LIBRO X REPUBLICA
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Introducción
COMENTARIO1
(595a-608c)

Al comienzo del Libro X, Sócrates, trata de nuevo sobre el valor educativo de la poesía. Es este un tema sobre el que había tratado detenidamente en los libros II  y III de la República al tratar sobre la educación de los guardianes. Allí había señalado que esta  materia tenía una valor relativo en la educación de tales guardianes. Pues bien, ahora, y después de haber expuesto cuál debería ser el contenido total de la educación de los guardianes, el valor de la poesía se nos muestra con un valor aún más degradado con lo que la oposición entre filosofía y poesía, a la hora de educar a los regentes, es aún mayor.
Sobre este contexto, Sócrates, analiza la poesía centrándose en lo que parece ser su auténtico valor: el imitativo. Pero ahora el análisis lo centra a la luz de su teoría de las ideas, algo que, a la altura del diálogo, supone ya conocida por todos los presentes lo que no sucedía claramente en los libros primeros. Para ello, Sócrates, establece, por un lado, que una idea es algo que designa una pluralidad de cosas, y, por otro, el modelo del que nos servimos para producir cualquier cosa. Por ejemplo, un carpintero fabrica una cama o una mesa sobre la base de las ideas que tiene de cama y mesa. Ahora bien, es evidente, señala Sócrates, que el carpintero cuando construye  la mesa no está fabricando  la idea sino produciendo esa mesa sobre la base de la existencia de su idea. Pero todavía hay más. Sócrates afirma que existen otras profesiones que ni siquiera fabrican el objeto sino que limitan a producir cosas que ya están fabricadas. Estos sujetos, señala Sócrates, no sólo son capaces de producir muebles ya fabricados sino producir a todos los seres vivos, incluido ellos mismos. Glaucón que parece entender por dónde va Sócrates, rápidamente cae en la cuenta que tales seres lo que hacen es reflejar en sus trabajos meras apariencias de la realidad, como, por ejemplo, sucede con los pintores que no producen, por ejemplo, camas verdaderas pero que, de algún modo, si lo hacen cuando las pintan.
Pues bien, sobre la base de todo lo dicho, Sócrates, quiere resaltar  lo siguiente:

  1. Es necesario diferenciar entre lo real y lo aparencial.
  2. Lo real no es la cama que fabrica el carpintero y menos todavía la que pinta un pintor. Lo real es la idea sobre la que trabaja tanto el carpintero como el pintor.
  3. En este contexto podría establecerse una diferencia entre tres clases de camas: una la que existe como idea y que fabrica Dios, otra la que hace el carpintero; otra la que hace el pintor.
  4. El hacedor de las ideas (Dios) es el creador de la naturaleza o esencia de la cama como idea. Por su parte, el carpintero es artífice de la cama gracias a que existe la idea de la misma. Por último, el pintor es un mero imitador de aquello que han hecho los otros dos artífices. 
  5. Sócrates aprovecha la ocasión para situar a los poetas y los autores de tragedias en la escala más baja, es decir, en la de los meros imitadores de la realidad. Por eso, la poesía, como valor educativo ocupa el tercer lugar en una escala que empieza en el rey (Demiurgo).
  6. Tanto el pintor como el poeta centran sus trabajos en lo meramente aparencial. Esto hace que, en la concepción filosófica de Platón, la poesía sea una disciplina que, en relación con la ciencia y la ignorancia, se encuentre más bien relacionada con esta última. Y es que la poesía, al presentar como algo real al mundo de las sombras y de las imágenes, nos sitúa, en el ámbito del conocer, en una escala que, en el símil de la línea y de la caverna, Platón, había situado en el estado de eikasía.
    {Ver texto1a}

A continuación, Sócrates, pasa a examinar lo que representó realmente la poesía homérica en el mundo griego. Comienza situándola en relación con la imitación lo que equivale a decir que se encuentra a una triple distancia del ser. Afirma también que si se compara a Homero y a otros griegos significados por sus meritos nos encontraríamos que el primero siempre sale perdiendo. En este sentido, Sócrates, hace referencia a las figuras de Licurgo o Solón lo cuales lograron constituciones políticas que hicieron mejores a Grecia y los griegos. Pues bien, nada por el estilo sucede con Homero. Lo mismo podría decirse en relación con la sabiduría,   los inventos, o en lo referente a la educación. En este contexto cita a sabios como Tales de Mileto o a personalidades que destacaron por educar a sus contemporáneos, como, por ejemplo, Protágoras o Prodico de Ceos. Pues bien, según Sócrates, tampoco encontraríamos nada de todo esto en la poesía homérica. Y es que Homero con sus obras se limitaría, según Sócrates, a actuar como un pintor, el cual, en vez del pincel,  usa de la palabra, pero no para conocer mejor o para ser mejor, sino para colorearla mostrando con ello una realidad aparentemente hermosa. {Ver Texto2a}
A partir de ahora, Sócrates, y con la intención de mostrar el caracter negativo de la poesía homérica, entra en un argumentación de índole enteramente distinta a la descrita anteriormente. Sócrates parte ahora de la base de que la bondad es utilidad y el conocimiento experiencia, algo que, por otro lado,   concuerda con lo que parece que el Sócrates histórico defendía, si creemos a Jenofonte. Pues bien, sobre esta base, Sócrates, defiende que en todo objeto hay tres artes distintas: su utilización, su fabricación y su imitación.   Pues bien, parece evidente que dentro de esta escala el que utiliza los objetos debería ser el más experimentado y quien comunica al fabricante los buenos o malos efectos que produce aquello del que uno se sirve. A su vez, el que fabrica el objeto, siempre que haga caso al entendido, debe tener una creencia bien fundada acerca del mismo. Pero ya existe una diferencia entre ambos: el fabricante tiene creencia bien fundada, pero el entendido, porque utiliza el objeto, tiene conocimiento.¿Y que papel juega aquí el imitador? Según Sócrates, el imitador es alguien que ni tiene conocimiento, derivado del uso del objeto, ni escucha al entendido con el objeto de fabricar un objeto. Por lo tanto no posee ni conocimiento ni creencia bien fundada lo que le imposibilita de opinar debidamente. Pues bien, esta nueva demostración vendría a probar de nuevo que el imitador es alguien que se encuentra a tres puestos de distancia de la verdad. Pero, además, Sócrates, se pregunta tambien por el elemento propio del alma del imitador y del que conoce. Para investigar esta cuestión se sirve de ejemplos sobre objetos que se aparecen como distintos a la vista según los contemplemos de cerca o de lejos. Señala que el mejor remedio para superar estos espejismos es la ciencia del calculo y de la medida. Ahora bien, tal ciencia no tiene que ver con los sentidos ni con las apariencias. Por eso, no es lo mismo, señala, opinar acerca de algo prescindiendo de la medida que opinar conforme a medida. Pues bien, el arte imitativo, que se basa en apariencias, y prescinde de la medida y del cálculo, es algo que se aparta de la razón y del elemento mejor que existe en el hombre. Por ello, el alma que vive en las apariencias está llena de miles de contradicciones de toda clase. Por último, y para justificar que el alma del poeta es quien posee el elemento peor, Sócrates, analiza algo que había planteado anteriormente y que hace referencia al modo de comportamiento del hombre ante las desgracias. Señala que ante los impulsos existentes en uno (racional -irracional) es el primero  -racional-  quien ordena mantener cierta compostura, mientras que el segundo -irracional- es amigo de gemidos y lamentaciones. Pues bien, el poeta imitativo no suele imitar nunca en sus obras al primero, debido a que el caracter reflexivo es dificil de imitar y muy dificil de comprender cuando es imitado. Es mucho más facil de plasmar imitativamente a los sentimientos y a lo gemidos de lo irracional. Por todo ello, concluye Sócrates, es evidente que el poeta imitativo no está destinado por naturaleza a agradar al elemento racional del alma sino al caracter irritable y multiforme de la misma, para asi dar gusto a los sentimientos más bajos del vulgo. El poeta imitativo, por tanto, implanta con sus obras un regimen perverso en el alma pues condesciende, sobre todo, con el elemento irracional que hay en ella. {Ver Texto3a}
Sócrates reserva para el final lo que considera como acusación más grave contra la poesía: insultar a los hombres de provecho. Para justificar tal acusación recuerda el tratamiento que Homero y los otros autores trágicos hacen de los heroes. Según Sócrates, cuando relatan la imitación de alguno de ellos suelen presentarlos siempre relatando algún largo discurso, golpeándose el pecho, y entre lamentos y gemidos. Sin embargo, continúa diciendo Sócrates, cuando a culquiera de nosotros nos sucede alguna desgracia, sucede que pensamos que no es propio de un varón el comportarse como esos heroes. Pues bien, esta manifiesta contradicción es otra prueba clara, según Sócrates, de la verdadera naturaleza de la poesía: dejar satifescha y gozosa a la parte del alma peor. Sócrates aprovecha tambien la ocasión para situar en el mismo plano de igualdad de la poesía a la comedia y a todo aquello que sea imitación de lo concupiscible. Por último, y sobre la base de  todo lo dicho hasta ahroa, se dirige a los panegiristas de Homero para recordarles que en su ciudad ideal unicamente se permitarán los himnos poéticos que encomien a los dioses y a los heroes. Para justificar el destierro de la poesía homerica y trágica de su ciudad ideal, Sócrates, hace referencia  tambien al hecho de que la discordia entre filosofía y poesía ya viene desde muy antiguo. {Ver Texto4a}

Presentación









































TEXTO1A
(595a-598d)

-Y por cierto -dije- que tengo en la mente muchas otras razones para suponer que la ciudad que fundábamos es la mejor que pueda darse; pero lo afirmo sobre todo cuando pongo mi atención en lo que toca a la poesía.
-¿Y qué es ello? -preguntó.
-Que no hemos de admitir en ningún modo poesía alguna que sea imitativa; y ahora paréceme a mí que se me muestra esto mayormente y con más claridad, una vez analizada la diversidad de las especies del alma.
-¿Cómo lo entiendes?
-Para hablar ante vosotros -porque no creo que vayáis a delatarme a los autores trágicos y los demás poetas imitativos-, todas esas obras parecen causar estragos en la mente de cuantos las oyen si no tienen como contraveneno el conocimiento de su verdadera índole.
-¿Y qué es lo que piensas -dijo- para hablar así?
-Habrá que decirlo -contesté-; aunque un cierto cariño y reverencia que desde niño siento por Homero me embaraza en lo que voy a decir, porque, a no dudarlo, él ha sido el primer maestro y guía de todos esos pulidos poetas trágicos. Pero ningún hombre ha de ser honrado por encima de la verdad y, por lo tanto, he de decir lo que pienso.
-Muy de cierto -dijo.
-Escucha, pues, o más bien respóndeme.
-Pregunta tú.
 ¿Podrás decirme lo que es en conjunto la imitación? Porque yo mismo no comprendo bien lo que esta palabra quiere significar.
-¡Pues si que, en ese caso, voy a comprenderlo yo! -exclamó.
-No sería extraño -observé-, porque los que tienen poca vista ven muchas cosas antes que los que ven bien.
-Así es -replicó-, pero, estando tú presente, no sería yo capaz ni de intentar decir lo que se me muestra; tú verás, por lo tanto.
-¿Quieres, pues, que empecemos a examinarlo partiendo del método acostumbrado? Nuestra costumbre era, en efecto, la de poner una idea para cada multitud de cosas a las que damos un mismo nombre. ¿O no lo entiendes?
-Sí, lo entiendo.
-Pongamos, pues, la que quieras de esas multitudes. Valga de ejemplo si te parece: hay una multitud de camas y una multitud de mesas.
 -¿Cómo no?
 -Pero las ideas relativas a esos muebles son dos, una idea de cama y otra idea de mesa.
 -Sí.
-¿Y no solíamos decir que los artesanos de cada uno de esos muebles, al fabricar el uno las camas y el otros las mesas de que nosotros nos servimos, e igualmente las otras cosas, los hacen mirando a su idea? Por lo tanto, no hay ninguno entre los artesanos que fabrique la idea misma, porque ¿cómo habría de fabricarla?
-De ningún modo.
 -Mira ahora qué nombre das a este otro artesano.
-¿A cuál?
-Al que fabrica él solo todas las cosas que hace cada uno de los trabajadores manuales.
-¡Hombre extraordinario y admirable es ése de que hablas.
-No lo digas aún, pues pronto vas a decirlo con más razón: tal operario no sólo es capaz de fabricar todos los muebles, sino que hace todo cuanto brota de la tierra y produce todos los seres vivos, incluido él mismo, y además de esto la tierra y el cielo y los dioses y todo lo que hay en el cielo y bajo tierra en el Hades.
-Estás hablando -dijo- de un sabio bien maravilloso.
-¿No lo crees? -pregunté-. Y dime: ¿te parece que no existe en absoluto tal operario o que el hacedor de todo esto puede existir en algún modo y en otro modo no? ¿O no te das cuenta de que tú mismo eres capaz de hacer todo esto en cierto modo?
-¿Qué modo es ése? -preguntó.
-No es difícil -contesté-, antes bien, puede practicarse diversamente y con rapidez, con máxima rapidez, si quieres tomar un espejo y darle vueltas a todos lados: en un momento harás el sol y todo lo que hay en el cielo; en un momento, la tierra; en un momento, a ti mismo y a los otros seres vivientes y muebles y plantas y todo lo demás de que hablábamos.
-Sí -dijo-; en apariencias, pero no existentes en verdad.
-Linda y oportunamente -dije yo- sales al encuentro de mi discurso. Entre los artífices de esa clase está sin duda el pintor; ¿no es así?
-¿Cómo no?
-Y dirás, creo yo, que lo que él hace no son seres verdaderos; y, sin embargo, en algún modo el pintor hace camas también. ¿No es cierto?
-Sí -dijo-; también hace una cama de apariencia.
-¿Y qué hace el fabricante de camas? ¿No acabas de decir que éste no hace la idea, que es, según conveníamos, la cama existente por sí, sino una cama determinada?
-Así lo decía.
-Si no hace, pues, lo que existe por sí, no hace lo real, sino algo que se le parece, pero no es real; y, si alguno dijera que la obra del fabricante de camas o de algún otro mecánico es completamente real, ¿no se pone en peligro de no decir verdad?
-No la diría -observó-, por lo menos a juicio de los que se dedican a estas cuestiones.
-No nos extrañemos, pues, de que esa obra resulte también algo oscuro en comparación con la verdad.
-No por cierto.
-¿Quieres, pues -dije-, que, tomando por base esas obras, investiguemos cómo es ese otro imitador de que hablábamos?
-Si tú lo quieres -dijo.
-Conforme a lo dicho resultan tres clases de camas: una, la que existe en la naturaleza, que, según creo, podríamos decir que es fabricada por Dios, porque, ¿quién otro podría hacerla?
-Nadie, creo yo.
 -Otra, la que hace el carpintero.
 -Sí -dijo.
 -Y otra, la que hace el pintor; ¿no es así?
 -Sea.
 -Por tanto, el pintor, el fabricante de camas y Dios son los tres maestros de esas tres clases de camas.
 -Sí, tres.
-Y Dios, ya porque no quiso, ya porque se le impuso alguna necesidad de no fabricar más que una cama en la naturaleza, así lo hizo: una cama sola, la cama en esencia; pero dos o más de ellas ni fueron producidas por Dios ni hay miedo de que se produzcan.
-¿Cómo así? -dijo.
-Porque, si hiciera aunque no fueran más que dos -dije yo-, aparecería a su vez una de cuya idea participarían esas dos y ésta sería la cama por esencia, no las dos otras.
-Exacto -dijo.
-Y fue porque Dios sabe esto, creo yo, y porque quiere ser realmente creador de una cama realmente existente y no un fabricante cualquiera de cualquier clase de camas, por lo que hizo ésa, única en su ser natural.
-Es presumible.
-¿Te parece, pues, que le llamemos el creador de la naturaleza de ese objeto o algo semejante?
-Es justo -dijo-, puesto que ha producido la cama natural y todas las demás cosas de ese orden.
-¿Y qué diremos del carpintero? ¿No es éste también artífice de camas?
-Sí.
-Y el pintor, ¿es también artífice y hacedor del mismo objeto?
-De ningún modo.
-Pues ¿qué dirás que es éste con respecto a la cama?
-Creo -dijo- que se le llamaría más adecuadamente imitador de aquello de que los otros son artífices.
-Bien -dije-; según eso, ¿al autor de la tercera especie, empezando a contar por la natural, le llamas imitador?
-Exactamente -dijo.
-Pues eso será también el autor de tragedias, por ser imitador: un tercero en la sucesión que empieza en el rey y en la verdad; y lo mismo todos los demás imitadores.
-Tal parece.
-De acuerdo, pues, en lo que toca al imitador; pero contéstame a esto otro acerca del pintor: ¿te parece que trata de imitar aquello mismo que existe en la naturaleza, o las obras del artífice?
-Las obras del artífice -dijo.
-¿Tales como son o tales como aparecen? Discrimina también esto.
-¿Qué quieres decir? -preguntó.
-Lo siguiente. ¿una cama difiere en algo de sí misma según la mires de lado o de frente o en alguna otra dirección? ¿O no difiere en nada, sino que parece distinta? ¿Y otro tanto sucede con lo demás?
-Eso -dijo-; parece ser diferente, pero no lo es.
-Atiende ahora a esto otro: ¿a qué se endereza la pintura hecha de cada cosa? ¿A imitar la realidad según se da o a imitar lo aparente según aparece, y a ser imitación de una apariencia o de una verdad?
-De una apariencia -dijo.
-Bien lejos, pues, de lo verdadero está el arte imitativo; y según parece, la razón de que lo produzca todo está en que no alcanza sino muy poco de cada cosa y en que esto poco es un mero fantasma. Así decimos que el pintor nos pintará un zapatero, un carpintero y los demás artesanos sin entender nada de las artes de estos hombres; y no obstante, si es buen pintor podrá, pintando un carpintero y mostrándolo desde lejos, engañar a niños y hombres ne- cios con la ilusión de que es un carpintero de verdad.
-¿Cómo no?
-Y creo, amigo, que sobre todas estas cosas nuestro modo de pensar ha de ser el siguiente: cuando alguien nos anuncie que ha encontrado un hombre entendido en todos los oficios y en todos los asuntos que cada uno en particular conoce y que lo sabe todo más perfectamente que cualquier otro, hay que responder a ese tal que es un simple y que probablemente ha sido engañado al topar con algún charlatán o imitador que le ha parecido omnisciente por no ser él capaz de distinguir la ciencia, la ignorancia y la imitación.
-Es la pura verdad -dijo.

