Los diez años del filósofo errante (1879-1888)
CAMBIOS EN NIETSCHE DESPUES ABANDONO BASILEA
Es evidente que el abandono de su profesión en Basilea no fue debido a una decisión
propia de Nietzsche sino al fatum de su enfermedad. Por ello a Nietzsche se le
presenta ahora una nueva tarea: arregárselas con la enfermedad, romper su fuerza y
convertirla de enemigo extraño en compañera que le ayude a realizar el objeto de su
existencia. Para lograrlo, Nietzsche acabará por introducirla en el todo de su vida como
otro elemento vital más. Por ello decide como una de sus tareas el hacer que la
enfermedad actúe como un estímulo intelectual. En este contexto, y, dado que durante
este tiempo que estamos analizando (1879-1890) se produce en Nietzsche un cambio y una
AÑO DE SOMBRAS
(Octubre 1882 a Noviembre 1883)
El abandono de Lou, que por otro lado tenía
Biografía de Nietzsche
TRANSFORMACIÓN EN LOS AÑOS 1879-80
Jaspers manifiesta con firmeza que en Nietzsche,durante ese
tiempo (1879-80), se produce una transformación muy amplia: «Quien lea los escritos
en orden cronólogíco.. no puede sustraerse a la extraordinaria impresión de que en
Nietzsche, desde 1880, se está produciendo un cambio tan profundo como nunca antes en su
vida. Esto se muestra no sólo en el contenido de los pensamientos, en las nuevas
creaciones, sino en la forma de la vivencia-, ... lo que dice adquiere otro tono...
Preguntamos si ...en la vida de Nietzsche no aparece claro algo, innecesario intelectual y
existencialmente, que da a lo nuevo, por así decirlo, un color no necesariamente
pertinente; o si en el servicio de estos impulsos y metas intelectuales aparecen fuentes
cuya procedencia remita a algo que llamamos indeterminadmnente un 'factor biológico'...
No se puede responder a la pregunta de qué sea este factor biológico. Lo que sucedió
con Nietzsche desde 1880 ha de quedar indeterminado por ahora. Pero que algo importante
sucedió es cosa difícil de dudar para el observador sin prejuicios que se haya
sumergido cronológicamente en la totalidad de las cartas y escritos... Es injusto
concebir este hecho como la primera fase de la parálisis, mientras la experiencia de la
parálisis no muestre, comparando casuísticamente, que esos estadios previos --,que
entonces no serían todavía la propia parálisis como proceso de destrucción pertenecen
a ella.» Y Jaspers concluye de ahí: «Una cuestión relevante, aunque no
decisiva sustancialmente, para la comprensión de Nietzsche en general, es la de su cambio
espiritual desde 1880 y la de la posibilidad de su coincidencia con un suceso biológico
de nueva aparición. No existe una investigación profunda de ello que domine todo el
material y lo transmita ordenado; se trata de la exigencia más imperiosa de la biografía
de Nietzsche: Möbius ha sido el primero que ha visto ese cambio, pero ha cargado su
intuición de tantos errores que, de esa forma, no ha conseguido, naturalmente, imponerla.
Sin embargo, el cambio como tal, por muy oscuro que quede su tipo..., me resulta tanto
más manifiesto ... »
FACTORES BIOLÓGICOS?
Se supone, por ejemplo, que existió, efectivamente, una infección
de sífilis, tal cosa se designará normalmente como una enfermedad que, por una
parálisis progresiva, es decir, por deterioros orgánicos del cerebro, lo llevó a la
muerte tempranamente cuando apenas contaba 56 años. Pero queda por preguntar si el desmoronamiento
físico de 1879, del que Nietzsche se había de recuperar, sorprendentemente bien, en
los años siguientes, corresponde ya al proceso de esa sífilis, supuesta tan sólo, y si
esa enfermedad sólo acarreó consecuencias dañinas. La investigación científica
enseña precisamente de la sífilis, como también de otras infecciones
(tuberculosis, por ejemplo), que estimulan, al menos a temporadas, ciertas funciones
vitales, que producen un efecto como el de determinados narcóticos, por ejemplo
el alcohol, y que en tales casos se liberan fuerzas y posibilidades de la fantasía
que en el organismo «normal» están por lo general ocultas
y reprmidas.
Ya en 1903 el psiquiatra sueco Poul Bjerre consideró el cambio como una
extraordinaria ventaja para la evolución de Nietzsche, en cuanto que, partiendo de la
certeza de la infección sifilítica, defendió el punto de vista de que el virus
de la sífilis produjo un efecto narcótico, ligero y crónico, liberador
de la fantasía y desinhibidor de lo espiritual, semejante al del alcohol;
según ello habría actuado biopositivamente hasta el desmoronarniento
espiritual, momento en el que la obra de destrucción orgánica prevaleció en la
sustancia cerebral. Nietzsche mismo ve así su situación a comienzos de 1880,
cuando escribe a su médico, el Dr. Otto Eiser: «Mi existencia es una carga terrible:
la hubiera arrojado de mí hace ya mucho tiempo, si no fuera porque, precisamente en este
estado de sufrimiento y de casi absoluta abstinencia, fue donde hice las pruebas y los
experimentos más fructíferos en el terreno ético-intelectual; esta alegría sedienta de
conocimiento me eleva a una altura desde donde supero todos los tormentos y desesperanzas.
En general soy ahora más feliz que nunca en mi vida... Mi consuelo son mis pensamientos y
perspectivas. Aquí y allá, en mis caminos, garabateo algo sobre un papel; amigos
descifran mis garabatos.» Y en 1886 escribe recordando, en el prólogo a la «Gaya ciencia»: «Se adivina que no quiero despedirme
de aquel tiempo de grandes padecimientos, cuyo provecho todavía hoy no se ha agotado para
mí.»
Naturalmente que este efecto narcótico no fue lo que produjo directamente una
obra como «Zaratustra» o como el resto de las del filósofo Nietzsche,
puesto que, si no, algún otro infectado de sífilis hubiera tenido que crear
algo parecido; pero resta por preguntar si Nietzsche hubiera sido capaz de sacar
de sí esa obra que había en él, sin esa superación de un determinado umbral de
represión. Todas las numerosas interpretaciones médicas, tan cuidadosas y
perspicaces, han de quedarse en ensayos tentativos, puesto que ahora, a posteriori, para
emitir un juicio científicamente defendible, ya no pueden aportar las pruebas
diagnosticas requeridas, que en 1880-1900 no podían conseguirse debido al nivel
de conocimientos de entonces. Aunque todas las investigaciones desde Möbius hasta
Lange-Eichbaum difieren en cuestiones de detalle, curiosamente parecen coincidir en
un punto, a saber, en la datación aproximada de la gran transformación: tiene lugar
en los años 1879-1881.
FACTORES ANÍMICOS?
Según otros, en modo alguno puede demostrarse el cambio,
experimentado por Nietzsche en esos años, como proviniente de una determinada
enfermedad Para comprender esto no se necesita, imprescindiblemente, deducirlo
de los tipos de evolución de una enfermedad. El cambio en torno al año 1880 resulta más
comprensible a partir de experiencias en el ámbito de lo anímico.
La enfermedad y la temprana muerte del padre habían marcado profundamente, como vivencias
infantiles, la conciencia de Nietzsche. Dada su incondicional creencia en la tara y
transmisión hereditarias, Nietzsche vivió siempre con el sentimiento - más o menos
fuerte según épocas - de estar amenazado por un destino igual o
semejante. Con el desmoronamiento de su existencia burguesa, precipitado en la primavera
de 1879 por los padecimientos físicos, y con el subsiguiente estado, que se agravó, en
lo posible, durante muchos meses, volvieron a la máxima actualidad las viejas
cuestiones sobre el sentido y solidez de la existencia, cuestiones frente a las que
hubo de quedar totalmente en segundo plano el programa político-cultural que le
preocupaba hasta entonces, es decir, el problema de si a partir de la música, y mejor de
la música de Richard Wagner, era posible y deseable una renovación cultural
alemana en el sentido modélicamente ejemplar de la antigüedad (y dentro de ella,
propia y esencialmente sólo el modelo de la Atenas de Pericles). El momento más
bajo en su estado de salud irrumpió --de nuevo como consecuencia de la excitación
producida por la Navidad cristiana-- a finales de diciembre de 1879 en Naumburg,
a pesar de los amorosos cuidados de la madre: un grave ataque parecido a la jaqueca,
con vómitos e incluso con una larga pérdida de consciencia, que duró tres días.
Entonces mantuvo Nietzsche un diálogo a dos con la muerte, en espíritu estuvo
ante la última frontera, y después se sintió como un iniciado en los
misterios de la muerte. Estaba marcado, y podía hablar ya, y hablaría con un tono nuevo.
Ya a fines de julio de 1879 había confesado a Paul Rée: «Mi querido amigo: ¿sabe
Usted todo lo que me ha sucedido? He eludido un par de veces los portones de la muerte,
pero he sufrido horriblemente, así vivo día a día»; y el 22 de octubre de 1879, a
pesar de algunas semanas mejores» recientemente vividas, a Overbeck: «En mitad de la
vida estuve rodeado por el bueno de Overbeck --si no, quizá se hubiera colocado el otro
compañero- Mors.» Tales manifestaciones de desesperación contribuyeron quizá a
que incluso se llegara a extender el rumor de la muerte de Nietzsche, hasta
París, desde donde Malwida v. Meysenbug, que está allí en casa de su hija Olga
Monov el 28 de octubre escribe preocupada a Meta von Salis: «Hoy me lleva hasta Usted
una trágica necesidad. De modo totalmente casual oí ayer que Nietzsche, al parecer, ha
muerto. Puesto que no quiero escribir a la hermana sin estar segura del hecho, le envío a
Usted la carta, dado que si está en Naumburg sabrá al respecto. Si es verdad curse, por
favor, inmediatamente la carta; si no es verdad, quémela.» Meta von Salis pudo
quemar la carta.
El 14 de enero de 1880 contestó a una carta de Malwida del 27 de diciembre, afirmando: «A
pesar de que el escribir pertenece a una de las frutas más prohibidas para mí, Usted, a
quien respeto y quiero como a una hermana mayor, ha de tener todavía una carta mía
--aunque será la última. Puesto que los horribles y casi insoportables tormentos de mi
vida me llevan a desear el final, y, según algunos indicios, el ataque cerebral liberador
está suficientemente cerca como para permitirme esperar... Creo haber realizado el
cometido de mi vida, bien es verdad que como alguien a quien no se le ha dado tiempo. Pero
sé que he escanciado una gota de buen aceite para muchos... Ningún dolor ha conseguido
ni conseguirá llevarme a hacer un falso testimonio sobre la vida, tal como yo la
entiendo.» Y: «Por lo que se refiere al tormento y a la abstinencia, la vida de
mis últimos años puede compararse con la de cualquier asceta de cualquier época; sin
embargo en estos años he ganado mucho en lo que se refiere a la depuración y pulimento
del alma - y ya no necesito para ello ni la religión ni el arte.» Con esto Nietzsche
se distancia claramente de todos aquellos que también han experimentado esta cercanía
de la muerte y que desde entonces se convierten en convencidos profetas de la fe
en la superación de la muerte por una vida eterna. Estos consuelos, sea en la forma
de la dogmática cristiana, sea en las doctrinas filosóficas, como, por ejemplo,
la creencia pitagórico- platónica en la trasmigración de las almas, ya no
existían para Nietzsche. Precisamente a todas estas doctrinas habría de
considerarlas como «gran supercherías», errores, doctrinas erróneas, y las
combatiría apasionadamente. Vio en estas creencias, a las que falta cualquier tipo de
evidencia convincente, meras argucias dialécticas con cuya ayuda se había
intentado empequeñecer el valor de la vida y de las cosas de este mundo,
hasta tal punto que su pérdida podía ser considerada de escasa importancia. La
estremecedora amenaza que vivió lo llevó al campo opuesto: la vida de este mundo se
convirtió para él en el valor supremo... Y para conservar ese valor, incluso para
acrecentarlo en lo posible, todo lo demás había de subordinarse a ello. Para Nietzsche
quedó fuera de toda duda que por «vida» entendía la mayor realización
posible del ser hombre.
Según esta visión, por tanto, desde el punto de vista médico, material, quizá haya
intervenido también un «factor biológico»;pero parece que el factor decisivo
que desencadenó entonces el incipiente cambio fue la conmoción que le produjo la
amenaza de la enfermedad, de los achaques y la desmoralizora escisión entre
profesión y vocación.
CONGELACIÓN DE SU EXISTENCIA
«Error tras error se van colocando tranquilamente sobre hielo,
el ideal no se refuta, él se congela... Aquí, por ejemplo, se congela 'el genio'; una
esquina más allá se congela 'el santo'; al final se congela 'la fe', la llamada
'convicción', también la 'compasión' va enfriándose significativamente - casi por
todas partes se congela 'la cosa en sí!'...», así resume en 1888, en el
«Ecce homo», refiriéndose a los tiempos de «Humano - demasiado humano»
DIALOGO CON SU SOMBRA
A partir del verano de 1879 Nietzsche encuentra la forma de
con quien compartir sus pensamientos. Se trata de trasponerlo en una escena de
conversadores, tal como en los diálogos platónicos. Pero, como interlocutor, Nietzsche
se ve obligado a poner su propia sombra. Las consideraciones aforísticas
del verano de 1879 llevan, por eso, el título «El caminante y su sombra». Esta
colección de 350 aforismos, aparecida primero por separado, se convertirá después, como
«Segunda parte» y juntamente con «Opiniones y dichos varios», en el segundo
tomo «Humano - demasiado humano», aunque traza ya claramente el puente hacia «Aurora»,
que vendría después. Aquí todavía, debido al corto revestimiento escénico, el
carácter de diálogo se ofrece abiertamente. Todos los escritos de Nietzsche son
diálogos con sombras de la más diversa procedencia, con sombras de
acontecimientos o de ideas que le sobrevienen. Para tratar con ellas intensamente y sin
molestias, se retira externamente a una soledad relativa, nunca tan lejos, sin embargo,
que no le pueda llegar cosa alguna, puesto que necesita objetos, problemas, en los que
pueda encenderse su espíritu apasionado: necesita de la polémica. Nietzsche
no tiene la disposición del pensador contemplativo que, con
tranquilidad, ordenando pensamiento tras pensamiento, construye su sistema en vistas a una
única meta de conocimiento.
LA ALTA ENGADINA
Alguien (quizá la suegra de Franz Overbeek, la Sra. Rothpietz,
en Zürich) hubo de indicarle, para el verano de 1879, el pueblecito de Wiesen, en
el cantón Graubünden. Si no, no se comprendería cómo topó Nietzsche con ese lugar,
que no es ningún renombrado rincón turístico. Wiesen, alrededor de 1.400 m.
sobre el nivel del mar, está situado en la línea este-oeste de comunicación de Davos
hacia Tiefenkastel, en el punto de partida de las carreteras de los pasos Julier y Albula
a la Alta Engadina.
ST. MORITZ
Tras más de tres semanas de malestares abundantes y soportados
con entereza en Wiesen, el 21 de junio, finalmente, se trasladó a la alta Engadina,
situada a mayor altitud todavía: a algo más de 1.800 m. sobre el nivel del mar. Sobre
ella había escrito a su hermana todavía el 7 de junio: «La Engadina resulta para
mí casa inaccesible debido a la afluencia de alemanes y basileos, ahora lo comprendo
(también muy cara).» El 15 de junio indica a la hermana, como objetivo de viaje
desde Wiesen, el pequeño poblado de Campfér, situado a una hora escasa de camino de
St. Moritz, valle arriba. Después vuelve siempre a repetir lo dicho en la tarjeta
postal del 25 de junio a Köselitz: «Si me quiere contar algo diríjase a: St.
Moritz, Graubünden, lista de correos -¡pero, por favor, no diga nada a nadie sobre esta
dirección!»
ALQUILER DE HABITACIÓN EN ST.MORITZ
A partir de ahora Nietzsche evitará los hoteles y
restaurantes. Vive solo, como único inquilino, en alguna parte cerca de St. Moritz,
quizá más cerca de Campfer, en una habitación donde puede prepararse él mismo su
humilde comida, puesto que ha de acostumbrarse a vivir muy frugalmente para que le quede
algo de dinero para los caros viajes que exige su nuevo modo de vida.
VIDA AUSTERA
El 24 de junio escribe a su hermana por primera vez desde St.
Moritz: «Vivo totalmente solo y como en la habitación (igual que en Basilea, casi
las mismas cosas también, únicamente no higos), casi ninguna carne: pero mucha leche.»
Y el 6 de julio: «Vivo totalmente solo en una casa tranquila, buena cama.» Y
«Aquí todas las cosas de panadería son disparatadamente caras: por ello hice que
cocieran en Wiesen 150 bizcochos.» En general encarga afuera los alimentos cuando
son más baratos. Añade, así, en la misma carta: «Gracias a la Sra. Rothpletz
recibo alimentos de Zürich, a saber lengua arnericana»; y el 12 de julio requiere
de la hermana: «¿Cuánto cuesta una caja de tres kilos de Brown Coflege? (un
bizcocho de cebada) ...Era muy bueno. El embutido, comido con apetito.»
Con ello comienzan los envíos desde Naumburg, con los que se proveerá durante los
siguientes diez años constantemente. Escribe a la madre a mitad de julio: «Vivo
tranquilo, tengo buena leche y huevos»; y como posdata: «Dentro de un mes
rogaré, quizá, que me envíes una provisión de embutidos.»
SATISFACIÓN POR LA ELECCIÓN DE LA ENGADINA
Poco después de su llegada a St. Moritz escribe a los Overbeck: «Desde
mi última postal la mayoría del tiempo en cama: ¡un comentario cuyo texto puedo
ahorrarme! Pero ahora he tomado ya posesión de la Engadina y estoy como en mi elemento
¡absolutamente sorprendente! Esta naturaleza me resulta afín.» Y el 1 de julio: «...
aquí sigo tan enfermo como en cualquier parte; en total ya he estado 8 días en cama.
¡Esta es la letanía, para mi fastidio y para el vuestro! A pesar de ello -St. Moritz es
lo justo, se adecua mucho a mi sensibilidad y a mís órganos de los sentidos (¡ojos!), y
resulta apropiado para pacientes. El aire, casi mejor todavía que el de Sorrento ... »
Un día más tarde, el 12 de julio, escribe a Köselitz de modo parecido: «Entretanto
he encontrado mi tipo de naturaleza, de modo que sólo ahora me doy cuenta de lo que
echaba de menos desde hace años y hasta qué punto lo necesitaban.» Y a mitad
de julio, a la madre: «St. Moritz está más alto que Rigi-Kulm, donde estuviste...
bosques, lagos, las mejores rutas de paseo, tal como necesita un casi-ciego como yo, y el
aire más confortante mejor de Europa-, todo esto me hace agradable el lugar.» El
más hermoso recuerdo lo dedica, sin embargo, al paisaje hacia el final de «El caminante y su sombra» (aforismo 338): «Doblez
de la naturaleza. En algunos lugares naturales nos volvemos a encontrar a nosotros mismos
con agradable espanto; es la más hermosa doblez. Qué feliz ha de sentirse quien tiene
esa sensación precisamente aquí, en este consistente y soleado aire de octubre, en este
travieso y feliz juego del viento desde por la mañana hasta por la tarde, en esta
claridad, la más pura, y en este frescor, el más suave, en el carácter total,
delicadamente grave, de las colinas, lagos y bosques de esta altiplanicie que, sin miedo,
se ha colocado junto a los horrores de las nieves perpetuas, aquí, donde Italia y
Finlandia han llegado a unirse y donde parece estar la patria de todos los plateados tonos
de color de la naturaleza: --qué feliz aquel que puede decir: 'hay quizá muchas
cosas mayores y más bellas en la naturaleza, pero esto me resulta íntimo y familiar,
consanguíneo, ¡más todavía, incluso!»
HASTÍO DE LA SOLEDAD
Pero también de ello llega a hastiarse pronto. «Estoy tan
harto de los muchos paseos..., mis ojos quieren oscurecerse; y después, mucha lectura en
voz alta para no meditar de continuo -mi única ocupación, aparte de mis eternos dolores.
No puedo leer, no puedo tratar con personas, conozco de memoria la naturaleza, no me
atrae. El aire es, sin embargo, sumamente bueno, me horroriza dejarlo ... 'en ninguna
parte siento un alivio semejante a este que me produce aquí el aire, incluso en medio de
los mayores dolores'.» (El 29 de agosto a su madre.)
PLANES DE UNA TORRE CON HUERTO
El 21 de julio hace a su madre este apremiante encargo: «Me
comprometo formalmente a pagar durante seis años 17 táleros y medio anuales... Pero
tengo que hacerme con la habitación de la torre. El cultivo de hortalizas corresponde
totalmente a mis deseos y en absoluto resulta indigno de un futuro 'sabio'. Ya sabes que
me inclino a un modo de vida sencillo y natural, y cada vez me convenzo más de que no
existe otro remedio para mi salud. ¡Necesito un trabajo efectivo, que me ocupe tiempo y
me produzca cansancio sin fatigar la cabeza!» Nietzsche piensa ir también el
próximo verano, hasta mitad de septiembre más o menos, a la Engadina, y preguntaba:
«¿Cómo se casa esto con las obligaciones de jardinero? ... Para el trabajo del huerto
quedaría abril, mayo, la primera mitad de junio, y desde finales de septiembre hasta
noviembre --a mi parecer estos son los meses de los trabajos más importantes.»
Como si se tratara de un hecho consumado, el 24 de julio escribe a su hermana: «Para
la primavera o el otoño he planeado para mí un trabajo de jardinería (cultivo de
hortalizas) en Naumburg. A partir de octubre comienza mi arriendo del Zwinger; el cuarto
de la torre se va a arreglar para que me sirva de vivienda.» El mismo 24 de julio
escribe a Overbeck también: «Para contar con algo firme sobre la tierra ... »
Así, pues, parece que Nietzsche no puede acostumbrarse a su total falta de patria, a
pesar de que a fines de julio, en una carta a Paul Rée ya se califica de
«fugitivus errans». Busca un lugar seguro y cree volver a encontrarlo en la patria,
en las cercanías de la madre, y precisamente en una vieja torre de las defensas de la
ciudad, que proporciona seguridad y protección; quizá la torre sea inconscientemente
aquí un símbolo del «medio», de aquel medio del que tanto habla ahora: media
vita o expresiones análogas. Parece que le resulta muy significativo el encontrarse a
la mitad de su vida.
El 11 de septiembre escribe a Köselitz: «Querido, querido amigo: cuando lea estas
líneas estará mi manuscrito en sus manos; que él mismo le exponga a usted su ruego, yo
no tengo el ánimo para ello. Sin embargo ha de compartir conmigo unos instantes de
felicidad que me produce ahora el pensar en mi obra ya acabada. Estoy al final de mi 35
años de vida; la 'mitad de la vida', se decía hace ya milenio y medio... Y estoy en la
mitad de la vida 'rodeado por la muerte' de tal modo, que a cada hora puede atraparme...
En este sentido creo parecerrne al hombre más viejo; pero también porque he cumplido mi
tarea vital...»
INVIERNO NEGRO EN NAUMBURG
El momento más bajo en su estado de salud irrumpió --de nuevo como
consecuencia de la excitación producida por la Navidad cristiana-- a finales de diciembre
de 1879 en Naumburg, a pesar de los amorosos cuidados de la madre: un grave ataque
parecido a la jaqueca, con vómitos e incluso con una larga pérdida de consciencia,
que duró tres días. Entonces mantuvo Nietzsche un diálogo a dos con la muerte,
en espíritu estuvo ante la última frontera, y después se sintió como un iniciado
en los misterios de la muerte.
DESAPARICIÓN DEL SUEÑO DE LA TORRE Y EL HUERTO
Escribe a Overbeck: «El Zwinger y la torre, ambos pintorescos y
más grandes de lo que yo creía, han vuelto, sin embargo, a pasar de mis manos a otras;
comprendí que mís ojos son demasiado débiles para el trabajo de horticultor y que el
inclinarse no es nada apropiado para mi cabeza por desgracia; por desgracia, visto desde
la cercanía inmediata, el cultivo de hortalizas se reveló como algo imposible... Lo
mejor de toda la historia, la esperanza, lo tuve; y a esa alegría de la jardinería in
spe pertenece también el mandil de jardinero in spe: por el que quiero dar las más
cordiales gracias a tu amable esposa.» Efectivamente, Overbeek le había escrito el
13 de octubre; «Cuando hace poco en Zürich me puse el mandil de jardinero para
llevar a cabo algún menester especial ..., a mi mujer se le ocurrió que tú también
podrías necesitar unos cuantos... Te debían llegar para tu cumpleaños; le han ocupado
tanto a mi mujer durante las últimas semanas... que has de hacerte perdonar en el caso de
que ahora renuncies a los mandíles.» Torre y huerto desaparecen de su
correspondencia tan rauda como inesperadamente había surgido esa idea en julio.
EL CAMINANTE Y LA SOMBRA
El jardín de la filosofía es el que Nietzsche
comienza ahora a cultivar por medio de una serie ininiterrumpida de obras. Primero le
ocupa la impresión de «El caminante y su sombra». El 30 de septiembre Nietzsche
recibe «algo más de la mitad» del manuscrito para la imprenta que Kóselitz
estaba pasando a limpio. Nietzsche envía a Venecia al fiel ayudante las últimas
hojas del manuscrito que había compuesto todavía en la Engadina, y ya tres días más
tarde, el 3 de octubre, Nietzsche tiene a limpio en sus manos esas hojas también.
«No comprendo cómo ha podido hacer ese horrible trabajo en tan poco tiempo»,
escribe el 4 de octubre; el 5 de octubre confiesa a Köselitz respecto a su elaboración:
«El manuscrito que recibió Usted desde St. Moritz se ha pagado tan caro y tan
dificultosamente que quizá nadie lo hubiera escrito a ese precio. Me horrorizo a menudo
ahora al leerlo a causa de los malos recuerdos, sobre todo en los apartados más largos.
Excepto algunas pocas líneas, todo fue imaginado de camino y esbozado a lapicero en 6
pequeños cuadernos: el refundirlo casi siempre me sentó mal. He tenido que dejar unas 20
largas series de pensamientos, por desgracia muy esenciales, dado que nunca encontré
tiempo suficiente para sacarlas de los horribles garabatos de lapicero, tal como ya me
sucedió el verano pasado. Después pierdo de la memoria la concatenación de los
pensatnientos: y es que tengo que hurtar a un cerebro doliente... los minutos y los
cuartos de hora de la 'energía del cerebro'. A veces me parece que no volveré a poder
hacerlo. Leo su copia y me resulta tan difícil comprenderme a mí mismo -tan cansada
está mi cabeza.»
La impresión hubo de llevarse a cabo sin problemas, puesto que el 18 de diciembre de
1879 Nietzsche recibió los primeros ejemplares, y dos días más tarde, también los
amigos.
REGALO DE NIETZSCHE A KÖSELITZ
Nietzsche sentía la necesidad de mostrarse agradecido con Köselitz
por su trabajo, grande y esforzado, en el
Nietzsche accede inmediatamente al deseo de Köselitz y le contesta el 5 de noviembre:
«!Me resulta muy agradable oír que no conoce el 'Verano tardío'; le prometo algo puro y
bueno. Yo mismo lo conozco desde hace poco; Rée me dijo una vez que en él se hallaba la
historia de amor más hermosa que jamás había leído; me acordé de el!.» El mismo
5 cle noviembre Nietzsche da la siguiente instrucción en una carta a la Sra.
Ida Overbeck para que que se le envie el libro encuadernado en tela verde y con
esquinas redondeadas. Köselitz da las gracias el 2 de diciembre: «Desde el domingo
estoy... embebido en el maravilloso libro... Me encuentro ahora confuso y avergonzado por
haber manifestado aquel deseo, ignorante de la extensión y del gran valor del libro, y no
sé cómo podría reparar mi desconsideración. Sin embargo... por el momento no se me
ocurre otra cosa que manifestarle... mí más cordial agradecimiento por este noble y
elevado regalo, que, por citar ya un párrafo suyo... 'viene como aceite suave al corazón
abierto'.»
El CAMINANTE Y SU SOMBRA EN BAYREUTH
A fines de diciembre Wagner toma en sus manos (quizá introducido por Hans Y. Wolzogen) «El
caminante y su sombra», de Nietzsche. El 27 y 28 de diciembre lee a Cosima «algo
del nuevo libro del pobre Nietzsche», «y se le ocurrió la expresión de E.
Schuré: nihilismo écoeurant (= repugnante nihilismo). ,¡No tener otra cosa que mofa
para una figura tan elevada y simpática como la de Cristo!', exclamó Richard
enfadado. Sigue hoy con ello y lee algo más (por ejemplo sobre 'Fausto') que resulta
horrible.» Puesto que en el «Caminante» sólo se encuentran en dos aforismos (42, 168)
consideraciones sobre «Fausto», o bien Wagner recurrió también a otros textos
anteriores, o lo horrible» se refiere a otra cosa.
MAR Y MONTAÑA ESPACIOS VITALES PARA NIETZSCHE
En las notas de aquellos años se encuentra esta frase: «¡Ya no quiero conocimiento
alguno sin peligo: que siempre esté en torno al investigador el pérfido mar o la
despiadada montaña!» Nietzsche, por tanto, no es un proscrito, rodando de una parte
a otra sin plan y sin meta, un «fugitivus errans», hasta el punto en el que se
gusta ver en su propia, heroización. Aunque con ello consigue una gran libertad de
movimento, la pone en práctica dentro sólo de un espacio nítidamente delimitado y
fácilmente supervisable y a un ritmo que depende, casi tozudamente, de las estaciones del
año.
AYUDA ECONÓMICA BAJO CUERDA DE PAUL RÉE
Kóselitz por aquellos años estaba ligado amorosamente con una
austríaca, Cácilie Guselbauer, que estaba empleada en el «Sandwier», en Venecia. El la
escribe el 27 de enero de 188012: «Ayer por la mañana llegó el cartero y me trajo
una nota con el anuncio de que en correos había un pagaré de 250 francos... A mediodía,
pues, voy a correos y he de leer que... el Dr. Rée me envía esa suma, con la
observación de que Nietzsche quiera... quizá ir a Riva, pero que saberlo solo allí le
resulta horrible; que por eso se permite enviarme... una pequeña suma para el viaje hasta
allí, etc. Se trata de un asunto delicado, y a pesar de que el Dr. Rée pretende hacerlo
olvidar con palabras hermosas, va a resultar dificil comportarse con cierta dignidad
frente a lo chocante del asunto.» Finalmente parece que aceptó el dinero,del que
pudo hacer buen uso en Riva.
NIETZSCHE COMPARTE SUS PENSAMIENTOS CON KÖSELIT
Los ataques de Nietzsche en el primer
libro de «Aurora» al cristianismo paulino no desmerecen en nada en
vehemencia del posterior «Anticristo». Con ello desapareció también la
base para la creencia en una ordenación ética del mundo, en especial porque la
crítica de Nietzsche también excluye totalmente un posible anclaje platónico
de los juicios morales sobre datos trascendentes, como la «idea del bien» por
ejemplo. Citemos sólo el aforismo 210 de «Aurora», entre las muchas
fomulaciones que persiguen la misma meta: «Uno ha reflexionado y constatado, por fin,
que no hay nada bueno, nada hermoso, nada elevado, ni nada malo en sí mismo, sino estados
anímicos en los que caracterizamos las cosas fuera y dentro de nosotros con tales
palabras. Hemos vuelto a derogar los predicados de las cosas, o al menos a acordarnos de
que se los hemos atribuido: «cuidemos de no perder, al reconocerlo, la capacidad de
atribuir, y de no volvernos más ricos y más avaros al mísno tiempo.» En
Nietzsche, así, todos los juicios morales y estéticos se revelan
alguna vez como prejuicios humanos surgidos más o menos razonablemente, cuya «santidad»
sólo consiste en que ya no se conoce su origen.
Todo estos pensamientos no podían por menos de impresionar a un hombre vivaz como
Köselitz. Compartía estos juicios sin haber experimentado sus razones o al menos aquello
que los había dado forma.Y soportaba todo esto él solo, puesto que, aparte de su trato
personal con él, Nietzsche mantenía sólo una correspondencia muy limitada, que
únicamente manifestaba un poco de aquello que realmente, es decir filosóficamente, le
preocupaba. Solamente un año después, tras la aparición del libro, Nietzsche se dio
cuenta de que exigía demasiado a su admirador. Así, el 21 de julio de 1881, escribió
desde Sils-Maria a Köselitz: «Me di cuenta, querido amigo, de que la disputa que se
da en mi libro con el cristianismo le tiene que resultar extraña e incluso penosa»,
y continúa, sosegante: «pero se trata, sin embargo, del mejor ejemplo de vida ideal
que yo he conocido realmente: desde la niñez vengo siguiendo sus huellas por muchos
recovecos, y creo que nunca en mi corazón he sido vil con respecto a él. ¡No en vano
soy el vástago de generaciones enteras de clérigos cristianos!»
CARTA DE NIETZSCHE A RÉE ANTE LA PERDIDA DE SU HERMANA
Nietzsche había escrito el 28 de mayo a Rée:«... que precisamente a Usted se le
abran tales heridas». A Usted, a quien yo ... deseo un sol pacífico y regularmente
cálido, desde la mañana hasta la tarde de la vida, para que toda su abundancia de frutas
nobles madure y llegue a su sazón sin violencias ni acritudes.» En este ejemplo
puede verse claramente cómo parece haber entendido Nietzsche, y llevado a cabo
él mismo, su ataque contra la compasión: sí un fino sentimiento comparado,
pero no un lamento, y manifestado sin insistencia. Desea al antiguo protección
contra un destino parecido al suyo, para que, a causa de experiencias difíciles, no
se le estropeen también a él, se le vuelvan desagradables y agrios, los
más nobles frutos del pensamiento. ¡Se trata de una confesión inquietante!
¿Se le habrían vuelto a él agrios los frutos de su pensamiento?
SIROCO Y CALOR DE VENECIA
El 28 de abril informa a Overbeck: «Siroco siempre», y
éste será el motivo por el que Nietzsche abandone fmalmente Venecia. El 3 de mayo
informa sobre su modo de vida: «Quizá te alegre oír que vivo fundamentalmente de
arroz y de carne de ternera. Desde mi partida el estómago no me ha causado la mínima
molestia.» El 15 de junio escribe a Overbeck: «Se impone la partida, hace mucho
calor.»
LECTURAS DE ESTA ÉPOCA
Además de las lectura comunes del Verano tardío de
Adalbert Stifter, aparecen en la lista de libros, que consulta en esta época, los
siguientes: Herber Spencer (1820-1930), Los hechos de la ética; Julius Baumeann
(1837-1916), Manual de moral juntamente con un compendio de filosofía del derecho;
Hans Lassen Martensen (catedrático de teología en Kopenhage, y fuertemente atacado por
Kierkegaard) Compendio del sistema de la filosofía moral. Después, dos tomos
del novelista francés Stendhal (Maric-Henry Beyle, 1783-1842), pero también manuales
de viaje como el de Grell-Fel sobre el sur de Francia, un librito sobre las islas
griegas, todo lo cual pudo hacérselo enviar de su biblioteca de Naumburg. Con
Overbeck se cartea sobre «Un prince de Bohéme» (1 840), de Honoré de Balzac
(1 799-1850) y sobre «Histoire de ma vie» (1854), de George Sand (1804-1876), y
pregunta por el catálogo de la librería socialista de Zürich. Le pide «
VIAJE DECEPCIONANTE AL MARIENBAD
Desde Marienbad escribe el 5 de julio a Köselitz: «Así pues...
he amarrado por fin en una especie de puerto salvador, tras la odisea más desagradable
que he vivido hasta ahora. Nada de lo que vi en Carniola, en Carintia, en el Tirol,
resultaba apropiado para mí; más bien era todo imposible... El viaje ha perjudicado
mucho mi salud; algunas veces estuve hasta el borde de la desesperación». Y A SU
CASA: « ... he hecho un viaje muy malo para buscar la montaña y el bosque.- todo me
decepcionó..., resultó imposible para mis ojos. Así, me he retirado a Marienbad, en
Böhmer; mi pensión se llama Eremitage. Hasta ahora, sin embargo, lluvia, lluvia y
suciedad. Horriblemente caro... ningún bocado me gusta, y así sucedió durante todo el
viaje. Incluso los bosques no son suficientemente profundos para mí... Ni aguantaré
aquí más de 4 semanas; después iré al Thüringer Wald, donde el bosque adquiere la
mayor profundidad.»
