NIETZSCHE EN BASILEA
Nietzsche llega a Basilea el 19 de Abril de 1869. Se estableció en
una arteria ciudadana de nueva construcción surgida sobre el rellano de los antiguos
fosos de la ciudad, a pocos pasos de la imponente Spalentor y de las nuevas
ampliaciones realizadas a la Universidad. Primero vivirá en Spalentorweg
2, y después en Schützengraben 45 (47 en la numeración actual), en una
manzana de casas de un piso, adornadas de acuerdo con el gusto de la época.El lugar,
allá al borde de la ciudad, era espléndido: jardines y campos extensos en las
cercanías, la vista libre hasta la Selva Negra y hasta los Vosgos; un
lugar parecido a su casa de Naumburgo en el «Weingarten».Un buen andador tarda
diez minutos hasta los edificios de los colegios, a orillas del Rin, y lo mismo
hasta el pedagogio, «sobre el castillo» en el Mentelinshof de la plaza
de la catedral; primero, a través de la vaguada por la que corre el arroyo Birsig,
y después, al otro lado, subiendo por las estrechas callejuelas hasta el llamado cerro
del castillo, coronado, no por un castillo, sino por la catedral del mismo
estilo gótico que el centro de la ciudad vieja en general. El románico desapareció en
1356 a causa de un terremoto, y el barroco nunca pudo instalarse en la archiprotestante
Basilea, excepto algunos pocos edificios civiles, gallardos pero moderados.Así se
ofrecía a Nietzsche el nuevo entorno de
TRIBSCHEN
LA «ISLA DE LOS BIENAVENTURADOS»
El 9 de noviembre de 1868 Nietzsche escribe a su amigo Erwin
Rohde en una
SEMESTRE DE VERANO (1869)
El joven docente emprende con
SEMESTRE DE INVIERNO (1869-1870)
En el semestre de invierno (1869-1870) Nietzsche continúa impartiendo sus cursos en
la Universidad lo cuales conocemos gracias al
SOBRE LA CIUDAD DE BASILEA
Basilea, entonces con
30.000 habitantes, era una pequeña ciudad de características medievales, con muro y foso
(¡como Naumburgo!), vigilada por gallardos torreones de acceso que, a veces, todavía
eran cuidadosamente cerrados de noche. Sólo en 1868, el año anterior a la llegada de
Nietzsche, desaparecieron los últimos bastiones medievales. Todavía reinaba en ella ese
ambiente burgués de pequeñeces odiosas, y la prensa, entonces floreciente, fomentaba los
chismes y se recreaba en las insolencias. Seguramente Nietzsche sacó de ello gran parte
de su aversión por una cierta «democratización»; recibió suficiente lección
intuitiva sobre la inferioridad intelectual de su lado contrario. Pero ¿de dónde venía
él? Por más que él, más tarde, se manifestara hostilmente en relación al espíritu
provinciano de Naumburg o sobre la «virtud naumburguesa», también él, en su fuero
interno, seguía siendo un buen ejemplar de provincianismo. No se encontraba a gusto en el
«gran mundo». Sólo «respiraba» confiadamente en el retiro campestre de Tribschen,
junto a Lucema, allí donde Richard Wagner jugaba al «gran mundo». Pero este «respirar
el gran mundo» también era característico de la Basilea de entonces. Sin embargo
Basilea no estaba libre de problemas relacionados esencialmente con la Confederación.
Ello hizo que llegara incluso a plantearse la cuestión si debería mantenerse la misma
Universidad lo que llevó a una pronunciación unánime y convencidamente en el Gran
Consejo (Parlamento de la ciudad) a favor del mantenimiento de la
venerable institución, aunque con servicios muy reducidos, dadas las circunstancias
económicas de la comunidad. Rápidamente se formó la «Sociedad Académica
Voluntaria» que, por sus aportaciones, más cuantiosas cada día, permitió a la
universidad crear cátedras que no estaban previstas en la ley, contratar personas que
conservaran las colecciones, ampliar éstas, conceder aumentos de sueldo y de pensiones
(en 1879 también a Nietzsche) y realizar conferencias públicas. Jacob Burckhardt habló
a menudo en esos ciclos de conferencias de la «Sociedad Académica Voluntaria»; en ese
marco habría que situar las conferencias de Nietzsche Sobre el porvenir de nuestros
centros de enseñanza.
SOBRE WAGNER y LA INVITACIÓN A NIETSCHE
En estos momentos, Richard Wagner tenía ya 56 años. Tras
él quedaba una existencia dramática, llena de grandes momentos, pero sobre todo de
humillaciones. Sólo hacía cuatro años que, estando en la más extrema y desesperada
miseria, había despertado el favor y la gracia del entusiasta rey de Baviera, el
joven Luis II. Wagner era uno de los hombres más respetados y a la vez
más odiados de su tiempo, creador de una obra tan imponente como revolucionaria, y por
eso discutida; una personalidad demoníaca, mágica, no sin un recubrimiento protector de
charlatanería. La fuerza de los acontecimientos había hecho necesaria su retirada de las
candilejas de Munich, metrópoli de la cultura; encontró un refugio idílico en
Tribschen, cerca de Lucerna, en el lago de los Cuatro Cantones. Justamente
en la época en que conoció a Nietzsche en Leipzig, se encontraba en medio de
una lucha ardiente por la que había de ser la compañera de su vida Cosima-, que
todavía era la esposa (¡por matrimonio católico!) de su amigo y precursor, el director
de orquesta Hans von Bülow. La evolución de sus circunstancias personales
todavía podía tomar cualquier dirección, incluso la más desfavorable para él. Se
encontraba frente a decisiones importantes y que condicionarían su destino. Cosima permanecía
en Munich hasta el desenlace de las complicaciones creadas por ella y por Wagner. Sin
Cosima, su Tribschen le resultaba desierto y abandonado, razón por la
cual hizo este viaje: para dominar su tenso nerviosismo. Todavía en aquel momento era una
pregunta abierta si «Tribschen» llegaría a ser un futuro consumado o sólo un bello
sueño. En tales circunstancias ¿qué significado pudo dar a la invitación? ¿Dónde
debía visitarlo Friedrich Nietzsche, estudiante, joven y sin fortuna, de filología
clásica en Leipzig, que acababa de cumplir 24 años? En noviembre de 1868 nadie
podía sospechar siquiera que sólo pocos meses más tarde el joven universitario, que
todavía no se había doctorado, ni mucho menos habilitado, habría de ser requerido como
profesor de filología clásica, y precisamente en Basilea, muy cerca, por tanto,
de Tribschen. Wagner no podía esperar sino una única visita ocasional en el
curso de un viaje de estudios o de vacaciones, visita que duraría unos días y durante la
cual Nietzsche seguramente se alojaría en la posada de Tribschen. Hasta
ahí sí podía ser sincera su amistosa invitación a aquel adolescente, más de 31 años
más joven que él, sorprendentemente inteligente y apasionado admirador de la música. Wagner
siempre buscó -y necesitó-- contactos, y los buscó también con gusto en las
generaciones más jóvenes. Sin embargo, para Nietzsche esa invitación significaba mucho
más. Se sintió afectado en su fibra más íntima, llamado por el destino, ¡él, que
tanto creía y siguió creyendo en él! Seguramente, cuando dos meses más tarde
comenzaron las primeras conversaciones con su maestro Ritschl sobre su posible
contratación por Basilea, esa invitación y la situación de la cercana Tribschen,
tuvieron un gran peso en sus deliberaciones y, sobre todo, en sus sentimientos. Los
planes, trazados con gran cariño, sobre un viaje de estudios a París junto con su amigo Rohde,
la exigencia de ampliar sus conocimientos con estudios de ciencia natural para, desde
ahí, acceder mejor a su objetivo vital, la filosofía: todas estas cosas las arrinconó.
A pesar de la clara conciencia de que era demasiado temprano para él, aceptó el yugo del
profesorado de filología, para conseguir el contacto y la «amistad» del primer
hombre superior con el que se había topado. Ni siquiera el compromiso adquirido con
el amigo más cercano entonces a su corazón, Erwin Rohde, sirvió de contrapeso.
Y eso que Nietzsche no podía suponer todavía el alcance que habrían de tomar
las vivencias de Tribschen a causa del encanto que dimanaba de la mujer más
importante, de «la mujer más venerada», que habría de encontrar, Cosima,
que sólo tenía 7 años más que él y, por tanto, por edad, estaba más cercana a él
que a su amigo Wagner.
VISITA DE NIETZSCHE A WAGNER
Era todavía por la mañana.Wagner solía trabajar hasta las dos de
la tarde. Desde el 1 de marzo se ocupaba de la composición del esbozo del tercer
acto de Sigfrido, que acabaría el 14 de junio. A nadie le estaba permitido
interrumpirlo durante el tiempo de trabajo, tampoco a la «Señora baronesa», Cosima (que
mientras tanto había vuelto definitivamente a Tribschen, después de haber
solucionado con éxito sus asuntos en Munich). Precisamente era ella quien cuidaba como un
cancerbero de que no se turbara la paz que el maestro necesitaba para trabajar. Se cita
muy a menudo un relato según el cual Nietzsche da al sirviente (tuvo que ser Jakob
Stocker) su tarjeta y, trás un corto tiempo de espera, es invitado a la tardía comida o
si no el lunes próximo después de Pentecostés, después de que Wagner se hubo informado
de si ese tal Prof. Nietzsche que estaba a la puerta era el mismo que el Sr. Nietzsche
que, todavía como estudiante, había conocido un día, hacía de ello seis meses, en casa
de su cuñado en Leipzig. Por más adecuado que parezca y aunque ello proviniera de un
relato del propio Nietzsche, lo que sucedió realmente dentro de la casa y quién fue
el que formuló la invitación, son cosas que ya nunca podrán ser determinadas con
seguridad. Parece dudoso que fuera Wagner mismo. Ni Stocker ni Cosima se hubieran
atrevido, seguramente, a interrumpir el trabajo del maestro por una bagatela como la
visita no anunciada de una persona desconocida para ambos. Pero Tribschen era una
casa hospitalaria y Cosima llevaba todo en ella con gran boato, particularmente cuando se
trataba de dar acceso hasta el maestro a nuevos y jóvenes admiradores. Por eso, quizá
fue ella, también en este caso, quien tomó una decisión que habría de convertirse en
un factura histórico de gran importancia. El diario 258 de Cósima no menciona esta
visita. También es verdad que esos días salía a ratos a los recados. ¿Quizá en el
momento preciso en el que se presentó Nietzsche? Ella anota: «de vuelta a casa oigo a
Richard», lo que quiere decir que durante su trabajo ella estuvo, al menos parte del
tiempo, en casa. Cualquier otro epíteto con que se pretenda adornar esta primera
visita exige reserva crítica. Tras la respuesta, Nietzsche permaneció largo tiempo
indeciso ante la casa. Oía acordes que venían de la mano de Wagner, que según parece,
corresponderían, como recordaba más tarde, a aquella parte del tercer acto de Sigfrido
que dice: «Se ha olvidado de mí quien me despierta. Pero la nota más
temprana de Nietzsche constata simplemente: «El sábado anterior a Pentecostés
viajé temprano a Lucerna y, puesto que me sobraba tiempo para coger el barco de vapor, me
fui caminando medio indeciso hacia Tribschen. Permanecí mucho tiempo inquieto ante la
casa, escuchando sin cesar un doloroso acorde. Invitación a comer aceptada para el lunes
de mi proyectado viaje al llano de Tell.» Wagner componía el tercer acto de Sigfrido,
pero el que justo en ese día estuviera en aquella parte del texto que Nietzsche
indicara más tarde, es algo posible pero no obligado. ¡Precisamente en relación con
Wagner, Nietzsche se hace acreedor de algunas mistificaciones! Nietzsche sigue
anotando, en el lugar citado, sobre esta primera visita: «Mientras tanto, días
agradables con Osenbrügge, Boretius y Exner, igual que con su hermana, en la pensión
Imhof. El lunes, con el barco de- la mañana, a Tribschen (desde "Rossli", en
coche de punto), baronesa von Bülow [Cósima, por aquel tiempo, se presentaba siempre
corno «Baronesa von Bülow»]. Fotografía. Con Wagner de nuevo a Rössli, invitación
cordial.» Con ello, Nietzsche había entrado en la vida y en el mundo de Tribschen.
Otra vez se trataba de un mundo totalmente nuevo, que lo envolvió y adquirió fuerza
configuradora sobre él.
SOBRE TRIBSCHEN
En esta atmósfera de Trisbschen, mezcla de publicidad y de
recogimiento, se había retirado temporalmente Richard Wagner para coger aliento
antes de su escarpada ascensión a la cima de su vida, que supondría su obra de
Bayreuth. También Nietzsche volvió siempre a buscar esta atmósfera, para «coger
aliento», incluso en los años posteriores a sus vivencias de Tribschen.
Muros de hasta ocho metros de anchura nos remiten a los cimientos de una construcción
medieval, y un viejo grabado (hoy en las habitaciones de la casa transformadas en museo)
nos sorprende con el aspecto hosco que ofrecía el edificio hasta el siglo XVIII. A
comienzos del siglo XIX la casa fue reforrnada hasta adquirir la forma actual; aunque
verdad es que, en 1933, al pasar el inmueble a la ciudad de Lucema, el arquitecto jefe de
la ciudad hizo desaparecer el balcón que daba al lago y las edificaciones occidentales de
la cocina y los establos, tal como habían servido a Wagner, con lo que se consiguió un
acceso directo al jardín situado en la pendiente que baja al lago.
Cada uno de los tres pisos está dividido en cinco o seis habitaciones, no muy grandes por
cierto; pero esta fuerte división del espacio permitía, sm embargo, acoger a un gran
número de personas e instalar gabinetes de trabajo.También pertenecía a la posesión un
caserío,situado aproximadarnente a 200 metros en dirección al campo; allí vivían los
numerosos criados de Wagner. El complejo entero era como una pequeña corte.Cartas de
Wagner y de Cosima a los más dispares destinatarios, cuentan animadamente quién vivía
allí y todo lo que allí sucedía: Wagner, Cosima con sus hijas Danicia, Blandine,
Isolda y, más tarde, también Eva; el 6 de junio de 1869 se añadió además su hijo
Sigfrido. Una educadora, una niñera, el ama de llaves Verena Weidmann,
casada desde el 28 de enero de 1867 con Jakob Stocker, que se convirtió en el
«administrador de palacio» (el matrimonio tuvo el primer hijo el 4 de octubre de 1868),
el criado Peter Steffen, una cocinera y una doncella. Durante meses estuvo como
invitado el joven músico Hans Richter.
Wagner profesaba un gran amor a los animales. Por ello se rodeó de cuadrúpedos
y de aves. Había un gran perro negro de Terranova, Russ, el pequeño faldero, Koss, el
bueno de Fritz, un viejo caballo, y Grane, un caballo regalado por el rey de Baviera.
Cosima había traído de su mansión de Munich una pareja de pavos, Wotan y Fricka. Había
además gallinas y corderos, y, finalmente, también un gato. Todos ellos eran para Wagner
«miembros de la familia» y, como tales, en sus cartas y en las de Cosima, jugaban un
cierto papel de personalidades. Así, Cósima escribía a su hija Daniela: «Hace
poco, los pavos, el corderito negro, Koss y Russ, las gallinas y el gato, todos ellos
fueron juntos, pacíficamente, de paseo, como los músicos ambulantes de Bremen.»
Por desgracia Nietzsche no compartía con Wagner ese amor a los animales. Era en
exceso un homo sapiens y mantenía el «pathos de la distancia» con respecto a
la naturaleza bruta. Sus animales, el águila y la serpiente simbólicas del
Zaratustra, no son ni amables ni vivaces. 'I'ampoco son auténticos animales, sino
personas que actúan bajo una máscara. En este sentido no le fue dado acceso alguno a la
naturaleza tantas veces por él invocada.Quizás por eso era tanto más receptivo respecto
al otro componente de la naturaleza de Tribschen: el paisaje. «Esto es
hermoso y sagrado por encima de cualquier representación», manifestaba Wagner el 6 de
mayo de 1866 a Heinrich Porges; y antes, poco después de su mudanza, el 15 de abril de
1866, al rey Luis II: «A donde quiera que dirija la mirada desde mi casa me encuentro
rodeado por un auténtico mundo encantado: no conozco ningún lugar más hermoso en este
mundo, ni más acogedor que éste.» Eso mismo sentía Nietzsche.Hay que conocer el
sitio para poder comprender todo su encanto. Al fondo, el espacio está coronado y
protegido, a la vez, por la silueta del macizo de Pilatus, en cuyas estribaciones
queda la posesión, como si estuviera en el dedo meñique del pie de un gigante. Hacia
adelante y a ambos lados, la vista se abre, por encima de la superficie del agua, hasta
las suaves colinas cercanas, y, más allá de ellas, hasta las imponentes formaciones
montañosas de la lejanía. Reina aquí la paz, pero no la soledad. Precisamente la
tranquila superficie del lago ofrece una imagen de actividad comercial. Cosima escribía
sobre ello ya en el otoño de 1866.- «Hoy... una mañana espléndida -día de
mercado-, barcas y barcas de Uri, Schwyz y Unterwalden, hacia el mercado de Lucerna: una
vista maravillosa, indeciblemente hermosa sobre esta superficie lisa y apacible del lago,
donde cada barca se mece en medio de un círculo refulgente de plata. Una mañana así no
resulta cara pagada con todo un molesto mes de inviemo.» Wagner se fijó en ese Tribschen
cuando, el 30 de marzo de 1866, Viernes Santo, viniendo con Cosima desde Ginebra, a
través de Berna y el paso Brünig, hacia Lucerna, con la intención de buscar en esa
región un hogar tranquilo para él y para la amiga recientemente conseguida, pasaba con
el vapor casi rozando esa mansión señorial. Ya el 2 de abril estaba decidido a alquilar Tribschen.
El 4 de abril visitó toda la finca y con fecha 7 de abril de 1866 cerró el contrato de
arrendamiento con su dueño, el coronel Walter Amrhym, por un precio anual de
3.000 francos (incluido el mobiliario), que correspondía exactamente al sueldo inicial de
Nietzsche como profesor de Basilea. Así púes, se pensaba llevar un gran tren de
vida, se cambió y aumentó la decoración interior, en un estilo recargado al gusto
romántico, como una permanente decoración teatral, que para nosotros ya es algo
imposible de soportar; con todo ello se exhibía un estilo de vida que era exactamente
todo lo contrario de las costumbres puritanas que conocemos de Nietzsche. Resulta
incomprensible que no sintiera repulsión, ni resultara ofendido su fino olfato estético,
ante tales arreglos, para los que Cosima no se cansaba de inventar nuevas formas.
Igualmente asombrosas -tanto para los actores como para los espectadores--- son las
«escenificaciones» en casa de Wagner. Sólo un ejemplo: Para el cumpleaños del maestro,
el 22 de mayo de 1871, Cosima había preparado el siguiente cuadro en el salón:
todos agrupados en torno al maestro, ella con el ropaje de Sieglinge (de las Valquirias)
y las hijas vestidas, Daniela como Senta (Holandés errante), Blandine como
Elisabeth (Lohengrin), Eva e Isolda como sus heroínas homónimas (Maestros
cantores y Tristan), ¡y todavía Cosima/Sieglinge con el niño Sigfrido en los
brazos! Evidentemente disponían de todos esos trajes en el mismo Tribschen.
Detrás de esas fruslerías y entre esos bastidores teatrales, sin embargo, brillaban para
Nietzsche unas personalidades que ejercían sobre él una atracción demoníaca
irreprimible.
CARTA DE NIETSCHE A RODHE HABLANDO SOBRE TRISBCHEN
«Por cierto que también yo, como tú, tengo mi Italia; sólo que yo
sólo me puedo cobijar allí los sábados y domingos. Se llama Tribschen y ya me resulta
totalmente familiar. Ultimamente he estado allí cuatro veces, separadas por cortos
espacios de tiempo, y además casi cada semana una carta sigue el mismo camino».
En otra carta dice lo siguiente:«Queridisimo amigo, todo lo que allí aprendo y
veo, oígo y comprendo, es indescriptible. Créeme, Schopenhauer y Goethe, Esquilo y
Píndaro, viven todavía.»
Johan Jakob Bachofen
J. J. Bachofen procedía --como Vischer- de una antigua
familia de industriales y comerciantes de Basilea; desde generaciones los antepasados eran
fabricantes de cintas de seda. El fue -como Vischer- el primer académico de su familia.
Nació el 22 de diciembre de 1815. Pasó por las escuelas de Basilea y las
lecciones de latín las recibió ya del viejo --entonces aún joven- Gerlach. Cuando Nietzsche
llega a Basilea existía ya su obra fundamental: Simbólica de las tumbas
(1859), Matriarcado (1861) y La leyenda de Tanaquil (que estando en
imprenta aparecería en 1870). En febrero de 1872 leyó Wagner ese libro, estando
en Tribschen, y con seguridad a instancias de Nietzsche.
Bachofen mantendrá una guerra encarnizada en contra de la escuela
crítico-racionalista (Mommsen) y se mostró siempre defensor de la
imaginación grandiosa lo que le llevó en ocasiones a conclusiones demasiado atrevidas y
le hizo olvidar la diferenciación entre lo que son hechos historicamente probados y lo
son propias hipótesis. Nietzsche debió sentirse, sin embargo, atraido por las
posiciones de Bachofen sobre la investigación e, incluso, su mismo vocabulario
le debió servir de estímulo. Términos como la dicotomía apolineo-dionisíaco
en el Nacimiento de la tragedia son ya fundamentales en la obra de Bachofen,
si no, inclusive, primarios. Además unía a Bachofen y a Nietzsche el tener
ámbos una misma fuente investigadora Friedrich Creuze. Sin
embargo, a causa de las bases marcadamente cristianas de la visión del mundo de Bachofen,
nunca pudeo llegarse entre él y Nietzsche a una relación humanamente próxima.
Por este motivo, sus espíritus finalmente se alejaron.
Pero la casa de Bachofen disponía además de otro incentivo, como sucedía en
Tribschen: este hombre joven, fácilmente inflamable hasta la exaltación,
seguramente no permaneció insensible al encanto de la joven y musical señora de la casa,
sólo un año más joven que él. La diferencia de edad entre el matrimonio Bachofen era
semejante a la que se daba en Tribschen en el caso de Wagner, y
seguramente Nietzsche supo aprovechar en casa de Bachofen, como homenaje sublime,
sus dotes de expresivo improvisador al piano. A la música y al eros les
gusta vivir cerca uno de otro.
Ludwig Rütimeyer
Nació el 26 de febrero de 1825 en Biglen, cerca de Berna. Empezó estudiando
teología pero acabó haciendo el doctorado en medicina, aunque para dedicarse a
la geología y a la biología. En 1853 es nombrado profesor de anatomía
comparada en Berna. En el año 1855 pasa a la Universidad de Basilea en donde está de
profesor de anatomía hasta 1865 en donde es nombrado rector de esa Universidad. Sus
estudios sobre la historia natural le permitieron tomar posición propia en relación con
la debatida teoría de la evolución de Darwin, cuya obra principal (Origen
de las especies) había aparecido en 1859.Rütimeyer reconoce
los efectos de la lucha por la existencia; reconoce asimismo que Darwin, con su
aportación de datos, ha dado nueva luz al significado de ese factor. Pero enseguida
declara su más que mero escepticismo respecto a la supuesta omnipotencia de esa
selección: recalca continuamente su convicción de que la sobreestima de la
selección nos ciega respecto a la realidad y que han de suponerse también otras
fuerzas que actúan en ello... Pregunta si la luz que Darwin puso en
nuestras manos consigue también hacemos penetrar en la evolución misma y, a la vez, con
ello, hacemos superar los límites de lo físico,en los que él se mueve, hacia el ámbito
mucho más oscuro de lo metafísicos. Por su parte, Rütimeyer duda de ello, y apela a
alguien muy respetado por él: el letón Karl E. von Baer, que ya en 1860
argumentaba así contra Darwin.- «¿No hay que comparar los procesos vitales de los
cuerpos orgánicos con melodías o pensamientos? De hecho prefiero llamarlos pensamientos
de la creación; su presentación o aparición en el mundo corporal sólo se diferencia de
la presentación de un tono o de un pensamiento por el hecho de que el hombre no puede
producir estos últimos de modo que se corporicen independientemente y adquieran un cuerpo
distinto... El proceso vital orgánico, sin embargo, siempre ligado a la materia -aunque,
en germen, a muy poca-, se desarrolla construyéndose él mismo el cuerpo siempre
progresivamente, para lo que recibe dentro de sí de la naturaleza exterior los materiales
simples. Pero conforma su cuerpo y propio tipo y ritmo. Por eso es también él un pensamiento de la creación?
¿Se ha cerrado esta evolución con el hombre? ¿Hay siquiera un final, un telos? Y
si no, ¿cuáles son las fuerzas que conducen adelante? Nietzsche vive en
Basilea, en la discusión académica pública toda la tensión del conflicto entre Darwin
y el partido contrario representado sólidamente por Rütimeyer. Pero también es
un conflicto que le preocupa ¿Es la evolución el resultado del ciego azar, o la
realización de un pensamiento de la creación»?
Nietzsche expondrá en el Zaratustra una tercera posibilidad
frente a esta alternativa, que es claramente un silogismo, a saber, la conclusión de las
premisas de Darwin y Rütimeyer: la evolución se convierte en víctima del azar
si no es dirigida por un ser espiritual. Pero puesto que Nietzsche ha ha
perdido entretanto a Dios y al pensamiento de la creación, sólo podrá establecer como
espíritu determinante de la meta al único ser dotado de voluntad configuradora que le
resta: el hombre mismo, o más bien, el superhombre..
Jacob Burckhardt
Cuando el joven docente Nietzsche llegó a Basilea, Jacob
Burckhard era un hombre serio, tranquilo, reservado, de aspecto exterior correcto y
buenos modales, amante de la música en casa al piano y todavía en «edad de
composición», que había estudiado también en Bonn y conocía por tanto los
bienaventurados lugares, y entre cuyos condiscípulos en Leipzig había jugado cierto
papel el hijo de Gottfried Kinkel.... ya había de principio suficientes puntos en común
y preguntas sobre la situación actual de esto o de aquello. Al comienzo no tuvo por qué
ser más profundo el interés de Burckhardt en el nuevo colega, con el que del
modo más natural hubo de entrar en conversación durante los descansos en el pedagogio.
Por otra parte, la fina sensibilidad de Nietzsche captó de inmediato y
naturalmente lo extraordinario de ese hombre, y él fue quien le correspondió con un
afecto y un respeto que, con seguridad, no había buscado Burckhardt, una
generación mayor que Nietzsche. Esa «amistad» era quizá todavia más unilateral que en
el caso de Wagner, y, a pesar de todos los puntos en común y de todas las posibilidades
de acercarse más uno a otro por vivencias comunes, Burckhardt, que había
conseguido ya el equilibrio anímico y que tenía en alto aprecio la tranquilidad y la
mesura clásica, no tenía interés alguno en dejarse introducir en el raudal de
pensamientos de ese joven arrebatado, de ese revolucionario del espíritu, interiormente
inquieto, desequilibrado e incluso desgarrado.
Alfred Martin ha formulado acertadamente --aunque no estemos de acuerdo con él
en todos los detalles- la posición de Burckhardt: Burckhardt era todavía un
hombre de la época clásica de Weimar. Con seguridad también él se dio cuenta de lo
extraordinario que había en su joven colega, pero, dada su idiosincrasia, lo vio como
expresión o síntoma de la era revolucionaria, que él también percibió como tal, pero
no aceptó.Del mismo modo tampoco negó la genialidad de Miguel Angel o de Beethoben,
pero, por su participación y sus exigencias estéticas y éticas respecto a la obra
de arte, prefirió a Rafael y a Mozart.
Ya en las primeras semanas después de haberse conocido, vista su posición respecto a
Wagner, se decidió el que ámbos caminos habrían por fuerza de separarse completamente.
Para Burckhard, Wagner, como personalidad y como compositor, era y fue siempre
una abominación. Y cuando esta diferencia, con el correr del tiempo se hizo menor, al
alejarse Nietzsche de Wagner atacándolo en parte con los argumentos
de Burckhardt, ya hacía tiempo que el universo intelectual de Nietzsche
se había vuelto extraño para Burckhardt. Pero Nietzsche experimentó en Burckhardt
lo que se había imaginado por un gran maestro.Burckhardt se
había convertido realmente en un maestro de su pueblo, y es precisamente Nietzsche
quien ha de confesar que se nota en las gentes de Basilea que tuvieron un
Burckhardt. Hasta qué punto Burckhardt representaba para Nietzsche el
modelo del gran maestro, lo descubre completamente una carta de Nietzsche,
del tiempo en que su locura comenzaba, donde desaparece completamente la máscara y
aparecen a plena luz vivencias fundamentales : «Tú eres... nuestro mayor máximo
maestro (Turín, 4 de enero de 1889)
ENTUSIASMO EN LOS INICIOS DE PROFESOR EN BASILEA
«En lo que a mí concierne, escribe a su madre a comienzos de mayo de
1869, «hasta ahora tengo todos los motivos para sentirme a gusto aquí, pero también
la firme esperanza de vivir en poco tiempo todavía más aclimatada y placenteramente.
Ahora existen demasiadas cosas nuevas. Las eternas presentaciones de nuevas personas me
resultan terriblemente pesadas... y al mediodía no me encuentro al abrigo de mis colegas
los senadores y concejales... Por lo demás el entorno es notablemente hermoso e invita
por todas partes a las mejores excursiones, al Jura, a los Vosgos, a la Selva Negra: todo
ello está muy cerca... Se me ocurre que todavía no he notificado que todo me llegó a
casa perfectamente empaquetado... Encárgame cuanto antes una chaqueta negra de visita en
Haverkamp. Aquí nadie lleva frack.» Sólo con el dinero parece que tuvo dificultades al
principio, pues se queja a su madre: «Nuestro sueldo se paga absurdamente por semestres y
además a semestre vencido, el 1 de julio y el 1 de enero.»
EL VECINO WAGNER:
A mitad de Junio de 1869 vuelve a escribir a su madre: «De extrema
importancia resulta el que tenga en Lucerna al amigo y vecino más deseado, si bien no
suficientemente cerca, sí lo bastante como para poder aprovechar cualquier día libre
para un encuentro. Este es Richard Wagner, que como persona y como artista, es un hombre
de idéntica grandeza y singularidad. Con él y con la genial señora von Bülow (hija de
Liszt) he pasado ya varios días felices, ... en la fascinante soledad del lago y la
montaña, ... en la conversación más estimulante, en el círculo familiar más amable,
lejos del todo de la acostumbrada trivialidad social. Para mí esto es un gran hallazgo.»
DISGUSTO ANTE LA NUEVA SITUACIÓN DE PROFESOR EN BASILEA
Nietzsche, por esta misma época, da pruebas de ser una persona que depende
fuertemente del estado de ánimo, y las peripecias entre entusiasmo inflamado y depresión
paralizante abarcan un espacio amplio: «Verdaderamente la vida que llevo aquí es muy
cambiante... Más bien siento muy claramente cómo incluso la ocupación más deseada, si
se lleva a cabo "oficial" y "profesionalmente", resulta una cadena de
la que tiramos con impaciencia. Y entonces envidio a mi amigo Rohde que vaga por la
Campagna y por Etruria, libre como un animal salvaje. Lo que me resulta más molesto... es
la horrenda masa de los "estimados" colegas, que se molestan, como si fuera una
obligación, en invitarme noche tras noche: de tal modo que ya soy hasta ingenioso en
rechazar invitaciones hábilmente. Por lo demás la gente me trata bien.» (A su
madre, a mediados de junio de 1869.) También escribe a Rohde el 16 de
junio: «Poco a poco va sucediendo lo que yo esperaba ya desde el principio: entre la
masa de mis estimados colegas me siento tan extraño e indiferente que ya rechazo con
voluptuosidad invitaciones y requerimientos de todo tipo que diariamente me hacen. Incluso
los disfrutes de la montaña, del bosque y del lago se me estropean a menudo por la
plebecula de mis compañeros de profesión. De nuevo estamos de acuerdo totalmente:
podemos soportar la soledad, incluso la amamos.»
DESEOS NEGATIVOS PARA LA SALUD DE GERLACH
El 29 de mayo surge el pensamiento al que habría de aferrarse largo tiempo
aún: «Ultimamente he tenido el deseo temerario de que te habilitaras aquí: lo que
se exige de tí es un discurso inaugural y la presentación de tus trabajos.» Y a
mediados de junio: «Medito sobre la posibilidad... de traerte cerca de Basilea.
Cuando contemplo la situación de la filología aquí, siento que pronto se va a hacer
necesario otro maestro. Vischer el próximo semestre sólo impartirá un curso de dos
horas; esto quiere decir que es la última vez que da clases, puesto que sus "asuntos
ministeriales" no le dejan tiempo. Gerlach dará en total no más de un curso de dos
horas, y es muy viejo. Máhly, después del uso de todos los medios coercitivos posibles,
impartirá clases por fin, pero sólo dos horas... Sólo falta ahora que muriera el viejo
Gerlach: sobre esta posibilidad baso yo mis esperanzas. ¿Tienes la posibilidad de darte a
conocer al eminente, por encima de todos honorable, Vischer?» Este macabro gusto no
se lo proporcionó Gerlach a los dos amigos: enseñó hasta 1875 y murió sólo
el 31 de octubre de 1876, a consecuencia de un accidente.
TRABAJO DE NIETZSCHE EN LA UNIVERSIDAD
Nietzsche informa sobre su trabajo a su maestro Ritschl, el 10 de mayo: «Todas
las mañanas de la semana, a las 7, doy mi lección, los dos primeros días sobre historia
de la lírica griega, los tres últimos sobre las Coéforas de Esquilo. El lunes trae
consigo el seminario, que, en lo que a mí respecta, lo he organizado aproximadamente
según su esquema... El martes y el viernes doy dos veces clase en el pedagogio; el
miércoles y jueves, una. Esto lo hago hasta ahora con gusto. Con ocasión de la lectura
del Fedón tengo oportunidad de aficionar a mis estudiantes con filosofía; por medio de
la aquí desconocida operación de los temas escritos improvisados los despierto muy
rudamente de su sueño gramatical. En mis lecciones tengo siete personas, lo cual
significa aquí que he de sentirme satisfecho. Los estudiantes son en general aplicados,
se tragan absurdamente muchas lecciones y la idea de fumarse la clase la conocen apenas de
oídas.» Y del mismo modo a su hermana, el 29 de mayo: «-Así pues, desde
comienzos de mayo estoy en plena actividad en la universidad y en el pedagogio, aunque
sólo ayer pronuncié mi discurso inaugural sobre la personalidad de Homero en el gran
aula del museo, ante un auditorio completo... también se acostumbra uno al inconveniente
de tener ocho oyentes, si se considera que son toda la filología aquí e incluso uno de
ellos es teólogo. En la escuela encuentro placer en una clase razonable y me hago la
ilusión de que, si bien no he nacido para maestro de escuela, tampoco estoy negado para
ello.»
CUMPLEAÑOS DE WAGNER
Nietzsche fue invitado cordialmente desde Tribschen para el
cumpleaños de Wagner, el 22 de mayo, pero hubo de contestar: «Con qué gusto
aparecería el día de hoy en su retiro de ese lago y esos montes, si la penosa cadena de
mi profesión no me sujetara a su casucha de perro de Basilea.» Al mismo tiempo
envió para esa ocasión una «carta de felicitación» escrita en un tono extrañamente
patético: «Muy Señor mío, cuánto tiempo hace ya que tengo la intención de
expresar de una vez sin el menor recato cuánto agradecimiento siento hacia usted; puesto
que de hecho los mejores y los supremos momentos de mi vida están unidos a su nombre y
sólo conozco otro hombre, su gran hermano en el espíritu Arthur Schopenhaucr, en el que
pienso con el mismo respeto, incluso religione quadam. Me alegro de poder hacerle esta
confesión en un día solemne y lo hago no sin un sentimiento de orgullo... A usted y a
Schopenhaucr he de agradecer haber perseverado hasta ahora en la seriedad de vida
germánica, en una consideración profunda de esta existencia tan enigmática y grave
...» (22 de mayo de 1869.)
VACACIONES DEL HATILLO
Finalmente, a mitad de julio comenzaron las vacaciones de verano con el
«Bündelitag» («día del hatiuo») del sábado 17 de julio. Nietzsche informa del
acontecimiento a Rohde: «¿Sabes ya lo que es el "Bündelitag" de Basilea?
Todo el mundo coge su hatillo y corre hacia el tren; todas las escuelas, y también la
universidad hacen un descanso de 4 semanas; y los climatólogos de Basilea afirman que
durante este tiempo es físicamente insoportable permanecer en Basilea. Así pues ¡fuera,
hacia el ancho mundo! Pero ¿a dónde? Las grandes montañas de hielo... no atraen tanto;
volvería con deleite a la amable región montañosa de Baviera-Bohemia siempre que
pudiera hacerlo en tu compañía ... »
EN CONTRA DE LOS SUIZOS
El 26 de julio escribe desde Interlaken una carta a la señora Sophie Ritschl
que manfiesta pasmosamente lo versátil y caprichoso de sus juicios sobre el entorno
y sus gentes con lo que arroja una luz auténticamente disonante sobre el futuro
filosófico de sinceridad brutal: «Igual que el año pasado recibe usted tambien este
año una carta de balneario escrita en Interlaken a la vista del Jungfrau;...la sociedad
de Basilea no (ejerce) en absoluto influencias cultivadas: en ninguna parte se
usan menos guantes que aquí, y el que la "doncella" B. o Merian (traducido al
alemán Schulze y Müller) diga algo o no lo diga, es algo que resulta totalmente
indiferente y en sí mismo aburrido; aquí no se nota en absoluto el influjo de las
mujeres, a no ser porque convierten toda vida social en una chismorrería
ciudadana...Pero no piense que quiero alabar a los hombres de Basilea, sobre todo a mis
colegas altamente honorables, a costa de las mujeres: a casi todos les ha la
naturaleza la gracia y el empuje artístico, e incluso el más cercano a mí, Jacob
Burckhardt, vive, siendo hombre rico, en una estrechez del peor gusto, y se reúne noche
tras noche con los filisteos basileos en la taberna. Añada usted todavía el absurdo
patriotismo suizo (que, como el queso suizo, proviene de la oveja y tiene un aspecto, como
aquél, ictéricamente envidioso), el aire de superioridad con el que, para la costumbre
alemana... miran: se juntan demasiadas cosas como para no ser empujado a una vida casi de
ermitaño... Pero ya es tiempo de acabar la carta, de beber suero de leche y de oir mala
música: nos conviene de modo especial a los filósofos ser muy fieles y leales
precisamente en lo pequeño, así por ejemplo en la cura de suero.» Se trata de un borrador
de carta; no sabernos qué fue lo que de este texto quedó en la carta definitiva;
pero tampoco importa: aquí tenemos glosas de Nietzsche que están en la más crasa
contradicción con párrafos de cartas de la misma época, donde él se presenta
orgullosamente a sus amigos como un «suizo libre» y cosas similares.
PROBLEMAS DE DINERO Y REPROCHES A SU HERMANA
Consciente o no, surgió, quizá, en él un cierto mal humor debido a los ya entonces
altos precios que regían en los lugares turísticos más concurridos, y le resultó
amargo el hecho de que su sueldo de profesor no le permitiera una vida conforme a su
rango. Se queja a su hermana el 27 de julio, siempre desde Interlaken: «Por lo demás
hay algo que no se puede silenciar, a saber, que el viajar a las partes más visitadas, es
decir, más dignas de ver, de Suiza es sorprendentemente caro:... Hay que considerar que
los precios en los hoteles de las zonas más hermosas, la mayoría de las cuales además
quedan apartadas, precisamente a causa de esto son muy altos, debido a la dificultad del
transporte. Por ejemplo en Grindelwald: la habitación para una persona durante una noche
cuesta dos francos y medio, el desayuno uno y medio, la comida sin vino 4 fr., la cena 3
fr., el servicio 1 fr., etc... Haz el favor de escribirme de una vez cuánto puedo cobrar
este año por los intereses de mi capital. Las condiciones de nuestro sueldo en Basilea
poseen dos aspectos desagradables. Se paga sólo dos veces, el 1 de julio y el 1 de enero,
... de modo que para todo el año, desde abril hasta fines de diciembre, no tengo más que
200 táleros... A eso se une que Basilea es muy cara.» Y después aparece una frase
gélida en esta carta, por lo demás tan cariñosa y confidencial: «Pero ¿por qué te
has encargado tú de la administración de mis fondos?» Apenas lleva tres meses
fuera de casa, un hombre como él en una posición prestigiosa, y ya la hermana, 20 meses
más joven que él, se siente llamada a hacer de administradora de sus fondos, para
extrañeza suya. Ex ungue leonem. La pregunta quedó sin aclarar.
DIARIO DE COSIMA:
Cosima anota a propósito de la visita: «Una persona agradable y muy
culta.» La conversación sobre asuntos musicales hubo de ser muy abierta. Se habló sobre
el Oratorio de Liszt (¡el padre de Cosima!) Santa Isabel, por el que Wagner no podía
entusiasmarse a causa de la «desagradable manía de las apoteosis», y Cosima mantuvo el
juicio de Nietzsche, «a pesar de ser más bien incienso que olor de rosas». Pocos
días después, el 7 de agosto, aparece en el diario de Cosima la expresión «Tschandala-Mádchen»
como una palabra usual en las conversaciones. Por tanto Nietzsche adquirió lo
más tarde aquí en Tribschen esa expresión usada a menudo en sus últimos
escritos para designar «inferior»
EXCURSION AL MONTE PILATOS
En la tarde del 2 de agosto sale Nietzsche para el Pilatus,
donde existía ya un pequeño hotel de montaña. No sabemos si hizo uso de la posibilidad
que había de ir a caballo en los tramos inferiores de la montaña. Incluso así era un
gran rendimiento y para Nietzsche su primera excursión a una altura de más de 2.100
metros. En su equipaje llevaba el manuscrito del último escrito de Wagner Sobre el
Estado y la Religión, que éste había compuesto para la instrucción del rey
de Baviera. Con seguridad Nietzsche apenas se había dedicado en ese tiempo a leer
cosas que no se relacionaran con su especialidad; así pues, hubo de disfrutar enormemente
con el escrito de Wagner. El mal tiempo lo mantuvo tres días sobre el monte, de
modo que tuvo tiempo suficiente para leer y para escribir cartas.
CARTA A RITSCHL:
El 2 de agosto produce de nuevo un documento al gusto del
destinatario, esta vez a su maestro el profesor Ritschl: «Por primera vez en pleno
goce de las "vacaciones", tengo una sensación que no conocía desde mis tiempos
de alumno. Mis años de estudiante no son en absoluto otra cosa que un impetuoso vagar por
el campo de la filología y del arte; de modo que, con el más profundo agradecimiento
hacia usted, el "hado" de mi vida hasta ahora, reconozco qué necesaria y qué
oportunamente llegó aquel nombramiento que de "estrella errante" me convirtió
en "estrella fija"... Y de qué modo tan diferente trabaja el hombre cuando le
respalda la sagrada (ananke) de la profesión, qué tranquilo se duerme y con qué
seguridad sabe uno al despertar lo que exige el nuevo día... Sólo para indicarle cuán
profundamente agradecido admiro su penetración pedagógica a propósito de la feliz
trasformación de mi posición vital... aquí, desde la altura del Pilatus, envuelto en
nubes... me aparece mi forma de vivir hasta ahora en una luz tan maravillosa, la
proximidad en la que se me permitió tanto tiempo vivir a su lado se muestra como un
resorte tan importante de mi vida interior y exterior, que he de coger inmediatamente la
pluma para expresarle mi vivo y cálido sentimiento de agradecimiento.» .
CARTA A GERSDORF
La carta dirigida a Carl von Gersdorff el 3 de agosto
resulta más espontánea. Le describe su profunda vivencia del caso Richard Wagner:
«Domina en él una idealidad tan absoluta, una humanidad tan profunda y conmovedora,
una sublime seriedad de vida tal, que me siento en su proximidad como en la proximidad de
lo divino. Cuántos días he pasado ya en la encantadora finca del lago de los Cuatro
Cantones, y siempre esa naturaleza maravillosa me resulta nueva e inagotables. Y al
final de la carta le recomienda vehementemente la Filosofía del inconsciente de Eduard
von Hartmann, «a pesar de la mala fe del autor». Y el 4 de agosto a Gustav Krug:
«Estos días que he pasado en Tribschen en este verano son absolutamente los
resultados más apreciables de mi profesorado en Basilea.» ¡Por tanto no el
profesorado tal como se lo agradece a Ritschl!
VISITA DE ALTO RANGO
La madre supo depararle una alteración «principesca» en
estos días. La gran duquesa Konstantin, nacida princesa Alexandra von
Altenburg, una de las tres princesas de cuya educación fue encargado el padre de Nietzsche
durante corto tiempo, paró el 20-21 de agosto en Basilea, en el curso de un viaje por
Suiza. Franziska comunicó esto a su hijo,ordenándole recibir en la estación con un bouquet
al augusto personaje, cosa que hizo dócilmente y de la que informa a su madre el 23
de agosto: «Parece que ella está bien y refinadarnente formada, muestra
ingenio y una seriedad vital no rara entre princesas y las cargas de su posición. Posee
también un comporte cercano y no padece de la manía de estar continuamente
representando. La recibí en la forma indicada por ti, con un bouqet en la
estación, la llevé a pie por el Rheinbrücke y luego en coche a su hotel, cené con ella
y con su séquito -ocupaba 21 habitaciones--, de modo que estuve con ella 2-3 horas y
durante mucho tiempo totalmente en deux.»
ENFRENTAMIENTO CON SU MADRE:
Pero pronto había de tener otra vez un motivo auténtico para la
cólera y la decepción. Los viajes de vacaciones, los fines de semana en Tribschen, le
habían costado de todos modos dinero, y él contaba sólo con los honorarios de un
trimestre. El próximo sueldo había que esperarlo sólo en el 1 de enero. Por ello tuvo
que escribir a fines de agosto a su «administradora de fondos» Elisabeth: «Y ahora
un favor, que ha de ser cumplido con toda rapidez. Cámbiame un bono más de deuda
pública y envía el dinero depositándolo en Correos.» Elisabeth no estaba
en Naumburg, por lo que la carta llegó a manos de la madre, que no podía privarse de
reprender al hijo y de amonestarle al ahorro, en los viejos modos en que lo había hecho
con el estudiante de Bonn. Ella escribe:«Todo el mundo cree que ahorras de tu sueldo,
incluso los Wenkel, y que dejas que queden aquí los intereses. Todo se va fuera y ahora
todavía el capital; esto no es normal. Así pues, por el amor de Dios, colócate en tu
puesto y si es necesario alójate, mejor, en otro sitio. Déjame decirte una palabra como
madre, para que este punto no se convierta en una eterna manzana de la discordia. Tú
eres, por lo demás, mi buen hijo.... pero pienso que no está bien este modo de
proceder... Pero... organízate de otro modo y anota, mejor, tus gastos... Espero una
decidida respuesta a mis preguntas.» La respuesta llegó, corta y dura, a
principios de septiembre: «N. B. Ruego otra vez que se medite si las expresiones y
puntos de vista elegidos en esa carta son los correctos. F. N. » «Tampoco
sabría cómo dar una respuesta todavía "más decidida" a tus preguntas. Lee la
carta otra vez.»
PROBLEMAS CON LA DIETA
Otro problema le ocupaba por entonces mucho más intensivamente.- el
vegetarianismo. Comenzó a hacer experimentos dietéticos que ya nunca abandonaría.
La incitación le vino de Gersdorff que, repentinamente y de modo totalmente
decidido, el 8 de septiembre se confiesa vegetariano por motivos ideológicos. Y curioso.-
Nietzsche se deja arrastrar, se une a él, a pesar de que sabe aducir todas las objeciones
en contra y a pesar de que desde Tribschen se le previene contra el experimento
con razones y con ruegos. Wagner mismo había sido vegetariano durante largo tiempo, pero
lo dejó completamente a causa de malas experiencias, desaconsejándolo al menos para sí
mismo y para naturalezas semejantes a la suya. Nietzsche resume así estos argumentos en
una carta a Gersdorff del 28 de septiembre: «El canon que da la experiencia en este
campo es el siguiente: las naturalezas intelectualmente productivas y efectivamente
intensas deben comer carne. El otro modo de vida queda para los panaderos y para los
labradores, que no son más que máquinas digestivas.» Sin embargo Nietzsche no sólo
participa en el experimento, sino que además renuncia a una decisión propia: «Entre
tanto, para mostrarte mi energía bienintencionada, he mantenido hasta ahora el mismo modo
de vida y lo seguiré haciendo hasta que tú mismo me des permiso para vivir de otro
modo... Admito, desde luego, que en los restaurantes se acostumbra uno a un "exceso
de alimentación; - por lo que ya no me gusta comer en ellos. Igualmente me resulta muy
claro que una abstinencia, de cuando en cuando, de carne por motivos dietéticos es
extraordinariamente provechosa. Pero, por hablar con Goethe, ¿por qué "hacer
religión de ello? Y eso sucede inevitablemente con todas estas extravagancias, y quien
está maduro para la dieta vegetal, la mayoría de las veces lo está también para la
socialistas.»
El salto de la dieta vegetal al socialismo parece del todo sorprendente y está
totalmente inmotivado en el contexto. Pero si se fija uno en la historia de Basilea,
entonces se comprende el motivo: es un auténtico problema el que le mueve a decir eso,
problema que se le ha hecho patente de modo muy concreto, puesto que en septiembre de
1869 se celebró en Basilea la IV Internacional, un congreso de obreros. Y puesto que
en él participó Bakunin, un compañero de armas de Wagner en las
revueltas del 48 en Dresden, con quien Wagner evitaba ahora un nuevo
encuentro. Nietzsche fue directamente abordado en las conversaciones de Tribschen
respecto a una toma de posición. El 15 de noviembre había ya una «ley de fábrica»
para la ciudad industrial de Basilea. Nietzsche no se refiere expresamente en ninguna
parte a estos acontecimientos; se podría creer que no se dio cuenta de ellos o que
conscientemente había querido ignorarlos. Sólo en esta ocasión se delata. Teme ese
fantasma - en eso está de acuerdo con Jacob Burckhardt - y se atiene a la
clásica fórmula de oración euphemeite=(hablad bien=callad,para no espantar a los
demonios)
Informe sobre simestre invierno (1869-1870)
El semestre comenzó en la universidad el 1 de noviembre;
en cambio, en el instituto tuvo que dar clase ya el 19 de octubre. Sería un
semestre fatigoso. En la universidad explicó, como había anunciado, gramática latina y
quizá también a los filósofos preplatónicos. A principios de noviembre escribe a Ritschl
sobre los «cursos de invierno» «ante mis tres necios oyentes». En cartas
posteriores, de todos modos, informa sobre 8 o 9 oyentes, y 8 participantes también en el
seminario. En el informe semestral del pedagogio leemos: «En la primera mitad... se
leyeron los Trabajos y los Días de Hesíodo. Además de ello, se hizo una lectura seguida
de la Apología de Platón y del libro XII y de una parte del XIII de la Ilíada. En la
segunda mitad, la Electra de Sófocies y el Protágoras de Platón. junto con ello,
ejercicios gramaticales... En lo que respecta a la lectura privada no hay que escatimar la
alabanza a la clase, dado que, por su cuenta y sin ninguna coerción, ha leído varios
diálogos platónicos, algunas tragedias de Sófocles y partes de Herodoto y
Demóstenes...» A pesar de la «opcionalidad» el maestro tenía que dirigir y
supervisar esas lecturas. Hay que añadir a todo ello el trabajo del catálogo para el
Museo renano. En diciembre se imprimió el discurso inaugural Sobre Homero...
Salió a la luz el 22 o el 23.
CONFERENCIAS ACADÉMICAS
Nietzsche trabajaba en dos conferencias académicas con las que
comenzó a pisar terrenos propios. «El drama musical griego» que pronunció el
18 de enero de 1870, y «Sócrates y la tragedia», el 1 febrero. El 10 de marzo
apareció por fin en el Museo renano número 25 el fascículo II, su trabajo
filológico «Analecta Laertiana». Y todavía al final del agotador semestre
Ritschl planeaba la edición de una serie de trabajos fiológicos bajo el título «Meletémana
Societatis philologicae Lipsiensis» (Estudios de la Sociedad filológica de Leipzig)
y ofreció a Nietzsche el número inicial. Nietzsche aceptó inmediatamente y el 28 de
marzo propuso «Certamen Hesiodi et Homeri», o sea, escribir un trabajo sobre la
famosa y legendaria rivalidad entre Hesíodo y Homero, así como recopilar e
trabajos sobre Diógenes Laercio.
LECTURAS:
Nietsche encontró tiempo todavía, en febrero, para leer el Tiempo
de Constantino el Grande de Jacob Burckhardt y las Investigaciones romanas, de
Mommsen.
