una posible infección y fuera por ello, en sentido profiláctico, a un médico. Al no dar resultado alguno el «tratamiento» se habría dirigido a un segundo médico, y cuando éste tampoco encontró nada, Nietzsche, tranquilizado, habria abandonado la empresa. Sobre esta misma tradición de las narraciones se basa la explicación ofrecida por Edgar Salin en 1959, según la cual, por un intermediario y a partir de manifestaciones de los profesores A. Gessler y C. A. Bernouilli, «un día» le habría llegado «la importante noticia de que uno de los dos... ha descubierto la fuente del contagio de Nietzsche. Las huellas llevan a la Totengásslein» (de Basilea). Salin fecha el asunto en 1873. Si se tiene en cuenta la preocupación tímida, incluso medrosa, por mantener su imagen, externamente por un aspecto cuidado, y su dignidad profesoral dentro de la sociedad basilea, parece ex tremadamente improbable que corriera el riesgo inherente a estas «visitas». ¡Podía ser visto! Pero Nietzsche pudo haber hecho también sus experiencias de la prostitución en los tiempos de la Riviera, en las grandes ciudades de Génova y Niza. Al menos sus manifestaciones de principio en los cuadernos de notas no lo contradicen. Si la infección tuvo lugar en la época de Leipzig habría que designar como «atípico» el proceso temporal de la enfermedad (20 a 22 años desde la infección hasta la irrupción aguda de la parálisis) lo cual se correspondería, bien es verdad, con el desarrollo posterior también, puesto que más de 11 años desde la irrupción aguda de la parálisis hasta la muerte -que en este caso tuvo lugar a causa de una pulmonía en mitad del verano- vuelven a ser «atípicos».
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JULIUS MÖBIUS
El primero que como médico y psiquiatra salió al paso en contra de la imagen de la enfermedad que afirmaba Elisabeth Förster-Nietzsche, y que atrajo hacia sí su cólera desatada, fue el neurólogo de Leipzig Paulus Julius Möbius (1853-1907) con su extensa Patografía de Nietzsche, (1902). Para él es seguro el diagnóstico de parálisis progresiva a consecuencia de una infección de sífilis. En su intento, médicarnente legítimo, de ofrecer una historia completa de la enfermedad, de describir el progreso de la enfermedad desde sus primeros y débiles síntomas hasta el final ineluctable y letal, cede ya a la tentación de recurrir a un análisis de la obra, para el que no estaba preparado ni por procedencia ni por formación. Por desgracia su ejemplo siguió operante y pesó en adelante sobre la compresión de Nietzsche. Son sobre todo aquellos a quienes horripilan ya títulos como Anticristo o Voluntad de poder, los que se atienen de muy buen gusto a estas últimas palabras de Möbius: «Si encontráis perlas no penséis que todo es un rosario de ellas. Sed recelosos, ya que este hombre es un enfermo cerebral», y se sienten aliviados, liberados de todo examen filosófico auténtico y propio.
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OBSERVACIONES COMPARATIVAS
La «observación comparativa de enfermos» ha sido intentada a menudo, con métodos científicos y también con fantasía poética (Stefan Zweig por ejemplo). Naturalmente, en esto sólo pueden ser de interés las comparaciones entre potencias espirituales comparables ellas mismas de algún modo, por lo cual se echa mano a menudo de las vidas de Hölderlin, Van Gogh o Kleist. Externamente se da el obvio paralelo de un final en la tiniebla espiritual, en el caso de Kleist en el suicidio delirante. Pero las bases son decididamente distintas. Ni en el caso de Hölderlin ni en el de van Gogh se da un quebranto orgánico producido por un influjo exterior, como la sífilis por ejemplo, ni parálisis tampoco.
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SABER EMPÍRICO
Jaspers exige un «saber empírico» que parece que es en lo biográfico donde mejor puede adquirirse. Pero las fuentes fiables para ello son extraordinariamente escasas. No significa mucho en el fondo el que Resa v. Schirnhofer, Meta von Salis y el mismo Julius Kaftan nos aseguren que hasta incluso el verano de 1888 no encontraron nada «perturbado» en el ánimo de Nietzsche. Ellos sólo conocían a Nietzsche desde hacía unos años y no tenían, por tanto, posibilidad de comparación con el Nietzsche de otras épocas. Tampoco cuenta, a causa de su superficialidad, el conocimiento anterior que Kaftan tenía de Nietzsche de los tiempos de Basilea. ¿Ha cambiado algo desde la época de Basilea, y sobre todo en los últimos años, en el ánimo de Neitzsche, en su conformación de la vida como reflexión sobre el entorno? A esta pregunta decisiva sólo pueden responder pocas personas. La primera de ellas sería Overbeck. Pero mantiene un contacto tan ininterrumpido con Nietzsche que no puede apreciar los cambios, al igual que no pueden hacerlo los padres con el crecimiento de sus hijos, a los que tienen diariamente en su derredor. Sólo a finales de diciembre de 1888 se alarmó por el comportamiento obstinado del amigo en la cuestión editorial y en el anuncio de un manifiesto político, es decir, en el abandono de la filosofía. Otro testigo de excepción podía ser Köselitz. Pero precisamente él compartió tan profundamente los cambios de Nietzsche que le resultó imposible guardar cualquier distancia para la observación crítica. Hasta la misma locura ya manifiesta no llegó a comprenderla. A la tarjeta del 4 de enero de 1889 de Nietzsche con el texto «Cántame una nueva canción: el mundo se ha transfigurado y todos los cielos se alegran. El crucificado», él responde: «¡Tienen que ser grandes cosas las que le están sucediendo! Su entusiasmo, su salud... han de despertar al más abatido; usted es de una salud contagiosa; la epidemia que usted deseó una vez a la salud, la epidemia de su salud, ya no puede faltar.»
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RASGOS EXTRAÑOS
Richard y Cosima Wagner hablaron con toda decisión de una ruptura en la estructura de la personalidad de Nietzsche ya desde después de 1876, sobre todo después de Humano demasiado humano (1878). Pero en este caso todo está tan cargado personalmente que es muy difícil considerar sus afirmaciones como «pruebas», aunque tampoco haya que rechazarlas plenamente. Wagner era un conocedor de personas como pocos, pero también una naturaleza despótica que exigía una sumisión incondicionada que Nietzsche no podía ofrecer, sin que ello tenga que significar que estaba «enfermo». Malwida v. Meysenbug ya desde hacía años no tenía trato personal con Nietzsche. Sólo conocía sus cartas y sus obras, de las que, desde Humano demasiado humano también, se sentía más y más alejada. La brutal ruptura de Nietzsche con ella en el otoño de 1888 delata ya en principio un desconocimiento de las relaciones de ella con las personas y de su capacidad de aguante (como sucedió un año antes respecto con Rohde), así como un trastorno general de la conciencia de la realidad. El comportarniento de Nietzsche es desproporcionado. Aquí puede decirse: así no actúa una persona «normal». Lo mismo vale para el caso de Bülov y de Fritzsch. Pero con ello ya estamos en los últimos meses antes de la evidente irrupción de la enfermedad. No mucho tiempo antes, pero sí lo bastante para resultar decisivo en este caso, dos viejos y fieles amigos, llenos de presentimientos, captan el trastorno de Nietzsche en sus relaciones con el entorno: en junio de 1886 Erwin Rohde, y en torno al 1 de septiembre de 1887 Paul Deussen. Aparentemente sus impresiones son contrarias. Rohde siente «una atmósfera indescriptible de extrañeza,... como si viniera de un país en el que no vive nadie más que él» 187, y a Deussen le sorprende «qué cambios...se habían producido en él. Ya no tenía la arrogante postura, el paso elástico, la conversación fluida. Parecía arrastrarse sólo con dificultad y algo inclinado hacia un lado, y su conversación se hacía a menudo torpe y atropellada...Después nos llevó a sus lugares preferidos. Me acuerdo especialmente todavía de una pradera cortada sobre el abismo, bajo la que rugía en lo profundo un riachuelo de montaña. Aquí -dijo- es donde más me gusta tumbarme y donde se me ocurren las mejores ideas"...Nos marchamos por la tarde y Nietzsche nos acompañó hasta el pueblo siguiente, una hora valle abajo...Cuando nos despedimos había lágrimas en sus ojos.» A ambos les llama la atención un cambio fundamental en el ánimo de Nietzsche, a Rohde una lejanía a la que no lleva ya puente alguno, a Deussen una «exagerada atención y deferencia, [que] no había antes en el carácter de Nietzsche y que me parecieron características de su situación presente», lo que para ambos, en cualquier caso, no significaba una relación equilibrada con el ambiente. Algún factor perturbador está actuando. La - por contraposición al caso de Rohde- «exagerada atención» para con Deussen pudo deberse a su «pequeña» esposa, mucho más joven y vivaz, de la que Nietzsche escribe incluso a su madre el 4 de septiembre de 1887 calificándola de «algo judía», lo que, tras las semanas que acababa de pasar con Helen Zimmem, no tiene en absoluto un significado «peyorativo». A su carta del 16 de noviembre de 1887 a Paul Deussen, Nietzsche añade como posdata: «¡Un saludo cordial a la pequeña y valiente camarada!» Deussen capta todavía otra diferencia con el modo de vida de antes de Nietzsche, estricto y ordenado: «Me llevó a su vivienda, o, como él decía, a su cueva. Era una sencilla habitación en una casa de campesinos...La instalación era la más sencilla que puede pensarse. En uno de los lados estaban sus libros, la mayoría de los cuales me resultaban muy conocidos ya de antes, seguía una mesa campesina con taza de café, cáscaras de huevo, manuscritos, objetos de toilette, todo ello en un revuelto que se seguía, pasando por un descalzador donde había una bota, hasta la cama, todavía deshecha. Todo indicaba un servicio negligente y un señor paciente, que se avenía a todo.» ¡Qué diferencia con Basilea, donde quería llegar a la toma de posesión de su cátedra con criado propio, y donde era conocido por su cuidado aspecto externo! Pero también en ello volvió a manifestarse un cambio al año siguiente, y en la dirección del regreso a los años de Basilea, ahora, de todos modos, no sin un cierto tono penoso, exaltado y convulso: se regocija por «los honneurs que él mismo se hace», como escribe a su madre.
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PRODUCCIÓN INTERRUMPIDA
Aparte de este trastorno general de la relación con el ambiente en los últimos años ochenta, ahora, en los últimos meses antes de la catástrofe, las agudas perturbaciones de la comprensión de la realidad y de la identidad cerrada se amontonan en una serie cada vez más apretada. Un hecho cuyo significado no puede menospreciarse es el que el pensamiento filosófico de Nietzsche se interrumpa definitivamente con el Anticristo el 30 de septiembre de 1888. En una valoración totalmente equivocada de la magnitud y del significado del asunto, Nietzsche quiere ver a partir de esa fecha un nuevo comienzo, una nueva medida del tiempo, y lo que sucede es el comienzo, sólo para él, de una época «nueva», de un estado de conciencia nuevo y radicalmente distinto. La parte probablemente más significativa de su filosofía, la crítica del conocimiento, parece totalmente olvidada; ya no se habla de crítica cultural y moral, sólo quedan vagos recuerdos del mundo de Zaratustra, es precisamente su contenido lírico el que revive en algunas poesías; por el contrario, ni el «superhombre» ni el «eterno retorno» son ya defendidos.
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¡TODO HA ACABADO!
Con el supuesto asesinato del cristianismo paulino como platonismo invertido y como construcción judía de poder sacerdotal, Nietzsche cree haber realizado el trabajo filosófico fundamental. Todo lo demás, toda «transvolaración de todos los valores», se sigue naturalmente de ello, de modo que él ya no tiene ningún cometido más que el de velar por la propagación de este definitivo «conocimiento». ¡Con él y en el 30 de septiembre de 1888, la filosofía como tal ha acabado! «Todo ha acabado», escribe el 18 de diciembre a Carl Fuchs. Ya antes brilló ocasionalmente, y de modo extraño, esta escisión con respecto a la propia obra, así por ejemplo el 18 de julio de 1888, en que hace a Carl Fuchs la arrogante afirmación: «He dado a los hombres el libro más profundo que poseen, mi Zaratustra» (lo que repite también múltiples veces a otros destinatarios), y añade pocas líneas después, por otra parte: «Desde entonces propiamente no hago otra cosa que bufonería para seguir superando una vulnerabilidad y una tensión insoportables, una idea -la de ser el «bufón del milenio»- que le sigue hasta muy dentro de la época de transición a las tinieblas.El extrañamiento de su última obra reciente, la Genealogía de la moral, puede captarse con más precisión en la carta del 22 de agosto de 1888 a Meta von Salis: «La primera mirada que eché dentro me deparó una sorpresa: descubrí un prólogo largo...cuya existencia había olvidado...En realidad sólo conservaba en la memoria el título de los tres tratados: el resto, es decir, el contenido, se me había extraviado. Esto es la consecuencia de una actividad intelectual extremada,...que, por así decirlo, había interpuesto un muro en medio...En aquella época hube de pasar por un estado de inspiración casi ininterrumpida, de modo que este escrito surgió como la cosa más natural del mundo...El estilo es vehemente e inquietante, lleno a la vez de finesses.- y flexible y colorista, tal como yo no había escrito prosa alguna hasta entonces.»
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PERDIDA DE IDENTIDAD
Otro paso decisivo más allá en ese camino lo da Nietzsche cuando confiesa el 9 de diciembre de 1888 a Kóselitz: «Hojeo desde hace algunos días mi literatura, para la cual sólo ahora me encuentro maduro...He hecho todo muy bien, pero jamás he tenido idea de ello...¡Diablos, cuánto se oculta ahí dentro! -En el Ecce homo leerá usted un descubrimiento sobre la tercera y la cuarta intempestivas que le pondrá los pelos de punta- a mí también me los puso. Ambas hablan sólo de mí, anticipando...Ni Wagner ni Schopenhauer aparecen en ellas psicológicamente...Ambos escritos los he entendido sólo hace cuatro días.» La referencia al Ecce homo hay que tomarla muy en serio. Por muy valiosos y significativos que sean los datos biográficos, y los datos respecto a la historia de la obra, en este escrito, las interpretaciones de obras que se hacen en una parte y otra suyas, hay que tomarlas con extremo cuidado. El Nietzsche que escribe el Ecce Homo ya no es el Nietzsche que ha escrito una obra filosófica, se enfrenta ahora a ella como un extraño, la interpreta, piensa incluso que sólo ahora la entiende, que sólo ahora se hace una idea de ella. Sin quererlo, con la firma de la carta, delata que ya no es él mismo: «le saluda el fénix». Con ello comienzan los pseudónimos mistificantes, entre los que hace seguir el 18 de diciembre en carta a Fuchs el de «el monstruo», y que tras el desmoronamiento toman plena posesión de él. Después de la filosofía lo primero que pierde Nietzsche es su identidad, y sólo dos semanas más tarde, el 31 de diciembre de 1888 (a Köselitz), no sabe ya su dirección: «supongamos que pudiera ser en principio el palazzo del Quirinale». Turín, de donde surgió el joven reino italiano, y Roma, desde donde domina ahora, se diluyen en uno ante esa mirada en- turbiada. Nietzsche cree poder consumar ahora el mismo camino. Más tarde se ve como organizador de un Congreso europeo de príncipes, que quiere convocar para el 8 de enero de 1889 en Roma, el corazón del «Imperium Romanum». Ya ha redactado las correspondientes invitaciones, una para el rey italiano Umberto II, otra para el secretario de estado papal Mariani y otra para la «Casa de Baden». »A la mueca de las lágrimas le secundaba otra aparentemente opuesta, pero muy afín: Refiriéndose al Crepúsculo de los ídolos escribe el 26 de noviembre de 1888 a Kóselitz: «También quizá encuentre Usted en mi actualidad, malvada y festiva en el fondo, mayor inspiración para la opereta que en ninguna otra parte [Köselitz trabajaba por ese tiempo en una opereta]: hago tantas bufonadas conmigo mismo y tengo en privado tales ocurrencias de payaso, que en plena calle me sonrío irónicamente durante media hora, y no pienso en cosa otra alguna. Ultimamente se me ocurrió imaginar a Malwida como Kundry en un lugar decisivo del Ecce Homo...Durante cuatro días seguidos perdí la posibilidad de poner cierta seriedad en mi rosto.-Pienso ¿con un estado así está uno maduro para "salvador del mundo"?» También aquí el muro que protege a este espíritu elevado del desmoronamiento se ha hecho ya delgado y traslúcido.
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CARTA A META VON SALIS
Una de las primeras manifestaciones «de locura», fue la misiva del 3 de enero de 1889 a Meta von Salis se cierra así: «El mundo está transfigurado puesto que Dios está en la tierra. ¿No ve usted cómo todos los cielos se alegran? Acabo de tomar posesión de mi reino, arrojo al Papa en la cárcel y hago fusilar a Wilhelm, Bismarck y Stoecker».
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FROMENTIN
Nietzsche también pergeña escritos de acompañamiento para el emperador Wilhelm y para Bismarck directamente, con ocasión del envío del primer ejemplar de Ecce homo, «con el que se anuncia la proximidad de lo prodigioso». Firma: «El anticristo / Friedrich Nietzsche / Fromentin».
¿Qué significa esta autoidentificación con Fromentin?   Nietzsche conoció la obra del pintor y escritor francés Eugéne Fromentin (1820-1876), sobre todo su novela autobiográfica Dominique, de 1863; él se refirió a ella hablando con Meta v. Salis durante el verano de 1888. También esta referencia se carga de gran significado. Con la relajación de sus fuerzas espirituales, Nietzsche no sólo pierde las riendas de la realidad, de su identidad y sentimientos, sino que se le escapan también sus secretos mejor guardados. Fromentin describe en su novela -de gran penetración psicológica- su amor desgraciado por una mujer casada que le arrebató la muerte cuando él tenía 24 años. Nietzsche sufrió una tragedia semejante. Es verdad que la muerte no le había raptado a su amada, ella se convirtió en la esposa de su amigo paternal y vivía aún, pero - lo que era peor todavía - ella le había lanzado una especie de anatema. «¡Quién sabe excepto yo lo que es Ariadna!», aparece todavía en el Ecce homo, después de haber citado la «Canción nocturna» de Zaratustra II, a la que designa aquí como «el lamento inmortal por estar condenado por la sobreabundancia de luz y de poder, por su naturaleza de sol, a no amar»: «Es de noche: hablan ahora las fuentes manantiales todas. Y también mi alma es una fuente manantial. Es de noche: sólo ahora despiertan las canciones todas de los amantes.» En la noche que acaba de entrar, ahora, su alma comienza a hablar en voz alta, desvela el misterio en torno a Ariadna, es decir, a Cosima Wagner.
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JACOB BURCKARDT (1)
El 4 de enero envia una carta  a Burckhardt en donde afirma: «Wilhelm, Bismarck y todos los antisemitas, suprimidos.»
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JACOB BURCKHARDT (2)
El 5 de enero envia otra carta  a Jacob Burckardt: «Mañana viene mi hijo Umberto con la encantadora Margarita, a los que yo recibo, sin embargo, sólo en mangas de camisa.» El encanto femenino sigue estando presente en Nietzsche esta vez bajo la figura de la reina Margarita de la casa de Saboya.
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CARTAS SOBRE COSIMA
A comienzos de enero de 1889 dirige tres manifiestos a la Sra. Cosima Wagner. En uno se dice: «Ariadna, te quiero.» Pero no sólo a ella airea Nietzsche ese secreto agobiante, sino también en dos cartas dirigidas al único ser vivo que ve y reconoce al lado de ella y sobre sí mismo, Jacob Burckhardt. El 4 de enero le escribe «Ahora es usted - eres tú - nuestro gran maestro, el más grande: puesto que yo, junto con Ariadna, sólo he de ser el equilibrio dorado de todas las cosas, tenemos en cada trozo aquellos que están por encima de nosotros...Dionisio», y el 5 de enero: «El resto para la Sra. Cosima...Ariadna...»
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MALHECHORES DECENTES
En noviembre había tenido lugar en París un proceso contra un asesino, que fue tratado detenidamente en las gacetas. Nietzsche hubo de leer con interés las crónicas en los periódicos franceses que encontraba en las tratorías que frecuentaba. Se trataba de un tal Prado (probablemente un pseudónimo) que vivía en París junto con una chica. Fue llevado ante el juzgado por robo, pero allí se descubrió además que dos años y medio antes había asesinado  a una prostituta. Por ese motivo fue condenado a muerte el 14 de noviembre. ¡Tan duramente se castigó el crimen de una prostituta! Esto correspondía a la exigencia repetida por Nietzsche de protección y reconocimiento de la prostitución. Al mismo tiempo tenía lugar otro proceso en Argelia. El estudiante Henri Chambige era el amante de una tal Sra.Grille, una inglesa de nacimiento que vivía en Constantine, Argelia. Tras una escena agitada, el 25 de enero de 1888, Chambige había matado a tiros a la mujer en su villa y se había herido gravemente a sí mismo. ¿Vio Nietzsche ahí a un Don José como el de la tragedia de Carmen en la ópera? El Don José «real», Henri Chambige, fue condenado por los jurados de Constantine el 11 de noviembre de 1888 a 7 años de trabajos forzados. Y ahora, en el delirio, Nietzsche se identifica también con esos malhechores: «No tome demasiado en serio el caso Prado. Yo soy Prado, yo soy también el Padre Prado, me atrevo a decir, que soy también Lesseps. Quise dar a mis parisienses, a quienes amo [¡Nietzsche jamás estuvo en París!], una nueva idea - la de un malhechor decente. También soy Chambige - un malhechor decente también.» Esto lo califica Nietzsche como el primero de sus «dos chistes malos», con los cuales quiere dar una idea a Burckhardt de «cuán inofensivo puedo ser». Más allá de esta inofensividad queda la cuestión de si esa, identificaciones con el «malhechor decente» podrían ser influjos quizá de Dostoiewski.
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LA CASA DE SABOYA
Frente a los dos procesos por homicidio, vinieron a añadirse todavia tres acontecimientos en Turín, que penetraron profundamente, asimismo, en sus sentimientos, de modo que también salieron a la superficie en el período de tránsito de las cartas de locura. El reflejo en la carta a Burckhart es el siguiente: «Este otoño, vestido lo menos posible, asistí por dos veces a mi entierro, primero como Conte Robilant (-no, ése es mi hijo, por cuanto yo soy Carlo Alberto).» Como base para ello le había precedido una,comunicación a Overbeck del 13 de noviembre: «Tuvimos esos días la tétrica pompa de un gran sepelio en el que participó toda Italia.- el Conde Robilant, el tipo más admirado de la nobleza piamontesa, hijo natural, por lo demás, como aquí se sabe, del rey Carlo Alberto.Con él Italia perdió un premier que no puede sustituirse.» Y el 16 de diciembre a Köselitz: «Acaba de morir el príncipe de Carignano: tendremos un gran entierro.» Desde estas comunicaciones habla un sentimiento inmediato de compasión con la joven casa real italo-saboyana, que parece estar más cercana humanamente a él que la «Casa Hohenzollern».
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BURCKARDT Y ANTONELLI
A todo lo anterior hay que añadir una tercera defunción en Turín: el 18 de octubre murió el arquitecto Alessandro Antonelli.  Sobre esta base gira tambien  la larga carta del 5 de enero de 1889 a Jacob Burckhardt: «Considere Usted que entablamos una bonita conversación, Turín no está lejos, por de pronto faltan obligaciones profesionales graves, habría que procurar un vaso de Veitliner» (el vino tinto preferido por Burckhardt), y: «Pero Antonelli era yo mismo. Querido Sr. Profesor, debería ver esta obra arquitectónica». La «Mole Antonelliana» de Alessandro Antonelli  debía facilitar la decisión de Burckhardt de hacer un viaje a Turín; «el monumento característico de Turín, la torre más absurda, más absurda y, a la vez, más ingeniosa que su oponente en hierro, más famosa que ella: la de Eiffel», en juicio de Lucius Burckhardt. «Se comenzó la construcción de la cúpula como sinagoga» (1863), pero como se acabó el dinero «el ayuntamiento de Turín se hizo cargo de su terminación con vistas a una exposición nacional...Entonces Antonelli siguió construyendo, y la iglesia de cúpula se convirtió en una torre. Finalmente entregó el edificio 100 metros más alto de lo que había aprobado su cliente. Desde entoces la Mole Antonelliana proporciona ocasión al visitante de ver la ciudad desde lo alto y verla, por tanto, tal como fue concebida. Allí se adivinan todavía las grandes perspectivas al campo abierto que deberían haber resultado en los confines de las grandes calles diametrales». Precisamente fueron esas perspectivas y la planta rectangular desarrollada a partir del castrum romano, las cosas que contribuyeron esencialmente a la admiración de Nietzsche por Turín. ¡Aquí se ofrecía un puente espiritual hacia Burckhardt!
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DIFERENTES FIRMAS
Nietzsche  firmará  sus misivas como «Anticristo», otras como «El crucificado» o «Dioniso». Con las firmas pseudónimas Nietzsche vuelve a plantearnos -por última vez- un enigma, para el que hay, bien es verdad, algunos accesos biográficos, pero ninguna solución definitiva. El Dionisio-Zagreo de los misterios órficos, que también llevaba el sobrenombre de (Sotér = el Salvador), tal como luego se le asignó a Jesús, como hijo de Zeus y de la reina del mundo subterráneo Perséfone, era el símbolo de una «vida eterna», pero no en un «más allá», sino aquí, en este mundo. Así, ello se correspondía con el «Sí a la vida» de Nietzsche, pero no en el sentido de una supervivencia personal, de una resurrección de cada uno. Dioniso fue despedazado por los titanes y dividido en un número infinito de individuos, pero Zeus le hizo nacer de nuevo. Igualmente enigmática es su identificación con el «crucificado». Ya en principio hay que preguntarse si con ello se refiere a Jesús -¡a quien no nombra jamás!- o si se ve a sí mismo como un nuevo crucificado de ahora. A la imagen y expresión pudo contribuir el recuerdo de una carta de Köselitz del 4 de noviembre de 1887 en la que éste le relata la impresión que parece que causó el «Himno a la vida» de Nietzsche a dos italianos: «Ellos pensaron en el monte Calvario con sus siete estaciones de dolor», a lo que Köselitz responde: «aquí es otro que Cristo el que sube al monte; en lugar de la cruz lleva armas y el lucero del alba.»  Pero también puede ponerse en paralelo con el Zaratustra. Nietzsche, ante la pregunta de por qué eligió precisamente a este fundador religioso persa como protagonista de su poema didáctico, intenta hacer creíble que Zaratustra fue el fundador del dualismo de «bien y mal».Y si esto ha de ser superado, tiene que serlo precisamente por mediación de él. Del mismo modo, Nietzshe podía decir ahora: si el cristianismo ha de ser superado, tiene que serlo por mediación del crucificado resucitado, del que ya se decía en Zaratustra 1 («De la muerte libre»): «Murió demasiado pronto: ¡si hubiera llegado a mi edad él mismo habría revocado su doctrina! ¡Era suficientemente noble como para retractarse!» Tambien las firmas del crucificado puede representar la pesadez de la carga que ha tenido que soportar con una tarea que él consideró como vocación, a la que subordinó, sacrificó incluso, toda su existencia externa. En este sentido también podría haberse considerado como «portador de la cruz».
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VIVIR COMO ESTUDIANTE
En estos días de Turín el comportamiento personal de Nietzsche había perdido el suelo real, al menos del mismo modo, haciéndose vacilante y lleno de emociones no dominadas. Nietzsche califica su vivienda, quizá con razón, de habitación de estudiante. Con ello conscientemente conecta con su época de Bonn. En ella vuelve a haber también un piano, que en estos días, muy a pesar de sus patrones, toca intensamente a cualquier hora del día o de la noche. En su estado presente, el desahogarse en vehementes improvisaciones, el poderse «vaciar» liberándose en ellas, es una posibilidad muy importante para Nietzsche. Ahora se plasma todavía en una actividad artística lo que poco más tarde habría de manifestarse externamente en brutales accesos inmediatos de rabia.
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PORTE DISTINGUIDO
En las calles y en los negocios se da aires de extranjero distinguido, lo que no resultaba nada extraño ni llamativo para los comerciantes turineses, acostumbrados como estaban a clientes extravagantes. También en esto Nietzsche vuelve a recurrir a su procedencia de la nobleza baja polaca, presume de «polaco». Así puede driblar su origen alemán, del que reniega con sumo gusto ahora que se encuentra en esa situación de conflicto interno con el «Reich», los Hohenzollern, Bismarck, etc.
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INCIDENTE DEL CABALLO
Pero también llegan a sucederle incidentes en plena calle. El 7 de enero (eso le dice Overbeek a Köselitz el 15 de enero) Nietzsche «se cayó en la calle y fue levantado [y] estuvo a punto de ir a parar, acto seguido, a un manicomio privado y de rodearse así de esos aventureros que, en Italia más que en ninguna otra parte, concurren en tales ocasiones». Elisabeth Förster cree poder informar de que fue el patrono de Nietzsche, Fino, quien lo recogió de la calle y lo llevó a casa, poniéndolo así a seguro. También el 8 de enero «el asunto se convirtió en un escándalo público, el patrono...acababa de estar... en la policía y con el cónsul alemán; una hora antes todavía... la policía no sabía nada» (Overbeck.) Sobre este incidente, que Overbeek sólo menciona como «escándalo público» y, por desgracia, sin citar fuentes, así como localizándolo falsamente, con seguridad, cuatro días al menos demasiado pronto, el 3 de enero, Erich Podach narra (en 1930) la conmovedora historia de cómo Nietzsche, en la parada de coches de punto, cree que un viejo caballo es maltratado por su cochero y, entre sollozos y lágrimas, se echa al cuello del animal abrazándolo. Aunque Podach testimonió aquí una trasmisión oral de la tradición local de Turín, y que él recordó después de años, siempre queda la pregunta de si en realidad se produjo un mal trato realmente llamativo de un animal,.o si Nietzsche se lo figuró simplemente con su mirada ya turbia. Hay que considerar además otra cosa: Nietzsche nunca mostró especial afinidad para con los animales, sólo usa de «el animal» abstractamente, como el ser vivo cobijado en la seguridad de su instinto, frente al hombre, inseguro a causa de sus prejuicios morales y extraño de sus fundamentos naturales, al que designa como el «animal imperfecto.Con el caballo únicamente entró en contacto directo en su época de servicio militar como «artillero a caballo». De ello sólo se encuentran recuerdos muy aislados, así por ejemplo cuando informa a Malwida v. Meysenbug, el 13 de mayo de 1877, respecto a una pintura de un caballero del Palazzo Brignole de Génova, y le dice que él encuentra que «en el ojo de ese potente corcel está todo el orgullo de esa familia», o cuando el 13 de mayo de 1888, en carta al Sr. v. Seydlitz, incluye la penosa escena de cómo en un duro paisaje invernal el cochero niega el agua al animal maltratado. Nietzsche califica entonces aquello como una «moralité larmoyante», nombrando a Diderot como fuente de la cita. Ultimamente Anacleto Varrecchia ha llamado la atención sobre otra posibilidades: la escena de Crimen y castigo de Dostoiewski, donde Raskolnikov sueña cómo campesinos borrachos dan palos a un caballo hasta que muere, y él, dominado por la compasión, se abraza al cuello del animal muerto y lo besa. Nietzsche no atestigua en ninguna parte (así que habrían de aparecer aún pruebas de ello) que hubiera leído esta obra de Dostoiewski o, al menos, de que hubiera conocido este episodio sacado de ella.
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RECUERDOS OVERBECK
Cuán extraña e incomprensible le resultó siempre a Overbeck la relación de Nietzsche con Burckhardt, es cosa que llega a expresarse con sorpresa más tarde (1902) en sus Recuerdos de Friedrícb Nietzsche, a menudo poco críticos: «El destinatario estaba casi indiferente: el que Nietzsche le hubiera escrito así sobre sus cosas justifica más elocuente esta postura de Burckhardt que el contenido de por sí enajenado.¡Cómo pudo comportarse de ese modo precisamente ante un hombre así!» Esta valoración está influenciada seguramente por la descripción - falta de comprensión y nacida incluso probablemente de los celos - de la relación de Burckhardt y Nietzsche, que Köselitz había hecho a Overbeck en su carta del 2 de marzo de 1899: «Asimismo, quien (tras el curso de Burckhardt sobre historia de la cultura griega, que escuchó Nietzsche en el verano de 1876) haya visto a Burckhardt y a Nietzsche caminar juntos por la plaza de la catedral hacia casa, hubo de notar que Burckhardt hacía el papel respecto a Nietzsche de noli me tangere y que si por él fuera hubiera preferido evadirse con paso tímido y receloso» Köselitz no podía haber desfigurado más burdamente la relación elegantemente distante de Burckhardt y Nietzsche!
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EDAD DE BURCKARDT
Burckhardt estaba entonces en su año 71 de vida y había tenido que soportar ya la pérdida de algunas personas cercanas a él, y, por tanto, que aprender a mantener una postura serena y tranquila en estos casos. En esa época precisamente se sentía así frente a la muerte: «Tengo presente incesantemente la sensación de que disminuyen las fuerzas... Según creo, está al llegar una dolencia de corazón, hereditaria en un momento determinado en nuestra casa. A mi hermano se le hace esto soportable, ya que está ausente en sus fantasías y que, además, se ve que no sufre, pero su liberación es sólo una cuestión de tiempo, y de un tiempo próximo...Entretanto el doctor prueba aquí y allá un nuevo medio con el que conseguir una permanencia aquí más corta o más larga. Yo me grabo todo ello en la memoria para conocer también mi final» (a Max Alioth, 19 de febrero de 1889; el hermano Gottlieb murió el 13 de marzo de 1889). El historiador se preocupa de objetivar también el propio destino personal, de tomar distancia frente a él, sin volverse por ello apático al respecto. Del mismo modo hubo de intentar ahora asimilar el final trágico de su colega más joven dentro de la resignación general duramente alcanzada. Todo lo que él podía hacer era intervenir para que, lo más rápidamente posible, le llegara ayuda al desdichado.Y para ello nada más apropiado y rápido que el camino a casa de Overbeck.
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DIRECTOR DEL FRIEDMATT
Overbeck, al leer la carta de Burckardt, se sentó a la mesa inmediatamente y escribió una carta urgente a Turín diciendo que Nietzsche debía venir sin demora a su casa a Basilea. Sólo cuando él mismo, el lunes siguiente por la mañana (7 de enero), recibió también una «carta de locura», inconfundible, de Nietzsche, se le hizo claro lo que sucedía. Entonces fue quien emprendió un camino inusual. Se apresuró a ir a ver al director de la clínica psiquiátrica «Friedmatt» (inaugurada en 1886), el Prof. Dr. Ludwig Wille, que entonces quedaba aún bastante alejada de la ciudad, en la frontera alsaciana. Wille era un colega con el que tenía confianza, y que también conocía a Nietzsche.Había podido conseguir que se construyeran las modernas instalaciones «Friedmatt». Tras un examen de las dos cartas dirigidas a Burckhardt y a Overbeck, Wille no tuvo duda alguna sobre cómo había que juzgar el caso y sobre lo que había que hacer. Censuró como inválido el intento de Overbeck con la carta y le instó a traer sin pérdida de tiempo al amigo de Turín a Basilea, antes de que desapareciera en uno cualquiera de los dudosos centros italianos.
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VIAJE A TURÍN
Overbeck siguió inmediatamente el consejo, que más parecía una orden. Partió por la noche del 7 de enero hacia Turín, a donde llegó al día siguiente hacia las 2 de la tarde. Dada su perennemente delicada salud, Overbeck se exigió un gran esfuerzo con ello, ya que hacer a mitad del invierno, en los trenes de entonces, insuficientemente caldeados o no caldeados en absoluto, durante la noche (sin coche cama), un viaje de 18 horas aproximadamente, significaba un auténtico sacrificio. Pero le aguardaban aún cosas peores. Por su propio esfuerzo encontró la vivienda de Nietzsche en aquella ciudad desconocida para él. El patrono, Fino, estaba ausente. Nietzsche, con su comportamiento, había acabado por ponerle en un estado de desesperación, y ahora estaba buscando ayuda en el consulado alemán y en la policía. Toda la familia estaba desperdigada de modo que Overbeck también tardó en encontrar a la esposa. Y sólo después logró encontrar a su amigo.
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VERSIÓN EDULCORADA
En su carta del 15 de enero, Overbeck, le narra a Köselitz el encuentro: «Con el terrible momento en el que volví a ver a Nietzsche retorno a lo principal: un momento terrible como ningún otro y totalmente diferente de todo lo que se sucedió después. Veo a Nietzsche en una esquina del sofá, encogido y leyendo - como luego se vio, las últimas pruebas de Nietzsche contra Wagner-, tremendamente deteriorado en su aspecto externo, él [me ve] (y) se precipita hacia mí, me abraza con fuerza reconociéndome, y se hace un mar de lágrimas, vuelve después, en medio de convulsiones, a hundirse en el sofá, yo tampoco me encuentro con fuerzas, a causa de la conmoción, para tenerme sobre mis piernas. ¿Se le abrió en aquel instante el abismo en el que se encuentra o mejor, en el que ha caído? En todo caso, no se ha repetido nada semejante. La familia Fino, al completo, se hallaba presente. Apenas volvió Nietzsche a reposar allí, gimiendo y en contracciones convulsivas, cuando se le dio a beber el agua de bromuro que estaba sobre la mesa. Instantáneamente se tranquilizó, y, riendo, comenzó a hablar de la gran recepción que estaba preparada para por la noche. Con ello Nietzsche se movía en un círculo de delirios del que no volvió a salir después hasta que yo le perdí de vista; con claridad siempre sobre mí y en general sobre las demás personas, pero preso en una noche total con respecto a él. Es decir, sucedía que, exaltándose sin medida en fuertes cánticos y frenesíes al piano, recuperaba jirones del mundo de ideas en el que había vivido últimamente; entonces, en frases cortas, pronunciadas con un tono indescriptiblemente apagado, dejaba escuchar cosas sublimes, maravillosamente visionarias e indeciblemente terribles sobre sí mismo como sucesor del Dios muerto, punteando todo ello, por así decirlo, al piano; después volvían a seguir convulsiones y arrebatos de un sufrimiento indescriptible. Pero, como he dicho, esto sucedía sólo en momentos escasos y fugaces; mientras yo estuve presente, en total predominaron las declaraciones de la profesión que él mismo se adjudica a sí mismo de ser el bufón de las nuevas eternidades; y él, el incomparable maestro de la expresión, era incapaz de reproducir los entusiasmos, incluso, de su alegría de otro modo que por medio de las expresiones más triviales o por un bailar y saltar ridículos.»
¿Cómo llegó el «agua de bromuro» a la habitación de Nietzsche en la casa de Fino? Overbeck conservó la factura de la farmacia Rossetti de Milán, que él abonó a Fino. Los medicamentos (no sólo soluciones de bromuro) eran prescripciones del psiquiatra Dr. Carlo Turina de Turín, que hizo cuatro visitas a Nietzsche. Nietzsche, por tanto, ya estaba en tratamiento psiquiátrico ambulante desde hacía algunos días en Turín, procurado por el solícito patrono Davide Fino. Parece que entonces eran corrientes las soluciones de bromuro como tranquilizantes. Así que fueron estos medicamentos prescritos por el médico los que llamaron la atención del visitante en la habitación de Nietzsche y los que después hubieron de contribuir a la leyenda del abuso crónico excesivo del cloral, que habría causado el desmoronamiento. Pero la crisis estaba obviamente ya ahí antes de los medicamentos, y con una fuerza que llevó a Fino al camino no usual del psiquiatra. «Las tinieblas propiamente, parece que entraron de modo súbito el 4 del mes de enero, por lo que he podido constatar».
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VERSIÓN BRUTAL
El informe de Overbeek en sus Recuerdos y en las cartas a Köselitz es muy sumario. Carl Albrecht Bernoulli puede completarlos: «El no escribió entonces a Peter Gast (Köselitz) todo lo vivido en Turín en el terrible encuentro; su mano se resistió a transcribir al papel los últimos y más crudos detalles.Aunque ocasionalmente aludía a ello en los círculos más íntimos, y a mí personalmente me completó una vez de palabra aquella descripción. Según ella se le ofreció entonces una visión que corporeizaba de modo horrendo la representación orgiástica del furor divino en el que se basó la tragedia antigua. Overbeck no necesitó reconstruir el estado de Nietzsche cuando la catástrofe, partiendo de los fragmentos escritos aquellos días; tuvo que ver con sus propios ojos ese estado».
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DENTISTA ALEMÁN
Overbeck tenía que sacar de allí al enfermo tan rápidamente como fuera posible. Veía y temía, con razón, las dificultades del transporte, para las que sinceramente no se sentía con fuerzas. Después de que Fino ya se había anunciado en el consulado alemán, fue ahora Overbeck el que continuó ese contacto. Es de suponer que el consulado le proporcionó la dirección y los servicios del joven dentista alemán Dr. L. Bettmann, quien, a pesar de su especialidad, obviamente tenía experiencia o dotes para atender a los enfermos mentales, como atestigua Overbeck también en una carta del 11 de enero. 
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VIAJE AJETREADO
Overbeck fue también más comunicativo con Möbius, quien le visitó el 10 de abril de 1902. Möbius informa al respecto: «En Turín encontró a un hombre judío que se ofreció como cuidador de locos (aunque no lo era) y que con su intervención le ayudó a llevar a término la arriesgada empresa. Nietzsche estaba en la cama y se negaba a levantarse. El judío le contó que estaban preparadas para él grandes recepciones y festividades, y Nietzsche se levantó, se vistió y fue a la estación con ellos. Allí quería abrazar a toda la gente, pero el acompañante explicó cómo eso no era apropiado a un señor tan importante: y Nietzsche se calmó. Con ayuda de grandes cantidades de somníferos se mantuvo tranquilo al enfermo durante el viaje, y así llegaron los tres felizmente a Basilea.» Otro visitante de Overbeck, el escritor Eduard Platzhoff-Lejeune, presentó así -sobre la base de una conversación anterior con Overbeck- el episodio («realmente no del todo sin desfiguraciones», como hace notar C. A. Bernoulli): «Nietzsche, en medio de un delirio total, corriendo a toda velocidad con el codo sobre el piano, gritando y cantanto; después, de nuevo, en completa apatía reconociendo al amigo e, inobediente como un niño, oponiéndose a sus recomendaciones...La policía de Turín ya estaba al tanto, y sólo un auténtico rapto pudo evitar la entrada obligada en un centro de aquel lugar. Entonces, como por milagro, un desconocido -un judío alemán al parecer- se ofreció para transportar al enfermo. Overbeck... accedió y no tuvo que arrepentirse de su aceptación.Con tacto sorprendente el extraño consiguió inmediatamente influjo sobre el díscolo enfermo, ascendiente del que no fue capaz el amigo. Nietzsche obedeció como un niño, dejó la cama y se vistió. Un nuevo arrebato convirtió para Overbeck en una tortura el camino hasta la estación. Dando gritos y persiguiéndola, Nietzsche se dirigía a la multitud curiosa, que estuvo a punto de frustrar el viaje. El tren partió mientras Nietzsche cantaba una canción de pescadores napolitana (?) que conmovió profundamente al excitado amigo...El cuidador lo intentó con una sugestión: "Usted es un príncipe. En la estación de Basilea le espera una multitud festiva. ¡Pase usted ante ella, sin saludar, hacia el coche que ya estará preparado!" La artimaña surtió efecto mejor de lo esperado.La mañana del 10 de enero de 1889, hacia las 8, Nietzsche y sus do cuidadores llegaron a Basilea.. Un coche ya estaba preparado y los condujo hasta Friedamatt». 
El dato de la «canción de pescadores napolitana» a la partida del tren es ciertamente falso y no meramente una «deformación». Overbeck directamente nos ha transmitido que Nietzsche cantó durante la noche, al pasar el San Gotardo, una «canción de góndola veneciana».
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ENTRADA EN FRIEDMATT
 Overbeck, pocos días después, en carta del 15 de enero de 1889 a Heinrich Köselitz, describe, con mayor pormenor que sus penosas vivencias de Turín, la entrada en la clínica basilea: «Lo que más se temía, la conducción desde la estación hasta el hospital la mañana del día 10, se llevó a cabo con plena satisfacción, aunque, para mí, bajo el calmo horror ante toda aquella situación. Una escena en la sala de espera del hospital (diré de antemano que Nietzsche no tiene aún idea alguna de dónde se encuentra; para evitar las escenas de Turín, antes de apearnos, el acompañante advirtió encarecidamente al enfermo que, en principio, entraría de incógnito en Basilea....si no, se desbarataría la impresión de la próxima entrada triunfal; y así, en actitud grave, Nietzsche pasa del cupé al coche de punto, donde la mayor parte del tiempo se mantiene encogido en estado de gran postración; anticipo asimismo que tuvo lugar el primer saludo con Wille, el director... Nietzsche (con los rnodales más atentos de sus mejores días y en digna postura: "Creo que ya le he visto a usted antes y siento mucho únicamente no recordar su nombre. Quiere usted." Wille: "Soy Wille". Nietzsche (sin pestañear, con el porte antedicho y en el tono más tranquilo, sin vacilación alguna, continúa): "¿Wille? Usted es psiquiatra. Hace algunos años tuve con usted una conversación sobre el delirio religioso. El motivo fue una persona desvariada, Adolf Vischer, que vivía antes aquí (o en Basilea). Wille escuchó en silencio, con gesto aprobatorio. Imagínese usted con qué helada sorpresa escucharía yo -que estaba en la situación de reconocer la exactitud literal de ese recuerdo de hacía siete años. Y ahora lo principal: Nietzsche consigue este recuerdo plenamente lúcido pero sin la menor relación a su propio estado presente, no evidencia signo alguno de que el "psiquiatra" tenga algo que ver con él. Tranquilamente, se confía al médico asistente que había entrado en la habitación con el encargo de un desayuno y de un baño para tomarlos a continuación, y, sin más, ante el requerimiento de éste de seguirle, abandona con él la habitación -no sabría dar con mayor claridad una idea de la aniquiladora escisión de su personalidad. Desde entonces no he vuelto a verlo, tampoco el sábado cuando volví allá.»
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MITIGAR SUFRIMIENTO
Durante los 14 meses siguientes la vida de Nietzsche en Friedmatt está bajo constante vigilancia de los médicos. Sin embargo éstos no pudieron ejercer ningún influjo determinante sobre el desarrollo de la enfermedad; ésta ya no podía sustraerse al curso que le había predeterminado la naturaleza. Todo lo que quedaba en el ámbito del arte médica era combatir los síntomas, mitigar los estados de sufrimiento. Estos hubieron de ser fuertes de vez en cuando, sobre todo al principio. El historial médico de Basilea informa de insomnio, intranquilidad, gritos y canto ruidosos, «continua excitación motora». Se le dio sulfonal como tranquilizante. Se cita varias veces el enorme apetito del que ya Nietzsche se había preciado hacía meses desde Turín.
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MADRE POCO PERSPICAZ
El 10 de enero Ovebeek se dispuso a cumplir la dolorosa obligación de informar de la desgracia a la madre. Esta se puso inmediatamente en camino hacia Basilea, donde llegó el 13 de enero, alojándose en casa de los Overbeck. Todo ello no con el fin de ver al hijo querido y participar de la desgracia, sino porque no estaba dispuesta a aceptar las consecuencias de la desgracia: el ingreso en un manicomio. Creía firmemente que, gracias a sus ruegos piadosos y con la ayuda de Dios, conseguiría salvar al hijo, y la primera medida para ello la veía en acercarse e su hijo, en volver a tomarlo en cierto modo en su regazo. En este sentido hubo de comportarse de modo absolutamente imperspicaz con los médicos, lo que le ganó esta dura observación en el margen del historial médico de Basilea: «La madre da una impresión de cortedaz.»
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REPROCHES MALEVOLOS
En animadas discusiones diarias, Overbeck -¡contra su propio sentir!- pudo conseguir al menos que aceptara el compromiso de sacar a Nietzsche del hospital de Basilea y de llevarlo al de Jena. De todos modos Overbeck no manifestó su opinión hasta que, en la disputa en torno a Langbehn, se le reprochó que fue él quien empujó al desgraciado amigo al hospital de Jena; en referencia a ello, el 12 de enero de 1890 responde a Köselitz que «el centro binswangeriano no es elección mía en  absoluto. Hace un año mi opinión era que Nietzsche debía de permanecer aquí, cerca de mí; luché sobre todo contra ese modo precipitado en que Nietzsche fue llevado por la madre, requerí que ella viajara sola primero, y que buscara un acomodo oportuno en su cercanía, y me ofrecí a llevar yo mismo a su hijo hasta Frankfurt y entregarlo al acompañante que ella dijo poder enviar desde Naumburg. Todo ello no sirvió de nada, pero como yo no tenía la más mínima idea -que era lo principal- de qué es lo que yo podía hacer aquí por Nietzsche, ni tenía aquí conocido alguno para poder informarme "completamente" al respecto, dejé que decidieran los médicos y me abstuve de protestar». Así pues, la llegada de la madre no significó alivio alguno para Overbeck, sino nuevas preocupaciones y dificultades adicionales; de ello escribe el 15 de enero a Köselitz: «La pobre llegó el domingo (13 de enero) por la noche, vio ayer por la tarde a su hijo. Ahora no quiere saber otra cosa más (contra el consejo apremiante de Wille y mío propio) que llevárselo consigo (propiamente a su casa, cosa total y plenamente impensable y que le está prohibida). Mañana recibiré respuesta de Jena sobre si es posible el ingreso allí. Si ella fuera afirmativa, la partida de la Sra. Nietzsche con el enfermo y con un extraordinario acompañante, que ha encontrado mi mujer -médico y en otro tiempo alumno aquí en el gimnasio, y alumno admirador de Nietzsche-, está prevista para pasado mañana, jueves, por la tarde.» Y así fue. El nuevo acompañante, hábilmente elegido por la Sra.Overbeck, fue el Dr Ernst Máhly, hijo del Prof. Máhly, antiguo colega de Nietzsche y solícito representante de Nietzsche durante sus vacaciones.
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PARTIDA PARA JENA
Overbeck  pudo ver a su amigo el 17 de enero de 1889 en la estación de Basilea y en dirección a Jena. De ello informa a Köselitz el 20 de enero: «Nietzsche ya no está aquí, el jueves por la noche volvió a seguir camino en compañía de su madre, de un médico y de un enfermero y, si todo ha ido bien, tiene que estar desde el viernes por la tarde en Jena bajo los cuidados deL Prof. Binswanger. Wille estuvo muy de acuerdo con la elección del hospital,...no así con la precipitada partida, aunque no protestó por ello, ni tampoco por la participación de la madre en el transporte. En ambos asuntos ella hizo oídos sordos a cualquier otra cosa, también a mi propuesta de que si quería hacer algo útil debía ir primero sola a preparar el ingreso de su hijo en Jena, y dejarme a mí, con los apoyos considerados necesarios, acompañar al enfermo, al menos hasta Frankfurt, desde donde, entre los amigos o familiares, alguien habría de encontrar que me sustituyera. Exímame de todo lo demás respecto a las calamidades de los cuatro días que tuvimos a la Sra. Nietzsche con nosotros, y respecto a la partida, el horrible e inolvidable momento en el que, cerca de las 9, en el atrio demasiado iluminado de la estación central, vi cómo Nietzsche, franqueado estrechamente por sus acompañantes, con paso rápido pero vacilante, en actitud innaturalmente rígida, la cara convertida en algo así como una máscara, completamente mudo, se dirigió del coche de punto inmediatamente al departamento de su vagón, que ya estaba preparado».
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«Nietzsche se acabó.»
En la misma carta una confesión de Overbeck  evidencia la demoledora problemática de su profunda conciencia de responsabilidad, en la que lo habían colocado sus deberes de amistad, por una parte, y la fuerza de las cosas, por otra: «Puesto que no me deparé a mí mismo nada bueno en esos días, sufrí mucho por mi responsabilidad, ya anticipadamente, al comienzo, en el viaje a Turín; actué luego, en efecto, más que por mí mismo, bajo la presión de lo vivido y experimentado; y después siguió atormentándome la idea de que un favor de amistad mucho más auténtico que el de llevar al pobre al manicomio habría sido quitarle la vida; tal como sucede ahora, que no tengo otro deseo que el de que le sea arrebatada pronto.. ¡Nietzsche se acabó! Y yo ni siquiera tengo necesidad de la confirmación del juicio perito del médico, que remite a una parálisis que no puede hacer más que progresar y que -excepto momentos de tranquilidad- excluye toda curación. juzgue usted por sí mismo un detalle: Nietzsche ni siquiera pudo ya concebir contra mí el odio que yo mismo ya me tenía previamente por la privación de libertad de la que me hice culpable; las últimas palabras que le escuché antes de que se cerrara su vagón fueron una confirmación entusiasta de su amistad hacia mí. Hasta ese punto han llegado las cosas con este héroe de la libertad, él ya no piensa más en la libertad.»
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INTRANQUILIDAD Y ATAQUES DE RABIA
El viaje hasta Jena no fue tan tranquilo como el de Turín a Basilea. Los acompañantes fueron esta vez: la madre, el joven médico Dr. Máhly y Jakob Brand, un celador robusto del Friedmatt, de 25 años, que había cuidado de Nietzsche los ocho días pasados allí. Parece que el Prof. Wille, a instancias de Máhly, le concedió vacación para el viaje (¡el único viaje al extranjero de su vida!). El Prof. Jakob Máhly, padre, colega en un tiempo de Nietzsche, describe brevemente en sus Memorias (1900) las experiencias de su hijo durante el viaje: «Mi hijo asintió con la condición de que los acompañara un sólido celador del manicomio de Basilea para contener posibles excesos del enfermo. La bondad de esta medida se mostró, incluso con excesiva claridad, a lo largo del viaje, que fue absolutamente fatigoso. El enfermo tuvo varios ataques de auténtica rabia que se dirigían agresivamente incluso contra la propia...madre y que sólo pudieron ser atajados desplegando un común esfuerzo. Mi hijo dio gracias a Dios por haber vuelto a casa con la piel sana.» La madre sólo habla, en su informe a Overbeck , de un ataque antes de la llegada a Frankfurt; de todos modos después ya no viajó junto al paciente, «porque...le dio un ataque de ira contra mí, de sólo un minuto aproximadamente de duración, pero horrible de ver y de escuchar, de modo que [para] evitar más trastornos ya no volví a aventurarme en su proximidad». Después, en el trayecto de Weimar a Jena, estuvo intranquilo, cosa que la madre atribuye «a los duros bancos y a la incomodidad de tumbarse».
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INFUNDADA ILUSIÓN
En la estación de Jena esperaban a la pequeña comitiva el Prof. Gelzer-Thurneysen y Sra., y llevaron en principio a la madre a su casa, mientras el Dr. Máhly y el celador condujeron al paciente directamente al hospital. Algo más tarde, la Sra. Gelzer fue con la madre al hospital, donde ésta tenía que solucionar las cuestiones administrativas, como depósito de dinero, etc. Al hijo no volvió a verlo. La madre vivía en una cierta ilusión respecto a la clase del alojamiento. El 19 de enero informa a Overbeck (ya desde Naumburg): «Lo alojamos por ahora en primera clase, 5,50 marcos al día... El secretario pensaba que podría encontrar sitio también en "primera clase b", donde cuesta 1 marco menos; aunque allí había de vivir con otro, cosa que al Sr. Dr. Máhly le pareció muy bien en definitiva, mientras que yo creo que él es demasiado ruidoso, y que por eso esto no podrá ser. El director, por el contrario, aconsejó la 2.3 clase; aunque, naturalmente, teniendo en cuenta el rango y posición, sería de preferir la primera [clase]» donde ya hay dos médicos, un oficial y un estudiante; y «sólo si no hubiera sitio, dado que Weimar tiene preferencia, recibiría otra habitación y comida, naturalmente de 2.a clase, pero también así estaría bien, dado que la comida de la primera clase parece que apenas se da siquiera en los mejores hoteles.» Sin embargo, la notificación oficial a Overbeck el 21 de enero, firmada por el Prof. Binswanger, reza así: «El Sr. Profesor Nietzsche, cuyo traslado a mi clínica usted requirió, ha llegado aquí en compañía de su madre y ha sido instalado en la segunda clase.»
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CUESTIÓN DE RANGO
Los reproches que se le hicieron más tarde al prof. Binswanger de que trató mal, o, por lo menos, no «conforme a su rango», a Nietzsche, de que le encerró en una celda,.y todo porque no tenía idea de la relevancia de su paciente, carecen desde un principio de todo fundamento. Precisamente por eso hizo Overbeck que viajara con Nietzsche el Dr. Máhly, porque éste había de poner en antecedentes al Prof. Binswanger sobre la personalidad de Nietzsche, cosa que hizo sin duda alguna, si se tiene en cuenta su devoción a su antiguo profesor del gimnasio. Además, Binswanger era amigo de la familia Geizer de Jena, y, con toda seguridad, también por parte suya recibió aclaraciones. Binswanger -en la medida en que se lo permitía temporalmente su cargo de director del hospital- leyó incluso los escritos de Nietzsche (como informa la madre, entusiasmada, el 30 de abril). Ya no puede determinarse si eso lo hizo por interés en la obra, en la filosofía de Nietzsche, o para seguir la pista de la etiología de la enfermedad, de la que, por lo demás, está seguro (tal como se lo dice a la Sra. Gelzer, aunque, por desgracia, no se nos ha transmitido cuál era la causa de la enfermedad en la que él pensaba): pero leyó las obras y se dedicó en medida desacostumbrada a su paciente. En el otoño hizo que le enviaran incluso el historial médico del Friedmatt de Basilea y que se escribiera una copia que quedó en Jena.
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FRENO A LA EXCITABILIDAD
Como tarea y objetivo del tratamiento los médicos fijaron la contención de la exagerada excitabilidad, que llegaba hasta ataques de rabia. Con ese fin fueron suministrados los medicamentos entonces conocidos, primero en dosis abundantes, y luego disminuyendo con el tiempo, así como se sintonizaron el entorno y los contactos. En este contexto se coloca la estricta prohibición de visitas de los primeros meses.
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HISTORIAL MEDICO EN JENA
Al día siguiente de su ingreso en Jena, el 19 de enero de 1889, se resume en el historial médico: «El enfermo sigue hasta el departamento en medio de grandes reverencias. Con paso mayestático, mirando hacia el techo, entra en su habitación y agradece la "magnífica acogida". No sabe dónde está. Unas veces cree estar en Naumburg y otras en Turín. Sobre sus datos personales informa correctamente...Gesticula y habla continuamente, en tono afectado y con palabras grandilocuentes, unas veces en italiano y otras en francés. Intenta innumerables veces dar la mano a los médicos. Llama la atención que el paciente, que estuvo mucho tiempo en Italia, a menudo, sin embargo, se confunda o no sepa en absoluto, en sus frases dichas en italiano, las palabras más sencillas. Con respecto al contenido, se advierte la confusión de ideas de su charla, en ocasiones habla de sus grandes composiciones y canta trozos de ellas, habla de sus 11 secretarios de legación y sirvientes. Mientras habla gesticula casi continuamente.» El 22 de enero dice «haber estrenado sus composiciones musicales», mientras que tiene «menos comprensión o memoria para ideas o lugares de sus obras filosóficas.»
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CALOR Y OSCURECIMIENTO
Con el aumento de calor de la primavera, que siempre le había dado ya que hacer, se produce un claro oscurecimiento. El 17 de abril se queja: «Se me ha imprecado durante la noche, se ha usado contra mí las maquinarias más horribles»; el 19 de abril escribe «cosas ininteligibles en la paredes. "Si es verdadera la sospecha de que la gran duquesa misma comete esas cerdadas y atentados contra mí, quiero entonces un revólver." "Me están poniendo enfermo en la frente, a la derecha".» A finales de abril aparece la siguiente nota en el historial: «A menudo arrebatos de ira», que aumentan tanto el 10 de junio que «de improviso rompió el cristal de una ventana.» Pide (16 de junio) «ayuda, a menudo, contra torturas nocturnas» y «rompe (el 4 de julio) un vaso de agua "para proteger su entrada con trozos de cristal"», como él explica. «A la vez da brincos y gesticula.»
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RUIDOSO
En agosto vuelve a hacerse «muy ruidoso. Motivado su alboroto por dolores de cabeza», el 16 de agosto rompe «repentinamente algunos cristales. Afirma haber visto tras la ventana el cañón de un fusil».«Se acuesta casi siempre sobre el suelo al lado de la cama» (7 de septiembre), «no sabe quién es, afirma estar en Turín, pero reconoce con claridad a su madre y «por la noche se acuerda todavía muy bien de la visita de su madre por la mañana» (15 de septiembre).
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REMISIÓN ENFERMEDAD
El 1 de octubre el médico puede testimoniar, satisfecho: «Clara remisión en general», y a la madre se le permiten con mayor frecuencia las visitas. Ella ve en esta fase signos de una curación total y acepta la tutela provisional en la creencia de que «el buen Dios, en su gracia y bondad, nos devuelve a nuestro buen Fritz en la antigua fuerza y vigor, tanto del espíritu como del cuerpo.
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MEJORÍA DE SU ESTADO
Sólo el 23 de diciembre Overberck recibe noticias directamente de Binswanger sobre una mejoría parcial del estado de Nietzschez «Respecto al estado del Sr. Profesor Nietzsche le comunicamos, ante su requerimiento, que muestra externamente una mejoría clara en tanto en cuanto habla algo más coherentemente y la excitación con gritos, etc., es más rara. Siguen apareciendo delirios diversos, también persisten aún alucinaciones auditivas. Las manifestaciones de la parálisis no han hecho ningún progreso y no son significativas. Sólo reconoce en parte su entorno, así, por ejemplo, siempre se refiere al celador jefe como príncipe Bismarck. No sabe exactamente dónde está. A menudo tiene clara conciencia de enfermedad, sobre todo se queja de dolor de cabeza. La ingestión de alimentos es regular, el sueño a menudo intranquilo. Su madre lo ha visitado varias veces: la reconoció inmediatamente y habló a veces con gran claridad con ella; también se acuerda muy bien los días siguientes de la visita. Se producen todavía ensuciamientos. Las perspectivas de curación son, en cualquier caso, escasas, aunque no pueden excluirse plenamente todavía. Un veredicto definitivo sobre la evolución sólo podrá seguirse después de tres meses.»
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VISITA DE UN INTELECTUAL
En carta a Overbeck del 1 de noviembre la madre observa hacia el final: «Llegó también un joven intelectual, que sólo conoce a Fritz por sus escritos, pero que, en su admiración, quería hacer por Fritz sólo Dios sabe qué, hacerse cuidador suyo, cualquier cosa que te hiciera bien y le ayudara a curarse pronto, y me escribió hoy una carta de 12 páginas hablándome de esto, pero no .puede hacerse nada, aunque fue muy conmovedor.-» 
Ese «conmovedor» admirador, sin embargo, consiguió con su insistencia, en las semanas siguientes, que se le permitiera dar paseos con Nietzsche. El historial médico, curiosamente, sólo da una vez noticia de ello, el 20 de diciembre: «Ultimamente ha paseado a menudo con uno de sus antiguos alumnos. -Ningún influjo esencial en el estado patológico.» Con el calificativo de «antiguo alumno» podría pensarse fácilmente en Köselitz. Pero se trataba de Julius Labgbehn.

