RECORRIDO POR EL MENÓN

INTRODUCCIÓN

El diálogo comienza cuando Menón pregunta a Sócrates lo siguiente: "la virtud se adquiere mediante la enseñanza y el ejercicio o es la naturaleza la que se la da al hombre".
La respuesta de Sócrates se encuentra muy alejada de aquellos que, como Gorgias, responden con total seguridad a lo que se les pregunta. Por ello, ante tal pregunta, Sócrates, afirma estar totalmente perplejo, lo que hace que le resulte imposible dar una contestación definitiva. Por ello afirma: "no solamente no sé si se enseña, sino que ni tengo la menor idea de lo que ella pueda ser"; y, sin saber lo que "es", continua Sócrates, ¿cómo me iba a ser posible conocer sus cualidades o características? Sucede lo mismo que si alguien preguntara si Menón es hermoso, rico o noble y no supiese quien es ese tal Menón. En definitiva, Sócrates, se muestra, desde un principio, como ignorante acerca de lo que la virtud "es", pero afirmando, al mismo tiempo, que piensa no haber encontrado a nadie que realmente lo sepa. Como Menón muestra su extrañeza ante tal afirmación y cita a Gorgias como un maestro de la virtud, parece evidente que, si es un maestro que enseña lo que es la virtud, debería saber lo que "es" aquello que enseña. Sócrates, ruega a Menón que le recuerde lo que Gorgias decía sobre el tema de la virtud o que cuente lo que el mismo Menón piensa sobre tal tema y que defina lo que él considera que es la Virtud.
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PRIMERA DEFINICIÓN DE VIRTUD(según Menón)Y ANÁLISIS SOCRÁTICO

La respuesta de Menón se centra más, que en definir la virtud, en describir las diferentes clases de virtudes, (y esto, desde un punto de vista agonal y tradicional) existentes en los hombres, mujeres y jóvenes. Así, por ejemplo, en relación con los hombres afirma que son virtuosos aquellos que son capaces de administrar los asuntos de la ciudad y, haciendo esto, aseguran el bien a sus amigos y el mal a sus enemigos. Por su parte sobre la mujer afirma que ésta es virtuosa cuando administra la propia casa y obedece a su marido.
No es de extrañar que Sócrates le recuerde a Menón que andan al búsqueda de lo que la virtud "es" y no ante la exposición de un enjambre de virtudes. Señala que con la respuesta de Menón sucede lo mismo que si le preguntara acerca de lo que una abeja esencialmente "es" y respondiera afirmando que las hay de todas las clases y distintas formas. Ahora bien, continúa Socrates, cuando se afirma que hay varias clases ( tamaño, belleza, etc) de abejas ¿que quieres decir? (le pregunta Sócrates a Menón) ¿qué son distintas en cuanto abejas o en cuanto presentan diferentes características? Menón le responde que, en cuanto abejas, no se diferencian unas de otras, sino que son diferentes por sus cualidades, lo que implica que debería haber un algo en virtud de lo cual las abejas son lo que son y este algo debería ser igual en todas las abejas. Pues bien, concluye Sócrates: lo mismo tiene que suceder por lo que respecta a las virtudes; por muy numerosas y distintas que sean, tienen que tener en común un determinado carácter general que hace que ellas "sean" virtudes. Esta característica general es la que hay que tener presente para poder contestar correctamente a la pregunta de lo que "es" la virtud. (Menón 71c-73a).
Como Menón afirma no entender del todo lo que Sócrates acaba de decir, éste acude a una serie de ejemplos que ayuden a entender lo dicho: por ejemplo, la salud, no es una cosa distinta en el hombre y en la mujer sino que tiene las mismas características generales tanto en uno como en la otra. Lo mismo puede decirse de la fuerza o del tamaño. Así, por ejemplo, cuando se habla de la misma fuerza, se quiere decir que "fuerza" no es menos fuerza por hallarse en una mujer o en un hombre. Pues bien, lo mismo sucede con la virtud. Esta no es menos virtud por encontrarse en un hombre o en una mujer, en un niño o en un anciano. Parece que la virtud, como tal, es la misma en todos. Por ello, Sócrates, le plantea de nuevo a Menón que le recuerde lo que Gorgias decía acerca de la virtud y que se la defina.
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SEGUNDA DEFINICIÓN DE LA VIRTUD (según Menón) Y ANÁLISIS SOCRÁTICO

