ANÁLISIS DE LA TERCERA DEFINICIÓN DE VIRTUD DADA POR MENÓN

MENÓN. Me parece, Sócrates, que la virtud consiste, como dice el poeta, en complacerse con las cosas bellas y poder adquirirlas. Así, yo llamo virtud la disposición de un hombre que desea las cosas bellas y puede procurarse su goce.

SÓCRATES. Desear las cosas bellas, ¿es, en tu concepto, desear las cosas buenas?

MENÓN. Sin duda.

SÓCRATES. ¿Es que hay hombres que desean cosas malas, mientras que otros desean las buenas? ¿No te parece, querido mío, que todos desean lo que es bueno?

MENÓN. De ninguna manera.

SÓCRATES. ¿Luego, a tu juicio, algunos desean lo que es malo?

MENÓN. Sí.

SÓCRATES. ¿Quieres decir que miran, entonces, lo malo como bueno, o que, conociéndolo como malo, no cesan de desearlo?

MENÓN. A mi parecer, lo uno y lo otro.

SÓCRATES. Pero Menón, ¿crees que un hombre, conociendo el mal como mal, puede verse inclinado a desearlo?

MENÓN. –Sí.

SÓCRATES. ¿A qué llamas tu desear? ¿Es desear la adquisición de alguna cosa?

MENÓN. Seguramente; adquirirla.

SÓCRATES. ¿Pero, este hombre se imagina que el mal es ventajoso para aquél que lo experimenta, o bien sabe que es dañoso a la persona en quien se encuentra?

MENÓN. Unos imaginan que el mal es ventajoso, y otros saben que es dañoso.

SÓCRATES. ¿Pero crees que los que se imaginan que el mal es ventajoso, le conocen como mal?

MENÓN. En ese concepto no lo creo.

SÓCRATES. Por lo tanto, es evidente que no desean el mal, puesto que no le conocen como mal; sino que desean lo que tienen por un bien, y que realmente es un mal. De suerte que los que ignoraban que una rosa es mala, y la creen buena, desean manifiestamente el bien. ¿No es así?

MENÓN. Así parece.

SÓCRATES. Pero los otros, que desean el mal, según tu dices, y que están persuadidos de que el mal daña a la persona en quien se encuentra, conocen, sin duda, que les será dañoso.

MENÓN. Necesariamente.

SÓCRATES. ¿Y no crees que aquellos a quienes daña, tienen derecho a quejarse en razón de ese mismo daño que reciben?

MENÓN. También.

SÓCRATES. ¿Y que en tanto que tienen motivo para quejarse, se les considera desgraciados?

MENÓN. Así lo pienso.

SÓCRATE5. ¿Pero, hay alguno que quiera tener de qué quejarse y ser desgraciado?

MENÓN. No lo creo, Sócrates.

SÓCRATES. Si, pues, nadie quiere eso, es claro que nadie quiere el mal. En efecto, ser miserable, ¿qué otra cosa es que desear el mal y procurárselo?

MENÓN. Parece que tienes razón, Sócrates; nadie quiere el mal.

SÓCRATES. ¿No decías antes que la virtud consiste en querer el bien y poder realizarlo?

MENÓN. Sí, lo he dicho.

SÓCRATES. ¿No es cierto que la parte de esta definición, que expresa el querer, es común a todos, y que, en este concepto, ningún hombre es mejor que otro?

MENÓN. Convengo en ello.

SÓCRATES. Es claro, por consiguiente, que unos son mejores que otros, no puede ser sino en razón del poder.

MENÓN. Sin duda.

SÓCRATES. Por lo tanto, la virtud, en este concepto, no parece ser otra cosa que el poder de procurarse el bien.

MENÓN. Me parece verdaderamente, Sócrates, que es tal como tú la concibes.

SÓCRATES. Veamos si es así, porque quizá tienes razón. ¿Haces consistir la virtud en el poder de procurarse el bien?

MENÓN. Sí.