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LLAMADA DE ATENCIÓN
Llama la atención que Overbeck, en carta a Köselitz el 20 de enero, ya tenga esa certeza y cite incluso el diagnóstico médico de «parálisis progresiva», que, según ello, ya se había fijado en Basilea y no tuvo que ser sugerido por Overbeck posteriormente a los médicos de Jena, ni ser añadido incluso al historial médico de allí sólo a insinuación suya, como el «archivo» le imputó más tarde. El sábado 19 de enero por la tarde, o sea, dos días después del transporte de Nietzsche a Jena, Overbeck tuvo una conversación con el Prof. Wille. Fue en esa ocasión seguramente cuando el médico hubo de comunicarle ese grave diagnóstico hecho tras una observación de ocho días. En el historial médico, en su primera página, aparece la especificación diagnóstica de «Paralysis progressiva» en una caligrafía claramente distinta de la del texto del diario.Overbeck consideró que era cometido suyo preservar la imagen de filósofo inquebrantable, para sí y para la posteridad. Por eso, precisamente ahora, inmediatamente después de la catástrofe, no había que llamar la atención innecesariamente. Se preocupó de que las cosas sucedieran lo más suavemente posible, tomándose todas las molestias por conseguirlo incluso hasta en detalles. Así, pagó todas las facturas en Turín, la del médico (30 liras), la de la farmacia (9,90 liras), una suma no insignificante de 100 liras (80 marcos) al patrono Fino por servicios diversos; tomó las medidas oportunas para el envío posterior de los efectos personales y compensó a Fino por los dispendios con otras 20 liras; por otra parte, tuvo que devolver a Fino las llaves que habían venido hasta Basilea con la ropa de Nietzsche.Se aseguró de la continuidad de la pensión de Basilea. El fue el centro de todas las informaciones y disposiciones administrativas. Tras la horrible noticia, Köselitz deambuló como un loco por Berlín; ni siquiera había reconocido como tal la clarísima carta de locura de Nietzsche. La hermana estaba en el Paraguay, metida en una empresa colonial que también se iba acercando a la catástrofe. La madre no hubiera sido capaz de hacer el viaje a Turín, así como tampoco de tomar el resto de las medidas; su magnífica labor maternal posterior sólo pudo llevarse a cabo sobre el terreno que Overbeck ya había allanado. Los reproches que años después hiciera el «archivo» -es decir, la Sra. Elisabeth Förster-Nietzsche, secundada más tarde, lamentablemente, por Kóselitz- a Overbeck de haber pasado por alto y dejado desaparecer en Turín los manuscritos más importantes de la Transvaloración, son completamente erróneos, e incluso francamente pérfidos. ¿Dónde estaban a comienzos de enero todos estos sabiondos posteriores? ¿Qué hubiera sucedido sin la enérgica intervención de Overbeek?
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PAPELES DE TURÍN
Lo primero que hace Overbeck es hacer venir de Turín el resto de los utensilios y papeles de Nietzsche. Parece que Overbeck dio inmediatamente instrucciones para ello, puesto que ya el 14 de enero Fino promete para el día siguiente el envío de la ropa y «le plus vite possible» el de la caja con los libros. Fino expide esta caja, «forte et bien assurée», de 116 kg, el 19 de enero, y el 3 de febrero agradece el reintegro de los gastos de transporte. Así, todo lo que Nietzsche tenía consigo en Turín llegó, primero, hasta Overbeck.
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CARTAPCIO EN NIZA
El que más tarde (1895) se descubriera aún en Niza un cartapacio con manuscritos de Nietzsche, es algo debido, en definitiva, a una inadvertencia del propio Nietzsche. El había hecho que le enviaran en noviembre a Turín todo su «depósito de Niza», siendo de la opinión de que no faltaba nada. El 11 de diciembre de 1888 había escrito a la madre: «Han llegado de Niza las 3 cajas de libros. - Ahora me encuentro bien instalado aquí [Turín] en todos los respectos.» ¡Pertenece a la táctica posterior del Archivo-Nietzsche, o sea, de Elisabeth Fórster-Nietzsche, el que esta carta no fuera publicada con el fin de no hacer peligrar la tesis de las partes desaparecidas de la «Transvaloración» y de la inculpación por ello a Overbeek! El «depósito de Sils», asimismo, sólo llegó a Naumburg después de algún tiempo, ya que la madre no había dado las instrucciones esperadas a la familia Durisch sobre dónde había que enviar las cosas. Overbeck hizo todo lo que quedaba en el ámbito de sus posibilidades para poner a buen recaudo el legado escrito de Nietzsche, incluidas sus notas. Entre ello se encontraban también los manuscritos de Nietzsche contra Wagner y de Ecce homo, listos aparentemente, o al menos provisionalmente, para la imprenta. El crepúsculo de los ídolos estaba en la imprenta, acabado y dispuesto a ser distribuido; del Anticristo Overbeck encontró entre los papeles de Turín el manuscrito terminado, dejado en reserva aún por el propio Nietzsche. Este manuscrito le era desconocido a Köselitz en marzo todavía. Overbeck había hecho entretanto una copia de él, copia que sólo le puede ofrecer a Köselitz el 13 de marzo de 1889.
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CORRESPONDENCIA
Respecto a El crepúsculo de los ídolos estuvieron de acuerdo en que la distribución había de hacerse lo más rápidamente posible, antes incluso de que se extendiera por el mundo de interesados la noticia del final de Nietzsche en la locura. ¡Los medios noticieros no trabajaban entonces con tanta rapidez! Así, el 20 de enero Overbeck escribe a Köselitz dando su conformidad: «El crepúsculo de los ídolos debe... llegar al público,en las circunstancias actuales es muy conveniente darse prisa, al menos con vistas a la repercusión momentánea, si es que ha de asignarse a ello valor alguno, cosa de la que dudo mucho. Pero lo más importante es que la publicación de El crepúsculo de los ídolos asegura al menos su propia existencia. Otra cosa sucedía con los escritos pos-filosóficos Ecce homo y Nietzsche contra Wagner. Entre Overbeck y Köselitz se desarrolló una intensa correspondencia, especialmente en torno al último, en la que Overbeck insinuó repetidas veces a su interlocutor que asumiera él solo toda la responsabilidad de decisión.
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RESERVAS DE OVERBECK
Estaban de acuerdo en que tampoco a estos escritos, como obras irrecusables de Nietzsche, había que arrinconarlos; pero divergían en cuanto a la oportunidad de una publicación inmediata o diferida, ésta, a ser posible, en una versión atenuada de algunas de las formulaciones excesivamente mordaces. Köselitz apremiaba a que se siguiera la impresión comenzada por Naumann; Overbeck exhortada a interrumpirla, por el momento al menos. En carta a Köselitz del 20 de enero Overbeck escribe: «Es también exactamente mi parecer el que Nietzsche contra Wagner se publique de modo restringido, tal como usted dice, pero no una auténtica publicación: 1. porque yo -no por un sentimiento de delicadeza, que no tengo en modo alguno, hacia nuestro Reich- quisiera evitar en estos momentos, a cualquier precio, cualquier conflicto también de los escritos de Nietzsche con la policía; conflictos que, sin embargo, dado el género de sabiduría política que impera hoy en Alemania, me temo, efectivamente, a causa de unos cuantos párrafos sobre el emperador, etc.; 2. porque la exposición se hace a veces un tanto delicuescente, hasta el punto de que yo al menos no me puedo sustraer a la sospecha de que a Nietzsche ya le faltaron en ello las fuerzas; y el que esos apuntes provengan todos de 11 escritos anteriores" de Nietzsche, es cosa que, debido a trozos como el de la p.15 s.,no puede aceptarse estrictamente».Overbeck podía sentirse unido también a Erwin Rohde en esa decisión fundamental suya; éste le escribe el 24 de enero: «Y ahora ¿quiere usted realmente editar sus póstumos, por así decirlo? Ya sólo la idea me produce horror. Y luego el grotesco título de El crepúsculo de los ídolos. Pero al menos sí que sabrá usted retener su panfleto contra Wagner. Su comportamiento hacia Wagner en los últimos tiempos siempre me molestó y me afligió -ello mostraba que realmente ya hacía tiempo que había algo enfermo en él; puesto que antes de acuerdo a su naturaleza entera, le hubiera resultado imposible este tipo de lucha y en este caso. ¡Ah, el viejo Nietzsche, como yo le conocí en la universidad y años después todavía! Nos sentiremos mejor cuando vuelva a salir a la luz de las sombras esa imagen.- Más lucha ahora, es algo imposible. ¿Ha aparecido realmente un opúsculo suyo, La caída de Wagner. Un problema de músicos, que he visto anunciado en las librerías? Probablemente sea el mismo que usted designa como Nietzsche contra Wagner. Pienso que, en cualquier caso (prescindiendo ya completamente del anti-Wagner), habría que esperar con cualquier tipo de publicación -hasta que realmente sean póstumas.» Una semana más tarde, el 27 de enero, Overbeck confirma otra vez a Köselitz expresamente su conformidad: «¿No dice nada sobre el Crepúsculo de los ídolos? ¿Debo entender por ello que va a salir inmediatamente al mundo? Después de haberlo leído no tendría nada en contra de eso. Puesto que, aunque yo personalmente leo a Nietzsche con mayor agrado en la Genealogía de la moral, por ejemplo, que en sus "explayamientos", no acierto a ver en este caso que habría de oponerse seriamente, a pesar incluso de lo extremadamente desfavorable del momento, a este cuerno de la abundancia, auténticaniente sorprendente, de ingenio y penetración, dispuesto a derrarmarse hasta lo último. Sin embargo, este escrito no se sale de los marcos acostumbrados de la literatura nietzscheana ni apela a ningún otro lector que a los ya ganados por él hasta ahora. De todos modos me gustaría que la publicación se retrasara lo menos posible, para que se produjera antes de que llegue al público el horrible giro que ha tomado el destino de Nietzsche.» Para Overbeck las cosas son totalmente diferentes respecto a Nietzsche contra Wagner. Aquí se apela a otros lectores que no son sólo los interesados en el filósofo Nietzsche. Y de ello espera Overbeck funestas complicaciones. Ahí están, en primer lugar, los círculos políticos, con su largo brazo de la censura y del código penal, que podrían inculpar del delito de «lesa majestad». Este peligro ya había asustado a Nietzsche. Overbeck observa a Köselitz al respecto: «que cuento entre los párrafos políticos arriesgados, al igual que los que se refieren al emperador.... el final del prólogo» («Quosque tandem, Crispi...», cfr. supra, p. 27). Y a la vez hace reparar a Köselitz en la dificultad fundamental para tomar decisiones: «Tal como están las cosas, es decir, con falta total de legislación formal al respecto, no veo, en verdad, cómo -supuesto que usted y yo estuviéramos plenamente de acuerdo en este asunto- podríamos impedir a Naumann que hiciera uso de su, auténtico o supuesto, privilegio. Por de pronto me gustaría que nos uniéramos para hacer todo lo posible», que sería «cortar a los intereses editoriales de Naumann toda inmiscusión en este asunto, y sólo entonces sería aceptable como correcta la factura presentada. Puesto que en este momento lo que hay que hacer es proteger a Nietzsche de todo éxito popular...Lo que de él ya ha visto la luz es ya suficientemente conocido como para permanecer para la posteridad,...de modo que, sin ningún catonismo insulso, se puede considerar fútil para él el "éxito" del día, máxime cuando, debido a las circunstancias, éste podría resultar muy ambiguo».
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POEMA FINAL
En la misma carta del 20 de enero afirma Overbeck: «¡Qué desgracia, por el contrario, que este escrito, con todas sus excelencias - entre otras el poema final -, desapareciera completamente del mundo y no se conservara para la posteridad, medio oculto, fijado en prensa! Así que estoy plenamente de acuerdo con su propuesta». Y aunque nada más fuera por el poema final («De la pobreza de los más ricos»), que le parece magnífico y digno de ser conservado para la posteridad, no quiere arriesgar ahora, a pesar de todo, la publicación del escrito entero - a una edición auténticamente póstuma no se le interpondría nada en el camino.
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ETICA DUDOSA
También Köselitz participa del entusiasmo de Overbeck por el poema, y para salvarlo se le ocurre la idea de unirlo a las «Canciones de Zaratustra» es decir, a los «Ditirambos de Dionisio»: una intención laudable con un método dudoso, como habría aún de mostrarse. Pues con esos «intentos de rescate» de partes aisladas traspasándolas de un manuscrito a otro, comienza la embrollada y fatal historia de las ediciones póstumas de Nietzsche que llega hasta muy recientemente. Overbeck ya se dio cuenta ahora de este estado de cosas, y vio ya las consecuencias de una verbena- Nietzsche, tal como luego sería escenificada realmente desde el archivo durante decenios.
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CARTA DE GERSDORFF
«Nunca he conseguido tener un enemigo personal», escribía Nietzsche el 25 de julio de 1888 a Carl Spitteler. Esto se corroboró ahora. Gersdorff escribe el 13 de enero: «La noticia que me ha dado es tan profundamente desconsoladora que el anuncio de una defunción no me habría dolido más que ella. Es verdad que yo había pensado a menudo en la posibilidad de que nuestro amigo se desmoronara un día bajo el peso de su rico y profundo pensamiento, ya que no le refrenaba ninguna obligación profesional, ni le mantenía en vereda el reloj, eternamente acompasado, del oficio. Ya lo temí cuando Zaratustra, pero creí ver un proceso de curación en la vuelta a los estudios que más tarde volvería a emprender en la forma de antes; también me alegré por el "Caso Wagner", cuyas ideas ya en 1880 me eran conocidas...Nunca hubiera imaginado que el fatal destino de Hölderlin habría de irrumpir tan pronto en este claro y libre espíritu. Y además en un momento en el que pensaba comenzar grandes cosas.»
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CARTA DE CARL FUNCH
También Carl Funch se sintió profundamente conmovido por los hechos, a pesar de que los últimos escritos de Nietzsche le habían alarmado, como viejo wagneriano que era. El 14 de enero escribe: «No hay palabras para expresar lo que he perdido...Poseo todavía un cierto número de cartas suyas magníficamente frescas, escritas desde Sils-Maria y últimamente desde Turín. Ah, cuando me escribió: "dentro de unos años gobernaré el mundo; puesto que he licenciado al viejo Dios", yo creí que se trataba sólo de una grandiosa broma, y hubiera sucedido así, además, si en vida hubiera conseguido imponerse con su razón.Pero ya los artículos sobre Wagner fueron indignos de él, así como su proceder de entrar en el mundo por esa puerta abyecta. Lamento...no habérselo dicho abiertamente.»
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CARTA DE DEUSSEN
Plenamente afectado por la noticia, Paul Deussen sólo pudo responder después de un «respiro» de una semana, y todavía entonces intenta negar esa realidad opresora: «¡Qué triste noticia trae su carta! He necesitado algún tiempo para hacerme siquiera a la idea; precisamente en el último cuarto de año recibí algunas cartas de Nietzsche en las que, si bien es verdad que se expresa una autovaloración que supera todos los límites (por ejemplo, traducción a 7 lenguas, 1 millón de ejemplares, etc.) por lo demás me parecieron más que un síntoma de una creciente curación y de fuerzas que volvían. Y por eso no puedo concebir ahora la idea de un trastorno real y duradero. Autosupervaloraciones se encuentran a menudo entre los individuos geniales; si a ello se añade aún un ánimo exaltado por los éxitos, aparentes o reales, puede tomarse ese estado por algo que realmente no es...Le quedaría máximamente agradecido si, aunque sea en unas pocas y rápidas...palabras, me quisiera escribir sobre su estado presente, así como sobre si la madre de Nietzsche lo sabe ya todo.Yo ya le hubiera escrito de no haber pensado que, a lo mejor, por consideración, se le ha ocultado todavía el asunto.» Overbeck le aclaró sin demora alguna el estado sin esperanza de Nietzsche, y Deussen le responde el 26 de enero:«Así pues, me apresuro a comunicarle que, por esta parte, puede contar...si fuera necesario con una ayuda de 100 marcos: si no consigo reunir esa cantidad con ayuda de otros (para lo que a penas hay perspectiva alguna) yo mismo aportaré lo que para el viejo y querido amigo se desea, privándome yo, mejor, de cualquier otra cosa.»
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CARTA DE MALWIDA
También se sintieron profundamente afectados incluso aquellos ante los que Nietzsche había abierto una fosa. Malwida v. Meysenbug había enviado a su vez a su hija Olga Monod el billete de locura que recibió de Nietzsche: «Como recuerdo del pobre a quien no ha conducido la locura a la enfermedad, sino la enfermedad al delirio»; y le dedica el 15 de febrero el bello epílogo: «Me ha conmovido profundamente: ¡un espíritu tan hermoso, una naturaleza tan noble! Y la culpa la tiene sin duda su grave dolencia física y su pobre y solitaria vida; tuvo que luchar con privaciones, mala comida, falta de cuidados, y, a la vez, con esa profunda soledad, ese enfrascamiento en sus ideas, sin que encontrara una oposición de igual calidad que la suya, hecha con razón y amabilidad; todo ello fue ofuscando poco a poco la claridad de su espíritu y abandonándolo al delirio. Mejor que hubiera muerto, sería menos triste. ¡Y la pobre madre, que sólo tenía los dos hijos y tan orgullosa estaba del hijo, y la hija tan lejos!»
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CARTA DE DANIELA BÜLOW
También en Bayreuth se participa de la aflicción. Overbeck, tras la muerte de Wagner en 1883, por última vez había escrito una carta de condolencia que le fue agradecida por la hija mayor de Cosima, Daniela Bülow, esposa entretanto del historiador del arte Henry Thode. Ahora es ella quien, por encargo de Cosima, escribe una carta de condolencia el 5 de marzo de 1889: «Por la Srta. von Meysenbug, a la que pregunté al respecto, supe del triste destino del Prof. Nietzsche y comuniqué a mi madre lo que había oído. Ella, a la que habían inquietado mucho las cartas alarmantes de Nietzsche, que dejan traslucir su trastorno mental, se preguntó interiormente quién entre todos se encontraría que asistiera al pobre y se hiciera cargo de su desamparo, e inmediatamente se le ocurrió su nombre. Según hemos oído ha sido usted también realmente quien, interviniendo de hecho en esa existencia atroz y desconsolada, trajo la última solución, que hubo de ser estremecedora y, a la vez, tranquilizante para todos los implicados en ello. Ahora sabemos que está físicamente atendido y a resguardo -¡Que Dios le depare, sin embargo, un dulce final!-» Cosima Wagner trasmitió su adhesión a la hermana de Nietzsche Elisabeth y le confió, años después todavía, los billetes de locura que había recibido de aquel a quien admiraba en silencio.
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CARTA DE RODHE
Rohde, en la carta que escribe a Overbeck entre los días 17 y 20 de enero de 1889, expresa insuperablemente su relación interior con Nietzsche y, con ello, la base para la comprensión de su comportamiento lejano: «Durante días no osé abrir su carta, porque me temía la confirmación de una horrenda sospecha; confirmación que finalmente me sobrecogió como un calambre eléctrico...Tardé tiempo en reponerme. No, en el fondo no creí que algo así pudiera suceder; sólo el último billete que recibí - el 7 de enero - desde Turín, de Nietzsche, me hizo una advertencia: era tan absurdo lo que decía que apenas pude imaginarme que aquello fuera todavía un chiste, así que ello me produjo una sensación de lo más inquietante. Por lo demás, hay que decirlo, las últimas manifestaciones (su panfleto contra Wagner no lo conozco) no daban en absoluto la impresión de que ese potente entendimiento pudiera romperse de repente: uno casi ya se había acostumbrado a su hipertensión de siempre en algún aspecto. ¡Cómo lamento ahora no haberle escrito más en los últimos tiempos! Me había intimidado con una manifestación máximamente peregrina, y no sabía de hecho qué decirle de agradable sobre sus últimos escritos, que me son profundísimamente antipáticos (prescidiendo de lo formal, en lo que seguía siendo un maestro, como siempre). Así que preferí guardar silencio, creyendo que ése sería también para él, en el fondo, el modo más soportable de la disensión. [Creí] que ya no podía decirle nada ni ser nada más para él: ¡y, sin embargo, cuánto bien le habría hecho, quizá, una manifestación de pura simpatía personal! No puedo pensar en absoluto en la desgracia presente. Si cree que puedo ser útil, material o espiritualmente, en algo, no dude en manifestarlo. Se rompe un trozo de la propia vida y del suelo sobre el que uno mismo está, junto a alguien con un destino así, horrible; y ni siquiera puede uno imaginarse las ideas, sueños y deseos tragados, que finalmente le golpearon como una ola sobre la cabeza. Todavía estoy desconcertado ante la desgracia. Si se hubiera vuelto algo menos claro en su pensamiento y exposición, como (por ejemplo) aparece tan de manifiesto en las últimas producciones de Hölderlin: pero no, al contrario, su último escrito (Genealogía) estaba mejor ordenado, construido con mayor rigor lógico que los anteriores.»
Rohde es el primero que remite a la diferencia fundamental con la locura de Hölderlin, diferencia que, lamentablemente, fue borrada pronto por autores más vocingleros.