Comentario1
Presentación









































TEXTO2A
(598e-601b)

-Por tanto -proseguí-, visto esto, habrá que examinar el género trágico y a Homero , su guía,ya que oímos decir a algunos que aquéllos conocen todas las artes y todas las cosas humanas en relación con la virtud y con el vicio, y también las divinas; porque el buen poeta, si ha de componer bien sobre aquello que compusiera, es fuerza que componga con conocimiento o no será capaz de componer. Debemos, por consiguiente, examinar si éstos no han quedado engañados al topar con tales imitadores sin darse cuenta, al ver sus obras, de que están a triple distancia del ser y de que sólo componen fácilmente a los ojos de quien no conoce la verdad, porque no componen más que apariencias, pero no realidades; o si, por el contrario, dicen algo de peso y en realidad los buenos poetas conocen el asunto sobre el que parecen hablar tan acertadamente a juicio de la multitud.
-Hay que examinarlo puntualmente -dijo.
-¿Piensas, pues, que si alguien pudiera hacer las dos cosas, el objeto imitado y su apariencia, se afanaría por entregarse a la fabricación de apariencias y por hacer de ello el norte de su vida como si no tuviera otra cosa mejor?
-No lo creo.
-Por el contrario, opino que, si tuviera realmente conocimiento de aquellos objetos que imita, se afanaría mucho más por trabajar en ellos que en sus imitaciones, trataría de dejar muchas y hermosas obras como monumentos de sí mismo y ansiaría ser más bien el encomiado que el encomiador.
-Eso pienso -dijo-, porque son muy distintas la honra y el provecho de uno y otro ejercicio.
-Ahora bien, de la mayoría de las cosas no hemos de pedir cuenta a Homero ni a ningún otro de los poetas, preguntándoles si alguno de ellos será médico o sólo imitador de la manera de hablar del médico; cuáles son los enfermos que se cuente que haya sanado alguno de los poetas antiguos o modernos, tal como se refiere de Asclepio, o qué discípulos dejó el poeta en el arte de la medicina, como aquél sus sucesores. No le preguntemos tampoco acerca de las otras artes; dejemos eso. Pero sobre las cosas más importantes y hermosas de que se propone hablar Homero, sobre las guerras, las campañas, los regímenes de las ciudades y la educación del hombre, es justo que nos informemos de él preguntándole. «Amigo Homero, si es cierto que tus méritos no son los de un tercer puesto a partir de la verdad, ni sólo eres un fabricante de apariencias al que definimos como imitador, antes bien, tienes el segundo puesto y eres capaz de conocer qué conductas hacen a los hombres mejores o peores en lo privado y en lo público, dinos cuál de las ciudades mejoró por ti su constitución como Lacedemonia mejoró la suya por Licurgo y otras muchas ciudades, grandes o pequeñas, por otros muchos varones. ¿Y cuál es la ciudad que te atribuye el haber sido un buen legislador en provecho de sus ciudadanos? Pues Italia y Sicilia señalan a Carondas y nosotros a Solón. ¿Y a ti cuál?» ¿Podría nombrar a alguna?
-No creo -dijo Glaucón-, porque no cuentan tal cosa ni siquiera los propios Homéridas.
-¿Y qué guerra se recuerda que, en los tiempos de Homero, haya sido felizmente conducida por su mando o su consejo?
-Ninguna.
-¿O se refieren de él por lo menos esa multitud de inventos y adquisiciones ingeniosas para las artes o para alguna otra esfera de acción que son propios de un varón sabio, como cuentan de Tales de Mileto o de Anacarsis el escita?
-No hay nada de eso.
-Pero ya que no en la vida pública, a lo menos en la privada, ¿se dice acaso que Homero haya llegado alguna vez, mientras vivió, a ser guía de educación para personas que le amasen por su trato y que transmitiesen a la posteridad un sistema de vida homérico, a la manera de Pitágoras, que fue especialmente amado por ese motivo y cuyos discípulos, conservando aun hoy día el nombre de vida pitagórica, aparecen señalados en algún modo entre todos los demás hombres?
-Nada de ese género -dijo- se refiere de aquél. Pues en cuanto a Creófilo, el discípulo de Homero, es posible, ¡oh, Sócrates!, que resultara ser quizá más digno de risa por su educación que por su nombre si es verdad lo que de Homero se cuenta; pues dicen que éste quedó, estando aún en vida, en el más completo abandono por parte de aquél.
-Así se cuenta de cierto -dije yo-. Pero ¿crees, Glaucón, que si Homero, por haber podido conocer estas cosas y no ya sólo imitarlas, hubiese sido realmente capaz de educar a los hombres y hacerlos mejores, no se habría granjeado un gran número de amigos que le hubiesen honrado y amado, y que, si Protágoras el abderita y Pródico el ceo y otros muchos pudieron,con sus conversaciones privadas, infundir en sus contemporáneos la idea de que no serían capaces de gobernar su casa ni su ciudad si ellos no dirigían su educación, y por esta ciencia son amados tan grandemente que sus discípulos casi los llevan en palmas, en cambio, los contemporáneos de Homero iban a dejar que éste o Hesíodo anduviesen errantes entonando sus cantos si hubiesen sido ellos capaces de aprovecharles para la virtud, y no se hubieran pegado a ellos más que al oro ni les hubieran forzado a vivir en sus propias casas, o, en caso de no persuadirles, no les hubieran seguido a todas partes hasta haber conseguido la educación conveniente?
-Me parece, Sócrates -respondió-, que dices en un todo la verdad.
-¿Afirmamos, pues, que todos los poetas, empezando por Homero, son imitadores de imágenes de virtud o de aquellas otras cosas sobre las que componen; y que en cuanto a la verdad, no la alcanzan, sino que son como el pintor de que hablábamos hace un momento que hace algo que parece un zapatero a los ojos de aquellos que entienden de zapatería tan poco como él mismo y que sólo juzgan por los colores y las formas?
-Sin duda ninguna.
-Asimismo diremos, creo yo, que el poeta no sabe más que imitar, pero, valiéndose de nombres y locuciones, aplica unos ciertos colores tomados de cada una de las artes, de suerte que otros semejantes a él, que juzgan por las palabras, creen que se expresa muy acertadamente cuando habla, en metro, ritmo o armonía, sea sobre el arte del zapatero o sobre estrategia o sobre otro cualquier asunto: tan gran hechizo tienen por naturaleza esos accidentes. Porque, una vez desnudas de sus tintes musicales las cosas de los poetas y dichas simplemente, creo que bien sabes cómo quedan: alguna vez lo habrás observado.
-Sí por cierto -dijo.
-¿No se asemejan -dije yo- a los rostros jóvenes, pero no hermosos según se los puede observar cuando pasa su sazón?
-Exactamente -dijo.

Comentario1
Presentación





































TEXTO3A
(601a-605c)

-¡Ea, pues! Atiende a esto otro: el que hace una apariencia, el imitador, decimos, no entiende nada del ser, sino de lo aparente. ¿No es así?
-Sí.
-No lo dejemos, pues, a medio decir:
examinémoslo convenientemente.
-Habla - dijo.
-¿El pintor, decimos, puede pintar unas riendas y un freno?
-Sí.
-¿Pero el que los hace es el talabartero y el herrero?
-Bien de cierto.
-¿Y acaso el pintor entiende cómo deben ser las riendas y el freno? ¿O la verdad es que ni lo entiende él ni tampoco el herrero ni el guarnicionero, sino sólo el que sabe servirse de ellos, que es el caballista?
-Así es la verdad.
¿Y no podemos decir que eso ocurre en todas las demás cosas?
-¿Cómo?
-¿Que sobre todo objeto hay tres artes distintas: la de utilizarlo, la de fabricarlo y la de imitarlo?
-Cierto.
-Ahora bien, la excelencia, hermosura y perfección de cada mueble o ser vivo o actividad, ¿no están en relación exclusivamente con el servicio para que nacieron o han sido hechos?
-Así es.
-Resulta enteramente necesario, por lo tanto, que el que utiliza cada uno de ellos sea el más experimentado y que venga a ser él quien comunique al fabricante los buenos o malos efectos que produce en el uso aquello de que se sirve; por ejemplo, el flautista informa al fabricante de flautas acerca de las que le sirven para tocar y le ordena cómo debe hacerlas y éste obedece.
-¿Cómo no?
-¿Así, pues, el entendido informa sobre las buenas o malas flautas y el otro las hace prestando fe a ese informe?
-Por lo tanto, respecto de un mismo objeto, el fabricante ha de tener una creencia bien fundada acerca de su  conveniencia o inconveniencia, puesto que trata con el entendido y está obligado a oírle; el que lo utiliza, en cambio, ha de tener conocimiento.
-Bien de cierto.
-Y el imitador, ¿tendrá acaso también conocimiento, derivado del uso, de las cosas que pinta, de si son bellas y buenas o no, o una opinión recta por comunicación necesaria con el entendido y por las órdenes que reciba de cómo hay que pintar?
-Ni una cosa ni otra.
-Por tanto, el imitador no sabrá ni podrá opinar debidamente acerca de las cosas que imita en el respecto de su conveniencia o inconveniencia.
-No parece.
-Donoso, pues, resulta el imitador en lo que toca a su saber de las cosas sobre que compone.
-No muy donoso, por cierto.
-Con todo, se pondrá a imitarlas sin conocer en qué respecto es cada una mala o buena; y lo probable es que imite lo que parezca hermoso a la masa de los totalmente ignorantes.
-¿Qué otra cosa cabe?
-Parece, pues, que hemos quedado totalmente de acuerdo en esto. en que el imitador no sabe nada que valga la pena acerca de las cosas que imita; en que, por tanto, la imitación no es cosa seria, sino una niñería, y en que los que se dedican a la poesía trágica, sea en yambos, sea en versos épicos, son todos unos imitadores como los que más lo sean.
-Completamente cierto.
-Y esa imitación -exclamé yo-, ¿no versa, por Zeus, sobre algo que está a tres puestos de distancia de la verdad? ¿No es así?
-¿Y cuál es el elemento del hombre sobre el que ejerce el poder que le es propio?
-¿A qué te refieres?
-A lo siguiente: una cosa de un tamaño determinado no nos parece igual a la vista de cerca que de lejos.
-No, en efecto.
-Y unos mismos objetos nos parecen curvos o rectos según los veamos en el agua o fuera de ella, y cóncavos o convexos conforme a un extravío de visión en lo que toca a los colores; y en general, se revela en nuestra alma la existencia de toda una serie de perturbaciones de este tipo y, por esta debilidad de nuestra naturaleza, la pintura sombreada, la prestidigitación y otras muchas invenciones por el estilo son aplicadas y ponen por obra todos los recursos de la magia.
-Verdad es.
-¿Y no se nos muestran como los remedios más acomodados de ello el medir, el contar y el pesar, de modo que no se nos imponga esa apariencia mayor o menor o de mayor número o más peso, sino lo que cuenta, mide o pesa
-¿Cómo no?
-Pues eso será, de cierto, obra del elemento calculador que existe en nuestra alma.
 -Obra suya ciertamente.
-Y a ese elemento, una vez que ha medido unas cosas como mayores o menores o iguales que otras, se le aparecen términos contrarios como juntos al mismo tiempo en un mismo objeto.
-Cierto.
-¿Pero no dijimos que era imposible que a una misma facultad se le muestren los contrarios al mismo tiempo en un objeto mismo?
-Y con razón lo dijimos.
-Por tanto, lo que en nuestra alma prescindiendo de la medida no es lo mismo que lo que opina conforme a la medida.
-No en modo alguno.
-Y lo que da fe a la medida y al cálculo será lo mejor de nuestra alma.
-¿Cómo no?
-Y lo que a ello se opone será alguna de las cosas viles que en nosotros hay.
-Necesariamente.
-A esta confesión quería yo llegar cuando dije que la pintura y, en general, todo arte imitativo hace sus trabajos a gran distancia de la verdad y trata y tiene amistad con aquella parte de nosotros que se aparta de la razón, y ello sin ningún fin sano ni verdadero.
-Exactamente -dijo.
-Y así, cosa vil y ayuntada a cosa vil, sólo lo vil es engendrado por el arte imitativo.
-Tal parece.
-¿Y sólo -pregunté- el que corresponde a la visión o también el que corresponde al oído, al cual llamamos poesía?
-Es natural -dijo- que también este segundo.
-Pero ahora -dije- no demos crédito exclusivamente a su analogía con la pintura; vayamos a aquella parte de nuestra mente a la que habla la poesía imitativa y veanlos si es deleznable o digna de aprecio.
-Así hay que hacerlo.
-Sea nuestra proposición la siguiente: la poesía imitativa nos presenta a los hombres realizando actos forzosos o voluntarios a causa de los cuales piensan que son felices o desgraciados y en los que se encuentran ya apesadumbrados, ya satisfechos. ¿Hay algo además de esto?
-Nada.
-¿Y acaso el hombre se mantiene en todos ellos en un mismo pensamiento? ¿O se dividirá también en sus actos y se pondrá en lucha consigo mismo a la manera en que se dividía en la visión y tenía en sí al mismo tiempo opiniones contrarias sobre los mismos objetos? Bien se me ocurre que no haría falta que nos pusiéramos de acuerdo sobre ello, porque en lo que va dicho quedamos suficientemente conformes sobre todos esos puntos, a saber, en que nuestra alma está llena de miles de contradicciones de esta clase.
-Y con razón convinimos en ello -dijo.

-Con razón, en efecto -proseguí-; pero lo que entonces nos dejamos atrás creo que es forzoso lo tratemos ahora.
-¿Y qué es ello? -dijo.
-Un hombre discreto -dije- que tenga una desgracia tal como la pérdida de un hijo o la de algún otro ser que singularmente estime, decíamos que la soportará más fácilmente que ningún otro hombre.
-Bien de cierto.
-Dilucidemos ahora si es que no sentirá nada o si, por ser esto imposible, lo que hará será moderar su dolor.
-En verdad -dijo- que más bien lo segundo.
Contéstame ahora a esto otro; ¿crees que este hombre luchará mejor con el dolor y le opondrá mayor resistencia cuando sea visto por sus semejantes o cuando quede consigo mismo en la soledad?
-Cuando sea visto, con mucha diferencia -dijo.
-Al quedarse solo, en cambio, no reparará, creo yo, en dar rienda suelta a unos lamentos de que se avergonzaría si alguien se los oyese y hará muchas cosas que no consentiría en que nadie le viera hacer.
-Así es -dijo.
-Ahora bien, ¿lo que le manda resistir no es la razón y la ley y lo que le arrastra a los dolores no es su mismo pesar?
-Cierto.
-Habiendo, pues, dos impulsos en el hombre sobre el mismo objeto y al mismo tiempo, por fuerza, decimos, ha de haber en él dos elementos distintos.
-¿Cómo no?
-¿Y no está el uno de ellos dispuesto a obedecer a la ley por donde ésta le lleve?
-¿Cómo?
-La ley dice que es conveniente guardar lo más posible la tranquilidad en los azares y no afligirse, ya que no está claro lo que hay de bueno o de malo en tales cosas; que tampoco adelanta nada el que las lleva mal, que nada humano hay digno de gran afán y que lo que en tales situaciones debe venir más prontamente en nuestra ayuda queda impedido por el mismo dolor.
-¿A qué te refieres? -preguntó.
-A la reflexión -dije- acerca de lo ocurrido y al colocar nuestros asuntos, como en el juego de dados, en relación con la suerte que nos ha caído, conforme la razón nos convenza de que ha de ser mejor, y no hacer como los niños, que, cuando son golpeados, se cogen la parte dolorida y pierden el tiempo gritando, sino acostumbrar al alma a tornarse lo antes posible a su curación y al enderezamiento de lo caído y enfermo suprimiendo con el remedio sus plañidos.
-Es lo más derecho -dijo- que puede hacerse en los infortunios de la vida.
-Así, decimos, el mejor elemento sigue voluntariamente ese raciocinio.
-Evidente.
-Y lo que nos lleva al recuerdo de la desgracia y a las lamentaciones, sin saciarse nunca de ellas, ¿no diremos que es irracional y perezoso y allegado de la cobardía.
-Lo diremos de cierto.
-Ahora bien, uno de esos elementos, el irritable, admite mucha y variada imitación; pero el carácter reflexivo y tranquilo, siendo siempre semejante a sí mismo, no es fácil de imitar ni cómodo de comprender cuando es imitado, mayormente para una asamblea en fiesta y para hombres de las más diversas procedencias reunidos en el teatro. La imitación, en efecto, les presenta un género de sentimientos completamente extraño para ellos.
-En un todo.
-Es manifiesto, por tanto, que el poeta imitativo no está destinado por naturaleza a ese elemento del alma ni su ciencia se hizo para agradarle, si ha de ganar renombre entre la multitud, sino para el carácter irritable y multiforme, que es el que puede ser fácilmente imitado.
-Manifiesto.
-Con razón, pues, la emprendemos con él y lo colocamos en el mismo plano que al pintor, porque de una parte se le parece en componer cosas deleznables comparadas con la verdad y de otra se le iguala en su relación íntima con uno de los elementos del alma, y no con el mejor. Y así fue justo no recibirle en una ciudad que debía ser regida por buenas leyes, porque aviva y nutre ese elemento del alma y, haciéndolo fuerte, acaba con la razón a la manera en que alguien, dando poder en una ciudad a unos miserables, traiciona a ésta y pierde a los ciudadanos más prudentes. De ese modo, diremos, el poeta imitativo implanta privadamente un régimen perverso en el alma de cada uno condescendiendo con el elemento irracional que hay en ella, elemento que no distingue lo grande de lo pequeño, sino considera las mismas cosas unas veces como grandes, otras como pequeñas, creando apariencias enteramente apartadas de la verdad.
-Muy de cierto.

Comentario1
Presentación




































TEXTO4A
(605c-608c)