NIETSCHE RECADERO DE COSIMA
Cosima tenía pensada una escenificación navideña con los niños
como ángeles, un rey y un diablo. Puesto que en Lucerna no se encontraba el material
apropiado, encargó a Nietzsche que se lo procurara en Basilea. El 9 de diciembre escribe:
«Muchísimas gracias por todas las molestias. No importa que el rey no resulte tan
auténtico, ni el diablo tan negro como sería deseable; la fantasía infantil se contenta
con insinuaciones... ¿Conoce al Sr. Kiefer, frente a Correos? ¿Una tienda hermosa y
grande con muchas cosas de todo tipo? Sea tan amable de ir allí y pedir para mí un verre
d'eau, es decir, una jarra rodeada de seis o de cuatro vasos sobre una bandeja de
cristal.» Y de nuevo el 15 de diciembre: «¡Por el Niño Jesús!, no pierda
usted la paciencia. De nuevo un ruego: tul con estrellas de oro o puntitos; para el caso
de que no haya tul, tarlatana; voy a escribir este encargo en un papel aparte para que, si
es tan amable, no tenga más que entregarlo en la tienda más grande de Basilea. Queremos
vestir a un Niño Jesús y no encontramos el adorno apropiado para el cielo en toda
Lucerna. En todo esto debo olvidar que usted es profesor y doctor en filología, y
recordarme sólo de que tiene 25 años y que nos profesa cariño a nosotros, los de
Tribschen.» Nietzsche realizó estos encargos de buena voluntad y con agrado. Pero
tenía además otras cosas en que ocuparse. Uno de los encargos provenía ya del 29 de
septiembre, antes de su viaje a Naumburg: «Se trata del retrato del tío Adolf Wagner
que él legó a su sirvienta en Leipzig, y que me gustaría comprar para entregárselo al
maestro como regalo de Navidad... ¿Tendría usted la infinita bondad de permitir que la
Srta. Doris (Brockhaus) le condujera a la pista de la propietaria del retrato, y de no
dejar después a ésta tranquila hasta que, por dinero y con buenas o con malas palabras,
me lo haya enviado?» Nietzsche tuvo éxito, pues el 30 de noviembre ella pudo
informar: «Sobre la mesa de Navidad verá también el cuadro que le debo a usted.»
A principios de noviembre llegó el deseo: «Me gustaría conseguir -también para las
Navidades del maestro- la lámina de Durero que se conoce bajo el título La
melancolía.» Y como tercer encargo le pidió por favor: «¿Quiere usted
encargar también los clásicos y hacerlos encuadernar, los griegos en marrón rojizo y
los romanos en marrón amarillento (papel jaspeado con lomos de piel; el papel también
con colocaciones amarronadas, por ejemplo, blanco, amarillo, y una pequeña mancha marrón
en medio), y el nombre de los autores sobre pequeños rótulos de diferentes colores ... ?
En Basilea existe en la Eisengasse una gran juguetería; ¿tendría usted la amabilidad de
entregar las notas adjuntas a ese importante Papá Noel, cuyo nombre he olvidado?» ¡Vaya
escenificación sobre un fondo burbujeante! »
TERRIBLE IMPRESIÓN SOBRE EL PARSIFAL
En los días navideños Cosima leyó el borrador del Parsifal
al joven amigo de Wagner y hubo de anotar después en su diario: «terrible
impresión de nuevo.» Frente a la interpretación que a menudo se hace, estas
palabras no pueden referirse más que a Cosima, pues sólo para ella se
«renovaba» la impresión, que era profunda, conmovedora, en sus palabras, «terrible».
Para Nietzsche el texto resultaba nuevo. La impresión que ejerció sobre él no
la registra Cosima; tampoco él la manifiesta en este caso, reprime su modo
de sentir. Entonces: ¿eran auténticas la preocupación filológica y la entrega,
incluso servidumbre, a Tribschen? ¿No se ahogaba con ello -consciente o
inconscientemente-- aquella voz profunda que se podía percibir en la correspondencia con
Rohde, Deussen y Gersdorff, primero tímidamente, pronto, sin embargo, cada vez más
frecuente y fuerte, la voz del destino negado y reprimido, la voz de la
filosofía?
CARTA A RODHE
Nietzsche escribe a Nietsche sobre su trabajo filológico
«Pollux», criticándolo: «No he podido mejorar el infeliz estado de la
cuestión y hay que contentarse, por tanto, con la salsa que intenté hacer espesa: el
auténtico pez es sólo un gobio escabechado.» Tomando este motivo, el 11 de
noviembre le contesta Nietzsche: «¿... quién puede escribir tales cartas
seductoras? Créeme, cuando leo algo así, el bocado duro de mi existencia actual se me
convierte aún en piedra en la boca; el pez de mi profesorado no está ni siquiera
"escabechado", es más bien una serpiente. ¿O es que no fue este profesorado
una serpiente que me sedujo, sacándome de la senda que lleva a los amigos y al portento
azul?» ¡La imagen de la serpiente, a quien ha de arrancar el cuello a
mordiscos, vuelve en Zaratustra!
NECESIDAD DE AUTÉNTICOS AMIGOS:
El anhelo de una amistad armoniosa aparece en las frases que confía
al fines de enero de 1870 al fiel Rohde: «Te echo de menos del todo increíblemente:
procúrame por tanto el goce de tu presencia e intenta que no sea tan corta. Desde luego
es para mí una nueva sensación ésta de no tener aquí a tú lado a nadie en absoluto a
quien poder contar lo mejor y lo peor de la vida... Mi amistad se vuelve realmente algo
patológica bajo estas condiciones de soledad y en estos años jóvenes y difíciles: te
ruego como ruega un enfermo.- "¡ven a Basilea!"... Mi plan próximo es: cuatro
años de adquisición de cultura, y después un viaje de un año entero -quizá contigo.
Realmente tenemos una vida muy difícil; ¡qué fea y segura, la dulce ignorancia de antes
en los maestros y en las tradiciones!... Lo que más molesto me resulta es tener que
representar siempre: el maestro, el filólogo, el hombre... Ciencia, arte y filosofía
crecen ahora juntas, de tal modo, en mí, que habré de parir un día centauros.»
EN BUSCA DE SU AUTÉNTICO DESTINO:
Cada vez ve con más claridad su auténtico destino y siente el
impulso de exteriorizar lo que lleva dentro. A Paul Deussen le confiesa en
febrero: «Hay días, y muchos, en los que sólo hablo en nombre del cargo... también
noto cómo mi preocupación filosófica, moral y científica persigue um meta, y cómo yo
-quizá el primero de todos los filólogos-- me convierto en una unidad. ¡Qué
maravillosamente nueva y cambiada me aparece la historia, especialmente el mundo
helénico! He de enviarte de una vez las conferencias que he pronunciado últimamente, de
las cuales la última (Sócrates y la tragedia) fue concebida como una cadena de paradojas
y ha despertado en parte odio e ira. Tiene que haber escándalo. He desaprendido ya la
consideración en lo fundamental: seamos compasivos y condescendientes con un hombre
determinado, pero rígidos, con la antigua virtud romana, al manifestar nuestra visión
del mundo.»
CRITICA A LA CIENCIA
«El objetivo de la ciencia es la destrucción del mundo....Hay
que demostrar que en Grecia, a pequeña escala, ya se dió este proceso: a pesar de que la
ciencia griega significa muy poco. El arte tiene como misión destruir el Estado. También
esto sucedió en Grecia. La ciencia, aniquila también el arte ...»
POCO ENTUSIASMO ANTE EL NOMBRAMIENO DE NUMERARIO
El 9 de abril se le notificó el nombramiento y él lo comunicó a los
suyos en Naumburg y - sólo con una línea en el trascurso de una carta - a su maestro
Ritschl, concisamente y sin emoción, de modo muy diferente al espectáculo de un
año antes con ocasión del nombramiento de catedrático.
PROYECTOS UNIVERSITARIOS y CANSANCIO
Ya estaba cercano otra vez el semestre de verano. Nietzsche
había anunciado y llevó a cabo: «En este verano impartiré dos interpretatoria,
Edipo rey y los ERGA de Hesíodo, y en el seminario los Academica de Cicerón.
Nuestros efectivos fiológicos han alcanzado una cierta altura que aquí es muy
reconocida: ¡14 personas! ¡Qué miseria!», escribe el 30 de abril a Rohde. El 6 de
mayo escribe a Rohde: «Tengo desesperadatnente mucho trabajo ahora, puesto que este
semestre he aceptado una sustitución del Sr. Mähly en el pedagogio: de modo que tengo 20
horas aproximadamente por semana: ¡yo, asno de maestro de escuela!» Y el 2 de julio
a Gersdorff: «Este semestre he tenido que trabajar en exceso; 20 horas semanales
entre cursos universitarios y horas de escuela; esto produce un gran agotamiento diario;
uno se cansa y se vuelve descuidado con respecto a sí mismo y a sus amigos.» Esas
20, o «aproximadament
2º CUMPLEAÑOS DE WAGNER AL QUE FALTA
En este cumpleaños, el rey regaló a Wagner el caballo Grane;
también estaba allí la lámina de Durero Melancolía, conseguida por diligencias
de Nietzsche. Probablemente, con esta ausencia, quiso librarse del dilema de ir solo y dejar a su madre mientras tanto en Basilea, o bien llevarla consigo a un círculo y a una celebración suntuosa donde no encajaría y cuyo espectáculo le habría de resultar más bien penoso. Su «virtud naumburguesa» no podía pasar por alto, hechizada por el encanto de Cosima, aquella pompa lujurioso y aquella relación todavía «librc». En todo caso, resulta sorprendente que nunca se llegara a un contacto personal entre Tribschen y la señora viuda del pastor Nietzsche. Entre tanto, las visitas se interrumpieron completamente desde el 12 de febrero. Pero las cartas iban y venían con mucha frecuencia, y Nietzsche puso todos sus trabajos a los pies de la respetada señora; y ella los lee. Probablemente con esta ausencia, quiso librarse del dilema de ir solo y dejar a su madre mientras tanto en Basilea, o bien llevarla consigo a un círculo y a una celebración suntuosa donde no encajaría y cuyo espectáculo le habría de resultar más
bien penoso. La virtud naumburguesa de su madre no podría pasar por alto,
hechizaba por el encanto de Cosima, aquella pompa lujuriosa y aquella relación
todavía libre. Lo cierto es que nunca existió una relación directa entre Tribschen
y la señora viuda del pastor Nietsche.
IMPRESIONES DE RODHE SOBRE SU VISITA A BASILEA
Rodhe escribe a su madre el 9 de Junio: «Aquí estaría yo feliz, en
Basilea; de hecho ya estoy desde el domingo anterior a este último (29 de mayo).
Propiamente no quería quedarme más que ocho días a lo sumo, pero mi amigo ha conseguido
finalmente retenerme más tiempo. En los días de Pentecostés (5-6 de junio)
estuvimos...en compañía de la madre y de la hermana de Nietzsche en el Oberland bernés,
Interlaken, Wengernaip, Lauterbrunnen... Revivimos en el pasado más feliz una
prolongación de aquellos bienaventurados días de Leipzig, en los que, aislados de todo
el mundo, nos entregamos uno a otro en un trato continuo de mutuo estímulo y
fortalecimiento. Por desgracia Nietzsche está tan sobremanera ocupado en este semestre
que solamente nos quedan pocas horas al día.» Dice además que «Nietzsche
intenta interpretar la música wagneriana, dentro de las posibilidades que para ello
ofrece el piano. Ayer por la tarde estuvimos con el ingenioso Jacob Burckhardt en Muttenz,
un pueblo cercano a Basilea, de resultas de lo cual hoy tengo una pequeña resaca... El
sábado y el domingo (11-12) pensamos ir a Tribschen, al lado de Lucerna, a visitar a
Richard Wagner, si resulta procedente. El lunes, a más tardar, pienso partir de aquí».
Así pues, tuvo que tratarse de una «fiesta» por todo lo alto, la celebrada en la
venta rural de Muttenz, a 5 kms de Basilea. Jacob Burckhardt estaba
acostumbrado a tomarse un vaso, lo que ciertamente no era el caso de Nietzsche,
ni tampoco el de Rohde, como parece. Nietzsche, sin ser abstinente, nunca fue
asiduo a las bebidas alcohólicas. ¿Se trataría de una aversión cogida para toda la
vida al alcohol como consecuencia del abatimiento que le produjo una borrachera de cerveza
en los tiempos de Pforta? Los dos días. que en compañía de Rohde pudo pasar en
Tribschen fueron bendecidos con un gran sentimiento de felicidad. Aunque habla de su
amigo, las líneas que dirige a Cosima el 19 de junio reflejan esencialmente sus
propios sentimientos. «Hemos de agradecerles dos magníficos días, y yo incluso
cuatro, puesto que yo siento con mi amigo Rohde todo lo que él siente y así pude esta
vez gozar doblemente. Rohde, que partió al día siguiente de Basilea, me confesó haber
vivido en Tribschen el punto álgido de todo el viaje que durante quince meses ha hecho
sin rumbo fijo; vino con un respeto y una admiración por la existencia entera que allí
se lleva tales, que tienen ciertamente algo de religioso. Comprendo ahora por qué los
atenienses levantaron lugares de ofrenda a su Esquilo y a su Sófocles y por qué dieron a
Sófocles el nombre heroico de "dexion", porque había recibido y obsequiaba en
su casa a los dioses. Este estar (:estar presente) de los dioses en casa del genio
despierta esta impresión religiosa de la que hablo.»
GOLPE A NIETZSCHE ANTE LA IDEA DE BAYREUHT
Wagner había tenido la primera idea sobre Bayreuth el
5 de marzo; lo más tardar, se hubo de hablar de ello en esa visita de junio. Y esto fue
como un golpe para Nietzsche. Vio desaparecer toda su soñada felicidad. Podía venir
aquí con todo.- felicidad, tristeza, problemas, trabajos, y para todo ello encontraba una
recepción comprensiva o al menos una disposición sin prejuicios para comprenderlo. Cosima
abordaba todo ello en cartas largas, calurosas y abiertas, y le comunicaba además todo lo
que ella sentía. ¿Podría continuar esto dada la distancia hasta Bayreuth y la enorme
tarea que allí esperaba? Nietzsche juega con un pensamiento audaz: «Con respecto al
asunto de Bayreuth he reflexionado y pienso que lo mejor para mí quizá sería dejar
durante un par de años mi profesorado y peregrinar también al Fichtelgebirge. Son
ilusiones a las que me entrego con gusto.» Así hubiera podido permanecer en la
proximidad de Cosima y de Wagner. Sucede a menudo que el cuerpo, después de
golpes psíquicos, se refugia, por medio de un accidente inducido desde el subconsciente,
en la enfermedad, para, en medio de esa tranquilidad externa, conseguir el recogimiento
interior; así fue como Nietzsche el 22 de junio se torció un pie y
hubo de permanecer en cama durante dos semanas. Era la primera falta a clase por
enfermedad.
TORMENTA POLÍTICA:La guerra
franco-alemana
En 1870 el «Bündelitag» cayó el 16 de julio. Pero encontramos a Nietzsche
todavía el 19 en Basilea, de donde escribe una carta a Rohde hablándole de Tribschen.
En esta felicidad idílica le pasó totalmente desapercibido el hecho de que en Europa se
hubiera formado una tormenta política. En medio del texto tiene que interrumpir,
sorprendido por una noticia: «He aquí un terrible estampido: se ha declarado la
guerra franco-alemana, y toda nuestra deshilachado cultura se precipita sobre el pecho del
demonio más horripilante. ¡Qué habremos de vivir! Amigo, queridísimo amigo, nos vernos
otra vez en el crepúsculo de la paz. ¡Cómo te estoy agradecido! Si la existencia te
resulta ahora insoportable vuelve conmigo. ¡Vaya metas todas las nuestras! ¡Podemos
estar ya al comienzo del final! ¡Qué desierto! Necesitaremos otra vez conventos. Y
nosotros seremos los primeros fratres. El fiel suizo.»
Precisamente con esta firma contribuyó esencialmente Nietzsche a la falsa deducción de
que, a propósito de su profesorado en Basilea, se nacionalizó también allí, lo que no
es cierto. ¿Lo creyó quizá él mismo? No puede responderse a la pregunta por la razón
de esa firma desconcertante, ni --- en caso de que sólo la usara
metafóricamente--- a la pregunta por el objetivo que intentaba con ello. ¿Quería
solamente facilitar a Rohde buscar cobijo junto a él y, con ello, en la nación neutral
respetada por la guerra?
CONTEXTO SOCIAL EXPLICATIVO DEL DESPISTE DE NIETSCHE ANTE LA GUERRA
¿Podía uno sorprenderse realmente tanto como Nietzsche del
comienzo de la guerra franco-alemana el 19 de julio de 1870?
Vemos por la correspondencia de esa época de los círculos cercanos a Nietzsche que
también en ellos sucedía lo mismo. Este hecho curioso exige una explicación, porque con
ello se vuelve a la vez comprensible un rasgo característico de la esencia de Nietzsche y
de su posición frente al «mundo», que sólo una generación después ya resulta
extraña.Con esta guerra entró en la vida política y en el pensamiento del hombre
europeo un elemento que le resultaba nuevo en este conflicto, aunque en la vida cultural
ya se había preparado hacía tiempo. Hasta entonces la «política» había sido un
asunto de dinastías y residía en las manos de pocas familias. También eran ellas
solas quienes manipulaban el instrumento del enfrentanmiento bélico, donde de lo que se
trataba era de la lucha por el poder y también por la expansión territorial y la nueva
recaudación de impuestos que ello suponía. Incluso el gran experimento de una naturaleza
bruta como la de Napoleón I, bajo el pretexto de la «unificación de Europa», no tenía
otro fin que hacer a Europa entera tributario de París, en un momento en que comenzaba a
desmoronarse la unidad de pensamiento, así como, en lo artístico, la «unidad europea de
estilo», que había prevalecido todavía hasta el clasicismo rococó, en que, a su vez,
comenzaban también a formarse los estilos nacionales. Y lo que finalmente resultó
políticamente en 1813 de la contraofensiva de la guerra alemana de liberación, la
restauración en el Congreso de Viena de las antiguas pompas principescas,
renovó la antigua situación miserable. El hombre particular no era como
«ciudadano» más que una pelota zarandeada, ni siquiera se le trataba como ciudadano y
desde luego en absoluto como hombre. Esto creó una indiferencia, una auténtica
falta de comprensión, precisamente en las capas cultas y formadas de la sociedad, que
apenas podemos entender nosotros, hombres pertenecientes a una época politizada. Pero eso
era lo normal entonces, y ése era el caso también de Nietzsche y de su círculo, hasta
1870.Estos hombres vivían inmersos en su «formación clásica». Se leía y
comentaba a los autores antiguos, se estudiaba y discutía la filosofía antigua, se
admiraba la sublime poesía de los épícos, líricos y trágicos. Se veneraba
exaltadamente la «belleza clásica», el pueblo ideal de los griegos según la visión
que de él habían dado Winckelmann y Goethe, pero no captaban auténticamente la vida que
en realidad vivió ese pueblo desdichado, que sólo tuvo un corto espacio de tiempo feliz
de 50 años bajo Pericles, y sólo en Atenas. Es verdad que se leían sus tragedias, pero
se pasaba por alto lo trágico de su existencia histórica; se leían las bellas
alocuciones de Tucídides, pero no se reconocía lo que hizo de él un gran historiador:
haber conseguido plasmar en su obra la tragedia de su nación y, con ello, hacer un
importantísimo descubrimiento político, a saber, distinguir entre motivo de guerra,
pretexto de guerra y ocasión de guerra.
LOS DE TRIBSCHEN FRENTE A LA GUERRA
Los de Tribschen se encontraban en una situación
especialmente ingrata e indecisa.
Cosima, por parte materna, era de noble descendencia francesa. Por entonces ya no
se entendía con su madre, que vivía en Francia. También tenía amigos y otros
familiares en París; entre ellos, incluso el ministro de la Guerra Ollivier, que era
cuñado suyo. Wagner, igualmente, tenía buenas y amistosas relaciones con muchos
franceses cultos.Además, en principio Wagner tenía simpatía por la cultura francesa. El
16 de marzo de 1870 escribe a Champfleury, el fundador de una nueva revista, sobre su «idea
preferida»:«la fusión del espíritu francés y del alemán», y además: «Usted
sabe que yo siempre he abrigado la idea de un teatro internacional en París, donde fueran
puestas en su idioma original las grandes obras de las diversas naciones.» Además,
no tenía simpatía especial por Bismarck. No esperaba de la hegemonía prusiana dentro
del ámbito alemán, ni del restablecimiento de un estado militar, la renovación cultural
de Alemania. Sus esperanzas estaban puestas en el rey de Baviera, Luis, como
cabeza brillante de una liga de príncipes, y con Munich como metrópolis cultural: de
ello, naturalmente, se prometía, primero, algo para su propia obra. Pero tampoco era tan
ciego o tan fanático como para no darse cuenta de la significación de Bismarck.
Ya en 1866 se había negado rotundamente a intentar con el rey Luis una gestión
contra Bismarck que le proponía su amigo Wille; al contrario, aconsejó al rey que se
entendiera con Bismarck de tal manera que continuara asegurándose todavía, dentro de las
nuevas relaciones de fuerza, un puesto decisivo en el ámbito cultural.
Sin embargo Wagner y Cosima estaban francamente indignados por la ligereza de la
declaración francesa de guerra. Los partidarios de la guerra en Francia habían
conseguido justamente lo que no debieran: poner también bajo la bandera prusiana incluso
a aquellos alemanes más reacios a la hegemonía de Prusia. Así sucedió que en Tribschen
la simpatía se decantó claramente hacia el lado alemán, aunque también se estaba
convencido de que cualquiera que estuviera al servicio de la ciencia y del arte, es decir,
al servicio de potencias supranacionales, tenía algo más que hacer que dejarse matar por
una idea imperial o por la política imperialista de Bismarck. Y éste fue el parecer que
Cosima defenció también frente a Nietzsche. Todavía el 9 de agosto, cuando él ya
había tomado la decisión de presentarse al menos como enfermero, le escribe:
«Hay que considerar además que las obras de la paz no deben quedar baldías cuando
la lucha no es desesperada. Usted es un sabio y me parece que debe continuar siéndolo
hasta que no sea una deshonra serio, es decir, hasta que nuestra querida patria esté
amenazada y sólo el combatiente sea quien valga algo ante sí mismo.»
En Tribschen se tenía contacto hasta con los más altos círculos de ambas
partes; por aquí se veía venir la fatalidad. Como huyendo de esa realidad axfisiante, el
10 de julio la familia Wagner entera, con el joven Hans Richter y el estudiante
Schöbinger, subió al Pilatus, para leer allí a Schopenhauer. Un repentino cambio
metercológico los mantuvo sobre el monte hasta el 15 de julio. Ya el día después del
regreso, el 16, Cosima escribía a Nietzsche: «No he pegado ojo esta última noche
debido a la excitación que me produce esta guerra inminente; nunca lo insolente de la
arrogancia francesa se me apareció en una luz tan deslumbrante y tan odiosa... por eso se
comprende que la guerra sea tan necesaria como inevitable, y hay que esperar que sea
llevada hasta la aniquilación de esa vanidad y esa insolencia que hacen imposible
cualquier género de paz... quizá entonces se funde la unidad alemana, se rompa para
siempre con el predonúnio de la moda parisina... y el olivo crezca en el abismo sobre el
que se alza el castillo de Bayreuth. Pero qué tiempo horrible y tremendo nos espera, me
parece como si ya nunca más fuera a encontrar tranquilidad.»
ALISTAMIENTO DE VOLUNTARIO DE NIETZSCHE
El 7 de marzo del año anterior, ante la inminencia de su
toma de posesión en Basilea, había escrito ya al senador Vischer: «Asentado además
que en caso de llamamiento a filas en tiempo de paz siempre puedo reclamar con éxito, sin
embargo frente a la fatal posibilidad de una guerra no hay remedio alguno. En estas
circunstancias considero como obligación mía respecto a la universidad de Basilea no
hacer dependiente mi actividad en ella, bien sea de la guerra o bien sea de la paz.»
No tuvo que dar el paso de la nacionalización, aunque en Basilea se hubiera visto con
buenos ojos, dado que de ahí se derivaba una garantía para la permanencia del joven
-docente. Y ahora, el 8 de agosto de 1870, escribe al mismo Vischer: «En
la situación actual de Alemania, no puede resultarle inesperada mi decisión de cumplir
yo también mis deberes para con la patria. Con esta intención me dirijo a usted para
pedir del ilustre Consejo de Educación, a través de, su mediación, dispensa de trabajo
para la última parte del semestre de verano. Mi decisión está ahora tan robustecida que
sin vacilación alguna me puedo hacer útil como soldado o como enfermero. Nadie como una
autoridad suiza en materia de educación puede encontrar tan natural y tan justo que yo
deba echar el pequeño óbolo de mi aportación personal en las arcas de la patria, como
ofrenda. Si recapacito en las obligaciones de las que soy responsable en Basilea, me
resulta claro que, ante la tremenda llamada de Alemania a que cada uno cumpla con su
obligación alemana, sólo violentándome penosamente y sin auténtico provecho podría
sujetarme a ellas.»
INTENTOS DE COSIMA POR HACER CAMBIAR DE OPINIÓN A NIETSCHE
Seguramente comunicó al mismo tiempo su decisión a Cosirna, puesto que ella le
contesta inmediatamente, todavía el 9 de agosto: «No puedo aprobar en absoluto su
decisión, cuyos motivos sin embargo comprendo y respeto; y no por el supuesto peligro que
usted corre, sino por la inutilidad de su acción en las actuales circunstancias. No
estamos en 1813; en suelo francés hay una armada bien organizada y hasta ahora vencedora;
igualmente bien organizada está la asistencia sanitaria, de modo que todo diletante va a
ser considerado más bien como una carga que como una ayuda. En ese momento se deseará
más bien donativos que personas, y con cientos de cigarros haría usted un bien mayor que
con su propia persona y con todo su patriotismo y sacrificio... Dios sabe dónde se
colocará al voluntario, puesto que la armada está allí, en todo su esplendor, como
expresión del supremo despliegue de fuerzas de una nación entera.»
SEMANA TRÁGICA PARA NIETZSCHE
En Wörth asistió a un entierro de soldados y embarcaron
los fusiles y mochilas de los caídos-. El 29 llegaron a Hagenau y
Bischweiler --cerca de la ciudad de Estrasburgo, ante la cual estaba el ejército
alemán al asedio-, y a Zabern. El 1 de septiembre continuaron los
amigos hacia Nancy, desde donde el 2 de septiembre (el día en que fue hecho
prisionero Napoleón III en el cuartel general de su comandante en jefe del ejército, Mae
Mahon) fueron enviados a Ars sur Moselle, cerca de Metz, dentro ya propiamente de la zona
de operaciones. Aquí fueron asignados inmediatamente a un tren-hospital, que en un
viaje de dos días y dos noches condujo a los heridos al lazareto de Karlsruhe.
Al día siguiente Nietzsche regresó a Erlangen para informar, donde llegó enfermo
de disenteria y de difteria, y hubo de ponerse en tratamiento.
VIVENCIAS DE NIETZSCHE EN LA GUERRA
Escribe a su madre el 28 de agosto desde Sulz, cerca de Weissenburg:
«Ayer, en marcha diurna de 11 horas, realizamos nuestras misiones en Gersdorf,
Langensulzbach y en el campo de batalla de Wörth. Con esta carta va un recuerdo del campo
de batalla, desertizado, lleno de numerosos restos tristes y oliendo fuertemente a
cadáveres. Tras la armada del sur, hoy iremos a Hegenau, mañana a Nancy, etc. Viajamos
solos Mosengel y yo: sólo en Pont á mousson nos volveremos a encontrar con Ziemsen, el
colega de Eriangen.» Y el 29 de agosto, a la todavía siempre admirada señora Sophie
Ritschl, que para él es la segunda mujer después de Cosima: «Las 2 de la noche
-vagón del ganado-, con pedestal gélido a pesar de las colunmas de llamas de
Estrasbrugo. Campo libre entre la estación de Hagenau y Bischeweiler. Nueve horas de
parada entre caballos y soldados de caballería, en medio de una población enemiga. Este
es el modo ya acostumbrado de viajar. Mañana Nancy, después el cuartel general, y
adelante
Nietzsche ENFERMO DE DISENTERÍA
Desde su lecho de enfermo en Erlangen escribe el 11 de septiembre a
su madre: «Aquí estoy, en cama, enfermo de disentería: pero lo peor ya pasó, el
martes o el miércoles podré marcharrne para seguir curándome en Naumburg... Llegué
hasta las cercanías de Metz, y desde allí conduje un tren de heridos hasta Karlsruhe. En
él, vendando continuamente heridas, gangrenosas a veces, durmiendo en el vagón de los
animales, donde 6 heridos graves reposaban en la paja, cogí el germen de la disenteria; a
la vez el médico me ha diagnosticado además difteria, que proviene de lo mismo. También
este mal es combatido enérgicamente por nosotros. A pesar de todo estoy contento de haber
ayudado algo al menos en esta increíble necesidad. Y hubiera vuelto inmediatamente una
segunda vez si no me lo hubiera hecho imposible la enfermedad.»
CANCION CORAL DE ESQUILO
Ares, el que cambia en oro los cuerpos
y sostiene la balanza en el combate,
envía de vuelta de Ilion a los seres queridos, quemados por el fuego, atormentados,
polvo que llorar profundamente, en lugar de hombres, con cenizas de muertos cargados,
fácilmente colocables jarrones.
REFUGIO EN EL MAESTRO SCHOPENHAUER
La figura de Schopenhauer lograba unir a personas de
condición tan diferente como: Jacob Burckhardt, Carl von Gersdorff, Paul Deussen,
Erwin Rohde, Richard Wagner y Cosima, y Nietzsche. 'I'odos ellos buscan y
encuentran apoyo y consuelo, restablecimiento e instrucción, en aquellos días
agobiantes, en Schopenhauer. Jacob Burckhardt lo dice escuetamente:
«el filósofo», que para él es Shopenhauer
COBIJO EN LA CIENCIA
Así escribe Nietzsche el 19 de octubre de 1870 desde Naumburg
al senador Vischer de Basilea.
«Frente a todas las imágenes horribles que me proporcionó mi viaje, he buscado
cobijo en la ciencia. Ahora no me dejan tranquilo cuestiones rítmicas y métricas que me
surgen de nuevo en la preparación del semestre de invierno; esta vez me produce
auténtica alegría mi actividad académica. A Ritschl lo he encontrado bien y con su
acostumbrada juventud; le envía sus mejores deseos... Mi anhelo de volver al campo de
batalla no se ha cumplido; todo ello me afectó excesivamente, y todavía padezco a menudo
de excitación nerviosa y de debilidad repentina, estados que me impiden toda clase de
actividad extraordinaria y que me obligan a una cierta ecuanimidad de vida y a un gran
sosiego. Ambas cosas las encontraré en la actividad del inviemo.»
CUESTIONAMIENTO a SCHOPENHAUER
En carta dirigida a Gersdorff afirma: «Además la atmósfera de
las vivencias se había extendido en tomo a mí como una niebla oscura: durante un tiempo
escuché un quejido interminable. Mi intención de volver al campo de batalla se hizo por
eso imposible. He de contentarme ahora con ser un simple espectador compasivo.» ¡Ah, mi
querido amigo, qué deseos de felicidad voy a expresarte! Los dos sabemos lo que se ha de
esperar de la vida. Pero debemos vivir, y no Para nosotros.»
DOBLE PAPEL DE NIETSCHE
La madre, que lo atendía cuidadosamente, no notó seguramente nada,
con exactitud, de todos estos padecimientos internos y externos. Nietzsche, de nuevo,
jugaba su doble papel perfectamente, como ya lo había hecho con respecto a «casa» desde
los primeros días de Bonn. Así podía la madre escribir el 17 de octubre a sus
familiares de Oelsnitz (a cuya casa había ido Elisabeth en agosto desde
Eriangens: «Primero debo agradeceros cordialmente, queridos, el cariñoso
recibimiento y toda la bondad que habéis mostrado con mi Lieschen y, como he sabido
después, también con mi Fritz... Ahora, es natural, rebosamos literalmente de felicidad,
puesto que tenemos con nosotros a nuestro Fritz y no sabría decirte hasta qué punto
está encantador y alegre entre nosotros. La campaña militar (si puedo llamarla asi) le
ha sentado muy bien, ha conocido la vida por un lado completamente distinto al que había
visto hasta ahora, se ha vuelto más práctico, se interesa también por nuestros asuntos,
en una palabra, se ha vuelto más tratable... Puedes imaginarte nuestra alegría interior;
tenía todavía mal aspecto, y aquí hubo que darle mucho tiempo nitrato de plata en la
boca, hasta que desaparecieron del todo las huellas de la difteria. Come muy bien todos
los días y, para gozo nuestro, se le ha despertado un apetito que yo nunca había
conocido en él. Y además, su carácter delicioso y alegre. En una palabra, tenemos la
hermosa sensación, sin que lo manifieste nuestro ídolo doméstico, de que para él el
hogar resulta ahora el sitio más agradable de la tierra; y esto nos causa gran placer.»
ARTICULO DE NIETSCHE EN MUSEO RENANO
El 28 de septiembre de 1870 salió en el Museo renano, número
25, fascículo IV, la primera parte de su artículo «El tratado florentino sobre
Homero y Hesíodo, sus estirpes y su rivalidad»; la continuación y final sólo
pudieron salir en febrero de 1873, con lo que cerró la serie de sus publicaciones
científico-filológicas. El manuscrito de esta exposición estaba acabado ya antes de la
guerra y lo había enviado el 12 de julio a Ritschl. Seguramente sus dos visitas
a Leipzig tienen relación con este asunto.
VIAJE ACCIDENTADO
El 24 de octubre informa a los suyos sobre este viaje: «verdad es que no llegué con
el mejor humor, puesto que durante todo el segundo día de viaje tuve que luchar contra
los vómitos. El primer día llegué hacia las 12 de la noche a Frankfurt totalmente
helado. El segundo, alrededor de las 8 de la tarde, estaba ya en mi casa, donde pedí
inmediatamente una infusión de tila. Tampoco hoy me encuentro bien aún... El
recibimiento en casa de los Vischer fue muy amable.»
ASISTENCIA A CLASES DE JACOB BURCKARDT
Nietzsche mismo también se sentaba en el pupitre de alumno ante su
gran maestro Jacob Burckhardt. El 7 de noviembre informa de ello a Gersdorff: «Ayer
por la tarde disfruté de un placer que habría deseado sobre todo para ti. Jacob
Burckhardt dio una conferencia pública sobre la "grandeza histórica", y lo
hizo partiendo completamente de nuestra vida intelectual y sentimental... en paseos
íntimos llama a Schopenhauer "nuestro filósofo". Le escucho un curso de una
hora semanal sobre el estudio de la historia y creo ser el único de sus 60 oyentes que
comprende la profunda marcha de su pensamiento, con sus extraños cortes y rodeos allí
donde el asunto se vuelve complicado. Por primera vez encuentro gusto en una lección;
también es verdad que es de tal tipo que yo podría darla si fuera mayor de lo que soy.
En su lección de hoy se dedicó a la filosofia de la historia de Hegel, y lo hizo de un
modo que honra perfectamente al aniversario.
PRUSIA ENEMIGA DE LA CULTURA:
El 29 de octubre había escrito a Ritschl: «Tengo los mayores
recelos con respecto a la inminente situación culturaL. ¡Si por lo menos los enormes
éxitos nacionales no tuviéramos que pagarlos excesivamente caros en un ámbito en el que
no deseo ningún tipo de menoscabos! En confianza: tengo a la Prusia actual por una
potencia altamente peligrosa para la cultura. En lo que se refiere a la instrucción
pública, pienso hablar más tarde en público sobre ello; y con los manejos religiosos,
tal como los dirige Berlín en provecho del poder de la iglesia católica, que lo intente
otro. Aunque resulte a veces muy difícil, hemos de ser suficientemente filósofos como
para permanecer sensatos en medio del delirio general, de modo que no venga el ladrón y
nos robe o nos menoscabe aquello que para mí no puede compararse con las mayores hazañas
militares, e incluso con ningún enaltecimiento nacional.»» Y con mayor mordacidad
el 23 de noviembre a E. Rohde: «¡Procura irte de la Prusia fatal, enemiga de la
cultura, donde los gañanes y los frailes crecen como las setas y que pronto nos anegará,
a toda Alemania, en sus tinieblas!»
El fragmento Empédocles (1)
En este proyecto de drama, Empédocles, es algo en el
que de modo francamente inquietante se prefigura ya el camino del Nietzsche posterior
y en el que aparecen símbolos fundamentales. Como más tarde con Zaratustra, también
aquí toma una figura histórica -la del filósofo siciliano, médico prodigioso, poeta y
fundador religioso del siglo quinto antes de Cristo, el legendario Empédocles--
como máscara en la que él mismo aparece idealmente, sólo que en este caso
permanece más cercano a la tradición, mientras que del legendario-histórico persa Zaratustra
sólo queda el nombre y su función como fundador religioso. Nietzshe conocía a
Empédocles a través de Diógenes Laercio. De su concepción filosófica
del mundo hubo de interesar a Nietzsche el proyecto de unir lo místico - pitagórico
con la ciencia natural moderna. En la doctrina de Empédocles de la transmigración
de las almas está uno de los impulsos para la doctrina de Nietzsche del eterno
retorno de lo mismo como hipoteca ética. En definitiva, a través del fragmento
Nietzsche expresa su propia problemática filosófica en estos momentos: «Empédocles,
que es empujado a través de todos los peldaños: religión, arte, ciencia, y que al
superar el tercero se dirige contra sí mismo. Es empujado fuera de la religión por el
reconocimiento de que es un engaño. Ahora, agrado en la apariencia artística. Fuera de
ella por el impulso del reconocimiento del dolor del mundo. Ahora considera como
anatomista el dolor del mundo, se convierte en un tirano que usa de la religión y el
arte, y se endurece cada vez más... El pueblo reunido en torno al cráter: Empédocles
enloquece y antes de su desaparición anuncia la verdad de la reencarnación... Tras larga
lucha reconoce la ilusión de la religión.»
FRAGMENTO Empédocles (2)
En el fragmento sobre Empédocles, Nietzsche, cita muy especialmente
las leyendas sobre la autodivinización de Empédocles y su muerte
en el Etna, (leyendas que ya en el tiempo ilustrado de
ENTUSIASMO ANTE EL MANUSCRITO DE WAGNER SOBRE BEETHOVEN
El 7 de noviembre escribe a Carl von Gersdorff: «Hace un par de días
me ha enviado Wagner un magnífico manuscrito titulado Beethoven. En él encontramos una
profundísima filosofía de la música en estrecha conexión con Schopenhauer. El tratado
se presenta en honor a Beethoven, como el mayor honor que la nación puede tributarles»
Y el 10 de noviembre, al maestro mismo: «En las primeras acometidas del nuevo
semestre, que esta vez... se presenta especialmente recio, no me pudo suceder nada más
confortante que el envío de su Beethoven. Hasta qué punto me había de interesar conocer
su filosofía de la música -y esto quiere decir propiamente: la filosofía de la
música-, se lo podría aclarar especialmente en un artículo que escribí para mí este
verano y titulé "la visión dionisíaca del mundo". De hecho, por este
primer estudio he conseguido comprender del todo y con el más profundo placer la
necesidad de su exposición, dado lo alejado que está del ámbito cultural, lo
sorprendente y asombroso que resulta todo lo relativo a Beethoven y sobre todo la
explicación de su propia obra.
IDILIO DE TRIBSCHEN
Era la primera vez que podía celebrar la doble fiesta oficialmente
como Sra. de Wagner, y el maestro la regaló aquel día con un presente regio: con el
estreno de una composición sinfónica, que primero se llamó Idilio de Tribschen, en
círculos íntimos familiares Música de la escalera, y más tarde accedió a la
literatura universal como Idilio de Sigfrido. La composición debe datarse en los
meses de noviembre y comienzos de diciembre.
ASPIRACIÓN A LA CATEDRA DE FILOSOFÍA
Nietzsche, en carta dirigida a Vischer, escribe lo
siguiente: «Le habrá sido comunicado por mis médicos hasta qué punto padezco de
nuevo y que el culpable de esta insoportable situación es el agotamiento. Me he
preguntado repetidas veces cómo puede explicarse este estado de agotamiento que me
sobreviene a mitad de casi todos los semestres;... Finalmente he llegado a una conclusión
que quiero exponerle ahora.» Vivo aquí en un curioso conflicto, que es quien me agota y
me consume incluso físicamente. Inclinado fortísimamente por naturaleza a meditar
filosóficamente en algo unitario, a permanecer prolongada y tranquilamente en un problema
haciendo largos razonamientos, el múltiple trabajo diario y su tipo hace que me sienta
arrojado de aquí para allá y desviado del camino... Creo que esta descripción expone
con la mayor claridad posible aquello que... agota a mi cuerpo y lo lleva hasta tales
sufrimientos como los de ahora, que si se repitieran más a menudo me habrían de obligar
físicamente a abandonar toda dedicación a la filología. En este sentido me permito
solicitar de usted la cátedra de filosofía que ha quedado libre por la marcha de
Teichmüller.» En lo que se refiere a mi legitimación personal para ambicionar la
cátedra de filosofía debo anticipar mi propio testimonio... Quien me conoce de mis años
de instituto y de universidad nunca ha dudado de la prevalencia en mí de las
inclinaciones filosóficas; incluso en los estudios de filología me ha atraído
preferentemente lo que me parecía significativo para la historia de la filosofía o para
los problemas éticos y estéticos... Quiero hacer recordar que ya he anunciado dos cursos
que en este sentido eran de naturaleza filosófica... Mientras estudié filología nunca
me cansé de mantenerme en estrecho contacto con la filosofía; como pueden corroborar
muchas personas, mi participación fundamental siempre estaba del lado de las cuestiones
filosóficas... Propiamente hay que atribuir sólo al azar el que no orientara ya desde un
principio a la filosofía mis planes universitarios: al azar que me negó un profesor de
filosofía reconocido y auténticamente estimulante...Con ello se cumpliría ciertamente
uno de mis deseos más cálidos, si he de seguir también en esto la voz de mi naturaleza;
y creo poder confiar en que, después de superar el conflicto al que me he referido antes,
mi estado físico se regularizaría en gran medida... Seguramente, de los dos últimos
años usted ha sacado una buena impresión sobre tal respecto al hecho de que sé evitar
lo inoportuno y lo chocante, y diferenciar entre lo que se expone a los estudiantes y lo
que no.» Si me pemite exponerle totalmente mi combinación, yo había pensado que usted
encontraría en Rohde un sucesor del todo idóneo para mi cátedra de filología y mi
trabajo en el pedagogio. Rohde, a quien conozco perfectamente desde hace cuatro años, es
el más capacitado de todos los jóvenes filólogos con los que me he topado, y una
verdadera joya para cualquier universidad que le contrate... No tengo palabras para
expresar hasta qué punto la proximidad de mi mejor amigo facilitaría mi existencia aquí
en Basilea ...»
No se conoce una respuesta de Vischer a este documento confidencial --que en
manos de otra persona menos bienintencionada hubiera podido costar sin más a
Nietzsche su puesto filológico-, y esto hay que aclararlo a partir de las
circunstancias que se daban. La cuestión no se decidió en Basilea hasta el 15 de
abril de 1871. Durante ese tiempo Nietzsche reposaba en Lugano,
esperando tener que afrontar un futuro incierto. Incluso cuando el 8 de abril regresó a
Basilea y el asunto hacía tiempo ya que estaba maduro para decidir sobre él, todavía
él no tenía noticia ni indicación alguna sobre el desarrollo que había tomado
entretanto esta cuestión profesional. Y es que, por un lado, los docentes de la
filosofía en la Universidad se mostraban contrarios ante tal designación -
sobre todo Karl Christian Steffensen se oponía frontalmente a tal nombramiento
pues había reaccionado muy negativamente ante la conferencia que Nietzsche
había dado sobre Sócrates, y de la que entonces informaba Nietzsche a
su amigo Deussen - y, por otro, en la Universidad todos eran conscientes de que Nietzsche
no era un maestro académico de filosofía. No le quedaba más remedio que ser un
filósofo. Pero eso ya tuvo que ser alejado de la cátedra.
En la sesión del 15 de febrero la curaduría se ocupó del asunto Nietzsche. Se
le concede permiso y baja por enfermedad pero sobre la solicitud sobre la cátedra de
filosofía no aparece ni una sóla palabra.
PROBLEMAS DE SALUD
A comienzos de febrero escribía Nietzsche a casa: «Mi
estado de salud ha empeorado mucho: insomnios terribles, afecciones hemorroidales, gran
debilitamiento, etc. Me tratan Liebermeister y Hoffmann; parece que se trata de una
infección de estómago y de intestino, provocada por un exceso de trabajo. Ya estoy harto
de este profesorado de Basilea... Los médicos exigen ahora que abandone Basilea hasta
Pascua, y me recupere en un aire más meridional sin hacer absolutamente nada. ¿Quién de
vosotras tiene ganas de acompañarme? Puesto que para los tres resultaría excesivamente
caro. Me han aconsejado los lagos del norte de Italia. En caso necesario puedo viajar yo
solo también. Mi estado, como me explicó Hoffmann todavía ayer, no ofrece peligro
alguno si se le trata inmediatamente... Como ya he dicho, no es absolutamente necesario
que vengáis. Algo diferente sería si os pidiera que pasárais el verano en Basilea, para
lo que sólo espero a buscaros acomodo.» Pero sí quería al menos preguntaros si alguna
me queréis acompañar. No sé italiano, pero con francés más o menos se entiende uno
por todas partes... Telegrafío hoy; cuando esta carta llegue ya tendré yo la respuesta y
vuestra decisión ya estará tomada, de modo que aproximadamente el jueves podríamos
partir de Basilea. Así lo dispone Liebermeister, quien me acaba de visitar y me ha
aconsejado Lugano. Si la decisión no fuera tomada tan rápidamente, yo no podría
esperar.»
Un accidente le había ya liberado del servicio militar como artillero. De nuevo un
pequeño accidente --una luxación en un pie-- le descargó en junio de 1870 de una
docencia excesivamente cargada (20 horas semanales). La enfermedad le liberó después de
pocos días de su absurda aventura bélica, para la que en modo alguno estaba preparado
con su ser hipersensible y con unos nervios ya deshechos por la tensión de años que le
producía su doble existencia. Cuando presenta la solicitud a Vischer, solicitando
la cátedra de filosofía, había retado al destino a otro nivel diferente, pero no tuvo
fuerzas para quedarse en Basilea y perseguir sus intereses. Durante las semanas decisivas
él estaba en Lugano. Desde ahora la enfermedad toma enteramente la función de
evitarle las decisiones para las que no se siente con fuerzas. Lo liberó de sus
compromisos en el pedagogio, deshizo su ligazón con Wagner, le deparó un año de
vacaciones que necesitaba para su primera obra filosófica totalmente personal Humano,
demasiado humano, lo liberó de la cátedra de Basilea proporcionándole libertad
creativa, y finalmente liberó a su espíritu del compromiso de realizar una «obra
filosófica fundamental» sistemática, compromiso que, a pesar de habérselo creado
él a sí mismo, le hubiera resultado imposible cumplirlo, dada la índole de su
filosofar. Le ahorró la amarga experiencia de la imposibilidad de esa empresa. «Vivo
aquí en un conflicto curioso, que es quien me agota y me consume incluso físicamente.»
(Carta a Vischer.) Este es el diagnóstico tremendamente exacto de su existencia ya desde
Bonn y, a través de todas las situaciones de su vida, hasta el hundimento final de enero
de 1389. Y a fin de cuentas, la enfermedad era como un nimbo que rodeaba al fenómeno
Nietzsche y del que provenía no poco de su fuerza mágica.
Tuviera o no la enfermedad un fundamento médico-fisiológico palpable, el hecho es que se
instala, en la misma medida al menos, en lo psíquico, en la tensión ya irresistible
entre profesión y vocación,- entre apariencia y ser. Esta tensión pertenece
esencialmente al destino y a la naturaleza de Nietzsche. De nuevo intenta librarse de
ella, como aparece conmovedoramente en el grito de angustia de la solicitud, en
la que hay que tomar en serio todas y cada una de las palabras, en la que todas y cada una
de las palabras tienen un gran peso. El grito de la soledad, el anhelo por la proximidad
del amigo, provienen también de la más profunda soledad. He aquí el nudo trágico en la
vida de Nietzsche. Nietzsche esperaba del éxito de su solicitud de la cátedra de
filosofía que con ello posiblemente se le abriera el camino hacia la libertad, el camino
hacia sí mismo en libertad. El destino no le deparó ese camino fácil; sólo hubo para
él la solución de la catástrofe, el penoso camino de la enfermedad, primero en el
desmoronamiento físico de la primavera de 1879, y finalmente en la disolución
espiritual.
PROPOSITOS EDITORIALES DE NIETZSCHE
El 7 de junio de 1871 comunica a Rohde sus propósitos editoriales
con estas palabras. «Mi librito, cuyo nacimiento, si mal no recuerdo,te notifiqué
desde Lugano con auténtico cacareo, se marchita hasta ahora por falta de editor. He
desgajado un pequeño artículo y lo he hecho imprimir a mis expensas en Basilea: se trata
de la refundición de aquella antigua conferencia "Sócrates y la tragedia".
Otro artículo "sobre lo dionisíaco y lo apolíneo" aparecerá según creo en
los Anales prusiams; eso en caso de que se me admita, cosa que dudo. En fin, lo mío tiene
todos los visos de acabar en un placer caro - en poseer una biblioteca llena de escritos
inéditos, pero, eso sí, delicadamente impresos.» Reclamó con bastante brusquedad
de Engelmann el manuscrito, quien lo entregó el 29 de junio a Romundt en
Leipzig, después de que Nietzsche el 28 de junio le hubiera vuelto a advertir desde
Basilea: «... que he dispuesto de nuevo de mi manuscrito y he comenzado
negociaciones, romper de nuevo las cuales ya no está en mi mano... Entretanto necesito a
todo trance mi manuscrito, en el que hay que hacer algunos cambios, y solicito de nuevo se
sirva enviarlo al Sr. Romundt.» Esas otras negociaciones eran nada más que un
ardid, a no ser que Wagner hubiera hecho llegar ya una recomendación a su editor Fritzsch;
pero entonces Nietzsche no hubiera encargado seguramente publicaciones parciales a sus
expensas. En una pequeña carta a Rohde a mediados de junio leemos esta única frase
decepcionada: «El librito al que me referí otra vez no ha encontrado editor, lo
lanzo ahora a trozos al mundo: ¡qué tortura para la parturientas.»
CONSAGRACIÓN DE LOS DEMONIOS
Nietzsche escribe a Rohde el 20 de octubre de 1871: «Que el lunes próximo, a
las 10 de la noche, cada uno de nosotros levante un vaso de oscuro vino tinto y vierta la
mitad en la negra noche con las palabras Xaípete, daímones, bebiéndose el resto.
Probatmm est. ¡Que Samiel lo bendiga! ¡Uhu!» (La invocación a Samiel es una
sorprendente reminiscencia de la ópera de Weber El cazador furtivo, escena del
monte de los lobos, a causa de la cual la ópera entera le desagradaba a Nietzsche: la
encontraba ridícula.)
Una semana más tarde, el lunes 30 de octubre, tras una «visita inaugural» a Tribschen
(el 27 de octubre), se celebró la «consagración a los demonios». A su amigo
Gersdorff le informa el 18 de noviembre sobre su participación en ella: «Celebré la
consagración a los demonios en casa de Jacob Burckhardt, en su gabinete: él se unió a
mi acto de consagración y vertimos más de dos vasos de cerveza de buen vino del Ródano
a la calle. En siglos pasados hubiéramos sido sospechosos de brujería. Cuando volvía a
las once y media de la noche a casa, un tanto demoníaco, me topé con el amigo Deussen,
con quien deambulé por la calle todavía hasta cerca de las 2. Se marchó en el primer
tren. Guardo un recuerdo suyo casi fantasmal ya que no lo ví más que a la pálida luz de
los faroles y de la luna...Al día siguiente tenía una resaca demoníaca.»
INTERVENCIÓN DE NIETZSCHE EN LOS CLAUSTROS
En la sesión del 25 de agosto de 1871, hizo la propuesta de que se
recurriera a las autoridades pertinentes, y «se dieran los pasos apropiados para
remediar el molesto estrépito de los carruajes por la plaza de la catedral, modernizando
dicha plaza y obligando a aquéllos a ir al paso». La propuesta fue a la Curaduría,
al Pequeño Consejo, al Colegio de Arquitectos, al ingeniero del cantón, pero, después
de que este último había hecho un hermoso proyecto, fue rechazada. El Pequeño
Consejo recomendó al respecto al Consejo de Educación que se entendiera de buenos
modos con los correspondientes propietarios de empresas de transporte.
ACOMPAÑANDO A COSIMA EN MANHEIN
La asociación Wagner de Manhein había preparado para
el 20 de diciembre un concierto a beneficio del proyecto del festival de Bayreuth, con
Wagner como director de la orquesta. El programa ofrecía: 1. La marcha del emperador, 2.