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PSYQUE
Rohde ya nunca superaría el schock del todo. Y en todo caso, la conciencia de amenaza encontró alimento en su propia constitución. El padecía ya los síntomas de una dolencia cardíaca - no reconocida como tal -, a la que había de sucumbir en pocos años, y no en último término, a causa de la debilidad producida por el desmesurado esfuerzo que le costó su famosa obra capital Psyque, en la que trabajaba entonces. En enero y marzo escribió a amigos: «Me asaltan tantos sentimientos e ideas llenos de melancolía y de estados de ánimo de todo tipo, que no puedo hacer otra cosa que ocultarme y no decir nada más.» «Ultimamente me ha afectado tan profundamente la desgracia de mi amigo Nietzsche que me siento realmente enfermo.» Se ha observado a menudo y se le ha achacado a Rohde que en su libro, que en parte trata los mismos problemas que El nacimiento de la tragedia de Nietzsche, no cita nunca la obra del amigo y no la tiene en cuenta para nada. Otto Crusius ha demostrado al mundo especializado, en algunos párrafos sólo accesibles a la observación más finas, que este reproche no es del todo acertado. Es verdad, sin embargo, que Nietzsche no es aludido expresamente en parte alguna, y esto es comprensible por dos razones: por lo que se refiere al contenido, las concepciones fundamentales de ambos divergen. Mientras que para Nietzsche lo dionisíaco, el culto delirante de Dioniso, representa un lado de la esencia griega, para Rohde «lo orgiástico y el misticismo fueron gotas de sangre extrañas en la sangre griega». Y ahora, tras la desgracia, entrar en una polémica científica con el querido amigo, es cosa que le prohibe a Rohde el decoro mismo. «Ahora hay que evitar cualquier notoriedad en torno a Nietzsche», en ello está plenamente de acuerdo con Overbeck, y lamentará incluso, más tarde, la espectacular fundación del así llamado Archivo-Nietzsche como un «necio invento».
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SORPRENDENTE KÖSELITZ
Heinrich Köselitz fue puesto completamente fuera de quicio. El mensaje de locura que Nietzsche le envió el 4 de enero por la mañana, lo recibió «sólo en Berlín», con algunos días de retraso. No deja de tener una ironía trágica que responda a ello el 9 de enero, cuando Overbeck ya está con el paciente camino de Basilea, y cree poder contestar a la «llamada» del «crucificado» con una broma a medias. «Poco antes me había atribuido a mí mismo las palabras que una vez inventé como variante a un párrafo del Ocaso de los dioses de Wagner:» Más a menudo que él / nadie habló de baile, más raramente que él nadie ha bailado, etc.»
La parodia a las palabras del grandioso monólogo final de Brünnhilde demuestra una falta de comprensión sin parangón. Köselitz tenía que saber lo sensiblemente que Nietzsche raccionaba precisamente ante el Ocaso de los dioses, y uno se da cuenta con embarazo de la exactitud con que esa parodia del baile es aplicable a Nietzsche hasta estos últimos días. Claro que Kóselitz no podía saber en qué bailes extáticos hubo de encontrar, Overbeck,  a Nietzsche en Turín.

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DESMORONAMIENTO
Sólo la noticia de Overbeck del 11 de enero trajo claridad a Köselitz. Y entonces se desmoronó interiormente, perdió la «fuerza que mantiene la voluntad», por aplicar a él una expresión de las Walkirias (11, 2). No sólo había recibido de Nietzsche su nombre de «Peter Gast», por el que  el maestro le llamaba aún en la locura, sino que a él le debía todo su camino intelectual y la confianza en sí mismo, que necesitaba siempre volver a ser alimentada, tal como sólo Nietzsche lo había hecho cada año. Precisamente en esa última carta del 9 de enero aparece la frase alarmante: «un aire frío, humoso y cargante invitó al suicidio más bien que al baile»; y él vivió todavía algunas semanas cercano a esa idea del último acto de la desesperación. Si no hubiera encontrado en Overbeck un confidente comprensivo, al que siempre podía dirigirse poniendo al final de la carta «Su devoto» (o «agradecido») «discípulo», habría aparecido un grave vacío en su situación de entonces, sin esperanza alguna tampoco profesionalmente. Por eso, necesitó siempre como impulso una carta de Overbeck, a la que respondía inmediatamente.  Primero, Köselitz intentó reprimir una clara visión de la radicalidad de la desgracia. Su primera reacción el 13 de enero fue: «¡Su noticia me ha conmovido hasta lo más profundo! No acierto todavía a imaginarme a Nietzsche, para mí una de las manifestaciones superiores de la raza humana, encerrado en la celda de un manicomino. A mí me parecía totalmente justificado el crescendo de su sentimiento sobre sí mismo, que, para quien no tuviera idea de las metas que perseguía, había de resultar sospechoso. El tiene derecho a la megalomanía. Pero, en todo caso, su máquina trabajaba con excesiva vehemencia; pues agotaron su cerebro todas las cosas que hizo en el último medio año: todas ellas quintaesenciales. Y ahora ya nunca más, quizá, sus grandes sentimientos serán regulados y mantenidos por el necesario quantum de razón.» ¡Ah!, a menudo me pidió que fuera a Turín, y yo no lo hice! Es obvio que no me atribuyo ningún otro influjo sobre él sino el de que le hubiera distraído, estorbado, y turbado en su enorme soledad. ¡Pero esto hubiera resultado un buen servicio para con él!...Y bien, no pierdo la esperanza de que pueda recuperarse...La desgracia es, como he dicho, que en la cercanía de Nietzsche no había principio alguno aminorante. Pues la potencia espiritual de Nietzsche era tremenda; de no haberlo sido, no se hubiera perdido de tal modo.» A ello Overbeck le responde con la carta del 15 de enero, de varias páginas, y que es para nosotros la fuente de información más importante para los acontecimientos de Turín y de Basilea.
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COMPLEJO DE CULPABILIDAD
Overbeck intenta ahora implicar a Köselitz en la responsabilidad por el legado de Nietzsche, y Köselitz se presta a ello. Intenta un diálogo objetivo sobre la publicación de El crepúsculo de los ídolos y Nietzsche contra Wagner. Pero la carta del 31 de enero ya la cierra con esta sospechosa declaración: «¡No puedo escribir a la Sra. Nietzsche! ¡Discúlpeme lo más amablemente posible ante ella, estimado Sr. Profesor! Todos hemos de hablar lo menos posible de Nietzsche para que no cause más víctimas», pues «yo mismo casi me volví loco por la noticia y todavía ahora me encuentro bajo su aniquiladora impresión.. Deambulo al aire libre casi el día entero, ya que el cuarto, mi corazón y mi poco de entendimiento se vuelven demasiado angostos». Evidentemente, lo que había ayudado provisionalmente a Köselitz a evitar lo peor era el esparcimiento que le ofrecía la presencia de su viejo amigo y compañero de estudios de Basilea Widemann. Tras su partida escribe el 7 de febrero a Overbeck: «Desde que Widemann se fue he vivido horas horribles. Hace falta realmente un gran esfuerzo para superar algún que otro cuarto de esas horas: hace ocho días faltó poco para que me cayera por la ventana abajo a la Belleallianceplatz, y no por intenciones suicidas, sino por dolor de cabeza y mareo repentinos Algunas semanas después (23 de febrero) ya no puede soportar la «objetividad» y siente el impulso de «tomar distancia frente a los escritos de Nietzsche, en principio al menos frente a los últimos».
El 28 de marzo informa de un encuentro con Carl Funchs, que había ido a Berlín para un concierto que Köselitz estaba esperando allí: «Le leí algunos párrafos del Ecce homo, y estuvimos de acuerdo en que muchas de esas cosas no pueden publicarse. Algunas incluso resultaban muy cómicas en su presencia. Y el 13 de abril: «No he leído aún completamente su copia del Anticristo; ¡perdone que le retenga tanto! ¡El aire en este libro, y más aún en Ecce homo (que pronto habré copiado del todo), está tan cargado! Se espera un trueno en cada instante.»
Overbeck había hecho una copia del manuscrito del Anticristo, traído de Turín, para asegurar la conservación del texto y podérsela pasar a los amigos. Köselitz, por otra parte, tenía a mano el manuscrito del Ecce homo, que copiaba a su vez, y no sin «redactar» al mismo tiempo. Por lo que preguntaban ambos sin resultado alguno era por la «Transvaloración de todos los valores» que Nietzsche anunciaba insistentemente. Kóselitz escribió al respecto el 18 (?) de enero algo que, desgraciadamente sólo aparece conservado en un extracto de Overbeck: «Si estuviera acabada esta obra -según creo, Nietzsche se volvió loco en el júbilo por el triunfo de la razón humana en él, por la consumación de la obra-, habría que seguir estando contento, después de todo, por muy frívolo casi que esto suene. Lo que nos aflige ahora es el temor de que el desmoronamiento sucediera demasiado pronto a la encarnación de estas ideas. El que los manuscritos de esa obra no estén entre las cosas que usted se trajo, es algo que me inquieta, he de reconocerlo. Pero se tranquiliza al pensar en la fiabilidad del remitente de Turín, es decir, los Fino, y por el hecho de que éstos no tengan idea alguna de la importancia de los manuscritos «de modo, así, que es de esperar que todo llegue en su integridad». Y seguramente ése fue el caso, y sin embargo, la «Transvaloración» no estaba entre ello, porque no existía. Tras el concierto de Funchs, Köselitz se había vuelto a retirar inmediatamente a Venecia y enmudeció para Overbeck hasta septiembre. Entonces, por fin, le confiesa el día 24: «Su última y amable tarjeta era del 24 de abril. El que no le haya contestado hasta ahora, el que no me haya informado ante usted sobre el estado de Nietzsche, son cosas que me exponen a grandes malentendidos. Además de esto, mi silencio fue deliberado, y en absoluto debido a falta de tiempo. En mi soledad, tuve que evitar todo lo que me volviera a introducir en le meditación profunda de nuestra horrenda desgracia...No puedo justificarme por mi mutismo. La falta está sólo en mi impresionabilidad enfermiza. Y sólo, en tierra extraña, en nuestro caso estoy siempre cerca de perecer.»

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REMBRAND COMO EDUCADOR
Julius Langbehn es una de las «figuras en torno a Nietzsche», también él pertenece al monde de Nietzsche, aunque sólo aparece en él por su corta intervención en la suerte fatal de Nietzsche, Por su aventurero intento de curación-. En su época había ganado enorme consideración por su libro Rembrandt como educador, que, habiendo aparecido en 1890, después de un año ya alcanzaba 25 ediciones (66.000 ejemplares) y al final 84; todo ello le valió el apodo de «el alemán-Rembrandt».Su «obra» no dejó ningún rastro memorable.
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PROFETA SALVADOR
Julius Langbehn era de uno de esos profetas salvadores que siempre aparecen, ante los cuales suele sucumbir la amplia masa de espíritus exaltados y no muy versados intelectualmente. Puesto que Langbehn circunscribió su visión de un futuro ideal a un acontecimiento nacional alemán, a una renovación cultural «helénico»-alemana, pertenece de modo sospechoso, junto con el antisemitismo contemporáneo de un Bernhardt Förster, a los «fundamentos del siglo xx». Su éxito temporal muestra cómo posibilidades que en el siglo xx llegaron a tener tan horrendas repercusiones, ya encuentran sus raíces en el final del siglo xix, y además en amplias capas populares. .
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ORIGEN HUMILDE
Julius Langbehn creció en Kiel. Nació como tercer hijo el 26 de marzo de 1851. Los ancestros de Julius Langbehn eran del Holstein. Vivieron del modo más humilde, la mayoría de las veces como jornaleros. La madre procedía de una vieja familia de pastores protestantes. En 1870, a los 19 años, se presentó voluntario para la guerra y fue licenciado en junio de 1871 por enfermo (reuma) con el rango de oficial. En 1875 es dimtido por su asociación estudiantil de Kiel «por hablar impertinentemente». Entonces va a estudiar arte a Munich. El 20 de enero de 1880 se gradúa como doctor en Munich con una disertación sobre «Figuras aladas griegas». Su maestro -Brunn- se preocupa, primero sin éxito, ante el «Instituto arqueológico imperial» de Berlín, por una beca para Langbehn para un viaje por Grecia e Italia. Sólo en el otoño de 1881 se le concede la beca, que, sin embargo, ya no es prolongada en la primavera de 1882, con lo cual se frustra para Langbehn la continuación del viaje de estudios. Obviamente se sentía que el candidato se había alejado plenamente en su interior de su «gremio», y estaba decidido a seguir un camino propio. El 21 de diciembre pudo, así, escribir a su amigo Muhl: «Próximamente traspasaré el Rubicón hablando propia e impropiamente, es decir, arrojaré por la borda a los intelectuales del gremio. Cumpliré todavía con la beca y con las obligaciones que acarrea; ¡y después, punto final!» Siete años más tarde también Nietzsche (carta a Köselitz), al comenzar el desmoronamiento, quiere «traspasar el Rubicón» espiritualmente.
Langbehn nunca llevó una vida «regular», como, por ejemplo, en un puesto académico de relieve. Los bienes temporales no le importaban en absoluto, se contentaba con trabajos indigentes y temporeros de archivo o como conservador en museos y colecciones. Con su modo de ser seductor conseguía siempre alojarse en casa de amigos, para los que, dadas sus humildes pretensiones, tampoco suponía una gran carga. De los efectos más duraderos fue su amistad con el pintor Hans Thoma.»
Y es que Langbehn» era una persona llena de sentido artístico, con una capacidad extraordinaria de vivencia del arte. En el tiempo que permaneció con Thoma (1884-85) tuvo lugar una salida a Darmstadt, donde Langbehn vio el Cristo en la columna de la flagelación de Rembrandt. La impresión causada por esta experiencia artística grabó toda su existencia futura (de modo parecido a la experiencia del Tristán que tuvo Nietzsche en Munich). Así, el que cinco años más tarde ponga a su libro el título de Rembrandt como educador es, ciertamente, algo más que mera parodia del Schopenhauer como educador de Nietzsche, por muy evidente que resulte el paralelismo.

