LIBRO V REPÚBLICA
COMENTARIO1
(449b-451c)
TEXTO1A
(449b-451c)
-Tal es, pues, la clase de ciudad y de constitución que yo califico
de buena y recta y tal la clase de hombre; ahora bien, si éste es bueno, serán malos y viciosos los demás tipos de organización política o de
disposición del carácter de las almas individuales, pudiendo esta su maldad revestir
cuatro formas distintas.
-¿Cuáles son esas formas? -preguntó.
Y yo iba a enumerarlas una por una, según el orden en que me parecían nacer unas de
otras, cuando Polemarco, que estaba sentado algo lejos
de Adiminto, extendió el brazo, y cogiéndole de la parte superior del manto, por junto
al hombro, lo atrajo a sí e, inclinado hacia él, le dijo al oído unas palabras de las
que no pudimos entender más que lo siguiente: -¿Lo dejamos entonces o qué hacemos?
-De ningún modo -respondió Adimanto hablando ya en voz alta.
Entonces yo: -¿Qué es eso -pregunté- que no vais a dejar vosotros?
-A ti -contestó.
-Pero ¿por qué razón? -pregunté.
-Nos parece ---contestó-- que flaqueas e intentas sustraer y no tratar todo un aspecto y
no el menos importante, de la cuestión: crees, por lo visto, que no advertimos cuán a la
ligera lo has tocado, diciendo, en lo relativo a mujeres e hijos, que nadie ignora cómo
las cosas de los amigos han de ser comunes.
-¿Y no estoy en lo cierto, Adimanto? ---dije.
-Sí -respondió-- Pero esa certidumbre necesita también, como lo demás, de alguna
aclaración que nos muestre en qué consiste tal comunidad. Pues ésta puede ser de muchas
maneras. No pases por alto, pues, aquella a la cual tú te refieres; porque, en lo que a
nosotros respecta, hace ya tiempo que venimos esperando y pensando que ibas a decir algo
sobre cómo será la procreación de descendientes, la educación de éstos una vez
nacidos y, en una palabra, esa comunidad de mujeres e hijos que dices. Consideramos, en
efecto, que es grande, mejor dicho, capital la importancia de que en una sociedad vaya
esto bien o mal. Por eso, viendo que pasas a otro tipo de constitución sin haber definido
suficientemente este punto, hemos decidido, como acabas de oír, no dejarte mientras no
hayas tratado todo esto del mismo modo que lo demás.
-Pues bien --dijo Glaucón-, consideradme también a mí como votante de ese acuerdo.
-No lo dudes ---dijo Trasímaco-; ten entendido, Sócrates, que esta nuestra decisión es
unánime.
-¡Qué acción la vuestra --exclamé- al echaros de ese modo sobre mí! ¡Qué discusión
volvéis a promover, como en un principio, acerca de la ciudad! Yo estaba tan contento por haber salido ya de este punto y me alegraba de
que lo hubieseis dejado pasar aceptando mis palabras de entonces; y ahora queréis volver
a él sin saber qué enjambre de cuestiones levantáis con ello.
Yo sí que lo preveía y por eso lo di de lado entonces, para que no nos diera tanto
quehacer.
-¿Pues qué? ---dijo Trasímaco-. ¿Crees que éstos han venido aquí a fundir oro o a escuchar una discusión.
-Sí -asentí-, una discusión mesurada.
-Pero para las personas sensatas --dijo Glaucón-, no hay, Sócrates, otra medida que
limite la audición de tales debates sino la vida entera.
No te preocupes, pues, por nosotros; y en cuanto a ti, en modo alguno desistas de decir lo
que te parece sobre las preguntas que te hacemos: explica qué clase de comunidad se
establecerá entre nuestros guardianes, por lo que
toca a sus mujeres e hijos, y cómo se criará a éstos
mientras sean aún pequeños, en el período intermedio entre el nacimiento y el comienzo
de la educación, durante el cual parece ser más penosa que nunca su crianza. Intenta,
pues, mostramos de qué manera es preciso que ésta se desarrolle.
-No es tan fácil, bendito Glaucón ---dije-, el exponerlo, pues ha de provocar muchas
más dudas todavía que lo discutido antes. Porque o no se considerará tal vez realizable
lo expuesto, o bien, aun admitiéndolo como perfectamente, viable, se dudará de su
bondad. Por lo cual me da cierto reparo tocar estas cosas, no sea, mi querido amigo, que
parezca cuanto digo una aspiración quimérica.
-Nada temas -dijo-. Pues no son ignorantes, incrédulos ni malévolos quienes te van a
escuchar.
Entonces pregunté yo: -¿Acaso hablas así, mi buen amigo, porque quieres animarme?
-Sí por cierto -asintió.
-Pues bien -repliqué--, consigues todo lo contrario. Porque, si tuviera yo fe en la
certeza de lo que digo, estarían bien tus palabras de estímulo. Pues puede sentirse
seguro y confiado quien habla, conociendo la verdad acerca de los temas más grandes y
queridos, ante un auditorio amistoso e inteligente; ahora bien, quien diserta sobre algo
acerca de lo cual duda e investiga todavía, ése se halla en posición peligrosa y
resbaladiza, como lo es ahora la mía, no porque recele a provocar vuestras risas --eso
sería ciertamente pueril-, sino porque temo que, no acertando con la verdad, no
sólo venga yo a dar en tierra, sino arrastre tras de mí a mis amigos y eso en las
cuestiones en que más cuidadosamente hay que evitar un mal paso. Y suplico a Adrastea, ¡oh, Glaucón!, que me perdone por lo que voy a
decir: considero menos grave matar invóluntariamente a una persona que engañaría en lo
relativo a la nobleza, bondad y justicia de las instituciones. Si ha de exponerse uno a
este peligro, es mejor hacerlo entre enemigos que entre amigos; de modo que no
haces bien en animarme.
Entonces se echó a reír Glaucón y dijo: -Pues bien, Sócrates, si algún daño nos
causan tus palabras, desde ahora te absolvemos, como en caso de homicidio, y te declaramos
limpio de engaño con respecto a nosotros. Habla, pues, sin miedo.
-Realmente --dije , el absuelto queda en casos tales limpio según la ley. Es natural, por
tanto, que ocurra aquí lo mismo que allí.
-Buena razón -dijo- para que hables.
Comentario1
Presentación
LIBRO V REPÚBLICA
COMENTARIO2
(451c-457d)
TEXTO1B
(451c-453a)
-Es necesario, pues --comencé-, que volvamos ahora atrás para decir lo que tal vez debíamos haber dicho antes,
en su lugar correspodíente; aunque, después de todo, quizá no resulte tampoco
improcedente que, una vez terminada por completo la representación masculina, comience,
sobre todo ya que tanto insistes la femenina.
-Para hombres configurados por naturaleza y educación como hemos descrito no hay, creo
yo, otras rectas normas de posesión y trato de sus hijos y mujeres que el seguir por el
camino en que los colocamos desde un principio. Ahora bien, en nuestra ficción
emprendimos, según creo, el constituir a los hombres en algo así como guardianes de un rebaño.
-Sí.
-Pues bien, sigamos del mismo modo: démosles generación y crianza semejantes y
examinemos si nos conviene o no.
-¿Cómo? -preguntó.
-Del modo siguiente. ¿Creemos que las hembras de los perros guardianes deben vigilar
igual que los machos y cazar junto con ellos y hacer todo lo demás en común o han de
quedarse en casa, incapacitadas por los partos y crianzas de los cachorros, mientras los
otros trabajan y tienen todo el cuidado de los rebaños?
-Harán todo en común -dijo-; sólo que tratamos a las unas como a más débiles y a los
otros como a más fuertes.
-¿Y es posible ---dije yo- emplear a un animal en las mismas tareas si no le das también
la misma crianza y educación?
-No es posible.
-Por tanto, si empleamos a las mujeres en las mismas tareas que a los hombres, menester
será darles también las mismas enseñanzas.
-Sí.
-Ahora bien, a aquéllos les fueron asignadas la
música y la gimnástica.
-Sí.
-Por consiguiente, también a las mujeres habrá que introducirlas
en ambas artes, e igualmente en lo relativo a la guerra; y será preciso tratarlas de la
misma manera.
-Así resulta de lo que dices -replicó.
-Pero quizá mucho de lo que ahora se expone --dije- parecería ridículo, por insólito, si llegara a hacerse como
decimos.
-Efectivamente --dijo.
-¿Y qué es lo más risible que ves en ello? -pregunté yo-. ¿No será, evidentemente,
el espectáculo de las mujeres ejercitándose desnudas en las palestras junto con los
hombres, y no sólo las jóvenes, sino también hasta las ancianas,
como esos viejos que, aunque estén arrugados y su aspecto no sea agradable, gustan de
hacer ejercicio en los gimnasios?
-¡Sí, por Zeus! --exclamó--. Parecería ridículo, al menos en nuestros tiempos.
-Pues bien ---dije--, una vez que nos hemos puesto a hablar, no debemos retroceder ante
las chanzas de los graciosos por muchas y grandes cosas
que digan, de semejante innovación aplicada a la gimnástica, a la música y no menos al
manejo de las armas y la monta de caballos.
-Tienes razón --dijo.
-Al contrario, ya que hemos comenzado a hablar, hay que marchar en derechura hacia
lo más escarpado de nuestras normas, y rogar a ésos que, dejando su oficío, se pongan
serios y recordarles que no hace mucho tiempo les parecía a los griegos vergonzoso y
ridículo lo que ahora se lo parece a la mayoría de los bárbaros, el dejarse ver
desnudos los hombres, y que, cuando comenzaron los
cretenses a usar de los gimnasios y les siguieron los lacedemonios, los guasones de
entonces tuvieron en todo esto materia para sus sátiras. ¿No crees?
-Sí por cierto.
-Pero cuando la experiencia, me imagino yo, les demostró que era mejor desnudarse que
cubrir todas esas partes, entonces lo ridículo que veían los ojos se disipó ante lo que
la razón designaba como más conveniente; y esto demostró que es necio quien considera
risible otra cosa que el mal o quien se dedica a hacer reír contemplando otro cualquier
espectáculo que no sea el de la estupidez y la maldad o el que, en cambio, propone a sus
actividades serias otro objetivo distinto del bien.
-Absolutamente cierto --dijo.
Comentario2
Presentación
TEXTO2B
(453a-456b)
-¿No será, pues, esto lo
primero que habremos de decidir con respecto a tales cosas, si son factibles o no, y no concederemos controversia a quien, en broma o en serio, quiera discutir si las hembras humanas son capaces por naturaleza de compartir todas las tareas del sexo masculino o ni una sola de ellas, o si pueden realizar unas sí y otras no, y a cuál de estas dos clases pertenecen las ocupaciones militares citadas? ¿Acaso no es éste el mejor comienzo, partiendo del cual es natural que lleguemos al más feliz término?
TEXTO3B
(456b-457d)
-Precisa, pues, que sean mujeres de esa clase las elegidas para
cohabitar con los hombres de la misma clase y compartir la guarda con ellos, ya que son capaces de hacerlo y su naturaleza es afín a la de ellos.
LIBRO V REPÚBLICA
COMENTARIO3
(457d-466e)
TEXTO1C
(457d-458b)
-De éstas ---comencé- y de las demás cosas antes dichas se sigue,
en mi opinión esta ley.
-Esas mujeres serán todas comunes para todos esos hombres y ninguna cohabitará
privadamente con ninguno de ellos; y los hijos serán asimismo comunes y ni el padre conocerá a su hijo ni el hijo a su padre.
-Eso --dijo-- provocará mucha más incredulidad todavía que lo otro en cuanto a su
viabilidad y excelencia.
-No creo -repliqué- que se dude de su utilidad ni de que sería el mayor de los bienes la
comunidad de mujeres e hijos siempre que ésta fuera posible; lo que sí dará lugar, creo
yo, a muchísimas discusiones, es el problema de si es realizable o no.
-Más bien serán ambos problemas -dijo- los que provoquen
con razón muchos reparos.
-He aquí, según dices -respondí-, una coalición de argumentos. ¡Y yo que esperaba
escapar por lo menos del uno de ellos, si tú convenías en que ello era beneficioso, y
así sólo me quedaba el de si resultaría hacedero o no.
-Pues no pasó indvertida tu escapatoria --,dijo-; tendrás que dar cuenta de los dos.