RECUERDO DE LA EXPERIENCIA DE MARIENBAD
Sorprendenternente, en el aforismo 388 de «Aurora»,
aparece una observación posterior sobre las experiencias e impresiones del decepcionante
viaje a Marienbad: «la canallería con buena conciencia. Ser explotado en el
pequeño comercio -esto resulta tan desagradable en ciertos lugares, como, por
ejemplo, en el Tirol; porque, además de la mala compra, uno se ve enfrentado a la cara
malvada y a la burda avaricia, a la mala conciencia y a la hostilidad grosera, que el
vendedor trapacero nos ofrece. En Venecia, por el contrario, el estafador se regocija de
corazón por la bribonada conseguida y no resulta hostil al estafado, sino dispuesto a
mostrarle su deferencia y a reír con él si tiene ganas de ello. En una palabra, hay que
tener espíritu y buena conciencia para la canallería: esto reconcilia casi al engañado
con el engaño.» Se trata de un juicio estético y se acerca mucho a una alabanza de
una opereta española hecha ocho años más tarde, cuando el 16 de diciembre de 1888
escribe entusiasmado a Köselitz:«..para ello hay que ser por instinto un bribón y
un pícaro y todo ello festivamente.»
STRESA
El 14 de octubre de 1880 informa a casa: «En Frankfurt
comenzaron los vómitos, en Heidelberg me metí en la cama. Otra vez a mitad del San
Gotardo me llegó el ataque y estuve tres días enfermo en Locarno»; y el mismo día
a Overbeck: «En Locarno me vi obligado a permanecer tres días en el estado más
miserable. No puedo prever... lo que ha de depararme Stresa, donde quiero permanecer un
mes. -El lago no está suficientemente hacia el sur para mi gusto, ya se nota el soplo del
invierno... ¡Las horas de Basilea fueron tan reconfortantes! Saludándole agradecido y
cordialmente ... »
AFORISMO 423 DE AURORA
Nietzsche describirá la costa rocosa de Génova por primera
vez en «Aurora», en el aforismo 423, como inicio del libro quinto: «Aquí
está el mar, aquí podernos olvidar la ciudad. ¡Es verdad que justamente ahora las
campanas rugen el Ave María ---es el ruido tétrico y necio, pero dulce, al cruzarse el
día y la noche--, aunque sólo un instante! ¡Ahora todo calla! El mar queda ahí,
pálido y brillante, no puede hablar. El cielo juega con colores rojos, amarillos, verdes,
su eterno juego mudo de la tarde, no puede hablar. Los pequeños rompientes y bandas de
rocas, que se meten en el mar como buscando el lugar más solitario, ninguno de ellos
puede hablar. Esta terrible mudez que nos salta de improviso, es bella y espantosa, hace
que el corazón se inflame: éste se horroriza ante una nueva verdad, tampoco puede
hablar... El hablar, el pensar también, me resulta odioso; ¿no oigo reír detrás de
cada palabra al error, a la ilusión, al desvarío?... ¡Oh mar! ¡Oh tarde! ¡Sois
maestros malvados! ¡Enseñáis al hombre a dejar de ser hombre! ¿ha de rendirse ante
vosotros? ¿Ha de volverse como sois vosotros ahora, pálido, brillante, mudo, terrible,
reposando sobre sí mismo? ¿Por encima de sí mismo?»
NECESIDAD DE AISLAMIENTO ANTE EL MALESTAR
El 24 de noviembre de 1880 describe a Köselitz su existencia
genovesa: «Aquí cuento con barullo, y con tranquilidad, y con veredas de montaña, y
con algo que es más hermoso que mi sueño al respecto, el campo santo»; y, más
detalladamente, el 8 de enero de 1881 a Overbeck: «Pienso tan a menudo en ti; y sobre
todo cuando, después del mediodía, me siento o me tumbo casi a diario al lado del mar,
en mi roca apartada, como un lagarto al sol, marchando en el pensamiento a la aventura del
espíritu. ¡Mi dicta y el plan de vida diario deberían sentarme bien a la larga! ¡Ahora
me doy cuenta de que me resulta imprescindible el aire del mar y un cielo muy puro! El
calor es menor ahora, a comienzos de año, que a finales, no tengo estufa, ¡pero quién
tiene aquí una estufa!» Por una carta suya del 5 de diciembre de 1880 a la hermana,
sabemos más cosas sobre su alojamiento: «¡Ando mucho!, ¡también subo! Puesto que
para llegar hasta mi buhardilla tengo que subir 164 escalones, además de que la casa
misma está situada ya a mucha altura, en una empinada calle de palacios, que a causa de
su declive y dado que termina en una gran escalera, es muy tranquila y tiene algo de
hierba entre las piedras.» Y el 8 de enero de 1881: «Cuando hay sol voy siempre
hasta una roca solitaria a la orilla del mar y me tumbo al aire libre, bajo mi sombrilla,
quieto como un lagarto; esto ha ayudado ya varias veces a mi cabeza. ¡Mar y cielo puro!
¡Cuánto me he martirizado antes! Me lavo diariamente todo el cuerpo, sobre todo la
cabeza, frotando fuertemente.» ¡No aparece nada aquí respecto a su trabajo
intelectual, sólo cosas relativas a la dieta y a los efectos curativos en relación a su
cabeza!
EL MANUSCRITO DE AURORA
Nietzsche envia el manuscrito provisional, el 25 de enero de 1881, a
Kóselitz con las siguientes palabras: «¡Dejo así que parta mi barco genovés hacia
Usted!... Se trata de nuevo:'¡Amigo, en tus manos encomiendo mi espíritu!', y más
todavía: '¡En su espíritu de Usted encomiendo yo mis manos!' Escribo demasiado mal y
veo todo torcido. Si Usted no adivina lo que yo pienso, mi manuscrito resultará
indescifrable.» El título es todavía «La reja de arado», es decir
el título de una «Consideración intempestiva», planeada hacía tiempo.
Obviamente, Nietzsche no puede liberarse del todo de los viejos planes de 13
consideraciones intempestivas. Parece que en su fuero interno consideró así
todavía las tres partes de «Humano,demasiado humano», con lo que esta nueva, «La
reja de arado», hubiera hecho el nº. 8 de las Consideraciones intempestivas.
SUGERENCIAS DE KÖSELITZ
Köselitz vuelve a trabajar inconcebiblemente rápido. El 6 de febrero devuelve
ya el escrito a limpio, añadiéndole, impresionado por las muchas cosas nuevas que se le
muestran en él, el motto: «Hay tantas auroras que todavía no han lucido»,
remitiéndose para ello al Rigveda. Ese motto dio lugar al nuevo título, no
estando decidido primero si había de ser «Una aurora» o solamente «Aurora»;
Nietzsche,con su fino olfato para la efectividad, se decidiría finalmente por
éste último. Kóselitz quería, primero, seguir con el título «La reja de arado»
y dejar «Aurora» para un próximo libro de continuación, que seguramente era
de esperar, pero se convenció de lo contrario el 19 de febrero de 1881.Nietzsche le
había enviado, mientras tanto, un extenso «epílogo», que Köselitz volvió a
pasar a limpio inmediatamente y pudo devolverlo ya el 19 de febrero. Sólo ahora emprende
Nietzsche la ordenación del todo, agrupándolo provisionalmente en cuatro apartados. Tras una nueva revisión, sin embargo, lo divide en cinco
«libros», y así vuelve el manuscrito de hojas sueltas, el 14 de marzo, a
Köselitz. Nietzsche escribe entonces: «Son V libros. Tras la portada sigue una
página con la leyenda Libro Primero. (etc.) Para la portada no me gustan los aditamentos
simbólicos. ¡Líneas simples, fuertes y animosas, y la mayor legibiedad posible en las
palabras!» En referencia al título, Nietzsche añade todavía en esa carta
del 20 de marzo: «¡Todo título tiene que ser, ante todo, citable: hemos de
cambiarlo, por tanto! No 'Una aurora', sino solamente 'Aurora'. Además así no suena tan
pretencioso.»
PROYECTO DE TRASLADO CON SU MADRE A BADEN-BADEN
El 14 de marzo él pide disculpas: «Perdón por haber hablado de
B.Baden -¡Yo no pensé en absoluto en mí al hacerlo! Sino sólo en que nuestra madrecita
tuviera un lugar idílico, agradable y dulcemente entretenido para su edad, de modo que no
se quedara sola en la necia ciudad burocrática de Naumburg. (Naumburg es repulsiva en el
invierno y en el verano -nunca he tenido un sentimiento patriótico respecto a ella, a
pesar de que me he esforzado honradamente en aceptarlo.)»
FISURA EN SUS RELACIONES FAMILIARES
La carta del 11 de junio de 1881 muestra terriblemente hasta qué
punto había decaído por aquella época, su relación íntima con la familia: « ...
dentro de unas cuantas semanas os llegará mi libro. Miradlo amablemente por fuera:...
Pero os pido de todo corazón que no lo leáis y no lo prestéis a nadie.» Elisabeth
parece que no comprendió este gesto elusor y, torpemente, quiso informarse sobre el nuevo
libro. El 19 de junio Nietzsche reacciona violentamente como ante una enojosa
importunidad: «¿Crees que se trata de un libro? ¡Me sigues considerando un
escritor! Mi hora ha llegado. Te quiero ahorrar un trabajo así, tú no puedes llevar mi
carga.... Me gustaría que pudieras decir a todo el mundo con conciencia pura: 'no conozco
los últimos puntos de vista de mi hermano'.»
RECOARO
Köselitz escribió a Nietzsche el 8 de abril de 1881: «Este
mediodía me quejaba de nuevo a un farmacéutico, ...hablándole de lo cansado que estoy
de Venecia, y le pregunté qué consejo podría darrne en relación con el frescor
estival. Me recomendó para ello Recoaro, en la vertiente sur de los Alpes tiroleses ...
Hay allí un pequeño lago, bosques, recorridos románticos, vida barata ... Dijo que el
lugar era que ni pintado para poetas y demás artistas; que allí tenía que ocurrírsele
a uno algo bueno... Parece que los meses más agradables allí son mayo, junio, julio,
agosto; en septiembre ya debe hacer frío... ¿Qué le parecería a Usted, Sr. Profesor,
si nos encontráratnos allí en mayo?» Nietzsche estrecha inmediatamente la mano
ofrecida: «¡Así, pues, Recoaro! Tengo alquilada la habitación sólo hasta final de
mes y pensaba irme de todos modos el primero de mayo: por tanto, si le parece oportuno,
viajaré ese día hasta Vicenza (desde allí quedan 4 horas de viaje, eso lo dejo para el
día siguiente). Intente enterarse todavía de detalles sobre precios de habitaciones,
etc. he aprendido que el conocimiento de los precios es ya la mitad de la economía
misma» ( 10 de abril de 1881). El viaje, excepcionalmente, se llevó a cabo conforme
estaba planeado. Ambos se encontraron el 1 de mayo en Vicenza y pernoctaron en el hotel «Tre
Garofani» «
APROBACIÓN DE NIETZSCHE A LA MÚSICA DE KÖSELITZ
El 18 de mayo Nietzsche confiesa a Overbeck: «Y ahora una alegre, muy alegre
noticia: nuestro amigo Köselitz es un músico de primera fila, su obra, de un nuevo y
original hechizo de belleza, en el que ninguno de los vivos lo iguala. Alegría ,
gracia, interioridad, una gran dosis de sentimiento, superando la festividad inofensiva en
una elevación inocente: a la vez, una perfección técnica y una finura de pretensiones
que, en este burdo siglo, me resultan indeciblemente refrescantes. Además de todo ello,
hay un parentesco entre esta música y mi filosofía: ¡la última ha encontrado su
portavoz más cadenciosol»
EL PSEUDÓNIMO DE PETER GAST
Por esta época se le ocurrió a Nietzsche el pseudónirno
«Peter Gast». Köselitz lo aceptó, se dejó imponer el nombre por su maestro y lo
llevó el resto de su vida; tan consecuentemente, que casi sólo se le conoce por ese
nombre, y así ha entrado en la historia de la filosofía y de la literatura, a pesar de
que con ello se perdió algo que Nietzsche siempre conservó en sus cartas: Nietzsche
siempre se dirigió al hombre con «Köselitz», y, sólo allí donde se refiere
exclusivamente al compositor, escribe en contadas ocasiones «Peter Gast»; por
última vez, a comienzos de enero de 1889, en una hoja de la época de la locura usa la
expresión a su «maestro Pietro». Pero ya le entraron dudas poco después del
«bautismo», cuando Köselitz estaba de vuelta en Venecia, y Nietzsche, en la soledad de
Recoaro, tuvo tiempo para meditar sobre ello. En la tarjeta postal del 17 de junio añade
como PS: «Pseudonimidad y ocultamiento imposibles para Usted: basta cambio de nombre.
Por ejemplo, Coselli»; pero Köselitz contesta el mismo día: «Quiero dejarlo
en la pseudonimidad, y además en Peter Gast - no se trata de llevarla hasta sus últimas
consecuencias, tal como yo lo veo; - por este camino real hacia Italia me vinieron
demasiados nombres a la cabeza. Pero ya no volveré a ir por caminos reales.»
LA MECÁNICA DEL CALOR DE MAYER
El médico Julius Robert Mayer, nacido el 1814 en Heilbronn
y muerto allí mismo en 1878, es uno de los exponentes más distinguidos del movimiento
materialista a mitad del siglo xix. Después de estar ya establecido el principio de
la conservación de la materia, él añadió - al mismo tiempo que el físico Helmoltz,
pero independientemente - el principio de la conservación de la energía, y
expuso «que la fuerza sólo cambia según la cualidad, pero que según la cantidad es
indestructible, y que también el calor es sólo una especie de movimiento, o que el
calor y el movimiento se convierten uno en otro, y que, asimismo, se puede expresar
numéricamente una ley de la relación invariable entre las magnitudes del calor y del
movimiento; la cifra correspondiente la llama equivalente mecánico del calor».
Nietzsche seguramente no estudió de inmediato, totalmente y en detalle, la obra de Mayer,
puesto que sólo muchos meses más tarde, el 20 de marzo del año siguiente, en una carta
a Köselitz, se refiere a ella, y no sin reparos de importancia. Lo enfrenta a Copérnico
y, sobre todo a Boscovich, «¡también a todos los físicos y químicos materialistas! e
incluso a los mejores partidarios del mismo Mayer». Nietzsche lo considera como «un gran
especialista -y no más». Y después le tacha de inconsecuente, no le resulta
suficientemente radical: «A fin de cuentas Mayer coloca una segunda fuerza en segundo
plano, el primer mobile, el buen Dios -junto al movimento mismo. ¡Y es que lo necesita
absolutamente!» Dado el entusiasmo de Köselitz por Mayer, con seguridad este libro
proporcionó materia de conversación durante la estancia de ambos en Recoaro, y materia
de reflexión para Nietzsche igualmente durante el tiempo que pasó a continuación en
soledad; con motivo de ello hubieron de despertarse en él recuerdos de la teoría
mecánica de la evolución de Darwin, que había conocido de estudiante, así como de
la «Historia del materialismo» de Friedrich Albert Lange. En todo caso, la
temática de esa obra de Mayer determina la orientación de todas las lecturas de los
meses siguientes, que difiere claramente de la del año anterior: antes «moralia»,
ahora exclusivamente publicaciones de filosofía mecánico-materialista. No resulta
equivocado considerar que todo esto influyó mucho, cuando menos, en la súbita idea de
Nietzsche, del siguiente agosto, del «eterno retorno de lo mismo», a la que
añade, además de las tesis sobre la finitud y clausura cuantitativa de la materia y
de la energía, el principio de la finitud y limitación matemática de las
posibilidades de combinación; ese dogma extraño y tan fácil de refutar, aparece,
sin consecuencia alguna, en medio justo del trabajo en la continuación de «Aurora»,
en la «Gaya ciencia», los dos libros antidogmáticos por excelencia, libros que
niegan cualquier principio trascendente y que aplican esto metódicamente al
campo de la moral y de la metafísica. En Nietzsche se entabló una batalla entre estos
antagonismos, batalla que casi pudo con sus fuerzas.
SILS-MARÍA
El mal estado de salud obligó categóricamente a
Nietzsche a abandonar Recoaro. El 19 de junio parece estar decidido el plan para el
verano: «Mi dirección: St. Moritz en Graubünden (Suiza), lista de correos. Se trata
otra vez de un último intento», escribe a casa. El 2 de julio de 1881 viaja por
Comersee-Chiava-Maloja a St. Moritz, pero cambia inmediatamente a Sils-Maria,
desde donde escribe a Köselitz el 8 de julio: «Durante el viaje un tren no cogió a
tiempo su enlace - duplicación del tiempo y de los gastos de viaje... St. Moritz me
repelía fuertemente, se me aparecía bajo la cristalización de los dolores que padecí
allí hace dos años. Lo abandoné a las tres horas; ¡por la tarde quería incluso dejar
la Engadina! Por fín, gracias a un suizo formal y amable, con el que viajé durante la
noche, ... me he aposentado en el rincón más encantador de la tierra... Considero el
descubrimiento de este lugar un regalo tan inesperado como inmerecido, igual que su
música, que aquí, en este idilio eternamente heroico, llega más hermosa hasta el
corazón que allí abajo. Me estoy recuperando ahora de un ataque de tres días
(tormenta).»
GRAN DESASOSIEGO INTERIOR
De ello dan prueba sus cartas, aunque también los encargos
masivos de libros y las referencias a sus nuevas ideas, como la del 14 de agosto, por
ejemplo, a Köselitz: «En mi horizonte han surgido ideas tales como no he conocido
nunca - no quiero manifestar nada al respecto para mantenerme a mi mismo en una
tranquilidad imperturbable. ¡Después de todo, tendré que vivir todavía unos cuantos
años! ... Las intensidades de mi sentimiento me hacen estremecer y reír - ya me ha
pasado unas cuantas veces no poder abandonar la habitación, por el ridículo motivo de
que mis ojos estaban inflamados- ¿por qué? Todas las veces, el día anterior había
llorado en exceso durante mis paseos, aunque no lágrimas sentimentales, sino de júbilo;
cantaba y decía tonterías, poseído por una nueva visión de las cosas, con la que
cuento antes que cualquier otro hombre.»
CARTA APOCADA DE BURCKHARDT
Nietzsche escribe a Köselitz (el 14 de agosto): «Hubo
realmente momentos... (por ejemplo, el año 1878) en los que unas palabras de ánimo...
hubieran sido para mí algo como el consuelo de todos los consuelos - y precisamente
entonces me abandonaron todos... Ahora ya no espero nada y sólo siento una cierta oscura
extrañeza cuando, por ejemplo, pienso en las cartas que estoy recibiendo. - Todo resulta
tan fútil, a ninguno le he hecho vivir nada, ninguno se ha hecho una idea sobre mí -
todo lo que se me dice resulta respetable y benevolente, pero lejano, lejano, lejano.
También nuestro buen Jacob Burckhardt escribió una cartita así, apocada y acobardada.»
En esa carta, Burckhardt volvía a emplear la metáfora del caminante sobre riscos,
y terminaba: «Quizá, poco a poco, vaya juntándose y creciendo en el valle una
muchedumbre que, cuando menos, se ponga a mirar al paseante de riscos»; y en ello no se
equivocaría.» Pero comienza la carta: «Verdad es que, como Usted adivinó, hay
varias cosas en él que van contra mi opinión; pero mí opinión no tiene por qué ser la
única verdadera.» ¡Él, por tanto, no formará parte de esa muchedumbre!
Esto tuvo que resultar decepcionante para Nietzsche, puesto que había introducido algunos
aforismos políticos que estaban totalmente en la línea de la mentalidad de Burckhardt.
PLANES DE VIAJAR A LA ALTIPLANICIE MEXICANA
El 18 de agosto, había escrito a su hermana: «No soporto
telegrafiar la negativa al Dr. Rée: a pesar de que considero enemigo mío a cualquiera
que interrumpa mi verano de trabajo en la Engadina... Una persona en medio de la trama,
extendida hacia todas las direcciones, de mis pensamientos --eso es una cosa horrible; y
si no puedo asegurar en adelante mi soledad, dejaré Europa por muchos años ¡lo juro!» Tras
esta amenaza había, efectivamente, planes: ir a la altiplanicie mejicana.
MUERTE DE SU TIO MATERNO
Por esta época había muerto su tío materno,Theobald Oehler,
Pastor de Altendammbach. A comienzos de julio Nietzsche escribió a su madre lo que él
creía una carta de consuelo: «Era un hombre tan dulce y bueno, nuestro Theobald,
duro consigo mismo y, sin embargo, no un fanático; siempre lo tuve por el mejor de los
Oehler. Quién sabe si la culpa de su enfermedad nerviosa no la tienen todavía más las
curanderías de su suegra, que su teología. Prefirió la muerte al manicomio y
probablemente hizo bien con ello.» Hubo de recibir la oportuna reprimenda, porque el
13 de julio se apresura a ponerse de lado de la tesis oficial de la famlia: «Sí,
así suena más probable: el pobre Theobald, en estado de excitación de ánimo, quiso
tomar un baño (para tranquilizarse) y al hacerlo le sobrevino el ataque. Esto sucede a
menudo, a menudo.» Por tanto, ya se recurre aquí al diagnóstico de ataque
cerebral, como también hará más tarde la hermana en relación con el
desmoronamiento de Nietzsche.
RECONOCIMIENTO CLARO DE SU DESTINO
La muerte de su tio puso delante de Nietzsche con gran claridad
su destino, puesto que en la misma «carta de condolencia», hay una
frase aterradora: «Mi dolencia cerebral es muy dificil de explicar; con relación al
material científico referente al caso, sé yo más que ningún médico.»
FASCINACIÓN POR SPINOZA
Por esta épcoa pide a Overbeek que le saque de la biblioteca de
Basilea, entre otros libros, «el tomo de Kuno Fischer sobre Spinoza». Ya
Nietzsche había sacado tiempo atrás de la biblioteca la «Historia de la nueva
filosofía», del profesor heidelbergense de filosofía Kuno Fischer (1824-1907),
así como sus conferencias de 1860, «Vida y obra de Kant» e «I. Kant,
desarrollo, historía y sistema de la filosofía crítica»; su conocimiento de Kant
lo obtuvo, sobre todo, a través de Fischer. Probablemente entonces conociera también la
exposición de Fischer de la filosofía del solitario Baruch Spinoza, rechazado
por su comunidad judía a causa de sus ideas herético- ilustradoras. Ahora vuelve a tomar
ese libro, la segunda parte del primer tomo, que contiene la «Escuela de Descartes» y,
precisamente, «Spinoza». Overbeck procuró todo ello a vuelta de correo; Nietzsche
comenzó inmediatarnente a leerlo y el 30 de julio hace a Overbeck, en una tarjeta postal,
esta importante confesión: «¡Estoy totalmente admirado, totalmente fascinado!
¡Tengo un predecesor, y vaya uno! Casi no conocía a Spinoza: lo que ahora me llevó a
él fue una 'acción instintiva'. No sólo su orientación general es semejante a la mía
-hacer del conocimiento el afecto más poderoso-, sino que, además, yo mísmo me
reconozco en cinco puntos fundamentales de su doctrina; este pensador, el más anómalo y
solitario, me resulta más cercano en lo siguiente: niega la libertad-; los fines--; el
orden ético del mundo-; la falta de egoísmo-; el mal-; aunque es verdad que las
disparidades son grandes, se debe más bien a diferencias de tiempo, de cultura, de
ciencia. In summa: mi soledad, que a menudo, como sucede sobre las cimas muy altas,
me producía sofocos y hacía que la sangre afluyera por todas partes, resulta ahora, al
menos, compartida con otro.»
CONFESIÓN A KÖSELITZ SOBRE SUS IDEAS SOBRE ZARATHUSTRA
La idea del «eterno retorno de lo mismo» penetra, en estos
momentos, como una pesadilla en el alma de Nietzsche. Dos años más tarde, el 3 de
septiembre de 1883, confiesa a Köselitz: «Esta Engadina es el lugar de nacimiento de
mi 'Zaratustra'. Acabo de encontrar el primer bosquejo de los pensamientos con los que se
juega en él; abajo está escrito 'Comienzos de agosto de 1881 en Sils- Maria, 6.000 pies
sobre el mar y más alto sobre todas las cosas humanas'.»
SOBRE EL ZARATHUSTRA EN ECCE HOMO
Nietzsche confirma también en el «Ecce homo» esta
historia sobre el origen del Zarathustra: «La concepción fundamental de la obra, la
idea del eterno retorno, la mejor fórmula de la afirmación que se pueda jamás
encontrar, proviene del mes de agosto del año 1881... Aquel día caminaba yo por los
bosques, al lado del lago de Silvaplana; me paré ante una poderosa roca piramidal no
lejos de Surlej. Entonces me vino esa idea..... El invierno siguiente viví en esa
graciosa y tranquila bahía de Rapallo, cerca de Génova, ... por la mañana subía en
dirección sur por la magnífica carretera que lleva a Zoagli, al lado de pinos y con
amplia vista del mar; por la tarde, cuando la salud lo permitía, rodeaba la bahía entera
de Santa Margherita hasta Portofino... En estos dos itinerarios se me ocurrió el
Zaratustra entero, sobre todo el mismo Zaratustra como tipo: más exactamente, él me
asaltó.»
Así pues, si hoy se enseña en la Engadina una «roca de Zaratustra»
o incluso dos, se debe a un malentendido. El «eterno retorno de lo mismo»
pertenece a la Engadina, la figura de Zaratustra como pregonero de esa idea, a la
Riviera, con más exactitud: a la bahía de Rapallo.
AMPLIACIÓN DE SUS LECTURAS
En esta época a Nietzsche le resultaba imprescindible ampliar sus
lecturas. Todavía en septiembre hace que Overbeck le envíe algunos libros a Sils, que
dejan traslucir de nuevo una fuerte y acuciante exigencia de conocimiento fundado
científicamente y de conexión con las corrientes intelectuales más poderosas de su
tiempo. Ya estaba familiarizado hacía tiempo con los neokantianos Zeller y Fischer. Ahora
se dirige hacia el silesio Otto Liebmann (1840-1912; desde 1872 profesor en
Estrasburgo, desde 1882 en Jena) y encarga su «Kant y los epígonos» (1865), en
el que acaba cada capítulo con el estribillo: «... así pues, hay que volver a
Kant», y «Análisis y realidad» (1876). Lo que debió resultarle más
interesante en todo ello fue el esfuerzo de Liebmann por eliminar la «cosa en sí»
de la imagen crítica del universo. «El punto esencial de la concepción crítica del
universo consiste en la idea de que el hombre sólo conoce en el médium de la conciencia
humana... El hecho original no es el mundo, sino nuestra conciencia.» Estas son
ideas que Nietzsche expuso ya en «Aurora», pero que ahora, en la «Gaya
ciencia» puede desarrollar con mayor seguridad. Desea tener, asimismo, un escrito
del darwinista Otto Caspari, «La hipótesis de Thomson» (1876); además, de
Adolf Fick (que forma, junto con Helmholtz, Fr. Alb. Lange y otros, la llamada
orientación fisiológica del neocriticismo), su «Ensayo sobre la causa y el efecto»,
una obra notable para su tiempo, de la que en 1882 apareció la 2ª edición.
Con «La fuerza. Una cosmovisión realmonística» (1878) de J. G. Vogts,
Nietzsche se introdujo en el círculo y en las ideas del monismo proveniente de E.
A. Háckel. «Necesitaría pronto uno de mis libros de los cajones de Zürich.-
Spir, Pensamiento y realidad- ... son dos tomos», sigue diciendo en la
carta a Overbeck. Nietzsche había estudiado por primera vez a African Spir
(1837- 1890) ya en 1873. Una idea y una actitud personal de Spir ejercieron sobre él un
influjo nada despreciable: «¡La ley moral proviene de nosotros, no de Dios, es
nuestra mejor naturaleza propia! Spir, a pesar de que ha permanecido casi desconocido,
consideró sus doctrinas como absolutamente demostradas y como el acontecimiento
fundamental del siglo xix, con el que comenzaría la segunda época de la Humanidad, la de
la madurez intelectual .»
EMPEORAMIENTO EN SU ESTADO DE SALUD
El estado de salud hubo de volver a ser horrible. Se lo confiesa a Overbeck
el 18 de septiembre, concluyendo así en un párrafo de la carta escrito en latín.- «Sum
in puncto desperationis.» Le cuenta cómo ha llamado a la muerte como médico y
cómo el día anterior había esperado que fuera el último -pero en vano. El 22 de
septiembre escribe a Kóselitz: «¡Fueron tiempos peligrosos, la muerte me miró por
encima del hombro, durante todo el verano he sufrido horriblemente: ¡adónde puedo ir!...
Piense que, in summa, he pasado aquí arriba 10 días soportables, y que los días malos
crearon situaciones tan atroces como las que viví en Basilea.»
EL BENEFICIOSO MAR DE GENOVA
El estado de salud retrasó su partida. Abandona la Engadina
extraordinariamente tarde, el 1 de octubre, para volver a Génova. El 10 de octubre
escribe a Naumburg, como si hubiera regresado a la patria: « ... tan difícil me
resulta admitir que ya sólo puedo vivir al lado del mar. El martyrium del 1 de mayo al 1
de octubre fue atroz; trajo para mí viejos - y los peores- peligros en su seno. También
aquí sufro mucho, como sabéis, pero es posible humanamente soportarlo, mientras que en
la Engadina, en Marienbad, en Naumburg y Basilea la vida se me convirtió en tortura
animal.»
NAUSIKAA Y CARMEN
Nietzsche comenzó a tomar parte muy activa en los planes y trabajos
de su amigo Köselitz. Por su causa fue a la ópera «y oí Semíramis de Rossini y
Romeo y Giuletta de Bellini (ésta cuatro veces)», como escribe el 6 de noviembre.
Con esta ocasión hace un descubrimiento que lo conmueve profundamente. «Oí dos
veces a una cantante muy joven en el papel de Sonnarnbula: Emma Nevada. Dos veces me
colocó en una dulce embriaguez (lo que no había conseguido voz alguna todavía). Ahora
siempre me ronda 'Nausikaa', un idilio con danzas y todo el esplendor sureño de
aquellos que viven al lado del mar; música y poema del amigo Köselitz; Nausikaa cantada
por Emma Nevada. Mis genoveses estaban fuera de sí, la trataron como a un ángel del
cielo». (A Köselitz, el 18 de noviembre de 1881.) El 27 de noviembre ya ha acabado
este intermezzo: «El lindo pájaro cantor ha volado.»
Pero el descubrimiento más importante, de estas visitas al teatro, resultó el encuentro
con la ópera Carmen de Bizet, el 27
de noviembre de 1881 en el teatro Politeana Al día siguiente del primer encuentro escribe
entusiasmado a Köselitz: «¡Hurra! ¡Amigo! He vuelto a conocer algo bueno, una
ópera de Francois Bizet (quién es ese): "Carmen". Sonaba como un cuento de
Méerimée, inteligente, fuerte, emotiva de vez en cuando, Un auténtico talento francés
de la ópera cómica, no desorientado en absoluto por Wagner, por el contrario, un
verdadero discípulo de Hector Berlioz. ¡Algo así he creído que sería posible! Parece
que los franceses están en el mejor camino en la música dramática; y tienen una gran
ventaja sobre los alemanes en un punto fundamental: la pasión no es tan rebuscada en
ellos (como, por ejemplo, son todas las pasiones en Wagner).» Y una semana más
tarde, el 5 de diciembre del 81: «El que Bizet haya muerto me resultó como una
profunda puñalada. Oí Carmen por segunda vez - y de nuevo me recordó una novela de
primera fila, como por ejemplo de Méerimée. ¡Un alma tan apasionada y tan gentil! Para
mí esta obra merece un viaje a España --una nación muy meridional-. No se ría, viejo
amigo, no me equivoco ni tan fácil ni tan completamente con mi "gusto".» Tres
días más tarde, el 8 de diciembre, vuelve a escribir a Köselitz: «...Estoy casi
por pensar que Carmen es la mejor ópera que hay; y mientras que nosotros vivamos formará
parte de todos los repertorios de Europa.» Más de seis años después, en mayo de
1888, en el «Caso Wagner», Nietzsche vuelve a escribir sobre Carmen con
entusiastas palabras: «Oí ayer - no sé si lo creerá - por vigésima vez la obra
maestra de Bizet ... » Pero a finales del año 1888 escribe a Carl Fuchs: «No
debe tomar en serio lo que digo sobre Bizet; tal como yo soy, este Bizet no merece 1000
veces mi atención. Pero como antítesis irónica de Wagner es muy efectivo;
hubiera sido una falta de gusto incomparable el que hubiera partido, por ejemplo, de una
alabanza de Beethoven.»
KIERKEGAARD Y EL DON GIOVANNI
En relación con el entusiasmo que Nietzsche pareció sentir
por la «Carmen» de Bizet, se impone un paralelo digno de
consideración. Ese mismo puesto ocupa «Don Giovanni» de Mozart en «O lo
uno o lo otro», de Kierkegaard. También para él esa ópera se convirtió
en un paradigma - malo, en este caso, porque está mal elegido - para mostrar un
modo de vida, a saber, el puramente estético, orientado sólo al goce de los
sentidos, que él rechaza y que no saluda tan exaltadarnente como Nietzsche a la ópera «Carmen».
Nietzsche encuentra aquí lo que Kierkegaard llama «lo erótico inmediato.»
Pero Kierkegaard llega hasta la afirmación de que la
representación de ese «erótico inmediato» es la tarea genuina y única
de la música, mientras que - el músico Nietzsche sabe, por el contrario, que
con ello no se agotan sus posibilidades, aunque goce de ella especialmente en
esta función. Se dice que Kierkegaard no faltó a ninguna de las
representaciones de Don Giovanni en Kopenhage. Nietzsche, con seguridad, no
faltó a muchas de las representaciones de Carmen accesibles para él.
ADMIRADORES
En esta época de su vida Nietzsche puede percibir como
surgen nuevos admiradores, aunque, debido a lo importunos que podían resultar no
siempre fueron una alegría para él. Ya el 30 de marzo de 1381 se había quejado a
Köselitz: «¡El señor Otto Busse preocupa enormemente a sus parientes y amigos
(-¡lleno de delirios respecto a sí mismo y a mí!) y éstos se dirigen ahora a mí!
--pensando que yo le haya metido algo en la cabeza... Se considera el reformador de los
alemanes y a mí la "autoridad de las autoridades" ---en una palabra: ¡Mahoma y
Alá!». Busse era un viejo admirador de Nietzsche de la zona de Brandenburgo, que
había malentendido sus primeros trabajos viéndolos sólo como programa de una reforma
cultural nacional-alemana. Enviaba poemas voluminosos a Nietzsche, y consiguió
impresionarlo hasta cierto punto con ello, puesto que las palabras del 27 de noviembre de
Nietzsche a Köselitz no dejan de mostrar una llamativa escisión: «Había en su
carta unos cuantos sentimientos tan delicados que me conmovieron -¡conmovido y lleno de
burla por mi destino! Nadie... me ha honrado hasta ahora como ese pobre señor Busse.
Envíeme sus misivas, pienso incluso contestarle-: es todo mi "público".»
Pronto habría de ampliarse el público. «El nuevo año trajo un "escrito de
adhesión" de América, en nombre de tres personas (entre ellas un profesor del
Instituto Peabody, en Baltimore)» (a Kösselitz, el 17 de enero de 1882). Se trata,
sobre todo, de Mrs. Fynn, que en los próximos años vendrá a Europa y será la
primera de aquella guirnalda de damas cultas que rodean a Nietzsche en Sils y entablan
conversación con él, Un interés más general y creciente por Nietzsche descubre el
«Berliner Tagblatt» en marzo de 1882, en un reportaje sobre la existencia genovesa
de Nietzsche; «ni la máquina de escribir fue olvidada», observa
Nietzsche, de buen humor, a Overbeck.
JUNTO CON PAUL RÉE EN EL TEATRO
Ambos amigos fueron juntos al teatro. Así, el 5 de febrero, en que
vieron a la famosa Sarah Bernhardt como dama de las camelias en la obra
de Alejandro Dumas. Pero «con Sarah Bemhardt tuvimos mala suerte... después
del primer acto cayó como muerta. Tras una penosa hora de espera siguió interpretando,
pero a mitad de ese acto le sobrevino un vómito de sangre... con lo que la función se
acabó. Fue una impresión insoportable, sobre todo porque interpretaba a una enferma del
mismo tipo... A pesar de ello... volvió a interpretar la noche siguiente y las siguientes
y ha convencido a Génova de que es 'la primera artista viva'. Externamente, y en
sus ademanes, me recordó mucho a la señora Wagner», confiesa en la misma carta.
PLANES DESMESURADOS JUNTO A RÉE
El 4 de marzo escribe a Kóselitz: «Me gustaría dirigir una
colonia en las altiplanicies de México: o ir con Rée al oasis de palmeras de Biskra»,
respecto a los cuales Rée ya había escrito el 11 de febrero a la hermana de Nietzsche: «Para
el año próximo ya he acordado con su Sr. hermano un viaje a Biskra, Argelia; caravanas,
oasis, camellos», pero entonces ya estaban ambos amigos separados para siempre a
causa de amargos -acontecimientos. Rée había traído tatnbién la máquina de
escribir comprada por Nietzsche a Hansun, en Kopenhage, que, por desgracia,
ya había sufrido desperfectos durante el mismo viaje. Verdad es que un mecánico la
reparó en el plazo de una semana, pero pronto dejó totalmente de prestar sus servicios.
