Teorías Éticas
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Pirrón de Elis
(360 a de Cristo)

Pirrón, hijo de Plistareo, nació en FIis entre el 365 y el 360 a.C. en la misma ciudad que unos años antes había visto florecer la escuela de Fedón. De joven buscó ganarse la vida como pintor, pero lo dejó casi en seguida, incluso porque, según parece, sus conciudadanos no lo apreciaban mucho: si seguimos el testimonio de Antígono de Caristo, unos portadores de antorchas, dibujados por él en el Gimnasio de Elis eran pura basura. Tras haber arrinconado el arte en el desván, el muchacho se entregó a la filosofía: siguió primero a Brisón, un pensador socrático, después a Anaxarco de Abdera, un alumno de Demócrito.

Tímón de Fliunte
Timón de Fliunte, hijo de Timarco, era un bailarín. Nació en el 322, año más año menos, y muy pronto se trasladó a Megara, donde siguió las lecciones de Estilpón. Era tuerto y amante del vino. Se convirtió al escepticismo después de haber conocido a Pirrón. Su encuentro se produjo por la calle, mientras se dirigían al estadio. Aristocles, un peripatético que lo odiaba, comenta el episodio diciendo: «Timón, hombre inepto, ¿no crees en nada y pretendes decir que has conocido a Pirrón? ¿Y el mismo estupendo Pirrón, en aquel fausto día, mientras se encaminaba a presenciar las competiciones píticas, sabía que iba allí o caminaba a ciegas, como un lelo?»

Pirrón
(Según Diógenes Laercio)

El segundo modo es el de la naturaleza de los hombres según la variedad de cosas y temperamentos. Demofón, repostero de Alejandro, tenía calor a la sombra, y al sol frío. Andrón Argivo (como dice Aristóteles) viajaba sin beber en los áridos países de Egipto. Más: uno es aficionado a la medicina, otro a la agricultura, otro a la mercancía, y aun estas mismas cosas a unos dañan y a otros aprovechan. Así, se debe contener el asenso. El tercer modo es el de la diversidad de poros en los sentidos; verbigracia, una manzana a la vista es amarilla, al gusto es dulce y al olfato grata por su fragancia. Aun una misma figura se mira diversa según la variedad de espejo. De lo cual se sigue que no es más lo que aparece que otra cosa diversa de lo que aparece.

Tímón
(Según Diógenes Laercio)

Acostumbraba también chancearse así: a uno que de todo se admiraba, le dijo: «¿Y por qué no te admiras de que siendo tres aquí, sólo tenemos cuatro ojos?» Es el caso que él y su discípulo Dioscórides eran tuertos, y aquel a quien le dijo era sano de ojos. Preguntado una vez por Arcesilao por qué había vuelto a Tebas, respondió: «Para reír de vosotros al veros tan anchos y extendidos.»

Anaxarco
(Según Diógenes Laercio)

Habiéndole Alejandro preguntado en un convite qué le parecía de la mesa, dicen que respondió: «Todo magnífico, oh rey; pero debiera además servirse en ella la cabeza de cierto sátrapa»; estas palabras las dijo vuelto hacia Nicocreón. Éste, acordándose de la injuria, después de la muerte del rey, como navegase Anaxarco y fuese llevado por fuerza a Chipre, lo cogió y lo metió en un mortero, y lo mandó machacar en él con majaderos de hierro. A esto él no curándose del suplicio, pronunció aquella célebre sentencia: «Machaca el cuero que contiene a Anaxarco; pero a Anaxarco no lo machacas.» Mandando Nicocreón le cortasen la lengua, dicen se la escupió en la cara.