-Menester será --dije- sufrir mi castigo. Pero sólo te pido el siguiente favor: déjame
que me obsequie con un festín como los que las
personas de mente perezosa suelen ofrecerse a sí mismos cuando pasean solas. En efecto,
esta clase de gentes no esperan a saber de qué manera se realizará tal o cual cosa de
las que desean, sino que, dejando esa cuestión, para ahorrarse el trabajo de pensar en si
ello será realizable o no, dan por sentado que tienen lo que desean y se divierten
disponiendo lo demás y enumerando lo que harán cuando se realice, con lo cual hacen aún
más indolente el alma que ya de por sí lo era. He aquí, pues, que también yo flojeo y
deseo aplazar para más tarde la cuestión de cómo ello es factible; por ahora, dando por supuesto que lo es, examinaré, si me lo
permites, el cómo lo regularán los gobernantes cuando se realice y mostraré que no
habría cosa más beneficiosa para la ciudad y los guardianes que esta práctica. Eso es
lo que ante todo intentaré investigar juntamente contigo; y luego lo otro, si consientes
en ello.
-Sí que consiento --- dijo-; ve, pues, investigando.
Presentación
TEXTO2C
(458b-460b)
-Pues bien; creo yo --dije- que, si son los gobernantes dignos de
ese nombre, e igualmente sus auxiliares, estarán dispuestos los unos a hacer lo que se
les mande y los otros a ordenar obedeciendo también ellos a las leyes o bien siguiendo el
espíritu de ellas en cuantos aspectos les confiemos.
-Es natural -dijo.
-Entonces, tú, su
TEXTO3C
(460b-461e)
-Y así, encargándose de los niños que vayan naciendo los
organismos nombrados a este fin, que pueden componerse de hombres o de mujeres o de gentes de ambos sexos, pues también los cargos serán accesibles, digo yo, tanto a las mujeres como a los hombres.TEXTO4C
(461e-462e)
-He aquí, ¡oh, Glaucón!, cómo será la comunidad de mujeres e hijos entre los guardianes de tu
ciudad. Pero que esta comunidad esté de acuerdo con el resto de la constitución y sea el
mejor con mucho de los sistemas, eso es lo que ahora es preciso que la argumentación nos
confirme. ¿O de qué otro modo haremos?
-Como dices, por Zeus -asintió.
-Pues bien, ¿no será el primer paso para un acuerdo a
el preguntarnos a nosotros mismos qué es lo que podemos citar como el mayor bien para la
organización de una ciudad, el cual debe proponerse como objetivo el legislador al dictar
sus leyes, y cuál es el mayor mal, y luego investigar si lo que acabamos de detallar se
nos adapta a las huellas del bien y resulta en desacuerdo con las del mal?
-Nada mejor ---dijo.
-¿Tenemos, pues, mal mayor para una ciudad que aquello
que la disgregue y haga de ella muchas en vez de una sola? ¿O bien mayor que aquello que
la agrupe y aúne?
-No lo tenemos.
-Ahora bien, lo que une, ¿no es la comunidad de alegrías y penas, cuando el mayor
número posible de ciudadanos goce y se aflija de manera parecida ante los mismos hechos
felices o desgraciados?
-Desde luego ---dijo.
-¿Y lo que desune no es la particularización de estos sentimientos, cuando los unos
acojan con suma tristeza y los otros con suma alegría las mismas cosas ocurridas a la
ciudad o a los que están en ella?
-¿Cómo no?
-¿Acaso no sucede algo así cuando los ciudadanos no pronuncian al unísono las palabras
como «mío» y «no mío» y otras similares con respecto a lo ajeno?
-Absolutamente cierto.
-La ciudad en que haya más personas que digan del mismo modo y con respecto a lo mismo
las palabras «mío» y «no mío», ¿ésa será la que tenga
mejor gobierno?
-Con mucho.
-¿Y también la que se parezca lo más posible a un solo hombre? Cuando, por ejemplo,
recibe un golpe un dedo de alguno de nosotros, toda la comunidad corporal que, mirando
hacia el alma, se organiza en la unidad del elemento rector de ésta, toda ella siente y
toda ella sufre a un tiempo y en su totalidad al sufrir una de sus partes; y así decimos
que el hombre tiene dolor en un dedo. ¿Se puede decir lo mismo acerca de cualquier otra
parte de las del hombre, de su dolor cuando sufre un miembro y su placer cuando deja de
sufrir?
-Lo mismo -dijo-. Mas, volviendo a lo que preguntas, la ciudad mejor regida es la que vive
del modo más parecido posible a un ser semejante.
-Supongo, pues, que, cuando a uno solo de los ciudadanos le suceda cualquier cosa buena o
mala, una tal ciudad reconocerá en gran manera como parte suya a aquel a quien le sucede
y compartirá toda ella su alegría o su pena.
-Es forzoso --dijo--, al menos si está bien regida.
Comentario3
Presentación
TEXTO5C
(462e-464b)
-Hora es ya ---dije- de que volvamos a nuestra ciudad y examinemos si las conclusiones de la discusión se aplican a ella más que a ninguna o si hay alguna
otra a que se apliquen mejor.
TEXTO6C
(464b-466d)
-Y también quedamos
conformes en los otros asertos que precedieron a éstos: decíamos, en efecto, que tales hombres no debían tener casa ni tierra ni posesión alguna propia, sino que, tomando de los demás su sustento como pago de su vigilancia, tienen que hacer sus gastos en común si han de ser verdaderos guardianes.
LIBRO V REPÚBLICA
COMENTARIO4
(466e-471c)
466e-471c
A continuación Sócrates trata acerca de cómo los guardines y
guardinas deberían comportarse cuando hay guerra. Afirma que los guardianes y
guardianas han de combatir en común y han de llevar asimismo a la guerra a todos los
hijos que tengan crecidos, para que vean el trabajo que tiene que hacer cuando sean
mayores. Además han de servir y ayudar en todas las cosas de la guerra obedeciendo a sus
padres y a sus madres. Y es que como se aprende mejor un oficio es mediantes la
práctica. Esto puede verse claramente, según Sócrates, observando como los hijos
de los alfareros observan y ayudan a sus padres antes de dedicarse a la
alfarería. Pues bien, ¿han de poner más empeño continúa Sócrates- estos
alfareros en educar a sus hijos que los guardianes a los suyos con la práctica y la
observación de lo que a su arte convine? Adimanto reconoce que sería ridículo decir que
sí. Además Sócrates fundamenta la conveniencia de que los hijos asistan ya desde
pequeños a las batallas en la creencia de que todo ser vivo combate mejor cuando
están presentes aquellos a quienes engendró. Adimanto protesta contra estas última
ideas de Sócrates afirmando pueden poner en gran peligro la vida de seres inocentes y,
además, con su posible muerte en el campo de batalla, podrían dejar a la ciudad en la
imposibilidad de reponerse. Sócrates no niega la posibilidad de tal hecho. Sin embargo,
parece confiar ciegamente en la profesionalidad de los guardianes y de las guardianas,
los cuales procurarían en todo momento que los niños, aún siendo testigos de las
batallas, tuvieran una seguridad total en ella. Para ello, colocarán siempre al frente de
ellos no a gentes ineptas sino a capitanes aptos por su experiencia y edad y propios para
la dirección de los niños. Es cierto que pueden surgir imprevistos pues oscuras son
las cosas de la guerra; sin embargo, ante tales imprevistos, Sócrates propone dar
alas a los niños desde su propia infancia a fín de que, cuando sea preciso, se
retiren en vuelo. Por ello, han de cabalgar desde su primera edad, y, una vez enseñados,
han de ser conducidos a caballo a presenciar la guerra no ya en corceles fogosos
y guerreros, sino en los más rápidos y dóciles que se puedan hallar. Esta es
la mejor y más segura manera de que observen el trabajo que les atañe; y, si hace falta,
se pondrán a salvo siguiendo a sus jefes de mayor edad.
TEXTO1D
(466e-468a)
-Así, pues --- dije--, ¿lo que nos queda por examinar no es si
esta comunidad es posible en los hombres, como en los otros animales, y hasta dónde lo
sea?
-Te has adelantado a decir lo mismo de que iba yo a hablarte -dijo.
-En lo que toca a la
TEXTO2D
(468a-470a)
-¿Y qué se ha de decir -pregunté-- de lo atañente a la guerra misma? ¿Cómo crees que se han de
conducir los soldados entre sí y sus enemigos? ¿Te parece bien mi opinión o no?
TEXTO3D
(470a-471c)
-¿Y qué diremos de la
devastación de la tierra helénica y del incendio de sus casas? ¿Qué harán tus soldados en relación con sus enemigos?
LIBRO V REPÚBLICA
COMENTARIO5
(471c-476a)
471c-476ª
Al llegar a este punto en el libro V, Adimanto interrumpe a
Sócrates y le ruega no siga tratando el tema de la guerra y de la comunidad de los
guardianes y guardianes pues ello significa olvidarse de tratar aquello que dio de lado,
para tratar de estos temas, y referido a la cuestión de si es posible que exista un
tal regimen político y hasta donde los es. Porque continúa Adimanto- admito
que una ciudad como la que hemos fundado tendría toda clase de bienes ya que lucharían
mejor que nadie contra sus enemigos, reconociéndose y llamándose mutuamente hermanos,
padres e hijos, no se abandonarían nunca. Ahora bien, de lo que se trata de analizar
es de si es posible que exista una ciudad de este tipo y en qué modo podría ser una
realidad. Sócrates reconoce la importancia del planteamiento de Adimanto al que
describe como una tercera oleada, pendiente por analizar, debido a la existencia
de las otras dos oleadas (la primera oleada fue la cuestión del servicio de las
mujeres como guardianas; la segunda, la de la comunidad de mujeres e hijos. Estas dos
frenaron la posibilidad de estudiar la posibilidad del estado ideal). Sócrates describe
esta tercera oleada como la más grande y la más dificil de vencer y señala que
los presentes no tardarán en comprender las razones que le llevaban a retraerse y a temer
la empresa de una cuestión tan dificil. Adimanto le replica que no debe dar más excusas
y que deje de perder el tiempo y pase rapidamente a explicar como puede llegar a
existir el regimen que están tratando. Sòcrates comienza su investigación
aclarando varias cuestiones. En primer lugar, señalando que la base de toda la
investigación ha sido hasta ahora el intentar averigüar que cosa fuese la justicia y
qué la injusticia. Además, afirma que en el caso de que lleguen a descubrir cómo
es la justicia, lo único que se pretenderá con ello es que el que denominamos
hombre justo se le acerque y parezca lo más posible, pero nunca que sea totalmente igual
a ella. Y es que si se intenta investigar lo que es la justicia en sí es unicamente en
razón a que sirva de modelo. Es decir, se trataría de definir a tal o cual
hombre como justo o injusto en tanto en cuanto se acerquen más o menos al modelo de
justicia; pero no tenemos el proposito, señala Sócrates, de mostrar que era posible la
existencia de tales hombres. Y es que no tiene menos mérito un pintor porque, pintando a
un hombre de la mayor hermosura, no pueda demostrar ue exista semejante hombre. Pues bien,
de lo que vamos a tratar, a la hora de demostrar la posibilidad de la ciudad justa, es
la de fabricar un modelo de ciudad justa, y nuestro discurso no es menos válido por
no poder demostrar que es posible establecer en la realidad una ciudad que se corresponda
al modelo. Por ello, solicita a los presentes a que no le fuercen a mostrar la necesidad
de que las cosas ocurran del mismo modo exactamente que las tratamos en nuestro discurso;
pero, si somos capaces continúa argumentando Sócrates- de descubrir el modo de
constituir una ciudad que se acerque maximamente a lo que queda dicho, es muy lógico
suponer que es posible la realización de aquello que pretendías.
TEXTO1E
(471c-473b)
-Pero me parece, ¡oh, Sócrates!, que, si se te deja hablar de tales cosas, no te vas a acordar de aquello que diste de lado para tratar de ellas: la
cuestión de si es posible que exista un tal régimen político y hasta dónde los es. Porque admito que, si existiera, esa ciudad tendría toda clase de bienes; y los que tú te dejas atrás, yo he de enumerarlos. Lucharían mejor que nadie contra los enemigos, puesto que, reconociéndose y llamándose mutuamente hermanos, padres e hijos, no se abandonarían en modo alguno los unos a los otros; además, si las mujeres combatiesen también, ya en la misma línea, ya en la retaguardia, para inspirar temor a los enemigos y por si en un momento se precisase su socorro, aseguro que con todo ello serían invencibles; y veo asimismo las muchas ventajas que tendrían en la vida de paz y que han sido pasadas por alto. Piensa, pues, que te concedo que se darían todas esas ventajas y otras mil si llegara a existir ese régimen y no hables más acerca de ello; antes bien, tratemos de persuadirnos de que es posible que exista y en qué modo y dejemos lo demás.
