2ª PARTE
El niño del
espejo
En las islas afortunadas
De los compasivos
De los sacerdotes
De los virtudosos
De la chusma
De las tarántulas
De los sabios famosos
La canción de la noche
La canción del baile
La canción de los sepulcros
De la superación de sí mismo
De los sublimes
Del país de la cultura
Del inmaculado conocimiento
De los doctos
De los poetas
De los grandes acontecimientos
El adivino
De la redención
De la cordura respecto de los hombres
La más silenciosa de todas las horas
3ª PARTE
El caminante
De la visión del enigma
De la bienaventuranza no querida
Antes de la salida del sol
De la virtud empeñecedora
En el monte de los olivos
Del pasar de largo
De los apóstatas
El retorno a casa
De los tres males
Del espíritu de la pesadez
De tablas viejas y nuevas
El convaleciente
Del gran anhelo
La otra canción del baile
Los siete sellos (O:La canción Si y amén)
4ª PARTE
La ofrenda de la miel
El grito de socorro
Coloquio con los reyes
La sanguijuela
El mago
El jubilado
El más feo de los hombres
El mendigo voluntario
La sombra
A mediodía
El saludo
La cena
Del hombre superior
La canción de la melancolía
De la ciencia
Entre hijas del desierto
El despertar
La fiesta del asno
La canción del noctámbulo
El signo
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Os presentamos la segunda,
tercera y cuarta partes del Así
habló Zarathustra de Friedrich Nietzsche
(1844-1900)
La Segunda Parte se
inicia cuando Zarathustra se encuentra en la montaña aguardando a que la
semilla plantada por él de sus frutos. Se impacienta, a causa de la sobreabundancia de
su sabiduría; y un amanecer tiene un sueño: la doctrina predicada por él
está siendo desfigurada. Ha perdido a sus amigos, y tiene que ir a
buscarlos de nuevo. De todos modos no es seguro todavía que sus discípulos vayan a
abandonarle y, por ello, Zarathustra sostiene la esperanza: Es posible
que vosotros, amigos míos, os asustéis tambien de mi sabiduría
salvaje; y tal vez huyáis de mi juntamente con mis enemigos.
De todos modos, la idea central que resuena, abierta o
escondidamente, en la segunda parte, es la voluntad de poder.
Por ello los primeros capítulos son ataques contra quienes con
su enseñanza se oponen a esa voluntad. Los compasivos,
los sacerdotes, los virtuosos, los sabios
famosos, la chusma, las tarántulas:
todos ellos sienten aversión contra la vida y su esencia. Están dominados por el espíritu
de la venganza. De repente, surgen tres capítulos de tono
lírico «La canción de la noche», «La
canción del baile»y «La canción de los sepulcros».
Y tras ellos aparece el esbozo del hombre que se libera del espíritu de venganza contra
la vida.
«De los grandes acontecimientos» nos informa de los viajes y
andanzas de Zaratustra, así como también lo hace el capítulo dedicado a la «redención»,
en que Zaratustra dialoga con los lisiados y mendigos. El capítulo final de esta parte
hace emerger, como un monstruo, el pensamiento del eterno retorno.
Zaratustra «grita de terror» ante él. No quiere decirlo; se muestra obstinado y calla a
pesar de todos los requerimientos. «Y yo reflexioné durante largo tiempo y
temblaba. Pero acabé por decir lo que había dicho al comienzo: "No quiero"».
Por la noche se marcha solo y abandona a sus amigos.
La tercera parte constituye
la culminación de la obra. No se olvide que, en el primitivo plan de Nietzsche,
Así habló Zaratustra concluía con ella. Como puede suponerse, su tema
central es lo que quedó inexpresado al final de la segunda: el pensamiento del eterno
retorno, que Zaratustra «no quiso» decir.