Mozart, La obertura de La flauta mágica 3. Beethoven, Sinfonía (en la mayor),
4. Wagner, preludio de Lohengrein, preludio de los maestros cantores, preludio
y escena final (llamada «Muerte de amor)» de Tristán e Isolda.Wagner había
marchado ya el 9 de diciembre de Tribschen a Munich, y luego el 13 de diciembre
de Munich a Bayreuth, con el fin de visitar el terreno sobre el que se iba a
construir el edificio del festival. El 16 de diciembre se fue a Mannheim para
dirigir los ensayos. Cosima, por su parte, salió de 'I'ribschen el 16,
primero hacia Basilea, donde llegó a las 9 de la noche y al día siguiente hacia Mannheim,
con Nietzsche como compañero de viaje, Durante cuatro días Nietzsche pudo jugar
el papel de caballero, y el 20 de diciembre acompañar a la admirada señora al concierto,
lo que Cosima, curiosamente (¿por discreción?), silencia en su diario. En el ensayo
general de por la mañana se interpretó dos veces el Idilio de Sigfrido en
función privada para invitados solamente.
CRITICA EN TRIBSCHEN A SU CAPACIDAD DE COMPOSITOR
Hacía un año Wagner había sorprendido y emocionado a Cosima con la composición del
Idilio de Sigfrido; este año Nietzsche había vuelto a componer y había puesto a los
pies del árbol de Navidad su composición Eco de una noche de San Silvestre para piano,
a cuatro manos -para tocarlo con Cosima. Pero ¿cómo se recibiría esta obra? A esta
decisión le evita su presencia, se esconde en su «casucha de perro de Basilea»,
prefiere renunciar a la vivencia -con seguridad preciosa para él- de los días de Navidad
en Tribschen.
La obsequiada reacciona el 30 de diciembre de 1871 delicada y consideradamente: «El
día de San Silvestre ha de dar las gracias a los sones de la noche de San Silvestre;
impresiones comunes convertidas en recuerdo resonaron esta vez en mí cumpleaños a
través de las campanas de medianoche, y yo digo ¡gracias! al amable
"melómano".» Sólo 15 años más tarde, en noviembre de 1887, expone
claramente en una carta a Fea Mottl algo de lo que sucedió en Tribschen
entonces: «Jacob Stocker, mi antiguo servidor... se quedó parado al quitar la
mesa.... escuchó atentamente y se retiró finalmente diciendo "no me parece
bueno". Confieso que, a pesar de mí gran amistad de antes, no pude seguir tocando a
causa de la risa.» La escena la describe más detalladamente Hans Richter, que tocó
junto con la señora Wagner las Campanas de San Silvestre. «Wagner
estaba sentado inquieto, estrujaba la boina entre sus manos, y antes del final se salió
fuera... yo esperaba una tormenta. Pero la crítica de Jacob (que Richter también
trasmite) lo había calmado; encontré al maestro simplemente riendo con todas sus ganas.
"Se trata uno desde hace año y medio con este hombre sin imaginar una cosa así; y
ahora viene tan alevosamente en ropajes de partitura.» A pesar de ello Nietzsche
pudo el 20 de enero de 1872, en su siguiente visita a Tribschen, mejorar esta impresión.
Cosima anota en su diario: «Prof. Nietzsche, cuya visita nos alegra mucho. Se
discutió mucho; planes para tiempos futuros, reforma de la enseñanza ; nos toca muy
bellamente su composición.»
NEGATIVA A ACUDIR A TRIBSCHEN
Nietzsche este año de 1871 se había mantenido alejado de Tribschen
durante las navidades sin un motivo obligado, puesto que lo que expone en cartas a Rohde y
a casa apenas resulta convincente. Así el 21 de diciembre a Rohde: «Estas navidades
las paso solo en Basilea y he declinado las amables invitaciones de los de Tribschen.
Necesito tiempo y soledad para meditar algunas cosas respecto a mis 6 conferencias
(porvenir de nuestros centros de enseñanza) y para encontrarme a mí mismo. He dedicado
mi Noche de San Silvestre a la señora Wagner, cuyo cumpleaños se celebra el 25 de
diciembre... y estoy ansioso por saber qué me dicen los de allí respecto a mí trabajo
musical, ya que nunca he oído algo competente respecto a ello.» Durante esos días
deambuló -y en modo alguno solitario- por Basilea; sobre ello escribe el 27 de diciembre
a casa: «Sobre el pianino tengo un cuadro de Holbein del gran Erasmo, que me han
regalado los jóvenes Vischer en Nochebuena como aguinaldo. Con ello ya sabéis dónde
pasé esa noche; hoy estoy invitado al aguinaldo en casa de los Bachofen y para el
aguinaldo de la noche de San Silvestre en casa de los viejos Vischer; de modo que voy a
vivir tres veces el árbol de navidad. Para el viernes (= 29 de diciembre) al mediodía me
ha comprometido el viejo Stáhelin en Liestal.» Eso hace exactamente una invitación
cada dos días. En Tribschen, pues, hubiera tenido más tranquilidad y tiempo
para meditar sobre sus conferencias. Ya hemos señalado anteriormente el que parece ser el
verdadero motivo de su no asistencia
ADMIRACIÓN EN TRIBSCHEN A NIETZSCHE COMO ESCRITOR
Nietzsche tuvo, sin embargo, un éxito total en
Tribschen con su libro, del que había esperado que saliera para navidades, pero que
al menos pudo convertirse en el regalo de Año Nuevo. El 2 de enero de 1872 envió
ejemplares dedicados a Tribschen; el 18 llegó el sincero agradecimiento de Cosima y su
elogio: «¡Oh, qué hermoso es su libro! ¡Qué hermoso, qué profundo y qué audaz!
¿Quién va a recompensárselo?, le preguntaría acongojada si no supiera que en esa
propia concepción de las cosas usted ha debido encontrar ya la mayor recompensa... En
este libro ha conjurado espíritus de los que creí que sólo servirían a nuestro
maestro. Usted ha arrojado la luz más clara sobre dos mundos, uno de los cuales no vemos
porque está muy lejos, y al otro no lo reconocemos porque está muy cerca de nosotros; de
modo que captamos la belleza que presentíamos y que nos embelesaba, y comprendemos la
fealdad que casi nos aplastaba; es consolador que usted proyecte sus luces al futuro -que
es el presente de nuestros corazones-- de modo que llenos de esperanza podamos implorar
¡que el bien venza! ¡No acierto a decirle cuán sublime me parece su libro... y hasta
qué punto ha conseguido la claridad más bella en las más difíciles cuestiones! He
leído este libro como si fuera una poesía... puesto que me da una respuesta a todas las
preguntas inconscientes de mi interior... Y ahora ¡adiós!; reciba los saludos del
gabinete de arriba y del de abajo, en el primero teje ahora el maestro y su libro descansa
al lado de todo lo que me resulta precioso»
EL NACIMIENTO DE LA TRAGEDIA COMO UN DIÁLOGO
Como todos los libros de Nietzsche El nacimiento de la tragedia
desde el espíritu de la música es un libro confesional. Sacado de las
vivencias más intimas, desarrolla apasionadamente más una imagen de la situación
espiritual del autor que una imagen del tema expuesto: la tragedia ática. El
modo de exposición es el del diálogo. Nietzsche se dirige a un «tú», a
amigos determinados o imaginarios, a quien varias veces interpela además directamente
como tales; sobre todo a Richard Wagner, a quien expresamente dedica un prólogo,
en el que se dice: «... me imagino el instante en el que usted, mi muy distinguido
amigo, recibirá este escrito... e inmediatamente se convence de que el autor tiene algo
serio y penetrante que decir, e igualmente de que él... trató con usted como si
estuviera presente y sólo pudo escribir algo que guardara relación con esta presencia.»
En 25 capítulos, la mayoría de ellos cortos, emprende Nietzsche la tarea de
poner al descubierto los fundamentos de los que pudo surgir la tragedia como obra de
arte, pero también la de exponer cómo y por qué desapareció después de
un corto florecimiento. Con la vista puesta en la obra de Richard Wagner como un
auténtico renacer de la tragedia, y con la esperanza puesta en su acción humanizadora,
se aleja dos milenios de su tema y da al libro un giro «moderno», actual. Es éste un
rasgo de toda la obra y el talante de Nietzsche: la referencia inmediata a la
Antigüedad sin escalones intermedios, y al revés, el salto de la Antigüedad a
su presente, también sin escalones intermedios.
NIETSCHE ORGULLOSO
El aula del museo se llenaba cada vez con unos
seguidores que escuchaban expectantes. El día antes de su quinta conferencia (el 22 de
marzo de 1872) escribía Nietzsche a su editor Fritzsch: «Este
invierno he dado... seis conferencias públicas... Cada vez tuve aproximadamente 300
oyentes: desde los lados más diferentes se me ha exhortado a imprimir estas alocuciones.
Y también yo tengo gran interés en que se impriman bien y bellamente.»
ASISTENCIA DE ILUSTRES SEGUIDORES
Para escuchar sus conferencias, Nietzsche, tuvo seguidores de amplios círculos (según Jacob
Burckhardt, en aquel semestre había 168 estudiantes en total en todas las
facultades, cosa que considera como un nuevo record), debido ante todo a la magia de su
personalidad. Nada menos que Jacob Burckhardt escribe sobre ello el 21 de abril
de 1872 a Arnold von Salis: «El señor Beck le informará exactamente sobre
las conferencias de Nietzsche; nos debe todavía la última, de la que esperamos alguna
solución para las cuestiones y las quejas tan audaz y seriamente planteadas; pero se ha
tomado entretanto diez días de reposo en la región de Vaud. ¡Tenía que haber oído las
cosas que dijo! A veces resultó encantador, pero luego volvía a escucharse una profunda
tristeza; y todavía no alcanzo a ver cómo se arreglarían los auditores humanissimi para
aceptar con tranquilidad el asunto. Pero de algo se estaba seguro: allí había un hombre
de un gran temple, que lo conoce todo de primera mano y lo comunica.»
LA SOLEDAD DEL GENIO FILOSÓFICO
Nietzsche es consciente de que
el genio filosófico --puesto que se trata de este tipo de genio- está condenado
por su libertad singular a la soledad. Ya en la primera conferencia se encuentra esta
consideración trágica: «¿Hablas con menosprecio sobre la tarea del profesor? ¿Y
quieres después llevar una vida solitaria distanciado enemistosamente de la masa ... ?
¿Crees poder alcanzar de un salto, de repente, lo que yo hube de conseguir al final, tras
una larga y enconada lucha por poder siquiera vivir como filósofo? ¿Y no temes que la
soledad se vengue de ti? ¡Intenta ser un ermitaño de la formación; hay que tener una
riqueza extraordinaria para poder vivir dándose a todos! ¡Extraños jóvenes! ¡Siempre
creen tener que imitar justamente lo más difícil y lo más elevado, aquello que sólo ha
conseguido el maestro: mientras que lo que debían saber es lo difícil y peligroso que
esto resulta y cuántos excelentes talentos podían perecer en el intento!» Desde
ahora Nietzsche coloca vida y obra bajo esta divisa mantenida por
sometimiento al destino y orgullo por la propia valía. En Nietzsche, poco a
poco, germina el pensamiento de la «víctima», pero él ve en su entrega una
víctima con sentido. Esta es la «profunda tristeza» que Jacob Burckhardt,
quizá el único entre los oyentes, escuchó compasivo y comprensivo.
INVITACIÓN PARA ENSEÑAR EN GREIFISWALD
«Con Greifiswald, es decir, con no-Greifswald, me parece que os
he alegrado. ¡Ah no veais tanto en una tal decisión, y en cualquier caso ninguna preocupación por mi comodidad! Si algún día cuento
los auténticos motivos no os agradarían nada en absoluto. Soy tan poco ambicioso en este
asunto de la "carrera académica": y si en algo fuera ambicioso, sería en cosas
que quizá sólo proporcionen escarnio, mofa y ningún dinero... Lo único que hay que
pensar es lo que puede ofrecer un lugar: una persona amiga y una consideración honrosa...
Y eso lo tengo en Basilea.» ¿Pero qué
podía significar todavía para él Basilea, después del inminente traslado de los Wagner
de Tribschen a Bayreuth? Nietzsche alimentaba un plan de ensueño, para el que además
tropezó con un estricto rechazo por parte de Wagner, a quien había comunicado sus
pensamtientos a su paso por Basilea el 24 de enero, y también por parte de Cosima: quería dejar la cátedra y ponerse a disposición de
la empresa de Bayreuth. Incluso después
de que Wagner y Cosima no hubieran querido ni podido aceptar este sacrificio, y después
de habérselo dicho claramente, Nietzsche seguía abrigando tales pensamientos.
MOTIVOS DE SU RENUNCIA A ENSEÑAR EN GREIFSWALD
Los auténticos motivos de su renuncia a abandonar Basilea para enseñar en Greifswal los
expuso a Rohde el 11 de abril: «Medito sobre el modo en que tú para el próximo
otoño podrías hacerte cargo, con todos los honores y emolumentos, como mi sucesor cabal,
de mi cátedra de Basilea. Yo por mi parte quiero el próximo invierno viajar por la
patria alemana, a saber, invitado por la asociación Wagner... para dar conferencias sobre
los festivales de los Nibelungos; cada uno debe hacer lo que es su obligación, y, en
casos de colisión, lo que es más su obligación. Una vez que me haya apartado de ese
modo durante un invierno de la universidad, usaré seguramente del vacuum ya iniciado para
viajar al sur por un período de dos años. Para los fines de esta empresa abandono mi
puesto aquí, de modo que tú te conviertes en cualquier caso en mi sucesor... Yo por mi
parte pienso poder sobrevivir durante dos años y medio con el último resto de mi
capital, quizá 2.000 táleros; y lo que suceda después, Dios lo sabe, y a mí en
principio no me interesa. ¡Un bienestar celestial éste de irse al sur no como
pensionado, ni con la mirada vuelta hacia un ministerio imperial!»
RECHAZO INVITACIÓN PARA VISITAR GRECIA
Nietzsche informa de ello por primera vez en la carta del 4 de
febrero a Carl von Gersdorff, y el 14 de febrero a casa: «Para los meses de marzo y
abril tenía una invitación muy apremiante y amistosa para Grecia (Atenas, Creta, Naxos)
de un conocido que es muy rico y a quien le gustaría estar conmigo. La rechacé porque
tengo que dar hasta fines de marzo mis conferencias Sobre los centros de enseñanza, que
me he tomado en serio. Quizá os riáis si os digo que ese conocido es el hijo de Félix
Mendelssohn.»
¡Qué poco sincero! El motivo era el siguiente: la
incompatibilidad entre Mendelssohn y Wagner (quien, por cierto, compuso
contra Mendelssohn y Meyerbeer el escrito sobre El judaismo en la música). Lo deja
entrever con el «Quizá os riáis si os digo ...». El tema llega a explicarse más claramente después de
haber adquirido alguna distancia temporal: el 23 de septiembre escribe al director de
orquesta ginebrino Hugo von Senger:
«... que... varias veces he estado próximo a la seducción de un viaje a Grecia.
Todavía esta primavera fui invitado... a un viaje así al país de la nostalgia, Quien me
invitó fue el hijo de Félix Mendelssohn-Bartholdy. Le puedo decir ahora que el mismo
libro que me ha valido su simpatía, me obligó entonces a rechazar tal oferta. Pues desde
aquel libro se me ha hecho imposible soportar juntos aquella que llamamos nuestra Hélade
y los recuerdos de Antígona mendeissohnianos.» ¡Los coros de Antí
DIAS CONTADOS PARA TRIBSCHEN
El 30 de abril de 1872, se queja Nietzsche en carta a Rohde: «¡Hoy
ha acabado Tribschen! Como entre ruinas, pasé allí todavía un par de días
melancólicos» Y el 1 de mayo a Carl von Gersdorff: «El sábado pasado tuvo lugar la triste y conmovedora despedida de Tribschen. Tribschen ya ha desaparecido:deambulábamos
entre ruinas, había emoción por todas partes, en el aire, en las nubes, el perro no
comía, cuando uno hablaba con la familia de servidores rompían éstos en continuos
sollozos. Empaquetamos los manuscritos, las cartas y los libros -¡Ah, qué desconsolado
era! ¡Cuánto significan para mí estos tres años
que pasé en las cercanías de Tribschen, en los cuales fui allí 23 veces de visita!
¡Qué sería yo si me faltaran! Estoy contento de haberme petrificado a mí mismo en mí
libro aquel mundo de Tribschen.»
NIETSCHE CONSUELA A COSIMA
Viernes 26 de abril: «Por la tarde algo de música, el profesor Nietzsche toca para mí», anota
Cosima
DERRUMBE DE LA ISLA DE LOS BIENAVENTURADOS
Incluso después de los largos años del distanciamiento, después
de todas las luchas internas contra Wagner, después del panfleto El
caso Wagner, todavía Nietzsche pudo escribir en el Ecce Homo: «Aquí, donde hablo de los momentos de tranquilidad de mi vida, me resulta
obligado decir una palabra para expresar mi gratitud por aquello que, con mucho, más
profunda y cordialmente me tranquilizaba. Esto fue, sin duda, el trato íntimo con Richard
Wagner. El resto de mis relaciones humanas no eran lo mismo; no quiero en modo alguno hacer desaparecer de mi vida los días de
Tribschen. Días de confianza, de alegría, de incidentes sublimes -de instantes
profundos... No sé lo que otros han vivido con Wagner: en nuestro cielo nunca apareció
una nube.» Y: «Sopesándolo todo, no hubiera soportado mi juventud sin la música
wagneriana».
VISITA A LA CEREMONIA DE INAGURACIÓN PRIMERA PIEDRA DE
BAYREUTH
El 12 de mayo tiene que comunicar a Rohde: «Es cierto que estoy
algo enfermo, en posesión de un «herpes» en la nuca: pero espero que mientras tanto se
establezca a tiempo un tratado de paz entre la afección de la piel y la función del
cerebro: puesto que debo ir a Bayreuth a pesar del cingulum.» Y lo
consiguió; «los dos profesores "wagnerianos"», en su expresión, no podían
faltar a aquellos grandes días de fiesta. Por orden suprema de Wagner, a pesar de todas
las dificultades, se reservaron invitaciones para él y para Rohde. El viernes 17 de mayo
Nietzsche partió de Basilea; llegó a Bayreuth el 18; Rohde lo hizo sólo el 19, domíngo
de Pentecostés. El lunes 20 comenzaron los ensayos de la orquesta para la función
festiva. Nietzsche y Rohde estuvieron presentes por la tarde en el segundo ensayo; en esta
ocasión conocieron a Malwida von Meysenburg, en quien Nietzsche habría de
encontrar un alma buena y maternalmente atenta, tal como iba necesitando crecientemente.
En esto la suerte le fue favorable.Había pedido también a su hermana Elisabeth que
viniera, pero ella renunció a hacerlo, como dijo, en favor de Gustav Krug, dado que era
imposible encontrar entradas y alojamiento para ambos; la función en el teatro de la
ciudad de Bayreuth, con sus 700 plazas, estaba totalmente al completo, copada por los
señores del patronato y por las asociaciones wagnerianas. Como consuelo a esta renuncia,
Elisabeth pudo anunciar su visita a Basilea durante los meses de verano, a donde en efecto
llegó el 1 de junio. Además de Gustav Krug vino también a Bayreuth Carl von Gersdorff,
de modo que Nietzsche pudo volver a regalarse en la dicha de la amistad antes de la
abrupta caída.
GRACIAS DE NIETSCHE A RODHE POR LA RESEÑA
El 26 de mayo apareció en el Norddeutsche Aligemeitíe Zeitung una
reseña de Rohde sobre el libro de su amigo. Nietzsche, contento, da las gracias
el 27: «¡Amigo, amigo, amigo, qué has hecho! No habrá un segundo E. R. así. Me
iba sumergiendo lentamente, sin ver esas letras, leyendo cada vez más asombrado, en el
abismo de sentimientos de Bayreuth, y finalmente oigo que la voz que suena tan solemne y
profundamente es la del amigo. ¡Ah, queridísimo amigo, esto es lo que me has hecho!...
Me deshago. ¡Lucha, lucha, lucha! Necesito guerra.»
PUBLICACIÓN DEL PANFLETO DE WILAMOWITZ: Filología
del futuro
¡FILOLOGIA
DEL FUTURO!
una réplica
al
«nacimiento de la tragedia»
de
Friedricb Níetzsche
profesor ordinario de filología en Basilea
por
Ulrich von Wilamowitz-Möllendorff
Dr. phil.
Ya el título tiene aristas. Igual que en su tiempo los adversarios de Wagner
habían contestado en plan de mofa a su libro de 1850 La obra artística del futuro con
la expresión «Música del futuro», expresión que había pasado ya al acervo
lingüístico, también ahora la expresión «Filología del futuro» de Wilamowitz,
contra el filólogo y amigo de Wagner, Nietzsche. (¡El hará más tarde
lo mismo con el paráfrasis Crepúsculo de los ídolos!) El propio Nietzsche
da pie completamente al fino matiz de citar ambas situaciones, grados académicos,
respectivamente, dado que no había conseguido su doctorado por el camino normal. Y
además Wilamowitz compromete a su adversario como filólogo, con lo cual le
impide el subterfugio de que se trata de un libro que se sale del ámbito de la
filología.
ATAQUES PERSONALES
La insolente y juvenil afición a discutir se precipita en
frecuentes invectivas personales, que más bien son perjudiciales para el escrito --aunque
resulten a veces tan graciosas de leer, como por ejemplo, en la página 13, la agudeza por
la que con una bonita paráfrasis griega recuerda a Nietzsche su mala nota de matemáticas
en el examen de bachiller: «Se disculpará usted diciendo que se ha equivocado
simplemente en unos cuantos siglos y que los números son algo matemático y vulgar: y sin
embargo, desde Platón, sobre las puertas de la filosofía, mal que le pese a
Schopenhauer, está escrito:«nadie puede entrar aquí que sea ignorante en las ciencias
matemáticas»; y yo sólo quisiera que en Pforta se hubieran atenido al proverbio: «nadie
puede salir de aquí».
ECHARLO DEL GREMIO DE FILÓLOGOS
En la introducción y al final del escrito Wilamowitz formula
otro pensamiento que tuvo que doler seriamente a Nietzsche y promover manifiestamente su
aislamiento: se le desgaja del gremio.
«De hecho el impacto fundamental del libro reside en su tono y en su tendencia. El
señor Nietzsche no aparece como un investigador científico: se ofrece una sabiduría
conseguida intuitivamente, a veces en un estilo de púlpito y a veces en forma de un
razonamiento que es en exceso parecido al de los periodistas, los "empapelados
esclavos del día". El señor Nietzsche, como épico de su dios, anuncia maravillas
ya realizadas y futuras: muy edificante, sin duda, para los "amigos"
creyentes.» (p. 6) «Tampoco quiero tener nada que ver con el metafísico y apóstol
Nietzsche. Si sólo fuera eso, difícilmente podría haberme yo declarado, cual nuevo
"Licurgo", contra el profeta dionisíaco... Pero el señor Nietzsche es también
profesor de filología clásica, trata una serie de cuestiones que figuran entre las más
importantes de la historia de la literatura griega.... ofrece una concepción
completamente nueva de Arquíloco, Eurípides, así como otros descubrimintos de
repercusión mundial. Esto es lo que quiero aclarar; y es fácil la demostración de que
también aquí la genialidad imaginaria y la insolencia en la formulación de afirmaciones
está en proporción directa a la ignorancia y a la falta de amor a la verdad.» (p. 7)
«Escribe sólo para aquéllos que nunca han leído a Winckelmann.» (pp. 819) «¿Osa
afirmar el señor Nietzsche que conoce a Winckelmann?, ¿él, que demuestra una ignorancia
auténticamente infantil tan pronto como roza algo arqueológico? (p. 9) Y finaliza
Wilamowitz (p. 32): «Creo que la demostración... está hecha... Si ahora me replicara
que no quiere saber nada de "historia y crítica", de la "así llamada
historia universal", que quiere crear una obra de arte dionisíaco-apolínea,
"un consuelo metafísico", que sus afirmaciones tienen... la "superior
realidad del mundo imaginario", entonces me retracto y me disculpo de la mejor forma.
Entonces me gustaría descubrir su evangelio, entonces no valen mis armas. Yo no soy, en
verdad, un místico, un hombre trágico; eso nunca podrá ser para mi otra cosa que
"un aditamento gracioso, un repiqueteo de campanillas totalmente innecesario, a la
seriedad de la existencia", y también a la seriedad de la ciencia: un sueño ebrio o
la ebriedad de un soñador. Pero una cosa reclamo: que mantenga el señor Nietzsche su
palabra, que empuñe el tirso,que se traslade de la India a Grecia, pero que baje de su
cátedra donde debe enseñar ciencia; que reúna tigres y panteras a sus pies, pero no a
la juventud filológica de Alemania, a quien ha de enseñar en la ascesis de un trabajo en
el que renuncia uno a sí mismo...»
Comunicación entre Nietzsche y Rodhe
Nietzsche no dejó de responder, sólo que no lo hizo con
su nombre.Indicó a Rohde sus fuentes y autoridades antiguas, así como las
interpretaciones modernas, sobre las que se podía basar específicamente: «Desde
ayer tengo el escrito en mi poder y estoy muy tranquilo. No soy tan ignorante como dice el
autor, ni tan falto de amor a la verdad. La miserable erudición de la que él hace
alardes, hay que gastarla un poco como las suelas de los zapatos, antes de que sea lícito
dialogar sobre tales problemas. Sólo por las más insolentes interpretaciones consigue
él lo que quiere. Además me ha leído mal, puesto que no me entiende ni en conjunto ni
en detalle.»
CONTESTACIÓN DE RITSCHL
Ritschl contestó el 14 de febrero:«Puesto que usted
fue tan amable, querido señor profesor, de hacerme llegar el libro sólo a través del
editor, sin unas líneas personales de acompañamiento, realmente no creí que esperara
por mi parte una respuesta personal inmediata... Si ahora me encuentro incapacitado...
para una discusión detenida... y seguramente me siga encontrando así, debe usted de
considerar que soy demasiado viejo para asomarme a orientaciones vitales e intelectuales
totalmente nuevas. Y, lo que es lo más importante, por naturaleza estoy totalmente dentro
de la corriente histórica y de la consideración histórica de los asuntos humanos,
y tan decididamente que nunca me pareció encontrar la salvación del mundo en uno u otro
sistema filosófico... igual que tampoco me parece que una religión baste, haya bastado o
haya de bastar jamás para las diferentes individualidades de los pueblos. Usted no puede
exigir al "alejandrino" y al erudito que condene el conocimiento y vea sólo en
el arte la fuerza liberadora, salvadora y transformadora del mundo... ¿Se pueden valorar
sus intuiciones como nuevos fundamentos para la educación?, ¿no llegaría la gran
mayoría de nuestros jóvenes, si siguen tales caminos, sólo a un desdén inmaduro por la
ciencia, sin conseguir a cambio una sensibilidad acrecentada para el arte?, ¿no
correríamos así el peligro de, en vez de difundir la poesía, abrir más bien puertas y
ventanas a un diletantismo general?: éstas son consideraciones que se deben permitir al
vicio pedagogo, sin que por ello tenga que considerarse, yo creo, como un "maestro
apergaminado"... Frente a su "hartazgo de la historia" habría poco sitio
para preguntas alejandrinas que podía hacerle sobre la Laerciana histórica-bibliotecaria
o sobre el Alcidamas Mouseion u otras frivolidades semejantes: por eso lo dejo.Quizá
vuelva usted a ello por sí mismo algún día, aunque nada más sea por variar y
distenderse.»
PUERTAS ABIERTAS PARA LA COLABORACIÒN
Ritschl, le deja abierta la posibilidad de seguir con su
colaboracón, mientras Nietzsche quiera hacer uso de ella. Así volvemos a ver a Nietzsche
en el verano de 1872 ocupado en el trabajo sobre el «Tratado florentino sobre
Homero» y «Hesíodo, su estirpe y disputa», del cual había aparecido ya la
primera parte en el número de septiembre de 1870 del Museo renano y cuya
continuación y final pudo enviar el 12 de agosto de 1872 a Ritschl, que lo hizo
publicar en febrero de 1873 en el Museo renano; con ello concluyen definitivamente
las publicaciones filológicas de Nietzsche.
RECHAZO DE RITSCHL A LA SOLICITUD DE NIETSCHE
Ritschl comunicó esto a Nietzsche el 2 de julio y añadió además, como opinión
personal respecto a un motivo más profundo de rechazo: «Ciertamente soy de la
opinión de que una crítica estrictamente científica del panfleto de Wilamowitz sería
lo único digno: pero no podía imprimírsela... con un carácter enemistoso contra la
filología. Al menos ha de comprender usted mismo, querido amigo, que un viejo filólogo
como yo... no puede ostentar la patente de ello... siempre conservaré para la seriedad y
el entusiasmo de sus afanes el reconocimiento más imparcial; pero nunca estaré de
acuerdo con usted en que sólo el arte y la filosofía sean los maestros de la humanidad;
para mí lo es también la historia y especialmente su rama filológica.»
BUENAS VENTAS PARA EL NACIMIENTO DE LA TRAGEDIA
El 7 de diciembre Nietzsche podía escribir a Rohde
sobre su escrito: «Mi librero de aquí me dijo que se pide y se vende mucho.»
Así pues, en Basilea se participó animadamente en la controversia. Y el Nacimiento
de la tragedia de Nietzsche se fue imponiendo lenta pero seguramente; se hizo
necesaria una segunda edición (que se imprimió en febrero de 1874, pero que sólo en
1878 llegó al mercado). «Mi libro ya está agotado en Leipzig. Lo último es que
Jacob Bemays ha explicado que son sus mismas ideas sólo que fuertemente exageradas. Esto
me resulta soberanamente impertinente por parte de este culto y perspicaz judío, pero a
la vez un signo gracioso de que realmente los "listos del país" ya han
comenzado a husmear algo. Los judíos siempre llevan la delantera, aquí también, como en
todas partes, mientras que el buen teutón de Usener se queda bien cornamentado atrás, en
la niebla», se dice en la misma carta a Rohde.
RESPUESTA SINCERA Y BRUTAL DE Bülow
Inmediatamente -ya el 24 de julio- Bülow responde al
regalo con aquella crítica aplastante que siempre es sacada a relucir por todos aquellos
que no quieren admitir el gran significado y función de la música y del propio componer
para la vida e idiosincrasia de Nietzsche. Hasta cierto punto la crítica de Bülow
se rige por su propia inmoderación: «Su Meditación de Manfred es lo más extremo en
extravagancia fantasioso, lo más fastidioso y antimusical, que me he encontrado desde
hace mucho tiempo escrito en papel de música. Varias veces tuve que preguntarme: ¿se
trata de un chiste?, ¿quizá pretendió usted hacer una parodia de la llamada música del
futuro? ¿Es a conciencia que escarnece usted ininterrumpidamente las reglas de la
armonía, desde la alta sintaxis hasta la ortografía corriente? Dejando a parte el
interés psicológico... desde el punto de vista musical, su meditación sólo tiene el
valor que en el mundo moral tiene un crimen... Una fantasía tambaleante en medio de una
orgía de recuerdos de sones wagnerianos no es una buena base de producción... Si de
verdad, admirado señor profesor, su aberración en el campo de la composición no es una
broma --cosa que me veo obligado a seguir dudando-, entonces al menos componga usted sólo
música vocal, y deje que sea la palabra quien tome el timón del bote que le hace andar
vagando por el proceloso mar de los tonos... Usted mismo, por lo demás, califica su
música de "horrible" -y de hecho lo es... perjudicial para usted mismo es que
no pueda acallar su eventual sobreabundancia de inspiración de peor modo que violentando
así a Euterpe... Bueno, quizá le cure el día 30 el Lohengrin, que por cierto
desgraciadamente no se ofrecerá bajo mi dirección ... »
AGRADECIMIENTO DE NIETSCHE A WAGNER
Incluso en Ecce Homo, en 1888, Nietzsche agradece
conmovido esta defensa de Wagner: «¿Alguna vez alguien ha entendido algo de mí, me
ha entendido? Uno sólo, y ningún otro: Richard Wagner... ¿Quién de mis
"amigos" alemanes... hubiera conseguido rozar siquiera en lo más mínimo la
profundidad de penetración con la que hace dieciséis años se convirtió en profeta por
lo que a mí se refiere? En una carta me presentó entonces... a los alemanes con estas
palabras inmortales: "Lo que esperamos de usted sólo puede ser la tarea de una vida
entera, y precisamente la vida de un hombre a quien necesitamos en extremo, y usted se
presenta como tal a todos aquellos que desde la fuente más notable del espíritu
alemán... piden explicación y orientación sobre cómo ha de ser la formación alemana,
si quiere ayudar a la nación resurgida a conseguir sus metas más nobles."»
REFUGIO EN LA MONTAÑA Y DOLORES DE CABEZA
Para las vacaciones de otoño Nietzsche había prometido a
su madre visitarla en Naumburg, pero cambió repentinamente su decisión; a cambio,
recibió el 1 de octubre una información detallada y alegre de un viaje. Tras casi cuatro
meses de estancia en Basilea, el 27 de septiembre Elisabeth había ido a Wiesbaden en
visita familiar. El 28 también se marchó Nietzsche, pero no a Naumburg, sino a Chur a
través de Zürich. Pero, a causa de fuertes dolores de cabeza y de un mal estado
general, tuvo que interrumpir su viaje en Weesen (en el término occidental del lago de
Walen); se trataba de aquel dolor de cabeza que desde entonces habría de convertirse en
el fenómeno permanente que acompañaría a todo gran viaje. «A la mañana siguiente
me levanté con dolor de cabeza. Mi ventana daba al lago de Walen, al que puedes
imaginarte parecido al lago de los Cuatro Cantones, pero con mayor sencillez y sin su
majestuosidad. Después viajo hacia Chur, por desgracia en medio de malestares siempre
crecientes, que me hacen pasar casi indiferente por Ragaz y demás sitios: fui feliz de
poder apearme en Chut... y al entrar en el hotel Lukmanier rápidamente me tiendo en la
cama... Un buen... camarero me recomienda el paseo hasta Passugg... Subo muy cómodamente
por la carretera: ante mí todo aparece, como el día anterior, en una dorada luminosidad
otoñal... Después de media hora una pequeña senda... Entonces llego a la garganta por
la que ruge el Rabiusa: no puedo ponderarlo suficientemente. A través de puentes y
estrechos caminos abiertos en el despeñadero avanzo alrededor de una media hora y
encuentro por fin, señalado por una bandera, el balneario de Passugg... Tarde, hacia la
puesta de sol, doy la vuelta muy contento por la tarde pasada -a pesar de que hube de
pensar a menudo en la aprobación o no naumburguesa... El lunes me levanté a las 4,
después de las 5 salió el correo. Antes hubimos de aguardar sentados en una sala de
espera maloliente... la partida me liberó: pues había ya acordado con el cobrador que
ocuparía su sitio arriba en el coche. Allí estaba solo: fue el viaje más hermoso en el
correo que he vivido nunca. No escribo nada sobre la tremenda grandiosidad de la Via mala:
me parece como si hasta entonces no hubiera conocido nada de Suiza. Esta es mi naturaleza,
y cuando llegamos a las cercanías del Splügen, me sobrevino el deseo de quedarme
aquí... Este valle alto alpino... hace todas mis delicias: hay en él un fuerte aire
puro, colinas y roquedales de todas las formas, en derredor poderosos montes nevados...
ahora sé de un rincón donde puedo vivir, fortaleciéndome y en viva actividad, pero sin
compañía alguna.» Sobre el curso posterior de su viaje informa a su hermana a
mitad de octubre, después de su vuelta: «Mi viaje resultó... incomparablemente bien
desde mi punto de vista masculino... ¡Aire de las alturas! ¡Aire alto alpino! ¡Aire
alto alpino central! -Salió mál un intento de viajar a Italia-, ¡un aire
asquerosarnente blando y ninguna luminosidad! Llegué hasta Bergamo... y me volví a toda
prisa, precipitadamente, al Splügen... El último día de todo el viaje fue un día de
otoño celestial... que pasé en Ragaz.» Esto fue el 10 de octubre. Una visita de
Deussen trajo consigo una sombra: «Anteayer recibí la visita de Deussen. Eso ya
pasó, pero ayer y hoy he tenido dolor de cabeza.»
AGRADECIMIENTO DE NIETSCHE A RODHE
Nietsche da las gracias a Rohde el 25 de octubre: «No sé
describir con palabras la ayuda que hoy me has prestado; ¡yo hubiera sido tan incapaz de
prestármela a mí mismos - sé además que no existe una segunda persona de quien pudiera
esperar un regalo de amistad así... Comprendo ahora, ulteriormente, lo repugnante y
penoso de aquel ataque, sobre todo en cuanto siento lo que tú has sufrido a cuenta
suya... Tu escrito, con su magnanimidad y su audaz camaradería bélica, cayendo en medio
de ese pueblucho cacarcante -¡qué espectáculo!... Me gusta sobre todo escuchar el
profundo tono fundamental que retumba continuamente, como en una gran cascada, sólo por
el cual una polémiica se solemniza y da la impresión de grandeza.»
INICIO DE UNA NUEVA ERA PARA NIETZSCHE
Sobre el pathos de la verdad. Aquí se anuncia una
nueva era. En el pasado noviembre había comenzado con la adquisición de libros de
ciencia natural para la biblioteca de la universidad.Pero ya en la primavera el demonio
que lo impelía había levantado cabeza: Primero en abril en la música del Manfredo,
que en este contexto adquiere de repente «interés psicológico
NIETZSCHE POLEMICO Y APODÍCTICO
Cosima escribe a Malwida von Meysenbug en una
carta en la que se refiere a las «conferencias sobre la enseñanza»: «A veces se
manifiesta en ellas una torpe rudeza al lado de una sensibilidad profunda en las ideas.
Desearíamos que se dedicara sobre todo a temas griegos.»
COSIMA APACIGUA AL MAESTRO
Esto es lo que escribe Cosima a Nietzsche:«Ese
es el punto sobre el que quiero tratar hoy con usted francamente... El maestro se había
ofendido por su no venida y por el modo como nos lo anunció usted; estuve luchando entre
decirle esto a usted inmediatamente y no decírselo, y por fin dejé al tiempo indulgente
que hiciera desaparecer los insignificantes enfados y pemitiera florecer la pureza de los
sentimientos auténticos. Hoy ha sucedido esto, y cuando hablamos de usted no oígo el
menor tono de una amistad ofendida, sino solamente la alegría por lo que nos ha vuelto a
ofrecer.»
SOBRE LOS CINCO PRÓLOGOS....
El libro no es una «obra», ni siquiera una parte de una
obra planificada; pero tampoco se trata de un manifiesto «personal» dirigido
directamente a la persona a quien se regala; no es un diálogo, ni tampoco la
«respuesta», como promete en la dedicatoria. Tampoco son trabajos preparados cuidadosa y
claramente, como los regalos de los últimos años; Cosima emplea correctamente
la expresión «bosquejo». Fueron escritos en limpio (a partir de notas
seguramente) en los días de Navidad en Naumburg, con fecha de conclusión 29 de diciembre
de 1872; el cuaderno es recibido en los primeros días de enero, inadecuadamente
encuadernado, con una cobertura marrón de piel guarnecida de metal. Extraña también la
dedicatoria: «A la señora Cosima Wagner, con afectuoso respeto y como respuesta a
preguntas oral y epistolarmente formuladas, escrito con espíritu divertido en los días
de Navidad de 1872.» ¿Cómo puede corresponder ese espíritu divertido con el
contenido? Cosima sigue escribiendo: «¿He de confesarle a usted que no supe qué
había de hacer con el "espíritu divertido"?» Se trata del «placer
rabioso» que lo había poseído por primera vez en la Meditación de Manfredo y
que había de acompañar desde ahora toda su producción, hasta los excesos más extremos
del Caso Wagner y del Crepúsculo de los ídolos?
EL AGÓN APLICADO A LAS CIRCUNSTANCIAS PRESENTES
Sus amigos debieron haber puesto más atención en el modo como Nietzsche
introducía la idea del agón, generalizándola humanamente, en las
circunstancias presentes: «se elimina el domnio del individuo aislado para que vuelva
a despertar la lucha de fuerzas: una idea que se opone al "exclusivismo" del
genio en el sentido moderno, y que presupone que en un orden natural de cosas siempre hay
varios genios... Esta es la esencia de la imagen helénica de la lucha. reniega del
dominio del individuo y teme sus peligros, desea un segundo genio como medio de
protección contra el primero.» La procedencia de este segundo genio regulador la
demuestra con el ejemplo de Platón, del filósofo, pues: «Lo que en el caso de
Platón, por ejemplo, es de extraordinaria importancia artística en sus diálogos es la
mayoría de las veces el resultado de una competición con el arte de los oradores, de los
sofistas, de los dramaturgos de su tiempo, inventada con el fin de poder decir al final:
"Ved, también yo soy capaz de lo que son capaces mis grandes rivales; incluso puedo
hacerlo mejor que ellos... la lucha me hizo poeta, sofista..."»
SU LECTOR IDEAL
Sobre esta cuestión afirma Nietzsche: «El lector de quien yo
espero algo ha de poseer tres cualidades. Debe estar tranquilo y leer sin prisa. No tiene
que tratar de interferir siempre en la lectura consigo mismo o con su
"formación". Y no debe esperar al final nuevas tablas, a modo de resultados El
concepto de «tabla» está tomado en sentido amplio: ninguna filosofía dogmática,
ningún «sistema»
EL PROBLEMA DE LA VERDAD
Sobre el tema de la verdad afirma Nietzsche: «El arte
posee también una última y paradójica posibilidad de verdad que le está vedada a la
filosofía: la confesión de su falta de veracidad, de su «artificiosidad» como
proyección de la libre fantasía. La verdad del arte no tiene por qué ser objetiva; es
subjetiva, estética (Grillparzer). Frente a ello la filosofía se dirige a la verdad
objetiva. Pero ¿cómo ha de entenderse esto? «¡La verdad! ¡Ilusoria locura de un dios!
¡Qué importa a los hombres la verdad!
»Y ¡qué era la "verdad" de Heráclito!
»Y¿dónde se ha ido? ¡Un sueño desvanecido, borrado de los semblantes de la humanidad
con otros sueños! ¡No era la primera! Quizá un demonio sin sentimentos, de todo lo que,
en rimbombante metáfora, llamamos "historia universal" y "verdad" y
"fama", no sabría decir otras palabras que éstas: "En un apartado rincón
cualquiera del universo titilante en innumerables sistemas solares hubo una vez un astro
sobre el que las bestias inteligentes llegaron al conocimiento. Fue el minuto más
altanero y falaz de la historia universal; y sin embargo sólo un minuto. Tras unos pocos
respiros de la naturaleza, se entumeció el astro, y las fieras inteligentes hubieron de
morir. Era también una cosa del tiempo: pues aunque se ufanaban de haber conocido ya
muchas cosas, al final se dieron cuenta, para su gran disgusto, de que todo ese
conocimiento era falso. Murieron maldiciendo la verdad. ¡Así eran aquellos animales
desesperados que habían encontrado el conocimiento!"
»Esta sería la suerte del hombre si sólo fuera un animal cognoscente; la verdad lo
llevaría a la desesperación y a la aniquilación, la verdad de estar condenado
eternamente a la falta de ella.»
KANT
La disputa con Kant es especialmente frecuente.
Es algo admitido en la investigación nietzscheana que Nietzsche nunca leyó a Kant
en original -excepto la Crítica del juicio. Lo conocía a través de la
interpretación de Kuno Fischer; además estaba el fuerte influjo kantiano de Schopenhauer
y la perspectiva histórico-filosófica de Friedrich Albert Lange, que toma a Kant
como eje y divide su obra: libro 1 hasta Kant y libro II desde Kant. Pero el
diálogo con Kant es tan intenso, desciende tanto al detalle, que se hace
recomendable la formulación más cuidadosa: una lectura directa de Kant no se ha podido
demostrar hasta ahora, pero no puecle excluirse tampoco.
En la ocupación con los filósofos antiguos y con Kant -todos los eslabones
intermedios no existen para Nietzsche-- Nietzsche constituye el tipo del filósofo, tal
como le habrá de servir de modelo.
PERPLEJIDAD ANTE LA NATURALEZA DE LA FILOSOFÍA
Nietsche afirma sentir «Gran perplejidad respecto a
si la filosofía es un arte o una ciencia. Es un arte en sus objetivos y en su
producción. Pero tiene en común con la ciencia el instrumento, la representación en
conceptos. Es una forma del arte poética ... »
FILOSOFO DEL FUTURO COMO JUEZ ARTÍSTICO
«¿El filósofo del futuro? Tiene que convertirse en el
tribunal supremo de una cultura artística, en la dirección general de seguridad, por
así decirlo, frente a todos los excesos.» Dieciséis años más tarde, el 20 de
octubre de 1888, en una carta a Malwida v. Meysenbug, él mismo se confiesa
claramente como tal tribunal supremo: «¿No se ha dado cuenta de que desde hace diez
años soy como una especie de director espiritual de los músicos alemanes, de que en
todos los lugares posibles he vuelto a plantar la integridad artística, el gusto
distinguido, el más profundo aborrecimiento de la repugnante sexualidad de la música
wagneriana?»
NOTAS DE INVIERNO
«¡Terrible soledad del último filósofo! La naturaleza lo
mira fijamente, buitres revolotean sobre él. Y grita, pues, hacia la naturaleza:
¡concede olvido!, ¡olvido!: No, él soporta como un titán el sufrimiento, hasta que le
es ofrecida la reconciliación en el supremo arte trágico.»
«EDIPO
Charla del último filósofo consigo mismo.
Un fragmento de la historia de la posteridad.
Me llamo a mí mismo el último filósofo dado que soy el último hombre. ¡Nadie sino yo
mismo habla conmigo, y mi voz llega hasta mí como la de un moribundo! Déjame sólo una
hora más hablar contigo, voz querida, contigo, el último hálito de recuerdo de toda
felicidad humana; contigo olvido mi soledad y me engaño en la pluralidad y el amor,
puesto que mi corazón se resiste a creer que el amor esté muerto, no soporta el horror
de la más extrema soledad y me obliga a hablar como si yo fuera dos.
»¿Te oígo todavía, voz mía? ¿Susurras algo al huir? ¡Y sin embargo tu huída
debería estremecer al máximo las entrañas de este mundo! Pero ella vive todavía y me
sigue mirando aún más brillante y fríamente con sus pupilas en las que falta la
compasión; vive, tan necia y ciega como siempre, y sólo muere uno, el hombre.
»¡Y sin embargo! ¡Te oigo aún, voz querida! Alguien más muere conmigo, el último
hombre, en este universo: el último suspiro, tu suspiro muere conmigo, el prolongado
¡ay! ¡ay! suspirado por mi causa, el último hombre gimiente. Edipo!.»
Ya están aquí, imposibles de ignorar, los «tonos de Zaratustra», igual que
la autoidentificación con un héroe antiguo.
JOHAN KARL ZÖLLNER
Entre numerosas publicaciones antiguas y recientes resalta para
Nietzsche el astrofísico Johann Karl Zöllner, diez años mayor que él (nacido
el 8 de noviembre de 1834) que era catedrático desde 1866 en Leipzig, y de quien
Nietzsche no tuvo noticia en sus tiempos de estudiante en esta ciudad. Ahora, el 6 de
noviembre de 1872, retira de la biblioteca de la universidad la obra que acababa de
aparecer, La naturaleza de los cometas, con cuya amplia introducción Zöllner había
levantado escándalo y se había ganado la proscripción de sus colegas. Pocos días más
tarde Nietzsche escribe a Rohde: «¿Has oído algo del escándalo de Zöllner en
Leipzig? Echa una ojeada a su libro sobre la naturaleza de los cometas; hay
sorprendentemente mucho ahí dentro para nosotros. ¡Este hombre honrado, desde ese hecho,
está como excomulgado del modo más vil en toda la república de los eruditos, sus amigos
han renegado de él y en todo el mundo se le considera como "loco"!... ¡Este es
el espíritu de la ociocracia erudita de Leipzig!»
Anni Anders ha mostrado la importancia de esa lectura para Nietzsche y
las relaciones con su pensamiento. Nietzsche se interesa, en lo que respecta a la crítica
ética, por los tres reproches que Zöllner hace a sus colegas: primero,
una cierta superficialidad científica, en la que se olvidan decisivas publicaciones de
los antecesores; segundo, «que la mayoría de los actuales representantes de las
ciencias exactas carecen de un conocimiento claramente consciente de los primeros
principios de la teoría del conocimiento»; y tercero, la «popularización» de
la ciencia, por la que científicos bien dotados buscan una «fama» fácil entre la masa,
descuidando lo importante, la responsabilidad con respecto a su saber. Nietzsche no
reconoce ninguna ciencia en sí como irresponsable y éticamente «carente de valor».
Por tanto, también aquí la pretensión del filósofo de ser «tribunal supremo», tras
la cual se ve fácilmente el «Estado» platónico. «En comparación con Zöllner,
Nietzsche dirige la cuestión a lo fundamental. Zöllner, para quien el valor de
la ciencia es indiscutible, clama sólo contra la ética decadente de los científicos; Nietzsche,
por el contrario, cuestiona la propia imagen del mundo de la ciencia natural.»
«En el apartado III ... Zöllner desarrolla una teoría sobre el "origen
de la conciencia científica" y sobre el "origen y significación
práctica del entendimiento". Según él, la conciencia científica,
igual que el sentimiento ético de pudor, ha surgido de la responsabilidad social por la
especie e, indirectamente, para provecho del individuo. El motor original es
aversión y deseo. Nietzsche encontró aquí una confirmación de su deducción
del "Pathos de la verdad".»
LECTURA DE LOS ESTUDIOS SOBRE
ESTÉTICA DE GRILLPARZER
Una lectura totalmente diferente conmovió su relación con el arte, basada en la
concepción romántica del arte de Schopenhauer-Wagner: los Estudios sobre estética de
Grillparzer. El 7 de diciembre de 1872 escribe, también a Rohde, sobre ello.-
«Mientras tanto lee el penúltimo tomo de Grillparzer..., que trata de estética: ¡él
es casi siempre uno de los nuestros!» Sin embargo lo que resulta incomprensible es
cómo el «wagneriano» Nietzsche pudo aceptar sin reticencias los argumentos de 1856 de
Grillparzer sobre Los corruptores del arte. «Los artistas sobresalientes son los que
corrompen el arte entregándose con excesiva predilección a orientaciones individuales.
Pero el reproche no los alcanza propiamente a ellos... Pero cuando los imitadores,
seducidos por el esplendor del nombre..., se entregan a lo individual sin poseer la
individualidad... entonces el arte se aleja de sus caminos y penetra en ellos el
asilvestramiento... Así, en la música, Beethoven es quizá un talento musical tan grande
como Mozart o Haydn, sólo que hay algo bizarro en su disposición natural, unido al
esfuerzo de ser original y a las conocidas circunstancias tristes de su vida, que le ha
llevado a que, en el desarrollo posterior llevado a cabo por sucesores faltos de talento,
el arte tonal se ha convertido en un campo de batalla donde el tono con el arte y el arte
con el tono luchan sangrientamente.»
MIEMBRO DE UN JURADO SOBRE LOS NIBELUNGOS
Tienen que ser tres los miembros del jurado, y se le pide a
Nietzsche que haga proposiciones para un tercer experto. En un proyecto de carta de
fines de enero al profesor Riedel se encuentra esta sorprendente propuesta: «Yo
nombraría al señor Hans von Bülow, de cuyo juicio incondicionalmente válido, de cuyo
rigor crítico, tengo la mejor opinión y experiencia. Importa mucho que encontremos un
nombre bien conocido, que sea tan estimulante como intimidador, y esto es el nombre
Bülow.» Pero el 31 de enero de 1873 escribe a Rohde: «El profesor Heyne, el
profesor Simrock y yo somos los jueces; el primero a propuesta mía.» ¿Era la
nominación de Bülow en un proyecto de carta sólo una «antítesis irónica» con
la que quería reaccionar con «generosidad» frente a la humillación musical que le
había causado Bülow? Puesto que la carta definitiva a Riedel no parece haber sido
conservada, no sabemos si esa proposición superó el estado de «proyecto» o si se
quedó en él.
Sí iba en serio otra moción de Nietzsche a Riedel: «... encuentro la suma del
premio extremadamente pequeña y en consideración de la absoluta importancia del tema y
de la ocasión, demasiado pequeña en exceso. Hemos de poder competir, al menos, con las
sumas que ofrece para premios una academia alemana, sólo esto me parece digno de una
asociación tan grande y de una ocasión así de única», y propone: «La
asociación promete como premio un vale entero del patronatos.» Esto era, después
de todo un importe de 300 táleros a favor de la empresa de Bayreuth, y el
poseedor del vale del patronato tenía acceso a los próximos primeros festivales de Bayreuth.
Nietzsche tuvo éxito con esta propuesta, tal como informa también a Rohde.