Ante esta nueva cuestión, Menón, da una respuesta general sobre lo que él considera que es la virtud y la define como: la capacidad de gobernar a los hombres. Sócrates no se muestra muy conforme con esta nueva definición. Y es que no parece estar en concordancia con la afirmación, hecha anteriormente, acerca de que la virtud debe ser idéntica en todos. Y es que la capacidad de gobierno es algo que no encuentra presente en muchas personas (niños, ancianos, esclavos). Además, sigue señalando Sócrates, a la definición dada por Menón le falta algo para encuadrarla en el terreno de la virtud. Y lo que falta es la palabra justicia, es decir, la capacidad de gobierno (en el caso de que ésta sea la virtud) debería estar siempre relacionado con la justicia. Menón se muestra de acuerdo con esta interpretación de Sócrates y señala: la justicia no es una cosa distinta de la virtud. Pero Sócrates le solicita que le aclare lo siguiente: ¿la justicia no es cosa distinta de la virtud o la justicia no es cosa distinta a una virtud?.
La precisión hecha por Sócrates es fundamental ya que, según parece, cuando intentamos descubrir lo que la virtud "es" nos encontramos siempre con una virtud concreta, con lo que la virtud se convierte en esta o aquella virtud. Sucede lo mismo que con la redondez que es una figura pero no la figura. Y lo mismo podríamos hacer con otras figuras y siempre nos encontraríamos con que son unas figuras pero no las figuras. Pues bien, en el terreno de la virtud sucede también lo mismo. Hemos hablado, por ejemplo, de la virtud de la justicia. Pues bien, parece evidente que se nos muestra como una virtud pero no como la virtud. Lo mismo podríamos decir del valor, la templanza, la prudencia, etc. En definitiva, parece que "desembocamos siempre en la misma dificultad...Hemos venido buscando la virtud y nos encontramos con varias virtudes...Pero, en cuanto a esta virtud única que une entre sí a todas las demás, no llegamos a dar con ella."
NOTA: para explicar mejor lo que quiere decir, Sócrates, analiza en profundidad ejemplos en los que parece suceder lo mismo que con la virtud. En el análisis de las figuras y de los colores acaba, sin embargo, definiendo a ésta como el límite de lo sólido y al color como una emanación de figuras proporcionadas a la vista y lo sensible. (Parodia de la teoría de Empédocles).
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{Ejemplos}
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TERCERA DEFINICIÓN DE LA VIRTUD (según Menón)
¿Es posible desear el mal o solamente queremos el bien?

Después de analizar los diferentes ejemplos relacionados con la figura y el color, Sócrates, vuelve a plantear a Menón que le defina de nuevo que es la virtud y que no haga referencia a una virtud sino a la virtud. La nueva definición de virtud, dada por Menón, es la siguiente: amar las cosas bellas y ser poderoso, es decir, tener la capacidad de desear las cosas bellas unido a la capacidad y poder de procurárselas. (Menón 77a). El análisis que Sócrates lleva a cabo de esta nueva definición consta de varias partes:

  1. Identifica las cosas bellas con las cosas buenas, lo que implica que desear las cosas bellas sería lo mismo que desear las cosas buenas. Aprovecha para preguntarle a Menón si también sería posible desear las cosas malas. Menón contesta que si sería posible.
  2. Analiza en detalle la cuestión de si sería posible desear las cosas malas. De este análisis sería de destacar lo siguiente: 1º) las cosas malas se podrían desear: bien por creer que son buenas, o bien, sabiendo que son malas, se desean igual. Menón responde que las dos cosas son posibles. 2º) Es posible, por tanto, desear una cosa mala sabiendo que es mala. Ahora bien, afirma Sócrates, si se tiene ese deseo, entonces se desea también que ocurra. Pero lo que puede ocurrir, a partir de tal deseo, puede ser ventajoso para quien realiza ese mal y puede ser nocivo para quien lo recibe. Menón contesta que unos creerán que es ventajoso ( para el que hace el mal ) y otros que es nocivo ( para quien recibe el mal ). Ahora bien, continúa Sócrates, el que considera ventajoso y útil el mal ¿podría decirse que conoce realmente lo que el mal es en sí? Y es que lo que en sí es el mal, parece estar en contradicción con la afirmación anterior de que es algo ventajoso y útil.  Y es que, quien hace el mal, porque le resulta útil y ventajoso, en realidad, lo está considerando como un bien, aunque después, en la práctica, se convierta en mal. En definitiva, en cuanto el mal se presenta como algo ventajoso para quien lo realiza ( y aunque para quien lo reciba sea un mal ), y, aún deseando hacer mal, en realidad lo estaría considerando para él como un bien. Es decir, objetivamente, alguien puede estar haciendo el mal; pero lo hace para conseguir lo que para él es un bien, por ejemplo, el poder o riquezas. Por otro lado, señala Sócrates, es evidente que el mal se presenta como nocivo y perjudicial para quien lo recibe. Ahora bien, la persona que causa el mal, aún sabiendo que tal mal perjudica a otros, al mismo tiempo, lo desea porque, para él, se presenta como un bien. Ahora bien, lo que es nocivo y perjudicial (y el mal en sí lo es) produce pena y sufrimiento y el sufrimiento desdicha. Por lo tanto, si alguien desea realmente el mal y sabe que éste consiste en sufrimiento y desdicha, entonces no le importaría (ya que sería su deseo) ser un desdichado que sufre. Pero no existe nadie (señala Sócrates) que realmente pueda apetecer tal cosa. En consecuencia parece que lo que siempre uno desea es el bien, es decir, lo bueno (bello). (Menón 77a-78c).

