EL PENSAMIENTO DE JOHN LOCKE
Crítica a la existencia de ideas innatas de carácter práctico-moral
{COMENTARIO2}

El que Locke se defina y sitúe dentro de la corriente empirista no quiere decir que defendiera que únicamente podemos conocer las representaciones que tienen su base en los sentidos ya que este filósofo pensaba que todas las creencias y opiniones del ser humano debían comparecer ante el tribunal de la Razón. Por consiguiente, ya desde el principio, debería desterrarse la idea de que la diferencia entre racionalistas y empiristas reside en que los primeros únicamente confían en la razón ( lo cual tampoco es cierto ), mientras que los segundos únicamente confían en los sentidos ( lo cual es manifiestamente falso ).
Ahora bien, esto no quiere decir que no existan diferencias entre la filosofía racionalista y la filosofía empirista. Una de esas diferencias residen en la concepción distinta que ambas corrientes tienen sobre el origen de las ideas y sobre el alcance y los límites del conocimiento. En este contexto, es evidente que las diferencias existentes entre racionalistas y empiristas del siglo XVII son evidentes. Mientras que los primeros defienden, por ejemplo, que el origen de las ideas tiene una dimensión innata y que el alcance del conocimiento humano es ilimitado, los empiristas, como Locke, señalan la necesidad de someter a crítica tales creencias. No es de extrañar, por tanto, que ya desde el mismo principio del Ensayo sobre el entendimiento humano, Locke, señale tanto en la Epístola al lector, como en la Introducción al Capítulo I, que es necesario investigar la capacidad real del entendimiento ya que resulta evidente que los hombres con frecuencia gastan sus energías intelectuales abordando problemas que superan su capacidad intelectual. Por ello se hace necesario limitar la capacidad de atención e investigar únicamente aquellos aspectos de la realidad que caen dentro del alcance de nuestro entendimiento. Para llevar a cabo tal tarea, piensa Locke, es necesario investigar sobre el origen de nuestras ideas ( Psicología ) así como sobre el fundamento de nuestras creencias y opiniones ( Epistemología ).
Por lo que se refiere a la ideas innatas, Locke, critica duramente la tesis que defiende la existencia de tales ideas, es decir,  el pensar que en el entendimiento existen ciertos principios innatos o nociones primarias que actúan como caracteres impresos en la mente humana y que el alma recibe como su primer ser y que trae consigo al mundo desde el momento en que uno nace. Locke señala que los defensores de la existencia de ideas innatas piensan que estos principios tienen, por un lado, carácter especulativo ( una misma cosa no puede ser y no-ser ) y, por otro lado, carácter práctico - moral ( hay que hacer el bien y evitar el mal ). Pues bien, con el objeto de refutar la tesis de la existencia de las ideas innatas, Locke, escribe el Libro I del Ensayo del entendimiento humano,  titulado De las nociones innatas, y que divide en 3 capítulos:

  1. No hay principios innatos.
  2. No hay principios prácticos innatos
  3. Otras consideraciones relativas a los príncipios innatos, tanto especulativos como prácticos.

En relación con el Capitulo I, titulado De las nociones innatas, Locke, señala que aunque son muchos los que piensan que hay ciertos principios seguros, tanto especulativos como prácticos, que las almas de los hombres reciben en su primer ser, como algo innato, él está dispuesto a exponer la razones que le hacen dudar de esa opinión. Señala, además, que el principal argumento en el que se basa la creencia en las ideas innatas reside en el consentimiento algo que, según Locke, resulta absurdo ya que, aunque fuera cierto que hubiese verdades asentidas por toda la humanidad, ello no probaría que fueran innatas ya que siempre sería posible demostrar porque los hombres llegaron a un acuerdo universal sobre las cosas que aceptan sin, por ello, tener que postular la existencia de tales ideas.
Ya hemos señalado, anteriormente, que Locke habla de ideas innatas de caracter especulativo e ideas innatas de carácter práctico o moral. Después de haber analizado anteriormente los pretendidos PRINCIPIOS INNATOS DE TIPO ESPECULATIVO, como el que establece que lo que es, es; y es imposible que la misma cosa sea y no sea; pasa ahora analizar los PRINCIPIOS DE TIPO PRÁCTICO-MORAL con el objeto de demostrar que tales principios ( del mismo modo que los especulativos ) se encuentran también muy lejos de tener asentimiento universal y de ser algo innato.
Las RAZONES que Locke esgrime para fundamentar su tesis son las siguientes:

