Asi habló Zarathustra
(3ª PARTE)
El caminante
Fue alrededor de la medianoche cuando Zaratustra emprendió su camino sobre la
cresta de la isla para llegar de madrugada a la otra orilla: pues en aquel lugar quería
embarcarse. Había allí, en efecto, una buena rada, en la cual gustaban echar el ancla
incluso barcos extranjeros; éstos recogían a algunos que querían dejar las islas
afortunadas y atravesar el mar. Mientras Zaratustra ibà subiendo la montaña pensaba en
las muchas caminatas solitarias que había realizado desde su juventud y en las muchas
montañas y crestas y cimas a que ha había ascendido.
Yo soy un caminante y un escalador de montañas, decía a su corazón, no me gustan las
llanuras, y parece que no puedo estarme sentado tranquilo largo tiempo.
Y sea cual sea mi destino, sean cuales sean las vivencias que aún haya yo de
experimentar, - siempre habrá en ello un caminar y un escalar montañas: en última
instancia uno no tiene
Así iba diciéndose Zaratustra a sí mismo al ascender,
consolando su corazón con duras sentenzuelas: pues tenía el corazón herido como nunca
antes. Y cuando llegó a la cima de la cresta de la montaña, he aquí que el otro mar
yacía allí extendido ante su vista: entonces se detuvo y calló largo rato. La noche era
fría en aquella cumbre, y clara y estrellada.
Conozco mi suerte, se dijo por fin con pesadumbre. ¡Bien! Estoy dispuesto. Acaba de
empezar mi última soledad.
¡Ay, ese mar triste y negro a mis pies! ¡Ay, esa grávida desazón nocturna ¡Ay,
destino y mar! ¡Hacia vosotros tengo ahora que descender!
Me encuentro ante mi montaña más alta y ante mi más larga caminata: por eso tengo
primero que descender más bajo de lo que nunca descendí:
- ¡Descender al dolor más de lo que nunca descendí, hasta su más negro oleaje! Así lo
quiere mi destino: ¡Bien! Estoy dispuesto.
¿De dónde vienen las montañas más altas?, pregunté en otro tiempo. Entonces aprendí
que vienen del mar. Este testimonio está escrito en sus rocas y en las paredes de sus
cumbres. Lo más alto tiene que llegar a su altura desde lo más profundo.
Así dijo Zaratustra en la cima del monte, donde hacía frío; mas cuando se acercó al
mar y se encontró por fin únicamente entre los escollos, el camino lo había cansado y
vuelto aún más anheloso que antes.
Todo continúa aún dormido, dijo; también el mar duerme. Ebrios de sueño y extraños
miran sus ojos hacia mí.
Pero su aliento es cálido, lo siento. Y siento también que sueña. Y soñando se
retuerce sobre duras almohadas.
¡Escucha! ¡Escucha! ¡Cómo gime el mar a causa de recuerdos malvados! ¿O tal vez a
causa de expectativas malvadas?
Ay, triste estoy contigo, oscuro monstruo, y enojado conmigo mismo por tu causa.
¡Ay, por qué no tendrá mi mano bastante fortaleza! ¡En verdad, me gustaría redimirte
de sueños malvados!
Y mientras Zaratustra hablaba así, se reía de sí mismo con melancolía y amargura.
«¡Cómo! ¡Zaratustra!, dijo, ¿quieres consolar todavía al mar cantando?
¡Ay, Zaratustra, necio rico en amor, sobrebienaventurado de confianza! Pero así has sido
siempre: siempre te has acercado confiado a todo lo horrible.
Has querido incluso acariciar a todos los monstruos. Un vaho de cálida respiración, un
poco de suave vello en las garras -: y enseguida estabas dispuesto a amar y a atraer.
El amor es el peligro del más solitario, el amor a todas las cosas, ¡con tal de que
vivan! ¡De risa son, en verdad, mi necedad y mi modestia en el amor!» -
Así habló Zaratustra, y rió por segunda vez: entonces pensó en sus amigos abandonados
-, y como si los hubiera ofendido con sus pensamientos, enojóse consigo mismo a causa de
éstos. Y pronto ocurrió que el que reía se puso a llorar: - de cólera y de anhelo
lloró Zaratustra amargamente.
De la visión y del
enigma
De la bienaventuranza
no queridaAntes de la salida del sol
Oh cielo por encima de mí, tú puro! ¡Profundo! ¡Abismo de luz! Contemplándote me
estremezco de ansias divinas. Arrojarme a tu altura - ¡ésa es mi profundidad! Cobijarme
en tu pureza - ¡ésa es mi inocencia!
Al dios su belleza lo encubre: así me ocultas tú tus estrellas. No hablas: así me
anuncias tu sabiduría.
Mudo sobre el mar rugiente has salido hoy para mí, tu amor y tu pudor dicen revelación a
mi rugiente alma. El que hayas venido bello a mí, encubierto en tu belleza, el que mudo
me hables, manifiesto en tu sabiduría:
¡Oh, cómo no iba yo a adivinar todos los pudores de tu alma! ¡Antes del sol has venido
a mí tú, el más solitario de todos!
Somos amigos desde el comienzo: comunes nos son la tristura
y la pavura y la hondura; hasta el sol nos es común.
No hablamos entre nosotros, pues sabemos demasiadas cosas -: callamos juntos, sonreímos
juntos a nuestro saber.
¿No eres tú acaso la luz para mi fuego? ¿No tienes tú el alma gemela de mi
conocimiento?
Juntos aprendimos todo; juntos aprendimos a ascender por encima de nosotros hacia nosotros
mismos, y a sonreír sin nubes: -
- a sonreír sin nubes hacia abajo, desde ojos luminosos y desde una remota lejanía,
mientras debajo de nosotros la coacción y la finalidad y la culpa exhalan vapores como si
fuesen lluvia.
Y cuando yo caminaba solo: ¿de quién tenía hambre mi alma por las noches y en los
senderos errados? Y cuando yo subía montanas, ¿en quién buscaba siempre en las
montañas sino a ti?
Y todo mi caminar y subir montañas: una necesidad era tan sólo, y un recurso del
desvalido: - ¡volar es lo único que mi entera voluntad quiere, volar dentro de ti!
¿Y a quién odiaba yo más que a las nubes pasajeras y a todas las cosas que te manchan?
¡Y hasta a mi propio odio odiaba yo, porque te manchaba!
Estoy enojado con las nubes pasajeras, con esos gatos de presa que furtivamente se
deslizan: nos quitan a ti y a mí lo que nos es común, - el inmenso e ilimitado decir sí
y amén.
Estamos enojados con esas mediadoras y entrometidas, las nubes pasajeras: mitad de esto
mitad de aquello, que no han aprendido a bendecir ni a maldecir a fondo.
¡Prefiero estar sentado en el tonel bajo un cielo cubierto, prefiero estar sentado sin
cielo en el abismo, que verte a ti, cielo de luz, manchado con nubes pasajeras!
Y a menudo he sentido deseos de sujetarlas con los dentados alambres áureos del rayo, y
golpear los timbales, como el trueno, sobre su panza de caldera: -
- ser un encolerizado timbalero, porque me roban tu ¡sí! y ¡amén!, ¡cielo por encima
de mí, tú puro! iluminoso! ¡Abismo de luz! - porque te roban mi ¡sí! y ¡amén!
Pues prefiero el ruido y el trueno y las maldiciones del mal tiempo a esta circunspecta
y dubitante quietud gatuna; y también entre los hombres, a los que más odio es a todos
los que andan sin ruido, y a todos los medias tintas, y a los que son como dubitantes e
indecisas nubes pasajeras.
¡Y «el que no pueda bendecir, debe aprender a maldecir!.
_ esta luminosa enseñanza me cayó de un cielo luminoso, esta estrella brilla en mi cielo
hasta en las noches negras.
Mas yo soy uno que bendice y que dice sí, con tal de que tú estés a mi alredenor, ¡tú
puro!, ¡luminoso!, ¡tú abismo de luz!
- a todos los abismos llevo yo entonces, como una bendición, mi decir sí.
Me he convertido en uno que bendice y que dice sí, y he luchado durante largo tiempo, y
fui un luchador, a fin de tener un día las manos libres para bendecir.
Pero ésta es mi bendición: estar yo sobre cada cosa como su cielo propio, como su techo
redondo, su campana azul y su eterna seguridad: ¡bienaventurado quien así bendice!
Pues todas las cosas están bautizadas en el manantial de la eternidad y más allá del
bien y del mal; el bien y el mal mismos no son más que sombras intermedias y húmedas
tribulaciones y nubes pasajeras.
En verdad, una bendición es, y no una blasfemia, el que yo enseñe: «Sobre todas las
cosas está el cielo Azar, el cielo Inocencia, el cielo Casualidad y el cielo
Arrogancia».
«De casualidad» - ésta es la más vieja
aristocracia del mundo, yo se la he restituido a todas las cosas, yo la he redimido de
la servidumbre a la finalidad.
Esta libertad y esta celestial serenidad yo las he puesto como campana azul sobre todas
las cosas al enseñar que por encima de ellas y a través de ellas no hay ninguna
«voluntad eterna» que-quiera.
Esta arrogancia y esta necedad púselas yo en lugar de aquella voluntad cuando enseñé:
«En todas las cosas sólo una es imposible- ¡racionalidad!
Un poco de razón, ciertamente, una semilla de sabiduría, esparcida entre estrella y
estrella, - esa levadura está mezclada en todas las
cosas: ¡por amor a la necedad haz mezclada sabiduría en todas las cosas!
Un poco de sabiduría sí es posible; mas ésta fue la bienaventurada seguridad que
encontré en todas las cosas: que prefieren - bailar sobre los pies del azar.
Oh cielo por encima de mí, ¡tú puro!, ¡elevado! Ésta es para mí tu pureza, ¡que no
existe ninguna eterna araña y ninguna eterna telarana de la razón: -
- que tú eres para mi una pista de baile para azares divinos, que tú eres para mí una
mesa de dioses para dados y jugadores divinos!
Pero ¿te sonrojas? ¿He dicho tal vez cosas que no pueden decirse? ¿He blasfemado
queriendo bendecirte?
¿O acaso es el pudor compartido el que te ha hecho enrojecer? ¿Acaso me ordenas irme y
callar porque ahora - viene el día?
El mundo es profundo -: y más profundo de lo que nunca
ha pensado el día. No a todas las cosas les es lícito tener palabras antes del día.
Pero el día viene: ¡por eso ahora nos separamos!
Oh cielo por encima de mí, ¡tú pudoroso!, ¡ardiente! ¡Oh tú felicidad mía
antes de la salida del sol! El día viene: ¡por eso ahora nos separamos! -
Así habló Zaratustra.
De la virtud
empequeñecedora
Cuando Zaratustra estuvo de nuevo en tierra firme no marchó derechamente
a su montaña y a su caverna, sino que hizo muchos caminos y preguntas y se informó de
esto y de lo otro, de modo que, bromeando, decía de sí mismo: «¡He aqui un río que
con numerosas curvas refluye hacia la fuente!»
Pues quería enterarse de lo que entretanto había ocurrido con el hombre: si se había
vuelto más grande o más pequeño. Y en una ocasión vio una fila de casas nuevas;
entonces se maravilló y dijo:
¿Qué significan esas casas? ¡En verdad, ningún alma grande las ha colocado ahí como
símbolo de sí misma!
¿Las sacó acaso un niño idiota de su caja de juguetes? ¡Ojalá otro niño vuelva a
meterlas en su caja!
Y esas habitaciones y cuartos: ¿pueden salir y entrar ahí varones? Parécenme hechas
para muñecas de seda; o para gatos golosos, que también permiten sin duda que se los
golosinee a ellos.
Y Zaratustra se detuvo y reflexionó. Finalmente dijo turbado:«¡Todo se ha vuelto más
pequeño!
Por todas partes veo puertas mas bajas: quien es de mi especie puede pasar todavía por
ellas sin duda - ¡pero tiene que agacharse!
Oh, cuándo regresaré a mi patria, donde ya no tengo que agacharme - ¡dónde ya no tengo
que agacharme ante los pequeños!»- Y Zaratustra suspiró y miró a la lejanía. -
Y aquel mismo día pronunció su discurso sobre la virtud empequeñecedora.
2
Yo camino a través de este pueblo y mantengo abiertos mis ojos: no me perdonan que no
esté envidioso de sus virtudes.
Tratan de morderme porque les digo: para gentes pequeñas son necesarias virtudes
pequeñas - ¡Y porque me resulta duro que sean necesarias gentes pequeñas!
Todavía me parezco aquí al gallo caído en corral ajeno, al que picotean incluso las
gallinas; sin embargo, no por ello me enfado yo con estas gallinas.
Soy cortés con ellas, como con toda molestia pequeña; ser espinoso con lo pequeño paréceme una sabiduría de erizos.
Todos ellos hablan de mí cuando por las noches están sentados en torno al fuego - hablan
de mí, mas nadie piensa - ¡en mí!
Éste es el nuevo silencio que he aprendido: su ruido a mi alrededor extiende un manto
sobre mis pensamientos.
Meten ruido entre ellos: «¿Qué quiere de nosotros esa nube sombría? Cuidemos de que no
nos traiga una peste!»
Y hace poco una mujer atrajo a sí violentamente a su hijo, que querla venir a mí:
«¡llevaos los niños!», gritó; «esos ojos chamuscan
las almas infantiles»
Tosen cuando yo hablo: creen que toser es un argumento contra vientos poderosos - ¡no
adivinan nada del rugir de mi felicidad!
«Todavía tenemos tiempo para Zaratustra» - esto es lo que objetan; pero ¿qué importa
un tiempo que «no tiene tiempo» para Zaratustra?
Y hasta cuando me alaban: ¡cómo podría yo adormecerme sobre su alabanza! Un cinturón
de espinas es para mí su alabanza: me araña todavía después de haberlo apartado de
mí.
Y también he aprendido esto entre ellos: el que alaba se imagina que restituye algo,
¡pero en verdad quiere recibir más regalos!
¡Preguntad a mi pie si le agrada la forma de alabar y de atraer de ellos! En verdad, a
ese ritmo y a ese tictac no le gusta a mi pie ni bailar ni estar quieto.
Hacia la virtud pequeña quisieran atraerme y elogiármela; hacia el tictac de la
felicidad pequeña quisieran persuadir a mi pie.
Camino a través de este pueblo y mantengo abiertos los ojos: se han vuelto más pequeños
y se vuelven cada vez más pequeños: -y esto se debe a su doctrina acerca de la felicidad
y la
virtud.
En efecto, también en la virtud son modestos - pues quieren comodidad. Pero con la
comodidad no se aviene más que la virtud modesta.
Sin duda ellos aprenden también, a su manera, a caminar y a marchar hacia adelante: a
esto lo llamo yo su renquear -. Con ello se convierten en obstáculos para todo el que
tiene prisa.
Y algunos de ellos marchan hacia adelante y, al hacerlo, miran hacia atrás, con la nuca rígida: a éstos me gusta atropellarlos.