Sólo hay unas pocas cartas escritas a máquina, y no siempre aguantó ésta
hasta el final.
FILOCTECTO
El 27 de octubre ya puede escribir: «Desde ayer tengo la
nueva vivienda, que promete proporcionarme una hermosa tranquilidad. Menos mal que el
amigo Rée no me ha visto aquí en las últimas semanas - había caído hasta el último
escalón de mis pretensiones. Ahora ya me puedo "dejar ver' - me ha costado mucha
reflexión encontrar esta casa. Dirección: Génova, salitta della Battistine 8
(interno 6), pero sólo para Rée y no para cartas. Con cariño, vuestro Filocteto.»
¡Aquí encontramos por primera vez este pseudónimo!
ELECTRICIDAD ATMOSFERICA CAUSA DE SUS MALES?
Igualmente cambiante era su salud, sobre todo en los primeros meses;
su estado fue empeorando hasta un momento de crisis en torno a las Navidades. Sus lamentos
no acaban nunca, y busca desesperado la causa: sobre una falsa pista, puesto que la busca
sólo fuera, y cree ahora haber encontrado en la electricidad atmosférica una de
las fuentes fundamentales. Esta idea ya le había impulsado a preguntar a Overbeck, en
septiembre de 1881, con ocasión de su gran encargo de libros: «¿Existe una edición
completa de los discursos de Dubois-Reymond?» Emil du Bois- Reymond (1818-1896)
había publicado ya en 1848 una «Investigación sobre la electricidad animal».
Además de ello, el 28 de octubre pide también el escrito «Meteorología», del
médico Pierre Foissac, y justifica así su deseo: «Es a causa del terrible influjo
de la electricidad atmosférica sobre mí - ello me hará andar vagando todavía por la
tierra, tiene que haber mejores condiciones de vida para mi naturaleza. Por ejemplo en las
altiplanicies mejicanas, al lado del tranquilo océano.» El libro llegó pronto,
pero Nietzsche volvió a quedar defraudado, y el 14 de noviembre escribe a Overbeck al
respecto: «... esa meteorología médica... es por desgracia una ciencia en la niñez
todavía y para mi caso personal sólo una docena más de interrogantes...»
DOLORES DE MUELAS Y DE VEJIGA
A finales de enero de 1882 informa a la madre: «Además de todo
eso, desde octubre he estado sometido a grandes dolores de muelas - tengo aproximadamente
seis muelas huecas.... » Nietzsche prosigue en su carta:«últimamente he
conocido una nueva dolencia, que tiene su propia incomodidad: ahora me atormenta un
padecimiento de vejiga y no quiere abandonarme.»
ALEJAMIENTO CADA VEZ MAYOR DE WAGNER
A Wagner le repelía todo el nuevo derrotero emprendido por
Nietzsche, que él iba anotando desde lejos, haciendo ocasionalmente observaciones al
respecto. Así, en el «Caminante», lo indignaba la postura de Nietzsche. Wagner
considera como una aberración algo que advierte en Nietzsche: su influjo de los
autores franceses, y piensa al respecto (6 de abril de 1880): «Sólo para liberarse
de mí se entrega a todas las trivialidades», con lo que Wagner, en efecto, percibe
correctamente un aspecto del cambio de Nietzsche. Y se da cuenta también de otra fuente
de diferencias: cuando el 28 de agosto de 1880 visita la catedral de Siena y concibe
allí, más o menos, el modelo para su templo del Grial, Cosima y él
piensan en el «tono encopetado, fríamente despectivo de Jacob Burckhardt», y
ven en ello «huellas del influjo sobre Nietzsche». Esta aversión contra
Burckhardt tenía una razón más profunda que superaba lo personal. Wagner no
tenía una buena relación con el Renacimiento, que él consideraba como corrupción
y ruina de la cultura europea. Lamentaba el triunfo de la «latinidad»
sobre el espíritu germánico, triunfo que llega a expresarse en ese momento. «El
influjo de la latinidad» (en el Renacimiento) «es la muerte de todo», afirma
rotundamente todavía el 3 de enero de 1882, después de que había manifestado (el 2 de
diciembre de 1881): «La gente como Nietzsche, pasando por el hombre renacentista
Burckhardt, pueden decir lo que quieran: Erasmo, Petrarca, me resultan odiosos.» Ya
en Tribschen el aire rígido y profesoral de Nietzsche había llamado la
atención de Cosima, al menos como una curiosidad. Ahora, sin embargo, esto se trasforma
en Wagner en una especie de aversión; ridiculiza al profesorado alemán en general como «husmeo
de trufas» (28 de febrero de 1881). Saca (el 20 de febrero de 1881) la siguiente
conclusión con respecto al típico erudito alemán: «Que la ciencia alemana
no sabe absolutamente nada, y si dependiera de mí no daría un kreutzer por
ella. Por una parte, el ejército; por otra los Profesores.» La antipatía de
Wagner, pues, se dirige también contra el ejército de Bismarck, y a la vez
contra la idea imperial representada por él. En esto hubiera estado totalmente de acuerdo
Nietzsche. Pero en las consecuencias sus caminos divergían por completo. Mientras Nietzsche
pretendía impulsar hacia un espíritu europeo supranacional, Wagner
creía en el carácter germánico original como fuerza culturizante, que se
despierta y representa en la obra de arte, sólo que entonces quedaba sepultado por el
militarismo y estaba amenazado por la irrupción del elemento judío, del cual,
precisamente, Nietzsche esperaba los impulsos fecundos. Por ello Wagner seguía con gusto
al predicador de la corte, el berlinés Adolf Stöcker (¡respecto al que
Nietzsche habría de escribir, en sus cartas de la locura, que le gustaría que lo
fusilasen!), y seguía con interés la trayectoria del agitador antisemita y fundador de
colonias Bernhard Förster, que habría de convertirse pronto en el indeseado
cuñado de Nietzsche. Wagner le hace sitio en sus «Bayreuther Blátter»,
aunque censura ocasionalmente su «oratoria de comediante» (19 de abril
de 1881) y se niega a firmar con él un manifiesto antisemita; a fin de cuentas él
tiene permanentemente en casa a Josef Rubinstein como pianista, y está en el
más estrecho contacto con el director de orquesta de la corte, el munichés Hermann
Levi, y, otro judío, Angelo Neumann viaja con su estudio del
«Anillo» y paga a Wagner puntualmente los no escasos derechos de autor, corno
uno de los pocos compañeros de negocios digno de confianza!
Wagner está encallado en su imagen del mundo, redondeada hace ya largo tiempo.
Encuentra la fundamentación y acabamiento filosóficos en Schopenhauer, a quien se aferra
impertérrito. A pesar de esta base pesimista Wagner alberga esperanzas y trabaja por una
renovación cultural a partir de la fuerza del carácter germánico, como grecismo antiguo
resurgido. En comparación intensa con el budismo y las doctrinas indias, Wagner
se acerca --también aquí en contraposición a Nietzsche- cada vez más al
cristianismo; y, en fin, dice de San Pablo (3 de mayo de 1882): « ... que ha
sido el primer cristiano», cuando Nietzsche atacará precisamente la dogmática
paulina como aberración del cristianismo auténtico.
COMPLEJO DE CULPABILIDAD DE WAGNER
En su relación con Nietzsche Wagner también es consciente de una
posible culpabilidad como consecuencia de su brusco carácter. El 29 de diciembre de 1881
recuerda muy en general «las violencias que tanto mortificaban a Nietzsche»;
poco después (el 14 de enero de 1882) le viene claramente a la memoria un suceso
determinado: Se está hablando de «vegetarianismo» y Cosima confiesa: «Desde que le
oí encolerizarse hasta el extremo con Nietzsche por causa de este tema, no tuve ya el
ánimo para ser vegetariana; Richard cuenta: 'Hay que ver cómo llegaba, no comía con
nosotros, decía 'Yo soy vegetariano'. 'Usted es un asno', dije yo.» Parece que
Wagner no recuerda los duros juicios sobre las composiciones de Nietzsche, a pesar de que
tenía una opinión pobre de ellas. Seguramente la declaración del 12 de diciembre de
1882 se refiere a Nietzsche, aunque Cosima se calle tímidamente el nombre: «Hay
personas buenas y malas, para cada una llega la hora de la decisión sobre si se es capaz,
por amor a uno mismo, de sacrificar a los demás, o no. Como esta teoría resulta algo
dura, sobre todo en relación a uno de los amigos, Richard dice: 'Hay detemiinadas
naturalezas buenas, pero débiles, que a lo más acaban en la música mala'.» Y
finalmente, al referirse el 17 de enero de 1883 a «las amistades infieles», y
particularmente al caso de Nietzsche y Gersdorff (no al de Rohde, como indica Elisabeth
sacándolo de su supuesta conversación con. Wagner; Rohde permaneció afecto a Wagner),
«él piensa que es una auténtica vergüenza para nosotros no haber sabido encadenarlos
mejor», puesto que en lo referente a Nietzsche «su curiosa naturaleza puede
resumiese así: no tenía inteligencia alguna» (Wagner piensa probablemente que en
la época de su amistad no tenía perfilada ninguna filosofía propia) «pero podía
magnetizársele».
REGALO SENCILLO PARA KÖSELITZ
El 17 de febrero envía a Köselitz, como muestra de la nueva
escritura de máquina, siete versitos de dos líneas, el tercero de los cuales no
aparece en la edición de las cartas: «No demasiado generoso, sólo los perros
/ cagan cada hora.» Kóselitz alaba «la enjundia de los aforismos»
y pregunta: «¿De dónde le viene a Usted de repente ese tono alemán antiguo?
Podría aventurarse con toda tranquilidad a publicar unos cientos de tales versos como si
se tratara de auténticos aforismos del tiempo de Sebastian Franck.»
AMOR FATI
La conciencia de tener una tarea, un encargo incluso, a saber, anunciar
una nueva filosofía; todas estas cosas hicieron que Nietzsche adquiriera una
autoconciencia acrecentada. Las más bellas palabras para manifestar con cuánta confianza
y decisión miraba el futuro, aparecen en su carta a Malwida von Meysenbug de la
segunda mitad de marzo (y no de febrero) de 1882.- «... es verdad que ya nos hemos
dado mutuamente un último adiós... Entre tanto ha actuado en mí la fuerza vital y todo
tipo de fuerza: de modo que vivo una segunda existencia... Pero no me está permitido
acelerar nada ---el arco en que discurre mi trayectoria es grande, y en cada punto suyo he
de haber vivido y pensado con igual profundidad y energía: tengo que vivir mucho
todavía, ser joven largo tiempo todavía, aunque ya me acerque a los cuarenta.» Con
ese ánimo alegre se fue Nietzsche el 29 de marzo a Sicilia, «al extremo del
mundo», como le parecía a él; y se fue dispuesto a vivir aquella frase esencial
con la que había abierto el libro IV de la «Gaya ciencia», el «Sanctus
januarius» (Afor. 276): «Quiero aprender siempre más, a ver lo necesario en
las cosas como lo hermoso: - así seré uno de aquellos que hacen hermosas las cosas. Amor
fati: ¡sea éste mi amor desde ahora!»
IDILIOS DE MESINA
También en Génova, aunque sólo después de la
partida de Rée, el 13 de marzo, surgieron algunos de los poemas que después,
revisados y aumentados, aparecieron, a pesar de todo, en el número de junio del
«Internationaler Monatsschrift», de Schmeitzner, bajo el título de «Idilios
desde Messina». Es la única vez que Nietzsche da a la publicación poemas
independientes, sin incrustarlos dentro del plan de una obra, es decir, dentro de un
ámbito filosófico. Más tarde hará eso.- con el nuevo título de «Canciones del
príncipe Volgelfrei»- cuando aparecen como «Epílogo» a la segunda
versión de 1887 de la «Gaya ciencia», cuya ampliación a cinco libros
y el nuevo prólogo que le pone Nietzsche, le dan un nuevo tono.
LOU VON SALOMÉ
Los Salomé eran de origen francés -hugonotes. Después de la
terrible sangría a la nación, la expulsión de los hugonotes, se refugiaron en el norte,
primero en Estrasburgo y luego en las antiguas provincias rusas del Báltico. El padre, Gustav
Salomé (1804-1879), llegó a San Petersburgo en 1810 con sus padres, a la edad de
seis años. Entusiasmado por la victoria rusa sobre Napoleón se decidió a seguir la
carrera militar, que lo llevó al grado de coronel ya con veinticinco años. En 1831 el
zar Nicolás I lo elevó a la nobleza de sangre como recompensa por su valiente
comportamiento durante la rebelión polaca de 1830/31. El sucesor de Nicolás, el zar
Alejandro II, lo nombró general e inspector de la Armada, con lo que Salomé fue a ocupar
una vivienda en los recintos feudales del ministerio de la Guerra, en frente del palacio
de invierno del zar. Estos nombramientos estaban en el espíritu de la época. Los zares
se esforzaban por orientar su atrasada nación de acuerdo con modelos occidentales y para
ello colocaron a muchos extranjeros, sobre todo alemanes y franceses, en altos puestos
civiles y militares. El general von Salorné nos es descrito como «un hombre valiente,
caballeroso, un gentleman de linaje, enérgica y firmemente enraizado en la fe reformista,
pero en absoluto rígido ni pesado. Huellas del temperamento galo de sus antepasados se
mostraban, sobre todo, en sus repentinos arranques sentimentales. Era conocido por su
carácter ardiente, como lo sería más tarde su hija. Igual que ella se sentía atraído
por las personas sobresalientes.» Parece que contó a Puschkin entre sus amigos. «Era
ancho de espaldas, de figura grande, actitud severa, un aristócrata caluroso que vivió
de acuerdo con el lema: noblesse oblige.» Se casó tarde, en 1844, con Louise
Wilin (nacida en 1823), 19 años más joven que él, e hija de un «rico fabricante de
azúcar del norte de Alemania y de ascendencia danesa... La muchacha, delicada, rubia, de
ojos azules, siempre correcta en vestidos y conducta, llegó a hacerse una joven señora
enérgica.»
Del matrimonio surgieron seis hijos: tras cinco niños, el 12 de febrero de 1861, les fue
regalada una niña, que hizo las delicias del padre sobre todo. Se la bautizó con el
nombre de la madre,
La primera gran conmoción política que hubo de vivir la joven Louise von Salomé fueron
los tres atentados de 1879 contra el zar Alejandro II. Esto introdujo una
disonancia tremenda en su juventud, por lo demás, hermosa, despreocupada, y brillante
socialmente. Pero todavía la alcanzó con más fuerza, en ese mismo año, la muerte
--demasiado temprano para ella - de la persona más profundamente amada: el padre.
De improviso, con ello peligraban o se habían desvanecido los representantes externos de
un orden, de un orden universal que, desde otro punto de vista, ya se había vuelto
problemático, incluso se había socavado, en su interior-. Louise había perdido al
Dios de su creencia de niña; en su edad juvenil ya estaba a la búsqueda de
Dios. El acontecimiento definitivo para la pérdida de Dios fue bastante
curioso: unos criados le hablaron de la desaparición de dos viejos; se trataba de dos
muñecos de nieve que se habían deshecho bajo el sol primaveral y de los que
sólo quedó un sombrero abollado y botones.La niña se había acostumbrado a exponer
todas sus dudas y preocupaciones, en la intimidad, a Dios, a quien sentía y en quien
creía como si estuviera presente y en trato personal con ella. En este caso se dirigió a
él con la pregunta de si debía y podía suceder que algo que existía realmente
desapareciera sin más. Pero no obtuvo respuesta a esa pregunta, y esta duda fue
corroyendo a la niña hasta planteársela la cuestión decisiva de si Dios no contesta
--porque también él ha desaparecido, porque tampoco él existe ya, no sólo para ella,
sino para todo el universo.
Ante el pastor Dalton rehusó defitivarnente la confirmación. Esto le resultó tanto más
fácil cuanto que en su vida había entrado un director espiritual de un tipo muy
diferente: el pastor de la legación holandesa en San Petersburgo, Hendrik
Gillot.
Cuando Gillot llegó, en 1873, a Petersburgo tenía treinta y siete años, era un
hombre «de mundo», un orador espléndido, personalmente fascinante, liberal --para
disgusto de sus colegas ortodoxos-, muy cultivado filosóficamente. Su modo de hablar de
Dios fue un auténtico contrapeso al escepticismo y al acechante ateísmo en la capa
social cultivada de Rusia, sus sermones, a pesar de pronunciarse en alemán u holandés,
gozaron de consideración y se conviertieron en un acontecimiento
social. El camino hasta su pequeña iglesia no era largo, pero pasaron
cinco años, sin embargo, hasta que Louise Salomé, ahora con dieciocho años,
entrara por casualidad en su órbita; pero una vez que sucedió ello, la joven supo que
había encontrado lo que necesitaba en aquel momento y en aquella situación. «Bueno,
toda soledad tiene un final», y «Esto era lo que buscaba», eran frases
que ella se decía a sí mísma. Louise solicitó inmediatamente por escrito una
entrevista, y Gillot la recibió como a un hijo pródigo. Reconoció al instante la
enminente dotación intelectual de la muchacha y comenzó su formación de acuerdo con
ello. Durante meses fue Louise varias veces por semana a sus clases sin que su propia
familia tuviera noticia de ello. Sus numerosos cuadernos de apuntes «dan una
idea de la amplitud e intensidad de su trabajo bajo la dirección de Gillot. Uno de ellos
muestra que estudió historia de la religión y comparó el cristianismo con el
budismo, el hinduismo y el islam; se ocupó del problema de la superstición en las
sociedades primitivas, del simbolismo de sus ritos y rituales, y reflexionó sobre los
presupuestos fundamentales de la fenomenología de la religión. Otro de los cuadernos de
notas trataba de filosofía, lógica, metafísica y teoría del conocimiento. Un
tercero se ocupa del dogmatismo y de problemas como la idea mesiánica en el
antiguo testamento y el dogma de la trinidad. Un cuarto, en francés, contiene notas sobre
el teatro francés antes de Corneille, sobre la época clásica de la literatura
francesa, sobre Descartes, Port Royal y Pascal. En un quinto se encuentran disertaciones
sobre Krimhild y Gudrun y sobre María Estuardo de Schiller. Bajo la dirección de Gillot
leyó a Kant y a Kierkegaard, Rousseau, Voltaire, Leibniz, Fichte y Schopenhauer...
Louise consiguió así una formación intelectual que le serviría de mucho en su vida
posterior. Incluso se despertó ya entonces su afición a escribir, puesto que Gillot le
permitió redactar algunos de sus sermones dominicales», no para plena satisfacción de
todos los «creyentes», que notaban una desviación excesiva de la Biblia. La muerte del
padre hizo a Louise libre con respecto a la familia. Entonces confesó que recibía
enseñanza de Gillot, a la vez que declaraba su salida de la comunidad reformada del
pastor Dalton. La madre quedó mortalmente asustada. Llamó al para ella ambiguo Gillot y
le colmó de reproches, pero este hábil hombre consiguió incluso hacerle comprender que
las lecciones iniciadas estaban entonces en el momento justo en que debían ser
proseguidas correctamente. Pero entonces sucedió algo que hizo imposible para Louise el
continuar en el entomo de Gillot y en general en Rusia. No sólo Gillot era un hombre
fascinante; Louise, de dieciocho años, delgada, rubia, con sus profundos ojos azules y su
intelecto absolutamente excepcional, era también una muchacha fascinante. El maestro,
veinticinco años mayor, él mismo padre de dos hijas de aproxímadamente la misma edad
que Louise, llegó hasta el punto de tramitar la disolución de su familia y hacer una proposición
de matrimonio a su alumna. Louise la rechazó rotundamente porque no se sentía
madura para el matrimonio -para el que jamás se sentiría madura realmente-. El
matrimonio sería toda su vida un problema no superado.
Esto no lo había pensado ni esperado el pastor Gillot; en esto se había confundido ese
hombre avispado; ¡y no sería el único en sufrir tal despiste! La rotunda
negativa hubo de herir profundamente el orgullo de aquel hombre mimado por el éxito, pero
supo comportarse. No permitió la flaqueza del enfado, y siempre que más tarde Louise se
dirigió a él en alguna situación anímica penosa, él demostró ser un amigo
imperturbable. Ya entonces quiso continuar la enseñanza, a pesar de lo ocurrido, pero
Louise supo que tenía que marcharse. Su madre estaba de acuerdo en acompañarla al
extranjero. Pero surgió una dificultacl insospechada. Según la lógica burocrática, una
persona no confirmada y cuya existencia, por tanto, no podía ser justificada por la
iglesia, no existía en absoluto. Y una persona que no existía no necesitaba
pasaporte alguno. Pero sin pasaporte no se podía abandonar Rusia por mucho tiempo. Gillot
supo qué hacer en este caso. En mayo de 1880 fue con la madre y la hija Salomé a Holanda
para una corta estancia, y allí llevó a cabo la ceremonia en una iglesia de pueblo, como
invitado de un pastor amigo. «Ambos estábamos conmovidas durante esa curiosa
celebración, que se llevó a cabo de acuerdo exactamente con mis indicaciones y que tuvo
lugar un domingo como otro cualquiera en medio de los campesinos de los alrededores ....
Mi madre... por suerte no entendió ninguna palabra de la infame alocución en holandés,
ni tampoco la fórmula de la confirmación que venía al final - era casi la fórmula de
una bendición nupcial: 'No temas, yo te he elegido, te he llamado por tu nombre: tú eres
Mío, .» Gillot nunca pudo pronunciar su nombre en la versión rusa de «Ljola»,
y también le resultaba difícil en alemán. De ahí que bendijera ahora a su alumna con
el nombre de Lou. Con ello echó sobre ella una red mágica y tomó posesión
de ella como creación intelectual suya. Esto caló profundamente en la conciencia de la
muchacha, quien conservó ese nombre ---como Peter Gast conservó el nombre que
recibiera de su maestro. El mundo quedaba abierto ya para Lou; pudo abandonar su
patria rusa, aunque sólo bajo la tutela, soportada en principio pacientemente, pero no
sin tensiones, de la madre. El primer objetivo. era Zürich, a donde ambas mujeres
llegaron en septiembre de 1880. La Universidad de Zürich fue una de las primeras
en Europa que admitía mujeres corno estudiantes. Se había formado en ella una pequeña
colonia de juventud progresista y revolucionaria rusa, a la que Lou no se
adhirió, sin embargo. También aquí ella seguiría su propio camino. En Zurich enseñaba
el viejo paladín revolucionario Gottfried Kinkei, un apóstol de los derechos de
la mujer, sobre todo de la igualdad de la mujer en las oportunidades de formación.
También en Zürich hubo que vencer de nuevo un primer escollo formal. Lou no contaba con
ningún diploma de estudios que le pemitiera matricularse en la Universidad. Se le hizo un
«examen» a Lou y la aceptaron como estudiante. Lou no defraudó a sus profesores; era
ambiciosa y trabajó duramente, aunque demasiado para su constitución juvenil y delicada.
Ya el estudio extraordinario con Gillot había enterrado su salud, lo que fue un motivo
más para abandonar la fría Rusia y buscar lugares más suaves de clima. En el otoño
de 1881 tuvo que interrumpir sus estudios en Zürich. Por etapas, la madre y la hija
se dirigieron a Roma, adonde llegaron a comienzos de febrero de 1882.
Lou llevaba una recomendación de Kinkel para su vieja amiga de los días de la
emigración en Londres, Malwida von Meysenbug, recomendación que surtió efecto:
el 1 1 de febrero Malwida recibió a «la joven rusa», como siempre fue
llamada la rubia del Báltico, en su círculo más íntimo. Estaba encantada y
admirada por la extraordinaria inteligencia de la muchacha, y creyó encontrar en ella un
alma pareja y una continuadora de su propia obra vital. Una nueva confusión que habría
de repetirse. Sucederá tambien con Nietzsche. En el otoño de 1881, en Zürich
todavía, Lou compuso poesías, entre ellas la «Oración de la vida»,
por la que Nietzsche más tarde se sentiría tan impresionado que la unió a la
parte de himno de su gran fantasía «Himno a la amistad», encargando todavía
en 1887 a «Peter Gast» que le diera forma para piano y orquesta para
publicarla, siendo la única de sus composiciones musicales con la que lo hizo. Nunca se
pudo liberar de esta obra. Las palabras que lo tenían encadenado eran éstas:
«Ciertamente, así ama un amigo al amigo,
como yo te amo, vida enigmática -
haya gritado de júbilo, o haya llorado en ti, me hayas proporcionado alegría, o dolor.»
MEMORIAS DE LOU
En sus «Memorias», escritas mucho más tarde, Lou ha
conservado en el recuerdo el acontecimiento de la siguiente forma: «Una tarde de
marzo del año 1882 en Roma, mientras estábamos reunidos unos cuantos amigos en casa de
Malwida von Meysenbug, sucedió que, tras un sonar estridente de la campana de la puerta
de casa de Malwida, su fiel factótum Trina entró precipitadamente musitando al oído de
Malwida un encargo inquietante --a lo cual Malwida corrió a su secretär, reunió
rápidamente dinero y lo sacó. Al volver a la habitación, a pesar de que venía riendo,
el fino pañuelo de seda negro le revoloteaba todavía un poco, de excitación, en torno a
la cabeza. A su lado entró el joven Paul Rée: amigo suyo de muchos años, querido por
ella como un hijo, quien -recién negado precipitadamente de Monte Carlo- tenía prisa por
enviar al camarero de allí el dinero que le hubo de prestar para el viaje, después de
haber perdido en el juego todo, literalmente todo, sin resto alguno. Este antecompás,
sensacionalmente divertido, a nuestra amistad, me molestó sorprendentemente poco: ésta
se cerró en un instante - quizá incluso contribuyó a ella el que, a causa de ello, Paul
Rée resaltara entre los otros, como perfilado por una luz más fuerte. En todo caso, su
perfil nítidamente marcado, su ojo avispado, me resultó inmediatamente familiar debido a
su expresión, en la que se unía en aquel instante algo chistosarnente compungido con
algo extraordinariamente bondadoso.»
PAUL RÉE EN EL CASINO DE MONTECARLO
Paul Rée había dejado a Nietzsche el 13 de marzo en Génova, y luego fue a las mesas de
juego de Monte Carlo. Durante una visita anterior en compañía de Nietzsche, la presencia
de éste había impedido la fiebre del juego. Ahora se desquitó Rée y perdió todo su
dinero efectivo, de modo que incluso hubo de hacerse prestar el dinero para proseguir el
viaje. Seguramente todo esto sucedió rápidamente, quizá incluso en una sola noche. De
modo que se puede suponer que la llegada de Rée a Roma ocurrió ya el 15 ó 16 de marzo.
LOU LA UNICA QUE PODRÍA COMPRENDER A NIETZSHE
Paúl Rée y Malwida llegan a pensar que Lou podría ser la única compañera digna de
Nietzsche, por la agudeza de su inteligencia, y la única que podría emprender con él
discusiones interesantes y fructíferas. Así, el 27 de marzo, Malwida von Meysenbug
escribe a Nietzsche: «Una chica muy curiosa (creo que Rée ya le ha escrito sobre
ella), a quien, entre otros muchos, debo mi libro; me parece que aproximadamente ha
llegado a los mismos resultados que usted, hasta ahora, en el pensamiento filosófico, es
decir, al idealismo práctico, prescindiendo de todo presupuesto metafísico y de toda
preocupación por la explicación de problemas metafísicos. Rée y yo coincidimos en el
deseo de verle algún día con este ser extraordinario.»
NIETZSCHE RECHAZA PROPUESTA DE MATRIMONIO
Nietzsche escribe la carta del 21 de marzo de 1882 a Paul Rée con su máquina de
escribir, lo cual influye en el estilo. Las frases aparecen unas al lado de otras, sin
ilación, áridas; se trata de un catálogo de respuestas y notificaciones. Así, aparece
una cosa tras de otra: «El joven funcionario le saluda - ¡Ecco! - Overbeck me ha
enviado mi dinero - Con él tengo ya para unos cuantos meses. - Salude a esa rusa de mi
parte, si eso tiene algún sentido: estoy ansioso de esa clase de almas. Próximamente me
lanzaré al asalto de ella. - La necesito en consideración de lo que quiero hacer en los
próximos 10 años. - Un capítulo muy diferente es el matrimonio - A lo máximo me
podría pemíitir un matrimonio de dos años, y esto sólo en consideración de lo que he
de hacer en los próximos 10 años.» Esto no significa otra cosa que: toda idea de
un matrimonio auténtico resulta imposible, ya de principio, debido a la tarea vital
prevista. Si existieran matrimonios temporales... - pero no existen, eso lo sabe también
Nietzsche. Así que, tal como están las cosas, Nietzsche rechaza la propuesta de Rée
RÉE INTERMEDIARIO DE NIETSCHE ANTE LOU
Después de pocas horas de conocimiento, Nietzsche estaba tan subyugado por la
personalidad de Lou (ahora de veintiún años; algo más de dieciséis años más joven,
pues, que Nietzsche) que se decidió a una propuesta de matrimonio, tan precipitada y
torpemente como lo hiciera seis años antes (el 11 de abril de 1876) en Ginebra con
Matildde Trampedach. Como entonces en Ginebra, Nietzsche volvió ahora a interpretar mal
la situación y encomendó a Paul Rée la engorrosa misión del casamentero: un desacierto
semejante al que cometió con Hugo von Senger al solicitar su mediación. El mismo
concertó una entrevista con la madre, en casa de ella, para la tarde del día siguiente,
el 26 de abril.
REE HACE LO MISMO QUE NIETZSCHE
Con la misión encargada, Nietsche, puso a Rée en el mayor compromiso, puesto que entre
Lou y Rée había sucedido algo que Nietzsche no podía notar en absoluto en tan poco
tiempo. También Rée --como antes que él Gillot y ahora, después de él, Nietzsche---
había dado el mismo paso en falso. Lou Salomé informa al respecto: «Ya esa misma
noche [la del primer encuentro con Rée, como diariamente sucedería a partir de entonces,
nuestras apasionadas conversaciones sólo acababan en el camino a casa, por rodeos...
Estos paseos por las calles de Roma, bajo la luz de la luna y las estrellas, nos acercaron
pronto tanto que comenzó a desarrollarse en mí un plan maravilloso sobre el modo como
podríamos consolidar nuestras relaciones... Paul Rée se comportó primero de modo
totalmente equivocado al someter a mi madre, para mi pesar y enfado, un plan totalmente
diferente ---un plan matrimonial---, que dificultó hasta el infinito su consentimiento en
el mío. Tuve primero que hacerle plausible a él mismo hacia dónde me dirigían la vida
amorosa concertada ya para toda mi existencia y mi ansia de libertad totalmente
desatada.»
MALWIDA ENTERADA DE LA MOVIDA DE REE
Tampoco Malwida von Meysenbug se había dado cuenta de nada de esto hasta que Rée hubo de
aclarárselo. Tras la desilusión producida por el tajante rechazo de su proposición
matrimonial, el frío analista de los sentimientos morales no vio otra salida al aprieto
producido por su pasión amorosa que la huida. Quería marcharse y tenía que justificarlo
ante Malwida. Lou, sin embargo, le obligó a que se quedara y a traspasar su pasión a la
fuerza del intelecto. También Malwida le aconsejó permanecer, pero no ocultó su
decepción por los paseos nocturnos largo tiempo mantenidos en secreto. Los censuraba, no
por mojigatería, sino por un conocimiento y experiencia bien fundados. Así, escribe el
30 de marzo a Paul Rée: «Con Lou Salomé ya he aclarado totalmente mi punto de vista, y,
dado que también lo he hecho con usted, a partir de ahora estoy libre de toda
responsabilidad; pero, como amiga y conocedora de las personas y de la vida, aconsejo no
hacer determinadas cosas. Siempre resulta peligroso tentar al destino; con ello se entrega
uno en manos del azar, y lo que en el presente y en el recuerdo podía ser algo puro,
claro y hermoso, adquiere disonancias y se vuelve turbio.» Y dado que, a pesar de ello,
continuó así la relación, el 25 de mayo, en una larga carta a Zürich, advierte de
nuevo a Lou.. «El acompañamiento a casa me resultaba molesto sólo en la idea de que
ello pudiera disgustar a su mamá; y yo no quería que ella pudiera pensar que en mi casa
se promovía otra emancipación que no fuera la intelectual más noble... Pero entonces
llegó la muy tímida confesión de los paseos, la cual parecía hacérseme... sólo a
causa de la mala conciencia. Yo sabía cómo había peligrado aquí, por cosas parecidas a
ésas, la fama de varias jovencitas... Si un conocido la hubiera encontrado en mitad de la
noche, no hubiera podido tomársela a mal que le resultara extraño, y ¿qué hubiera
hecho Rée si un oficial, u otro cualquiera, le hubiera dicho a usted algo
desagradable? ¿Batirse en duelo?!»
LOU SUPERA A TODOS CON SUS PLANTEMIENTOS
Lou alimentaba realmente un plan osado, como hubo de confesarse a sí misma; a pesar de
ello forzó a su realización, parcial al menos, tal como estaba acostumbrada en general a
imponer siempre su voluntad. Escribe al respecto: «Lo que más inmediatamente me convenció de que mi plan, afrentoso para las
costumbres sociales entonces vigentes, podría llevarse a cabo, fue, primero, un simple
sueño nocturno. Vi un agradable gabinete de trabajo, lleno de libros y flores, flanqueado
por dos dormitorios, con camaradas de trabajo yendo y viniendo a nuestra casa, unidos en
un circulo alegre y serio»; y más adelante: «Lo inesperado sucedió cuando
Nietzsche apenas hubo tenido noticias del plan de Paul Rée y mío, se adhirió a
él como el tercero. Incluso se fijó pronto el lugar de nuestro futuro trío: habría de
ser... París, donde Nietzsche quería oír a ciertos colegas... A Malwida esto incluso la
tranquiliza un poco, puesto que allí nos veía protegidos por sus hijas adoptivas Olga
Monod y Natalie Herzen... Pero para Malwida lo mejor hubiera sido que la señora Rée
acompañara a su hijo y la señorita Nietzsche a su hermano.»
EPISODIO DEL MONTE SACRO
En los días en que conoció a Lou, Nietsche estaba
transformado. ¿Qué había sucedido? ¿qué es lo que había producido, corno por
encanto, esa trasformación? Amigos y enemigos se han esforzado en dar aclaraciones y
explicaciones de ello, pero lo que parece cierto es que sólo queda una respuesta
decorosa, la que da Tristán al rey Marke: « ... eso no te lo puedo decir; y lo que
preguntes, eso no lo podrás saber nunca.» También la única testigo - Lou - parece
querer darnos la misma respuesta. Sólo sabemos que Nietzsche, en esos pocos días en
el lago de Orta, hizo una vez una excursión solo con Lou, en la que, como informa ella
misma: «el cercano Monte sacro parece habernos encadenado; al menos se originó una
involuntario ofensa a mi madre por el hecho de que Nietzsche y yo permanecimos demasiado
tiempo sobre el Monte sacro como para poder recogerla a tiempo, cosa que también tomó
muy mal Paul Rée, quien mientras tanto estuvo entreteniéndola». En ese paseo
Nietzsche fue subyugado por el misterio del amor. Se trata del «mysterium de Monte
sacro», como quedará en su recuerdo. Lo que allí suceclió -interna y
externamente-- produce una comprensible curiosidad. Más tarde Lou contestó a una
pregunta al respecto: «Si besé a Nietzsche en el Monte sacro, es algo que ya no lo
sé.» Naturalmente que lo sabía, pero ante una pregunta así sólo queda la
respuesta de Tristán. También ella estaba fascinada por la personalidad de Nietzsche, a
pesar de todas las reservas y de un sentimiento, siempre insuperado, de distancia. A pesar
de su juventud poseía la capacidad de sentir qué alma tan rica había encontrado y que
se había topado con una persona de una profundidad inusitada de vivencias.
ANTE EL MONUMENTO DE LUCERNA
Ante el monumento en Lucerna, Nietzsche reitera personalmente a Lou
su proposición matrimonial «porque después le pareció insuficiente la
recomendación romana que de él hiciera Paul Rée», como recuerda Lou.
NEGACIÓN DE LOU
Lou, de nuevo, le manifiesta su negativa y le explica otra vez su
plan de vida: vivir tanto con él como con Rée en amistad de camaradería, como una
comunidad de estudio y, de trabajo.