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SISTEMA EDUCATIVO
Desde la primavera de 1885 hasta el verano de 1892 Langbehn vivió en Dresden. En esta época se empeña cada vez más en una inútil oposición a sus compañeros de especialidad y a todo el sistema educativo y universitario. En este contexto hay que ver sus pérfidas invectivas contra Binswanger y el hospital de Jena, con las que intranquilizó temporalmente, en 1890, a la madre de Nietzsche y a Köselitz. En febrero de 1891 devolvió a la Facultad de Munich su título de doctor, roto en pedazos, después de que ésta no accediera a su deseo de anular su promoción doctoral.
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ESPECULACIONES MÍSTICAS
Langbehn fue perdiendo cada vez más el suelo de la realidad y entregándose a especulaciones místicas para las que espera satisfacción y realización, finalmente, en una conversión al dogma católico-romano. El 26 de febrero de 1900 recibe el bautismo, el 7 de marzo la primera comunión. En junio de 1900 se traslada a vivir a la católica Würzburg, el 30 de abril de 1907 muere en Rosenheim (Munich), probablemente de un cáncer de estómago.
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MEDICINA DEMONÍACA
Pongamos un ejemplo sacado de sus anotaciones filosófico-religiosas: «El demonio es el creador de todo disgusto que se causa y que se sufre. Antes del pecado original lo divino caía recto en el mundo, ahora cae inclinado. Aparece como un palo roto, introducido en el agua. Se ha producido un desvío a través de un medio turbio -a través del demonio...Así como los buenos espíritus se encuentran amistosamente en Dios, los malos espíritus se encuentran enemistosamente en el demonio; él significa incapacidad de desarrollo, endurecimiento, totalidad del mal, en lo posible. Satán tiene también carácter, pero no alma...Y así como Dios es el espíritu del todo y de lo esférico, el demonio es el espíritu de lo parcial y de lo dividido.» Y ahora, partiendo de la convicción de que la medicina oficial demoníaca, por su propia naturaleza, se confunde en todo y lleva también a Nietzsche a la perdición, de que Nietzsche no está seriamente enfermo en absoluto, sino sólo desatendido, tratado falsamente y conducido por vía falsa, este hombre se decide en el otoño de 1889 a imponerse como su salvador.Consideraba que los  escritos de Nietzsche eran extravíos causados por un influjo maligno y que lo único que le había faltado era una fuerte crítica hecha a tiempo.Sobre todo, responsabilizaba (como también Kaftan) a la postura de lucha de Nietzsche contra el cristianismo del agotamiento nervioso transitorio y creía que si se volvía a llevar a Nietzsche al buen camino, si se le reconciliaba con lo suyo propio, con su modo de ser ideal piadoso, se disolvería la tensión, desparecería el trastorno del ánimo.Y, a diferencia de Kaftan, se creía con fuerza y con habilidad intelectual suficientes como para producir ese retorno.
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DESCONFIANZA
Pero ya tras un corto tiempo de ensayo se debería haber dado cuenta de lo poco accesible que era Nietzsche de ese modo.A finales de noviembre de 1889 Nietzsche reacciona con un ataque de furia ante la «filosofía» de Langbehn, le arrojó una mesa ante los pies, lo amenazó con los puños y llamó a los celadores; ante ello, el «salvador» desapareció, para no volver, camino de Dresden, desde donde continuó su juego, poseído misionariamente, insistiendo en que era su cometido, su tarea, la de recuperar a Nietzsche para la humanidad. Casi durante cuatro meses pudo ejercitar con algún éxito su fantasmagoría ante la madre y ante Köselitz, para lo cual, hábilmente, atribuyó como mérito a su método la remisión que Binswanger ya había notificado en septiembre y encontró aceptación en ambos para esta tesis, hasta que a finales de febrero de 1890 Overbeck logró expulsar al demonio, como en su tiempo al «fantasma de Rosalie Nielsen».
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MADRE IMPRESIONADA
Resulta bastante trabajoso reconstruir en detalle el «episodio Langbehn».La primera escena de esa tragicomedia parecía prometer mucho en principio. A finales de octubre, «para gran sorpresa» de la madre, llegó «aqui [Naumburg] un cierto Sr. Dr. (historiador del arte) de Dresden, sólo una hora después de haber enviado una carta llena de profundo respeto y de haberse anunciado. "Le gustaría ponerse a mi disposición si pudiera servir en algo para el cuidado del enfermo". Estuvimos juntos un par de horas.......Poco después realicé la prometida visita a mi hijo y me preocupó la idea de si era tiempo ya entonces de que un extraño lo visitara, de modo que le escribí rehusando. Nuestras cartas se cruzaron y él me escribió una de 12 páginas llena de un sentimiento conmovedor....Pensé entonces que ésta era definitivamente la persona apropiada para sacar de paseo diariamente a mi Fritz...que está tan acostumbrado al aire libre...Así pues, escribí a Binswanger contándole todo el asunto y preguntándole si permitía, aunque en principio fuera a modo de prueba, que el susodicho señor fuera a pasear con él 2 horas por la mañana temprano y 2 horas por la tarde... Dije que de ese modo seguramente mejoraría el sueño y los nervios se recuperarían. Y, Dios sea alabado, el Sr. Prof. Binswanger aceptó la propuesta».
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DUO COMPENETRADO
En una carta de la madre de Nietzsche, ésta afirma:
«Ayer hizo 8 días [= 13 de noviembre de 18891 vino el bueno y conmovedor Dr. Langbehn y tomé conocimiento en él de una de las personas más prudentes y estimables.. El jueves [= 14 de noviembre], a las 7,20 de la mañana, viajamos hasta Jena, presenté el doctor al Prof. Binswanger y a los médicos y... también a mi Fritz, y, así, caminamos ante el hospital...los tres juntos, arriba y abajo. Pronto llevé la conversación a Venecia y fue una auténtica alegría escucharlos a ambos. Fritz, recordando al Sr. Doctor el bello cuadro y hablando entusiasmado de él, citaba pequeños versos, que él.. en ocasiones...había hecho allí...y dijo al final al doctor: "Creo que usted va a devolverme la salud". El Sr. Doctor...me rogó que me quedara allí hasta el día siguiente, de modo que se acostumbrara mejor a él siendo yo todavía la intermediaria. Así lo hice y tuve mi compensación ese día en ambos paseos por poder oír a dos personas tan sabias e inteligentes, y el bueno del Sr. Doctor quedó totalmente prendado y convencido por la personalidad del buen Fritz, y desde entonces sale con él dos veces al día de paseo y me informa con todo detalle, y que Fritz le había vuelto a decir ayer: "Creo que usted me salvará"...Hoy [= 21 de noviembre] escribe el Sr. Dr. Langbehn... que el bueno de Fritz se alegra como un niño por cualquier atención para con él,"es un niño y un rey, como hijo de rey que es, así debe ser tratado, ése es el único método correcto".»
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RESQUEBRAJAMIENTO
Pero este dúo armónico no duró mucho. Dos semanas después, el 28 de noviembre, la madre tiene que informar que «el pobre doctor....a juzgar por sus cartas, parece estar muy afectado» y muy ocupado con la corrección de las pruebas de su libro. Si Langbehn quiere ya justificar con todo esto su soprendente partida tras el ataque de furia de su paciente, o bien si su nerviosismo ha contagiado al paciente y desencadenado el incidente justo poco después del 28 de noviembre, es cosa que ya no puede precisarse, puesto que, curiosamente, el historial médico sólo muestra durante todo este tiempo la siguiente anotación del 21 de noviembre: «Tengo dolor de cabeza, de modo que ni puedo ver ni andar», y respecto a los paseos con Langbehn, sólo tres semanas más tarde (20 de diciembre) se refiere a ellos tachándolos «hace poco». Pero entonces ya hacía tiempo que Langbehn no estaba en Jena. Del 8 al 10 de diciembre va la madre allí y puede informar, respecto a esos tres días, que a su «hijo le va muy bien, desde que volvió a dar diariamente amplios paseos con su acompañante. Pero éste, desgraciadamente, se ha marchado, estaba demasiado nervioso, y junto a la presión de su obra, se había impuesto una tarea superior al aguante de sus nervios...Ahora es un médico joven quien le sustituye en esa obra caritativa, yendo diariamente con él de paseo.»
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POSEIDO POR EL DEMONIO
El palmario fracaso que lo había llevado, tras dos semanas tan sólo, a abandonar a Nietzsche a sí mismo, es decir, a abandonar a su suerte el hospital que tanto difamaba, fue quizá lo que despertó en Langbehn el afán de retirarse lo más pronto posible de la empresa radicalmente fracasada. También puede ser que recibiera un duro golpe su admiración incondicionada por Nietzsche y que se perdiera en un relativismo, en el que también él, Langbehn, quedaba como el magnánimo perdedor. Pocos años después expresó, en este sentido, su postura frente a Nietzsche, y en muchas variantes que casi parecen inculpaciones por haber perdido el tiempo él, un hombre temeroso de Dios, con el poseído del demonio que era Nietzsche. Una vez hizo esto bajo el título: «Pobres, niños, pecadores.» A ellos «se dirige mi instancia de conversión...Nietzsche pertenece a la vez a los tres grupos; esto es propiamente lo que me une a él. Que él no sólo era un pecador, sino también pobre y niño, de ello podría yo dar pruebas conmovedoras. El corazón de Nietzsche estaba noblemente animado. Como persona le iba bien el patrón de la candidez, modestia, ingenuidad, por el que yo mido todas las cosas, a pesar de que intelectualmente estaba lleno de superficialidades, fallos, debilidades, enfermedades... Naturalezas como Nietzsche, como Byron -que cayó a menudo en lo sucio-, como Shelley... no quiero hundirlas más todavía, sino levantarlas. Aquí sólo puedo lamentar, no condenar. No habría que condenar a tales "publicaciones y pecadores" como personas, más bien ir en su ayuda tanto en la vida como en la muerte.» Y más tarde, en el otoño de 1900, a su obispo von Keppier, de Friburgo: «No puede confundirse a Nietzsche con sus seguidores y voceros. Considero posible e incluso probable que si hubiera vivido más tiempo habría cambiado su opinión sobre el cristianismo del mismo modo que en su tiempo la cambió sobre Wagner..."Ateos" como Shelley y "anticristos" como Nietzsche son simplemente niños de escuela escapados, que hay que llevar al buen camino... Los estravíos de Nietzsche, su así llamada filosofía, no es más que un suicidio mental y moral... [él] estaba totalmente equivocado, Don Quijote y el diable boiteux en una persona... Mi juicio sobre la persona de Nietzsche descansa sobre la impresión personal que me produjo. jamás he conocido entre los intelectuales una persona más ingenua y más inocua que él. Pero sus escritos -exceptuando el Zaratustra, que, después de todo, es bastante inquietante- los detesto más que usted todavía, si es posible. No puedo, literalmente, leer página alguna de ellos sin que me sienta mal físicamente. Dicho en una palabra, lo considero una naturaleza pura en la que entró el diablo.»
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EXIGENCIA DE TUTELA
Mientras Langbehn está recluido en su rincón de Dresden, la madre vuelve a hacerse presente. El 8 de enero informa a Overbeek: «¡Mi oración se dirigía a que mi querido Dios y Señor quisiera enviarme algún mediador con el Dr. Langbehn, a quien considero el único salvador posible con la ayuda de Dios!» Pero ese salvador la obsequiaba desde Dresden con cartas llenas de reproches y con el plan de llevar a Nietzsche a Dresden, de colocarlo allí o en los alrededores privadamente, bajo la vigilancia de un médico y de varios celadores, de toda una corte en la que él, Langbehn, sería el mayordomo y diariamente llevaría a cabo dos veces dos horas de paseo. Para ello había que confiarle la pensión basilea de 1.600 marcos  y traspasarle la plena tutela.
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KÖSELITZ Y LANGBEHN
La madre se dirigió a Köselitz pidiendo ayuda y consejo sobre la exigencia de Langbehn, y éste se decidió el 6 de enero a viajar hasta Dresden para echar un vistazo crítico a ese Dr. Langbehn y examinar sus planes, tal como prometió a Overbeck. Pero entonces sucedió la desgracia de que él también se dejó encantar. Köselitz, el 26 de enero:« El (Langbehn) debe de tener la tutela: primero, porque su sistema, ampliamente planificado, no debe sufrir ningún menoscabo, y después porque nosotros queremos tener garantía. Su que- rer-tratar-a-Nietzsche se convierte así en un deber -tratar -a -Nietzsche (con la responsabilidad frente al juez tutelar).» Esta fundamentación deshilachada no consiguió convencer a Overbeck.
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SENTIDO CRÍTICO 
Köselitz sin un examen objetivo, escribe a Overbeck el 7 de enero de 1890 «a las 9 de la mañana, el Dr. Langbehn...se ha marchado por pura admiración hacia Nietzsche y porque temía lo que yo también temí desde el principio:a saber, que se repitiera con Nietzsche la misma barbaridad que se ejercitó con Hölderlin, Robert Mayer, etc. En el hospital de Binswanger es tratado como un profesor degenerado, que se ha desperdiciado y vuelto loco en Italia -o mejor, no como profesor precisamente, sino como prisionero y condenado, con cuyo tratamiento un hombre de la sensibilidad de Nietzsche, aun cuando no estuviera ya enfermo, habría de hundirse: Nada de observación, de estudio del enfermo, nada de la así llamada ciencia moderna, ante la que tenemos tanto respeto los legos en ella -¡un comportamiento plenamente tosco, indigno e indolente con el enfermo! Celadores que lo agarran y se burlan de él, mientras que él se da perfecta cuenta de todo y lo siente horrible y trágicamente. En una palabra, Nietzsche está allí como en una casa de beneficencia -y no otra cosa. Comida miserable, incomodidad a todo respecto (ninguna silla en la habitación, sólo un duro sofá sin cojines, junto a la habitación el ciosett, del que llega el olor, etc.). Según todo lo que me narró este extraordinario Dr. Langbehn, de tantos merecimientos ya hasta ahora, Nietzsche sólo padece de cansancio de nervios como consecuencia del excesivo trabajo. Y que él, el Dr. Langbehn, conoce más gente así... que estaban peor que Nietzsche y que se han recuperado totalmente.» A ello le responde Overbeck: «No pienso salir en defensa del hospital de Jena, puesto que por principio estoy contra todos los hospitales de ese tipo...Pero me pregunto, ante todo este horror que se me ofrece, cómo Nietzsche ha podido siquiera resistir y cómo, en lugar de "hundirse" plenamente - cosa que usted, con toda razón, si se tiene en cuenta sus supuestos, pone como consecuencia necesaria -, parece, por lo demás que oigo, que se ha recuperado sin duda alguna, al menos en sentido corriente. Tengo aún otro motivo para dudar de que el caso se trate en Jena con esa completa rudeza, y es que, como yo sé, desde hace por lo menos un cuarto de año, no se le considera un caso desesperado, y, en todo caso, se rechazó hace tiempo un dictamen definitivo, que aquí por ejemplo fue hecho inmediatamente y con gran decisión... pero ¿qué he de pensar de ello si oigo, además, que conoce individuos que fueron recuperados de situaciones mucho peores que la de Nietzsche? Puesto que esta situación sólo la conoce el Dr. Langbehn a partir del instante en que parece claro que ya había salido de su peor estadio, y, además, los médicos desde el principio siempre contaron con la posibilidad de períodos de atenuación.» Pero quiere cerciorarse de la situación en Jena: «En estas circunstancias, lo que voy a hacer es lo siguiente. Escribiré a Jena a un médico que conozco allí del tiempo de mi docencia privada, y no en calidad de tal, sino en razón de que no se me ocurre nadie más allí a quien me pudiera dirigir de este modo, con el encargo confidencial de si puede confirmarme como posible...lo que me cuentan respecto al tratamiento de Nietzsche.» Lo cierto es que tampoco Overbeck se hallaba libre de reparos respecto a Binswanger, reparos que comunica algunos días más tarde (el 12 de enero) a Köselitz: «Tras la instalación de Nietzsche en Jena intenté de inmediato, como es natural, ponerme en contacto regular con Binswanger.....Más sospechoso que todo esto me ha resultado el que Binswanger en el otoño, como he sabido más tarde, haya estado aquí, sin preocuparse lo más mínimo de mí, sin ni siquiera darme a conocer su presencia. Lo único que sé es que él conferenció aquí con Wille sobre Nietzsche y defendió frente a éste una concepción menos desesperanzado del caso...Un segundo punto que me dejó perplejo fue el monto de las... facturas del hospital, y la última recibida anteayer...a causa de su poco monto, me habría llevado en todo caso a plantear de nuevo la cuestión de la asistencia de Nietzsche.....una manifestación de Binswanger, sobre los escritos de Nietzsche, demuestra cuando menos indiferencia.»
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ESCÁNDALO PÚBLICO
Si no transferían a Langbehn plenos poderes ellos temían que éste levantaría un escándalo público con un escrito «El caso Nietzsche» y los presentaría en él como incumplidores de su deber.
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ENFADO DE OVERBECK
Overbeck replicó enérgicamente: precisamente por eso no podía confiarse a Langbehn la tutela. Puesto que una persona a la cual hay que creer capaz de antemano de una perfidia así, no es digno de tal confianza.
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EXIGENCIAS EXAGERADAS
La disponibilidad de la madre hubo de colocar a Langbehn en una situación no poco embarazosa. En todo caso, vuelve a elevar ahora sus exigencias y pone en cuestión su acción recíproca, hasta tal punto que tenía que ir todo el asunto al fracaso. El 31 de enero exigía de la madre: «La abajo firmante se obliga por la presente bajo juramento, para el caso de que la tutela jurídica sobre su hijo Friedrich Nietzsche le sea traspasada al Dr. Julius Langbehn, a evitar...todo trato oral o escrito con el último. Se obliga además bajo juramento, respecto a las posibles visitas a su hijo que ella proyecte -durante el tiempo de esta tutela-, a seguir la instrucciones del Dr. Langbehn; especialmente a informarle previamente del momento de su eventual llegada y partida.»
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DOLOR EN EL CUELLO
Por otra parte,comunicaba a Köselitz el mismo día: «Ha surgido un nuevo cambio, por cuanto sólo puedo comenzar dentro de tres meses...mi tratamiento de Nietzsche; hasta entonces he de curar mi mal de cuello, que ha empeorado. Naturalmente estoy dispuesto a asumir ya la tutela pero entretanto será mejor dejar estos tres meses al juez para la transferencia ...Estas gestiones con él debe hacerlas usted; y además inmediatamente.... Durante ese período, usted u otros amigos de Nietzsche han de hacerle compañía; si me telegrafía inmediatamente aquí que usted está dispuesto y autorizado a traer aquí a Nietzsche en 6 ó 7 días, buscaré un alojamiento para él en las cercanías de Dresden; pero naturalmente tendría que disponerse aquí de toda su pensión -1.600 marcos... Yo, por mi parte, sólo estaré en Dresden 8 días a partir de hoy y luego me iré por tres meses.»
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SUSPENSIÓN DE CONTACTO
Sacar a Nietzsche del hospital en el plazo de 6 ó 7 días; girar a Langbehn la pensión de Basilea: todas ellas eran exigencias que no podían cumplirse, eso lo sabía él mismo.Pero todavía no tuvo bastante con esto, al final exige terminantemente la previa firma de la madre de la renuncia al contacto: «sin esto no acepto la tutela».
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PAPA Y SULTÁN
Después de todo, Köselitz conservó la sangre fría y no se dejó provocar, y justamente porque adivinaba esa intención detrás de la provocación de Langbehn: «Quien lea ese legajo que he recibido de él apenas comprenderá por qué yo, en lugar de -retenerle, no le he echado fuera. Pero, precisamente porque me pareció que intentaba hacerse retirar con violencia (a su parecer, con "injusticia") del asunto Nietzsche, no le di yo ese placer. Contra personas tan violentas practico la política del papa y del sultán -la mayor paciencia, indiferencia, expresión del sentimiento de que, como potencia de larga tradición, nunca ha podido hacerle perder el equilibrio el ladrido de un perro.»
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CANDIDATO IDONEO
Pero qué había de pensar Overbeck de la postura perspicaz anterior de Köselitz, cuando en la misma carta, algunas líneas más abajo, tiene que volver a leer la mayor loa de Langbehn: «Soy deudor, ante una posteridad rectora, de conservar a este hombre para Nietzsche. ¿Por qué no habría de suceder que por una vez fuera Belcebú quien expulsara al demonio? Ninguna otra persona de las cualidades intelectuales de Langbehn ha de volver a encontrarse dispuesta a aceptar por dos años la obligación de tratar a Nietzsche.» Köselitz esperaba el milagro de una salida airosa, pero este milagro hubo de introducirlo Overbeck, puesto que Köselitz ya no estaba en situación de ello, especialmente desde que a comienzos de febrero había recibido del autor el libro de Langbehn Rembrandt als Erzieher y se había entusiasmado con él, mientras que Overbeck opinó al respecto: «Seguro que hay mil verdades ahí dentro, pero entonces seguro que hay también otras tantas necedades...Hacía tiempo que no tenía en mis manos nada de carácter tan doctrinario...todo ello en las antípodas de Nietzsche.»
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DESPERTAR?
Pero de repente le aparece toda la incertidumbre del asunto.Overbeck ya había precavido el 8 de enero frente al hecho de que, en definitiva, era Nietzsche quien podía resultar la víctima de una acción fallida. Esa consideración intranquiliza ahora también a Köselitz. En una frase entre paréntesis introduce la idea, en medio de las demás explicaciones:«He de dejar sin zanjar la cuestión de cuál sería el placer que se le causaría a Nietzsche volviéndolo a despertar a la vida. Creo que, aproximadamente, nos estaría tan agradecido como uno que salta a la corriente para matarse y es sacado a continuación vivo por un necio asno salvador. ¡He encontrado a Nietzsche en situaciones en las que -¡horrible!- me parecía como si fingiera la locura, como si estuviera contento de que todo hubiera terminado asi. La filosofía de Dioniso sólo podía escribirla muy probablemente estando loco - pero todavía no está escrita, aunque él cree haberla apuntado ya.»
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Julius Langbehn















































































































































































































LLENAR UN VACIO
El 20 de enero Köselitz había ido a Jena para llenar el vacío que había dejado Langbehn. Al día siguiente escribe a Overbeck: «Después de dos años y cuarto volví a ver hoy a nuestro gran amigo; puede usted irnaginarse que con el corazón roto. Me reconoció inmediatamente, me abrazó y me besó, y, por su encantado y repetido darme la mano, parecía querer decir que apenas creía en mi presencia. Me admiró su memoria, pero observé también [cosa que no podía controlar el Dr. Langbehn] que de vez en cuanto añadía algo de su invención, incluso perspectivas plenamente horrorosas. A veces no podía distinguírsele del viejo Nietzsche; pero a menudo resulta evidente su haber-perdido-el-equilibrio. Su risa es usualmente alegre, pero puede llegar a hacerse también inquietante; asimismo aparecen accesos de mal genio y una obstinación muy peculiar respecto a pequeñeces.Como mejor se le aparta de ello es con galletas, etc. -Ahora paseo con él todos los días.» ¡Así que él podía pasear con el «prisionero» del Prof. Binswanger!
Biografía de Nietzsche
Julius Langbehn















































































































































































































ALQUILER DE PISO
Durante cuatro semanas puede Kóselitz tratar con Nietzsche sin inconvenientes, el doble de tiempo que lo soportó Langbehn. El 16 de febrero viene a añadirse además la madre. Alquiló una habitación en Jena, en la Collegienstrasse 12, desde donde Köselitz informa el 20 de febrero a Overbeek: «Nietzsche es recogido en torno a las 9 de la mañana del hospital y permanece aquí abajo, en la ciudad, hasta las 6 de la tarde. La habitación en la que están los dos la mayor parte del tiempo se encuentra sobre la mía, de modo que puedo subir inmediatamente en cuanto suceda algo. Hoy es el tercer día en que se hace la prueba: sólo una vez se dio una escena, pero sin culpa. La madre había limpiado las gafas de Nietzsche, y al hacerlo el cristal se salió de la armadura de oro. Nietzsche se puso a llorar "¡pero, madre, qué es lo que has hecho!"... Pronto conseguí poner de nuevo el cristal en su sitio y Nietzsche volvió, inmediatamente a mostrarse alegre y contento.»
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Julius Langbehn















































































































































































































EL RELEVO
Entretanto Köselitz buscaba relevo. A finales de febrero acabó su tiempo. Se le había prometido en Danzig la representación de su ópera y tenía que supervisar los ensayos. Con tal motivo escribe a Overbeck al final de su carta: «¿No tendría usted, admirado Sr. Profesor, inmediatamente después de acabado el semestre, tiempo para echar por sí mismo una mirada a Nietzsche? Yo ya llevo aquí más de 4 semanas; un trabajo muy cansado.»
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Julius Langbehn















































































































































































































OVERBECK EN JENA
Overbeck decide visitar Jena. Usa para ello los tres días de vacación de carnaval, del 23 al 25 de febrero, y permanece allí en el trato más íntimo con el amigo enfermo, pero extraordinariamente recuperado; anotó al respecto: «Con permiso del médico pude estar con él durante horas fuera del manicomio, sentarnos juntos, comer, ir solos de paseo incluso por las cercanías de la ciudad. En este trato, un observador absolutamente extraño apenas hubiera encontrado motivo alguno para observaciones dudosas, a excepción de algunas extravagancias en los modos de Nietzsche -a la mesa o fuera, en la calle, cuando hacía ademán de golpear a los perros o incluso a las personas que aparecían de improviso, u otras cosas parecidas. Para él nosotros podíamos ser dos viejos amigos, pero sólo yo sabía que nuestro trato ya sólo vivía exclusivamente de un pasado. Nietzsche me saludó, inmediatamente que nos encontramos por primera vez en la vivienda de su madre en Jena, como si nada hubiera conmovido nuestras antiguas relaciones, y así sucedió hasta mi partida de Jena. La participación de Nietzsche en nuestras conversaciones casi había crecido incluso, pero estas conversaciones tomaban su contenido casi exclusivamente de la época anterior a la aparición de la locura. Por mi parte no faltaron intentos de dirigir sus pensamientos a las últimas experiencias, de las cuales me interesaba, sobre todo, su trato, roto hacía poco, con el Dr. Langbehn. Inútilmente: Si bien Nietzsche se las entendía a veces, y esto sin incitación por mi parte, para hacer manifestaciones confusas sobre sus vivencias presentes, por ejemplo sobre sus relaciones en el manicomio, sobre las que no le faltaba conciencia en absoluto, en general parecía no guardar recuerdo alguno de su pasado más reciente, y a veces parecía eludirlo premeditadamente, por ejemplo, hacía como si apenas hubiera conocido al Dr. Langbehn; habláramos de lo que habláramos, y en el modo totalmente confidencial de siempre, los temas surgían casi exclusivamente del pasado situado detrás de aquel momento de la aparición de la locura. Es verdad que los recuerdos de esa época en Nietzsche tampoco eran fiables, ni mucho menos, por muy detallados y aparentemente seguros que se mostraron. Pues con aquellos que eran sorprendenternente precisos, lúcidos y del todo correctos, se mezclaban otros que eran confusos y completamente fantásticos además en parte. Pero, en general, podía decirse que Nietzsche poseía todavía un acopio importante de recuerdos reales del período anterior al momento de su trastorno mental, y que hacía uso de ellos con toda despreocupación, mientras que lo más reciente quedaba como borrado para él; sí, parecía que nunca lo hubiera captado, por así decirlo. Bajo estas condiciones, nuestro trato se desarrolló entonces -duró tres días- como si hubiera tenido lugar desde dos planetas diferentes. Yo había quedado en el antiguo, en un tiempo -es decir, hasta la aparición de su locura- habitado en común por los dos; Nietzsche se encontraba en el nuevo, pero sólo podíamos intercambiar cosas que pertenecían a aquel período anterior, e incluso de éste Nietzsche sólo conservaba recuerdos quebrados. Y bajo estas condiciones nuevas nos tratábamos, sin embargo, como si nada hubiera sucedido entre nosotros, como viejos amigos. Como ejemplo de ello me referiré sólo a la conversación sobre la vuelta de Nietzsche a su puesto de Basilea, conversación a la que volvía siempre, por cuanto se figuraba que su recuperación estaba próxima. ¡Ya entonces me pareció esto un síntoma especialmente fuerte de su trastorno mental, al pensar en la importancia que había concedido durante años, en sus días todavía sanos, a su liberación de aquel puesto! Después caí en la cuenta que como tal síntoma podía aducirse, mejor, la circunstancia de que nuestras conversaciones de entonces se referían la mayoría de las veces a condiciones externas de Nietzsche, y, por ello, también y primordialmente, a personas con las que se había relacionado (Wagner entre otras), y de que esas conversaciones mostrarían aquella extraña mezcla de claridad y confusión del recuerdo, mientras que Nietzsche apenas se refirió alguna vez a sus escritos ni, sobre todo, a los planes, todavía inacabados, que habían sido la preocupación absorvente de sus últimos días claros. No es que en estas conversaciones de Jena aquí descritas faltaran rasgos de ingenio que pudieran recordar todavía las más altas aspiraciones de Nietzsche, más bien hubo algunas cosas que me sorprendieron en este sentido; en general, esos rasgos se habían vuelto llamativamente escasos, y yo tenía la impresión como si el espíritu de Nietzsche ya sólo pudiera elevarse en raras ocasiones sin perderse en lo fantástico, mientras que el tenor entero restante de sus modos disminuía hasta tomar sólo el carácter fundamental de una "tranquilidad" lindante con el abatimiento o la postración. Tampoco Nietzsche mostraba entonces rasgo alguno de aquella obstinación de Turín, dado que ahora, más bien, y a pesar de todas las excentricidades expuestas, se dejaba conducir por mí docilmente como un niño, especialmente porque la dirección de sus pensamientos se trastocaba inmediatamente e inmediatamente era confiada a cualquier otra persona que tuviera que ver con él; y así, totalmente en contra de mi preocupación -que sólo cedió ante la evidencia-, a la vuelta de nuestro paseo al atardecer, se dejó conducir a su alojamiento del manicomio sin la menor dificultad. Así, aunque sólo después en una mirada retrospectiva a mis experiencias con Nietzsche, también este reencuentro con él, el tercero después de su oscurecimiento mental, me pareció una muestra de la persistencia del afecto que me profesaba. La verdad es que, al regresar a casa después de aquellos días de vacación de carnaval usados para el viaje a Jena, eran otras y mucho más tristes las impresiones que me embargaban que la de la integridad casi intacta de nuestra amistad.»
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Julius Langbehn
























































































































































































































SOPORTAR LA CARGA
Había llegado en el momento oportuno para hacerse cargo de una tarea para la que nadie -en opinión de Köselitz- tenía la fuerza y la capacidad. Ya ni siquiera a Langbehn le creía capaz Köselitz de soportarlo: «Sólo en días de muy buena inclinación por los humanos he creído que él realmente pudiera perseverar mucho tiempo como tutor de Nietzsche. Este hombre se hubiera cansado de la historia después de 14 días...Ni usted, estimado Profesor, ni Widemann, ni yo, seríamos capaces de aceptar una responsabilidad así simplemente porque debemos todavía a nuestros talentos...hacer que resplandezcan como tales» (20 de febrero de 1890). Köselitz abandonó Jena en los primeros días de marzo. La confirmación del Dr. Fuchs de Danzig de que se iba a estrenar allí su obra, era ciertamente un motivo suficiente.
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COMO UN NIÑO
Solamente se queda ya la madre con Nietzsche en Jena. La correspondencia con Overbeck nos permite saber como marchaban las cosas:«Anteayer fue un día penoso puesto que cuando le recogí en la ciudad hacia las 10, no había quién lo sacara de una calle, quién le hiciera desistir de volver a ella (aunque lo mantuve firme del brazo) y de contemplar las cosas en los escaparates, de precipitarse en una panadería y escogerse toda suerte de panecillos, asimismo, en una tienda de comestibles finos, higos, dátiles y pequeñas nueces, y se lo comió en el camino...De tales incidentes se aprende con facilidad, y por eso ayer sólo lo recogí hacia el mediodía, y entonces me acompañó con gran contento hasta la vivienda de la ciudad..Después dimos un pequeño paseo todavía antes de comer, y fuimos al "Stern", donde hubimos de comer en la sala del piano...Naturalmente él tocó inmediatamente algo, y algo muy bello, después comimos y más tarde tocó el Sr. Köselitz, mientras él escuchaba con el rostro más alegre posible, y tras esto di un gran paseo con él solo  pasando ante la cueva de la roca y hasta el puente del ferrocarril .... Después se durmió en casa, pero un poco sólo, y más tarde le leí algo....mientras le pasaba, durante todo el tiempo, la mano por la frente hacia arriba o se la dejaba reposar allí durante segundos, y esto parecía hacerle bien...Hay que acomodarse a él en todas las pequeñas cosas, pero el leerle despacio parecía hacerle bien...Así, hay que tener paciencia y confiar en la gracia y en la bondad infinita del buen Dios, también en vistas al tiempo que se avecina, en el que nos abandonará nuestro buen Sr. Köselitz.» (28 de febrero de 1890 a Overbeck.)
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APACIGUAMIENTO
Así, ella lo observa, se amolda a sus peculiaridades; y, sin embargo, va ejerciendo cada vez más una dirección suave. Y el apaciguamiento que se sigue de ello, actúa en adelante favorablemente sobre el enfermo. Así, tres semanas después, el 22 de marzo, puede informar a Overbeck: «Me parece como si semana a semana se volviera más claro. Así, hace algunos días, como lo hace diariamente después de comer en el "Stern", tocó algo al piano.Su modo de tocar el piano tiene algo tan delicado que se nota que piensa al hacerlo, y toca además la mayoría de las veces suavemente, porque así se lo he pedido y, naturalmente, se lo pido cada vez "para que no excite con ello sus nervios", y así lo hace. Pero ha sucedido también no querer seguir siendo dirigido por mí, entonces le dije "bien, si tú ya no lo quieres me marcharé, puesto que el Prof. Binswanger me ha encargado que te dirija siempre". Inmediatamente quiere resarcirme y me abraza inmediatamente en la calle y sujeta tanto más fuertemente mi brazo...»
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LA MADRE RECOGE A SU HIJO
Afirma la madre de Nietzsche:
«Lo recojo a las nueve y media de la mañana y se queda conmigo hasta las siete menos cuarto de la tarde... No quiere saber nada exactamente sobre la posibilidad de ir a Naumburg, y yo también he sopesado qué clase de lucha se entablaría si no le dejo en su gabinete con sus libros. Y lo mismo si no pudiera tocar el piano como antes, las veces que quiera, salir solo igualmente... etc., ete... Realmente, hay que aclimatarse primero con el hijo querido, y un extraño no puede hacerlo, por ejemplo, ahora simplemente nos volvemos cuando pasa alguien ante nosotros... porque él ya no quiere saludar,...y ayer dijo en tal circunstancia:"evadido de nuevo el peligro".» Por otra parte se dirige también a cualquiera en la calle, lo saluda dándole la mano.
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VIVIENDA MAYOR
Pero poco a poco va madurando la decisión de sacarlo del hospital y de su supervisión. De todos modos, la madre hubo de buscar otra vivienda para el 1 de abril, cosa que hizo ya con la idea de poder acoger en ella al paciente. Finalmente encuentra «una vivienda muy bonita, como hecha para Fritz, Ziegelmühlenweg, n. 3, en casa de la Sra. Schrön», donde ya puede instalarse con él el 24 de marzo.
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INCIDENTES
La tarde anterior, al llevarlo ella por última vez al hospital tras el paseo vespertino, dijo él de repente: «Mamaíta ya estamos de nuevo ante esta casa horrible, cómo pudiste hacerme esto, estábamos en direcciones completamente opuestas, quién ha sido el que me ha traído a esta casa, no entro, voy contigo a tu vivienda.» La madre hizo un gesto al jefe de celadores, que casualmente estaba presente, «para que lo cogiera del otro brazo, y con ello volvió a olvidar su enojo». La madre informa después: «Al día siguiente... recogí a mi querido hijo hacia las 10 para llevarlo primero a dar un paseo...y para instalarlo después en la nueva vivienda pedí para la tarde a su celador habitual...Fue una suerte que lo hiciera, puesto que de repente explicó "pero yo estoy acostumbrado a la luz durante la noche y además hay que cerrar la puerta firmemente". Hubo que inventarse una pequeña mentira para salir del paso, ... con ello se tranquilizó finalmente, pero todo ello me había puesto tan nerviosa que no pegué ojo aquella noche.» Después, ella le dice que es una orden de Binswanger no darle luz alguna ni tampoco cerillas, «y así se conformó el querido niño, ahora se desviste él sólo todas las noches y yo me acerco a su cama para decirle las buenas noches y darle un vaso de agua azucarada...Desde ayer estoy completamente sola en la vivienda [la dueña de la casa se ha ido de viaje]...»   (30 de marzo de 1890 a Overbeck.)
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ACONTECIMIENTO IMPREVISTO
De este modo, ambos, de la mano, deambulaban hacia la primavera, hasta que un acontecimiento imprevisto obligó el 13 de mayo de 1890 a un traslado repentino a Naumburg. La madre se lo describe a Overbeck:  «Dos días antes de nuestra partida íbamos, como siempre, a tomar el baño de agua salina, cuando vino hacia nosotros.... el bañero y nos dijo que hoy no podía ser porque tenía previsto la limpieza de la caldera de la calefacción...A la mañana siguiente me desperté muy pronto...bebimos café con bollos... Me di toda la prisa que pude para preparar panecillos con jamón... como segundo desayuno para nuestro paseo después del baño,....le digo que se ponga su chaqueta de paseo...,ya que la de casa se ve muy usada. Pero él quería quedarse con ésta y no ponerse la otra, tomar el sombrero y fuera...Todos los ruegos no valieron de nada, que yo traiga todo, que él quiere ir al baño". Imprudentemente vuelvo rápidamente arriba, recojo todo precipitadamente y voy hacia el baño, pero mi querido Fritz no estaba allí, lo busco, después de ir tres veces a la clínica ocular, donde están los baños salinos, y otras tantas, en medio, hasta casa, lo mismo al Paradies, donde comemos ahora, como también al Stern, al barbero, envío en su búsqueda a la criada ---que vivía en casa con su marido-, en ninguna parte se le encuentra. ¡Esas dos horas de angustia mortal seguramente podrá usted comprenderlas! Finalmente decido ir a la policía, ya que...,roja como el fuego y bañada en sudor ya casi no podía moverme...tuerzo hacia la Koilegienstrasse y nada más llegar a ésta veo cómo mi hijo querido viene por la calle al lado de un policía charlando con toda tranquilidad. ¡Me hubiera gustado, en agradecimiento, hincarme de rodillas ante mi buen Dios!.. Se me dijo que había querido bañarse en una charca junto al baño de hombres y que había deambulado por allí mucho tiempo desnudo. Naturalmente no me atreví a hacer ningún reproche a Fritz, sino que sólo le pregunté: "Viejo niño, no estuviste en el baño ¿dónde has estado?" Entonces dijo: "Tú misma oíste ayer al bañero que ya no puede uno bañarse allí, entonces me fui al baño donde me he bañado antes" [desde el hospital] y contó que había hecho oralmente una especie de expediente: "Que él era el Prof. Nietzsche, que había nacido en Röcken, cerca de Lützen, que su padre había sido primero educador en la corte de Altenburg y después párroco en Röcken". Creía que todo el asunto se había arreglado con ese susto por mi parte... cuando a la mañana siguiente viene el Dr. Ziehen (ninguno de los médicos... durante las siete semanas... se había preocupado de él, a pesar de que yo... les hice un informe después de los primeros ocho días). En fin, apareció el Dr. Ziehen y dijo: "que el incidente de ayer con mi hijo había causado un gran escándalo, cosa que a ellos, médicos del hospital, les resultaba, naturalmente, muy desagradable", y, a pesar de que le narré todo hasta con los mínimos detalles,... él se mantuvo firme en el encargo de Binswanger de tener que enviarme al médico de distrito, y de que yo debía decidirme a tomar un celador o a ingresarlo de nuevo en el hospital... El médico del distrito... no venía, yo llena de miedo de que me enviaran un celador, así que empaqueté las cosas sin más y, tras comer en el Paradies, fuimos a casa de los buenos Gelzer, donde yo, mientras Fritz tocaba algo al piano, les conté todo,... envié a buscar a un hijo de una amiga, que estudiaba allí, muy práctico y un magnífico organizador de viajes, y en torno a las 6 tuvo lugar la salida de la última vivienda, maravillosamente situada, de dos grandes habitaciones y un balcón... El viaje se efectuó también extraordinariamente pues pareció divertirlo. Yo había telegrafiado a Alwine, y su infantil alegría por nuestra llegada tuvo algo realmente emotivo, y ella dio muchos saltos de alegría, también por el buen aspecto del Sr. Profesor. Hube de conducir a Fritz por todas las habitaciones incluida la buhardilla y todo pareció proporcionarle contento.» La madre sabe que ahora le espera una difícil tarea:«»
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CUADRO IDÍLICO
Era evidente que la madre había tenido éxito en Jena con la «existencia paseante». Por ello, en Naumburg, no vio motivo alguno para abandonarla. Lo único que había que hacer era evitar incidentes, no provocar escándalo público alguno por el que la policía pudiera llamar al orden, y para ello se brindaba una oportunidad en Naumburg en la propia casa. Ella seguía teniendo al menos un alquilado, un rentista apellidado Tittel, que estaba dispuesto a hacer de acompañante en los paseos, para poder disponer en caso necesario de cierta fuerza «masculina». Pero no se necesitaría nunca. En la misma carta del 28 de mayo de 1890, en la que había narrado y justificado a Overbeek la huida de Jena, la madre continúa: «Abajo tengo viviendo a una especie de rentista, a quien rogué que nos acompañara en nuestros paseos, llevé a Fritz a su vivienda para que este señor pudiera ayudarle al bañarse...Tomó el baño, el Sr. Tittel nos acompañó en nuestro pequeño paseo, pero cuando di el desayuno a Fritz, éste lo arrojó a la hierba, enfadado porque no lo haya dejado ir a Leipzig, que así no soporta la vida. Yo sabía que era sólo la compañía del Sr. Tittel lo que lo había puesto fuera de sí de ese modo, y desde entonces hago que el Sr. Tittel vaya unos 50 pasos detrás de nosotros durante los paseos, de modo, naturalmente, que él no se dé cuenta, y, Dios sea loado, todo vuelve a ir bien. Naturalmente, de vez en cuando le surge la idea de partir para Turín, ..."que tiene que recoger por sí mismo todas sus cosas, algunas de las cuales no estaban bajo llave", y cuando le dije "que seguramente ya se había preocupado de todo ello el bueno de Overbeck", me respondió que "eso no puede hacerlo nadie más que yo". Pero al llegar a casa ya lo había olvidado.» A continuación describe un plan diario normal: «Temprano, inmediatamente después del desayuno, vamos a pasear al Bürgergarten, desde allí, a través de todo el magnífico Buchwald y de la umbrosa calzada, hasta casa, donde llegamos a eso de las 12. Entonces viene el barbero, después toca algo el piano, y así, de un modo u otro, pasamos el tiempo hasta la 1, en que hago que Alwine le traiga, por doce monedas y media de diez pfennigs de plata, sopa, un primer plato y asado, comida extraordinaria...El Sr. Tittel tiene gratis la vivienda y la comida del mediodía, de modo que Alwine cocina diariamente para nosotros tres legumbres y carne, ya que yo no puedo preocuparrne más que de mi querido paciente, cosa que exige todo el poquito de fuerzas que todavía me quedan, puesto que después que hemos dormido algo tras la comida, salimos al balcón y allí le leo hasta la cena, para la que le preparo yo misma el cacao y panecillos con jamón, y después vamos a pasear hasta las 10 menos cuarto, entonces lo llevo a la cama y arreglo todo para el día siguiente, y hacia las 11 me voy agotada y con un cansancio mortal a la cama. Y sin embargo dentro de mí me siento feliz porque él está contento con mis cuidados, como recientemente, cuando dije, "en aquello que sea bueno y saludable para mi amado hijo.»
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DESMENTIDO DE DEUSSEN
Overbeck pidió información a Deussen sobre la impresión que «Fritz» le había producido en la visita que realizó a Naumburg, y el 25 de noviembre recibió como respuesta: «... por desgracia no puedo comunicarle ninguna noticia especialmente favorable.....Bajo los cuidados totalmente sacrificados de la madre se encuentra físicamente en perfecto estado. Come con buen apetito, duerme bien, da largos paseos con su madre y antes tomaba baños en aguas abiertas bajo la vigilancia de un bañero. Pero intelectualmente me pareció estar casi plenamente apagado. La mayor parte de las veces escuchaba en silencio y sus respuestas eran reminiscencias entrecortadas procedentes del pasado, por ejemplo que Schopenhauer nació en Danzig y cosas así. Cuando le hablaba de España me interrumpió con la observación de que Deussen también había estado allí, y cuando le dije: yo soy Deussen, él me miró con asombro. Así pues, conservaba de mí un recuerdo in abstracto, me acogió también cariñosamente como a un viejo amigo, pero ya no era capaz de unir intuición y concepto...La madre de Nietzsche confía en una curación, y nosotros ciertamente no vamos a quitarle ese consuelo, pero debo confesar que Nietzsche no me dio la impresión de que pudiera recuperar ni siquiera un uso normal de las facultades mentales». Y en sus Recuerdos de 1901 constata todavía: «Sus intereses se volvieron los de un niño; largo tiempo siguió con la mirada a un muchacho que tocaba el tambor, y la locomotora que iba y venía suscitaba especialmente su atención. En casa la mayor parte del tiempo la pasaba sentado en un balcón soleado, emparrado, hundido en tranquila meditación, de cuando en cuando echaba monólogos, a menudo sobre personas y relaciones de Schulpforta, todo ello en confuso desorden.»
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Regazo Materno
























































































































































































