Pies y ojos no deben mentirse ni desmentirse mutuamente. Pero hay demasiada mentira entre
las gentes pequeñas.
Algunos de ellos quieren, pero la mayor parte únicamente son queridos. Algunos de ellos son auténticos, pero la
mayoría son malos comediantes.
Hay entre ellos comediantes sin saberlo y comediantes sin quererlo -, los auténticos son
siempre raros, y en especial los comediantes auténticos.
Hay aquí pocos varones: por ello se masculinizan sus mujeres. Pues sólo quien es
bastante varón - redimirá en la mujer - a la mujer.
Y la hipocresia que peor me pareció entre ellos fue ésta: que también los que mandan
fingen hipócritamente tener las virtudes de quienes sirven.
«Yo sirvo, tú sirves, nosotros servimos» - asi reza aquí también la hipocresía de
los que dominan, - ¡Y ay cuando el primer señor es tan sólo el primer servidor!'
Ay, también en sus hipocresías se extravió volando la curiosidad de mis ojos; y bien
adiviné yo toda su felicidad de moscas y su zumbar en torno a soleados cristales de
ventanas.
Cuanta bondad veo, esa misma debilidad veo. Cuanta justicia y compasión veo, esa misma
debilidad veo.
Redondos, justos y bondadosos son unos con otros, así como son redondos, justos y
bondadosos los granitos de arena con los granitos de arena.
Abrazar modestamente una pequeña felicidad - ¡a esto lo llaman ellos «resignación»! Y
al hacerlo, ya bizquean con modestia hacia una pequeña felicidad nueva.
En el fondo lo que más quieren es simplemente una cosa: que nadie les haga daño. Asi son
deferentes con todo el mundo y le hacen bien.
Pero esto es cobardía: aunque se llame «virtud». - Y cuando alguna vez estas pequeñas
gentes hablan con aspereza: yo escucho allí tan sólo su ronquera, - cualquier corriente
de aire, en efecto, los pone roncos.
Son listos, sus virtudes tienen dedos listos. Pero les faltan los puños, sus dedos no
saben esconderse detrás de puños.
Virtud es para ellos lo que vuelve modesto y manso: con ello han convertido al lobo en
perro, y al hombre mismo en el mejor animal doméstico del hombre.
«Nosotros ponemos nuestra silla en el medio - esto me dice su sonrisa complacida - y a
igual distancia de los gladiadores moribundos que de las cerdas satisfechas.»
Pero esto es - mediocridad: aunque se llame moderación.
3
Yo camino a través de este pueblo y dejo caer algunas palabras: mas ellos no saben ni
tomar ni conservar.
Se extrañan de que yo no haya venido a censurar
placeres ni vicios; ¡y en verdad, tampoco he venido a poner en guardia contra los
carteristas!
Se extrañan de que no esté dispuesto a hacer aún más avisada y aguda su listeza: ¡como
si ellos no tuvieran ya suficiente número de listos, cuya voz rechina a mis oídos igual
que los pizarrines!
Y cuando yo clamo: «Maldecid a todos los demonios
cobardes que hay en vosotros, a los que les gustaría gimotear y juntar las manos y
adorar»!-: entonces ellos claman: «Zaratustra es ateo».
Y en especial claman así sus maestros de resignación -; mas precisamente a éstos me
gusta gritarles al oído:¡Sí! ¡Yo soy Zaratustra el ateo!
¡Estos maestros de resignación! En todas partes en donde hay algo pequeño y enfermo y
tiñoso se deslizan ellos, igual que piojos; y sólo mi asco me impide aplastarlos.
¡Bien! Este es mi sermón para sus oídos: yo soy Zaratustra el ateo, el que dice
«¡quién es más ateo que yo, para disfrutar de su
enseñanza!»'
Yo soy Zaratustra el ateo: ¡dónde encuentro a mis iguales! Y mis iguales son todos
aquellos que se dan a sí mismos su propia voluntad y
apartan de sí toda resignación.
Yo soy Zaratustra el ateo: yo me cuezo en mi puchero cualquier azar. Y sólo cuando está
allí completamente cocido, le doy la bienvenida, como alimento mío.
Y en verdad, más de un azar llegó hasta mí con aire señorial: pero más señorialmente
aún le habló mi voluntad, - y entonces se puso de rodillas implorando - - implorando
para encontrar en mi un asilo y un corazón, y diciendo halagadoramente: «¡Mira, oh
Zaratustra, cómo sólo el amigo viene al amigo!»
Sin embargo, ¡para qué hablar si nadie tiene mis oídos! Y por eso quiero clamar a todos
los vientos:
¡Vosotros os volvéis cada vez más pequeños, gentes pequeñas! ¿Vosotros os hacéis
migajas, oh cómodos! ¡Vosotros vais a la ruina - - a causa de vuestras muchas pequeñas
virtudes, a causa de vuestras muchas pequeñas omisiones, a causa de vuestras muchas pequeñas resignaciones!
Demasiado indulgente, demasiado condescendiente: ¡así es vuestro terreno! ¡Mas para
volverse grande, un árbol ha de echar duras raíces en torno a rocas duras!
También lo que vosotros omitís teje en el tejido de todo eje futuro humano; también
vuestra nada es una telaraña y una araña que vive de sangre del futuro.
Y cuando vosotros tomáis algo, eso es como un hurto, vosotros pequeños virtuosos; mas
incluso entre bribones dice el honor: «Se debe hurtar tan sólo cuando no se puede
robar».
«Se da» - ésta es también una doctrina de la resignación. Pero yo os digo a vosotros
los cómodos: ¡se toma, y se tomará cada vez más de vosotros!
¡Ay, ojalá alejaseis de vosotros todo querer a medias y os volvieseis decididos tanto
para la pereza como para la acción!
Ay,ojalá entendieseis mi palabra: «¡Haced siempre lo que queráis, - pero sed primero
de aquellos que pueden querer!»
«¡Amad siempre a vuestros projimos igual que a vosotros, - pero sed primero de aquellos
que a sí mismos se aman- que aman con el gran
amor, que aman con el gran desprecio! Así habla Zaratustra el ateo.
¡Mas para qué hablar si nadie tiene mis oídos! Aquí es todavía una hora demasiado
temprana para mí.
Mi propio precursor soy yo en medio de este pueblo, mi propio canto del gallo a través de
oscuras callejuelas.
¡Pero la hora de ellos llega! ¡Y llega también la mía! De hora en hora se vuelven más
pequeños, más pobres, más estériles, - ¡pobre vegetación!, ¡pobre terreno!
Y pronto estarán ante mí como hierba seca y como rastrojo, y, en verdad, cansados de sí
mismos - ¡y, aún más que de agua, sedientos de fuego!
¡Oh hora bendita del rayo! ¡Oh misterio antes del mediodía! - En fuegos que se propagan
voy a convertirlos todavía alguna vez, y en mensajeros con
lenguas de fuego -ellos deben anunciar alguna vez con lenguas de fuego: ¡llega, está
próximo el gran mediodía!
Así habló Zaratustra.
En el monte de los olivos
El invierno, mal huesped, se ha asentado en mi casa; azuladas se han puesto
mis manos del apretón de manos de su amistad.
Yo honro a este mal huésped, pero me gusta dejarlo solo. Me gusta alejarme de él; ¡y si
uno corre bien, consigue escaparse de él!
Con pies calientes y pensamientos calientes corro yo hacia donde el viento está
tranquilo, - hacia el rincón soleado de mi monte de los olivos.
Allí me río de mi severo huésped, y hasta le estoy agradecido porque me expulsa de
casa las moscas y hace callar muchos pequeños ruidos.
Él no soporta, en efecto, que se ponga a cantar un solo mosquito, y mucho menos dos;
incluso a la calleja la deja tan solitaria que la luna tiene miedo de penetrar en ella por
la noche.
Es un huésped duro, - pero yo lo honro, y no rezo, como los delicados, al panzudo ídolo
del fuego.
¡Es preferible dar un poco diente con diente que adorar ídolos! - así lo quiere mi modo
de ser. Y soy especialmente hostil a todos los ardorosos, humeantes y enmohecidos ídolos
del fuego.
A quien yo amo, lo amo mejor en el invierno que en el verano; y ahora me burlo de mis
enemigos, y lo hago más cordialmente desde que el invierno se ha asentado en mi casa.
Cordialmente en verdad, incluso cuando me arrastro a la cama -: allí continúa riendo y
gallardeando mi encogida felicidad; incluso mis sueños embusteros se ríen.
¡Yo uno - que se arrastra! Jamás me he arrastrado en mi vida ante los poderosos; y si
alguna vez mentí, mentí por amor. Por ello estoy contento incluso en la cama de
invierno.
Una cama sencilla me calienta más que una cama rica, pues estoy celoso de mi pobreza. Y
en invierno es cuando ella más fiel me es.
Con una maldad comienzo cada día, con un baño frio me burlo del invierno: eso hace
gruñir a mi severo amigo de casa.
'Iàmbién me gusta hacerle cosquillas con una velita de cera: para que permita por fin
que el cielo salga de un crepúsculo ceniciento.
Especialmente maligno soy, ciertamente, por la mañana: a una hora temprana, cuando el
cubo rechina en el pozo y los caballos relinchan por las grises callejas: - aguardo
impaciente a que acabe de levantarse el cielo luminoso, el cielo invernal de barbas de
nieve, el anciano de blanca cabeza, -
- ¡el cielo invernal, callado, que a menudo guarda en secreto incluso su sol!
¿Acaso de él he aprendido yo el prolongado y luminoso callar? ¿O lo ha aprendido
él de mí? ¿O acaso cada uno de nosotros lo ha inventado por sí solo?
El origen de todas las cosas buenas es de mil formas diferentes, - todas las cosas buenas
y petulantes saltan de placer a la existencia: ¡cómo iban a hacerlo tan sólo - una sola
vez!
Una cosa buena y petulante es también el largo silencio y el mirar, lo mismo que el cielo
invernal, desde un rostro luminoso de ojos redondos:
- como él, guardar en secreto el propioso y la propia indómita voluntad solar: ¡en
verdad, ese arte y esa invernal petulancia los he aprendido bien!
Mi maldad y mi arte más queridos están en que mi silencio haya aprendido a no delatarse
por el callar.
Haciendo ruido con palabras y con dados consigo yo engañar a mis solemnes guardianes: a
todos esos severos espías deben escabullírseles mi voluntad y mi finalidad.
Para que nadie hunda su mirada en mi fondo y en mi voluntad última, - para ello me he
inventado el prolongado y luminoso callar.
Así he encontrado a más de una persona inteligente: se cubría el rostro con velos y
enturbiaba su agua para que nadie pudiera verla a través de aquéllos y hacia abajo de
ésta.
Pero cabalmente a él acudían hombres desconfiados y cascanueces aún más inteligentes:
¡cabalmente a él le pescaban su pez más escondido!
Pero los luminosos, los bravos, los transparentes - ésos son para mí los más
inteligentes de todos los que callan: su fondo es tan profundo que ni siquiera el agua
más clara - lo traiciona.
¡Tú silencioso cielo invernal de barbas de nieve, tú cabeza blanca de redondos ojos por
encima de mí! ¡Oh tú símbolo celeste de mi alma y de su petulancia!
¿Y no tengo que esconderme, como alguien que ha tragado oro, -para que no me abran con
un cuchillo el alma?
¿No tengo que llevar zancos, para que no vean mis largas piernas, - todos esos envidiosos
y apenados que me rodean?
Esas almas sahumadas, caldeadas, consumidas, verdinosas, amargadas ¡cómo podría su
envidia soportar mi felicidad!
Por ello les enseño tan sólo el hielo y el invierno sobre mis cumbres - ¡y no que mi
montaña se ciñe también en torno a si todos los cinturones del sol!
Ellos oyen silbar tan sólo mis tempestades invernales: y no que yo navego también por
mares cálidos, como lo hacen los anhelosos, graves, ardientes vientos del sur.
Ellos continúan sintiendo lástima de mis reveses y de mis azares: - pero mi palabra
dice: «¡Dejad venir a mí el azar: es inocente, como un
niño pequeño!»
¡Cómo podrían ellos soportar mi felicidad si yo no colocara en torno a ella reveses, y
miserias invernales, y gorras de oso blanco, y velos de cielo nevoso!
- ¡si yo no tuviera lástima aun de su compasión: de la compasión de esos envidiosos y
apenados!
- si yo mismo no suspirase y temblase de frío ante ellos, y no me dejase envolver
pacientemente en su misericordia!
Ésta es la sabia petulancia y la sabia benevolencia de mi alma, el no ocultar su invierno
ni sus tempestades de frío; tampoco oculta sus sabañones.
La soledad de uno es la huida propia del enfermo; la soledad de otro, la huida de los
enfermos.
¡Que me oigan crujir y sollozar, a causa del frío del invierno, todos esos pobres y
bizcos bribones que me rodean! Con tales suspiros y crujidos huyo incluso de sus cuartos
caldeados.
Que me compadezcan y sollocen conmigo a causa de mis sabañones: «¡En el hielo del
conocimiento él nos helará incluso a nosotros!» - así se lamentan.
Entretanto yo corro con pies calientes de un lado para otro en mi monte de los olivos: en
el rincón soleado de mi monte de los olivos yo canto y me burlo de toda compasión .
Así cantó Zaratustra.
Del pasar de largo
Así, atravesando lentamente muchos pueblos y muchas ciudades volvía
Zatatustra, dando rodeos, hacia sus montanas y su caverna. Y he aquí que también llegó,
sin darse cuenta, a la puerta de la gran ciudad: pero allí un necio cubierto de
espumarajos saltó hacia él con las manos extendidas y le cerró el paso. Y éste era el
mismo necio que el pueblo llamaba «el mono de Zaratustra»: pues había copiado algo de
la construcción y del tono de sus discursos y le gustaba también tomar en préstamo
ciertas cosas del tesoro de su sabiduría. Y el necio dijo así a Zaratustra:
«Oh, Zaratustra, aquí está la gran ciudad: aquí tú no tienes
De los apóstatas
Ay, ¿ya está marchito y gris todo lo que hace un momento estaba aún verde y
multicolor en este prado? ¡Y cuánta miel de esperanza he extraído yo de ahí para
llevarla a mis colmenas!
Todos estos corazones jóvenes se han vuelto ya viejos, - ¡y ni siquirra viejos!, sólo
cansados, vulgares, cómodos: - dicen "hemos vuelto a hacernos
El retorno a casa
Oh soledad! ¡Tú patria mía, soledad! ¡Ha sido demasiado el tiempo que he
vivido de modo salvaje en salvajes países extraños como para que no retorne a ti con
lágrimas en los ojos!
Pero ahora amenázame tan sólo con el dedo, como amenazan las madres, ahora sonríeme
como sonrien las madres, ahora di únicamente: «¿Y quién fue el que, en otro tiempo,
como un viento tempestuoso se alejó de mí? -
- que al despedirse exclamó: ¡demasiado tiempo he estado sentado junto a la soledad,
allí he desaprendido a callar! ¿Esto - lo has aprendido ahora acaso?