VISITA CON LOU A TRIBSCHEN
En los días de Lucerna Nietzsche había irnpulsado a Lou a una excursión cargada
de recuerdos a Tribschen. La misma Lou nos cuenta: «el lugar en el que había vivido
con Wagner días inolvidables. Mucho, mucho tiempo estuvo sentado allí, a la orilla del
lago, en silencio, embebido en profundos recuerdos; después, haciendo dibujos con el
bastón en la arena húmeda, habló en voz queda de aquellos tiempos pasados. Y cuando
cruzó su mirada, estaba llorando.» ¿Había esperado quizá Nietzsche, con Lou a su
lado, conjurar definitivamente el espíritu, que todavía le dominaba con fuerza, de la
mujer más admirada, Cosima Wagner?
LOU CRITICA LA FALTA DE GUSTO DE NIETZSCHE
Sobre esa fotografía Lou afirma lo siguiente: «Al mismo tiempo Nietzsche
gestionó también la fotografía de nosotros tres, a pesar de la fuerte oposición de
Paul Rée, que durante toda su vida conservó una repugnancia enfermiza ante la
reproducción de su cara. Nietzsche, con el ánimo exaltado, no sólo se empeñó en ello,
sino que se preocupó personal y solícitamente de todos los detalles -como del pequeño
(¡resultó demasiado pequeño!) carromato, incluso de la cursilería de la rarna de
saúco en la fusta, etc.» Así pues, Nietzsche fue el responsable, según Lou, como regisseur,
de la idea sin gusto para la fotografía.
MENSAJE OCULTO DE NIETZSCHE EN LA FOTOGRAFÍA
Pero la trágica ironía que en la fotografía se nos muestra no puede despacharse con un
rápido juicio de gusto. En realidad era Lou la que intentaba uncir a los dos hombres a su
carreta, y ambos filósofos se sometieron. Pero hay que tener presente de nuevo la
cercanía de Tribschen, es decir de Wagner.
En las «Walkirias», al comienzo del acto II, Brünnhilde dirige a Wotan
las siguientes palabra:
«Te
aconsejo, padre,
que
te prepares tú mismo;
dura
tempestad
has
de vencer.
Fricka,
tu mujer, se acerca
en
el carro con la yunta de carneros.
¡Ea,
cómo blande
la
fusta dorada!
Las
pobres bestias
gimen
de miedo;
furiosamente
rechinan las ruedas;»
RESERVA EN EL TRATO ENTRE NIETZSCHE Y LOU
En la relación de Lou Salomé con Nietzsche,
contrariamente a la relación con Rée, siempre quedó un resto de reserva. Aunque él en
las cartas se dirija a ella por el nombre, así por ejemplo <«ni querida "u», y ella le conteste con «querído «amiga», quedó siempre el
«usted» de la distancia. En los aforismos compuestos el verano siguiente en Tautenburg
encontramos la frase: «Mientras mayor es la intimidad entre dos personas, más firmes
fronteras exige.»
EXTRAÑO GRUPO DE TRABAJO
Despues de su estancia en Tribschen con Lou Salomé,
Nietzsche, se dirigió a Naumburg, para dedicarse allí a la confección del manuscrito
para la imprenta de la «Gaya ciencia». Este surgió en un extraño grupo de
trabajo. El 19 de junio de 1882 lo describe drásticarnente Nietzsche a su Heinrich
Köselitz: «El tormento de la producción del manuscrito, con ayuda de un viejo
comerciante en bancarrota y asno, fue extraordinario: he jurado no volver a sufrir cosa
semejante.» Elisabeth fue quien dispuso las cosas, con buena intención y en
consideración a los débiles ojos de su hermano: ella leía en voz alta, al
dictado, lo escrito a mano, Nietzsche lo controlaba como oyente, y el viejo
a quien se había recurrido tenía que escribir un texto limpio de acuerdo con
ello. Fuera que éste oía mal o que la pluma se le resistía de vez en cuando, el caso es
que no siempre llegaba al papel el texto deseado por el autor, con lo que hubo de hacerse
un penoso trabajo de corrección. En realidad, la idea de Elisabeth tenía que
haber resultado bien en la práctica, lo único fue que no tuvo buen tacto en la elección
de la persona adecuada, lo que más tarde habría de repetirse, por desgracia, más de una
vez y de modo mucho más funesto todavía. De modo que, así, el trabajo iba muy lento y
se fue alargando hasta mitad de junio.
PETICIÓN DE AYUDA A KÖSELITZ
El 19 de junio pregunta Nietzsche a Köselitz: «si Usted me
podría (¡no hablo de 'querer', mi viejo y fiel amigo!) ayudar en la corrección de la
'Gaya ciencia' --mí último libro, como supongo-. ¡Sinceridad hasta la muerte! ¿no es
verdad?»
IMPRESIÓN DE LA GAYA CIENCIA
El 24 de junio Nietzsche informa a Overbeck: «Teubner
está imprimiendo ya la 'Gaya ciencia': Köselitz ayuda en la corrección. La confección
del manuscrito para la imprenta fue penosa; ¡ojalá que sea la última vez por muchos
años!»
VIAJE FRUSTRADO A BERLÍN PARA VER A LOU
Nietzsche escribe a Lou: «¿Vale que me traslade ahora a
Salzsburgo (o Berchtesgaden), es decir, al camino hacia Viena? Cuando estemos juntos le
escribiré algo en el libro que le he enviado.» (Se trata de «Humano -demasiado
humano.») Pero, inesperadamente para Nietzsche, Lou, como resultado de una activa
correspondencia con Rée, se traslada a casa de la familia Rée en Stibbe. De camino hacia
allí permanece algunos días en Berlín, desde donde el 14 de junio escribe a Nietzsche a
Naumburg diciéndole que su viaje va tan rápido que ya no hay tiempo para un encuentro.
Nietzsche le responde a vuelta de correo:«desde hace media hora estoy melancólico y
desde hace media hora me pregunto por qué - y no encuentro otro motivo que la noticia que
me acaba de proporcionar su amable carta de que no nos veremos en Berlín. ¡Vea Usted
ahora qué clase de persona soy! Pues bien: mañana por la mañana, a las 11, estaré en
Berlín... Mi intención es que me permita acompañarla dentro de unas semanas hasta
Bayreuth, supuesto que Usted no encuentre una compañía mejor. -¡A esto se llama
decidirse rápidamente!» Y: «Berchtesgaden para mí está 'refutado'.
Provisionalmente me quedo en Grunewald. -Manuscrito terminado. ¡Por el mayor asno de
todos los escribientes! » Al no poder encontrar a Lou, Nietzsche no
ocultó su decepción y le contesta inmediatamente (el 7 de junio): «Estaba tan
preparado para Berlín y Grunewald que en cada momento estaba dispuesto a partir. Así
pues ¿sólo después de Bayreuth volveremos a vernos? ¿y además sólo 'quizá'?
Wamrbrunn no es lugar apropiado para mí; por otra parte me parece más aconsejable no
exponer nuestro trío tan a menudo en público este verano, como resultaría de esa
estancia en Warmbrunn: mejor nuestros planes de otoño y de invierno. Soy demasiado
conocido en esta Alemania.»
CITA CON LOU EN TAUTEMBURG
El pastor de Tautenburg, Stölten, había tenido la idea de dar un
impulso económico a aquel pueblo modesto, romántico, situado en el bosque de Turingia,
abriéndolo al aluvión turístico creciente, para lo que él mismo -cosa que no era
extraña entonces-- se convirtió en posadero. Nietzsche, de todos modos, no vivió en su
casa, sino en la del joven matrimonio de campesinos Hahnetnann. Una semana después del
fracasado asunto de Grunewald, el 25 de junio de 1882, Nietzsche viajó a Tautenburg,
donde, con pequeñas interrupciones, permaneció dos meses, exactamente hasta el 27 de
agosto. Elisabeth lo acompañó, pero se volvió el 27 de junio.
CONFESIÓN A LA FAMILIA DE SU RELACIÓN CON LOU
En los días que hubo entre la vuelta de Grunewald y la partida para
Tautenburg, Nietzsche, hubo de «confesar» a su hermana, y posiblemente también a su
madre, el asunto de Lou. El 27 de junio puede contar a Lou: «Entretanto he
comunicado a mí hermana todo aquello que concierne a Usted. Tras el largo tiempo de
separación la encontré tan evolucionada y madura como antes, digna de toda confianza y
muy amable conmígo... así que creo in summa que Usted puede intentarlo con ella y con
nosotros. -Pero Usted pensará que todo mí silencio fue innecesario. Lo he analizado hoy
y encontré como última justificación: desconfianza frente a mí mismo... Tuve que
callar porque hablar de Usted me hubiera trastornado (como me pasó con los buenos de los
Overbeck).» Ahora - y sólo ahora - puede, el 30 de junio, acceder a la estancia
veraniega en común, que Nietzsche le había propuesto el 26 de junio. El 2 de julio le
vuelve a escribir: ¡«Ahora se ha aclarado el cielo sobre mí! Ayer a mediodía me
sentí como si fuera mi cumpleaños. Usted envió su consentimiento, el regalo más bello
que nadie me hubiera podido hacer ahora - mi hermana envió cerezas, Teubner envió los
tres primeros pliegos de imprenta de la 'Gaya ciencia'; y, además de todo eso, acabé la
última y definitiva parte del manuscrito y con ella la obra de 6 años (1876-1882), todo
mi 'librepensamiento' ¡Oh, qué años!... oh, querida amiga, siempre que pienso en todo
esto me conmuevo y emociono y no acierto a comprender cómo ha podido salir bien: me
llenan completamente un sentimiento de autocompasión y de victoria. Puesto que se trata
de una victoria, y de una completa -ya que incluso ha vuelto a asomar la salud de mi
cuerpo..., y todos me dicen que parezco más joven que nunca.»
NIETSCHE NECESITA DE LOS SERVICIOS DE SU HERMANA
Para su cita con Lou en Tautemburg Nietzsche necesitaba urgentemente de los servicios de
su hermana para que con su presencia evitara el escándalo burgués que significaría el
encuentro que él, por su parte, había planeado con Lou en el nido del bosque. Y
Elisabeth también le prestó ese servicio. El que Elisabeth de vez en cuando tomara
conciencia de la arnbigüedad -o incluso indignidad-- de su papel y perdiera los nervios
por ello, acarreó algunas perturbaciones al idilio veraniego y llevó finalmente a la
desaparición de la servicialidad fraternal. En los primeros momentos, sin embargo,
Elisabeth ya había apalabrado un alojamiento en la casa parroquial, y Nietzsche gestiona
ahora diligentemente la confinnación: tres habitaciones por 12 marcos diarios para las
dos damas: la hermana y Lou.
ENVIO A KÖSELIT DE UNA POESIA DE LOU
También confiesa a Köselitz ahora su nuevo conocimiento, y por
cierto con una curiosa introducción. Al envío del 1 de julio de los pliegos de pruebas
de la «Gaya ciencia» adjunta Nietzsche, sin comentarios y escrita de su mano,
la poesía de Lou Salomé, «En el dolor», de modo que Köselitz hubo de
considerarla como un producto de Nietzsche. Este, extrañado, le escribe:
«Conservaré fielmente su poesía, llena de grandeza; créme que me estoy esforzando para
comprenderla dentro del espíritu en que ha sido compuesta.» El 13 de julio
Nietzsche aclara por fin: «Aquella poesía... no era mía. Pertenece a las cosas que
ejercen sobre mí un influjo total; todavía no la he podido leer nunca sin lágrimas...
Esa poesía es de mi amiga Lou, de la que Usted seguro que no ha oído hablar aún. Lou...
tiene veinte años... es despierta como un águila y animosa como un león y, sin embargo,
una chica muy juvenil y femenina... Después de Bayreuth vendrá adonde estoy, y en el
otoño nos trasladaremos juntos a Viena. Viviremos en una misma casa y trabajaremos
juntos; está preparada sorprendentemente para mi modo de pensar y para mi tipo de
pensamiento. Querido amigo, con toda seguridad nos concederá el honor a ambos de apartar
de nuestra relación la idea de un galanteo. Somos amigos y consideraré sagrada esa
muchacha y esta confidencia. -A propósito, posee un carácter increíblemente firme y
sincero.»
FRACASO EN LA RECONCILIACIÓN CON WAGNER
Doce años más tarde, como un vago recuerdo, observa Lou Salomé
en su libro sobre Nietzsche: «Wagner abandonó la habitación muy irritado y
prohibió que ante él volviera nunca a pronunciarse el nombre.»
LOU EN LAS VELADAS DE BAYREUTH
Elisabeth Nietzsche y Lou Salomé tenían entradas
para la segunda representación, el 28 de julio. Se habían encontrado el 24 de julio en
Leipzig con el fin de continuar juntas el viaje a Bayreuth. Por medio de Malwida von
Meysenbug, Lou fue introducida en la casa Wahnfried y asistió a las «veladas
Wahnfried». Sobre tales veladas Lou Salomé escribe en sus Memorias: «Muchas
cosas respecto a la vida de la familia, a pesar de lo trastornada que estaba por el
tremendo aflujo de visitantes de todas las naciones. De allí donde se encontraba en el
punto central, Richard Wagner --que debido a su pequeña talla, constantemente
sobrepasada, sólo era visible durante instantes, como un surtidor que brotara de
repente-- surgía siempre el mayor bullicio; al contrario que la aparición de Cosima, que
por su altura sobresalía entre todos ante los que pasaba arrastrando su larga cola sin
fín, que la cercaba ceremoniosamente, a la vez que le proporcionaba distanciamiento. Por
amabilidad hacia Malwida, esa mujer indescriptiblemente atractiva y de noble apariencia,
vino personalmente a visitarme en una ocasión, permitiéndome con ello una larga y
detenida conversación con ella.....Entre los más próximos a los Wagner hice amistad,
sobre todo, con el pintor ruso Joukowsky... Sobre el acontecimiento cumbre, el festival
mismo de Bayreuth, no me es lícito expresar el mínimo sonido audible: hasta tal punto me
cupo inmerecidamente en suerte, a mí, oído sordo para la música, que asistía a él
carente de toda comprensión y de cualquier merecimiento.» Para Lou, el mundano,
artista, libre y compatriota Joukowsky, resultó un conocimiento estimulante y divertido;
y para Joukowsky, la atrevida muchacha, que se movía de modo tan poco convencional, pero
segura y libre, sobre la platea social, fue una buena ocasión para dar pábulo a su
galantería.
CELOS DE ELISABETH
De pronto, Elisabeth, en la semana en que hubo de contemplar esto,
se llenó de indignación y celos. Elisabeth tenía entonces treinta y seis años, era
soltera, nunca había sido cortejada. Tuvo que acostumbrarse a una existencia de solterona
en una pequeña ciudad aburrida; continuaba, y todavía por largo tiempo, bajo la custodia
y la sujeción de una madre mojigata. El horizonte que le había sido concedido estaba
fijado por una casa modesta y las consabidas tertulias de café. Para ella sólo existía
um salida a un mundo superior: levantando los ojos hacia su hermano, que la apreciaba
desmesuradamente, a pesar de que ya la había rechazado fríamente durante largo tiempo,
en cuanto se trató de su mayor intimidad, de su obra, de su filosofía. Y sin embargo,
ella creía haber conseguido con respecto a él una posición que no tenía nadie excepto
ella, por la que había sufrido y sacrificado algunas cosas y, sobre todo, soportado
conmociones religiosas, y que tenía que defender ahora que la veía en peligro de
repente; y en peligro a causa de una chica de veintiún años, que se comportaba
«escandalosamente», de acuerdo con criterios burgueses, que coqueteaba con todos los
hombres, que tenía que librarse penosamente de proposiciones matrimoniales, hechas una
detrás de otra y que, sin ser musical ni tener relaciones ni inteligencia, se había
introducido hasta lo más íntimo en la casa de Wagner, mientras que ella, como hermana
del antiguo apóstol, ahora apóstata y proscrito, se veía reducida aquí a una posición
más bien de segundo rango. Pero eso no era todo. Esa jovencita intimaba con personas que
Nietzsche ni siquiera conocía de nombre, como ese horrible Joukowsky, y se pemtía
pavonearse, como la amiga más íntima de Nietzsche, de estar introducida en su
filosofía, de conocer ideas y problemas con los que él luchaba como nadie en su interior
más oculto.
INCIDENTE DEPLORABLE EN JENA
El 7 de agosto Elisabeth y Lou volvieron a encontrarse en
Jena en casa del profesor Gelzer, un amigo, donde dieron lugar a un incidente
extraordinariamente deplorable. Elisabeth descargó toda su mezquina indignación en
venenosos reproches. La atacada devolvió el golpe con una alocución desenfrenada y
mordaz, destruyendo la imagen que Elisabeth se había hecho de su hermano. Hirió a la que
se había convertido en enemiga suya allí donde más le dolía: en la fe, en la moralidad
y en la beatitud ascética de su hermano.
C. A. Bernouilli, en su artículo «La experiencia nietzscheana de Lou»,
relata una anécdota del tiempo de Sorrento. Según ella, «una joven sorrentina se
personaba en la quinta de cuando en cuando y regularmente. Venía para Nietzsche. Pero el
cuidado por la corrección externa, el horror al escándalo y a las habladurías, era algo
tan pronunciado en él, que pidió a su amigo Rée que ante la señorita von Meysenbug
hiciera pasar por suyas las visitas de la aldeana. Paul Rée hizo este favor a Nietzsche,
incluso con cierto gusto, dado que en este capítulo no tenía prejuicio alguno.»
Por desgracia Bernouilh, no indica la fuente de esta anécdota, de modo que su «verdad»
resulta algo cuestionable. Pero si las cosas sucedieron realmente así, es posible que Paul
Rée se lo contara a Lou, antes incluso de su viaje a Bayreuth y Tautenburg, para
dernostrarle que su nuevo amigo no era tan cándido e inofensivo como él mismo se hacía
pasar y como se le consideraba. Rée estaba celoso, puesto que también él amaba a Lou y
temía perderla. Lo que sí se deduce ciertamente de la correspondencia es que Paul
Rée dio cuenta a Lou del extraño párrafo epistolar en el que Nietzsche habla de un
posible «matrimonio» fijado para el plazo de dos años y que Rée aceradamente
interpretó como una seria proposición de Nietzsche de un «amancebamiento». Y
existe todavía la posibilidad de un tercer suceso, a saber, que Nietzsche, en el curso de
la conversación ante el Löwendenkmal en Lucerna pudo haber propuesto
intentar primero una vida en común sin vínculo legal, en el curso de la cual Lou podría
madurar para el matrimonio definitivo. A fin de cuentas este punto de vista no resultaba
tan extraño a Nietzsche, puesto que también en su tiempo se daban muchos casos de éstos
y, uno de los más famosos lo había vivido él en la mayor cercanía: en la noche en que
Cosima dio a luz a su hijo prenupcial de Wagner, Nietzsche estaba en Tribschen, como
invitado, bajo el mismo techo.
PREPARACIÓN DEL NIDO EN TAUTEMBURG
Las autoridades municipales de Tautenburg sabían ---por insinuación
de Nietzsche o por sí mismas-- que hospedaban a un visitante importante y se preocuparon
por que se encontrara a gusto. Los umbrosos caminos del bosque preferidos por Nietzsche
fueron ampliados y arreglados, se colocaron no menos de cinco bancos de descanso en los
lugares en que Nietzsche gustaba de pararse, a los que se les puso nombres elegidos por
él. Se dejó también a su elección el texto y la forma de las plaquitas conmemorativas.
Nietzsche eligió dos nombres, Uno de ellos fue: «El hombre muerto», porque la
parcela de bosque correspondiente se llamaba así; parece que en la Guerra de los
Treinta Años se encontró allí un muerto desconocido. Nietzsche gustaba de ese
lugar especialmente, cosa que resultaba algo inquietante para Lou, a quien repelían las
bromas macabras de su amigo. El otro nombre fue para un banco redondo en torno a un haya: «La
gaya ciencia». La primera vez que Nietzsche habla de ello es en una tarjeta postal
del 13 de julio. El 18 de julio encarga a la hermana:«...consulta con un especialista
sobre qué tipo de plaquitas y de letreros se conservan mejor», y le dibuja las dos
plaquitas, rectangulares y con el título en el medio. El domingo 23 de julio va a
Naumburg esperando poderse llevar en esa ocasión las plaquitas, pero todavía el 7 de
agosto ha de quejarse a la madre: «Es una lástima que las plaquitas sigan sin estar
puestas: van a llegar, al fín, cuando todos los visitantes estén fuera, y las tormentas
de otoño ante la puerta.» ¿Qué visitantes le interesan? ¿a quiénes quiere
impresionar? ¡Unica y exclusivamente a Lou, por supuesto! Después del 7 de agosto ya no
volvernos a oír nada de las plaquitas, los acontecimientos tomaron un curso
suficientemente malo como para que Nietzsche tuviera aún que preocuparse de tales
pequeñeces.
HECHOS PROBLEMATICOS EN TAUTEMBURG
Su hermana le informa excitada de la escena de Jena con Lou y repite
a Nietzsche todas las acusaciones sobre los chismorreos de Bayreuth. Por esa razón
Nietzsche, a la mañana siguiente, saluda a Lou ostensiblemente de mal humor, se entabla
una discusión entre los dos que, sin embargo, termina en armonía. Esto vuelve a
repetirse algunas veces en las tres semanas escasas de su estancia en común desde el
lunes 7 de agosto hasta el sábado 26 de agosto. Ya después de la segunda semana, el 20
de agosto, Nietzsche escribe a Kóselitz: «Cada cinco días tenemos una pequeña
escena de tragedia.»
DISCUSIONES FILOSÓFICAS
A pesar de ello fue un tiempo, para ambos, filosóficamente
fructífero. Elisabeth, naturahnente, no significaba nada al respecto. Se la
trató como si no existiera. La mayoría de las veces hubo de dar sola sus paseos, y si se
llegaba a una conversación, o bien le resultaba incomprensible o bien se horrorizaba por
los juicios morales, críticos y provocativos. Nietzsche y Lou, por el contrario, vagaban
horas y horas por los bosques, continuando sus conversaciones, a menudo, hasta bien
entrada la noche. En su diario, que escribió en Tautenburg para Paul Rée, Lou escribe al
respecto: «En estas tres semanas hemos conversado hasta el agotamiento; curiosamente
él aguanta ahora cerca de diez horas diarias de charla. En nuestras veladas, cuando la
lámpara, vendada como un inválido con un paño rojo para que no dañe sus pobres ojos,
arroja sólo un debil resplandor por el cuarto, siempre llegamos a hablar de trabajos en
común... Sorprendente que en nuestras conversaciones aboquemos involuntariarnente al
borde de abismos, a aquellos lugares de vértigo adonde alguna vez se ha subido en
solitario para mirar desde allí a lo profundo. Siempre hemos elegido los caminos de
gamuzas, y si alguien nos hubiera escuchado, habría creído que eran dos diablos los que
conversaban.» Compusieron juntos aforismos que Lou inventaba y Nietzsche corregía o
completaba. El 14 de agosto Lou escribe a Rée: «Nietzsche, en general de una
consecuencia férrea, es en lo particular una persona tremendamente versátil. Yo sabía
que cuando admitiéramos lo que, en principio, en la tormenta del sentimiento, ambos
evitábamos, rápidamente nos habríamos de encontrar en nuestras naturalezas
profundamente semejantes, más allá de todo charloteo pedante... Él subía hasta aquí
de continuo, y por la noche tomó mi mano y la besó dos veces y comenzó a decir algo que
no terminó. Los días siguientes estuve en cama, él me metía cartas en la habitación y
me hablaba a través de la puerta. Ahora ya amainó mi vieja fiebre catarral y me he
levantado. Ayer pasamos juntos todo el día... Elisabeth estuvo en el Dornburg con
personas conocidas. En la pensión... se nos considera tan emparejados como a ti y a mí,
cuando llego con mi gorro y con Nietzsche, sin Elisabeth... Un estímulo especial resulta
de la coincidencia en pensamientos, sentimientos e ideas; nos podemos entender casi con
medias palabras. El dijo una vez, impresionado por ello: 'creo que la única diferencia
entre nosotros es la edad. Hemos vivido y pensado lo mismo'.»
El 14 de agosto, Nietzsche escribe a Kösselitz: : «'lo mejor posible para mí', he
tenido que superar una dura prueba, y la he superado. -Lou se queda aquí 14 días
todavía: en el otoño volveremos a encontramos (¿en Munich?) -Tengo mi ojo para las
personas; lo que veo existe, aunque otros no lo vean. Lou y yo somos demasiado semejantes,
,'consanguíneos' (¡por eso ni siquiera se la puedo alabar a Usted!).»
NIETSCHE FASCINADO POR LOU
No hay duda alguna que Nietsche competía por la muchacha en
rivalidad con su amigo Paul Rée -igual que Elisabeth lo hacía por él frente a la
rival-. Pero en vez de fascinarla, él fue fascinándose cada vez más por ella; le
asaltó un amor auténtico, profundo, dispuesto al sacrificio y al perdón (esto
lo confiesa incluso Elisabeth en su carta a Clara Gelzer).
DIARIO DE LOU
Lou Salomé estaba mucho más cercana a Paul Rée,
para quien llevaba un diario, en el que, entre otras cosas, leemos: «La diferencia
entre vosotros, a la que me he referido, se manifiesta también muy claramente en los
pequeños rasgos. Por ejemplo, en vuestros puntos de vista sobre el estilo. Tu estilo
pretende convencer la cabeza del lector y, por ello, es científicamente claro y estricto,
prescindiendo de todo sentimiento. Nietzsche quiere convencer a la persona entera, quiere
apresar el ánimo con su palabra y dar la vuelta a lo más íntimo, no quiere instruir
sino convertir.» A Lou Salomé le agradaba el escéptico especulativo,
intelectualmente lúcido, Rée, no el mago Nietzsche y sus poéticas
visiones.
También Nietzsche conocía las diferencias fundamentales que existían entre él y Rée,
y, en su duelo por Lou, se dejó llevar a llamar la atención de Lou sobre las
disposiciones negativas de Rée, sobre sus pocas ganas de vivir, que llegaban hasta la
posibilidad de suicidio. Pero con esa táctica Nietzsche consiguió lo contrario de lo que
pretendía: a Lou le resultó todo ello falto de gusto y extraño.
RECLUTAMIENTO DE UNA DISCIPULA
Nietzsche se entregó a la ilusión de haber encontrado, por fin,
en Lou el espíritu grandioso capaz de comprender su «pensamiento más abismal»,
el misterio del Eterno Retorno, y pensó que le iba a sobrecoger del mismo modo
que a él. Pero, con seguridad, ella estaba lo suficientemente formada filosóficamente
como para reconocer la total aporía de ese dogma -y también su procedencia de
la filosofía antigua especulativa. Seguramente también estaba capacitada para refutar
esa imagen del Universo, construida de modo totalmente especulativo; pero se comportó
cautelosamente y reforzó a Nietzsche más y más en su decisión de procurarse una
visión científica del asunto o de un estudio concienzudo de él. Pero lo cierto es que
con su fino instinto Lou se dio cuenta ya entonces de dónde se separaban sus
caminos; el 13 de agosto escribe en el diario: «¿Somos, pues, muy semejantes? No, a
pesar de todo, no. Es una especie de sombra de aquellas ideas sobre mis sentimientos, que
todavía hace pocas semanas hacían feliz a Nietzsche, lo que nos separa, lo que se
interpone entre nosotros. Y en alguna oculta profundidad de nuestro ser estamos
ilimitadamente alejados uno de otro-. Nietzsche tiene en su ser, como un viejo castillo,
calabozos oscuros y bodegas ocultas que no aparecen cuando se lo conoce sólo
superficialmente y que, sin embargo, puede que constituyan lo más propio suyo. Curioso,
hace poco se me ocurrió repentinamente la idea de que incluso podíamos vemos enfrentados
alguna vez como enemigos». Y: «Viviremos todavía cómo se constituye en el
predicador de una nueva religión, y se tratará de una que reclute héroes como
discípulos.»
NIETSCHE TRAGICO SUFRIENTE
Se da una doble tragedia en el hecho de que la amistad con
Lou Salomé hubiera de romperse pronto y tan completamente, a saber, para la persona
de Nietzsche y para su obra. Un éxito en la relación amorosa con Lou
hubiera significado para Nietzsche la última oportunidad para volver a encontrar el
camino hacia las personas; como le fue negado, ello lo volvió a encerrar definitivamente
ya en su desesperanzada y amarga soledad. Como filósofo fue el único de su tiempo -y se
trató de un tiempo crítico- que poseía la fuerza y el genio para llevar a cabo una cosmovisión,
para aunar positivismo, materialismo, filosofía especulativa e incluso profecía, en una
imagen comprehensiva del mundo. Pero le faltó para ello la necesaria ampliación de sus
conocimientos, su redondeamiento por medio del estudio de las ciencias naturales; tras la
separación de Lou no hubo ya nadie que lo impulsara a un estudio así.
ORACIÓN DE LA VIDA COMO REGALO
El 26 de agosto de 1882 finalizó el idilio de Tautenburg
con la partida de Lou hacia Stibbe, todavía en calma total y, por parte de Nietzsche, en
el culmen de una felicidad melancólica. Lou le había regalado como despedida
aquella poesía, la «Oración de la vida», que ella había compuesto en 1880
cuando era estudiante en Zürich, llena de un espíritu juvenil heroico con el que
pretendió deshacer la opresión que le producía la enfermedad que amenazaba su vida. A
Nietzsche le conmovieron profundamente las ideas y el tono de la poesía. Al día
siguiente se dio prisa en viajar hasta Naumburg y «componerla» para una voz y
acompañamiento de piano. Pero su talento musical creativo estaba agotado. Sin embargo,
tenía una partitura, heroica y festiva, que desde hacía nueve años llevaba consigo y
que le parecía acomodarse al texto, su «Himno a la amistad». Sólo tuvo que
cambiarlo un poco para que el número de sílabas del poema se correspondiera de algún
modo con la melodía. Con esta obra Nietzsche vivió y completó su unión con Lou
Salomé. Envió inmediatamente la composición a su maestro musical «Peter Gast» con
estas palabras: «Me gustaría haber compuesto una canción que pudiera ser
interpretada también en público--, 'para seducir a los hombres hacia mí filosofía.'
¡Un gran cantante podría, con ella, arrancarme el alma del cuerpo; aunque quizá, así,
otras almas se ocultarían definitivamente en su cuerpo! -¿Le resultaría posible quitar
a la composición como tal ese cierto aire de aficionado que posee? Quizá me crea que, en
la medida de mis posibilidades, he hecho un auténtico esfuerzo.» Y el 1 de
septiembre escribe a Lou 12: «En Naumburg volvió a asaltarme el demonio de la
música - he puesto música a su Canción a la vida; mi amiga parisina Ott, que posee una
voz maravillosamente fuerte y expresiva, ha de cantárnosla alguna vez a Usted y a mí.»
DURO REPROCHE DE SU MADRE
En el asunto Lóu, la madre fue inclinándose cada vez
más al modo de ver las cosas de la hija, de tal forma que al extremo de decir a su Fritz,
por lo demás tan querido, que era «una vergüenza para la tumba del padre».
DESARMONÍA EN EL TRIO
En general, el trío ya no resultaba tan armónico ni cordial,
y la confianza se había ensombrecido. Lou Salomé escribe al respecto en sus Memorias:
«Ninguno de nosotros dos imaginaba que sería la última vez. A pesar de ello, las
cosas no eran del todo como al principio, aunque seguían firmes nuestros deseos de un
futuro en común a tres. Cuando me preguntó qué fue lo que fundamentalmente comenzó a
menoscabar mi interna disposición hacia Nietzsche, pienso que fue la extrañeza por la
progresiva acumulación de sugerencias suyas que pretendían dejar mal a Paul Rée ante
mí - y también la sorpresa de que él pudiera considerar efectivo ese método.»
Sus notas de los días de Leipzig penetran más en el motivo: «Así como la mística
cristiana (como cualquiera), en su supremo éxtasis, cae en una sensibilidad
religiosamente grosera, así el amor más ideal --precisamente por la gran liberación de
sentimiento-, en su idealidad, puede volver a hacerse sensible. Un aspecto antipático esa
venganza de lo humano -no me gustan los sentimientos allí donde vuelven a desembocar en
su corriente circular, puesto que ése es el punto del falso pathos, de la verdad y
sinceridad perdidas del sentimiento. ¿Es eso lo que me aparta de Nietzsche?»
SUEÑO DE NIETZSCHE
Nietzsche intenta llevar a cabo, por fin, su sueño dorado,
de cuya realización lo había apartado su sorprendente contratación por Basilea en 1869:
París. Según el testimonio epistolar de Köselitz, parece que Lou y Rée
salieron el 5 de noviembre rumbo a París. También Nietzsche escribe a Overbeck: «
... primero para encontrarse con la madre de Rée en Berlín: y desde allí a París.»
LOU Y RÉE SE INSTALAN EN BERLIN
Afirma Lou: «entretanto Paul Rée y yo nos habíamos instalado
en Berlín..Nuestro plan inicial de trasladamos a París se aplazó primero y fue
abandonado,después debido a la enfermedad de Ivan Turgeniew y a su muerte; y entonces se
realizó totalmente la soñada comunidad en un círculo de jóvenes científicos, entre
ellos muchos docentes, el cual, en el transcurso de varios años, tan pronto aumentaba
como cambiaba de miembros.»
NIETSCHE BUSCA VIVIENDA EN PARÍS
Al principio Nietzsche no supo nada de los planes de Rée y Lou; se
prescinde de él aun para las noticias más necesarias. Y así él busca vivienda en
París, pero no un apartamento para tres personas, como se afirmó, sino una «habitación
apropiada para mí. Habría de ser una habitación sencilla y absolutamente tranquila. Y
no demasiado lejos de Usted, mi querida Sra. Ott», Nietsche se dirige ahora a esta
mujer, una vez tímidamente admirada, al conocerla en Bayreuth en 1876, y olvidada luego
durante seis años, en busca de ayuda y protección.
CERTEZA DEL ABANDONO DE LOU
Muy poco a poco le va invadiendo la certeza de que Lou lo ha
abandonado.Igual que seis años antes, en Sorrento, el encuentro con Richard y Cosima
Wagner se convirtió, sin que ellos lo supieran, en una última despedida, así ahora Paul
Rée y Lou Salomé se separaron de Nietzsche sin la intención, ni siquiera la sospecha,
de que se tratara de una última despedida. Por el momento ello resultaba menos doloroso,
pero Nietzsche habría de sufrir indeciblemente todavía durante meses a causa de esa
separación. El «año festivo» se había acabado y negras sombras se posaron
sobre su ánimo, de las cuales ya no conseguiría salir nunca.
GRAVES PROBLEMAS DE SALUD PARA LOU
A comienzos de noviembre de 1882, Nietzsche, se lamenta a
Overbeck: «La salud de Lou es deplorable, ahora le doy menos tiempo del que le
concedía esta primavera todavía. Tenemos una gran preocupación; Rée se presta mucho
para su tarea en este asunto. Personalmente para mí, Lou es un verdadero hallazgo de
suerte, ella ha cumplido todas mis esperanzas - no es posible que dos personas puedan ser
más parecidas de lo que nosotros lo somos.»
PLANES PARA TEMPORADA DE PARIS
Nietzsche sigue creyendo en la temporada de estudio en París con
sus amigos. El 7 de noviembre no sólo escribe a su antigua amiga Louise Ott con el ruego
de que le busque un alojamiento, sino también a un conocido de Basilea, el doctor en
Derecho August Sulger, que vivía entonces en París: «Sólo el cielo sabe
lo que resultará de mi traslado a París si Usted no me tiende un poco la mano...
Llegaría a París, por tanto, dentro de 10 días aproximadamente... supuesto que Usted me
vaya a recibir a mí, medio ciego... Una habitación, muy sencilla, pero en una zona
tranquila, sepulcralmente tranquila, tal como me conviene a mí, eremita y pensador
abandonado... Recibirá a su tiempo una comunicación definitiva sobre el día de mi
llegada.»
CERTEZA DE QUE RÉE Y LOU NO IRÁN A PARÍS
Nietzsche hubo de llegar a la certeza de que Lou y Rée no irían a
París. Antes había escrito a Overbeck: «No hay nada decidido. Ni siquiera en
relación con mis planes de viaje y mis planes para el invierno. Es verdad que París
sigue ocupando el lugar preferente, pero no hay duda alguna de que mi estado de salud ha
empeorado bajo las condiciones de este cielo nórdico... Hubo días en que volvía a
viajar en espíritu hacia el mar, pasando por Basilea», ahora prevalecerá la
atracción del sur. El 15 de noviembre escribe al Dr. Sulger a París: «Este necio
tiempo invernal me fastidia tanto que pierdo las ganas de continuar por más tiempo
peleando con el norte y con su cielo encapotado. La salud dice 've el sur'»; y el
mismo día a la señora Ott: «Oh, mi admirada amiga, cuando apenas le he dicho que
voy, he de notificarle que todavía en mucho tiempo no iré... ¡Pero si voy será para
largo tiempo! -y si no puedo vivir en. el corazón de París, quizá entonces en St. Cloud
o en St. Germain, donde un eremita y pensador abandonado pueda conducir mejor su índole
tranquila.» Es la última carta de Nietzsche a Louise Ott.