TEXTO2E
(473b-474b)
-Después de esto parece bien que intentemos investigar y poner de manifiesto qué es lo que ahora se hace mal en las ciudades, por lo cual no son regidas en la manera dicha, y qué sería lo que, reducido lo más posible, habría que cambiar para que aquélla entrase en el régimen descrito: de preferencia, una
sola cosa; si no, dos y, en todo caso, las menos en número y las de menor entidad.
TEXTO3E
(474b-476e)
-A
intentarlo, pues -dije yo-, ya que tú me ofreces tan gran ayuda. Me parece, por tanto, necesario, si es que hemos de salir libres de esas gentes de que hablas, que precisemos quiénes son los filósofos a que nos referimos cuando nos atrevemos a sostener que deben gobernar la ciudad; y esto a fin de que, siendo bien conocidos, tengamos medios de defendernos mostrando que a los unos les es propio por naturaleza tratar la filosofía y dirigir la ciudad y a los otros no, sino, antes bien, seguir al que dirige.
LIBRO V REPÚBLICA
COMENTARIO6
(476a-480a)
476ª-480ª
Según Sócrates los filósofos verdaderos son aquellos que
gustan de contemplar la verdad. Afirma que no es nada fácil explicar que quiere decir con
ello. Intenta, sin embargo, hacerlo partiendo de la tesis de que existen ideas
distintas entre sí y ,a su vez, cada una es una cosa (lo hermoso-lo feo;lo justo-lo
injusto;lo bueno-lo malo). Al mismo tiempo, señala que estas ideas cuando se mezclan
con las acciones y los cuerpos se muestran cada una con multitud de apariencias.
Pues bien, del mismo modo, la sabiduría nos aparece tambien con multitud de
apariencias según se nos muestre en los aficionados a los espectáculos u otras
artes o en los que llamamos filósofos verdaderos. Y es que los aficionados a audiciones o
espectáculos gustan de las buenas voces, colores y formas; pero su mente es incapaz de
ver y gustar la naturaleza de lo bello en sí mismo. Por eso, y dado que creen en
las cosas bellas y no en la belleza en sí son personas que viven no despiertos
sino en un ensueño; pues que otra cosa es ensoñar- se pregunta Sócrates- sino
el que uno, sea dormido o en vela, no tome lo que semejante somo tal semejanza de sus
semejante, sino como aquello mismo a que se asemeja? Los que, por el contrario, son
capaces de dirigirse a lo bello en sí y contemplarlo tal cual es, y, asimismo
llegan a saber que las cosas bellas lo son porque participan de esta belleza, son los que
se encuentran despiertos y viven en vela. Por todo ello, afirma Sócrates, el
pensamiento de estos últimos es un saber de quien conoce, mientras que el de los
primeros es un simple parecer de quien opina. Y si alguno de los representantes
de la tendencia del ensueño se enoja con nosotros y discute la verdad de nuestro aserto,
le haríamos ver que el que conoce, tiene que conocer algo que existe. Ello implica que
deberíamos estar de acuerdo en lo siguiente: que lo que existe absolutamente es
absolutamente conocible y lo que no existe en manera alguna, entonces es
enteramente incognoscible. Además nos pondríamos de acuerdo en que si existiera
algo tal que exista y que no exista, entonces nos encontraríamos con algo que
está en la mitad entre lo puramente existente y lo absolutamente inexistente. Pues bien,
en este contexto, si sobre lo que existe hay conocimiento y sobre lo que no existe hay
ignorancia, entonces a lo intermedio entre el saber y la ignorancia le daremos el
nombre de opinión. Además nos pondríamos de acuerdo con el amante de los
espectáculos o audiciones en que tanto el saber como la ignorancia se ordenan según su
propia potencia, es decir, el saber se dirige por naturaleza a lo que
existe para conocer el ser. Por su parte, la opinión está para opinar. Al mismo
tiempo ambas potencias están por naturaleza para una cosa y son distintas. Ahora bien, si
ello es así, despues de haber visto que por naturaleza el conocer tiende hacia el
conocimiento del ser y de lo que existe; ¿hacia donde tiende por naturaleza la
opinión? Es evidente que no puede ser ni el ser ni lo que existe. Ahora bien, es
imposible opinar sobre lo que no existe ya que el que opina tiene siempre una opinión
sobre algo y lo que no existe no es alguna cosa sino que realmente puede llamarse
nada. Además tambien parece evidente que a lo que no existe le atribuimos
forzosamente ignorancia y a lo que existe el conocimiento. En definitiva, parece que no
se opina ni sobre lo existente ni sobre lo no existente y, por ello, la opinión
ni es conocimiento ni es ignorancia sino que está al margen de estas dos cosas. Al
mismo tiempo, la opinión parece algo más oscuro que el conocimiento, pero más luminoso
que la ignorancia, lo que implica el tener que aceptar que está en la mitad de ambas
y, por tanto, un término medio entre una y otra. Ahora bien, antes se ha establecido que
si apareciese algo tal que al mismo tiempo existiese y no existiese, ello debería estar a
mitad entre lo puramente existente y lo absolutamente inexistente, y que no habría sobre
tal cosa saber ni ignorancia, sino aquello que a su vez apareciese intermedio entre
ignorancia y el saber. Y eso se nos aparece ahora como la opinión.
TEXTO1F
(476a-479a)
¿Pues quiénes son entonces- preguntó- los que llamas
filósofos verdaderos?
TEXTO2F
(479a-480a)
-Sentado todo esto, diré que venga a hablarme y a responderme aquel buen hombre que cree que no existe lo
bello en sí ni idea alguna de la belleza que se a mantenga siempre idéntica a sí misma,
sino tan sólo una multitud de cosas bellas; aquel aficionado a espectáculos que no
aguanta que nadie venga a decirle que lo bello es uno y uno lo justo y así lo demás.
«Buen amigo -le diremos-, ¿no hay en ese gran número de cosas bellas nada que se
muestre feo? ¿Ni en el de las justas nada injusto? ¿Ni en el de las puras nada impuro?»
-No --dijo- sino que por fuerza esas cosas se muestran en algún modo bellas y feas, y lo
mismo ocurre con las demás sobre que preguntas.
-¿Y qué diremos de las cantidades dobles? ¿Acaso se nos
aparecen menos veces como mitades que como tales dobles?
-No.
-Y las cosas grandes y las pequeñas y las ligeras y las
pesadas, ¿serán nombradas más bien con estas designaciones que les damos que con las
contrarias?
-No sino que siempre participa cada una de ellas de ambas cualidades.
-¿Y cada una de estas cosas es más bien, o no es, aquello que se dice que es?
-Aseméjase ello ---dijo- a los retruécanos que hacen en los banquetes y a aquel acertijo infantil acerca del eunuco y del golpe que tira al
murciélago, en el que dejan adivinar con qué le tira y sobre qué le tira; porque estas
cosas son también equívocas y no es posible concebir en firme ni que cada una de ellas
sea o deje de ser ni que sea ambas cosas o ninguna de ellas.
-¿Tendrás, pues, algo mejor que hacer con ellas --dije- o mejor sitio en dónde
colocarlas que en mitad entre la existencia y el no ser? Porque, en verdad, no se muestran
más oscuras que el no ser para tener menos existencia que éste ni más luminosas que el
ser para existir más que él.
-Verdad pura es eso ---observó.
-Hemos descubierto, pues, según parece, que las múltiples
creencias de la multitud acerca de lo bello y de las demás cosas dan vueltas en la
región intermedia entre el no ser y el ser puro.
-Lo hemos descubierto.
-Y ya antes convinimos en que, si se nos mostraba algo así, debíamos llamarlo opinable,
pero no conocible; y es lo que, andando errante en mitad, ha de ser captado por la
potencia intermedia.
-Así convinimos.
-Por tanto, de los que perciben muchas cosas bellas, pero
no ven lo bello en sí ni pueden seguir a otro que a ello los conduzca y asimismo ven
muchas cosas justas, pero no lo justo en sí, y de igual manera todo lo demás diremos que
opinan de todo, pero que no conocen nada de aquello sobre que opinan.
-Preciso es -aseveró.
-¿Y qué diremos de los que contemplan cada cosa en sí siempre idéntica a sí misma? ¿No sostendremos que éstos conocen
y no opinan?
-Forzoso es también eso.
-¿Y no afirmaremos que estos tales abrazan y aman aquello de que tienen conocimiento, y
los otros, aquello de que tienen opinión? ¿O no recordamos
haber dicho , que estos últimos se complacen en las buenas voces y se recrean en los
hermosos colores, pero no toleran ni la existencia de lo bello en sí?
-Lo recordamos.
-¿Nos saldríamos, pues, de tono llamándolos amantes de la
opinión más que filósofos o amantes del saber? ¿Se enojarán gravemente con
nosotros si decimos eso?
-No, de cierto, si siguen mi consejo --dijo-; por- que no es lícito enojarse con la
verdad.
-Y a los que se adhieren a cada uno de los seres en sí, ¿no habrá que llamarlos
filósofos o amantes del saber y no amantes de la opinión?
-En absoluto.
COMENTARIO6
PRESENTACIÓN
GOBIERNOS VICIOSOS
En los inicios del libro V, Sócrates y sus
interlocutores siguen analizando el tema de la injusticia tal como había sido
tratado a finales del libro IV. Allí, como hemos visto, Sócrates había hecho
referencia a una forma justa de gobierno (reino-aristocracia) y, de
ello, deduce ahora que deberían ser malas y viciosas los otros tipos de
organización política (timocracia, oligarquía, democracia y tiranía)
o de disposición de caracteres de las almas individuales tal como los analizará
en los libros VIII-IX. Más adelante se muestra claramente la razón que lleva a
Sócrates a tener que abandonar, en estos momentos del diálogo, el análisis de la Injusticia.
INTERVIENE POLEMARCO
Cuando Sócrates se disponía a enumerar las formas de
gobierno injusto, Polemarco se dirije hacia Adimanto y, cogiéndolo de la
parte superior del manto, le sugiere al oido que posiblemente fuera mejor levantar la
sesión.
Texto1a
Comentario1
SOBRE LA COMUNA
Adimanto responde con un no rotundo a la petición de
Polemarco y ruega a Sócrates que continúe con la reunión aunque, en vez de continuar
con el análisis de la esencia de injusticia y los modos injustos de gobierno
a nivel colectivo e individual, plantea tratar antes una cuestín que, aunque Sócrates
había citado anteriormente, {Ver libro IV 423e} había sido tratada de un modo
muy ligero y superficial. El tema es aquel que hace referencia a las mujeres y a los
hijos de los guardianes en tanto en cuanto deberían de ser comunes.
Texto1a
Comentario1
CONTENTO TRANSFORMADO EN DESCONTENTO
Sócrates protesta amablemente ante tal propuesta
señalando que echan de nuevo sobre sus espaldas una discusión sobre la ciudad que ya
parecía superada. Afirma que ya estaba contento por haber salido de ese punto; y
ahora quieren volver a él sin saber qué enjambre de cuestiones se pueden levantar con
ello.
Texto1a
Comentario1
TRASÍMACO Y LA FUNDICIÓN DEL ORO
Trasímaco, un tanto malidicentemente, utiliza la
expresión proverbial de fundir oro que se aplicada a aquellos que dejan lo que
les importa por dedicarse a otras empresas más atractivas, pero menos útiles.
Texto1a
Comentario1
UNA VIDA ENTERA
Aunque es Glaucón quien habla, sus palabras bien pudieron
haber sido pronunciadas por el Sócrates histórico, tan amigo de las discusiones
filosóficas. Sólo que para Sócates ni aun la misma vida es medida apropiada para
limitar estos debates, que continuarán incluso en el otro
mundo: ver 498 d.
Texto1a
Comentario1
EDUCACIÓN DE LOS GUARDIANES
Platón va a describir únicamente la organización y
educación de la clase de los guardianes desentendiéndose de artesanos y labradores, lo
cual le valió severas críticas de Aristóteles, Pol. 1264 a-11 y sigs.
Texto1a
Comentario1
CRIANZA HIJOS GUARDIANES
En Leyes 794c, Platón, calcula que el
período intermedio entre el nacimiento y el comienzo de la educación debería
abarcar unos seis años.
Texto1a
Comentario1
ASPIRACIÓN QUÍMERICA
Glaucón pide, por tanto, a Sócrates que explique qué
clase de comunidad se establecerá entre los guardianes, por lo que toca a las mujeres
y a los hijos, y cómo se criarán estos últimos. Sócrates responde que no es tan
fácil analizar todo lo que Adimanto plantea y que le da reparo tocas esas cosas ya que
puede parecer que solicita con ello aspiraciones quiméricas.