Oh Zaratustra, yo lo sé todo: ¡Y que tú has estado más abandonado entre los muchos,
tú uno solo, que jamás lo estuviste a mi lado!
Una cosa es abandono, y otra cosa distinta, soledad: ¡Esto - lo has aprendido ahora! Y
que entre los hombres serás tú siempre salvaje y extraño:
- salvaje y extraño aun cuando te amen: ¡pues lo que ellos quieren ante todo es que se
los trate con indulgencia!
Mas aquí, en tu casa, aquí te hallas en tu patria y en tu hogar; aquí puedes decirlo
todo y manifestar con franqueza todas tus razones, nada se avergüenza aquí de
sentimientos escondidos, empedernidos.
Aquí todas las cosas acuden acariciadoras a tu
discurso y te halagan: pues quieren cabalgar sobre tu espalda.Sobre todos los simbolos
cabalgas tú aquí hacia todas las verdades.
Con franqueza y sinceridad te es lícito hablar aquí a todas las cosas: y, en verdad,
como un elogio suena a sus oídos el que alguien hable con todas las cosas -
¡derechamente!
Pero otra cosa distinta es el estar abandonado. Pues ¿lo sabes aún, Zaratustra? Cuando
en otro tiempo tu pájaro lanzó un grito por encima de ti, hallándote tú en el bosque,
sin saber adónde ir, inexperto, cerca de un cadáver: -
- y tú dijiste: ¡que mis animales me guíen! He encontrado más peligros entre los hombres que entre los animales -
¡aquello era abandono!
¿Y lo sabes aún, oh Zaratustra? Cuando estabas sentado en tu isla, siendo una fuente de
vino entre cántaros vacíos, dando y repartiendo, regalando y escanciando entre
sedientos:
- hasta que por fin fuiste tú el único que allí se hallaba sediento entre borrachos, y
por las noches te lamentabas "¿tomar no es una
cosa más dichosa que dar? ¿Y robar, una cosa más dichosa que tomar? - ¡aquello era
abandono!
¿Y lo sabes todavía, oh Zaratustra? Cuando llegó tu hora más
silenciosa y te arrastró lejos de ti mismo, cuando ella dijo con un susurro malvado:
"¡habla y hazte pedazos! -
- cuando ella te hizo penoso todo tu aguardar y todo tu callar, y desalentó tu humilde
valor: ¡aquello era abandono!» -
¡Oh soledad! ¡Tú patria mia, soledad! ¡De qué modo tan bienaventurado y delicado me
habla tu voz!
No nos hacemos mutuas preguntas, no nos recriminamos el uno al otro, nosotros atravesamos,
abiertos uno para el otro, puertas abiertas.
Porque en ti todo es abierto y claro; y también las horas corren aquí con pies más
ligeros. En la oscuridad, en efecto, se hace más pesado el tiempo que en la luz.
Aquí se me abren de golpe las palabras y los armarios de palabras de todo ser: todo ser
quiere hacerse aquí palabra, todo devenir quiere aquí aprender a hablar de mí.
Pero allá abajo - ¡allá es vano todo hablar! Allá, olvidar y pasar de largo es la
mejor sabiduría: ¡esto - lo he aprendido ahora!
Quien quisiera comprender todo entre los hombres,
tendría que atacar todo. Mas yo tengo manos demasiado limpias para eso.
No me gusta respirar su aliento; ¡ay, que yo haya vivido tanto tiempo en medio de su
ruido y de su mal aliento!
¡Oh bienaventurado silencio a mi alrededor! ¡Oh puros
aromas en torno a mí!. ¡Oh cómo estos silencios aspiran un aire puro desde un pecho
profundo! ¡Oh cómo escucha este bienaventurado silencio!
Pero allá abajo - allá todo habla, nada es escuchado. Aunque alguien anuncie su
sabiduría con tañidos de campanas: ¡los tenderos del mercado ahogarán su sonido con
peniques!
Todo habla entre ellos, nadie sabe ya entender. Todo cae al agua, nada cae ya en pozos
profundos.
Todo habla entre ellos, nada se logra ya ni llega a su final.Todo cacarea, mas ¿quién
quiere aún sentarse callado en el nido y encobar huevos?
Todo habla entre ellos, todo queda triturado a fuerza de palabras. Y lo que todavía ayer
resultaba demasiado duro para el tiempo mismo y para su diente: hoy cuelga, raído y
roído, de los hocicos de los hombres de hoy.
Todo habla entre ellos, todo es divulgado. Y lo que en otro tiempo se llamó misterio y
secreto de almas profundas, hoy pertenece a los pregoneros de las callejas y a otras
mariposas.
¡Oh ser del hombre, extraño ser! ¡Tú ruido en callejas oscuras! Ahora vuelves a yacer
por debajo de mí: - ¡mi máximo peligro yace a mis espaldas!
En ser indulgente y compasivo estuvo siempre mi máximo
peligro; y todo ser humano quiere que se sea indulgente con él y se le sufra.
Reteniendo las verdades, garabateando cosas con mano de necio, con un corazón chiflado, y
echando numerosas mentirillas de compasión: -
así he vivido yo siempre entre los hombres.
Disfrazado me sentaba entre ellos, dispuesto a conocerme mal a mí para soportarlos a
ellos, y diciéndome gustoso: «¡tú, necio, tú no conoces a los hombres!»
Se desaprende a conocer a los hombres cuando se vive entre ellos: demasiado primer plano
hay en todos los hombres, -¡qué tienen que hacer allí los ojos que ven lejos, que
buscan lejanias!
Y cuando ellos me conocían mal: yo, necio, los trataba por esto con más indulgencia que
a mí mismo: habituado a la dureza conmigo y a menudo vengando en mí mismo aquella
indulgencia.
Acribillado por moscas venenosas y excavado, cual la piedra, por la maldad de muchas
gotas, asi me hallaba yo sentado entre ellos y me decia además a mi mismo: «¡inocente
de su pequeñez es todo lo pequeño!»
Especialmente aquellos que se llaman «los buenos», encontré que ellos eran las moscas
más venenosas de todas: clavan el aguijón con toda inocencia, mienten con toda
inocencia; ¡cómo serían capaces - de ser justos conmigo!
A quien vive entre los buenos la compasión le enseña a mentir. La compasión vicia el
aire a todas las almas libres. La estupidez de los
buenos es, en efecto, insondable.
A ocultarme a mí mismo y a ocultar mi riqueza - esto aprendí allá abajo: pues a todos
los encontré todavía pobres de espíritu. Ésta fue la mentira de mi compasión, ¡el
saber acerca de todos,
- el ver y el oler en todos qué cantidad de espíritu les bastaba y qué cantidad de
espíritu les resultaba demasiada!
A sus envarados sabios: yo los llamaba sabios, no envarados, - así aprendí a tragar
palabras. A sus sepultureros: yo los llamaba investigadores y escrutadores, - así
aprendí a sustituir unas palabras por otras.
Los sepultureros contraen enfermedades a fuerza de cavar. Bajo viejos escombros descansan
vapores malsanos. No se debe remover el lodo. Se debe vivir sobre las montañas.
¡Con bienaventuradas narices vuelvo a respirar libertad de montaña! ¡Redimida se halla
por fin mi nariz del olor de todo ser humano!
Cosquilleada por agudos vientos, como por vinos espumeantes, mi alma estornuda, -
estornuda y grita jubilosa: ¡He sanado!
Así habló Zaratustra.
De los tres males
En el sueño, en el último sueño matinal, yo me encontraba hoy sobre un
promontorio, más allá del mundo, sostenía una balanza y pesaba el mundo.
¡Oh, qué pronto me llegó la aurora: me despertó con su ardor, la celosa! Celosa está
ella siempre de los ardores de mi sueño matinal.
Mensurable para quien tiene tiempo, sopesable para un buen pesador, sobrevolable para alas
fuertes, adivinable para divinos cascanueces: así encontró mi sueño el mundo: -
Mi sueño, un navegante audaz, a medias barco, a medias borrasca, callado como las
mariposas, impaciente cual los halcones de cetrería: ¡cómo tenía hoy, sin embargo,
paciencia y tiempo para pesar el mundo!
¿Acaso le alentaba secretamente a ello mi sabiduría, mi riente y despierta sabiduría
del día, que se burla de todos los «mundos infinitos»! Pues ella dice: «donde hay
fuerza, allí también el número se convierte en dueño: pues tiene más fuerza».
Qué seguro contemplaba mi sueño este mundo finito, lo contemplaba no curioso, no
indiscreto, no temeroso, no suplicante: -
- como si una gran manzana se ofreciese a mi mano, una madura manzana de oro, de piel
aterciopelada, fresca y suave:
- así se me ofrecía el mundo: -
- como si un árbol me hiciera señas, un árbol de amplio ramaje, de voluntad fuerte,
torcido como para ofrecer respaldo e incluso escabel al cansado del camino: así se
erguía el mundo sobre mi promontorio:
- como si manos gráciles me tendiesen un cofre, - un cofre abierto, para éxtasis de ojos
pudorosos y reverentes: asi se me tendía hoy el mundo: -
- no bastante enigma para espantar de él el amor de los hombres, no bastante solución
para adormecer la sabiduría de los hombres: - ¡una cosa humanamente buena era hoy para
mí el mundo, al que tantas cosas malas se le atribuyen!
¡Cuánto agradecí a mi sueño matinal el que yo pesase así hoy, al amanecer, el mundo!
¡Como una cosa humanamente buena vino a mí ese sueño y consolador del corazón!
Y para preceder durante el día como él, y para seguirlo e imitarlo en lo mejor de él:
quiero yo ahora poner en la balanza las tres cosas más malvadas que existen y sopesarlas
de un modo humanamente bueno. -
Quien aprendió aquí a bendecir aprendió también a maldecir: ¿cuáles son en el mundo
las tres cosas más maldecidas? Ésas son las que voy a poner en la balanza.
Voluptuosidad, ambición de dominio, egoísmo: estas tres cosas han sido hasta ahora las
más maldecidas y de ellas se han dicho las peores calumnias y mentiras, - a estas tres
voy a sopesarlas de un modo humanamente bueno.
¡Adelante! Aquí está mi promontorio y ahí, el mar: éste se me acerca arrollándose
velludo, adulador, viejo y fiel monstruo canino de cien cabezas que yo amo.
¡Adelante! Aquí quiero yo sostener la balanza sobre el arrollado mar: y también elijo
un testigo para que mire, - a ti, árbol solitario, de fuerte aroma, de ancha bóveda, que
yo amo!
¿Por qué puente pasa el ahora hacia el futuro? ¿Cuál es la coacción que compele
a lo alto a descender a lo bajo? ¿Y qué es lo que manda también a lo más alto -
que siga ascendiendo?
Ahora la balanza está equilibrada y quieta: tres difíciles
2
Voluptuosidad: para todos los despreciadores del cuerpo vestidos con cilicios es ella su
aguijón y estaca, y, entre todos los trasmundanos, algo maldecido como «mundo»: pues ella se burla y se mofa de todos los maestros
de la confusión y del error.
Voluptuosidad: para la chusma, el fuego lento en que se abrasa; para toda la madera
carcomida, para todos los pingajos hediondos, el preparado horno ardiente y llameante.
Voluptuosidad: para los corazones libres, algo inocente y libre, la felicidad del jardín
terrenal, el desborde de gratitud de todo futuro al ahora.
Voluptuosidad: sólo para el marchito es un veneno dulzón, para los de voluntad leonina,
en cambio, es el gran estimulante cordial, y el vino de los vinos respetuosamente tratado.
Voluptuosidad: la gran felicidad que sirve de símbolo a toda felicidad más alta y a la
suprema esperanza. A muchas cosas, en efecto, les está prometido el matrimonio y más que
el matrimonio, -
- a muchas cosas que son entre sí más extrañas que hombre y mujer: - ¡y quién ha
comprendido del todo cuán extraños son entre sí hombre y mujer!
Voluptuosidad: - mas basta, quiero tener vallas alrededor de mis pensamientos, también de
mis palabras: ¡para que no entren en mis jardines los cerdos y los exaltados! -
Ambición de dominio: el látigo de fuego para los más duros entre los duros de corazón;
el espantoso martirio reservado al más cruel; la sombría llama de piras encendidas.
Ambición de dominio: la maligna traba impuesta a los pueblos más vanidosos; algo que se
burla de toda virtud incierta; algo que cabalga sobre todos los corceles y sobre todos los
orgullos.
Ambición de dominio: el terremoto que rompe y destruye todo lo putrefacto y carcomido;
algo que, avanzando como una avalancha retumbante y castigadora, hace pedazos los sepulcros blanqueados; la interrogación fulminante
puesta junto a respuestas prematuras.
Ambición de dominio: ante su mirada el hombre se arrastra y se agacha y se vuelve servil
y cae aún más bajo que la serpiente y el cerdo: - hasta que finalmente el gran desprecio
grita desde su boca -,
Ambición de dominio: la terrible maestra del gran desprecio, que predica a la cara de
ciudades y de imperios «¡fuera tú!» - hasta que de ellos mismos sale este grito
«¡fuera yo!»
Ambición de dominio: que, sin embargo, también asciende, con sus atractivos, hasta los
puros y solitarios y hasta las alturas que se bastan a sí mismas, ardiente como un amor
que pinta seductoramente purpúreas bienaventuranzas en el cielo de la tierra.
Ambición de dominio: ¡mas quién llamaría ambición
a que lo alto se rebaje a desear el poder! ¡En verdad, nada malsano ni codicioso hay en
tales deseos y descensos!
El que la solitaria altura no quiera permanecer eternamente solitaria y eternamente
autosuficiente; el que la montaña descienda al valle y los vientos de la altura a las
hondonadas: -
¡oh quién pudiera encontrar el nombre apropiado de una virtud para bautizar este anhelo!
¡Virtud que hace regalos!»
- este nombre dio Zaratustra en otro tiempo a lo innombrable.
Y entonces ocurrió también, - ¡y, en verdad, ocurrió por vez primera! - que su palabra
llamó bienaventurado al egoísmo, al egoísmo
saludable, sano, que brota de un alma poderosa: -
- de un alma poderosa, a la que corresponde el cuerpo elevado, el cuerpo bello,
victorioso, reconfortante, en torno al cual toda cosa se transforma en espejo:
- el cuerpo flexible, persuasivo, el bailarín, del cual es símbolo y compendio el alma
gozosa de sí misma. El goce de tales cuerpos y de tales almas en sí mismos se da a sí
este nombre: «virtud.
Con sus palabras bueno y malo se resguarda tal egoísmo como con bosques sagrados; con los
nombres de su felicidad destierra de sí todo lo despreciable.
Lejos de sí destierra el egoísmo todo lo cobarde; dice: lo malo ¡es cobarde!
Despreciable le parece a él el hombre siempre preocupado, gimiente, quejumbroso, y quien
recoge del suelo incluso las más mínimas ventajas.