  1. Comienza afirmando que los principios de tipo práctico-moral se encuentran más alejados aún que los de tipo especulativo del derecho a ser considerados como innatos y que, por ello, es más poderosa la duda acerca de que sean impresiones innatas de la mente. Ello no implica, sin embargo, que no sean verdaderos. Pero una cosa es que algo sea verdadero y otra distinta que sea evidente. Los principios especulativos llevan consigo su evidencia; mientras que los morales requieren de demostración para poder descubrir su verdad. Ahora bien, el que necesiten de demostración no quiere decir que los principios morales no puedan ser y ciertos. {Ver Texto2a}
  2. Si alguien afirmara que los principios morales son algo innato argumentando que incluso los forajidos y ladrones parecen respetar interiormente ciertas normas de convivencia, Locke, señala que nada más lejos de la verdad. Si los forajidos observan esa normas como reglas de comportamiento ello se debe, según Locke, a su propia CONVENIENCIA ya que, de no respetar ciertas reglas de comportamiento con los demás, tampoco podría esperarse que las respetasen con uno mismo. Por lo tanto, la justicia y la fidelidad, en estos casos, son vínculos comunes de toda convivencia social; pero ello no significa que sean algo innato. {Ver Texto2b}
  3. Locke no niega que la naturaleza haya sembrado en el hombre el deseo de ser feliz así como la tendencia de la búsqueda del placer y la huida del dolor. Realmente -señala Locke - estos son principios prácticos innatos que influyen constantemente en todas nuestras acciones ya que pueden observarse en todas las personas de un modo fijo y universal. Ahora bien, esas tendencias están muy lejos de ser impresiones innatas en el entendimiento a través de las cuales gobernamos todos nuestros actos. Tales principios serían, según Locke, meras inclinaciones naturales hacia la búsqueda del bien y de la felicidad humanas. {Ver Texto2c}
  4. Locke afirma que toda regla moral necesita de demostración. Ahora bien, si ello es así, entonces parece absurdo afirmar que tales reglas son innatas o evidentes, ya que si lo fueran, entonces sobraría todo tipo de demostración. Locke pone como ejemplo el principio moral que establece que uno debe comportarse como quisiera que el otro se comportara con uno. Parece evidente que, aún entendiendo lo que se quiere decir con ello, cualquiera podría exigir que se le demostrara porque es mejor actuar así y no de modo contrario. Ello demostraría, según Locke, que tal regla no es algo innato y evidente, ya que, si lo fuera, no necesitaría ningún tipo de prueba. {Ver Texto2d}
  5. Otra prueba, según Locke, de que los principios morales no son innatos se deduce claramente a partir de las gran variedad de opiniones con respecto a las reglas morales. Por ejemplo, señala Locke, si se preguntara a un cristiano por qué motivo está un hombre obligado a mantener su palabra, dará como razón que porque Dios así se lo pide; sin embargo, si la misma pregunta se le hace a un partidario de Hobbes, contestará que el público así lo requiere, y que si no lo hace el Leviatán lo castigará. Es evidente que ello no podría suceder si los principios prácticos fuesen innatos. Además, según Locke, la observación de las reglas morales no se lleva a cabo porque sean innatas sino por el provecho y beneficio que trae a la comunidad su cumplimiento, asó como por las ventajas que puede traer la observación de las mismas. {Ver Texto2e}
  6. Locke afirma también que el  hecho de que los hombres sean capaces de llevar a cabo toda clase de barbaridades e ignominias sería una prueba clara de que no están impresas en su alma, como ideas innatas, reglas morales referidas, por ejemplo, a la justicia, la piedad, la gratitud, la equidad o la castidad. Para justificar esto hace referencia explícita a los latrocinios, asesinatos y raptos que los hombres llevan a cabo cuando se les deja libres de todo castigo y censura: niños abandonados en los campos para que se mueran de hambre; niños metidos con sus madres en la misma sepultura; hijos que abandonan a sus padres cuando llegan a cierta edad; padres que se comen a sus hijos, etc. ¿Dónde se encontraría, se pregunta Locke, el asentimiento universal que nos aseguraría la existencia de ideas innatas de carácter práctico - moral? {Ver Texto2f}
  7. Muchos afirman, según Locke, que no es un argumento afirmar que una regla es desconocida ( es decir, no es innata ) porque es violada, tal como parece señalar lo apuntado en el punto 6. Como respuesta a esta objeción, Locke, señala que esta afirmación solo tiene validez en el caso de que alguien viole la ley pero al mismo tiempo la reconoce como tal. Pero lo que resulta inconcebible es que pueblos enteros actúen de una forma que, puede resultar horrorosa, y, sin embargo, lo hacen sin tener conciencia de estar actuando mal. Y eso es lo que, según Locke, parece suceder con los casos relatados anteriormente: naciones enteras actúan rechazando la validez de ciertas reglas morales, ( como, por ejemplo, la de amar y respetar la vida de los hijos ) algo que resultaría imposible de concebir si tales reglas estuviesen impresas de modo innato en la mente de todos los hombres. {Ver Texto2g}
  8. Para aclarar aún más lo que acaba de decir, Locke, decide analizar una regla moral que, según él, debería ser el más claro ejemplo de principio innato. Es aquella que establece lo siguiente: Padres, conservad y amar a vuestros hijos. Parece evidente que esta regla debería ser respetada por toda la humanidad y, por ello, debido al consentimiento, podría mostrarse como ejemplo claro de que existen ideas innatas, de tipo moral, impresas en la mente humana. Ahora bien, si esta regla fuera innata ello debería significar dos cosas: o bien que es un principio innato que dirige los actos de hombre; o bien que es una verdad que todos los hombres tienen impresa en su mente. Pues bien, según Locke, la experiencia muestra que no es ni una cosa ni otra. Además, según Locke, esta regla no es ni siquiera un proposición teórica sino un mandamiento o imperativo y, por ello, no es susceptible de verdad o falsedad. La existencia de esta regla nos sitúa ante un principio que no está relacionado con el mundo del ser sino con el mundo del deber. Y el mundo del deber supone la existencia de la ley y de legisladores convencionales, lo que implica que esta regla ( como otras muchas )  no puede aparecer nunca como algo claro y distinto para todos los hombres. {Ver Texto2h}