En la mitología
griega, Quimera, era un monstruo que echaba fuego por la boca, con cabeza de león, cuerpo
de cabra y cola de dragón. Aterrorizó a Licia, una región de Asia Menor, pero
finalmente el héroe griego Belerofonte logró matarlo.
Texto1a
Comentario1
ANIMÁNDOLE
Adimanto anima a Sócrates para que inicie la
investigación relacionada con la educación de los hijos de los guardinaes. Este replica
que con las muestras de animo lo que logra es todo lo contrario. Y es que si tuviera fe en
la certeza de lo que va a decir, entonces bien le vendrían las muestras de animo. Ahora
bien, al tener que disertar sobre algo acerca de lo cual se duda e investiga, no valen
para nada las muestras de animo ya que puede arrastar a equivocarse no solamente a él
sino tambien a sus amigos y discípulos.
Texto1a
Comentario1
ADASTREA
Sócrates suplica a Adrastea (diosa encargada de
castigar las palabras demasidado orgullosas o audaces {ver. Esquilo, Prom. 936}) que le perdone por lo que
va a decir. Adimanto, echàndose a reir, le dice que si algún daño les llegan causar a
los oyentes sus palabras, desde ahora lo absuelven.
Texto1a
Comentario1
AQUÍ Y ALLÍ
«Aquí» es «en nuestra discusión»; «allí» es «en
caso de homicidios. Sobre las leyes vigentes para este último caso, ver Leyes
869 e.
Texto1a
Comentario1
VUELTA ATRÁS
La vuelta atrás representa volver a conectar con lo dicho en el
libro III acerca de la educación y de la selección
LA PARTE FEMENINA
Los mimos de Sofrón, autor siracusano
predilecto de Platón, se dividían en «varoniles» y «femeniles». En
aquéllos el protagonista o todos los personajes eran varones, al contrario que en éstos.
Perece ingerirse de este lugar que era costumbre representar antes un mimo de los
primeros y después otro de los segundos.
Texto1b
Comentario2
GUARDIÁN DE REBAÑOS
En el libro III Sócrates había hablado usado el
simil del pastor que guarda de su rebaño y educa a sus perros para que vigilen del
mismo. Sobre esa base se había establecido que los guardianes de su ciudad ideal
deberían tambien estar vigilantes como auténticos perros de raza.
Texto1b
Comentario2
HEMBRAS CUIDADORAS DE REBAÑOS
Aristóteles en Política 1264 b 4 y sigs. critica este pasaje objetando
que las perras no tienen que atender al cuidado de su casa; pero Platón podría
alegar que tampoco las mujeres de su ciudad tendrán que hacerlo. Sin embargo, su
afirmación es discutible, porque no existe, naturalmente, un paralelismo perfecto entre
hombres y animales.
Texto1b
Comentario2
LAS MISMAS ENSEÑANZAS
Sócrates se opone, en nombre de la naturaleza, a la
opinión común en Grecia acerca de las mujeres, que eran consideradas como seres
completamente distintos de los hombres y, en cierto modo, inferiores. Ver tambien Leyes.
780 y Banquete. II 9.
Texto1b
Comentario2
ASIGNACIÓN DE MUSICA Y GIMNASIA
Sobre la educación de los hombres - guardianes en la música
y en la gimnasia, Sócrates, había tratado ampliamente en el Libro III de la
República.
Texto1b
Comentario2
INTRODUCIR A LAS MUJERES
Sócrates defiende que la misma educación que deberían
recibir los hombres en música y gimnasia, la reciban tambien las
mujeres.
Texto1b
Comentario2
HACER EL RIDÍCULO
Sócrates critica aquí a aquellas opiniones
reaccionarias que afirmaban que ver a las mujeres desnudas en el gimnasio podría
resultar algo insólito y ridículo. Notar que es el discurso racional y
la experiencia quien marca si es correcto o no que la mujer practique desnuda en
el gimnasio. De nuevo la razón socrática, contra la tradición y los prejuicios,
es quien tiene la última palabra.
Texto1b
Comentario2
ANCIANAS EN EL GIMNASIO
Platón se inspira aquí en el uso de Esparta.
Texto1b
Comentario2
CHANZAS GRACIOSAS
Sin duda, Sócrates, se está refiriendo a Aristófanes.
Texto1b
Comentario2
COMIENZO EN CRETA
Platán contradice aquí a Tucídides. Para este
historiador griego los primeros que usaron de los gimnasios (tomando esta palabra en su
sentido estrictamente etimológico, es decir, corno referente a lugares en que los
hombres se ejercitaban desnudos) fueron los lacedemonios. Platón cita a los cretenses.
Texto1b
Comentario2
SERIEDAD CON LO BUENO
Hay que reírse de lo malo y tomar en serio lo
bueno; es necio quien se ríe del bien o quien toma en serio el mal.
Texto1b
Comentario2
LO PRIMERO A DECIDIR
Sócrates plantea analizar primeramente, en relación
con el sexo femenino, la cuestión siguiente: ¿son las hembras humanas capaces por
naturaleza de compartir todas las tareas del sexo masculino; o ni una sola de ellas, o
unas si y otra no?
Texto2b
Comentario2
CONVENIDO ANTERIORMENTE
Ver 369 e.
Texto2b
Comentario2
DIFERENCIAS ENTRE HOMBRE Y MUJER
Según Sócrates, no puede negarse que la naturaleza de
la mujer parece diferir enormemente de la del hombre. Ahora bien, si
ello es así, entonces tambien deberían ser distintas las labores conformes a
naturaleza de cada sexo.
Texto2b
Comentario2
GRAVE CONTRADICCIÓN
Parece que si se establece que los hombres y las
mujeres podrían realizar las mismas funciones, entonces se estaría cayendo
en una gran contradicción pues nos encontraríamos con que naturalezas
sumamente dispares están realizando funciones semejantes. Sócrates
aprovecha la ocasión para traer a colación lo dicho al principio acerca de las dificultades
en las que se metía al aceptar entrar en la investigación del tema presente sobre la
educación de las mujeres y de sus hijos.
Texto2b
Comentario2
EL GRANDE PIÉLAGO
Sócrates afirma no estar dispuesto a echarse a atrás ya
que una persona no se echa menos a nadar si ha caido en una pequeña piscina que si ha
caido en el centro del más grande piélago. Esta metáfora del mar
tempestuoso como sinónimo de dificultad va a dominar casi todo el libro V.
Texto2b
Comentario2
RECOGIDO POR UN DELFÍN
Alusión a la historia del poeta Arión, que,
arrojado al mar por unos bandidos, fue salvado por un delfín. Ver Heród. I 23-24.
Texto2b
Comentario2
BUSCAR SALIDA
Con el objeto de hallar una salida a la situación en la que se encuentra
el argumento, Sócrates, comienza resumiendo el estado de la
cuestión: por un lado, se ha convenido en que cada naturaleza debería dedicarse
a un trabajo distinto, asi como en que los hombres y las mujeres son diferentes. Por
otro lado, sin embargo, ahora decimos tambien que estas naturalezas distintas han
de tener las mismas ocupaciones. Pues bien, Sócrates hace frente a esta aparente
contradicción aclarando primeramente como entender lo que es idéntico o diverso por
naturaleza, pues podría ser que hombres y mujeres no sean diferentes por naturaleza
sino iguales.
Texto2b
Comentario2
ARTE DE LA CONTRADICCIÓN
Sobre el arte de la contradicción ver 539 d y Sopb. 225
b, Phaedr. 261 d, Eutbyd. 275 e.
Texto2b
Comentario2
CALVOS Y PELUDOS
En este contexto, Sócrates, se pregunta si los calvos y
los peludos, que son evidentemente diferentes, serían iguales o diferentes
por naturaleza. Si llegaramos a establecer que son diferentes por naturaleza,
entonces deberíamos tambien prohibir que si los calvos son zapateros, pudieran serlo
tambien los peludos; y si lo son los peludos, que lo sean los otros.
Texto2b
Comentario2
DIFERENTES EN OCUPACIONES
Es por tanto, necesario establecer una clara
interpretación entre aquello que es diferente por su ocupación y lo que es diferente
por naturaleza. Podemos encontrarnos con dos sujetos uno de ellos dotado para la
mediciona y otro para la carpintería. Ahora bien, ello no quiere decir que un médico y
un carpintero tengan distintas naturalezas, sino diferentes oficios para
los que están capacitados por la misma naturaleza. No está mejor dotado por
naturaleza un peludo para ser médico o un calvo para ser carpintero. No por ser calvos
están dotados por naturaleza para ser médicos o por ser peludos para ser carpinteros.
Eso es algo accesorio y tal diferencia no los hace distintos en su naturaleza. Lo que los
hace distintos es la aplicación concreta de sus disposiciones naturales para
realizar el mejor oficio para el que están dotados.
Texto2b
Comentario2
DIFERENCIAS SUPERFICIALES
Si los sexos de los hombres y de las mujeres se nos
muestran sobresalientes en relación con su aptitud para algún arte u otra ocupación,
debe reconocerse que es necesario asignar a cada cual las suyas. Pero si aparece que
solamente difieren en que las mujeres paren y los hombres engendran, en modo alguno
debería admitirse, según Sócrates, que la mujer difiera del hombre sino que debería
aceptarse como algo necesario el que los guardianes y sus mujeres se dediquen a las
mismas ocupaciones.
Texto2b
Comentario2
DECIAS HACE POCO
Ver 453 c.
Texto2b
Comentario2
INVITACIÓN AL CONTRADICTOR
Ver 454 c.
Texto2b
Comentario2
MEJOR O PEOR DOTADAS
Según Sócrates, a efectos de organización cívica, no
existe ninguna ocupación que sea específica de la mujer o del hombre. De lo que se
trata es de descubrir las mejores dotadas con respecto a algo relacionado con la
ciudad. Pues bien, del mismo modo que entre los hombres, nos podemos encontrar con mujeres
mejor o peor dotadas para determinados artes u oficios.
Texto2b
Comentario2
MENESTERES BANALES
Según Sócrates, el hacer referencia, como elementos
diferenciadores en la naturaleza del hombre y la mujer, a cosas tan banales como
que las mujeres tejen o guisan mejor, o que cuidan mejor de sus hijos,
son cuestiones que no vale la pena ni descutirlas.
Texto2b
Comentario2
INDISTINTAMENTE DISEMINADAS
No existe, por tanto, en el regimiento de la ciudad ninguna
ocupación que sea propia de la mujer como tal mujer ni del varón como tal varón, sino
que las dotes naturales están diseminadas indistintamente entre unos y otros seres,
de modo que la mujer tiene acceso por su naturaleza a todas las labores y el
hombre tambien a todas; unicamente que la mujer es en todo más débil que el varón.
Ello significa que existen mujeres (del mismo modo que los hombres) dotadas para la
medicina y otras que no lo están; mujeres músicas y otras negadas por naturaleza para la
música; o aptas para gimnástica y la guerra y otras no belicosas ni aficionadas a los
gimnasios; del mismo modo, amantes y enemigas de la sabiduría así como fogosas y
carentes de fogosidad.
Texto2b
Comentario2
VIGILANCIA DE LA CIUDAD
En definitiva, existe (del mismo modo que el hombre) la mujer
apta para ser guardiana de la ciudad y la que no lo es. Ello implica que la mujer
y el hombre tienen la misma naturaleza en cuanto toca a la vigilancia de la ciudad,
sólo que la de aquella es más débil y la de éste más fuerte.
Texto2b
Comentario2
COHABITACIÓN
A partir de todo lo dicho, Sócrates, afirma que no
sería contradictorio establecer que sean las mujeres mejor dotadas para guardar
la ciudad las elegidas para cohabitar con los hombres de la misma clase y
compartir la guarda con ellos, ya que son capaces de hacerlo y su naturaleza es afín a la
de ellos.
Texto3b
Comentario2
INSTITUIDO ANTERIORMENTE
Se refiere a la ley instituida en 450 d.
Texto3b
Comentario2
DICHO ANTERIORMENTE
Se refiere a lo dicho en 452 e
LO MEJOR
Sócrates no se conforma con señalar que todo lo dicho
sobre la educación de las mujeres es algo factible sino que tambien
demuestra que es lo mejor. La estructura de la argumentación que le
lleva a probarlo es la siguiente:
CUBRIRSE CON LA VIRTUD
Una frase parecida en Plutarco, quien contradiciendo a
Heródoto el cual afirmaba que «al quitarse la mujer el manto se despoja
también del pudor», afirma: «porque, al contrario, la mujer casta sustituye su
vestidura por el pudor».
VIGILANCIA PÚBLICA
Según Heródoto las mujeres de los saurómatas iban con
sus maridos a la caza y a la guerra y se vestían como ellos. (ver Leyes 804e)
AL QUE SE RÍA
Como sucede con Aristófanes en Lys.