Él desprecia también toda sabiduría llorosa: pues, en verdad, existe también una
sabiduría que florece en lo oscuro, una sabiduría de las sombras nocturnas: la cual
suspira siempre: «¡Todo es vanidad!»
A la medrosa desconfianza la desdeña, así como a todo el que quiere juramentos en lugar
de miradas y de manos: y también desdeña toda sabiduría demasiado desconfiada, pues
ésta es propia de almas cobardes.
Pero aún más desdeña al que se apresura a complacer a otros,al perruno,que en seguida
se echa panza arriba, al humilde; y hay también una sabiduría que es humilde y perruna y
piadosa y que se apresura a complacer.
Odioso es para el egoísmo, y nauseabundo, quien no quiere defenderse, quien se traga
salivazos venenosos y miradas malvadas, el demasiado paciente, el que todo lo tolera y con
todo se contenta: ésta es, en efecto, la especie servil.
Sobre quien es servil frente a los dioses y los puntapiés divinos, o frente a los hombres
y las estúpidas opiniones humanas: ¡sobre toda esa especie de siervos escupe él, ese
bienaventurado egoísmo!
Malo: así llama él a todo lo que dobla las rodillas y es servil y tacaño, a los ojos
que parpadean sin libertad, a los corazones oprimidos, y a aquella falsa especie
indulgente que besa con anchos labios cobardes.
Y pseudosabiduría: así llama él a todos los alardes de ingenio de los siervos y de los
ancianos y de los cansados; ¡y en especial, a toda la perversa, desatinada, demasiado
ingeniosa necedad de los sacerdotes!
Mas tanto la pseudosabiduría, como todos los sacerdotes, los cansados del mundo, y
aquellos cuya alma es de la especie de las mujeres y de los siervos, - ¡oh, cómo su
juego ha jugado desde siempre malas partidas al egoísmo!
¡Y cabalmente debía ser virtud y llamarse virtud esto, el que se jugasen malas partidas
al egoísmo! ¡Y «no egoístas, - así deseaban ser ellos mismos, con buenas razones,
todos estos cobardes y arañas cruceras cansados del mundo!
Mas para todos ellos llega ahora el día, la transformación, la espada del juicio, el gran mediodía: ¡entonces se
pondrán de manifiesto muchas cosas!
Y quien llama sano y santo al yo, y bienaventurado al egoísmo, en verdad ése dice
también lo que sabe, es un profeta: «¡He aquí que viene, que está cerca el gran
mediodía!»
Así habló Zaratustra.
Del espíritu de la pesadez
Mi boca - es del pueblo: yo hablo de un modo demasiado grosero y franco para
los conejos de seda. Y aún más extraña les suena mi palabra a todos los calamares y
De tablas viejas y nuevas
1
Aqui estoy sentado y aguardo, teniendo a mi alrededor viejas tablas rotas y también
tablas nuevas a medio escribir. ¿Cuándo llegará mi hora?
-la hora de mi descanso, de mi ocaso: una vez más todavía quiero ir a los hombres.
Esto es lo que ahora aguardo: antes tienen que llegarme, en efecto, los signos de que es
mi hora, - a saber, el león riente con la bandada de
palomas.
Entretanto, como uno que tiene tiempo, me hablo a mí mismo. Nadie me cuenta cosas nuevas:
por eso yo me cuento a mí mismo.
2
Cuando fui a los hombres los encontré sentados sobre una vieja presunción: todos
presumían saber desde hacía ya mucho tiempo qué es lo bueno y lo malvado para el
hombre.
Una cosa vieja y cansada les parecía a ellos todo hablar acerca de la virtud; y quien
quería dormir bien hablaba todavía, antes de irse a dormir, acerca del «bien» y del «mal».
Esta somnolencia la sobresalté yo cuando enseñé: lo que es bueno y lo que es malvado,
eso no lo sabe todavía nadie: - ¡excepto el creador!
- Mas éste es el que crea la meta del hombre y el que da a la tierra su sentido y su
futuro: sólo éste crea el hecho de que algo sea bueno y malvado.
Y les mandé derribar sus viejas cátedras y todos los lugares en que aquella vieja
presunción se había asentado; les mandé reírse de sus grandes maestros de virtud y de
sus santos y poetas y redentores del mundo.
De sus sombríos sabios les mandé reírse, y de todo el que alguna vez se hubiera posado,
para hacer advertencias, sobre el árbol de la vida como un negro espantajo.
Me coloqué al lado de su gran calle de los sepulcros e incluso junto a la carroña y los buitres - y me reí de todo su pasado y del mustio y
arruinado esplendor de ese pasado.
En verdad, semejante a los predicadores penitenciales y a los necios grité yo pidiendo
cólera y justicia sobre todas sus cosas grandes y pequeñas, - ¡es tan pequeño incluso
lo mejor de ellos!, ¡es tan pequeño incluso lo peor de ellos! - así me reía.
Así gritaba y se reía en mí sabio anhelo, el cual ha nacido en las montañas y es,
¡en verdad!, una sabiduría salvaje - mi gran anhelo de ruidoso vuelo.
Y a menudo en medio de la risa ese anhelo me arrastraba lejos y hacia arriba y hacia
fuera: yo volaba, estremeciéndome ciertamente de espanto, como una flecha, a través de
un éxtasis embriagado de sol:
- hacia futuros remotos, que ningún sueño había visto aún, hacia sures más ardientes
que los que los artistas soñaron jamás: hacia allí donde los dioses, al bailar, se
avergüenzan de todos sus vestidos:
- yo hablo, en efecto, en parábolas, e, igual que los poetas, cojeo y balbuzeo; ¡y
en verdad, me avergüenzo de tener que ser todavía poeta! -
Hacia allí donde todo devenir me pareció un baile de dioses y una petulancia de dioses,
y el mundo, algo suelto y travieso y que huye a cobijarse en sí mismo: -
- como un eterno huir-de-si-mismos y volver-a-buscarse-a-sí-mismos de muchos dioses, como
el bienaventurado contradecirse, oírse de nuevo, relacionarse de nuevo de muchos dioses:
-
hacia allí donde todo tiempo me pareció una bienaventurada burla de los instantes, donde
la necesidad era la libertad misma, que jugaba bienaventuradamente con el aguijón de la
libertad:
donde también yo volví a encontrar a mi antiguo demonio y archienemigo, el espíritu de
la pesadez y todo lo que él ha creado: «coacción, ley, necesidad y consecuencia y
finalidad y voluntad y bien y mal: -
¿pues no tiene que haber cosas sobre las cuales y más allá de las cuales se pueda
bailar? ¿No tiene que haber, para que existan los ligeros, los más ligeros de todos -
topos y pesados enanos?--
3
Allí fue también donde yo recogi del camino la palabra «superhombre, y que el hombre es
algo que tiene que ser superado,
- que el hombre es un puente y no una meta: llamándose bienaventurado a sí mismo a causa
de su mediodía y de su atardecer, como camino hacia nuevas auroras:
- la palabra de Zaratustra acerca del gran mediodía, y todo lo demás que yo he
suspendido sobre los hombres, como segundas auroras purpureas.
En verdad, también les he hecho ver nuevas estrellas junto con nuevas noches; y por
encima de las nubes y el día y la noche extendi yo además la risa como una tienda
multicolor.
Les he enseñado todos mis pensamientos y deseos: pensar y reunir en unidad lo que en el
hombre es fragmento y enigma y horrendo azar, -
- como poeta, adivinador de enigmas y redentor del azar les he enseñado a trabajar
creadoramente en el porvenir y a redimir creadoramente - todo lo que fue.
A redimir lo pasado en el hombre y a transformar mediante su creación todo «Fue», hasta
que la voluntad diga: «¡Mas así lo quise yo! Así lo querré» -
- esto es lo que yo llamé redención para ellos, únicamente a esto les enseñé a llamar
redención. - -
Ahora aguardo mi redención, - el ir a ellos por última vez.
Pues todavía una vez quiero ir a los hombres: ¡entre ellos quiero hundirme en mi ocaso,
al morir quiero darles el más rico de mis dones!
Del sol he aprendido esto, cuando se hunde él, el inmensamente rico: entonces es cuando
derrama oro sobre el mar, sacándolo de riquezas inagotables, -
¡de tal manera que hasta el más pobre de los pescadores rema con remos de oro! Esto fue,
en efecto, lo que yo vi en otro tiempo, y no me sacié de llorar contemplándolo.
Igual que el sol quiere también Zaratustra hundirse en su ocaso: mas ahora está sentado
aquí y aguarda, teniendo a su alrededor viejas tablas rotas, y también tablas nuevas, -
a medio escribir.
4
Mira, aquí hay una tabla nueva: pero ¿dónde están mis hermanos, que la lleven conmigo
al valle y la graben en corazones de carne?
Esto es lo que mi gran amor exige a los lejanos: ¡no seas indulgente con tu prójimo! El
hombre es algo que tiene que ser superado.
Existen muchos caminos y muchos modos distintos de superación: ¡mira tú ahí! Mas sólo
un bufón piensa: «el hombre es algo sobre lo que también se puede saltar».
Supérate a ti mismo incluso en tu prójimo: ¡y un derecho que puedas robar no debes
permitir que te lo den!
Lo que tú haces, eso nadie puede hacértelo de nuevo a ti. Mira, no existe retribución.
El que no puede mandarse a sí mismo debe obedecer. ¡Y más de uno pueda mandarse a sí
mismo, pero falta todavía mucho para que también se obedezca a sí mismo!
5
Así lo quiere la especie de las almas nobles: no quieren tener nada de balde, y menos que nada, la vida.
Quien es de la plebe quiere vivir de balde; pero nosotros, distintos de ellos, a quienes
la vida se nos entregó a sí misma, ¡nosotros reflexionamos siempre sobre qué es lo
mejor que daremos a cambio!
Y en verdad, es un lenguaje aristocrático el que dice: «lo que la vida nos promete a
nosotros, eso queremos nosotros - ¡cumplírselo a la vida!»
No debemos querer gozar alli donde no damos a gozar. Y - ;no debemos querer gozar!
Goce e inocencia son, en efecto, las cosas más púdicas que existen: ninguna de las dos
quiere ser buscada. Debemos tenerlas -, ¡pero debemos buscar más bien culpa y dolores! -
6
Oh hermanos míos, quien es una primicia es siempre sacrificado. Ahora bien, nosotros
somos primicias: Todos nosotros derramamos nuestra
sangre en altares secretos, todos nosotros nos quemamos y nos asamos en honor de viejas
imágenes de ídolos.
Lo mejor de nosotros es todavía joven: esto excita los viejos paladares. Nuestra carne es
tierna, nuestra piel es piel de cordero: - ¡cómo no íbamos nosotros a excitar a viejos
sacerdotes de ídolos!
Dentro de nosotros mismos habita todavía él, el viejo sacerdote de ídolos, que asa,
para prepararse un banquete, lo mejor de nosotros. ¡Ay, hermanos míos, cómo no iban las
primicias a ser víctimas!
Pero así lo quiere nuestra especie; y yo amo a los que no quieren preservarse a sí
mismos. A quienes se hunden en su ocaso los amo con todo mi amor: pues pasan al otro lado.
7
Ser verdaderos - ¡pocos son capaces de esto! Y quien es capaz ¡no quiere todavía!
Y los menos capaces de todos son los buenos.
¡Oh esos buenos! - Los hombres buenos no dicen nunca la verdad; para el espíritu el ser
bueno de ese modo es una enfermedad.
Ceden, estos buenos, se resignan, su corazón repite lo dicho por otros, el fondo de ellos
obedece: ¡mas quien obedece no se oye a sí mismo!
Todo lo que los buenos llaman malvado tiene que reunirse para que nazca una verdad: oh
hermanos míos, ¡sois también vosotros bastante malvados para esa verdad!
La osadía temeraria, la larga desconfianza, el cruel no, el fastidio, el sajar en vivo -
¡qué raras veces se reúne esto! Pero de tal semilla es de la que - ¡se engendra
verdad!
¡Junto a la conciencia malvada ha crecido hasta ahora todo saber! ¡Romped, rompedme hombres del conocimiento, las viejas tablas!
8
Cuando el agua tiene maderos para atravesarla, cuando puentecillos y pretiles saltan sobre
la corriente: en verdad, allí no se cree a nadie que diga: «Todo fluye»
Hasta los mismos imbéciles le contradicen. ¿Cómo?, dicen los imbéciles, ¿que todo
fluve? ¡Pero si hay puentecillos y pretiles sobre la corriente!
Sobre la corriente todo es sólido, todos los valores de las cosas, los puentes,
conceptos, todo el 'bien' y el 'mal': ¡todo eso es sólido! -
Mas cuando llega el duro invierno, el domeñador de ríos: entonces incluso los más
chistosos aprenden desconfianza; y, en verdad, no sólo los imbéciles dicen entonces:
«¿No será que todo permanece - inmóvil?»
En el fondo todo permanece inmóvil» -, ésta es una auténtica doctrina de invierno, una
buena cosa para una época estéril, un buen consuelo para los que se aletargan durante el
invierno y para los trashogueros.
«En el fondo todo permanece inmóvil»: - ¡mas contra esto predica el viento del
deshielo!
El viento del deshielo, un toro que no es un toro de arar, un toro furioso, un destructor,
que con astas coléricas rompe el hielo! Y el hielo - - ¡rompe los puentecillos!
Oh hermanos míos, ¿no fluye todo ahora? ¿No han caído al agua todos los pretiles
y puentecillos? ¿Quién se aferraría aún al «bien»y al «mal»?
«¡Ay de nosotros! ¡Afortunados de nosotros! ¡El viento del deshielo sopla!» -
¡Predicadme esto, hermanos míos, por todas las callejas!
9
Existe una vieja ilusión que se llama bien y mal. En torno a adivinos y astrólogos ha
girado hasta ahora la rueda de esa ilusión.
En otro tiempo la gente creía en adivinos y astrólogos: y por eso creía «Todo es
destino: ¡debes puesto que te ves forzado!»
Pero luego la gente desconfió de todos los adivinos y astrólogos: y por eso creyó
«Todo es libertad: ¡puedes puesto que quieres!»
Oh hermanos míos, acerca de lo que son las estrellas y el futuro ha habido hasta ahora
tan sólo ilusiones, pero no saber: y por eso acerca de lo que son el bien y el mal ha
habido hasta ahora tan sólo ilusiones, ¡pero no saber!
10
·«¡No robarás! ¡No matarás!» - estas palabras
fueron llamadas santas en todo tiempo; ante ellas la gente doblaba la rodilla, las cabezas
y se descalzaba.
Pero yo os pregunto: ¿dónde ha habido nunca en el mundo peores ladrones y peores
asesinos que esas santas palabras?
¿No hay en toda vida misma - robo y asesinato? Y por el hecho de llamar santas a tales
palabras, ¿no se asesinó - a la verdad misma?