También ahora duda en proponerlo
«Esta idea es más bien aludida que realmente desarrollada. Nietzsche
tiene casi miedo de expresarla. El centro de su pensamiento rehúye la palabra. Es un
saber secreto. Nietzsche titubea y levanta siempre nuevas vallas en torno a su secreto,
pues en su intuición suprema es donde más atrás queda por debajo del concepto. El
misterio de su idea fundamental queda envuelto, para él mismo, en las sombras de lo
inquietante. Tal vez se salga así por vez primera de la senda de la metafísica y se
encuentre sin camino alguna, perdido en una nueva dimensión» (E.
Fink).
Al comienzo de la 3ª parte Zaratustra se embarca y
durante la travesía narra a los marineros un sueño que acaba
de tener: el apartado correspondiente se titula «De la visión del enigma».
Y sin duda no es posible resumir más concentradamente el núcleo de esta obra que
diciendo lo siguiente: Así habló Zaratustra es «la visión de
un enigma». Visión, por la inmediatez con que se presenta, por el espanto
que produce. Enigma, porque permanece en lo inexpresado. Y de
ese espanto, que es como una culebra atravesada en la garganta,
el hombre sólo puede librarse mordiendo y arrancando la cabeza de la serpiente, y
arrojándola lejos. Entonces ríe. «Nunca antes en la tierra había
reído hombre alguno como él rió». Los intermedios
líricos son frecuentes en esta tercera parte, alcanzando cumbres
altísimas, como en el titulado «Antes de la salida del sol».
Pero el pensamiento del eterno retorno vuelve a aflorar una y
otra vez, y llega a su más detallada expresión en los apartados «Del
espíritu de la pesadez» y «El convaleciente».
Concluye esta tercera parte con el comentario de la canción de amor al
dolor, esencia del mundo, que volverá a aparecer al fìnal de la
última parte.
¡Oh hombre! ¡Presta atención!
¿Qué dice la profunda medianoche?
«Yo dormía, dormía, -
De un profundo soñar me he despertado: -
El mundo es profundo
Y más profundo de lo que el día ha pensado.
Profundo es su dolor,
El placer - es más profundo aún que el sufrimiento:
El dolor dice: ¡Pasa!
Mas todo placer quiere eternidad,
-¡Quiere profunda, profunda eternidad!»
Muchos años y muchas lunas han pasado sobre el alma de Zaratustra cuando comienza la cuarta parte. De nuevo está
retirado en su caverna, y sus cabellos se han vuelto blancos.
Entonces decide hacer una extraña pesca: pescar hombres en las
altas montañas. Atraídos por el canto de su felicidad, a él acuden los «hombres
superiores». Zaratustra oye un grito de socorro,
y su última tentación se acerca hasta él. Esta última
tentación, la que podría inducirle a su último pecado, es la compasión por
estos hombres superiores. Uno a uno van apareciendo en los dominios de Zaratustra el
adivino, los reyes que han abandonado el trono, el
concienzudo del espíritu, el mago, el
papa jubilado, el más feo de los hombres,
el mendigo voluntario, el viajero y sombra.
Zarathustra les saluda y celebra con ellos «la Cena». Y, más
tarde, «la fìesta del asno». Pero no es a aquellos hombres
superiores a quienes Zaratustra aguarda en sus montañas. Él espera su siglo, y éste
llega: el león riente y la bandada de palomas.
Los hombres superiores huyen asustados. Zaratustra ha superado su última tentación, y
ahora parte con un destino desconocido. Así
habló Zaratustra, y abandonó su caverna, ardiente y fuerte como un sol matinal que
viene de oscuras montañas.» De todos los símbolos que llenan la
obra, es éste sin duda el más cargado de significación.
(Introducción de Andrés Sanchez Pascual a Así habló
Zarathustra)
Cuestionario 2ª parte
Cuestionario 3ª parte
Cuestionario 4ª parte
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Génesis
Zarathustra
Presentación
Zarathustra
Espíritu pesadez
Filosofía
de Nietzsche
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