80-83
REGOGE VERDE FRUTO
Píndaro dice de los físicos jónicos que
«recogen verde el fruto de la sabiduría, es decir, su pretendida sabiduría no lo
es en realidad. Lo mismo les pasa a los cómicos con la risa que pretenden producir: es
una risa «verde», una risa absurda, una risa que no es risa.
PRIMERA OLEADA
Al llegar a este punto, Sócrates afirma haber superado la primera
oleada relacionada con la posición legal de las mujeres y con el establecimiento de
un principio que nos dice que todos los empleos han de ser ejercicidos en común por
nuestros guardianes y guardianas.
LO OLEADA QUE VIENE
Pero, a continuación, señala que tal oleada es pequeña
si la comparamos con la que vendrá a continuación y que es una deducción
necesaria de todo lo establecido hasta ahora.
LA SEGUNDA OLEADA
La nueva ley que Sócrates compara con una segunda oleada más
peligrosa que la primera establecida anteriormente establece lo siguiente: las
mujeres guardianas serán todas comunes para los guardianes y ninguna cohabitará
privadamente con ninguno de ellos; los hijos serán asimismo comunes y ni el padre
conocerá a su hijo ni el hijo a su padre.
Texto1c
Comentario3
PADRES E HIJOS QUE NO SE CONOCEN
Aristóteles en Política. 1262 a 16 y sigs. objeta
con razón que hay parecidos tan evidentes que harían inútiles todas las precauciones
para que los padres no reconozcan a los hijos.
Texto1c
Comentario3
AMBOS PROBLEMAS
Sócrates afirma que no duda en absoluto de la utilidad
de la ley establecida y de que sería el mayor de los bienes para
la comunidad de mujeres e hijos. Señala tambien que si cree que dará lugar a muchas
discusiones el problema de si es realizable o no. Adimanto protesta y señala que
no unicamente una de estas cuestiones (utilidad-mayor de los bienes) provocarán
muchos reparos sino todas ellas (utilidad-mayor de los bienes-realización). Por
consiguiente, habría que analizarlos todos.
Texto1c
Comentario3
UN FESTÍN
Sócrates se lamenta de no poder escapar, al menos, de la
demostración de uno de los dos elementos presentes en la ley. Ante ello se sirve
del simil del festín de mentes perezosas que dan por sentado que tienen lo que
desean y se divierten disponiendo y enumerando lo que harán cuando se realice. Sobre esta
base ruega a los presentes le permitan, de momento, aplazar para más tarde la
cuestión de cómo es factible llevar a cabo la ley propuesta.
Texto1c
Comentario3
ANALISIS DE AHORA
Sócrates plantea examinar ahora unicamente uno de los
problemas a los que hizo referencia anterioremente: el como los gobernantes regularán
la ley establecida al principio. Por consiguiente, tal ley se considera como si ya fuera
aceptada por la ciudad. Los presentes están de acuerdo con que, de momento, se centre
unicamente en el estudio de esta parte de la cuestión.
Texto1c
Comentario3
TU, SU LEGISLADOR
Despues de hacer abstracción de los problemas referidos a como
sería posible entender que las mujeres fueran comunes y demostrar que ello
sería util y beneficioso para la ciudad, Sócrates, se centra en como un hipótetico
legislador debería llevar a cabo lo que se considera ya establecido por ley en la
ciudad.
Texto2c
Comentario3
NECESIDAD ERÓTICA
El gobernante legislador eligirá las mujeres
del mismo modo que se eligió a los varones e intentará juntar a los guardianes y
guardianas que más se asemejen. La asistencia conjunta a las comidas comunes, los
gimnasios y demás actos de la vida comunal, les impulsará a unirse los unos con los
otros no tanto por necesidad geométrica sino erótica. El eros es aquí
deseo de unirse lo semejante con lo semejante. Por ello, Platón considera que
los mejores guardianes sentirían el deseo (eros) de unirse con las
mejores guardianas y viceversa.
GRANDES MULTITUDES
El simil de la seducción y arrastre de las grandes
multitudes parecen ser una citación trágica.
NO A LA UNIÓN PROMISCUA
Platán no se propone abolir el matrimonio ni quitarle
carácter religioso prescindiendo de las ceremonias usuales entre los helenos. Aquí se
refiere al hierós gámos, nombre dado a las nupcias de Zeus y Hera, tipo
de matrimonio ideal, que se celebran en Atenas con diversos ritos. Nada más opuesto a la
idea platónica que el amor libre o cualquier otra modalidad del vicio sexual. Por ello
Platón reniega textualmente de la promiscuidad.
UNIONES BENEFICIOSAS
El legislador debería perseguir que se
lleven a cabo las uniones más beneficiosas para la marcha de la ciudad. Por
ello, del mismo modo que sucede con los apareamientos entre los perros de raza,
en donde el criador siempre procura unir a los mejores de la camada, así tambien se
procurará hacer lo mismo con la raza de los guardianes y de las guardianas.
USO DE LA MENTIRA
Platón vuelve a hacer referencia, como ya había hecho en 389
b, a la utilidad de la mentira política por parte de los gobernantes.
Concibe como algo positivo el que éstos puedan hacer, por el bienestar de la comunidad, uso
de la mentira y del engaño.
COHABITACIÓN
FIESTAS
Sócrates habla tambien de de la necesidad de que el
legislador utilice ingeniosamente de las fiestas con el objeto de que
en ellas se unan las novias y a los novios escogidos de antemano.
NÚMERO DE MATRIMONIOS
Tambien se deja al arbitrio de los gobernantes el
decidir acerca del número de los matrimonios y propone que deberían hacer todo
lo que pudieran para mantener constante el número de los ciudadanos de modo que nuestra
ciudad crezca o mengüe lo menos posible.
SISTEMA DE SORTEO
El sistema de sorteo parece ser el siguiente. Al
aproximarse una determinada fecha de cada año, los gobernantes determinan, de acuerdo con
el total de fallecimientos, el número de matrimonios de guardianes que habrán de
celebrarse. Sorteo entre todos los hombres de 25 a 55 años y las mujeres de 20 a
40; designación, sin sorteo previo, de los premiados por méritos de guerra. Como el
sorteo está amañado, en él resultarán elegidos, de manera casi exclusiva, los sujetos
de calidad superior. Ahora bien, de acuerdo con las leyes preventivas del incesto,
ocurrirá que un varón que haya nacido en el año 100 de una supuesta era no podrá
casar: a) con las nacidas en 60-80, cada una de las cuales podría ser su madre; b) con
las nacidas en 125-155, todas las cuales podrían ser sus hijas; c) con las nacidas en
80-120, que podrían ser sus hermanas uterinas; d) con las nacidas en 70-130, que podrían
ser sus hermanas consanguíneas. Es decir, que no podría casar con nadie. Como en Grecia
estaban permitidos los matrimonios entre consanguíneos, podemos eliminar el último
apartado. Si es así, este hombre podría casar con las nacidas entre 120 y 125, demasiado
jóvenes para ser sus hermanas de madre y demasiado viejas para ser sus hijas. Pero no es
forzoso que el joven case precisamente a los veinticinco años. Si es así, este espacio
se ampliaría. El varón podría casar con todas las nacidas entre 120 y el año en que
case por primera vez. El caso de la hembra es similar, y las incompatibilidades serán las
siguientes: a) Con los nacidos en 45- 75; b) con los nacidos en 120-140; c) y d)
igual que el varón. Eliminado d), la mujer podrá casar con los nacidos entre 75 y
80, demasiado viejos para ser sus hermanos uterinos y demasiado jóvenes para ser sus
padres. Y, si la mujer no casa a los veinte años, podrá casar también con los nacidos
entre 120 y el año en que ella case por primera vez. El sistema, como se ve, es
imperfecto. Además de la posibilidad de enlaces entre tíos y sobrinas o viceversa, lo
que no es óbice, al parecer, para Platón, vemos que entre los contrayentes deben mediar
al menos veinte años, grave inconveniente desde el punto de vista eugénico. Esto puede
remediarse autorizando en ciertos casos los matrimonios entre supuestos hermanos uterinos;
o bien los gobernantes conocen ellos solos de quién es hijo cada guardián, y entonces no
hay obstáculo para que aparcen a personas de quienes saben que no son parientes, o lo
desconocen también ellos, y en este caso, y mediante la autorización del oráculo, que
les evitará el ser considerados como infractores de las leyes religiosas, podrán acoplar
libremente a las personas que por su edad puedan ser hermanas de madre (en Egipto eran
lícitos esta clase de enlaces). Entonces nuestro supuesto varón podrá casar con todas
las nacidas entre 80 y 125 o entre 80 y el año en que case por vez primera; y nuestra
supuesta hembra, con los nacidos entre 75 y 120 o entre 75 y el año de su primer
matrimonio. Aparte de que, si un hombre se casa, por ejemplo, en 126, 128 y 130, pero no
en 127 ni en 129, nada le impedirá casarse con las nacidas en estos dos últimos años.
Todo este aparato presupone un registro donde serán anotados los nombres de las personas
que tomen parte en los enlaces y otro de los nacidos en cada generación, pero sin citar,
naturalmente, la relación de parentesco entre unos y otros (a no ser, quizá, en un
registro secreto de los gobernantes). Los elegidos cohabitarán, por ejemplo, durante un
mes; y luego, el matrimonio quedará disuelto y sus contrayentes permanecerán célibes
todo el resto del año. Entre el séptimo y el décimo mes a partir del festival nupcial
nacerá una generación de niños; eliminados los deformes o procedentes de los seres
inferiores, el resto será separado de sus madres y conducido a una inclusa, pero las
madres tendrán obligación de lactar a aquellos niños que les sean destinados (
probablemente a uno distinto cada vez, para evitar lazos efectivos; Platón no tiene en
cuenta los efectos desastros que produciría en la crianza la mezcla de muchas leches
diferentes ). En esta labor serían más las lactantes que los niños, pues también
tomarían parte en ella aquellas madres cuyos hijos, sin saberlo ellas, hubiesen sido
eliminados. Todo este esquema anterior no hay que confundirlo con otra clase de uniones
extraoficiales; los hombres mayores de 55 y las mujeres mayores de 40 gozarán de toda
libertad en este aspecto, pero con dos limitaciones: no dejarán dependencia y observarán
las mismas precauciones preventivas del incesto que los contrayentes de uniones.
legítimas.
MALA SUERTE
Según Sócrates el ingenioso sistema de sorteo
anterior lograría que, en cada apareamiento, los seres inferiores pensaría que había
sido su mala suerte la causa de tal apareamiento, y que nunca llegaría a saber de la
jugarreta de sus gobernantes. Pero se ha hecho hecho notar, con razón, que es sumamente
improbable que estas medidas fraudulentas pudieran permanecer eternamente secretas; y, de
ser conocidas, crearían una irritación y
unas desavenencias tales como para contrarrestar sobradamente las posibles ventajas del
sistema.
ORGANISMOS NOMBRADOS
Sócrates comienza ahora a tratar acerca de la crianza
de los niños que vayan naciendo. Habla de la necesidad de crear organismos, formados
por hombres y mujeres, que deberían encargarse de ello. De todos modos, Platón,
consideraba esta función como particularmente apropiada para la mujer. En Leyes.
784 a, 794 a. se habla de comisiones
femeninas.
Texto3c
Comentario3
HIJOS DE LOS MEJORES
Los miembros de los organismos y comisiones, a los
que se ha referido anteriormente, serían los encargados de tomar a los hijos de
los mejores para llevarlos a la inclusa, poniéndolos al cuidado de unas ayas que
vivirían aparte, en cierto barrio de la ciudad.
HIJOS INFERIORES
En cuanto a los hijos de los peores (y tambien si
uno de los mejores nace lisiado) deberían esconderlos como es debido, en un lugar
secreto y oculto.
LUGAR SECRETO
Parece ser que aquí se preconiza el infanticidio
colectivo, aunque en términos velados, para no herir los sentimientos de los oyentes
(en Esparta, como es sobradamente conocido y atestigua Plutarco en Vita Lyc.
XVI, los niños deformes eran arrojados a un precipicio; pero quizá no hay que
entender que deban ser muertos los hijos de los seres inferiores, sino sólo relegados a
una clase también inferior a la de los guardianes (ver. 415 c).
CRIANZA
Los miembros de esa comisión deberían encargarse de
programar la crianza de los hijos de los mejores guardianes y guardianas.
Llevarían a la inclusa a aquellas madres que tengan los pechos henchidos, pero
procurando por todos los medios que ninguna conozca a su hijo, para proporcionar leche a
los recien nacidos. En el caso de que ellas no puedan, la comisión deberá proporcionar
las mujeres ubre que puedan hacerlo.