  9. En consonancia con todo lo establecido hasta ahora, Locke, señala que el hecho de que existan leyes morales que son continuamente violadas en gran parte del mundo es una prueba clara en contra de la existencia de ideas innatas de tipo moral impresas en la mente humana. Y es que resultaría imposible entender que los hombres, sabiendo con evidencia que están violando leyes sagradas, pudiesen actuar como, en muchos casos, lo hacen. Si ello es así, piensa Locke, es debido a que los hombres no tienen seguridad de que tales leyes sean un deber sagrado; lo que explicaría el porque deciden ceder a sus apetitos, algo que resultaría imposible si el deber moral fuese algo impreso en su mente. En definitiva, según Locke, si hubiera alguna cosa impresa en la mente de los hombres que sonara a ley, entonces éstos tendrían una conciencia clara de lo que podría significar para ellos el violar tales leyes, es decir, tendrían conciencia innata de que la ley iría acompañada de un conocimiento evidente e indudable del castigo a recibir. Pero esto no sucede así, por lo que la existencia de ideas morales innatas, impresas en la mente del hombre, sería, según Locke, algo muy difícil de mantener. {Ver Texto2i}
  10. Locke, diferencia entre leyes naturales y leyes innatas. Las leyes innatas ( que Locke niega ) serían aquellas que se encontrarían grabadas en nuestra mente desde el momento de nuestro nacimiento; las leyes naturales ( que Locke admite ) serían aquellas que podemos llegar a conocer a través del uso y ejercicio de nuestras facultades naturales. {Ver Texto2j}
  11. A la luz de todo lo establecido hasta ahora sería imposible, según Locke, probar la existencia de reglas morales innatas con el argumento del asentimiento universal. Además resulta sospechoso que los defensores de tales ideas innatas muestren gran reserva a la hora de señalar con claridad cuales son esas ideas. Si los hombres encontraran impresas en sus mentes esas proposiciones innatas, les sería fácil distinguirlas de otras verdades. No obstante, afirma Locke, nadie ha logrado señalar con claridad cual es el inventario de tales principios que todo hombre debería ver con claridad, si se exceptúa el intento que Lord Herbert habría llevado a cabo en su obra De Veritate. Locke afirma que en esa obra, Herbert, hace referencia a 6 rasgos innatos o comunes que Dios habría impreso en la mente de todos los hombres. Aprovecha la ocasión para  criticar tal intento señalando, por un lado, que a tales rasgos ( debido a su generalidad)  se le podrían añadir otros muchos; y, por otro, para afirmar que las proposiciones, pretendidamente innatas, de las que habla Herbert no tendrían validez universal ya que existen naciones enteras que dudan o no creen en algunas o en todas de las proposiciones señaladas. {Ver Texto2k)
  12. Locke analiza con más detalle dos de los principios morales que Herbert creía que eran innatos. El primero de ellos hace referencia a la afirmación de que la virtud va siempre unida al culto a la divinidad; mientras que el segundo se refiere al arrepentimiento de los pecados. Locke señala que tales principios se encuentran muy lejos de ser innatos a partir de las concepciones tan diferentes que los pueblos tienen del concepto de virtud y de pecado; por lo que sería muy poco probable que Dios hubiera grabado ciertos principios en la mente de los hombres con significados tan inciertos. Además, según Locke, parece evidente que la mayoría de los principios morales ( no matar, no tomar lo ajeno, no maltratar a los hijos, etc ) son principios enseñados por las leyes y las costumbres de los distintos países. Y quien diga lo contrario debería poder demostrar que son aquellos que no tienen la capacidad de aprender el lenguaje y el significado de las normas los que deberían poseer de modo innato tales normas dentro de sí, lo cual, evidentemente, no sucede. Por lo  tanto, según Locke, las normas morales son realmente aprendidas y asumidas socialmente hasta que llega un momento en que la comunidad las acepta como nociones comunes y principios obligatorios de orden práctico e incluso se les da asentimiento. Ahora bien, todo ello no quiere decir que tales principios sean algo innato. {Ver Texto 2l}
  13. Locke critica también la tesis de aquellos que defienden la presencia en el hombre de principios morales innatos pero que, al mismo tiempo, afirman que estos, debido a la mala educación y a las opiniones manipuladas, acaban por borrarse completamente de la mente humana. En respuesta a esta tesis, Locke, plantea, a los defensores de esta postura, que reflexionen sobre lo siguiente: si los principios morales innatos no son susceptibles de ser borrados de la mente, a causa de una mala educación, entonces tales principios deberían estar presentes de una forma clara y distinta, y, por igual, en todo el género humano; si, en cambio, son susceptibles de variar a causa de la influencia de otras ideas recibidas, entonces los deberíamos encontrar de manera más clara y permanente, según nos fuéramos acercando a su origen, en los niños y en los iletrados, ya que ellos han estado menos expuestos a la influencia de ideas extrañas. El problema reside en que, cualquiera de las dos partes del dilema, parece conducirnos a la imposibilidad de poder demostrar la existencia de ideas morales de carácter innato.  {Ver Texto 2m}
  14. Locke afirma que muy posiblemente a toda esta problemática del innatismo de las ideas morales hubiera que darle la vuelta. Y es que la experiencia nos muestra que es la sociedad quien primeramente inculca en los niños la validez de ciertos principios y normas. Cuando esos niños llegan a reflexionar sobre sí mismos no pueden descubrir  cual fue realmente el origen de sus opiniones ya que la memoria, en esa época tan temprana, era incapaz de llevar a cabo el control de sus acciones. Todo este proceso lleva a pensar que esas proposiciones morales, de cuyo conocimiento no pueden encontrar en sí mismos su origen, fueron con toda seguridad impresas en la mente por Dios. Además, al hacerse uno maduro, se tiene la tendencia natural a mantenerse dentro de la tradición y a no someter a duda los credos. Por todo ello, no es dificil de entender el porque los hombres terminan adorando ídolos que han erigido en sus mentes y que lleguen a revestir con el atributo de lo divino ciertos absurdos y errores. {Ver Texto 2n}

