Los temas de la obra
«Este libro es, en todo lo esencial, una critica de la modernidad»
(Ecce homo) En él Nietzsche
pasa revista a temas que, ciertamente, no eran desconocidos en sus obras anteriores. Más
aún, comparando los simples indices de Humano,demasiado humano,
y de Más allá del bien y del mal se advierte que son casi
idénticos. Pero, como queda dicho, el modo de verlos es distinto. La mirada «ilustrada»
de la época anterior a Así habló Zaratustra ha sufrido ahora un cambio: el que
procede de haber contemplado la figura del superhombre. El «espiritu
libre», concepto capital en toda la filosofia de Nietzsche, es el lazo que
une aquella primera época con esta otra posterior al Zaratustra. Mas ahora ese «espiritu
libre» no es el mero «librepensador», sino un espiritu que
está más allá del bien y del mal. Y ese estar más allá del bien y del
mal deja sentir su influencia sobre todos y cada uno de los temas tratados.
Comienza el libro con una critica de «los prejuicios de los
filósofos». La «voluntad de verdad», aparentemeutte desinteresada y
contemplativa, queda desenmascarada como voluntad de poder; lo que unos mueve a
risa en los filósofos es su falta de honestidad, dice Nietzsche, pues llaman
«la verdad» a lo que no constituye más que su «fe», a la cuál ellos le han añadido,
con posterioridad,
unas razones justificadoras. Los filósofos son meros abogados de su creencia y,
por tanto, gentes dispuestas a utilizar cualquier ardid con tal de que tal «convicción»
salga triunfante. La contraposición entre el mundo real y el aparente, la creencia en el atomismo
(sobre todo en el atomismo anímico), la creencia en el instinto de autoconservación como
instinto capital de lo viviente, la creencia en los conocimientos inmediatos, en el
sujeto, en la voluntad libre, son temas analizados en esta primera sección, cuya cima se
encuentva sin duda en el aforismo 19.
«El espíritu libre» se estudia en la sección segunda,
y su comparación con el «espiritu libre» anterior a Así habló Zaratustra muestra
con claridad que la «repetición» del tema es una repetición desde una perspectiva muy
distinta. La defensa de la verdad a toda costa, tan ensalzada en aquella primera
época, queda aquí sometida a burla. Y la importante distinción entre uuta
época premoral, una segunda moral y otra tercera extramoral de la humanidad (véase
aforismo 32) servirá a Nietzsche para ulteriores planteamientos.
También la sección tercera es una repetición (Humano, demasiado
humano, tiene, en efecto, una sección titulada La vida religiosa»).
El descubrimiento de la rebelión de los esclavos en la moral es posiblemente la
fórmula que más se ha divulgado. Pero hay otros análisis que revelan una extremada
penetración psicológica, asi, por ejemplo, los de las distintas clases de pasión
por Dios (aforismo 50), los de las relaciones entre filosofia moderna y religión
(aforismo 54), los de los distintos tipos de crueldad religiosa (aforismo 55) y
los de la incredulidad (aforismo 58).
La sección cuarta, titulada «Sentencias e interludios»,
es una vuelta al aforismo breve y punzante, de larga tradición en Nietzsche. Y
la quinta, asimismo una repetición («Para la historia
natural de la moral» es aquí el titulo «Para la historia de los
sentimientos morales» lo era en Humano, demasiado humano), señala las tareas
de una nueva «ciencia de la moral», a la que Nietzsche dedicará
el libro siguiente a éste, La genealogía de la moral.
El examen del «intelectual europeo» se diria hoy, llena la sección sexta.
En ella Nietzsche señala los peligros que al surgimiento del verdadero filósofo
opone el modo moderno de trabajar en la ciencia. En general, el hombre docto
aparece nada más que como un animal de tiro (Veáse en Así habló Zaratustra,
«De los sabios famosos») , nada más que como un espejo que se reduce a reflejar lo que
a su lado pasa, para poder eludir el enfrentarse a si mismo.
«Nuestras virtudes» reza el título de la sección
séptima. Y más que nuestras virtudes, nuestra virtud: la honestidad.
En esta sección encontramos, de manera imprevista un largo tratado (aforismos 231 a
233) sobre la mujer, donde Nietzsche expone un serie de pensamientos que
ridiculizan ante todo la «emancipación femenina» falsamente entendida. «Para
un hombre profundo y ateo una mujer sin piedad resulta algo completamente repugnante o
ridiculo» .
La sección octava es una de las más cercanas a la epoca en que fue
escrita y constituye una crítica implacable de la politica de aquel tiempo y,
ante todo, del Reich. La irónica conversación de dos viejos «patriotas» sobre Bismarck
(aforismo 241), asi como los aforismos dedicados a los judíos (250-251) y los referentes
a Francia, Inglaterra, Rusia, contienen, por un lado,análisis retrospectivos y, por otro,
profecias que, leidas ahora, asombran por su agudeza.
La sección novena y última tiene como tema básico el del surgimiento
de una nueva casta que pudiera sacar a Europa de su postración
y su empequeñecimiento. Al europeo de aquella época contrapone Nietzsche el «buen
europeo», en el cual se encarna ahora el «espiritu libre».
Ese es uno de los escalones por los que poder ascender hacia el superhombre.
Como lo son también esos nuevos filósofos que están
apareciendo en el horizonte y a los que Nietzsche alude desde el principio hasta el final.
El largo aforismo 295, dedicado al «genio del
corazón», esto es, a Dioniso, enlaza Más allá del
bien y del mal con la primera obra de Nietzsche (aludida en ese mismo
aforismo), El nacimiento de la ttagedia. Pero mientras que en
esta obra Dioniso era ante todo un simbolo estético, ahora se presenta
como un dios-filósofo, como un dios del conocimiento que otorga su saber a sus
discipulos, enriqueciéndolos y llenándolos de tesoros. Y lo que ese dios quiere es hacer
al hombre «más fuerte, más malvado y más profundo, también más hermoso» .
Por lo apuntado aqui brevemente, podrá observar el lector que este libro constituye en
verdad, como el mismo Nietzsche dice, «una crítica de la modernidad» en todos
sus aspectos. Y en esa crítica «la psicologia es manejada con una dureza y una
crueldad declaradas».
«Este libro - dice también Nietzsche- carece de toda palabra benévola» (Véase Ecce
homo).
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