Después de todo este análisis, Sócrates y Menón, deciden continuar con el estudio de la virtud como aquello, a través de lo cual, uno desea poder alcanzar las cosas bellas y buenas (nunca las malas), es decir, algo que representa la capacidad para poder alcanzar el bien. (Menón 78c-81b). En el análisis de esta definición habría que destacar lo siguiente:

  1. El bien es igual a tener salud, riquezas, etc.
  2. La virtud, por tanto, sería la capacidad de conseguir salud, riquezas.
  3. Tales adquisiciones deberían reposar siempre en la justicia, la templanza, etc. Es decir, toda adquisición de bienes debe ir acompañada por una serie de virtudes como la justicia, la templanza.
  4. Ello quiere decir que si alguien adquiere esos bienes injustamente no estaría practicando la virtud y si alguien renuncia a los bienes adquiridos injustamente, entonces si estaría practicando la virtud. Por lo tanto, adquirir bienes justamente no es más virtud que renunciar a ellos cuando se adquieren injustamente, es decir, sin justicia.
  5. Ahora bien, parece que nos encontramos como al principio. Y es que, ahora, nos encontramos con que al intentar definir la virtud desembocamos en el fraccionamiento de la misma, ya que se está diciendo que la virtud consiste en actuar conforme a lo que es una virtud (justicia), y, además, tal justicia es una parte de lo que debería ser la virtud. En definitiva, parece existir una dependencia de la virtud con la virtudes y viceversa. Y no se puede olvidar que Sócrates y Menón están intentando definir lo que "es" la virtud en general.
  6. Pues bien, como estamos de nuevo como al principio se hace necesario, piensa Sócrates, definir de nuevo que es la virtud en su esencia.{Texto}
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CUARTA DEFINICIÓN DE LA VIRTUD (según Menón)
Sócrates comparado con un torpedo.
¿Es posible intentar la búsqueda de lo que se desconoce?