COLONIA PROBLEMÁTICA
Bernhard Förster había construido su colonia sobre bases completamente falsas: sobre ideología en lugar de sobre capacidad y saber.Sus colonos no querían en primera línea construir un «paraíso» ario-germánico, sino vivir soportablemente del trabajo de sus manos. Y esto no se consiguió. El terreno de bosque talado era pobre en agua y no aportó buena tierra de cultivo, y los productos que se consiguieron a pesar de todo no podían ser llevados a los mercados interesantes porque no existían buenas vías de comunicación. Förster rechazó una colaboración racional con colonias vecinas, alemanas también, pero obviamente no tan estrictas ideológicamente, y así no podía llegarse a un florecimiento económico. Hubo desavenencias y envidias, puesto que mientras los colonos vivían en miserables chozas del bosque, la pareja directora lo hacía en su residencia «Försterhof», donde entraban y salían continuamente invitados, donde, pues, se vivía realmente «en plan de corte», nada mal, probablemente de los ingresos del comercio con los artículos de necesidad diaria que la pareja había monopolizado completamente en sus manos. A ello se añadieron inseguridades respecto a la propiedad, porque Förster vendía a sus colonos la tierra que el gobierno sólo le había arrendado, hizo que le pagaran los lotes de terreno ya en Alemania, antes de la partida, sin proporcionar títulos de propiedad, incluso los dineros depositados no pudo devolverlos o lo hizo con demora y sólo parcialrnente.
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Sra Förster
























































































































































































































ESTAFADORES
En Alemania comenzaron a filtrarse informes extremadamente críticos que frenaron una segunda remesa de colonos, urgentemente necesaria por motivos económicos. El ataque más desenfrenado, quizá debido a una decepción personal, lo llevó a cabo el antiguo colono Julius Klingbeil con su libro, brillantemente escrito y publicado en 1889, Revelaciones sobre la colonia Nueva Germania del Dr. Bernhard Fdrster en Paraguay en el que, entre otras muchas, aparece esta frase acusadora: «que se designan como "negocio" cosas que en Alemania se llamarían simplemente "estafa" y serían castigadas según la ley». Klingbeil describe la espléndida vida del matrimonio Förster, que se sienten como regentes en el pequeño principado (como ellos llaman a la colonia). «Poseen numerosos animales de leche, el personal de servicio para dos personas y su administración se componía durante mi estancia allí de dos matrimonios alemanes y ocho personas.» Esta publicación hubiera debido significar ya por sí misma, sin más, el golpe definitivo, si la propaganda elogiosa no hubiera sido tan refinada y penetrante Si se compara con ello la guerra de libros y de artículos de periódico que pocos años más tarde fue emprendida desde el «Archivo-Nietzsche» durante decenios sobre la misma base ideológica, no puede uno substraerse a la penosa impresión de que en ambos casos fue la misma mano la que dirigió la pluma.
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Sra Förster
























































































































































































































ESTAFADORA
Esta sospecha viene avalada por todas las manifestaciones críticas surgidas de círculos de colonos que no creían capaz a Bernhard Förster de por sí de negocios interesados, sino que más bien lo compadecían como el infeliz burlado por sus propias ideas, mientras que los juicios sobre la esposa, como la fuerza impulsara y la organizadora intrigante, suenan irritados casi sin excepción. Klingbeil escribe : «Causa una impresión desagradable ser testigo de cómo él soporta el dominio de su imperiosa mujer...Además, cada vez que uno quiere tratar de algo con el Dr., se le oye decir siempre: "Hable usted de esto con mi esposa."» Y caracteriza a ambos del siguiente modo: «El Doctor... una mezcla de cobardía y ambición, mientras que su mujer, por el contrario, junto a esta última propiedad poseía un grado increíblemente alto de valentía. Esa virtud heroica, para público daño del prójimo, no se manifestaba precisamente en buenas y nobles acciones.»
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ANTICIPANDOSE
Lo cierto fue que Bernhard Förster no pudo soportar más la tremenda tensión y se despidió de la vida el 3 de junio de 1889. Y, al igual que poco tiempo después, la hermana de Nietzsche, procuraría borrar las huellas del motivo de la enfermedad de su hermano y de la muerte del padre, así ahora Elisabeth encubrió con una leyenda este suceso de muy mala reputación en su tiempo. Presentó incluso un certificado oficial de que Bernhard Förster, debido a una fatiga excesiva, unida a una afección aguda, sucumbió a un ataque cardíaco, mientras la noticia del suicidio ya corría por la prensa.
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PUBLICACIÓN
La Sra. Förster había hecho grandes adelantos en sus actividades coloniales y tenía por fin algo de tiempo libre para preocuparse de los asuntos de su hermano. Incluso había escrito un libro: La colonia de Bernhard Förster "Nueva Germania" en Paraguay, que apareció en junio de 1891 y sobre el que escribe Köselitz el 12 de octubre a Overbeck: «He leído con mucho placer el escrito de la Sra. Förster sobre la Nueva Germania: está hecho con extrema habilidad y, en todo caso, le ayuda mucho a apartar elementos indescados, a atraer los deseados y para la aclaración de maledicientes rumores de todo tipo.»
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EXPLOTACIÓN COMERCIAL
En el otoño de 1891 Naumann ofreció motivos suficientes a la belicosa hermana de su desgraciado autor para que interviniera. El creyó poder aprovecharse de la desorientación de la madre, de la evidente incompetencia de Köselitz, así como de la falta de claridad de la situación legal, y sacó las segundas ediciones de Mas allá del bien y del mal, de la Genealogía de la moral y del Caso Wagner. Fiel a su principio de forjar el hierro mientras está caliente, aprovechó la corriente de la época y el interés rápidamente creciente por Nietzsche.» El 12 de octubre escribe Köselitz: «Los gastos de imprenta de 3.000 marcos de Naumann resultan increíbles. Si esto es así, entonces yo lo conocí mal. De la venta, por ejemplo, del Más allá (5 marcos, precio de librero) tuvo que sacar al menos 2.500 marcos. Suponiendo que los gastos de impresión llegaran a 800 marcos, quedarían todavía, incluso aunque redondeemos éstos a 1.000 marcos, 1.500 marcos. Y aunque fuera tan desvergonzado que asignara esos 1.500 a gastos de distribución, tendría al menos que cerrar la cuenta con el saldo.»
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ABOGADOS
Escribe tambien Köselitz: »La Sra. Förster ha puesto el asunto en manos del abogado Dr. Wilde de Naumburg. Se harán consultas a otros impresores, se establecerán nuevos precios, una nueva factura en general, las nuevas impresiones se dejarán todavía, si es posible, a Naumann, con un honorario de 40 marcos por pliego, etc., etc.» Mi pregunta -si usted quiere prestarle atención- es ahora: ¿No se encontrarán entre los papeles de Nietzsche antiguas facturas de Naumann?» Se ayudaría mucho al asunto jurídico, naturalmente, con una confirmación por las facturas originales, divergente de los precios de ahora. Considero la cuenta presentada ahora por Naumann como una pura fantasía de este verano, destinada a conservar los libros en la editorial sin gasto alguno, por de una deuda de 3.000 marcos, surgida al final (que los herederos de Nietzsche no pagan).»
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ORGULLO DE MADRE
La madre escribe a Overbeck el 30 de diciembre de 1891: «Ella [Elisabethl ha llevado victoriosamente hasta el final la historia de Naumann con verdadero ánimo de león, que le reconoce el mismo consejero de justicia, puesto que ella habría actuado con una perspicacia y conocimiento de causa tales que a él mismo le llenaron de admiración.Quizá ha oído por mediación del Sr Köselitz la enorme exigencia expresada por Naumann....Por este motivo fue citado en diferentes ocasiones, pero no compareció hasta que se le hizo saber que "o aparecía al día siguiente o se confiaría todo al fiscal para su procesamiento judicial", especialmente a causa de las nuevas ediciones....»
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RECONCILIACIÓN
Así, después de que se hubo discutido suficientemente, volvió a encontrarse el camino de la reconciliación: el 9 de febrero de 1892 se llegó a cerrar un contrato para una edición completa con Naumann como editor. Köselitz, que se había mantenido al margen de la disputa, pero que no dejaba de estar interesado en el resultado de la negociación, dado que se veía a sí mismo como editor literario, informa el 26 de febrero de 1892 a Overbeck: «El 4-6 de febrero estuve otra vez en Naumburg, y el 8 de febrero conferencié con Naumann, tras de lo cual, el 9, el sobrino de Naumann (que se hará cargo algún día del negocio) viajó inmediatamente a entrevistarse con la Sra. Förster y cerró un contrato editorial. De acuerdo a él Naumann se convierte en el editor general de Nietzsche: lo que aún tiene Fritzsch aparecerá en la segunda edición con Naumann. En esas segundas ediciones Naumann paga 50 marcos por pliego (el número de pliegos se establecerá siempre de acuerdo al número de pliegos de la primera edición). En la tercera edición y en las siguientes Naumann pagará 30 marcos por pliego. No creo que en este momento pudieran haberse esperado condiciones más favorables de ningún otro editor; fui yo quien persuadió de ello a la Sra. Förster. Es verdad que Fritzsch es un editor honorable, pero en su editorial siempre ocupará Wagner el primer puesto. Wagner y Nietzsche no se avienen muy bien en la editorial de un wagneriano; el último siempre será tratado allí en plan de hijastro. Durante mi estancia en Naumburg también Fritzsch estuvo allí algunas horas; después volví a visitarlo en Leipzig. Pero no me pareció encaprichado precisamente con Nietzsche. Se le había pedido que expusiera sus condiciones para el caso de una edición completa. En privado tenía un gran interés en conseguir todo Nietzsche; pero no dejaba entrever nada. Esto sólo apareció claramente después de que el contrato con Naumann había sido firmado el 9; parece que entonces telegrafió muy indignado a Naumburg.»
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Sra Förster
























































































































































































































IV PARTE DEL ZARATUSTRA
El Zaratustra, ahora sí llegó a publicarse la parte IV en el marco de la edición completa. El primer Zaratustra completo, con todas las cuatro partes, apareció en el otoño de 1892 -con una amplia introducción de «Peter Gast»-, y sólo un año después de su reposición, en la Pascua de 1892, fue distribuida la parte IV.
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Sra Förster
























































































































































































































ELEVACIÓN INTELECTUAL
Antes aún de la partida de Elisabeth, el 17 de mayo de 1892, Erwin Rohde pudo escribir a Overbeck: «De modo casual plenamente topé con el Zaratustra IV de Nietzsche. ¡Ahora comprendo lo que vino después! Un libro extraño pero a menudo conmovedor, en el que oigo por todas partes el más profundo y peculiar sonido de un alma que camina precipitándose al abismo. Cómo él se habitúa con tanta familiaridad, en toda forma, a un mundo así de ensueño; sólo puedo leerlo con una sacudida de tristeza. Esa experiencia de saberse  perdido en la locura y en la inaccesibilidad de su mundo loco, al espíritu más profundo y más rico con que uno se ha topado, es cosa que suena siempre, repetidamente, con un toque a muerto de campanas, productor de una indescriptible tristeza. Parece que ya se da por perdido definitivamente, también por parte de los suyos: en ese sentido me escribe Volkelt, después de ver en Jena a la hermana de Nietzsche (la cual, de acuerdo a la descripción de Volkeit -¡espero que no sea sólo una equivocación!-, parece que se ha elevado mucho intelectualmente).»
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RETROCESO
Y ahora, el 3 de julio de 1892, finalmente, también la madre confiesa a Overbeck: «Desde que todo parece más bien indicar que la predicción del Prof. Binswanger se cumple y que el estado mental de nuestro querido paciente no avanza, sino que retrocede cada vez más, un informe me resulta cada vez un sacrificio, mientras que antes siempre le escribía a usted sobre ello con verdadero placer, siempre en la ilusión de que todo iba mucho mejor de lo que las descripciones anteriores en el hospital manifestaban, pero todo no ha sido más que imaginaciones, ya que una enfermedad así prosigue, aunque despacio, su camino aniquilador de la mente, lo que, naturalmente, el ojo avezado del médico reconoció con rapidez, cosa que he de admitir ahora, por desgracia. Su apecto externo es muy bueno, así como su estado físico, casi diría que puede llamársele normal, pero su querido y magnífico espíritu se empobrece cada día más, todo su ser, sin embargo tiene algo tan conmovedor.» .Más adelante continúa:  «A partir del mediodía siempre está más o menos excitado, ... por lo que es bueno que nos proteja la oscuridad, aunque sólo sea por el caminar demasiado deprisa a mi brazo o porque se separa de repente de él o por las pequeñas luchas por impedir que caiga en la cuneta de la calzada, ya que lo que más le gusta es ir por el borde más extremo....En casa sólo hace que pasar de una silla o sofá a otra. Tiene frases hechas que repite continuamente, así como por ejemplo ahora: "estoy muerto porque soy tonto", también lo dice al contrario, o..."yo no tiemblo a ningún caballo" en lugar de quiero, palabra que yo le repito cien veces en nuestros paseos, pero que, a  pesar de ello, la usa pocas veces correctamente, así esta mañana... su primera frase fue: "yo no tiemblo a ningún caballo".» Si se piensa en el incidente de Turín con el caballo, en el orgullo con el que se llamaba a sí mismo «caballero artillero»,entonces esta expresión adquiere una dimensión inquietante.
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ACTIVIDAD MOTORA
La madre informa a Overbeck sobre un cierto livonio de nombre Jürgenssohn, de Berlín, que le recomienda un método de curación natural, frente al que ella queda, sin embargo, recelosa. «Además nos pasamos una noche tras de otra casi sin dormir, porque él, si bien es verdad que permanece en su cama con toda satisfacción, habla, sin embargo, en voz alta consigo mismo y con la mano derecha se refriega la parte izquierda del pecho. Esto último tengo ahora que intentar interrumpirlo siempre, permaneciendo a ratos largo tiempo junto a su cama, puesto que sucede sin control y se va acrecentando de tal modo que reposa en su cama como bañado, y en contra de ello no valen ni buenas ni serias palabras, se trata de una excitación nerviosa.»
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NO RECONOCE A KÖSELITZ
También Köselitz quedó profundamente impresionado por esta manía motora que renacía; así se lo expresa el 5 de enero de 1893 a Overbeck: «La última vez que estuve en Naumburg Nietzsche no me reconoció. Hablar con él era ya algo simplemente imposible... Angustioso era su modo enfático de leer o monologizar: tuve la impresión de que en ese estado podría algún día matar a golpes o estrangular a su madre. Pero hace dos, tres semanas ella me escribió que, entretanto, esta superexcitación había desaperecido.»(Esta carta, curiosamente, ha desaparecido del legado de Overbeck y la cita Bernuilli)
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INTENTO DE INTERNARLO
El empeoramiento de Nietzsche llegó a ser tan grave que pensaron en internarlo.Overbeck es informado el 8 de enero por la Sra Nietzsche: «Describí al Prof. Binswanger su estado y él consideró que se trataba de una grave excitación cerebral y de un nuevo progreso de la enfermedad, y que debía llevarlo a Jena a la clínica privada, donde él lo tomaría en tratamiento. Sé lo que el bueno de Binswanger piensa sobre la enfermedad de mi hijo, y por eso no pude decidirme a alejarlo de mí. También él se dio cuenta de ello y, a través de una persona amiga, dejó que me llegara la indicación de lo que no se podía hacer en este estado sin temer...un derrame cerebral inmediato. En una palabra, fue una época horrible, pero poco a poco ha vuelto a desaparecer, Por cuanto yo..le hacía sentar hasta cerca de las 12 [de medianoche] en su poltrona, que es donde primero se adormecía un poco y donde derivaba el restregar con la mano al brazo de la poltrona, de modo que no se excitaba, ni mucho menos, como en la cama. Pero esta época...le robó sus fuerzas, por cuanto ahora la parálisis cerebral parece extenderse a la columna vertebral, ya que está tan rígido que apenas podemos andar una hora al día todavía.»
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REFORMAS
En la primavera la madre hace algunos cambios en la casa. Se abre una puerta desde la habitación del paciente hasta el balcón y se agranda éste.Con ello se consigue mayor y más fácil posibilidad de movimiento, cosa que se hacía necesaria porque los paseos se volvían cada vez más problemáticos, hasta que tuvieron que ser interrumpidos completamente; primero a causa del anquilosamiento de la espalda, pero después, fundamentalmente, a causa de su comportamiento llamativo y ruidoso. Al principio la madre intentó, y con éxito, pocos pasos antes de un encuentro, recitarle una poesía, que él escuchaba, y con ello se desviaba su atención e interrumpía por un momento su charla motora. Pero cuando esto tampoco surtió ya efecto y él se le «inmiscuía en el verso con voz más alta», ella tuvo que dejarlo, cosa que le costó muchas lágrimas. Hubo de limitar las salidas al entorno más próximo a la casa y dejarlas para las horas del atardecer. En principio volvió a hacer que un cochero los llevara hasta el bosque, donde podía deambular con el paciente una hora o una hora y media, bajo la protección de la soledad. Respecto al traslado en coche fue una suerte que el cochero fuese medio sordo y que no se irritara por los gritos del pasajero. Rompía en tales gritos con una expresión del rostro alegre y serena, sin signo alguno de sentir dolor. En casa, Alwine, desde hacía 15 años la fiel muchacha de la Sra. Nietzsche, lo llevaba en silla de ruedas. En general, en los cuidados, que se hacían cada día más difíciles y exigían también cada vez mayor esfuerzo físico, Alwine era más que una mera ayuda preciosa: ¡ella soportó su buena parte!
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AVISO A OVERBECK
Cuando Overbeck insinúa la posibilidad de su visita para el verano de 1893, la madre tiene que prepararlo para el hecho de que probablemente su hijo ya no lo reconozca. También a ella, en marzo de 1893, le hace repetidamente la extraña pregunta: «¿Te llamas Franziska quizá?». Repite también estereotípicamente frases aisladas como «más luz»  o «sumariamente muerto». ¿Había captado algo parecido a esto en alguna ocasión, antes, a partir de alguna conversación sobre su estado mental, y ahora la memoria reproducía mecánicamente, sin conciencia, esa «captación»?
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NUEVAS EDICIONES
Mientras que el espíritu del autor se disolvía de este modo, la extensión e influjo de su obra crecía irresistiblemente, revitalizada ahora, además, por las nuevas ediciones asesoradas por Köselitz, hechas por Naumann. Köselitz, que había abandonado Venecia y se había retirado a su lugar de origen, Annaberg, no muy lejano a Naumburg y a Leipzig, trabajaba como un poseso con el sentimiento de haber sido llamado para esa nueva tarea, que cumplía haciendo prólogos introductorios, en los que intentaba fundar sus interpretaciones en las experiencias e impresiones personales de la época de su trabajo en común con Nietzsche.En agosto o septiembre de 1892 había escrito a la madre: «Para las nuevas ediciones de los demás escritos de su señor hijo me gustaría tener a mano los ejemplares que él usó de esos escritos. ¡El me escribió una vez, por ejemplo, que había transformado bastante el primer tomo de "Humano"! Me gustaría usar esas correcciones en una nueva edición. Pero, según creo, estos libros están también en Basilea, en casa del Prof. Overbeck. ¿Qué tal, estimada Sra. Nietzsche, si se hiciera enviar por Overbeek... la caja que, de todos modos, no puede quedarse allí eternamente? Así podría yo en octubre, cuando quizá me vuelva a tomar la libertad de visitarla, ojear esos libros.» Overbeck envió las cajas (eran cinco), bien empaquetadas, de modo que «llegaron aquí en un estado excelente, y además 24 horas antes de que el Sr. Köselitz llegara, como nuestro querido invitado de cumpleaños, y así hice llevar todo directamente a su alojamiento, de modo que pudiera disponer libremente de ello». ¡Y bien que lo hizo!
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SUS PUNTOS DE VISTA
El 29 de octubre Köselitz escribe a Overbeck: «Me honra y me alegra que haya leído el prólogo a la 2a edición de Zaratustra. Creo que este prólogo aclara los objetivos de Nietzsche a alguno que se aproxime a él y no consiga situarse en medio de ese laberinto de aforismos, etc. He acentuado sobre todo un aspecto de la doctrina de Nietzsche: que el hombre se incauta primero de sí mismo: la moral de señores, del mundo impulsivo del hombre aislado. El resto -convertirse en señor de los demás- se sigue ya por sí mismo. He hecho del "superhombre", por de pronto, una cualidad, un abstracto, a pesar de que sé que Nietzsche pensaba el asunto también de otro modo. Quiero dejar primero que pase un decenio y que los lectores de Nietzsche se acostumbren a esta interpretación, antes de hablar de los grandes preceptores que Nietzsche considera necesarios. No llamar a los escritos de Nietzsche la escuela suprema de nobleza por razón de que en ellos se trata algo demasiado de lo noble no puede ser un motivo, a mi parecer, para llamarlos así a pesar de todo. Nietzsche entendió el concepto "noble" de una manera nueva y no podía evitarse hablar sobre este asunto. Mis conocimientos no son muy amplios en esto: confieso, pues, que en ninguna parte he encontrado algo parecido a lo de Nietzsche en cuestiones de rango. Lo más próximo Platón; pero éste es ingenuo como psicólogo y un desatinado. El Cortigiano de Castiglione, por ej., es sólo un libro de los del tipo del "buen tono" como los que se encuentran en la biblioteca de los jóvenes que entran en sociedad. Castiglione escribe para aristócratas. Nietzsche, sin embargo, llega a la cuestión como organizador del pueblo, en una era democrática. Que Nietzsche haga sentir de vez en cuando al lector que él se siente a sí mismo como noble; ¿no comparte esto con todos aquellos que tuvieron derecho a "sentirse"?» Incluso este giro tan grosero: "yo he dado a los alemanes los libros más profundos de todos los que tienen" es, muy al estilo de los grandes hombres, imprudente, una arrogante tontería -justamente noble, como son nobles los gigantes-; por lo demás, este giro nació de un tremendo dolor (quizá me sea permitido aquí sentir un poco con él); una persona, que da todo lo mejor suyo y que es tratada por las demás como si quisiera hacerles mal con ello, al final manifiesta con toda grosería por quién se tiene a sí misma, aunque nada más sea para liberarse, al fin, de todos los tibios e indecisos que la rodean. Por lo que respecta a su creencia de verse preso de la locura, he vivido muchas cosas con Nietzsche, quizá peores que usted mismo, estimado Sr. Profesor. A veces era todo tan absurdo que uno pudiera haber perdido incluso la razón -entre un pueblo extraño-, en espacios horrendos, fríos, desamparados, se duplica la pesantez de la vivencia. Pero yo no aprecié síntoma alguno de enajenación, más bien lo contrario. Es completamente natural que una persona desgarrada por el dolor se haga las suposiciones más aterradoras sobre el futuro de su dolencia; pero al superhombre no pueden servirle de pauta para el dictamen sobre la dolencia. »Aunque me falta la tranquilidad para presentar estas cosas ordenadamente y con precisión. Me alegraría si mi prólogo a Zaratustra le estimulara a usted también a poner por escrito su impresión sobre Nietzsche; pues sólo por un mayor número de testimonios cercanos pueden los extraños hacerse una imagen correcta, aunque sólo sea a medias. Los amigos de una persona tan extraordinaria y curiosa como Nietzsche tienen incluso la obligación de conservar sus experiencias con él para los tiempos venideros. La postura de Nietzsche frente al mundo es la del artista: ¡el mundo como obra de arte nacida incesantemente de sí mismo! Qué le importa al artista en definitiva el inmoralismo, el amoralismo o cualquier otro moralismo: él mira hacia la belleza, salud, fuerza, felicidad, altura, él quiere "raza". Para mí este punto de vista resulta fascinante: por eso, en lo que esté en mi pequeñez, no intentaré aminorar la repercusión de Nietzsche en la historia.» Con las alas que le dieron estas ideas, Köselitz sacó en 1892, además del Zaratustra completo, todas las cuatro Consideraciones intempestivas con sus trozos correspondientes del Ecce homo, y, en 1893, Humano demasiado humano completo (ambas partes), Más allá del bien y del mal y la Genealogía de la moral; todos provistos de introducciones.
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Y EN ESTO LLEGÓ LA FÖRSTER
»Pasaron entonces unos cuantos días malos en los que hubiera preferido colgar de la percha mi condición de editor», escribe Köselitz a Overbeck el 19 de septiembre de 1893. No había de equivocarse, y él fue el primero que llegó a experimentar toda la dureza del nuevo régimen.Con ocasión de un encuentro en Leipzig, Elisabeth, que ya había regresado del Paraguay, le recibe directamente con esta pregunta: «¿Quién es el que le ha constituido a usted en editor?»
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CONSEJO A OVERBECK
La madre, que es a quien incumbía solucionar el asunto de la tutela, hizo lo que estaba más a su alcance: se dirigió a Overbeck con el ruego de que se responsabilizara de esa tutela oficial y de que hiciera en Basilea los trámites necesarios para ello. Le escribe el 3 de agosto de 1889: «Así pues, hoy sólo un gran ruego, si usted amablemente quiere gestionar la solicitud adjunta, dado que todo tiene que acelerarse tanto, y si usted se haría cargo, en su amabilidad y cariño hacia mi hijo, de la tutela o si debo hacerme cargo yo. Me he permitido ya alguna vez analizar lo poco apropiada que yo soy para ello, pero consúltelo con el juzgado de ahí y déjese aconsejar de su buen corazón y de la querida Sra. Overbeck.»  Pero Overbeck estaba de vacaciones....
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PRESIDENTE DEL TRIBUNAL
La madre creyó que no debía esperar hasta el regreso de Oberveck y se dirigió directamente al padre de la Sra. Gelzer, al Sr. Dr. Eduard Thurneysen-Gemuseus (1824-1900), por entonces presidente del tribunal de lo criminal de Basilea.
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INFORME DEL PRESIDENTE
El presidente informó el 15 de agosto de 1889 a Overbeck al respecto, igualmente desde su lugar de vacaciones Langenbruck (en el Jura basileo): «El 11 de agosto...recibí una carta de la Sra. Nietzsche desde Naumburg, acompañada de una instancia al tribunal de lo civil de Basilea. En esta última solicita una tutela en la persona de usted para el Prof. Nietzsche, en caso necesario con una declaración previa de incapacidad. En el escrito que me dirige a mí analiza la situación en el Paraguay y los motivos que hicieron necesario tomar esta medida...y para que el arreglo no se haga esperar más de lo necesario, se dirige a mí, dado que usted está de vacaciones. Este motivo únicamente ha hecho que me inmiscuya provisionalmente en asuntos que usted lleva de modo tan acertado, tanto más cuando en mi opinión se trata de un paso estéril. Envié la solicitud de la Sra. Nietzsche, acompañada de las aclaraciones necesarias, al organismo oficial tutelar competente, y acabo de recibir de él la comunicación de que el tribunal de lo civil de Basilea sólo se ocupa de declaraciones de incapacidad...de ciudadanos del cantón basileo, y el organismo tutelar sólo de peticiones de tutela de los demás ciudadanos suizos. El secretario del organismo tutelar aconseja, según medidas de la ordenación tutelar prusiana, que la Sra. Nietzsche se dirija con su solicitud al juzgado del último lugar de residencia del Nietzsche padre y, a falta de éste, al ministerio de justicia prusiano. Y a la vez adjunta una declaración de incompetencia de las autoridades basileas...Le comunico todo esto con el ruego de que me disculpe en caso de que me haya inmiscuido en sus asuntos. La Sra. Nietzsche apremiaba tanto que no tuve el valor de rehusar y de esperar su regreso, a pesar de que realmente no veo la necesidad de tamaña premura.» Si Nietzsche hubiera sido en otro tiempo suizo, y especialmente ciudadano basileo, el juzgado civil no habría podido negar ahora su competencia para el caso. Hay otra dificultad a la que no se hace aquí referencia alguna: a causa de la distancia geográfica Overbeck nunca estuvo dispuesto a participar de la tutela.
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TUTELA PARA LA MADRE
Al final fue la madre misma la que tuvo que asumir la tutoría, como comunica el 8 de enero de 1890 a Overbeek: «Hoy he asumido la tutela, y dado que había que elegir a un tutor subsidario, le propuse a usted, mi buen Sr. Profesor, pero se me aconsejó que era mejor que tomara a alguien de mi familia, puesto que todo resulta más complicado con el extranjero. Pero usted será tan amable de seguir haciéndolo todo como hasta ahora ¿no es verdad, mi buen Sr. Profesor? Ah, qué agradecido le estaba siempre mi buen Fritz por ello, y yo ahora que me siento completamente impotente.»
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TUTOR SUBSIDIARIO
Los organismos oficiales impusieron su criterio y como tutor subsidiario fue nombrado el hermano de la madre, el pastor Edmund Oehler de Gorenzen, con el que el joven Nietzsche había pasado algunos días de vacaciones y de fiesta, en los que pensó en la composición musical «Noche de San Silvestre» para violín y piano de 1863-64.
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TUTOR PERJUDICIAL
Edmund Oehler no pudo desempeñar mucho tiempo su encargo puesto que murió en septiembre de 1891, pero en este corto espacio de tiempo intervino al menos una vez, y de modo perjudicial, en la herencia filosófica de Nietzsche: participó esencialmente en impedir en abril de 1891 la distribución de la parte IV de Zaratustra, que ya estaba impresa, junto con la madre y la hermana Elisabeth, que, por lo demás, poco se preocupó de su hermano en ese tiempo. No sin amargura e ironía comentaba Köselitz esta decisión en su carta del 4 de abril de 1891 a Overbeck: «En realidad es como para enfermar de risa, ver a dos féminas temerosas de Dios y a un cura rural constituidos en tribunal sobre la publicación de los escritos de uno de los ateos y anticristos más redomados. Pero en este instante me falta humor para reírme.»
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SOBRINO COMO TUTOR
Tras la muerte de Edmund Oehler fue elegido como sucesor el sobrino de la Sra. Nietzsche, Adalbert Oehler (el biógrafo de ella más tarde), concejal en Halle, quien permaneció en este encargo hasta la muerte de su pupilo y tuvo que tomar algunas decisiones graves en este asunto,así como vivir dificultades con su prima Elisabeth, la sucesora de la madre en la tutoría. Pero no se inmiscuyó en la edición de la obra como su tío Edmund Oehler. Habremos de toparnos con él aún en relación con la pensión de Basilea y las maquinaciones de Elisabeth en torno a la edición completa.
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PLAN DE KÖSELITZ
Köselitz, por lo demás, no mantenía en absoluto una postura acrítica respecto a los últimos escritos de Nietzsche, como tampoco Overbeek y Rohde. Así, el 27 de febrero de 1889 escribe a Overbeck: «Dar a la imprenta Ecce homo sin contar en absoluto con su previo conocimiento, es cosa que no he pensado. Yo quería que usted, estimado Sr. Profesor, conociera primero el escrito por mi copia, o sea sin los pasajes que incluso a mí me dan la impresión de autodelirio, o de injusticia y desdén llevados demasiado lejos, para que usted se hiciera así, primero, la impresión que yo no puedo conseguir del todo, ya que con excesiva facilidad pienso a la vez en lo suprimido. Naturalmente poco después recibiría usted el original, para el que usted ya ha encontrado borradores en los papeles de Turín. El 30 de octubre anuncia Nietzsche que el día de su cumpleaños ha comenzado el Ecce homo y que está significativamente avanzado. El 13 de noviembre, que el manuscrito acaba de ser enviado a la imprenta...El 2 de diciembre, que ha pedido a Naumann que le vuelva a enviar el manuscrito de Ecce para revisarlo. El 9 de diciembre, que ha sido enviado de nuevo a Naumann. Las cosas que Nietzsche en esta revisión cambió o introdujo (¡pasajes muy grandes, de modo que sorprende la productividad!) tienen otro tono que el primer manuscrito. ¡Menos reservas aún y realmente hachazos, tanto que incluso me duele la cabeza! Los dos primeros pliegos, que usted conoce, no son nada comparados con lo que viene después, sobre todo con el capítulo "Por qué soy un destino"... No obstante lo más inteligente será apartar plenamente por ahora la idea de una publicación del Ecce homo. ¡Persuada a Naumann de ello, estimado Sr. Profesor! Así pues, fuera con el escrito antes de que sea todavía imprimido inconsideradamente.»
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ARREBATADOR Y DEMONÍACO
Y después de que Overbeck le mandara la copia del Anticristo y la hubiera leído algunas veces, también con su amigo Widemann, confiesa al remitente el 14 de noviembre de 1889: «Percibimos lo arrebatador, demoníaco, tempestuoso que este escrito tiene en común con el Zaratustra y El ocaso de los ídolos. Salvo algunos párrafos menores, que seguramente serían modificados durante la impresión [como efectivamente hacía Nietzsche, que entonces corregía muchas cosas todavía], nos parece que la visión del Imperium Romanum del primer siglo después de Cristo está muy necesitada de modificación. Evidentemente Nietzsche no quiere ver el cansancio, la decadencia de la antigüedad; pero sería un auténtico milagro que algo de tan poco nervio como el cristianismo hubiera vencido a una potencia tan indestructible como la cree Nietzsche como el imperio romano de comienzos de¡ siglo IV. Del Constantino de Burckhardt, al menos, se saca la impresión de que crecen el miedo, la superstición, el odio, el agroseramiento intelectual, y de que sin esas condiciones resulta impensable que desembocara en el cristianismo y bizantinismo.»
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LLEGA UN DESPACHO
Pero que se retenga el Zaratustra IV, y además con la justificación de «por miedo al fiscal», esto ya le resulta a Köselitz excesivo. El editor Naumann pudo escribir todavía el 31 de marzo de 1891 a Overbeck «que Zaratustra está ya listo y terminado de imprimir desde hace varias semanas, su expedición entretanto no pudo ser llevada a cabo por mi parte a causa de algunos otros trabajos pendientes». Para ahorrar gastos de envío quería juntarlo con otros dos libros. «Y por la mañana temprano llega de Naumburg un despacho con el contenido siguiente: "Ruego que Zaratustra no sea publicado sin mi definitivo consentimiento. Franziska Nietzsche". ¡Si soy sincero debo confesar que no encuentro ninguna explicación suficiente para ello, a pesar de que estoy bastante orientado en todo el asunto! Ultimamente era mi deseo, a causa de las muchas demandas y para evitar correspondencias insustanciales bastante molestas para mi precioso tiempo, conseguir un fotograbado realmente bueno del Sr. Prof. Nietzsche y adjuntarlo al Zaratustra IV; estos retratos también están pedidos, mañana recibo los primeros ejemplares y también por esa razón se ha retrasado algunas semanas la entrega del libro, puesto que tuve frecuentes complicaciones inútiles con el fotógrafo naumburgués cuya toma, yo quería hacer reproducir. Por el contrario ya he expedido ejemplares del Zaratustra IV para recensión, obligando a los interesados a sacar el comentario sólo cuando yo distribuyera el libro, puesto que quería tener ya trabajo adelantado; asimismo ya he quedado con un número bastante elevado de librerías de depósito que la aparición del libro tendría lugar el 10 de abril de este año, pues entre los amigos de Nietzsche se ha divulgado ya la edición del libro. Para aclararme con respecto a la fotografía, aproveché la oportunidad de la visita personal de un cierto Sr. Lauterbach, quien visitó a nuestro ( ... ) Sr. Prof. Nietzsche en Naumburg, y, a través de este caballero, rogué a la Sra. Nietzsche que me informara sobre si la placa ha sido hecha a expensas del fotógrafo de Naumburg o a expensas del Sr. Prof. Nietzsche. Recibí la respuesta de que lo último había sido el caso, y, además, la Sra. Nietzsche y la Sra. Förster estaban muy contentas porque el retrato se adjuntara al Zaratustra. Entretando se ha producido un cambio en el ánimo de ambas damas, que consiste en que el fiscal podría lanzarse sobre el libro y, con ello, todo el asunto acabaría indignamente para el autor. No sé cómo las damas han podido llegar a esta conclusión, realmente no lo tengo claro.»
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MIEDO AL FISCAL
Pero el veto de Naumburg se mantuvo, y Naumann tuvo que enviar la siguiente circular: «Con respecto a su amable demanda tengo el gusto de comunicarle que Zaratustra tomo IV, cuya aparición había sido comprometida para abril de 1981, por el momento no va aparecer, ya que, debido a anotaciones del autor, se supo posteriormente que él no deseaba la publicación de la obra en la forma actual. Dado que actualmente se produce un giro en el estado de salud del Sr. Prof. Dr. Nietzsche, que no excluye una posible curación, los familiares del autor no quieren adelantarse a la voluntad que él mismo expresó en su momento, y por la presente le ruego que comunique esto a sus clientes.» ¿Qué había sucedido? De algún modo, la historia puede recomponerse a partir de las cartas de la madre a Overbeck y Köselitz, y de la correspondencia entre Overbeck- Köselitz y Naumann .Un cierto Dr. Lauterbach se había propuesto dar conferencias (¿«Lecciones universitarias»?) en Leipzig sobre Nietzsche, que tuvieron que ser suspendidas porque le falló la voz. Pero no olvidó el asunto y, por ello,  mantuvo relación con Naumann. Hacia el 21/22 de marzo Naumann lo envió a Naumburg para aclarar la cuestión de los derechos de disposición del retrato. Con ello comienza a hablarse en círculos familiares de la publicación de la parte IV del Zaratustra, que Köselitz, «eludiendo a la hermana» (tal como se expresa él mismo en carta a Overbeck), es decir, sin su conocimiento, había conseguido que le permitiera la madre. Ella no conocía el texto y sólo reclamó el consentimiento de Overbeck, del que Köselitz estaba plenamente seguro. Elisabeth, sin embargo, miró con mayor detenimiento el texto, no gustándole la «Fiesta del asno». Justamente para ella no era el momento ahora de estropear las cosas en los círculos eclesiásticos, puesto que estaba intentando que se pusiera a disposición de su capilla en la colonia un pastor alemán pagado por Prusia. Ella fue quien provocó la decisión con la mordaz pregunta a Lauterbach respecto a «si el fiscal no podría inmiscuirse en el asunto»,a lo que Lauterbach contestó «que esto podría suceder muy fácilmente, pero sería una burla sonada». Ello intranquilizó a la madre, quien «sinceramente» no se sentía «con ánimos ahora para una "broma sonada" así». Le preocupaba también el hecho de haber dado ella sola el consentimiento, para lo que no estaba legitimada en absoluto sin consultar al cotutor, y el que este hombre piadoso consintiera le parecía, ahora que sabía de lo que se trataba, algo plenamente a excluir, cosa que le confirmó además una conversación mentenida algunos días más tarde.
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FINAL PARA NO PUBLICAR
Pero Elisabeth no fundó sólo su negativa a la publicación sobre reparos teológicos, como se deja traslucir en la circular de Naumann. Ella pudo referirse a que su hermano designa varias veces esta parte IV como el «final para no publicar» y a que él incluso había vuelto a recoger los pocos ejemplares especiales enviados a personas de confianza, porque no quería en absoluto que se publicara ese escrito en esa forma.
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ULTRAJE
Frente a toda esta movida, Köselitz escribe a la Sra. Nietzsche (como se lo refiere a Overbeck el 4 de abril): «Nietzsche jamás me habló de una publicación 20 años después de su muerte. A la vista de los 35 ejemplares de imprenta que tengo aquí en mi casa, en Venecia, comentamos incluso varias veces la cuestión de la publicación. Sí, estos 35 ejemplares él los quería pasar a Naumann para su venta dos años más o menos después de su impresión. Después, cuando se hizo esperanzas un tanto desbordantes sobre el beneficio lucrativo de sus escritos, cambió de parecer...Nietzsche puede llegar aún a edad avanzada. Imaginemos que esta parte IV (sin la que la obra queda incompleta realmente) se publica sólo 50 años después; dado el cambio cada vez más rápido del ánimo de los tiempos puede que esta publicación apareciera en una época en la que resultara hasta cómica. Una obra ha de actuar en la época de la que surgió: si no, tampoco dice nada a la posterioridad...Ya no recuerdo todo lo que escribí ayer a la Sra. Niezsche; sólo sé que al final calificaba el impedir la publicación como un ultraje tanto al gran nombre de Nietzsche como al mundo contemporáneo; con este ultraje se conseguiría una triste fama.» Köselitz intenta también intimidar a la madre. Llamó «su atención sobre el hecho de que esta retirada tardía de una aprobación que solicité de ella en toda regla...le va a costar 3.400 marcos, por los que, de todos modos, entra...en posesión de 1.000 ejemplares». Pero todo ello no surtió efecto.
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AVISPADA EN NEGOCIOS
La Sra Förster, experimentada a la hora de hacer negocios, se entrevista con Naumann, en Leipzig, el día 13 de abril. Del encuentro ámbos salieron satisfechos, con el sentimiento de que los dos había ganado. Naumann se aseguró los derechos para el caso de una edición completa, y Elisabeth creyó poder sacar de esto, bien ya mismo, o bien muy pronto, una renta regular para su madre.
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APATÍA ESTREMECEDORA
 Estremecedora y acertadamente a la vez lo formuló Carl von Gersdorff en carta a Overbeck el 17 de febrero de 1891: «Parece como si la locura ahora amenazara con trastocarse en idiotez.»
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APATÍA AUTÉNTICA
Al mismo tiempo, Köselitz, el 5 de febrero de 1891 informa a Carl Fuchs en Danzig lo siguiente: «El aspecto físico en Nietzsche es magnífico, tostado por el sol; pero mentalmente está peor que el año pasado. Quizá esté todavía sorprendido por mi visita. Pero creo entender, por las manifestaciones de la Sra. Förster, que se hunde, aunque despacio,cada vez más en la apatía. En lugar de una respuesta uno recibe una sonrisa o una mera inclinación de cabeza, muy peculiar. Esta tarde fuimos en coche a Schulpforta; Nietzsche...no quiso dar un paso más allá de la entrada. Si leí bien en su semblante, en ese momento se hacía una idea de su situación actual: Parecía como si se avergonzara de ella a la vista del centro de enseñanza, tan importante para él.»
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Apatía























































































































































































