    Capítulo II
    Comentarios
    Ensayo







































































































































































































































TEXTO 2A

Si los principios especulativos de que tratamos en el capítulo anterior no gozan, de hecho, de asentimiento universal por parte de la humanidad, según hemos probado, está mucho más claro que los principios prácticos quedan lejos de ser universalmente acogidos....De aquí resulta evidente que los principios prácticos están más alejados del derecho de ser innatos, y que es más poderosa la duda acerca de que sean impresiones innatas en la mente. Pero no es que se ponga en duda su verdad; son igualmente verdaderos, aunque no igualmente evidentes. Los principios especulativos llevan consigo su evidencia; los principios morales, en cambio, requieren raciocinio y discurso y algún ejercicio de la mente para que se descubra la certidumbre de su verdad....Basta que las reglas morales sean susceptibles de ser demostradas y, por tanto, debemos culparnos a nosotros mismos si no alcanzamos un conocimiento de ellas. Por la ignorancia que muchos hombres tienen a ese respecto, y la morosidad en asentir con que otros los acogen, son pruebas evidentes de que no son innatos, ni aparecen a la vista del hombre sin antes haberlos buscado.
Comentario2










































































































































































































































TEXTO 2B

Admito que los forajidos se comportan asi en sus tratos; pero no por haber recibido esos principios como leyes innatas de la naturaleza. Las observan como reglas de propia conveniencia dentro de sus comunidades; porque es imposible concebir que admite la justicia como principio práctico quien obra rectamente con su compañero de fechorías y, al tiempo, despoja o mata al primer hombre honrado que encuentra. La justicia y la fidelidad son vínculos comunes de la sociedad, y por esa razón hasta los forajidos y los ladrones, que han roto con el resto del mundo, tienen que mantener la palabra y observar entre sí reglas de equidad, pues de lo contrario no podrían mantenerse unidos. Pero ¿habrá alguien que se atreva a decir que quienes viven del fraude y de la rapiña tienen principios innatos de fidelidad y de justicia que acatan y a los que asienten?
Comentario2










































































































































































































