EN CASA DE LOS OVERBECK EN BASILEA
Tras el fracaso de su extralimitada experanza, se dirige primero a
casa de los Overbeck para lamentarse, en un estado de abatimiento, por la separación
previsiblernente definitiva. La señora Ida Overbeck informa sobre esta visita:
«Nietzsche estaba a menudo sobreexcitado y su imaginación le jugaba malas pasadas
facilmente. No estoy informado de las causas de las causas de la separación de noviembre
de 1882. O no se manifestó al respecto. Sólo dijo en su tercera visita del año a
nuestra casa, que todo había terminado entre ellos. Seguía esperando cartas suyas y se
hacía todavía ilusiones con ella... Sufría profundamente, no sabía ayudarse a sí
mismo contando las cosas, ni dejarse ayudar por el consuelo de los demás.» Ida
Overbeck se manifiesta «no informada» sobre las causas, aunque pocas líneas antes
escribe: «No sé qué libro o manuscrito él había dado a Rée y a la Srta. Salomé
a comienzos del verano de 1882. Le entristeció el que ambos se burlaran de él. El nos
dijo entonces a mi marido y a mí, susurrando, algo así como que debía cambiar siempre
de cosas, que la pura ilustración no le bastaba, y que ambos no entendían nada de
ello.»
SEPARACIÓN DE LOU Y RÉE
Para Lou Salomé, la separación, tanto de Nietzsche
como de Paul Rée, fue fácil y no estuvo unida a emoción alguna. El 1 de enero de 1883,
hacia las cuatro de la mañana, tras una excitante noche de San Silvestre, escribe a Paul
Rée (que estaba momentáneamente en Stibbe), después de haber pasado con él en Berlín
todo el tiempo desde Leipzig: «Mientras rompía la mañana de Año Nuevo y
charlábamos al lado del árbol y del bol, hube de pensar, felizmente, en el viejo año
que moría, y que tan bueno ha sido para ti y para mí. En los primeros días de enero era
como si hubiera llegado, enferma y cansada, al sol de Italia - ...Cuánto sol de ése
había en nuestras charlas y paseos romanos, cuánto en el idilio de Orta, con sus paseos
en barca y su monte sacro con sus ruiseñores, cuánto en aquel viaje por Suiza a través
del San Gotardo, en los días de Lucerna. Y después... entablamos aquella relación
amistosa peculiar, de la que hasta hoy depende todo nuestro modo de vida.» Ninguna
palabra sobre Nietzsche --e incluso hacia Rée sólo amistad, pero no amor. Lou
Salomé no estaba capacitada (al menos entonces, y todavía durante años), para el
amor en toda su profundidad y para la vinculación que supone con el amado. De vez en
cuando advirtió que con ello hacía sufrir a otras personas, pero no más. Nunca tuvo un
sentimiento de responsabilidad, o culpa, o siquiera compasión.
AFINIDADES DE NIETSCHE Y LOU
Las afinidadas -subrayadas de continuo tanto por él como
por Lou-- existían, y, en parte, eran de peso. Así la temprana pérdida del padre;
así el «cosmopolitismo», el europeismo antinacionalista o, al menos,
antialemán. Ambos habían perdido pronto la representación infantil de Dios,
ambos eran decididos escépticos. Ambos tenían la misma imagen antidealista
del mundo, con la consecuencia de que la ética no se podía fundar
trascendentemente. Que se podía vivir de modo diametralmente opuesto a la exigencia
kantiana «obra de tal modo que puedas querer que tu máxima se convierta en ley
universal» es cosa que experimentó Nietzsche por primera vez y con asombro
en Lou Salomé, a quien admiraba, y envidiaba, por su «ánimo de león» para
tal postura, puesto que él mismo nunca tuvo el valor de chocar claramente contra las
convenciones en la praxis de la vida.
DIFERENCIAS DE NIETZSCHE Y LOU
Nietzsche llevaba en sí la «idea más abismal» (Zaratustra
III «El convaleciente»), el dogma del eterno retorno. Sabía que se necesitaba
un valor inaudito para lanzar un mito así en medio de una época como la suya, dominada
por el materialismo y el positivismo. Nietzsche necesitaba animosos
compañeros de lucha, y era lícito que creyera que esa Lou, que se mofaba tan
públicamente y sin prejuicios de todas las convenciones y de todo lo que hasta
entonces se había considerado como fundamental en la filosofía, que esa Lou tuviera
tatnbién el valor de salir fiador, como su compañera de armas, de «la idea más
abismal». Pero justamente aquí, en esta tarea, se rompió el entendimiento, aqui se
separaron los espíritus, aquí se manifestaron sus diferencias fundamentales:
Lou se reía de tales fantasías.Y ningún otro vínculo pudo unir este
desgarro. El misterio del amor quizá hubiera podido conseguirlo, pero - y esto también
para decepción de Nietzsche-- ese misterio no existía, al menos, por parte de Lou.Tampoco
los unió la música.Ciertamente que a veces llegaron a resultados parciales
sorprendentemente parecidos o incluso iguales. Por ejemplo, en la duda sobre Dios o
en determinados ámbitos de la ética. Pero se trataba de roces casuales de sus propios
caminos, cuyo punto de partida era completamente diferente y cuyas metas estaban
excesivamente alejadas una de otra. Curiosamente, la joven Lou Salomé fue quien más
pronto y con mayor claridad se dio,cuenta de estas diferencias fundamentales, y no el
hombre maduro que quería ser su maestro. En las anotaciones de su diario, que
realizó durante las tres semanas de Tautenburg para Paul Rée, analiza su relación con
Nietzsche en contraposición a la imagen de Paul Rée, que, por su estilo «científico»,
estaba ya en principio más próximo a su hábito intelectual. Nietzsche no consiguió
nunca, ni siquiera en la intimidad de Tautenburg, atraer a Lou a su órbita, despertar en
ella el fuego filosófico que a él lo consumía.
POESÍA DEDICADA A LOU
Nietzsche plantea a Lou la auténtica pregunta de
confianza, ante la cual Lou debiera decidir manifestarse. La compone en forma de
poesía y se la entrega como despedida de Leipzig:
«¡Amiga ---dijo Colón-- no confíes ya
en ningún genovés!
¡Siempre está mirando a lo azul,
lo atrae en exceso lo más lejano!
A quien ama, lo atrae fácilmente
mucho más allá, en el tiempo y el espacio.
Sobre nosotros brilla una estrella al lado de otra, en torno a nosotros brama la
eternidad.»
Lou no respondió a este desafío, no se dejó
«atraer» más allá, en el espacio y el tiempo, ni a la eternidad sin
frontera. Y con ello comenzó la duda a corroer a Nietzsche, y se fue dando cuenta, cada
vez más, de la incompatibilidad de sus caracteres y metas, y, por tanto, de sus destinos.
INSTALACIÓN EN RAPALLO
A Köselitz, el 3 de diciembre, le dice que no quiere «vivir
una segunda vez las últimas semanas» y: «Además he pasado más frío que en
toda mi vida. Por fin me acogí a un albergue -Albergo della Postal- que está
directamente frente al mar, y mi habitación tiene chimenea. Mi reino se extiencle ahora
desde Porto Fino hasta Zoagli; vivo en la mitad, es decir en Rapallo, pero mis paseos me
llevan diariamente a las citadas fronteras de mi reino. El monte principal de los
alrededores, cuya elevación comienza a partir de mi vivienda, se llama 'el monte alegre',
Monte Allegro: un buen presagio -espero.»
CARTA SUPLICANTE A LOU
El 23 de noviembre, escribe de nuevo una carta a Lou,
suplicante: «¡Y bien, Lou, corazón querido, haga Usted que el cielo sea limpio! No
quiero otra cosa, absolutamente, sino cielo limpio: sino, quiero ya abrirme paso, por duro
que sea. Pero un solitario pena terriblemente ante un recelo sobre las pocas personas que
ama -...¿Por qué hasta ahora faltó todo tipo de claridad en nuestro trato? Porque yo me
tuve que reprimir en exceso: ¡la nube en nuestro horizonte estaba sobre mí!... Amo en
Usted cualquier movimiento de su alma superior, no amo en Usted otra cosa que esos
movimientos. Renuncio gustosarnente a intimidad y cercanía con tal de poder sólo estar
seguro de esto: de que nos sentimos unidos allí donde no llegan las almas vulgares... No
se confunda Usted conmigo «¿No creerá Usted de verdad que mi ideal es 'el
librepensador'?! Yo soy -¡perdón! Queridísima Lou, sea Usted lo que deba ser.» La
llamada quedó sin respuesta, a pesar de que Nietzsche hubo de esperarla nervioso.
PROYECTOS DE CARTAS PARA RÉE Y LOU
Proyecta entonces carta tras carta a Lou, a Rée, suplicante'
acusador, buscando una explicación. Página tras página, va llenando con estos
borradores los espacios que habían quedado en blanco en sus cuadernos de notas.Tiene que
recurrir a calmantes para conseguir dominar su terrible excitación. A mitad de diciembre
vuelve a cobrar ánimo para escribir una carta -la última- a Lou y a Rée juntos: «Si
alguna vez, por casualidad, me quitara la vida a causa de un afecto cualquiera, no habría
tampoco demasiado que lamentar. ¡Qué os importan a vosotros mis fantasías! (Incluso mis
'verdades' nunca os han importado nada.) Pueden comentar entre ambos cuanto quieran que
yo, al fin y al cabo, no soy más que un medio loco que padece de la cabeza y a quien la
larga soledad ha hecho desvariar ya totalmente.» »A esta, según pienso,
comprensible visión de las cosas, he llegado tras haber tomado -por desesperación- una
tremenda dosis de opio. Pero en lugar de haber perdido por ello la razón, me parece que
me llega al fm... Amigo Rée, suplique a Lou que me perdone todo -ella también me da
todavía una oportunidad de perdonarla. Puesto que hasta ahora aún no le he perdonado
nada. Uno perdona a sus amigos mucho más difícilmente que a sus enemigos.» Por
fín se convence de la separación. El 25 de diciembre escribe a Overbeck: «Mi
relación con Lou está en los últimos y más dolorosos momentos: al menos eso es lo que
yo creo hoy. Más tarde, si hay un más tarde, me gustaría decir una palabra al respecto.
La compasión, mi querido amigo, es una especie de infierno --,digan lo que digan los
seguidores de Schopenhauer.»
BUSQUEDA DE EXPLICACIONES A LO SUCEDIDO
«Un poema tal como 'en el dolor' resulta una profunda falsedad en su
boca.»
«Hoy no le hago a Usted más reproche que el de que Usted no fue conmigo sincera a tiempo
sobre sí misma».
«No diga nada en su favor, querida Lou: ya he hecho yo más en su favor de lo que Usted
podía --ante mí y ante los demás.»
«Tiene en mí al mejor abogado, pero también al juez más inconmovible! Quiero que
Usted misma se juzgue y establezca su pena. Mi querida Lou, ¡tenga Usted cuidado! ¡Si
ahora yo la recuso es porque se trata de una terrible censura de todo su modo de ser! Ha
tratado Usted con una de las personas mas indulgentes y benévolas: pero note Usted bien
que no necesito otro argumento frente a los egoistillas y vividores que el asco.»
«Con respecto a Lou von Salomé» --«Esto es una crueldad del destino, compasión,
infierno- --aguante del dolor; -autosuperación- - enorme- ----un cerebro con un apéndice
de alma- -carácter del gato- de la fiera que se presenta como animal doméstico-- -lo
noble como reminiscencia del trato con personas nobles y una voluntad fuerte, pero sin un
gran objeto, sin celo ni limpieza, sin honradez burguesa, sensibilidad horriblemente
alterada... Capaz de admiración sin amor por las personas, aunque amor a Dios... sin
sentimientos e incapaz de amar... sin agradecimiento, sin vergüenza ante los
benefactores... incapaz de la cortesía del corazón... brutal en detalles- --desleal- -no
'brava'-- --grande en asuntos de honor.»
«En otro tiempo, en Orta, decidí darle a conocer primero toda mi filosofía...
creía que no se podía hacer regalo mayor a nadie.»
«¿'Vamos a enemistarnos?... me gustaría un cielo más sereno entre nosotros.»
«¿Qué Piensan, pues, esas muchachitas de 20, qué sentimientos amorosos gratos poseen?
¿y no tienen otra cosa que hacer que estar enfermas aquí y allá y reposar en cama? ¿Ha
de ir uno encima tras esas muchachitas para espantarles el aburrimiento y las moscas?»
«No puedo improvisar ahora el perdón, después de que la ofensa tuvo cuatro meses de
tiempo para cebarse en mí.»
«Estoy, para hablar como librepensador, en la escuela de los afectos, es decir, los
afectos me devoran. Una compasión atroz, una decepción atroz; un sentimiento atroz de
orgullo herido -¿cómo lo soporto todavía? ¿No es la compasión un sentimiento que
proviene del infierno?... Cada mañana tengo mís dudas de cómo sobreviviré al día.
¿Ya me duermo?... Esta noche voy a tomar tanto opio como para perder la razón.»
«¡Curioso! Tengo una opinión preconcebida sobre Lou: y, a pesar de que he de decir que
todas mis experiencias de este verano la contradicen, no me veo libre de esa idea...
Propiamente nadie en mi vida se ha comportado tan fearnente conmigo como Lou... No hay
duda alguna de cómo trataría yo a un hombre que hablara así a mi hermana sobre mí. En
eso soy un soldado y siempre lo seré, yo soy entendido en armas. ¡Pero una muchacha! ¡Y
Lou!»
«Me desesperaba ver corromperse a un alma de noble disposición y decir la verdad: en
Tautenburg derramé innumerables lágrimas, no por mí, sino por Lou. Fue la compasión la
que me jugó esta pasada.»
A Rée: «Por el momento sólo veo que ella no tiene diversión ni buena
conversación intelectual: y cuando pienso todavía en las cuestiones morales, entonces,
por decirlo con calma, me invade la indignación.»
«La Lou de Orta era otro ser que la que luego volví a encontrar. Un ser sin ideales,
sin metas, sin obligaciones, sin vergüenza. ¡Y en los ínfimos peldaños de la moral, a
pesar de su buena cabeza! Me llegó a decir a mí mismo que ella no tenía ninguna moral
-¡y yo que pensaba que tenía, al igual que yo, una más estricta que nadie!; y que ella
la sacrificaba diariamente y cada hora algo de sí misma (y que eso nos daba derecho a
pensar sobre la moral).»
EL FRUTO DEL ZARATHUSTRA
En carta dirigida a Malwida por año nuevo, afirma:... «Lo que Usted dice del carácter de Lou es verdad, por muy doloroso que me
resulte confesarlo. jamás había encontrado un egoísmo tan natural, tan vivaz hasta en
los detalles más ínfimos, no mediado por la conciencia, un egoísmo así de feroz...
Pero creo, sin embargo, que en ese carácter existe oculta otra posibilidad.. Precisamente
en una naturaleza así sería posible un cambio casi repentino y un trastrueque de toda la
persona: lo que los cristianos llaman una 'conversión'. La vehemencia de su fuerza de
voluntad y su ímpetu son extraordinarios. En su educación han debido someterse fallos
garrafales -jamás he conocido una muchacha tan mal educada. Tal como se la ve por el
momento, resulta casi la caricatura de lo que yo admiro como ideal--, y ya sabe Usted que
es en su ideal donde uno es más sensiblemente mortificado.» En medio, menciona casi
con miedo aquello que, al menos, le sirve ahora de consuelo: «Si me quedan todavía
amigos, los tengo -¿cómo he de expresarlo?- a pesar de lo que soy o quiero llegar a ser.
Así, Usted ha seguido siendo amable conmigo, querida y admirada amiga, y deseo de todo
corazón que a cambio le pueda ofrecer algún día, en agradecimiento, un fruto de mi
jardín que sea de su gusto.» El fruto al que se refiere es la obra en
la que está trabajando: «Así habló Zaratustra», primera parte.
MUERTE DE WAGNER EN EL CAFFARO
El 14 de febrero, el manuscrito de la 1ª parte del Zarathustra es
enviado al editor Scherneitzner, aún antes de que le llegara de Venecia la noticia de la
muerte de Richard Wagner el 13 de febrero. El 14, Nietzsche había ido casualmente a
Génova y por la tarde leyó la noticia en el periódico «Caffaro». La
impresión fue tan grande que estuvo «algunos días gravemente enfermo»,
causando «preocupaciones» a sus patronos, como escribe a Köselitz el 19 de febrero.
REACCION CÍNICA ANTE LA MUERTE DE WAGNER
Nietsche escribe a Kösselitz el 19 de febrero: «Creo, incluso,
que la muerte de Wagner es el alivio mayor que podía deparárseme ahora. Fue duro tener
que ser durante seis años el enemigo de aquel a quien más se ha admirado, y yo no soy lo
suficientemente tosco para ello. ... Por lo demás, viejo amigo, también a Usted se le ha
aclarado el cielo con esa muerte. Ahora son posibles diferentes cosas; por ejemplo, que
nos sentemos juntos en el 'templo' de Bayreuth para oírle a Usted.» Sin
embargo, Nietzsche escribe a Overbeck el 22 de febrero: «Wagner fue, con mucho, el
hombre más lleno que conocí, y en ese sentido, desde hace seis años, he padecido una
gran carencia. Pero entre nosotros dos hay algo así como una ofensa mortal, y hubiera
podido llegar a ser terrible si él hubiera vivido más.»
NOTICIAS MANIPULADAS SOBRE WAGNER
El 21 de abril se expresa sin reparos ante Kóselitz: «Wagner
es rico en malas ocurrencias; pero ¿qué dice Usted del hecho de que intercambiara cartas
(incluso con mis médicos) para manifestar su convicción de que mi cambio de modo de
pensar se debía a vicios perversos, sugiriendo la pederastria?» Hoy día sabemos,
por las cartas ya publicadas de Wagner al Dr. Eiser qué sospecha, o qué
temores, abrigaba Wagner, pero a la pederastia no hay la menor referencia. Curt
v. Westemhagen, en su libro sobre Wagner de 1956 se apoya en el párrafo de la carta
a Overbeck, que era lo único que él conocía, y cree poder deducir la «ofensa
mortal» de la correspondencia Wagner-Eiser, que es cinco años anterior de todos
modos; respalda esta opinión con las palabras de Wagner de la carta del 23 de octubre de
1877 a Eiser: «Aconséjele eso [una cura de Gráfenburgi, y... sin ocultarle la causa
primordial de su mal» (que Wagner sospechaba que era el onanismo).
En este culebrón hay que expresar la fundada sospecha de que fue Elisabeth
quien, en su celo por la lucha, superó toda medida, y quien, debido a la decepción por
sentirse postergada que había tenido que sufrir en Bayreuth, no sintió ya traba alguna
para denigrar ante su hermano no sólo a Lou y -a Rée, sino también a Wagner y a la
señora Cosima. Así, al menos, parece seguirse de todo este párrafo (¡que ella
no publicó!) (carta de Nietzsche a Köselitz del 21 de abril de 1883): «Considere
Usted que yo provengo de círculos donde toda mi evolución se considera recriminable y se
la recrimina; fue sólo una consecuencia de que mi madre, el año pasado, me llamara
'afrenta de la familia' y 'una vergüenza para la tumba de mi padre'. Mi hermana ...
me ha declarado su abierta enemistad hasta que emprenda el camino de vuelta y me esfuerce
'en llegar a ser una persona buena y auténtica'. Ambas me consideran un 'egoísta, frío
y duro de corazón'; también Lou antes de conocerme más cerca tenía de mí la opinión
de que era un carácter vulgar del todo y bajo, 'siempre dispuesto a aprovecharme de los
otros para mis fines'; Cosima ha hablado de mí como de un espía que se introduce en la
intimidad de otros y que, cuando la tiene, hace de ella lo que quiere.» (A continuación
viene el párrafo citado que se refiere a la pretendida sospecha de pederastria por parte
de Wagner.) ... «Finalmente: sólo ahora, tras la publicación del Zaratustra, llegará
lo peor, dado que con mi 'libro santo' [¡expresión de Köselitz!] he desafiado a todas
las religiones.»
LUCHA DE ELISABETH EN CONTRA DE LOU
A Elisabeth le interesaba, además, poner mal a esa Lou
ante los amigos más íntimos de su hermano. En cartas enormemente largas y locuaces,
como, por ejemplo, a Ida Overbeck también, desarrollaba su punto de vista sobre la
«relación». Según ésta, Lou se había agarrado a su hermano, puro, inocente y
ajeno al mundo, lo había perseguido, seduciéndolo con su erudición barata. Es sucia, en
sí misma y en su moral, es incapaz de la mínima comprensión siquiera de la filosofía
de Nietzsche y, por ello, a sus espaldas y del modo más perverso, lo ridiculiza como
persona y como filósofo. Elisabeth se pone a sí misma como la noble sufriente, que
siempre ha sacrificado todo por su hermano, que ahora se siente suplantada, traicionada, e
incluso escarnecida, por ese engendro mediocre llamado «Lou», y que, por ello, vive
deshecha en lágrimas.
PROBLEMAS DE INSOMNIO PARA NIETZSCHE
El día de Navidad de 1882 escribe a Overbeck: «¡Si por lo
menos pudiera dormir! - pero las dosis más fuertes de mis somníferos me ayudan tan poco
como mis 6-8 horas de marcha.» Como somnífero usaba el hidrato de cloral,
entonces usual (fue sintetizado en 1832 por Liebig), del que gastó 50 gramos durante los
meses de diciembre de 1882 y enero de 1883, lo cual se considera una dosis absolutamente
soportable, sin efectos nocivos. «No he vuelto ya a dormir sin ese somnífero. Pero
últimamente he dormido catorce días seguidos --oh, qué alivio», puede escribir a
Overbeck el 1 ó el 2 de febrero.
RECHAZO A DEDICACIÓN OBRA DE RÉEE
En toda esta situación de sombras rompe un puente más. «He
rechazado el que se me dedique la obra capital de Rée 'Historia de la conciencia' y con
ello he puesto fin a una relación de la que ha surgido bastante confusión funesta»; y
considera esto como «otra liberación». (A Overbeck, marzo de 1883.)
LA AÑORADA LOU
Refiriéndose al sincero juicio de Köselitz, le escribe el 19 de
febrero: «... en determinados casos se trata muy poco de 'con o sin el incentivo del
amor', sino de si una persona bien dotada se hunde o no.» Así quería seguir viendo
a Lou. También a Overbeck le escribe el 22 de febrero: «Lou es, con mucho, la
persona más inteligente que he conocido. Pero etc. etc.» Cada vez iba cristalizando
más esta diferenciación: total reconocimiento de su valía intelectual y total
rechazo de su carácter, que culminó en la aguda formulación de la carta a Ida
Overbeck de principios de agosto de 1883: «... sigue siendo para mí un ser de
primera categoría, ¡lástima de él eternamente! Por la energía de su voluntad y la
originalidad de su espíritu estaba destinada a algo grande; por su efectiva moralidad
pertenecería más bien al correccional o al manicomio. La echo de menos....
DUDAS SOBRE SU CAPACIDAD DE CREADOR
El 24 de marzo Overbeck recibe estas instructivas líneas:
«Por encima de todo otro concepto, yo... tengo uno de la imperfección, de los
desaciertos y de los propios infortunios de todo mi pasado intelectual. Ya no hay nada
bueno que hacer; no volveré a hacer nada bueno. ¡Para qué hacer algo todavía! - Esto
me hace recordar mi última insensatez, me refiero al 'Zaratustra'... Me sucede que cada
pocos días lo olvido; estoy expectante por ver si tiene algún valor siquiera - yo mismo,
en este invierno, soy incapaz de emitir un juicio y me podría equivocar del modo más
absurdo respecto al valor o a la falta de valor.» Vuelven entonces a acrecentarse
sus pensamientos acerca de una huida en total soledad a un país donde nadie lo conozca ni
nadie lo busque. Piensa en España, y, concretamente, en la ciudad de Barcelona.
DESAPARECER DE LA ESCENA
En estos momentos de su vida, Nietzsche desea, pues, «desaparecer»,
tal como se expresa el 13 de marzo en carta a Overbeck, y cita también el ejemplo con el
que se compara. Se trata otra vez, y no será la última vez todavía, ni mucho menos, de
Bayreuth, de la casa Wagner, de la cual no puede liberarse: «Malwida acaba de
escribirme de la señora Wagner: 'Cosima quiere apartarse del mundo, incluidos todos
nosotros, tanto como lo está él, no quiere volver a los amigos, nunca más leer una
carta, en una palabra, vivir como una monja, sólo con sus recuerdos y los niños.'
Aproximadamente así es como yo quiero hacerlo, aunque no sea por los mismos motivos.»
Cosima se había retirado realmente «del mundo» al principio, y sólo volvió a
él cuando los acontecimientos en el teatro de Bayreuth, los daños ocasionados por
colaboradores rivales -verdaderas luchas de diádocos-, y los peligros que de ahí
surgieron para la obra del maestro, la obligaron a intervenir personalmente. Pero entonces
tomó las riendas en su mano con una energía y una voluntad férrea tales que -a
pesar de todas las críticas, justificadas muchas de ellas-- la mostraron ante todo el
mundo como mujer de un formato superior a lo normal, tal como Nietzsche siempre la había
visto en privado, la había admirado, y fue atraído y seducido por ella -incluso hasta en
los mismos días del inicio de la locura.
NIETZSCHE DE MAESTRO
Overbeck, tras las manifestaciones y los planes de
Nietzsche, vio claro inmediatamente el peligro que se cernía sobre su amigo. Para
librarlo de una absurda caída, le sugirió un plan para el futuro sabiamente
dosificado (escrito el domingo de Pascua, 25 de marzo de 1883): «Tu 'desaparecer, si
ha de tener algo en común con el de la señora Wagner, no te proporcionaría ciertamente
ninguna satisfacción. Mientras no te propongas metas más firmes para tu vida futura, no
veo posibilidad alguna para la tranquilidad que tú tanto necesitas ahora. Y a este
propósito te quiero participar una idea que ya he hablado, en referencia a ti, con mi
mujer, y que a ambos no nos parece inútil que se meditara. ¿Qué tal si pensaras en
volver a ser maestro, no me refiero en la universidad, sino maestro (por ejemplo de
alemán) en una escuela superior?... Una vuelta a la juventud te resultará
incomparablemente más fácil... Además, tal profesión de maestro es una de aquéllas
---quizá no comparable a ninguna otra en esto-- para las que en estos últimos años no
sólo no has perdido tiempo alguno, sino que te has vuelto más maduro. Para un proyecto
de ese tipo, en fin, no te faltarían, tampoco externamente... puntos de contacto. Puesto
que estoy convencido... de que vendrías aquí. Me doy por satisfecho con estas
indicaciones; tú podrás completarlas por tu cuenta, si la idea, así en general, te
resulta tan hermosa como yo no puedo menos de desear.»
PROFECÍA DE NIETZSCHE
A comienzos de abril responde a Overbeck que esa propuesta (ejercer
de maestro) era «con mucho la más aceptable de las propuestas» que se le
habían hecho últimamente (¡así pues, mejor que la invitación de Malwida a Roma!),
aunque repara: «... esperemos todavía a Zaratustra: me temo que después ninguna
autoridad del mundo me querrá tener como maestro de la juventud», ¡cosa que le
habían de confirmar pocos meses más tarde las autoridades universitarias de Leipzig!»
COMPLETAR LA TAREA PRIMORDIAL
El 17 de abril escribe en este sentido a Köselitz. También a
Overbeek le explica su decisión: «Este invierno no me ha mantenido en la vida otra
cosa que la repentina vuelta a lo que más me importa: mis obligaciones están allí donde
he de imponerme las exigencias más dificiles; allí están también mis fuentes vitales.
Ser maestro: ah, sí, eso me haría bastante bien ahora... Pero existe algo más
importante, frente a lo cual, incluso una profesión provechosa y eficaz como la de
maestro, sólo significaría en mi caso un alivio para mi vida, un descanso. Y sólo
cuando haya completado mi tarea primordial encontraré la buena conciencia necesaria para
llevar una existencia así... - ¿Pero quizá ya la haya completado? Entretanto Zaratustra
va mostrándose poco a poco, pliego a pliego.»
ENTUSIASMO DE KÖSELITZ
La depresión va desapareciendo poco a poco. Pero el paso de las
dudas más grandes sobre la obra, sobre el arte de la obra, a aquella confianza que se
extiende hasta una inequívoca conciencia de enviado, lo propició Köselitz con su
entusiasta asentimiento, al recibir los primeros pliegos de corrección. El 2 de abril
escribe: «¡Con cada libro me hace usted más difícil mirar siquiera al orden de las
palabras! El magnífico cambio de su espíritu, la fuerza de su lenguaje, la abundancia de
invención hasta en los detalles menores, el ardor y la majestad de su sentimiento, me
sorprenden, me excitan, vibran todavía en mí, en lo que da de sí mi capacidad... ¡No
existe nada igual, porque las metas que usted ofrece no han sido ofrecidas nunca, ni
podían ser ofrecidas, a la Humanidad! Hay que desear a este libro la expansión de la
Biblia, su visión canónica, sus comentarios.» Y pocos días más tarde, el 6
de abril-. «¿Bajo qué rúbrica cabe su nuevo libro? - Yo casi creo que bajo la de
'escritos sagrados'»; y el 17 de abril: «¡Es maravilloso!, dicen a menudo los
discípulos ante las palabras de Buda. '¡Es maravilloso!', tengo que exclamar yo a
menudo, y con mayor motivo que aquéllos, dado que yo le escucho a usted como
Zaratustra.»
CON LA FAMILIA DURISCH
El 14 de junio Nietzsche se puso en camino, solo -y no con la
hermana, como dice ella-, hacia el norte. El 15 escribe desde la estación intermedia de
Bellaggio, en el lago de Como, a Overbeek y a su hermana. El tiempo es malo, llueve a
cántaros, y a pesar de que no se le puede augurar mejor tiempo en la Engadina,
donde a causa de la altura hace frío todavía, el 18 de junio se va allí. El 21 de junio
informa a la madre y a la hermana (que entretanto ha vuelto a Naumburg, pasando por
Basilea, donde visitó a los Overbeck): «Entretanto me ha ido mal. llegué a la
Engadina con lluvia y auténticamente helado: algunas horas más tarde Sils-Maria se
cubrió de nieve. Me quedé en el hotel hasta el miércoles (20 de junio), visitado por
desgracia por fuertes dolores de cabeza... El entorno de la Engadina y todo en ella en
general me agrada otra vez extraordinariamente, sigue siendo mi paisaje más querido -pero
tiene que hacer más calor.» Nietzsche vive en casa de la familia Durisch,
que evidentemente lleva un pequeño negocio, puesto que él puede comprar allí «biscuits
ingleses, cornedbeef, té, jabón y en general cualquier cosa». «La gente es tan buena
conmigo y se alegran tanto de mi vuelta, especialmente la pequeña Adrienne.»
ANTISEMITISMO DE SU EDITOR
Pero los problemas con la publicación de la primera parte del Zarathustra
seguían. El editor Schmeitzner, de repente,
barruntó en el negocio de publicaciones antisemitas un impulso para su
editorial, amenazada de ruina, un impulso que las obras de Nietzsche, en cualquier caso,
no le habían dado. Todo esto, aderezado con una amarga ironía, se lo comunica Nietzsche
el 1 de julio a su amigo Köselitz: «Acabo de saber que Zaratustra espera en
Leipzig 'pendiente de envío': incluso los ejemplares de regalo. Ello a causa de
'operaciones muy importantes' y continuos viajes del jefe de la alianza antijudía, el Sr.
Schmeitzner: por eso 'la edición, por una vez, tiene que esperar un poco', como él
escribe. Es realmente de risa: primero el impedimento cristiano, los 500.000 libros de
canto, y ahora el impedimento de la enemiga a los judíos -se trata auténticamente de
'vivencias fundadoras de religión'.» Y con ello comienzan las consideraciones de Nietzsche
--que ya nunca se interrumpirían, volviéndose además cada vez más incisivas- en
contra del antisemitismo, que florecía enormemente desde hacía unos años y que,
para su desazón, él habría de vivir en su futuro cuñado, fomentado y puesto en
práctica.
SEGUNDA PARTE DEL ZARATHUSTRA
El 13 de julio de 1883 escribe a Köselitz: «Ya tengo tras
de mí el segundo verso - y ahora que está acabado me estremece la dificultad que he
superado sin haber reparado en ella. Desde mi última carta (el 1 de julio) me encuentro
mejor y más animoso; concebí de una vez la segunda parte de Zaratustra - y tras la
concepción también el nacimiento: todo con la mayor vehemencia. (En tal ocasión me ha
venido la idea de que probablemente muera un día en una expansión y explosión de
sentimiento así. ¡que me lleve el diablo!) El manuscrito para la imprenta estará listo
pasado mañana, sólo faltan ya los últimos 5 apartados; y mis ojos trazan límites a mi
'aplicación'... Se trataba primordialmente de obligarle hasta el segundo peldaño y,
desde allí, alcanzar todavía el tercero (cuyo nombre es 'Mediodía y eternidad': ¡esto
ya se lo dije a Usted una vez! ¡Pero le ruego encarecidamente que no diga nada a nadie al
respecto! Para la tercera parte voy a concederme tiempo, quizá años--).» No
pasarían años, sino sólo seis meses, hasta la primera mitad de enero de 1884.
DESPRESTIGIO DE ELISABETH CONTRA LOU
Elisabeth no había renunciado a su plan de exorcizar a la
odiada Lou.Ya a finales de noviembre de 1882, Nietzsche había escrito a Malwida
von Meysenbug: «Mi hermana considera a Lou como un bicho venenoso a quien habría que
destruir a toda costa -y trata de hacerlo además.»
NIETZSCHE INTENTA OLVIDAR Y SE SIENTE AGOTADO
Toda esta situación Nietzsche la vive alterado. Un párrafo
(suprimido por Köselitz) de su carta del 26 de agosto de 1883 a Köselitz manifiesta
estremecedorarnente lo próximo que se sentía ya en ese verano del derrumbamiento total: «El
curioso peligro que corro este verano se llama -para no retroceder ante la temida
palabra-- locura, y de igual modo que el invierno pasado, contra todo pronóstico, cogí
una fiebre nerviosa realmente larga -¡yo, que nunca había tenido fiebres-, podría
suceder también algo que jamás he creído me sucediera a mí: que pierda la razón.»
En su desesperanzada situación ya se había confiado antes a la esposa del amigo, Ida
Overbeck, hasta el punto de que pudo escribirle a mitad de julio: ... Pero así, me
sobrevino una especie de locura; y ya no puede arreglarse en modo alguno el hecho de que
mi fantasía y mi compasión hubieran de debatirse durante un año aproximadamente en el
fango de esas experiencias. Creo que he soportado ya más de lo suficiente, cinco veces
más de lo que a una persona normal la lleva al suicidio: y todavía no ha acabado...
Ahora vuelven a
EL ANTISEMITA FÖRSTER:
Förster era un conocido, por no decir tristemente
conocido, antisemita, uno de los mayores impulsores de ese movimiento político desde
1880. Ese partido había sido duramente marcado en los últimos tiempos por penosos
sucesos. Förster mismo había estado mezclado en una pelea y hubo de abandonar
su puesto como profesor de Instituto en Berlín. Había disputas en el partido,
desavenencias personales y de tipo más profundo también, de modo que a Förster
le pareció oportuno desaparecer durante algún tiempo. En febrero de 1883 se fue a
Sudamérica, al Río de la Plata, para investigar qué posibilidades había allí
para una colonia alemana. Nietzsche creía ahora que Förster
se había separado del partido antisemita y que, sin prejuicios ideológicos, se
dedicaba a una obra meramente colonial. Así, escribe a la hermana: «Felicito
sinceratnente al Dr. Förster por haber abandonado a tiempo Europa y la cuestión judía.
¡Puesto que pobre partido el que como éste se ve obligado, tras una existencia tan
corta, a apuntar en su cuenta un proceso como el de Tisza! Sí, cuando la nobleza más
degenerada del mundo, la húngara, pertenece a un partido, entonces todo está perdido.»
CURSOS DE FILOSOFÍA EN LEIPZIG
Varias veces Nietzsche había pedido a sus amigos que le
encontraran algo que lo «rescatara», una actividad que, por su «obligatoriedad»,
lo sacara fuera de las cavilaciones, de las pasiones tornadizas y autodestructivas que se
habían seguido del conflicto Lou-Rée, de las tensiones familiares y
del peso de sus pensamientos filosóficos, y lo asimilara a un programa
científico menos cargado emocionalmente. Se hicieron tanteos, con el catedrático de
Filosofía Heinze de Leipzig, para que Nietzsche pudiera impartir allí un
curso el próximo semestre de invierno. El 16 de agosto hace partícipe del plan a
Köselitz: «Cuando no estoy enfermo o medio loco, lo cual sucede también, me
entretengo pensando en una disertación que quiero mantener este otoño en la universidad
de Leipzig: el tema es 'Los griegos como conocedores de los hombres'. Ya he dado el primer
paso para impartir lecciones en esa universidad -primero, durante cuatro semestres, una
descripción de la 'cultura griega' -para la que me he hecho aquí un proyecto.»