¿O fue una predicación de la muerte la que llamó santo a lo que hablaba en contra de
toda vida y la desaconsejaba? - ¡Oh hermanos míos, romped, rompedme las viejas tablas!
11
Ésta es mi compasión por todo lo pasado, el ver: que ha sido abandonado,-
- ¡abandonado a la gracia, al espíritu, a la demencia de cada generación que llega y
reinterpreta como puente hacia ella todo lo que fue!
Un gran déspota podría venir, un diablo listo que con su benevolencia y su malevolencia
forzase y violentase todo lo pasado: hasta que esto se convirtiese en puente para él y en
presagio y heraldo y canto del gallo.
Y éste es el otro peligro y mi otra compasión: - la memoria de quien es de la plebe no
se remonta más que hasta el abuelo, - y con el abuelo acaba el tiempo.
Así está abandonado todo lo pasado: pues alguna vez podría ocurrir que la plebe se
convirtiese en el señor y ahogase todo tiempo en aguas sin profundidad.
Por eso, oh hermanos míos, necesítase una nueva nobleza que sea el antagonista de toda
plebe y de todo despotismo y escriba de nuevo en tablas nuevas la palabra «noble».
¡Pues se necesitan, en efecto, muchos nobles y muchas clases de nobles pura que exista la
nobleza! O como dije yo en otro tiempo, en parábola:
«¡Ésta es precisamente la divinidad,que existan dioses, pero no Dios!
12
Oh hermanos míos, yo os consagro a una nueva nobleza y os la señalo: vosotros debéis
ser para mí engendradores y criadores y sembradores del futuro,
- en verdad, no una nobleza que vosotros pudierais comprar como la compran los tenderos, y
con oro de tenderos: pues poco valor tiene todo lo que tiene un precio.
¡Constituya de ahora en adelante vuestro honor no el lugar de dónde venís, sino el
lugar adonde vais! Vuestra voluntad y vuestro pie, que quieren ir más allá de vosotros
mismos, ¡eso constituya vuestro nuevo honor!
En verdad, no el que hayáis servido a un príncipe - ¡qué importan ya los príncipes!' - o el que os hayáis convertido en
baluarte de lo que existe ¡para que esté aún más sólido!
No el que vuestra estirpe se haya hecho cortesana en las cortes, y vosotros hayáis
aprendido a estar de pie, vestidos con ropajes multicolores, como un flamenco, durante largas horas, dentro de estanques
poco profundos.
- Pues poder estar de pie es un mérito entre los cortesanos: y todos los cortesanos creen
que de la bienaventuranza después de la muerte forma parte - ¡el que se permita estar
sentado! -
Ni tampoco el que un espíritu, que ellos llaman santo, condujese a vuestros antepasados a
tierras prometidas, que yo no alabo: pues nada hay que
alabar en la tierra donde creció el más funesto de todos los árboles, -¡la cruz! -
- y en verdad, a todos los sitios a que ese «espíritu santo» condujo sus caballeros,
siempre esas expediciones iban precedidas - ¡de cabras y gansos y de cruzados mentecatos!
iOh hermanos míos, no hacia atrás debe dirigir la mirada vuestra nobleza, sino hacia
adelante! ¡Expulsados debéis estar vosotros de todos los países de los padres y de los
antepasados!
El país de vuestros hijos es el que debéis amar: sea ese amor vuestra nueva nobleza, -
¡el país no descubierto, situado en el mar más remote! ¡A vuestras velas ordeno que
partan una y otra vez en su busca!
En vuestros hijos debéis reparar el ser vosotros
hijos de vuestros padres: ¡así debéis redimir todo lo pasado!. ¡Esta nueva tabla
coloco yo sobre vosotros!
13
«¿Para qué vivir? ¡Todo es vanidad! Vivir es trillar
paja; vivir - es quemarse a sí mismo y, sin embargo, no calentarse.» -
Tales anticuados parloteos continúan siendo considerados como «sabiduría»; y por ser
viejos y oler a rancio, por eso se los respeta más. También el moho otorga nobleza. -
Así les era lícito hablar a los niños: ¡ellos rehúyen el fuego porque éste los ha
quemado! Hay mucho infantilismo en los vieios libros sapienciales.
Y a todo el que siempre «trilla paja», ¡cómo iba a serle lícito blasfemar del
trillar! ¡A tales necios habría que ponerles el bozal!
Éstos se sientan a la mesa y no traen nada consigo, ni siquiera el buen hambre: - y ahora
blasfeman diciendo «¡todo es vanidad!
Pero comer y beber bien, oh hermanos mios, no es en verdad un arte vano! ¡Romped,
rompedme las tablas de los eternos descontentos!
14
Para el puro todo es puro»- - así habla el pueblo. Pero
yo os digo: ¡para los cerdos todo se convierte en cerdo!
Por ello los fanáticos y los beatos de cabeza colgante, que también llevan colgando
hacia abajo el corazón, predican: «el mundo mismo es un monstruo merdoso».
Pues todos ellos son de espíritu sucio; y en especial aquellos que no tienen descanso ni
reposo si no ven el mundo por detrás, - ¡los trasmundanos!
A éstos les digo a la cara, aunque ello no suene de modo agradable: el mundo se asemeja
al hombre en que tiene un trasero, - ¡eso es verdad!
Hay en el mundo mucha mierda: ¡eso es verdad! ¡Mas no por ello es ya el mundo un
monstruo merdoso!
Hay sabiduria en el hecho de que muchas cosas en el mundo huelan mal: ¡la náusea misma
hace brotar alas y fuerzas que presienten manantiales!
Incluso en el mejor hay algo que produce náusea; ¡y el mejor es todavía algo que tiene
que ser superado! -
¡Oh hermanos míos, hay mucha sabiduría en el hecho de que exista mucha mierda en el
mundo! -
15
A los piadosos trasmundanos les he oído decir a su propia conciencia estas sentencias y,
en verdad, sin malicia ni falsía, - aunque nada hay en el mundo más falso ni más
maligno.
¡Deja que el mundo sea el mundo! ¡No muevas ni un dedo en contra de eso!»
«Deja que el que quiera estrangule y apuñale y saje y degüelle a la gente: ¡no muevas
ni un dedo en contra de eso! Así aprenden ellos incluso a renunciar al mundo.»
«Y tu propia razón - a ésa tú mismo debes agarrarla del cuello y estrangularla; pues
es una razón de este mundo, - así aprendes tú mismo a renunciar al mundo.-
- ¡Romped, rompedme, oh hermanos míos, estas viejas tablas de los piadosos! ¡Destruid
con vuestra sentencia las sentencias de los calumniadores del mundo!
16
«Quien aprende muchas cosas desaprende todos los deseos violentos» - esto es algo que
hoy las gentes se susurran unas a otras en todas las callejas oscuras.
«¡La sabiduría cansa, no vale la pena - nada; no debes tener deseos!» - esta nueva
tabla la he encontrado colgada incluso en mercados públicos.
¡Rompedme, oh hermanos míos, rompedme también esta nueva tabla! Los cansados del mundo
la han colgado de la pared, y los predicadores de la muerte, y también los carceleros:
¡pues mirad, también ella es una predicación en favor de la esclavitud! -
Ellos han aprendido mal, y no las mejores cosas, y todo de un modo demasiado prematuro, y
todo de un modo demasiado rápido: y han comido mal, y por ello se les ha indigestado el
estómago,
- un estómago indigestado es, en efecto, su espíritu: ¡él es el que aconseja la
muerte! ¡Pues, en verdad, hermanos míos, el espíritu es un estómago!
La vida es un manantial de placer: mas para aquel en
el cual habla un estómago indigestado, padre de la tribulación, para ése todas las
fuentes están envenenadas.
Conocer: ¡esto es placer para el hombre de voluntad leonina! Pero quien se ha cansado,
ése sólo es «querido», con él juegan todas las olas.
Y esto es lo que les ocurre siempre a los hombres débiles: se pierden a sí mismos en sus
caminos. Y al final, todavía su cansancio pregunta: «¡para qué hemos recorrido
caminos! ¡Todo es igual!»
A los oídos de éstos les suena de manera agradable el que se predique: «¡Nada merece
la pena! ¡No debéis querer» Mas ésta es una predicación en favor de la esclavitud.
Oh hermanos míos, cual un viento fresco y rugiente viene Zaratustra para todos los
cansados del mundo; ¡a muchas narices hará aún estornudar!
También a través de los muros sopla mi aliento libre, ¡y penetra hasta las cárceles y
los espíritus encarcelados!
El querer hace libres: pues querer es crear: así enseño yo. ¡Y sólo para crear debéis
aprender!
¡Y también el aprender debéis aprenderlo de mí, el aprender bien! - ¡Quien tenga
oídos, oiga!
17
Ahí está la barca, - quizá navegando hacia la otra orilla se vaya a la gran nada. -
¿Quién quiere embarcarse en ese «quizá»?
¡Ninguno de vosotros quiere embarcarse en la barca de la
muerte!. ¡Cómo pretendéis ser entonces hombres cansados del mundo!
¡Cansados del mundo! ¡Y ni siquiera habéis llegado a estar desprendidos de la tierra!
¡Siempre os he encontrado ávidos todavía de tierra, enamorados todavía del propio
estar cansados de la tierra!
No en vano tenéis el labio colgante - ¡un pequeño deseo de tierra continúa asentado en
él! Y en el ojo - ¿no flota en él una nubecilla de inolvidado placer terrestre?
Hay en la tierra muchas buenas invenciones, las unas útiles, las otras agradables: por
causa de ellas resulta amable la tierra.
Y muchas y distintas cosas están tan bien inventadas que, como el pecho de la mujer: son
útiles y agradables a la vez.
¡Mas vosotros los cansados del mundo! ¡Vosotros los perezosos de la tierra! ¡A vosotros
se os debe azotar! Al azotaros se os debe espabilar de nuevo las piernas.
Pues: si no sois enfermos y pillos decrépitos, de los que la tierra está cansada, sois
astutos perezosos, o golosos y agazapados ratos de pacer. Y si no queréis volver a correr
alegremente, entonces debéis - ¡iros al otro mundo!
No se debe querer ser médico de incurables: así lo enseña Zaratustra: - ¡por eso
debéis iros al otro mundo!
Pero se necesita más valor para poner fin que para escribir un nuevo verso: esto lo saben
todos los médicos y todos los poetas. -
18
Oh hermanos míos, hay tablas que las creó la fatiga, y tablas que las creó la pereza,
tablas perezosas: aunque hablan del mismo modo, quieren que se las oiga de modo distinto.
¡Mirad ahí ese hombre que desfallece! Se halla tan sólo a un palmo de su meta, mas a
causa de la fatiga se ha tendido ahí, obstinado, en el polvo: ¡ese valiente!
A causa de la fatiga bosteza del camino y de la tierra y de la meta y de sí mismo: no
quiere dar un solo paso más, - ¡ese valiente!
Ahora el sol arde sobre él, y los perros lamen su
sudor: pero él yace ahí en su obstinación y prefiere desfallecer:
-¡desfallecer a un palmo de su meta! En verdad, tendréis que llevarlo agarrado por los cabellos incluso a su cielo, - ¡a ese héroe!
Es mejor que lo dejéis tirado ahi donde él se ha echado, para que le llegue el sueño,
el consolador, con un chaparrón refrescante:
Dejadle yacer hasta que se despierte por sí mismo, - ¡hasta que se retrácte por sí
mismo de toda fatiga y de lo que en él enseñaba fatiga!
Sólo, hermanos mios, ahuyentad de él a los perros, a los hipócritas perezosos, a
todo el enjambre de sabandijas: -
- a todo el enjambre de sabandijas de los «cultos», que con el sudor de todo héroe -
¡se regala! -
19
Yo trazo en torno a mi círculos y fronteras sagradas; cada vez es menor el número de
quienes conmigo suben hacia montañas cada vez más altas, - yo construyo una cordillera
con montañas más santas cada vez. -
Pero adondequiera que conmigo subáis, oh hermanos mios: ¡cuidad de que no suba con
vosotros un parásito!
Parásito: es un gusano, un gusano que se arrastra, que se doblega, que quiere engordar a
costa de nuestros rincones enfermos y heridos.
Y su arte consiste en esto, en adivinar cuál es en las almas ascendentes el lugar en que
están cansadas: en vuestro disgusto y en vuestro mal humor, en vuestro delicado pudor
construye el parásito su nauseabundo nido.
En el lugar en que el fuerte es débil, y el noble, demasiado benigno, - allí dentro
construyó él su nauseabundo nido: el parásito habita allí donde el grande tiene
pequeños rincones heridos.
¿Cuál es la especie más alta de todo ser, y cuál la mas baja? El parásito es la
especie más baja; pero quien forma parte de la especie más alta, ése alimenta a la
mayor parte de los parásitos.
El alma, en efecto, que posee la escala más larga y que más profundo puede descender:
¿cómo no iban a asentarse en ella la mayor parte de los parásitos? -
- el alma más vasta, la que más lejos puede correr y errar y vagar dentro de sí;
la más necesaria, que por placer se precipita en el azar:-
- el alma que es, y se sumerge en el devenir; la que posee, y quiere sumergirse en el
querer y desear: - la que huye de sí misma, que a sí misma se da alcance en los
círculos más amplios; el alma más sabia, a quien más dulcemente habla la necedad: -
- la que más se ama a sí misma, en la que todas las cosas tienen su corriente y su
contracorriente, su flujo y su reflujo oh, ¿cómo no
iba el alma más elevada a tener los peores parásitos?
20
Oh hermanos míos, ¿acaso soy cruel? Pero yo digo: ¡a lo que está cayendo se le
debe incluso dar un empujón!
Todas estas cosas de hoy - están cayendo, decayendo: ¡quién querría sostenerlas!
Pero yo - ¡yo quiero darles además un empujón!
¿Conocéis vosotros la voluptuosidad que hace rodar las piedras en profundidades cortadas
a pico? - Estos hombres de hoy: ¡mirad cómo ruedan a mis profundidades!
¡Un preludio de jugadores mejores soy yo, oh hermanos míos! ¡Un ejemplo! ¡Obrad según
mi ejemplo!
Y a quien no le enseñéis a volar, enseñadle - ¡a caer más deprisa! -
21
Yo amo a los valientes: mas no basta ser un mandoble, - ¡hay que saber
también a quién se le dan los mandobles!
Y a menudo hay más valentía en contenerse y pasar de largo: ¡a fin de reservarse para
un enemigo más digno!
Debéis tener sólo enemigos que haya que odiar, pero no enemigos que haya que despreciar:
es necesario que estéis orgullosos de vuestro enemigo: así lo he enseñado ya una vez.
Para un enemigo más digno, oh amigos míos, debéis reservaros: y por ello teneis que
pasar de largo junto a muchas cosas, -
- especialmente junto a mucha chusma, que os mete en los oídos ruido de pueblo y de
pueblos.
¡Mantened puros vuestros ojos de su pro y de su contra! En ellos hay mucha justicia,
mucha injusticia: quien se detiene a mirar se pone colérico.