RELACIÓN EXTRAÑA
El 26 de febrero el mismo Köselitz escribe de modo muy parecido a Overbeck, mostrándose muy extrañado de la relación  existente entre los hermanos, puesto que Elisabeth «apenas permanece con Nietzsche: tan atareada está con la correspondencia y tanto viaja. Para grandísimo pesar suyo Nietzsche se comporta con ella en general de modo totalmente apático. Pero esto es ahora algo típico suyo. Habla sólo muy poco, apenas puede ya mantenerse con él una conversación. Una sonrisa, una inclinación de cabeza o una admiración desproporcionada eso es casi todo lo que se puede sacar de él. Su memoria ha disminuido sensibilísimamente desde el año pasado: ya no se aclara o se aclara poco en su pasado. El año pasado le escuché tocar al piano y me sorprendí todavía por la lógica y la elevación de sus improvisaciones: este año se había perdido todo ello. ¡Ya no tiene sentimiento rítmico ninguno, todo es confuso y falso! Su aspecto externo es resplandecientemente saludable, como antes; durante los paseos le gusta ponerse a correr. Cuando se le lee, escucha atentamente y parece seguir correctamente el sentido. Ha aumentado mucho su abulia.Yo creo que ya casi nunca sucede que de propio impulso abandone un sillón que le haya sido asignado...No existen metas conscientes de su andar: si no se le condujera iría siempre hacia adelante mientras no encontrara un obstáculo insuperable en el camino. Fuimos los cuatro a Pforta; allí Nietzsche no quiso traspasar el umbral hacia la vivienda del rector, no hacía más que señalar con el dedo hacia allí y recelar ante ello, como el demonio ante el pentagrama pintado por Fausto... No reconoce los lugares...como conocidos de antaño: todo le resultaba nuevo».
Biografía de Nietzsche
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AUTOCRITICA MATERNA
También la madre se dio cuenta del comportamiento del paciente durante la visita de Köselitz. En carta a Overbeck del 28 de febrero intenta explicarlo por el hecho de que, con la visita y la presencia de la hermana, habían estado demasiadas personas en torno al enfermo, fácilmente irritable. Pero hace también una observación autocrítica acertada: «que quizá yo he sido cada vez más modesta en mis exigencias a su espíritu, quizá también debido a aquel veredicto pasado de Bisnwanger... ante el juzgado "incurable". Este veredicto me hizo demasiado infeliz, de modo que cualquier chispa de vida intelectual me resulta como un rayo de sol y de esperanza al que me aferro.» Ella se dejó cegar por el buen estado físico externo. De todos modos la madre se esforzaba casi convulsivamente por mantener ante ella misma y ante los amigos y conocidos su imagen del «hijo querido» que está recuperándose también mentalmente.
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ENTREVISTA
Pero a la madre no le llegó con tales «confirmaciones», por ella percibidas, sobre la progresiva apatía de su hijo. Quiso también tener de su parte el juicio del médico y con ese fin fue a hacer una consulta al Prof. Binswanger. También aquí vuelve a demostrar su tacto increíblemente fino en el trato del paciente, ya que un encuentro brusco hubiera atraído malas consecuencias. Después de que Elisabeth estuvo en Jena para entrevistarse con Binswanger y «volvió totalmente satisfecha de la visita de Jena», ¡ella arregló el encuentro en casa de los Gelzer! «La buena de la Sra. Gelzer estaba en la estación, que queda muy cerca, y Fritz le cogió inmediatamente del brazo dirigiéndonos a su casa. Pronto apareció también el Prof. Binswanger, a quien saludó amistosamente como a un viejo conocido. Conversó con él como antes con los Gelzer, contestando la mayoría de las veces, pero no miraba a los interesados al hacerlo sino sólo a mí, cosa que resulta enfermiza precisamente porque sólo está acostumbrado a mí. Binswanger le preguntó qué tal iban sus ojos, él respondió entonces: "realmente están mejor." Si tenía dolores cabeza, "nunca". De qué se ocupaba, "de tocar el piano y cantar"...Así, Bisnwanger estuvo más de media hora allí, a continuación dejamos a Fritz con la buena de la Sra. Gelzer y yo lo acompañé a la habitación de al lado, donde se manifestó muy satisfactoriamente y dijo "estoy sorprendido, aunque su estado deja todavía mucho que desear", pero la calma equilibrada y los modales completamente naturales si bien se mira, parecieron imponerle. Le dije cómo estaba organizada su dieta y todo su modo de vida, también que él había seguido tomando dos baños de sala semanalmente...y consideró que todo ello estaba bien, que "su aspecto era excelente"... Sin embargo me sigue preocupando cómo podría elevarse su estado mental...También Lieschen...se preocupa conmigo por si el juicio de Binswanger es el acertado... El dijo: "Tranquilidad, tranquilidad, y otra vez tranquilidad".»
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MANIPULACIÓN
La esperanzada madre no quería aceptar sin más que la remisión en el ámbito de la vida espiritual no se estaba realizando. Siempre intentaba dirigir la conversación al pasado filológico de Nietzsche, en lo que le era posible a ella por los conocimientos conseguidos incidentalmente. Intentaba asimismo completar hacia afuera, para con los demás, la imagen del paciente que se fortalecía físicamente, añadiéndole un reflejo de despertar intelectual; para ello hacía que él escribiera en las cartas pequeños apéndices o saludos al menos, que difícilmente pueden haber sido formulados espontáneamente por Niétzsche, sino, más bien, dictados por ella e incluso es posible que copiados de un modelo hecho por ella, tal como es el caso cuando se fuerza a los parvulos a escribir un saludo a los tíos y tías. En este sentido, es difícil que sea «original» de Nietzsche la poesía de 5 líneas que añade a la carta del 22 de febrero de 1891 que la madre dirige a Elisabeth a Berlín. Quizá el intento primero en este sentido lo llevó a cabo la madre en una carta a Köselitz, con respecto a la cual éste escribe el 17 de septiembre de 1890 a su amiga Cäcilie Gusselbauer: «En el sobre aparecía de mano de Nietzsche con grandes letras
     - saluda su-...amigo N
 después de "su" él quiso seguramente escribir otra cosa, por ejemplo "su bufón" o algo parecido: puesto que tiene momentos en los que se da cuenta de su estado. ¡Bajo unas líneas que escribió desde Jena a América a su hermana, puso ¡el loco!. Volvió a partírseme el corazón cuando leí sus letras.»

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FOTOGRAFÍA Y ROSTRO APAGADO
En el verano la madre hace que le saquen una fotografía. Justamente aquí se demuestra la lejanía entre el ideal de la madre y la realidad. La fotografía le parece una prueba del estupendo estado del paciente y tan buena que se la envía a los amigos Overbeck y Köselitz. E. Podach dice (1932) que en ella «aparece Nietzsche sin corbata y con una expresión muy enferma, apagada, en el rostro». Tenerlo sin cuello ni corbata era una medida necesaria para impedir en la cabeza la fuerte afluencia de sangre o, respectivamente, el estancamiento de sangre que se producía cuando, al leer, adoptaba una postura inclinada hacia adelante.» .
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SEGURIDAD APARENTE
El mismo Podach afirma: El leía a menudo, siempre en voz alta y «con tal expresión natural que podría creerse que tiene que entender lo que lee». Medio año después (26 de febrero de 1892) Köselitz informa a Overbeck sobre esta pasión por la lectura: «La mayor excitación la muestra al leer: entonces la sangre le sube a la cabeza y su habla se convierte en ladridos y rugidos. Lo mejor entonces es quitarle el libro de la mano. Ya no puede hablarse de comprensión de lo que lee. Lee los números de página, la primera línea y una línea a mitad de página, después pasa a otra y así todo el libro.»
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EL IMPRESCINDIBLE
El conflicto entre Köselitz y Elisabeth se agravó rápidamente y ya el 23 de octubre de 1893 Köselitz le entregó a ella todo el legado manuscrito de Nietzsche que él conservaba en Annaberg para trabajar con él o editarlo. «Me es difícil creer que exista otro para quien estos manuscritos sean legibles», escribe, con suaves tonos triunfantes, a Overbeck, y de ahí su confianza de que en Naumburg no puedan arreglárselas sin su cooperación editorial, parcial al menos.
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SE EQUIVOCABA
Pero Elisabeth, con sangre fría, se sobrepuso también a esta dificultad, con todos los riesgos para la edición de estas partes póstumas del legado. Köselitz quedó excluido por el momento de todo tipo de colaboración, hasta que, seis años más tarde, a comienzos de octubre de 1899, Elisabeth, sorprendentemente, lo llama al Archivo y él se deja introducir plenamente en los métodos y en las ideas de ella.
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REDACTOR
Pero no sólo excluye a Köselitz de todo tipo de colaboración, sino que, además, rechaza todo su trabajo anterior. Los tomos dirigidos por él fueron retirados de la venta y convertidos en papel, y se inició una nueva edición completa, para la que ella ganó al Dr. Fritz Kögel como redactor responsable, quien tuvo primero que deshacer, en artículos de periódico, el trabajo de Köselitz, y suprimir sus prólogos, haciendo como que hubieran entrado «por error» en la edición. Köselitz expresa la suposición de que Elisabeth conoció al Dr. Kögel dos años antes (1891 en Berlín) por mediación de Cosima Wagner.
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NEGOCIO
Fritz Kögel era filólogo de origen, pero fundamentalmente un manager de éxito en la industria alemana del hierro (tubos de Mannesrnann), por lo que cabía esperar de él una actividad editorial «expeditiva», cosa que se hacía necesaria también por consideraciones económicas. Se necesitaban ingresos de los libros, puesto que la modesta pensión de Basilea no había alcanzado más que para un modo de vida también modesto, como el que Nietzsche, anteriormente, y los últimos años, la madre, habían llevado. Ahora, sin embargo, se vivía a lo grande, en el estilo del «Försterhof», contratándose también colaboradores. Ya a la madre, en los últimos tiempos, no le alcanzaba la subvención de Basilea: los cuidados del paciente, cada día más necesitado de ayuda, se hicieron más costosos; también los cambios llevados a cabo en la casa, necesarios por la atención del enfermo, habían costado dinero.
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APOYOS PARA EL Archivo-Nietzsche
Organizativamente Elisabeth partió de la siguiente correcta consideración: si había que fundar alguna vez un Archivo-Nietzsche (cosa en la que divergían las opiniones), entonces no había tiempo que perder. Había que aprovechar el interés que por Nietzsche se manifestaba desde numerosos lados, había que dar satisfacción a los muchos que pedían informes. Por otra parte era necesario buscar un amplio apoyo para la institución, y para ello se contaba, como base, con la participación continuada de los amigos en la suerte del paciente. Elisabeth se preocupó inmediatamente de reactivar viejas amistades, incluso así, por ejemplo, la de la acaudalada Meta v. Salis, a la que ya el 18 de noviembre de 1893 expone sus planes para un Archivo-Nietzsche, y que en los próximos años se había de convertir en uno de los valedores esenciales de la institución «Archivo-Nietzsche».
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MODELO DE ORGANIZACIÓN
Elisabeth tomará como modelo para su idea el «Archivo-Goethe» de entonces en Weimar. Esto es algo que se mostró ya desde muy pronto, tanto en la propia elección de sus colaboradores, como por el hecho de no construir un archivo «abierto» que estuviera a disposición de los investigadores interesados (como hoy, por ejemplo, las colecciones de manuscritos de las grandes bibliotecas o del «Archivo-Goethe y Schiller» de Weimar). Los archivos de hoy persiguen el objetivo de reunir, en lo posible, minucioso material de fuentes para tenerlo a disposición de la ciencia concentradamente -y por ello cómodamente. Los archivos de entonces, primero el Archivo-Goethe, y, más aún, el Archivo-Nietzsche hasta después de la muerte de la Sra. Förster (8 de noviembre de 1935), recogían materiales para substraer las fuentes a la propiedad privada y, con ello, a eventuales publicaciones libres, y conseguirse así el monopolio de su evaluación, cosa que promovía la tentación de abuso, en la que Elisabeth cayó.
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HABITACIÓN-ARCHIVO
La desgracia económica de la madre de tener desalquiladas las habitaciones del parterre, coadyuva a los planes de Elisabeth.Aquí es donde monta su primera «habitación-archivo», a la que lleva a la madre por primera vez el 24 de diciembre de 1893, después de la celebración navideña. Sería la última vez que la madre celebraría una fiesta de Navidad tan satisfactoria y reconfortante, sobre la que informa a Overbeck el 29 de diciembre: «Pero Lieschen... [tras una gripe] estaba tan recuperada la Noche Buena que montamos un árbol y, además, de acuerdo a los deseos de mi hijo cuando le pregunté si uno pequeño o uno grande: "naturalmente uno muy grande". Además le habíamos regalado un pequeño symphonium, de tonos argentinos, al que hicimos que tocara la marcha nupcial de Lohengrin cuando entramos en la habitación con el árbol reluciente... El se sentó en un sillón ante el árbol de Navidad, no lejos de él, y nosotros aquí y allá, su rostro resplandecía, miraba hacia el pianino a ver si venían de allí los sonidos y, sin excitación de ningún tipo, repitió varias veces estas palabras: "esto es lo más hermoso de toda la casa". Naturalmente también nosotras resplandecíamos por este efecto inésperado sobre "nuestro corazón de ángel", como lo llama siempre Lieschen... Nosotras dos no nos regalamos nada sino que ahorramos todo para la "habitación archivo".» Y puede añadir, con respecto al paciente: «En general, el estado actual de nuestro querido enfermo puede decirse que es satisfactorio (el 29 de marzo de 1894): Lo más provocativo son los gritos -y con qué voz, aunque la mayoría de las veces con el rostro más apacible-, sobre todo también el procurar que nadie le oiga, y mientras más trato de persuadirle más lo hace, de modo que lo mejor es que me quede yo sola con él en el cuarto de enfermo...En el balcón abierto y soleado... [ello] da buen, resultado algunos días durante un cuarto de hora. Pero hoy, tras algunos avisos por causa de los gritos, durante los cuales se muestra completamente satisfecho y nada extraño, tuve que ponerlo a buen recaudo en el interior del balcón en su tumbona...Fue también una buena idea de mi hija el hacer abajo de dos habitaciones una grande,donde recibimos ahora todas las visitas, puesto que allí no se oye nada en absoluto a nuestro querido....»
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OBRA COMPLETA Y BIOGRAFÍA DE NIETZSCHE (Tomo I)
El archivo decide publicar la «Obra completa» de Nietzsche. Naumann había pensado como tomo I una biografía, que esperaba de Köselitz. Köselitz aceptó en principio el plan e intentó recoger en los círculos de amistades informaciones que pudieran apoyar o completar sus propias experiencias. Así Carl v. Gersdorff, el 15 de agosto de 1893, anuncia a Overbeck: «Ayer recibí una agradable señal de vida de Köselitz...que ha reaccionado ante el estímulo de Naumann de escribir una biografía de nuestro incomparable amigo, y que quiere contar con el fuerte apoyo de todos los que han tenido relación con él. Con gusto voy a refrescar y redactar por escrito mis recuerdos, y los pondré a disposición de Köselitz, ya que sé que es discreto.No puedo dudar de su capacidad para esta tarea grande, seria, honrosa. Sus dotes filosóficas y musicales, su seriedad y entusiasmo por el asunto, hacen esperar algo bueno. ¿Sabe usted que en el último año librero se han vendido 1.000 ejemplares del Zaratustra? ¿Que en Francia, sobre todo, se encuentran muchos lectores? En cualquier caso, mejores que en Alemania.»
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KÖSELITZ SE ARREDRA
Pero pronto Kóselitz esa seducción se arredra ante la magnitud del trabajo-, y el 19 de noviembre de 1893 hace esta observación a Overbeck: «Nunca he pensado seriamente en escribir la biografía que Naumann anuncia para el tomo I.» Tampoco era ya necesario puesto que Elisabeth ya estaba trabajando en ello.
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BIOGRAFÍA DE SU HERMANO
Fueron diferentes los motivos que impulsaron a la Sra Förster a escribir ella misma la biografía de su hermano. Entre ellos, seguramente, no tuvo la más mínima importancia el de la demanda de información, que era el fundamental para Naumann. Era más importante anticiparse a Köselitz o incluso a otro cualquiera, y entre estos «otros» temía a su enemigo jurado y mortal núm. uno: Lou Salomé, ahora Sra. Andreas-Salomé, que desde 1891 había publicado artículos sobre Nietzsche (de los que en 1894 surgió su libro Friedrich Nietzsche en sus obras) en diferentes revistas berlinesas, en los cuales se las daba, como antigua amiga, de especialmente introducida y enterada. En cualquier caso, otro viejo amigo de Nietzsche, Heinrich Rohmundt, está firmemente convencido, y lo confirma con citas en sus cartas a Overbeck, de que la biografía de Elisabeth Förster es en primera línea un enfrentamiento polémico a Lou Andreas-Salomé. El toma partido pública y claramente por Lou Andreas-Salomé, y con ello se atrae la cólera irreparable del ama del Archivo, con todas sus consecuencias. ¡Le llega a amenazar, incluso, si no se comporta dócil y callado, con aniquilarlo completamente como científico publicista! Y así lo «trató» en correspondencia en su biografía: silenciándolo. Overbeck, que se había visto mezclado indirectamente en la polémica, por los contactos epistolares, recibió la misma «consideración», nombrándolo lo menos posible, ¡dándole como justificación «delicada» que, como teólogo, le podría resultar más bien incómodo que se hiciera demasiado pública su amistad con el anticristo Nietzsche! Tampoco Overbeck rechazaba sin más las interpretaciones de Lou Andreas-Salomé; pensaba que, a pesar de todos los fallos, seguía siendo lo mejor que por el momento se había escrito sobre la filosofía de Nietzsche. Le achacaba, ciertamente, el modo de exhibir su «amistad». El conocía demasiado las intimidades y sabía de la corta duración de ellas: apenas siete meses; por todo ello ese contacto no le podía parecer suficiente como para una acreditación tan pretenciosa. Köselitz se mostró mucho más crítico, así por ejemplo cuando el 29 de septiembre de 1893 escribe a Overbeck: «Lou...es ciertamente la ensayista más sagaz sobre Nietzsche, y mi desconsideración puede que resulte bárbara: pero nada me horripila más que un Nietzsche tal como ella lo describe, como un débil y un neurópata al estilo de Gabriel Marisch, parecido a Chopin, quien probablemente vive en nuestra memoria plenamente falsificado por las descripciones de Sand y Liszt...Ahora recuerdo que un cierto Pole...ha escrito un libro Friedrich Nietzsche y Frédric Chopin...Este Pole considera a Nietzsche como una especie del Chopin de los nocturnos, pero en materia intelectual y lingüística -y en este error Lou tiene parte de "culpa" seguramente.»
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LAS PHILOLÓGICA
En abril de 1895 apareció el tomo I como publicación independiente, al que sucedió a finales de diciembre del año siguiente una primera parte del segundo tomo. Hubo pues que conseguir un texto para el primer tomo de la edición completa, y a ello dedicó Elisabeth las Philológica, las publicaciones especializadas del estudiante y del joven catedrático de filología clásica, o sea, los trabajos sobre Diógenes Laercio, Hesíodo y Homero. Para ello se dirigió al viejo amigo y reconocido especialista Erwin Rohde.
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RODHE Y LAS PHILOLÓGICA
Rohde acabada de terminar su gran obra capital Psyche, en la que había trabajado muchos años y consumido sus fuerzas hasta el agotamiento. Si algunas le quedaban se las llevó la desesperanza sobre la situación de las universidades alemanas en el ámbito de las ciencias del espíritu. Así, con 48 años era ya un hombre viejo, roto, debilitado por una dolencia de corazón latente, a la que sucumbiría pocos años después (el 11 de enero de 1898). Hay que pensar siempre en esto cuando se pretende juzgar el comportamiento de Rohde en estos años, no siempre fácilmente comprensible. Con Nietzsche se había llegado a la ruptura porque Rohde ya no participaba de su camino filosófico, sino que lo criticaba enérgicamente. Había quedado un recuerdo de juventud entusiasta y romántico, del tiempo de los años de estudio en común, durante los que se encontraban bajo el cetro de Schopenhauer y Wagner, quienes seguían siendo todavía para Rohde las estrellas iluminadoras. De este acopio de recuerdos se alimentó ahora la memoria, la entrega, la compasión con el amigo de entonces y la admiración por la persona de Nietzsche tal como había sido algún día. Pero todo esto no servía de base para tomar decisiones acertadas en las cuestiones de la edición de la obra y del legado correspondiente (a partir de Zaratustra). A Elisabeth sólo le importaba realmente las Philólogica en este caso. Y ahí Rohde volvía a ser demasiado «especialista» para no darse cuenta de sus debilidades, de sus defectos técnicos -¡cosa que ya tenía clara el propio Nietzsche tiempo atrás! Esos trabajos suyos le desagradaron ya inmediatamente después de su publicación, encontrando «en ellos muchas cosas francamente falsas». Las Philológica de Nietzsche carecen de importancia para la filología, eso podía reconocerlo el filólogo Rohde, pero son reveladoras para el conocimiento de Nietzsche (¡los estudios sobre Demócrito!), cosa para la que Rohde ya no poseía sensibilidad alguna. Por contra, sí la tuvo, y tanto más, para los ideales de la Sra. Förster. El 14 de marzo de 1893 pudo escribir a Overbeck: «Ayer leí en la Deutsche Rundschau una serie de chismes burdos sobre Nietzsche, escritos por un profesor de Berna y judío berlinés llamado Stein. ¡Vergonzoso!...Ha escrito un libro estúpido y osado sobre psicología estoica...Uno de esos metomentodos, uno de ese tipo entrometido y husmeante, impertinente siempre y por todas partes, de judíos, bastos del todo, dedicados a la literatura. (Existe también una especie más soportable.) ¡Y tal gente cae ahora sobre Nietzsche! Por lo demás, parece que hay toda una literatura sobre Nietzsche debida a verdes jovencitos: yo tampoco la conozco. Pero estos groseros universitarios a la Stein, ni siquiera verdes, son más detestables, en cualquier caso.» Ambos, la Sra. Förster y Erwin Rohde no habían comprendido jamás que Friedrich Nietzsche suponía un acontecimiento en la historia cultural europea, que su filosofía, que parte de la antigüedad, especialmente de los presocráticos, es una parte integrante de la filosofía occidental en general. Ellos lo situaron en la estrecha vía de un «despertar» alemán y pusieron con ello la base para la errónea interpretación y para la funesta evolución que experimentaría su estudio.
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DIRECCIÓN DEL PROYECTO
A deseos de la Sra. Förster, en la Pascua (abril) de 1894, Rohde estuvo en Naumburg con el fin de discutir la disposición de la (¡nueva!) edición completa, para la que el 24 de abril de 1894 se cierra un nuevo contrato editorial con Naumann, por el que la Sra. Fórster queda tremendamente fortalecida y «legitimada». Sólo meses más tarde, el 27 de diciembre de 1894, Rohde informa a Overbeck sobre esta visita: «Vi al infeliz mismo: está completamente embotado, aparte de la madre y de la hermana ya no reconoce a nadie, apenas dice una frase una vez al mes, físicamente estaba también completamente arrugado, debilitado y empequeñecido, con color saludable en el rostro por lo demás, en una palabra ¡un espectáculo como para llorar! Pero es evidente que no siente ya nada... de un modo horrible está "más allá" de todo lnlxptva. Su hermana ha tomado en sus propias manos, y con loable energía, la edición de sus escritos...El admirable Kóselitz los había desvirtuado plenamente, había corregido el estilo de Nietzsche -¡demasiado necio!- y añadido desacertadas introducciones. Había que poner fin a ello, y los nuevos editores llevan las cosas magníficamente, a mi parecer. Yo mismo hice que me enviaran masas infinitas de cuadernos filológicos, que he revisado, pero sin encontrar -desde amplios y varios presupuestos- nada apto para la publicación. No sé si las Philologica...aparecerán en la edición completa; yo -no lo he aconsejado. En cualquier caso, incluyen demasiadas cosas: casi todo el medio estúpido Ecce homo, incluso. A propósito, la Sra. Förster estaba muy afligida por el modo brusco, casi enemistoso, con el que usted se dirigió a ella con ocasión de la nueva edición: a la base tiene que haber un malentendido por parte de usted, puesto que realmente, yo lo he visto desde cerca, la buena señora sólo tiene en su ánimo las mejores y más laudables disposiciones e intenciones con respecto a usted.»
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CHISMORREOS
Overbeck era y siguió siendo muy escéptico respecto a las habilidades editoriales, tan resaltadas por Rohde, de la Sra. Förster sobre todo porque desconfiaba mucho de su capacidad de tacto. Más tarde Rudolf Steiner manifiesta reparos de otro tipo técnico muy diferente: «Que la Sra. Förster-Nietzsche es una completa lega en todo lo que se refiere a la doctrina de su hermano. No tiene un juicio propio ni sobre el aspecto más simple de esa doctrina...A la Sra. Elisabeth Förster-Nietzsche le falta toda sensibilidad para distinciones lógicas finas, e incluso para otras más toscas; a su pensamiento no lo anima la más mínima consecuencia lógica; se le escapa todo sentido de objetividad y atenencia al asunto. Un acontecimiento que suceda hoy, mañana ha tomado para ella una forma que no necesita tener semejanza alguna con la real, sino que ha sido elaborada tal como ella la necesita para lo que quiere conseguir. Pero recalco expresamente que nunca he sospechado de la Sra. Förster-Nietzsche que haya trastocado a propósito los hechos, o que haya levantado conscientemente afirmaciones falsas. No, ella cree en cada instante lo que dice y se convence a sí misma de que ayer era rojo lo que, con toda seguridad, tenía color azul.» Y Steiner tenía que saberlo, puesto que a nadie como a él le era posible medir la capacidad filosófica de la Sra. Förster, ya que ella, en el otoño de 1896, lo había contratado como profesor particular suyo y preceptor personal de filosofía. El malicioso comentario de Köselitz a Overbeck el 7 de octubre de 1897: «Al parecer, la Sra. Förster sólo soporta en torno suyo a hombres jóvenes, es decir, a gente en torno a la que flota una vaga posibilidad de liaison con ella. Ahora la ha embelesado el Dr. Steiner», podría revelar la rabia que le daba a Köselitz su exclusión, más que ofrecer una caracterización acertada de la selección de los editores.De todos modos, todos ellos estaban en torno a la treintena.
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PINTOR DE BERLÍN
Sobre ello informa a Overbeck la madre de Nietzsche: «Que, dado que era tan ruidoso también durante el baño, tuvimos que recurrir a los baños en casa. Es realmente algo incómodo, puesto que, por sus gritos, sólo podemos usar para ello su dormitorio, que está muy bien atrincherado, y, así, son siempre 20 los calderos que hay que traer hasta la bañera, y luego volver a sacarlos... Lo baño cada dos días, ello, unido al masaje del día intermedio, parece tranquilizarlo algo» (3 de julio de 1894). «Así, mi querido hijo está sentado junto a mí y frente a nosotros un pintor de Berlín, quien ha de dejarnos plasmada en óleo su querida figura... He de confesar que resulta muy fatigoso ya que Fritz se está poco quieto; ¡ojalá salga bien!» Pero el retrato no fue hecho para conservarnos su recuerdo físico, sino para peregrinar por las exposiciones dentro del montaje-Nietzsche que se hizo la hermana.
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CURT STÖVING
El pintor de Berlín, del que habla la madre de Nietzsche, era Curt Stöving (1863-1939);  fué un reconocido arquitecto y artista. Además de los retratos, hizo un busto de bronce y placas de bronce de Nietzsche.
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MONTAJE
La madre afirma lo siguiente: «Lo último es que mi hija ha fundado con el archivo... un hogar propio no lejos de nosotros... Aunque no estuve en absoluto de acuerdo con esta separación, ahora he de confesar que es lo correcto, ya que no pueden compaginarse bien sus cuidados físicos y sus bienes espirituales. A causa de estos últimos los caballeros estaban el día entero en casa, además del otro mucho movimiento, y yo, así, todo el día a la desbandada cerrando puertas a causa de los gritos, pero el aire le es absolutamente imprescindible a nuestro querido enfermo... Ahora, desde el primero de octubre, el segundo director del Archivo-Goethe, el Sr. v. d. Hellen, se ha trasladado de Weimar a aquí a Naumburg, con mujer y dos hijitos, como colaborador, en lugar del Sr. Dr. Zerbst, quien no valía para ello, de modo que el movimiento se ha hecho enormemente vivo en casa de mi hija; ambos son, lo mismo que el Sr. Kögel, muy musicales.... Todo esto no resulta apropiado para una casa en la que se encuentra un enfermo así, y, para ser sincera, tampoco mi energía llega más allá de las 10 cuando máximo» (11 de octubre de 1894).
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ROBO DE UNA CARTA
»Y precisamente en esa época, Elisabeth, a causa de una de sus fantásticas historias epistolares (cartas de Nietzsche, dirigidas a ella, habían sido robadas en el Paraguay y ahora se le ofrecían a compra en Chemnitz por un chantajista), promueve una disputa con ese fiel y solícito médico de cabecera, el Dr. Oscar Gutjahr, quien - en contacto permanente con el Prof. Bisnwanger en Jena- había supervisado el estado del paciente desde su traslado a Naumburg y se había preocupado también de la madre. Elisabeth, en cartas desenfrenadas  llena al Dr. Gutjahr de obscenidades, que hubieran bastado sin más para incoar un proceso por injurias. Pero para Gutjahr la contrincante era demasiado inferior, de modo que renunció a una solución judicial. La madre no llegó a saber todos los detalles, pero sentía esa infausta tensión y sufrió con ella; de ahí también el ruego a Overbeck para que la ayude.
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COMO UN VEGETAL
Tambien informa a Overbeck la madre de Nietzsche: «Mañana el Sr. Prof. Deussen de Berlín quiere venir para algunos días y se alojará en mi casa, al menos durante las noches, puesto que los días los pasará más bien con los caballeros [del archivo]La ocasión era el 50 cumpleaños de Nietzsche, el 15 de octubre. El recuerdo de este último encuentro con el viejo amigo hubo de grabársela a Deussen profundamente en la memoria, y por ello la imagen que expresa en sus Recuerdos resulta correcta: «Estaba sentado allí, tranquilo e indiferente, sin observar a nadie, sólo las flores que llevé excitaron su interés durante un poco de tiempo, y el pastel que se le puso delante fue consumido con voracidad. »
De todos los informes de los visitantes, viejos amigos íntimos, se sigue que Nietzsche, ya entonces, en el otoño de 1894, estaba completamente apático y no reconocía a nadie más que a la madre, a la hermana y a Alwine.