SÓCRATES. ¿No llamas bienes a la salud, la riqueza, la posesión del oro y de la plata, los honores y dignidades de la república? ¿Das el nombre de bienes a otras cosas que a éstas?

MENÓN. No; pero comprendo, bajo el nombre de bienes, todas las cosas de esta naturaleza.

SÓCRATES. Enhorabuena. Procurarse el oro y la plata es la virtud, por lo que dice Menón, el huésped del gran Rey por su padre. ¿Añades algo a esta adquisición, como que sea justa y santa? ¿O tienes esto por indiferente, y esta adquisición, aun cuando sea injusta, no dejará de ser una virtud en tu opinión?

MENÓN. Nada de eso, Sócrates; eso será un vicio.

SÓCRATES. Luego, a lo que parece, es absolutamente necesario que la justicia, o la templanza, o la santidad, o cualquiera otra parte de la virtud se muestren en esta adquisición; sin lo que no será virtud, aunque nos procure bienes.

MENÓN. ¿Cómo ha de ser virtud sin esas condiciones, Sócrates?

SÓCRATES. –Pero, no procurarse el oro, ni la plata, cuando esto no es justo, y no procurarlo, en este caso, a ningún otro, ¿no es igualmente una virtud?

MENÓN. Me parece que sí.

SÓCRATES. De esta manera, procurarse esta clase de bienes no es más virtud que no procurárselos, sino que, según todas las apariencias, lo que se hace con justicia es virtud, y por el contrario, lo que no tiene ninguna cualidad de este género, es vicio.

MENÓN. Me parece imprescindible que sea como dices.

SÓCRATES. ¿No dijimos antes que cada una de estas cualidades, la justicia, la templanza, y todas las demás de esta naturaleza, son partes de la virtud?

MENÓN. Sí.

SÓCRATES. Luego, tú te burlas de mí, Menón?

MENÓN. ¿Por qué, Sócrates?

SÓCRATES. Porque habiéndote suplicado hace un momento que no rompieras la virtud ni la hicieras trizas, y habiéndote dado modelos de la manera en que debes responder, ningún aprecio has hecho de todo esto, y me dices, por una parte, que la virtud consiste en poder procurarse que la justicia es una parte de la virtud.

MENÓN. Lo confieso.

SÓCRATES. Así resulta, por tu misma confesión, que la virtud consiste en hacer todo aquello que se hace con una parte de la virtud, puesto que reconoces que la justicia y las demás cualidades semejantes son partes de la virtud.

MENÓN. Y bien, ¿qué significa eso?

SÓCRATES. –Eso procede de que, lejos de explicarme lo que es la virtud en general, como te he pedido, me dices que toda acción es la virtud, con tal que se haga con una parte de la virtud; como si esto fuera a explicarme lo que es la virtud en general, y como si yo debiese reconocerla en el acto mismo que tú la divides en pedazos. No hay remedio, a lo que parece; es preciso que te pregunte de nuevo, mi querido Menón, lo que es la virtud y si es cierto que es toda acción hecha con una parte de la virtud, porque el decir esto es lo mismo que decir que toda acción hecha con justicia es la virtud. ¿No crees que hay necesidad de que volvamos a la misma cuestión? ¿Piensas que, no conociendo la virtud misma, se pueda conocer lo que es una parte de ella?

MENÓN. No lo pienso así.

SÓCRATES. Porque si te acuerdas, cuando te respondí antes sobre la figura, condenamos esta manera de responder que se apoya en lo mismo que se discute, y sobre lo que no estamos aún conformes.

MENÓN. Hemos tenido razón para condenarlo, Sócrates.

SÓCRATES. Por lo tanto, querido mío, mientras que busquemos aún lo que es la virtud en general, no te figures que puedes explicar a nadie su naturaleza, haciendo entrar en tu respuesta las partes de la virtud, ni definir nada, empleando un método semejante. Persuádete de que habrá de renovarse, la misma pregunta siempre. ¿Qué entiendes por virtud, cuando de ella hablas? ¿Juzgas que lo que digo no es serio?

MENÓN. Por el contrario, tu discurso me parece muy sensato.

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