Ver, golpear- esto es aquí una sola cosa: ¡por ello,
marchad a los bosques y dejad dormir vuestra espada!
¡Seguid vuestros caminos! ¡Y dejad que el pueblo y los pueblos sigan los suyos! -
¡caminos oscuros, en verdad, en los cuales no relampaguea ya ni una esperanza!
¡Que domine el tendero alli donde todo lo que brilla - es oro de tenderos! Ya no es
tiempo de reyes: lo hoy se llama a sí mismo pueblo no
merece reyes.
Ved cómo estos pueblos actúan ahora, también ellos, igual que los tenderos: ¡rebuscan
las más mínimas ventajas incluso en todos los desperdicios!
Se acechan mutuamente, se espían unos a otros, - a esto lo llaman «buena vecindad». Oh
bienaventurado tiempo remoto en que un pueblo se decía a sí mismo: «¡yo quiero ser -
señor de otros pueblos!»
Pues, hermanos míos: ¡lo mejor debe dominar, lo mejor quiere también dominar! Y donde
se enseña otra cosa, allí - falta lo mejor.
22
Si ésos - tuviesen de balde el pan, ¡ay! ¿Tras de qué andarían ésos
gritando? Su sustento - es su verdadero entretenimiento; ¡y las cosas deben resultarles
difíciles!
Animales de presa son: ¡en su «trabajar, - hay también robo, en su «merecer, -
hay también engaño! ¡Por eso las cosas deben resultarles difíciles!
Deben hacerse mejores animales de presa, más sutiles, más inteligentes, más semejantes
al hombre: el hombre es, en efecto, el mejor animal de presa.
A todos los animales les ha robado ya el hombre sus virtudes: por eso, de todos los
animales es el hombre el que ha tenido más difíciles las cosas.
Ya sólo los pájaros están por encima de él. Y cuando el hombre aprenda a volar, ¡ay!,
¡hasta qué altura - volará su rapacidad!
23
Así quiero yo que sean el hombre y la mujer: el uno, apto para la guerra,
la otra, apta para el parto, mas ambos aptos para bailar con la cabeza y con las piernas.
¡Y demos por perdido el día en que no hayamos bailado al menos una vez! ¡Y sea falsa
para nosotros toda verdad en la que no haya habido una carcajada!
24
Vuestro enlace matrimonial: ¡Tened cuidado de que no sea una mala canclusión! Habéis
soldado con demasiada rapidez:; por eso de ahí se sigue - el quebrantamiento del
matrimonio!
¡Y es mejor quebrantar el matrimonio que torcer el matrimonio, que mentir el matrimonio!
- Así me dijo una mujer: «Es verdad que yo he quebrantado el matrimonio, ¡pero antes el matrimonio me había quebrantado a mí!»
Siempre he encontrado que los mal apareados eran los peores vengativos: hacen pagar a todo
el mundo el que ellos no puedan ya correr por separado.
Por ello quiero yo que los honestos se digan uno a otro: «Nosotros nos amamos: ¡veamos
si podemos continuar amándonos! ¡O debe ser una equivocación
nuestra promesa!»
- «¡Dadnos un plato y un pequeño matrimonio, para que veamos si somos capaces del gran
matrimonio! ¡Es una gran cosa estar dos siempre juntos!»
Así aconsejo yo a todos los honestos; ¡y qué sería mi amor al superhombre y a todo lo
que debe venir si yo aconsejase y hablase de otro modo!
No sólo a propagaros al mismo nivel, sino a propagaros hacia arriba - ¡a eso, oh
hermanos míos, ayúdeos el jardín del matrimonio!
25
El que ha llegado a conocer los viejos orígenes acabará por buscar manantiales del
futuro y nuevos orígenes.
Oh hermanos míos, de aquí a poco, nuevos pueblos surgirán y nuevos manantiales se
precipitarán ruidosamente en nuevas profundidades.
El terremoto, en efecto, - ciega muchos pozos y provoca mucho desfallecimiento: y tambien
saca a luz energías y secretos ocultos.
El terremoto pone de manifiesto nuevos manantiales. En el terremoto de viejos pueblos
emergen manantiales nuevos.
Y en torno a quien entonces grita: «He ahí un pozo para muchos sedientos, un corazón
para muchos anhelosos, una voluntad para muchos instrumentos: - en torno a ése se reúne
un pueblo, es decir: muchos experimentadores.
Quién puede mandar, quién tiene que obedecer - ¡eso es lo que aquí se experimenta!
¡Ay, con qué búsquedas y adivinaciones y fallos y aprendizajes y reexperimentos tan
prolongados!
La sociedad de los hombres: es un experimento, así lo enseño yo, una prolongada
búsqueda: ¡y busca al hombre de mando! -
- un experimento, ¡oh hermanos mios! ¡Y no un «contrato»!.
¡Romped, rompedme tales palabras de los corazones débiles y de los amigos de
componendas!
26
¡Oh hermanos míos! ¿En quiénes reside el mayor peligro para todo futuro
de los hombres¿ ¿No es en los buenos y justos? -
- que dicen y sienten en su corazón: «nosotros sabemos ya lo que es bueno y justo, y
hasta lo tenemos; ¡ay de aquellos que continúan buscando aquí!»
Y sean cuales sean los daños que los malvados ocasionen: ¡el daño de los buenos es el
daño más dañino de todos!
Y sean cuales sean los daños que los calumniadores del mundo ocasionen: el daño de los
buenos es el daño más dañino de todos.
Oh hermanos míos, en cierta ocasión uno miró dentro del
corazón de los buenos y justos, y dijo: «Son fariseos». Pero no le entendieron;
A los buenos y justos mismos no les fue lícito entenderle: su espiritu está prisionero
de su buena conciencia. La estupidez de los buenos es insondablemente inteligente.
Pero ésta es la verdad: los buenos tienen que ser fariseos, ¡no tienen opción!'
¡Los buenos tienen que crucificar a aquel que se inventa su propia virtud! ¡Ésta es la
verdad!
Mas el segundo que descubrió su país, el país, el
corazón y la tierra de los buenos y justos: ése fue el que preguntó: «¡A quién es al
que más odian éstos!»
Al creador es al que más odian: a quien rompe tablas y viejos valores, al quebrantador -
llámanlo delincuente.
Los buenos, en efecto, - no pueden crear: son siempre el comienzo del final:
- crucifican a quien escribe nuevos valores sobre nuevas tablas, sacrifican el futuro a
sí mismos, - ¡crucifican todo el futuro de los hombres!
Los buenos - han sido siempre el comienzo del final. -
27
Oh hermanos míos, ¿habéis entendido también esta palabra? ¿Y lo que en otro tiempo
dije acerca del último hombre»? - -
¿En quiénes reside el máximo peligro para todo el futuro de los hombres¿ ¿No es en
los buenos y justos?
¡Romped, destrozadme a los buenos y justos! - Oh hermanos míos, ¿habéis entendido
también esta palabra?
28
¿Huís de mí? ¿Estáis espantados? ¿Tembláis ante esta palabra?
Oh hermanos míos, cuando os he mandado destrozar a los buenos y las tablas de los buenos:
sólo entonces es cuando yo he embarcado al hombre en su alta mar.
Y ahora es cuando llegan a él el gran espanto, el gran mirar a su alrededor, la gran
enfermedad, la gran náusea, el gran mareo.
Falsas costas y falsas seguridades os han enseñado los buenos; en mentiras de los buenos habéis nacido y habéis estado cobijados.
Todo está falseado y deformado hasta el fondo por los buenos.
Pero quien ha descubierto el país «Hombre» ha descubierto también el país «Futuro de
los Hombres». ¡Ahora vosotros debeis ser mis marineros, marineros bravos, pacientes!
¡Caminad erguidos a tiempo, oh hermanos míos, aprended a caminar erguidos! El mar
está tempestuoso: muchos quieren servirse de vosotros para volver a erguirse.
El mar está tempestuoso: todo está en el mar. ¡Bien! ¡Adelante! ¡viejos corazones de
marineros!
¡Qué importa el país de los padres! ¡Nuestro timón quiere dirigirse hacia donde está
el país de nuestros hijos! ¡Hacia allá lánzase tempestuoso, más tempestuoso que el
propio mar, nuestro gran anhelo!
29
«¡Por qué tan duro! - dijo en otro tiempo el carbón de cocina al diamante; ¿no somos
parientes cercanos?» -
¿Por qué tan blandos? Oh hermanos míos, así os pregunto yo a vosotros: ¿no sois
vosotros - mis hermanos?
¿Por qué tan blandos, tan poco resistentes y tan dispuestos a ceder¿ ¿Por qué
hay tanta negación, tanta renegación en vuestro corazón? ¿Y tan poco destino en
vuestra mirada?
Y si no queréis ser destinos ni inexorables: ¿cómo podríais -- vencer conmigo?
Y si vuestra dureza no quiere levantar chispas y cortar y sajar: ¿cómo podríais algún
día - crear conmigo?
Los creadores son duros, en efecto. Y bienaventuranza tiene que pareceros el imprimir
vuestra mano sobre milenios como si fuesen cera,
- bienaventuranza, escribir sobre la voluntad de milenios como sobre bronce, - más duros
que el bronce, más nobles que el bronce. Sólo lo totalmente duro es lo más noble de
todo.
Esta nueva tabla, oh hermanos míos, coloco yo sobre vosorros: ¡endureceos!
30
¡Oh tú voluntad mía! ¡Tú viraje de toda necesidad, tú necesidad mía! ¡Presérvame
de todas las victorias pequeñas!
¡Tú providencia de mi alma, que yo llamo destino! ¡Tú que estás dentro de mi! ¡Tú
que estás encima de mí! ¡Presérvame y resérvame para un gran destino!
Y tu última grandeza, voluntad mía, resérvatela para tu último instante, - ¡para ser
inexorable en tu victoria! ¡Ay, quien no ha sucumbido a su victoria!
¿Ay, a quién no se le oscurecieron los ojos en ese crepúsculo ebrio»!; ¡Ay, a quién
no le vaciló el pie y desaprendió, en la v·ictoria, - a estar de pie! -
- Que yo esté preparado y maduro alguna vez en el gran mediodía: preparado y maduro como
bronce ardiente, como nube grávida de rayos y como ubre hinchada de leche: -
- preparado para mí mismo y para mi voluntad más oculta: un arco ansioso de su flecha,
una flecha ansiosa de su estrella:
- una estrella preparada y madura en su mediodía, ardiente, perforada, bienaventurada
gracias a las aniquiladoras flechas solares:-
- un sol y una inexorable voluntad solar, ¡dispuesto a aniquilar en la victoria!
¡Oh voluntad, viraje de toda necesidad, tú necesidad mía!
¡Resérvame para una gran victoria! - -
Así habló Zaratustra.
Del gran anhelo
Oh alma mía, yo te he enseñado a decir
«Hoy» como se dice «Alguna vez» y En otro tiempo, y a bailar tu ronda por encima de
todo Aquí y Ahí y Allá.
Oh alma mía, yo te he redimido de todos los rincones, yo he apartado de ti el polvo, las
arañas y la penumbra.
Oh alma mía, yo te he lavado del pequeño pudor y de la virtud de los rincones y te
persuadí a estar desnuda ante los ojos del sol.
Con la tempestad llamada «Espíritu» soplé sobre tu mar agitado; todas las nubes las
expulsé de él soplando, estrangulé incluso al estrangulador llamado «Pecado».
Oh alma mía, te he dado el derecho de decir no como la tempestad y de decir sí como dice
sí el cielo abierto: silenciosa como la luz te encuentras ahora, y caminas a través de
tempestades de negación.
Oh alma mía, te he devuelto la libertad sobre lo creado y lo increado: ¿y quién conoce
la voluptuosidad de lo futuro como tú la conoces?
Oh alma mía, te he enseñado el despreciar que no viene como una carcoma, el grande,
amoroso despreciar, que ama máximamente allí donde máximamente desprecia.
Oh alma mía, te he enseñado a persuadir de tal modo que persuades a venir a ti a los
argumentos mismos: semejante al sol, que persuade al mar a subir hasta su altura.
Oh alma mía, he apartado de ti todo obedecer, todo doblar la rodilla y todo llamar
«señor» a otro, te he dado a ti misma el nombre «Viraje de la necesidad» y
«Destino».
Oh alma mía, te he dado nuevos nombres y juguetes multicolores, te he llamado «Destino»
y «Contorno de los contornos» y «Ombligo del tiempo» y «Campana azul».
Oh alma mía, a tu terruño le he dado a beber toda sabiduría, todos los vinos nuevos y
también todos los vinos fuertes, inmemorialmente viejos, de la sabiduría.
Oh alma mía, todo sol lo he derramado sobre ti, y toda noche y todo callar y todo anhelo:
- así has crecido para mí cual una viña.
Oh alma mía, inmensamente rica y pesada te encuentras ahora, como una viña, con
hinchadas ubres y densos y dorados racimos de oro: -
- apretada y oprimida por tu felicidad, aguardando a causa de tu sobreabundancia, y
avergonzada incluso de tu aguardar.
¡Oh alma mia, en ninguna parte hay ahora un alma que sea más amorosa y más
comprehensiva y más amplia que tú! El futuro y el pasado ¿dónde estarían más
próximos y juntos que en ti?
Oh alma mía, te he dado todo, y todas mis manos se han vaciado por ti: - ¡y ahora! Ahora
me dices, sonriente y llena de melancolía: «¿Quién de nosotros tiene que dar las
gracias? -
- ¿el que da no tiene que agradecer que el que toma tome? ¿Hacer regalos no es una
necesidad? ¿Tomar no es - un apiadarse?» -
Oh alma mía, comprendo la sonrisa de tu melancolía: ¡También tu inmensa riqueza
extiende ahora manos anhelantes!
¡Tu plenitud mira por encima de mares rugientes y busca y aguarda; el anhelo de la
sobreplenitud mira desde el cielo de tus ojos sonrientes!
¡Y, en verdad, oh alma mía! ¿Quién vería tu sonrisa y no se desharía en lagrimas?
Los ángeles mismos se deshacen en lágrimas a causa de la sobrebondad de tu
sonrisa.
Tu bondad y tu sobrebondad son las que no quieren lamentarse y llorar: y, sin embargo, oh
alma mía, tu sonrisa anhela las lágrimas, y tu boca trémula, los sollozos.
«¡No es todo llorar un lamentarse! ¡Y no es todo lamentarse un acusar!» Así te hablas
a ti misma, y por ello, oh alma mía, prefieres sonreír a desahogar tu sufrimiento,
- ¡a desahogar en torrentes de lágrimas todo el sufrimiento que te causan tu plenitud y
todos los apremios de la viña para que vengan viñadores y podadores!