NIETSCHE ALGO INSOPORTABLE PARA LEIPZIG
Pero en Leipzig no quiere oírse nada de ello; el autor del
«Zaratustra», el «Anticristo», ya no resulta soportable para la Universidad
de Leipzig. Cuando regresó de Schuls a Sils, Nietzsche encontró una carta sobre la que
informa a Köselitz ya el mismo día (el 26 de agosto): «La idea del curso en Leipzig
fue una idea desesperada, - quise distraerme por medio del trabajo diario más duro, y no
verme devuelto a mis tareas definitivas. Pero la idea ya ha sido abandonada: y Heinze, el
rector actual de la universidad, me ha aclarado las cosas al respecto advirtiéndome que
mi solicitud fracasaría (igual que en todas las universidades alemanas); la Facultad no
se atrevería a proponerme al Ministerio -a causa de mi postura frente al cristianismo y a
la idea de Dios.»
ANIMO ELEVADO ANTE LA NEGATIVA DE LEIPZIG
De este modo le afecta a Nietzsche la negativa de Leipzig: «¡Bravo!
Este modo de ver las cosas me devolvió mi ánimo.» Nietzsche recibe también la
primera recensión del Zaratustra. A Overbeck (y de modo parecido también a Köselitz) le
informa triunfante: «Lo que me causa placer es ver que ya este primer lector ha
sentido de lo que aquí se trata.- del 'Anticristo', anunciado desde antiguo. Desde
Voltaire no había sucedido un atentado así contra el cristianismo -y, para decir la
verdad, tampoco Voltaire tenía idea de que se le pudiera atacar así.»
TERCERA PARTE DEL ZARATHUSTRA
Nietzsche sigue dando vueltas en su cabeza a los proyectos que
ya desde Sils (el 3 de septiembre) había anunciado a Köselitz: «Por lo demás,
tengo que notificarle, no sin pesadumbre, que ahora, con la tercera parte, el pobre
Zaratustra ha entrado en un camino oscuro -tanto que Schopenhauer y Leonardi sólo
parecerán principiantes y bisoños frente a su 'pesimismo'... Quizá redacte mientras
tanto algo teórico; mis notas para ello tienen ahora el título 'la inocencia del
devenir'. Un indicador de la salvación de la moral.»
DIFERENCIAS ENTRE LO FUERTE Y LO DEBIL
Por esta época es cuando aparece por primera vez la expresión de
que hay que establecer de nuevo todos los valores, así como la diferenciación
fundamental entre «fuerte-débil», en vez de entre «bueno-malo». «Distingo
sobre todo entre personas fuertes y débiles -aquellas que son llamadas a dominar, y
aquéllas que lo son a servir y obedecer, a la 'entrega'.» (A la hermana, noviembre
de 1883.) Y continúa:...«Lo que hasta ahora me ha hecho bien ha sido la
visión de personas con una gran voluntad - ... que son sinceras para no creer en nada
mejor que en sí mismos y en su voluntad, para imprimir eso mismo en las personas para
todo, todo tiempo. ¡Perdón! Lo que me atraía de Richard Wagner era esto; en él vivía
Schopenhauer sólo en un sentimiento así. Y de nuevo perdón, si añado que el año
pasado yo creí haber encontrado un ser de esa naturaleza, a saber, la señorita Salomé;
la borré de mi vida cuando me di cuenta, por fin, de que ella no quería otra cosa que
hacerse, a su modo, una vida cómoda, y que la magnífica energía de su voluntad sólo
iba dirigida a un objetivo tan modesto ---en una palabra, que ella pertenece a la especie
Rée. (Quiero añadir todavía, en honor a la justicia, que ella, al igual que Rée, posee
una cualidad muy atractiva para mí, a saber, ser en relación consigo, con los motivos de
su obrar, etc., de una total desvergüenza. ¿Sabes? En cada época apenas vivirán 5
personas que tengan esa cualidad y posean suficiente espíritu a la vez para poderse
expresar. (A ellas pertenecía Napoleón.)»
EL ZARATUSTRA COMO LIBRO SAGRADO
Köselitz coloca el libro en la serie de los «escritos
sagrados», apartándolo con ello tanto del arte como de la filosofia.
Para él las sentencias de Nietzsche son auténticos dogmas. Y con ello comienza
la fatalidad para la comprensión de Nietzsche, fatalidad que continuó siendo
alimentada por el Archivo de Nietzsche.
¿Al lado de qué sagradas escrituras habría que colocar al Zaratustra?
Ciertamente no junto al Nuevo Testamento, a pesar de
que la cuarta parte, sobre todo con sus desagradables parodias, tiene cierta
relación, aunque negativa, con él. Formalmente no puede hacerse un paralelo entre las cuatro
partes del Zaratustra y los cuatro evangelios; tampoco con respecto a la
trama de la acción. Los cuatro evangelios, cada uno a su manera, toman todos,
cuatro veces, la misma historia desde el principio hasta el final, mientras que las cuatro
partes del Zaratustra se ordenan todas al hilo de una sola narración. El Zaratustra,
por su contenido, no puede representar tampoco un «sustituto de la Biblia» o un
«rival» suyo, ni fue concebido como tal; no es un libro de religión,
sigue siendo filosofía. La religión afirma como «Verdades»
conocimientos intelectuales y exige fe en ellos. La filosofía pregunta, ella
misma se cuestiona a sí misma con sus afirmaciones; no pide fe, sino convencimiento por
la ratio. También el Zaratustra cuestiona, e incluso previene contra la
fe, así, por ejemplo, al final de la parte: «Vosotros me veneráis, pero ¿qué
ocurrirá si un día vuestra veneración se derrumba? ¡Tened cuidado de que no os aplaste
una estatua! -¿Decís que creéis en Zaratustra? ¡Pero qué importa Zaratustra! Sois mis
creyentes: ¡pero qué importan todos los creyentes! -Todavía no os habíais buscado
cuando ya me encontrasteis a mí. Eso es lo que hacen todos los creyentes; por eso vale
tan poco cualquier fe.»
En las últimas palabras que escribe en la tarjeta postal del 17 de abril de 1883
Köselitz descubre cuáles pudieran ser los «escritos sagrados» a los que
se refiere, en cualquier caso, comparativamente: «¡Alabado sea él, el
bienaventurado, el santo, el iluminado total! -con estos apóstrofes tan budistas,sin ser
budista,le saluda con la devoción de un discípulo- su agradecido Köselitz.» Se
manifiesta en esto el recuerdo de Köselitz de su semestre en Basilea durante el invierno
de 1875-76. En aquella ocasión Nietzsche dictó un curso sobre «arcaísmos
de la cultura religiosa de los griegos». El material de base de sus «investigaciones»
era la obra de Friedrich Creuzer «Simbólica y mitología de los pueblos
antiguos», cuya tercera edición (1836-43) poseía Nietzsche. En ella se expone
detalladamente a Zoroastro. Parece que en esa obra produjeron admiración en
Nietzsche, y, sobre todo a su alumno Köselitz, las partes sobre Buda. Ese
interés fue alimentado por una obra que le regaló Gersdorff, a quien Nietzsche
da las gracias el 13 de diciembre de 1875: «Tus libros: ¡cuando se tienen amigos que
sienten tanto con uno, hay que conservar el buen ánimo! De verdad, el hermoso instinto de
tu amistad me maravilla... El que tú hayas caído justamente en estos aforismos indios
cuando yo, en los dos últimos meses, con sed creciente, he vuelto mi vista hacia la
India. Tomé prestado del..., Sr. Widemann la traducción inglesa de los Sutta Nipáta,
algo de los libros sagrados de los budistas.» En defintiva según esta
interpretación, el punto de contacto externo y formal es, sobre todo, la construcción de
la obra en «discursos». Aquí los discursos de Zaratustra y allí los
de Gautama Buda. Esa misma impresión ofrece Lou Salomé en 1882 en su
nota: «Veremos todavía que aparece como predicador de una nueva religión.»
Pero existe un problema en relación con esta interpretación. Parece que nunca llamó la
atención de Köselitz el hecho de que en el título de la obra aparezca el
nombre del fundador religioso persa, que predica un dualismo
-estableciendo dos fuerzas metafísicas contrarias-, lo que representa la mayor
oposición posible a la posición filosófica de Nietzsche. El veía a Buda
y a Zaratustra como personajes muy semejantes y le pareció un motivo
suficiente para el paralelismo, el que tanto en uno como en otro se encontraran discursos,
aunque incluso en esto se confundió también. Los títulos de los discursos son, en su
mayoría, de la forma: «De ... », cuyo modelo son los muchos títulos de
tratados de la filosofía presocrática de la forma: peri tou. Y la
fórmula «Así habló ... » es la traducción del «tade» o del «ode
legei ... » Esto nos lleva a tener que situar otra vez los puntos de
referencia en la tradición filosófica griega, y esto no sólo para el
título, sino también para la figura del «héroe del título». En este aspecto
parece que el recuerdo más fuerte se dirige hacia el filósofo, predicador itinerante y
médico, rodeado de leyendas, Empédocles, del que se han conservado grandes
partes de un poema didáctico -conocido también de Nietzsche-- en hexámetros.
Aunque Empédocles no proporcionara el título para la obra de Nietzsche,
esa figura presocrática, sin embargo, está presente en la obra de Nietzsche
junto con su herencia: la inextricable mezcla de ciencia natural, filosofía natural
jónica y misticismo pitagórico-eleático. Ya el primer comentarista de Zaratustra, Gustav
Naumann, se refirió a esto en 1899. El ve en el fragmento de Empédocles,
de Nietzsche, la forma preexistente del Zaratustra. Y con ello la obra vuelve a
colocarse en otro contexto formal diferente: el de la antigua tradición del poema
didáctico.
EL ZARATUSTRA Y EL PROMETEO DE CARL SPITTELER
El poema «Prometeo» de Carl Spitteler, apareció a fines de 1880 bajo
el pseudónimo de Félix Tandem. No existe ninguna prueba que demuestre que Nietzsche
conociera esta obra durante la época de concepción del Zaratustra.
CREENCIA DE SPITTELER
Pero Spitteler sí parece que creyó que Nietzsche conocía
su obra: «... que inmediatamente después de la aparición del libro,o sea en enero
de 1881, junto a otros escritores, fueron antiguos discípulos de Nietzsche los que
especialmente se entusiasmaron con el libro. 'Hay que enviárselo, sea como sea, a
Nietzsche', se decía... Yo se lo prohibí terminantemente a cualquiera... ¿pero no se lo
enviarían a pesar de todo? Yo no sé nada al respecto, tampoco ninguno de mis conocidos
sabe algo. Pero si se me pregunta cuál es mi opinión con respecto a esa posibilidad...
respondo: no sólo me parece posible, sino probable... resultaría una casualidad extraña
que Nietzsche no hubiera conocido el libro ya entonces (1881 o1882). Hay que darse cuenta
de que, a pesar del silencio de la prensa, el 'Prometeo' alcanzó una extraordinaria
consideración en los círculos más elevados del mundo intelectual y literario de Suiza.
La fama de que se trataba de un libro sorprendente y misterioso, de estilo bíblico, fue
extendiéndose desde febrero de 1881 entre las personas más significativas de la Suiza
alemana. Numerosos escritores célebres, así como los directores de orquesta más
reconocidos en Berna, Basilea y Zürich, tuvieron el libro en sus manos. Era conocido en
las Universidades suizas... A Jacob Burckhardt, catedrático de Basilea, se lo envié yo
mismo.» ¿Y Nietzsche, catedrático de Basilea, en contacto con todos los hombres famosos
de Suiza, no iba a haber recibido ninguna noticia de ello? Ya me he referido a cómo entre
los primerísimos lectores y admiradores del libro se encontraban algunos antiguos
discípulos y fieles seguidores de Nietzsche; entre ellos, basileos que hacían a su
querido maestro visitas de gratitud y de homenaje. ¿Qué es, pues, más probable? ¿Que
esos discípulos de Nietzsche guardaran silencio al respecto, o que alguno de ellos... le
hiciera reparar en ello? Además... que ningún librero de Basilea... enviara el nuevo
libro a casa del Sr. Prof. Dr. Friedrich Nietzsche para presentárselo...? ... Me parece
oír a Jacob Burckhardt, en conversación con Nietzsche, cómo incidentalrnente le dice:
'¿Por qué no echa una ojeada ocasionalrnente a esto si tiene tiempo? Quizá consiga
Usted entenderlo, a mí me resulta imposible.' Finalmente: En el otoño de 1881,
inmediatamente después de la aparición de la segunda parte, el 'Bund' de Berna sacó una
larga reseña del libro; Nietzsche leía con gusto el 'Bund'. En el periódico más leído
de Basilea, el 'Basler Nachrichten', el Prof. Stephan Bom, es decir, un colega de
Nietzsche en la universidad de Basilea, se refirió a la obra con palabras de loa. Por
decirlo otra vez:... sería asombroso que el libro se le hubiera escapado entonces ... »
TESIS DE WEINGARTNER
Continúa afirmando Spitteler: «Según mis noticias fue
Weingartner el primero que, clara y decididamente, para gran sorpresa mía, manifestó
públicamente su firme convicción de que en el 'Zaratustra' de Nietzsche podían
reconocerse, sin duda alguna, huellas claras de un gran influjo del 'Prometheus', de
Tandem.» El músico Felix Weingartner (1836-1942) se había entusiasmado tanto con
el poema de Spitteler que en 1904 publicó un pequeño librito titulado: «Carl
Spitteler. Una experiencia artística» Allí escribe: «La forma del poema
entero es épica, el lenguaje elevado siempre rítmicamente, prosa bíblica diría yo.
Sólo hay una obra que pueda ponerse en comparación con ella, a saber 'Así habló
Zaratustra', y fundamentalmente por razón de que Nietzsebe conoció el 'Prometeo' de
Spitteler, aparecido en el año 1881, y... fue visiblemente influenciado por él. Esto no
sólo se manifiesta en el hecho de que en ambas obras el héroe se acompañe de dos
figuras de animales: Prometeo, del león y del perrito; Zaratustra, del águila y la
serpiente, sino también, repetidamente, en los procesos de ideas, en las imágenes del
lenguaje. A pesar, sin embargo, de las semejanzas debidas a este influjo, entre ambas
obras se dan las diferencias más profundas. Nietzsche se esfuerza por vestir sus
objetivos filosóficos de formas poéticas... -Nietzsche es un poeta aparente; Spitteler,
real.»
PRUEBAS ENDEBLES
Por desgracia, Weingartner no da prueba alguna para su
estricta afirmación de que «Nietzsche conoció el 'Prometeo' de Spitteler, aparecido
en el año 1881». Se funda en una suposición que no es verdadera, a saber,
que Nietzsche en 1881 era todavía catedrático en Basilea, que estaba
en contacto con sus alumnos, que conversaba con Jacob Burckhardt y que los libreros
basileos acostumbraban a enviar a casa al catedrático las novedades editoriales
interesantes, para su presentación. Nietzsche había dejado dos años antes su
cátedra y abandonado Basilea. Ya no mantenía contactos directos con sus antiguos
alumnos, excepto con Köselitz (quien desde 1876, sin embargo, no estaba en Basilea). En
la correspondencia con ambos, durante la época de Zaratustra, no se encuentra
mención alguna de Spitteler. Con Jacob Burckhardt llegó todavía a
algún contacto epistolar eventual -y tampoco en él se hace mención alguna de Spitteler-,
pero no a un contacto personal. ¿Y los libreros? Los lugares de residencia
de Nietzsche les resultaban desconocidos, tenían que serles desconocidos, puesto
que la propia hermana no siempre sabía exactamente dónde se encontraba en un momento
determinado. Incluso a Overbeck (como también a casa) la mayoría de las veces sólo le
indicaba direcciones de «poste restante».
Recordemos rápidamente esa época: el invierno de 1880-81 lo pasó
Nietzsche en Génova, ocupado en la elaboración de «Aurora». El 1 de mayo se
va a Recoaro, donde se encuentra con Köselitz. Desde aquí, el 2 de julio,
se va directamente a la Engadina. A comienzos de 1881 es cuando fija él ya por
primera vez la idea y el plan del Zaratustra «
OTRAS FUENTES
Weingartner, sin embargo, ofrece una indicación que da que
pensar: el paralelismo de los animales acompañantes: en Spitteler el león y el
perrito, en Nietzsche el águila y la serpiente. El problema reside, sin embargo,
que las fuentes de los animales de Nietzsche hay que buscarlas en otro lugar, debiendo
necesariamente recurrir a «The Revolt of Islam» de Shelley (donde
aparecen directamente el águila y la serpiente). Esta es una obra que Nietzsche
conocía en la traducción de J. Seybt. Como alumno de Pforta había deseado esa
obra en las Navidades de 1861. En la biblioteca dejada por Nietzsche es verdad
que sólo se encuentra la obra «Pomas elegidos de Shelley», de Adolf
Strodtmann, que no incluye «La rebelión del Islam», pero, sin embargo, el
deseo de 1861 de poseer la traducción de Seybt claramente hubo de surgir del
conocimiento de esa obra. El conocimiento del amigo de Byron, P. B. Shelley
(1792-1822; «The Revolt of Islam» 1817) se debía a la admiración por Byron
que Nietzsche había traspasado también a otros. En cartas de Gerssdorff (16 de
septiembre de 1877) y Köselitz (13 de marzo de 1879) se cita a Shelley como
alguien conocido y obviamente familiar. Podría ser posible, por tanto, que algunas
imágenes de ese poema siguieran actuando en el Zaratustra. En la introducción
autobiográfica de Shelley leemos: «El peligro que reside en el borde de los
abismos ha sido mi compañero», y en el primer canto:
«Me desperté de un sueño profundo y subí
un brusco acantilado a orillas del mar,
cuyo pie estaba minado por la caída de las olas»,
trás lo cual Shelley describe la lucha de la luz niebla y la tempestad; con la estrofa 8:
«Y en el aire vi un águila,
a quien ceñía el anillado cuerpo de una serpiente»,
Shelley introduce los animales simbólicos, en cuya
lucha indecisa se manifiesta el antagonismo, asimismo indeciso, entre bien y mal.
Con menor claridad, pero imposible de no reconocer en detalles aislados, viene a la
memoria un poema coetáneo que Nietzsche, pocos años antes, había sobrevalorado
tanto al menos como el genio compositor de su amigo Kóselitz: «El Prometeo
desencadenado» de Siegfried Lipiner. Imágenes como esta:
«Allí, en las rocas, solitario, está
sentado un hombre,
profundamente entregado a la meditación, soportando con la mano la cabeza, reflexivamente
inclinada hacia adelante»,
O COMO CUANDO DICE:
«Pecarás tranquilamente, sobrio,
con sentido despreocupadamente consciente, con ceñudas miradas,
y sonriendo - ja....»
No deja de resultar irónico el hecho de que la tristemente
célebre «bestia rubia», que tanto se ha achacado a Nietzsche, puede
remitirse, en cualquier caso, a la imagen de Lipiner del héroe transgresor «tranquilo»
y «sonriente.»
EL PERSONAJE ZARATUSTRA
En el semestre de invierno de 1875-76,
Nietzsche había impartido un curso de tres horas semanales sobre los arcaísmos de la
cultura religiosa de los griegos, curso que, tras su año de vacación, continuó o, más
bien, repitió en el semestre de invierno de 1877-78. Para prepararlo se había basado,
entre otras cosas, en la «Simbólica» de Friedrich Creuzer. Ya en
1871, mientras trabajaba en el «Nacirniento de la tragedia», había sacado la
obra de cuatro tomos de la biblioteca de la Universidad de Basilea y más tarde la
adquirió él mismo. En ella se encuentra una amplia exposición de la «religión
irania», es decir del Zend-Avesta, con amplio uso de textos -bien conocidos
por Nietzsche- de autores griegos como Herodoto, Platón, Diógenes Laercio y Plutarco. De
acuerdo con ello, Creuzer usa la mayoría de las veces la forma griega del nombre
del fundador religioso persa «Zoroaster», aunque conoce también las formas Zaretoschtro
-Zeratuscht, que traduce como «Estrella de oro» «--Estrella del
fulgor» o como «el que destella oro», interpretaciones que la moderna
iranística ha vuelto a poner fuertemente en duda, pero que entusiasmaban a Nietzsche.
Parece que conoció esa significación sólo más tarde, según escribe el 23 de abril de
1883 a Kóselitz: «Hoy he aprendido casualmente qué significa 'Zaratustra': a saber
'Estrella de oro'. Este hecho casual me hizo feliz. Se podría pensar que toda la
concepción de mi librito tiene su raíz en esa etimología: pero hasta hoy no supe nada
de ello.» Después de todo sus lecturas de la obra de Creuzer habían
tenido lugar siete años antes, lo que podría explicar que ya no recordara ese detalle
-pero el párrafo epistolar indica que durante el trabajo en el Zaratustra vuelve
a consultar la obra de Creuzer, de la que en otro tiempo le había surgido tan
sugestivamente la figura de Zaratustra y su doctrina.
Hay, empero, otras imágenes de la exposición de Creuzer que pudieron haber
influido; así, por ejemplo, cuando éste escribe: «Zoroaster se retira a los montes
Albruz y se dedica allí totalmente a la meditación y a la oración.» En el caso de
Nietzsche aparece en el proemio: «... fue a los montes. Allí gozó
de su espíritu y de su soledad, y no se cansó de ello durante diez años.» Nietzsche-Zaratustra
sale de su cueva e invoca al sol. Zoroastro es un adorador del
sol y dispone una cueva como imagen del mundo, en cuya entrada se consuma la
ofrenda de un toro. Pero Creuzer también habla de una ofrenda de
miel a Mitra.
ZARATHUSTRA EN EL ECCE HOMO
¿Qué fue lo que pudo mover a Nietzsche a hacer
precisamente de este fundador religioso persa, más bien lejano a todo su modo de ser y a
su formación, el abanderado de su obra?
Nietzcshe, en su última noticia retrospectiva, en el capítulo del «Ecce
homo» «Por qué soy un destino» (Apartado 3), ofrece una explicación que
tampoco es totalmente convincente, si se tiene en cuenta la época de su redacción y el
lugar, el «Ecce homo» precisamente, «No se me ha preguntado, debería
habérseme preguntado, que significa precisamente en mi boca, en la boca del primer
inmoralista, qué significa el nombre Zaratustra: puesto que lo que constituye la tremenda
singularidad de ese persa en la historia es justamente lo contrario. Zaratustra fue el
primero que vio en la lucha del bien y del mal la auténtica rueda del movimiento de las
cosas - la traducción de la moral en lo metafísico, como fuerza, causa, fin en sí
mismo, es obra suya. Pero esa pregunta sería ya, en el fondo, la respuesta. Zaratustra
creó ese error, el más funesto de todos, la moral: en consecuencia, también él ha de
ser el primero que lo reconozca.» La idea de que es un atributo de grandeza
el poder retractarse a sí mismo, a su propia doctrina, se encuentra en Zaratustra
I «
ZARATUSTRA EN SU CONTEXTO
Zoroaster es profeta de Dios,
organizador de la liturgia, con el objetivo de ser «intermediario» entre Ormuz,
el principio del bien, experimentado en la luz del sol y cuyo animal simbólico es el
águila real, y Ahriman, el principio del mal, experimentado en las tinieblas y
cuyo animal simbólico es la serpiente. Nietzsche-Zaratustra consiguió la
conciliación de los principios antagónicos, tarea que había planteado la religión
persa: él está más allá del bien y del mal. Los dos animales simbólicos, que
todavía en Shelley luchan y se despedazan entre ellos, rodean a Nietzsche-
Zaratustra como pacíficos,unas veces meditabundos y otras curiosos,animales de
acompañamiento, que reposan, reconciliados, a sus pies.
EL ETERNO RETORNO SEGÚN STEINER
Ya en 1895- Rudolf Steiner pensó que la idea del
«eterno retorno» habría surgido como contrapuesta de las lecturas de Nietzsche
del «Curso de filosofía» de Dühring, aparecido en 1875.
Steiner había recibido de Elisabeth Förster el encargo de ordenar en
el recién fundado Archivo de Nietzsche los libros dejados por éste. Al hacerlo
notó cómo la obra de Düring mostraba huellas de haber sido especialmente
usada. Hojeándola llegó a la página 84, donde Dühring expone la idea del «eterno
retorno» y su refutación científico-natural. En esta parte Nietzsche
había hecho señales y observaciones.
TESTIMONIOS EN RELACIÓN CON EL ETERNO RETORNO
En 1899 Gustav Naumann se opuso fuertemente
a la opinión de Steiner de que Nietzsche había llegado desde ahí a sus ideas. Dühring
había sido un pensador excesivamente mediocre como para que Nietzsche se hubiera
dejado influir por él de ese modo. Naumann se refiere a otras posibles fuentes.
Y esas «otras fuentes» están de nuevo en la antigüedad. Por ejemplo,
encontramos la idea del eterno retorno en el pensamiento pitagótico
contra el que ya polemizó el discípulo de Aristóteles, Eudemo. Éste cita a un
pitagórico que, al parecer, dijo: «volveré a enseñar así, manteniendo
este bastón ante vosotros que estáis aquí sentados». También la física
estoica, con su doctrina de las periódicas destrucciones del mundo por el fuego y
sus resurgirnientos, está muy próxima a este supuesto del eterno retorno. En
los últimos tiempos se ha considerado un posible influjo de la doctrina del karma,
que Nietzsche debía de conocer por su estudio de escritos indios.
SOBRE EL SUPERHOMBRE
Desde Naumann siempre se ha recordado cómo
la expresión «superhombre» ya aparece en Novalis, Heine y Goethe. En
sus fundamentos la idea ya está esbozada en el platonismo. Nietzsche mismo
remite a esta fuente en un apunte de los años ochenta, donde él reproduce, recortándolo
tendenciosamente, un párrafo platónico (Theages 126ª): «Cada uno de
nosotros desea, en lo posible, ser el señor de todos los hombres, y preferiblemente
dios.» En la formulación plotínica posterior la idea se lleva hasta sus
últitnas consecuencias: el anhelo y la tarea de los que filosofan es volverse
«semejantes a Dios»
DIFICULATADES DE INTERPRETACIÓN
El Zarathustra presenta muchas dificultades
de comprensión y se convierte, por ello, en una fuente de malentendidos. Nietzsche
mismo se dio cuenta de este problema -y no pudo solucionarlo- y expidió el «Zaratustra»
a la luz pública como «un libro para todos y para ninguno».
Las dos ideas filosóficas fundamentales de la obra dan pie a una interpretación poco
unitaria. El superhombre puede
entenderse muy bien como un proyecto racial a fundar científico -naturaltnente,
en la línea de Darwin; aunque no siguiendo el principio de Darwin de la selección
mecánica, sino la híbrida idea de que el hombre es capaz de dirigir su futuro
corporal, específico, y planificarse a sí mismo. Y sin embargo -la antropología remite
a una evolución de millones de años hasta la formación de nuestro tipo humano actual--
¿por qué no podría alcanzarse quizá en cien años un nivel inmediatamente
«superior»? La cuestión sigue siendo, de todos modos, si eso depende de nuestra
voluntad, si nuestra decisión actual de mejorar la especie puede tener siquiera
influjo en tales espacios de tiempo. El postulado del cultivo del superhombre puede ser
entendido igualmente sólo al nivel del espíritu, a saber: con el objetivo de
elevar hasta su total y último nivel, en un esfuerzo extremo de concentración, las
potencias y las posibilidades del occidente espiritual, fundado en la filosofía griega y
en la idiosincrasia griega en general. Después de que «Dios ha muerto» el
espacio hacia arriba está libre, el hombre es provisionalmente el ser supremo, y dentro
de la especie humana es el filósofo el legislador (¡ya en Platón!), el que da las «nuevas
tablas» de valores, el que alcanza provisionahnente el grado supremo del ser. «Si
hubiera dioses, cómo soportaría yo no ser un dios.» Pero, dado que no hay dioses,
el hombre ha de elevarse a ese nivel.
Del mismo modo, el dogma del eterno retorno puede interpretarse como el remate de la doctrina mecánica del átomo de Demócrito,
como el intento de completar el principio -constatado por la ciencia moderna de la
constancia de la materia y de la energía con el de la constancia de las posibles formas y
procesos de conformación de la materia y la energía. Pero del mismo modo también, en el
dogma pueden verse huellas de la creencia en el logos estoico, que rige los
procesos de constitución del mundo, obligando a repetir indefinidamente los
mismos, aunque en dimensiones temporales tan inmensas que el hombre ya no puede abarcarlas
ni percibirlas. Pero con ello desaparece la relevancia ética, intrínseca, por
ejemplo, a las ideas budistas sobre el karma, y que da a ese retorno un sentido
para la vida humana; eso sin contar con la objeción de la imposibilidad matemática
que siempre se le ha hecho y por diversos autores (por ejemplo por Georg Simmel).
AISLAMIENTO DEL ZARATHUSTRA
Dentro de la obra total de Nietzsche, el
Zaratustra aparece en un cierto sentido aislado; excepto con él siempre pueden aparearse
las obras: «El nacimiento de la tragedia» y el libro sobre los griegos
(no acabado); las Consideraciones Intempestivas «Schopenhauer como educador» y
«Richard Wagner en Bayreuth»; ambas partes de «Humano - demasiado humano»
(con «El caminante y su sombra»); «Aurora» y «La gaya ciencia»; y
después del Zaratustra: «Más'allá del bien y del mal» y «Genealogía de la
moral». En los escritos de 1888 se pueden hacer diferentes ordenaciones dependiendo
del criterio que se tome (Nietzsche, por ejemplo, une «El caso Wagner» y «El
crepúsculo de los ídolos como sus «operetas»), pero también entre ellas puede
establecerse fácilmente un orden en pares. Sólo el «Zaratustra»
queda sin oponente, sin compañero, a no ser que la agrupación en pares no se entienda
externamente, en escritos más o menos distintos formalmente. En «Zaratustra» son
dos temas los que están acoplados: El postulado del superhombre y el dogma
del eterno retorno.
CAMINO HACIA LA TRANSVALORACIÓN VALORES
Con el diseño del «Zaratustra»,
Nietzsche, reúne toda su experiencia intelectual y vital. Pero con esta obra consigue
también un nuevo plano de partida desde el que puede comenzar el largo camino de la
«transvaloración de todos los valores». Por cierto que también ésta es una
expresión sacada de los griegos: de la Vida de Diógenes (llamado «el perro»,
(Xiwv). Aunque la conexión llega más a lo profundo: del mismo modo que aquel
cínico Diógenes, en la línea sucesora de Sócrates, estaba en oposición
al idealismo platónico, así se entiende ahora Nietzsche a sí mismo como
transvalorador no de todos los valores, sino esencialmente de los acuñados por
el platonismo, conservados en la dogmática cristiana y puestos en las alturas por el
idealismo alemán. Contra ellos se había formado ya, en tiempo de Nietzsche, una
fuerte oposición de parte del materialismo y positivismo; pero también contra éstos se
dirige Nietzsche con el «Zaratustra». Ellos sacan sus fuerzas de las ciencias
naturales; Nietzsche, sin embargo, de la vivencia artística y de
la intuición místico-religioso-filosófica. Con ello conecta con sus manuales
de Creuzer y Weicker, con el modo de investigar de J. J. Bachofen - y
con su primera gran obra, «El nacimiento de la tragedia».
¿HIJO DE NIETSCHE O ES EL MISMO NIETZSCHE?
En las cartas Nietzsche habla siempre de su «hijo
Zaratustra». Dada la afición de Nietzsche a verse en grandes ropajes,
resulta posible y permitido hacer el paralelo con la famosa cuestión disputada ya desde
la época de las primeras comunidades cristianas: ¿Es Cristo el hijo de Dios - es
decir, un ser independiente, separado de él- o es idéntico a él, y, por ello,
Dios mismo en forma humana?. O en forrnulación más corta: ¿es Cristo semejante
o idéntico a Dios? Y he aquí ahora la cuestión:¿es Zaratustra el hijo, es
decir, la criatura intelectual de Nietzsche, respecto a la que éste, como padre, como
autor, guarda cierta distancia - o es Zaratustra Nietzsche mismo?. Esto último es lo
que piensa Köselitz en la carta del 17 de abril de 1883, «puesto
que yo le escucho a usted como Zaratustra», que Nietzsche no contradice.
EL GENIUS LOCI
La elección del entorno -físico y humano- y la disposición
de entablar una relación provechosa con ese entorno, pertenecen, junto con el
«pequeño» modo de vida - costumbres de comida, movimiento corporal, división del
día--, a la dietética de Nietzsche en sentido más amplio. La idiosincrasia
supersensible de Nietzsche sintoniza siempre con el genius loci del entorno, bien
sea porque se deja enriquecer o dirigir por él o bien porque se encuentra asimismo en
contraposición con él, como sucede con «Naurnburg».
El genius loci de Génova es para Nietzsche el espíritu de Colón, que,
audazmente, se lanza a la mar en pos de nuevos puertos y territorios desconocidos,
ignorados. Nietzsche se considera su descendiente espiritual. Desde allí, él tambien
dirige la filosofía hacia nuevos puertos del espíritu. Nietzsche usa esta metáfora
hasta la saciedad, abusa de ella, y, a la vez, cambia también su paisaje y sus
objetivos intelectuales, toda la orientación de su marcha. Nietzsche creía
haber dejado tras de sí, con su Zaratrusta, las bases de su crítica a la tradición
cristiano-europea, a la vez que al materialismo y positivimo coetáneo. A
estas alturas cree haber alcanzado, con ello, nuevos puerto habiendo ganado su «América».
Ahora se levantaba ante él la próxima tarea, conquistar el «viejo mundo»
en un nuevo espíritu. También para ello había de ofrecérsela pronto una metáfora
geográfica: al igual que el genovés Colón había descubierto un nuevo
mundo, Napoleón, el vástago de Córcega, dominada durante mucho tiempo
por Génova, puso más tarde el viejo mundo a sus pies. Desde ahora, Napoleón tomará
el puesto modélico de Colón, alternando o secundándose con otros
conquistadores de viejos mundos, como Alejandro o César.
EN SUELO FRANCÉS
Nietzsche abandona el suelo
italiano y se dirige a Francia. Nunca oímos de él que se sintiera atraído por la
literatura italiana menos reciente -y en absoluto, desde luego, por la contemporánea. La
relación con Francia es completamente distinta; participa apasionadamente de su
espiritualidad, en cuanto se refiere a la literatura o a la música. Aprecia más a Berlioz
y a Bizet que a cualquiera de los compositores italianos. Ya había dedicado «Humano
-demasiado humano» a la memoria de Voltaire. Stendhal, Mérimée,
Baudelaire --por sólo citar unos pocos nombres--, los ensayistas y moralistas
franceses, son para él fuente del mayor entusiasmo; el «journal des Débats»,
con Paul Bourget, es «su» periódico.
EL ESPÍRITU DE WAGNER
El espíritu de Wagner pesaba mucho sobre Nietzsche.
«Una separación con la que uno puede hundirse, lo más difícil que hube de pasar»,
eso confesaba él el 3 de enero de 1884 al doctor Josef Paneth en Nizas.Wagner
había muerto en Venecia el 13 de febrero de 1883. Y ahora iría Nietzsche allí,
en pos de una memoria calma, quizá incluso inconfesada, del amigo -¿fue esto el
genius loci que en la primavera de 1884 lo llevó hasta Venecia? Algo así puede
suponerse, dada la fuerza que los recuerdos de Wagner ejercían aún sobre Nietzsche.
Mientras vivía Wagner y, a menudo, visitaba Venecia, Nietzsche evitó
el lugar. Después de su muerte Nietzsche lo busca periódicamente y se convierte
para él en fuente de la más profunda melancolía, que culminará en el desmoronamiento
espiritual en la «Canción de la góndola», que el enfermo Nietzsche
canturrea durante el triste viaje de regreso, en enero de 1889, hecho que tanto
sorprende a Overbeck.
