FILOSOFÍA DE NIETZSHE EN LA GENEALOGÍA DE LA MORAL
(Adaptación a la obra de Eugen Fink)

VERDAD Y MORAL:
Todos los escritos posteriores a Asi habló Zaratustra están poseídos por la idea de la «trasmutación de todos los valores». Esto significa en primer lugar que el pensamiento de Nietzsche transcurre por un cauce fijo de cuestiones, que no se hace ya cuestión de sí mismo. Todos los problemas de la filosofía son para él problemas de valores; el ser mismo del valor, en cambio, no se hace problemático. Siempre que la filosofía del pasado reflexiona sobre el ser, se encuentra ya -según piensa Nietzsche- guiada ocultamente por puntos de vista axiológicos; quiere escapar al «devenir», estima lo estable y permanente como lo superior, lo más valioso, como lo auténtico. Nietzsche saca de quicio la pregunta, no resuelta todavía, por la verdad del valor, con la otra pregunta, que a él le parece más radical, por el valor de la verdad. De todos modos, lo decisivo es que aquí Nietzsche opera con un concepto restringido de verdad, que permanece orientado primariamente al saber objetivo-científico. Es decir, la verdad cuyo valor pone Nietzsche en cuestión es la verdad sobre lo existente: la verdad de la ciencia y la verdad de la metafísica, que afecta al esquema básico de lo existente. La verdad como apertura de la vida que fluye, como voluntad de poder y como eterno retorno es, sin embargo, el fundamento de la universal perspectiva axiológica de Nietzsche y, por tanto únicamente puede ser un fenómeno axiológico. La naturaleza de la verdad que sustenta su propia filosofía no alcanza nunca una claridad última. Esto no es un hecho casual, una limitación que se pueda explicar biográficamente. En la falta de claridad acerca de la esencia de la verdad de la «vida», es decir, por tanto, de la verdad de la voluntad de poder y del eterno retorno, se esconde, al final, la posición escindida de Nietzsche con respecto a la metafísica, se oculta el hondo problema de si él pertenece todavía a ésta o si la trasciende y va más allá de ella. Es un espectáculo notable el ver cómo Nietzsche reduce todas las anteriores ideas de la verdad a la voluntad de poder y a los puntos de vista axiológicos, dictados por ésta, y cómo no es capaz, por otro lado, de esclarecer, en su peculiar modo de verdad. el descubrimiento de la voluntad de poder. El rango de una moral se define, para Nietzsche,por su grado de verdad, es decir, por la manera como se ajusta a la voluntad de poder y hasta dónde reconoce a ésta como principio de la creación de valores. Esto significa que también para Nietzsche es el problema moral, en última instancia, un problema de verdad, de adecuación a la voluntad de poder que es la esencia de la vida.