DECEPCIÓN DE RITSCHL
Una carta de Ritschl al senador Vischer del 2
de febrero de 1873 aclara el estado real de las cosas por entonces «¡Pero nuestro
Nietzsche! Sí, esto es realmente un capítulo triste, como también usted --a pesar de
toda la benevolencia para con esta excelente persona lo comprende en su carta. Es extraño
cómo en este hombre viven realmente dos almas, una al lado de otra. ¡Por una parte, el
método más estricto de investigación científica perita... por otra, ese fanatismo
religioso - mistérico - artístico, wagneriano - schopenhaueriano,
fantástico - exaltado, virtuosista, que cae en lo incomprensible! No es exagerado decir
que él y sus adeptos -que están totalmente bajo su mágico influjo- Rohde y Romundt, van
fundamentalmente en pos de una nueva fundación religiosa. ¡Qué Dios lo remedie! Nada de
lo que aquí ahora indico se lo he ocultado a él, amistosamente, tanto por carta como de
palabra. Al final resulta que nos falta mutuamente comprensión; él resulta para mí
vertiginosamente alto, yo para él a ras de suelo como una oruga. Lo que más me molesta
es su impiedad contra su auténtica madre, que le ha amamantado en sus pechos:la
filología.»
COMPOSICIÓN PARA LOS MONOD
Nietsche encuentra el ánimo para escribir, con toda buena
intención, un regalo musical: «... en los últimos días he hecho un regalo de bodas
para la señorita Olga Herzen, quien se casa en marzo con el señor Monod: una
composición para cuatro manos, pensada para el matrimonio, y con el título de Una
monodía á deux. Ha salido bien y creo que no me atraería ninguna carta de Bülow.»
(A Rohde, el 21 de febrero.) Esta boda de la hija adoptiva de Malwida von Meysenbug
con el historiador francés Gabriel Monod tuvo lugar el 6 de marzo en Florencia.
Nietzsche tampoco se había tomado demasiadas molestias con la composición. No había
nada nuevo excepto el título, un gracioso juego de palabras con el nombre de los
agasajados (Monod-ie, como paradoja para dos destinatarios, y un subtítulo «Elogio
de la misericordia» -«Lob der Barmher.Zigkeit»--).
El agradecimiento de los agasajados no debió ser muy convincente, puesto que Nietzsche
informa sobre ello a Rohde el 5 de abril sensiblemente defraudado: «Ella y
su Monod me han escrito al respecto, pero el último muy a lo francés y como persona
política, lo que a mí me parece fuera de lugar en un asunto privado como éste.»
DESAGRADO DE WAGNER ANTE EL MONODÍA Á DEUX
A causa del final pomposo (donde en la partitura de piano aparece
«tromboni»), que suena a iglesia, parece que Wagner, dado que los Monods
sólo se habían casado por lo civil, dijo, después de haber tocado la pieza con
Nietzsche al piano: «Con esto ha impuesto a los Monod tambien la bendición papal.»
PROBLEMAS CON LA VISTA
A partir de abril de 1873 tiene que hacer una cura de
atropina y, a consecuencias de ella, queda tan disminuido en su capacidad visual que
tiene que dictar sus trabajos. La dolencia se acentúa hasta el punto de que el 22 de mayo
el médico le tiene que prohibir toda lectura, con lo que Nietzsche se ve
obligado a dar clases de memoria durante dos semanas.
Nietzsche no era un «hombre de ojos». Nunca se sintió conmovido por una obra
de pintura, ni de escultura, ni de arquitectura; incluso sus vivencias del paisaje, sus
entusiasmos por los valles de montaña o por el mar, permanecen siempre algo dudosos; sus
descripciones paisajísticas (por ejemplo en Zaratustra) poco plásticas, por
tanto. Sus historias, incluso con la fantasía más vivaz, no admiten una representación
en que se consumen. En esto coincide hasta cierto punto con Wagner, cuyas ideas para los
decorados de escenario tampoco son, a fin de cuentas, realizables y exigen hoy todavía
experimentación. Después de todo, Wagner actuó estimulantemente sobre los pintores, y
hay cuadros en que se representan sus escenificaciones. Pero no hay «paisajes de Zaratustra»,
aunque sí un intento de traducción musical en la forma de una creación sinfónico (Richard
Strauss).
RESPETO DE NIETSCHE HACIA BEETHOVEN
En lo que respecta a la posibilidad de vivencia artística hubiera
sido mayor mengua para Nietzsche la pérdida del oído; desde el punto de vista de su
misión filosófica. Esa misma angustia anímica tuvo que soportarla, 70 años antes, Beethoven,
a quien Nietzsche siempre admiró con respeto; Beethoven, el único grande que
siempre fue intocable para él. «Para la grandeza y la sublimidad solitarias
del genio de Beethoven Nietzsche tuvo el más profundo sentimiento, que se manifestó
precisamente en que con respecto a él Nietzsche era más bien parco en palabras; incluso
manifestó una vez que Beethoven era demasiado sublime como para ser objeto de una
conversación entretenida. "Sobre él lo mejor es callarse."» A la misma
edad comenzó a manifestarse en Beethoven la entonces incurable dolencia de
oído; cuando no tenía todavía 32 años, el 2 de octubre de 1802, escribió a
Heiligenstadt, en un «testamento»: «Oh, vosotros, hombres, que me tenéis o
declaráis como hostil, terco o misántropo, qué falta de justicia me hacéis. No sabéis
el motivo secreto de aquello que os parece. Mi corazón y mis sentidos estaban dispuestos
desde la niñez para el dulce sentimiento de la benevolencia, incluso para realizar
grandes acciones; para esto estuve siempre dispuesto. Pero considerad sólo que desde hace
seis años me ha sobrevenido una situación desesperanzada... nacido con un temperamento
fogoso, incluso sensible a las distracciones sociales, tuve que apartarme temprano para
pasar en soledad mi vida... Ah, cómo es posible que se declarara en mí la debilidad de
un sentido que yo debía poseer en mayor grado que los demás... Por tanto, perdonad
cuando me veáis apartarme allí donde me mezclaría con gusto entre vosotros; doble dolor
me causa mi desgracia, puesto que además soy mal comprendidos.» También ese estado
de ánimo comenzó a dominar de forma creciente la vida de Nietzsche. También
él hubo de apartarse de allí donde se hubiera mezclado gustosamente entre los hombres.
Se fue retirando paso a paso de la vida social basilea, en la que hasta entonces se había
sentido a gusto. No con rencor, pues a eso tampoco hubiera tenido derecho; todavía en sus
últimos años se recuerda con agrado de la benevolencia de la sociedad de Basilea,
mantenida siempre a pesar de las dificultades.
TESTIMONIOS FAVORABLES A NIETSCHE COMO PROFESOR
Se ganó el más hermoso contacto humano y el más fiel afecto de
sus colegas y especialmente de sus alumnos del pedagogio. «Si consideramos en
conjunto la actividad académica de Nietzsche en el pedagogio, no queda ninguna duda de
que el éxito de su enseñanza fue extraordinario. Los alumnos estaban unidos a él como
quizá a ningún otro profesor. Su espíritu de altos vuelos, su noble manera de ser, sus
amables modales, en una palabra: el encanto de su personalidad, atraía a todos a su
órbita. Emanaba de él aquella fuerza, en grado sumo educadora, de admirar a los
jóvenes, de entusiasmarles y de moverlos a la dedicación absoluta al ideal perseguido.
Sus lecciones estaban planificadas desde el principio hasta el final y preparadas
cuidadosamente. Dio lo mejor suyo a los alunmos. Ellos eran conscientes de eso y se
esforzaban en la misma medida.»
TESTIMONIO DESFAVORABLE DE Alfred Münch
Nietzsche fue sin duda alguna muy bien considerado entre sus
alumnos puesto que sólo escuchamos de un único alumno, Alfred Münch, que Nietzsche,
por su pedante enseñanza, le quitó total y absolutamente el gusto por lo griego.
MOTIVOS OCULTOS DE WAGNER
Lo que no queda claro es si Wagner, con este encargo,
tambien quería, a la vez, sacar al joven espíritu ardoroso de aquel análisis
aparentemente infructífero de los antiguos filósofos, con el que lo más que podía
conseguir era volverse a enfrentar con sus colegas filólogos, y esta vez de modo más
enconado que ya lo había hecho con su primer libro; si Wagner quería, así,
llevarlo a un camino donde pudiera recuperar, al menos en Basilea, su consideración
deteriorada, también posiblemente allí. De hecho el librito fue eso lo que consiguió;
después de algunos años pasados en el extranjero, Carl Spitteler escribe al
respecto en sus Recuerdos sobre Nietzsche: «En una de mis cortas visitas a
la patria, en el año 1874 o 1876, oí algo respecto a Nietzsche que determinó durante
años mi interna relación con él: encontré lleno de júbilo el mundo intelectual y el
mundo piadoso, es decir el mundo poderoso y distinguido, de Basilea. Según se me
informó, el nuevo profesor Nietzsche, a pesar de no ser él mismo creyente, había batido
al viejo David Strauss hasta tal punto que ya no volvería a moverse. El que un profesor
de Basilea, a pesar de no ser él mismo creyente, hubiera prestado el servicio a los
piadosos basileos, o sea, a los poderosos, de liquidar por completo a su enemigo más
odiado, solitario y ya desde largo tiempo olvidado por todo el mundo, fue cosa que me
pareció todo lo contrario de una noble acción.»
NIETSCHE VOMITANDO LAVA
El 18 de abril podía escribir a Wagner: «He leído con
atención Vieja y nueva fe y me he maravillado tanto de la torpeza y cinismo del
autor como de las del pensador.Una bonita suma de ejercicios retóricos del más odioso
tipo, que ha de mostrar de una vez la talla de ese supuesto "clásico".»
El 5 de mayo pudo escribir a Rohde: «También he vuelto a vomitar algo de lava: tengo
casi acabado, al menos en un primer esbozo, un escrito contra David Strauss -pero te ruego
un silencio nocturno, sepulcral, puesto que se va a hacer un gran montaje burlesco. Volví
de Bayreuth con una melancolía tan grande que sólo pude superar por la ira sagrada.»
MUERTE DE STRAUSS
Poco después de la muerte de Strauss, el 8 de febrero de
1874, es decir, exactamente medio año después de la aparición de la primera Intempestiva
de Nietzsche. Escribe el 11 de febrero: «Ayer enterraron a David Strauss en
Ludwingsburg. Espero no haberle hecho difícil su último tiempo de vida, y que haya
muerto sin saber nada de mí. -Esto me afecta algo.-»
HIMNO A LA AMISTAD
Nietzsche escribe a Rodhe en la carta del 5 de mayo.- «Y
bien, seguiremos arrastrando así nuestra existencia y cantaremos el verso de mi himno a
la amistad, que comienza "¡Amigos, amigos! ¡Manteneos unidos!" No he compuesto
más versos, pero el himno está acabado -y éste es el esquema:» Sigue este esquema
en siete líneas, con la anotación «¡Concurso entre todos mis amigos para componer
un verso o dos!» Este esquema métrico, sin embargo, no se corresponde en absoluto
con la música trasmitida y sólo nueve años más tarde se llegaría a un texto
aplicándole la Oración a la vida de Lou Salomé, pero únicamente a una de las
seis partes en que consiste la composición: la que aparece en segundo y cuarto lugar, y
al final, en estrofas idénticas de 26 compases cada una. Nietzsche encabeza un
preludio de 62 compases, en movimiento de tresillo la mayor parte, con estas palabras: «Cortejo
de los amigos hacia el templo de la amistad», y en lo referente a la música: «Con
contención festiva, decidido.» El primer «interludio», de 97 compases, está de
nuevo esencialmente construido en tresillos y sobre él coloca: «Como en recuerdo
alegre-triste.» El segundo interludio, también con 97 compases, se corresponde
exactamente con el primero por lo que hace a la forma y es una serie de variaciones sobre
la melodía del himno. Sobre el comienzo hay puesto: «Como un presagio del futuro»,
y después de 18 compases «Mirada en la lejanía», finalmente «Movimiento
de marcha, muy enérgico», y con esa marcha desemboca en la tercera estrofa del
patético himno, pues toda la composición está impregnada de un extraño estilo
patético.
EL FANTASMA NIELSEN
En los meses finales de la primavera comienza a
importunado una admiradora furiosa y excéntrica: Rosalie Nielsen. Tras miedos y
zozobras que le había causado, el affaire acabó tragicómicamente a fines del
otoño; en esta situación Overbeck se acreditó por primera vez y pudo conjurar
el «fantasma Nielsen». Respecto a este extraño encuentro sólo se conserva un
documento de la época de las vacaciones estivales, una carta de la tal Nielsen
del 17 de junio de 1873 desde Bad Ragaz: «.Nunca nadie sobre la tierra me ha
comprendido y no comprendido tanto como usted. Pocas veces o nunca alguien me ha causado.
tanta alegría y tanto daño. Usted ha roto el primero y último lazo que me unía a
Alemania -me marcharé-; pensé que debía ser así. Interiormente aquello que pensé,
quise, nunca se romperá, pero su ejecución es simplemente imposible. El bello Dionisos
petrificado, desgarrado, que usted me dio, me seguirá por todas partes. Considere el
joven Dionisos vigoroso, victorioso, que yo le llevé a usted. Ya no lo vuelvo a ver
nunca. Que sea usted feliz y que sus ojos se curen pronto. Con todo respeto Rosalie
Nielsen.»
Hay dieciséis palabras tachadas en esta carta, lo que descubre la sobrecarga
emocional de la autora. Si hubo, y cuándo, un encuentro personal previo a esta carta
(improbable según testimonios, pero no a excluir).
De todos para seguir con más detalle el el episodio Nielsen hemos de seguir la
descripción que nos trasmite Carl Albrecht Bernoulli, fundado en recuerdos
personales de su abogado en Leipzig, el doctor Kurt Hezel, y de su maestro -y amigo de
Nietzsche- Franz Overbeck: «La señora Nielsen era, por lo que yo sé, la esposa
separada de un oficial de marina, bien escandinavo o bien halsaciano, y halsaciana ella
misma, o danesa, de nacimiento. Antes de asentarse en Leipzig, parece que anduvo durante
largo tiempo por Italia, donde tuvo el gusto de conocer a Mazzini y donde fue internada
durante algún tiempo como revolucionaria y partidaria de Mazzini. Su aspecto externo era
enormemente repelente y sucio... La señora Rosalie Nielsen era una ferviente admiradora
de Friedrich Nietzsche y por encima de todo colocaba especialrnente su libro El
nacimiento de la tragedia. En cierto sentido se la podía considerar una persona
dionisíaca... Yo mismo tengo todavía entre mis recuerdos de estudiante una
fotografía, dedicada a mí por la señora Nielsen, de una curiosa cabeza de Dionisos
(escultura fotografiada). La fotografía... pretendía la señora Niellsen la habría
recibido del propio Fr. Nietzsche. La cabeza de Dionisos está caracterizada por dos
mitades de cara totalmente diferentes, una de ellas, y por tanto también un ojo, muestra
gran intensidad de sentimiento vital ardiente, mientras que la otra y el otro ojo parecen
apagados... Más tarde la señora Nielsen, en el círculo de sus amistades en Leipzig,
guardaba silencio premeditadamente sobre su encuentro con Nietzsche; pero de oído a oído
se susurraba cómo, hacía años, se las había arreglado para provocar... un encuentro...
Por el contrario, mucho antes, en el otoño de 1875, la propia señora Nielsen contó la
escena siguiente al profesor Vaihinger en Leipzig. De acuerdo con ella, como resultado de
un intercambio epistolar, habría tenido lugar un encuentro en un hotel de Friburgo de
Brisgovia. Parece que Nietzsche, decepcionado por el aspecto de la dama, se alejó de la
habitación tras pocos segundos, después de haberle lanzado a la cara sólo esta frase
teatral: "¡Monstruo, me has engañado!"... Como testigo más
cercano... el doctor Romundt estaría en situación óptima para aclarar esto. Sobre todo,
si la citada escena no sucedió más bien en la caverna de Baumann. Según las
indicaciones de Overbeck ello acaeció en su (de Overbeck) habitación; incluso habrían
antecedido a este definitivo acto final otras visitas de la admiradora. Después Overbeck
liberó a Nietzsche definitivamente de esta importunidad entusiasta». Y Overbeek:
«Poco después de la aparición de su Nacimiento de la tragedia, una mujercilla
de Holstein, ya entrada en años y con aspecto de medio loca, la señora Rosalie Nielsen,
había comenzado a acosarlo, al principio en cartas y por el envío de
fotografías simbólicas.... con una persecución que hacía prometer mucho en
principio. Pero se necesitó su comparecencia personal ante Nietzsche para que aquella
adepta le causara un horror insuperable, y para inducirlo a recibir una de sus visitas,
con mi consentimiento, en mí habitación.... y en mi presencia. ¡Qué escena tan
ridícula, a causa de lo desproporcionado de su violencia, la que montó Nietzsche! Se
desarrolló casi sin palabras, con gran cantidad de gestos más o menos grandiosos, y
acabó con que a la señora Nielsen... se le colocó literalmente la silla fuera de
la puerta de la habitación... y cuando tras pocos días la señora Nielsen... volvió a
anunciarse, me decidí a intervenir contra ella en ayuda de mi buen amigo... aparecí
en la habitación del conserje para liberar definitivamente a Niezstsche de un asunto tan
molesto para él y tuve al menos éxito en la antipática empresa.»
IMPOSIBLE VISITA A BAYREUHT POR PROBLEMAS DE SALUD
El 26 de diciembre informa Nietzsche a Gersdorff: «en cama-
aquí en casa; ¡la vieja letanía!» A partir de ahora se habría de repetir
año tras año, casi sin excepciones, el ponerse enfermo en Navidades, tener que
permanecer en cama, y no hay por qué dejar de señalar que la confrontación con la
fiesta cristiana, a él ---el «impío» le creaba una excitación anímica
que actuaba como factor desencadenante de la dolencia siempre latente en él, de modo que,
cada vez más, cualquier excitación anímica, fuera alegría, pena o
disgusto, comenzó a seguirse de desarreglos corporales.
ATAQUE FURIBUNDO DE LA REVISTA GRENZBOTEN
Ya el 27 de octubre había informa a Gersdorff: «Los verdes
cuadernos de "Grenzboten" ha ofrecido últimamente un non plus ultra bajo el
título de El Sr. Friedrich Nietzsche y la cultura alemana. Han sido
conciliadas contra mí todas las fuerzas: policía, autoridades, colegas; declaración
textual de que habría de ser proscrito por todas las universidades alemanas; esperanza de
que en Basilea se haga lo mismo. Informe de que, por una jugada de Ritschl y por la
idiotez de los basileos, he pasado de ser un estudioso a ser catedrático numerario, etc.
Vituperios contra Basilea como "universidad de tercera fila"; yo mismo soy
denunciado como enemigo del imperio alemán, asociado a las Internacionales, etc... Así
pues, querido amigo, nuestra núm. 1, para expresarme a la Fritzsch, ha encontrado
"acceso al público".» Y el 21 de noviembre a Rohde: «Me gustaría
que leyeras el artículo de Crenzboten, como algo curioso y divertido: algo así
necesitamos ahora de cuando en cuando. El toro y el trapo rojo. El doctor Fuchs quería
hacer un escrito de réplica, el senador Vischer protestar públicamente; hizo falta
esfuerzo para apaciguar a estos hombres. Desde entonces, Basilea como "universidad de
tercera fila" se ha convertido proverbialmente aquí en motivo de escarnio, y fue el
tópico de las conversaciones de mesa durante la fiesta del rectorado.» Así pues,
en Basilea se divirtieron exquisitamente con sarcasmos, al típico modo basileo, a causa
de la desmesura de esta crítica, y se quedaron más satisfechos todavía con el
voluntarioso profesor -en todo caso, ¡fue nombrado entonces (el 15 de enero de 1874) decano
de la facultad! También El nacimiento de la tragedia llegó a
una segunda edición, que fue a la imprenta en enero de 1874, pero que sólo en 1878 pudo
estar en las librerías.
VISITA AGITADA A RITSCHL
De tal visita informa a Rohde: «Los Ritschl, a quienes hice una
corta visita y que en media hora me dispararon un fuego de palabras rápidamente
pronunciadas del que salí ileso, sintiéndome también así; al final se quedó en que yo
soy orgulloso y que los menosprecio a ellos. La impresión general fue desesperanzada: el
viejo Ritschl se puso a despotricar enfurecido contra Wagner como poeta, a continuación
contra los franceses (yo paso por ser un admírador de los franceses), y por fin, de
oídas pero del modo más abominable, contra el libro de Overbeck. Hube de escuchar que
Alemania está en la "edad del pavo": razón por la cual me permitía yo
también hacer un poco el pavo (a saber, fue recriminada mi desmesura y rudeza contra
Strauss). Empero, Strauss está realmente aniquilado como prosista clásico: puesto que el
papaíto y la mamaíta Ritschl dijeron eso y encontraron incluso al "Voltaire"
abominablemente estilizado.» Ritschl anotó en su diarios: «30 dic. 73, 9
horas, visita de Nietzsche, desavenencia total de principios.» Ya no se entendían.
LECTURAS SOBRE CIENCIAS NATURALES
Después de la Naturaleza de los cometas de Zöllner fue la Phiiosophiae
naturalis Theoria del jesuita R. J. Boscovich, famoso y discutido en su
tiempo, cuya obra Nietzsche sacó por primera vez de la biblioteca de la universidad de
Basilea el 28 de marzo de 1873, obra que vuelve a sacar siempre en cortos intervalos de
tiempo y que aprecia mucho. Pero también una Historia de la Química de Kopp, Conferencias
sobre el desarrollo de la Química de Ladenhurg, una Teoría general del movimiento
y la fuerza de Mohr, La maravillosa construcción del universo de Mádler, Elementos
de Física de Pouillet y Pensamiento y realidad, aparecida justamente entonces,
de African Spir.
Intempestivas
Biografía de Nietzche
TEORÍA ATÓMICA DEL TIEMPO
«La "teoría atómica del tiempo" representa el
intento de Nietzsche de trasladar la atomística puntual del espacio de Boscovich
a una atomística de los "puntos de sensación". Este traslado, según Nietzsche,
no es otra cosa que una traducción del estado de cosas, hasta entonces concebido de forma
física, a un lenguaje accesible directamente para nosotros, el lenguaje de la sensación.
La traducción no es otra cosa que la necesaria "continuación de la
atomística", puesto que "toda la mecánica del movimiento es en
último término descripción de representaciones" y la "materia misma
sólo se da como sensación"... Cierto que la "doctrina atómica del
tiempo" es sólo un intento muy fugaz de Nietzsche, pero muestra, sin
embargo, de qué modo se apropió de las ideas de Boscovich, Zöllner y Spir,
para aprovecharlas para sus ideas fundamentales.» Con este atrevido intento
epistemológico Nietzsche culmina una ruptura con los trabajos que ha hecho hasta
entonces y comienza un nuevo camino, primero, sobre todo, en apuntes sacados de los
cuadernos de notas y no aptos para la publicación, pero que, en los escritos publicados,
deslumbran, como un fuego mágico, en vivos efectos luminósos.
SOBRE LA VERDAD Y LA MENTIRA EN SENTIDO EXTRAMORAL
Sobre la verdad y la mentira en sentido extramoral, fue dictado en junio a
Gersdorff (naturalmente a partir de anotaciones ya hechas). Sin embargo, precisamente
con este escrito Nietzsche vuelve a crear a partir de su tradición helenística,
precisamente este escrito une al filósofo futuro con su propio pasado. Ya el título
sólo puede entenderse completamente en su transcripción griega. alezés y pseúdos,
significan todavía para el historiador helenístico tardío Polibio, sólo «correspondiente
a los hechos» y «no correspondiente a los hechos», respectivamente, sin
que impliquen un juicio moral de valor. Con lo que estamos inmediatamente en el triple
problema de los sofistas, antes de Platón: 1.¿Podemos siquiera captar «hechos» sin
interpretarlos, sin valorarlos, a la vez? 2. Y en tal caso ¿podemos hacer el enunciado
adecuado? 3. Y en tal caso, el receptor de mi enunciado ¿querrá o podrá captar éste
sin cambiarlo interpretándolo?
Así, el corto escrito de sólo 32 páginas manuscritas de un cuaderno en octavo gira en
tomo a la pregunta esencial: ¿es posible siquiera la «verdad»? Puesto que: «Sólo
por olvido puede el hombre llegar a creerse que posee la "verdad"... ¿Qué es
una palabra? La plasmación de una excitación nerviosa en sonidos. Pero deducir de una
excitación nerviosa una causa fuera de nosotros es ya el resultado de un uso falso e
inadecuado de la tesis fundamental.» Y: «¿Qué es, pues, la verdad? Una multitud móvil
de metáforas, metonimias, antropomorfismos, en una palabra, una suma de relaciones
humanas, que han sido poética y retóricamente aumentadas, trasladadas, adornadas, y que,
tras largo uso, a un pueblo le parecen fijas, canónicas y obligatorias: las verdades son
ilusiones de las que se ha olvidado que son tales, metáforas que han llegado a
deteriorarse y a perder su sentido, monedas que han perdido su imagen y que ya no se
consideran monedas sino metal.»
CONSIDERACIONES INTEMPESTIVAS
En Strauss (1ª Intempetiva) Nietzsche necesita todavía un cierto tiempo de arrancada hasta que llega
realmente a su tema. Los dos primeros capítulos son la continuación inmediata de las Conferencias
sobre la enseñanza, son un resumen de las ideas fundamentales expuestas allí más
ampliamente y, en parte, un desarrollo hacia resultados no ofrecidos allí. Así, también
se anuncia aquí el rasgo fundamental que marca y lleva la obra entera y también la vida
de Nietzsche: se trata de un diálogo continuado, y sus obras, en su forma externa,
precisamente como «obra», son partes cortadas y sacadas del espectro de esa permanente
disputa. Es Nietzsche el que en el Strauss introduce en el lenguaje corriente
alemán el concepto (no inventado por él) de «Bildungsphilister» (pedante), bajo el que
Strauss es considerado como representante de un estrato muy determinado de la vida
cultural alemana del tiempo, y el ataque se hace general. A Strauss personalmente
sólo le reprocha: «No lo lleva hasta un hecho agresivo, sino sólo a palabras
agresivas, pero las elige tan ofensivas como sea posible y malgasta en expresiones rudas y
coléricas todo aquello que hay en él de energía y fuerza; cuando la palabra se ha
extinguido, es más cobarde que aquél que nunca ha hablado.» En todos los
ataques, expuestos audaz y magistralmente, Nietzsche, sin embargo, recuerda de
repente que una vez, cuando era estudiante en Bonn, había impuesto a su hermana, asustada
al respecto, la lectura de la Vida de Jesús de Strauss, y causado por su adicción
a tales ideas una crisis seria con su madre. Se justifica ahora: «Había un Strauss,
un sabio honrado, estricto, riguroso, que nos era tan simpático como cualquiera que en
Alemania sirve con seriedad y energía a la verdad y sabe dominar dentro de sus límites;
quien ahora es famoso en la opinión pública como David Strauss, ya no es el
mísmo.»
Inmediatamente después de la aparición del Strauss comenzó Nietzsche una nueva Intempestiva:
La filosofía en apuros. Las pocas notas conservadas respecto a ella muestran un
problema que difícilmente habría captado la misrna atención general que el Strauss. Hay
mucho de toma de posición propia. ¿Marca todavía hoy la filosofía la vida del
filósofo? Y si no ¿cómo ha de seguir actuando? Se trata del problema existencial
que soporta duramente Nietzsche en su situación concreta: si él, que ha sido llamado a
ser filósofo, también es capaz de vivir la vida de un filósofo, como los antiguos
modelos. «Hay que considerar seriamente si todavía hay siquiera fundamentos para
una cultura en desarrollo. ¿Puede usarse la filosofía como tal fundamento? «Desde este
punto de vista los pocos vegetarianos filosóficos han hecho más por los hombres que
todas las nuevas filosofías; y mientras los filósofos no consigan el ánimo suficiente
para buscar un orden de vida totalmente distinto y mostrarlo con su ejemplo, no
hay nada que hacer con ellos.» «El apuro de la filosofía: por fuera: ciencia natural,
historia (ejemplo: el instinto convertido en concepto). Por dentro: el ánimo para vivir
una filosofía está roto.» «El producto de los filósofos es su vida (primero, antes
que sus obras). Esta es su obra de arte. Toda obra de arte está vuelta primero
hacia el artista, luego hacia los demás hombres.» «Toda filosofía ha de ser capaz de
lo que yo exijo, concentrar a un hombre -pero ahora ninguna es capaz de ello.» Y a
continuación sigue un ataque a la filosofía universitaria: «La palabra filosofía,
aplicada a intelectuales y escritores alemanes, me produce últimamente reticencias: me
parece impropia. Me gustaría que se evitara hacerlo y que de ahora en adelante se
hablara, en alemán y con fuerza, de Denkwirtschaft (administración del
pensamiento).» «Resultado para nuestro tiempo: no surge nada de esa relación. ¿Por
qué? Ellos no son filósofos para sí mismos. "¡Médico, cúrate a tí
mismo!", hemos de gritarles.» ¡Pero este ataque ya lo había hecho Schopenhauer
y más profundamente!
Rápidamente abandona Nietzsche estos planes y desde noviembre trabaja en lo que
es la 2ª Intempestiva Sobre el provecho y el inconveniente de la historia para la
vida, cuyo texto acabó el 1 de enero de 1874, «el día de Año Nuevo, para su
inauguración», como escribe a Gersdorff el 18 de enero de 1874. Este escrito es un
ataqué vehemente, por una parte, a la filosofía de la historia hegeliana, en su
tiempo muy en boga, y sobre todo a sus conclusiones positivistas respecto al presente; por
otra parte, a la Filosofía del inconsciente -aparecida pocos años antes (1868) y
que rápidamente adquirió gran prestigio-, del joven berlinés Karl Robert Eduard von
Hartmann, quien --sólo dos años mayor que Nietzsche, nacido en 1842- con 25 años
había conseguido ya componer una gran obra filosófica de éxito. Nietzsche, pues, se
enfrentó inmediatamente, intensiva y críticamente, con las publicaciones filosóficas
coetáneas. Había leído el libro ya en 1869 y en enero de 1870 lo había enviado a
Tribschen. Cosima no supo cómo reaccionar frente a esa filosofía, si rechazarla a pesar
de los inequívocos rasgos schopenhauerianos, y se alegró de oír ahora, en la 2ª Consideración
Intempestiva, la toma de posición de su joven amigo, quien todavía era para ella una
autoridad en cuestiones de filosofía. «Con la repulsa de Hartmann me ha hecho
usted un favor especial. Usted sabe que hace años, cuando usted me trajo a casa la
inconsciencia, no me pude decidir a estudiarla ordenadamente, dado que el tono me
desagradó en exceso», confiesa ella el 20 de marzo de 1874.Nietzsche se abalanza contra Hartmann
en tanto que quiere ser un seguidor de Schopenhauer que acepta la «voluntad»
como agens fundamental de un «proceso universal» y la hace actuar
inconscientemente con el fin, completamente pesimista todavía, de la disolución final,
de la vuelta de todos los desarrollos y objetivaciones a un estado primario, pero
comprendiendo todo esto como «necesario proceso universal» y, en sentido hegeliano, como
«retorno del espíritu a sí mismo», completándolo con ideas de Schelhing. En el estilo
del panfleto de Wilamowitz, Nietzsche designa ahora a Hartmann como parodista
filosófico como «pícaro de todos los pícaros» (parafrascando un texto
de la ópera Barbiere de Rossini, donde se dice «barbero de todos los
barberos», que habrá de volver a emplear Nietzsche más tarde contra Wagner, en el
Caso Wagner, segundo apéndice, donde lo llama, como archiencantador, «sonador de
todos los sonadores») y a su obra como una «picardía filosófica». Así
como vio en Strauss el exponente del «pedante» alemán, así ve ahora
en Hartmann el peor resultado de una «formación históricas unilateral y
falsamente aplicada, como camino fácil hacia una «genuina mediocridad»: «El
hombre atiende ahora, para hablar con E. von Hartmann, "a una circunspecta,
práctica, habitable, con miras al futuro, instalación en la patria
terrena". Este mismo autor llama a tal período la "edad viril de la
humanidad" con lo que se burla de lo que ahora se llama "varón", como
si se entendiera por ello sólo el egoistilla desilusionado. Por el rechazo de la
concepción hegeliana de la historia Nietzsche podía considerarse de acuerdo con Jacob
Burckhardt, que rechazaba cualquier «filosofía de la historia» en general.
Especialmente lejano a Burckhardt era el comprender teleológicamente la
historia, el adscribirle una meta o a las evoluciones históricas un «objetivo». En las
grandes figuras del Renacimiento, por ejemplo, veía él modos de existencia humanos,
caracteres, tales como Plutarco vio también, que fueron posibles en aquel momento
histórico, pero que no pueden ser considerados como el «objetivo» de una evolución. Y
desarrollando esta concepción, Nietzsche defiende la posibilidad de que vuelva a haber «grandes
figuras», genios, no como productos necesarios de un «proceso universal»
predeterminado, sino como posibilidades de existencia humana, como las ha habido
y las habrá siempre. En este contexto rechaza la tesis de la edad de la humanidad,
no reconoce su tiempo como la «edad adulta» ni ve venir vejez alguna, corno
afirmaba la concepción histórica de su tiempo. Se niega también a admitir que las
situaciones sociales sean una «necesidad históricas o resultados de un proceso
ineludible de desarrollo de la humanidad, con lo que se enfrenta a toda la herencia
hegeliana y a las modernas teorías sociales. Esta 2ª Intempestiva fue, pues, a
diferencia de la de Strauss, realmente intempestiva y lo sigue siendo hoy;
«intempestiva» en el sentido de «contraria a la corriente del tiempo»,
una llamada contra la comodidad de interpretaciones históricas acríticamente repetidas.
La Intempestiva núm.3 (Schopenhauer como educador) muestra cómo
veía Nietzsche la gravedad de la filosofía y la existencia del filósofo. Le
ronda realmente la idea de «llegar a ser educador en un sentido grande», como había
confesado a Emma Guerrieri, e imaginó un próximo paso necesario: «Por cierto, otra
vez estoy fuerte en hacer planes para independizarme total y absolutamente y retirarme de
toda relación oficial con el Estado y la universidad a la existencia individual más
descarada, miserable-sencilla, pero digna.»
En la 4ª Intempestiva (Richard Wagner en Bayreuth) toda la problemática Wagner
de Nietzsche está aquí en germen: sucede lo mismo
AMISTADES FEMENINAS
Hubo dos mujeres en ese tiempo que le proporcionaron auténtica
alegría: Una, Malwida v. Meysenbug, que el 22 de marzo le envió flores desde su
lugar de reposo en el Mediterráneo; flores que él agradece el 4 de abril: «¡Qué
conmovedoras sorpresas me ha deparado usted! Todavía nadie me había regalado nunca
flores y ahora creo saber que hay una elocuencia propia en esa muda exuberancia de color,
y animación.... que las flores son, por así decirlo, los pregoneros de un secreto de la
naturaleza; revelan que en alguna parte de este mundo ha de ser posible encontrar vida,
esperanza, luz, color... Y por eso es una suerte hermosa cuando los luchadores se dan
ánimo mutuamente y se recuerdan su común creencia por el envío de símbolos, sean
flores, sean libros.»
Malwida v. Meysenbug le proporcionó todavía otra agradable sorpresa. Consiguió
acercar a una noble mujer de su círculo de amistades de Florencia, la marquesa Emma
Guearieri-Gonzagrr, a los pensamientos de Nietzsche en la 2ª Intempestiva, y
esta mujer comienza el 5 de abril una corta pero bella amistad epistolar: «No puedo
hacer otra cosa que escribirle, después de que he leído su último escrito... ¡Hasta
ahora no conseguía acoger en mí con tranquilidad sus palabras, cada vez se adueñaba de
mí un movimiento interior que no podía dominar! Tenía que dejarlo o me veía obligada a
seguir leyendo, devorando con auténtica ansia lo siguiente... Todo lo que usted dice
posee tanta fuerza primitiva y está a la vez tan bellamente expresado, que mis palabras
me parecen realmente pobres y lánguidas.» Este nuevo hallazgo Nietzsche lo menciona
sólo rápidamente el 8 de mayo a Gersdorff: «Recibí de Florencia una carta
interesante y sentida y se me ruega que conteste a la dirección adjunta. Mano femenina.»
El 10 de mayo contesta a la sorprendente escritora: «No conozco alegría mayor que
volver a oír de una persona que es un nostálgico y un esperanzado; ¡ah, y a veces
necesito de todo corazón y con toda fuerza esa alegría para poder ser todavía siquiera
un esperanzado! Adivino por su carta mucha más coincidencia entre nosotros que lo que
puedan dejar entrever cuatro páginas. Me parece que usted tiene por la cosa más
importante del mundo un cambio profundo de la educación del pueblo... Tampoco para mí
conozco una meta más alta que llegar a ser, de algún modo, algún día,
"educador" en un gran sentido: sólo que estoy muy lejos de esa meta. Mientras
tanto he de echar fuera de mí, primero, todo lo polémico, aniquilador, odiante,
torturante... pero después ¡ninguna mirada más a lo negativo e infructuoso! ¡Sino
sólo plantar, construir y crear!» Y Emma Guerrieri confiesa el 15 de mayo: «¡Me
ha pasado algo tan singular con usted! Cuando leí su primer escrito, el Nacimiento
de la tragedia, me indignó, toda mi naturaleza se resistía a acoger en mí lo que me
resultaba extraño, incomprensible. ¡Me parecía todo tan fantástico El fundamento de la
cultura griega me parecía absurdo, no pude penetrar en sus pensamientos... Cuando oí de
su escrito contra Strauss y qué brutal era usted allí, no quise leerlo, puesto
que admiraba a Strauss como un luchador sincero... El no tenía el material para construir
y en ese sentido se supervaloró... ¡Pero estaba enojada con usted por el modo como lo
maltrataba y me aparté de usted! Un destino feliz me llevó de nuevo a usted: leí su
pequeño escrito sobre Homero, que me agradó infinitamente. Y ahora la 2ª
Consideración intempestiva, que ha sido para mí como una revelación y no creo que
le vuelva a ser infiel en espíritu.»
En esos días el destino le proporcionó también una preciosa amistad, duradera durante
años, una amiga matemal: el 29 de marzo de 1874 estuvo por primera vez invitado en la
casa paterna de su alumno Baumgartner en Lörrach, donde encontró en la señora Marie
Baumgartner la mujer solícita que habría de necesitar tan imprescindiblemente en
los malos años venideros.
MUERTE DE VISCHER
Hubo de contribuir mucho a este distanciamiento interno de la
universidad y en general de Basilea la muerte, el 5 de julio de 1874, de su protector el
senador profesor Wilhelm Vischer-Biffinger, que murió ---con sólo 66 años-- de
una enfermedad grave y dolorosa de riñón y vejiga. «'I'odos estamos muy tristes,
sobre todo yo, que sé cuánto he perdido con él. Su sucesor previsibiemente pertenezca
al partido del "Amigo del pueblo"», se queja Nietzsche el 9 de julio a
Gersdorff.
ANIMÁNDOLE A CONTRAER MATRIMONIO
Gersdorff informa el 29 de mayo: «... en tomo al 21 de mayo
aumentó de tal modo el cosquilleo en mis piernas que empaqueté mi hato y me fui a
Bayreuth en buenos expresos... La nueva casa ("Wahnfried") está ya acabada
excepto la gran sala, y ya va siendo tiempo de que vayas a Bayreuth para conocerla. Wagner
lo desea mucho y no comprende que no salgas de tu rincón de Basilea. En todo caso sería
muy bueno para tu salud que en las vacaciones de verano dieras un fuerte tirón y fueras a
Wahnfried. He visto por desgracia por tu última carta a la señora Wagner que la
depresión en que habías caído, no se ha convertido ahora en auténtica resignación,
sino en una especie de violento aturdimiento... Tus protestas de que te va bien no te
salen del corazón como sería de desear... Hay algo de alegría forzada en esa última
carta que nos preocupa más seriamente que nunca... Algún día habrás de abandonar tu
puesto... ¿Pero ha llegado ya el momento?... Oigo hablar de Rothenburg sobre el Tauber.
Pero ¿qué pretendes allí? ¿Llevar una vida retirada, sin amigos, con relaciones
absolutamente estrechas, vida en la que no tendrás el sentimiento de libertad ... ?
Wagner no sabe darte otro consejo sino que deberías casarte bien... La señora Wagner es
también de esa opinión... Para ello hacen falta dos... buscar la apropiada es asunto
tuyo... Este verano vendrás a Bayreuth y adquirirás nuevos ánimos, en caso contrario,
como represalia, yo no iré este otoño a Suiza.»
DESAGRADO DE NIETSCHE ANTE LA IDEA DEL MATRIMONIO
El 1 de junio, responde a esta exhortación matrimonial, surgida de una preocupación
realmente sentida y de un enjuiciamiento realista de las cosas, de modo
evasivo-humorístico en carta a Gersdorff: «Realmente encantadora la idea de
imaginaros, a tí y a los de Bayreuth, reunidos en una comisión de reflexión
matrimonial... ¿Debo hacer, como un caballero, una cruzada por el mundo para llegar a ese
país tan alabado por tí? ¿O piensas que las mujeres vendrían hasta mí para pasarles
revista a ver si eran la apropiada? Encuentro este tema un poco imposible... En el verano
quiero ir, pues, a Bayreuth- temo sólo sufrir por el calor.»
CANCIÓN TRIUNFAL DE BRAHMS
Wagner y Brahms habían compuesto músicas triunfales bajo
la irnpresión de la victoria militar alemana de 1871: Wagner la corta Marcha
del emperador, Brahms el más amplio oratorio Canción triunfal (siguiendo
el modelo del Te deum de Detting de Hándel). Ambas obras apenas se encuentran hoy
día, a pesar que la de Brahms es una obra valiosa. Wagner no actuaba
del todo seriamente con sus composiciones ocasionales... No le eran precisamente
simpáticos ni el «imperio» ni el «emperador Hohenzollern», pero esperaba con este
homenaje demostrativo inclinar al joven emperador y, más aún, a su canciller Bismarck, a
favor de la empresa de Bayreuth. Ambas cosas fallaron: el homenaje, es decir, la
composición, y la «inclinación». Finalmente tuvo que volver a intervenir el rey Luis
de Baviera para asegurar financieramente la obra. Por el contrario, Brahms
compuso su pieza con la más profunda convicción, por admiración y orgullo por el
«imperio» y la dinastía. El daba su asentimiento al gobierno prusiano y continuó
dándoselo.En este contexto, el orfeón de Basilea la eligió para su tercer concierto
festivo, el 9 de junio de 1874 en la catedral de Basilea, con motivo del 50 aniversario de
su existencia. Nietzsche asistió al concierto, y quedó muy impresionado por la
obra. Nietzsche informa sobre el concierto a Rohde el 14 de junio: «Ultimamente
estuvo aquí tu compatriota Brahms; oí muchas cosas suyas, sobre todo su canción
triunfal, que dirigió él mismo. Fue para mí una de las mayores pruebas estéticas de
conciencia el entenderme con Brahms.»
El 4 de agosto llegó a Bayreuth, via Rorschach, enfermo. «Yo, por mi parte, traía
de mi viaje un fuerte dolor de estómago y de vientre y me tuve que meter en la cama nada
más llegar. Pero ahora el cólico está ya amainando ----eso espero», relata el 9
de agosto a Overbeck, a quien invita a visitarlo. Esto es lo único que sabemos por
Nietzsche mismo de ese y sobre ese tiempo. El 14 de agosto llega Overbeck, que tenía
todavía vacaciones en la universidad, mientras que Nietzsche tuvo que marcharse el 15 por
causa del pedagogio. Fue una despedida para dos años, puesto que sólo en el verano de
1876 volvió otra vez, la última.
Sobre los acontecimientos de aquellos
once días hay diferentes informes de memorias que son citados como auténticas
descripciones de lo sucedido. Sin descender a detalles podemos deducir de ellos, como
suceso fundamental, que Nietzsche intentó insistentemente, con la versión para piano de
la Canción triunfal, acercar Wagner a Brahms, y que Wagner reaccionó a
esa proposición con cólera y gritos. Sólo la diplomacia, bondad y amor de Cosima
consiguió evitar la ruptura abierta en la disputa. La decepción fue mutua y, al menos en
el caso de Wagner, sus motivos no están sólo en el incidente -Brahms. Cosima puede
anotar: «Pasamos juntos una tarde alegre.» Al día siguiente la conversación se
centra primero en las preocupaciones editoriales de Nietzsche, en los ataques de la prensa
como consecuencia del Strauss, después en la situación de la universidad y de la
literatura en Alemania, que es tal «que el señor Du-Bois-Reymond de Berlín ha hecho la
propuesta de una Academia, donde se caracteriza a Goethe como corruptor de la lengua
alemana, frente a Schelling.» También se manifiestan reparos sobre la Alemania de
Bismarck, dirigida prusianamente.Por la tarde Wagner toca la escena de la Hija del
Rin del final del Crepúsculo de los dioses, ¡y entonces es cuando aparece Nietzsche con
la Canción triunfal de Brahms! Más torpemente no se lo podía haber montado.
«Richard suelta una gran carcajada porque se hubiera puesto música a la palabra
"justicia".» Después se guarda silencio durante un día sobre el asunto. El
sábado 8 de agosto llega la hora decisiva. «Por la tarde tocamos» («tocamos»:
Cosima con seguridad, pero ¿quién más? ¿Wagner, Nietzsche o Paul Klindworth, que
trabaja en la versión para piano del Crepúsculo de los dioses?) «la Canción
triunfal de Brahms; gran sobresalto por esa composición que nos había elogiado el propio
amigo Nietzsche; Hándel, Mendelssohn y Schumann envueltos en piel; Richard se enfada
mucho y habla de su deseo de encontrar algo en la música; también de la superioridad del
Cristo (por Liszt), en quien sí se encuentra un impulso creativo, un sentimiento que
habla al sentimientos. Por la noche toca Wagner trozos de óperas de Auber y al final su
Marcha del emperador.» Con ello parece acabada la discusión en torno a
Brahms.
Nietzsche está todavía una semana en Bayreuth y se marcha el 15, «después de haber
proporcionado a Richard algunas horas difíciles. Entre otras cosas afirmó no encontrar
gusto alguno por la lengua alemana, preferir hablar latín, etc.» No se trata sólo,
pues, de la canción triunfal de Brahms, sino de la visión de su calamitoso
desgarro interno que ofrece a los bayreuthianos y que dio allí motivos para grandes
reparos - reparos no «ruptura», puesto que Wagner y Cosima reciben con gran
compasión en los días siguientes el informe de Overbeck sobre el aislamiento de su amigo
en el círculo de sus colegas de especialidad. «Todo el anatema de la universidad ha
caído sobre él.» Cosima no menciona nada en el diario sobre si Nietzsche tocó sus
composiciones durante esa visita. Sólo 13 años más tarde escribe a Felix Mottlsl: «Un
Himno a la amistad fue lo que comenzó propiamente la ruptura. El llegó a Bayreuth y era
muy triste ... » Pero ¿cuándo «llegó» ese himno a Bayreuth? En
1874 todavía no estaba acabado. Es posible que la forma definitiva, que tomó la
composición en el otoño siguiente, se base en la crítica y en los consejos de Wagner
sobre el proyecto. Todavía en noviembre de 1876 se encuentran en Sorrento y con la
antigua cordialidad, al menos por parte de Wagner. Entonces no se percibe nada que pudiera
significar una «ruptura», lo más recelo, como ya ahora en agosto de 1874 y después, de
nuevo, en 1878 en el episodio del doctor Eiser. La «ruptura» comienza con el rechazo de Nietzsche de la filosofía de Schopenhauer y
con su Humano, demasiado humano, antes no hay, a lo más, otra cosa que
distanciamiento o «extrañamiento».
Por el contrario, la decepción, por parte de Nietzsche, va relacionada, sobre todo, con
el suceso-Brahms. De pronto el sublime «maestro» apareció despojado de toda majestad y
«grandeza» como un pequeño déspota celoso, no suficientemente fuerte como para
apreciar las posibilidades de otro sin tener que temer por la propia valía. Sea lo que
sea lo que sucedió aquí, Nietzsche experimentó en ese verano de 1874 aquello de lo que
él más tarde (en el Zaratustra, De la virtud que regala) advierte a sus adeptos:
«Vosotros me respetáis; pero ¿qué si algún día vuestro respeto se derrumba? Guardaos
de que una estatua no os aplaste.»
CAMBIO DE EDITOR
Desde el feliz encuentro de Año Nuevo, las relaciones
del editor Fritzsch con su joven y extravagante autor debieron enfriarse
rápidamente. En todo caso, Nietzsche informa inesperadamente de dificultades en este
orden; así el 26 de julio a Gersdorff: «... por desgracia, el bueno de Fritzsch se
ha vuelto imposible como editor para mí y para Overbeck -porque, por motivos de fuerza
mayor, quiere interrumpir su actividad editorial. Es verdad que había aceptado también
la núm.3, pero con la cara más agria y más malhumorada del mundo: de modo que vi
cerrado y malogrado mi ciclo de Intempestivas.» Entonces sucedió algo
inaudito: apareció una carta de un joven editor y, como parece, admirador, E.
Schmeitzner, -de Schlosschemnitz, en Sajonia; y ahora ya está todo en orden: tengo para
todas las Intempestivas un editor muy solícito y previsiblemente activo. Así
puedo proseguir sú penoso trabajo diario, ¡el destino me ha dado realmente un signo
favorables Schmeitzner había escrito el 8 de julios: «... me perdonará
amablemente si me permito importunarle con este escrito. Estoy en la idea de fundar una
editorial, que dirigirá su atención fundamentahnente a publicaciones en el campo de la
filosofía, estética y literatura. Me dirijo por ello a usted, estimado señor profesor,
con el ruego de que apoye amablemente mi empresa transfiriéndome la publicación de una
obra surgida de su pluma.» Nietzsche aprovecha inmediatamente la oportunidad
contestando el 15 de julio: «Ya en agosto pienso poderle enviar un manuscrito, con
este título aproximado: Arthur Schopenhauer. Si me es permitido suponer que usted conoce
mis últimos escritos publicados, también me permitirá la pregunta: ¿Estaría
eventualmente en condiciones de hacerse cargo de la continuación de mi ciclo de
Consideraciones intempestivas?» Y Schmeitzner consiente en ello el 21 de
julios: «Me ofrece usted un manuscrito para el mes de agosto. ¡Le doy sinceramente
las gracias por ello! Conozco exactamente sus tres obras aparecidas hasta ahora y sé
apreciar totalmente cómo me honra usted al transferirme la edición de sus próximas
obras. Me resulta especialísimamente amable también que me quiera confiar asimismo la
continuación de las Consideraciones intempestivas, puesto que, consideradas sólo por lo
que respecta al mercado editorial, las considero como posible "negocio
rentable".» Con ello Nietzsche se había separado del editor de Wagner,
Fritzsch, aunque no definitivamente puesto que le publicó todavía en 1887 el Himno a
la vida.
VACACIONES EN EL RIGI
La estancia en las alturas del Rigi sólo duró, de todos modos,
tres días; desde el 29 de septiembre al 6 de octubre encontramos a Nietzsche
solo en Lucerna, posiblemente en el Hotel Gotthard. «Este... va a ser mi cuartel
general... hasta el próximo martes por la tarde. El ciclo de balnearios al que me he
abonado para hacer algo por mi salud, o procurarme, al menos, la ilusión de que lo hago,
llegará así a su final... Mis vecinos de mesa y compañeros de hospedaje son el obispo
Renkens y el profesor Knood; el jefe de comedor me suelta discursos sobre la importancia
de este señor para Suiza y le atribuye todo el éxito del Partido Revisionista. Con
semejante compañía no me resulta fácil librarme de un talante un tanto irónico, pero
son buenos tipos, de escaso aire obispal, más bien catedráticos de esos cuyo aire nos
resulta tan familiar... Por lo demás, vivo en total inocencia, paseando y procurando una
y otra vez hacerme a la idea de que voy a cumplir 30 años... He rogado a la señora
Baumann que afine mi piano y que encienda, a modo de prueba, la estufa», escribía a
Overbeck y a Romundt el 2 de octubre de 1874.
DESTRIBUCIÓN EN BASILEA DE LA 3ª Intempestiva
El 15 de octubre apareció la 3ª Consideración intempestiva, Schopenhauer
como educador, siendo distribuida por un librero de Basilea. Según parece Rodhe
recibió el libro, directamente del editor, ya el 9 de octubre. Con este escrito irrumpe a
la luz el profundo sufrimiento vital de Nietzsche. La muerte de su padre, la
muerte de Vischer, y la muerte, por estas mismas fechas, del padre de su amigo de juventud
de Naumburg, Gustav Krug, fueron hitos que hicieron plantear a Nietzsche la
pregunta por el sentido de la vida y que abrieron de nuevo en él la herida tan profunda
que había dejado en él la muerte de su padre siendo todavía un niño.De
ahí sus lamentaciones en la carta de pésame a Gustav Krug del 6 de julio: «Conozco,
obviamente, por experiencia propia en tan escasa medida lo que es perder un padre, como
tenerlo. Por ello mi vida juvenil me resultó interiormente mucho más difícil y
oprimente de lo usual; y precisamente por esa necesidad que en tantas ocasiones sentí de
un consejero en el que verdaderamente confiar y al que poder amar, me atrevo hoy a
comprender el grado y la amplitud de tu pérdida. Cuando pienso en ti se me presentan una
y otra vez ante los ojos las palabras enigmáticamente unidas: muerte y matrimonio, y lo
hacen con tal rapidez, en el sucederse de una y otra, que no parece posible pensar en un
final para el florecimiento y para la vida... A la inmensa y terrible pregunta que plantea
la palabra «muerte», aquella otra parece procurar, pues, una respuesta. Una respuesta:
porque tal vez hay otras.»
