El nacimiento de la tragedia |
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Os presentamos, para su consulta on-line, la primera
obra de Friedrich Nietzsche (1844-1900) titulada El
nacimiento de la tragedia. Puedes consultar, si los deseas, cual fue la
gestación de la misma por parte de Nietzsche. En esta obra, además de la omnipresencia de dos personajes importantes como son Wagner y Schopenhauer, los cuáles, según dirá más tarde Nietzsche, le «echaron a perder» su obra, asi como de otros aspectos centrados sobre la tragedia, sobre Homero y Arquiloco, sobre Eurípides y Sócrates, sobre Apolo y Dioniso, sobre el sueño y la embriaguez, sobre el coro trágico y la evolución de la tragedia, sobre la epopeya y la lírica, sobre la mística y el texto de los grandes trágicos griegos, todo lo cual, por lo demás, permanece como una conquista imposible de perder; es especialmente importante, lo que Nietzsche dice sobre la vida. En este sentido, como se ha afirmado con acierto, es ésta la primera formulación de la filosofía de Nietzsche. Incluso puede aseverarse que Nietzsche no fue nunca más allá de lo que en estas páginas dice. De aqui la importancia de las mismas. Podrá, si, expresar lo mismo con otra óptica, desde perspectivas distintas. Pero se trata unicamente de reformulaciones de lo mismo. Lo que Nietzsche expone en este escrito es su intuición y su experiencia de la vida y la muerte. Todo es uno, nos dice. La vida es como una fuente eterna que constantemente produce individuaciones y, produciéndolas, se desgarra a si misma. Por ello es la vida dolor y sufrimiento: el dolor y el sufrimiento de quedar despedazado lo Uno primordial. Pero a la vez la vida tiende a reintegrarse, a salir de su dolor y reconcentrarse en su unidad primera. Y esa reunificación se produce con la muerte, con la aniquilación de las individualidades. Por eso es la muerte el placer supremo, en cuanto significa el reencuentro con el origen. Morir no es, sin embargo, desaparecer, sino sólo sumergirse en el origen, que incansablemente produce nueva vida. La vida es, pues, el comienzo de la muerte, pero la muerte es la condición nueva de vida. La ley eterna de las cosas se cumple en el devenir constante. No hay culpa, ni en consecuencia redención, sino la inocencia del devenir. Darse cuenta de esto es pensar tragicamente. El pensamiento trágico es la intuición de la unidad de todas las cosas y su afirmación consiguiente: afirmación de la vida y de la muerte, de la unidad y de la separación. Más no una afirmación heroica o patética, no una afirmación titánica o divina, sino la afirmación del niño de Heráclito, que juega junto al mar. Y todo esto lo expone Nietzsche no de una manera simplemente conceptual, sino con un lenguaje fascinante e intuitivo, que habla a los «iniciados». En este sentido es todo el libro una confesión susurrada al oído, no, en modo alguno, un libro para el «público». Y, sobre todo, no es un libro para el «público crítito», el cual se esfuerza en olvidar el pensamiento trágico mediante el optimismo de la superficialidad. (Andrés Sanchez Pascual) Nietzsche
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