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(Adaptación a la obra de Eugen Fink)

VOLUNTAD DE PODER ONTICA Y ONTOLÓGICA:
Mas el concepto de «voluntad de poder» conserva aquí una peculiar ambigüedad, que Nietzsche no ha superado nunca del todo. La voluntad de poder es primordialmente un concepto ontológico que designa el modo de la movilidad de todo ente en cuanto tal: todo ser del ente consiste en un impulso hacia la prepotencia. El modelo óntico de este concepto ontológico lo tiene Nietzsche en la naturaleza orgánica. En ésta se da por todas partes el impulso a desarrollarse a sí mismo, a asimilar y a avasallar lo otro; en ella encontramos la lucha por el poder y por el sobrepoder. Todo lo orgánico es, en su movimiento, auxesis y phthisis, crecimiento y mengua, nacimiento de lo uno como desaparición de lo otro. La voluntad de poder no está limitada, sin embargo, al campo de lo orgánico, al vegetal, al animal y al hombre. Significa para Nietzsche el ser móvil de todo lo existente. Mas con relación a la moral Nietzsche se mueve, en cambio, en la ambigüedad de emplear de modo cambiante el concepto de «poder»: lo usa en el sentido de la generalidad ontológica y, a la vez, también en el sentido del modelo óntico. Todas las morales son productos de poder: aquí la voluntad de poder es entendida en sentido ontológico. Existen morales de la vida ascendente, de la vida poderosa, y morales de la vida descendente, de la vida impotente: aquí el poder y la impotencia son vistos, más bien, desde el modelo óntico. La supresión de la autoalienación de la existencia humana proporciona a Nietzsche el conocimiento de que la vida es el fundamento último de todos los valores; éstos sólo existen en la medida en que la vida los dicta. La posición de valores de la vida, en el hombre y por el hombre, es manifestación de la voluntad de poder; ésta se relaciona consigo mismo bien con veracidad (en la moral de señores) o sin ella (en la moral de esclavos). La voluntad de poder tiene, por así decirlo, dos formas de manifestarse: el poder - la impotencia. Cuando se habla de esta contraposición dentro de la voluntad de poder, el poder -y lo mismo la impotencia- son entendidos más bien en el sentido del modelo óntico. El poder puede adoptar así el carácter de la fuerza de los instintos belicosos, inquebrantables, de la vitalidad elevada; y la impotencia. el aspecto de la atrofia de los instintos, de una pérdida de instintos, de anemia. Poder e impotencia de la vida se expresan según categorías biológicas. Es preciso no olvidar estas conexiones si se quiere entender los escritos polémicos de Nietzsche, y escritos de este tipo son todos los posteriores a Asi habló Zaratustra.
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(Adaptación a la obra de Eugen Fink)

MORAL DE SEÑORES Y MORAL DE ESCLAVOS:
La distinción entre moral de señores y moral de esclavos existe desde tiempos inmemoriales; hay actitudes axiológicas que brotan de la vida super-rica, rebosante, de la vida que se prodiga, y otras que nacen de la indigencia y de la miseria de los perjudicados por la vida, de los enfermos, los débiles, los miserables y los agobiados. Pero en la historia anterior de la moral esta diferencia entre moral de señores y moral de esclavos ha sido, por así decirlo, una diferencia «ciega». Los señores, los nobles, los fuertes, los ricos de vida, la élite, los guerreros, la aristocracia: «no saben lo que son». Hay un señorío que permanece ingenuo, despreocupado, opaco a sí mismo. Sólo la reflexión axiológica de Nietzsche sobre la proyección trascendental de toda objetividad aparente de los valores hace posible el auténtico señorío, la auténtica soberanía, la verdadera moral de señores. El dominio del señor está ahora basado en el conocimiento: en el conocimiento de la voluntad de poder y del eterno retorno. La moral de señores es la valoración propia del superhombre.De igual manera. también la esclavitud del esclavo, la auténtica esclavitud del hombre, es definida ahora de modo más radical: no es sólo pobreza de instintos, anemia, falta de fuerzas y de savia, sino que es la sujeción a Dios. El superhombre y el hombre referido a Dios: éstos son ahora los dos polos. La nueva moral de señores ama la muerte de Dios; la nueva vision de la moral de esclavos ve la esclavitud del hombre en la idea de Dios, en el «temor del Señor». Sus interpretaciones de la moral de señores y de la moral de esclavos en la historia tienen para Nietzsche sólo un sentido preparatorio; no se las debe tomar, como ocurre con frecuencia, como el nuevo ideal o anti-ideal de Nietzsche. Lo que a él le importa es exacerbar la contraposicion histórica de señores y esclavos convirtiéndola en la enemistad entre el ateísmo del superhombre y todas las formas de servicio a Dios.