SCHOPENHAUER SÍMBOLO DEL AUTÉNTICO FILÓSOFO
En los esbozos póstumos encontramos frases significativas en este sentido: «Primero
creemos a un filósofo. Acto seguido decimos: aunque en la forma como prueba sus
proposiciones puede que no tenga razón, éstas son verdaderas. Y al fin: es indiferente
lo que dicen las proposiciones, la naturaleza del hombre vale para nosotros más que cien
sistemas... En un filósofo hay algo que no puede haber en una filosofía: la raíz de
muchas filosofías, el gran hombre. / Es hermoso contemplar las cosas, pero serlas es
terrible. Asumir el sufrimiento voluntario de la veracidad, las heridas personales. / El
sufrimiento es el sentido de la existencia. «Un filósofo es
importante para mí en la medida en que está en condiciones de procurarme un ejemplo...
Pero el ejemplo debe venir por el camino de la vida tangible, y no sólo por el de los
libros, es decir, justo al modo como enseñaban los filósofos griegos.» Y en
Schopenhauer vela un ejemplo moderno de ello: «Su grandeza radicaba precisamente en esto:
en enfrentarse a la imagen de la vida como un todo, para interpretarla en su totalidad.»
PELIGROS EN LA EXISTENCIA DEL FILÓSOFO
Tres peligros amenazaban, para Nietzsche, esta existencia filosófica: el peligro de
la soledad, el de la resignación desesperada por causa de la verdad, y el del
endurecimiento en lo moral o en lo intelectual. «Vivir es, en la radicalidad
misma de la vida, estar en peligro.» «Representémonos el ojo del filósofo
posado sobre la existencia: quiere determinar nuevamente su valor. Porque éste ha sido el
trabajo específico de todos los grandes pensadores, ser legisladores en orden a la
medida, el valor y el peso de las cosas.»
LA FILOSOFÍA NO ES ERUDICIÓN
En la 3ª Intempestiva, Nietzsche, al cabo de un largo
razonamiento, llega a la conclusión de que la filosofía no es erudición;
tampoco, en consecuencia, conocimiento de sistemas o pensamientos filosóficos anteriores.
La filosofía es - y con ello da la cifra transparente de su propia relación con la
filosofía, una relación personal y no basada en un estudio especializado de orden
sistemático - esencialmente subversión. Y en este sentido cita al americano Emerson,
al que admiraba, sintiéndose a un tiempo discípulo suyo: «Tomad vuestras
precauciones cuando Dios haga descender a un pensador sobre vuestro planeta, porque
entonces todo está en peligro. Es como si en una gran ciudad estallara un incendio y todo
el mundo ignorase lo que va a quedar y lo que acabará consumido por las llamas.»
ATISBO DE UN NUEVO "País"
En este contexto es importante escuchar a Nietzsche más tarde en su
mirada retrospectiva del Ecce homo: «Ahora que vuelvo la vista desde una
cierta lejanía a las situaciones de las que estos escritos son testimonio, no quisiera
negar que, en el fondo, hablan meramente de mí... Wagner en Bayreuth es una
visión de mi futuro; en cambio, en Schopenhauer como educador está inscrita en
mí historia más íntima, mi devenir. ¡Sobre todo mi voto solemne!... ¡Oh, cuán lejos
me encontraba yo entonces todavía de lo que soy hoy, del lugar en que me encuentro hoy
... !Pero yo veía el país, no me engañé... Aquí toda palabra está vivida, es
profunda, íntima; no faltan cosas dolorosísimas, hay allí palabras que en verdad
sangran... Sobre como concibo yo al filósofo, como una terrible materia explosiva,
ante la cual todo se encuentra en peligro, sobre cómo separo yo miles de millas mi
concepto "filósofo" de un concepto que comprende en sí todavía incluso a
Kant... sobre todo esto ofrece este escrito una enseñanza inapreciable.»
VELADAS CON LA BURGUESÍA DE BASILEA
Asombra oír, por otra parte, cómo Níetzsche aceptaba
regularmente y de manera gustosa invitaciones a veladas y reuniones sociales, como
describe la señora Ida Miaskowski a sus hijos en sus recuerdos 50: «En
invierno fundamos una pequeña asociación, que cada catorce días celebraba, en lugares
diferentes, sus reuniones. Encuentro... un dibujo detallado... de una representación
encantadora... de una de aquellas veladas... Un cuadro vivo, cuidadosamente preparado, de
los Maestros cantores... para dar una alegría a Nietzsche... Cuando todos los
invitados estaban ya reunidos, rogué a Nietzsche que tocara la canción del maestro y
abrí las puertas que comunicaban con el comedor, en el que estaba el.encantador pequeño
cuadro... Todos quedaron entusiasmados y Nietzsche incluso muy conmovido. Tomó mis manos
entre las suyas y me las apretó una y otra vez, dándome las gracias por tan encantadora
sorpresa. Después de una de estas tardes de fiesta... Emmy decía que nunca había estado
en un círculo tan inocentemente divertido. ¡Lo cómico es que dos de los más divertidos
de nuestros amigos, Overbeek y Nietzsche, son conocidos en toda Alemania como terribles
pesimistas y schopenhauerianos! El jueves siguiente... hicimos música. Nietzsche
improvisó de un modo encantador y Overbeck colaboró con él, interpretando ambos cosas
de Schubert a cuatro manos... Una vez escribe: "Esta tarde se reúne la
asociación de los martes. Nietzsche traerá otra vez un libro de lo más divertido para
leemos trozos (los cuentos humorísticos de Mark Twain). La última vez lo pasamos muy
bien, leímos, tocamos piezas musicales, jugamos y saltamos hasta casi las doce y media...
Aquel invierno Nietzsche acostumbraba a venir, además, todos los viernes por la tarde a
acompañarme en el canto»
CRISIS EN LA INDUSTRIA DE LA SEDA
«A todos los fabricantes de cintas de seda les va mal»,
escribía Nietzsche el 13 de diciembre de 1874 a su madre. La «Internacional»
había conseguido repentinamente una reducción de la jornada laboral a 11 horas, así
como la prohibición del trabajo infantil en las fábricas. En qué medida estas
condiciones encarecedoras de los costes de producción figuraban - entre las causas de la
crisis, es cosa cuyo enjuiciamiento dependerá, sin duda, del punto de vista que se
adopte. Nietzsche no se manifiesta explícitamente sobre ello. Pero no es de
suponer que todos estos acontecimientos atemperaran su miedo latente a la fuerza política
de las clases trabajadoras. Es posible que su deseo de retirarse de la servidumbre
pública se alirnentara también de este lado, dado que no quería plantearse la
problemática sociopolítica; más bien optó por rehuirla.
ORGANIZACIÓN DE SUS COMPOSICIONES MUSICALES
El 2 de enero escribe a Malwida von Meysembug: «Tengo ya
10 días de vacaciones detrás de mí, que he pasado con mi madre y hermana, y me siento
muy descansado; durante todo este tiempo he renunciado a todo pensamiento y
toda cavilación, concentrándome en mi música. Son muchos los miles de cabecitas de
notas que han sido pintados, y un trabajo puede decirse que está totalmente acabado. Hay
que entonar ahora el himno a la amistad a dos y a cuatro manos... Estoy muy
contento con esto. ¡Ojalá hubiera aquí alguien para ello, por lo menos alguno de mis
amigos! La duración total de la música es de exactamente 15 minutos. Ya sabe usted todo
lo que puede tener lugar en este tiempo; precisamente la música procura un evidente
argumento a favor de la idealidad del tiempo. ¡Ojalá sea mi música la prueba
de que es posible olvidar el tiempo propio, y que en ello hay cifrada idealidad! He
revisado y reordenado además mis composiciones de juventud. Que la constancia del
carácter, su no transformabilidad, se revelen así en la música es algo que siempre me
ha maravillado; lo que un muchacho expresa en él es en tal medida el lenguaje de la
constitución fundamental de su entera naturaleza, que el adulto pocos cambios deseará
introducir --salvo, por supuesto, en lo que hace a la escasa pericia técnica, etc.»
Este Himno a la amistad, por fin acabado al cabo de un proceso de dos años de
duración, es su última composición; una composición que ya no le iba a abandonar.
Nada resultaría, de todos modos, más equivocado que pretender «salvar el honor»
de Nietzsche como compositor; conviene, sin embargo, tener bien presente que a
pesar de ciertas deficiencias en la técnica compositiva, que en ocasiones pueden ser muy
perturbadoras, se trata de obras muy seriamente proyectadas y que deben ser, también, muy
seriamente tomadas. Que como filósofo representa, de todos modos, algo muy superior y
poderoso a lo que puede representar como músico es cosa que queda, obviamente, fuera de
toda posible discusión. Lo que no obsta, por supuesto, a que alcanzara en la música, en
profundidad y pregnancia expresivas, el nivel, cuanto menos, de algunos de sus
contemporáneos musicales «con buen oficio», por mucho que no sea un consuelo
demasiado grande que también éstos hayan desaparecido de nuestra consciencia
empequeñecidos en su relevancia al lado de un Brahms o un Schumann.
En sus primeros ensayos, en su mayor parte todavía inhábiles, el muchacho de 10-14
años intentaba, ante todo, hacerse con la técnica necesaria en cuanto a notación,
composición o armonía. Tomaba clase de piano, llegando incluso a conocer obras
sinfónicas en su transcripción para este instrumento. De ahí que sus intentos de
componer por su cuenta vinieran siempre pensados desde el piano. Entre sus 12 y sus 14
años asistió, en la catedral de Naumburg, a una serie de interpretaciones de Oratorios,
lo que fue para él una importante vivencia. En lo religioso encontró, ante todo, un placer
estético, cosa que, por otra parte, corresponde más a su religiosidad soñadora que
a una fe genuinamente sentida. Pasó así a componer también misas, motetes, un miserere
y finalmente partes de un Oratorio de Navidad . Se trata de obras y esbozos de
obras que pueden ser bien consideradas como fracasadas. Habría, de todos modos, que
preguntarse si su fracaso viene de la cosa misma o se debe, simplemente, a la escasa
pericia técnico-compositiva de su autor.
Pero antes de cumplir los 17 años (verano de 1861) y apenas transcurridos algunos meses
desde la fecha de su confirmación, convirtió partes del Oratorio de Navidad en
una fantasía «mundana» para piano (Dolor es el tono fundamental de la naturaleza), dedicándose
acto seguido a la música descriptiva con su Sinfonía de Ermanarich. Enseguida fue
consciente de lo estrecho de los límites y posibilidades de la música de orientación
plástico-narrativa. La superioridad de la música sobre las restantes artes vendría, en
efecto, de su capacidad para, ir más allá del caso particular, sin convertirse por ello
en «abstracta». Para su Ermanarich llegó incluso a redactar un programa
detallado para la escenografía y la acción de la obra.
Tras una pausa considerable Nietzsche volvió al gran formato de la fantasía en varias
partes bajo la idea central de la «amistad». La música vino a aproximarse así en este
punto a lo patético tan puntualmente como las cartas a sus amigos; las fantasías
carecían de forma, es más, eran informes. Nietzsche fracasa en sus composiciones sobre
la «amistad» (Monodia, Manfred, Eco, Himno) tan exactamente como en sus
propias amistades. Se plantea aquí el mismo interrogante que a propósito de lo
religioso: ¿intentaba superar su incapacidad para la amistad genuina dando un rodeo a
través de la estética? Por muy divisible y clasificaba en fases diversas que
parezca su actividad de compositor, un rasgo fundamental la recorre y confiere unidad
desde los primeros ensayos al Himno: se trata, en casi todos los casos, de
composiciones que Nietzsche regaló o dedicó a alguien concreto; la mayor parte
de ellas vieron incluso la luz con tal objeto. Son reconocimientos de sus inclinaciones
muy personalmente dirigidos, y por eso se acercan más, en su naturaleza global, a la carta
que a la obra filosófica; tienen un valor expresivo que si bien viene,
obviamente, determinado por su forma musical, no por ello deja de estar rnodulado de un
modo altamente personal. La influencia estilística de algunos compositores como Beethoven,
Schumann, Chopin o Liszt resulta evidente; todas sus composiciones vienen, sin
embargo, diferenciadas por otro rasgo común, un rasgo específicarnente nitzscheano:
la melancolía. Llama la atención la ausencia de toda posible influencia de
Wagner (hasta el Eco de una Noche de Fin de Año). La potencia sentimental y el elemento
demoniaco propios de Wagner fueron siempre ajenos al músico Nietzsche; como
músico nunca fue wagneriano.
LAMINA DE DURERO
«Un patricio local me ha hecho un importante regalo: una
lámina auténtica de Durero; rara vez me gustan esas reproducciones gráficas, pero no
puedo decir hasta qué punto me llega a lo más hondo este cuadro, Caballero con la
muerte y el demonio. En el Nacimiento de la tragedia comparé a Schopenhauer
con este caballero; y por esta comparación me ha sido regalada la reproducción del
cuadro.» (A Malwida von Meisenbug el 24 de marzo.)
AGRAVAMIENTO EN SU ENFERMEDAD
«Al día siguiente, por cierto, (Cuenta a su amigo
Gersdorff el 17 de abril) tuve que guardar cama con una jaqueca que me duró
treinta horas y con muchos vómitos de bilis.»
NECESIDAD DE DISTENSIÓN ANTE EL ESTRÉS
Hasta este momento - y durante seis largos años - había podido
cumplir los deberes de su cargo sin limitaciones ni molestias por causa de esta
enfermedad. Sus ausencias habían tenido otros motivos: gripe; la fractura de un pie en
junio de 1870; la convalecencia, entre febrero y marzo de 1871, en Lugano, de la
enfermedad que contrajo con ocasión de la guerra. Pero a partir de ahora el cuadro iba a
cambiar sustancialmente. Su necesidad de distensión era, en este momento, grande.
«No hay placeres de vacaciones, porque todavía no tenernos vacaciones; salvo que cuente
como tales los siete baños turcos que he tomado, pero ya sabes que eso no hace feliz a
todo el mundo», se quejaba a su hermana el 19 de abril, y - «estoy en plenos
exámenes, y precisamente ahora acabo la corrección de 20 cuademos.» Al fin pudo
librarse un par de días. «Como no me ha ido muy bien y me he sentido lleno de
achaques y molestias, hasta el punto de haberme tenido que meter un par de veces en la
cama, decidí cuidarme y me fui toda una semana a Berna, a pasearme por allí. Ayer
volví, totalmente repuesto, y hoy he comenzado con una clase el semestre de verano. En
Berna viví en el hotel Victoria, y tenía la habitación más bonita, con el balcón del
primer piso... pude entregarme desenfrenadamente a mi pasión por vivir y pasear solo;
así pues, anduve 8 horas diarias por los magníficos alrededores de Berna,
reflexionando.» (El 15 de mayo de 1875 a su casa.)
DOLORES DE ESTOMAGO, OJOS Y CABEZA
De ello se queja el 21 de mayo a Gersdorff: «No me ha ido bien:
¡dolores muy frecuentes de estómago, de ojos y de cabeza! De todos modos, voy a vivir
ahora más razonablemente, mí hermana está aquí... ¡Ni una sola línea de la
cuarta intempestiva! Todo un semestre de retiro, porque el trabajo diario de la
preparación de los cursos (13 horas) pesa mucho, no tengo tiempo.»
RENUNCIA A LAS VISITAS
«He renunciado a todos las visitas por las tardes.
El semestre me da mucho trabajo», escribe el 30 de mayo de 1875 a
Overbeck
RENUNCIA A ASISTIR AL ESTRENO DEL ANILLO DE WAGNER
Ya en junio tiene que irse haciendo a la idea de la renuncia, y escribe en estos
términos a Gersdorff: «Tengo una época muy mala tras de mí y otra presumiblemente
peor ante mí. No ha habido manera de amansar el estómago...;dolores de cabeza de lo más
violento durante días enteros, que al cabo de muy poco se presentaban de nuevo; horas y
horas vomitando sin haber comido nada; en una palabra, la máquina parecía querer saltar
en pedazos, y no quiero ocultar que algunas veces hubiera deseado que lo hiciera...
Immermann me curaba como si padeciera de una úlcera de estómago, y yo estaba todo el
rato esperando vomitar sangre. Durante 14 largos días tuve que tomar el jarabe de
Hóllenstein, sin que sirviera para nada. Ahora me hace tomar dos veces al día dosis
enormes de quinina. Quiere que no vaya en vacaciones a Bayreuth. Yo me callo, ya puedes
figurarte con qué ánimo. De todos modos, quiero llegar vivo el próximo año, y por eso
tengo que hacer éste lo que es mi obligación hacer.» Y a su madre el 10 de junio: «Voy
empeorando paulatinamente de un modo tal.... que ni los médicos ni yo confiamos ya en
otro remedio que en una dieta muy consecuente; pero tal como me la han prescrito, sólo
puedo cumplirla en mi propia casa. De ahí que nuestra decisión, acerca de la que te ha
escrito muy bien dispuesta Lisbeth, sea ante todo el resultado de la necesidad; no tengo
otro camino. En cualquier otro caso, me vería obligado a renunciar a mi cátedra en fecha
muy breve.»
De este modo un tanto directo vino a obtenerse que la madre dejara al fin a su protegida
hija abandonar el hogar. Que su hijo tuviera, en caso contrario, que abandonar la
cátedra es cosa que le hirió en su orgullo- ¡era un argumento infalible! Pero por
interesadamente artificioso que a primera vista pueda parecer, había en él, sin duda,
otro tanto de verdad. No deja de resultar curioso que Nietzsche, que tan a menudo
había jugado ya con la idea de conseguir la libertad necesaria para dedicarse a la
filosofía abandonando la cátedra de filología, ahora que la enfermedad le amenazaba con
obligarle a dar este paso, reaccionara a favor de su cargo y se aferrara tenazmente a él
cuatro largo años todavía.
AGOBIO EXISTENCIAL
A finales de julio de 1874 manifestaba al doctor Carl
Fuchs, músico y publicista musical, el agobio con el que había tenido que hacer
frente hasta el comienzo de las vacaciones a sus obligaciones profesionales: «Estoy
desde hace un par de meses en una atroz crisis de un mal crónico del estómago, que
comienza a conmover los cimientos de mi existencia... Cada dos semanas los médicos
prueban con algo nuevo, me hacen tomar la disolución de Höllenstein, luego grandes dosis
de quinina. Qué dolores de cabeza.... créame que vivo con dificultad, y no sin riesgos,
y que en este estado la carga de mi profesión, que ya es bastante grande de por sí, pesa
doblemente.»Que su enfermedad no era, ya por estas fechas, un simple mal de
estómago, sino algo de naturaleza más compleja, es cosa que se deduce de un pasaje de
una carta suya a Gersdorff fechada el 7 de julio.- «¿Quién puede haberte asegurado
de ese modo que mi enfermedad es una jaqueca? De semejante seguridad no hay en Immermann
ni huellas, ya que él mismo me ha dicho que ahora está experimentando con los nervios,
dado que el remedio anterior no ha servido para nada; si con lo de ahora tampoco adelanto,
probará con algo nuevo. Sólo que como cada vez me va peor y, además, la acidificación
me oprime terriblemente, y todo, con la sola excepción de la carne más tierna, se
transforma en ácido, por mi parte, al menos, estoy ya convencido de que la hipótesis de
los nervios es falsa; en las jaquecas el dolor de cabeza sólo afecta, además, a uno de
los hemisferios, lo que, como sabes, no es mi caso. El tormento en y sobre los dos ojos es
despiadado.»
TEMOR A NO PODER ESCRIBIR
Paralelamente a todas estas dolencias físicas le torturaba
asimismo, con inusitada violencia, un problema existencial, un problema para el que
todavía creía poder encontrar solución recurriendo a una síntesis. Son pensamientos
que se atrevió a confiar a la señora Baumgartner el 14 de julio: «Que
durante un tiempo todavía más largo (que 7 años) tendré que mantenerme lejos de toda
práctica de la escritura es cosa que cada día veo más clara; forma parte de las
condiciones, que poco a poco voy conociendo mejor, de mi existencia de erudito en Basilea;
procuro conseguir la obra de arte de que esta existencia y mi determinación personal se
entrelacen de un modo tal que no se dañen entre sí, sino que incluso se potencien... Lo
que no quiere decir sino: fracasar en muchas cosas, para no tener que fracasar en lo
principal.. porque cuento largos espacios vitales, cosa en la que, por ejemplo, mi padre,
que murió a los 36 años, se equivocó.»
CARTA A SU MADRE SOBRE EXPERIENCIA EN BALNEARIO
Para la cura de verano fue elegido el balneario de Steinabad, junto a Bonndorf,
al sur de la Selva Negra, muy cerca ya de la frontera suiza, por la fama de que
gozaba el médico del mismo, el doctor Wici. Nietzsche partió el viernes 16 de julio, y
ya al siguiente día informaba así a su madre y hermana en Naumburg: «Desde ayer a
las 2 de la tarde estov en Steinabad, y al cabo de una hora ya había conocido al viejo y
prestigioso doctor Wiel. Esta mañana acudí a su consulta en Bonndorf, para someterme a
un reconocirniento detallado, y al fin puedo decir que el mal del que adolezco tiene un
nombre, gastritis catarral, con una importante dilatación del estómago. Ahora tendremos
que domar al muchacho y empequeñecerlo. Hemos punteado cuidadosamente su terreno usual y
esperamos ver en poco tiempo cómo queda reducido a sus justos límites. He aquí mi
menú. Todas las mañanas un vaso que me lleno yo mismo (¡perdonad que comience así,
pero con esta alegría comienza para mí el día! Contenido: agua fría). A las 7: una
cucharadita de las de café de sales minerales de Karlsbad. A las 8: un beefsteak de 80
gramos, 2 bizcochos. A las 12: 80 gramos de carne asada (¡nada más!). A las 4: 2 huevos
crudos y una taza de café con leche. A las 8: 80 gramos de carne asada, con jalea. Tanto
después del almuerzo como de la cena, un vaso de burdeos...»
CARTA A LA SRª BAUMGARTNER
'I'ambién la señora Baumgartner fue informada ya el 19 de julio:
«En medio de un valle profundo de la Selva Negra, al que en estos momentos anega la
lluvia... El médico por el que estoy aquí, el doctor Wiel, un especialista muy
experimentado y conocido en enfermedades del estómago, me ha hecho una impresión muy
buena; en cuanto al balneario, en el que a la sazón hay unas 40 personas, me gusta más
desde ayer, que obtuve una habitación mejor y, sobre todo, más tranquila. La segunda
noche, el ruido que llegaba de la planta baja era tal, que me puse furioso y tuve que
levantar la voz asustando y acallando a los culpables... No tengo nadie con quien poder
relacionarme. Para distraerme cultivo una disciplina para la que hasta el momento casi
nunca tuve tiempo y para la que vale, sin duda, la pena buscarlo, Teoría general del
comercio y evolución del comercio mundial,
CARTA A GERSDORFF SOBRE EXPERIENCIA EN BALNEARIO
Y el mismo día a Gersdorff: «En cuanto al lugar, se trata de un hermoso y
característico valle de la Selva Negra, con bosques muy tupidos; recuerda a Flims, aunque
con la ventaja sobre éste de ofrecer paseos llanos y variados en el bosque.»
EXITO PARCIAL DEL TRATAMIENTO EN BALNEARIO
Pero un par de semanas más tarde el cuadro de su enfermedad sólo había cambiando
parcialmente: «La dilatación de estómago apenas resulta ya apreciable; en este
sentido el tratamiento ha tenido éxito. Pero en lo que hace a la intensa acidificación
estomacal, apenas veo el menor progreso. Ultimamemente tuve que pasar otra vez un día
entero en la cama, con terribles dolores de cabeza y vomitando del modo más violento. El
doctor Wiel ha terminado por pensar, como Immermann, que la causa hay que buscarla en una
afección nerviosa del estómago, de la que dependería, pues, el dolor de cabeza»,
escribía el 10 de agosto a su madre.
VISITA DE RODHE EN LA NUEVA CASA DE NIETZSCHE
Nietzsche le escribió el 29 de agosto: «Mi antigua casa, muy cerca de
la actual, te servirá de techo. Podremos unir nuevamente nuestras almas, ¡no sabes lo
profundamente que me alegra! Vas a encontrarme más esperanzado que en otras épocas... y
además, más sano... Precisamente en este momento acaba de llegarme, en una
transcripción magnífica, mi himno a la amistad. Y tú llegas ahora: podremos
celebrar hímnicamente nuestro reencuentro, incluso al piano.»
ELABORACIÓN DE LA 4ª INTEMPESTIVA
El 25 de septiembre comunicaba confidencialmente a Gersdorff: «No hago literatura. Mi
asco por las publicaciones aumenta de día en día. Cuando vengas te leeré, de todos
modos, algo que te gustará, algo de la consideración 4, titulada Richard Wagner en
Bayreuth. Se ruega silencio.»
ALEGRIA ANTE LA NUEVA VIVIENDA
El hecho de poseer una vivienda propia debió cooperar mucho a este
aumento de su productividad, como indicaba brevemente el 26 de septiembre a Romundt: «Ocupo,
en mi nueva casa, el primer piso entero y una parte del segundo: in summa 6 habitaciones y
aparte cocina, sótano, terreno; también nos hemos procurado una criada de lo más
eficiente... Me siento indeciblemente mejor que antes. Te bastaría con verme sentado en
mi cuarto de trabajo para admirar nuestro talento para instalarnos. He comenzado a
preparar un ciclo de lecciones para 7 años... Se trata de cursos enteramente nuevos todos
ellos... No tengo en expectativa ninguna consideración intempestiva... De todos modos,
algo he acabado entretanto, no los Filólogos
ORGULLO ANTE LOS COMENTARIOS DE BURCKARDT
Con especial orgullo comunicaba asimismo a Romundt un comentario que
Jacob Burckardt habría hecho sobre él en cuanto profesor universitario: «...
jamás volverán a tener un maestro así los habitantes de Basilea.»
VACACIONES DE OTOÑO CON OVERVECK
Informaba así de ello el 7 de octubre a Rohde: «No es el mejor lugar para los
impacientes; la tranquilidad puede hacerle enloquecer a uno.» ¡Nietzsche y Overbeck
eran los únicos y últimos huéspedes de la saison!
LECTURAS DE SU HERMANA
«Entre cada 14 días y tres semanas tengo que pasarme 36
horas seguidas en la cama», informaba a Rohde el 8 de diciembre de 1875, aunque en
otra ocasión comentaba también: «En las horas de descanso para los ojos, me lee mi
hermana en voz alta, y casi siempre Walter Scott... tanto que me gusta su sosiego
artístico, su andante, y tanto como desearía recomendártelo, creo, sin embargo, que tu
espíritu no resulta fácilmente accesible con esos medios... tú piensas, en efecto, más
aguda y rápidamente que yo.» Leyó, además, «la traducción inglesa de las
Sutta Nipata, algo de los textos sagrados de los budistas; y ya he incorporado al uso
familiar un lapidario lema final de una Sutta: "y así vago solitario como un
rinoceronte".» (A Gersdorff el 15 de diciembre.)
TRISTES NAVIDADES EN NAUMBURG
«¡Tengo tras de mí las peores Navidades que he vivido nunca!
El día de Nochebuena... me derrumbé literalmente; no podía caberme ya la menor duda de
que estoy atacado por un mal cerebral serio, y de que si padezco tanto del estómago y de
los ojos, en aquél hay que buscar la raíz principal. Mi padre murió a los 36 años de
una inflamación cerebral; es posible que conmigo la cosa aún vaya más aprisa... Leche y
sueño son las mejores cosas que tengo ahora. ¡Si por lo menos cesaran esos horribles
ataques que duran días enteros! Sin ellos podría al menos ir arrastrándome de un día a
otro... Reserva, por favor, el contenido de la carta para ti, no intranquilicemos a los de
Bayreuth... En cuanto a planes propios, todos son como humo... ¿Podrías venir conmigo
las próximas Pascuas a algún sitio, al lago Leman, por ejemplo?», rogaba a
Gersdorff el 18 de enero de 1876.
POSIBILIDAD DE DEJAR LA SOLTERÍA
En Ginebra el destino pareció ponerle a Nietzsche en su
camino, en un juego de prestidigitación, semejante posibilidad de futuro, una
posibilidad llamada Mathildde Trampedach. Era, juntamente con su hermana más
joven, alumna de piano de Hugo von Senger, al que reverenciaba «hasta la
adoración». Poco después pasó a convertirse en su tercera esposa, una esposa a la que von
Senger llevaba 18 años. Trampedach provenía de Riga, pero vivía con
su familia en Vevey, de donde se había trasladado a Ginebra para estudiar con von
Senger, que se interesaba fundamentalmente por la mayor -Mathilde. Mathilde
había nacido el 5 de junio de 1853 en Georgenburg y tenía a la sazón, por tanto, 23
años; era esbelta, de ojos verdes y cabello castaño claro. Según una conocida de
entonces, hacía pensar en una figura de fra Filippo Lippi. En sus recuerdos
narra Mathilde su encuentro con Nietzsche en los siguientes términos: «Una
suave mañana de primavera apareció la doncella y anunció la visita de nuestro protector
Hugo von Senger en compañía de un desconocido. (Era en la pensión inglesa Barnet, cerca
de la facultad.) "Mi amigo Friedrich Nietzsche", sonó la amable voz de nuestro
bienhechor, "sentíos honradas, queridas criaturas, por su presencia ante
vosotras. Por desgracia, no pudimos contemplar a nuestro gusto a hombre tan famoso,
dado que a pesar de lo suave de la luz, sostenía una sombrilla forrada de verde sobre la
cabeza, en atención, sin duda, a sus fatigados ojos.»
»Percibí inmediatamente la presencia de una personalidad fuera de lo común y fue un
verdadero placer escuchar cómo los dos amigos hacían entrar en sus conversaciones los
más diversos mundos poéticos, de Shakespeare a Byron, de Schelling».... Antes de sonar
las doce marcharon nuestros amigos, dejándonos pensativas.
»Algunos días después la dueña de nuestra pensión recibió una invitación de Hugo
von Senger. Era animada, junto con nosotras, a dar con los dos amigos un paseo en coche a
lo largo del lago, camino de la famosa Villa Diodati. La propuesta fue aceptada y
realizada, siendo, además, favorecida en aquel mes de abril por un tiempo excelente. Mi
atención estaba dividida: no sabía qué era más fascinante, si el paisaje del lago o la
conversación de los dos amigos. Pero pronto se apoderó enteramente de mí la
conversación, y fui lo suficientemente audaz como para dar muestras de ello. Ambos
señores se habían enfrascado en una discusión sobre la libertad de los pueblos y lo que
como tal había que entender, y yo no me privé de manifestar lo asombroso que encontraba
que en su deseo de librarse de limitaciones y constricciones exteriores los hombres
parecieran no darse cuenta de cuán apocados e inhibidos están en su interior, y cómo
cualquier posible liberación respecto de las graves flaquezas humanas exige las mayores
energías; cuán pocos son, en definitiva, los que se sienten perturbados por su
servidumbre interior. Cuando mire en torno, me encontré con los ojos profundos e
indagadores de Friedrich Nietzsche. En aquel cómodo coche la excursión terminó tan
agradablemente como había comenzado, y nos despedimos con la mayor gratitud de aquél a
quien debíamos tanta alegría, Hugo von Senger. Aún iba a ver a Nietzsche una tercera y
última vez. Vino para despedirse; fue introducido en el salón de recibo, donde nos
saludó con ademán solemne. Dirigiéndose al piano, comenzó a interpretar con
sentimiento vibrante una música que nos transmitía la imagen vivaz de olas encrespadas,
que poco a poco mutaban en armonías solemnes, hasta convertirse en delicados sonidos
decrecientes. (Es posible que se tratara de una paráfrasis del Himno a la
amistad.) Poco después nos separamos en silencio. Como saludo recibí una
profunda reverencia...Pero apenas habían pasado veinticuatro horas cuando la doncella me
anunciaba que el señor von Senger me esperaba, con una comunicación urgente, en la
antecámara... Y mi amigo me enunció, en efecto, que a la mañana siguiente recibiría un
importante escrito de de Friedrích Nietzsche. Lo leeré con atención, le dije, y le
daré una meditada respuesta ... »
PETICIÓN DE MANO POR PARTE DE NIETZSCHE
Y así, en el escrito del 11 de abril, la joven dama pudo leer,
enteramente sorprendida y desbordada por la petición que se le hacía de tomar una
decisión en tan breve plazo, lo siguiente: «Haga usted acopio de todo el valor de su
corazón para no retroceder espantada ante la pregunta qae por esta vía le dirijo:
¿Quiere usted convertirse en mi esposa? La amo y para mí es como si ya me perteneciera.
¡Ni una palabra sobre lo repentino de su inclinación! Ninguna culpa hay, al menos, en ello... Pero lo que quiero saber es si siente usted, al igual que yo, que jamás fuimos extraños el uno para el otro, que no lo fuimos ni un solo momento. ¿Acaso no cree usted también que de unirnos cada uno de nosotros se convertiría en alguien mejor y más libre, y por tanto o de mi inclinación! Niguna culpa hay al menos en
ello....Pero lo que quiero saber es si siente usted, al igual que yo, que jamá fuimos
extraños el uno para el otro, que no lo fuimos ni un sólo momento. ¿Acaso no cree usted
que de unirnos cada uno de nosotros se convertirá en algo mejor y má libre, y por tanto
excelsior, de lo que podría serlo por sí mismo? ¿Quiere usted atreverse a
compartir conmigo el camino, esto es, a compartir el camio con alguien que aspira con todo
su corazón a mejorarse y a liberarse?... Sólo le pido que sea sincera y no se reserve
nada. De esta carta y de la petición que en ella le formulo nadie sabe nada salvo nuestro
común amigo el señor von Senger. Mañana a las 11 tomaré el rápido para Basilea; tengo
que regresar. De contestar usted con un sí a mi pregunta, escribiré inmediatamente a su
señora madre....Si alcanza a tomar con tal rapidez una decisión, sea por el sí, sea por
el no, cualquier nota que tuviera a bien escribirme me llegaría hasta mañana temprano a
las 10.»
Mathilde Trampedach no pudo decir sí. Y no por lo repentino de la proposición,
ni por la diferencia de edad de nueve años, smo porque interiormente estaba de todo punto
unida, por mucho que tal vez no fuera enteramente consciente de ello, a Hugo von
Senger, su profesor, que le llevaba 18 años. Nietzsche no podía saberlo... Tras el
repentino estallido de su confesión se retrajo nuevamente a la «concha de caracol»
del trato tímido, no sin expresar su gratitud por la fina sensibilidad con la que Mathilde
había respondido a su propuesta, tan inhábilmente formulada y tan característica de
alguien como él, poco habituado a las prácticas mundanas: «Es usted lo
suficientemente generosa como para perdonarme; me lo dice la dulzura de su carta, que
realmente no he merecido. El recuerdo de mí violento y desconsiderado modo de actuar me
ha hecho sufrir tanto, que no puedo estarle lo suficientemente agradecido por esta
dulzura... Me queda un último deseo por expresarle: que cuando lea mi nombre o se
encuentre otra vez conmigo, no piense únicamente en el sobresalto que le he causado ...
»
En una extraña lejanía queda, sin embargo, curiosamente, esta vivencia cuando
apenas pasados tres días, el 15 de abril, escribe Nietzsche al amigo con el que por
entonces tenía mayor confianza --Gersdorff-: «Cuando nos veamos de nuevo...
te hablaré de Femex, la residencia de Voltaire, de Ginebra, esa ciudad tan brillante y a
la vez tan maravillosamente próxima a las montañas y tan penetrada de un aire poco
común de libertad..., del Concert populaire, en el que en mi honor se interpretó la
Obertura del Benvenuto Cellini de Berlioz... de dos gentiles rusas en una
pensión inglesa ... del descubrimiento de que estoy llamado a ser un gran virtuoso del
piano .... etc., etc. En lo que hace a la cuestión principal, he llegado a la conclusión
de que lo único que los hombres... reconocen realmente... es la hazaña de elevados
sentimientos. ¡Por nada del mundo un solo paso por el camino de lo acomodaticio!
Sólo es posible tener un éxito verdadero cuando uno permanece fiel a sí mismo...
Esperando que tenga alguna utilidad para ti... a ningún precio un matrimonio de
conveniencia... ¡En lo que a esto hace-, en lo que afecta a la pureza del carácter,
ni una sola vacilación! Diez mil veces mejor quedarse toda la vida solo - he
aquí el lema al que me allego en este asunto.» Pero de las
calabazas ni una palabra....
Enfermedad
Biografía de Nietzche
REGALO DE NIETZSCHE A WAGNER
Entretanto, el contacto con Heinrich Köselitz se había
vuelto más íntimo. El ferviente discípulo tuvo acceso a los manuscritos de Nietzsche,
llegando así a las manos del ardiente wagneriano el capítulo que por entonces podía
darse ya por terminado de Richard Wagner en Bayreuth. El fue quien instó a
Nietzsche a la publicación de este escrito como cuarta Consideración
intempestiva. Tenía que ser el presente de Nietzsche con ocasión del primer
festival festival de 1876. Pero, con ello, no se trata sólo de la última de las
Consideración intempestiva, sino del último presente amistoso a Richard
Wagner, del último intento de conseguir una síntesis de las tareas filosóficas que
con fuerza le incitaban a tomar otros caminos.
PAUL REE
Paul Rée nació el 21 de noviembre de 1849
y, por lo tanto, unos 5 años más joven que Nietzsche, entró por vez primera, el
5 de mayo de 1873, en el círculo de éste, en su condición de amigo, en
Basilea. Rée nació en Bartelshagen, Pomerania, como segundo hijo de un
terrateniente judío descendiente de Hamburgo. La familia se trasladó, con vistas a la
educación de los hijos, a Schwerin. Paul, que a sus doce años cursaba la enseñanza
media, tuvo dificultades en los estudios por motivos de salud, razón por la que ingresó
en el Pensionado Meister en Ludwigslust, y poco después, tras nuevas dificultades, en el
Instituto Joachim Faller de Berlín, donde llegó a acabar el bachillerato en 1868. Ya por
aquellas fechas deseaba estudiar filosofía moral, pero su padre le instó a hacer la
carrera de derecho en Leipzig, donde en 1870 llegó incluso a terminar su primer año.
Despues de la guerra de 1870 Rée volvió inicialmente a sus estudios jurídicos, pero
enseguida los dejó por la filosofía, trasladándose a Basilea con su amigo
Romundt cuando éste fue nombrado, en el semestre de verano de 1873, Privatdozent de
la Universidad de aquella ciudad. En ella pudo oír también a Nietzsche.
El invierno de 1876 fue decisivo; Nietzsche pasó una temporada como huésped de
Malwida von Meysenbug en Sorrento, y ambos pudieron discutir y reelaborar en diálogo
constante y a lo largo de penetrantes discusiones el material ideal de sus obras, unas
obras que tan largamente incidían en el ámbito de la psicología: Humano, demasiado
humano en el caso de Nietzsche, y El origen de los sentimientos morales en el
de Rée. Esta última fue entregada como tesis en 1877 a Schemeitzner, el editor de
Nietzsche con sede en Chemnitz, y permitió a su autor obtener el grado de doctor en
filosofía en Halle.
En un primer estadio Rée escribió otras dos obras filosóficas, que vieron la luz en
1885 en Berlín, bajo los títulos respectivos de La génesis de la conciencia
y La ilusión del libre albedrío. Pero pronto dejó a un lado la filosofía teórica
y la propia praxis filosófica: se puso a estudiar medicina, con el objeto de
ayudar a sus semejantes.
En 1890, y contando ya 41 años, aprobó en Munich los últimos exámenes y durante 10
años largos se centró en el cuidado médico desinteresado e idealista de los campesinos
de los extensos territorios del latifundio Stibbe, que dirigía en Prusia Oriental su
hermano. Cuando éste dejó Stibbe, se trasladó, en 1900, a la Engadina, donde trabajó
en Celerina, cerca de St. Moritz, como médico local. El 28 de octubre de 1901,
caminando por la superficie lisa de una roca cuya pared caía a pique sobre el Inn,
resbaló, dado que la nieve que había caído la noche anterior comenzaba a derretirse y
cayó al río. Un trabajador que presenció el accidente desde la otra orilla le sacó ya
cadáver de las aguas del Inn. ¿Fue una caída? ¿Buscó él mismo el peligro? ¿Provocó
el accidente? Ciertas voces hablaron, y hablan, de suicidio. Había negado, desde la
convicción más profunda, la libertad de la voluntad; se sometió al fatum. Con
carácter póstumo apareció en Berlín, en 1903, su última obra, lapidariamente
titulada: Filosofía.
Rée era un hombre dado a autoatormentarse, siendo éste un rasgo de
carácter que compartía con Nietzsche. La ruptura con Rée le resultó muy dolorosa
y sólo tuvo lugar en relación con el asunto de «Lou» a finales del otoño de
1882.
Es posible que aunque un tanto exagerada en su óptica global, la caracterización de
Lessing ofrezca un núcleo de innegable verdad: «Rée pertenece a ese tipo
singular, aunque en aquellos años presionistas muy extendido, de jóvenes judíos que,
enteramente desgajados de la tradición y del rito, llevan la consciencia de su origen
judío como un crimen oculto, como si se tratara de un rasgo de presidiarios o de un lunar
materno deformador, pero que, por otra parte, se sienten demasiado distinguidos como para
no saberse ellos mismos aludidos cuando se habla de máculas en los judíos y en el
judaísmo.» Mucho de la naturaleza de Rée tuvo que atraer a Nietzsche por su
evidente parentesco con elementos esenciales de su vida. De ahí que incluso despues de la
ruptura de la amistad en 1882 siguiera sintiendodose en su interior tan vinculado a él,
que en posteriores manifestaciones suyas sobre personas a las que trató más o menos
íntimamente a lo largo de su vida, tan cargadas a menudo de malevolencia formal, no
encontramos ni una sola observación crítica sobre Paul Rée. También Rée debió
sentirse muy vinculado a Nietzsche. Su instalación y muerte en un lugar tan próximo
a Sils-Maria como la Engadina, así parecen confirmarlo. Porque ningún recuerdo ni
relación alguna de cualquier otro tipo podían llamarle desde Prusia Oriental
precisamente a un lugar tan alejado como la Engadina. Un lugar en el que
habría podido desarrollarse entre Nietzsche y Rée, al nivel espiritual
a ambos correspondiente, la relación ideal de amistad que la desgraciada aparición de Lou
Salomé vino a destruir con violencia implacable.
MARIE BAUMGARTNER
Nacida Koechlin (1831-1397), «era una mujer culta, muy leída,
espiritual, de naturaleza abierta y original; estrechamente vinculada a la literatura y a
la cultura francesas. Fué siempre una alsaciana decidida y convencida y una de las
cuestiones que le unía a un alemán como Nietzsche... era precisamente la posición tan
crítica respecto de la cultura y del ser alemanes que por aquellas fechas sustentaba el
joven erudito..La señora Baumgartner se sintió tan fascinada por este talante
crítico respecto de la cultura alemana, que se ofreció a traducir los escritos de
Nietzsche al francés... Comenzó por el tercero... Schopenhauer como
educador. A lo que parece, se sintió tan conmocionada por este escrito de combate
lleno de criticismo que escribió inmediatarnente al autor. Fue la primera carta que
Nietzsche recibió en relación con su libro y le llenó de satisfacción y alegría.
Dedicó el invierno de 1874 a traducir la obra bajo la supervisión constante de
Nietzsche... La traducción fue acabada. Pero los amigos de Nietzsche no consiguieron
encontrar editor para ella en París. El asunto de la traducción les aproximó más, de
modo que la señora Baumgartner fue familiarizándose de modo creciente con los restantes
puntos de vista de Nietzsche, y éste le dio a conocer sus hábitos, sus proyectos y
esperanzas, haciéndole interesarse por Wagner y Bayreuth... Cuando en julio de 1876 le
envió su cuarta Intempestiva («Richard Wagner en Bayreuth»), se puso
inmediatamente a traducirla. Nietzsche le quedó sumamente reconocido por esta
traducción, que enseguida vio efectivamente la luz. Cuando Nietzsche abandonó
definitivamente Basilea (1879), la correspondencia siguió manteniéndose... Un título
detrás de otro, le envió Aurora, La Gaya Ciencia y, en 1883, el Zaratustra.
En las cartas de Nietzsche (cuyo número quedó muy «menguado» en la edición de la
hermana, con vistas, sin duda, a restar importancia a esta relación), la señora
Baumgartner aparece fundamentalmente como una protectora incondicional, preocupada y llena
de espíritu maternal. Llama la atención que abandonara esta posición tan singular en
los años en los que sus cuidados le habrían resultado más necesarios a Nietzsche, a un
Nietzsche cada vez más doliente y precisado de ayuda. Sobrevivió unos 8 años al
derrumbe espiritual de Nietzsche, pero durante todo este tiempo carecemos de indicios de
que se interesara alguna vez por su estado. ¿Acaso porque su hijo se había distanciado
tan absolutamente de un Nietzsche al que en otro tiempo admiró grandemente y al que
debía mucho? Sus cartas a Nietzsche revelan que en ocasiones latía en ella algo más
que un simple amor maternal. Le llevaba 13 años, desde luego; pero por aquellas
fechas Nietzsche aparentaba más edad de la que tenía, y daba una innegable impresión de
madurez, lo que acaso ayudara a borrar un tanto la diferencia. En una carta que data de
las Navidades de 1875 no dudó, en cualquier caso, en escribirle en los siguientes
térmios: «Permítame reconocerle de nuevo, mi estimado señor, que la inclinación
que siento por usted, basada a un tiempo en la gratitud, en la admiración y en la
compasión, no puede ser flor de un día... Amor, o si usted lo prefiere así, amistad.»
Consiguió, ciertamente reprimir sus sentimientos y transformarlos en una constante
acción bienhechora, pero en ocasiones estallaban en palabras, como el 28 de octubre de
1878.- «Aunque de un modo tan amargo, considere usted todo querer - ser - amado como
la mayor arrogancia, por mi parte espero y no dejo de esperar nunca que algún día llegue
usted a llamarme su amigo.»
La entrada del año 1879 estuvo en Basilea, donde llegó a estar a unos 5 minutos de la
casa de Nietzsche, pero «por a gusto que me hubiera informado entonces de cómo le
va, no quise acercarme hasta su casa, estaba triste, hubiera llorado y no creo que sea eso
lo que espera usted de sus huéspedes... Me resuenan en la cabeza palabras bíblicas como
"Simón, Juana, ¿me amas?" y "Sí, Señor, sabes que te amo" y tengo
que pensar siempre en lo bien que les iba a aquellos amigos en el Tiberiades.»
El 19 de marzo de 1879 - dos días antes de abandonar Nietzsche Basilea - aún estaba
allí, y al siguiente le escribía: «Si no le gusta Suiza y se siente atraído
nuevamente por las personas, venga a vernos. Puede dormir en la habitación de Adolf y
tener para usted la habitación que hace ángulo y todo el jardín, y el cenador. Si sus
puntos de vista sobre la interpretación de los sueños son válidos, no cabe duda de que
debo tener la conciencia tranquila, querido amigo mío, cuando en vela o durmiendo pienso
en usted. Tendría que conocer mis sueños.»
La larga separación enfriaría, con el paso de los años, el vínculo cordial; la
evolución filosófica de Nietzsche traería a su vez consigo un alejamiento espiritual.
El episodio de Lou Salomé de 1882, que fue muy comentado, tuvo, sin duda, que
echar hielo sobre el corazón, ofendiendo a aquella mujer de sentimientos tan
distinguidos.
KARL HILLEBRAND
Otra «amistad» de estos años es la que mantuvo con Karl
Hillebrand. Nacido el 17 de septiembre de 1829 en Giessen como hijo del profesor
local de filosofía y literatura, también era, pues, mayor que Nietzsche. Aunque formado
por entero en el espíritu del clasicismo de Weimar, se allegó a las ideas republicanas
de la Revolución del 48 y tomó parte combativarnente, como estudiante, en la revuelta de
Baden de 1849, cayendo preso y teniendo que cumplir condena en las casamatas de Rastatt.
Su hermana consiguió liberarle, ayudándole a fugarse a Francia, país que sería su
segunda patria durante los siguientes veinte años. Durante los primeros meses de su
estancia en París fue secretario privado de Heinrich Heine.
Primero cursó otra vez, con éxito, el bachillerato en lengua francesa, y pronto se
convirtió en un autor francés respetado.Un mal del que venía, sin duda, sufriendo desde
hacía ya algún tiempo -posiblemente una tuberculosis--- le redujo a un grave estado de
postración en la primavera de 1881. Su energía y la técnica médica, entonces todavía
poco potente en casos semejantes, le ayudaron a superar momentáneamente el mal,
regalándole un último plazo. Pero el 18 de octubre de 1884 murió en Florencia, sin
sobrepasar los 55 años.
Los paralelismos con la naturaleza y el
destino de Nietzsche son muchos. También Hillebrand abandonó posición y cátedra
pronto, para vivir como autor libre; también su tema es el ser humano; también
gustaba de la forma literaria concisa y breve; también superó el punto de vista
nacional- alemán para convertirse en un «europeo»; también escogió el Sur
-ltalia- como lugar para vivir, permaneciendo establemente en Florencia, y concentró sus
fuerzas de cara a una «gran obra» que la enfermedad no le permitió consumar. Y murió a
la misma edad que Nietzsche. Pero en lo esencial, las diferencias entre uno y otro no son pocas, y con el tiempo habrían acabado por
distanciarse. De ello encontramos indicios indudables en una carta de Hillebrand
a Hans von Bülow del 16 de septiembre de 1883, después de que Nietzsche le enviara la
primera parte del Zaratustra: «Con el Zaratustra me ha ocurrido algo muy
singular. Nietzsche... me envió el libro en mayo, acompañándolo de una carta tan
conmovedora que se me saltaron las lágrimas ... Sólo tiene confianza, según sus propias
palabras, en Burckhardt y en mí ... Hay en esas páginas mucho de admirable, incluso de
grandioso; pero la forma no acaba de parecerme enteramente satisfactoria. Detesto el
apostolado y el lenguaje apostólico; y además, precisamente esa religión, como la
palabra última de la sabiduría, exige sencillez, sobriedad, sosiego en la expresión.
Tampoco acabo de sentir demasiada simpatía por los hombres que pasados los 40 dan de sí
tonos wertherianos y viven en esa atmósfera en lugar de vivir franca y libremente a la
luz del día; en la medida en que se trata de enfermos mentales, que es lo que en no
escasa medida son, los compadezco. Porque el mucho cavilar sobre uno mismo y el no poder
salir de uno son enfermedades infantiles más bien penosas; a los 30 años tendrían que
haber sido ya superadas.»
De todos modos, la amistad con Hillebrand constituye una de las pocas
relaciones de Nietzsche de las que éste obtuvo una dicha no perturbada por sombra alguna.
En las obras de ambos pueden rastrearse influencias recíprocas. Muchos trabajos de Hillebrand
no resultan pensables sin las Consideraciones intempestivas y las conferencias de
Nietzsche; éste es el caso, por ejemplo, de «Pseudocultura y reforma de la
Enseñanza Media» en el volumen VI de Epocas, pueblos y nombres.
La correspondencia entre ambos no es demasiado extensa, de la que, en cualquier
caso, no parece plausible afirmar que esté completa en lo que de ella nos ha quedado: dos
cartas de Nietzsche y cuatro de Hillebrand. Se percibe en las mismas una gran
consideración recíproca, así como la común consciencia de cierta afinidad espiritual
Sin embargo, en Hillebrand la consideración que manifiesta sobre Nietzsche es de
orden más bien «íntelectual», lo que le capacitó, sin duda, para adentrarse
con mirada crítica por los escritos de Nietzsche. En relación con la crítica a
Strauss, al final de la sección segunda, y después de haber alabado largamente el
escrito de Nietzsche, cabe, en efecto, leer: «Que el valiente y encolerizado acusador
se haya dirigido precisamente contra Strauss, y haya flagelado en él el desaliño,
convertido casi en moda, de los corruptores de nuestro lenguaje, es cosa que aún pensando
que ha ido un poco lejos en su celo crítico no podemos menos de abonar en el activo de su
gloria... y su valor de llevar al favorito del pueblo al banquillo de los acusados tiene
que ser, de entrada, considerado como ejemplo de la clase más alta de valor.» Y en
la tercera y última parte formula tajantemente algunas objeciones: «El breve escrito
polémico de Nietzsche dista mucho de ser completo, y en las cuestiones que dilucida
completamente -uno estaría tentado de escribir: de modo algo más completo-, hay cosas
que no dejan de parecernos falsas. Es, por ejemplo, de todo punto errado cifrar la esencia
de una cultura exclusivamente en el estilo... Hay otra cosa que queremos censurar a este
breve escrito. Nietzsche sobreschopenhaucriza en ocasiones a Schopenhauer... Que un hombre
como Schopenhauer todavía encuentre recomendable y necesario repetir las burlonas
cantinelas de Schopenhauer sobre Hegel y el hegelianismo es cosa que no podemos menos de
encontrar injusta y poco elegante a un tiempo... El propio Nietzsche... mamó la
filosofía de Nietzsche con la leche materna; nuestra entera vida espiritual se ha
alimentado de ella; no... podemos seguir pensando ya como pensaban las gentes de 1800 .»