PAUL LANZKY
Lanzky había nacido el 8 de agosto de 1852 en
Weissagk, Forst, en la Baja Lusacia (era, por tanto, dos años mayor que Heinrich
Köselitz). Fue a la Escuela Real en Guben, y desde 1870 se dedicó al estudio de la
Literatura Románica y de la Filosofia en las Universidades de Zürich, Pisa y Roma. Desde
1873 vivía en Italia, desde 1879 permanentemente en o cerca de Florencia -la mayor parte
de las veces en la cercana Vallombrosa, donde era copropietario de un hotel
situado en ese lugar de peregrinaje y de reposo, famoso por su abadía benedictina fundada
en 1036. Hasta entonces había expuesto sus investigaciones sobre la literatura romántica
en revistas alemanas e italianas (Rivista Europea; Gazetta della Domenica). Pero en un
viaje le llega un libro de Nietzsche a las manos, y ese azar iba a marcar toda su
larga vida futura. Carmen Kahn-Wallerstein narra, fundándose en conversaciones y apuntes
de Lanzky.. «Tenía intereses variados, entre otros también el de la astronomía, y
el observatorio cercano de Acetri, al cargo del adjunto de un famoso investigador de
Marte, un alemán de nombre Tempel, era un gran punto de atracción para este tipo
extraño. Un día que Lanzky esperaba al astrónomo, encontró sobre su mesa un libro con
el título de «Humano-demasiado humano», que comenzó a ojear. El sabio, que entraba en
ese momento, le contó, respondiendo a su pregunta, que el libro procedía del envío de
muestra de su librero, envío con el que tenía que quedarse, puesto que había olvidado
devolverlo a tiempo. Lanzky, a quien interesó el libro, se lo compró a Tempel, llegando
en el curso de su lectura al convencimiento de que esa obra tenía que proceder del más
significativo pensador contemporáneo. Escribió al editor de Nietzsche y le pidió la
dirección del filósofo que había escrito 'Humano --demasiado humano'. Supo por ello que
el autor vivía en Génova, pero que no deseaba que la editorial diera su dirección: que
se escribiera a lista de correos a Génova para el profesor Nietzsche. Lanzky lo hizo y
hubo de esperar mucho tiempo. Entretanto, mientras los hoteles de Vallombrosa permanecían
cerrados, él estaba viajando; así se lo había comunicado a Nietzsche a través del
correo, recibiendo finalmente de éste una tarjeta con el encabezamiento de 'Mi querido
desconocido'. Para que las cartas no lo sacaran de su régimen anímico de trabajo,
Nietzsche había tomado la costumbre de ir a recoger correo cuando deseaba tener alguno;
en otro caso, sucedía a menudo que permanecía largo tiempo en la oficina de correos.
-Ahora había recibido noticias del extraño que, fascinado por su obra, lo buscaba, y
poco después, sin formalidades, se presentó en la.habitación del hotel del sorprendido
Lanzky. Este había llegado a Niza y se había hospedado en la 'Pension de Généve',
cuando supo que la persona que admiraba de lejos había estado en la misma pensión.»
Esto fue en diciembre de 1883. Nietzsche tuvo que cambiar de pensión. A fines de enero
escribe a Overbeck a propósito: «Tuye también que pagar con creces el total
desconocimiento del suelo de Niza; incluso tuve pérdidas importantes de dinero, por
cuanto mi patrona, a la que había pagado por anticipado la habitación y la pensión,
tuvo que desaparecer. Ahora me he retirado al mundo familiar y tranquilo de una pensión
suiza.»
ORIGEN POLACO DE LANZKY Y NIETZSCHE
Afirma Lanzky: «¿Si Nietzsche me produjo una gran impresión
la primera vez que lo vi? -no y sí-. No tenía el aspecto de lo que uno se imagina como
un importante, un gran hombre. En principio sólo se veía un intelectual modesto, afable,
sencillo y amable, muy alegre. Al comienzo no se veía en él al filósofo, aunque sí al
hombre cultivado. Sólo después de haberlo conocido más tiempo y de haber hablado de sus
ideas se reconocía su importancia. Pero era muy noble ese Nietzsche. Cuando hablaba con
la gente no se atrevía en absoluto a manifestarse del todo como Nietzsche, para que nadie
pudiera sentirse necio, ni empequeñecido... El siempre me buscó a mí, y en verdad me
usó. No es que me haga ilusión debido a mi insignificancia. Pero él estaba casi ciego,
hablaba mal el francés y casi nada de italiano. Por entonces era costumbre en los hoteles
comer todos juntos en la gran mesa, y la conversación le resultaba dificil sin
ayuda, así como la lectura durante el tiempo anterior a que apareciera Peter Gast. Por
eso, durante seis años, me tuvo mucho en torno suyo. También humanamente nos unían
varias cosas. Ambos nos imaginamos que procedíamos de Polonia, y después de 1870, tras
la llegada del superalemán, ya no podíamos soportar estar en la patria.» En este
informe hay que corregir que «Peter Gast» ya había «aparecido» hacía tiempo
y que el trato personal con Lanzky no pudo durar seis años, ni mucho menos, aunque sólo
fuera porque el desmoronarniento intelectual de Nietzsche tuvo lugar cinco años más
tarde; de hecho Nietzsche rompió ya en 1887, a causa del «Crepúsculo», de
Lanzky.
IMPRESIÓN QUE LANZKY PRODUCE EN NIETZSCHE
Por su carta a Overbeck de las Navidades de 1883 sabemos cuál fue
la impresión que produjo en Nietzche el nuevo encuentro: «Hay una persona nueva que
quizá me llegue como regalada y en el momento oportuno: se llama Paul Lanzky y me tiene
tanta afección que le gustaría unir su destino y el mío cuanto antes. Independiente y
amigo de la soledad y de la sencillez, de treinta y un años, con gusto por la filosofía,
más pesimista todavía que escéptico: ¡es el primero que se dirige a mí por carta con
'Admiradísimo maestro'! (lo que me ha producido los sentimientos y recuerdos más
variados). Es copropietario del hotel (foresteria) en Vallombrosa -y en ese rincón
magnífico, viejo y amable, mi filosofía volverá a hacerse 'un nido'--. Seguramente
pasaré una parte del próximo año allí, en Paradisino, en solitario, apartado incluso
del hotel: estoy invitado a ello.» Lanzky hubo de leer a menudo para
Nietzsche -tres tomos de Stendhal, según Lanzky-; y en tales ocasiones seguramente se
entablaría con frecuencia un diálogo. En ese trato íntimo llegaron a manifestarse
vivencias y experiencias similares: También Lanzky arrastraba una pena, tenía
el alma herida. Había amado a una mujer que lo abandonó un buen día. Hacía mucho
tiempo que no sabia nada de ella cuando, inesperadamente, se topó con su tumba en un
cementerio italiano. -¿Le esperaba algo así también a Nietzsche?- ¡Todavía seguía
inquietándole la salud de Lou!
EL CREPÚSCULO DE LANZKY
La colección de aforismos «Crepúsculo»(1887) había
provocado disgusto y alejamiento en Nietzsche, al que el título le pareció
presuntuoso. Pero Lanzky permaneció fiel a su «admirado maestro», e
incluso tras el desmoronamiento de Nietzsche mantuvo correspondencia con Heinrich
Köselitz y dedicó «Recuerdos» a Nietzsche.
TITULOS DE LAS OBRAS DE LANZKY
Son obras publicadas de Paul Lanzky: «Liberado de la pena»,
pesimista, novela corta; «Crepúsculo», consideraciones psicológicas, Berlín,
1887; «A orillas del Mediterráneo», poesías, Stuttgart, 1890; «Hojas
otoñales», poesías,Leipzig, 1891; «Nuevas poesías», Leipzig, 1893; «Por
las sendas de Dionisos», 1894, Dresden, 1900; «Aforismos de un ermitaño»,
Leipzig, 1897; «Sofrosine», poesías, Dresden, 1897, 1900; «Cantos
apolíneos», 1901; «Amor fati», nuevas poesías, «dedicado a los
manes de Nietzsche», 1904.
LANZKY MALTRATADO POR EL DESTINO
Un nuevo golpe del destino lo forzaría finalmente a convertirse en un ser
totalmente retirado y sin pretensiones. En otro tiempo, huésped en vacaciones del hotel Paradiso,
en Lugano, «ya anciano,a causa de su orientación política [pero más bien por ser
judío], le fueron quitados todos sus bienes por Mussolini, fue expulsado de la nación,
encontrando asilo en casa de la propietaria del hotel, enviudado tempranamente. Sus
comidas las tomaba él, un hombre poco llamativo, delgado, algo contrahecho, en el
comedor, en una pequeña mesa... Le llevaba a ella los libros, era su consejero, y los
niños veían en él a un abuelo.» Murió después de 1940, olvidado hacía ya mucho
tiempo por el mundo literario. Ni siquiera el Archivo de Nietzsche, de Weimar, lo
tomó en consideración. Por falto de interés, se declinó el ofrecimiento del modesto
legado literario, que, finalmente, encontró asilo, en 1947, en la Biblioteca de la
universidad de Basilea.
Dr JOSEF PANETH
Josef Paneth, natural de Viena, era un
científico, fisiólogo, que trabajaba provisionalmente en un laboratorio en Villefranche,
cerca de Niza, y que desde allí se acercó varias veces hasta Niza a visitar a Nietzsche.
O bien Nietzsche se acercaba a Villefranche, paseando luego ambos juntos hacia Niza de
vuelta. Paneth llegaría a ser docente privado de Fisiología en la
Universidad de Viena, pero murió tempranamente en 1890 de tuberculosis. En los pocos
años de su actividad consiguió descubrir las células tras él llamadas histológicas.
PANETH Y NIETZSCHE CONVERSAN
Los informes epistolares de Paneth a su novia Sophie
Schwab, a Viena, publicados por la hermana de Nietzsche, muestran que éste creyó haber
encontrado en Paneth un compañero de conversación, con el que poder explayarse
libremente. Los temas fundamentales de conversación durante los cortos tres meses que
duró el encuentro personal fueron: Schopenhauer, Wagner, el espiritismo y el
antisemitismo de entonces, que Nietzsche tenía cerca, y de modo comprometido, en su
editor Schmeitzner, pero muy especialmente en su propia hermana, que se había prometido
con el ya tristemente célebre antisemita doctor Bernhard Förster.
EL TEMA ANTISEMITA
La franqueza con la que se habló precisamente del tema del
antisemitismo sorprende más por cuanto Paneth era judío. Acertadamente observa
ya Overbeck, al respecto, en sus recuerdos de Nietzsche: «El desagrado que nos
producía a Nietzsche y a mí el antisemitismo quizá donde se exprese más claramente
haya sido en el hecho de que si bien nosotros, mitad a pesar suyo, conversamos alguna vez
sobre ello, jamás sin embargo con pasión, más bien sin haberlo 'tomado como algo
importante' en el fondo y considerándolo una moda de la época no muy digna de cavilar
sobre ella.» Y sobre el mismo Paneth y la relación de Nietzsche
hacia él dictamina Overbeck: «Un judío muy singular, uno del estilo de Spinoza,
semejante a este ser universal, sobre todo por su grado de emancipación, raro entre sus
compañeros de raza, de toda tradición de su pueblo, de la religiosa como de la nacional.
También Paneth está totalmente apartado de la sinagoga, pero también del sionismo de la
actualidad... Paneth no reconoce de hecho otra 'escuela' que la científica por la que
pasó, a saber el laboratorio de Fisiología del profesor Brücke en Viena. Se trataba,
pues, de un judío ante quien Nietzsche, ciertamente, no pudo pasar indiferente. Lo mismo
hubo de acudir a Paneth en busca de informes, por cuanto éste podía ayudarle en su
situación -y en verdad no sólo para orientarle sobre su personal prestigio entre el
judaísmo vienés, sino también como investigador de la Naturaleza y fisiólogo, de cuyas
disciplinas Nietzsche pensó a menudo extraer consejo.»
INTERÉS POR MANTENER CONTACTO
En principio el contacto hubo de ser buscado por el doctor
Paneth --que procedía del fiel círculo de admiradores vieneses,
fuertemente dominado por los judíos, y al que pertenecía también Lipiner-,
quizá tal como lo hizo Paul Lanzky, con una carta a «poste restante». Nietzsche,
después, fue a buscarlo el 15 de diciembre de 1883 a su laboratorio en Villefranche, sin
encontrarlo, y dejó su tarjeta de visita. El 17 de diciembre Paneth intentó una
visita en Niza. A pesar de la espera en la habitación, desconsoladamente humilde, de Nietzsche,
esta visita tampoco tuvo éxito, hasta que una cita exacta por escrito juntó a los dos
por primera vez el 26 de diciembre. Así pues, también Nietzsche tuvo
mucho interés en este conocimiento, lo cultivó y gozó de él. Sin embargo, no surgió
de ahí contacto epistolar alguno como sucedió en otros casos. Josef Paneth
escribe a su novia desde Niza sobre su impresión del primer encuentro con Nietzsche: «Fue
sumamente amable, no hay en él rastro de falso pathos o de profetismo, como yo había
temido después de su última obra, más bien se comporta muy tranquila y naturalmente..
Luego me contó, pero sin la más mínima afectación ni autoconciencia, que siempre se ha
sentido portador de una tarea y que ahora, en la medida en que se lo permitan sus ojos,
quiere desarrollar lo que hay en él... Probablemente también a ti te extrañaría su
apariencia externa como a mí, no tiene nada de extravagante ni de rebuscada. Tiene una
frente extraordinariarnente grande y despejada, cabello castaño liso, ojos velados,
hundidos, como corresponde a su media ceguera, cejas espesas, una cara bastante llena y un
bigote poderoso, y por lo demás, completamente afeitado.»
ARTICULO SOBRE EL ZARATHUSTRA
Cuando a comienzos de marzo Paneth expuso su deseo de escribir un
artículo sobre Zaratustra, que ya existía en sus tres partes completas, Nietzsche
se opuso básicamente: «Dijo que aunque le parecía bien no le agradaría en
absoluto, de modo que no sé si he de hacerlo, puesto que le resulta decididamente
molesto.Que él nunca hubiera buscado tales contactos y que vive totalmente aislado; que
tiene un 'grupo pequeño y tranquilo, pero escogido'. Está totalmente convencido de su
misión y de su significación secular; en esa creencia se mantiene firme y grande, por
encima de toda desgracia, por encima de sus padecimientos corporales, por encima de la
pobreza. Impone un desprecio así de todo medio externo de éxito, una libertad tal de
toda camarilla y propaganda... Cada vez me resulta más claro que Nietzsche es
fundamentalmente un hombre de sentimientos.»
FREUD CONOCE A NIETZSCHE
El conocimiento de Nietzsche por parte de Josef Paneth
fue significativo para Sigmund Freud, a cuyo círculo más íntimo de amigos
pertenecía Paneth. El 11 de mayo de 1934 escribía Freud a Arnold
Zweig diciéndole que su amigo Josef Paneth le había trasmitido sus
primeras impresiones sobre Nietzsche. Esto no carece de importancia, puesto que, a fin de
cuentas, Freud apreciaba a Paneth hasta el punto de que en su obra «La
interpretación de los sueños» expone su personalidad llamándolo «mi amigo
Josef». Más tarde hubo de influir más esencialmente en la comprensión de
Nietzsche por parte de Freud su discípula y amiga Lou Salomé, aunque ella
silenciara ante Freud la relación personal habida con Nietzsche.
TERCERA PARTE DEL ZARATUSTRA
El 18 de enero de 1884 estaba listo el manuscrito del Zaratustra
III, y todavía el mismo día Nietzsche escribe a su editor Schmeitzner. Se pone
inmediatamente a la tarea de componer el manuscrito de imprenta.Y el 8 de febrero: «Si
Schmeitzner ha cumplido su palabra ya se estará imprimiendo».
ADMIRACIÓN DE RODHE
A aumentar su sentimiento de seguridad hubo de contribuir no poco la
carta de su viejo amigo Erwin Rohde que, tras una interrupción de año y medio,
le llegó en las Navidades de 1883 (con fecha 22 de diciembre de 1883): «Tu
Zaratustra me ha producido, desde todo punto de vista, una impresión más agradable que
muchos de tus últimos escritos. ¡Te felicito por esa forma más libre de expresar tus
ideas, que no sólo es nueva en cuanto forma, ni sólo como tal diferente de tus
anteriores cadenas de sentencias! El sabio persa eres efectivamente tú, pero es muy
distinto expresar opiniones totalmente personales directamente como tales, o conseguirse
un ser ideal que las exponga como suyas... Por esta razón, seguramente, Platón se
inventó su Sócrates, y tú ahora tu Zaratustra. Además, lo que reviste así en la forma
de un poema didáctico, goza también de los privilegios de un poema; pero no censuro a
los poetas, ellos tienen la gran ventaja de poder exponer los más profundos y magníficos
pensamientos e intuiciones sin tener que torturarse con una demostración de los mismos,
que el 'filósofo', posteriormente, ha de componer trabajosamente. También tu lenguaje
encuentra sólo ahora sus mejores tonos: considero insuperable especialmente el
'Prólogo', pero también algunos trozos de los apartados siguientes.» ¡Con esto
Rohde reaccionaba todavía al Zaratustra!
RESPUESTA LIBRE DE NIETZSCHE
Dos meses después, el 22 de febrero de 1884, ya compuesto
entretanto el Zaratustra III, Nietzsche se siente libre para responder a Rodhe: «Mi
Zaratustra está acabado en sus tres actos: el primero lo tienes, los otros dos espero
poder enviártelos en 4-6 semanas. Se trata de una especie de abismo del futuro, algo
horripilante, sobre todo en su bienaventuranza. Todo lo que hay en él es mío, sin
modelo, comparación, predecesor; quien ha vivido una vez dentro de él vuelve al mundo
con otra cara diferente. Pero de ello no hay que hablar. Ante ti, sin embargo, como homo
litteratus, no quiero callarme una confesión: -presumo con este Zaratustra haber llevado
el idioma alemán a su perfección. Tras Lutero y Goethe había que dar todavía un tercer
paso-- ... lee a Goethe tras una página de mi libro -y verás cómo aquel algo
,ondulatorio' que caracteriza a Goethe como dibujante, tampoco le resulta extraño al
artista del lenguaje. Yo tengo una línea más estricta, más varonil, pero sin caer, como
Lutero, en la grosería. Mi estilo es un baile; un juego de simetrías de todo tipo y un
sobrepasar y burlarme de ellas. Esto llega hasta a la elección de las vocales.
-¡Perdón! me guardaré de reconocer esto ante cualquier otro, pero tú, creo que fuiste
el único que lo hizo, me expresaste en una ocasión tu gusto por mi lenguaje-. Por lo
demás, he seguido siendo poeta hasta cualquier límite de este concepto, a pesar de que
me he tiranizado de firme con lo contrario de todo poetismo.»
DESPEDIDA DE RODHE
Por lo demás, la carta anterior, sin embargo, respira «despedida»:
«Así, amigo, me va con todas las personas que quiero: todo ha terminado, el pasado, los
miramientos; se ve uno todavía, se habla, para no guardar silencio-, se escribe uno
todavía para no guardar silencio. Pero la verdad la expresa la mirada: y ella me dice
(¡la oigo con suficiente claridad!) 'Amigo Nietzsche, ahora estás totalmente solo!'.»
COMPOSICIÓN DISTINTA A WAGNER
En su Zaratustra, Nietzsche, pone en el papel, frase tras
frase, apartado tras apartado, tal como sabemos que sucedía en músicos como Bach y
Mozart -y todo lo opuesto a Wagner, quien a menudo tenía que ganarse
pacientemente al piano, acorde tras acorde, sus nuevas secuencias tonales, dado que no le
venían dadas por un estilo de época.
FELICIDAD ANTE III PARTE DEL ZARATUSTRA
El 26 de enero informa a Overbeek: «Estoy a mitad de la
copia. Con ello, el todo ha surgido exactamente en el transcurso de un año: más
estrictamente en el curso de tres por dos semanas incluso. -Las dos últimas semanas
fueron las más felices de mi vida: jamás bogué sobre un mar así con velas tales; y
llegó a su culmen la alegría desbordante de toda esta -historia de marino, que ya dura
tanto como el tiempo que hace que me conoces, desde 1870.»
EXPLOSIÓN DE FUERZAS
Continúa en la carta anterior: - «Por lo demás, el Zaratustra
entero es una explosión de fuerzas que se han ido acumulando durante decenios: en tales
explosiones el causante mismo puede fácilmente saltar también al aire. A menudo tengo
esa impresión: --no quiero ocultártelo.» Tampoco esta expresión tan plástica
viene por casualidad: medio año antes, el 27 de agosto de 1883, había reventado la
isla volcánica de Krakatau, «saltando al aire»: un fenómeno de la
naturaleza que conmovería todavía largo tiempo los ánimos.
IDEA TREMENDA
El 30 de marzo y el 10 de abril exclama: «¡Hurra, querido y
viejo amigo Overbeck, aquí está el primer ejemplar del último Zaratustra ---¡que en
justicia te pertenece a ti! Hay una idea en él, una idea completamente tremenda, por la
que he de vivir todavía mucho tiempo.» Se trata del dogma del «Eterno
retorno de lo mismo», bajo cuya fuerza se siente atado Nietzsche desde
entonces, y sobre el que funda su conciencia de enviado.
PLAN DE CREAR UN CONVENTÍCULO
Ahora vuelve a surgir el viejo plan de un conventículo de
almas con intereses semejantes. Ya la agrupación escolar «Germania», de cuando
tenía dieciséis años, pone de evidencia la auténtica necesidad de Nietzsche
de una comunicación intensa en el seno de un círculo pequeño, escogido. De estudiante
en Bonn busca su satisfación en la asociación estudiantil -y sufre una amarga
decepción--. En Leipzig consigue reunir a sus compañeros de especialidad en la
sociedad filológica. Como joven catedrático de Basilea se considera afortunado de
pertenecer al estrecho círculo de Tribschen. Después de perderlo se agarra a la
amistad de Ida y Franz Overbeek, Heinrich Köselitz, Paul Rée, con el que vuelve
a intentar formar un «estrecho círculo». Ultimamente se había sentado
todavía, ávidamente, a la mesa de Malwida von Meysenbug, donde tuvo la
esperanza de encontrar la alegría de un círculo pequeño e íntimo con Paul
Rée y Lou Salomé.
DESEO DE FUNDAR UNA ESCUELA
A pesar de que en su respuesta del 22 de febrero de 1884 a Erwin Rohde, con las
palabras: «Todo lo que hay en él [se refiere al Zaratustra] es
mío, sin modelo, comparación, predecesor», quiera oponerse al paralelo de Rohde
con Platón-Sócrates, que éste había establecido en su carta navideña, tal
paralelo le hizo revivir la vieja inclinación a una clara conciencia y promovió ideas
para una escuela al modelo de la Academia de Platón, o del Peripatos de
Aristóteles, o, más bien, del Jardín de Epicuro. Pero llevar a cabo
esta idea sin poseer un sistema global y cosmológico es tarea imposible.
El mismo Nietzsche, sin embargo, parece que lo entendió de otro modo -o
que no tuvo una perspectiva suficiente de su posición dentro de la historia de la
filosofía, de sus posibilidades y de sus límites; en cualquier caso, por esa época
aproximadamente --a comienzos de marzo de 1884--, pudo escribir a un viejo conocido de la
época de Tribschen, al director de orquesta de Zürich Friedrich
Hegarl: «Sueño con que, en un tiempo no muy lejano, viviré en alguna
parte del sur, a orillas del mar, en una isla, rodeado de los compañeros de trabajo y de
los amigos más dignos de confianza: -Y también a Usted me lo he imaginado en ese
tranquilo conventículo.» Extrañamente también cuenta entre esos «amigos más
dignos de confianza» a Paul Rée y a Lou Salomé. Tambien cuenta a Overbeck
(7 de abril de 1884): «Para el próximo invierno ya estoy bastante seguro... Quizá
consiga fundar aquí una sociedad bajo la cual no sea totalmente el 'oculto'... Lanzky...
ya está decidido a venir; deseo poder convencer a Köselitz. Quizá incluso al Dr. Rée y
a la Srta. Lou Salorné, ante quienes quiero arreglar algunas cosas que mi hermana
desarregló.»
ZARATUSTRA VESTÍBULO DE SU FILOSOFÍA
Es evidente que Nietzsche, en su oculto deseo de compañía,
habla de una reunión de «almas de intereses semejantes» en donde él mismo se
ve como «primus inter pares» al menos, si no como fundador y cabeza de escuela.
Pero la verdad es que su personalidad era poco apropiada para tal tarea y su sistema
filosófico no bastaba como base. Tampoco era viable la empresa, después del Zaratustra,
al que él mismo (comienzos de mayo de 1884) califica de «vestíbulo de mí
filosofía», hablando al mismo tiempo, por primera vez, de que debía «volver a
poner en movimiento la mano y no cansarme hasta que la obra capital esté acabada ante
mí». Aquí comienza el funesto error en el que cayeron también los primeros
editores de Nietzsche (sobre todo su hermana) y muchos admiradores de su filosofía.
Vieron en él un profeta, un fundador de escuela y, al final,
encasquetándole un orden supuesto («La voluntad de poder»), se vieron
obligados a hacer de una colección suelta de aforismos una obra capital sistemática.
Pero, por desgracia, Nietzsche no nos pudo dejar una «obra capital».
FALTA UNA COSMOLOGÍA EN NIETZSCHE
Nietzsche no construye una cosmología, una imagen
total del mundo, en la que integre a cada persona y en la que se haya de integrar
cada particular, de la que se siga una praxis vital (como en el helenismo había hecho
la Stoa). Y precisamente es esto lo que falta en Nietzsche: una cosmología
coherente y cerrada en sí misma.
TRANSITO DEL ARTE A LA FILOSOFÍA
La tremenda y osada aportación filosófica de Nietzsche es
de un tipo totalmente diferente a las filosofías tradicionales. De modo parecido al
danés Kierkegaard (1813-1855), a quien Nietzsche nunca conoció,
arrastra al hombre, a la existencia humana, al centro de la filosofía, lo que hasta
entonces era el dominio propio del arte, y muy especialtnente del arte dramático. Y así
como Kierkegaard (en «Aut-aut») parte del teatro musical, del «Don
Giovanni», de Mozart, es decir, de la obra en la que Mozart abandona
el campo de juego de lo sólo-hurnano, sobrepasándolo, «trascendiéndolo» por primera
vez en las dimensiones de lo demoniaco - así Nietzsche parte de Wagner («Nacimiento
de la tragedia»), el cual ofrece en el Anillo de los Nibelungos una cosmología
completa de un pasado oscuro, pero que cubre y domina a los actores en escena. En Nietzsche,
sin embargo, es el hombre el objeto central de la filosofía; y se trata del
hombre en sus acuñaciones más interesantes, como César, Colón, Napoleón,
aunque, a fin de cuentas, como proyecto, meta, «superhombre». Pero falta la elevación
cosmológica, la pregunta por lo «circunscribiente».
LAMENTO DE NIETZSHE
Nietzsche se lamenta el 1 de febrero de 1884 a su Heinrich
Köselitz:<,.Además de todo esto mi hermana me sigue maltratando con cartas que yo colocaría bajo el concepto de 'antisernitismo'.» Nietzsche interrumpe totalmente durante algunos meses su correspondencia con ella además sus cartas a la madre no llegan, lo que fmalinente lo mueve a comienzos de junio a rogar al amigo Overbeck «enviar, y franquear también, la carta adjunta a mi madre a Naumburg-. Desde hace «Además de todo esto mi hermana me sigue maltratando con cartas que
yo colocaría bajo el concepto de 'antisemitismo'.»
OVERBECK INTERMEDIARIO
Las cartas que Nietzsche enviaba a su madre no llegaban, lo que
finalmente lo mueve a comienzos de junio a rogar al amigo Overbeek: «enviar, y
franquear también, la carta adjunta a mi madre a Naumburg-. Desde hace proximadamente dos
meses no he conseguido que llegue una carta a sus manos; correos no consigue encontrar
explicación alguna para esta desaparición repetida de cartas y postales con dirección
correcta. Por fín he llegado a una sospecha sobre la que no quiero manifestarme más».
INVECTIVAS DE NIETZSCHE
Las invectivas contra su hermana se multiplican y todas
ellas apuntan en la mísma dirección. Si en febrero (carta a Malwida von Meysenbug)
las quejas estaban todavía bajo el signo del episodio Lou, el acento, en las
semanas siguientes, va trasladándose al punto de disputa «antisemitismo».Así
el 2 de abril de 1884 a Overbeek: «La maldita manía antisemita estropea todas mis
cuentas sobre independencia pecuniaria, discípulos, nuevas amistades, prestigio; ella nos
enemistó a Wagner y a mí, ella es la causa de la ruptura radical entre mi hermana y yo,
etc,etc... He sabido aquí cuánto se me reprocha en Viena un editor como el que tengo.»
ENFRENTAMIENTO CON SU HERMANA
Elisabeth hubo de sentir dolorosamente esa «enemistad»,
puesto que, en carta a Köselitz del 26 de abril de 188454, se esfuerza por aminorar el
conflicto a su acostumbrada manera: «Este invierno ha traído una ruptura total entre
mi hermano y yo. Sé que tenía que suceder así, y que es bueno que haya sucedido
también, pero me ha causado el más profundo dolor. Cuando pienso lo que le he querido y
admirado, y que ahora todo ello ha terminado... Naturalmente no siento odio ni rencor
contra él ¿de dónde habría de venir tal cosa? Veo cómo sobre mi pobre hermano reposa,
como una fatalidad horrible, la inclinación trágica a ahuyentar de sí, por un
comportamiento incomprensible, a todas las personas que más lo han querido. ¡Vaya vejez
solitaria que le espera! ¡Pobre Fritz!... ¡Pero, por el cielo, no diga a nadie cuál es
el motivo de nuestro apartamiento, guarde silencio! Es fable convenue, según Fritz, 'que
la culpa de todo la tiene mi antisemitismo'. Desde entonces me ocupo de estas corrientes
intelectuales, para que ello aparezca en cierta medida probable. Cielo santo, mi
antisemitismo era hasta ahora una idea tan suave, tan soportable, que todos mís amigos se
sorprenderán mortalmente de que haya podido ser la causa de una desavenencia.»
También por parte de «Fritz» el amor fratemo conseguía un triunfo cuando Nietzsche
hacía seguir su duro juicio de las palabras siguientes: «Por lo demás aplico
todo grado de disculpa porque sé lo que puede alegarse en descargo de mi hennana y lo que
se oculta en el fondo de su comportamiento, ignominioso e indigno en mi opinión: ---el
amor. Es completamente necesario que se embarque lo más pronto posible hacia el
Paraguay... Finalmente, me queda la muy incómoda tarea de arreglar de algún modo ante el
Dr. Rée y la Srta. Salomé las cosas que estropeó mi hermana... Mi hermana reduce una
criatura tan rica y original a 'mentira y sensualidad' -no ve en el Dr. Rée y en ella
otra cosa que dos 'harapos', -Por el contrario la indigna, a pesar de los buenos motivos
que tengo, mi justo sentimiento de considerarme profundamente ofendido por ambos.»
RUPTURA ENTRE NIETZSCHE Y SU HERMANA
El 2 de mayo Nietzsche califica a su hermana ante Overbeck como «persona
auténticamente malvada», y, por el mismo tiempo, ante Malwida von Meysenburg
como «ganso presuntuoso y molesto», e informa: «Entretanto la situación
ha cambiado en el sentido de que he roto radicalmente con mi hermana; quiera el cielo que
no se le ocurra a Ud. hacer de mediadora e intentar reconciliarnos -,entre un ganso
antisemita sediento de venganza y yo no existe reconciliación posible alguna.»
RESA VON SCHIRNHOFER
Se doctoró en 1889 en Zürich con una tesis sobre el tema «Comparación entre las
doctrinas de Schelling y de Spinoza». En el curriculum vitae de esa tesis se
presenta del siguiente modo: «Yo, Resa von Schirnhofer, nací el año 1853 en Krems,
Baja Austria. Mis padres son el lugarteniente Imperial-real pensionado, Wilhe Ritter von
Schirnhofer y Therese von Schirnhofer, nacida Scharinger. Después de haber disfrutado de
las primeras clases en las escuelas de Znaym, Máhren y Steyr, Alta Austria, y de haber
pasado dos años como pupila en el internado civil femenino Imperial-real de Viena,
me consagré durante algunos años a estudios teóricos y prácticos de arte en la
Academia de Bellas Artes del Museo Imperial-real de Viena. En el otoño de 1883 hice mi
examen de madurez en el gimnasio estatal de Linz, para estudiar después, con la
interrupción de un año, que pasé en París, en la Facultad de Filosofía de la
Universidad de Zürich, por la que, tras la aprobación del examen, fui promovida a doctor
en enero de 1889.»
HERENCIA PATERNA
Los padres de Resa vivían entonces en Graz, donde el 6 de
marzo de 1893 murió primero la madre, y poco tiempo después, el 29 de noviembre del
mismo año, el padre. Dejaron a sus tres hijos Theresia, Wilbelmine y Adolf una
pequeña fortuna y dos casas, por cuya venta cada uno consiguió sus propios bienes. Esto
permitió a Resa (Theresia) una vida más libre; viajó mucho, cultivó buenas
amistades y en 1909 eligió finalmente Brixen como lugar definitivo para vivir.
PERDIDA DE SU FORTUNA
Después de la primera Guerra Mundial perdió su fortuna,
colocada en valores del Estado, y tuvo que salir adelante dando clases
particulares de lengua y de piano. En 1945 -con 90 años-- fue recogida en el hogar de
ancianos «Hartrnannsheirn» de Brixen, donde el 26 de octubre de 1948 murió de debilidad
senil.
ENCUENTRO CON NIETZSCHE
De la descripción de su primer encuentro con Nietzsche
transcribimos lo siguiente: «En las vacaciones de Pascua de 1884, al final de mi
primer semestre en la Universidad de Zürich, fui a Génova con la intención de
encontrarme en la Riviera francesa con mi respetada y maternal amiga Malwida von
Meysenbug. A mi pregunta de si vendría a Cannes me comunicó que esa primavera se
quedaría en Roma y me propuso ir a Niza, donde encontraría a Nietzsche, a quien, debido
a ella, no le resultaría extraña, y que, por su trabajo intenso en cavilosa soledad,
necesitaba distraerse.» ¡Por tanto, fue de nuevo la maternal y solícita Malwida
la que hizo de «destino» en esta ocasión! Resa von Schirnhofer
anunció entonces su visita desde Génova, y Nietzsche la contestó
inmediatamente, y en el tono más confidencial, el 31 de marzo: «¡Venga con toda
tranquilidad, mi admirada Señorita! E inténtelo en la casa donde yo vivo ahora -la
encontrará digna de confianza y cumplidamente suiza. Poco a poco se ha ido quedando
bastante vacía, los pájaros de invierno se marchan. En lo que a mí respecta, ha
encontrado Usted el momento más oportuno. Ayer envié el último pliego corregido de mi
última parte de 'Zaratustra', --ahora estoy libre, más libre quizá que nunca, y
dispuesto totalmente a cualquier 'otium cura dignitate'. » Así pues -le enseñaré
Niza y, en lo posible, también a mí mismo, ya que Usted quiere 'conocer' profundamente
al viejo solitario. No obstante, todo solitario tiene su caverna en sí mismo, y, a veces,
tras la caverna, otra, y otra-- quiero decir que resulta difícil conocer a un solitario.
Supongamos que sale Usted de Génova el 3 de abril en el rápido de la mañana ... »
EXCURSIONES CON NIETZSCHE
Resa von Schirnhofer se atuvo al plan de viaje señalado
por Nietzsche anteriormete. Sigue narrando: «En aquella época no conocía
más escritos de Nietzsche que 'Consideraciones intempestivas' y el 'Nacimiento
tragedia en el espíritu de la música', libro que había excitado grandemente mi
admiración juvenil. Sí sabía del cambio de postura de Nietzsche en relación con
Wagner, que venía unido a una ruptura en su línea evolutiva - como parecía entonces --,
pero no conocía sus nuevos escritos. No me resultaba desconocido tampoco en sus rasgos
humanos, debido a lo que me había contado Malwida en Roma, así como a las observaciones
ocasionales de su hermana, Donna Laura Minghettis y otras personas de su círculo, todas
las cuales conocían personalmente a Nietzsche. Asimismo, por conversaciones con Lou
Salomé en Bayreuth (donde me encontré, después de haberrne citado previamente, con
Malwida von Meysenbug para las representaciones de Parsifal de 1882, ocasión en que ésta
me presentó a aquélla), había oído algunas cosas sobre los problemas
filosófico-morales que ocupaban a Nietzsche. El desconcertante virtuosismo dialéctico de
Lou Salomé, su agudeza, que llevaba hasta la sutileza sofística, me habían cautivado...