TEXTO 2C

La naturaleza, lo admito, ha sembrado en el hombre un deseo de felicidad y de aversión ante la desgracia. Realmente, éstos son principios prácticos innatos que, como corresponde a los principios prácticos, continúan operando constantemente e influyen sin cesar en todas nuestras acciones. Pueden observarse en todas las personas y en todas las edades de modo fijo y universal; pero se trata de inclinaciones del apetito hacia el bien, y no de impresiones de la verdad en el entendimiento. No niego que haya tendencias naturales impresas en la mente de los hombres, y que desde el mismo momento en que hay sentido y percepción unas cosas les son gratas y otras mal recibidas; a unas se inclinan y otras las rehuyen, pero esto no favorece en absoluto la doctrina de los caracteres innatos en la mente, que serían los principios del conocimiento para gobernar nuestros actos.
Comentario2










































































































































































































































TEXTO 2D

Otro motivo que me hace dudar de la existencia de principios prácticos innatos es que no creo que pueda proponerse una sola regla moral sin que alguien tenga derecho de exigir su razón, lo que sería completamente ridículo y absurdo si fueran innatos o por lo menos evidentes por sí mismos, que es lo que todo principio innato debe necesariamente ser, sin que requiera una prueba para determinar su verdad ni necesite ninguna razón para obtener su aprobación... Si se le propusiere a alguien esa inamovible regla de moralidad, fundamento de toda virtud social que dice «uno debe comportarse como quisiera que el otro se comportara con uno», sin que antes lo hubiese escuchado, pero estando dotado de capacidad para entender su sentido, ¿acaso no podría preguntar, sin incurrir en el absurdo, por la razón de ella?, ¿acaso quien se lo propusiese no estaría obligado a explicarle su verdad y su racionalidad? Esto demuestra elocuentemente que no es innata, porque si lo fuera no necesitaría ni admitiría prueba, sino que necesariamente ( al menos, tan pronto como fuese escuchada y entendida ) sería acogida y asentida como una verdad indiscutible, de la que ningún hombre puede dudar en manera alguna.
Comentario2










































































































































































































































TEXTO 2E

Si se pregunta a un cristiano que tiene la perspectiva de la felicidad o de la desgracia en la otra vida, por qué motivo está un hombre obligado a mantener su palabra, dará como razón que Dios, que es el poder de la vida y de la muerte eterna, así nos lo pide. Pero si la misma pregunta se hace a un partidario de Hobbes, contestará que el público así lo requiere, y que si no lo hace el Leviatán lo castigará...Naturalmente, de aquí se sigue la gran variedad de opiniones con respecto a las reglas morales que tienen los hombres, según los diferentes tipos de felicidad que esperan o que se proponen a sí mismos lo que no podría suceder si los principios prácticos fuesen innatos por la mano de Dios. Creo, por  tanto, que debe reconocerse que varias reglas morales pueden ser acogidas por la humanidad con aprobación general, sin que se sepa ni se admita el verdadero fundamento de la verdad...ya que la práctica de la virtud es necesaria para el mantenimiento de la sociedad y visiblemente beneficiosa para los que tengan trato con el hombre virtuoso, por lo que no es de extrañar que cada uno no sólo con ese, sino que recomiende esas reglas y las alabe a los demás, por las ventajas que recibirá de la observancia que los otros presten a dichas reglas. Bien se puede, por interés o por condición, proclamar como sagrado aquello que, una vez profanado y pisoteado, trae como consecuencia, el que uno mismo no pueda ya sentirse a salvo y seguro. Todo ello.... muestra, sin embargo, que el acatamiento externo que los hombres les prestan en sus palabras no prueba que sean principios innatos.
Comentario2










































































































































































































