Que apenas un año después de la disputa filológica en torno a El nacimiento
de la tragedia un Karl Hillebrand tomara a este autor tan en serio y se atreviera a
tomar partido por él, es cosa que no tuvo, sin duda, que causar asombro, y de ello hace
memoria Nietzsche en Ecce homo: «Pero el artículo, con mucho, mejor
escuchado, el más amargamente sentido fue uno extraordinariamente fuerte y valeroso, en
defensa mía, del, por lo demás, tan suave Karl Hillebrand, el último alemán humano que
ha sabido manejar la pluma. Su artículo se leyó en la Augsburger Zeitun hoy se puede
leer, en una forma algo más cauta, en sus obras completas. Mi escrito era presentado en
él como un acontecimiento, como un punto de viraje, como una primera toma de conciencia,
como un signo óptimo, como un auténtico retorno de la seriedad alemana y de la pasión
alemana en asuntos del espíritu. Hillebrand elogiaba mucho la forma del escrito, su gusto
maduro, su perfecto tacto en discernir entre persona y cosa: lo destacaba como el mejor
texto polémico que se había escrito en lengua alemana, en ese arte de la polémica, que
precisamente para los alemanes resulta tan peligroso, tan desaconsejable. Estaba
incondicionalmente de acuerdo conmigo, incluso iba más lejos que yo en aquello que me
había atrevido a decir sobre el encanallamiento del idioma en Alemania... y terrninaba
expresando su admiración por mi valor, aquel valor supremo que llevaba al banquillo
de los acusados precisamente a los hijos predilectos de un pueblo.»
Nietzsche guardó silencio frente a Hillebrand durante cuatro largos años, desde 1879
hasta mayo de 1883 cuando le envió la primera parte, entonces recién publicada, del Zaratustra,
escribiéndole en este sentido el 24 de mayo: «... han transcurrido algunos años
en los que he callado frente a usted, años difícilmente comprensibles, llenos de
autosuperación... Este pequeño libro que entrego a su benevolencia es un acontecimiento
de todo punto repentino, la obra de diez días claros y plenos de este, el más
melancólico de todos los inviernos... Todo lo que he pensado, sufrido y esperado está
ahí, y de un modo tal que mi vida se me aparece ahora como justificada... ¿Quién tiene
la suficiente humanidad y el suficiente saber como para decir a un loco como soy yo ahora
lo que más gusta de oír, la verdad, toda verdad? Entre los vivos capaces de rendirme tal
servicio sólo conozco a usted y a Jacob Burckhardt... ¿Sabe usted lo altamente que le
considero?»
Un año después murió Hillebrand, y Nietzsche no llegó a percibir que sus espíritus se
habían separado hacía ya mucho tiempo.
CARL FUCHS
Otra amistad surgida a partir del círculo de Bayreuth, que
sobrevivió al derrumbamiento de Nietzsche, fue la que le unió con quien más tarde
y durante muchos años sería director de música en Danzig, el organista y conocido
publicista de temas artísticos, Carl Fuchs. Nacido el 22 de octubre de 1838
en Postdam, también era mayor que Nietzsche, aunque sólo seis años.Era un activo y,
sobre todo, tenaz escritor de cartas, cartas que por su extensión eran más
temidas que estimadas en el círculo de amigos de Nietzsche. De todos modos, en ellas
figura algún que otro ensayo importante. Esta amistad se desarrolló, como la que sostuvo
con Hillebrand, en el marco -en este caso de lo más generoso- de un epistolario. De
acuerdo con el testimonio del primer editor del mismo, el primer encuentro personal entre
ambos debió tener lugar en la casa del editor Fritzsch en Leipzig, a finales de 1872.
Según parece, a fines de 1873 tuvo lugar otro encuentro en Naumburg, entre el 22 de
diciembre de 1873 y el 2 de enero de 1874.
Con ocasión de los primeros festivales de Bayreuth tuvo lugar al fin, en agosto de 1876,
el primer encuentro serio. Un encuentro que no transcurrió demasiado felizmente. Las
distancias geográficas vinieron luego a resultar demasiado grandes. Los viajes le
resultaban a Fuchs muy caros; Nietzsche por su parte evitaba el Norte. Pero el viejo y
fiel corresponsal no dejó de asistir, el 27 de agosto de 1900, en Röcken al entierro de
Nietzsche.
La primera carta de Fuchs a Nietzsche debió contener, a lo que parece, el ruego de que le
pusiera en relación con Wagner. Nietzsche se mostró de acuerdo, y el 29 de
enero de 1873 le comunicaba. «En la carta casi sólo se habla de usted: esperemos
tener éxito.» Según parece, en febrero de 1874 Fuchs consultó, y
concretamente a Overbeck, si en Basilea podría conseguir una posición que le garantizase
la vida. Nietzsche le respondió, esta vez con detalle: «Nadie podría aconsejarle a
usted dar tal paso... tendría que ser un loco de una pieza quien le impulsara hacia
delante...; no tenemos ninguna cátedra de música, y no vamos a tenerla, porque en una
ciudad tan escasamente musical como ésta apenas podría conseguir usted más de 2 oyentes
académicos.» El 28 de abril de 1874 aconsejaba asimismo a Fuchs reunir en una
publicación unitaria sus ensayos dispersos por revistas y poco conocidos, poniéndole
como ejemplo sus Consideraciones intempestivas, que por entonces aún planeaba como
una obra compuesta por 13 ensayos. Y al hacerlo, llenaba a Fuchs de elogios, dándole toda
clase de ánimos; pero ya el verano arrojó las primeras sombras sobre su relación. En Maguncia
había quedado vacante un puesto de director de orquesta, y Fuchs pensaba que era
preciso convencer a Wagner para que le recomendara y pusiera su influencia a su
favor, puesto que creía que a través de su editor Schott la palabra de Wagner tenía
gran peso en Maguncia. Nietzsche pasó el ruego a Wagner, pero no obtuvo más que
desvío y muestras de fastidio. Ocurría, en efecto, que Wagner no conocía en absoluto a
Fuchs como director, y le parecía, no sin razón, imprudente salir fiador de cualidades
que no estaba en condiciones de enjuiciar; por otra parte, entre él y Schott había en
aquel momento tensiones por las dificultades financieras en que se encontraba la empresa
de Bayreuth. Fuchs no reveló la menor comprensión respecto de estas razones y se
sintió traicionado y abandonado y tomó muy el rechazo.Confió en sus propias
fuerzas y emprendió una gira de conciertos en el curso de la que consiguió procurarse un
puesto en Hirschberg. De ello informaba el 16 de diciembre de 1874 a Nietzsche en una
carta de 20 páginas, y éste le felicitaba el 21 de diciembre: «No puede usted
imaginarse la alegría que me ha dado con su última comunicación. La verdad es que antes
pensaba siempre en usted con no poca tristeza... Dios sabe lo fatalista que soy siempre
ante toda naturaleza verdadera, y cómo lo he sido ya también respecto de la suya,
diciéndome en voz baja- "nada se puede hacer por él"... me propuse esperar
algo, esperar concretamente acciones y hechos... Ahora ha descubierto usted la pequeña
ciudad en la que podrá convertirse en figura máxima y señor de la música... ¡Quién
no hubiera querido ayudarle a usted hace ya mucho tiempo a conseguir tal! Pero mientras no
se ayudara usted a sí mismo y se llegara de un modo u otro a tal concepción de las
cosas, poco es lo que cabía hacer.» Pero el 11 de agosto no encontraba, con
ocasión de la muerte del hijo de Fusch, ocurrida el 1 de ese mismo mes, otras palabras
que las siguientes.- «Ha sufrido usted, querido y pobre señor doctor, y sería justo
esperar que los que le quieren le procuren alguna alegría. Pero ¡qué difícil resulta
esto a veces! En ocasiones querría uno enmudecer para no tener que comunicar nada, dado
que ordinariamente la comunicación contiene un alto grado de sufrimiento. Ninguno de los
dos estamos en Bayreuth, ya ve qué fastidio... hasta que me digo: "una suerte que
sólo los otros puedan estar ahí". Y enseguida pienso en usted. No están, pues,
todos los "otros" ahí, y mi consuelo es bien incompleto.» Y enseguida
pasaba a describirle su propio estado de salud. Nietzsche creía, en efecto, que podía y
tenía que consolar a Fuchs con Bayreuth. Y el 8 de diciembre de 1875 informaba a Rohde: «El
Dr. Fuchs ha sido invitado a hacer uso del pase del patronato correspondiente a mi hermana
en un ciclo de representaciones a celebradas el año próximo en Bayreuth.» Y el 16
de mayo de 1876 confirmaba este dato en una carta a Gersdorff: «Mi hermana ha
invitado al doctor Fuchs para la tercera serie hace ya algún tiempo; sin esta ayuda no
hubiera podido asistir, como vemos ahora.»
Según parece, la forma de presentarse de Fuchs le pareció un tanto importuna a Wagner,
sumamente ocupado por el tumulto del Festival. Ni siquiera tenía tiempo para el propio
Nietzsche, como éste había supuesto ya, y cabe inferir que le manifestara abiertamente
su enojo. Por su parte Nietzsche, sintiéndose rechazado y, por ello, molesto, y aquejado
a causa de su estado de salud de una gran indolencia, reaccionó contra Fuchs, lo que hizo
que el encuentro entre ambos en Bayreuth diera lugar a una conversación sumamente
molesta, tras de la que, y antes aún de su abrupta partida de Bayreuth, Fuchs se dirigió
el 19 de agosto a Overbeek con una carta en la que tomaban cuerpo sus deseos de
clarificación: «El señor profesor Nietzsche me ha dicho aquí mismo una docena de
cosas como no me las he oído en mi vida de nadie, y en la opinión sumamente desagradable
que tiene de mí, de la que se derivan esos dicta draconianos, se ha reclamado repetidas
veces de usted... De todos modos, Fuchs pareció irritarse especialmente ante «un
comentario que sólo puede hacer un diletante: que ya podemos romper mañana nuestra lira
porque el Festival de Bayreuth ha salido a la luz. "¡Un pianista en estos
tiempos!", comenzaba el señor Nietzsche. Sí, un "pianista", un héroe
perfumado que hace de solista, desde luego... sólo que no soy un pianista, sino
simplemente un verdadero artista del piano, que cree que las sonatas de Beethoven y tantas
otras cosas bellas no han venido a convertirse en superfluas ni siquiera tras de lo de
Bayreuth.»
Fuchs refutó en el futuro del modo más brillante estos reproches de Nietzsche;
supo ser fiel tanto a la obra de Wagner como a la persona de Nietzsche,
como bien pronto viene a reconocerse en una carta de este últitno a von Senger, fechada
en 1877, en la que hay ya un pronunciamiento a favor de Fuchs. El epistolario siguió
creciendo y en ocasiones nos encontramos, entre sus páginas, con un ruego nitzscheano:
protección, por parte de Fuchs, para las óperas de Peter Gast El león
de Venecia y El amante secreto.
MALWIDA von MEYSEMBUG
Cuando por mediación de Cosima se conocieron personalmente,
con ocasión de la colocación de la primera piedra en Bayreuth, hacía ya mucho tiempo
que no eran dos desconocidos. De ahí la caracterización de este primer encuentro a que
procede Malwida en su libro Individualidades: «En una pausa del
ensayo general se me acercó la señora Wagner acompañada de un hombre joven y me dijo
que quería presentarme al señor Nietzsche."¿Cómo? ¿Nietzsche?", exclamé
llena de alegría. Ambos se echaron a reír y la señora Wagner exclamó: "Sí.
Nietzsche." Y a la relevante imagen espiritual (que había hecho suya a través de
sus libros) vino a unirse ahora la impresión de una personalidad juvenilmente agraciada,
amable, con la que el entendimiento fue posible enseguida.»
Malwida, baronesa de Meysenbug, nacida el 28 de octubre de 1816 en Kessel como
hija de un alto funcionario de la corte, tenía 28 años más que Nietzsche y cuando se
encontraron por vez primera personalmente había cumplido ya los 56; era una mujer a la
que muchas luchas exteriores y, sobre todo, interiores habían hecho madurar. En la medida
en que luchó por la libertad para el sexo femenino, valorando como medios para ello tanto
la plenitud de posibilidades educativas para las jóvenes, como la independencia
económica de la mujer, su nombre debe ser situado en la vanguardia absoluta del
movimiento de emancipación femenina de su tiempo, hecho éste que en ocasiones
aproximó su figura un tanto al socialismo de la época, lo que le llevó, como
lógica consecuencia, a tener que romper con su familia. Estuvo unida por los lazos de una
amistad de fibra profundamente humana con el líder socialista ruso Alexander Herzen,
en cuya casa acabó por asumir, una vez superados malentendidos graves y no pocas
dificultades, una tarea acorde con su persona. Tomó la decisión de quedarse soltera
a raíz de una decepción temprana; fue fiel a su prometido, un apóstata que murió
joven. Herzen había enviudado pronto y tenía dos hijas pequeñas cuya
educación puso en manos de Malwida. Eso hizo que fuera desarrollándose en ella una
inclinación tan fuerte a la más joven, Olga, que puede decirse que con el
tiempo Malwida vino a ser corno su madre verdadera, una madre que dedicaba a Olga
casi todo su tiempo y cuya educación vigilaba como si se tratara de la de una hija
propia.
Poco tiempo después de su primer encuentro en Bayreuth volvieron a encontrarse Malwida
y Nietzsche en Munich, donde coincidieron en las representaciones del Tristán
de los días 28 y 30 de junio de 1872. Felices y embriagados por la vivencia
artística que debían al poder mágico de la obra wagneriana, estrecharon su amistad y se
abrieron el uno al otro por vez primera con una franqueza que marcaría su posterior
relación. Más tarde, en en un viaje de ella a Basilea, el 31 de agosto,
Elisabeth Nietzsche y Malwida tuvieron tambien la ocasión de conocerse
personalmente. En esa ocasión, Malwida, le dejó a Nietzsche un pequeño
recuerdo: sus Memorias, publicadas en 1869 en Basilea, que en un principio
abarcaban tan sólo los años comprendidos entre 1830 y 1848, y que estaban escritas
en lengua francesa. En una carta fechada el 4 de septiembre del 72 venía a reconocer
asimismo al amigo al que había hecho aquel presente: «No quisiera que interpretara
mi regalo en el sentido de un gesto de vanidad o petulancia por mi parte. Se trata,
exclusivamente, de la expresión del deseo de poder ofrecer al joven amigo, al amigo tan
rápida y verazmente ganado, al amigo ganado de un modo tan maravilloso, lo que es una
parte de mi propio yo, correspondiendo así, en la medida en que ello me sea posible, a lo
mucho - tan dfflcilmcnte evaluable y tan fuertemente motivador de mi simpatía - que he
encontrado en su hermoso libro.» ¡Un homenaje a El nacimiento de la tragedia que
no podía menos que complacer a Nietzsche!
Entretanto, quien era como hija para Malwida, Olga Herzen había concedido su
mano al historiador francés Gabriel Monod y la ceremonia del enlace nupcial - y
con ella la obligada separación de Malwida y su bienamada hija adoptiva - estaba
próxima. Malwida temía la soledad y llegó incluso a barajar la idea de trasladarse
enteramente a Bayreuth, aceptando la cariñosa invitación de sus amigos, pasando incluso
por alto que a pesar de todo su afecto y veneración por aquel ambiente, incluyendo a Cosima,
había un tono en la casa por el que nunca podría sentirse plenamente feliz en ella. Se
trataba del elemento católico de la personalidad de Cosima, elemento
sobre el que Nietzsche llamaría tan acerbadamente la atención en su ataque al Parsifal
y que tan ajeno le resultaba a Malwida. No podía ésta, en efecto, comprender «que
Cosima dependa tanto de los símbolos y formalismos cristianos.» Olga
no había sido bautizada, y Malwida la había iniciado, al cumplir los 18 años,
en las teorías de los Vedas, «bautizándola en el misterio del atmán». De
ahí que el enlace matrimonial de Olga Herzen con Gabriel Monod, que
tuvo lugar el 6 de marzo de 1873 en Florencia, no fuera acompañado de ceremonia religiosa
alguna. Nietzsche envió como presente personal la Monodie á deux.
El abril de 1874 un certificado médico determinó el futuro destino de Malwida:
tenía que quedarse en Italia. Nietzsche aún le había invitado una vez más a
Basilea, razonándole que su clima era bastante más suave que el de Bayreuth. ¡Qué
lejos todavía de las repetidas quejas que tiempo después le arrancaría el clima de
Basilea! Pero Malwida le respondía el 8 de abril: «... no sabe usted lo a gusto que
hubiera ido a Basilea para ganar un hijo, ahora que he perdido una hija.»
El el 25 de octubre de 1874 Nietzsche le hizo llegar su tercera Intempestiva. En su
cálido escrito de agradecimiento del 15 de noviembre, enviado desde Roma, donde
Malwida se había instalado para pasar el invierno, encontramos una frase que vemos
reaparecer en el Zaratustra, obra en la que vinieron a encontrar acomodo no pocas
sentencias de Malwida von Meysenbug. «Sí, el engendramiento del genio, del artista y
del santo, eso es lo único que importa, y nada, a decir verdad, el aumento del rebaño.
Desde hace algún tiempo esta observación ha sido, curiosamente, el tema de todas mis
cartas a Olga, porque pienso que cuantos optan por proseguir la humanidad creando una
familia, han de hacer suyo del modo más profundo y sagrado este punto de vista, dejando
que su voluntad se guíe por él.» «Crear uno que sea más que los que le
crearon», leemos én el capítulo «Del hijo y del matrimonio» del Zaratustra.
En esta misma carta insistía también - una vez más - en su vieja invitación.
Nietzsche no encontró tiempo para responderle hasta el final de sus vacaciones de
Navidad, que pasó en Naumburg. Había tenido que entregarse de lleno
a la revisión de sus composiciones juveniles y a acabar su Himno a la amistad. Su
carta iba, pues, fechada el 2 de enero de 1875, y en ella daba testimonio de la
importancia de la música como expresión de su ser.
Malwida contestaba ya el 13 de febrero indicando que aquel mismo día había dado
curso a la petición.'I'ras una detallada y entusiástica descripción de la situación de
su vivienda en Roma, y las muchas bellezas naturales y artísticas a que gracias a ello
tenía acceso, daba curso a su viejo deseo: «Poderle tener al fín todo el invierno
aquí, viviendo con usted en el circuito mágico de Roma.» Sin embargo, ambos
se vieron pronto obligados a seguir otros caminos. Malwida tuvo que ir a seguir
un tratamiento en las proximidades de Bad Kreuznach. Y Nietzsche, igualmente, a
seguir un tratamiento, a Steinabad.
Gracias a su voluntad tenaz, pudo ir reconstruyendo ella misma en lengua alemana sus Memorias,
comenzadas en francés en 1869. Llegó así a llenar tres volúmenes, de los que dos
aparecieron aún en el otoño de 1875, y el tercero en febrero de 1876. Nietzsche se
llevó consigo estas Memorias de una idealista al lago Leman, donde pasó las
vacaciones. Las leyó «hasta el final» el 2 de abril, y el 14 de abril, tres días
después de su impetuosa petición de mano a Mathilde Trampedach, reconocía que «nunca
he vivido un domingo tan sagrado.» Y es que ya el prólogo, Malwida,
expone la misma idea que Wagner había expuesto ya en boca de Hans Sachs en Los
maestros cantores, y que venía, en definitiva, a constituir también la sustancia de
la Proclama a los alemanes de Nietzsche: «No me despreciéis a los maestros...
Conceded vuestro favor a su obra, y aunque el Sagrado Imperio Romano se hunda en la
niebla, que el santo arte alemán quede para nosotros.» Malwida hacía suya esta
exhortación a una Alemania en trance de politización creciente: «Sí, pueblo
alemán, no olvides lo mejor: tu espíritu primigenio, el más originariamente tuyo, tal y
como lo ves reflejado en tus genios, en tus altos y nobles espíritus... Tus genios te
indican el camino. Agrúpate en tomo a ellos.»
Además, Malwida puede ser bien considerada como la precursora de lo que constituye la magia impresionista de los escritos posteriores
de Nietzsche y, concretamente, del Zaratustra. «El mar se me presentó a una
luz distinta. Vi romperse sus olas, de un azul profundo, en arrecifes pintorescos,
cubiertos de plantas injuriosas, de mirtos floridos y brezos de ramaje alto... Descansé
en claros torrentes, que corren hacia el mar y rodean pequeños islotes, sobre los que
florecen de manera silvestre adelfas rojas y blancas.» Y en lo que hace a la
vivencia del mundo montañoso (con ocasión del regreso del Sur de Francia a través del
Delfinado), el modelo tiene también sus raíces en Malwida: «Miré hacia las altas
cumbres blancas que refulgían a los rayos de un sol frío, y me pareció ver inscrito con
letra diamantina en el hielo mi destino... "¿Quieres asumir la tarea y no retroceder
ante los sacrificios que te imponga? ..... .. Sí, asumo la tarea; seguiré sin vacilar el
camino solitario por el que marchan quienes buscan la verdad."»
De ahí que Malwida se le representara como un «yo superior», cuya
altura nunca alcanzaba. En este sentido permaneció unido a ella, que fue uno de sus
interlocutores esenciales, cuyos puntos de vista integran parcialmente en su propio
pensamiento, o se pronunció polémicamente contra ellos. Es precisamente en el
Zaratustra donde más evidentes resultan las huellas de este diálogo. Encontramos
así, en efecto, la idea fundamental del capítulo «Del pálido delincuente» en
la conmovedora descripción que de sus vivencias con el revolucionario francés Barthélemy,
a quien veneraba por la nobleza de su carácter, y que llevado de su pasión indomable
vino a convertirse en un asesino, y a acabar sus días en la horca, dejó Malwida: «¡Si
hubiera una justicia como es debido, una justicia que no enjuiciara los hechos de los
hombres de acuerdo con un patrón de medida, sino a tenor de la naturaleza de quien los
comete, y de los motivos interiores esenciales de su acción y de los efectos de la misma,
si esta justicia existiera, Barthélemy habría tenido que ser absuelto, por los dolores
que le colmaban, por los remordimientos de que había sido capaz!» Encontramos otra
idea básica en la dedicatoria - citada por Malwida - que Alexander Herzen puso
en su libro Desde la otra orilla al hacérselo llegar a su hijo: «No
construimos, destruimos; no anunciamos buena nueva alguna, arrinconamos la vieja mentira.
El hombre actual, ese triste pontifex maximus, sólo puede tender los puentes. Otro,
desconocido, futuro, los atravesará. No te quedes en la vieja orilla; resulta preferible
sucumbir con ella.»
Cabría situar tambien a Malwida como una fuerza impulsara que llevó a Nietzsche
a abandonar la cátedra, asumiento su «sacrificio» para entregarse a su tarea
verdadera. También se encontraron en el común entusiasmo por ciertos poetas:
«El único lugar realmente de mi agrado era el viejo jardín del castillo (en Bad
Homburg)... Iba ahí a menudo sola a leer, con singular complacencia, las obras de un
poeta que por aquellas fechas apenas era conocido en Alemania, y nada fuera de ella. Me
refiero a Friedrich Hölderlin.» O al hilo de sus finas y penetrantes
reflexiones sobre el destino del poeta - destino que fue también el de Lenau-: la
locura. El gran peligro que ronda a los hombres excepcionales, dotados de una
fantasía enormemente rica, acabar en la locura, era una amenaza bajo la que ya en 1876
sufría Nietzsche también.
Las Memorias de Malwida.von Meysenbug se revelan, pues, como uno de los libros con
los que Nietzsche mantuvo una relación más fructífera. Lo que a Malwida
le importaba, ante todo, era liberar espiritualmente a su joven amigo de la coacción
y de la necesidad del trabajo docente. Dada su lejanía no podía percibir lo urgente
que estas vacaciones le resultaban a Nietzsche, dado su estado físico general. Y tampoco
Nietzsche le habló mucho de ello en sus cartas, a diferencia de lo que hacía en las
cartas que enviaba a su familia, llenas siempre de lamentaciones. Lo único que conocía
era su debilidad ocular, sobre la que Nietzsche tuvo que ponerle en antecedentes
al explicarle la razón por la que algunas de sus cartas no iban escritas por su propia
mano. De haber podido vislumbrar la situación en su conjunto, no se habría, sin
duda, limitado a invitarle a tomarse un año de vacaciones, sino que le habría instado a abandonar
totalmente la cátedra, como pasó a hacerlo a partir de 1877 y consiguió
que Nietzsche hiciera al fin en 1879, aunque para entonces viniera a
contar ya con un aliado mayúsculo: la poderosa enfermedad y postración del cuerpo de
Nietzsche.
HEINRICH KÖSELITZ
El último conocimiento, y el más cargado, a la vez, de
consecuencias, de estos años es el que trabó con Heinrich Kóselitz, a quien
dio el nombre artístico de Peter Gast, con el que ha venido a ser conocido
también en la investigación nitzscheana.Köselitz es la persona que, juntamente
con la hermana, durante más tiempo y con las menores interrupciones estuvo en contacto
tanto con la persona de Nietzsche como, más allá de su derrumbamiento y de su muerte,
con su obra, y que más ha influido en el posterior destino de ésta. Murió el 15 de
agosto de 1918, por lo que puede decirse que aún asistió a la enorme difusión de
las obras de Nietzsche.
Kóselitz es uno de los pocos amigos más jóvenes que tenía Nietzsche: contaba
nueve años menos. Es posible que su amistad nunca fuera demasiado profunda, ni llegara a
la intimidad del tuteo, a pesar de la proximidad y frecuencia del trato. Siempre quedó un
resto, una barrera no eliminada. De ahí que Kóselitz se mantuviera siempre en
la distancia del discípulo lleno de veneración, como se presenta en sus cartas, y luego
en la subalternidad de un colaborador, de un ayudante casi en el archivo nitzscheano de Elisabeth
Förster-Nietzsche.
Sobre el origen y las bases espirituales de Kóselitz informa con vibrante acento
Carl Fuchs en un prólogo biográfico a su Compendio temático de la ópera «El
matrimonio secreto» de Peter Gast (1890) basado, sin duda, en informaciones verbales
del biografiado: «Peter Gast nació el 10 de enero de 1854 en Annaberg, Sajonia, en
el viejo paraje de las minas de plata de los montes Metálicos, cerca de la frontera con
Bohemia. Al igual que el carácter alemán del sur y el del norte chocan en la cumbre de
aquellas montañas, ambos elementos confluyen también en él por su origen: su padre
(industrial y primer teniente de alcalde) pertenece a una familia patricia de la región;
su madre es vienesa. Destinado por los suyos a ingeniero de montes, pronto obedeció su
impulso interior y se dedicó a la música. En 1872 se trasladó a Leipzig, donde siguió
cursos de filosofía y se preparó para la creación musical. Su profesor principal fue
uno de los más brillantes sucesores de J. S. Bach en su cargo, el profesor E. F. Richter.
En aquella época, en la que la juventud aún se sentía poseída por el sentimiento
profundo de las victorias de los años 70, en la que la esperanza en la realización
posible de los Festivales de Bayreuth no hacía sino crecer, en la que Schopenhauer y
Wagner eran tomados cada vez más seriamente y ejercían un gran poder sobre los
espíritus soñadores, en aquella época entró también en contacto Peter Gast con las
primeras producciones de Nietzsche..., que fueron determinantes para su evolución posterior,
precisamente por ir, partiendo de Schopenhauer y Wagner, más allá de ellos. Tuvo la
sensación, frente a Nietzsche, de estar ante uno de los grandes, ante un visionario de su
pueblo, ante un poder daimónico cuya voz tuvo que hacer suya de inmediato. Impulsado por
esta exigencia, se trasladó en 1875 a la universidad de Basilea.... y pudo gozar de la
amistad y de las enseñanzas de este hombre extraordinario. Se interesaba también de modo
muy especial por las personas y las formas de pensar de Franz Overbeck y Jacob Burckhardt.
Del primero le atraía su condición de máximo conocedor, profundo e imparcial, de la
historia de la iglesia, y del segundo, su condición de conocedor no superado del
arte e historiador de la baja Antigüedad (primer constantinismo) del Renacimiento
emergente.»
El propio Köselitz narra muy plásticamente su primer encuentro y el trato de la
primera época con Nietzsebe en el Prólo
«Cuando en 1872-74 seguía estudios de contrapunto y composición con el catedrático
de Leipzig E. F. Richter, mi amigo Widemann me llamó un día la atención sobre un libro
que le había gustado máximamente.Se trataba de El nacimiento de la tragedia desde
el espíritu de la música. También a mí me causó este libro una impresión
sin precedentes... y como todavía estábamos plenos del estudio de Schopenhauer y de los
escritos de Wagner... creíamos poseer ya en nosotros algunos de los presupuestos modernos
desde los que el libro resultaba inteligible. Dejemos abierta la cuestión de lo lejos que
llegaba nuestra comprensión del mismo. En cualquier caso, percibíamos...que El
nacimiento de la tragedia es una protesta gigantesca del hombre artístico y heroico
contra las consecuencias debilitadoras de la voluntad y del instinto de nuestra cultura
alejandrina... Cuando Nietzsche adujo, apoyándose en David Strauss, un ejemplo de ello, y
en la segunda Intempestiva opuso al árido cultivo de la historia su ideal de la gran
concepción de la misma, con la mayor comprensión de su espíritu creció también en
nosotros la admiración por él, que pronto se extendió a otros. Entre éstos
figuraba el amigo de Widemann, Ernst Schmeitzner. Había optado por dedicarse a la
edición de libros. Schmeitzner fundó en 1874 su editorial en Chemnitz, a donde marchó
con él su amigo Widemann, que le indujo a encargarse de las publicaciones de Nietzsche,
tanto de las antiguas como de las nuevas, a las que Fritzsch había renunciado, así como
de El sentimiento cristiano de nuestra teología actual de Overbeck. «En el
verano de 1875 mi amigo Widemann volvió a Leipzig con la intención de continuar sus
estudios universitarios; allí maduró en nosotros la decisión de trasladamos a Basilea a
causa de Nietzsche. Provistos de recomendaciones de Schmeitzner llegamos, vía Bayreuth, a
mediados de octubre de 1875 a Basilea... Comprando unos libros solicitamos a
quien nos atendía una fotografía de Nietzsche, ya que en el escaparate se veían algunas
de catedráticos de Basilea... Nuestro asombro no tuvo límite--, cuando oímos por toda
respuesta: ¿Cómo, el profesor Nietzsche? ¿Hay un catedrático de ese nombre
aquí?...Cuando poco tiempo después fuimos a cumplimentarle, su aspecto exterior nos
dejó atónitos. ¡Parecía un militar, no un "erudito"!... Como nos
imaginábamos al autor del Anti-Strauss no exento de alguna rudeza, su bondad, su seriedad
interior, la ausencia de todo sarcasmo nos impresionaron literalmente... Daba la
impresión de un eminente autodominio. Severo en lo tocante a sí mismo, severo en lo
tocante a las cuestiones de principio, en su enjuiciamiento de las personas era, por el
contrario, de una benevolencia suma. A nosotros mismos nos favoreció mucho este rasgo
suyo. Nada más vernos ante su presencia nos dimos cuenta ya de ello. "Pero si ya
conozco a los señores", exclamó con dignidad bien entonada. Admirados de tener tal
honor, nos enteramos de que había coincidido con nosotros en aquella librería y de que
nos había tomado por los amigos de cuya llegada estaba avisado por Overbeck. Así
planteadas las cosas, toda nuestra timidez desapareció; la conversación ulterior giró
en torno a nuestros planes de estudio... Como cursos principales habíamos escogido:
"Antigüedades del culto religioso de los griegos" e "Historia de la
literatura griega" con Nietzsche; "Historia de la literatura cristiana hasta
Eusebio" con Overbeck; "Historia de la cultura griega" y "Arte de la
Antigüedad" con Burckhardt... Concertó paseos con nosotros, del primero de los
cuales guardo un vivo recuerdo; Overbeek participaba también. Creí que mi amigo Widemann
estaba más familiarizado con Nietzsche que yo, pero tan pronto como comenzamos a pasear,
la conversación a cuatro se convirtió en dos diálogos: entre Overbeck y Widemann y
entre Nietzsche y yo... El primer tema que discutí con Nietzsche, dada su condición de
músico, fue la polémica Gluck-Piccini... Nietzsche consideraba simplemente imposible una
polémica entre dos gustos tan pronunciados: "El cu-cú difícilmente reconocería
que el gorjeo del ruiseñor también es una expresión anímica adecuada...Nietzsche nos
invitó varias veces aquel semestre a visitarle por la tarde en su casa... En estas
veladas teníamos la dicha de oírle tocar el piano... El toque de Nietzsche era muy
intenso, sin ser duro, adecuado a su forma de interpretar, polifónico, de gradación
diversificada, de tal modo que de su sonido orquestal se destacaban claramente aquí la
trompa o la flauta y los violines, allí los trombones...» Pero no comencé a
tener una relación más estrecha con Nietzsche hasta el momento en que me comunicó que
tenía comenzada, y detenida, una Consideración intempestiva sobre Richard
Wagner. Esto fue aproximadamente a finales de abril de 1876, cuando mi amigo Widemann nos
abandonó para cumplir sus deberes militares. Como Nietzsche vio cuán grande era mi
interés por ese fragmento wagneriano, me lo entregó para que me lo llevara a casa. Leí
y leí con entusiasmo creciente, y cuando se lo devolví no pude menos de decirle que
sería de lamentar que esta Consideración perrnaneciera fragmentaria para siempre. En su
opinión, se trataba de un escrito excesivamente personal y, en consecuencia,
impublicable. Algunos días después me dijo: "Repasando el cuaderno se me ha
ocurrido que tal vez pudiera darle a Wagner una alegría con esas páginas el próximo 22
de mayo (que cumple 63 años). Tendré que mandar sacar una copia." Me ofrecí para
hacérsela y se la llevé. Pareció gustarle y revitalizó su interés por su propio
escrito, de modo que en lugar de mandar la copia a Bayreuth decidió convertirla
en un manuscrito listo ya para la imprenta, acabó los tres últimos capítulos que aún
faltaban, hizo el envío a Schmeitzner y el libro vio la luz como homenaje a Wagner con
ocasión de los primeros Festivales de Bayreuth. A partir de ese momento pasé a ayudar a
Nietzsche bien escribiendo al dictado, bien leyéndole en voz alta, al principio aún
pocas veces, pero hacia septiembre de 1876 ya casi a diario hasta que partió para
Sorrento, y luego en el semestre de invierno del 77/78 hasta mi viaje a Venecia (abril del
78). A partir de la 4ª Intempestiva y hasta finales de 1888 leí junto con él las
pruebas de imprenta de todas y cada una de las obras suyas que fueron sucediéndose, sin
excepción.»
WAGNER COMO ACTOR
En esta apreciación Nietzsche se sabía en coincidencia, si no
incluso bajo la influencia, de Malwida von Meysenbug, que tenía igual
impresión, como explicitaría más tarde, en 1898, aunque en el marco de una opinión
positiva, en su Atardecer vital de una idealista: «Nada tan hermoso como oír
a Wagner leer en voz alta a Shakespeare; parecía como si sólo entonces se entendiera de
verdad al gran dramático, hasta el punto de que una vez le dije en broma a Wagner que se
había equivocado de profesión, que tendría que haber sido actor para interpretar a
Shakespeare.» Nietzsche percibía, por el contrario, claramente los peligros que
acechaban tras esta singular capacidad wagneriana: «El peligro de fingir emociones es
enorme para el artista. Lo embriagador, lo sensual, lo extático, lo repentino, la
movilidad a cualquier precio, ¡terribles tendencias!»... «La desmesura e
ilimitación eran en él naturaleza»... «No hay que ser irrazonable y exigir de un
artista la pureza y el desprendimiento característicos de un Lutero, etc. La
tendencia al éxtasis es en Wagner a menudo incluso brutal y no suficientemente ingenua, y
es puesta además en escena de modo -desmesurado mediante escenas asimismo
desmesuradas»... «Excesos del tipo más sospechoso en Tristán, por ejemplo, los
arrebatos al final del segundo acto.» Y percibe sus flaquezas: «El tirano no
acepta otras individualidades que la suya y las de sus hombres de confianza. El peligro
para Wagner es grande, cuando no reconoce valor, por ejemplo, a Brahms, etc.: o a los
judíos.»
WAGNER RENOVADOR CULTURAL
En su 4ª Consideración intempestiva Nietzssche
entroniza a Wagner como el renovador cultural y el acontecimiento Bayreuth
como el punto de partida del desarrollo necesario de una concepción de la vida
enteramente nueva, de un tipo enteramente nuevo de seres humanos, de una «cultura»
armoniosa y global. «Para que un acontecimiento tenga grandeza tienen que darse cita
dos factores: el gran sentido de quienes lo llevan a cabo y el gran sentido de quienes lo
viven y experimentan... En Bayreuth también el espectador es digno de ser contemplado...
Y así todos los que acuden al Festival de Bayreuth son considerados como seres
intempestivos: su hogar está en algún otro sitio que en la época y encuentran por
alguna otra vía tanto su explicación como su justificación»... Por todo ello,
Richard Wagner en Bayreuth es un escrito profundamente serio, y no exageraba Nietzsche
cuando, al redactarlo, tenía la conciencia del riesgo. Y tanto más cuanto que se
aproximaba a Wagner exigiéndole corresponder a la imagen aquí compuesta, tener
las características, la grandeza de ser el acuñador de una nueva cultura o, cuanto
menos, de querer serlo, es decir, de ser, en suma, como el modelo que --por encima y a
pesar de las dudas que desde hacía tiempo le asaltaban- esbozaba. Que el pensar de Nietzsche
discurría por esos cauces lo demuestra claramente lo que Nietzsche nos dice, 12 años
después, en Ecce homo: «... yo no afirmaría que las Intempestivas
señaladas con los nombres de Schopenhauer y de Wagner puedan servir
especialmente para comprender o incluso sólo plantear el problema psicológico de ambos
casos»... «Ahora que vuelvo la vista desde una cierta lejanía a las situaciones de
las que estos escritos son testimonio, no quisiera negar que, en el fondo, hablan
necesariamente de mí. El escrito Wagner en Bayreuth es una visión de mi futuro;
en cambio, en Schopenhauer como educador está inscrita mi historia más íntima,
mi devenir. ¡Sobre todo mi voto solemne!»... «¡Oh cuán lejos me encontraba yo
entonces todavía de lo que soy hoy, del lugar en que me encuentro hoy...»... «Aquí
toda palabra está vivida, es profunda, íntima; no faltan cosas dolorosísimas, hay allí
palabras que en verdad sangran.» Y he aquí como ve en Richard Wagner en Bayreuth
este Nietzsche- Wagner: «Con la aparición de su virilidad intelectual y moral
comienza también el drama de su vida... Su naturaleza parece simplificada de una manera
espantosa, desgarrada por dos instintos contrarios, en dos esferas desemejantes. Por
debajo hierve una voluntad ardiente, ávida de dominio, hecha de bruscos arrebatos, que
trata de abrirse camino en todas direcciones, por todas las rendijas, por todas las
cavidades... Pero una poderosa aspiración que todos los días se da cuenta de su
impotencia se hace perversa... el que no sabe renunciar a su aspiración... se ulcera, por
decirlo así, y, por consiguiente, se hace irritable e injusto...»
WAGNER COMO PROFETA DEL PORVENIR
Nietzsche espera de Wagner lo que realmente se plantea para sí
mismo: «Sin embargo, la aspiración generosa del artista creador es generalmente
demasiado ardiente, el horizonte de su filantropía demasiado vasto, para que su mirada
pueda ser detenida por las barreras de la nacionalidad. Como las de cada alemán bueno y
grande, sus ideas son supremamente alemanas, y el lenguaje que habla su arte no se dirige
a las naciones sino a los hombres. Pero a los hombres del futuro.» En Wotan,
Brunilde o Sigfrido ha corporeizado y dado vida Wagner a seres «libres del
futuro», y al final Nietzsche se pregunta dónde están, entre los contemporáneos,
los hombres que tienen la fuerza de corresponder a estas figuras, cerrando su trabajo con
la siguiente reflexión asombrosa: «El que hace esta pregunta y no encuentra
respuesta se verá obligado a mirar al porvenir; y si descubriese en un futuro cualquiera
ese "pueblo" que tendría derecho a leer su propia historia en los rasgos
característicos del arte wagneriano, terminaría por comprender también "lo que
Wagner será para este pueblo"...: algo que no puede ser para ninguno de nosotros, no
ya un profeta de un lejano porvenir, como pudiéramos creer, sino el intérprete y
transfigurador de un pasado.»
¿Viene así Nietzsche a ahorrarse ya, para sí mismo, la vocación de «profeta del
porvenir»? Suya era la voluntad de convertirse en uno de esos hombres «libres»,
pero tampoco él podría llegar a serlo sino en la figura artística de su Zaratustra.
SATISFACCIÓN DE WAGNER ANTE LA 4ª INTEMPESTIVA
El 10 de julio, estando Nietzsche dedicado a estos trabajos, publicó
Schmeitzner la 4ª Intempestiva. Las
reacciones de Bayreuth llegaron a vuelta de correo, o sea, tras una rápida lectura, hecha
de un tirón. Wagner le escribió: «¡Amigo! ¡Su libro es formidable! ¿De
dónde le viene tanta experiencia sobre mí? ¡Venga pronto y acostúmbrese con los
ensayos a las impresiones!» Y Cosima le telegrafió el 11 de julio:
«debo, querido amigo mío, la única experiencia reconfortante y elevada de estos
últimos tiempos próxima a las grandes impresiones artísticas. Ojalá le sirva esto como
expresión de gratitud.» Estos fueron los únicos y últimos testimonios de
gratitud y reconocimiento que le llegaron de la Villa Wahnfried, y no sólo
por este escrito, sino en general. En cualquier caso, la satisfacción que causó este
escrito fue tan grande, que Wagner procedió a enviárselo al rey Luis II de
Baviera.
VIAJE MOLESTO A BAYREUTH
La primera etapa de su viaje finalizó en Heidelberg, desde
donde el 23 se trasladó, lleno de molestias, a Bayreuth. El 25 le escribía a su hermana:
«...¡casi he llegado a lamentarlo! Porque mi estado ha sido y es de lo más penoso.
Desde el mediodía del domingo a la noche del lunes, jaqueca; hoy, abatimiento; casi no
puedo ni sostener la pluma. El lunes asistí al ensayo, no me gustó nada y tuve que
marcharme.» Se trataba de un ensayo del primer acto de El
crepúsculo de los dioses. La tensión inicial disminuyó, y con ello mejoró su
estado de salud, pudiendo así asistir a los restantes ensayos de dicha ópera. De ello
informaba el 28 de julio a su hermana: «Entretanto he visto y oído El
crepúsculo de los dioses entero; es bueno acostumbrarse a ello; ahora estoy en mi
elemento.» El 31 de julio aún asistió al ensayo de toda la Valkiria; y
aunque pudo hacerlo desde un lugar oscuro, el esfuerzo a que quedaron sometidos sus ojos
fue, en su opinión, excesivo. Al día siguiente escribía a la hermana. «... la cosa
no va... jaquecas constantes... ¡toda visión, imposible! Deseo irme; carece de sentido
seguir aquí. Siento terror ante cada una de estas largas veladas artísticas; y sin
embargo, no dejo de asistir. En semejante estado de necesidad te propongo: ¡ponte de
acuerdo con los Baumgartner! Ofrece a la madre y al hijo ocho entradas para el segundo
ciclo de representaciones...Podríais alojaros juntos en la casa de Giessel... ¡la
vivienda más barata de Bayreuth! Tendrías que oír los precios que se piden.....Ya estoy
harto. No quiero estar aquí ni siquiera para la primera representación. Prefiero un
lugar cualquiera, con tal de que no sea éste, donde sólo obtengo sufrimiento. Tal vez
podrías escribir también a Schmeitzner y ofrecerle mi entrada numerada para la primera
representación. O... a la señora Bachofen.»
PUESTO SECUNDARIO EN BAYREUTH
Nietzsche poseía un sentido de la autoestima y de la autovaloración
lo suficientemente grande como para saber que con la 4ª Intempestiva había
llevado a Bayreuth el presente espiritualmente más valioso. Creía, pues, poder
esperar con razón que desde la Villa Wahnfried fuera puesto en todas las bocas
y, sobre todo, en todas las manos de los asistentes al Festival, y que su autor fuera
adecuadamente realzado. Nada de esto ocurrió. Wagner no era lo suficientemente
libre como para ello, y sí demasiado inteligente como para seguir ese camino. Con su
empresa teatral se había echado sobre los hombros un trabajo de organización
sencillamente gigantesco, al que se unía el trabajo de investigación y estudio en el
terreno artístico; para conseguir que la empresa prevaleciera siquiera medianamente, se
veía obligado a alternar con «personalidades» carentes de todo interés espiritual,
pero tanto más importantes desde el punto de vista financiero o de la influencia
de que gozaban. Y era lo suficientemente clarividente como para saber que en modo alguno
podía importunar a estas personas, que nunca tuvieron el menor contacto con la
filosofía, con un escrito tan sibilino. Por otra parte, el aspecto tímido de Nietzsche,
adjetivado incluso como demasiado profesoral y digno por Cosima, apenas encajaba
en la sociedad que ahora se agolpaba llena de curiosidad en torno a Wagner. Puede llegarse
incluso a suponer que fue una delicadeza por parte de Wagner no dar de lado a Nietzsche
y a su obra con gesto de compasiva incomprensión. Wagner no era ya, pues,
el amigo amable y paternal de los días de Tribschen, sencillamente porque no
podía serlo. Y Cosima no estaba menos inhibida. Su padre, el abate Franz
Liszt, asistía al Festival como invitado, un invitado que ofrecía la necesaria
bendición y la no menos necesaria legitimación social y cortesana. El abate Franz Liszt y el librepensador Friedrich Nietzsche estaban, desde luego, en las antípodas
espirituales; es de suponer que Cosima quiso evitar el choque. Nietzsche
desaparece incluso de sus diarios. ¡Después de su visita a raíz de su llegada, el 24 de
julio, no vuelve a ser nombrado!
FALLOS EN LA PUESTA EN ESCENA
También tuvo que ser grande la decepción que produjo en él la
realización escenográfica, una puesta en escena cuyos fallos evidentes tuvieron que
salir a la luz ante todo el mundo con ocasión de las representaciones y que suscitaron no
pocos comentarios irónicos en la prensa. Tampoco Wagner debió sentirse en buena
disposición de ánimo, tanto más cuanto que tuvo que darse cuenta de que había exigido
demasiado a la escena de su tiempo. Ni siquiera el mejor maquinista teatral hubiera podido
realizar ciertas cosas con los medios entonces disponibles sin rozar lo ridículo. Para la
iluminación sólo podía contarse con una luz de gas difícilmente modificable; la «luz
activa» de los focos eléctricos móviles no sería realidad hasta 50 años después, con
el escenógrafo ginebrés Adolphe Appia (1862-1928). Tampoco era posible
recurrir, como medio auxiliar, a las proyecciones sobre velos. ¿Cómo dar vida entonces a
las muchas metamorfosis en escena abierta entre el vapor y la niebla? ¿O al arcoiris (en El
oro del Rin) sobre el que los dioses pueden incluso cabalgar? ¿Cómo convertir
actores en «gigantes» de no coincidir casualmente la calidad exigida de voz y un tamaño
corporal anormal? En cuanto al dragón del Sigfrido,
VANITAS EN BAYREUTH
El 12 de agosto llegó el emperador Guillermo I, rodeado del
júbilo del pueblo, aunque sólo se quedó a El oro del Rin y la Valkiria. Sobre
la verdad del dato que Nietzsche recoge en Ecce homo: «Típica la actitud del
viejo emperador, que a la vez que aplaudía con las manos... le decía a su ayudante
"¡Horrible!, ¡horrible!» También el gran duque de Weimar llegó el
12 de agosto y fue recibido bien «públicamente» por Franz Liszt en la
estación. Es de suponer que al lado de todo esto la llegada del desconocido catedrático Nietzsche
significaría bien poco, incluso para Villa Wahnfried. El 13 de agosto trajo un nuevo
incremento en testas coronadas: llegó el emperador del Brasil con su séquito.
Ese mismo día, a la caída de la tarde, fue puesta en el marco del Festival por vez
primera en escena El oro del Rhin. Venía así a reunirse el «público de
Bayreuth»: nueva decepción para Nietzsche. Con la amargura de quien se siente herido
azota y ridiculiza así en Ecce homo: «No es sólo que entonces se me revelara
claramente lo de todo punto indiferente e ilusorio del "ideal" wagnériano, sino
que pude ver bien, sobre todo, cómo ni siquiera para los más próximos y afectados
tenía este "ideal" importancia primordial, que lo tomado con pasión, lo
verdaderamente importante, eran otras cosas. A ello hay que unir la deplorable sociedad de
los señores y señoras del Patronato - y hablo con todo conocimiento de causa, ya que yo
mismo pertenecía al Patronato-, todo muy suntuoso, de lo más aburrido y carente de
nervio musical hasta la modorra... Había venido a reunirse toda la chusma ociosa de
Europa, y entrar y salir de la casa de Wagner era para aquellos príncipes un deporte
más. Y en realidad, tampoco se trataba de otra cosa.» Para comprender a Nietzsche
basta con reparar en quién había allí y cómo actuaba. De ello procura, en tres
informes publicados en el Cartenlaube en 1876, una imagen muy viva y ocurrente Wilhelm
Marr, autodefinido como wagneriano, pero que a pesar de ello puso en circulación el
mote, para la «colina verde» sobre la que se alzaba el teatro, de «monte del
calvario»: «El cielo azul sonreía sobre la ciudad adornada con banderolas y
guirnaldas, que el 12 de agosto aguardaba al emperador alemán, que también era...
miembro del Patronato, como aquí se subraya con satisfacción... El mecenas máximo de la
empresa, el rey Luis de Baviera, que el 8 de agosto abandonó la ciudad, después de...
haber abrazado al "maestro" en señal de reconocimiento... Para el 13 de agosto
se espera una galería de emperadores y príncipes... Sí.... si el estado de la cuestión
oriental lo permitiera, veríamos también en Bayreuth al sultán de Turquía y al khedive
de Egipto (que es igualmente miembro del Patronato).
DESPEDIDA TRISTE
Sobre lo mucho que le afectó la despedida de Bayreuth se conservan
testimonios también del círculo de Bayreuth. Hans von Wolzogen contó, a lo que parece,
que «Nietzsche le visitó entonces; iba acompañado por una hermana que velaba
temerosa porque no se fatigara demasiado hablando; daba la impresión de estar muy
enfermo». De modo similar se expresaba Ludwig Schemann: «El estado en que
encontré a Nietzsche cuando su visita en la mañana del 18 de agosto y las
manifestaciones que tuve ocasión de oírle formaban un contraste muy agudo con el alto
tono general de aquellas horas (así como con su propio escrito). Lo grave de su dolencia
saltaba a la vista.»
LOUISE OTT
Louise Ott era una mujer joven, rubia y de
rara belleza y que había ostentado el nombre de Louise von Einbrod. Había crecido
en Estrasburgo, pero desde 1871, en que el Imperio Alemán se incorporó Alsacia, vivió
en París, donde su marido formaba parte de la sociedad protestante acomodada. Louise era
una mujer de fina cultura, muy musical, conocedora excelente de la música alemana y rusa,
cantaba y admiraba a Wagner. Como tal llegó a Bayreuth, quizá incluso ya para los
ensayos en julio: de no haber confundido Nietzsche algunos hechos (cosa con la que siempre
cabe contar en él) dado el tiempo transcurrido hasta que puso sobre el papel estos
recuerdos, tal vez cupiera inferir esta temprana presencia del siguiente paso de Ecce
homo: «Basta, en medio de todo me marché de allí por dos semanas, de manera muy
súbita, aunque una encantadora parisina intentaba consolarme.» Nietzsche no se
marchó «en medio de todo», sino entre los primeros ensayos y los definitivos, y no
«por dos semanas», sino a lo sumo por ocho días. El supuesto más fiable remite a una
posible mediación del paisano de Louise Edouard Schuré, de Estrasburgo, en el
círculo de Malwida von Meysenbug. Los días de los ensayos, especialmente tranquilos,
debieron ser, sin duda, favorables a encuentros de este tipo.
En Bayreuth corrió, según parece, el rumor de que Nietzsche consideró a Louise
como la futura compañera de su vida hasta que se enteró de que estaba ya casada y era
madre de un niño - Marcel-. En orden a ello se retrajo, y la amistad directa se
convirtió en una de sus amistades epistolares más íntimas y cargadas de sentimientos.