AFIRMAMOS
Ver 459 b.
LA FLOR DE LA EDAD
Esta idea de que existía una flor de la edad ideal
para la procreación es una creencia espartana que recoge, por ejemplo, Jenofonte
en su Constitución Lacedemonia.
VEINTE AÑOS
Sócrates habla de la edad ideal de los guardianes
y de las guardianas para procrear. Señala que el tiempo propio de la edad para la
mujer es de unos 20 años. Ademas, se afirma que la mujer debería parir
desde los 20 hasta los 40.
TREINTA AÑOS
Sócrates habla de la edad ideal de los guardianes
y de las guardianas para procrear. Señala que el tiempo propio de la edad para el hombre
es de unos 30 años.
DAR HIJOS A LA CIUDAD
Tal era la concepción dominante en Laconia. Con estas
palabras se dirigían los circunstantes al novio en el día de su boda (Ver Plut. Vita
Pyrrh. XXVIII. En este sentido, a los guardianes podrían serles atribuido lo que de
Catón dice Lucano: urbi pater est urbique maritus.
MAXIMA FOGOSIDAD
La frase ha sido quizá tomada de algún lírico,
posiblemente de Baquílides o Píndaro. En cuanto a su sentido, no hay unanimidad
de apreciación entre los críticos. Parece que el supuesto autor de la cita se refería a
un caballo de carreras. Así como los caballos son destinados a la procreación cuando ya
no son aptos para correr, así también los guardianes de Platón no se casarían mientras
no hubiesen desfogado un poco sus ímpetus juveniles. De otro modo, la expresión es
inexplicable, pues a los veinticinco años el hombre está en la plenitud de su vigor
físico.
APOGEO
El hombre, una vez que haya pasado de la máxima
fogosidad en la carrera, podria engendrar hasta los 55 años, ya que esa es la época
de apogeo del cuerpo y de la mente. De todos modos, en varios pasajes de las Leyes,
Platón se contradice al afirmar allí que los hombres deben casar entre los 30 o 35
años; en 772 d-e entre los 25-30 años. Ademas se fija la edad de 16 a 20 años para las
mujeres; mientras que en 833 d, de 18 a 20. Ver tambien lo que dice
Aristóteles en. Política. 1335 a 6 y sigs.
IMPIEDAD
Sócrates señala aquí que si alguno mayor de estas edades
o menor de ellas se inmiscuye en las procreaciones públicas, se considerará tal
falta como una impiedad y será objeto de castigo. Del mismo modo la ley será la
misma en el caso de que alguien de los que todavía procrean toque a alguna de las mujeres
casaderas sin que los aparee un gobernante, pues el hijo de ambos será declarado
bastardo e ilegítimo.
AMOR LIBRE
Según Sócrates, cuando las hembras y varones hayan pasado
la edad de procrear habrá que dejarles que cohabiten libremente con quien
quieran, excepto un hombre con su hija o su madre, pero ello unicamente despues de
haberles advertido que pongan sumo cuidado en que no vea la luz ni un solo feto
de los que puedan ser concebidos, y que, si no pueden impedirlo, sepan que un hijo así no
recibirá crianza.
CONOCER A LOS PADRES
Ante la pregunta de Adimanto de cómo los hijos conocerán
a sus padres y viceversa, Sócrates, afirma que de ningún modo. Cada uno de los
guardianes y guardianas escogidos llamarán hijos a todos los varones e hijas a todas
las hembras. Ellos tambien considerarán a todos como padres y madres.
ORDEN DE LA PITONISA
Aunque Sócrates señala que los hermanos y hermanas no
deberían relacionarse entre sí, la ley podría permitirles cohabitar si así lo
determinara el sorteo o lo ordenara la pitonisa. Estamos aquí de nuevo ante la existencia
de un grupo de poder que controla la información y puede en un momento
determinado considerar como un bien para la ciudad que tales guardianes y guardianas (aún
sabiendo que son hermanos) deberían dar hijos para la ciudad.
CONFORMES CON LO ANTERIOR
Sócrates, trae aqui a colación una idea establecida
anteriormente referida a que los guardianes deberían renunciar a todo tipo
de salario y bienes personales, ya que la ciudad es la que debía encargarse de su
sustento. (Ver 416 d-e)
Texto6c
Comentario3
PERFECCIÓN
Notar que, según Sócrates, la renuncia a todo salario y bien
personal tendría un efecto doble: contribuiría tanto a la perfección
personal como a la mejora de la ciudad no permitiendo su desgarro.
DESAPARICIÓN DE LOS PROCESOS
En una ciudad como la recien fundada deberían
desaparecer los procesos por acusaciones mutuas o las reyertas a causa
de la posesión de riqueza. En este contexto habría que situar a Aristófanes el
cual en Ecci. 655 y sig afirma: «Cremes: Otra duda me acude. Si en los
tribunales uno pierde un litigio, ¿con qué pagará? Praxágora: Lo primero es que no
habrá procesos». En los versos aristofánicos que siguen puede verse una parodia de
la argumentación de Platón.
DESAPARICIÓN DE LA VIOLENCIA
En Leg. 880 a prescribe también Platón que el de
una edad defienda al de su edad «con las manos solas sin armas», prescripción
tomada de las costumbres espartanas.
NO GOLPEAR A LOS ANCIANOS
En una ciudad así tampoco sería dificil promulgar
leyes que dicten que los más ancianos manden y corrijan en todo a los más
jovenes, los cuales los verán como a sus progenitores. En Leyes 880 b, tambien
Platón establecen penas para el que golpee a otro de mayor edad que él.
DESAPARICIÓN POBREZA
Según Platón la ciudad recien fundada no
sentirá los apuros y pesadumbres que suele traer la educación de los hijos y la
necesidad de conseguir dinero para el sustento doméstico.Se ha citado a Aristófanes.
Nub. 1172 y sigs. como prueba de que Platón no hace aquí otra cosa que recordar
las trampas y claudicaciones a que los apuros económicos llevaban a los atenienses de su
tiempo. No olvidar que en 422 a se dice que «la indigencia trae la vileza y el
mal obrar»
VENCEDORES DE OLIMPIA
Según Sócrates los miembros de su ciudad ideal llevaran
una vida más dichosa que la misma felicisima que llevan los vencedores de Olimpia. Las
odas triunfales de Píndaro nos dan más de un testimonio de que los
vencedores de los grandes juegos creían haber conseguido con su victoria la felicidad de
toda su vida.
OBJECCIÓN DE NO SÉ QUIEN
Ver 419 a y sigs. «No sé quién» es Adimanto.
REPETIR LO DE ALLÁ
Ver 420 y sigs.
MITAD MÁS QUE EL TODO
Esto lo dice Hesíodo (Op. 40) entre
las consideraciones que hace a su rapaz hermano Perses.
NORMA NATURAL
En definitiva, la comunidad que han de tener los
hombres con las mujeres en lo relativo a la procreación y educación de sus
hijos en completa intereacción se nos revela como uno de los mayores bienes
para la ciudad y ello sin transgredir la norma natural de la hembra en relación
con el varón. Sobre esto último ver lo dicho en 456 b.
EN LA GUERRA
Sócrates comienza analizar ahora cómo deberían
comportarse los guardines y guardinas cuando hay guerra.
EL OFICIO DE LA GUERRA
Era Atenas era frecuente que los hijos siguiesen los
oficios de sus padres; Platón mismo (Protágoras. 328 a) dice que no se podrían
encontrar otros rnaestros de artesanos que los padres mismos en cuanto capaces de enseñar
sus profesiones a los hijos. Pues bien, aquí Sócrates considera tambien a los guardianes
y guardianes como profesionales en el oficio de hacer de guerra. Y afirma que, además de
combatir en común, deberían de llevar a la guerra a todos los hijos que tengan
crecidos, para que vean el trabajo que tiene que hacer cuando sean mayores. Y es que como
se aprende mejor un oficio es mediantes la práctica.
EL PELIGRO DE LA GUERRA
Sócrates fundamenta la conveniencia de que los hijos
asistan ya desde pequeños a las batallas en la creencia de que todo ser vivo combate
mejor cuando están presentes aquellos a quienes engendró. Adimanto protesta contra
estas última ideas de Sócrates afirmando pueden poner en gran peligro la vida de
seres inocentes y, además, con su posible muerte en el campo de batalla, podrían
dejar a la ciudad en la imposibilidad de reponerse.
CAPITANES APTOS
Sócrates no niega la posibilidad de que los hijos de los
guardianes puedan correr peligro asistiendo como espectadores a las batallas. Sin embargo,
parece confiar ciegamente en la profesionalidad de los guardianes y de las guardianas,
los cuales procurarían en todo momento que los niños, aún siendo testigos de las
batallas, tuvieran una seguridad total en ella. Para ello, colocarán siempre al frente de
ellos no a gentes ineptas sino a capitanes aptos por su experiencia y edad y
propios para la dirección de los niños. Con esta elección, Platón, se eleva aquí
grandemente sobre la realidad de su tiempo, en que el oficio de pedagogo era
desempeñado por esclavos.
IMPREVISTOS
Es cierto que pueden surgir imprevistos pues oscuras
son las cosas de la guerra. «Oscuras son las cosas de la guerra», se lee en Tucídides,
quien insiste repetidamente en este pensamiento.
DAR ALAS A LOS NIÑOS
Ante los imprevistos que pueden surgir en el campo de
batalla y en dónde los hijos de los guardianes/as deberían de asistir, Sócrates propone
dar alas a tales niños desde su propia infancia a fín de que, cuando sea
preciso, se retiren en vuelo. Por ello, han de cabalgar desde su primera edad, y, una vez
enseñados, han de ser conducidos a caballo a presenciar la guerra no ya en
corceles fogosos y guerreros, sino en los más rápidos y dóciles que se puedan
hallar. Esta sería la mejor y más segura manera de que observen el trabajo que les
atañe para cuando sean mayores.
CONDUCTA DE LOS SOLDADOS
Sócrates pasa analizar ahora cuál debería ser la conducta de los
soldados tanto por los que se refiere a la que deberían tener ellos mismos en el
campo de batalla como la que deberían tener con sus enemigos.
Texto2d
Comentario4
TIRAR EL ESCUDO
Las expresiones dejar fila y arrojar el escudo son propias
de la lengua militar para indicar el acto del soldado que huye ante el enemigo; bien
conocido es el horaciano relicta non bene parmula (Carmides II 7,10). Por
otra parte, la prescripción de Platón en castigo de los cobardes puede ser comparada con
las ordenanzas de la severa Esparta y en algún modo las supera en rigor.
COMO GALARDÓN
Vemos de nuevo como la prescripción de Platón en castigo de los
cobardes que se dejan apresar vivos puede ser comparada con las ordenanzas de la
severa Esparta y en algún modo las supera en rigor.
ILUSTRES POR SU VALOR
Como puede verse los guardianes/as que se comportan con valor en el
campo de batalla deberían ser objeto de toda clase de honores: coronación, saludos, etc.
ALGO NO APROBADO
Expresión irónica, ya que Glaucón no era
precisamente hombre a quien desagradasen las cosas de que se va a hablar en relación con
las muestras de amor entre los amantes en el campo de batalla.
AYANTE
Ver Ilíada VII 321-322: se trata de un banquete
sacrificial.
ASIENTOS DE HONOR
Ver Ilíada VIII 161-162: el tema se repite en XII
310-311.
EL QUE PEREZCA
Aquellos valientes que perezcan en combate serán
declarados como pertenecientes al linajde de oro. Sobre el significado de este concepto
ver 415a.
DEMONES TERRESTES
Ver OP. 12 2-123 de Hesíodo. Son versos
pertencientes a la descripción de la edad de oro bajo el reinado de Crono. Con
los dichosos hijos de esta edad compara Platón a sus aureos ciudadanos.
REVERENCIA A LOS MUERTOS
En la teología Posthomérica hay muchas indicaciones de
esta veneración por los grandes muertos: el mismo Platón nos ha conservado en Menón
81 b-c, un fragmento de Píndaro en el que se habla de «los augustos reyes y
varones poderosos por su fuerza o grandes por su Prudencia que son en el porvenir
venerados por los hombres como héroes santos».
RESPECTO A LOS ENEMIGOS
Hasta aquí, Sócrates, ha tratado sobre la conducta y sus
consecuencias de los guardianes/as en el campo de batalla. A partir de ahora se referirá
a la conducta a mantener por tales guardianes/as con sus enemigos.