TEXTO 2F

Por lo demás, no puedo comprender cómo cualquier hombre sería capaz de infringir las reglas morales con confianza y serenidad si fuesen innatas y estuvieran grabadas en su mente.... Latrocinios, asesinatos y raptos son las actividades a las que se entregan los hombres cuando se les deja libres de todo castigo y censura. ¿Es que no ha habido naciones, y de las más civilizadas, entre las que ha sido una costumbre común la práctica de abandonar a los niños en los campos para que perezcan de hambre, o devorados por las fieras, y ha sido esta costumbre tan poco censurada y ha suscitado menos escrúpulos que el hecho de concebirlos?  ¿No se da el caso, en algunos otros países, de meterlos en la misma sepultura de sus madres si éstas mueren de parto o se deshacen de ellos si un supuesto astrólogo declara que tiene mala estrella? y ¿acaso no existen lugares donde sin remordimiento alguno los hijos abandonan a sus padres cuando éstos llegan a cierta edad? En algunas partes de Asia, cuando se desespera de la salud de un enfermo, antes de morir, se le deposita en la tierra y se le deja expuesto a las inclemencias del viento y de la intemperie sin auxilio ni piedad de nadie (vid Gruber apud Thevenot, part. IV, p. 13). Es común entre los mingredianos, que profesan el cristianismo, enterrar vivos a sus hijos sin escrípulo (vid Gruber apud Thevenot, p. 38). Existen otros lugares donde los padres se comen a sus propios hijos (vid vossius. De Nili origine, cap. 18, 19). Los caribes ( en las islas del Caribe) tenía por costumbre castrar a sus hijos con objeto de engordarlos y comérselos (vide P. Marti, Dec. I). Y Garcilaso de la Vega nos habla de un pueblo en el Perú que tenía la costumbre de engordar para comérselos a los hijos habidos con mujeres cautivas que servían de concubinas para ese fin, y a las que, una vez pasada la edad en que podían tener hijos, también mataban y devoraban (vide Historia de los íncas, lib. I, cap. 12)... Según esto, ¿dónde están esos principios innatos de justícia, piedad, gratitud, equidad y castidad? y ¿dónde está ese asentimiento universal que nos asegura la existencia de tales reglas innatas?
Comentario2










































































































































































































































TEXTO 2G

Quizá pueda objetarse a esto que no es ningún argumento decir que una regla es desconocida porque es violada..... Pero no es concebible que una nación entera rechace públicamente y renuncie a lo que cada miembro de esa nación reconoce infaliblemente como ley, pues así tendrían que reconocerlo quienes lo tuvieran impreso en sus mentes de una manera innata. Es impensable que una sociedad entera de hombres desconozca de manera pública y expresa una regla y la desechen... Por consiguiente, es contradictorio suponer que naciones enteras de hombres puedan unánime y universalmente desmentir, tanto en la teoría como en la práctica, algo que por evidencia absoluta conoce cada uno de sus miembros como lo verdadero, justo y bueno. Esto basta para mostrar que ninguna regla práctica de conducta que sea violada universalmente y con la aprobación y consentimiento públicos, en cualquier parte, puede ser considerada innata. Pero tengo algo más que añadir en respuesta a la objeción formulada anteriormente.
Comentario2










































































































































































































































TEXTO 2H

Efectivamente, sí existe alguna regla que pueda suponerse innata, me parece que no hay otra cosa con mejores derechos a serlo que esta: padres, conservad y amar a vuestros hijos. Por tanto, cuando se dice que ésta es una regla innata, ¿qué se debe entender? Una de dos, o  es un principio innato que en toda ocasión motiva y dirige los actos de los hombres; o bien, que se trata de una verdad que todos los hombres tienen impresa en la mente y que, por eso, conocen y le otorgan su asentimiento. Pero no es innata en ninguno de esos sentidos. En primer lugar, ya probé con los ejemplos antes citados que no se trata de un principio que influya en los actos de los hombres..... En segundo lugar, es también falso que sea una verdad innata de todos conocida porque tan lejos está de ser una verdad innata eso de «padres, conservad a vuestros hijos», que no es ni siquiera una verdad; es un mandamiento, no una proposición, y, por consiguiente, no es susceptible de verdad o falsedad. Para que fuera susceptible de nuestro asentimiento sería preciso reducirla a una proposición como la siguiente: es un deber de los padres conservar a sus hijos. Pero un deber no se entiende sin una ley; y una ley no puede conocerse ni suponerse sin un legislador, o sin que suponga premio o castigo; de tal manera que es imposible que este principio, o cualquier otro principio de orden práctico, pueda ser innato, es decir, impreso en la mente como un deber.
Comentario2










































































































































































































































TEXTO 2I

De cuanto se ha dicho me parece que podemos concluir con seguridad que cualquier regla de orden práctico que sea generalmente violada en cualquier parte del mundo, sin oposición, no puede suponerse innata, porque es imposible que los hombres violen sin pudor ni temor, a sangre fría y confiadamente, una regla que saben con evidencia que fue establecida por Dios.... Sin un conocimiento, de esa clase, un hombre nunca podrá estar seguro de que algo es un deber para él. La ignorancia de la ley, la duda sobre ella, la esperanza de eludir la vigilancia o el poder del legislador, y otras cosas por el estilo, pueden inducir al hombre a ceder en sus apetitos... Dígase si es posible suponer que hombres que sienten en si mismos grabados los edictos de un legislador omnipotente pueden, sin embargo, menospreciar y pisotear con confianza y ligereza sus prohibiciones más sagradas... Por consiguiente, si hubiese alguna cosa impresa en la mente de los hombres que sonara a ley, sería que todos los hombres tendrían cierto e inevitable conocimiento de que la violación de la ley acarrea el castigo respectivo con inevitable seguridad.
Comentario2










































































































































































































