Es posible que esta mujer le hubiera seguido de habérselo pedido él seriamente. Pero la
perspectiva de hacerle cambiar su posición segura y respetable por la falta de asidero de
su existencia de librepensador, una existencia que a él mismo se le antojaba difícil y
arriesgada en su actual situación de fermentación y ruptura, le atemorizó e hizo volver
atrás.
Debió partir antes que Nietzsche, probablemente al final del segundo ciclo, el
día 23. ¿Fue acaso ella quien le retuvo durante tanto tiempo en Bayreuth? Poco después
abandonó él también aquel lugar y le escribió desde Basilea el 30 de agosto: «Cuando
usted abandonó Bayreuth, todo se volvió oscuro en torno mío, era como si alguien me
hubiera arrebatado la luz. Tuve, ante todo, que volver a encontrarme a mí mismo. Pero he
conseguido hacerlo, de modo que puede usted sostener sin preocupación esta carta entre
sus manos. Aferrémonos a la pureza del espíritu que nos llevó a encontrarnos;
mantengámonos fieles en todo lo bueno. Pienso con un afecto tan fraternal en usted, que
podría incluso querer a su esposo porque es su esposo... ¿Quiere usted que le envíe mis
tres Intempestivas? Tiene que conocer usted aquello en lo que creo, lo que me hace
vivir.» La verdad es que no parece fácil inferir de esta carta que apenas hacía un
mes que se conocían; en cualquier caso, Louise había leído ya la Cuarta
intempestiva. Es posible que esta lectura despertara en ella el deseo de conocer al
autor. En el latido de sus dos cartas de respuesta se percibe lo peligrosamente que
Nietzsche debió hacer estremecerse el alma de esta mujer sensible; así, el 2 de
septiembres: «Sus palabras, que tanta nobleza, pureza y fidelidad me revelan, no han
podido menos de llegarme al corazón. ¡He sido tan feliz!» Qué bien que pueda cuajar
entre nosotros una amistad sana y fiel, de modo que podamos pensar, de corazón y sin que
nuestra conciencia nos lo impida, el uno en el otro... Pero no puedo olvidar sus ojos: su
mirada cálida y profunda, descansa siempre sobre mí, como entonces.»Oh, sí, envíeme
sus obras, tengo que conocer mejor a mi preciado amigo.. Pero al hacerlo, no haga alusión
alguna a lo que se dice en su carta ni en la mía. Todo lo que hasta ahora ha ocurrido
debe quedar entre nosotros. Es un tesoro sagrado que no debe pertenecer sino a nosotros
dos solos.» Firmado: «Su nueva hermana Louise».
Pocos días después, el 8 de septiembre, le escribía ya de nuevos: «Querido amigo,
¿cómo encontrar palabras para expresarle la alegría que he sentido al recibir su
hermoso libro?... Sentí inundarse mi corazón de calor y tuve que llorar abiertamente. Y
sin embargo, todo era de felicidad... Quiero leer su obra con usted y pararme en todos los
lugares que no me resultan muy claros, y preguntarle a conciencia... ¿Sabe usted que soy
cristiana? Encuentro mi Biblia hermosa, pura y grande... ¿Cree usted realmente que la
influencia del Cristianismo ha sido - y es - mala? Desde mi infancia sólo he oído cosas
buenas y hermosas sobre mí religión... ¿Por qué no cree usted en lo que Cristo dijo y
prometió? Querido señor Nietzsche... es usted demasiado noble como para reírse de mí
--aunque me encuentre infantil-, por eso quiero sentirme siempre libre y desinhibido
frente a usted. Su escrito sobre Wagner ha ampliado mi perspectiva, y reflexiono
mucho sobre cuanto he encontrado en él. Pero creo que sólo a los grandes sabios y a
algunos espíritus aislados particularmente dotados les es posible sentirse felices y
satisfechos sin religión y sin otra ayuda que la filosofía. ¿Cree usted en una vida
eterna del alma?... Acepte usted toda mi fiel amistad. Louise.»
¡Casi habría que pensar en la Gretchen de Goethe, que pregunta a su Fausto
por su actitud frente a la religión!
Con tono de advertencia y reconociendo su propio desconcierto le contesta Nietzsche
el 22 de septiembre: «... he leído sus dos cartas una y otra vez, casi creo que las
he leído demasiado, pero esta amistad es como un vino nuevo, muy agradable, aunque tal
vez un poco peligroso. Para mí, en cualquier caso. Pero también para usted, si pienso en
la clase de librepensador con el que ha venido a encontrarse. Con un hombre que lo único
que desea es perder cada día tal o cual creencia consoladora, que busca y encuentra su
dicha en esta liberación, cada día mayor, de su espíritu. Es posible incluso que quiera
más ser un librepensador que pueda realmente serlo.» Acto seguido le remite a las Memorias
de Malwida y le pregunta por el pequeño Marcel, que a lo que parece tenía problemas con
los dientes, y le pregunta finalmente: «¿No habrá por ahí una buena fotografía de
cierta mujercita hermosa y rubia? El domingo en ocho días me voy a Italia, para mucho
tiempo. Recibirá usted noticias mías desde allí. Si me escribe a mi dirección de
Basilea... la carta me llegará seguro. Fraternalmente de todo corazón, su doctor
Friedrich Nietzsche.»
Louise vino, seguidamente, a instarle a superar su inhibición, tal y como ésta
podía percibiese en el final tan formalista de la carta anterior, a romper el hielo, a
optar por un discurso más directo. Y por su parte decidió, de cara a este objetivo,
pasarse al francés, idioma en el que se sentía más libre y que conocía, sin duda,
mejor. En octubre o noviembre le comentaba que desearía ser un hada para regalarle la
salud con su varita de virtud, que querría ir a su encuentro y consolarle en su soledad.
Que desearía, en fin, enviarle el rayo de sol que penetraba en su habitación, porque
pensaba que le haría bien, le alegraría y le llenaría de felicidad. Le da las gracias
por su nueva obra y le hace notar que en lugar de escribirle inmediatamente para darle
algo, había preferido profundizar en el libro, dándose así algo a sí misma. No está
siempre «daccord» con sus ideas, pero más allá de cualesquiera posibles
diferencias se sentirían ambos unidos en la alegría de tener lugar un reencuentro. De no
venir él ahora a París, le visitaría ella en Basilea, «dans la saison des fleurs».
Hace una alusión a la primavera y a su «petite amie», que tanta devoción
tiene por su gran sabio y adusto pensador. Expresa con un «hasta la vista» su deseo de
que no se pierdan nunca el uno al otro, y firma como «Votre petite soeur Louise Ott».
Nietzsche no le contestó hasta el 16 de diciembre, en que lo hizo desde Sorrento: «Espero,
mi preciada amiga, que no me haya tomado a mal lo mucho que he tardado en darle noticias
de mi estancia acá y de cómo me va. Pero eso mismo me ha ocurrido con todos mis amigos.
No ha podido ser de otro modo: mís insoportables jaquecas, contra las que no he
encontrado ningún medio seguro, me han obligado a descargar un poco la tensión amistosa
y a hacer una pausa en mis relaciones... Pero me gustaría mucho saber algo de usted... La
traducción francesa de mi escrito sobre Richard Wagner debe estar en camino, y espero que
le llegue para Navidades, conseguir de usted una nueva pequeña señal de vida como esta
carta, un par de líneas, no, varios pares de líneas... Ultimamente se me ha ocurrido,
querida amiga mía, que debería usted escribir una pequeña novela y dármela a leer: se
percibe así globalmente lo que se tiene y lo,que se espera de la vida, y con ello no se
convierte uno en más desgraciado, desde luego. Son los efectos del arte.»
La traducción francesa de la 4ª Intempestiva a que Nietzsche se refería
era la ofrenda amorosa de la señora Marie Baumgartner. Entretanto, también ella
había caído enferma, por lo que no le contestó hasta el 21 de enero, y nuevamente en
francés: ¡no podía escribir una novela! No conocía a la verdadera Louise, la que él
amaba era una creación de su hermosa y desbordante fantasía. Las pausas en la
correspondencia fueron haciéndose cada vez mayores. Finalmente, Nietzsche dejó apagarse
esta relación nutrida de una inclinación mútua genuina, sin haber vuelto a ver nunca a Louise
Ott desde su encuentro en Bayreuth.
LA REJA DEL ARADO
En cuanto a la factura exterior del escrito, siguió fiel al
modelo de las Consideraciones Intempestivas, considerando su nuevo esbozo, al que
puso como título La reja del arado, como la quinta de ellas. Dado el mal
estado de sus ojos, tuvo que dictar, pudiendo contar para ello con Heintich Köselitz
entre finales de junio y comienzos de julio de 1876. Al decir «dictar» se significa que
las ideas habían sido trabajadas ya por Nietzsche en su mente hasta el punto
mismo de su formulación, por lo que tenían ya una fisonomía relativamente acabada; de
modo similar, pues, a como había llegado a conseguir sus composiciones, improvisando al
piano. Esta técnica de composición iba a ser, a partir de ahora, determinante
para su modo literario de producción. La reja del arado nunca llegó, de todos
modos, a ver la luz como 5ª Intempestiva. Constituyó, sin embargo, el
punto de partida de apuntes, de «improvisaciones» nada exiguas en número, que
con el tiempo vendrían a dar algo formalmente diferente: la primera colección de aforismos
de Humano, demasiado humano, que constituye, pues, anteriormente la prosecución,
sin solución de continuidad, de las Intempestivas, si bien con temática sometida
a transformación notable y con un punto de vista filosófico transformado.
INVITACIÓN DE MALWIDA
El 30 de abril de 1876 Malwida había escrito que estaba
buscando un lugar de residencia apropiado, en cualquier caso no tan caro como Roma, para
su protegido Albert Bremer: «Para salvar una individualidad noble estoy
dispuesta a hacer el sacrificio de abandonar Roma e instalarme en un lugar más pequeño,
probablemente Fano, a orillas del mar Adriático... con clima saludable, magníficas
playas, primitivamente barato... Y ahora el segundo punto. No sólo a él, sino también a
usted, quiero ofrecerle ese hogar, al menos durante un año. ¡Tiene que marcharse el
próximo invierno de Basilea! Tiene que descansar bajo un cielo más suave, entre gentes
simpáticas, donde pueda pensar, hablar y escribir libremente lo que su alma siente, y
donde lo rodee un auténtico cariño comprensivo. Ese sería aquí el caso ... Lo que me
hace vacilar es esto: que no sea Roma lo que pueda ofrecerle ... Más tranquilidad habría
realmente allí que aquí, y el clima quizá fuera más de su agrado puesto que, a causa
del mar, es más fresco y estimulante, pero no existirían las sugestiones que hay en
Roma, ni ese fuerte rasgo típico que impregna todo aquí y que, por así decirlo, se
respira en el aire.»
ACEPTACIÓN DE NIETZSCHE
Nietzsche aceptó inmediatamente, cosa extraña en él, dado su
carácter indeciso y vacilante. El 11 de mayo contesta: «Más tarde le diré cuán
oportunas llegaron esas palabras suyas y qué difícil se hubiera hecho mi situación sin
ellas: hoy solamente le comunico: que iré a Fando para vivir un año con usted. Hablé
con el presidente de la curaduría de esta universidad sobre la posibilidad de unas
vacaciones desde octubre de 1876 a octubre de 1877; la respuesta definitiva a mi consulta
la tendré sólo dentro de 14 días, pero ya es completamente seguro que se me concederá
plena libertad para ello: ¡puede usted estar segura!... Estos días he pensado casi
continuamente en el "Fanum Fortunac: ¡para mí será un "templo de la
dicha"!»
AÑO SABÁTICO
El 19 de mayo Nietzsche dirige la petición formal al presidente de
la Curaduría, el doctor Carl Burckhardt.- «Cuando en la Pascua de 1869 acepté mi
cargo en esta universidad e instituto, lo hice en la esperanza de que algún día podría
realizar lo que no me fue posible hacer entonces, a causa del paso repentino de los años
de aprendizaje a los de enseñanza ---a saber, un largo viaje por el sur con miras a una
formación científica más amplia. Diversos motivos personales me determinan a manifestar
mi deseo de que precisamente este año... me sea concedido el permiso para este viaje; de
entre esos motivos sólo voy a resaltar uno: que en los últimos 7 años voy enfermando
progresivamente... y, sobre todo durante el último inviemo..., he llegado a un estado de
salud peligroso... Para el periodo de mi ausencia renuncio completamente, como se entiende
de por sí, al sueldo que vengo percibiendo hasta ahora.»
La Curaduría trató de esta petición el 26 de mayo y decidió: «Se propondrá
al Consejo de Educación la concesión de un año de vacaciones al señor profesor
Nietzsche. Sólo se hará uso de su renuncia al sueldo en el sentido de que correrá con
los gastos de la necesaria sustitución en el pedagogio.» En el escrito adjunto, con
el que se comunicó esta decisión al Consejo de Educación (a quien correspondía la
última competencia en este asunto), el acento fundamental se puso en el mal estado de
salud de Nietzsche- «Los motivos que lo mueven a ello provienen, en parte, de su
salud maltrecha, y, en parte, del deseo de hacer un largo viaje por el sur. Por más que
nos pese, tanto en interés de la universidad como del pedagogio, tener que prescindir de
los excelentes servicios del señor profesor Nietzsche, nos creemos en la obligación de
adherirnos a su deseo... El señor profesor Nietzsche renuncia a todo sueldo durante el
tiempo de su ausencia. Proponemos que no se acepte esa renuncia en su totalidad, sino
sólo en tanto el señor profesor Nietzsche habría de indemnizar a su sustituto en el
pedagogio: Hace ahora siete años que el señor profesor Nietzsche sirve al bien de la
comunidad por un sueldo módico, últimamente de 4.500 francos, y los frutos de este viaje
recaerán en provecho de nuestros jóvenes estudiantes.»
INMUTABLE OVERBECK
Dado que su ausencia de la universidad no le supuso mayores
contraprestaciones monetarias y sabiendo por una carta a su madre del 24 de diciembre que
en Italia pagaba 200 francos al mes, el sueldo que le quedó después de todo, 3.300
francos al año, hubo de resultarle suficiente, viajes incluidos. Los asuntos monetarios
en Basilea y desde Basilea los llevaba ya entonces su amigo Overbeck, «el inmutable»,
como lo llamaba Marie Baumgartner.
ESTADO DE EXCITACIÓN
El día 26 de septiembre se lamenta a Malwida: «Desde mi
regreso a casa me encuentro mal; dicto esta carta desde la cama con horribles dolores de
cabeza. Aproximadamente cada ocho días he de ofrecer una ofrenda de treinta horas a mi
dolencia; por eso me confío total y absolutamente a la convivencia con usted en el golfo
de Nápoles.»
EN COMPAÑÍA DE RÉE Y BRENNAN
Ese mismo día, el 26 de septiembre, escribe a tambien a Malwida: «¿Sabe
usted que el doctor Paul Rée me quiere acompañar, en la confianza de que a usted le
parezca bien? Su agudísima cabeza y su alma respetuosa y sinceramente amable me producen
la mayor alegría... Sus planes, de usted, naturalmente, no han de ser estorbados en modo
alguno, en caso de que esto no entre en ellos.»
EL APÁTRIDA NIETZSCHE
El 29 de Septiembre consigue un pasaporte de la Cancillería de
Estado del cantón de Basilea-ciudad -¡a pesar de que no es ciudadano! Eduard His dice al
respecto: «Este interesante documento se encuentra hoy todavía en el archivo de la
ciudad de Basilea; desempeñó un papel varias veces en la vida de Nietzsche... En primer
lugar ha de sorprender el hecho de que las autoridades cantonales de Basilea juzgaran
pertinente expedir ese pasaporte a un apátrida. Sin embargo esto estaba legalmente
permitido entonces (concordato internacional con respecto a la concesión y a los
formularios de los pasaportes, del 22 de junio y 2 de julio de 1813, ratificado el 9 de
julio de 1818). También la ley federal del 3 de diciembre de 1850 "referente al
apatrismo", permite la expedición de un pasaporte a una persona no suiza por parte
del cantón, dejándolo, de todos modos, a su propio "riesgo" (Art. 21). Del
contenido del pasaporte se sigue que allí Nietzsche no es designado como ciudadano de
Basilea, sino sólo como catedrático de la universidad de Basilea. Con ello el pasaporte
tenía solamente el significado de una carta oficial de protección y de salvoconducto
para un funcionario basileo. Las autoridades de Basilea tuvieron tanto mayor motivo para
concederle tal carta de protección y salvoconducto cuanto que, si no, él, como persona
no inscrita, hubiera podido tener dificultades en el extranjero, cosa que hubiera podido
causar mala impresión con respecto a la universidad de Basilea. El hecho de que para
Nietzsche se usara un pasaporte impreso en francés se explica porque iba a un país
románico (Italia). El pasaporte de Nietzsche lleva la clausura "valable pour un
an"; formalmente, pues, su validez habría caducado ya el 29 de septiembre de
1877. Sin embargo Nietzsche usó ese mismo pasaporte hasta su hundimiento final... ; para
ello le fue prorrogado todavía en 1883 y 1885 por plazos más cortos en los consulados
suizos de Génova y de Niza. Parece que el pasaporte sólo volvió a manos de las
autoridades basileas cuando el 10 de enero de 1889 Nietzsche fue intemado en el
manicomio Friedmatt de Basilea.» Al darse de baja formalmente en el centro de
empadronamiento de Basilea Nietzsche volvió a interrumpir por segunda vez (la primera fue
en 1870 durante su ida a filas en la guerra) su residencia, con lo que perdió
definitivamente la posibilidad de nacionalizarse, para lo que entonces se exigían como
mínimo 8 años de empadronamiento ininterrumpido.Y dado que nunca recuperó su
nacionalidad alemana, a la que renunció en 1869, fue siempre ya un apátrida, o,
según el término suizo, que en el caso de Nietzsche resulta especialmente oportuno, una
persona sin patria.
EN BEX CON PAUL RÉE
Un año más tarde, Rée, recuerda las tres semanas con Nietzsche en
Bex: «Fueron en cierto modo la luna de miel de nuestra amistad, y la casita apartada,
el balcón de madera, las uvas y Le Sage (su novela Gil Bias), componían la imagen de un
estado perfecto, aunque Stella no hubiese estado.» (Quién era esa «Stella»,
un personaje de E. T. A. Hoffmann, Y a cuál de los dos amigos «hacía caso»,
es algo que permanece inaclarado.)
VIAJE ACCIDENTADO A GENOVA
El 19 de octubre Nietzsche y Rée continúan viaje desde Bex,
primero a Ginebra y desde allí a Génova. Nietzsche vuelve a reaccionar a las fatigas del
viaje con uno de sus más fuertes accesos. ¡Esta vez habla de 44 horas! El 22 se vuelve a
encontrar bien y da una vuelta en barco por el puerto. ¡Entra entonces por primera vez en
su vida en contacto con el mar!
DE GENOVA A NAPOLES
Brenner describe este viaje a sus familiares de Basilea: «El
viaje en barco desde Génova hasta Nápoles fue magnífico y barato... El último día
hubo algo de tormenta. Uno tras otro fueron desapareciendo de la mesa a la hora de la
comida ... Nietzsche aguantó mucho tiempo. Yo no sentí ni el mínimo mareo ... A la 1 de
la noche, ayer..., llegamos al puerto, y fuimos suficientemente insensatos como para
querer ir todavía a Nápoles, en lugar de permanecer en el barco. Así, nos encontramos
en una estrecha barca que llevaban cuatro remeros. Estaba bastante oscuro, no se oía
sonido alguno, sólo de cuando en cuando algunas palabras incomprensibles de los
sospechosos remeros. Comencé a ver fantasmas y mantuve firme mi puñal desenvainado bajo
el abrigo de ladrón, el sombrero de copa en la cabeza, cuya elegancia en la profundidad
del puerto maldije. Desembarcamos en un apartado puertecillo donde apenas llegaba ya la
luz. Vinieron unos soldados de costa, que parecían ladrones y nos exigieron una propina.
A continuación los 4 remeros tomaron nuestras dos maletas y comenzaron a andar por la
desierta calle hacia la Chiatamone, pensión allemande, que es donde nosotros queríamos
ir. Nietzsche, Rée y yo tuvimos que vigilar a los portadores del equipaje: marchaban
separados por una distancia de 20 a 30 pasos. Apenas creía que nos condujeran
correctamente... pero puesto que mi abrigo ondeaba recordando al de un ladrón y todos
nosotros aparecíamos algo ojerosos y ajados, es decir, en todo caso, extraños, llegamos
felizmente.»
LLEGADA A SORRENTO
Todavía no estaba decidido el lugar donde se quedarían; se
decidió primero, en el transcurso del día 26 de octubre, buscar al día siguiente una
pensión en la cercana Sorrento, como escribe Malwida el 28 de octubre a su hija adoptiva
Olga: «Anteayer por la noche fui con mis tres caballeros al Posilipo; había una
claridad divina, realmente mágica; sobre el Vesubio flotaban majestuosamente nubarrones
de tormenta; de sus llamas y de su sombrío color rojo-negro surgía un arco iris; la
ciudad resplandecía como si estuviese hecha de oro puro, y al otro lado quedaba el mar,
azul profundo... Fue tan maravilloso que los caballeros estaban como ebrios de entusiasmo.
Nunca he visto a Nietzsche tan animado. Reía de alegría. Después de considerarlo en
todos sus detalles se decidió ir a Sorrento; así pues, ayer nos mudamos aquí, con un
tiempo espléndido, y fuimos directamente a la pensión allemande que nos quedaba en el
camino, Villa Rubinacci, que yo ya había visitado últimamente y que agradó
tanto a los señores que decidieron inmediatamente quedarse. Es realmente hermoso esto, y
cómodo, por cuanto los caballeros tienen su zona totalmente delimitada, de modo que yo no
sufro molestia alguna.... Aquí somos nosotros nuestros propios dueños y la patrona
alemana es una criatura bondadosa. Trina tiene mucho trabajo... Por todos los lados hay
terrazas. Las ventanas del salón tienen directamente en frente Nápoles, resplandeciente
al sol, mi querida Ischia y el Vesubio. Ante la casa hay un auténtico bosque de olivos y
naranjos, que forma un primer plano verde ante el cuadro.»
SILENCIO ELOCUENTE DE NIETZSCHE
El día de llegada (27 de octubre) habían ofrecido sus respetos en
casa de los Wagner, que estaban en Nápoles desde el 5 de octubre y permanecieron hasta el
7 de noviembre, para ir después, primero, a Roma. El «elocuente silencio» de
Nietzsche en sus cartas es un testimonio inquietante de lo profunda que era la
separación.Mientras que en la época de Tribschen, y todavía años después,
toda reunión con Wagner, e incluso cualquier signo de vida recibido, era comunicado a
todas partes, ahora sólo una tarjeta postal a Marie Baumgartner contiene la frase:
«Los Wagner viven a cinco minutos en el hotel Victoria», y una tarjeta del 1 1 de
noviembre, dirigida a Overbeck, esta otra: «Los Wagner se han marchado hace algunos
días a Roma.» El 18 de noviembre simplemente indica a Marie Baumgartner la
dirección de Wagner en Roma, seguramente a petición suya.
MUERTE DEL MAESTRO RITSCHL
En la noche del 8 al 9 de noviembre, la muerte arrebató a
Friedrich Ritschl, maestro querido y admirado, a pesar de todos sus desacuerdos con el Origen
de la tragedia. Sólo en enero de 1877 Nietzsche encuentra la presencia de ánimo
suficiente - él echa la culpa a su salud - para escribir una carta de condolencia,
profundamente sentida, a la viuda, Sophie Ritschl, que también en algún tiempo
había hecho las veces de madre para él: «Qué a menudo me ha venido a la cabeza
desde aquel triste anuncio la figura del gran maestro querido, con qué frecuencia ha
dejado que vuelvan a pasar en mí espíritu aquellos lejanos tiempos de convivencia casi
diaria con él y he sopesado las innumerables muestras de su índole veraz y benévola.
Estoy contento de poseer, en una carta, un testimonio precioso, de los últimos años, de
su inalterada cordialidad e indulgencia para conmígo, y de sentirme con derecho a
imaginar que, aunque no me podía dar la razón, sí me daba su confianza, hiciera lo que
hiciera. Creí que él iba a vivir todavía el día en que yo le manifestara públicamente
mi agradecimiento y mi respeto, como mi corazón deseaba hacer desde hace tiempo.»
LA VIDA EN SORRENTO
Así Brenner, en cartas a sus familiares de Basilea: «Vivimos
algo apartados de Sorrento, en la parte en la que sólo hay jardines, villas y casas de
jardinero. Toda esta parte es como un convento. Las callejuelas son estrechas y están
señaladas a ambos lados por muros dobles de la altura de un hombre, sobre los que se
alzan naranjos, cipreses, higueras y emparrados, que engastan bellamente la franja azul
del cielo. Puesto que las pocas casas, la mayoría de las veces, quedan dentro de los
muros, uno parece encontrarse en un laberinto... Nosotros mismos vivimos en una
"Villa Rubinacci"... Un bosquecillo de naranjos nos separa del mar: desde el
bosquecillo hay que bajar casi verticalmente, ya que Sorrento está sobre una roca...
Tenemos dos grandes terrazas, que dan al mar y a las montañas. Y sin embargo la casa no
es relativamente barata, sino absolutamente; no elegante... » «A las 8 bebemos
café Nietzsche, el doctor Rée y yo. Comemos a la 1 y otra vez a las 7 y vamos temprano a
la cama.» Y algo más tarde: «El modo de vida sigue siendo el mísmo: a las 7 y media de
la mañana, desayuno; de 9 a 1 0 dicta Nietzsche (pero no un nuevo escrito); de 10 a 1 1,
paseo; de 1 1 a 12, pandectas. Hasta las 3, comida y siesta. Hasta las 5, paseo o, cuando
llueve, trabajo ... » «Andan por aquí ahora músicos ambulantes con sus gaitas. En
cada casa se les pide que toquen una misa ante el cuadro de María de la casa, y por ello
reciben comida y dinero... Vivimos como en un convento. Las habitaciones de Nietzsche, del
doctor Rée y la mía son contiguas. Me levanto todas las mañanas a eso de las seis y
media. Eso se lo debo a Nietzsche, que me despierta... Eso importa mucho puesto que me
encuentro mejor de salud y, además, así nos levantamos los tres a la vez, y juntos vamos
a pasear y desayunamos juntos va todo mucho mejor; en un cuartel se soporta lo que sería
insoportable de tener que hacerlo solo... La última semana, todas las mañanas, hicimos
Nietzsche y yo una marcha de 3 horas, y no pequeña, sino nada menos que hasta los altos
montes del golfo de Salerno, detrás de Sorrento.» Brenner informa animosamente del
levantarse. «Temprano, a las seis y media, toca, en una capilla al lado, con tono
quejumbroso, una campana. Entonces grita Nietzsche «amigo Brenner»; sólo después de la
tercera llamada responde Brenner. Al mismo tiempo suena una cerilla en la tercera
habitación: el doctor Rée mira el reloj y anuncia en voz alta la hora. Pronto se oye en
la habitación de Nietzsche el ruido del agua al escanciarla, a lo que en las otras
habitaciones responden largos ecos, seguidos uno de otro.»
Por su parte Malwida, en su Atardecer vital de una idealista, fija otro
aspecto del idilio: «Los Wagner se marcharon a fines de noviembre, y sólo entonces
comenzaron realmente nuestras veladas de lectura. Teníamos un surtido grande y excelente
de libros, pero el más hermoso entre toda esa variedad era un manuscrito tomado por un
alumno de Nietzsche... de las lecciones de Jacob Burckhardt sobre cultura griega...
Nietzsche añadía comentarios orales, y, con seguridad, difícilmente se habrá dado
nunca una exposición tan magnífica y completa sobre esta época cultural, la más
hermosa, de la humanidad, que ésta, tanto por escrito como oralmente... Cuando acabamos
las lecciones de Burckhardt, leímos a Heródoto y a Tucídides. El último me produjo la
más profunda admiración... Por la mañana del 1 de enero de 1877 di yo sola con
Nietzsche un paseo a lo largo del mar y nos sentamos sobre una protuberancia de la roca...
Todo era hermoso como en una mañana de primavera... Ambos teníamos el ánimo más
tranquilamente armónico posible... y finalmente llegamos a coincidir en que la verdadera
meta de la vida ha de ser el afán por la sabiduría. Nietzsche dijo que al
hombre auténtico todo debe servirle para eso, incluso el sufrimiento, y que, en ese
sentido, él bendecía también el último año de su vida, lleno de padecimientos... Qué
suave, qué transigente era Nietzsche todavía entonces, cómo su naturaleza amable y
buena mantenía todavía el equilibrio de su intelecto corrosivo. Qué alegre podía estar
todavía, qué éfusivamente podía reir... Cuando nos sentábamos por la noche juntos,
Nietzsche cómodamente en la tumbona, tras la pantalla, el doctor Rée, nuestro amable
lector, a la mesa, donde ardía la lámpara, el joven Brenner al lado de la chimenea,
junto a mí y ayudándome a pelar naranjas para la cena, decía yo con frecuencia
bromeando: "Representamos realmente una familia ideal".»
IDEAS SOBRE FUNDACIÓN DE UNA MISIÓN
Malwida concibió el plan de ampliar esto y «fundar
una especie de misión», para conducir a personas maduras de ambos géneros a un
desarrollo libre de la vida intelectual más noble, con el fin de que esparcieran luego
por el mundo la semilla de una nueva cultura espiritualizada... Nietzsche y Rée estuvieron
inmediatamente dispuestos a participar como profesores. «Yo, afirma Malwida,
estaba segura de atraer a muchas alumnas... para convertirlas en las más nobles
representantes de la emancipación de la mujer.» Buscaron juntos «locales» y
encontraron en la playa grutas apropiadas para. ello. Como modelo tomaron el peripatos,
no las modernas «escuelas». Pero la lectura tomó otro rumbo y la orientación
filosófica de Nietzsche se alejó del idealismo. Esto puso fin a todo
ese tipo de fantasías.
MEJORÍA EN LA SALUD DE NIETZSCHE
El mismo Niezsche cuenta a Naumburg el 7 de diciembre de 1876: «Ahora
estoy otra vez mejor. El clima es muy suave, Rée se bañó ayer en el mar. Voy mucho de
paseo; estómago y sueño siguen muy bien.» También Malwida había escrito a su
hija el 20 de noviembre: «Nietzsche dijo últimamente que nunca se había sentido tan
bien en su vida y que nunca se volvería a sentir tan bien. Y realmente le va mejor; dijo
que comenzaba a vislumbrar de nuevo lo que era salud.» Y el 9 de diciembre: «A
Nietzsche comienza a irle mejor, lo que constituiría para mí una gran alegría, ya que
he sido yo la que lo indujo a venir y soy ahora, además, su médico, es decir que, tan
pronto como amenaza un acceso de dolor de cabeza, hago que se dé un baño de pies con
ceniza y sal, le doy polvos de bromuro, hago que se ponga un emplasto detrás de la oreja,
le doy de comer algo regularmente y más a menudo, etc. Así se vencerá al fiero enemigo,
que ya no aparece regularmente cada ocho días, y con menos fuerza, cuando lo hace. Está,
además, el ir temprano a la cama, el pasear en medio de este aire revitalizante, etc., en
una palabra, ya puede trabajar más horas durante la mañana y a menudo está muy
alegre.»
RECAIDAS EN SU SALUD
Pero de todos modos seguía habiendo recaídas, como escribe
Nietzsche el 15 de diciembre a casa: «Acabo de pasar un día muy malo. Por lo demás
me iba mucho mejor... Paseo mucho. He abandonado totalmente cualquier trabajo, incluso el
dictar y el discutir. ¡Qué será de mí» Y al día siguiente a Seydlitz:
«Tenemos un tiempo tan dulce que uno de mis amigos se baña casi diariamente en el mar;
yo subo a la montaña e intento evitar el dolor de cabeza -hasta ahora realmente sin mucho
éxito.» Algo más sumariamente resume el 24 de diciembre a casa: «Estoy mucho
más fuerte; todavía ninguna indisposición de estómago. Pero todas las semanas un día
de fuerte dolor de cabeza; y así siguen las cosas.»
NAVIDADES EN SORRENTO
Esas navidades Nietzsche las pasó con su amigos en Sorrento. Allí
es testigo de la conmovedora sorpresa de Navidad que Malwida había escenificado
para por la noche y que su hija describe así: «Yo arreglé el fondo de nuestra
larguísirna sala... con plantas y arbolitos que iban unidos por guirnaldas de
yebra; sobre el suelo, detrás de las plantas, coloqué lámparas... Todo se ve tan
mágico, las plantas arrojan sombras sobre el techo fantásticamente. Sobre la mesa
redonda delante del sofá había un maravilloso ramo de camelias y rosas, enviado por la
patrona; allí había para Nietzsche un gorro de dormir de seda roja con una larga borla
roja, de los que se tejen aquí en Sorrento... ; más allá un enorme abanico de cuerda
para proteger sus ojos. Y al lado el siguiente verso- "Protege la cabeza del amigo,
la sede de tan nobles ideas, y que su boca siga manifestando a menudo para el bien del
mundo."
REPROCHES DE COSIMA
Nietzsche escribió a Cosima en Navidades, para su cumpleaños, lo que ella
le agradece cordialmente el 1 de enero de 1877, y le confiesa que en la iglesia, a donde
había acompañado a dos de sus hijas, no había conseguido atender al sermón, sino que
había meditado con recogimiento interior en la carta de su amigo, hasta que «el canto me
indicó que el problema aritmético allá arriba estaba solucionado. Se había alegrado
realmente por su carta de Navidad y de cumpleaños, pero la preocupó su noticia de que se
apartaba de la doctrina de Schopenhauer. Ella siente el peligro que hay allí y
le escribe. «Pero me interesaría mucho escuchar las objeciones que tiene usted
contra nuestro filósofo.»
NUEVOS APOLOGISTAS DE WAGNER
Wagner se había rodeado mientras tanto de apologetas de «raza
inferior»: Richard Pohl y Hans v. Wolzogen iban a publicar una revista en favor
de Bayreuth que él quería darla a la editorial de Schmeitzner. Nietzsche rehusó
la adhesión a ello, aunque nada más fuera porque consideraba el asunto no
suficientemente maduro. El 8 de enero de 1877 escribió a Köselitz: «Wagner ha
aprendido el miedo, pero no la espera.» (La idea y la formulación se refieren al
Sigfrido
¡El no se ponía al lado de «Nohl, Pohl, Kohl» (Ecce homo)!
VISITA A LA CONSULTA DEL DOCTOR SCHRÖN
Esta era la atmósfera a la que había llegado la idea de la «Comunidad
de espíritus libres», respecto a la cual Nietzsche escribe el 20 de enero de 1877 a
su hermana: «La "Escuela de los educadores" (también llamada convento
moderno, colonia ideal, université libre) flota en el aire ¡quién sabe qué pasará! En
espíritu ya te hemos nombrado a ti para la dirección de todos los asuntos
administrativos de nuestro centro de 40 personas.» Pero, al mismo tiempo, en
una postal del mismo 20 de enero comienza: «¡Tan de repente no puede curarse
un mal arrastrado durante años! De nuevo dos días en cama, y también después malos
días», y el 18 de febrero en una carta a su madre: «Mi estado general ha sido
muy malo otra vez, casi desesperado... En el curso de una semana estuve dos veces en
cama... El profesor Schiess (en Basilea), consultado al respecto, lo encontró preocupante
si no disminuye pronto; me aconsejó tratarme médicamente en Nápoles. (Nápoles cuenta
con una extraordinaria facultad de medicina en su universidad.) Estuve allí y me
entrevisté con el médico más famoso, el profesor Schrön; y ahora estoy de nuevo en
tratamiento... Todos los medios actúan muy despacio, dado el estado tan avanzado de mi
dolencia de cabeza. No vale la explicación de un catarro de cabeza, pero ahora sé con
toda exactitud cómo está constituido el mal. ¡La primera consulta y el primer
reconocimiento hechos concienzudamente! --Sorrento, óptimo para la cura; sobre todo
famoso, con razón, como lugar de cura para los ojos.» Más instructivo es el
informe del 20 de febrero de Rée a la hermana de Nietzsche: «El se encuentra hoy muy
bien. El veredicto de Schrön de que un padecimiento así puede hacer estragos durante
años y después, de repente, desaparecer, y la seguridad de que no se trata de un tumor
cerebral o algo parecido, sino de una afección neurálgica, así como el tratamiento
prescrito por Schrön, todo eso ha tranquilizado mucho a su hermano.»
VACIO TRÁS LA MARCHA DE PAUL RÉE
Una carta de Nietzsche a Rée del 17 de abril, o sea una semana
sólo después de la partida de Rée, pinta un cuadro horroroso del vacío interno y
externo de la nueva situación: «Nada está más vacío que su habitación sin Rée.
Hablamos y callamos mucho del ausente; ayer se constató que su "aparición" me
ha perdido. Por las noches jugamos al molino. No hay lectura.... ¡Querido amigo, cuánto
le debo! ¡No debe perdérseme nunca!»
IDEA DE ABANDONAR LA CÁTEDRA
Y así él escribe el último día que estuvo en Sorrento (7 de mayo
de 1877) a su fiel Overbeek, a Basilea: «No hay ni que pensar que en el otoño vuelva
a asumir mis cursos: ¡vamos pues!, por favor, ayúdame algo y comunícame a quién (y
bajo qué título) tengo que dirigir mi propuesta de dimisión. Que permanezca por ahora
secreto tuyo; la decisión me ha resultado difícil, la señorita v. Meysenbug la
considera absolutamente imperiosa. Tengo que contar todavía durante años, quizá, con
mí dolencia.»
VIAJE ACCIDENTADO EN BARCO HACIA GENOVA
Nietzsche informa de sus impresiones del viaje a Malwida v. Meysenbug
en una larga carta: «La miseria humana durante una travesía en barco es horrible y,
sin embargo, ridícula propiamente; algo así como lo que me sucede con el dolor de
cabeza, que a veces aparece cuando el estado corporal es exhuberante... Por cierto que ya
conocía con toda exactitud el peor grado del mareo de la época en la que me torturaron,
en alianza fraternal, un fuerte dolor de estómago con otro de cabeza: fue un
"recuerdo de tiempos casi extinguidos". A ello se añadía la incomodidad de
tener que cambiar de postura de tres a ocho veces cada minuto, y esto día y noche: y a
continuación tener en la máxima cercanía, durante la comida, los rumores y las
conversaciones de los compañeros de mesa, lo que resulta repugnante por encima de toda
medida. En el puerto de Livorno era de noche, llovía: a pesar de ello quería ir a la
ciudad; pero las advertencias que el capitán me hizo a sangre fría me retuvieron. Todo
en el barco sucedía con gran ruido, los orinales saltaban y adquirían vida, los niños
gritaban, la tempestad rugía; "mi destino era un eterno insonmio", hubiera
dicho el poeta. La salida del barco (el 10 de mayo) trajo nuevos padecimientos... ¿Sabe
usted cómo llegué al hotel? Yo tampoco. En resumen, estaba bien... ¡Allí me eché
rápidamente en la cama, y con mucho dolor! El viernes, con un tiempo oscuro y lluvioso,
me animé a medio día y fui a la galería del Palazzo Brignole; y curiosamente,
la visión de esos retratos de familia fue lo que levantó mi ánimo y me entusiasmó; un Brignole
a caballo, y en los ojos del poderoso corcel todo el orgullo de esa familia -¡vaya
contrapunto a mi deprimida humanidad! Personalmente aprecio más a Van Dick y a
Rubens que a todos los pintores del mundo. Los demás cuadros me dejaron frío, a
excepción de una Cleopatra moribunda de Guercino.
NADA DE CLASES EN EL PEDAGOGIO
El 17 de junio volvió Niezsche a ocuparse de los asuntos docentes,
en carta a Overbeek: «No he dado ningún paso en lo que se refiere al asunto de
Basilea; habla, por favor, con Fritz Burckhardt, a ver si puedo confiar que se me libere
del pedagogio bajo las mismas condiciones (pecuniarias) que este año, mientras no me
sienta esencialmente mejor. No puedo escribir cartas largas por mí mismo; ¡ayúdame,
buen amigo!» Nietzsche decide ahora hacer un nuevo intento por dar clases en
la universidad, pero las horas del pedagogio han de serle quitadas. Esto se lo plantea de
nuevo el 1 de julio a Overbeck.
DISPENSA EN EL PEDAGOGIO
Overveck le contesta a vuelta de correo (el 3 de julio) que no
habría problema ninguno con la prolongación de la dispensa en el pedagogio.
PROGRAMACIÓN DE SUS CLASES
Nietzsche envía un programa para el semestre de invierno
al decano de la facultad, que en ese momento era el catedrático de filosofía Hermann
Siebeck: «Estimado colega, aun cuando mi salud no es en absoluto tal que pueda
encarar con alguna confianza el próximo invierno, quiero sin embargo contar todavía con
los meses que restan hasta entonces; quizá mejore. Para el caso de que pueda impartir
cursos, he elegido estos tres:
»I. Las Coéforas de Esquilo. 3 horas semanales.
»2. La Retórica de Aristóteles. 2 horas semanales.
»3. En el seminario filológico: 'elegiacos griegos. [1 hora semana].
»Muy agradecido por sus buenos deseos, quedo servidor suyo Dr. F. N.»
VIAJE A ROSENLAUIBAD
El 10 de junio, a las cinco de la mañana,
Nietzsche abandonó Ragaz y por tren llegó a Lucerna, vía Zürich, desde donde continuó
en diligencia, a través del paso Brünig, hasta Brienz, donde llegó a las 9 de la noche
con fuertes dolores. «Pasé una noche y una mañana malas; a mediodía a Meiringen en
diligencia; por la tarde tres horas a pie con guía hasta Rosenlauibad. Aquí soy el
único huésped que queda, como de costumbre. ¡Muy hermoso, sin exageración! No hay
viento, bosque de abetos. Hasta ahora todo va bien», así escribe dos días más
tarde a casa. Si hoy se va en el autobús del correo, ya por una carretera, aunque
regular, desde Meiringen hasta Rosenlaui («laui» = alud), apenas puede uno
imaginarse que un día pudo necesitarse un conocedor del lugar como guía para llegar, por
intrincados caminos forestales, hasta el solitario hotel. Se trata de la más extrema
soledad que Nietzsche buscó jamás. El 25 de junio describe su estancia a sus parientes:
«Lugar, alrededores, comida, todo ello muy bueno. El aire suave y agradable desde por la
mañana temprano hasta por la noche. Pero debo precaverme contra largos paseos, tuve que
expiarlo ya dos veces (pasaron dos días antes de que pudiera recuperarme pasablemente ...
). Siempre que la tormenta flota en el aire tengo dolor de cabeza. ¿Quizá no es todavía
suficiente altura? (algo más de 4.000 pies). Estoy muy solo, aunque pasan por aquí
muchos ingleses. Con el tiempo la estancia tiene que resultar buena. Es mi tipo de
naturaleza.» Y en una carta sin fecha a Malwida v. Meysenbug: «Rosenlauibad,
aire y -lugar de cura con suero de leche. Bonito cuarto de recepción con piano. La
mayoría de las habitaciones cubiertas con alfombras- baños en agua de sosa, alcalina y
muy suave. Apenas se conoce el viento. Sólo antes de la salida del sol el aire, por lo
regular, es más fresco; por el contrario, las noches son sorprendentemente suaves hasta
muy tarde. Médico en Meiringen (distancia, dos horas y media). Cómodo viaje de vuelta a
través de Thun, Interlaken, Brienzersee, Meiringen ... »
PASEOS SOLITARIOS COMO MODO DE TRABAJO
Ccomo después en la Engadina, Nietzsche realiza en Rosenlauibad
paseos solitarios por caminos apartados. Es una parte de su «modo de trabajo»;
sobre ella informa a Overbeck a finales de agosto: «Ahora mís pensamientos me
impulsan hacia adelante; tengo un año tan rico (en resultados interiores) tras de mí; es
como si sólo se necesitara retirar la vieja capa de musgo de la profesión filológico
diaria y obligada, y todo apareciera verde y suave... Si tuviera en alguna parte una
casita; pasearía, como aquí, horas diarias e idearía lo que más tarde, a escape y con
plena seguridad, pondría en el papel, así lo hice en Sorrento, así lo hago aquí, y
así es como he conseguido mucho de un año en general desagradable y deslucido.» La
plasmación de ese largo «diálogo consigo» se encuentra, en parte, en las
cartas a los amigos y, en parte, en anotaciones, que, ampliando el material de Sorrento,
llevaron al libro de aforismos Humano, demasiado humano.
OPOSICIÓN ABSOLUTA A TODO TIPO DE RELIGIÓN
Por esta época Nietzsche comenzó a colocarse en una
oposición absoluta a la religión --a todas las religiones--- y a la filosofía desde sus
comienzos y hasta Schopenhauer. Éste se enredó en la singular paradoja de que
las religiones y las filosofías, que explican la esencia del hombre como determinada
absolutamente «desde fuera» o por una instancia metafísica, postulan
el libre albedrío y, con ello, la autorresponsabilidad del hombre,
entendida como «moral», mientras que Nietzsche intenta mostrar que las
explicaciones metafísicas son errores - aunque inevitables para la mayoría de los
hombres -, con lo que niega el libre albedrío y quiere ver al hombre totalmente determinado
por motivos fundados en sí mismo, sobre todo la búsqueda del placer, y,
por tanto, irresponsable, y no moralmente responsable.
EL ACONTECIMIENTO LIPINER
Otro acontecimiento, además, le obliga a separarse claramente del
entorno suyo hasta entonces. Ya en la segunda mitad de junio le había escrito Paul
Rée desde Jena que se le había presentado un tal Siegfried Lipiner como
autor de un poema épico, El Prometeo desencadenado. Procedía de Viena, del
círculo de admiradores de allí, y admiraba también a Nietsche por sus escritos y
«estaba ávido» de conocerlo personalmente. Rée pintaba al exaltado visitante como no
especialmente «apetitoso de conocer». Más mordaz era la caracterización de
Rohde en carta del 29 de junio: «Hace poco estuvo aquí un tal señor Siegfried
Lipiner, amigo del docente privado de filosofía de aquí, Volkelt. Uno de los más
patizambos de todos los judíos, pero con un rasgo no falto de simpatía, tímidarnente
sensible, en su horripilante cara de semita. Es un gran admirador de tus escritos, miembro
de una "asociación Nietzsche" de Viena; estaba literalmente entusiasmado
contigo, y afirma haberte enviado su libro, El Prometeo desencadenado. Yo he de
preguntar si lo has recibido: si no, te quiere enviar inmediatamente un segundo
ejemplar.» Rée y Rohde no descubrieron a Lipiner el lugar de reposo de
Nietzsche porque sabían cuán urgentemente necesitaba tranquilidad el amigo y lo querían
preservar de las molestias que le pudiera causar Lipiner. Pero Lipiner fue sin
más tardar a Naumburg y recibió de la madre de Nietzsche la información
deseada, junto con una fotografía del amirado. Y entonces, el 3 de agosto, envió un
segundo ejemplar de su obra (el primero parece que efectivamente se perdió en alguna
parte en el viaje a Sorrento) a Rosenlaui con una carta apasionadamente admirativa.
Nietzsche leyó el largo poema y se entusiasmó con él. El 28 de agosto escribe a Rohde
al respecto: «Hace poquísimo viví un auténtico día sagrado con el Prometeo
desencadenado. Si el poeta no es un verdadero"genio", entonces ya no sé lo que
es uno: todo es maravilloso y a mí me parece como si en ello encontrara mi ego e
Lipiner se reconoció como judío en un agradecido escrito de respuesta.
Nietzsche había aprendido en poco tiempo, por su íntima amistad con Paul Rée y
ahora por su admiración por el poeta Lipiner, a perder aquella altanera aversión a
los judíos que las iglesias cristianas habían mantenido despierta durante siglos
por la pretensión de poseer ellas solas la verdad, y que desde la fundación del Imperio
comenzó a desarrollarse en un anti- semitismo político que fue fomentado activamente por
las «Bayreuther Blátter» y por todo el movimiento cultural de Bayreuth, y
menos por Wagner mismo. Para Nietzsche ya era tiempo de distanciarse claramente también
de esto. ¡No podía sospechar que, con ello, ya ahora había puesto los cimientos del
irreparable conflicto posterior con su propia hermana!
FRACASO EN LA VUELTA A BASILEA
El 30 de agosto confiesa a Marie Baumgartner: «Ahora cada
vez tengo más claro que fue propiamente el desmesurado esfuerzo que me tuve que imponer a
mí mismo en Basilea, lo que hizo que finalmente cayera enfermo; la resistencia se había
roto por fin. Sé, siento, que existe un destino más alto para mí que el que promete mi
puesto, tan considerado, de Basilea... ; "Estoy sediento de mí" --éste ha sido
propiamente el tema permanente de mis últimos años... Ahora le manifiesto también mi
conciencia de que no vuelvo a Basilea para permanecer allí. No sé cómo van a
desarrollarse las cosas, pero mi libertad......la conquistaré.»
EL ASUNTO EISSER
El viaje más significativo de esa época es el que
Nietzsche emprende a Frankfurt, donde permanece desde el 3 al 7 de octubre para un
reconocimiento médico pormenorizado por el doctor Otto Eiser y un amigo de
éste, el oftalmólogo doctor Krüger. Otto Eiser, nacido en 1834, era el hijo
del médico frankfurtiano Gustay Adolf Eiscr, un hombre polifacético, dotado sobre todo
en las artes de las musas y con el don de la palabra, para quien su profesión significaba
primordialmente una obligación ética respecto al prójimo. Eiser se había
entuasiasmado con la obra de Wagner y poco después de los primeros festivales de
Bayreuth fundó una asociación Wagner en Frankfurt. Le interesaba todo lo que sucedía en
el círculo de Bayreuth, y así fue como topó con la 4ª Intempestiva de
Nietzsche, Richard Wagner en Bayreuth
La casualidad quiso después que el doctor Eiser y Nietzsche llegaran a estar muy pronto
en inmediata cercanía: mientras Nietzsche estaba en Rosenlaui, Eiser pasaba las
vacaciones de verano en la cercana Meiringen. Al volver Nietzsche de la vuelta que dio con
su hermana por el Zugersee y después de la frustrada búsqueda de Malwida y de su familia
en la zona del Thunersee, hizo una parada en Meiringen, camino de Rosenlaui, y allí se
topó con el doctor Eiser. El 27 de julio informa sobre ello a Malwida: «En Meiringen
encontré, comiendo, a un tal doctor en medicina Eiser de Frankfurt que paseaba todos mís
escritos por el Oberland bernés; le hice una consulta médica y encontró que Schrón me
había tratado con dosis homeopáticas.» Y el 4 de agosto: «El doctor Eiser me
dio la alegría de visitarme aquí (Rosenlaui) con su esposa durante cuatro días; hemos
intimado mucho y sobre todo: yo he conseguido el médico más solícito que me podía
desear. Estoy ahora, pues, bajo su régimen: ¡bastante buenas esperanzas! Tiene
experiencia, es hijo de médico, en la cuarentena, tengo en gran consideración a los
médicos de nacimiento.» Eiser, como médico, hubo de impresionarse profundamente
por el crítico estado de salud del admirado, y sobre todo consideró extremadamente
urgente un análisis y un tratamiento de la dolencia de ojos más escrupulosos de lo que
habían sido hasta entonces. Cuando Nietzsche llegó a Basilea el 1 de septiembre
encontró, entre otras, una carta del doctor Eiser, que mientras tanto había
regresado a Frankfurt, «quien como médico exige que vaya pronto a Frankfurt para
asesorarme nuevamente».
Eiser, inmediatamente después de la llegada de Nietzsche a Frankfurt, se dedicó
a su paciente, e hizo que le viera también el oculista doctor Krüger.El 6 de octubre
resumió sus propias conclusiones y las del doctor Krüger en un informe de cuatro
octavillas. En él constataba un considerable quebranto de la retina en ambos ojos,
de gravedad muy diferente, que tiene que producir «casi con seguridad, una conexión
causal de los ataques cefalálgicos con la afección de ojos», pero que sólo es uno de
los motivos, «al que ha de añadírsela el otro: una predisposición en la irritabilidad
del órgano central», cuyo motivo lo supone Eiser en la excesiva actividad
intelectual. Como terapia y profilaxis contempla el doctor Eiser «narcóticos,
quinina o cosas parecidas», pero ninguna «ingerencia curativa de tipo heroico», es
decir, ninguna cura violenta, ninguna fatiga, sino, ante todo, un comportamiento
dietético en el más amplio sentido: «evitar absolutamente leer y escribir durante
varios años... apartarse de todo estímulo luminoso fuerte... Evitar cualquier esfuerzo
corporal y espiritual extremo. Intercambio metódico de trabajo y descanso. Cuidadosa
vigilancia de las digestiones... para lo que han de evitarse las comidas picantes de
difícil digestión, y, sobre todo, las bebidas excitantes (como café y té fuertes,
vinos de mucho cuerpo, etc.). De lo dicho se sigue también que hay que evitar
cuidadosamente todos esos llamados endurecimientos, sea por vestidos o por sombrero
excesivamente ligeros, por una temperatura de la habitación excesivamente baja, por
exagerados ejercicios de andar o incluso por experimentos hidroterapéuticos.» En el
curso de los años Nietzsche
El 13 de octubre llega a Bayreuth una carta del «amigo Nietzsche», en la que cuenta
«cosas malas de su salud», seguramente el resultado de los análisis frankfurtianos.