SOBRE LOS ESCLAVOS
Platón demuestra aquí un claro un sentimiento
panhelénico que se halla también en ciertos pasajes de Jenofonte y en otros escritores
de la época, especialmente Isócrates. Podemos apreciar que la plena dignidad que
nosotros los modernos atribuimos a la persona humana Platón la concede aquí solamente al
hombre griego. Por lo que respecta a los bárbaros es claro que no impugna el principio de
la esclavitud, como reconoce Adam; y, si bien es verdad que no asevera en ninguna parte
que en su ciudad ideal ha de haber esclavos (ver 371 e), distintos pasajes del
tratado nos permiten asegurar que ello tiene por única razón el que lo daba por supuesto
conforme a la arraigada y universal creencia de su tiempo. En la organización de «la
ciudad» sólo hay que tratar de «los ciudadanos» y los esclavos no lo eran.
DESPOJO A LOS MUERTOS
Sócrates critica como una villanía el despojo a los
muertos en el campo de batalla.
ENEMISTAD QUE HA VOLADO
El cuerpo, conforme a la concepción platónico de la
unión de éste con el alma, es el intrumento con el que el enemigo luchaba. Trás su
muerte, la enemistad ha volado con su alma.
ARMAS EN LOS TEMPLOS
Era esta una costumbre corriente en Grecia. Lo mismo que en
lo que sigue, Platón no hace más que reprender sucesos y conductas frecuentemente
observadas en su propia generación; él las condena en nombre del Helenismo, lo que es un
testimonio de conciencia, como otras condenaciones semejantes hechas en nuestros tiempos
en nombre de la humanidad.
DEVASTACIÓN
Sócrates analiza ahora los efectos de las guerras. Se
centra en principio en la propia Grecia y habla de la devastación de la tierra
helénica y el incendio de las casas entre los propios griegos. Señala que, en las
reyertas entre griegos, unicamente estaría permitido quitar y tomar para los vencedores
la cosecha del año.
Texto3d
Comentario4
GUERRA Y SEDICIÓN
Sócrates, diferencia entre guerra y sedición.
Señala que estas dos discordias se dan en terrenos distintos: uno en lo doméstico
y allegado; lo otro, en lo ajeno y extraño. La enemistad en lo ajeno, es
llamado guerra. Pues bien, cuando los griegos luchen contra los bárbaros
deben hacerlo con un sentimiento guerrero y en un estado de guerra. Ahi, en principio,
parece que todo estaría permitido.
SEDICIÓN Y GUERRA
Para justificar racionalmente esta medida, Sócrates,
diferencia entre guerra y sedición. Señala que estas dos discordias se
dan en terrenos distintos: uno en lo doméstico y allegado; lo otro, en lo ajeno
y extraño. La enemistad en lo doméstico es llamada sedición. Pues bien,
según Sócrates, la raza griega es allegada y pariente para consigo misma y ajena y
extraña en relación con el mundo bárbaro. Por lo tanto, cuando los griegos luchan
entre sí, siguen siendo amigos por naturaleza, aunque en ese momento enfrentados. Tal
enemistad ha de ser llamada sedición. Pues bien, cuando los amigos por naturaleza
disputan no es de hombres buenos, civilizados y amantes de Grecia, el incendiar las casas,
talar las tierras o hacer esclavos.
CIUDAD GRIEGA
Considerada la ciudad como terrestre, había de pertenecer
forzosamente al mundo civilizado, esto es, había de ser griega. Ya se ha visto con
cuánta frecuencia pasa Platón de la construcción de su ciudad ideal a la censura de las
cosas de su tiempo y nación; más adelante, en cambio (592 b), su ciudad no está
ya en la tierra, sino en el cielo. Por lo demás, la preferencia de Platón por los
griegos no tiene nada de patriotismo estrecho; en el fondo siente que éstos, con todos
sus defectos, se aproximaban inconmensurablemente más que los bárbaros al tipo humano
que él llevaba en sí mismo. Y la diferencia entre unos y otros queda expresada por él
con ténninos comunes a otros muchos escritores griegos: como una división natural,
insalvable y sin posibilidad de conciliación. No pensaba que sus escritos, y
especialmente La república, habían de contribuir grandísimamente por su ideal
humano a romper esa barrera que él consideraba inquebrantable y eterna.
COMPORTACIMIENTO DE AHORA
Probablemente en la que precede Platón se refiere a la
crueldad de los tebanos, que destruyeron Platea el 374, fecha después de la cual
estaría escrito este párrafo. El adverbio se aplica mal al 430 como fecha dramática.
NUEVA CUESTIÓN
Al llegar a este punto en el libro V,
Adimanto, interrumpe a Sócrates y le ruega no siga tratando el tema de la guerra y de
la comunidad de los guardianes y guardianes pues ello significa olvidarse de tratar
aquello que dio de lado, para tratar de estos temas, y referido a la cuestión de si
es posible que exista un tal regimen político y hasta donde los es. Porque
Adimanto admite que una ciudad como la que se ha fundado tendría toda clase de bienes ya
que lucharían mejor que nadie contra sus enemigos, reconociéndose y llamándose
mutuamente hermanos, padres e hijos, no se abandonarían nunca. Ahora bien, de lo que se
trata de analizar es de si es posible que exista una ciudad de este tipo y en qué
modo podría ser una realidad.
Texto1e
Comentario5
NUEVA OLEADA
Sócrates reconoce la importancia del planteamiento de
Adimanto al que describe como una tercera oleada, pendiente por analizar, debido
a la existencia de las otras dos oleadas (la primera oleada fue la
cuestión del servicio de las mujeres como guardianas; la segunda, la de la
comunidad de mujeres e hijos. Estas dos frenaron la posibilidad de estudiar la posibilidad
del estado ideal). Sócrates describe esta tercera oleada como la más grande y
la más dificil de vencer y señala que los presentes no tardarán en comprender las
razones que le llevaban a retraerse y a temer la empresa de una cuestión tan dificil.
EXCUSAS
Adimanto le replica a Sócrates que no debe dar más
excusas y que deje de perder el tiempo y pase rapidamente a explicar como puede llegar
a existir el regimen que están tratando.
LA COSA JUSTICIA
Sòcrates comienza su investigación aclarando varias
cuestiones. En primer lugar, señala que la base de la investigación
debe consistir en intentar averigüar que cosa fuese la justicia y qué la injusticia.
PARTICIPACIÓN
En segundo lugar, Sócrates afirma que en el caso de que
lleguen a descubrir cómo es la justicia, lo único que se pretenderá con ello
es que el que denominamos hombre justo se le acerque y parezca lo más posible,
pero nunca que sea totalmente igual a ella. Y es que si se intenta investigar lo que es la
justicia en sí es unicamente en razón a que sirva de modelo. Es decir,
se trataría de definir a tal o cual hombre como justo o injusto en tanto en cuanto que participen
más o menos del modelo de justicia; pero no tenemos el proposito, señala Sócrates, de
mostrar que era posible la existencia de tales hombres.
LA JUSTICIA EN SÍ
Se discute si en esta expresión se ha de entender «la
idea metafísica de la justicia», en sentido platónico, o simplemente «la
justicia en abstracto. Aunque la exposición de la teoría de las ideas no
se ha hecho todavía, no cabe excluir por ello que se halle ya presente en la mente del
filósofo.
EL PINTOR
En esta comparación se trasluce un concepto del arte muy
superior al que Platón habrá de exponer en el libro X. La función del pintor, como la
del filósofo al construir su república, es creadora, no de imitación. Por ello no tiene
menos mérito un pintor porque, pintando a un hombre de la mayor hermosura, no pueda
demostrar ue exista semejante hombre.
NO PIERDE NADA
Sócrates afirma que va a tratar de fabricar un modelo
de ciudad justa. Pero tambien señala que en tal intento su discurso no pierde
valor por no poder demostrar que sea posible establecer en la realidad una ciudad que
se corresponda al modelo.
ACUERDO EN LOS MISMOS PUNTOS
Sócrates hace referencia a la dificultad que entraña el
ponerse de acuerdo con sus puntos de vista. Con ello apunta a la resistencia general a
admitir la doctrina platónica de que el mundo de las ideas tiene más realidad que el de
la materia.
EXACTITUD RELATIVA
Sócrates solicita a los presentes a que no le fuercen a
mostrar la necesidad de que las cosas ocurran en la realidad del mismo modo y exactamente
a como las tratamos en nuestro discurso. De todos modos, notar como afirma que si se logra
descubrir el modo de constituir una ciudad que se acerque maximamente al modelo que queda
dicho, es muy lógico suponer que sería posible la realización del mismo en la
práctica.
UNA SOLA COSA
Sócrates intenta probar ahora como es posible un modelo
de ciudad ideal. Para ello, comienza señalando que, en primer lugar, habría que
poner de manifiesto qué es lo que se hace mal dentro de las ciudades con el
objeto de cambiarlo. Afirma que piensa que cambiando una sola cosa se podría
mostrar como cambia toda una ciudad.
Texto2e
Comentario5
OLA GIGANTESCA
Sócrates sitúa la cosa única en relación con
la ola gigantesca de la que había hablado anteriormente. Con ello muestra su
temor haciéndo referencia a lo que se le puede venir encima cuando los
interlocutores escuchen lo que va a decir.
RISA Y DESPRECIO
Sócrates muestra aquí el temor a que la ola
gigantesca, de la que acaba de hablar, estalle en una explosión de risa
haciéndole sumerjir así en el ridículo y el desprecio. Sin embargo, afirma que no va a
callarse.
LOS REGENTES FILÓSOFOS
Esto es lo que Sócrates decide no callar: una ciudad
modelicamente justa sólo es posible si los filósofos reinan en las ciudades, o
cuantos ahora se llaman reyes practiquen noble y adecuadamente la filosofía, y
conviertan así la filosofía en poder político.
Este pasaje en dónde habla de los regentes filósofos es muy semejante al de 499
b y el pasaje célebre de la carta VII (326 a-b), donde se agrega que «éste
era ya el criterio que yo tenía cuando llegué por primera vez a Italia y Sicilia».
COINCIDENCIA
Ha de insistiese también en que Platón condena la dedicación
exclusiva a la especulación filosófica o a la actividad política y sólo
en la unión de ambas ve la posibilidad de salvación. Historicamente, sin
embargo, Platón, que ya acabaría por sentirse defraudado en vida, lo estaría aún más
si pudiese comprobar como «El rey filósofo» se hizo un tópico en los
panegíricos de los emperadores romanos y, con más o menos cantidad de adulación o de
justicia, ha sido aplicado también a otros monarcas de época posterior.
ALGO PARADÓJICO
Platón, aquí, como en aquello de «la ola que estallara
en risa», se refiere al previsto choque de su aserción, expresada en los simples
términos en que él lo hace, con la opinión reinante en la democracia ateniense acerca
de los filósofos.
SE ECHARAN SOBRE TÍ
Glaucón protesta contra las ideas de Sócrates sobre los
regentes filósofos y le avisa que se le van a echar sobre él con todas sus
fuerzas una multitud de hombres no despreciables, es decir, los políticos de su tiempo,
que aprovecharán la primera arma que encuentren para atacar sin piedad; y, si no los
rechaza con sus argumentos, escapándose de ellos, tendría que pagarlo de verdad.
DISCIPULO QUE NO TRAICIONA
A pesar todo, Adimanto, anima a Sócrates y se muestra
dispuesto a no hacerle traición y colaborar en la investigación respondiendo a las que
preguntas que éste le haga.
INTENTARLO
Sócrates lo que ahora intentaes demostrar por qué
deberían ser los regentes-filósofos, a los que se ha referido anteriormente,
los que deben gobernar en la ciudad.
Texto3e
Comentario5
TOTALIDAD
Con el objeto de demostrar que los regentes-filósofos
son los llamados a gobernar la ciudad, Sócrates utiliza el denominado por muchos
método del rodeo: sistema que parece alejarnos de lo que se está tratando pero que
en realidad no es otra cosa que dar un especie de rodeo que nos ayuda a ver mucho
mejor lo que se está analizando. En este contexto, Sócrates, comienza señalando algo
que parece alejarse del tema, al afirmar que los regentes-filósofos deberían
ser amantes no de lo parcial sino de la totalidad del saber.
COLOR DE MIEL
Este pasaje revelador de una gran verdad de experiencia
humana en el ámbito de los enamorados ha sido muchas veces imitado: Lucrecio dio
a semejantes consideraciones un tono de acritud; Horacio, en cambio propone esta
condescendencia de los amantes como un modelo para la buena amistad. Platón, por
su parte, ridiculiza alguna de las grotescas invenciones de los amantes, como lo del
«color de miel» que no existe más que en la imaginación de aquéllos.