Sócrates, le pide a Menón que intente responder, otra vez, a la pregunta: ¿qué es la virtud? Como ya estamos ante el tercer o cuarto intento, Menón, comienza a mostrar su nerviosismo y, por ello, reprende amigablemente a Sócrates por introducir multitud de dudas en su cabeza con su sistema de preguntas y respuestas. Lo compara con un torpedo, pez marino que impresiona por su aspecto y que adormece o entumece a quien le toca. Pues bien, Menón, confiesa encontrarse también entumecido corporal y espiritualmente, siéndole imposible dar una respuesta a lo que Sócrates le pregunta, y, ello a pesar de estar convencido, desde siempre, de que sabía lo que era la virtud. Sócrates le contesta que no solamente es como un torpedo (pez marino) que entumece a los demás, sino que él se encuentra también en el mismo estado que Menón: yo no soy un hombre que, seguro de sí mismo, lía a los demás; si yo enredo a los demás es porque yo mismo me encuentro en el más absoluto embrollo. (Menón 79a-81b). Así, Sócrates, reconoce sinceramente que en la cuestión de la virtud desconoce por completo lo que ella "es", pero que, al mismo tiempo, está resuelto a examinar e intentar la búsqueda de su esencia.
Menón muestra su extrañeza ante lo dicho por Sócrates: ¿cómo es posible averiguar algo de una cosa de la que de ninguna manera se sabe lo que es? Pero, además, aún dando con lo que puede ser la cosa investigada: ¿cómo es posible que sepamos que hemos dado con ella, si, efectivamente, nada sabemos de la misma? Sócrates le responde que entiende perfectamente su perplejidad que, por otra parte, responde a la teoría que defiende que no es posible buscar lo que se conoce (ya que si conoce no hay que buscarla) ni lo que se desconoce (ya que ni tan siquiera se sabe lo que buscar, lo implica que, en el caso de que se encuentre lo buscado, como no sabemos lo que es, seguiríamos sin encontrarlo realmente). A pesar de todas estas dudas, Sócrates, no está de acuerdo con esta teoría ni con el planteamiento inicial de Menón. Pues bien, la respuesta y el análisis de Sócrates a todas estas cuestiones nos llevarán a la 2ª parte del diálogo, en donde Sócrates expondrá su famosa teoría de la reminiscencia.
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EL ESCLAVO Y LA REMINISCENCIA
No debemos olvidar el contexto en el que Sócrates desarrollará, a continuación, su teoría de la reminiscencia (Menón 81b-86c). Tal contexto tiene como tema central el intentar averiguar si tiene sentido o no intentar buscar algo que se desconoce y todo ello dentro del estudio general sobre la esencia de la virtud (qué es) y la posibilidad de que sea enseñada (ciencia). La exposición que lleva a cabo Sócrates para demostrar, en primer lugar, que si es posible buscar lo que se desconoce es magistral. Las ideas principales que resumen tal exposición son las siguientes:
1º) Acude la autoridad de los sacerdotes y de los poetas tradicionales (Píndaro,etc), los cuales defendían la inmortalidad del alma. Si se está de acuerdo con lo que ellos dicen, entonces parece evidente que tal alma ha tenido que contemplar y conocer todo sobre la realidad, y, por lo tanto, no nos debería extrañar el pensar ( aunque no sepamos que es la virtud ) que el alma SI sepa lo que realmente es la virtud en sí, y, además, tenga recuerdos de lo que ella y todo lo demás realmente es.
2º) En concordancia con lo establecido anteriormente, Sócrates, afirma que sería muy posible pensar que el saber no es otra cosa que reminiscencia. Pues bien, afirma Sócrates, es muy posible que, llevando a cabo una investigación de tal teoría, podamos aclarar si podemos saber o no acerca de aquello que aparentemente desconocemos. Además, es muy posible que, sobre la base de la teoría de la reminiscencia, podamos averiguar también lo que la virtud es.
3º) Menón no muestra la misma convicción que Sócrates. Por todo ello pide que le demuestre, más en detalle, que lo que llamamos saber no sea más que reminiscencia. Para demostrarlo, Sócrates, utiliza el famoso discurso sobre el esclavo que no sabe matemáticas, y, que, sin embargo, al ser interrogado correctamente demuestra poseer conocimientos de geometría que nadie le había explicado en esta vida. Ahora bien, si ello es así, afirma Sócrates, parece evidente que, dado que los posee, debió recibirlos en otra vida. Lo que sucede es que los olvidó y ahora, al ser interrogado, los estaría recordando.
4º) La conversación con el esclavo, modelo de inducción, discurre de la forma siguiente: Sócrates comienza preguntando al esclavo si sabe que el cuadrado es una figura tal como la que le está dibujando, es decir, como una figura que tiene iguales todas las líneas, en número de cuatro. El esclavo responde que sí. (Ver Figura A, B, C, D).
A continuación, Sócrates, dibuja las mediatrices en el cuadrado pintado (Ver figura EF/GH) y le pregunta sin con ello no tendríamos una figura de 4 pies, es decir, 4 cuadrados pequeños. El esclavo contesta afirmativamente.
El razonamiento continua del siguiente modo: Añadimos al cuadrado dibujado otro cuadrado igual (Ver figura B, I, J, C). A continuación añadimos al cuadrado anterior otro igual (Ver figura D, C, L, K). Completamos el cuadrado anterior con otro igual (Ver figura C J M L). Parece evidente que el resultado de todo lo dicho últimamente nos lleva al resultado de los 4 cuadrados dibujados anteriormente.
A continuación, Sócrates, le pide al esclavo que se fije atentamente en el conjunto dibujado (Ver figura A, I, K, M) y le pregunta lo siguiente: ¿cuántas veces el conjunto grande es mayor que el cuadrado dibujado al principio?. El esclavo le responde que 4 veces mayor.
A continuación, Sócrates, dibuja una línea diagonal que abarca el primer cuadrado (figura D-B), el segundo cuadrado (figura B-J), el tercer cuadrado (figura J-L) y el cuarto cuadrado (L-D). Después le pregunta al esclavo de que tamaño es la figura (D-B-L). El esclavo le contesta que no lo sabe. Sócrates le pide que piense (¿recuerde?) lo siguiente: fijándose en los 4 cuadrados parece evidente que la línea diagonal separa hacia dentro la mitad de cada uno de los cuadrados (DB/BJ/JL/LD). Aclarado esto le pregunta cuantas mitades hay en DBJL. El esclavo le contesta que 4. A continuación, hace lo mismo con ABDC. El esclavo le contesta que dos. Después de tener claro que lo primero tiene el doble de mitades que lo segundo. Sócrates, le pregunta cuantos pies tiene la figura DBJL. El esclavo contesta que 8. (Ver Texto)/(Ver Figura)
CONCLUSIONES:
A) El saber es recordar: Todas las opiniones vertidas por el esclavo no estaban en él lo que parece decir que el que no sabe tiene opiniones verdaderas de lo que no sabe y tales opiniones, como en un sueño, parecen salir a la luz si uno es interrogado correctamente. Ahora bien, el recordar de esta forma sobre el saber parece lo mismo que recordar (reminiscencia) ya que se "da a luz" algo que se sabía pero que estaba olvidado.
B) El alma es inmortal: Por otro lado, si el esclavo no recibió sus conocimientos sobre geometría en esta vida, y, sin embargo, demuestra que los posee, ha debido aprenderlos en otra vida cuando todavía no era hombre. Por todo ello, su alma ha tenido que acceder a tales conocimientos en otro mundo lo que implica que el alma es inmortal.
C) Es necesario investigar sobre lo que desconoce: Todo lo dicho hasta ahora demuestra también que los sofistas no tienen razón cuando dicen que no tiene sentido investigar sobre aquello que desconocemos. Lo que desconocemos no es otra cosa que el olvido sobre verdades que están en nosotros, puesto que el alma las posee desde siempre. La investigación y el estudio son necesarios y fundamentales, y, el intentar buscar lo que se desconoce, se convierte en un deber para el hombre.
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¿ES LA VIRTUD UNA CIENCIA O UN DON DE LA NATURALEZA?
Hipótesis y Dificultades