Pero tú no quieres llorar, no quieres desahogar en lágrimas tu purpúrea melancolía,
¡por eso tienes que cantar, oh alma mia! - Mira, yo mismo sonrío, yo te predije estas
cosas:
- cantar, con un canto rugiente, hasta que todos los mares se callen para escuchar tu
anhelo, -
- hasta que sobre silenciosos y anhelantes mares se balancee la barca, el áureo prodigio,
en torno a cuyo oro dan brincos todas las cosas malas y prodigiosas: -
- también muchos animales grandes y pequeños, y todo lo que tiene prodigiosos pies
ligeros para poder correr sobre senderos de color violeta,
- hacia el áureo prodigio, hacia la barca voluntaria y su dueño: pero éste es el vendimiador, que aguarda con una podadera de
diamante,
- tu gran liberador, oh alma mía, el sin-nombre - - ¡al que sólo cantos futuros
encontrarán un nombre! Y, en verdad, tu aliento tiene ya el perfume de cantos futuros, -
- ya tú ardes y sueñas, ya bebes tú, sedienta, de todos los consoladores pozos de
sonoras profundidades, ya descansa tu melancolía en la bienaventuranza de cantos futuros!
- -
Oh alma mía, ahora te he dado todo, e incluso lo último que tenía, y todas mis manos se
han vaciado por ti: -¡el mandarte cantar, mira, esto era mi última cosa!
El mandarte cantar, y ahora habla, di: ¿quién de nosotros tiene ahora - que dar las
gracias? - O mejor: ¡canta para mí, canta, oh alma mía! ¡Y déjame que sea yo el que
dé las gracias! -
Así habló Zaratustra.
La otra canción del baile
«En tus ojos he mirado hace un momento,
Así habló Zarathustra
¡Una!
¡Oh hombre! ¡Presta atención!
¡Dos!
¿Qué dice la profunda medianoche?
¡Tres!
Yo dormía, dormía-,
¡Cuarto!
De un profundo soñar me he despertado:-
¡Cinco!
El mundo es profundo
¡Seis!
Y más profundo de lo que el día ha pensado
¡Siete!
Profundo es su dolor
¡Ocho!
El placer- es aún más profundo que el sufrimiento
¡Nueve!
El dolor dice: ¡Pasa!
¡Diez!
Mas todo placer quiere eternidad-,
¡Once!
-¡quiere profunda, profunda eternidad!
¡Doce!
Los siete sellos
FIN DE LA TERCERA PARTE
Véase Más allá del bien y del mal, aforismo 70: «Si uno tiene carácter, tiene también una vivencia típica y propia, que retorna siempre.»
Cita de Exodo, 3, 8, donde de la Tierra Prometida se dice que en ella corren leche y miel.»
Otro titulo para este apartado, anotado por Nietzsche en sus manuscritos, fue La visión del más solitario de los hombres. Es la primera exposición de la idea del eterno retorno.
La descripción del ascenso de Zaratustra por el sendero pedregoso, llevando sobre sus
hombros «el espíritu de la pesadez», guarda un extraordinario parecido con lo que,
según La mil y una noches,
le ocurrió a Simbad el marino en el quinto de sus viajes: también Simbad carga sobre sus
hombros a un anciano que luego se niega a bajar de allí y martiriza a su portador.
Simbad se libera de él emborrachándolo.
Reminiscencia de Hamlet, I, 5 (palabras de la Sombra a Hamlet): «Durmiendo, pues, en mi jardin según mi costumbre, después del mediodia, en esa hora de quietud, entró tu tío furtivamente con un pomo de maldito veneno en las manos y lo vertió en mi oído».
En la cuarta parte, La canción del noctámbulo, «el más feo de los hombres» repitirá
esta frase. Ortega puso estas palabras como motto al frente del apartado VII (titulado
«Las valoraciones
de la vida») de su obra El tema de nuestro tiempo.
Una vivencia profundamente grabada en Nietzsche fue la del traslado de su familia, tras la muerte de su padre, desde Röcken, donde Nietzsche había nacido, a Naumburgo. El traslado se hizo un día de abril de 1850, mucho antes del amanecer. Mientras los carros cargados esperaban en el patio, un perro empezó a ladrar tristemente a la luna.
Una escena similar aparece en Las mil y una noches en el séptimo viaje de Simbad el marino. En Las mil y una noches es la serpiente la que «llevaba en la boca a un hombre, al que se había tragado hasta el ombligo». Simbad golpea la cabeza de la serpiente con su vara de oro y la serpiente vomita al hombre.
«El que ha de venir», «el que viene detrás de mi» es expresión evangélica aplicada por Juan el Bautista a Jesús; vease Evangelio de Mateo, 3, 11: «El que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y yo no merezco ni quitarle las sandalias».
Véase, en esta tercera parte, El convaleciente.
Otro título previsto por Nietzsche en sus manuscritos para este apartado era Hacia alta rnar.
Véase, en la primera parte, Del árrbol de la montana, y De la virtud que hace regalos.
Primera alusión a los que Zaratustra llama «sus hijos» y que serán el objeto de su gran anhelo en la cuarta parte. Véase El saludo.
En el Prólogo de Zaratustra aparecen idénticas calificaciones aplicadas a los hombres deseados por Zaratustra como compañeros.
Esta expresión ya ha aparecido en la segunda parte, De grandes asontecimientos y volverá a aparecer en la cuarta parte, El grito de socorro.
Respecto a este capitulo quizá tenga interés citar el siguiente texto de Freud: No puede hacérseme responsable de la monotonía de las soluciones psicoanalíticas si ahora afirmo que el sol no es, nuevamente, más que un símbolo sublimado del padre. El simbolismo se sobrepone aqui al género gramatical, por lo menos en alemán, pues en la mayoria de los demás idiomas el sol es de género masculino. Su compañera en este reflejo de la pareja parental es la generalmente llamada "madre tierra". En la solución psicoanalitica de las fantasías patógenas de sujetos neuróticos hallamos constantemente comprobada esta interpretación. Sólo una observación dedicaremos a su relación con los mitos cósmicos. Uno de mis pacientes, que había perdido tempranamente a su padre e intentaba volver a encontrarlo en todos los elementos grandes y sublimes de la naturaleza, me hizo vislumbrar que el himno de Nietzsche "Antes de la salida del sol" daba expresión a igual nostalgia.» Y Freud añade en nota: Tampoco Nietzsche conoció de niño a su padre.»
La traducción "la tristura y la pavura y la hondura» pretende reflejar de alguna manera la aliteración existente en el original alemán: Gram und Grauen und Grand.
Véase el aforismo en Más allá del bien y del mal: «Es inhumano bendecir cuando se nos ha maldecido,
De casualidad: Von Ohngefähr, en alemán. La particula van, significativa de ascendencia aristocrática cuando precede al apellido, permite a Nietzsche decir que ésta (la casualidad, el azar) es la más vieja aristocracia del mundo.
El tema de la levadura es de procedencia evangélica. Véase el Evangelio de Mateo, 13, 33 (parábola de la levadura): Semejante es el reino de Dios a la levadura que metió una mujer en medio quintal de harina; todo acabó por fermentarse.
Aqui es el cielo la mesa sobre la que Zaratustra juega a los dados con los dioses; más adelante lo será la tierra; véase, en esta tercera parte, Los siete sellos.
Aquí emergen aislados dos versos pertenecientes a la poesia que aparecerá luego en La otra canción del baile, y que será glosada en la cuarta parte, La canción del noctámbulo.
Otro título anotado por Nietzsche para este apartado era Del enpequeñecimiento de sí mismo.
Alusión a la escena evangélica en que las madres acercan a Jesús unos niños para que les imponga las manos y rece por ellos; véase Evangelio de Mateo, 19, 13. Aquí, por el contrario, los apartan de Zaratustra a fin de que éste no les cause daño
Virtud empequeñecedora
Imagen bíblica de la mujer de Lot al huir del incendio de Sodoma; véase Génesis,19,26
La expresión «son queridos, (werden gewollt) no significa "son amados», sino:
«son conducidos por una voluntad ajena a la suya». Es decir: no son sujeto de una
voluntad propia, sino objeto de una voluntad ajena. Zaratustra repite este mismo
pensamiento más tarde, en De tablas viejas y nuevas.
Alusión a la conocida frase de Federico II de Prusia: Un príncipe es el primer servidor y el primer magistrado del Estado.»
Yo no he venido a...» es frase empleada por Jesús y repetida numerosas veces en los Evangelios.
Véase, en esta tercera parte, De los apóstatas.
En la cuarta parte, Jubilado, Zaratustra discutirá con el papa jubilado sobre cual de
ellos dos es más ateo.
Paráfrasis, con inversión del sentido, del Evangelio de Mateo, 12, 50: «Pues todo el
que cumple la voluntad de mi Padre celestial, ése es mi hermano, mi hermana y rni
madre.»
Paráfrasis de Evangelio de Mateo, 22, 39: «¡Amarás a tu prójimo como a ti mismo.» Según la Biblia, éste es es «segundo» mandamiento. Y el «primero» es: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo co razón, con toda tu alma y con toda su mente.» Zaratustra, conservando el «segundo mandamiento, invierte el «primero», que para él dice: Te amarás a ti mismo.»
Reminiscencia bíblica: véase Isaías, 5, 24: «Por eso, como la lengua de fuego devora
un rastrojo, y la hierba seca innamada se desploma...»
Anticipación de la idea del Eterno retorno
Otro titulo anotado por Nietzsche en sus manuscritos para este apartado era La canción del invierno. El «monte de los olivos» es ciertamente expresión evangélica (Evangelio de Mateo, 26, 30). Mas aqui no aparece la angustia de Jesús en la noche anterior a su pasión. Por el contrario, su monte de los olivos le ofrece a Zaratustra un rincón soleado, donde se ríe del invierno. La escena evangélica del monte de los olivos tiene propiamente su correspondencia en el capítulo titulado La más silenciosa de todas las horas.
Remedo del Evangelio de Mateo, 19, 14: «Dejad que los niños vengan a mi.
Remedo del Evangelio de Mateo, 10, 14-15: «Si alguno no os recibe o no os escucha, al salir de su casa o del pueblo sacudíos el polvo de los pies. Os aseguro que el día del juicio les será más llevadero a Sodoma y Gomorra que a aquel pueblo».
Véase, en la primera parte, Del nuevo ídolo, donde Zaratustra emplea una expresión similar para referirse a los periódicos.
Expresión de origen bíblico. Véase el Salmo 103, 21: «Bendecid al Señor, ejércitos suyos, servidores que cumplís sus deseos».
Un desarrollo de estas ideas puede verse en el apartado 199 de Más allá del bien y del mal: «Arriba» significa aqui el soberano, pero también el cielo; y el «pecho sin estrellas» es aquel en el que no lucen todavia las condecoraciones.
Zaratustra repite aqui lo mismo lo que ha dicho poco antes en De la virtud empequeñecedora.
En el Evangelio de Lucas, 19, 41, aparece una escena parecida, en la entrada triunfal de
Jesús en Jerusalén sobre un pollino: «Asi que Jesús estuvo cerca de Jerusalén, al ver
la ciudad, lloró sobre
ella y dijo: ¡Si también tú comprendieras en este día lo que lleva a la paz! Pero no,
no tienes ojos para verlo».
Cita de Apocalipsis, 18, 16: «¡Ay, ay de la gran ciudad!»
Las «columnas de fuego, son imagen biblica; véase Exodo, 13, 21: «Iba Jahvé delante de ellos, de dia en una columna de nube, para guiarlos, de noche en una columna de fuego,para alumbrarlos..
En la cuarta parte, El despertar, y La fiesta del del asno, se repiten como un estribillo estas palabras: «Hemos vuelto a hacernos piadosos».
Si alguna vivencia personal de Nietzsche se transparenta aqui, sin duda estas palabras
aluden al menos a dos episodios dr su vida: la conversión al catolicismo de su amigo
Romundt, que en otro
tiempo convivivió con él en Basilea; y el «arrodillarse de Wagner ante la cruz, con su
Parsifal. Sobre esto último, véase Ecce homo y sobre todo La genealogía de la moral.
Reminiscencia del episodio biblico de Jonás, al que tragó una ballena. Véase Jonás, 2, 1. En la parte cuarta, Entre hijas del desierro, aparece otra alusión al mismo episodio bíblico.
Véase el Prólogo de Zarutustra, en donde los dos primeres compañeros de Zaratustra son el volatinero que cae de la cuerda y al que Zaratustra entierra, y el bufón que hace caer al primero.
Alusión al Evangelio de Mateo, 18, 3: «Si no os hicierais como niños no entraréis en el reino de los cielos.»
El vocablo alemán Kreuzspinne (araña con una cruz) subraya todavia con más fuerza esta irónica designación de los sacerdotes.
Hay aquí una sarcástica alusión al espiritismo, tan de moda en Europa por la época en que Nietzsche escribió esta obra. El propio Nietzsche asistió a una sesión de espiritismo en Leipzig. Véase su carta de octubre de 1882 a P. Gast, en la que le habla de ella.
Sarcástica alusión a la ópera de Wagner Crepúsculo de los dioses, título que luego el mismo Nietzsche remedaría con su obra Crepúsculo de los ídolos.
Cita de las palabras de Yahvé en Éxodo, 20, 3-4: «No tendrás otro Dios que a mi. No te harás escultura ni imagen alguna de lo que hay en lo alto de los cielos, ni lo que hay abajo sobre la tierra, ni lo que hay en las aguas debajo de la tierra».
En esta tercera parte, De tablas viejas y nuevas, se repite esta misma frase.
Un primer título pensado por Nietzsche para este capítulo era De la soledad.
En Ecce homo Nietzsche cita este párrafo dentro de su famosa descripción de la «inspiración».
Véase el Prólogo de Zuratustra.
Véase, en la segunda parte, La canción de la noche.
Véase, en la segunda parte, La hora más silenciosa de todas las horas.
Juego de palabras, en alemán, entre begreifen (comprender) y angreifen (atacar).
Más adelante, en la cuarta parte, La canción de la melancolia repite Zarathustra
estas mismas expresiones cuando, tras la Cena y los discursos sobre el hombre superior,
sale un momento
al aire libre.
Véase, en esta tercera parte, De tablas viejas y nuevas, y en la cuarta parte, El grito de socorro, El más feo de los hombres y El signo.
Véase antes, En el monte de los olivos,: «Si alguna vez mentí, fue por amor.
Véase luego, De tablas viejas y nuevas.
Estas tres preguntas aluden, respectivamente, a los «tres males» citados: voluptuosidad, ambición de dominio, egoísmo.
Alusión al concepto cristiano de «mundo, considerado como uno de los tres enemigos del hombre: mundo, demonio y carne.
«Sepulcros blanqueados» es expresión evangélica; véase el Evangelio de San Mateo, 232, 27: «¡Ay de vosotros, escribas y fariseos hipócritas, que os parecéis a los sepulcros blanqueados! Por fuera tienen buena apariencia, pero por dentro están llenos de huesos muertos y de podredumbre; lo mismo vosotros: por fuera parecéis honrados, pero por dentro estáis repletos de hipocresia y crimenes».
Nietzsche ha venido usando la palabra compuesta alemana Herrschsucht (ambición de dominio), que ahora separa, para comentar su significado. El componente Sucht tiene también los significados de «codicia» y «enfermedad». Para entender bien esta frase será preciso tener en cuenta estos otros sentidos de Sucht.