TEXTO 2J

Pero no quiero que se me malinterprete, pues no debe deducirse que creo que sólo existen leyes positivas, porque niego que haya leyes innatas. Hay mucha diferencia entre una ley innata y una ley natural; entre algo grabado en nuestra mente desde un principio y algo que ignorándose, sin embargo, podemos llegar a conocer por el uso y ejercicio de nuestras facultades naturales. Y pienso que de la misma manera se apartan de la verdad quienes, refugiándose en los extremos contrarios, o afirman que hay una ley innata, o niegan que hay una ley cognoscible por la luz natural, o sea, sin la ayuda de una revelación positiva.
Comentario2










































































































































































































































TEXTO 2K

Es imposible probar la existencia de reglas morales innatas con el argumento del asentimiento universal; y eso basta para sospechar que tale principios innatos no son solo fruto de una opinión  caprichosa, puesto que quienes hablan de ellos tan confiadamente, sin embargo, muestran gran reserva en decirnos cuales son, a pesar de que tendría uno derecho a esperar esto de los hombres que tanto hincapié ponen en esta doctrina. Esta actitud da ocasión para desconfiar de sus luces o de su claridad...Pues lo cierto es que de existir tales principios innatos no habría necesidad de que fueran enseñados. Si los hombres encontraran impresas en sus mentes esas proposiciones innatas, les sería fácil distinguirlas de las otras verdades que habrían aprendido después y que hubieran deducido de aquellas proposiciones, y nada seria más sencillo que saber en qué consisten y cuántas son... No obstante nadie, que yo sepa, ha logrado darnos un inventario de esos principios... ..Después de escribir lo anteriormente dicho, me llegó la noticia de que milord Herbert había fijado esos principios innatos en su libro De veritate e inmediatamente consulté la obra con la esperanza de encontrar en un autor tan distinguido respuesta satisfactoria a esa cuestión, lo que me autorizaría a poner término a mis investigaciones. En el capítulo donde trata del instinto natural («De instinctu naturali», pag 76, edición de 1656,) encontré ordenado en lista los seis siguientes rasgos por lo que dice pueden reconocerse lo que él llama nociones comunes (notitiae commune). 1." Prioritas. 2," Independentia. 3º Universalitas. 4." Certitudo. 5." Necessitas, es decir, según él mismo explica, lo que sirva para la conservación del hombre (quae facium ad hominis conservationem). 6º Modus conformationis, o sea, assensus nulla interposita mora (es decir, el modo de conformarse con una verdad, concediéndole asentimiento sin dilación).... Una vez señalados de esta manera los rasgos propios de los principios innatos o ideas comunes, y afirrmando que están grabados en la mente del hombre por la mano de. Dios, el autor precede a enumerarlos, y son éstos: 1ª Esse oliquod supremun numen (que hay un Dios supreme), 2º Numen illud coli debere (que ese Dios debe ser aceptado}. 3º " Virtutem cum pietate conjunctam optiman esse rationem cultus divini (que la virtud unida a la piedad es el culto más excelente que puede rendirse a la divinidad). 4º.  Resipiscendum esse a peccatis (que es preciso arrepentirse de los pecados). 5º  Darï praemium vel poenam porst anc vitam transactam (que hay premios o castigos después de esta vida, según se ha vivido).
Comentario2










































































































































































































































TEXTO 2L

Las cinco proposiciones no poseen los rasgos señalados por el autor...ya que la historia nos habla de muchos hombres, ¡qué digo! naciones enteras, que dudan o no creen en algunas o en todas las proposiciones aludidas..... Veamos: «la virtud unida a la piedad es el culto más excelente que puede rendirse a la divinidad», es decir, el culto que le es más aceptable...esta proposición está tan lejos de ser indubitable, que ni siquiera es verdadera.... Tampoco nos informa mejor la cuarta proposición, a saber: que es preciso arrepentirse de los pecados» mientras no se determine qué acciones son esas que se consideran pecados.... Por tanto, imagino que es poco probable que Dios hubiera grabado ciertos principios en la mente de los hombres en términos de significados tan inciertos como son las palabras «virtud» Y «pecados», que, entre los distintos hombres, se refieren a cosas diferentes. Pero es más, ni siquiera puede suponerse que tales principios están adscritos a ciertas palabras, porque las empleadas en la mayoría de ellos son nombres de sentido muy general que no pueden entenderse sin antes conocer las nociones particulares que abordan... Cuando se muestre que quienes no han aprendido el uso de las palabras y no han sido enseñados por la ley y las costumbres de sus países saben que no matar a otro hombre es parte del culto debido a Dios,.. cuando se pruebe efectivamente que todos los hombres conocen la totalidad de esas reglas y otras mil semejantes, que caen bajo el. sentido de esas dos palabras generales utilizadas anteriormente, es decir, «virtutes et peccata», entonces habrá mejor razón para admitirlas a ellas y a otras similares como nociones comunes y principio de orden práctico y, a pesar de todo, aunque fuera cierto que hubiera asentimiento universal ( suponiendo que lo hay para los principios morales ) respecto a verdades que pueden conocerse de modo distinto al de una impresión original, esa circunstancia no probaría que son innatas, que es lo que pretendo sostener.
Comentario2










































































































































































































