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SRA NIETZSCHE INCOMODA
Otras preocupaciones adicionales produjo a la madre la biografía que con tanta rapidez había salido de la pluma de su hija, cuyo primer tomo apareció en abril de 1895. Se veía ignorada en ella con premeditación, y eso resultó doloroso para ella. Köselitz creía saber (así el 16 de noviembre de 1896 a Overbeck) que, en el primer momento de enfado, había pensado escribir ella misma una biografía de su gran hijo, cosa que naturalmente no era apropiado a sus fuerzas.
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MIRADA ENEMISTOSA
La única alegría auténtica del año la experimentó el 24 de septiembre: Overbeck, en el viaje de Dresden (donde había visitado a sus parientes) a Basilea, paró algunas horas en Naumburg. Antes, el 19 de septiembre, había mantenido una conversación con Elisabeth en Leipzig, en la que le aseguró la comunicación de datos biográficos para su trabajo, pero en la que se comprobó, por lo demás, la incompatibilidad de sus puntos de vista sobre la «evaluación» del legado intelectual de Nietzsche. Pero esto no afectó la relación de la madre para con Overbeck. Envidió a su hija por la prioridad de este encuentro y rogó encarecidamente a Overbeck que le concediera el mismo favor. Sería la última vez que ella lo vería y él al amigo. En sus Recuerdos Overbeck describe así el encuentro: «¡Qué terrible cambio se había producido en Nietzsche desde 1890! Lo vi repetidamente, mañana y tarde, durante el día antedicho. En todo el tiempo no abandonó su silla de enfermo, no habló conmigo ni una palabra, sólo de vez en cuando me dirigía una mirada rota, medio enemistosa, y me dio en general la impresión de un animal noble herido de muerte, que se ha retirado al rincón en el que sólo piensa ya acabar su vida. No pude darme cuenta en absoluto de si siquiera me reconoció, y me quedó la duda de si siquiera era capaz todavía de hablar, y no me atreví a salir de dudas pidiendo información a la pobre madre.»
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INQUIETO NIETZSCHE
El día 31 de diciembre de 1894 escribe la madre de Nietzsche: «Un día tras otro, incluso a veces durante la noche, como hoy en torno a las tres de la mañana, tiene su día ruidoso, contra el que sólo ayuda, en tal caso, que corra mucho en su gran habitación de abajo, dispuesta para ello, el llamado cuarto de paseo, antiguo archivo, cosa que acaba de hacer a mi brazo, aunque con los gritos de júbilo acostumbrados, y ahora está tumbado en el sofá junto a mí, algo más tranquilo, en tanto que el resto del día estará muy propenso al sueño.» Y el 8 de abril de 1895: «Creo incluso que usted se alegraría... por su aspecto externo, como hoy por ejemplo, aunque tras una noche de plena vigilia por ambas partes. Pero durante el día él ha recuperado la noche y ahora está sentado, tan lindo y con tan buen aspecto, junto a mí en el balcón, que es el mayor alivio para él. Entre medias damos también nuestros pequeños paseos de cuarto de hora, aunque sólo por las habitaciones, naturalmente. En una palabra, las cosas marchan, no se me pregunte cómo, pero yo estoy feliz por tenerlo siquiera conmigo, y este sentimiento ayuda a soportar esta pena infinita, sobre todo también porque él no sufre.» El cambio de días y noches tranquilos y «ruidosos» siguió dominando la escena. El 6 de octubre de 1895 escribe: «Ahora, a las 8 de la tarde, parece que vuelve su vitalidad, y usualmente dura 24 horas, acrecentándose, de modo que no nos espera un buen domingo, y así vuelve ese estado un día tras otro, alternativamente. La noche pasada puede considerarse buena, y así es como el buen Dios ayuda de un día para otro, pues yo me siento entonces inmediatamente recuperada».
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MUERTE DE LA MADRE
El estado de la madre de Nietzsche empeoró rápidamente. Tras un  «catarro intestinal» se escondía una enfermedad peor. El 20 de abril de 1897, a la edad de 71 años y dos meses y medio, la madre fue liberada por la muerte de todo trabajo y preocupación que en los últimos tiempos habían caído sobre ella.
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PARTES DIFERENCIADAS
La renta que se le asignó a Nietzsche en 1879 con ocasión de su despedida de la universidad de Basilea estaba compuesta por tres partes perfectamente diferenciadas. Mil francos fueron concedidos por el consejo de gobierno (del gobierno cantonal) con cargo al tesoro público. A partir del 1 de julio de 1885 se hubiera necesitado un nuevo acuerdo pero se dejó pasar porque nadie se preocupó de ello y quizá sólo Overbeck fue consciente de que había que cursar una nueva solicitud pero decidió actuar de acuerdo con el principio «quieta non movere» (cosas que están quietas mejor es no moverlas), puesto que la cantidad siguió pagándose, por error, dado que desde el 1 de julio de 1885 faltaba la base legal para ello. Otros 1.000 francos corrían a cargo del «Fondo testamentario Heusler», dejado al buen criterio de la regencia de la universidad, o sea, de un consejo de profesores. Ese fondo Andreas Heusler, era una parte del legado testamentario de un tal «Friedrich Heusler, vecino de esta ciudad», que legó a la ciudad de Basilea 705.000 francos (varios millones según el poder adquisitivo actual),  «para repartir sus intereses anuales entre profesores y maestros necesitados, retirados por edad o por enfermedad, entre sus viudas o huérfanos». El último tercio de 1.000 francos provenía de círculos de la «Sociedad académica libre».También aquí existía una base legal para el pago prorrogado.
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FALLO EN LA RENOVACIÓN
Dado que esta parte de la renta se pagaba cada cuarto de año juntamente con la aportación estatal (el pago del fondo Heusler sucedía cada medio año) y que, además, desde 1885 se transfería primero a la caja estatal, el cajero estatal siguió pagando rutinariamente la cantidad total. Sólo cuando llegó a sus oídos en 1889 el desmoronamiento intelectual de Nietzsche se fijó con mayor detalle en la disposición del consejo de gobierno, constatando, con no poco susto, que desde hacía cuatro años estaba pagando ilegalmente 1.000 francos cada uno. Fue una situación embarazosa para aquel hombre, tan concienzudo, sin duda, por lo demás. No había perspectiva alguna de liquidar el asunto mediante una reclamación del dinero pagado.
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BASILEA POLÍTICA
Ante la noticia de la no-renovación, el consejero gubernamental reaccionó agriamente produciéndose un enfrentamiento entre la   Basilea «intelectual» y la Basilea «Política».
El secretario del departamento de educación, H. Zehntner, escribió con fecha 6 de septiembre de 1889 al Prof. Hagenbach- Bischoff:  «El Sr. L. David acaba de descubrir que la pensión Nietzsche hace tiempo que ha caducado y que se está pagando, tanto por el fondo de la universidad como por el Estado y la Sociedad académica, desde hace varios años, sin el oportuno acuerdo. No sé cómo ha sucedido en el fondo Heusler o en la Sociedad, pero por cauces estatales la cantidad de 1.000 francos (de los 3.000) no ha sido nunca prorrogada, de modo que el plazo de 6 años ha expirado el 1 de julio de 1885 si comenzamos a contar desde el 26 de junio de 1879. El señor consejero de gobierno Zutt es de la opinión de que la pensión estatal tiene que suspenderse en cualquier caso, ya que no hay motivo alguno para su renovación. Pero le gustaría, primero, conocer su opinión al respecto.» Despues de la oportuna información por parte de la Basilea intelectual (ver más adelante) se contesta lo siguiente: «muchas gracias por sus amables informaciones de las que se sigue que, como nosotros suponíamos, el asunto de la pensión de Nietzsche está plenamente en regla por lo que compete a la Sociedad académica y al fondo Heusler, que no están bajo control gubernamental, y tiene fallos sólo por lo que se refiere al lado estatal. Dado que se ha llegado a hablar del asunto, el Sr. consejero gubernamental Zutt quiere consultar al Sr. Prof. Overbeck para saber si los 1.000 francos de subvención por parte del Estado siguen siendo realmente necesarios. El Sr. consejero gubernamental Zutt duda mucho de ello y en cuentra además chocante que la pensión se gaste en el extranjero. Si no puede demostrarse una absoluta necesidad, el consejo gubernamental no estará muy inclinado, sin duda, a renovar la concesión».

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BASILEA INTELECTUAL
Ala carta anterior responde Hagenbach el 7 de septiembre: «El "descubrimiento" del Sr. David de que la pensión del Sr. Nietzsche siguió pagándose "sin acuerdo", por lo que respecta al fondo de la universidad, es plenamente incorrecto. Al enfermar el Sr. Nietzsche se decidió una pensión de 1.000 francos durante 6 años. Desde que terminó ese plazo (1885) la pensión se decidió nuevamente cada año, cosa que pueden confirmar las actas de la regencia. »Hago notar todavía que los 1.000 francos no son pagados del fondo de suplementos (fiscus universitarios), sobre cuyos dispendios deciden el consejo de educación y el de gobierno, sino del fondo testamentario Heusler, sobre cuyo uso según ley fundacional decide en definitiva la regencia de acuerdo al 25 de la ley universitaria, sin perjuicio de una autorización posterior de la rendición de cuentas, y precisamente a propuesta de la comisión para el legado Heusler. Así pues, la administración de la universidad y, por lo que sé, la Sociedad académica han actuado muy correctamente en este asunto, y en ello el Sr. David no ha podido encontrar nada; con la paga de la pensión estatal no tengo nada que ver, ni puedo dar explicación alguna al respecto. Pero si el Estado, en el futuro, no sigue pagando la pensión, ello resultará muy penoso para Nietzsche, que es atendido ahora en un manicomio.»

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POLEMICA CON OVERBECK
El 13 de septiembre el cajero estatal Lucas David se dirige directamente a Overbeck con un escrito: «Considero deber mío informarle de que ya no estoy autorizado para pagarle en nombre del Sr. Prof. Nietzsche la suma anual de 1.000 francos que ha soportado hasta ahora el erario público como pensión suya...Las cantidades entregadas después, debido al carácter completamente excepcional del caso, le fueron remitidas a usted...para el Sr. Nietzsche sólo por equivocación; espero, sin embargo, que el consejo de educación dé por buenos los pagos que se sucedieron después de 1885, en consideración de la enfermedad duradera del citado. Este mismo, a pesar de que él debía conocer exactamente la duración de su pensión, desde 1885 no se ha presentado nunca ante el consejo de gobierno o ante el de educación para pedir una prórroga de la aportación estatal a su pensión y tampoco a usted le manifestó nada respecto a la duración de la pensión... cosas ambas que hubieran sido indispensables...Este asunto me resulta, como también a usted, estimado señor, muy desagradable, y he hablado al respecto con el presidente del organismo educacional, el señor consejero gubernamental Dr. R. Zutt, al que remito también a usted en este caso.»
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RENUNCIA PENSIÓN ESTATAL
En medio de este desagradable incidente Overbeck no podía realmente hacer otra cosa que renunciar a la asignación estatal, cosa que podía aventurar tranquilamente puesto que, entretanto, estaba perfectamente informado de lo que se había gastado en Jena para la atención del enfermo, y puesto que para una necesidad mayor, en todo caso, había recibido en el ínterin suficientes promesas de ayuda entre el grupo de amigos. Además puede suponerse que él preveía ya ahora entre los colegas la posibilidad de conseguir una cantidad suplementaria de las arcas del fondo Heusler. Así Hagenbach, tras conferenciar con Overbeck, pudo informar el 25 de septiembre al consejo gubernamental: «El Sr. Prof. Nietzsche se encuentra actualmente en el manicomio de Jena y, excepto algunos ahorros sin importancia, depende completamente de lo que recibe de Basilea. El Sr. Overbeck, que se cuida de todo, cree que si no se presenta nada inesperado, podrían bastar 2.000 francos al año. La asignación de la Sociedad académica de 1.000 francos,...,por lo que yo sé, está asegurada todavía para 2 años y la asignación de 1.000 francos del fondo testamentario Heusler hasta ahora se ha concedido todos los años sin dificultades. Por eso el Sr. Overbeck es de la opinión de que en el futuro podrá prescindirse de la aportación estatal.» Así, la pensión basilea desde el 1 de julio de 1889 quedó reducida a 2.000 francos al año.
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CARTA DE ELISABETH
La Sra. Förster escribe  directamente el 4 de febrero al Prof. Von der Mühll un informe detallado de la situación desde su punto de vista: «Mi querido hermano ya manifestó hace tiempo la idea y el deseo de renunciar a la pensión de Basilea. Por esta razón hablé a fines de este otoño con el concejal de Magdeburg Dr.Oehler, tutor asignado a él tras su enfermedad,...Tengo que decir que sopesó seriamente el asunto como deseo que era de mi hermano, pero que opuso a ello motivos graves e inquietantes, tales que tuve que reconocer que había pedido algo muy imprudente por el momento...Nuestra pequeña familia se compone de mi madre, mi hermano y yo misma. Los humildes ingresos de mi madre y los míos desaparecen casi completamente con nuestra muerte o van a parar a otras manos. Mientras vivamos juntos y unas cosas se compensan con otras, los gastos que conlleva nuestro querido enfermo se reducen muy significativamente, pero podría suceder que nosotras dos muriéramos antes que nuestro querido pupilo (Hölderlin vivió 74 años), entonces habría de ser llevado a un hospital ¿y de dónde se pagaría entonces la pensión debida? Mi hermano posee 1.075 marcos...de réditos, aunque consiguiera un poco de capital añadido difícilmente podría ser llevado a un buen hospital de segunda o de tercera clase -¡una idea realmente espantosa para nuestro corazón amante! »Quizá haya oído usted que mi hermano ha conseguido buenos ingresos por sus libros, y es correcto, pero eso es justamente el capital que se le ha colocado y por el que recibe ahora 1.075 marcos de intereses. Cuando mi hermano se puso enfermo poseía todavía aproximadamente 12.000 marcos de capital, su pequeña fortuna se había reducido a este mínimo por años enteros de curas y especialmente por la autofinanciación de la impresión de sus libros...El librero, tras su grave enfermamiento, exigió de los tutores 1.500 marcos como gastos de impresión y demás, a pesar de que mi hermano había pagado ya muchos miles. Entonces éste tenía un acuerdo increíblemente desventajoso con el librero; con gran esfuerzo y tras muchas contrariedades conseguí poner en orden en tres años este enmarañado asunto.»Desde entonces todo ha cambiado: la tutela no tiene ya que pagar gasto alguno por los libros, sino que recibe para él unos honorarios importantes, que sólo se consideran, sin embargo, como capital devuelto y que se colocan casi por entero a rédito. Mi hermano posee ahora 29.000 marcos en valores...Estos ingresos hubieran sido mejores aún si no...se hubiera publicado una mala edición completa ilegal, de la que hubimos de convertir en papel 3.500 tomos. Naturalmente la edición completa de ahora exige colaboradores tan sobresalientes como el Sr. Kögel y el Sr. Dr. v. d. Hellen, y ello supone grandes sumas, aunque la parte principal de los gastos corre a cargo de la firma Naumann y de mí misma...El tutor de mi hermano me dijo que es absolutamente imposible prescindir de la pensión basilea...Todo este asunto me agobia puesto que temo que en Basilea se conceda de mala gana la pensión a mi pobre hermano, él tampoco quería gravar demasiado a Basilea. Yo misma no tengo fortuna alguna; lo que me quedaba en dinero líquido lo he gastado en honor de mi hermano, a quien amo profundamente, para la instalación y mantenimiento de un Archivo-Nietzsche, cosa absolutamente imprescindible como base para la edicción completa. A mi pobre madre no puedo decirle absolutamente nada de todo este asunto,...puesto que ella considera la pensión de Basilea como lo único seguro.....a excepción de los pocos intereses: duda completamente de que sus libros produzcan siquiera algún ingreso en lo sucesivo.Yo también creo que después de la edición completa ya no llegarán grandes ingresos; ¿quién compra en Alemania libros filosóficos? Los libros de mi hermano no se dirigen en absoluto a la masa: si de mí dependiera sólo podrían venderse a los muy pocos que los entienden, por eso me parece muy bien su precio enormemente elevado...Pero quiero volver al objetivo fundamental de mi carta: estoy muy afligida por no poder exonerar a Basilea; lo habría hecho con mucho gusto.» Ante esto el Prof. Von der Mühll hubo de aclararle otra vez que no estaba en ella el renunciar o no, sino en la regencia el conceder o no, y que hasta 1897 estaban asegurados todavía los 1.000 marcos de la Sociedad académica.
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TACTICA DE ATEMORIZAR
Pero entretanto la Sra. Förster se había asegurado financieramente de otro modo. Elisabeth consiguió, en porfía con su madre y con el tutor Oehler, que renunciaran a todos sus derechos  respecto de las publicaciones. Con ello en cualquier caso, demostró poseer un olfato infalible para los negocios. La hermana tendió el lazo hábilmente: a finales de noviembre, atemoriza   a la madre con la «nueva profundamente alarmante» de que la pensión «le ha de ser retirada próximamente a mi pobre hijo», tal como ésta se lamenta a Overbeck el 28 de noviembre de 1895, informándole a continuación: «He oído también a través de un tercero que mi hija ha hablado incluso de una especie de reintegro, cosa que es imposible que ella piense en serio», y ruega a Overbeck que le conteste rápidamente, telegráficamente incluso si es necesario, puesto que el domingo (1 de diciembre) viene su sobrino Adalbert Oehler para tratar de un «asunto tremendamente inquietante» para ella, para cuya decisión es importante conocer con certeza la cuestión en torno a la pensión de Basilea.
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RENTA PARA LA MADRE
Entretanto Elisabeth había preparado una compensación para la pensión de Basilea: Si la tutoría (madre y concejal Oehler) renuncia en ella - Elisabeth - a sus derechos derivados del contrato editorial, ella abonará 30.000 marcos y promete a la madre una renta de 1.600 marcos anuales. La madre desconfía de esa oferta tan rumbosa, no puede imaginarse de dónde ha de llegar de repente tanto dinero. «De amigos», se le asegura, pero silenciando quiénes son esos «amigos», así como las condiciones interesantes a esa generosidad. El 6 de diciembre de 1895 confiesa a Overbeck: «... y esta petición que se me dirige no me hace gracia alguna, y así la decisión me resulta muy difícil y me tortura auténticamente. Tampoco mi sobrino... pudo llegar a una decisión definitiva, o, más bien, vino sólo para procurarme tranquilidad, pero cada día encuentro más motivos para estar en contra que a favor». Le dice también por qué no cree en ese dinero: «Se gasta demasiado, de modo que sólo puede depositarse poco, y yo, por ejemplo, jamás he recibido nada ni de sus réditos ni del archivo.»
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LA MADRE CEDE
Pero la madre de Nietzsche, poco antes de Navidad, se ablandó, y, con el amargo sentimiento de haber cometido en definitiva una injusticia, el 27 de diciembre de 1895 escribe a Overbeck: «Acabo de pasar unas semanas muy difíciles, pero antes de que le explique todo esto por escrito es mejor adjuntarle el correspondiente documento, del que podrá usted colegir que el Archivo-Nietzsche, con todo, también con sus honorarios de Naumann, ha pasado a mi hija. Fui totalmente sorprendida con el contrato, de modo que por la tarde recibí el escrito enviado por mi sobrino desde Magdeburg y al día siguiente ya Liesbeth tenía fijada hora con el notario para la firma. Pero se habían hecho las cuentas sin el patrón, así que me resistí durante cuatro semanas enteras y lo hice, finalmente, porque creí volverme yo misma enferma y porque también mi sobrino me escribía una carta tras otra diciendo que firmara sin miedo alguno; el día anterior pedí también telegráficamente al Prof. Heinze, de Leipzig, que viniera y el bueno de él... compartió plenamente mi punto de vista en todo, puesto que él había recibido ya de Lieschen el contrato...A mi me pareció todo ello una confusión de ideas de mi hija: quererme comprar el tesoro espiritual de mi hijo, de nuestro enfermo comúnmente amado, o sea, nuestro tesoro familiar, a cambio de dinero extraño, a mí y, sobre todo, a mi hijo, que tiene un nombre -puesto que yo no veía el menor motivo para cambiar las cosas. Ni yo ni mi sobrino hemos puesto jamás impedimento alguno tanto a Lieschen como a Kógel...A Heinze, Lieschen le dio como motivo fundamental poder decidir al respecto, comprar correspondencia a ser posible, etc... Así, al día siguiente vino el notario a casa con mi hija, puesto que yo estaba enferma, y estampé esa firma, que se me había hecho amarga. De dónde piensa sacar mi hija sus medios de existencia, el sueldo de Kögel, el dinero para servir a objetivos ideales y los 1.600 marcos que ha de pagarme a mí como pensión para el bueno de Fritz ("que sólo están sobre el papel", como dijo el Prof. Heinze), es cosa que ella misma ignora, puesto que Lieschen, además, no sabe manejarse con el dinero...Lo mejor de ello es que desde la firma reina el buen tiempo y pasamos una hermosa Noche Buena.»
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ARROGANCIA
 Ahora la Sra. Förster podía comportarse ya de modo arrogante respecto a Basilea. Ya no se forzó en las alabanzas y sorprendió al Prof. Karl Von der Mühll el 12 de enero de 1896 con una de sus locuaces cartas. Pide diculpas por haber olvidado su última carta en alguna parte en Weimar, Leipzig o Berlín, diciéndole que le responderá más tarde cuando vuelva a reunir sus papeles. Después dice que quiere «rogar al tutor de mi hermano que le ofrezca a usted una exposición exacta de toda la situación, y, entonces, usted y él podrán decidir libremente qué es lo que parece más oportuno hacer en la cuestión de la pensión de acuerdo a esa situación y a la condición de mi hermano. Mi madre no tiene la más mínima idea de todo esto, puesto que es mi primo... quien se ocupa de estos asuntos... Esa fue la desgracia ahora en la cuestión del contrato: que la pobre madre quiso decidir de repente sin conocimiento del asunto y sólo según peregrinas ideas personales. Se extrañará de que el contrato llegara por fin a realizarse. Ello sucedió así: los pocos que podían tener perspectiva sobre el asunto: tres juristas excelentes, la firma C. G. Naumann y un amigo, emprendieron a la vez el asalto a mi madre, tan increíblemente lógica; la cosa se agudizó tanto que probablemente se le hubiera retirado la tutela de no haber firmado ese contrato tan extraordinariamente beneficioso para mi querido hermano, fue entonces cuando ella se decidió, aunque todavía de muy mala gana.
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ATAQUES A OVERBECK
En la carta anterior la Sra Förster afirma tambien que en sus últimas gestiones fue respaldada por Naumann: «Overbeek, extrañamente, respaldó al contrario y había sancionado francamente el error. Si ese error hubiera persistido mi hermano sería ahora completa, completamente pobre y dependería únicamente de la pensión de Basilea, mientras que ahora hemos llegado a un punto en el que podemos sopesar el tema de la pensión. Acto seguido el experto pasó a resaltar especialmente: cómo yo, todavía en mayor grado, me había preocupado de la herencia intelectual de mi hermano; fundado el archivo, creado la edición completa, ejecutado, en fin, una suma summa summarum, una plétora realmente sorprendente de buenas actuaciones. Al final consideró aún el sacrificio que yo había hecho, todo lo que yo poseía en dinero, tiempo y capacidad de trabajo lo había sacrificado por ello... Esta exposición completa de mis méritos... convenció por fin a mi buena madre. Desde entonces está como cambiada y manifiesta también con respecto a mí todas las cualidades amables de su naturaleza... He de rogarle a usted todavía que no considere en modo alguno definitivas las observaciones de Overbeck. El no entiende absolutamente -nada de todo el asunto, no ha hecho más que dificultarme todas estas difíciles situaciones, comportándose conmigo de modo totalmente inconveniente. He hablado al respecto con el consejero privado Rohde y éste manifestó su gran disconformidad con el comportamiento de Overbeck, aunque pensaba que la culpa la tenía la mujer, que estaba empeñada en apartar a Overbeck de todos sus viejos amigos: esto podía ser su disculpa.»
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AMPLIA INFORMACIÓN
Los miembros de la comisión, de momento, deciden que la pensión de Nietzsche y su asignación entre de nuevo en el presupuesto. Pero el Prof. Hegenhach no se conformó tan tranquilamente con el asunto y el 29 de febrero de 1896 escribió a su colega Von der Mühil: «Le devuelvo la carta de la Sra. Förster. La he leído. Si exite un capital de 60.000 marcos y, además, puede conseguirse una renta de 1.600 marcos, podríamos interrumpir tranquilamente la pensión.Pero el contenido entero y especialmente la forma de la carta es tal que ante todo debíamos recabar información de una persona desapasionada. Sería muy deseable un informe del tutor: el colega Overbeck sabe, en todo caso, quién es el tutor y quizá podría pedírsele información.» El Prof. Overbeck pidió informes, a través de la Sra. Nietzsche, al concejal Oehler de Magdeburg, quien el 30 de marzo ofrece esta clara información: «1. Ingresos seguros sólo son por el momento los réditos de 29.600 marcos en valores, los cuales, colocados al tres y medio por ciento, importan anualmente alrededor de 1.000 marcos. »2. Honorarios de autor ya no le corresponden al profesor Nietzsche. Todos los derechos provenientes de los contratos editoriales han sido transferidos a la hermana, a la Sra. Förster-Nietzsche...» Afirma tambien que las obligaciones aceptadas contractualmente por la Sra. Förster reposan, por ahora, en un suelo muy inseguro.»3.Los préstamos concedidos por amigos del Profesor Friedrich Nietzsche. » 4. La madre -la Sra. Nietzsche- cuenta con una pensión escasa: creo que 300-400 marcos anuales: tiene una casa en Naumburg sobre la que penden algunos miles de marcos de hipoteca . Antes tenía alquilada la casa, de modo que sacaba de ahí ingresos suficientes para sus modestas necesidades. La enfermedad de su hijo, entretanto, ha hecho necesario que la casa no sea habitada más que por ella. Por esta razón, desde hace años la casa no genera más que gastos, pero no aporta ingreso alguno...» Sea cual sea ahora la decisión, les pido a Vuestras llustrísimas que acepten mi palabra de que quedo siempre agradecido a la universidad de Basilea, a sus autoridades y miebros, por la benevolencia mostrada para con mi primo Friedrich Nietzsche
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BUSQUEDA DE PRESTAMOS
Entretanto Elisabeth había recurrido a diferentes «amigos» y «admiradores» con vistas a un préstamo. Pero, en principio, no consiguió éxito alguno. Despues decide ir en busca de amigos que hagan de avales para un préstamo. En primerísima línea de esos amigos está Meta von Salis. A ésta ya le había solicitado en octubre un préstamo de 500 marcos, que recibió con rapidez, para poder comprar aquella carta comprometida que parece que le fue robada en el Paraguay y que ahora le había sido ofrecida desde Chemnitz. Hubo de tener un enorme interés en la posesión (¿y destrucción?) de esa carta de su hermano. Pero los ingresos del archivo no eran suficientes (sus viajes de 1895 a Turín, Sils, Basilea, habían costado demasiado), por eso necesitó del préstamo de Meta von Salis. Ruega a Meta von Salis un aval de 5.000 a 6.000 marcos, garantizado por valores (¡o sea, el capital efectivo del hermano!). Todavía el 24 de enero de 1896 Elisabeth tiene que informar a Meta von Salis de un inconveniente que puso en peligro el préstamo. El Dr. Kógel y el Dr. Hermann Hecker eran partidarios de tomar el dinero de v. d. Heydt, el conde Harry Kessler y el Dr. Raoul Richter preferían a Robert v. Mendelssohn. Fuera cual fuera la decisión podía faltar un aval. Elisabeth propone a Meta von Salis: Meta v. Salis responde de 10.000 marcos, ella misma de 2.000 y el Dr. Richter, el conde Kessier y el Dr. Heeker, cada uno de 6.000. El 26 de enero se lleva a cabo el contrato de fianza, por cuyas garantías se hacen líquidos los 30.000 marcos por Robert v. Medelssohn (personalmente, no por la banca) por un plazo de 5 años, es decir, hasta el 1 de febrero de 1901. Como avales figuraron: la Srta. Meta v. Salis, el Dr. Hermann Hecker, el conde Harry Kessler y el Dr. Raoul Richter, cada uno de los cuales respondieron de 6.000 marcos. El riesgo de los 6.000 restantes parece que fue el propio Mendelssohn quien corrió con él.
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CAPITAL JUDÍO
No deja de tener una amarga ironía que el Archivo-Nietzsche, que más tarde se convertiría en un centro intelectual del nacional - socialismo, necesitara, en definitiva, para su nacimiento de capital judío, cosa que Nietzsche parecía prever cuando el 9 de diciembre de 1888 escribió a Heinrich Köselitz: «¿Sabe usted ya que para mi movimiento internacional necesito todo el gran capital judío?» Quizá la Sra. Förster se acordaba de esto cuando en 1933, a pesar de toda su admiración por la persona del «Führer» y por su programa nacional, se manifestó clara y contundentemente contra la persecución de los judíos, como una confusión perniciosa bajo el influjo de malos consejeros.
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FINAL DEFINITIVO
En Basilea, las decisiones a las que se refiere el concejal Oehler en su carta del 30 de marzo se tomaron con plena independencia de todos estos manejos de la Sra Förster y el montaje del Archivo-Nietzsche. Lo cierto, sin embargo, era que.  ya no existía «entre los suscriptores inclinación alguna a renovar la suscripción Nietzsche». A la mayoría le faltaba en exceso la relación personal con Nietzsche, y además, seguramente, se recibían con desagrado las noticias de prensa del éxito del Archivo-Nietzsche, trasladado entretanto a Weimar. Parecía obvio que allí no reinaba necesidad alguna.La cantidad de 1.000 francos del fondo Heusler había vuelto a ser concedida mientras tanto para todo el año 1897 y llegó a pagarse al completo; y lo hubiera sido asimismo sin el requerimiento del tutor Oehler del 21 de junio de 1897 al Prof. Karl Von der Mühll: «La exposición que hice el año pasado en mi detallado informe... vale hoy todavía... Tras la muerte, desgraciadamente demasiado temprano, de la madre de Friedrich Nietzsche, yo, como tutor del mismo, he llegado con la Sra. Förster al acuerdo de que ella se encargue plenamente de los cuidados y del sostenimiento de su hermano, así como de todos los gastos ordinarios, recibiendo a cambio todos los ingresos ordinarios de su hermano. Estos ingresos - sin contar la pensión de Basilea - ascienden a unos 2.100 marcos. No hace falta que me extienda en exponer cómo los gastos del cuidado y mantenimiento de su hermano, con el que quiere trasladarse el próximo mes a Weimar a una casa con jardín, saludable y recogida, no pueden cubrirse sólo con esto, y cómo ella ha de realizar muchos mayores sacrificios para cumplir esa obligación de la que se ha responsabilizado. Dado que ahora surgen cuantiosos gastos por la liquidación del hogar de Naumburg y por transformaciones arquitectónicas en el nuevo hogar de Weimar, hechas en interés del enfermo, yo saludaría con el más vivo agradecimiento el que fueran pagados aún los plazos de la pensión que quedan para este año. A propuesta de la Sra. Förster quiero hacer el intento, por el contrario, de arreglárnoslas en lo sucesivo sin la pensión concedida hasta ahora. Todos tenemos motivos para estar agradecidos de todo corazón a las autoridades de la universidad y a sus amigos por la esencial ayuda concedida para el enfermo. Aunque esperamos que, en las circunstancias actuales, sea posible prescindir de ella en el futuro... Ruego, en interés del enfermo, que pueda hacer la propuesta de que, si en contra de lo esperado la situación se vuelve tan desfavorable que parece hacerse indispensable seguir con la ayuda, se me permita entonces solicitar de usted esa ayuda...No quiero tampoco desaprovechar esta ocasión para agradecer de todo corazón a usted, estimado Sr. profesor, y a todos los que han participado en ello, la valiosa ayuda prestada al desdichado enfermo.» El Prof. Von der Mühll se interesó personalmente de modo extraordinario por la suerte de Nietzsche, tal como se colige de diversas cartas a la Sra. Förster. Así por ejemplo, ahora lo afectó la supresión desde el 1 de julio de las aportaciones provenientes del círculo de la Sociedad académica, y expresó a Overbeck su intención de que, en caso de que esas aportaciones cesaran realmente, se requiriera por esa única vez del fondo Heusler la cantidad correspondiente a ellas. Pero en principio creía todavía en una prórroga, al menos para el año en curso. «Si éste no fuera el caso, intentaría conseguir que la regencia concediera 500 marcos aún para este año, justificándolo por el hecho de que por la muerte de la madre y por el traslado a Weimar han surgido gastos extraordinarios, y que no sería correcto negar esta última ayuda. Quizá podría conseguirse aún la suma de la Sociedad académica. No se pudo, como hubo de explicarle Overbeck el 27 de junio. En julio, Von der Mühll volvió a aclarar detalladamente las cosas al concejal Oehler, y tuvo que exponerle cómo a fines de 1897 debían acabar también definitivamente los pagos del fondo Heusler. Por otro lado la pensión ya no era necesaria, cosa que, a su estilo patético, la Sra. Förster confirma al profesor Von der Mühll en una carta llena de divagaciones del 7 de septiembre de 1897: «El tutor de mi hermano me ha enviado una carta suya para que la responda. Aprovecho gustosamente la oportunidad para expresarle en esta ocasión lo muy agradecida que he estado siempre a la universidad de Basilea y a todos los que ahí se han interesado con tanto calor y ternura por mi querido hermano, evitando con ello preocupaciones a él y a mi querida madre. Mi vivo deseo fue siempre que la pensión de Basilea no le resultara imprescindible a mi hermano; muy a menudo él había expresado lo penoso que le resultaba gravar durante tanto tiempo a una comunidad tan pequeña... Si intento arreglármelas ahora con lo que aportan nuestros ingresos literarios comunes, si -no ruego a la universidad de Basilea que siga pagando al menos una pequeña parte de la pensión, lo hago todo porque estoy imbuida por la idea de realizar en todas mis acciones los deseos de mi querido hermano, para lo que gustosarnente estoy dispuesta a hacer cualquier sacrificio. Tampoco su disposición al sacrificio fue requerida por la evolución posterior de los acontecimientos en y en torno al Archivo y al legado de Nietzsche. Pronto se las daría de «gran dama», como una potentada en buena situación.
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Fin Pensión Basilea























































































































































































