GENERALES
Bajo el estratega o general en jefe estaban los taxiarcos,
jefes de los diez cuerpos formados con los hoplitas de cada una de las diez tribus, y
subordinados de ellos eran los jefes de tercio, tres bajo taxiarco; a estos jefes
de tercio se refiere Platón.
DESEOSO DE LA TOTALIDAD
Según Sócrates, cuando decimos que uno está deseoso
de algo entendemos que su deseo es de la totalidad de ese algo y no de algo
en parte sí y en parte no. Asi, por ejemplo, el ambicioso, deseoso de honores, están
siempre dispuestos a ocupar cualquier puesto que se les ofrezca pues están en un todo
deseosos de honra.
AMANTE DE SABIDURÍA
Según Sócrates, el amante de la sabiduría es
aquel que la desea toda entera. Por tanto, de aquel que siente disgusto por el estudio, no
diremos que sea amante del estudio ni filósofo, como no decimos del desganado que desee
alimentos ni que se buen comedor. En cambio, al que con la mejor disposición quiere
gustar de toda enseñanza, al que se encamina contento a aprender sin mostrarse nunca
ahito, a ése le llamaremos con justicia filósofo.
AFICIONADOS AL SABER
Aunque Glaucón dice estar de acuerdo con las ideas de
Sócrates le hace ver sus reparos. Y es que, señala Glaucón, nos encontramos
con gentes que gustan totalmente de los espectáculos o de las audiciones, siendo, por
tanto, en lo suyo amantes del saber, pero que no tiene claro si podría llamárseles
filósofos.
SEMEJANTES A FILÓSOFOS
Sócrates afirma que unicamente serían semejantes a
los filósofos en cuanto se complacen en saber, pero el saber que ellos alcanzan no
es más que una sombra de verdadero saber ya que lo que llegan a conocer no es otra cosa
que las sombras del verdadero objeto de la sabiduría. Son semejantes a los filósofos en
cuanto «se complacen en saber»; pero el saber que ellos alcanzan no es más que una
sombra del verdadero, como las apariencias por ellos captadas son sólo sombras del
verdadero objeto de la sabiduría. Ante esta respuesta, Glaucón le interroga acerca de
quienes son para él los filósofos verdaderos. La respuesta socrática la
veremos más adelante.
FILOSOFOS VERDADEROS
La descripción que Sócrates va ahora realizar acerca de los
denominados filósofos verdaderos hay que situarla en relación a la dificultad
que Glaucón había planteado anteriormente al preguntar si habría que situar a los
aprendices y aficionados en determinadas artes el calificativo de filósofos. Como
Sócrates había respondido negativamente y los había definido a tales aficionado no como
filósofos sino como semejantes a filósofos es por lo que ahora comienza a
tratar sobre lo que considera como filósofos verdaderos. A éstos comienza
definiéndolos como aquellos que gustan de contemplar la verdad. Ahora
bien ¿que significa contemplar la verdad?. Sócrates intentará aclarar esta
definición tomando como base su teoría de las ideas.
Texto1f
Comentario6
LAS IDEAS
La teoría de las ideas no es aquí objeto de
demostración ni de discusión, porque Glaucón la va aceptando a medida que Platón la
expone. El intento especial del filósofo en este lugar es señalar la existencia de las
ideas como realidades separadas e independientes, insistiendo sobre todo en la posibilidad
y conveniencia de de su conocimiento. Por ello, parte de la tesis de que existen
ideas distintas entre sí y que, a su vez, cada una es una cosa - lo hermoso- lo feo
-lo justo- lo injusto- lo bueno- lo malo-. El objetivo es, sin embargo, señalar que una
cosa es conocerlas en sí mismas y otra distinta en sus apariencias.
LAS APARIENCIAS
Según Sócrates las ideas cuando se mezclan con
las acciones y los cuerpos se muestran cada una con multitud de apariencias.
AFICIONADOS
Del mismo modo que las ideas, la sabiduría se nos
aparece tambien con multitud de apariencias. Pues bien, es esta apariencia de
sabiduría la que se nos muestre en los aficionados a los espectáculos u
otras artes.Y es que los aficionados a audiciones o espectáculos gustan de las buenas
voces, colores y formas; pero su mente es incapaz de ver y gustar la naturaleza de lo
bello en sí mismo.
LOS FILÓSOFOS
Los filósofos verdaderos gustan de contemplar la
verdad porque no se limitan a percibir lo accidental y lo aparencial de la
realidad sino que intentan penetrar en el secreto de la esencia de las cosas.
LO BELLO EN SÍ
Por ejemplo, en relación con la belleza habría que
diferenciar entre lo que es la belleza en sí y lo que son las cosas bellas.
Intentar descubrir lo primero es propio de un filósofo verdadero, quedarse con
la percepción de las cosas bellas es algo propio de aficionados y seres semejantes a
filósofos pero no filósofos verdaderos.
ENSOÑAR
Sócrates se sirve de los similes del sueño y de la
vigilia para explicar mejor lo que viene diciendo. Los que creen en las cosas bellas
y no en la belleza en sí son personas que viven no despiertos sino en un ensueño;
pues que otra cosa es ensoñar- se pregunta Sócrates- sino el que uno, no tome lo que
semejante somo tal semejanza de su semejante, sino como aquello mismo a que se asemeja?
Es decir, una cosa que denominamos como bella es algo que se asemeja o partiticipa de una
idea eterna e inmutable de belleza. Pensar lo contrario, es decir, creer que lo que es una
cosa bella se identifica con la belleza misma es lo mismo que el que confunde el mundo de
los sueños con el de la vigilia.
VIVIR EN VELA
Los que, por el contrario, son capaces de dirigirse a lo bello
en sí y contemplarlo tal cual es, y, asimismo llegan a saber que las cosas bellas lo
son porque participan de esta belleza, son los que se encuentran despiertos y viven en
vela.
ALGUIEN SE ENOJA
Se cree con bastante probabilidad que aquí Platón, aunque
dando a sus consideraciones un valor general, piensa especialmente en Antístenes
decidido adversario de su teoría de las ideas. Simplicio cuenta que Antístenes
dijo: «¡Oh, Platón! Veo el caballo, pero no veo la caballeidad.» Y el otro
contestó: «Porque tienes el ojo con que se ve el caballo, pero no aquel con que se
ve su idea»
CONTESTAME POR ÉL
Sócrates aduce aquí un argumento en el que se sospecha hay un valor polémico, en cuanto
su supuesto adversario Antístenes En el marco así establecido, y sin salir de
él, se desarrolla la argumentación que sigue y en dónde pide a Glaucón que
conteste en lugar de su adversario. La estructura de la argumentación es la
siguiente:
DISTINCIÓN
Sobre la base de lo establecido anteriormente, Sócrates, quiere
dejar tambien claro que tanto el saber como la ignorancia
son realidades distintas porque ordenan según su propia potencia. Es decir, el saber
se dirige por naturaleza a lo que existe para conocer el ser. La ignorancia hacia
el no-ser y lo no existente.
EL GENERO DE LA OPINIÓN
Por su parte, la opinión parece ser algo distinto
al saber pero tambien de la ignorancia. Ahora bien, si ello es así, despues de haber
visto que por naturaleza el saber tiende hacia el conocimiento del ser y de lo
que existe y la ignorancia hacia el no-ser y lo no existente: ¿hacia donde
tiende por naturaleza la opinión?
DIFERENTE DEL CONOCER
Es evidente que, según lo establecido, la opinión
no puede dirigirse hacia el conocimiento del ser ni de lo que existe.
LO CONOCIBLE
Se identifica con el ser y con lo que existe.
LO OPINALBE
No se identifica ni con el ser ni con lo que existe.
Pero, como veremos más adelante, ello no quiere decir que se identique con lo que
no-es o no existe.
IGNORANCIA
Según Sócrates es imposible opinar sobre lo que no
existe ya que el que opina tiene siempre una opinión sobre algo y lo que no existe
no es alguna cosa sino que realmente puede llamarse nada. Además
tambien parece evidente que a lo que no existe le atribuimos forzosamente ignorancia
y a lo que existe el conocimiento. En definitiva, parece que no se opina ni
sobre lo existente ni sobre lo no existente y, por ello, la opinión ni es
conocimiento ni es ignorancia sino que está al margen de estas dos cosas.
EN MITAD DE AMBAS
La opinión parece algo más oscuro que el
conocimiento, pero más luminoso que la ignorancia, lo que implica el tener que aceptar
que está en la mitad de ambas y, por tanto, es un término medio entre una y
otra. Ahora bien, recordar que anteriormente en la argumentación se había establecido
que si apareciese algo tal que al mismo tiempo existiese y no existiese, entonces no
habría sobre tal cosa ni saber ni ignorancia, sino que sería algo intermedio entre
ignorancia y el saber. Pues bien, ese algo intermedio que se nos aparece ahora en la
argumentación es lo que Sócrates denomina como Opinión.
RESPONDE BUEN HOMBRE
Las palabras de Platón suenan a reto personal:
probablemente van dirigidas a Antístenes. Reta al fundador de la escuela cínica
porquel afirmaba que no existía, por ejemplo, lo bello en sí, ni idea
alguna de belleza, sino tan sólo una multitud de cosas bellas.
Texto2f
Comentario6
CANTIDADES DOBLES
Una cosa que es doble de otra, puede ser al mismo
tiempo mitad de una tercera, y así en un respecto es doble y en otro mitad; de lo
doble en sí o idea de lo doble no puede decirse esto, sino que es siempre e
invariablemente doble. Pues bien, Sócrates sigue retando al buen hombre Antístenes
para que demuestre si acaso no es cierto que las cosas bellas son al mismo tiempo
feas o que las cantidades dobles se nos aparecen tambien como mitades
(por ejemplo, el 4 es el doble del dos pero tambien es la mitad del 8).
Texto2f
Comentario6
COSAS LIGERAS Y PESADAS
Siguiendo en la misma linea del reto anterior, Sócrates,
afirma que la misma relatividad se puede percibir tambien con las cosas ligeras
y pesadas que son, a veces, las unas como las otras, es decir, una misma
cosa puede ser ligera para un hombre forzudo y muy pesada para uno debil.
Texto2f
Comentario6
ACERTIJO INFANTIL
El enigma o adivinanza a que aquí se refiere Platón reza
así en una de las versiones del escoliasta: «se cuenta que un hombre que no era
hombre, viendo a un pájaro que no era pájaro posado en un palo que no era palo, le tiró
y no le tiró una piedra que no era piedra. La solución es: un eunuco, viendo a
un murciélago posado en una caña, le tiró una piedra pómez y no le dio. Esta
adivinanza se utilizaba en los ejercicios de lógica entre los estoicos. Por lo demás, la
conclusión que sigue se presta a la objeción de que no es lo mismo «ser o no ser
tal o cual cosa (v. gr., bueno, bello, etc.)» que «ser o no ser en absoluto», esto
es, «existir o no existir»; y como de este problema de la predicación y del no
ser trata adecuadamente Platón en el Sofista, cabe suponer, o que al escribir esto
no había llegado a madurar su pensamiento, o que emplea conscientemente la falacia con un
fin ocasional y práctico, como opinan los defensores de la unidad de la doctrina platónica.
Texto2f
Comentario6
MULTIPLES CREENCIAS
Los defensores de la existencia de cosas bellas y justas
pero negadores de la existencia de la belleza en sí o de la justicia en sí,
son representantes de las múltiples creencias acerca de lo bello y de lo justo,
sitúandose, por tanto, en la región intermedia entre el no-ser y el ser puro,
es decir, en el mundo de la Opinión.
Texto2f
Comentario6
MUCHAS COSAS BELLAS
Los que unicamente perciben muchas cosas bellas se
encuentran sometidos a la potencia de lo opinable, pero no de lo conocible.
Texto2f
Comentario6
IDÉNTICA A SÍ MISMA
Los que son capaces de contemplar cada cosa idéntica a
sí misma son los amantes de la sabiduría y los filósofos verdaderos.
Texto2f
Comentario6
RECORDAR LO DICHO
Ver 476 b.
Texto2f
Comentario6
AMANTES DE LA OPINIÓN
Los que perciben muchas cosas bellas, pero no ven lo bello
en sí, están situados dentro de la clase de los que opinan pero no conocen, es
decir, al margen de los auténticos filósofos. Por ello son más bien amantes de la
opinión que filósofos o amantes de la sabiduría. Y cuando se le diga tal cosa, no
deberían enojarse, afirma Sócrates, porque no es lícito enojarse con la verdad.
Platón ha creado aquí la palabra «filodoxo», amante de la opinión, categoría a la
que, sin duda, trata de reducir a alguno de sus advmarios que se daba a sí mismo título
de filósofo, ya se trate de Isócrates, ya de Antístenes, ya de ambos.