-Pero todavía no hemos dicho lo más grave de la poesía. Su capacidad de insultar a los hombres de provecho, con excepción de unos pocos, es sin duda lo más terrible.
-¿Cómo no, si en efecto hace eso?
-Escucha y juzga- los mejores de nosotros, cuando oímos cómo Homero o cualquier otro de los autores trágicos imita a alguno de sus héroes que, hallándose en pesar, se extiende, entre gemidos, en largo discurso o se pone a cantar y se golpea el pecho, entonces gozamos, como bien sabes; seguimos, entregados, el curso de aquellos efectos y alabamos con entusiasmo como buen poeta al que nos coloca con más fuerza en tal situación.
-Bien lo sé, ¿cómo no?
-Pero cuando a nosotros mismos nos ocurre una desgracia, ya sabes que presumimos de lo contrario si podemos quedar tranquilos y dominarnos, pensando que esto es propio de varón y aquello otro que antes celebrábamos de mujer.
-Ya me doy cuenta-dijo.
-¿Y está bien ese elogio -dije yo-, está bien que, viendo a un hombre de condición tal que uno mismo no consentiría en ser como él, sino se avergonzaría del parecido, no se sienta repugnancia, sino que se goce y se le celebre?
-No, por Zeus -dijo-, no parece eso razonable.
-Bien seguro -dije-, por lo menos si lo examinas en este otro aspecto.
-¿Cómo?
-Pensando que aquel elemento que es contenido por fuerza en las desgracias domésticas y privado de llorar, de gemir a su gusto y de saciarse de todo ello, estando en su naturaleza el desearlo, éste es precisamente el que los poetas dejan satisfecho y gozoso; y que lo que por naturaleza es mejor en nosotros, como no está educado por la razón ni por el hábito, afloja en la guarda de aquel elemento plañidero, porque lo que ve son azares extraños y no le resulta vergüenza alguna de alabar y compadecer a otro hombre que, llamándose de pro, se apesadumbra inoportunamente; antes al contrario, cree que con ello consigue él mismo aquella ganancia del placer y no consiente en ser privado de éste por su desprecio del poema entero. Y opino que son pocos aquellos a quienes les es dado pensar que por fuerza han de sacar para lo suyo algo de lo ajeno y que, nutriendo en esto último el sentimiento de lástima, no lo contendrán fácilmente en sus propios padecimientos.
-Es la pura verdad -dijo.
-¿Y no puede decirse lo mismo de lo cómico? Cuando te das al regocijo por oír en la representación cómica o en la conversación algo que en ti mismo te avergonzarías de tomar a risa y no lo detestas por perverso, ¿no haces lo mismo que en los temas sentimentales? Pues das suelta a aquel prurito de reír que contenías en ti con la razón, temiendo pasar por chocarrero, y no te das cuenta de que, haciéndolo allí fuerte, te dejas arrastrar frecuentemente por él en el trato ordinario hasta convertirte en un farsante.
-Bien de cierto -dijo.
-Y por lo que toca a los placeres amorosos y a la cólera y a todas las demás concupiscencias del alma, ya dolorosas, ya agradables, que decimos que siguen a cada una de nuestras acciones, ¿no produce la imitación poética esos mismos efectos en nosotros? Porque ella riega y nutre en nuestro interior lo que había que dejar secar y erige como gobernante lo que debería ser gobernado a fin de que fuésemos mejores y más dichosos, no peores y más desdichados.
-No cabe decir otra cosa -afirmó.
-Así, pues -proseguí-, cuando topes, Glaucón, con panegiristas de Homero que digan que este poeta fue quien educó a Grecia y que, en lo que se refiere al gobierno y dirección de los asuntos humanos, es digno de que se le coja y se le estudie y conforme a su poesía se instituya la propia vida, deberás besarlos y abrazarlos como a los mejores sujetos en su medida y reconocer también que Homero es el más poético y primero de los trágicos; pero has de saber igualmente que, en lo relativo a poesía, no han de admitirse en la ciudad más que los himnos a los dioses y los encomios de los héroes. Y, si admites también la musa placentera en cantos o en poemas, reinarán en tu ciudad el placer y el dolor en vez de la ley y de aquel razonamiento que en cada caso parezca mejor a la comu- nidad.
-Esa es la verdad pura -dijo.
-Y he aquí -dije yo- cuál será, al volver a hablar de la poesía, nuestra justificación por haberla desterrado de nuestra ciudad siendo como es: la razón nos lo imponía. Digámosle a ella además, para que no nos acuse de dureza y rusticidad, que es ya antigua la discordia entre la filosofía y la poesía: pues hay aquello de «la perra aulladora que ladra a su dueño», «el hombre grande en los vaniloquios de los necios», «la multitud de los filósofos que dominan a Zeus», «los pensadores de la sutileza por ser mendigos» y otras mil muestras de la antigua oposición entre ellas. Digamos, sin embargo, que, si la poesía placentera e imitativa tuviese alguna razón que alegar sobre la necesidad de su presencia en una ciudad bien regida, la admitiríamos de grado, porque nos damos cuenta del hechizo que ejerce sobre nosotros; pero no es lícito que hagamos trai ción a lo que se nos muestra como verdad. Porque ¿no te sientes tú también, amigo mío, hechizado por ella, sobre todo cuando la percibes a través de Homero?
-En gran manera.
-¿Y será justo dejarla volver una vez que se haya justificado en una canción o en cualquier otra clase de versos?
-Enteramente justo.
-Y daremos también a sus defensores, no ya poetas, sino amigos de la poesía, la posibilidad de razonar en su favor fuera de metro y sostener que no es sólo agradable, sino útil para los regímenes políticos y la vida humana. Pues ganaríamos, en efecto, con que apareciese que no es sólo agradable, sino provechosa.
-¿Cómo no habríamos de ganar? -dijo.
-Pero en caso contrario, mi querido amigo, así como los enamorados de un tiempo, cuando vienen a creer que su amor no es provechoso, se apartan de él, bien que con violencia, del mismo modo nosotros, por el amor de esa poesía que nos ha hecho nacer dentro la educación de nuestras hermosas repúblicas, veremos con gusto que ella se muestre buena y verdadera en el más alto grado; pero, mientras no sea capaz de justificarse, la hemos de oír repitiéndonos a nosotros mismos el razonamiento que hemos hecho y atendiendo a su conjuro para librarnos de caer por segunda vez en un amor propio de los niños y de la multitud. La escucharemos, por tanto, convencidos de que tal poesía no debe ser tomada en serio, por no ser ella misma cosa seria ni atenida a la verdad; antes bien, el que la escuche ha de guardarse temiendo por su propia república interior y observar lo que queda dicho acerca de la poesía.
-Convengo en absoluto -dijo.
-Grande, pues -seguí-, más grande de lo que parece es, querido Glaucón, el combate en que se decide si se ha de ser honrado o perverso, de modo que ni por la exaltación de los honores ni por la de las riquezas ni por la de mando alguno ni tampoco por la de la poesía vale la pena descuidar la justicia ni las otras partes de la virtud.
-Conforme a lo que hemos discurrido -dijo- estoy de entero acuerdo contigo y creo que cualquier otro lo estaría también.

Comentario1
Presentación



































LIBRO X REPÚBLICA
COMENTARIO2
(608c-611a)

Sócrates plantea tratar ahora acerca de las recompensas y de los premios que han de recibir, tanto en esta vida como en la otra, los hombres que han sido virtuosos. El hecho que de hable de otra vida le lleva a Sócrates a tener que plantear, en primer lugar, la cuestión de la inmortalidad del alma, algo, que como puede verse en el texto, no era aceptado de modo unánime por los griegos. Para justificar tal inmortalidad, Sócrates, utiliza un argumento que aparece tambien descrito en el Fedón (69e y siguientes). La estructura de este argumento es la siguiente:

  1. Es evidente que existe lo bueno y lo malo. Tambien es evidente que lo malo es lo que destruye y disuelve todo; mientras que lo bueno es lo que preserva y aprovecha.

  2. Cita algunos ejemplos de cosas malas que destruyen y disuelven: la enfermedad destruye el cuerpo, el tizón destruye el trigo, el orín destruye el bronce, etc.

  3. Cuando alguno de estos males se producen en el ser, éste se disuelve y arruina. Por lo tanto, el mal connatural de cada una de las cosas es quien destruye y arruina al ser al que afecta.

  4. Si hallamos algún ser al que afecte un mal y, sin embargo, no sea capaz de destruirlo, entonces tal ser debería ser inmortal.

  5. A partir de ahora, Sócrates, analiza el ser del alma: ésta posee tambien males naturales que la hacen perversa. Por ejemplo, la injusticia o la ignorancia.

  6. Pues bien, según Sócrates, ninguno de estos males es capaz de destruir o descomponer el alma.

  7. Notar que en relación con el punto anterior, Sócrates, señala lo siguiente: la causa de la destrucción de algo no es tanto el objeto como la enfermedad en sí. Por ejemplo, la mala condición de un alimento (objeto) no es realmente la causa de la destrucción del cuerpo sino de la enfermedad en sí que producirá tal destrucción.

  8. Pues bien, de acuerdo con el principio anterior, Sócrates, señala que ni las enfermedades del cuerpo, ni las propias enfermedades del alma son capaces de destruir a ésta. Porque aunque un cuerpo esté tan enfermo como para morir,  o se encuentre totalmente desmenuzado y destruido, en ningún momento es capaz de hacer por sí mismo a un alma injusta o mala.

  9. Pero tampoco las enfermedades del alma son capaces de destruirla. Y es que, según Sócrates, el que, por ejemplo, un alma tenga en sí misma la enfermedad de la injusticia no por ello tal alma es destruida. Más bien suele suceder todo lo contrario, porque como ve perfectamente Glaucón en el texto, un alma injusta "mata, si le es posible, a los demás, pero al que la lleva en sí, a ese le hace estar muy vivo y además bien despierto". En definitiva, parece que la propia perversión y el mal propio no son causa suficiente para matar y destruir al alma.

  10. Por consiguiente, si el alma no perece por mal alguno, ni propio ni extraño, es evidente que, por fuerza, ha de existir siempre; y lo que existe siempre es inmortal. Por lo tanto, el alma es inmortal. {Ver Texto1b}
    Presentación



































TEXTO1B
(608c-611a)

-Y sin embargo -observé-, no hemos tratado aún de las más grandes recompensas de la virtud, de los premios que le están preparados.
-De cosa bien grande hablas si es que hay algo más grande que lo que queda dicho -replicó.
-Pero ¿qué hay -repuse- que pueda llegar a ser grande en un tiempo pequeño? Porque todo ese tiempo que va desde la niñez hasta la senectud queda en bien poco comparado con la totalidad del tiempo.
-No es nada de cierto -dijo.
-¿Y qué? ¿Piensas que a un ser inmortal le está bien afanarse por un tiempo tan breve y no por la eternidad?
-No creo -respondió-; pero ¿qué quieres decir con ello?
-¿No sientes -dije- que nuestra alma es inmortal y que nunca perece?
Y él, clavando en mí su vista con extrañeza, replicó:
-No, de cierto, ¡por Zeus! ¿Es que tú puedes afirmarlo?
-Sí -contesté-, si no me engaño; y pienso que tú también, porque no es tema dificil.
-Para mí, sí -repuso-; pero oiría de ti con gusto ese fácil argumento.
-Escucha, pues -dije.
-No tienes más que hablar -replicó.
-¿Hay algo -preguntéle- a lo que das el nombre de bueno o de malo?
-Sí.
-¿Y piensas acerca de estas cosas lo mismo que yo?
-¿Qué?
-Que lo malo es todo lo que disuelve y destruye; y lo bueno, lo que preserva y aprovecha.
-Eso creo -dijo.
-¿Y qué más? ¿No reconoces lo bueno y lo malo para cada cosa? ¿Por ejemplo, la oftalmía para los ojos, la enfermedad para el cuerpo entero, el tizón para el trigo, la podredumbre para las maderas, el orín para el bronce o el hierro y, en fin, como digo, un mal y enfermedad connatural a casi cada uno de los seres?
-Así es -dijo.
-¿De modo que, cuando alguno de ellos se produce en un ser, pervierte aquello en que se produce y finalmente lo disuelve y arruina enteramente?
-¿Cómo no?
-Por consiguiente, el mal connatural con cada cosa y la perversión que produce es lo que la disuelve; y, si no es él quien la destruye, ninguna otra cosa podrá destruirla. Porque jamás ha de destruirla lo bueno ni tampoco lo que no es bueno ni malo.
-¿Cómo había de destruirla? -dijo.
-Si hallamos, pues, alguno de los seres a quien afecte un mal que lo hace miserable, pero que no es capaz de disolverlo ni acabarlo, ¿no vendremos a saber con ello que no existe ruina posible para el ser de esa naturaleza?
-Así hay que creerlo -dijo.
-¿Y qué? -proseguí-. ¿No hay también en el alma algo que la hace perversa?
-Desde luego -dijo-; todo aquello que ha poco referíamos: la injusticia, el desenfreno, la cobardía y la ignorancia.
-¿Y acaso alguna de estas cosas la descompone y disuelve? Y cuida de que no nos engañemos pensando que el hombre injusto e insensato, cuando es sorprendido en su injusticia, perece por causa de ella, que es la que pervierte su alma. Por el contrario, considéralo más bien en este aspecto. Así como la enfermedad, siendo la perversión del cuerpo, lo funde y arruina y lo lleva a no ser ya cuerpo, y todas las otras cosas que decíamos, por causa de su mal peculiar y por la destrucción que éste produce con su contacto e infusión, vienen a dar en el no ser .. ¿No
es así?
-Sí.
-¡Ea, pues! Considera al alma de la misma manera. ¿Acaso la injusticia y sus demás males la destruyen y corrompen cuando se le adhieren e infunden hasta llevarla a la muerte al separarla del cuerpo?
-De ningún modo -contestó.
-Por otra parte -observé-, es absurdo que la perversión ajena destruya una cosa y la propia no.
-Absurdo.
-Y reflexiona, ¡oh, Glaucón! -continué-, en que por la mala condición de los alimentos, sea ésta la que sea, ranciedad, putrefacción o cualquier otra, no pensamos que el cuerpo tenga que perecer, sino que, cuando la corrupción de esos alimentos ha hecho nacer en el cuerpo la corrupción propia de éste, entonces diremos que el cuerpo ha perecido con motivo de aquéllos, pero bajo su propio mal, que es la enfermedad; en cambio, por la mala calidad de los alimentos, siendo éstos una cosa y el cuerpo otra y no habiendo sido producido el mal propio por el mal extraño, por esa causa jamás juzgaremos que el cuerpo haya sido destruido.
-Muy exacto es lo que dices -observó.
-Pues bien,conforme al mismo razonamiento -dije-, si la corrupción del cuerpo no implanta en el alma la corrupción propia de ésta, no admitiremos que ella quede  destruida por el mal extraño sin la propia corrupción, es decir, lo uno por el mal de lo otro.
-Así es de razón -dijo.
-Ahora, pues, o refutemos todo esto, como dicho fuera de propósito, o sostengamos, en tanto no esté refutado, que ni por la fiebre ni por otra cualquier enfermedad ni por el degüello ni aunque el cuerpo entero quede desmenuzado en tajos, ni aun así ha de perecer ni destruirse el alma en lo más mínimo; sostengámoslo hasta que alguno nos demuestre que por estos padecimientos del cuerpo se hace ella más injusta o impía. Porque por la aparición en una cosa de un mal que le es extraño, si no se le junta el mal propio, no hemos de dejar que se diga que se destruye el alma ni otro ser alguno.
 -Pues en verdad -aseveró- que nadie demostrará jamás esto de que el alma de los que están en trance de morir se haga más injusta por la muerte.
-Pero si alguien -dije yo-, por no ser forzado a reconocer que las almas son inmortales, se atreve a salir al encuentro de nuestro argumento y a decir que el moribundo se hace más perverso y más injusto, en ese caso juzgaremos que, si dice verdad el que eso dice, la injusticia es algo mortal, como una enfermedad, para el que la lleva en sí y, por causa de ello, que es matador por su propia naturaleza, mueren los que la abrazan, los unos en seguida, los otros menos prontamente; pero de manera distinta a aquella en que mueren ahora los injustos a ma- nos de los que les aplican la justicia.
-¡Por Zeus! - exclamó él-. La injusticia no aparecería como cosa tan terrible si fuera mortal para el que la abraza, porque sería su escape de los males; más bien creo que se muestra como todo lo contrario, porque mata, si le es posible, a los demás, pero al que la lleva en sí, a ése le hace estar muy vivo y además bien despierto. Tan lejos se halla, según parece, de producir la muerte.
-Bien dicho -observé-; en efecto, si la propia perversión y el mal propio no son bastantes para matar y destruir el alma, el mal ordenado para otro ser estará bien lejos de destruirla ni a ella ni a cosa alguna salvo aquella para la que ese mal esté ordenado.
-Bien lejos, como es natural -dijo.
-Y así, si no perece por mal alguno ni propio ni extraño,es evidente que por fuerza ha de existir siempre; y lo que existe siempre es inmortal.
-Necesariamente -dijo.

Comentario2
Presentación


































LIBRO X REPÚBLICA
COMENTARIO3
(611a-612a)

Sócrates continúa hablando del alma. Despues de haber demostrado su inmortalidad continúa afirmando que, además, tiene que se eterna, es decir, algo que se mantiene siempre siendo la misma sin poder ser más o menos. Además, el alma, es igual a sí misma y algo simple. Al hablar de su simplicidad, Sócrates, nos recuerda la división del alma {racional, irascible y concupiscible} establecida anteriormente en la República. Sobre esta aparente contradicción habría que señalar lo siguiente:

  1. Las partes inferiores del alma (irascible-concupiscible) está vinculadas al cuerpo y, por ello, desaparecen cuando el alma queda en estado de pureza.
  2. Sólo permanece la parte racional. Ello quiere decir que Platón define realmente al alma como sinónimo de pensamiento.

Sócrates hace referencia tambien a otros argumentos (además del descrito aquí) que demuestran la inmortalidad del alma. Sin duda alguna está pensando en el Fedón. De todos modos, según Sócrates, el mejor modo de saber acerca de la naturaleza del alma no es el intentar contemplarla en su comunidad con el cuerpo sino a través del raciocinio puro. Cuando no se hace esto último, entonces nos hacemos del alma una idea parecida a la de aquellos que contemplaban al marino Glauco. Para hacernos una idea exacta de la naturaleza del alma deberíamos contemplarla en tanto en cuanto en ella se manifiesta su amor al saber. Es ahí en dónde está su verdadera esencia. Lo que sucede es que es muy dificil poder contemplarla en su esencia; de ahí, afirma Platón, que no tengamos más remedio que recorrerla en sus accidentes y formas en la vida humana. {Ver Texto1c}
Presentación


































TEXTO1C
(611a-612a)

-Esto, pues, ha de ser así -afirmé-; y, si así es, comprenderás que existen siempre las mismas almas, ya que ni pueden ser menos, porque no perece ninguna, ni tampoco más, pues si se produjera algo de más en los seres inmortales, bien te das cuenta de que nacería de lo mortal, y entonces todo terminaría siendo inmortal.
-Verdad es lo que dices.
-Pero no podemos admitir eso -añadí-, porque la razón no lo permite, como tampoco que el alma, en su más verdadera naturaleza, sea algo que rebose diversidad, desigualdad y diferencia en relación consigo mismo.
-¿Qué quieres decir? -preguntó.
-No es fácil -dije- que lo eterno sea algo compuesto de muchos elementos y con una composición que no es la más conveniente, como en lo anterior se nos ha mostrado el alma.
-No, no es propio.
-Así, pues, el que el alma sea algo inmortal nos lo impone nuestro reciente argumento y los demás que se dan, pero para saber cómo sea ella en verdad no hay que contemplarla degradada por su comunidad con el cuerpo y por otros males, como lavemos ahora, sino adecuadamente con el raciocinio, tal como es ella al quedar en su pureza, y se la hallará entonces mucho más hermosa y se distinguirán más claramente las obras justas y las injustas y todo lo demás de que hemos tratado. Pero esto que acabamos de decir solamente es verdad según se nos aparece al presente, porque antes la hemos contemplado en una disposición tal que, así como los que veían al marino Glauco no podían percibir fácihnente su naturaleza originaria, porque, de los antiguos miembros de su cuerpo, los unos habían sido rotos y los otros consumidos y totalmente estropeados por las aguas, mientras le habían nacido otros nuevos por la acumulación de conchas, algas y piedrecillas, de suerte que más bien parecía una fiera cualquiera que lo que era por nacimiento, en esa misma disposición contemplamos nosotros al alma por efecto de una multitud de males. Por ello, Glaucón, hay que mirar a otra parte.
-¿Adónde? -dijo.
-A su amor del saber, y hay que pensar en las cosas a que se abraza y en las compañías que desea en su calidad de allegada de lo divino e inmortal y de lo que siempre existe; y en cómo haya de ser cuando vaya toda entera tras esto y se salga, por el mismo impulso, del mar en que se halla y se sacuda las muchas piedras y conchas que ahora, puesto que de la tierra se nutre, se han fijado a su alrededor. costra térrea, rocosa y silvestre procedente de esos banquetes a que suele atribuirse la felicidad. Y entonces se podrá ver su verdadera naturaleza, si es compuesta o simple o de qué manera y cómo sea. Por ahora, según creo, hemos recorrido suficientemente sus accidentes y formas en la vida humana.
-En efecto -observó.

Comentario3
Presentación


































LIBRO X REPÚBLICA
COMENTARIO4
(612b-613e)

A partir de ahora, Sócrates, pasa a tratar sobre los premios y recompensas para aquellos sujetos que han practicado la justicia al margen de las apariencias. Tambien hará referencia a los castigos recibidos por los hombres injustos. Para explicar todo esto, Sócrates, divide su exposición en dos niveles:

  1. Exposición de los premios y castigos que los hombres justos e injustos recibirán de los hombres y los dioses en esta vida.
  2. Exposiciónd de los premios y castigos que los hombres justos e injustos recibirán despues de su muerte.