CONFLICTO
Con la desaparición de la pensión de Basilea se rompió, sin embargo, la última relación positiva con «Basilea». A partir de entonces resultaron ociosas todas las inhibiciones y deferencias con respecto a Overbeck, y él hubo de servir cada vez más de blanco a la agresión de la Sra. Förster, cuando él no tenía otro deseo que le dejaran en paz y no tener nada que ver con el tráfago del Archivo. El 31 de marzo de 1897 había dejado su cátedra, el gobierno lo había jubilado como emérito en agradecimiento a sus extraordinarios servicios durante largos años y no quería ya más que gozar de sus últimos años tranquilamente y sin molestias. No se interpuso para nada en el «Archivo», pero tampoco quería que le inmiscuyeran en su actividad. La Sra. Förster, con sus incesantes ataques y pretensiones, le amargó radicalmente tal deseo. Con ello había surgido la infausta tensión entre Basilea y Weimar.
Biografía de Nietzsche
Fin Pensión Basilea























































































































































































































TRASLADO A WEIMAR
El 1 de agosto de 1896 Elisabeth se había trasladado a Weimar con el Archivo.Afirmaba trabajar mejor allí, sobre todo en la biografía, recibir más estímulos, estar más cerca de las fuentes. Ciertamente, en comparación con Naumburg, Weimar era un entorno de gran estímulo intelectual. Y además sólo por eso de «con asiento en Weimar» el Archivo consiguió superior consideración, se equiparó externamente al de Goethe, y Elisabeth hubiera sido la última precisamente en vacilar en jugar magistralmente esa carta de triunfo.También era más fácil contar aquí con visitantes, con visitantes de relieve. Y ya no necesitaba además atraerse a los colaboradores del Archivo-Goethe de Weimar.Y precisamente tenía gran falta de ellos.
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CLASES DE FILOSOFÍA
En el otoño de 1896, se atrajo a Rudolf Steiner para que le diera clases de filosofía. El 5 de diciembre le propone ser editor en el Archivo-Nietzsche, cosa que Steiner rechaza estrictamente a pesar del repetido ofrecimiento. Pero, para no poca sorpresa suya, la Sra. Förster expandió la noticia de que lo había conseguido como editor. Esto produjo, naturalmente, tensión con el colaborador de hasta entonces, el Dr. Kögel, quien, para acabar de perder todas las simpatías del ama, se había prometido con la Srta. Gelzer de Jena.
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COLABORADORES
Kögel fue despedido en junio de 1897, Steiner perdió al mismo tiempo su «puesto de enseñanza». En el otoño de 1898 viene como nuevo colaborador el Dr.Arthur Seidl. Pero no tiene otra cosa que hacer que corregir las supuestas faltas de Kögel. Después de un año también él se despide y es sustituido por el Dr. Ernst Horneffer, al que se une más tarde su hermano el Dr. August Horneffer. A finales de octubre de 1899, finalmente la Sra. Förster consigue anexionar a Heinrich Köselitz al Archivo para la edición de las cartasEn ese archivo, por tanto, las cosas suceden de modo realmente turbulento.
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SILBERBLICK
El archivo se estableció primero en la Wösrthstrasse 5. Pero esto no le bastaba a ella, no le parecía con suficiente relieve. Con gran tenacidad la Sra Förster consiguió que Meta von Salis, el 20 de mayo y para el 1 de julio de 1897, adquiriera por 39.000 marcos la casa «Silberbrick» de la Luisenstrasse 30, con vistas sobre todo Weimar, y que la pusiera a su disposición como archivo. Sobre la suave cadena montañosa que, al otro lado de la ciudad, acompaña y abarca el valle del Ilm, se levantaba ya el nuevo edificio del «Archivo Goethe y Schiller», inaugurado el 26 de junio de 1896, tras haberse ampliado el Archivo-Goethe, fundado en 1885, al conseguirlo en 1889 el legado de Schiller. El 20/21 de julio de 1897 Elisabeth pudo instalarse en «Silberblick» con el archivo. Hizo inmediatamente que vinieran obreros y jardineros y procedió a transformaciones en la casa que hubo de costear la propietaria. Despues se pone inmediatamente a conseguir hacerse con la propiedad de la casa y ofrece por ella a Meta von Salis 40.000 marcos, cosa que logra dentro del plazo de un año. El contrato de compra-venta está fechado el 1 de julio de 1898. La caja de ahorros de Weimar le acepta una hipóteca de 19.000 marcos y los 21.000 marcos restantes lo logra vendiendo la casa de Naumburg en mayo de 1989.
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NIETZSCHE A WEIMAR
La nueva casa-archivo ofrecía tanto espacio que Elisabeth pudo llevar consigo a su hermano incluso con la fiel Alwine. Parece que Nietzsche en su apatía no notó en falta la ausencia de su madre y que soportó bien el traslado a Weimar a donde llegó el 8 de agosto.
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ESPECTACULAR
La instalación de Nietzsche en Weimar fue una acontecimiento espectacular. Un viejo conocido de Basilea, Ludwig von Scheffler, narra....«Sobre el collado labrantío de enfrente se levanta un molino holandés roto...¡No lejos de allí se está acondicionando un casa! ¡Realmente una fea casa! Como en el verano aparece allí tan abandonada, tan sin protección en medio del ardor del día, la ocurrencia del filisteo de Weimar no resulta tan desacertada cuando la llama Villa insolación. ¿Cómo puede vivirse allí dentro? ¡Y sin embargo se vive! Un día mi hijo pequeño llega de la escuela excitado: ¿Sabes papá? ¡Ahí en frente se ha instalado un filósofo loco! Reprendo al muchacho pues mi sospecha se confirma pronto. ¡La hermana de Nietzsche ha venido a Weimar con su hermano enfermo! Voy al jardín y elijo las rosas más hermosas para un ramillete. Subo luego a la villa, allá en la altura, el corazón lleno de emotivos pensamientos que pertenecen al recuerdo de la juventud. ¡Como entonces en el Spalentorweg, una dama me abre la puerta! Reconocí inmediatamente la cara. Lo demás que pertenece a la mutuas explicaciones sucede en minutos de salutación afectuosa. La hermna de Nietzsche me conduce a una especie de salón. Ya entonces casi todo está dedicado piadosamente al recuerdo del gran hermano. ¡Sus retratos en las paredes, libros, manuscritos suyos por todas partes, colocados ordenadamente, pero esparcidos por doquier! Luego, instintivamente nos vamos a la ventana a contemplar la vista. ¡Ante nosotros el molino! La Sra. Förster se refiere a él con ademán melancólico: 'Una imagen de nuestra existencia! ¡Sin alas!' Y supe a continuación que una admiradora suiza del filósofo había adquirido para él esa casa tan extrañamente situada. Aquí, en la tranquilidad y apartamiento, ella confiaba aún en una especie de curación de sus enfermos nervios».
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PEREGRINAJE
Elisabeth escribe a Meta v. Salis informándole sobre las primeras visitas: «Entretanto he tenido visitas muy agradables: primero el conde Kessler y después la Sra. Von Petery y pasado mañana viene Stöving,...En noviembre Resa v. Schirnhofer hizo una visita de tres días. Se trataba de su primer encuentro con la hermana de Nietzsche. En sus Recuerdos informa al respecto: «Era natural que Elisabeth Förster- Nietzsche me propusiera hacer una visita a su hermano, a pesar de que yo misma no hubiera manifestado tal deseo, pues temía que la amable imagen del recuerdo del tiempo de nuestros encuentros anteriores se ensombreciera por la impresión de su aspecto externo, alterado por la enfermedad... Inmóvil, ausente, cerrado en sí mismo, estaba sentado, como un autómata, allí donde una voluntad extraña lo había colocado. No recuerdo haber pronunciado una palabra siquiera de salutación, ni de haber superado la medrosa rigidez que me sobrevino ante esa persona muda que antes me resultaba conocida y ahora tan extraña...Así que, con tristeza, despedí, meditabundo, aquello que todavía podía moverse -por lo que se refiere a las ideas y a los sentimientos- detrás de aquella máscara externa, impenetrable en esa forma vital que llevaba en sí misma el sello del desamparo humano y en la que toda chispa de vida intelectual parecía extinguida. La Sra. Elisabeth quería saber algunas cosas sobre mis encuentros y conversaciones con su hermano y, entre otras cosas, me preguntó también por si él había hablado conmigo sobre Stirner y su libro El único y su propiedad. Reflexioné un momento 'y contesté después que no podía acordarme de haberle escuchado ese nombre. Esto pareció no satisfacerla e insistió formulando de otro modo la pregunta: si yo, con seguridad, por mis recuerdos, podía afirmar que él no lo hubiera nombrado. Tuve la impresión de ser un delincuente en interrogatorios ante el juez de instrucción y dije que sólo podía afirmar que ese nombre no se encuentra en mi cuaderno de notas de aquel tiempo ni en mi recuerdo de Nietzsche como pronunciado por él. Pero ella volvió varias veces a esa pregunta recibiendo siempre la misma respuesta»..
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DESCRIPCIÓN EXCENTRICA
La descripción seguramente más entusiasta, excéntrica y exaltada nos la ofrece la baronesa Ungern-Sternberg, a la que Nietzsche había conocido en octubre de 1876 en el viaje a Sorrento. Relata su última visita, pocas semanas antes de la muerte de Nietzsche, o sea, en torno a julio de 1900: «A ruegos míos encarecidos, tras tres días, se me concedería un reencuentro, deseado y temido -y a la vez que a mí, a todo un pequeño círculo de amigos íntimos, antiguos y nuevos. Para gran satisfacción mía conocí a Gast (Köselitz), el hombre con ese corazón sensible de oro y con esa cabeza de músico tan expresiva. Este simpático círculo lo completaban nuevos admiradores, un matrimonio joven con formación musical, personajes de la nobleza, no sólo de nacimiento, sino también de sentimientos...Al pobre doliente sólo se le ha podido ahorrar el suplicio de las ulceraciones  de cúbito por un refinado sistema de cuidados inventado por ella [por la hermana], que consiste esencialmente en cambiarlo de posición y lugar cada dos horas durante el día. De ese modo llevaba una existencia pacífica,contemplativa,sin dolores físicos, protegido por un amor y un desvelo incansables, que se renovaban para él con cada sol...¡Cómo me sentí cuando lo ví en la majestad de su ser, de la belleza tan infinitamente ahondada de su expresión anímica! La belleza de los ojos, especialmente, no cubiertos ya por las gafas, era realmente subyugante.De esas estrellas oculares profundamente tristes, que parecían divagar en la lejanía y,sin embargo,mirar hacia el interior,surgía una fuerza poderosa, un fluido espiritual magnético,al que no podía sustraerse ninguna naturaleza sensible. Cubierto de un ropaje blanco,reposaba en un diván al que me acerqué vacilante, introducida por las palabras de la hermana:"Cariño, aquí te traigo a una querida amiga que hemos recordado juntos a menudo."Con ambas manos tomé la derecha suya, estrecha, enflaquecida -la misma que había conjurado sobre el papel esas series inmortales de ideas, aere perennius- y susurré:"Nos encontramos una vez, hace mucho, mucho tiempo, en Italia, en Génova y en Pisa."Examinando, pensativo, sus ojos reposaron  sobre mí y buscaron después, moviendo la poderosa cabeza, en pregunta sorda, la mirada de la hermana, que le susurraba palabras afectuosas, llenas de amor y dulzura. Bajo las manos del maestro Peter Gast surgían del piano sones magníficos, poderosos acordes, que conmovían al enfermo como con fuerza de encanto y sacudían su organismo como chispas eléctricas. Un arrobo feliz se dibujaba en su rostro, todo el cuerpo se estremecía en excitación febril, y nueva vida traspasaba las manos translúcidas, entumecidas. Ellas rompían las cadenas del entumecimiento y se movían una contra otra en signo de aplauso. Nada le parecía bastante en esa manifestación de alegría; enmudecidas ya las cuerdas -pero ojo en ojo con la hermana, buscando y encontrando ahí elocuente simpatía- temblada la deliciosa emoción en una auténtica tormenta de entusiasmo, con gesticulaciones y aplausos que no querían terminar. Un espectáculo para dioses que me fue dado contemplar. Con ojos húmedos, trapasados de indecibles sensaciones, se retiraron los testigos de esa insurrección anímica. Un apretón de manos y lágrimas disolvieron la tensión del alma.»
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DONACIONES
Elisabeth escribe a Meta v. Salis informándole: «¿[Sabes] que el Dr. Meyer en Berlín ha comprado el cuadro de Stöving por 2.000 marcos y lo ha regalado al Archivo? El cuadro, desgraciadamente, está aún en una exposición y sólo llegará en septiembre. El conde Kessler es ahora nuestro consejero en asuntos bibliográficos, queremos sacar una nueva y pequeña edición del Zaratustra, la actual ha caído en el estilo de la lírica juvenil y femenina.»
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FANTASIAS
Adalbert Oehler informa a Meta v. Salis brevemente de que el 19 de diciembre ha estado por primera vez en «Silberblick». A parte de esto las noticias sobre el estado del enfermo, extinguido mentalmente, se hacen escasas, pero estas pocas, todas ellas, contradicen plenamente la exposición que hace Elisabeth en su Biografía, en la que afirma un nuevo despertar del espíritu, conversaciones razonables e incluso una cierta movilidad física, hasta que sufriera una recaída en el verano de 1898 que ella diagnostica como «débil ataque apopléjico». Así una sobrina, Marie Schenk el 12 de septiembre de 1898 escribe a Meta von Salis: «La tía estaba tan contenta en julio con el estado del enfermo que casi abrigaba esperanzas de que pudiera darse un cambio para mejor.Pero, por desgracia, sólo se trató de una ilusión. Un profesor de Jena, al que hizo venir la tía, dio la enfermedad por incurable.A las fases de tal mejoría aparente seguían las recaídas que siempre llevaban un peldaño más abajo». Así en mayo de 1899 la hermana vuelve a tener la impresión de un «ataque de apoplejía», del que el paciente se recupera algo, de modo que Marie Schenk puede informar al mes siguiente, el 29 de junio de 1899: «El estado de Friedrich Nietzsche es muy variable.Ultimamente la tía Förster tuvo mucho miedo por su vida ya que él se pasó 36 horas tendido sin dar ningún signo de vida. Ayer me escribió mi hermana Martha desde Weimar que "su marido va ahora casi diariamente al Archivo-Nietzsche, ojalá que la dolencia de pies no depare aún más sufrimientos en el futuro al pobre enfermo; en cualquier caso, los cuidados se han hecho más difíciles por ello». Al parecer se había abierto un pie, y eso debía resultar muy doloroso.» Por la misma época que Resa v. Schirnhofer vino también el escritor Karl Böttcher (1852-1909), que el 4 de diciembre de 1897 en el diario de Riga y en 1900 en su libro Por caminos de estudio describe sus impresiones: «Al entrar en la amplia habitación, iluminada desde dos lados, la encuentro vacía. Pero no, allí en el rincón, en el sofá detrás mismo de la mesa, reposa en bata una figura algo encogida...Duerme, el enfermo duerme en largas y tranquilas aspiraciones... Hundido, con los ojos apretados un tanto enfermizamente, pálido, reposando las manos sobre el pecho.La conversación con la hermana continúa en tono de susurro...Volvemos a la biblioteca...Tras algún tiempo entro otra vez en la sala de estar del enfermo. Ahora ha salido ya de su dulce sueño y está acurrucado en su silla junto a la ventana. La ancha espalda inclinada sobre un libro gordo en el que aparentemente lee, aunque lo mantiene al revés en la mano. Grandes, vivaces ojos brillan hacia mí: Es como si comenzara a buscar en sus recuerdos quién pueda ser ese hombre extraño que está ante él. Pero después vuelve e inclinarse sobre el libro, sin tenernos más en cuenta ni a la hermana ni a mí...A veces balbucea algunas palabras como en un monólogo."En esta casa vivían muchas personas buenas"... y, más tarde,"He escrito muchas cosas bonitas"...Se le da un trocito de pan (¿pastel?); al parecer le gusta. Este es un hermoso libro", dice con seriedad».No como Lenau, furioso y excitado, no; como en otro tiempo Hölderlin, Friedrich Nietzsche está oscurecido por una especie de locura elegíaca; está tranquilo, se comporta dulcemente, pero sin pena ni alegría.Su actividad intelectual está plenamente destruida: apagada su memoria, apagado el juicio, apagada la fantasía; enmudecido el surtidor del espíritu, que en otro tiempo alcanzaba el cielo, brillantes en la tiniebla mental aquellos ojos azules... resplandecientes antes en el sol con la pompa más magnificiente de arco iris.» Estos pocos testimonios ofrecen una idea suficiente de como las cosas fueron realmente.
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BUSTO DE MAX KRUSE
En mayo de 1898 Elisabeth hace que venga de Berlín el escultor Max Kruse para hacer un busto de mármol. Hoy ese busto está en Sils-Maria, después de que durante muchos años quedara casi olvidado. Entonces, sin embargo, gozaba de consideración - o Elisabeth consiguió que se le considerara. En cualquier caso, el gran duque de Weimar acudió hasta el archivo expresamente para contemplar ese busto.«Parece que el enfermo estuvo muy paciente durante las sesiones y que su aspecto era bueno, dadas las circunstancias.» Ya al siguiente septiembre Elisabeth hace venir de Dresden al escultor Arnold Kramer para realizar una estatuilla de Nietzsche. En los últimos meses de vida al pintor Hans Olde (1855-1917) le fue permitido pintarlo embebido en la contemplación de una puesta de sol. Sólo a visitantes escogidos les es permitido ver al enfermo, y en ello se percibe siempre una escena con el ánimo y el encanto de un ritual.
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ATRACCIÓN FATAL
Tras un distanciamiento de años, incluso enemistad hostil, por parte de la Sra. Förster, ésta comenzó en abril de 1898, con el envío de un tomo recién aparecido de poesías de Nietzsche y con una dedicatoria personal, a ganarlo como colaborador imprescindible para el desciframiento de los últimos manuscritos. Kóselitz reacciona ante ello todavía sarcásticamente y el 14 de abril de 1898 escribe a Overbeck: «Casi me echo a reír con la dedicatoria escrita "Al Sr. Peter Gast, con los saludos más cordiales de la editora". Naumann ha sido vuelto a demandar ante el fiscal por la encantadora y angelical dama. Apenas sabe otra cosa que intranquilizar a las personas, torturarlas, vejarlas y juzgarlas con la injusticia más evidente. Al Dr. Kögel, que ha trabajado como un caballo de Trakehnen, lo llamaba "vago", etc. Yo, por mi parte, me alegro de haber cortado por lo sano con ella entonces, cuando la llama regresó de América.»  Pero la Sra. Förster espera ahora, sin prisas, a que su gesto de reconcilización vaya actuando, pero no por eso pierde de vista su objetivo, y el 15 de noviembre del año siguiente (1899) Köselitz escribe a Overbeek, que se sorprende no poco de ello:«¡Querido Sr. profesor!..Estuve en Weimar del 11 al 14 de octubre. En el transcurso del año recibí varias cartas muy largas del Archivo, que no contesté. A comienzos de octubre llegó una carta que me encarecía la edición de las composiciones musicales de Nietzsche de tal modo que esta vez ya no me produjo ni risa ni llanto y que me pareció realmente aceptable. Casualmente tenía que hacer otras cosas en Weimar, con lo que no tuve reparos en subir hasta la magnífica Silberblick, ante la que queda Weimar aproximadamente como Florencia vista desde San Miniato. Nuestro reencuentro fue natural, como si no hubiera pasado nada. Sólo el tercer día llegamos a hablar de nuestras diferencias. Por desgracia no puedo comenzar la historia con el Dr. Kögel, puesto que me llevaría muy lejos.» El Archivo está deliciosamente montado; Nietzsche, envuelto en un blanco vestido de franela, reposa el día entero arriba, en un diván, con no mal aspecto, muy tranquilo, con mirada soñadora y muy inquisitivo. Cuando le toqué al piano, muy suavemente, el Priache spunti in ciel l'aurora, parece que resurgió una luz de lo profundo de su borrada memoria: aplaudió sin fuerza alguna y casi imperceptiblemente con sus manos de Cristo. No creo que esta vez me conociera ya....A comienzos de diciembre volveré a Weimar: en mi primera visita, a causa de los muchos paseos, nuevos conocimientos, ojeadas en las actas a los acontecimientos de los últimos años y demás líos, no pude sino echar una mirada fugaz a las obras musicales con que se cuenta. Pero ahora tengo que acabarlo. Estoy ansioso por saber qué es lo que usted piensa de mi comportamiento...Con los deseos y saludos más cordiales para usted y para la estimada Sra., quedo siempre, en eterno agradecimiento, discípulo suyo Heinrich Köselitz.»
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REVISIÓN DE CARTAS
En realidad la Sra. Förster no tenía en mientes la edición musical, sino la de las cartas. Y en el material para ello se encontraban también trozos que Köselitz no podía siquiera enumerar: las duras e injustas observaciones de Nietzsche sobre el amigo como «majadero» y «espíritu torpe», como «carga». ¿Debía aparecer esto en la edición? ¿Y bajo qué condiciones la Sra. Förster estaba dispuesta a tachar estos párrafos y a renunciar a la publicación? Köselitz, en ese aprieto, ni podía ni debía siquiera pedir consejo a su viejo maestro tan respetado como lo era, para él, Overbeck
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KÖSELITZ PIENSA CASARSE
Cuando a comienzos de abril de 1900 la madre de Köselitz murió en Annaberg, él pudo trasladarse definitivamente a Weimar, donde se alojó al principio en la Lisztstrasse 22. El 4 de agosto de 1900 informa a Overbeck sobre su vida y sus impresiones (ya desde su nueva vivienda en la Luisenstrasse 13/11, o sea, más cerca del Archivo 187): «Ha sido un tiempo muy movido este que queda tras de mí, y cuando creía poderle decir definitavamente dónde aproximadamente podía caberme el honor de volver a verle, todo cambiaba de improviso. Ahora las cosas están de tal modo que pienso quedarme aquí los próximos años: ¡sí, quiero casarme el 3 de septiembre! Con un amor que tengo hace ya 10 años: con la Srta. Elise Wagner, de Leipzig, que tiene ahora 26 años».
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KÖSELITZ CRÍTICO
Köselitz escribe a Overbeck: «Ahora, con el desciframiento de los últimos manuscritos de Nietzsche, así como con la revisión del León de Venecia (que ha de aparecer aquí en el invierno), estoy terriblemente ocupado, también socialmente. Estaba pensando, estimado Sr. Profesor, si usted no podría, quizá, hacer que su camino hacia Dresden pasara por Franckfurt-Eisenach-Weimar-Leipzig. Entonces me sería dado vivir aquí la tremenda alegría de volver a verle a usted y a su estimada Sra. No hay peligro alguno de que la Sra. Förster nos importunara. No da un paso por la ciudad, sólo anda en coche, con cochero y servidor de librea sobre el pescante. Se ha covertido en una auténtica dama de corte, muy solicitada por su amenidad en círculos aristocráticos y cortesanos.» Así pues, en este momento Köselitz mantiene todavía una relación plenamente crítica y distante para con el ama del Archivo.
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CALUMNIAS
La visita de Overbeck tuvo lugar en septiembre, aunque fue corta. Por su parte, Köselitz, queda expuesto permanente y unilateralmente al influjo de la Sra. Förster, enemistoso respecto a Overbeck, y a él sucumbirá pronto, defendiendo incluso, al final, la hipótesis - sacada completamente del aire - de que Overbeck se había inventado la «leyenda» de la base sifilítica de la enfermedad de Nietzsche,debiéndose sólo la nota correspondiente del historial médico de Jena al influjo de sus informes. Era ésta una afirmación claramente rebatida por el testimonio de Binswanger, pero que, a pesar de ello, siguió defendiéndose obstinadamente desde el Archivo - por la Sra. Förster y Köselitz - en la controversia con Möbius después de 1902.
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ULTIMOS DIAS
La definitiva liberación del paciente sucedió el 25 de agosto de 1900. Esta vez es la señora Mathilde Schenk-Nietzsche, la madre de Marie Schenk, la que el 30 de agosto de 1900 escribe a Meta v. Salis breve, pero reparadoramente y sin pathos: «La última semana el finado padecía de un catarro que se agarró también al pulmón. En la noche del viernes al sábado (24/25 de agosto) tuvo un ataque de apoplejía. El sábado por la mañana temprano, a las 8, mi marido fue llamado a casa de la Sra. E. Förster-Nietzsche y encontró al enfermo agonizando inconsciente, y temblando débilmente en manos y pies; entre las 11 y las 12 del mediodía dio su último respiro. El domingo por la mañana temprano mi marido fue a Röcken, por encargo de la hermana del difunto, para preparar y disponer todo para el entierro en la tumba familiar de sus padres... El martes por la mañana temprano el cadáver fue trasladado a Röcken.»
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ANUNCIO
 Trás la muerte de Nietzsche, Elisabeth Förster puso como anuncio personal:

«Hoy al mediodía, hacia las doce, falleció mi querido Friedrich Nietzsche».
   «Weimar, 25 de agosto de 1900»

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HONRAS FÚNEBRES
El anuncio del Archivo fue firmado por Peter Gast, Arthur Seidl, y Ausgust Horneffer, e invitaba a las honras fúnebres en Silberblick el lunes 27 de agosto con el siguiente programa:
1.Canto de consuelo de las amigas de la Sra. Förster: «Sones» (poema de Claus Groth) de Johannes Brahms («Cuando un cansado,enterrado...»)
2. Alocución de Ernst Horneffer.
3. Canto de lamento de las mujeres: «Quae fremuerunt gentes» de Palestrina.
El programa musical delata al experto músico Peter Gast. En su juventud Nietzsche había puesto música a dos poemas de Groth, uno, aquel cuyo texto tomaría más tarde Brahms, habiéndose dejado estimular por otro para componer una pieza de piano. Compuso también un «Miserere» a 5 voces, claramente bajo el influjo de estudios intensos de Palestrina.

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ENTIERRO
El martes 28 de agosto, a las 4 de la tarde, tuvo lugar el entierro en la tumba familiar de Röcken:
1. Repique de las viejas campanas (que ya habían tocado para su nacimiento, así como para la temprana muerte del padre).
2. Canto de un coro de hombres.
3. Alocución del alcalde Dr. Adalbert Oehler [ahora alcalde de Halberstadt]
4. Coro de hombres.
5. Palabras de despedida: Prof. Max Heinze, Carl v. Gersdorff, Dr. Carl Fuchs.
6. «Confesión» de Peter Gast.
7. Coro de hombres.
8. Palabras de despedida del cortejo fúnebre (todo citas tomadas del Zaratustra); después se cerró la fosa bajo una gran lápida, de la que Nietzsche había hecho obsequio a la tumba del padre.

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SI LEVANTARA LA CABEZA....
Fue ciertamente una celebración digna y conmovedora. Pero ¿apropiada al modo de ser y de pensar de Nietzsche? El siempre había exigido sinceridad hasta las últimas consecuencias, había luchado sin compromisos contra la apariencia. ¿Respondía la celebración a esa exigencia? En el cementerio de una iglesia cristiana y bajo sus toques de campana se decían palabras de despedida tomadas del libro del anticristo Zaratustra. Y parece que nadie del cortejo fúnebre fue sensible a la tremenda ruptura, (¿qué pensaría el leño Köselitz? ) al abismo insondable, incluso, que se abría entre el lugar y la actuación, entre el deseo y la realidad.
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AUSENCIA NOTABLE
Hubiera habido uno, quizá, que sufriera por ello: Overbeck. Pero no estaba presente. No dejó de estarlo premeditadamente, por recelo Por ejemplo, como más tarde se le achacaría. Volvió a entrar en juego uno de aquellos acontecimientos desgraciados, que tienen a menudo consecuencias desproporcionadas. Tras la carta alegre del 4 de agosto de Köselitz, Overbeck no esperaba ninguna mala noticia de Weimar. El contestó el 7 de agosto del mismo modo, Pero, por precaución, hizo saber sus próximos planes: «El jueves dentro de 8 días [=16 de agosto] vamos a los Vosgos, donde permaneceremos hasta finales de mes -Hotel de las 3 Espigas junto a Colmar, en Alsacia. Desde comienzos de septiembre nuestro refugio será Villa Kijnigswald en Klotzsche, junto a Dresden. En los días 20 del citado mes pasaremos por Weimar y nada nos parece mejor que visitarle a usted unas horas en su nuevo estado.» Por alguna confusión momentánea - quizá pensando en su propia estancia allí mismo - Overbeck dirige la carta a Dresden en lugar de a Weimar. Así no llega nunca a Köselitz, sino que, pasado más de un año, el 25 de octubre de 1901, retorna a Overbeck en Basilea. De este modo Köselitz no conocía las direcciones de las vacaciones de Overbeck y dirigió a Basilea su misiva del 25 de agosto por la mañana temprano: «Lo que hace tiempo se temía -la muerte de Nietzsche- parece querer cumplirse hoy o esta noche. Estoy seguro de que usted vendrá para ver de nuevo el rostro del amigo inmortal -y si no, quizá, por estas líneas, sí ciertamente por un eventual telegrama que le lleve la triste noticial.» Cuando éste le llegó a Alsacia desde Basilea, era demasiado tarde para emprender el viaje, tanto a Weimar como a Röcken. Quizá fue esto una suerte para él y el destino ahorró a Overbeck el tener que despedirse de su amigo difunto en una ceremonia discordante. Así pudo conservarlo en su recuerdo vivo, como el ejemplo luminoso de una persona que soportó firmemente una vida árdua, en aras del cumplimiento de una tarea que él creyó que se le había impuesto -su amor fati-.
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