TEXTO 2M

De poco servirá esgrimir en este caso la muy cómoda, pero poco sustanciosa razón de que los «principios innatos morales pueden haberse ensombrecido» debido a la educación, a las costumbres y a las opiniones generales de quienes nos rodean y que se «han borrado completamente» de las mentes de los hombres..... quisiera que los partidarios de los principios innatos me dijeran si tales principios son o no susceptibles de empañarse y borrarse por causa de la educación y las costumbres. Si no lo son, será preciso entonces encontrarlos por igual en toda el género humano, y tendrán que aparecer con claridad en cada hombre; si, en cambio, son susceptibles de variar a causa de ideas aprendidas entonces, las deberíamos encontrar de manera más clara y permanente cuanto más nos acercáramos a su origen, es decir, en los niños y en la gente iletrada, por ser quienes han estado menos expuestos a la influencia de opiniones extrañas. Elíjase el lado que más guste y se verá que es incompatible con los hechos manifiestos y con la observación cotidiana.
Comentario2










































































































































































































































TEXTO 2N

No hay inconveniente en admitir que existe un gran número de «opiniones que son recibidas y abrazadas por hombres de distintos países, diferente educación y distinto temperamento, como primeros e incuestionables «principios», muchos de los cuales, bien por ser absurdos, o porque se oponen entre si, es «imposible que sean verdaderos». Sin embargo, y a pesar de lo irracionales que puedan ser, todas esas proposiciones son acatadas como sagradas.... Porque quienes se esmeran ( según se suele decir ) en inculcar a sus hijos los buenos principios ( y son pocos los que no tienen buen acopio de buenos principios, en los que ellos mismos creen ), infunden en el entendimiento, aun incauto y sin prejuicios ( pues el papel en blanco es apto para recibir cualquier impresión ), esas doctrinas que quieren que se retengan y profesen....las cuales llegan, de ese modo, a ser consideradas verdades innatas, incuestionables y evidentes por sí mismas... A esto se puede añadir que cuando los que han sido educados de ese modo llegan, con el tiempo, a reflexionar sobre sí mismos, no pueden descubrir en sus mentes nada más antiguo que aquellas opiniones que le fueron enseñadas antes de que la memoria empezara a llevar el control de sus acciones o antes de que se fijara el momento en que algo nuevo se le presentara y, por tanto, no tienen inconveniente en afirmar que esas proposiciones, de cuyo conocimiento no pueden encontrar en si mismo el origen, fueron con toda seguridad impresas en la mente por Dios y por la naturaleza, y no enseñadas por nadie. Aceptan y acogen tales proposiciones con la misma veneración que muchos tienen por sus padres. Pero no porque sea algo natural, ya que los niños no adoptan esa conducta cuando no les ha sido enseñada, sino porque creen que es natural porque les educaron así y porque no tienen memoria de los comienzos de tal respeto.....Después no es sorprendente que en una edad madura, cuando los hombres están ocupados en los quehaceres de la vida o sumidos en la busca de placeres, no se pongan seriamente a la tarea de examinar sus credos, y muy particularmente cuando uno de sus principios consiste en que los principios no deben dudarse...Por todo ello, no es difícil imaginar cómo por estos medios sucede que los hombres terminan adorando ídolos que han sido erigidos en sus mentes; que se encariñen con las nociones que les han sido tan familiares y que lleguen a revestir con el atributo de lo divino ciertos absurdos y errores,.... Quien admita en su mente algunos de esos principios, para darles el acatamiento que se concede a los principios de esa clase sin que nunca se aventure a examinarlos, sino, por el contrario, se acostumbre a creer en ellos, puesto que están para ser creidos, estará expuesto a recibir por la educación que le den y por las costumbres aceptadas en su país cualquier absurdo en calidad de principio innato y, a fuerza de fijar la atención sobre el mismo objeto, llegará a cegarse de tal modo que tome por imagen de la deidad y como obra de sus manos algún monstruo forjado por su propio cerebro.

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