PRIMERA PARTE
De las tres transformaciones
De las cátedras de la virtud
De los trasmundanosDe los despreciadores del
cuerpo
De las alegrías y de
las pasiones
Del pálido delincuente
Del leer y el escribir
De árbol de la montaña
De los predicadores
de la muerte
De la guerra y el pueblo guerrero
Del nuevo idolo
De las moscas del mercado
De la Castidad
Del amigo
De las mil metas y de la única meta
Del amor al prójimo
Del camino del creador
De viejecillas y de jovencillas
De la picadura de la víbora
Del hijo del
matrimonio
De la muerte libre
De la virtud que hace regalos
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En el Prólogo, Nietzsche nos cuenta que, a los
treinta años, Zaratustra, se retira a la soledad de la montaña, donde le
acompañan sus dos animales heráldicos: el águila, símbolo del orgullo,
y la serpiente, símbolo de la inteligencia. Alli aprende su sabiduría, y un
día decide bajar a predicársela a los hombres. En el descenso hacia ellos tropieza con
un eremita «que no ha oído todavía nada de que Dios ha muerto». Al llegar a la ciudad
encuentra al pueblo reunido en el mercado y «comete la gran tontería de todos los
eremitas»: hablar al pueblo, es decir, hablar a todos y no hablar a nadie. Sus discursos
son, pues, para todos y para nadie. El fracaso es total, y el pueblo se burla de él. Sin
embargo, Zaratustra les ha enseñado la doctrina del superhombre, mostrándoles
además la imagen del último hombre. Tras enterrar a un volatinero qué había caído a
tierra mientras divertía al pueblo («tú has hecho del peligro tu profesión, en ello no
hay nada despreciable. Ahora pereces a causa de tu profesión: por ello voy a enterrarte
con mis propias manos»), Zaratustra descubre una
nueva verdad: no se debe hablar al pueblo. Desde ahora «cantaré, dice, mi canción para
los eremitas solitarios o en pareja; y a quien todavía tenga oídos para oír cosas
inauditas voy a abrumarle el corazón con mi felicidad». Zaratustra se retira orra vez a
la montaña, y así acaba «el Prólogo de Zaratustra».
La primera parte comienza
con un discurso sobre las tres
transformaciones: cómo el espíritu se convierte en camello, y el
camello en león y el león por fin, en niño. El tema central de
esta primera parte es la muerte de Dios. Ese peso debe dejar de
abrumar al hombre, afin de que éste pueda conquistar, no «el
otro mundo», sino este mundo suyo. Siguen luego ataques contra las virtudes que
actuan como adormideras (el sueño del justo), contra los trasmundanos (esos
ingratos que se imaginaron estar sustraidos a su cuerpo y a esta tierra), contra los que desprecian
el cuerpo y predican la muerte, etc. Entre estos discursos de tipo doctrinal,
algunos- como el titulado Del árbol de la montaña- describen las
peregrinaciones y diálogos de Zarathustra con aquellos pocos a quienes quiere convertir
en sus discípulos. Los capítulos dedicados a la amistad, al matrimonio, a las mujeres (¿vás
con mujeres? ¡No olvides el látigo!) ofrecen una serie de vivencias personales de
Nietzsche, algunas reconocibles en su biografía pero superadas y elevadas a un plano
general. Al final Zarathustra predica la muerte libre para los superfluos, y
acaba contraponiendo a las falsas virtudes combatidas la imagen de la virtud futura: la
virtud que hace regalos. En las últimas lineas Zarathustra se despide de sus
discípulos y vuelve a la soledad. "Ahora os ordeno que me perdais a mí y que os
encontréis a vosotros. Y sólo cuando todos hayáis renegado de mí, volveré a
vosotros."
(Introducción de Andrés Sanchez Pascual en Así habló
Zarathustra)
Cuestionario Prólogo
Cuestionario 1ª Parte
Presentación Zarathustra
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PROLÓGO
2ª, 3ª y 4ª
parte
Así habló Zarathustra
Filosofía de Nietzsche
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