En relación con la exposición sobre los premios y castigos que recibirán los hombres justos e injustos en esta vida, Sócrates, comienza recordando a sus interlocutores que, despues de todo lo dicho en la República sobre la justicia y la injusticia, no tiene sentido ya seguir manteniendo la opinión que Adimanto y Glaucón defendían en los inicios de la República cuando defendían que era mejor y más ventajoso ser injusto que justo aunque, eso sí, manteniendo una apariencia de justicia ante los demás. Según Sócrates, despues de haber visto en que consiste la esencia de la justicia y de la injusticia ya no tiene sentido seguir defendiendo esa tesis. Pues bien, sobre esta base, Sócrates, establece ahora que el hombre verdaderamente justo, ya sea pobre o enfermo, siempre acabará siendo protegido por dioses; mientras que al hombre injusto, ya sea rico o disponga de buena salud, siempre será abandonado por los mismos dioses. A los hombre justos, afirma Sócrates, le sucede como a los buenos corredores que, sabiendo medir sus fuerzas, se dejan ir los últimos para realizar un salto final que les permite ganar. {Ver Texto1d}
Presentación


































TEXTO1D
(612b-613e)

-Así, pues -pregunté-, ¿no hemos resuelto en nuestro razonamiento las dificultades propuestas sin celebrar por otra parte las recompensas y la gloria de la justicia como, según vosotros, hicieron Hesíodo y Homero, sino encontrando que la práctica de la justicia es en sí misma lo mejor para el alma considerada en su esencia, y que ésta ha de obrar justamente tenga o no tenga el anillo de Giges y aunque a este anillo se agregue el casco de Hades?
-Pura verdad -respondió- es lo que dices.
-Entonces -seguí- ¿se podrá ver con malos ojos, Glaucón, que, además de esas excelencias, restituyamos a la justicia y a las demás virtudes los muchos y calificados premios que suele recibir tanto de los hombres como de los dioses, así en vida del sujeto como después de su muerte?
-De ningún modo -dijo.
-¿Me devolveréis, pues, lo que tomasteis prestado en nuestra discusión?
-¿Y qué es ello?
-Os concedí que el justo pareciera ser injusto y el injusto justo; porque vosotros creíais que, aunque no fuera ello cosa que pudiera pasar a la vista de los dioses ni de los hombres, debía con todo concederse en gracia de la argumentación para que la justicia en sí fuese juzgada en relación con la injusticia en sí. ¿No lo recuerdas?
-Mal haría -dijo- en no recordarlo.
-Por consiguiente -dije-, puesto que ahora ya están juzgadas, pido de nuevo, en nombre de la justicia, que reconozcamos que ésta se nos muestra tal como corresponde al buen nombre que tiene entre los dioses y los hombres; y ello a fin de que recoja los premios del vencedor que gana por su fama y da a los que la poseen, puesto que ya la hemos visto conceder los bienes derivados de su propia esencia sin engaño para los que de veras la abrazan.
-Razonable -dijo- es lo que pides.
-Así, pues -dije-, ¿me restituiréis primeramente la afirmación de que ninguno de esos dos hombres escapa en su manera de ser a la mirada de los dioses?
-Te la restituiremos -dijo.
-Y, si no se ocultan, el uno será amado por ellos y el otro odiado según convinimos desde el principio.
-Así es.
-¿Y no hemos de reconocer que al amado de los dioses todas las cosas que de esos dioses procedan le han de venir de la manera más favorable salvo algún mal necesario que traiga desde su nacimiento por consecuencia de un yerro anterior?
-Bien seguro.
-Por tanto, del hombre justo hay que pensar que, si vive en pobreza o en enfermedades o en algún otro de los que parecen males, todo ello terminará para él en bien sea durante su vida, sea después de su muerte. Porque nunca será abandonado por los dioses el que se esfuerza por hacerse justo y parecerse a la divinidad, en cuanto es posible al ser humano la práctica de la Virtud.
-Es de creer -dijo- que el tal no será abandonado por su semejante.
-Y en cuanto al injusto, ¿no habrá que pensar lo contrario de todo esto?
-Sin duda ninguna.
-Éstos serán, pues, los galardones que hay para el justo de parte de los dioses.
-Al menos en mi opinión -dijo.
-¿Y qué -dije yo- recibirán de los hombres? ¿No será ello como voy a decir si nos ponemos en la realidad? A los hombres desenvueltos e injustos, ¿no les pasa como a los corredores que corren bien a la salida y mal al regreso? Saltan con rapidez al comienzo; pero al fin quedan en ridículo dejando precipitadamente la prueba con las orejas gachas y sin corona. Por el contrario los expertos de verdad en la carrera llegan al fin, recogen los premios y son coronados. ¿No ocurre así de ordinario con los justos? Al final de cada una de sus acciones, de sus tratos con los demás y de la vida, ¿no quedan con buena fama y reciben las recompensas de los hombres?
-Bien de cierto.
-¿Te avendrás, pues, a que diga yo acerca de ellos todo lo que tú decías acerca de los injustos? Diré, en efecto, que los justos, cuando llegan a mayores, mandan en sus ciudades si quieren mandar, casan con quien quieren y dan sus hijos en matrimonio a quien se les antoja; en fin, todo lo que tú afirmabas de los otros lo afirmo yo de ellos. Y, con respecto a los injustos, he de decir que en su mayoría, aunque se encubran durante su juventud, son cogidos al final de su carrera, se hacen con ello dignos de risa y, al llegar a viejos, son despiadadamente vejados por forasteros y conciudadanos, reciben azotes y al fin sufren, dalo por dicho, todas aquellas cosas que tú tenías con razón por tan duras. Pues bien, considera tú, como digo, si te has de avenir a esto.
-En un todo -dijo-, porque es razonable lo que afirmas.

Comentario4
Presentación

































LIBRO X REPÚBLICA
COMENTARIO5
(614a-616b)

Sócrates trata ahora sobre los premios y recompensas que los hombres justos recibirán despues de su muerte. Tambien refiere los sufrimientos y castigos de los hombres injustos. Para explicarlo se sirve de un relato que un tal Er, que había muerto en una guerra y posteriormente resucitado a los 12 días, contó a todos acerca de lo que había visto en el otro mundo. El esquema de su descripción es el siguiente:

  1. Habla de un lugar maravilloso, que describe como una pradera, en dónde existían dos aberturas verticales. Una de ellas iba dirigida hacia el cielo y la otra hacia abajo, es decir, hacia el centro de la tierra.
  2. Las almas de los justos subían por la abertura celeste de la derecha y las de los injustos bajaban por la abertura terrestre de la izquierda. Unos jueces eran quienes dirigían la operación.
  3. Esta subida y bajada de las almas está relacionada con la reencarnación.
  4. Al llegar Er a este lugar se le ordena ser nuncio de los mortales acerca de todo lo que allí estaba viendo. Por ello le invitan a contemplar todo lo que había en aquel lugar.
  5. En su descripción de lo allí vió, Er, afirma haber visto almas injustas llenas de polvo y suciedad y almas justas limpias y contentas. Afirma que todas las almas se juntaban en la pradera saludándose entre ellas en medio de la alegría de los justos y de la tristeza y lamentos de los injustos. Relata los castigos de las almas injustas las cuales se veían obligadas a pagar por decuplicado el castigo por su delitos. Señala tambien que todo lo contrario les sucedía a las almas justas.
  6. A continuación, Er, sirviéndose de la figura del tirano Ardieo el Grande, relata cuál era el castigo que recibían las almas más injustas, es decir, las almas tiránicas. Señala que cuando estas almas llegaban a la altura de la abertura, que venía desde abajo de la tierra, intentaban salir a la pradera. Pero no les era permitido salir. Eran cogidos por unos hombres salvajes y henchidos de fuego que les desollaban y desgarraban al mismo tiempo que una terrible voz les recordaba los motivos de su castigo. {Ver Texto1e}
    Presentación

































TEXTO1E
(614a-616b)

-Tales son,pues-dije yo-, los premios, recompensas y dones que en vida recibe el justo de hombres y dioses además de aquellos bienes que por sí misma les procura la virtud.
-Bienes ciertamente hermosos y sólidos -dijo.
-Pues éstos -dije yo- no son nada en número ni en grandeza
comparados con aquello que a cada uno de esos hombres le espera después de la muerte; y también esto hay que oirlo a fin de que cada cual de ellos recoja de este discurso lo que debe escuchar.
-Habla, pues -dijo-, que son pocas las cosas que yo oiría con más gusto.
-Pues he de hacerte -dije yo- no un relato de Alcínoo, sino el de un bravo sujeto, Er, hijo de Armenio, panfilio de nación, que murió en una guerra y, habiendo sido levantados, diez días después, los cadáveres ya putrefactos, él fue recogido incorrupto y llevado a casa para ser enterrado y, yacente sobre la pira, volvió a la vida a los doce días y contó, así resucitado, lo que había visto allá. Dijo que, después de salir del cuerpo, su alma se había puesto en camino con otras muchas y habían llegado a un lugar maravilloso donde aparecían en la tierra dos aberturas que comunicaban entre sí y otras dos arriba en el cielo, frente a ellas. En mitad había unos jueces que, una vez pronunciados sus juicios, mandaban a los justos que fueran subiendo a través del cielo, por el camino de  la derecha, tras haberles colgado por delante un rótulo con lo juzgado; y a los injustos les ordenaban ir hacia abajo por el camino de la izquierda, llevando también, éstos detrás, la señal de todo lo que habían hecho. Y, al adelantarse él, le dijeron que debía ser nuncio de las cosas de allá para los hombres y le invitaron a que oyera y contemplara cuanto había en aquel lugar; y así vio cómo, por una de las aberturas del cielo y otra de la tierra, se marchaban las almas después de juzgadas; y cómo, por una de las otras dos, salían de la tierra llenas de suciedad y de polvo, mientras por la restante bajaban más almas, limpias, desde el cielo. Y las que iban llegando parecían venir de un largo viaje y, saliendo contentas a la pradera, acampaban como en una gran feria, y todas las que se conocían se saludaban y las que venían de la tierra se informaban de las demás en cuanto a las cosas de allá, y las que venían del cielo, de lo tocante a aquellas otras; y se hacían mutuamente sus relatos, las unas entre gemidos y llantos, recordando cuántas y cuán grandes cosas habían pasado y visto en su viaje subterráneo,que había durado mil años; y las que venían del cielo hablaban de su bienaventuranza y de visiones de indescriptible hermosura. Referirlo todo, Glaucón, sería cosa de mucho tiempo; pero lo principal -decía- era lo siguiente: que cada cual pagaba la pena de todas sus injusticias y ofensas hechas a los demás, la una tras la otra, y diez veces por cada una, y cada vez durante cien años, en razón de ser ésta la duración de la vida humana; y el fin era que pagasen decuplicado el castigo de su delito. Y así, los que eran culpables de gran número de muertes o habían traicionado a ciudades o ejércitos o los habían reducido a la esclavitud, en fin, eran responsables de alguna otra calamidad de este género, ésos recibían por cada cosa de éstas unos padecimientos diez veces mayores; y los que habían realizado obras buenas y habían sido justos y piadosos, obtenían su merecido en la misma proporción. Y también sobre los niños muertos en el momento de nacer o que habían vivido poco tiempo refería otras cosas menos dignas de mención; pero contaba que eran aún mayores las sanciones de la piedad e impiedad para con los dioses y los padres y del homicidio a mano armada.  »Decía, pues, que se había hallado al lado de un sujeto al que preguntaba otro que dónde estaba Ardieo el Grande. Este Ardieo había sido, mil años antes, tirano de una ciudad de Panfilia después de haber matado a su anciano padre y a su hermano mayor y de haber realizado, según decían, otros muchos crímenes impíos. Y contaba que el preguntado contestó. No ha venido ni es de creer que venga aquí.
» En efecto, entre otros espectáculos terribles hemos contemplado el siguiente: una vez que estuvimos cerca de la abertura y a punto de subir, tras haber pasado por todo lo demás, vimos de pronto a ese Ardico y a otros, tiranos en su mayoría. Y había también algunos particulares de los más pecadores, a todos los cuales la abertura, cuando ya pensaban que iban a subir, no los recibía, sino que, por el contrario, daba un mugido cada vez que uno de estos sujetos, incurables en su perversidad que no habían pagado suficientemente su pena, trataba de subir. Entonces -contaba- unos hombres salvajes y, según podía verse, henchidos de fuego, que estaban allá y oían el mugido, se llevaban a los unos cogiéndolos por medio, y a Ardieo y a a otros les ataban las manos, los pies y la cabeza y, arrojándolos por tierra y desollándolos, los sacaban a orilla del camino, los desgarraban sobre unos aspálatos y declaraban a los que iban pasando por qué motivos y cómo los llevaban para arrojarlos al Tártaro. Allí -decía-, aun- que eran muchos los terrores que ya habían sentido, les superaba a todos el que tenían de oír aquella voz en la subida; y, si callaba, subían con el máximo contento. Tales eran las penas y castigos, y las recompensas en correspondencia con ellos.

Comentario5
Presentación































LIBRO X REPÚBLICA
COMENTARIO6
(616b-621d)

Sócrates sigue describiendo el relato de Er sobre sus vivencias en el otro mundo. Despues de hacer referencia en el texto anterior a los castigos terribles que reciben las almas tiránicas, Er, afirma que, despues de que las almas pasasen 7 días en la pradera, en el octavo iniciaban una marcha de 4 días que las llevaba hasta un paraje desde cuya alturá podían ver una luz recta como un columna. En la mitad de esa luz , y tendidos desde el cielo, se encontraban los extremos de unas cadenas asi como el el huso de la Necesidad el cual daba vueltas de un modo uniforme. Er afirma que allí se encontraban las hijas de la Necesidad, es decir, las Parcas (Láquesis, Cloto y Átropo) las cuales controlaban el huso de la Necesidad. Tambien existía una adivino que colocaba las almas en fila y tomaba lotes y modos de vida que despues repartiría. Este adivino se dirijía a los presentes diciéndoles que en la elección de los modelos de vida que iban  a llevar, al reencarnarse, eran libres de elegir y que, por ello, no debían culpar a la divinidad si se equivocanban en la elección del lote y modelo de vida. Despues de decir estas palabras, el adivino arrojó los lotes a la multitud. Las almas, al cogerlos, se enteraban del puesto y del tipo de vida que les había caido en suerte. En este contexto, es conveniente no olvidar el hincapié que Sócrates hace sobre la importancia que el conocimiento filosófico tiene tambien en esta vida a la hora de elegir lo mejor.
A continuación, Er, relata algunos ejemplos de almas que escogen pricipitadamente y sin reflexionar y que se encuentran con que han elegido, por ejemplo, un modo de vida tiránico. Otros, por el contrario, lo hacen con más conocimiento lo que les significará un camino más fácil desde el más allá hacia el más acá. Er afirma  tambien haber visto allí almas que pertenecían a personajes famosos para los griegos (Orfeo, Támitas, Ayante, Agamenón, Atalanta, Epeo,Tersites, Ulises...). Por último, continúa relatando Er, cuando todas las almas habían elegido su forma de vida, entonces se acercaban a Láquesis en el orden en que les había tocado y ella les daba el hado que habían escogido. Por su parte, Cloto, sancionaba el destino. Por último, Átropo, realizaba el hilado que hacía irreversible el destino escogido por las almas. Despues, todas las almas se encaminaban hacia el campo del Olvido en medio de un calor extremo. Al atardecer acampaban junto al río de la Despreocupación. Allí tenían que beber obligatoriamente de sus aguas para así poder olvidarse de sus vidas anteriores. Por la noche, al producirse un trueno y un gran temblor, al punto, cada una de las almas era elevada,   por un sitio distinto, para su nacimiento. A Er, por su parte, no se le dejó beber, por lo que se acordaba de todo lo que había visto. Lo que no sabía, afirma, es como había, al amanecer, despertado, estando vivo, encima de una pira.
Sócrates finaliza el libro X, y último de la República,deseándose a sí mismo y a todos los presentes, ser, tanto en esta vida como en la otra, objeto de premios y recompensas y desea para todos el que sean félices.
{Ver Texto1f}
Presentación
































TEXTO1F
(616b-621d)