Aclarado, a partir de la conversación con el esclavo, Menón, afirma, ahora, que es necesario buscar aquello que se ignora (Menón 86b),y, por ello, se plantea la necesidad de volver analizar la cuestión planteada desde el principio, es decir, aclarar si la virtud debe ser considerada como algo que se puede enseñar, o bien si es un don de la naturaleza y, finalmente, porque medio se puede adquirir.
Sócrates plantea examinar por hipótesis la cuestión planteada por Menón, es decir, aclarar si la virtud puede ser enseñada o no. Dado que desconocemos cual es la naturaleza de la virtud, no tenemos más remedio que razonar por hipótesis acerca de la posibilidad o no de enseñarla. Las hipótesis son las siguientes:
a) Si la virtud pertenece al alma, entonces la virtud se daría por naturaleza y se aprendería mediante el recuerdo, como la ciencia. Ahora bien, ¿sería algo enseñable?
b) Si la virtud es algo diferente de la ciencia, es decir, algo que no se sabe pero si que podría ser aprendido, nos podríamos preguntar también si sería enseñable.
Las dificultades que plantean las hipótesis son las siguientes:
a) Se podría enseñar algo que no es ciencia. En el caso de que la respuesta fuera afirmativa: ¿qué valor tendría este tipo de enseñanza?
b) Si la virtud fuera ciencia y ésta es algo enseñable, entonces la virtud podría ser enseñada. El problema reside en que no sabemos todavía si la virtud es ciencia o no. Es necesario examinar con atención esta hipótesis.
c) Sabemos que la virtud es algo bueno. Ahora bien, si ello es así, entonces si encontramos alguna cosa que, aislada de la ciencia, sea un bien, entonces es posible que la virtud no sea una ciencia. Pero si no hay ningún bien que no quede englobado por la ciencia, entonces tenemos fuertes razones para sospechar que la virtud puede ser una ciencia.
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ANITOS Y SÓCRATES A LA BÚSQUEDA DE MAESTROS DE VIRTUD
(Dudas de Sócrates acerca de que la Virtud sea una ciencia)