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(Adaptación a la obra de Eugen Fink)

NUEVA EXPERIENCIA DEL SER Y MÉTODO SOSPECHA:
Así habló Zaratustra constituve la base inexpresa de todos los posteriores escritos polémicos. Nietzsche lucha contra todas las formas de la humanidad autoalienada, y esto significa ahora; de la humanidad esclavizada; quiere sostener la guerra liberadora de la libertad humana. Pero en medio de esta lucha, se hunde, la noche le rodea, le arrebata aquel dios del cual era él el último discípulo, el último iniciado. Nietzsche había emprendido ya una crítica de la religion, la filosofía y la moral en la segunda parte de su evolución. Pero allí en Humano,demasiado humano,en Aurora y en La gaya ciencia, había sido en lo esencial una crítica ilustrada que oponía el pathos de la ciencia rigurosa, fría, o de la ex-perimentación vital, al sueño metafísico, volviéndose hacia lo intramundano y terrenal, pero en sentido positivista. Así habló Zaratustra había echado por la borda el positivismo, había pensado hasta su última profundidad lo intramundano y terreno. Despues de este libro, la crítica de la religión, de la filosofía y de la moral ha de tener un sentido más radical; no se realiza ya con una actitud «ilustrada», sino como una lucha a vida o muerte. Para Nietzsche al menos, Asi habló Zaratustra es el comienzo de una nueva experiencia del ser. Desde ella la interpretación secular del ser, con su religion, su metafísica y su moral, aparece como un error único y tremendo, como una horrorosa contranaturaleza, como una interpretación que da en rostro a la vida, como la mentira y la hipocresía más grandes. Nietzsche ha sido alcanzado. por así decirlo, por el rayo de un conocimiento espantoso; la sospecha más terrible ha entrado en él; todo lo que hasta ahora se llamaba filosofía, religión, moral constituía un envenenamiento de la vida. La interpretación de la vida que guía a los siglos no ha sido obra de la vida esencial. sana, intacta y fuerte, sino obra nacida del odio mortal de los impotentes, destinada a hacer soportable la vida a los débiles,pero a estrangular a los fuertes,a crearles una mala conciencia. a arrebatarles la seguridad en sí mismos y la confianza en sus impulsos y en sus instintos. Humano,demasiado humano está escrito desde la perspectiva de esta sospecha. Pero es característico del método de Nietzsche el que la sospecha no va sólo delante, como un principio heurístico; con la sospecha Nietzsche cree tener también el derecho a ella. Ello significa que no examina las cosas sin prejuicios e imparcialmente; las contempla ya desde la visión de su nuevo proyecto vital. Sus tesis fundamentales acerca de la voluntad de poder, la muerte de Dios y el eterno retorno no están sacadas de su psicología: son sus ideas filosóficas. Nietzsche cree poder dar, sin embargo, a estos pensamientos suyos mayor relieve, más matices, más plenitud y riqueza mediante su psicología sutil y sublime. Cree poder confirmar su filosofía mediante su método sofístico. Desenmascara a los filósofos anteriores como hombres dirigidos por prejuicios morales inconfesados; a los hombres religiosos, como neuróticos; a los hombres morales, como vengativos. Pero este método de desenmascaramiento, que engaña por el hecho de que generaliza algo conocido en un caso aislado -la neurosis puede en ocasiones disfrazarse de religión; la venganza de moral; pero no por ello toda religión es ya neurosis, ni toda moral, ansia de venganza-, este método de desenmascaramiento puede ser una y otra vez exagerado, extralimitado. Se podría preguntar asimismo qué significa, como síntoma, el que alguien, en el amor al prójimo, sólo encuentre rencor, y en la veneración a Dios sólo vea neurosis. ¿Es semejante psicología del subsuelo expresión, ella misma, de una vida atrofiada, ciega para los valores?