Y, después de pasar siete días en la pradera, cada uno tenía que levantar el campo en el octavo y ponerse en marcha; y otros cuatro días después llegaban a un paraje desde cuya altura podían dominar la luz extendida a través del cielo y de la tierra, luz recta como una columna y semejante, más que a ninguna otra, a la del arco iris, bien que más brillante y más pura. Llegaban a ella en un día de jornada y allí, en la mitad de la luz, vieron, tendidos desde el cielo, los extremos de las cadenas, porque esta luz encadenaba el cielo sujetando toda su esfera como las ligaduras de las trirremes. Y desde los extremos vieron tendido el  huso de la Necesidad, merced al cual giran todas las esferas. Su vara y su gancho eran de acero, y la tortera, de una mezcla de esta y de otras materias. Y la naturaleza de esa tortera era la siguiente: su forma, como las de aquí, pero, según lo que dijo, había que concebirla a la manera de una tortera vacía y enteramente hueca en la que se hubiese embutido otra semejante más pequeña, como las cajas cuando se ajustan unas dentro de otras; y así una tercera y una cuarta y otras cuatro más. Ocho eran, en efecto, las torteras en total, metidas unas en otras, y mostraban arriba sus bordes como círculos, formando la superficie continua de una sola tortera alrededor de la vara que atravesaba de parte a parte el centro de la octava. La tortera primera y exterior tenía más ancho que el de las otras su borde circular; seguíale en anchura el de la sexta; el tercero era el de la cuarta; el cuarto, el de la octava; el quinto, el de la séptima; el sexto, el de la quinta; el séptimo, el de la tercera, y el octavo, el de la segunda. El borde de la tortera mayor era también el más estrellado; el de la séptima, el más brilllante; el de la octava recibía su color del brillo que le daba el de la séptima; los de la segunda y la quinta eran semejantes entre sí y más amarillentos que los otros; el tercero era el más blanco de color; el cuarto, rojizo y el sexto tenía el segundo lugar por su blancura. El huso todo daba vueltas con movimiento uniforme, y en ese todo que así giraba los siete círculos más interiores daban vueltas a su vez, lentamente y en sentido contrario al conjunto; de ellos el que llevaba más velocidad era el octavo; seguíanle el séptimo, el sexto y el quinto, los tres a una; el cuarto les parecía que era el tercero en la velocidad de ese movimiento retrógrado; el tercero, el cuarto; y el segundo, el quinto. El huso mismo giraba en la falda de la Necesidad, y encima de cada uno de los círculos iba una Sirena que daba también vueltas y lanzaba una voz siempre del mismo tono; y de todas las voces, que eran ocho, se formaba un acorde. Había otras tres mujeres sentadas en círculo, cada una en un trono y a distancias iguales; eran las Parcas, hijas de la Necesidad, vestidas de blanco y con ínfulas en la cabeza: Láquesis, Cloto y Átropo. Cantaban al son de las Sirenas: Láquesis, las cosas pasadas; Cloto, las presentes y Átropo, las futuras. Cloto, puesta la mano derecha en el huso, ayudaba de tiempo en tiempo el giro del círculo exterior; del mismo modo hacía girar Átropo los círculos interiores con su izquierda; y Láquesis, aplicando ya la derecha, ya la izquierda, hacía otro tanto alternativamente con el uno y los otros de estos círculos.  »Y contaba que ellos, una vez llegados allá, tenían que acercarse a Láquesis; que un cierto adivino los colocaba previamente en fila y que, tomando después unos lotes y modelos de vida del halda de la misma Láquesis, subía a una alta tribuna y decía: »Ésta es la palabra de la virgen Láquesis, hija de la Necesidad. "Almas efimeras; he aquí que comienza para vosotras una nueva carrera caduca en condición mortal. No será el Hado quien os elija, sino que vosotras elegiréis vuestro hado. Que el que salga por suerte el primero, escoja el primero su género de vida, al que ha de quedar inexorablemente unido. La virtud, empero, no admite dueño; cada uno participará más o menos de ella según la honra o el menosprecio en que la tenga. La responsabilidad es del que elige; no hay culpa alguna en la Divinidad.» Habiendo hablado así, arrojó los lotes a la multitud y cada cual alzó el que había caído a su lado, excepto el mismo Er, a quien no se le permitió hacerlo así; y, al cogerlo, quedaban enterados del puesto que les había caído en suerte. A continuación puso el adivino en tierra, delante de ellos, los modelos de vida en número mucho mayor que el de ellos mismos; y las había de todas clases: vidas de toda suerte de animales y el total de las vidas humanas. Contábanse entre ellas existencias de tiranos. las unas, llevadas hasta el fin; las otras, deshechas en mitad y terminadas en pobrezas, destierros y mendigueces. Y había vidas de hombres famosos, los unos por su apostura y
belleza o por su robustez y vigor en la lucha, los otros por su nacimiento y las hazañas de sus progenitores; las había asimismo de hombres oscuros y otro tanto ocurría con las de las mujeres. No había, empero, allí categorías de alma, por ser forzoso que éstas resultasen diferentes según la vida que eligieran; pero todo lo demás aparecía mezclado entre sí y con accidentes diversos de pobrezas y riquezas, de enfermedades y salud, y una parte se quedaba en la mitad de estos extremos. Allí, según parece, estaba, querido Glaucón, todo el peligro para el hombre; y por esto hay que atender sumamente a que cada uno de nosotros, aun descuidando las otras enseñanzas, busque y aprenda ésta y vea si es capaz de informarse y averiguar por algún lado quién le dará el poder y la ciencia de distinguir la vida provechosa y la miserable y de elegir siempre y en todas partes la mejor posible. Y para ello ha de calcular la relación que todas las cosas dichas, ya combinadas entre sí, ya cada cual por sí misma, tienen con la virtud en la vida; ha de saber el bien o el mal que ha de producir la hermosura unida a la pobreza y unida a la riqueza y a tal o cual disposición del alma, y asimismo el que traerán, combinándose entre sí, el bueno o mal nacimiento, la condición privada o los mandos, la robustez o la debilidad, la facilidad o torpeza en aprender y todas las cosas semejantes existentes por naturaleza en el alma o adquiridas por ésta. De modo que, cotejándolas en su mente todas ellas, se hallará capaz de hacer la elección si delimita la bondad o maldad de la vida de conformidad con la naturaleza del alma y si, llamando mejor a la que la lleva a ser más justa y peor a la que la lleva a ser más injusta, deja a un lado todo lo demás: hemos visto, en efecto, que tal es la mejor elección para el hombre así en vida como después de la muerte. Y al ir al Hades hay que llevar esta opinión firme como el acero para no dejarse allí impresionar por las riquezas y males semejantes y para no caer en tiranías y demás prácticas de este estilo, con lo que se realizan muchos e insanables daños y se sufren mayores; antes bien, hay que saber elegir siempre una vida media entre los extremos y evitar en lo posible los excesos en uno y otro sentido, tanto en esta vida como en la ulterior, porque así es como llega el hombre a mayor felicidad.
»Y entonces el mensajero de las cosas de allí contaba que el adivino habló así-. "Hasta para el último que venga, si elige con discreción y vive con cuidado, hay una vida amable y buena. Que no se descuide quien elija primero ni se desanime quien elija el último.
»Y contaba que, una vez dicho esto, el que había sido primero por la suerte se acercó derechamente y escogió la mayor tiranía ; y por su necedad y avidez no hizo previamente el conveniente examen, sino que se le pasó por alto que en ello iba el fatal destino de devorar a sus hijos y otras calamidades; mas después que lo miró despacio, se daba de golpes y lamentaba su preferencia, saliéndose de las prescripciones del adivino, porque no se reconocía culpable de aquellas desgracias, sino que acusaba a la fortuna, a los hados y a todo antes que a sí mismo. Y éste era de los que habían venido del cielo y en su vida anterior había vivido en una república bien ordenada y había tenido su parte de virtud por hábito, pero sin filosofía. Y en general, entre los así chasqueados no eran los menos los que habían venido del cielo, por no estar éstos ejercitados en los trabajos, mientras que la mayor parte de los procedentes de la tierra, por haber padecido ellos mismos y haber visto padecer a los demás, no hacían sus elecciones tan de prisa. De esto, y de la suerte que les había caído, les venía a las más de las almas ese cambio de bienes y males. Porque cualquiera que, cada vez que viniera a esta vida, filosofara sanamente y no tuviera en el sorteo uno de los últimos puestos, podría, según lo que de allá se contaba, no sólo ser feliz aquí, sino tener de acá para allá y al regreso de allá para acá un camino fácil y celeste, no ya escarpado y subterráneo.
»Tal -decía- era aquel interesante espectáculo en que las almas, una por una, escogían sus vidas; el cual, al mismo tiempo, resultaba lastimoso, ridículo y extraño, porque la mayor parte de las veces se hacía la elección según aquello a lo que se estaba habituado en la vida anterior. Y dijo que había visto allí cómo el alma que en un tiempo había sido de Orfeo elegía vida de cis ne, en odio del linaje femenil, ya que no quería nacer engendrada en mujer a causa de la muerte que sufrió a manos de éstas; había visto también al alma de Támiras, que escogía vida de ruiseñor, y a un cisne que, en la elección, cambiaba su vida por la humana, cosa que hacían también otros animales cantores. El alma a quien había tocado el lote veinteno había elegido vida de león, y era la de Ayante Telamonio, que rehusaba volver a ser hombre, acordándose de juicio de las armas. La siguiente era la de Agamenón, la cual, odiando también, a causa de sus padecimientos, al linaje humano, había tomado en el cambio una vida de águila. El alma de Atalanta, que sacó suerte entre las de en medio, no pudo pasar adelante viendo los grandes honores de un cierto atleta, sino que los tomó para sí. Después de ésta vio el alma de Epeo, hijo de Panopeo, que trocó su condición por la de una mujer laboriosa; y, ya entre las últimas, a la del ridículo Tersites, que revistió forma de mono. Y ocurrió que, última de todas por la suerte, iba a hacer su elección el alma de Ulises y, dando de lado a su ambición con el recuerdo de sus anteriores fatigas, buscaba, dando vueltas durante largo rato, la vida de un hombre común y desocupado y por fin la halló echada en cierto lugar y olvidada por los otros y, una vez que la vio, dijo que lo mismo habría hecho de haber salido la primera y la escogió con gozo. De igual manera se hacían las transformaciones de los animales en hombres o en otros animales: los animales injustos se cambiaban en fieras; los justos, en animales mansos, y se daban también mezclas de toda clase.
»Y después de haber elegido su vida todas las almas, se acercaban a Láquesis por el orden mismo que les había tocado; y ella daba a cada uno, como guardián de su vida y cumplidor de su elección, el hado que había escogido. Éste llevaba entonces al alma hacia Cloto y la ponía bajo su mano y bajo el giro del huso movido por ella, sancionando así el destino que había elegido al venirle su turno. Después de haber tocado en el huso se le llevaba al hilado de Átropo, el cual hacía irreversible lo dispuesto; de allí, sin que pudiera volverse, iba al pie del trono de la Necesidad y, pasando al otro lado y acabando de pasar asimismo los demás, se encaminaban todos al campo del Olvido a través de un terrible calor de asfixia, porque dicho campo estaba desnudo de árboles y de todo cuanto produce la tierra. Al venir la tarde acampaban junto al rio de la Despreocupación, cuya agua no puede contenerse en vasija alguna; y a todos les era forzoso beber una cierta cantidad de aquella agua, de la cual bebían más de la medida los que no eran contenidos por la discreción, y al beber cada cual se olvidaba de todas las cosas. Y, una vez que se habían acostado y eran las horas de la medianoche, se produjo un trueno y temblor de tierra y al punto cada uno era elevado por un sitio distinto para su nacimiento, deslizándose todos a manera de estrellas. A él, sin embargo, le habían impedido que bebiera del agua; pero por qué vía y de qué modo había llegado a su cuerpo no lo sabía, sino que de pronto, levantando la vista, se había viste al amanecer yacente en la pira.
»Y así, Glaucón, se salvó este relato y no se perdió, y aun nos puede salvar a nosotros si le damos crédito, con lo cual pasaremos felizmente el río del Olvido y no contaminaremos nuestra alma. Antes bien, si os atenéis a lo que os digo y creéis que el alma es inmortal y capaz de sostener todos los males y todos los bienes, iremos siempre por el camino de lo alto y practicaremos de todas formas la justicia, juntamente con la inteligencia, para que así seamos amigos de nosotros mismos y de los dioses tanto durante nuestra permanencia aquí como cuando hayamos recibido, a la manera de los vencedores que los van recogiendo en los juegos, los galardones de aquellas virtudes; y acá, y también en el viaje de mil años que hemos descrito, seamos felices.

Comentario6
Presentación









































INTRODUCCIÓN
El libro X y último de La república está dividido endos partes enteramente distintas por su asunto: la primera de ellas versa sobre la poesía, la segunda, sobre la inmortalidad del alma y la vida ulterior. El tema de la poesía ha surgido en el diálogo varias veces: en 334b se señaló ya un primer ataque contra Homero; en 377-394 d se trató más extensamente de la perversa influencia de los poetas y se explicó lo que es la poesía imitativa; en 568 a-b hay un nuevo ataque contra los poetas trágicos. Platón consideraba sin duda que el tema no había sido tratado con la suficiente generalidad y amplitud y le hace nuevo lugar antes de terminar el tratado. Imposible es saber si, además de ello, había habido contraataques por parte de los defensores de la poesía y especialmente de los devotos de Homero.
Texto1a
Comentario1









































POESÍA
El tema de la poesía ha surgido en el diálogo varias veces: en 334b se señaló ya un primer ataque contra Homero; en 377-394 d se trató más extensamente de la perversa influencia de los poetas y se explicó lo que es la poesía imitativa; en 568 a-b hay un nuevo ataque contra los poetas trágicos.
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Comentario1









































POESÍA IMITATIVA
Sobre las diferencias que Platón establece entre narraciones simples, narraciones imitativas y narraciones dónde se mezcla lo simple y lo imitativo ver el
Libro III República.
Texto1a
Comentario1









































CLARIDAD
La claridad, a la que ahora Sócrates hace referencia, es  mucho mayor que la se tenía en los libros II Y III en dónde Sócrates trató tambien del papel de la poesía en la educación de los guardianes. No se puede olvidar que a estas alturas de la República debería aparecer para los presentes con nueva luz tanto la naturaleza de la justicia y de la injusticia como el tipo de educación que debería recibirse para ser un sujeto autenticamente justo.
Texto1a
Comentario1









































DECIR LO QUE PIENSO
Homero había sido maestro no sólo de los poetas trágicos, sino de todos los griegos. La frecuencia con que Platón le cita revela que no era él de los menos aficionados a sus poemas; no hay que suponer, sin embargo, demasiada violencia ni demasiada amargura en su sentimiento por tener que combatir a Homero, pues en el decir lo que piensa corre también algo de la conocida y dulce ironía del Sócrates platónico.
Texto1a
Comentario1









































IDEA Y MULTITUD
La teoría de las ideas hasido ya expuesta en los libros anteriores, pero Platón la presenta aquí de integro con la novedad de que arranca en su exposición de objetos manufacturados. No hay por qué entrar aquí en la discusión de si Platón admite realmente ideas en su propio sentido de semejantes objetos (ver Cratilo 389a-390a). La razón de la elección en este caso parece clara: sólo con respecto a ello se puede dar la gradación de Dios, el demiurgo y el pintor que concluye en 597e.
Texto1a
Comentario1









































HOMBRE EXTRAORDINARIO
Esta espontánea exclamación de Glaucón ha desorientado a algunos llevándoles a suponer que ese artista universal es Dios: claramente se ve por lo que sigue que se trata del imitador, que igualmente puede reproducir una cosa que otra, la obra de tal artífice que la de tal otro, su propia figura o la de cualquier otra persona (ver. Sophista 234d).
Texto1a
Comentario1









































HADES
Hades, en la mitología griega, dios de los muertos. Era hijo del titán Cronos y de la titánide Rea y hermano de Zeus y Poseidón. Cuando los tres hermanos se repartieron el universo después de haber derrocado a su padre, Cronos, a Hades le fue concedido el mundo subterráneo. Allí, con su reina, Perséfone, a quien había raptado en el mundo superior, rigió el reino de los muertos. Aunque era un dios feroz y despiadado, al que no aplacaba ni plegaria ni sacrificio, no era maligno. En la mitología romana, se le conocía también como Plutón, señor de los ricos, porque se creía que tanto las cosechas como los metales preciosos provenían de su reino bajo la tierra.El mundo subterráneo suele ser llamado Hades. Estaba dividido en dos regiones: Erebo, donde los muertos entran en cuanto mueren, y Tártaro, la región más profunda, donde se había encerrado a los titanes. Era un lugar oscuro y funesto, habitado por formas y sombras incorpóreas y custodiado por Cerbero, el perro de tres cabezas y cola de dragón. Siniestros ríos separaban el mundo subterráneo del mundo superior, y el anciano barquero Caronte conducía a las almas de los muertos a través de estas aguas. En alguna parte, en medio de la oscuridad del mundo inferior, estaba situado el palacio de Hades. Se representaba como un sitio de muchas puertas, oscuro y tenebroso, repleto de espectros, situado en medio de campos sombríos y de un paisaje aterrador. En posteriores leyendas se describe el mundo subterráneo como el lugar donde los buenos son recompensados y los malos castigados.
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Comentario1









































HACEDOR
El hacedor al que aquí se refiere nada tiene que ver con el demiurgo sino con el imitador que puede realizar cualquier cosa aunque siendo una mera apariencia de la realidad verdadera.
Texto1a
Comentario1









































ESPEJO
El imitador actua como un espejo: refleja una realidad meramente aparencial.
Texto1a
Comentario1









































APARIENCIAS
Son las realidades propias del imitador. Tales realidades no son en verdad existentes.
Texto1a
Comentario1









































FABRICANTE DE CAMAS
Aquí se refiere Sócrates no al imitador de la realidad sino al que fabrica cosas reales aunque sobre la base de la existencia de una idea que él no fabrica. Es lo que hace, por ejemplo, el carpintero del que habla el texto.
Texto1a
Comentario1









































LO REAL
La cama que, por ejemplo, fabrica un carpintero no es, según Sócrates, la cama real. La cama real es la cama ideal.
Texto1a
Comentario1









































OSCURO
El que, por ejemplo, piense que la cama real es la cama sensible fabricada por un carpintero se mueve todavía en el ámbito de la oscuridad por lo que se refiere al auténtico conocimiento.
Texto1a
Comentario1









































TRES CLASES DE CAMAS
Es evidente que, a partir de lo dicho hasta ahora por Sócrates, podría hablarse de tres tipos de camas: una como idea, otra como cama real fabricada, por ejemplo, por un carpintero, la último como algo que imita a una cama real fabricada, como por ejemplo, la producida por un pintor.
Texto1a
Comentario1









































NATURALEZA
Por naturaleza (physis) ha de entenderse aquí un conjunto de realidades primarias y eternas, es decir, el mundo de las ideas: un sentido que toma la palabra dentro de la filosofia platónica, pero que tiene su fundamento en el uso de la anterior.
Texto1a
Comentario1









































TRES MAESTROS
Los tres maestros o hacedores, a los que se refiere Sócrates son: el demiurgo, el carpintero y el pintor.
Texto1a
Comentario1









































CAMA EN ESENCIA
Es evidentemente la cama como idea unica  y esencial que posibilita la existencia de la multitud de camas sensibles.
Texto1a
Comentario1









































UNICA
La cama como idea es una. Las camas fabricadas son múltiples.
Texto1a
Comentario1









































CREADOR
El creador en este caso es el Dios o el Demiurgo. Ahora bien, es importante tener en cuenta que el hacedor universal o demiurgo de Platón no es alguien que crea ex-nihilo como sucede con el Dios cristiano. El creador platónico se encuentra ya con una materia caótica (ver Timeo) que tiene una existencia eterna y a la que, el demiurgo, se limita a introducir la racionalidad del modelo de las ideas. La creacio ex- nihilo es un concepto extraño para los griegos, incluido Platón.
Texto1a
Comentario1









































CARPINTERO
Tambien es creador o hacedor. Su creación, sin embargo, parte de la base que ya alguien ha creado la idea sobre la que el carpintero fabrica.
Texto1a
Comentario1









































ARTIFICE FALSO
El artífice falso al que se refiere aquí Sócrates es al pintor. La gradación es, pues, 1, Dios; 2, el carpintero; 3, el imitador o pintor. Sólo los dos primeroi son artífices o demiurgos. Las obras de los tres en la misma gradación son: 1, la cama natural (o idea esencial de la cama); 2, una cama determinada; 3, la cama imitada en pintura. Más alto concepto de lo que puede ser un pintor nos ha dado Platón de paso en 472d.
Texto1a
Comentario1









































IMITADOR
El pintor es, por tanto, un mero imitador de aquello de que los otros (demiurgo-carpintero) son artífices.
Texto1a
Comentario1









































AUTOR DE TRAGEDIAS
Sócrates sitúa claramente a los poetas y a los autores de tragedias en el nivel inferior de creación: son, como los pintores, meros imitadores de la   realidad.
Texto1a
Comentario1









































EL REY
La mención del rey parece aquí extraña con referencia a Dios; más que relacionarla con otros empleos de la misma palabra en este mismo tratado procede entenderla como expresión usual con que se designaba al sucesor presunto del heredero directo del rey de Persia y que era «el tercero empezando a contar por el rey». Es otra manera de expresar que el imitador ocupa el tercer lugar en la escala establecida.
Texto1a
Comentario1









































CONTESTAME
Sobre la base de todo lo señalado hasta ahora, Sócrates, interroga a Glaucón para establecer lo siguiente:

  1. El pintor es alguien que se limita a imitar las obras del artífice o lo que existe en la naturaleza.
  2. La imitacion la realiza atendiendo no a la realidad en sí de la cosa sino a su apariencia. Imita la apariencia de la verdad.
  3. El arte imitativo, por tanto, se encuentra muy lejos de la verdad porque alcanza muy poco de cada cosa, tan poco que se queda en lo meramente fantasmal de la misma.
  4. El arte imitativo es creador de ilusiones pues puede hacer creer al vulgo que lo que se reproduce en sus cuadros es la realidad verdadera.
    Texto1a
    Comentario1









































APARIENCIA
Esta apariencia constituye, como se ha observado, un nuevo término entre el objeto real y la obra del pintor, con lo cual éste viene a ocupar no el tercero, sino el cuarto lugar; pero ya se ha partido en la argumentación de otro absurdo mayor: el de que el pintor sólo trata de imitar «las obras del artesano».
Texto1a
Comentario1









































ANUNCIE
Si alguien anuncia que ha encontrado a alguien que es capaz de reproducir el todo y considera a ese alguien como un hombre sabio y entendido, estamos ante un sujeto simple y engañado por las apariencias e incapaz de diferenciar entre lo que es la auténtica ciencia y la mera imitación o apariencia.
Texto1a
Comentario1









































HOMERO
Homero fue considerado durante mucho tiempo en Grecia como maestro universal de ciencia y de vida, y de tal consideración gozaba aún entre muchas gentes en la época de Platón.  Lo que más extraña en esto es que Platón, al negar conocimiento a los poetas como lo hace en muchos otros pasajes de sus obras, no hable para nada de la inspiración divina que en esos mismos pasajes les reconoce (Ver Apol. 22a-c).
Texto2a
Comentario1









































ALGUNOS SUPONEN
Hay quien piensa que el oimos decir a algunos es un ataque dirigido especialmente contra Antístenes,  el cual pensaba que los poetas conocían todas las artes y todo lo referente a la virtud y el vicio. Esto sería, según Platón, una verdadera herejía en una ciudad que, como ha demostrado, debería ser gobernada por los filósofos. Se trataría precisamente de derrocar a los poetas que desde mucho tiempo venían ejerciendo un poder que no les correspondía ni por saber ni por meritos, como más adelante se señala.
Texto2a
Comentario1









































A TRIPLE DISTANCIA
Es evidente que, según lo establecido anteriormente, las artes imitativas, entre las que se encontraría, según Platón,  la poesía de Homero, se encuentran a una triple distancia del ser (Ideas). No olvidar que en esa escala primero está el demiurgo, despues el artesano o fabricante, y, por último, el imitador.
Texto2a
Comentario1









