Señaladas las hipótesis y las dificultades, Sócrates, afirma tener motivos que le llevan a dudar seriamente acerca de que la virtud sea una ciencia. (Menón 89b). Los motivos que le llevan a plantear tal duda se podrían resumir del siguiente modo:

  1. Cuando una cosa cualquiera (y no solamente la virtud), afirma Sócrates, es objeto de enseñanza, por ser una ciencia, entonces parece evidente que debe contar con maestros y con discípulos.
  2. Menón le pregunta si, con lo que acaba de decir, está poniendo en duda que existan en Grecia maestros de la virtud con sus respectivos discípulos. Sócrates le responde que, a pesar de sus esfuerzos en descubrirlos, no ha llegado a encontrarlos todavía.
  3. Es en este momento cuando entra en escena ANITOS ya que es, en ese preciso instante, cuando entra en el lugar en el que se desarrolla este diálogo y se sienta al lado de Menón y Sócrates.
  4. Sócrates se dirige a Anitos y le pide ayuda para resolver el problema que tienen en relación con la virtud. Le pide que señale cuales son, a su entender, los maestros de virtud en Grecia. Sócrates entiende la virtud (areté) como sinónimo del talento que poseen determinadas personas para sobresalir en el oficio que llevan a cabo. Así, posee areté un buen zapatero, un buen médico o un buen músico. Pues bien, del mismo modo, aquellos que saben y pueden enseñar a los demás como deberían gobernar bien su casa y su ciudad, o como deben honrar a sus padres, o recibir a los ciudadanos o extranjeros sabiendo también como despedirse de ellos como corresponde a un hombre honesto, entonces podría decirse que son maestros de virtud. Sócrates cita a los sofistas como maestros de virtud que se ofrecen a los atenienses para enseñar todo esto relacionado con la virtud del comportamiento en general.
  5. Anitos se rebela contra Sócrates y define a los Sofistas como peste y calamidad para todo el que se acerca a ellos, y, niega rotundamente que se les deba aplicar el calificativo de maestros. Sócrates se extraña ante este arrebato de Anitos y le recuerda que Protágoras, con su magisterio, ha ganado más riquezas que Fidias el escultor. Además le plantea lo siguiente: ¿cómo es posible que Protágoras haya podido engañar a los atenienses durante más de 40 años si realmente fuera un farsante? Anitos le responde que todo la culpa la tienen los padres incautos que pagan a farsantes, como Protágoras, para que su hijos reciban sus enseñanzas. Sócrates reprocha a Anitos su valoración del sofista, sobre todo, desde el momento en que éste confiesa que no conoce para nada ese movimiento. Es evidente que, en el Menón, Sócrates, manifiesta cierta consideración y respeto hacia el movimiento sofista, sobre todo, al representado por la figura de Protágoras. (Ver Hombre y Sociedad en el pensamiento griego)
  6. A continuación, Sócrates, le plantea a Anitos que si no son los sofistas maestros de la virtud, a quienes considera en Atenas (en el caso de que existan) como representantes del tal magisterio. Anitos le responde que no tiene sentido citar a alguien en particular sino que maestro de virtud lo puede ser cualquier gente honesta que viva en Atenas. (Menón 92ª). Sócrates le pregunta si esa gente honesta se ha formado a sí mismo en su saber sobre la virtud y si es capaz de enseñar a los demás lo que sabe. Anitos le responde que la han aprendido de sus predecesores y que éstos también eran honestos. Sócrates le responde que del hecho de que hayan existido, y, existan en Atenas personas honestas y virtuosas, no implica necesariamente que sean maestros de virtud, es decir, que posean la ciencia que les permita enseñar a los demás lo que es la virtud. Y eso es precisamente, afirma Sócrates, lo que estamos analizando: nos preguntamos si las personas virtuosas de nuestros días y las de otros tiempos ha poseído el arte de transmitir a otros la virtud que había en ellas, o bien si, por el contrario, la virtud es una cosa que el hombre no puede transmitir a otro ni recibir de otro.
  7. Con el objetivo de investigar en detalle esta cuestión, Sócrates, hace referencia a varios personajes de la política ateniense de los que todos consideran con hombres virtuosos y se pregunta si realmente fueron maestros de virtud, es decir, capaces de enseñar a los demás lo que era la virtud. Cita, en primer lugar ,como ejemplo de hombre virtuoso a Temistócles. Ahora bien, estamos ante un hombre virtuoso pero que, al mismo tiempo, fue incapaz de transmitir la virtud a su propio hijo Cleofanto ya que éste en ningún momento mostró las virtudes y talentos presentes en su padre, el cual, por otro lado, si le enseñó a ser un excelente jinete. ¿Por qué, del mismo modo que le enseñó este arte, fue incapaz de transmitirle su propia virtud vital? Y es que si la virtud pudiera enseñarse, sería lógico que la podría transmitir a alguien tan cercano como a su propio hijo. Otros personajes citados, por Sócrates, son Arístides y su hijo Lisímaco; Pericles y sus dos hijos Páralo y Jantipo; Tucídides y sus dos hijos Melesias y Estéfano. Todos ellos se manifiestan también como incapaces de formar a sus hijos en la virtud. Por ello, Sócrates, finaliza afirmando: mucho me temo, amigo mío Anitos, que la virtud no se enseñe.
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VIRTUD, CIENCIA Y OPINIÓN VERDADERA