Véase, en la primera parte, el capitulo titulado De la virtud que hace regalos.
Véase, en la primera parte, De la virtud que hace regalos.
Véase el Evangelio de Lucas, 2, 34-35: «Y Simeón le dijo a Maria, su madre: ... y a ti una espada te traspasará el corazón, para que quede de manifiesto lo que todos piensan».
Juego de palabras en alemán con dos términos de sonido parecido: Tinten-Fische (peces de tinta, calamares); acaso, en castellano, «chupatintas, (para seguir el juego verbal), y Feder-Füchse (zorros de pluma). La palabra alemana usual para decir «plumifero»,escritorzuelo, es Federfuchser; por semejanza de sonido Nietzsche la transforma en Reder-Fuchs (plural, Feder--Füchser).
En la cuarta parte, La cena, y La canción de la melaconlía, volverá a aludirse al gusto del estómago de Zaratustra por la carne de cordero.
«Cambiar de sitio los mojones» es frase clásica y muy antigua. Solón dice (fragrnento 24) que en una osasión yo removi los mojones de la negra Tierra, fijos en muchas partes; antes ella era esclava, más ahora es libre». Teniendo en cuenta la inmediata alusión de Zaratustra a la tierra, es posible que Nietzsche recordara aqui el citado fragmento de Solón.
Paráfrasis del Evangelio de Mateo, 19, 14: Dejad que los niños vengan a mi. Sin embargo, según Nietzsche, esto lo hacemos para impedir que se amen a si mismos. Véase también De la virtud empequeñecedora.
Véase, en la primera parte, De las tres transformaciones.
«El mejor de los mundos»: alusión a Leibniz.
El rebuzno se expresa gráficamente en alemán con las letras I-A, que también significan «si» (ja). De ahí la frase de Nietzsche. En la cuarta parte, El despertar, se hará amplio uso de esta posibilidad lingüística alemana.
Más adelante, De tablas vieja y nuevas, volverá Zaratustra a la figura del parásito.
Alusión a la frase de Pedro cuando en el Tabor quiere «levantar tres tiendas»; véase Evangelio de Maleo, 17, 4.
Todo este largo Capítulo alude antitéticamente a las «tablas de la ley» del Antiguo
Testamento. Véase Éxodo, 24. El propio Moisés rompe las tablas más tarde: Éxodo, 32,
19. En Ecce homo
dice Nietzsche: «Muchos escondidos rincones y alturas del paisaje de Niza se hallan
santificados para mí por instantes inolvidables: aquel pasaje decisivo que lleva el
título " De tablas viejas y nuevas" fue compuesto durante una
fatigosísima subida desde la estación al maravilloso y morisco
nido de águilas que es Eza - la agilidad muscular era siempre máxima en mi cuando la
fuerza creadora fluía de manera más abundante.»
En la cuarta parte, El signo llegarán hasta Zaratustra la bandada de palomas y el león riente.
En Ecce homo Nietzsche emplea casi idéntica expresión: «Y así me cuento mi vida a mí mismo.»
Véase en la primera parte, De las cátedras de la virtud.
Reminiscencia del Evangelio de Mateo 24, 28: «Donde quiera esté el cadáver, allá se juntarán los buitres.
Véase antes, en la segunda parte, De la cordura respecto a los homhres. Esta imagen aparece por vez primera en el capítulo Del amigo, de la primera parte.
Corazones de carne, es expresión biblica que aparece en Ezequiel, 11, 19-20: «Les
arrancaré el corazón de piedra y les daré un corazón de carne, para que sigan mis
leyes y pongan por obra mis
mandatos» Tambien aparece en Corintios, 3, 3: Vosotros sois mi carta, escrita en
vuestros corazones, carta abierta y leida por todo el mundo. Se os nota que sois sarta de
Cristo y que yo fui el amanuense; no está escrita con tinta, sino con Espíritu de Dios
vivo, no en tablas de piedra, sino en tablas que son corazones de carne. Aqui Zaratustra
rememora probablemente el segundo de los pasajes citados.
Negación de lo que se dice en el Apocalipsis, 22, 17: Quien tenga sed, que se acerque; el que quiera, que tome de balde el agua de la vida.
El sacrificio de las primicias es de origen biblico. Véase Éxodo, 23, 19: Llevarás a la casa del Señor, tu Dios, las primicias de tus frutos.
Juego de palabras, en alemán, entre los verbos gehorchen (obedecer) -en el que aparece horchen (oír, escuchar)- y hören (oir).
Frase de Heraclito. En este apartado 8 hace Nietzsche un uso muy peculiar de la contraposición entre Heraclito y Parménides, según los viejos textos griegos. Por otra parte, todo el decorado figurativo se apoya en dos frases populares alemanas que aparecen aquí textualmente: das Wasser hat keine Balken (literal: «el agua no tiene maderos», pero que corresponde aproximadamente a la expresión castellana «el mar es muy traidor»), e ins Wasser fallen (literal: «caer al agua, pero en el sentido de «irse al agua, «malograrse algo»).
Remedo de Jeremías, 16, 6: «El Señor me dijo: Predica estas palabras en los pueblos de Judá y en las callejas de Jerusalén».
Cita de Éxodo, 20. Estas dos prohibiciones aparecen en las tablas» viejas.
Véase antes, De los apóstatas.
En la cuarta parte, Coloquio con los reyes, el oír cómo uno de los reyes repite esta frase suya hará salir a Zaratustra de su escondite
«Flamencos,: este mordaz calificativo que Zaratustra da aquí a los cortesanos lo aplicará a los reyes en la cuarta parte, Coloquio con los reyes.
Alusión a la «tierra prometida, de los hebreos.
Alusión a las cruzadas.
La frase siguiente es perífrasis, con cambio de sentido. de Éxodo, 20, 5: «Yo Yahvé... castigo la iniquidad de los padres en los hijos hasta en la tercera y la cuarta generación.»
Stroh dreschen (trillar paja) tiene una significado obvio: trabajar y no sacar nada. En alemán tiene además el significado de decir trivialidades. Asi se entiende mejor la referencia al parloteo.
Das Maul verbinden (amordazar el hocico, poner un bozal) es frase empleada por Lutero en sus traducción de la Biblia: no pondrás bozal al buey que trilla (Deuteronomio)
Cita literal de Tito, 1, 15: Para el puro todo es puro; en cambio, para el sucio y falto de fe no hay nada puro: hasta la mente y la conciencia tiene sucias.
Con esta misma frase comienza tambien el capítulo de la segunda parte titulado De la chusma.
La barca de la muerte» es expresión que viene de la Antigüedad clásica: Caronte llevaba en su barca los muertos al Hades.
Remedo del Evangelio de Lucas, 16, 21: «Hasta los perros venían y lamian sus úlceras» (aplicado al mendigo Lázaro).
Paráfrasis irónica de lo narrado en el Antiguo Testamento, Ezequiel, 8, 3: «Y Yahvé alargó una a manera de mano y me cogió por los cabellos y el espíritu me elevó entre la tierra y el cielo y me condujo a Jerusalén en éxtasis
Véase, en esta tercera parte, Del espiritu de la pesadez. En Ecce homo cita Nietzsche el párrafo que va desde «el alma, en efecto, que posee la escala más alta...» hasta aquí, y añade: «pero esto es el concepto mismo de Dioniso».
Cita del Evangelio de Juan, 13, 14: Si yo, pues, os he lavado los pIes, siendo vuestro
Señor y maestro, tambien habéis de lavaros los pies unos a otros. Porque yo os he dado
ejemplo vosotros
obreis según mi ejemplo.
Véase, en la primera parte, De la guerra y del pueblo guerrero.
Los dos vocablos empleados por Nietzsche (dreinschaun, dreinhaun) explican mejor, con su sonido similar, la afirmación de que es una sola cosa.
Ya no es tiempo de reyes: cita de Hölderlin, La muerte de Empédocles.
Para entender mejor los dos parrafos anteriores es necesario conocer los varios juegos de
palabras a que en ellos se entrega Nietzsche. Está en primrr lugar, el verbo schliessen,
que puede tener al
menos tres significados, empleados sucesivamente por Nietzsche: (Ehe) schliessen: casarse,
enlace rnatrimonial; schliessen: sacar una conclusión; schliessen: soldar. Por eso dice
Nietzsshe: tened cuidado de que vuestro schliessen (enlace) matrimonial no sea un mal
schliessen (conclusión precipitada), pues si vuestro schliessen (soldar) ha sido muy
rápido, puede romperse (brechen). Aquí entra el segundo juego de palabras, ya que (Ehe)
brechen significa: cometer adulterio. En síntesis: aquel casamiento que, por ser una
conclusión precipitada, está mal soldado, se romperá son el adulterio. El juego de
palabras continúa. Dice Nietzsche: es mejor brechen (romper) el rnatrimonio con el
adulterio que no biegen (torcerlo). En este momento Nietzsche introduce dos palabras
inventadas por el, por analogía Con Ehe-brechen, en las que se da además una
aliteración: Ehe-biegen (convertir el matrimonio en algo torcido) y Ehe-lügen
(convertir el matrimonio en una mentira). Y por fin, el último juego verbal. dice una
mujer: yo he adulterad»
(Ehe-brechen), pero antes el matrimonio me habia roto (breshen) a mi. Aqui habría que
añadir otro matiz, cuando Nietzsche dice que de un mal schliessen (sacar una conclusión,
derivar, seguirse una conclusión) se sigue (folgt) una ruptura de esa conclusión.
Nuevo juego de palabras: el verbo versprechen significa «prometer y también equivocarse (al hablar); Nietzsche lo enlaza con versehen, de formación similar, que significa equivocarse (al mirar). Es decir: ¿es que nuestra equivocación al hablar (o también nuestro prometer) es ya también una equivocación al mirar?
Alusión a la teoria del contrato social de Rousseau.
Este "uno" aludido por Zaratustra es evidentemente Jesús, lo que se corrobora con la posterior referencia a la crucifixión.
Este «segundo descubridor del fariseismo de los buenos y justos es Zaratustra-Nietzsche.
Véase el Prólogo de Zarathustra.
«Nacer en la mentira (en el pecado) es expresión bíblica. Véase el Salmo 51,7: Mira, en culpa nací y en pecado me engendró mi madre».
El texto de este apartado 29 es reproducido por Nietzsche al final de su obra Crepúsculo de los idolos, como epílogo de ella, con el título «Habla el martillo».
Nietzsche comenta este precepto en Ecce homo con laas siguientes palabras: El imperativo ¡endureceos!, la más honda certeza de que todos los creadores son duros, es el auténtico indicio de una naturaleza dionisiaca.
Juego de palabras, en alemán, entre Schickung (providencia) y Schickal (destino) de idéntica raíz.
Otro titulo pensado por Nietzsche para este capitulo fue La evocación. El presente apartado desarrolla la idea del eterno retorno de lo idéntico», ya aparecida en De la visión y enigma.
Alusión irónica al comienzo del acto tercero de la ópera Sigfrido de Wagner, en que el dios Wotan saca de su sueño a Erda la Madre Primigenia, la cual vuelve a quedar dormida tras un breve coloquio.
La más completa autodefinición de Zaratustra y uno de los textos capitales de esta obra.
La «manzana rosa» es fruto que aparece varias veces en Así habló Laratustra. Quizá
sea un símbolo del mundo. Esto puede quedar corroborado por el paralelismo entre la frase
que viene poco después: «Zaratustra... tomó en la mano una manzana de rosa, la olió y encontró
agradable su olor», y la frase del Génesis, 1, 31 «Entonces vio Dios todo cuanto había
hecho, y encontró que estaba bien.
Estos dos corderos son los que rnás tarde serán sacrificados para que Zaratustra y los homhres superiores» que han acudido a su caverna celebren la Cena. Véase, en la cuarta parte, La Cena.
Vease, en la segunda parte La canción de la noche.
Véase, en la tercera parte, De la visión del enimga.
Vease, en la segunda parte, De los sacerdotes.
Remedo de la confesión de Pedro a Jesús: Simón Pedro respondio: Tue eres el Mesías, el Hijo del Dios viviente.Véase el Evanglio de Mateo,16,16.
Véase lo que Zaratustra dice al volatinero al comienzo de la obra, Prólogo de Zarathustra, apartado 6.
Notar que mientras al final del Prólogo se dice que comienza el ocaso de Zarathustra, ahora se nos dice que se acaba
Otro título anotado por Nietzsche en sus manuscritos para este apartado era el de Ariadna, al que correspondia más adelante otro apartado titulado Dionisio (que· ahora es Los siere sellos).
Oh alma mía! es invocación bíblica que aparece en los salmos.Véase, por ejemplo,el Salmo,103,1.
De manera encubierta hay en estas palabras una alusión a Dioniso. Este, en efecto, es representado en ocasiones como un viñador que viene en barco con una podadera en la mano para podar sus vides (asi está representado en la copa de Exekias, del siglo VI, que se conserva en Munich). La vid, cargada de racimos, que anhela la llegada del viñador, es Ariadna (alma de Zaratustra). El viñador con la podadera es imagen que aparece también en el Apocalipsis. Véase Apocalípsis, 14, 18: Echa tu afilada podadera y vendimia los racimos de la viña de la tierra, pues llegaron a sazón sus uvas!» Es posible que en el ánimo de Nietzsche se fundiesen ambas evocaciones.
Con estas mismas palabras comienza La canción del baile.
Aqué reaparece el látigo al que se alude en la primera parte, al final del capítulo De la viejecillas y jovencillas.
Esta campana de medianoche reaparecerá en la cuarta parte, La canción del noctábulo.
Dos de los versos de esta poesia (el quinto y el sexto) han aparecido ya con anterioridad, aisladamente, en Antes de la salida del sol En la cuarta parte, La cunción del noctánbulo, Zaratustra ofrecerá un amplio glosario, verso por verso, de esta poesia y al final invitará a su acompañante a cantarla con él. Allí la califica de canto de ronda, le da el título de Otra vez y dice que su sentido es «¡Por toda la eternidad!
Tanto Los siete sellos como «Si y amén son expresiones tomadas del Apocalípsis. Véase Apocalípsis, 5, 1 y 1, 7, respectivamente.
Las cuatro lineas anteriores son paráfrasis de Apocalipsis, 10, 1-2: «Y vi otro ángel fuerte, que bajaba del cielo, envuelto en una nube, y el arco iris por encima de su cabeza, y su semblante como el sol, y sus piernas como columnas de fuego, y tenia en su mano un librito abierto; y puso su pie derecho sobre el mar, y el izquierdo sobre la tierra, y clamó con voz potente, como cuando ruge el león. Estas cuatro lineas se repetirán luego en La canción del noctánbulo.
Véase, en la segunda parte, De los sacerdotes.
Expresión del Apocalipsis, 1, 8: «Yo soy el alfa y la omega, dice Señor Dios, el que es
y era y ha de venir, el soberano de todo.