MONUMENTOS DE SÍ
Aqui, como en otros lugares, Platón, es injusto con el papel que habían representado los poetas para el mundo griego. No se puede olvidar que, por ejemplo, Píndaro,  había dicho: «la palabra vive más largamente que los hechos».
Texto2a
Comentario1









































ASCLEPIO
Asclepio, en la mitología griega, dios de la medicina. Era hijo del dios Apolo y de Corónide, una hermosa muchacha de Tesalia. Disgustado porque Corónide le era infiel, Apolo la mató y entregó a su pequeño hijo al centauro Quirón para que lo criara. Asclepio aprendió todo lo que Quirón sabía sobre el arte de la medicina y pronto se convirtió en un gran físico. Como cometió el imperdonable pecado de dar vida a los muertos, el dios Zeus lo castigó con un rayo. Durante cientos de años después de su muerte, los enfermos visitaron los numerosos templos construidos en su honor. Allí ofrecían sacrificios y elevaban plegarias a Asclepio quien, según creían, se les aparecía en sueños y les prescribía remedios para su enfermedad.
Texto2a
Comentario1









































MERITOS
Sócrates interroga aquí directamente a un hipotético Homero vivo preguntándole acerca de cuáles son sus auténticos meritos si se comparan con otros personajes ilustres que Grecia había deparado. Su dura crítica, negándole a la poesía homérica, meritos en el ámbito de la política, la sabiduría y la educación, es, muchas veces, injusta.
Texto2a
Comentario1









































LACEDEMONIA
Esparta, también Lacedemonia, ciudad de la antigua Grecia, la más importante del Peloponeso durante la antigüedad, situada en la orilla derecha del río Eurotas, a 32,5 km del mar, en las laderas del monte Taigeto.La antigua ciudad, incluso en sus días más prósperos, sólo era un grupo de cinco pueblos con casas simples y algunos edificios públicos. Los pasos que conducían al valle del Eurotas se defendían con facilidad y Esparta no tuvo murallas hasta finales del siglo IV a.C. Los habitantes de Esparta estaban divididos en ilotas (esclavos), quienes realizaban todos los trabajos agrícolas; periecos, una clase sometida de hombres libres pero sin derechos políticos, que principalmente eran comerciantes; y los ciudadanos espartanos (homoioi o iguales), la clase gobernante política y militar, descendientes de los dorios que invadieron la zona en el 1100 a.C. La base de la grandeza espartana se atribuyó a la legislación de Licurgo, pero lo más probable es que fuera resultado de las reformas introducidas hacia el 600 a.C. En el siglo VII a.C., la vida en Esparta era similar a la de otras ciudades griegas, florecieron el arte y la lírica (véase Alcmán). Desde el siglo VI a.C. en adelante los espartanos acrecentaron su austeridad y rigidez militar, de forma que toda su disciplina estaba dirigida a la guerra. Así, no se permitía que un niño con defectos físicos sobreviviera; los niños comenzaban su instrucción militar a la edad de siete años y entraban en filas a los veinte. Aunque podían casarse, estaban obligados a vivir en los cuarteles hasta los treinta años; desde los veinte años hasta los sesenta, todos los espartanos tenían que servir como hoplitas (soldados de a pie) y comer en la fiditia (comedor público). Las primeras luchas de Esparta fueron contra Mesenia, en el suroeste del Peloponeso, y Argos, una ciudad localizada en el noreste de dicha península. La primera guerra contra Mesenia terminó hacia el 668 a.C. con la derrota de los dorios, la mayoría de los cuales fueron reducidos a la calidad de ilotas. Por lo general, vencieron a los descendientes de los aqueos y a los dorios de Argos en las guerras que mantuvieron con ellos. Con su disciplina severa, se convirtieron en una nación de guerreros decididos y osados, capaces de un patriotismo abnegado, como demostraron los 300 héroes de las Termópilas, cuando en ese desfiladero perecieron las tropas del rey espartano Leónidas I enfrentadas a los persas (480 a.C.), pero incapaces de adoptar un programa político y económico sensato, debido a la peculiar configuración autoritaria y poco representativa de la sociedad y el poder político espartano, todo ello agravado por el siempre presente enfrentamiento con las sucesivas revueltas de los ilotas.La guerra del Peloponeso, iniciada en el 431 a.C., transformó la rivalidad latente entre Atenas y Esparta en conflicto abierto. La derrota de Atenas en el 404 a.C., condujo a la consolidación de la hegemonía espartana sobre los estados griegos, pero los ejércitos de Tebas, a las órdenes de Epaminondas, privaron en el 371 a.C. a Esparta de su poder y de sus adquisiciones territoriales, reduciendo su territorio a las fronteras originales. Más tarde, Esparta se convirtió en parte de la provincia romana de Acaya y parece ser que prosperó durante los primeros siglos del Imperio romano. Los visigodos, dirigidos por su rey Alarico I, destruyeron la ciudad en el 396 d.C.La actual Esparta (Sparti), fundada por el gobierno griego en 1834, ocupa parte del emplazamiento de la antigua Esparta y es la capital del nomo (departamento) de Laconia. Las excavaciones de la antigua ciudad han sacado a la luz las ruinas de templos y edificios públicos, así como un teatro del periodo romano, pero los restos son escasos e insignificantes para una ciudad de tal renombre en la antigüedad. Población (según datos estimativos en 1981), 12.915 habitantes.
Texto2a
Comentario1









































LICURGO
Licurgo (de Esparta), legislador espartano semimítico, que parece que vivió en el siglo VII a.C. Según una leyenda se decía que había basado sus leyes en las de Creta, mientras que según otras las recibió del oráculo de Delfos. Estableció un nuevo orden social e introdujo una constitución que transformó Esparta en un estado militar. Después de que los espartanos le juraran que no cambiarían sus leyes sin su consentimiento, Licurgo se exilió voluntariamente y no regresó.
Texto2a
Comentario1









































SOLON
Solón (638-559 a.C.), legislador y político ateniense, considerado el fundador de la democracia de Atenas y uno de los denominados siete sabios de Grecia. Nació en una familia noble, y en su juventud trabajó en el comercio exterior, donde obtuvo una gran experiencia. Una depresión agrícola dominó el país y muchos atenienses libres, pequeños granjeros que no podían pagar sus deudas, fueron vendidos como esclavos. En el 594 a.C. fue elegido arconte (magistrado) para solucionar la situación.Solón prohibió todo préstamo realizado sobre la libertad del deudor y canceló todas las hipotecas y deudas. También animó a los que no podían vivir de la agricultura a aceptar otros trabajos, impulsó el comercio y las profesiones liberales. Igual de importantes fueron sus reformas constitucionales. Respetó la división de clases según la riqueza: pentacosiomedimnos, aquellos que realizaban un ingreso anual de 500 medimnos (1 medimno = 50 litros) de grano, vino y aceite; los hippeis o caballeros, aquellos que podían proporcionar un caballo para la guerra y cuyos ingresos ascendían a 300 medimnos; y los zeugitas o carreteros, que podían proporcionar una yunta de bueyes y tenían unos ingresos de 200 medimnos. A estas clases añadió una cuarta clase de thetes, clase sin propiedades. Sólo los miembros de las tres primeras clases podían acceder a los cargos políticos, pero concedió a los thetes el derecho a tomar parte en la asamblea pública. Este paso fue importante para el desarrollo del gobierno democrático, porque permitía que el pueblo controlara la administración. Formó un consejo nuevo, compuesto de 400 miembros, para presentar propuestas a la asamblea general. El consejo asumió muchas de las funciones legislativas antes desarrolladas por el Areópago. Solón impuso ciertas obligaciones a cada una de las cuatro clases. Las tres superiores proporcionaron la tierra para el ejército de la región de Ática, los thetes, como remeros en los trirremes (antiguos barcos con tres filas de remos), formaron la parte más importante de la flota (más tarde fueron la salvación de Grecia y la base de la hegemonía ateniense).Las regulaciones de Solón alcanzaron a todas las competencias de la vida, incluidos matrimonio, adopción, vestimenta, agricultura y calendario. Aunque muchos detalles de su legislación son oscuros y discutibles, Solón sin duda emancipó al individuo y dio el primer paso decisivo hacia una democracia completa y verdadera. La idea fundamental de sus reformas fue la moderación, que consistía en la creencia de Solón de que cada clase debía recibir privilegios en proporción a las responsabilidades públicas que soportaba. Sin embargo, las reformas se encontraron con el descontento, al ser demasiado democráticas para satisfacer a los aristócratas más ricos y no lo suficientemente democráticas para el pueblo. En realidad, la tradición indica que Solón se enfrentó a tal oposición que, tras un año en el cargo, se apartó de Atenas por un periodo de diez años.Solón también escribió poesía. Sin embargo, los fragmentos existentes de sus versos son menos valiosos como obra literaria que como destacada información sobre sus objetivos políticos.
Texto2a
Comentario1









































TALES DE MILETO
A Tales de Mileto se atribuyen, además del descubrimiento de ciertas proposiciones geométricas, el de la importancia de la observación de la Osa Menor para la navegación nocturna, el cálculo de la altura de las Pirámides por la longitud de sus sombras y, sobre todo, la predicción de un eclipse de sol en 585 a.C.
Texto2a
Comentario1









































ANACARSIS EL ESCITA
Por inventos de Anacarsis se tienen el áncora y la rueda de alfarero.
Texto2a
Comentario1









































GUIA DE EDUCACIÓN
Si en lo anterior de esta invectiva Platón está en cierto modo justificado por su intención de despojar a los poetas de su posición de maestros en muchas cosas en que realmente no lo eran, en la referencia al influjo de Homero como educador en la posteridad anda fuera de razón, pues el ejercicio por éste fue más extenso y duradero que el de Pitágoras, y además se pone en contradicción con lo que él mismo dijo en Convivium 209c-d: «Cualquiera preferiría tener tales hijos a los de la generación humana, mirando a Homero y a Hesíodo y a los demás buenos poetas y envidioso de los descendientes dejados por aquéllos, que les procuraron recuerdo y nombre inmortal ... »   La mención que más adelantes hace de Protágoras y de Pródico, en contraste con Homero, es también desgraciada en boca de Sócrates. 
Texto2a
Comentario1









































PITAGORAS
Considerado el primer matemático, Pitágoras fundó un movimiento en el sur de la actual Italia, en el siglo VI a.C., que enfatizó el estudio de las matemáticas con el fin de intentar comprender todas las relaciones del mundo natural. Sus seguidores, llamados pitagóricos, fueron los primeros en formular la teoría que decía que la Tierra es una esfera que gira en torno al Sol.
Texto2a
Comentario1









































CREÓFILO
Creófilo, el supuesto discípulo o, según otros, yerno de Homero, de riva su nombre de kréas «carne».
Texto2a
Comentario1









































PROTAGORAS
Protágoras (c. 480-c. 411 a.C.), filósofo griego, nacido en Abdera, Tracia. En el 445 a.C. se estableció en Atenas, donde llegó a ser amigo del estadista Pericles y consiguió gran fama como maestro y filósofo. Fue el primer pensador en llamarse a sí mismo sofista y en enseñar a cambio de dinero, recibiendo grandes sumas de sus alumnos. Enseñó gramática, retórica e interpretación de la poesía. Sus obras principales, de las que sólo perduran algunos fragmentos, fueron tituladas Verdad y Sobre los dioses. El fundamento de su reflexión fue la doctrina de que nada es bueno o malo, verdadero o falso, de una forma categórica y que cada persona es, por tanto, su propia autoridad última; esta creencia se resume en su frase: "El hombre es la medida de todas las cosas". Acusado de impiedad, Protágoras se exilió, pereciendo ahogado en el transcurso de su viaje a Sicilia. Dos célebres diálogos de Platón, Teeteto y Protágoras, rebatieron las doctrinas de Protágoras.
Texto2a
Comentario1









































PRODICO EL CEO
Es curioso hacer notar que el Prodico, que aquí se presenta como ejemplo de educador, Platón, lo critica en otros lugares como mercachifle de la cultura, al recordar como, por ejemplo, cobraba sus  lecciones a cincuenta dracmas.
Texto2a
Comentario1









































HESIODO
Hesíodo (siglo VIII a.C.), poeta griego que ocupa un lugar de excepción en la literatura griega, tanto por sus preceptos morales como por su estilo coloquial.Hesíodo nació en Ascra, Beocia (hoy Palaioppanagia). Tras la muerte de su padre se estableció en Naupaktos. Allí pasó su juventud, cuidando de un rebaño de ovejas y realizando las tareas propias de un campesino. Se sabe muy poco acerca de su vida, salvo lo que el propio autor deja entrever en su obra. Los especialistas modernos lo sitúan en el periodo homérico de la literatura griega. Su primera obra, Los trabajos y los días, es el primer ejemplo de poesía didáctica, destinada a instruir más que a entretener. Esta obra relata las experiencias de Hesíodo durante su época de campesino, y está salpicada de episodios alegóricos y fábulas. En un estilo sencillo y moralizante, Hesíodo subraya la importancia del trabajo y la rectitud. Ofrece consejos prácticos sobre cómo vivir, al tiempo que proporciona recetas y normas agrícolas, e incluye un calendario religioso con los días favorables y desfavorables para ciertas tareas del campo. El tema principal de la obra es la decadencia moral. Hesíodo relata la historia del mundo en cinco etapas, desde la edad de oro hasta la edad del hierro, que él considera dominada por el mal.También se atribuye a Hesíodo la autoría de la Teogonía, o nacimiento de los dioses, un poema en el que el amplio y amorfo corpus de los mitos griegos queda sistematizado y ampliado hasta incluir nuevas divinidades desconocidas en los poemas homéricos. La Teogonía narra la creación del mundo a partir del caos, el nacimiento de los dioses y sus hazañas. La última parte contiene una lista de las hijas de Zeus, padre de los dioses, así como de mujeres mortales. Esta lista es la introducción a un poema perdido, Catálogo de las mujeres, que narra las hazañas de los héroes nacidos de mujeres mortales. De su obra restante no quedan más que títulos y fragmentos, muchos de los cuales se atribuyen por los expertos a imitadores de Hesíodo, y que hoy se conoce como la escuela hesiódica. En este grupo se incluyen el poema didáctico ‘Consejos de Quirón’; el poema genealógico ‘Grandes eras’; y los poemas míticos ‘Boda de Ceix’ y ‘Descenso de Teseo a los infiernos’.
Texto2a
Comentario1









































PINTOR
Ver 598h. El pintor, conforme a lo allí dicho, es un imitador de apariencias; también lo es, según 596b, puesto que la única realidad es la idea y el pintor no la alcanza ni siquiera en calidad de modelo (ver tambien 601 c).
Texto2a
Comentario1









































JUZGAR POR PALABRAS
No siempre ha sostenido Platón que la poesía esté exclusivamente en las palabras:en Phaedón 61b se dice exactamente lo con trario.
Texto2a
Comentario1










































EXAMINÉMOSLO
Aquí entra Platón en un argumento de índole enteramente distinta del anterior: en el orden práctico la bondad es utilidad y el conocirniento experiencia. Tales consideraciones se acercan mucho más a las del Sócrates histórico según lo conocemos principalmente por Jenofonte.
Texto3a
Comentario1





































ENTENDER
Es evidente que si el conocimiento es experiencia, el pintor, que puede pintar unas riendas y un freno, no tiene porque poseer conocimiento sobre tales objetos al no utilizarlos ni fabricarlos.
Texto3a
Comentario1





































TRES ARTES DISTINTAS
Ahora las tres artes no se diferencian, como anteriormente, en que uno crea la idea, otro la fabrica y otro la imita, sino en que uno utiliza el objeto, otro lo fabrica y, por último, otro la imita. Notar que quien la utiliza es quien tiene experiencia con el objeto y, por lo tanto, quien realmente sabe.
Texto3a
Comentario1





































EL MAS EXPERIMENTADO
Es el que utiliza el objeto. Por ejemplo, el que utiliza las flautas (flautista) es el que más sabe, por su experiencia, sobre este arte.
Texto3a
Comentario1





































PRESTAR FE
Aquí, pues, el artesano o fabricante no construye mirando a la idea (Ver 596b), sino que la conoce por medio de otro.
Texto3a
Comentario1





































CREENCIA BIEN FUNDADA
La fé del fabricante  no es la del carbonero sino la de aquel que ha sido informado correctamente por quien realmente sabe.
Texto3a
Comentario1





































EL QUE UTILIZA
Sócrates describe la diferencia entre quien tiene experiencia por utilizar un objeto y quien fabrica ese mismo objeto. El primero tiene conocimiento; el segundo creencia bien fundada.
Texto3a
Comentario1





































EL IMITADOR
Despues de hablar acerca de la naturaleza y las diferencias entre el que conoce y el que tiene creencia bien fundada, Sócrates, pasa a describir el tipo de conocimiento que posee el imitador. Su respuesta es clara:  no tiene conocimiento derivado del uso, ni tampoco una opinión recta o bien fundada recibida por parte del entendido.
Texto3a
Comentario1





































DONOSO
Donoso
es alguien que tiene donaire o gracia. Evidentemente aquí el término, aplicado al imitador, tiene un sentido irónico e incluso el de ¡maldita la gracia....!
Texto3a
Comentario1





































LO QUE PARECE
El imitador, ignorante del auténtico saber, siempre realizará imitaciones de la verdadera hermosura engañando a los totalmente ignorantes.
Texto3a
Comentario1





































YAMBOS
Los versos yámbicos son los propios del diálogo en la tragedia; la poesía trágica en versos épicos no es otra cosa que la propia poesía épica, conforme al criterio de Platón, que coloca entre los trágicos al propio Homero (Ver. 595b-c).
Texto3a
Comentario1






































TRES PUESTOS
En esta nueva argumentación el imitador se nos vuelve a presentar a tres puestos de distancia de la verdad. Delante de él está el que conoce y el que, siguiendo las directrices del que conoce, fabrica un objeto.
Texto3a
Comentario1





































ELEMENTO
Despues de haber establecido el puesto en que se encuentra el imitador, Sócrates, plantea analizar la naturaleza del elemento con el cual juzga el que conoce y el que simplemente imita.
Texto3a
Comentario1





































TAMAÑOS DIFERENTES
Para analizar la cuestión planteada anteriormente, Sócrates, se sirve del ejemplo en dónde se nos muestra un objeto cualquierea a la   vista. Es evidente, que tal objeto se nos puede aparecer distinto según lo veamos de cerca o lo veamos de lejos. En definitiva, el conocimiento sensible es fuente de equívocos y de contradicciones: un mismo objeto se nos aparece curvo o recto, según lo veamos en el agua o fuera de ella. Pues bien, notar que Sócrates situa el arte de la imitación, por ejemplo, el pictórico en relación con el mundo sensitivo. Más adelante, sitúa a la poesía dentro de este mundo aunque haciendo referencia a su dimensión auditiva.
Texto3a
Comentario1





































REMEDIOS
Sócrates habla aquí de los remedios que ayudan a superar las contradicciones y equívocos que producen en nosotros los sentidos. «Si tú y yo estuviéramos en desacuerdo respecto a cuestión de cantidad, sobre cuál de dos cosas era mayor, ¿acaso este desacuerdo nos haría enemigos y nos llevaría a odiarnos recíprocamente o bien nos convendríamos rápidamente acerca del asunto acudiendo al cálculo ... ?» (Euthyphrón 7b; cf. Protágoras 356b, Philebo 55e).
Texto3a
Comentario1





































ELEMENTO CALCULADOR
Es quien permite superar las contradicciones y los equívocos que nos muestran los sentidos y las apariencias de las cosas.
Texto3a
Comentario1





































TERMINOS CONTRARIOS
Cuando el elemento calculador realiza sus medidas, entonces es posible que se presenten términos contrarios como juntos al mismo tiempo y en un mismo objeto. Lo que se mostraba como contradicción a la vista, desaparece cuando se ve a la luz de la mente.
Texto3a
Comentario1





