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(Adaptación a la obra de Eugen Fink)

PSICOLOGÍA DEL CRISTIANISMO:
En la obra La Genealogía de la moral Nietzsche pretende darnos una aclaración de Más allá del bien y del mal. El escrito se divide en tres partes: la primera es una psicología del cristianismo. Comienza repitiendo la distinción, que ya conocemos, entre moral de señores y moral de esclavos, y alude luego a una división de la moral de señores en una moral de guerreros y una moral de sacerdotes. El guerrero tiene las virtudes del cuerpo; el sacerdote inventa el «espíritu». Los sacerdotes son «los máximos odiadores de la historia universal»; también «los odiadores más ricos de espíritu». De la rivalidad entre la casta guerrera y la casta sacerdotal deduce Nietzsche el salto de la moral de señores a la moral de esclavos. Los sacerdotes son los señores desposeídos que movilizan contra los guerreros a todos los débiles, a todos los enfermos, a todos los fracasados. En la historia universal Nietzsche ve en los judíos este movimiento indirecto, espiritualizado, de poder. Ellos son para él el genio del rencor. Nietzsche no es un antisemita. Sólo ve en los judíos -el «pueblo sacerdotal»- la rebelión contra todo lo señorial y noble. «Han sido los judíos los que, con una consecuencia lógica aterradora, se han atrevido a invertir la identificación aristocrática de los valores (bueno = noble = poderoso = bello = feliz = amado de Dios) han mantenido con los dientes del odio más abismal (el odio de la impotencia) esa inversión, a saber, ¡los miserables son los buenos; los pobres, los impotentes, los bajos son los únicos buenos; los que sufren, los indigentes, los enfermos, los deformes, son también los únicos piadosos...!». Con esta inversión de todos los valores nobles comienza la rebelión de los esclavos en la moral. comienza el cristianismo. En el judaísmo ve Nietzsche el proceso por el cual «el resentimiento mismo se vuelve creador y engendra valores». La Judea vencida y reprimida por Roma se levanta contra ésta. invierte los valores del mundo antiguo y conquista Roma en la figura del cristianismo. Nietzsche ve la historia de Occidentc de una manera terriblemente simplificada. El Renacimiento le parece un breve despertar de las valoraciones antiguas, pero que, «gracias a aquel movimiento radicalmente plebeyo (alemán e inglés) de resentimiento al que se da el nombre de Reforma protestante», volvió a pasar pronto a la «vieja quietud sepulcral de la Roma clásica» Una victoria más decisiva aún de la moral de esclavos es para Nietzsche la Revolución Francesa o el triunfo de todos los mediocres, el nacimiento de las ideas modernas. Sólo en Napoleón vuelve a aparecer, en medio de la rebelión desenfrenada de la plebe, el pran hombre, el hombre noble, «esa síntesis de inhumaniddd - superhomhre» Así pues, Nietzsche ve cristianismo incluso bajo ropajes secularizados. El cristianismo es para él sólo la aparición más poderosa de algo más general: el cristianismo es moral de esclavos. Esta es la razón decisiva de la lucha de Nietzsche contra él, al que toma ante todo como un sistema de valores. no como una dogmática ni como una revelación divina.
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(Adaptación a la obra de Eugen Fink)

PSICOLOGÍA DE LA CONCIENCIA MORAL:
La segunda parte contiene una psicología de la conciencia moral. Tampoco aquí parte Nietzsche de un análisis de la conciencia atenido al fenómeno de ésta, sino que salta inmediatamente a una explicación psicológica. La forma interna de la autocomprensión existencial, el carácter de llamada de la conciencia: nada de esto ve. La «interioridad» es el resultado de una perversión de los instintos. «Todos los instintos que no se desahogan hacia fuera se vuelven hacia dentro... Todo el mundo interior originariamente delgado, como encerrado entre dos pieles, fue separándose y creciendo, fue adquiriendo profundidad, anchura, altura, en la medida en que el desahogo del hombre hacia fuera fue quedando inhihido». Aquí no queda claro cómo la interioridad se organiza como función, como