Pero adjunta «un bonito manuscrito de un tal doctor Eiser de Frankfurt» que - a juzgar
por esa expresión - no era todavía conocido por los Wagner. Wagner seguía
interesándose vivamente todavía por el destino de su joven amigo, y, por medio de Hans
von Wolzogen, hace llegar a ese médico avezado la pregunta por el diagnóstico y en todo
caso por las esperanzas que éste deja. Eiser contestó el 17 de octubre: «Tras
pocos días de convivencia en Rosenlauibad pude considerar nuestras relaciones como
auténticamente amistosas y duraderas. Mientras más me alegraba esta orgullosa
conciencia, con mayor preocupación veía aparecer, más inquietante cada día, la imagen
de una grave enfermedad en los padecimentos de Nietzsche. La descripción de sus
molestias, de su aparición, de su curso hasta ahora, me llenó de grave inquietud, pero a
la vez de la mayor extrañeza de que hasta entonces no hubiera existido ningún
tratamiento coherente, ni siquiera un examen médico detenido del largo y penoso proceso
de la enfermedad. Este estado de cosas justifica que yo requiriera al profesor Nietzsche a
visitarme en Frankfurt...» A continuación, más detalladamente que lo había hecho
en su informe, Eiser expone a Wagner, en su carta, los resultados, suposiciones, temores y
esperanzas. ¿Contravino con ello Eiser el secreto profesional? Pudo remitirse a
la confianza, a la fidelidad y a la fe que existe entre auténticos anigos, y, en efecto,
Wagner se atuvo a ello. También al llegar más tarde la ruptura, siguió manteniendo el
secreto confiado, pero ahora, en una carta del 27 de octubre, confesó al médico, que
tanto se preocupaba del amigo, su propia y precisa sospecha, haciéndole considerar si
todo el mal no se debía a una perversión del impulso sexual; para ello Wagner
se remite a casos paralelos que él conocía y que, como observador y conocedor de hombres
que era, le habían llamado la atención. «También fue muy importante para mí
últimamente la noticia de que el médico consultado por Nietzsche hace algún tiempo en
Nápoles le aconsejó por encima de todo casarse», lo que Wagner probablemente
había sabido por Malwida v. Meysenbug, quien estaba al tanto de la conversación con el
profesor Schrön y a quien el propio Nietzsche confiesa abiertamente el 1 de julio de
1877, en relación con los proyectos matrimoniales: «He vuelto a tener todo un año
para reflexionar y lo he dejado transcurrir en vano; y sin embargo sé ya hace tiempo que
sin esto no se puede contar ni siquiera con un alivio de mis males.»
Cuando Nietzsche supo más tarde -1883- de esta correspondencia, y lo supo
desfigurado por datos falsos, lo interpretó como una maldad de Wagner, como un
intento de difamación, lo que acarreó, después del distanciamiento de lo que Wagner
representaba en el arte, el distanciaminto personal también. Durante cinco años
todavía, Nietzsche soportó el funesto error, hasta que en 1888 descargó esta decepción
en el terrible ataque a Wagner.
El único que podía haber intervenido para aclarar y atenuar las cosas era Otto
Eiser. Pero ya desde 1882 estaba totalmente rota la relación de ambos, que ya hacía
tiempo no era muy estrecha; Eiser no volvió a saber nada de Nietzsche. Eiser murió
ocho años después del hundimiento espiritual de Nietzsche; vivió, por tanto, todavía
toda la tragedia humana del hombre que había admirado en otro tiempo, pero también la
significación y el prestigio crecientes de Nietzsche. Pero ante todo ello, el hombre, el
antiguo amigo y el médico Eiser permaneció mudo.
IMPOSIBLE DAR CLASES EN EL PEDAGOGIO
Para el otoño de 1877 todavía hubo de alimentar algunas pocas
esperanzas de poder cumplir totalmente sus obligaciones contractuales, incluidas las horas
del pedagogía. En este sentido, a comienzos de agosto escribe a Paul Rée desde
Rosenlaui: «A primeros de septiembre estaré de nuevo en Basilea... Se retomará
todo, universidad y pedagogio: un intento.» Sólo cuando a comienzos de octubre tuvo
los informes médicos que le prohibían durante años la lectura y la escritura, se vio
obligado, primero por acuerdo privado y de palabra, a mantener a sus expensas la
sustitución para el resto del curso escolar; sólo despues del comienzo del semestre, el
17 de octubre, hizo la petición oficial a la curaduría para que se le prolongara
provisionalmente la sustitución durante medio año: «Después de que durante todo un
año - gracias al favor que se me hizo concediéndome la vacación - he intentado
recuperar mi salud por todos los medios y cuidados imaginables, he de confesarme al final
de ese plazo, por desgracia, que no he conseguido en absoluto ese objetivo; un cuidadoso
examen médico realizado últimamente por tres médicos me proporcionó la triste certeza
de que son de temer peligros mucho mayores, con respecto a mi vista sobre todo, y de que
he de decidirrne a tomar medidas mucho más estrictas todavía. La recomendación de los
médicos es unánime en el sentido de que habría de abstenerme absolutamente durante
varios años de leer y escribir... Si pienso, además, que los dolores de cabeza me roban
uno o dos días por semana, me veo obligado, para poder cumplir mis obligaciones
académicas durante el invierno, aunque nada más sea mal que bien, a presentar a la alta
autoridad educativa la solicitud de prolongación de mi dispensa del puesto docente en el
pedagogio; y esto aparte de que muy probablemente me veré obligado a nuevas decisiones
sobre toda mi actividad pedagógica aquí.»
PRESION SUAVE
El presidente de la curaduría, el senador Carl
Burckhardt-Burckhardt, hizo que circulara rápidamente la petición de Nietzsche
entre los miembros de la curaduría, con una propuesta de concesión; todos accedieron a
ella, sólo el senador y doctor en medicina Friedrich Müller (1834-1895) añadió:
«Puedo adherirme a la propuesta del presidium dado que el mismo profesor Nietzsche tiene
en perspectiva una pronta y definitiva decisión; en otro caso me hubiera parecido bien
una presión suave.» ¡No tenían, por tanto, todos los miembros de la curaduría la
misma paciencia! Ya el 22 de octubre pudo el presidente enviarlo al Consejo de Educación,
cerrando su escrito de acompañamiento con las siguientes palabras: «Tal como son las
circunstancias actuales, cree la curaduría que no es posible hacer otra cosa que liberar
por este invierno al profesor Nietzsche de la impartición de las clases de griego en el
tercer curso del pedagogio, esperando entretanto sus próximas decisiones, y encargar de
la prosecución de la clase al señor doctor Achilles Burckhardt.»
SOLICITUD ABANDONO DEFINITIVO
Es de suponer que Nietzsche fue informado por el presidente
Carl Burckhardt - sea directamente o por Franz Overbeck - de la «presión
suave» que obligara a una pronta decisión y esta vez a su debido tiempo. A
Nietzsche hubo de resultarle claro, finalmente, y sin «presión» alguna, que no podía
prolongar ad calendas graecas esta situación provisional. Por ello, el 11 de
febrero de 1878 (esta vez con la debida antelación) elevó al presidente de la
curaduría la solicitud de una definitiva separación de las obligaciones de la enseñanza
en el pedagogio.- «Dado mi continuado estado precario de salud, tuve en los últimos
tiempos la intención de presentarle a usted una solicitud para darme de baja de mi puesto
como profesor en todas las escuelas superiores de esta ciudad. Sin embargo el consejo de
mi médico y su opinión de que no hay que desesperar de una recuperación que me coloque
de nuevo en la situación de cumplir mis tareas, al menos, en la universidad, me ha movido
a limitar mi petición de separación definitiva de mis obligaciones al pedagogio... y a
manifestar a la vez mi pesar personal por tener que separarme de un centro en el que he
trabajado con gusto.» Nietzsche se remite en el escrito al informe adjunto del
profesor doctor en medicina Rudolf Massini, que el 9 de febrero había expuesto al
departamento de educación: «El señor profesor Nietzsche padece desde hace varios
años una gran sobreexcitación de su sistema nervioso; con cuidados prolongados es
previsible que vuelva a desaparecer, y es de esperar que la actividad pedagógica del
paciente pueda volver a ser plena, aunque sólo después de algún tiempo. Para esto
necesita, mientras tanto, de los mayores cuidados y, en cualquier caso, durante años, de
vacaciones largas y total reposo entre los semestres.»
El doctor Eiscr, que obviamente conocía con anterioridad el diagnóstico de Massini,
escribe el mismo 9 de febrero de 1878 a Overbeck: «La dependencia de los ataques
cefalálgicos de la dolencia de ojos era la débil hipótesis que me hacía pensar, si no
en la curación, sí quizá en el alivio y en un estado soportable de los padecimientos de
Nietzsche. Pero al lado estaba siempre la otra alternativa de un mal independiente,
estrictamente material, del cerebro, cuya prognosis sería mucho más desconsoladora:
parece que la fatal posibilidad se ha convertido, por las observaciones del colega
basileo, en fatal certidumbre.»
MUERTE DE BRENNER
El 17 de mayo de 1878 murió su joven amigo y seguidor Albert
Brenner, sin haber cumplido todavía 22 años. Tuvo que tener un final terrible en
medio de dolores. La última época la pasó en Basilea, en el hospital, donde parece que
sus gritos de dolor se oían más allá, con mucho, de las calles próximas. Como tan a
menudo, cuando Nietzsche era afectado fuertemente por una impresión, también esta vez
cayó en su «silencio elocuente.» Sólo escribe a Köselitz el 31 de mayo: «Quiero
callar muchas cosas, la muerte y los últimos tiempos atormentados de Brenner.»
MADRE REQUIERE ENERGICAMENTE A HIJA
Igual de prematuramente acabó el intento de llevar una casa
propia con el asesoramiento solícito y protector de la hermana. En estos años no se
detecta rastro alguno todavía de un enturbiamiento en las buenas relaciones de los
hermanos. Tuvo que haber, pues, motivos extraños para esta disolución, y no puede
eludirse la sospecha de que fuera la madre, en Naumburg, la que volviera a exigir
enérgicamente a la hija. Además, según su opinión, el hijo debía casarse, con lo
que Elisabeth quedaría otra vez libre para dedicarse solamente a su cuidado.
No hay que excluir que la aversión posterior, surgida al comienzo de su locura, de
Nietzsche a la madre, tenga sus raíces aquí: en que en una fase decisiva de su
vida ella no tuviera la comprensión suficiente para lo que él necesitaba más
urgentemente. Pero por el momento Nietzsche evita cualquier queja al respecto. Sólo
a von Seydlitz le escribe el 11 de junio de 1878: «Dentro de 14 días se hará la
gran mudanza: mi querida hermana regresa para siempre con mi madre.» Hubo que volver
a dejar ya la vivienda arreglada cuidadosamente por Elisabeth sólo a final de
año y amueblada fundamentalmente con pertenencias de Naumburg.
NUEVO ALOJAMIENTO
Nietzsche tuvo que regresar a su antigua existencia de soltero. Para
ello encontró un sencillo alojamiento en la Bachlettenstrasse 11, parterre, a
donde se mudó en julio de 1878 y donde permanecería hasta finales de semestre en la
primavera de 1879, es decir, hasta su despedida de Basilea. Su nuevo hogar era más bien
reducido, pero estaba en un lugar bastante despejado, a la entrada de la ciudad
(¡entonces todavía!), en una de las calles orientadas al cercano pueblo de Binningen,
por encima mismo del parque zoológico, abierto en 1874, y con vistas, más allá de él,
a la cercana colina de St. Margarethen. El sitio proporcionaba a Nietzsche la tranquilidad
necesaria y le obligaba además a una pequeña caminata diaria hasta el edificio de las
clases; y del caminar diario Nietzsche esperó siempre mejoría para su estado.
PLAN DE DIETA
En su nueva vivienda, Nietzsche, se traza un minucioso plan de
dietas y de ocupación diaria: «200 semanas. Cada semana un plan semanal.
Determinación de las comidas, de los tiempos de lectura, de los lugares y tiempos de
paseo, de las lecturas. El domingo temprano, informe semanal con cruces y nueva semana. -
revisíón cada mes. 6-7 paseo. 7-8 desayuno. 8-9 preparación. 9 a 10 paseo. 10-11 clase.
11-12 Pfaltz o Burckhardt. 12,30-1,30 comida. 1,30-4 amigos en casa, dormir, leer. 4-7
fuera. 7-8 cena. 8-9,30 reposo. Comida: caldo de Liebig, un cuarto de cucharilla de té
antes de la comida. 2 trozos de pan con jamón y 1 huevo. 6-8 nueces con pan, 2 manzanas.
2 jengibres. 2 biscuits. Cena: 1 huevo con pan. 5 nueces. Leche dulce con 1 galleta o 3
biscuits.» Este plan no puede haber sido trazado durante el tiempo de la vida en
común, tampoco antes del año de vacación, puesto que estas notas se encuentran en una
de las páginas finales de un cuaderno con proyectos para Humano, demasiado humano. Lo
más pronto hay que situarlo a finales del verano o en el otoño de 1878; ¡y entonces
Nietzsche hace planes para 200 semanas, cerca de 4 años, incluidas las «clases»!
ADMIRACIÓN AL GENIO TRÁGICO
En la Universidad de Basilea comenzó a producirse aquella
admiración que a menudo emana de hombres amenazados por la enfermedad o la desgracia;
sólo esa amenaza completa el «acorde del genio», que conduce a la gloria y cuyos
sonidos aislados explica Lange-Eichbauml- «Talento genial (majestas), rendimiento
intelectual (fascinans), un apasionado o profundo interés objetivo
(enérgicum)
LECTURAS DE NIETZSCHE EN ESTA ÉPOCA
Sólo en el semestre de verano de 1878, después, por tanto, de la
aparición de Humano, demasiado humano, sacó de la biblioteca de la universidad
unos pocos libros: Historia de la poesía alemana en los siglos Xl y XII de
Scherer, Brahma y los brahmanes de Haug, aconsejado por Lipiner, que le había
escrito entusiasmado por él y calificando, en el mejor sentido, a ese autor como
«rival» de Nietzsche, y Tratados completos de Paul de Lagarde. Retiene esos
libros durante todo un año, hasta su partida de Basilea. Resulta dudoso si realmente
llegó a leerlos. Mientras que él y Köselitz corrigen las pruebas de Humano,
demasiado humano, pide, además, el 11 de marzo de 1878 a su editor Schmeitzner (al
precio de librería) Griesebach, la literatura alemana a partir de 1770 y una
traducción barata de la Historia de la literatura inglesa de Taine. El 14 de abril
vuelve a escribir a Schmeitzner: «Quiero el catálogo de anticuario de Brockhaus
sobre literatura inglesa y francesa, especialmente sobre traducciones alemanas del
francés y del inglés», y el 23 de abril 124: «Quiero un par de libros
todavía. Rénan: Diálogos filosóficos. Traducidos al alemán (aparecido en 1878).
Taine: El surgimiento de la Francia moderna, tomo 1, Leipzig, Günther.» Seguramente
fue Jacob Burckhardt quien llamó su atención sobre Taine; precisamente había alabado
esa obra ya el 17 de abril de 1877 a su amigo Friedrich von Preen. El Taine sí
parece que lo leyó, puesto que el 20 de junio de 1878 se vuelve a dirigir a Schmeitzner:
«A la vez el deseo de recibir la continuación de Francia de Taine, así como Libro
clásico de Lieder de E. Geibel (Berlín, Hertz).» Al cumplimentar el pedido tuvo
que someterse una equivocación, puesto que el 1 de julio reclama a Schmeitzner: «Estimado
señor editor, pedí el clásico (no el español) libro de Lieder de Geibel. ¡Escribo tan
diabólicamente ilegible que se confunde en uno lo antiguo y lo romántico!
Lo siento, saludos cordiales, suyo F. N.»
APARICIÓN DE HUMANO,DEMASIADO HUMANO
En los primeros días de mayo aparece en el mercado: Humano,
demasiado humano. Un libro para espíritus Libres. Dedicado a la memoria de Voltaire en el
aniversario de su muerte, 30 de mayo de 1778, por Friedrích Nietzsche. Este
largo título, algo barroco, fue acortado después, en la segunda celición aparecida en
1886 en la editorial de E. W. Fritzsch, desapareciendo la dedicatoria. Lo que ya ahora
había desaparecido era toda referencia al puesto académico de Nietzsche en Basilea.
ENTUSIASMO DE BURCKARDT ANTE Humano....
Jacob Burckardt se dirige a su amigo el barón von Preen,
escribiéndole el 10 de diciembre de 1878: «¿Ha notado que Nietzsche da en su libro
una media vuelta hacia el optimismo? Por desgracia su estado de salud (debilidad total de
ojos y perenne dolor de cabeza con fuertes crisis cada pocos días) no es en absoluto el
motivo de este cambio. Es un hombre extraordinario; respecto a todo mantiene un punto de
vista peculiar, madurado personalrnente.» Y Nietzsche mismo escribe el 31
de mayo de 1878 a Köselitz, que Burckhardt «repetidamente lo ha llamado "el
libro soberano"», lo que ya había contado el 12 de mayo también a Rée.
REGALOS ANÓNIMOS DESDE PARIS
El 30 de mayo, el día del aniversario de la muerte de Voltaire,
Nietzsche tuvo ocasión de experimentar una gran alegría con motivo de su libro: recibió
de París, de un remitente que quiso permanecer en el anonimato, un busto de Voltaire,
por cuyo genio él se había sentido inmediatamente atraído cuando el 6 de abril de 1876
visitó su refugio en Femey, Ginebra. Nunca se supo quién fue el delicado
donante, ni si hay que buscarlo en el círculo Monod- Meysenbug o atribuirlo a la
bondad de la señora Louise Ott.
FELICITACIONES DE PAUL RÉE
El 24 de abril de 1878 Nietzsche había redactado un escrito de
acompañamiento para el ejemplar que la editorial regalaba a Paul Rée (fue la
única carta de acompañamiento que escribió en esta ocasión, a causa de su debilidad de
vista), que acababa con estas palabra: «A usted le pertenece, a los demás se les
regala.»
Lo que sintió Rée por todo ello, lo muestran sus cartas de agradecimiento, como la del
10 de mayo. «¡Oh, mi más querido amigo, que magnífica sorpresa! No
quepo en mí de placer y me he precipitado sobre él como una hambrienta fiera de presa.
Esos temas, que a fin de cuentas son los que más me interesan a mí, unidos con millares
de recuerdos personales y referencias casi a cada frase, hacen de él para mí el libro de
los libros. Tengo la misma impresión que alguien que vive algo en lo que ya ha soñado de
antemano... pero que se ha vuelto medio a olvidar ... y de repente ahora (el sueño) se
presenta ante mí como realidad física ... Veo a mi propio yo proyectado hacia afuera en
proporciones agrandadas. Si me es lícito mostrarme un poco atrevido, entonces permítame
decirle: ¿qué clase de hombre es usted? -desde luego no un hombre, sino un
conglomerado de hombres: mientras que cada uno de sus muy diferentes amigos se tortura
para componer el talento - el único preciso con el que cuenta - y darle brillo, y emplea
en ello todas sus energías, usted posee todos esos diferentes talentos, algunos en mayor
grado, algunos en el mismo... Si los alemanes ahora no se hacen amigos de los psicólogos,
emigraré a Francia. Encuentro también que toda la confección del libro en general -
título, formato, impresión, Voltaire, números - está perfectamente lograda.» La
respuesta a la pregunta de Rée «qué clase de hombre es usted», llegaría diez
años más tarde:
INDIGNACIÓN DE WAGNER
Con la publicación del Humano, demasiado humano, Wagner
tuvo que sentirse ofendido, aunque primero intentó disculparlo por las circunstancias
(como la enfermedad de Nietzsche). Así, la
carta del 24 de mayo de 1878 a Overbeck está escrita en tono compasivo: «De sus
cortas indicaciones deduzco que nuestro viejo amigo Nietzsche también se mantiene
apartado de usted. Ciertamente se han producido en él transformaciones llamativas: aunque
quien reparara un poco, hace ya años, en sus convulsiones psíquicas, casi sólo podría
decirse ahora que le ha sobrevenido, no del todo inesperadamente, una catástrofe
largamente temida. He tenido el gesto amistoso hacia él de no leer su libro - después de
que lo hube ojeado al abrirlo -, y no quiero esperar ni desear nada más que él me lo
agradezca algún día.» Pero poco a poco fueron dominando la decepción e incluso la
ira: a Wagner no le podía resultar indiferente, sobre todo viniendo de Nietzsche, su apostasía
públicamente declarada ahora, que lo hería además como amigo paternal. Esto llegó tan
lejos que incluso rompió con el común editor Schmeitzner, quien hasta entonces había
publicado las Bayreuther Blätter, y a quien además, tomó a mal el que hubiera
aceptado en su editorial el libro del judío Paul Rée. Schmeitzner informa sobre ello a
Köselitz el 26 de mayo de 1878: «El número 6 de las Hojas bayreuthianas será el
último que yo imprima. ¡Malditos hipócritas! ¡Ah, todos ellos huelen a aire de
iglesia! La señora Wagner va a la iglesia, él también, "aunque sólo pocas
veces", como gusta de decir. Wagner no lee el libro de Nietzsche... Wagner es
suficientemente desconsiderado y altivo como para ignorar a Nietzsche, según dicen. A mí
me dijo que sólo se lee a Nietzsche en tanto en cuanto éste tiene que ver con él
(Wagner)... Se desató además en infamias sobre Nietzsche que no olvidaré jamás, pero
que ni Nietzsche ni sus amigos sabrán nunca por mí...»
Wagner, a la vez que aborrecía el libro de Nietzsche, le entraron ganas muchas veces de
reaccionar con burla. Así el 28 de mayo quería «ofrecerse la diversión de
felicitar telegráficamente al profesor Nietzsche por el cumpleaños de Voltaire».
Cosima lo disuadió «y propició en esto como en otras muchas cosas el silencio».
Wagner no pudo atenerse a su primera decisión de no leer el libro. Para ello lo agitaba
demasiado la decepción, el enfado. Ya el 29 de abril comenzó la lectura, cosa que sólo
comunica a Cosima. «Resulta difícil no hablar de vez en cuando del triste libro del
amigo Nietzsche», anota ella. Al día siguiente «el lastimoso libro de
Nietzsche... le da (a Wagner) ocasión» para gritar a Cosima: «Nosotros nos permanecemos
fieles»- entendiéndolo naturalmente en los fundamentos intelectuales. Y comienzan
entonces a disputar sobre las premisas filosóficas de Nietzsche.
DECEPCIÓN DE COSIMA
Así, el 12 de junio dice Cosima a Wagner: «Que yo no entendía
cómo cierta gente (!) encontraba placer en ciertos libros como, por ejemplo, Historia del
materialismo (Fr. A. Lange)», y Wagner responde: «Se trata fundamentalmente de
ignorantes que piensan que el saber ha de llegar dando un estampido». Por supuesto
que tratan también del influjo de Paul Rée, y Wagner dice (el 24 de junio):
«Comprendo que le agrade más el trato de Rée que el mío.» Y a la sospecha de
Cosima de que sus escritos anteriores no le salieran a Nietzsche de dentro, sino que
fueran «reflejos» (Reflexe), Wagner responde: «Ahora son borrones de Rée
(Réekleckse).»
Suena como una justificación de sus propios conflictos, cuando el 9 de junio Cosima
menciona: «El libro de Nietzsche causa muchos cuidados entre los amigos.» Hasta
el final de junio Wagner lo ha leído entero y lo empalma el 30 de junio con una
corta lectura de Voltaire. Poco antes (el 31 de mayo) había censurado en Voltaire
«la frivolidad que mueve a ese espíritu a rechazar a Cristo y a aceptar a Jehová»,
alabando, por el contrario a Renan -¡a quien Nietzsche habría de rechazar
más tarde!
TRISTEZA DE MALWIDA
Malwida v. Meysenbug intentó defender a Nietzsche y a su
libro contra la rebosante crítica de Bayreuth; incluso le gustaron algunas partes que
ella ya conocía de Sorrento, pero ya no se trataba de la aprobación alegre y convencida
que había dado a los escritos anteriores, y, sobre todo, estaba triste por las
manifestaciones de Nietzsche respecto a «la mujer». Dice en su libro Individualidades:
«Muchos de estos aforismos eran acertados e ingeniosos, pero otros me
desagradaron, pareciéndome que no eran dignos de Nietzsche.»
DESAGRADO DE OVERBECK Y RODHE
También el amigo Overbeck, el compañero de vivienda que
en algún tiempo había sido una caverna de producción tan «volcánica», se sintió,
cuando menos, sorprendido por el nuevo libro -¿o fue quizá más bien su esposa, por los
mismos motivos que Malwida, porque se sentía minusvalorada como mujer? En cualquier caso,
Rohde pudo escribir el 16 de junio a Overbeek: «También para mí, naturalmente, el
nuevo libro de Nietzsche, con ese título poco feliz, ha sido durante las últimas semanas
continuo objeto de extrañeza y, en su mayor parte, de dolorosa extrañeza. Estoy total y
absolutamente de acuerdo con usted, y no necesito añadir, por ello, casi nada a lo que
usted mismo escribe respecto a sus impresiones.»
Mientras que Overbeck, según parece, sólo manifiesta sus objeciones. Rohde
ataca directamente, y el 16 de junio escribe a Nietzsche una larga carta en la que trata
inteligente e incluso cariñosamente la problemática. Al hacerlo se defiende como
filólogo, puesto que es el único crítico que ve las fuentes: los sensualistas
franceses a través de Rée. Se trata propiamente de la objeción fundamental contra
el libro, extendida entre todos sus amigos y continuada más tarde, de que Nietzsche
se ha «convertido en Rée».
SOBRE EL PARSIFAL
En el posterior recuerdo del Ecce homo, Nietzsche suelda en
una imagen todo el conflicto con Wagner: «Cuando el libro llegó terminado a mis
manos... envié, entre otros, también dos ejemplares a Bayreuth. Por un milagro de
sentido del destino, me llegó al mismo tiempo un hermoso ejemplar del texto del Parsifal,
con la dedicatoria de Wagner a mí, "a su caro amigo Friedrich Nietzsche, Richard
Wagner, Consejero eclesiástico. Este cruce de ambos libros, fue para mí como si con
ocasión suya oyera un tono ominoso. ¿No sonaba como si se cruzaran espadas? En
todo caso ambos lo sentimos así: puesto que ambos callamos. Por esa época aparecieron
las primeras Hojas bayreuthianas.- comprendí para qué habia llegado el momento más
oportuno. ¡Increíble! Wagner se había vuelto piadoso.» Ya dos años
antes de ese pasaje del Ecce homo, Nietzsche había escrito en el prólogo de la
segunda parte de la segunda edición de Humano, demasiado humano. «Richard
Wagner, aparentemente el vencedor, en realidad un romántico caduco, desesperado, se echó
repentinamente, desvalido y roto, a los pies de la cruz cristiana. ¿No hubo ningún
alemán que tuviera entonces ojos en la cabeza, compasión en su conciencia, para esa
horripilante comedia? ¿Fui yo el único que sufrió por él?»
Nietzsche leyó inmediatamente el libreto del Parsifal, como lo da a entender el
que ya el 4 de enero escribiera al respecto al barón von Seydlitz: «Impresión de la
primera lectura: más Liszt que Wagner, espíritu de la contrarreforma; para mí, que
estoy demasiado acostumbrado a lo griego, a lo humano en general, todo me resulta
excesivamente limitado cristiano- temporalmente; mucha psicología fantástica; ninguna
carne y demasiada sangre (sobre todo la cena me parece excesivamente sangrienta); además
no me gustan las mujerucas histéricas; muchas de las cosas que puede soportar el ojo
interior, apenas podrán sufrirse en la representación: imagínese usted a nuestros
actores orando, temblando y con cuellos extáticos. El interior del castillo del Santo
Grial no puede resultar efectivo en el escenario, así como tampoco el cisne herido. Todas
estas bellas invenciones pertenecen a la epopeya y, como se ha dicho, son para el ojo
interior...» Y aquí se revela Nietzsche muy sensible. Santo
Grial, comunidad del Santo Grial, interior del templo y Parsifal le resultan, en su simbolismo
de Cristo, si no exactamente «sancta» (intocables), sí empero «pudenda».
RUPTURA ENTRE WAGNER Y NIETZSCHE
La mayor decepción para Wagner fue sin lugar a dudas que Nietzsche
hubiera abandonado la base común de la filosofía schopenhaueriana, que incluso
le hubiera declarado la guerra y negara así también el anclaje metafísico
schopenhaueriano de la música, con lo cual se cuestionaba a la vez el lugar y el valor
del arte y del artista. Todavía en diciembre de 1877 (el 17) Wagner había hecho a
Wolzogen una decidida profesión de partidismo por Schopenhauer-. Con el abandono de
Nietzsche de esta base se separaron mundos. Wagner hubo de considerar el camino
de Nietzsche como un extravío total, como el juego de un bufón filósofo.
ATAQUE PUBLICO DE WAGNER
Wagner, por su parte, puso claridad en esta situación
todavía fluctuante al pasar enérgicamente al ataque plenamente público. En las Bayreuther
Blätter de agosto y de septiembre publicó un panfleto, con el título de
«Público y popularidad», en el que, sin nombrar a Nietzsche, pero inequívocamente
para quien estuviera nada más que un poco al tanto, trituraba las tesis fundamentales de
Nietzsche, su posición filosófica, e intentaba ridiculizarlo como el típico
profesor insípido y arrogante.
ALEGRIA DE WAGNER
Cosima hubo de enterarse por algún camino de «que Nietzsche se
ha hecho suprimir del envío de las Hojas», lo que cuenta a Wagner el 8 de
noviembre258, a lo que éste responde: «Eso me alegra.»
INTERCESIÓN DE LA HERMANA DE NIETZSCHE
Elisabeth escribió dos veces a Cosima intercediendo por el
hermano. El 8 de enero de 1879 llega una carta a Bayreuth en la que Elisabeth se atreve a
afirmar incluso que su hermano desea una representación del Parsifal, lo que
produce sólo «una amarga sonrisa» en Wagner. ¡El ya no cree en el poder de
convicción de las representaciones!» Y de nuevo, el 28 de enero, «una buena
carta de E. Nietzsche lleva la conversación al triste libro de su hermano
El AUTOR DE HUMANO, DEMASIDADO HUMANO NO EXISTE PARA
COSIMA
Cosima sólo responde a la hermana de Nietzsche el 1 de marzo: «El libro de tu
hermano me ha llenado de preocupación; ya sé que estaba enfermo cuando escribió todas
esas frases intelectualmente tan irrelevantes, moralmente tan deplorables, cuando él, el
pensador profundo, trató con superficialidad de todo lo serio y habló sobre
cosas que no conoce... Sólo lo he leído un poco, porque eso poco me dijo que tu hermano
algún día me agradecería no haber conocido más pormenorizadamente esa obra...
guardemos silencio al respecto, al autor de esa obra no lo conozco; a tu hermano, sin
embargo, que nos ha proporcionado cosas tan magníficas, sí lo conozco y lo quiero, y
esto sigue viviendo en mí... El lenguaje me ha parecido pretencioso y descuidado... ;
casi en cada frase... creo poder demostrar superficialidad y sofístico infantil, y el que
el autor de ello piense realmente que Parsifal pueda estar ahí para refutarlo, es un
signo de ese darse- importancia del que habla Goethe, del mismo modo que el libro entero
es un signo de que el autor ya no tenía la fuerza de valorarse a sí mismo... Aquí
quiero volver a llamar en ayuda a mi explicación fisiológica; un organismo
descompuesto ya no tiene fuerza para soportar ciertas sensaciones y opiniones, y las
molestias lo impulsan a traicionarlas... Y ante el hecho de que el traidor no tuviera
fuerza para guardar silencio y sintiera la necesidad de documentar su circunstancia
interior por medio de cosas que no dicen nada intelectualmente y que moralmente son
sospechosas, ante eso sólo puede gritársele con la más profunda compasión:
"¡Oh, tú, desdichado! "... Y el que el autor mismo no crea realmente lo
que escribe..., esto, por desgracia, la gente lo comprende... y yo lo califico como
sofístico, a la cual sólo le pediría que fuera más brillante y que las paradojas
fueran capaces realmente de impresionar a uno; lo que, como muchas de las extravagancias
de un ingenio chispeante, podría causar regocijo. Pero ser mezquino e insincero,
insolente y necesitado, es algo que resulta triste; ¡y con estas palabras de auténtica
compasión acabo por fin! ¡Que la traición produzca buenos frutos al autor! Como he
dicho, él se encuentra ahora en la sociedad más numerosa y sólo ha abandonado un
estrecho círculo muy pequeño.»
FRACASO EDITORIAL
El «pequeño círculo» de Cosirna no compró
el libro (¡si el propio maestro y Sra. no lo leían!), y el «nuevo círculo» no estaba
todavía formado; así, se convirtió en un fracaso editorial, del que Nietzsche, el 25 de
junio de 1878, intenba consolar al editor: «Ciertamente no le tengo que dar ánimo;
sus experiencias son amargas, pero ¿no es verdad que ambos vamos a intentar sinceramente
seguir siendo "dulces", es decir, frutas buenas, a las que no pueden dañar
demasiado las malas noches? El sol volverá a salir, aunque no sea el sol de Bayreuth.
¿Quién puede decir ahora dónde está la salida y dónde el ocaso, y quién sentirse
seguro de error? Pero no quiero ocultar que bendigo de todo corazón la aparición de mi
libro de luz librepensadora en un momento en que las nubes se acumulan oscureciendo el
cielo cultural de Europa, y el propósito oscurantista se considera casi como moralidad.»
ENVIO DE Humano, demasiado humano a BISMARCK
El editor de Nietzsche, Schmeitzner tuvo la ocurrencia de enviar la
obra de Nietzsche al mismo Bismarck. Y éste no supo más que hacer la
observación de que los tipos latinos con los que había sido impreso el libro hacían
a un texto alemán difícilmente legible. Nietzsche glosó el incidente de su editor:
«Bien, estirado Sr. editor, ya tiene usted ahí la gran manugrafía del gran hombre. A
pesar de que él dé las gracias tan atentamente, creo, dicho sea en confianza, que, si
llega a leer realmente el libro, lo arroja contra la pared. Pero esto me atañería a mí,
no a usted.» El 3 de septiembre vuelve de nuevo a esa crítica y escribe a
Schmeitzner: «Soy de la opinión de Bismarck, mientras los periódicos alemanes se
impriman como hasta ahora. Para ciertos lectores son buenos los caracteres latinos porque
impiden la lectura precipitada. Más cosas sobre toda esta cuestión, en Navidades, cuando
espero verlo.»
OLA DE CALOR EN SUS VACACIONES
En el mes de julio, una ola de calor sobre la depresión del
alto Rin había literalmente paralizado la vida en Basilea. Para evitarla, Nietzsche pasó
el fin de semana del 20 de julio en el Jura, en «su» Frohburg, pero tiene que quejarse a
la hermana: «... ¡ah, qué calor hace también aquí! Aunque, después de todo, es
humanamente soportable. A la hora de la comida, 90 personas en la mesa; ni en la comida ni
en la cena me uní a la mesa por los consabidos motivos, feliz de que mi estómago no
rechazara ni la leche ni los huevos crudos.»
MIRADA AL REFUGIO MATERNO
El 13 de septiembre escribe a su casa: «¡No sé qué diréis!
Quiero ir con vosotras: me encuentro tan mal que no sé valerme y, para mi desgracia, el
semestre de invierno se acerca. Aquello que os escribí fue sólo un resplandor
momentáneo. El próximo viernes por la tarde quiero estar con vosotras.» El 18 de
septiembre visitó a la señora Baumgartner y decide hacer una visita a Overbeck que se
encontraba en Zürich: «El jueves (aproximadamente a mediodía) llegaré, si no
recibo ninguna indicación en contra, a Zürich, o sea, como el año pasado. (¡Vaya año
que queda entremedias; horror y pavor!)»; pero a causa de su mal estado de salud no
puede atreverse ni a hacer siquiera ese viaje. Overbeck le escribe el 19 de septiembre.- «Tu
postal de ayer fue un sobresalto después de las buenas noticias de la penúltima, y el
aplazamiento hoy de tu llegada nos hace suponer, por desgracia, que te encuentras mal por
el momento. Ven tan pronto como te vaya siquiera medio bien, también aquí puedes
reponerte.» Nietzsche hubo de viajar a Zürich el 20, a más tardar el 21, desde
donde el 21 escribe a su madre: «Desde aquí (casa Falkenstein), queridas mías, el
anuncio de que, siguiendo vuestra proposición, llegaré el martes a Naumburg (en caso de
que la mala salud no me juegue una mala pasada)... Aquí son muy buenos conmigo, me cuidan
y atienden más de lo que merezco. Ahora mismo acabo de hacer gimnasia en la
habitación.» Así, el 23 de septiembre vuelve ya a emprender viaje por Lindau hasta
Leipzig, y llega el 24 a Naumburg, donde goza con toda tranquilidad de los cuidados de
la madre, hasta que el comienzo del semestre de invierno lo obliga a volver a Basilea.
Tampoco en Naumburg suceden las cosas óptimamente para él; el día de la partida (17 de
octubre) comunica rápidamente el cambio de residencia a Schmeitzner: «Partida
prevista inmediatamente, tras semanas muy malas, sufriendo mucho.» ¡Esta tarjeta
postal parece ser la única «correspondencia» de las tres semanas de Naumburg! El 18 de
octubre llega Nietzsche a Basilea y al día siguiente informa a casa: «Aquí estoy,
sentado, la cabeza llena de dolores. Tras mí el viaje, como un mal sueño... Perdonad si
a menudo estuve desabrido, el yugo de la enfermedad me oprime excesivamente. También el
pobre Rée está enfermo, una especie de fiebre nerviosa.»
ATENDIDO EN SU VUELTA A BASILEA
Es evidente que, sobre todo, Marie Baumgartner y, claro
está, los de la casa de Naumburg, se preocupan vivamente por su bienestar
físico y le procuran sus siempre apetecidos bizcochos, frutas y embutidos. También la
señora Overbeck le envía asado de corzo y pollo asado («de procedencia francesa
meridional... he comido de ello cuatro veces», como escribe el 9 de noviembre),
CELOS DE LOS DE NAUMBURG
Los cuidados de los que Nietzsche era objeto en Basilea no es vista
en Naumburg sin ciertos celos, como demuestra la supresión de ciertos párrafos presentes
en la edición de las Cartas completas. También de la carta del 30 de noviembre de
1878 falta un párrafo: «... los tres racimos de uvas de la señora Baumgartner no
tuvieron la culpa, los comí cuando ya había pasado el ataque.» Hubo de
expresársele, por tanto, desde Naumburg la sospecha de que estos servicios amorosos lo
perjudicarían, al contrario que los envíos de embutidos y jamón desde casa. Con
respecto a éstos no se admite crítica alguna, y cuando Nietzsche se atreve a hacer una
vez una observación, es sermoneado y tiene que retractarse. El 28 de octubre había hecho
la siguiente observación: «Todavía no he acabado el jamón, el embutido no lo he
empezado. No me volváis a enviar más cosas de éstas hasta que yo no os lo pida, para
que no resulte demasiado cerdo.» Y el 2 de noviembre añade todavía: «La carne
de Brunswick me resulta excesivamente salada. Tanto el jamón como el embutido.» El
8 de noviembre comienza a dar marcha atrás: «¿No os habré ofendido con la pequeña
nota marginal de mi última carta? Lo veo por todas partes, hay que ser pacientes unos con
otros, cualquiera puede decir en cualquier momento algo necio y precipitado»; y el 9
de noviembre, finalmente. «Los cocidos de Naumburg son muy buenos ... El embutido de
Brunswick ya cuenta ahora también con mi simpatía.»
INFECCIÓN DE UNA UÑA EN NAVIDADES
Además de su estado crónico de sufrimiento, en diciembre y en enero
Nietzsche padeció una infección aguda en la uña de un dedo. Tuvo que ir diariamente a
la clínica para recibir tratamiento. El invierno de 1878 llegó desacostumbradamente muy
pronto y muy duro, con mucha nieve; a Nietzsche le alegró ese tiempo y la obligación que
le imponía de andar diariamente en medio del claro aire nevoso. Lo único molesto es que
se había comprometido en planes para las vacaciones, y no pudo ir esas Navidades a
ninguna parte, sino que tuvo que quedarse en Basilea. Le faltaba: el calor humano. El año
anterior y el de 1875 los había celebrado con Elisabeth en la propia casa, el año de en
medio,1876, en la comunidad sorrentina, y los años anteriores en Naumburg o en
Trisbschen. Así que esta vez, a la acoscumbrada excitación de ánimo, que todos los
años iba emparejada con estas fiestas, y a la secuela de ello, la desesperada situación
enfermiza, se unió, pues, una soledad tremenda. El 11 de enero a la madre: «El día
de Año Nuevo resultó una mala entrada en el nuevo año... El dedo ha vuelto a empeorar
también... El paisaje está otra vez nevado y hace frío.»
ATAQUES Y MALESTAR EN INVIERNO DE 1789
El 18 de enero de 1879 escribe: «¡Tras mí la peor
semana del invierno! El lunes mal, el martes ataque, el miércoles mal, el jueves y
viernes nuevo ataque muy fuerte, interminable, hoy roto y cansado.» Y de nuevo el 9
de febrero: «Durante tres días no pude escribir ni una línea, muy mal otra vez, la
semana entera, a pesar de haber interrumpido el trabajo. Ahora tiene que volver a irme
mejor. Las clases me obligan a reflexionar demasiado; a parte de eso no hago nada en
limpio; nunca he vivido un invierno tan a expensas de mejorar la salud; por eso me resulta
muy instructivo. Con el estómago lo he conseguido espléndidamente. Pero la
dolencia de ojos aumenta; las contracciones (que me obligan a mantener medio cerrado
durante horas el ojo derecho) se extienden en los días peores a todo el cuerpo.» Una
semana más tarde, el 17 de febrero, continúa ofreciéndose la imagen de siempre.
«Semana mala. Se me quitan las ganas de narrarla detalladamente. El tiempo fue muy
desapacible. El estómago en orden, el plan de vida tan prudente como es posible. Los ojos
ya no dan abasto para las clases, de la cabeza mejor no hablar. (Tuve dolor de cabeza
durante los seis días, excepto cuando dormía).» Y todo esto va en aumento: el
28 de febrero: «Queridas mías, desde entonces he sufrido inenarrablemente. Un ataque
de 4 días y otro de 6 días, ambos de la mayor fuerza. A la vez vómito tras vómito...
Sólo me atreví a dar un curso, ahora me resulta de nuevo imposible durante una semana.»
Y el 9 de marzo: «Hubo una noche en que pensé que no la sobreviviría.»
PLANES EN MEDIO DE LA ENFERMEDAD
Pero a pesar de ello Nietzsche no se entrega; entabla un duro
combate con el dictado del destino. El 17 de febrero encarga a Elisabeth «traducir
bien todos los juicios sobre asuntos literarios de Doudan», y el 9 de marzo le
advierte todavía: «¡Espero diariamente algunos pliegos de Doudan, mi querida llama!
¡Perdón! Lo necesito; dime exactamente si puedes o quieres hacerlo (he de poder
confiarme en la traducción).» El 1 de marzo también pide a la señora
Baumgartner el mismo favor- «¿me podría traducir ocasionalmente juicios literarios
de las Lettres á une inconnue de Merimée?» Ella lo hace y él se lo
agradece el 6 de abril (desde Ginebra) - «El domingo de Ramos, que todos los años
vivo con sentimientos infantiles y con infantiles deseos de renovada alegría, y que,
consecuentemente, siempre se convierte más bien en un día melancólico, me trajo su
saludo y la continuación de Mérimée, le estoy muy agradecido por ambas cosas. Merimée
es un artista de primera categoría y tan dispuesto como persona a ser claro y a ver
claro: me hace mucho bien.» Aunque el 30 de marzo, en medio de los peores
sufrimientos, escribe a Overbeck.- «Para mi soledad no hay cura alguna. -Los
Dialogues des morts de Fontenelle son para mí como parientes cercanos»,
busca sin embargo incentivo intelectual, y lo busca ante todo, de modo notorio, en la
literatura francesa.
ESPERANZA DE CURACIÓN FÍSICA
Tampoco abandona la esperanza de una curación física. El 9 de
marzo informa a casa de una cura de agua fría, a la que cree deber una corta
«mejoría», y vuelve a planear una nueva estancia en un balneario, para la que le parece
aconsejable Rehme (Bad Oeynhausen, en Westfalia). «También Overbeck supo informarme
de la influencia benéfica de Rehme sobre los dolores de cabeza», escribe el 9 de
marzo a casa; pero ya el 14 de marzo vuelve a puntualizar: «Estoy informado
(médico-científicamente) con toda exactitud de detalles sobre Rehme. No existe un
balneario para mis dolencias de cabeza. Pero podría intentarse quizá todavía un
descanso de al menos 5 años (ya no creo en ninguna curación, no os podeis hacer una idea
de la conmoción del cerebro, del apagamiento de los ojos). Overbeek piensa que menos de 5
años sería absurdo; salgo el viernes dentro de ocho días (es decir, de hoy en ocho
días).»
PLAN DE VIAJE A VENECIA
Köselitz lo había instado ya en el otoño de 1878 a una
estancia en Venecia, en el lado del Lido vuelto hacia el mar. Incluso le había pintado
acuarelas para convencerlo. Pero los amigos de Basilea, sobre todo Jacob Burckhardt,
lo habían apartado de ese plan, por el que Nietzsche, rápido como era él en tales
cosas, se había entusiasmado de veras. Todavía el 1 de marzo de 1879 había escrito a
Kóselitz: «Plan provisional. El martes 25 de marzo a las 7,45 de la tarde llego a
Venecia y soy embarcado por usted... No quiero ver nada, nada más que ocasionalmente. Sí
sentarme en la plaza de San Marcos y oír música militar a pleno sol. Todos los días de
fiesta oiré la misa en San Marcos. Quiero pasear con toda tranquilidad por los jardines
públicos. Comer buenos higos. También ostras... La mayor tranquilidad. Llevo conmigo
unos cuantos libros. Baños calientes en Barbese.»
ABANDONO IDEA VIAJE A VENECIA
Dos días antes del anunciado viaje a Venecia, adelantado ahora al
21 de marzo, Nietzsche está indeciso: «Otro terrible ataque (el segundo con
vómitos del invierno) que me ha roto totalmente: tuve que interrumpir definitivamente las
lecciones. Salgo el viernes por la mañana temprano. ¿A dónde? No lo sé todavía. Hasta
el lunes o martes tendréis noticias mías al respecto.» Va primero a Ginebra: «He
bajado aquí, solo; ya no me atrevo a cruzar las montañas, me encuentro muy mal. También
aquí» , notifica el 23 de marzo a casa. Se instala primero en el Hótel
de la Gare, pero ya en los primeros días se traslada al lago, escribiendo el 25 de
marzo a Overbeck desde el Hótel Richemont: «Un ataque del peor tipo (con
muchos vómitos). Estómago enfermo, descompuesto, de continuo. Bien, quiero resistir»;
y el 30 de marzo: «Entretanto he vuelto a cambiar de alojamiento, aunque dentro del
mismo hotel. Vivo muy alto (5º piso), bella, saludablemente, en el antiguo aposento de
los Diday, hacia el lago. Mi vida es más tortura que descanso... "¡Ojála estuviera
ciego!" Este tonto deseo se ha convertido para mí ahora en una filosofía. Puesto
que ni leo ni debo leer, así como tampoco debo pensar, ¡y pienso!»
SUJETO DE VERTIGINOSOS RISCOS
El 6 de abril, Domingo de Ramos, no solamente le llega y lo alegra
el saludo y la traducción de Mérimée de la señora Baumgartner, sino
también una extensa carta de Jacob Burckhardt agradeciéndole el envío de Opiniones
y dichos varios: «He leído y paladeado el apéndice a Humano... con
renovado asombro sobre el libre fluir de su espíritu. Nunca he penetrado, como es sabido,
en el templo del auténtico pensamiento, sino que toda mi vida me he recreado en el patio
y en los pórticos del períbolo, donde reina lo plástico en el más amplio sentido de la
palabra. Y ahora en su libro se ha atendido, desde cualquier punto de vista, e incluso
para un negligente peregrino como yo soy, a las cosas más sustanciales. Allí a donde yo
no llego, veo, con una mezcla de temor y placer, con qué seguridad se pasea usted por los
vertiginosos riscos, e intento hacerme una imagen de aquello que usted ha de ver en la
profundidad y lejanía... ¿Qué diría el viejo Montaigne? Ahora conozco cantidad de
máximas que realmente le envidiaría a usted La Rochefoucault, por ejemplo ... » La
metáfora del paseante sobre riscos es una de aquellas expresiones de alabanza
que más afectaron a Nietzsche y que incluso ejercieron un influjo decisivo sobre su
pensamiento y su autovaloración (más tarde será la expresión de J. V. Widtnann de «dinamita»).
Sin quererlo,con ello Burckhardt dio un impulso al «zaratustrianisrno»;
el escalador audaz se convirtió en un ideal de Nietzsche, dado que él
como paseante era algo totalmente diferente. Ya a causa de su miopía no podía abandonar
los caminos trazados. En su entusiasmo ingenuo Nietzsche no se dio cuenta de que en las
palabras de Burckhardt había también una cierta reserva: Burckhardt no era un «paseante
de riscos», ni siquiera en el terreno intelectual, a pesar de toda su grandiosa
perspectiva sobre los hechos históricos; tampoco quería serlo, no era su «ideal».
SOLICITUD DE CESE DEFINITIVO
Con fecha 2 de mayo de 1879 Nietzsche dirige al presidente
del consejo de educación la solicitud de cese. Está escrita en bella letra antigua, por
una mano extraña, y únicamente trae la firma autógrafa de Nietzsche. Viene fechada en
«Basilea», aunque Nietzsche estaba ya entonces otra vez en Ginebra; dice: «¡Muy
respetado Sr. Presidente! El estado de mí salud, a causa del cual ya me he visto obligado
a dirigirle varias solicitudes a usted, me hace dar hoy el último paso y manifestar el
ruego de que me sea permitido apartarme del puesto que ostentaba hasta ahora corno
profesor de la universidad. Los dolores de cabeza, que últimamente han seguido creciendo
hasta hacerse extremos, el costo de tiempo, cada vez más grande, que me suponen más
ataques de cada dos hasta seis días, la disminución considerable de mi capacidad de
visión, recientemente constatada (por el señor profesor Schiess) que apenas me permite
todavía leer y escribir veinte minutos sin dolores, todo esto junto me obliga a declarar
que ya no puedo atender a mis obligaciones académicas, sí, que desde ahora ya no puedo
cumplirlas... Así, sólo me resta, remitiéndome al § 20 de la ley universitaria,
expresar, con profundo pesar, el deseo de mi cese, dando a la vez las gracias por las
muchas pruebas de benevolente indulgencia que los altos organismos me han dado desde el
día de mi contratación hasta hoy ... »
Entretanto Overbeck ha alarmado a la hermana, que viene el 10 de mayo a
Basilea. A continuación viajan ambos juntos a una cura a Schioss Bremgarten,
Berna, donde, sin embargo, él apenas permanece una semana. Es asaltado por una
intranquilidad tremenda. Mientras tanto Elisabeth concluyó la liquidación de la
vivienda de Basilea.
RESPUESTA DE LA REGENCIA DE BASILEA
El 14 de junio la regencia de Basilea trata de la solicitud de cese
de Nietzsche y la concede con fecha de cese de 30 de junio de 1879. Hasta ese día
Nietzsche recibe su sueldo: «El consejo de regencia del cantón de la ciudad de
Basilea, a petición del departamento de educación, concede al Sr. Dr. phil. Friedrich
Nietzsche, empleado desde la Pascua de 1869 en la universidad y en el pedagogio como
profesor de lengua y literatura griegas, el cese, pedido por él mismo por motivos de
salud, para el final del mes corriente; testimonia al mismo las sinceras gracias de las
autoridades por el extraordinario modo en que ha desempeñado su cargo, y le concede para
los próximos seis años una pensión de mil francos anuales.» Adjuntaba el largo
informe justificativo del entonces presidente del departamento de educación, el doctor
Paul Speiser, que había propuesto: «Bajo estas circunstancias no podemos menos que
dar curso a la petición de cese, por más que sea de lamentar la pérdida de un profesor
tan extraordinario.»
En el grabado La melancolía (1514) Alberto
Durero simboliza la relación entre la ética, la teología y las ideas intelectuales. La
melancolía representa al artista, que posee el conocimiento y la técnica para crear pero
cuya inspiración se resiste a levantar vuelo.