DIJIMOS
Ver lo tratado en 436a-c. Si una percepción nos da lo contrario de otra en un mismo objeto y al mismo tiempo, es claro que esas percepciones corresponden a facultades distintas. Quien nos permite saber eso es el elemento calculador del alma.
Texto3a
Comentario1





































ALMA OPINA
A partir de todo lo dicho hasta ahora parece evidente que no es lo mismo opinar prescindiendo del cálculo y de la medida y hacerlo conforme a ellos.
Texto3a
Comentario1





































LO MEJOR
Con el objeto de situar, como hará posteriormente, a la poesía homérica en el ámbito de lo peor, por basarse en los sentidos y en las apariencias y no en la ciencia de la medida y del cálculo, Sócrates, establece ahora que la tal ciencia es lo mejor de nuestra alma.
Texto3a
Comentario1





































CUANDO DIJE
Ver 602c.
Texto3a
Comentario1





































SE APARTA
La división tripartita del alma hecha en el libro IV queda aquí reducida a dos miembros: lo racional y lo irracional. En esto último se comprende el elemento concupiscible y el colérico o, mejor dicho, una forma degenerada de éste que ya no es, como aquél, instrumento de la razón.
Texto3a
Comentario1






































ACTOS FORZOSOS
«Imitación de acción» llama Aristóteles a la tragedia (Poet. 1449b); y Platón mismo pone en boca del ateniense de las Leyes (817b) las siguientes palabras en respuesta a los poetas trágicos que se proponen introducir sus obras en la ciudad: «Nosotros mismos -diríamos- somos, ¡oh, los mejores de entre los extranjeros!, autores en lo que cabe de la más bella y también de la más noble tragedia, pues todo este nuestro sistema político consiste en una imitación de la más hermosa y excelente vida, que es la que decíamos nosotros que es en reafidad la más verdadera tragedia. Poetas, pues, sois vosotros, pero también nosotros...».
Texto3a
Comentario1






































OPINIONES CONTRARIAS
Ver 602c y sigs.
Texto3a
Comentario1





































CONFORMES
Ver 439c y sigs.
Texto3a
Comentario1



































DEJADO ATRÁS
Se refiere a lo planteado en 387a y siguientes.
Texto3a
Comentario1




































DECIAMOS
En 387a, Sócrates, había planteado cuál debería ser el comportamiento de un hombre ante la desgracia de la perdida de un hijo. Ahora se pregunta si ese hombre luchará mejor contra el dolor cuando sea visto por sus semejantes o cuando quede consigo mismo en soledad.
Texto3a
Comentario1



































RESISTIR
La respuesta a la pregunta planteada anteriormente es clara por parte de Sócrates: quien manda resistir y sobreponerse al dolor, sobre todo cuando hay alguien presente, es la razón y la ley.
Texto3a
Comentario1



































DOS IMPULSOS
En relación con el ejemplo que Sócrates está analizando, uno de los impulsos se dirije a resistir el dolor, mientras que el otro se inclina por darle rienda suelta.
Texto3a
Comentario1



































DOS ELEMENTOS
En relación con el ejemplo que Sócrates está analizando, uno de los elementos -el racional- es partidario de resistir; mientras que el otro -irracional- se incilina por los gemidos y lamentos.
Texto3a
Comentario1



































NO ESTÁ CLARO
En Apol. 29a Sócrates dice, concretando en relación con la muerte uno de los pensamientos de este pasaje: «el temer a la muerte, ¡oh,jueces!, no es otra cosa que creer ser discreto sin serlo, porque es creer saber lo que no se sabe; nadie sabe, en efecto, si la muerte resulta para el hombre el mayor de todos los bienes y la temen como si les constara que es el mayor de todos los males». En Leg. 803b se dice igualmente: «los asuntos de los hombres no merecen gran consideración».
Texto3a
Comentario1




































INFORTUNIOS
Se muestra claramente aquí el intelectualismo socrático, y, porque no, salvando muchas cosas,  el ser un antecesor del estoicismo: ante los infortunios de la existencia, parece señalar Sócrates, es absurdo revelarse y lamentarse. Como no sabemos nada con certeza, debemos colocar nuestros asuntos como en juego de dados (destino) y ponerlos en relación con la suerte que nos caido. De todos modos, tambien parece cierto que Sócrates no acepta sin más el destino sino que se muestra partidario de analizarlo racionalmente a través de la reflexión. Lo que si excluye claramente es comportarse ante él como si fueramos niños que lloran y gimotean. Y como veremos más adelante esto último precisamente es lo que se dedican a imitar los poetas.
Texto3a
Comentario1



































LO IRRACIONAL
Este elemento del alma es quien nos lleva a saciarnos en el recuerdo de las desgracias, cayendo en lamentaciones y gemidos alejados de lo racional.
Texto3a
Comentario1



































ELEMENTO IRRITABLE
Ver 411c.
Conforme a lo dicho allí, lo irritable del que aquí se habla, parece tratarse de una degeneración de lo colérico, perteneciente a su vez, al elemento irracional de alma.
Texto3a
Comentario1




































EXTRAÑO
De las dos razones dadas contra la poesía sólo queda mencionada en último término una, su relación con la parte inferior de nuestro ser. Esto nos confirma en que la condenación de Platón no se basa tanto en que la poesía es imitación cuanto en que es imitación de lo malo.
Texto3a
Comentario1




































MULTITUD
Recordar los versos de Lope de Vega: «Porque, como las paga el vulgo, es justo el hablarle en necio para darle gusto».
Texto3a
Comentario1




































MISMO PLANO
A partir de lo todo lo dicho hasta ahora, Sócrates, coloca en un mismo plano a la poesía y a la pintura. La razón principal que ahora esgrime es que ámbas se igualan en relacionarse con el elemento peor del alma: el irracional. Notar que, sobre esa base, justifica el destierro de ámbas de sus ciudad ideal.
Texto3a
Comentario1



































REGIMEN PERVERSO
El poeta imitativo hace florecer con sus obras la parte perversa del alma al condescender con el elemento irracional.
Texto3a
Comentario1



































LO MAS GRAVE
Sócrates decide dejar para el final lo que considera la acusación más grave en contra de la poesía. Esta manifestaría una gran capacidad de insulto relatar imitaciones de modelos que resulta que despues los hombres reales se avergüenzan de imitar.
Texto4a
Comentario1









































HEROES
Según Sócrates, los poetas trágicos - incluido Homero - suelen presentar a los heroes en una actitud en dónde, despues de algún tipo de desgracia, se resaltan su gemidos y lamentos. A través de tal actitud lo que se pretende es presentarlo como modelos a seguir y hacer gozar a sus lectores. La contradicción y el insulto se produce, cuando esos mismo lectores se encuentran ante una situación parecida a la de sus heroes, y, sin embargo, no ven como lógico el comportarse como ellos.
Texto4a
Comentario1









































ELOGIO
Sócrates hace referencia aquí a la contradicción manifiesta que se produce ante algo que, por un lado el poeta elogia, y, por otro, se siente repugnancia en imitar.
Texto4a
Comentario1









































POETAS
Sócrates critica a los poetas porque en sus obras dejan satisfecho y gozoso en sus heroes algo que despues en la práctica los lectores, que están educados en el hábito de la razón, no quieren por nada del mundo imitar.
Texto4a
Comentario1









































PADECIMIENTOS
Se ha notado que Platón da aquí sobre los efectos de la tragedia una opinión enteramente contraria a la de Aristóteles. Éste nos habla, en efecto, de una purificación de los afectos a través de la compasión y el terror (Poet. 1449b 27-28). Sin duda los modernos están más conformes en este punto con Aristóteles que con Platón: el último piensa en un público extraordinariamente débil, sencillo y desarmado ante la emoción (ver 606a: «y que lo que por naturaleza es mejor para nosotros, como no está educado por la razón ni por el hábito, etc.»).
Texto4a
Comentario1









































LO CÓMICO
Sócrates sitúa a la comedia en el mismo plano de la poesía   trágica. A veces nos reimos en contra de lo que la razón no dice que deberíamos hacer, convirtiéndonos en unos farsantes.
Texto4a
Comentario1









































PLACERES AMOROSOS
La poesía trágica, al imitar los placeres amorosos, y las demás concupiscencias del alma, riega  en nuestro interior lo que había que dejar sacer y erige como gobernante lo que debería ser gobernado. En definitiva, nos hace peores.
Texto4a
Comentario1









































PANEGIRISTAS
Ver lo que dice Sócrates sobre Homero como educador de Grecia en 598d.
Texto4a
Comentario1









































ADMISIÓN EN LA CIUDAD
Esta misma excepción (sólo himnos a dioses y heros) se admite en Las leyes, donde además se prescribe que la autoridad de la comunidad sea ejercida en forma de censura previa: «Que el poeta no haga nada contrario a lo que sea legal, justo, decoroso o bueno en la ciudad y que lo escrito no le sea lícito a ninguno de los particulares presentarlo mientras no haya sido visto y aprobado por aquellos mismos que hayan sido designados como jueces de estas cosas y por los guardianes de la ley» (80 1 e-d). En distinto sentido se habla en PoL 299b y sigs.
Texto4a
Comentario1









































DESTERRADA DE LA CIUDAD
Platón no se limita a condenar a la poesía homérica. Plantea tambien desterrarla de la ciudad como objeto de educación para sus ciudadanos. Ahora bien, notar que se refiere siempre a la poesía imitativa de lo peor. En su ciudad, por tanto, sería posible la poesía....
Texto4a
Comentario1









































ANTIGUA DISCORDIA
Conocidos son los ataques que desde antiguo dirigieron los filósofos a Homero y Hesíodo por razones teológicas y morales: «La concepción racional y pura de la divinidad y de las normas de la conducta humana era incompatible con las fábulas homéricas y con su moral arbitraria y de clases»  Jenófanes, Heráclito, Empédocles y Pitágoras se cuentan positivamente entre los atacantes. Platón ha recogido aquí algunos dardos del contraataque de los poetas, aunque no nos dice las fuentes; en esas frases hay referencias a todo aquello que con más o menos razón solía achacarse a los filósofos: bajeza, vanidad, impiedad y mendiguez.
Texto4a
Comentario1









































NO TOMADA EN SERIO
Se refiere a la poesía placentera e imitativa, ver 607c. Esto es una muestra más de que hay otra clase de poesía que Platón considera admisible.
Texto4a
Comentario1









































LA VIRTUD
La generalización sirve aquí para introducir el segundo asunto y capital de este libro: el de los premios de la virtud y castigos del vicio, sin cuyo estudio no quedaría completo lo relativo a la justicia e injusticia que vino tratándose en el libro IX.
Texto4a
Comentario1






































ALGO NO TRATADO
Despues de analizar muy criticamente el papel de la poesía homérica, como guía de educación para el hombre griego, Sócrates, pasa ahora tratar la cuestión referida a los premios que, según él,  habrían de recibir, tanto en esta vida como en la otra, los hombres justos. En medio, sin embargo, y debido a que va a tratar tambien de las recompensas que los hombres justos recibirán en la otroa vida, Sócrates, intriduce en medio, como veremos, la cuestión de la inmortalidad del alma asi como un  un argumento que, según él, probaría tal inmortalidad.
Texto1b
Comentario2




































INMORTALIDAD DEL ALMA
La creencia en la inmortalidad del alma, que ahora introduce Sócrates, está tan presente siempre en la mente de Platón que surge más de una vez en sus diálogos de manera inesperada (Ver 498d).
Texto1b
Comentario2



































EXTRAÑEZA
Aunque la doctrina fue sostenida desde antiguo, especialmente en los círculos órficos y pitagóricos, no tenía aceptación general; la actitud del común de las gentes respecto al problema parece bien reflejada en lo que dice Céfalo (330d-e). También en Phaedón 80d se da como propia de la mayoría la opinión de la mortalidad, y esto explica la extrañeza mezclada de incredulidad con que aquí recibe Glaucón el enérgico y repentino requerimiento.Tambien puede verse  la respuesta de Cebes en el Fedón 69e y siguientes.
Texto1b
Comentario2



































ARGUMENTO
A partir de ahora Sócrates inicia una argumentación encaminada a mostrar que el alma es inmortal.
Texto1b
Comentario2



































ALGO BUENO Y MALO
Este es el punto de partida del argumento socrático encaminado a demostrar la inmortalidad del alma: en la realidad existe lo bueno y lo malo. Este último es causa de la disolución y la destrucción del ser.
Texto1b
Comentario2



































EJEMPLOS
Para explicar mejor el principio establecido anteriormente de que el mal es causa de destrucción y disolución, Sócrates, expone una serie de ejemplos: el tizón (mal) es causa de la destrucción del trigo; el orín (mal) es causa del desgaste y disolución del bronce; la enfermedad (mal) es causa de la destrucción del cuerpo.
Texto1b
Comentario2



































PERVIERTE
Queda establecida y aceptada como premisa que el mal es quien pervierte, disuelve y arruina al ser que afecta.
Texto1b
Comentario2



































HALLAMOS
Sobre la base de la premisa anterior, Sócrates, establece ahora una cuestión esencial para su argumento: si hallamos, afirma, algún tipo de ser al que afecte un mal y, sin embargo, no sea destruido por él, entonces podríamos establecer que tal ser es indestructible.
Texto1b
Comentario2



































ALMA
Sócrates se centra ahora en el estudio del ser-alma. Y afirma que en tal ser existe tambien algo que la hace mala y perversa, como, por ejemplo, la injustica y la ignorancia. Es decir, del mismo modo que podríamos afirmar que un cancer es una enfermedad y un mal para el cuerpo, tambien se podría afirmar que la ignorancia es una enfermedad y un mal para el alma.
Texto1b
Comentario2



































CONSIDERACIONES
Centrándose ya en el estudio de los males propios del alma, Sócrates, se intentará analizar ahora si tales males son capaces de destruirla o no.
Texto1b
Comentario2



































SEPARADA DEL CUERPO
Hay en la pregunta de Sócrates y en la expedita respuesta de Glaucón dificultades verdaderamente graves: primeramente la pregunta de Sócrates dice literalmente: « ...hasta separarla del cuerpo llevándola a la muerte». La frase parece entrañar la identificación de «la muerte del alma» y su «separación del cuerpo», que es lo contrario precisamente de lo que se trata de probar en toda la argumentación; y los traductores no han evitado en general el escollo «el Fedón. Pero ¿qué diremos de la respuesta? Es tan tajante que sólo puede tomarse como expresión de una realidad de experiencia - el alma es principio vital (353d) y la experiencia demuestra que «el alma que se hace mala por el vicio retiene incólume su vitalidad». La conclusión se extiende al alma separada del cuerpo, ya que por ella no cambia su naturaleza.
Texto1b
Comentario2



































CONDICIÓN DE LOS ALIMENTOS
Sócrates diferencia aquí entre objeto del mal y mal en sí. Es evidente que los alimentos no se identifican realmente con el mal (enfermedad del cuerpo)  sino que son la causa de su aparición.
Texto1b
Comentario2



































SU PROPIO MAL
El propio mal que destruye a un cuerpo no es el alimento en sí sino la enfermedad que surge por la ingesta de tales alimentos.
Texto1b
Comentario2



































CORRUPCIÓN CORPORAL
La enfermedad del cuerpo es quien destruye a éste pero no al alma. Un cuerpo destruido por la enfermedad de una fiebre, desmenuzado en tajos, o moribundo no hacen a un alma más impía o injusta, es decir, no producen en ella ningún tipo de mal o enfermedad.
Texto1b
Comentario2



































INJUSTICIA
Ahora bien, aunque las enfermedades corporales no produzcan las enfermedades del alma, ello no quiere decir que el alma no tenga sus propias enfermedades. Por ejemplo, la injusticia o la ignorancia no son enfermedades corporales, pero si del alma.
Texto1b
Comentario2



































INJUSTICIA MATADORA
Sócrates plantea aquí la posibilidad de que, del mismo modo que un cancer (enfermedad  y mal) puede matar a un cuerpo, la injusticia (enfermedad y mal) pueda matar tambien al alma. Y es que si la injusticia llevada al extremo causa la muerte, entonces la injusticia mata por ser mal propio del alma (hay que suponer que mata al alma, que es tanto como decir que destruye el principio vital y, por lo tanto, mata al hombre).
Texto1b
Comentario2



































EXCLAMACIÓN
Glaucón, de acuerdo con su respuesta anterior (609d), sale vivamente al encuentro de la hipótesis planteada por Sócrates. Su posición demuestra claramente hasta que punto había hecho suyas las tesis de Sócrates, tal como las plantea, por ejemplo en el Gorgias: el alma injusta mata, si le es posible, a los demás, pero al que la lleva en sí, a ese le hace estar muy vivo y además bien despierto.
Texto1b
Comentario2



































LA PROPIA PERVERSIÓN
En definitiva, parece que la propia perversión y el mal propio del alma, no son causa suficiente para destruirla.
Texto1b
Comentario2



































MAL ALGUNO LA HACE PERECER
Estamos ante la conclusión final del argumento: si el alma no perece por mal alguno ni propio ni extraño, entonces ha de existir siempre. Ahora bien, lo que existe siempre, es inmortal. Por lo tanto, el alma es inmortal.
Texto1b
Comentario2



































PERECE
Platón mantuvo siempre la existencia del alma ab aeterno et in aeternum y éste es punto capital de su filosofía.
Texto1c
Comentario3


































LO ETERNO COMPUESTO?
Sócrates ha establecido que el alma es eterna y, además, simple. Sin embargo, nos recuerda lo establecido anteriormente en 441c sobre la división del alma, con lo que parece caerse en una contradicción pues lo que se dice simple parece ser, al mismo tiempo, compuesto.Por lo tanto es necesario explicar cuál es el alcance de aquella división: lo concupiscible y lo irascible, partes inferiores, están vinculados al cuerpo y desaparecen cuando el alma queda en estado de pureza;sólo lo racional permanece. En resumen, Platón vuelve aquí a acercarse a la tesis del
Fedón, que «define el alma esencialmente por el pensamiento.
Texto1c
Comentario3



































DEMÁS ARGUMENTOS
Sócrates da a entender que la cuestión de la inmortalidad del alma no ha de quedar aquí agotada: como es sabido, forma el objeto capital del
Fedón, pero la multitud de sus problemas se extiende por otros varios diálogos. A los argumentos allí dados alude Platón y también probablemente a otros de la misma escuela platónico o de otras escuelas.
Texto1c
Comentario3


































PUREZA
El alma en estado puro se identifica aquí claramente con el raciocinio.
Texto1c
Comentario3


































GLAUCO
Glauco era, según la leyenda, un pescador beocio que se arrojó al mar después de comer de una hierba maravillosa, fue hecho inmortal y pasó a vagar eternamente errante por las olas; su nombre designa el color de las aguas marinas. Ver los frs. 25c-35 R., de la tragedia de Esquilo Glauco el marino. Platón utiliza aquí esta imagen para señalar que al alma inmortal, cuando la contemplamos combinada con el cuerpo, le sucede lo mismo que a los que contemplaban al inmortal Glauco y que lo veían, no en estado totalmente puro, sino lleno de impurezas (conchas, algas, piedrecillas). Al alma existente junto al cuerpo le sucede lo mismo.
Texto1c
Comentario3


































AMOR AL SABER
Es lo que define a la esencia del alma. El problema es que es muy dificil, cuando está unida al cuerpo, poder contemplar tal esencia.
Texto1c
Comentario3


































RECORRIDO
Ver 519 a-b. Notar que el recorrido demostrativo de la inmortalidad del alma, del que habla Sócrates,  no es sobre la base de la contemplación de su estado puro sino sobre los accidentes y formas que presenta en la vida humana. En este sentido, ¿podría decirse que para Platón, existe por encima del conocimiento de lo racional humano (que siempre dependerá del cuerpo), una dimensión mística superior?
Texto1c
Comentario3


