terreno de juego de los instintos reprimidos. ¿Qué puede significar un «fuera» que es previo a la contraposición entre dentro y fuera, Nietzsche no precisa en ninguna parte los supuestos de su psicología, la estructura de la psique en general; pero lanza una idea genial a ese campo oscuro y confuso de una psicología que no es capaz de captar, a pesar de todo su refinamiento, el modo de ser del alma humana. Nietzsche polemiza contra el yo y sus potencias, contra la concepción sustancial del alma, pero no coloca, en el lugar de esta psicología ordinaria que toma al hombre como algo que está ahí sin más, una aprehensión filosófica de la existencia humana. Por ello se ve obligado a operar, sobre una base totalmente opaca, con instintos, con enmascaramientos de instintos, etc. La psicología de Nietzsche es de hecho mucho más rica que los conceptos en que se expresa. Así Nietzsche desarrolla, en esta segunda parte, una visión de la esencia y del significado de la crueldad. Esta le parece formar parte de la esencia del hombre, ser un instinto básico, el placer de ver el sufrimiento y el placer de hacer sufrir. placer que es un ingrediente de la alegría grande de los pueblos fuertes, originarios. El instinto de crueldad se ha ocultado incluso en la práctica penal de los pueblos moralizados. La crueldad es un trasfondo oculto de la cultura humana. La tesis de Níetzsche sobre el origen de la conciencia moral dice así: la conciencia moral no es otra cosa que un instinto de crueldad refrenado en su desahogo hacia fuera y que, por ello, se ha vuelto hacia dentro. «El hombre que, falto de enemigos y resistencias exteriores, encajonado en una opresora estrechez y regularidad de las costumbres, se desgarraba, se perseguía, se mordía, se roía. se sobresaltaba, se maltrataba impacientemente a sí mismo, este animal al que se quiere "domesticar" y que se golpea furioso contra los barrotes de su jaula, este ser al que le falta algo, devorado por la nostalgia del desierto, que tuvo que crearse a base de sí mismo una aventura, una cámara de suplicios, una selva insegura y peligrosa; este loco, este prisionero añorante y desesperado fue el inventor de la "mala conciencia»  Nietzsche interpreta, pues, como una bestialidad de la idea lo que es sólo otra forma de bestialidad reprimida. El hornbre es siempre bestia: o hacia fuera, o hacia dentro, en el automartirio de la conciencia moral.
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(Adaptación a la obra de Eugen Fink)

PSICOLOGÍA DEL SACERDOTE:
La tercera parte contiene, por fin, una psicología del sacerdote y pregunta: «¿Qué significan los ideales ascéticos?» Los ideales ascéticos pueden significar a veces -por ejemplo, en el filósofo-
sólo una forma de su autodisciplina, de su economía de fuerzas. «Un cierto ascetismo, una dura y serena renuncia hecha del mejor grado, se cuentan entre las condiciones más favorables de la espiritualidad altísima». Por ello, piensa Nietzsche, la filosofía no ha concebido nunca decididamente los ideales ascéticos como envenenamientos de las fuentes de la vida. La filosofía tiene ciertas experiencias ascéticas; una cierta disciplina y un cierto rigor consigo mismo forman parte de un pensamiento de largo alcance y que perdura años y decenios. Pero aquí, entre los filósofos. éste es un impulso vital creador, que pone frenos al hombre; el ascetismo no tiene por qué significar aquí una posición contra la vida. Distinto y absolutamente discutible es el ideal ascético en el sacerdote. Aquí nace de el instinto de protección y de salud de una vida que degenera». La ascética misma es un recurso de la vida débil y enferma para seguir viviendo; es preciso renunciar al estallido de las pasiones, de los grandes sentimientos; es preciso refrenar las pasiones, si es que se quiere salir bien de las dificultades. El sacerdote es aquí para Nietzsche «el médico y el salvador falso», que mantiene en su sufrimiento a la vida baja, miserable, de poco aliento, a la vida enferma, que «cura» y a la vez envenena las heridas de esa vida fracasada, de tal manera que la herida permanece