Y con esto, entramos en la parte final del diálogo. Después de hacer referencia a que, incluso los poetas tradicionales, como Teognis, muestran graves contradicciones a la hora de tratar sobre el tema de la enseñanza de la virtud, Sócrates, decide intentar averiguar hacia donde nos lleva analizar la hipótesis de que NO ES CIERTO QUE EXISTAN MAESTROS DE VIRTUD NI DISCÍPULOS QUE APRENDAN DE ELLOS. (Texto). Este análisis de llevará a fundamentar las razones del porque la virtud no es una CIENCIA , y, por tanto, algo que no puede enseñarse, así como el establecer una NUEVA TESIS: la virtud debería relacionarse con la OPINIÓN VERDADERA. El esquema de su argumentación es el siguiente:
a) Sócrates parte de la base de que la virtud no parece tener maestros ni discípulos y que, por tanto, no puede enseñarse.
b) Ahora bien, lo que es evidente es que, al mismo tiempo, parecen existir también personas que todos consideran como virtuosas. ¿Cómo han llegado a adquirir tal virtud si ésta no puede ser enseñada?
c) Al llegar a este punto, Sócrates, parece descubrir algo importante: pienso, señala Sócrates, que en toda nuestra indagación anterior hemos olvidado que había otras formas de conseguir éxito en las cosas además de obedecer a la dirección de la ciencia. Esta afirmación implica reconocer, por parte de Sócrates, lo siguiente: el que las personas virtuosas sean, al mismo tiempo, útiles para sí mismas y para la ciudad, no quiere decir que NECESARIAMENTE deban regir sus actuaciones ÚNICAMENTE por la razón. Es evidente, afirma Sócrates, que si una persona CONOCE el camino a Larissa y lleva a otros viajeros a ese lugar, podemos decir que los ha dirigido bien y correctamente. Ahora bien, otro hombre que NO CONOCE el camino, y, ni siquiera sabe donde está Larissa, es evidente que podría encontrar por suerte y, en virtud de una conjetura o acierto, esa ciudad y dirigir a ella a los viajeros que conducía. En este caso, podríamos decir también que los ha dirigido bien y correctamente. En definitiva, con su OPINIÓN VERDADERA, desprovista de ciencia, ha demostrado ser tan buen guía como el otro hombre que dirige sus pasos con la ciencia o razón.
d) En definitiva, según Sócrates, la OPINIÓN VERDADERA, no es un guía menos bueno que la ciencia en lo que respecta a la acción. Esto es lo que, hasta ahora, según Sócrates, habían olvidado en el examen sobre la naturaleza de la virtud. Hasta ahora, afirma Sócrates, se había creído que SOLO la razón es capaz de dirigir correctamente la acción, cuando, en realidad, la opinión verdadera posee el mismo privilegio, con lo que se debería concluir que la opinión verdadera no es menos útil que la ciencia.
e) Menón muestra su extrañeza ante esta última posición de Sócrates. Y es que, según Menón, el hombre que posee ciencia llega siempre a buen fin, mientras que aquel que solamente posee opinión verdadera unas veces acierta pero otras veces puede errar gravemente. Sócrates le responde que si alguno tiene SIEMPRE opinión verdadera, entonces SIEMPRE debería acertar. Menón reconoce la validez de la argumentación de Sócrates pero señala que le sorprende sobre manera que, según lo dicho, alguien pueda estimar más a la opinión verdadera que a la ciencia. Además, si lo dicho es cierto, no tendría mucho sentido el aprendizaje y, por tanto, la misma ciencia. Con tener opiniones verdaderas, que podrían alcanzarse por suerte o acierto, llegaría.
f) Sócrates, que siente el mismo grado de sorpresa que Menón ante todo lo dicho, le plantea analizar el porque de tal sorpresa. Para explicarlo utiliza como ejemplo las estatuas de Dédalo a las cuales si uno se olvida de sujetarlas, se dan a la huida y se van; por lo que es preciso atarlas para que se queden. (Menón 97d). Pues bien, según Sócrates, una cosa parecida pasa con las opiniones verdaderas ya que mientras permanecen en uno, hay que felicitarse por ello, pues no producen más que ventajas; pero no soportan quedarse mucho tiempo y escapan muy pronto de nuestra alma, de forma que tienen un valor escaso mientras no se las ha atado mediante un razonamiento. Ahora bien, mi querido Menón, esto es lo que anteriormente hemos reconocido como una reminiscencia. Apenas uno las ha encadenado, se convierten en ciencias y, por consiguiente, se hacen estables; y esta es la razón de que la ciencia tenga más valor que la opinión verdadera; ya que a diferencia de tal opinión verdadera es una atadura.
Ahora bien, según Sócrates, aunque es evidente que la ciencia es superior y distinta a la opinión verdadera, ésta última, cuando dirige, consigue en sus acciones unos resultados no inferiores a los que obtiene la ciencia. Por consiguiente, desde el punto de vista de la ACCIÓN, la opinión verdadera no es en nada menos buena ni menos útil que la ciencia.
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CONCLUSIONES FINALES