CELEBRAR RECOMPENSAS
Despues de haber descrito un argumento probatorio, según Sócrates, de la inmortalidad del alma y, por tanto, de la existencia de una vida futura, pasa a tratar ahora acerca de las recompensas que los hombres justos recibirán tanto en esta vida como en la otra.
Texto1d
Comentario4


































ANILLO DE GIGES
Sobre el anillo de Giges, que hacía invisible a quien lo llevara, ver 359c y sigs
Texto1d
Comentario4


































CASCO DE HADES
El casco de Hades tenía la misma virtud que el anillo de Giges. Sobre las virtudes de tal casco ver Hom. II. V 844-845: «y el casco de Hades se puso Atenca entre tanto, no fuese Ares tal vez el potente a notar su presencia.
Texto1d
Comentario4


































PREMIOS
Es conveniente tener en cuenta que Sócrates no unicamente se va referir a los premios y recompensas de los hombres justos, en esta vida y despues de ella, sino tambien a los castigos y sufrimientos de los injustos.
Texto1d
Comentario4


































DEVOLVER LO PRESTADO
Con esta expresión, Sócrates, se refiere a algo tratado en los inicios de la República. Allí, Sócrates, decidió aceptar, como hipótesis, las opiniones de Glaucón y Adimanto acerca de la naturaleza de la justicia y la injusticia: parece ser mejor y más ventajosa la vida del injusto, sobre todo si, siendo injusto, se cubre con una apariencia de justicia. Sócrates pide ahora que le devuelvan esa hipótesis  que unicamente había prestado con el objeto de analizar si sera cierta o no.
Texto1d
Comentario4


































JUZGADAS
Sócrates se refiere al estudio realizado hasta ahora en la República acerca de la naturaleza de la justicia y de la injusticia. Es evidente que tal análisis nos revela que las tesis defendidas por Adimanto y Glaucón, al inicio de la Repúblia, son absolutamente falsas.
Texto1d
Comentario4


































MIRADA DE LOS DIOSES
Los hombres que no se escapan de la mirada de los dioses son tanto los justos como los injustos.
Texto1d
Comentario4



































YERRO ANTERIOR
Se entiende una falta cometida en una existencia anterior, esto es, un pecado actual no purgado con que se encarna el alma en la nueva vida.
Texto1d
Comentario4



































DURANTE SU VIDA
Los premios del justo y los castigos del injusto, a los que Sócrates se referirá en este texto, se refieren a los que ámbos recibirán durante su vida.
Texto1d
Comentario4


































DESPUES DE SU MUERTE
Los premios del justo y los castigos del injusto, a los que Sócrates se referirá más adelante en el texto siguiente, son los que tambien recibirán despues de su muerte.
Texto1d
Comentario4



































PARECERSE A LA DIVINIDAD
«Seguir a la Divinidad» era máxima de os pitagóricos, «asemejarse a la Divinidad en lo posible» da como regla ética el propio Platón, Theaeto 176 b.
Texto1d
Comentario4



































LO CONTRARIO
Es decir, el injusto. Éste será abandonado por los dioses ya que no posee ningún parecido con ellos Vemos como Platón, inteligentemente, utiliza tambien la religión para dar más fuerza a sus tesis.
Texto1d
Comentario4


































RECIBIRÁN DE LOS HOMBRES
Se refiere a los premios y recompensas que, en esta vida, recibirá el hombre justo por parte de sus semejantes. Más adelante, Sócrates, tambien hará referencia a los desprecios que el hombre injusto recibe tambien en vida de sus semejantes
Texto1d
Comentario4


































CORREDORES
Según la interpretación más común Platón se refiere aquí a las carreras a que se daba el nombre de díaulos y que consistían en llegar a la meta, kamptér, doblarla y volver al punto de partida. Literalnente el texto dice: «que corren bien desde lo de abajo y mal desde lo de arriba». Como los estadios griegos estaban a un nivel en toda su extensión, hay que suponer que las designaciones «arriba» y «abajo» son traslaticias: en efecto, lo más difícil de estas carreras era doblar la meta y, una vez doblada, no había más que seguir la recta del regreso; de ese modo el paso de aquel punto puede compararse al cruce de la cima de una montaña para tomar la cuesta abajo. Conforme a esta hipótesis podemos entender que el injusto tropieza y cae donde menos era de esperar, al fin de su vida, cuando ya parecía que no había de sufrir quebranto su felicidad.
Texto1d
Comentario4


































DECÍAS
Ver 362b-c.
Texto1d
Comentario4



































LLEGAN A MAYORES
Cuando en esta vida el hombre justo llega a ser mayor se convierte en referente importante para su ciudad.
Texto1d
Comentario4


































COGIDOS AL FINAL
Como los malos corredores, los hombres injustos son cogidos al final de su vida, convirtiéndose en referentes negativos tanto para propios como extraños.
Texto1d
Comentario4


































COSAS DURAS
Ver 361c.
Texto1d
Comentario4

































COMPARADOS
Sócrates que pasa ahora a relatar los premios y castigos que las almas justas e injustas recibirán despues de la muerte, quiere resaltar que los anteriores premios o castigos recibidos en vida no son nada comparados con los que se reciben ahora.
Texto1e
Comentario5

































ALCÍNOO
«RelatodeAlcínoo» se llamaba a la narración que Ulises hizo de sus aventuras a Alcínoo, rey de los feacios, y que forma los cantos IX-XII de la Odisea. Por lo extenso de esta narración, se tomaba su nombre para designar cualquier exposición larga y verbosa (así el léxico Suda), pero aquí Platón parece referirse más bien a la verdad que a la extensión de lo contado y sin duda apunta especialmente a una parte del relato, la Nékyia o descenso a los infiernos, relatada en el canto XI del poema y frente a la cual da el autor su propia visión del mundo de los muertos.
Texto1e
Comentario5

































ER
Frente al relato de Alcinoo, Platón, prefiere describir su propia visión del mundo de los muertos y para ello se sirve de la figura de Er el cual había muerto en una guerra y resucitado a los 12 días. Al resucitar contó a los vivos lo que había en el mundo del más allá.
Texto1e
Comentario5

































LUGAR MARAVILLOSO
El lugar maravilloso, que llama después «pradera» (614e), debemos figurárnoslo tendido horizontalmente entre las líneas verticales que unen las aberturas celeste y terrestre de cada lado: las almas de los justos suben por la abertura celeste de la derecha y las de los injustos bajan por la abertura terrestre de la izquierda. Por la abertura celeste de la izquierda y la terrestre de la derecha bajan y suben respectivamente las almas para una nueva encarnación.
Texto1e
Comentario5

































Nuncio
En el lugar maravilloso en donde se encuentra se le ordena a Er que vuelva al mundo de los vivos y se convierta en nuncio, es decir, en anunciador de lo que allí ha visto.
Texto1e
Comentario5

































LA PRADERA
Parece identificarse con el lugar maravilloso del que Er habla anteriormente.
Texto1e
Comentario5

































DIEZ VECES MAYORES
Las referencias al número l0 y sus múltiplos representan un elemento pitagórico del relato.
Texto1e
Comentario5

































IMPIEDAD CON LOS PADRES
Son delitos contra los dos preceptos capitales de la moral tradicional, formulados por Píndaro en la instrucción del centauro Quirón a Aquiles (P. VI 23-26): «venera, más que a ningún otro de los dioses, al Cronida ... y no prives de esta honra a tus padres mientras les dé vida el destino». Ver Jenofonte Mem. IV 4,19-20.
Texto1e
Comentario5

































ARDIEO EL GRANDE
Personaje enteramente imaginario como lo indica ya la remota edad en que se supone haber vivido.
Texto1e
Comentario5

































MUGIDO DE LA ABERTURA
Mugido de amenaza; y, como ya observó Proclo, esta protesta de un ser inanimado es lo más a propósito para darnos la impresión de la enormidad del delito.
Texto1e
Comentario5

































VOZ ACUSADORA
Rasgo admirable revelador de la viveza con que Platón se representaba el cuadro que está describiendo.
Texto1e
Comentario5

































PARAJE CON LUZ
Debemos concebir la columna de luz (que parece ser la Vía Láctea) como eje de la esfera celeste. Ha de entenderse que la tierra está en mitad del Universo y que su centro coincide con el de éste, la columna luminosa atraviesa ese centro o, mejor dicho, en ese centro se anudan los cabos de las ligaduras de luz que circundan y sujetan el mundo por la parte externa y que se introducen por los polos en el interior de la esfera. Que los antiguos griegos reforzaban sus naves con cuerdas tendidas alrededor del casco está fuera de duda, y entre las pruebas de ello figura el famoso pasaje del naufragio de San Pablo (Act. XXVII 14 y sigs). De menos importancia es la cuestión de si las ligaduras a que aquí se hace referencia se tendían horizontalmente a lo largo del barco o de borda a borda por debajo de la quillla. La dificultad grave de todo el trozo está en que a partir de este lugar la columna de luz, eje del Universo, aparece sustituida por el huso de la Necesidad sin que sea posible conciliar las dos construcciones.
Texto1f
Comentario6































HUSO DE LA NECESIDAD
Huso esférico es la parte de superficie esférica limitada por dos semicircunferencias máximas con diámetro común, llamadas lados del huso. Esta huso esférico representa la rueda del destino.
Texto1f
Comentario6































TORTERA
Rodaja que se ponía en la parte inferior del huso, y que ayudaba a torcer la hebra.
Texto1f
Comentario6































CONCEBIRLA
La representación de lo que se quiere decir en este parrafo es el siguiente: se trata de ocho recipientes semiesféricos de distinto tamaño, embutidos y ajustados unos en otros, de manera que sus bordes forman arriba una superficie continua. Para entender lo que se dice a continuación acerca de la anchura y color de estos bordes hay que tener en cuenta que el borde de la tortera exterior es el círculo de las estrellas fijas; el siguiente, hacia dentro, el de Saturno, y los que le siguen por su orden, los de Júpiter, Marte, Mercurio, Venus, el Sol y la Luna. Las anchuras, según la interpretación más probable, corresponden a las supuestas distancias existentes entre las órbitas de estos astros, entendiéndose que dichas órbitas constituyen la línea exterior de los círculos respectivos. El color, en cambio, es el de los astros mismos.
Texto1f
Comentario6































MOVIMIENTO UNIFORME
Conforme a una concepción de larga vida en la historia de la Astronomía, Platón considera que los movimientos de los astros van incluidos en los de todo el círculo celeste en que se hallan: el de las estrellas fijas se mueve de este a oeste y lleva consigo al conjunto de los demás círculos; pero además los otros siete tienen un movimiento propio en sentido opuesto, esto es, de oeste a este. De esta manera trata de explicar los movimientos especiales del Sol, la Luna y los planetas. Ha de observarse asimismo que Platón no se propone aquí exponer el porqué, sino sólo el cómo de todo ello; nos da, pues, una imagen del mundo tal como él lo concibe y el mismo hecho de poner en la Necesidad el primer móvil implica la renuncia a toda otra explicación racional.
Texto1f
Comentario6































SIRENA
Este pasaje está inspirado en la concepción pitagórica de la música de las esferas; según ella los astros de cada uno de los círculos dan notas propias correspondientes a las de las cuerdas del ectacordio. Recuérdese la «inmensa cítara» del «gran Maestro» de que habla Fray Luis de León en su oda A Francisco Salinas.
Texto1f
Comentario6































LAS PARCAS
Parcas
, en la mitología griega, las tres diosas que determinaban la vida humana y el destino. Conocidas como Moiras en griego y como Parcae en latín, las Parcas asignaban a cada persona al nacer una parte del bien y del mal, aunque la gente podía acrecentar el mal por su propio desatino. Retratadas en el arte y la poesía como ancianas severas o como melancólicas doncellas, se las representaba siempre como tejedoras. Cloto (la Hilandera hila el hilo de la vida), Láquesis (la Distribuidora de Suertes), decidía su duración y asignaba a cada persona su destino y Átropo (la Inexorable), llevaba las temibles tijeras que cortaban el hilo de la vida en el momento apropiado. Las decisiones de las Parcas no podían ser alteradas, ni siquiera por los dioses.
Texto1f
Comentario6































LÁQUESIS
En el texto, Láquesis, se encuentra vestida y blanco y con infulas en la cabeza. Canta, al són de las Sirenas, los sucesos del pasado.
Texto1f
Comentario6
































CLOTO
En el texto, Cloto, se encuentra, como sus hermanas, vestida y blanco y con infulas en la cabeza. Canta, al són de las Sirenas, los sucesos del presente.
Texto1f
Comentario6































ÁTROPO
En el texto, Átropo, se encuentra, como sus hermanas, vestida y blanco y con infulas en la cabeza. Canta, al són de las Sirenas, los sucesos del futuro.
Texto1f
Comentario6































AYUDA DE CLOTO
Ya que estos círculos tienen, como se dijo, un movimiento especial retrógrado. En Timeo 36c-d se dice ser este movimiento hacia la izquierda; el otro general, hacia la derecha.
Texto1f
Comentario6































ALMAS EFÍMERAS
Efímeras consideradas en su unión con el cuerpo.
Texto1f
Comentario6































DIVINIDAD NO CULPABLE
En las nobles palabras del adivino hay que notar: , el aserto de que el hado no es impuesto al hombre, sino elegido por éste, aserto contrario a la creencia popular; , la tesis de la libertad de la virtud, de raíz socrático y larga difusión en la escuela estoica; , la proclamación del principio de la propia responsabilidad y la inculpabilidad de Dios: este principio fue «el grito de alianza de los campeones de la libertad en la primera edad cristiana.
Texto1f
Comentario6































LOTES A ELEGIR
El adivino lanza a la multitud de almas allí congregadas lotes de posibles vidas a imitar y que las almas deberían escoger para su reencarnación.
Texto1f
Comentario6































MODELOS DE VIDA
El adivino pone delante de la multitud de almas allí congregadas modos diferentes y posibles de vidas a imitar y que las almas deberían escoger para su reencarnación.
Texto1f
Comentario6































DIFERENTES
En otros términos, el tenor de alma de cada uno no era objeto directo de elección, sino que resultaba de la elección de lo demás.
Texto1f
Comentario6































PELIGRO
Se refiere al peligro existente en relación con la elección correcta del lote o modo de vida a elegir. Si no se tiene sumo cuidado se podría elegir un modo de vida del cual el sujeto podría arrepentirse posteriormente.
Texto1f
Comentario6































SABER ELEGIR
En suma, Platón sostiene que sólo el conocimiento filosófico puede asegurarnos una buena elección en esta ocasión suprema; Ver 619c-e.
Texto1f
Comentario6































ELECCIÓN ALMA TIRANA
En este caso el alma eligió precipitadamente dejándose llevar por la opinión común de la felicidad de los tiranos, ya expuesta por Trasímaco en 344b-c.
Texto1f
Comentario6































CAMINO FACIL
Ver. 614 y  613b.
Texto1f
Comentario6































ORFEO
Los personajes a que aquí se refiere Platón son bien conocidos: el cantor Orfeo fue despedazado por las Bacantes conforme a la leyenda recogida después por Virgilio (Georg. IV 520-522).
Texto1f
Comentario6































TÁMIRAS
Támiras, más frecuentemente llamado Támiris, es el último de los cantores tracios, privado de su arte por las Musas a quienes había desafiado en el canto (Homero 11. 11 594-600).
Texto1f
Comentario6































AYANTE
Ayante, Agamenón, Tersites y Ulises, figuras inolvidables de la leyenda homérica.
Texto1f
Comentario6































AGAMENÓN
Agamenón, en la mitología griega, rey de Micenas y jefe de las fuerzas griegas en la guerra de Troya. Era hijo de Atreo y padeció la maldición lanzada sobre su casa. Cuando los griegos se reunieron en Áulide para su viaje a Troya, se vieron obligados a retroceder por los vientos adversos. Para calmar los vientos, Agamenón sacrificó a su hija Ifigenia a la diosa Ártemis. Su disputa con Aquiles sobre la princesa cautiva Briseida y las consecuencias de esa cólera forman buena parte del argumento de la Iliada de Homero. Después de un sitio de diez años, cayó Troya y Agamenón volvió victorioso a Micenas. Con él fue la princesa troyana Casandra, que le había sido concedida por el ejército griego triunfante.Clitemnestra, mujer de Agamenón, lo recibió con expresiones de amor, pero mientras él estaba en el baño, ella le tendió una trampa. Egisto, el amante de ella, golpeó a Agamenón con una espada y, mientras estaba inconsciente por el golpe, Clitemnestra lo decapitó con un hacha. Su muerte fue vengada siete años más tarde por su hijo Orestes. La historia de la muerte de Agamenón es contada en la primera pieza de la trilogía Orestíada, del poeta griego antiguo Esquilo.
Texto1f
Comentario6































ATALANTA
Atalanta era una heroína que tomó parte en la caza del jabalí de Calidón.
Texto1f
Comentario6































EPEO
Epeo, hijo de Panopeo, un héroe muy industrioso (Ver Hom. Ilíada XXIII 664 y sigs.)
Texto1f
Comentario6































TERSITES
Tersites, en la mitología griega, miembro del ejército griego en la guerra de Troya. Homero lo describe en la Iliada como el más feo y más indecoroso de los griegos. El héroe griego Odiseo lo golpeó por insultar al general Agamenón, con el consiguiente jolgorio de los demás griegos reunidos. Según escritores posteriores, Tersites se burló de Aquiles porque éste llevaba luto por la muerte de la reina amazona Pentesilea y el héroe, encolerizado, lo mató.
Texto1f
Comentario6































ULISES
Odiseo, en la mitología griega, el más célebre de los héroes antiguos, gobernador de la isla de Ítaca y uno de los jefes del ejército griego durante la guerra de Troya. Homero, en la Odisea, narra las aventuras de Odiseo y su final regreso al hogar diez años después de la caída de Troya. Inicialmente, se le mencionaba como hijo de Laertes, rey de Ítaca, aunque en la tradición posterior se consideró a Sísifo, rey de Corinto, como su padre real. Su madre se habría casado posteriormente con Laertes. Al principio Odiseo se negó a acompañar a los griegos a Troya, y se fingió loco, sembrando sus campos con sal, pero sus compañeros pusieron a su hijo Telémaco a que arara los campos y, entonces, se vio obligado a admitir su engaño y se reunió con el ejército invasor. En la Iliada de Homero, aparece como un guerrero valiente, sagaz y astuto, y se le concede la famosa armadura del guerrero griego Aquiles cuando éste muere. Odiseo fue a buscar a Neoptólemo y Filoctetes para que participaran en la fase final del conflicto. En la Odisea se dice que él propuso la estratagema del Caballo de Troya, recurso mediante el cual se conquistó la ciudad.En las obras de los escritores clásicos posteriores, especialmente en las del poeta griego Píndaro, el dramaturgo griego Eurípides y el poeta romano Virgilio, Odiseo aparece caracterizado como un político cobarde e intrigante. Su nombre latino es Ulises.
Texto1f
Comentario6































CAMPO DEL OLVIDO
La imagen del campo del Olvido debía de ser de dominio general (Ver Aristófanes Ranas. 186); pero tenía significado especial en las escatologías de órficos y pitagóricos, de donde la tomó Platón; Ver. Virgilio, Aen. VI 713-715.
Texto1f
Comentario6































RIO DE LA DESPREOCUPACIÓN
Por el discurren las aguas del olvido.
Texto1f
Comentario6































PIRA
Cierre genial para la narración descrita por Platón. Er que había muerto y yacía en una pira, resucita y nos cuenta sus experiencias del mundo de los muertos; ahora, como de repente, despierta de la pira para iniciar la narración, ya hecha, de lo que le había pasado.
Texto1f
Comentario6































SEAMOS FELICES
Con estas palabras de salutación y buen agüero se termina la república. Son como una solemne promesa de felicidad para aquellos que sigan el camino constantemente señalado a través de la obra.

Texto1f
Comentario6