siempre necesitada de curación. El sacerdote es para Nietzsche el hombre «que modifica la dirección del resentimiento»; convence al hombre enfermo de que el mismo es culpable de su enfermedad, le da «consuelo», le propone ideales ascéticos. A la pregunta por la fuerza del ideal ascético de Nietzsche da la respuesta siguiente: hasta ahora ha sido el único ideal. Toda idealidad de los ideales históricos ha sido ascética. Siempre que el hombre se eleva por encima de la vinculación simple y animal a los instintos, siempre que es un hombre de voluntad, ha contrapuesto su voluntad al instinto, ha querido en contra de éste. Pero el hombre es voluntad, es decir, tiene que querer, si ha despertado de la paz ahistórica natural a la historicidad. No puede vegetar en el simple ir viviendo, sino que tiene que colgar algunos ideales encima de sí, tiene que ver a las estrellas brillar por encima de su cabeza. Hasta ahora, sin embargo, todas las estrellas pertenecían al más allá, eran inventos de sacerdotes, eran ideales contrarios a la naturaleza. Eran la dura senda de la voluntad que, oponiéndose a la naturaleza, adquiriría en el hombre la máxima fuerza expansiva, era voluntad en su más alto grado. Así pone Nietzsche en conexión el ideal ascético y la voluntad. En cierto modo. en toda voluntad hay ascética. ¿Mas qué es lo que quería la voluntad cuando seguía los ideales ascéticos? Nietzsche dice: la nada. La voluntad era la voluntad de la nada, una tendencia nihilista de la vida. «No podemos ocultarnos a fin de cuentas que es lo que expresa propiamente todo aquel querer que recibió su orientación del ideal ascético: ese odio contra lo humano, más aún, contra lo animal, más aún. contra lo material, esa repugnancia ante los sentidos, ante la razón misma, el miedo a la felicidad y a la belleza, ese anhelo de apartarse de toda apariencia, cambio, devenir, muerte. deseo, anhelo mismo; ¡todo eso significa... una voluntad de la nada, una aversión contra la vida, un rechazo de los presupuestos más fundamentales de la vida, pero es, y no deja de ser, una voluntad...!  La voluntad tensa por el ascetismo quiere la nada, la nada del más allá, del trasmundo, de las ideas morales y niega el más acá, ese mundo terreno, la vida viviente. ¿De qué procede la fascinacidn de la nada? Nietzsche dice: «El hombre prefiere querer nada a no querer...»   Esto significa que hasta ahora no ha habido en la tierra ningún otro ideal que el antinatural ideal ascético, no ha habido aún un ideal que fuera conforme a la naturaleza. Sólo esta contranaturaleza hace posible en absoluto la diferencia entre la realidad y el ideal, engendra el hiato infinito, que señala un cauce a la voluntad. Visto de esta forrna, también el ideal ascético posee una inmensa siginificación positiva. Crea por vez primera la hendidura y el abismo que la voluntad intenta salvar. El hombre se convierte en puente. Nietzsche invierte ahora esta tensión de la existencia; pero no trata de rechazar el ideal, sino de acomodarlo. en un nuevo sentido, a la vida. El hombre se convierte en el puente hacia el superhombre. La idealidad debe ser concebida de un modo nuevo, desde la estructura de la autosuperación de la vida, desde la gradación de la voluntad de poder. El ideal ascético era el único ideal existente hasta ahora; a partir de Asíí habló Zaratustra existe un anti-ideal. Nietzsche se opone, con una hostilidad absoluta. dura y ardiente, a todo lo que hasta ahora era «valioso». Pero no elige la contraposición por terquedad, gozo de molestar o capricho sino siguiendo la tendencia de un pensamiento que concibe la esencia del valor de una manera radicalmente nueva, como una manifestación de poder de la vida, como una posición de valores de la voluntad de poder. Al repensar la naturaleza del valor descubre Nietzsche los motivos para invertir las tablas de los valorcs, para bendecir lo que hasta ahora era maldito, y maldecir lo que hasta ahora se bendecía. La «trasmutación de todos los valores» permanece fuertemente hipotecada por la idea de la «inversión.

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