Aclarada la cuestión referida sobre las diferencias entre ciencia y opinión verdadera, Sócrates, señala a continuación, que habría que establecer como un principio básico lo siguiente: la ciencia no es la única cosa que da lugar a la aparición de hombres virtuosos ya que la opinión verdadera puede producir el mismo efecto. Ahora bien, también es evidente que la virtud, (ya estuviera relacionada con la ciencia o con la opinión verdadera) no podría afirmarse que sea un DON DE LA NATURALEZA. En definitiva, sería erróneo afirmar que es la naturaleza la que hace buenas (virtuosas) a las personas. Ahora bien, si no es un don de la naturaleza, y, al mismo tiempo, existen hombres virtuosos: ¿a qué se debe?. Pues bien, a la luz de todo lo dicho últimamente podría establecerse lo siguiente:
A) Se ha llegado a la conclusión de que no existen maestros de la virtud.
B) Esto implica que la virtud no puede ser enseñada.
C) Si no puede ser enseñada, no es una ciencia. 
D) Al mismo tiempo, la virtud es algo bueno, útil y nos ayuda a guiar nuestra vida de una forma correcta. 
E) Tal guía podría tener su base en la ciencia o la opinión verdadera. Pero la ciencia la hemos descartado anteriormente por lo que como guía, queda eliminada de la política....del tal forma que estos grandes hombres, los Temístocles y los demás que ha mencionado Anitos, no gobernaron las ciudades por medio de una determinada ciencia o por ser sabios.
F) Pero si la política queda eliminada como guía de acción virtuosa no nos queda más remedio que acudir a la opinión verdadera. Gracias a ella, afirma Sócrates, los políticos gobiernan con éxito las ciudades. En este sentido los compara con los adivinos que aciertan en sus pronósticos. A los políticos les sucede lo mismo que a los adivinos e inspirados puesto que, gracias al soplo inspirador del dios que los posee, llegan a decir y hacer grandes cosas sin saber nada de aquello de que hablan.
Como CONCLUSIÓN FINAL del Diálogo, Sócrates, afirma lo siguiente: La virtud no es ni un don de la naturaleza ni la consecuencia de la enseñanza, sino que, en aquellos que la poseen, se debe a un favor divino sin intervención de la inteligencia.{Texto}


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