De este modo, Nietzsche me resultaba conocido por las 'imágenes reflejas' que otros me
daban de él, ahora me alegraba la posibilidad de una propia y seguí con gusto la
proposición de la Srta. Meysenbug. En el primer encuentro con Nietzsche sentí en
principio una cierta timidez. Pero sus nobles y amistosas maneras, sus aires serios y
profesorales, nuestra común y maternal amiga, que estaba visiblemente presente como
intermediario, me permitieron pronto recobrar una abierta naturalidad. Durante los diez
días de mi estancia en esa encantadora Cote d'azur Nietzsche me dedicó muchos ratos de
su precioso tiempo. Me llevó por sus caminos preferidos, dimos paseos, hicimos pequeñas
excursiones, gozamos del encanto de la naturaleza y del clima; me traía libros para
que los hojeara y otros de los que le leía a veces, y, a pesar de lo grande que era la
distancia intelectual entre el pensador y poeta y la estudiante, nunca llegó a
manifestarse en las simples relaciones humanas. Pensador de estilo tan desinhibido,
Nietzsche era una persona de sensibilidad exquisita, dulce y de escogida delicadeza
en sentimientos y maneras en el trato con el sexo femenino... Nada había en su modo
de ser que me molestara. Ni en su aspecto externo y comportamiento, ni en su modo de
pensar, Nietzsche me pareció un alemán típico. También me contó, con visible
satisfacción, cómo siempre le sucedía que los polacos se dirigían a él como a un
compatriota suyo, y que según su tradición familiar el origen polaco de los Nietzsche...
era seguro. Entonces esto me resultaba nuevo y me interesó, dado que había visto en
Viena, en una pintura histórica de Jan Mazjeko, cabezas de características
formales semejantes, de un parecido en el crecimiento del bigote no meramente superficial,
cosa que también le conté y por la que pareció alegrarse mucho.Y es que estaba muy
orgulloso de sus características fisonómicas polacas.»
«De nuestras pequeñas excursiones... hay un paseo mañanero hasta el Mont Boron
que me ha quedado especialmente en el recuerdo... Soplaba el mistral, que todo lo
excita... Nietzsche, con ánimo ditirámbico, lo celebraba como el liberador de toda
pesantez terráquea; para él en las vibraciones, en el bramido del viento había algo
disolvente y benéfico. A cierta altura... había una sencilla hostería... Nos sentarnos
en medio de un magnífico panorama de montaña... Allí gusté por primera vez 'vermouth
di Torino', ofrecido por Nietzsche, quien, estimulado por el mistral, se encontraba en un
estado de ánimo excitadísimo, lleno de humor burbujeante y de ocurrencias graciosas. El
'monte vigilado? (por tropas francesas) fue el punto de partida de una serie de versos que
casi se atropellaban unos a otros... Eran versos jocosos y entretenidos que me mostraron
un Nietzsche inesperado. (Sólo muchos años más tarde, por la lectura del 'Nietzsche
solitario' , supe que durante un largo viaje de ferrocarril en compañía de su hermana...
inventó coplas comiquísimas, 'lo que le gustaba hacer cuando estaba de buen
humor'.) »
CORRIDA DE TOROS EN NIZA
«En otra ocasión Nietzsche me invitó a acompañarle a la
corrida cle toros de Niza, en la que, por orden de la autoridad, no podían aparecer
caballos ni podía matarse a los toros, cosa que correspondía a mis puntos de vista de
amiga de los animales. Pronto, sin embargo, esa mansa escaramuza nos pareció una
caricatura de la corrida de toros y comenzó a excitar nuestras ganas de reír. El
comportamiento semejante de los seis toros... parecía evidenciar un conocimiento de las
ordenanzas por su parte; especialmente cómico resultó el momento en que, al final, el
toro corría a escape hacia la puerta que, al fondo, abría sus dos grandes batientes.
Nosotros aplaudíamos esperando que el toro, como un actor, volviera e hiciera una
reverencia agradecido. En esta corrida... la música de la obertura y de los intervalos de
Carmen no estaba en absoluto en su lugar... Esa música electrizaba a Nietzsche,
que la escuchaba transfigurado, haciéndome notar con palabras apasionadas el ritmo
palpitante, lo elemental y pintoresco de ella... »
ADMIRACIÓN POR LOU
« Hablaba con gran admiración de la extraordinaria agudeza de
Lou Salomé y de su 'Himno a la vida', que me recitó enteramente. Una vez me
dijo que no debía escandalizarme por el pasaje - tan tristemente célebre después -- del
látigo en el Zaratustra... No me aclaró el origen primigenio de ese 'consejo'
tan detalladamente como más tarde leí en el libro de Elizabeth, pero sí me dijo, sin
rodeos, en quién hubiera pensado con ello...»
SOBRE WAGNER
«Tanto en Niza, como más tarde
en Síls-Maria, Nietzsche habló conmigo mucho y muchas veces sobre Wagner. Al principio,
cautelosamente; después, con mayor dureza, superándose él a sí mismo. Analizando sin
consideración la persona de Wagner y su música, y recalcando en ellas, con crítica
demoledora, lo inauténtico y lo teatral. De él escuché yo por primera vez que el
padrastro de Wagner, Geyer, había sido su auténtico padre y que por ello tenía
sangre judía ».
¡Uno!
«¡Oh hombre! ¡Presta atención!
¡Dos!
«¿Qué dice la profunda medianoche?
¡Tres!
«Yo dormía, yo dormía -,
¡Cuatro!
«Me desperté de un profundo sueño
¡Cinco!
«El mundo ha sido pensado profundo,
¡Seis!
«Y más profundo que el día.
¡Siete!
«Profundo es su dolor-.
¡Ocho!
«Placer -más profundo aún que la amargura
¡Nueve!
«Dolor dice: ¡cesa!
¡Diez!
«Pero todo placer quiere eternidad-,
¡Once!
«--¡quiere profunda, profunda eternidad!»
¡Doce!
EL ETERNO RETORNO
»...Después se levantó para despedirse, y
cuando estábamos en la puerta cambiaron repentinamente sus rasgos. Con una expresión
rígida en la cara, arrojando hurañas miradas en derredor como si amenazara un terrible
peligro si alguien hubiera escuchado sus palabras, con la mano ante la boca para suavizar
el tono, susurrando, me anunció el 'misterio' que Zaratustra había dicho a la vida al
oído, y ante el cual ella le respondió: ¿Sabes tú eso, oh Zaratustra? Eso no lo sabe
nadie»... «Había algo de extravagante, de inquietante incluso, en el modo cómo me
comunicó Nietzsche el «Eterno retorno de lo mismo», el tremendo alcance de esa idea.
Más que su contenido me sorprendió la manera de comunicarlo. De repente era otro
Nietzsche el que estaba ante mí y me había asustado.»....«Pero dado que, sin
desarrollar más la idea, volvió a su modo natural de hablar y a su comportamiento
normal, y añadió, tranquilamente, que yo sólo entendería más tarde, en toda su
envergadura, el gran significado de la revelación, me quedé con la impresión de que
Nietzsche había jugado a propósito fortísimo con mi impresionabilidad para que lo
tremendo de ese descubrimiento me resultara inolvidable. En Sils-Maria, debido a otra
experiencia, recordé vivamente esta extraña escena a otra luz distinta.»
PARALELISMO CON EL ENCUENTRO CON LOU SALOMÉ
En este encuentro con Resa von Schirnhofer destacan algunos
momentos de un paralelo desconcertante con los apasionados días de la primera convivencia
de Nietzsche con Lou Salomé en el lago Orta, hacía casi
exactamente dos años. Dejando aparte el hecho de que ambos conocimientos provinieron del
círculo de las estudiantes de Zürich y por mediación de Malwida von Meysenbug,
las semejanzas decisivas están, sobre todo, en el desarrollo externo: los paseos comunes,
la vivencia del paisaje montañoso: en aquel caso próximo al lago, en éste cercano al
mar; allí el Monte Sacro, aquí el Mont Boron; allí «el primer
cognac de su vida» con Lou, aquí el primer «vermouth di Torino» para
Resa. En ambos casos la confidencia de la manifestación de su angustioso «secreto»,
el dogma del «Eterno retorno de lo mismo», expuesto como para la ocasión de
una iniciación, de una admisión en una comunidad mistérica: los versos iniciales
tomados de las «Metamorfosis» de Ovidio.
UN TERCERO
En el encuentro con Resa lo que
faltaba totalmente era un «Paul Rée», un tercero en la reunión. Pero
Nietzsche tenía intención de conseguirlo todavía. Es verdad que Nietzsche,
como afirma ella, no volvió a hablar con Resa von Schirnhofer del plan de viajar
juntos a Córcega, pero no lo abandonó por el momento. Todavía el 25 de julio
de 1884 escribe a Köselitz: « ... me quedaré definitivamente en Sils y
Niza, con cortas estancias intermedias (así, por ejemplo, está previsto,
provisionalmente, para la primavera próxima, una excursión a Córcega partiendo de Niza;
Resa von Schirnhofer y yo -¡vivas tertius!).» Este «tertius»
tenía que ser esta vez Kóselitz, puesto que, sin la construcción de una relación
triangular, Nietzsche no se atrevía a hacer el viaje.
VISITA A KÖSELITZ EN VENECIA
Ya el 1 de febrero había escrito a Köselitz: «Mientras tanto, mi
deseo de su música se ha hecho tan grande que he de aparecer de improviso un día en
Venecia. Es como un deseo después de una enfermedad grave. ¡creo que no encontrará en
todo el mundo, querido amigo, unos días tan deseosos de escucharle!» Y el 25 de
febrero: « ... estoy sediento, literalmente, de su música ... La música es, con
mucho ' lo mejor; ahora, más que nunca, desearía ser músico.» Esto vuelve a
repetirse en todas las cartas siguientes. El 21 de abril llegará a Venecia para pasar
sietes semanas con Köselitz (21 de abril a 12 de junio de 1884).
POCO ENTUSIASMO DE KÖSELITZ ANTE DEDICATORIA
El 25 de marzo Köselitz contestó rehuyéndolo
educadamente: «La reina Margherita -bueno, si Usted cree que una dedicatoria a ella
cautivará antes a los italianos, puede que suceda así... Pero, en general, ello me
produce mucha resistencia: los príncipes se encuentran en la molesta situación de tener
que mostrarse siempre agradecidos, al final me colgarían todavía el título de caballero
-¡horrible!, ¡ningún título al amor!, ¡ello estropea toda la consideración del
mundo! -Y los compositores italianos son casi todos caballeros, porque se portan tan bien
con su realeza.»
ENTUSIASMO DE NIETZSCHE ANTE ESTRATEGIA
Nietzsche contesta inmediatamente entusiasmado: «¡Qué
magnífica novedad esa decisión... una solución tan natural. a su larga estancia
veneciana! ¡Sólo ahora me doy cuenta de cuánto me ha intranquilizado en el fondo que no
quisiera Usted desfilar a la cabeza de sus tropas --con la batuta en la mano, me refiero-.
Ante todo deseo ahora que se haga inmediatamente el contrato con el empresario sin mediar
un día más.» Para él no hay duda (y por lo visto tampoco para el mismo
Köselitz) de que su amigo es capaz de hacer todo eso. ¡Y sin embargo Köselitz
no tenía formación ni experiencia alguna como director de orquesta; nunca se había
puesto ante una orquesta, y mucho menos en el teatro!
ESPERANZAS FRUSTRADAS ANTE EL ESTRENO
CAMBIO DE TÍTULO A LA OPERA DE KÖSELITZ
Cuando Nietzsche abandona la esperanza de un estreno
italiano de la ópera de Köselitz, decidió que deberia cambiarse el título de
la misma. A Overbeek le informa al respecto el 21 de mayo: «Fue un momento
oportuno el que escogí para venir a Venecia, puesto que nuestro maestro resulta difícil
de convencer y piensa, en el fondo, que con escribir partituras está todo hecho. Apenas
reflexiona sobre representación y representatividad de la obra; y ahora, ulteriormente,
me doy cuenta de cuán importante fue el que yo lo llamara el penúltimo otoño a Leipzig
-a pesar de que en principio parecía que había resultado inútil-. Pero no fue inútil:
en otro caso él habría compuesto música imposible durante otros dos años más. Que su
'plan' con la firma milanesa Lucca era tan poco práctico como el veneciano, se lo
demostré inmediatamente: con un ¡no! epistolar, rotundo, de esa firma. Asimismo, que su
música es, en general, imposible por ahora para los italianos, además de que heriría su
veneración por Cimarosa. En pocas palabras, que hubo una revolución en todas las cosas
posibles, incluido el texto, finales y muchas formas de preguntas, que tienen que ver con
el efecto a causar. Para resumir el resultado fíjate en este cartel de teatro.»
EL LEON DE VENECIA
Opera cómica en cinco actos, por Peter Gast
EL DISCÍPULO VON STEIN
Nietzsche intenta ahora atraer como seguidor a Heinrich von
Stein, del que sabía que, filosóficamente, mantenía firmemente los puntos de vista
de Schopenhauer -y sobre todo, que pertenecía al círculo más íntimo de
Bayreuth-. A finales del verano de 1883 Nietzsche le envió las partes I y
II, salidas hasta entonces, de su Zaratustra, e hizo que a finales de abril
de 1884 siguiera la parte III.
CARTAS INCENDIARIAS
Nietsche espera conseguir, mediante la atracción de Stein
a sus teorías, un discípulo que pueda servirle algún día de emisario en Bayreuth.
También a Malwida von Meysenbug, una de las fieles de Bayreuth, la «inicia» en
la carga ritual que él soporta mediante el envio de cartas incendiarias. El 12 de febrero
escribe a Stein: «Tengo cosas en mi alma que son cien veces más difíciles de
soportar que la betise humaine [una invectiva contra los ataques de sus parientes].
¡¡¡Es posible que yo sea para todos los hombres venideros una fatalidad, la fatalidad,
-y, en consecuencia, es muy posible que un día, por amor a los hombres, enmudezca!!!»
De modo parecido a como lo hizo a Heinrich von Stein, escribe el 21 de mayo de
1884 a Malwida (y también a Overbeek, casi con las mismas palabras): «Mi tarea es
tremenda; pero mi decisión no lo es menos. Lo que yo quiero, eso no se lo dirá
seguramente mi hijo Zaratustra, pero se lo insinuará; aunque quizá haya que adivinarlo.
Y ciertamente es esto: quiero ¡impulsar a la Humanidad a decisiones de las que depende
todo el futuro humano, y puede suceder que algún día siglos enteros hagan sus mayores
votos a mi nombre. -Entendería por 'discípulo' una persona que me hiciera un voto
incondicional-, y para ello necesitaría un largo tiempo de prueba y pruebas duras. Por lo
demás, soporto la soledad: mientras que cualquier intento de los últimos años de
mantenerme entre los hombres me ha puesto enfermo.»
POSICIÓN DE NIETZSCHE EN EL CONTEXTO
Hay que preguntarse hoy cómo recibieron los destinatarios las
manifestaciones anteriores de una autoconciencia exaltada, ya entonces, en la
primavera de 1884, sin escandalizarse en lo más mínimo por ello y sin que se les
levantara la sospecha de una distorsión enfermiza de la conciencia. Habrá que intentar
comprenderlo desde la situación espiritual del tiempo. Era una «época
revolucionaria»[para usar una expresión de Jacob Burckhardt] A Burckhardt
y a Nietzsche los unía una conciencia de crisis, más clara que en la mayoría
de sus contemporáneos. Cambios radicales en el ámbito de la existencia espiritual y
material parecían insoslayables.La filosofía materialista había rechazado al
Dios-creador, explicando el surgirmiento del cosmos como evolución totalmente autónoma a
partir de leyes naturales «eternas», inmanentes a él, que las ciencias naturales se
comprometían cada día más a seguir por entero en sus huellas, a usarlas y a
manipularlas. Nietzsche, con sus expresiones sobre el «Dios muerto», introduce
esta postura básica en el mismo Zaratustra. Julio Verne (1828-1905), en sus
novelas utópicas, había iluminado esplendorosarnente desde 1869, con visiones
efectistas, las posibilidades aparentemente ilimitadas del conocimiento
científico-natural y de lo realizable técnicamente. Thomas Edison (1847-1931),
de la misma edad aproximadamente que Nietzsche, inició de hecho el camino con sus
descubrimientos. Con la electricidad y la turbina de vapor se ofrecían nuevas fuentes de
energía que, a su vez, abrían posibilidades completamente nuevas. En 1833 había muerto
Karl Marx,que había legado la visión de un cambio total de estructuración de la
sociedad humana.A ello hay que añadir que los Estados europeos pretendían establecer con
sus imperios coloniales una soberanía sobre el globo, por medio de la cual la cultura
europea, el pensamiento europeo, pudieran ampliarse hasta una cultura terráquea.
De ese mismo modo, el cristianismo, en su tiempo, se había extendido por el ámbito del
imperio romano. ¿Por qué, se podía preguntar Nietzsche, ahora, la superación del
cristianismo no iba a seguir los mismos caminos?
EPOCA CONVULSIONADA
En la situación convulsa en que Nietzsche vive, éste se
pregunta: ¿Debe desvelarse el abismo de la revolución, o debe ocultarse al hombre
interiormente inseguro, con el velo de ideales visiones, el terrible panorama? ¿Es
la apasionabilidad desnuda y sensual de «Carmen», o la agradable alegría del
«Matrimonio», una alternativa auténtica a las estremecedoras visiones del más allá en
«Tristán», al fracaso de los dioses (en el «Anillo») que supone la dedicación al
poderío material al precio de la renuncia al amor -al amor al hombre--, o a la
aspiración de Parsifal a un nivel más alto de ser hombre? Nietzstsche encuentra, en
estos momentos, su revolucionara respuesta en el dogma del eterno retorno de
lo mismo.
AGRADECIMIENTO Y POEMAS
Heinrich von Stein agradece el obsequio, «la cálida
verdad cuyo pulso me llega palpitante», y envía, a su vez, «lo que vuelvo a tener
precisamente ahora entre las manos, poemas traducidos de «Giordano Bruno», entre ellos
uno «que, en su tiempo, gustaba muy especialmente a Wagner». Y añade:
«Cuánto desearía que viniera este verano a Bayreuth al Parsifal.. Cuando pienso en el
Parsifal, pienso en una imagen de belleza pura ---en una vivencia anímica de estilo
puramente humano... Por eso, tímido y osado a la vez, expreso aquí ese deseo mío, no
como wagneriano, sino porque deseo al Parsifal este oyente y a este oyente el Parsifal.»
PENOSA RENUNCIA
Y Nietzsche responde el 22 de mayo (¡cumpleaños de
Wagner!): «Esos poemas de Giordano Bruno son un regalo por el que le quedo agradecido
de todo corazón. Los he 'tomado'... como gotas vigorizantes. ¡Si Usted supiera qué
pocas veces me llega todavía de fuera algo vigorizante! Hace dos años dije, con una
especie de rabia, que un acontecimiento como el Parsifal había de pasarme lejos,
precisamente a mí-, y ahora también, ahora que conozco un segundo motivo para ir a
Bayreuth -Usted, mi querido Sr. Doctor, que pertenece a mis grandes 'esperanzas-, también
ahora vuelvo a tener dudas respecto a si me es lícito ir. A saber: el mandato, que está
sobre mí, mi tarea, no me deja tiempo para ello. Quizá mi hijo Zaratustra le haya
descubierto lo que se mueve en mí; y si logro de mí todo lo que deseo, moriré con la
conciencia de que siglos venideros harán sus mejores votos en mi nombre. -¡Perdón! -Hay
cosas tan graves que habría que pedir perdón antes de hablar de ellas.»Finalmente
quisiera, sin embargo, enterarme de cuándo son las representaciones, de cuándo irá
Usted a Bayreuth y de si estaría quizá dispuesto a visitarme en la Alta Engadina
(Sils-Maria).»
¡Así pues, no hay en Nietzsche indignación, por ejemplo, por el atrevimiento
de invitarlo a Bayreuth, sino profundo pesar, incluso rabia contra sí mísmo,
por la renuncia penosamente soportada! Y aquí descubre clarísima, casi ingenuamente, el
motivo por el que tuvo que separarse de Wagner: su obra, su tarea, el demonio
de su filosofía le fijó otro camino: el suyo propio.
EL PESO DEL DOGMA
Es evidente que la conciencia mesiánica de enviado que Nietzsche manifiesta en
esta época va muy concretamente unida a su «hallazgo» filosófico, al dogma
del Eterno retorno de lo mismo. Y de hecho, si un retorno tal, con todas sus
consecuencias, fuera un hecho demostrable --o fuera creído por una parte mayoritaria de
la Humanidad-, ello conllevaría un vuelco total de la existencia espiritual.
Esta vida sería todas las repeticiones futuras inevitable e incorregiblemente,
prejuzgándolas hasta en el mínimo detalle, y estaría cargada, así, de una responsabilidad
casi insoportable. Toda esperanza, toda creencia, incluso la posibilidad
más lejana, de evasión de un alma a una eternidad --es decir: a algo
completamente atemporal- privada de todo lo terreno -y con ello de toda miseria y
dolor- quedaría destruida, diluida, y la «eternidad» supeditada a las leyes de
espacio y tiempo, reducida a una secuencia -aunque infínita- temporal. Nietzsche
se dio cuenta, por supuesto, de lo que esto habría de significar, tras todo el desarrollo
filosófico desde Platón y hasta Kant, para el cristianismo, el islam y otras religiones
del más allá, y tenía motivos para estremecerse ante ello. Cuál era en ello su estado
de ánimo, lo revela una corta anotación epistolar de Köselitz a Cácilie
Gusselbauer del 5 de junio de 1884: «Nietzsche viene a casa y toca su grave
música que no soporto demasiado. Al diablo esos tonos horrendos.»
DESAMPARO EN BASILEA
Franz Overbeck escribe a Erwin Rohde el 27 de julio de 1884: «Nietzsche
apareció repentinamente aquí [en Basilea] el 15 de junio y se quedó algo
más de 14 días; en aquel momento, en una situación de desamparo absoluto debido a un
aislamiento que poco a poco se torna horrible, pero que a él, como se demostró aquí,
sólo le resulta tan horrible cuando no se encuentra en soledad y en un clima agradable
para él. Tiene puestas enormes esperanzas en su Zaratustra, sobre todo en su
descubrimiento de la doctrina del eterno, mecánico retorno de todas las cosas. En el
mundo de su historia es feliz ahora sólo de cuando en cuando, hasta que le llega a
acongojar el hecho de que, por el momento, vive solo en él, tal como él lo entiende. Si
no supiera todo lo que ya ha superado no podría pensar en él tan relativamente tranquilo
como lo hago, teniendo en cuenta el estado en el que volvió a irse últimamente de
Basilea... Respecto a su 'hijo Zaratustra' como le gusta llamarlo, comprendo lo suficiente
darme cuenta de que encuentra en él una fuente de alegría; a causa- del libro mismo y de
la suerte que tenga con su propio autor, decidirme sobre si la fuente es tan rebosante
como él cree.»
NECESIDAD DE EXPLICARSE A SÍ MISMO
Nietzsche buscó contactos en Basilea con círculos
universitarios, ante todo con Jacob Burckhardt. Pero ya se ha convertido en algo
extraño para los basileos. Aquí, en medio de esta, decepción, surge el plan explicarse
«a sí mismo», buscando comprensión, por medio de una misiva completamente
personal «A mis amigos», como escribe a Overbekc el 10 de julio de 1884. Puede
atisbarse en este plan su último escrito, el «Ecce homo», que seguirá sólo
cuatro años más tarde y para cuya comprensión es importante conocer el primer motivo
que lo impulsó. Por el momento reprime esta idea: «fue sólo la sugestión del aire
de Basilea, una idea debida al desánimo. ¡Ni una palabra más sobre mí!. El
'explicarme' ya lo llevé a cabo por medio de la última parte de la Gaya ciencia.»
NECESIDAD DE LA SOLEDAD
En esa misma carta describe su visión de la estancia en
Basilea: «Basilea, o mejor mi intento de revivir el viejo trato de antaño con
basileos y la Universidad --me ha agotado profundamente. Un papel y disfraz tales cuestan
ahora demasiado a mi orgullo. ¡Mil veces mejor soledad! ¡Y, si ha de ser así, perecer
solo!---«Y a Köselitz en 1884: «¡Por fin en Sils-Maria! ¡Por fin vuelta a
-la razón! Entretanto todo ha sido demasiado irracional en torno mío (estaba como
entre vacas); pero la mayor sinrazón fue que me quedara tanto tiempo en esas hondanadas y
establos. Quien necesita distracciones, como sucede de vez en cuando, quien necesita
ocasión para reír, libros y hombres maliciosos - que vaya a cualquier otra parte, pero
no a Basilea en hoc genus omne. Lo más simpático que viví fueron los apuros de Jacob
Burckhardt por tenerme que decir algo sobre el Zaratustra: no fue capaz de decir otra cosa
que por qué no hacía un intento con el drama. -»
BASILEA DECEPCIONADA
Debió de resultar muy triste para Burckhardt ocultar su penosa decepción antes
los derroteros por los que, según él equivocadamente, caminaba Nietzsche. En sus Consideraciones
históricas universales se puede leer: «La Wöluspa, que ya existía a
comienzos siglo VIII... es un testimonio poderoso de los cantos mitológicos entre los
escandinavos; además del mito abarca también el fin del mundo y el surgimiento de nueva
tierra.» Nietzsche había asistido a este curso y había discutido privadamente
con Burckhardt, precisamente, en relación a tales mitos y doctrinas que se referían a un
retorno del proceso terráqueo, de que eso era una idea absurda. ¿Y ahora?
¿Qué había de pensar Burckhardt de su antiguo colega, oyente e interlocutor,
cuando éste ahora, y con tanto convencimiento, presentaba justamente esas ideas como el
hallazgo fundamental de su esfuerzo filosófico y lo ponía como piedra de toque para
saber si alguien «era de los suyos» o no -haciéndolo además en la forma
poética de una leyenda?.
META VON SALIS
Nietzsche huyó de Basilea y se dirigió de nuevo a la
altura de la vertiente sur de los Alpes, hotel Piora en el Ritomsee, a 1840 m.
aproximadamente sobre el nivel del mar (así pues, algo más alto que Sils-Maria), a 700
metros hacia arriba o tres horas de camino, más o menos, de la estación de ferrocarril
de Airolo, situada a la salida sur del túnel de San Gotardo. Aquí encontró la completa
soledad externa que necesitaba. Pero otra vez resultó un fracaso. Ya después de una
semana aproximadamente (el 12 de julio) Nietzsche abandona el lugar y se
va a Zürich. Envía «al partir» de Airolo un anuncio de su llegada a la señorita Meta
von Salis: «... suponiendo que Usted sepa quién soy yo, no tiene por qué
extrañarse de que desee conocerla. Permaneceré algunos días en Zürich, hotel Habis:
comuníqueme allí, se lo ruego, noticia sobre el cuándo y el dónde de un encuentro.»
Y firma: «Su seguro servidor Prof. Dr. Nietzsche.» Meta von Salis
sabía muy bien quién era el que se anunciaba a ella. Con seguridad, estaba perfectamente
informada por su amiga Resa von Schimhofer, y detrás de todo --o mejor: sobre
todo-- estaba Malwida von Meysenbug, preocupada por el aislamiento de
Nietzsche, a cuyo círculo pertenecía esta joven estudiante de Zürich, como en su tiempo
Lou Salomé y recientemente Resa von Schirnhofer, Helene Druscowitz y
algunas otras más. El 14 de julio de 1884 tuvo lugar en Zürich el primer
encuentro, que al menos para Meta von Salis supondría uno de los acontecimientos
más significativos de su vida. La primera toma de contacto fue de todos modos corta;
cuatro días más tarde (el 18 de julio) ya está Nietzsche en su refugio de verano de
Sils-Maria; tuvo, por tanto, que abandonar Zürich el 17 de julio a más tardar.
ATRACCIÓN PARA FORASTEROS
En Sils ---como en Niza-- Nietzsche se hizo
rápidamente con un pequeño círculo de huéspedes ocasionales en torno suyo, y parecía
encontrarse especialrnente bien rodeado de mujeres cultivadas y ya no tan jóvenes. Había
también visitantes que venían expresamente por él. Nietzsche se convirtió en
una especie de «atracción para forasteros». Con un cierto dejo de orgullo,
irónicamente coloreado, resume el 2 de septiembre de 1884 a Kóselitz: «Sils-Maria
es de primerísitna clase, como paisaje -y ahora también como me han dicho, a causa 'del
solitario de Sils-Maria'. -Vea Usted, acabo de escribir rápidamente una 'inmodestia de
primerísima clase'.»
FAMILIA ILUSTRADA
Ulysses von Salis, el mariscal de Luis XIII,
compró en 1633, como refugio, el castillo Marschlins. Marschlins es un arrogante castillo
de agua, construido en forma cuadrada en torno a un patio central, y con una torre en cada
ángulo. El foso ya hacía tiempo que estaba seco, pero, a cambio, rodeaba al castillo una
foresta magnífica. Más de un siglo después otro Ulysses von Salis (1728-
1800), acomodó el castillo para internado. Habían prendido en él los ideales
pedagógicos de su época, y estaba en contacto con los representantes
contemporáneos suyos de la Ilustración y con los predecesores del «Sturm
und Drang».... Goethe, al final del libro 15 de «Poesía y verdad»,
recuerda a Salis como un hombre serio y comprensivo.
EDUCACIÓN EN MARSCHLINS
Ulysses von Salis intentaba hacer de Marschlins un
«filantropio», donde los jóvenes fueran educados para una más alta
realización del ser humano. También con esta idea dirigió la renovación
arquitectónica de la arrogante residencia señorial. En este entorno y en este ambiente
intelectual creció -un siglo más tarde también- Meta von Salis, que vino a
añadir el componente esencialmente nuevo y revolucionario para entonces de que el sexo
femenino no siguiera excluido de esa formación humana, sino que participara de las mismas
oportunidades formativas que el masculino.
CONTACTO DE NIEZSCHE Y META VON SALIS
Sobre el primer contacto personal en Zürich (ella ya conocía desde hacía tiempo al
autor filosófico) Meta von Salis nos transmite lo siguiente en su libro sobre
Nietzsche, «Filósofo y hombre noble»: «¿Qué impresión me causó
Nietzsche el 14 de julio de 1884? -El mismo acostumbraba a decir, con respecto a los
lugares, que había de existir para cada persona un optimum, como para él representaba
Sils-Maria. Pienso que cada uno tiene sus optima también entre las vivencias, cuando se
trata de personas. Nietzsche encarnó para mí ese optimum en un sentido muy
representativo, y eso que estoy muy acostumbrada al trato con hombres y mujeres de pueblos
diferentes... Ya la primera impresión no fue comparable a ninguna otra recibida
anteriormente. El aire extranjero, no alemán, de su cara correspondía con una apariencia
sin pretensiones que no dejaba adivinar en él al catedrático alemán. Una fuerte
seguridad en sí mismo hacía innecesaria la adopción de una pose. Aquel hombre, que
veía en la ostentación un residuo de la esclavitud,... no tenía nada de las típicas
maneras afectadas y pequeñoburguesas de los intelectuales. Desde el primer momento
llamaba la atención su suave voz, llena de delicadeza y melodía, y su modo de hablar muy
pausado... Si una sonrisa iluminaba aquel rostro bronceado por la larga permanencia al
aire libre del sur, entonces adquiría una expresión conmovedoramente infantil que ganaba
las simpatías. La mirada parecía, la mayoría de las veces, vuelta hacia adentro...o
proveniente de la profundidad buscando algo en lo que poner la esperanza que ya casi
había perdido; pero siempre eran sus ojos los de una persona que ha sufrido mucho y que,
a pesar de ello, ha resultado vencedora, y se yergue, melancólica, sobre los abismos de
la vida. Ojos inolvidables, resplandeciendo por la libertad del vencedor, acusando y
lamentando que el sentido de la tierra y su belleza se hubieran malversado en absurdo y
fealdad.» ¿De qué hablamos? Del calor y del aire de tormenta, de amigos comunes y de
lugares bien conocidos por ambos, de cosas de las que suelen hablar en el primer encuentro
dos personas que saben una de otra... Después nos apartamos de lo usual, es decir,
Nietzsche habló de sus intereses intelectuales y yo escuchaba. Una anotación de aquellos
días me recuerda que tocó dos de sus pensamientos preferidos. El primero fue que el
hombre sólo conoce la mínima parte de sus posibilidades, de acuerdo con el aforismo 336
de 'Aurora', que acaba con esta frase: '¿Qué sabemos nosotros adónde nos podrían
llevar las circunstancias?' -Aforismo 9 de la 'Gaya ciencia': 'Tenemos en nosotros todos
los jardines y plantaciones; y, con otro símil, todos somos volcanes crecientes a los que
llegará la hora de su erupción: -aunque nadie sabe, es verdad, lo cerca o lo lejos que
está'-Y aforismo de 'Más allá del bien y del mal': 'Hacen falta golpes de suerte y
muchos imponderables para que una persona superior, en la que duerme la solución de un
problema, llegue a actuar a tiempo todavía -llegue a la 'ruptura', como podría
decirse--. Normalmente no sucede, y en todos los rincones de la tierra hay gente que
espera sentada, gente que apenas sabe hasta qué punto espera, y menos todavía que espera
en vano--. El segundo se refería a la música, que, según su opinión, está tan
determinada por el carácter de una época cultural como el resto de las artes y de las
ciencias. Toda una serie de aforismos demuestra lo minuciosamente que Nietzsche se dedicó
a justificar este asunto. El tiempo me iría confirmando que Nietzsche gustaba de hablar
de aquello que lo ocupaba en un momento concreto. Hablaba mejor y más subyugantemente que
cualquiera que yo conociera, pero no evitaba en absoluto los asuntos vulgares, sino que
los llenaba de significado por medio de la perspectiva totalmente individual desde la que
los consideraba .. »
AMISTAD Y MATRIMONIO
Se ve claramente, asimismo, que para Meta von Salis --al
igual que para Malwida von Meysenbug- la forma supremamente ideal de las
relaciones humanas es la amistad y no el matrimonio. Con ello está predestinada de
forma especial también para la amistad con Nietzsche, para quien esa forma
significaba asimismo el grado más alto de la relación personal.
AFINIDADES DE NIETZSCHE Y META VON SALIS
Cuando el 1 de marzo de 1855 nació Meta von Salis, su
padre, Ulysses Adalbert, tenía sesenta años, y su madre -también una von Salis,
Margarete Ursula- treinta y seis. La diferencia de edad era todavía mayor que la
existente entre los padres de Nietzsche. Se trataba de un matrimonio duramente probado. En
las Navidades de 1849 habían perdido, por fallecimiento, dos hijas. Todas las esperanzas
se fundaban en el hijo Ulysses -nacido en 1850- como único trasmisor del apellido
familiar que era, dado que a él le siguieron de nuevo dos chicas: Pauline y Meta. Pero en
1859 murió también el muchacho. Esto fue un golpe demoledor para el padre, que se
acercaba a la vejez, y una lúgubre experiencia, que marcaría su modo de ser, para Meta,
entonces de cuatro años, parecida a la de Nietzsche, a la misma edad, debida a la
temprana muerte del padre y del hermanito Joseph. De este modo la pequeña Meta se
convierte en «una niña tímida, apasionada y poco comunicativa. Con seriedad
meditabunda, sus ojos grandes, azules, miran al mundo. Son auténticos ojos de Marschlins,
esos ojos azules resplandecientes, de los que dice la gente del pueblo que no hay falsedad
que resista su mirada clara. No resulta fácil penetrar en esa alma infantil que oculta
con temor su profunda sensibilidad, su riqueza de sentimientos, y que es quien más sufre,
a la vez, por la tensión de ese estado. Los reproches en este sentido la vuelven aún
más obstinada; la conciencia de la obligación y del pundonor, sin embargo, ya se han
desarrollado fuertemente en ella ... El aprender no le resulta nada dificil.» ¡Qué
cuadro más parecido al del serio escolar del gimnasio catedralicio de Naumburg! Meta
von Salis confiesa en sus memorias autobiográficas: «Evolucioné a saltos,
irregularmente, más influenciada por los libros que por la vida.» Pronto -más que
Nietzsche con respecto a Pforta-, en 1863, Meta, con ocho años, fue llevada a
Friedrichshafen, al «Paulinenstif», para un período de cuatro años de
formación como interna. Se trataba, naturalmente, de una preparación para la profesión
llamada «femenina», es decir, para llevar la casa; así lo quería su
conservador padre.
LA CUESTIÓN DE LA MUJER
De las experiencias tenidas hasta entonces concluye Meta von
Salis, sin embargo, que así no llegará a dar el paso definitivo en sus intereses
educativos más queridos: la cuestión de la mujer. Va más allá ahora que Malwida
y, con veintiocho años, comienza sus estudios universitarios con el objetivo de
terminarlos de modo oficial. Y alcanzará esa meta: en mayo de 1887 -a los treinta y dos
años-- supera su examen de doctorado en la facultad de filosofía de la
Universidad de Zürich, con «magno cum laude», presentando una tesis de
carácter histórico sobre Agnes de Poitou. De ese modo se convierte en la
primera grisona con título de doctor. Más tarde explica a Nietzsche retrospectivamente «que
realmente el título no le importaba mucho por ella misma, pero que en interés de la
cuestión de la mujer no quiso irse de la Universidad sin antes haberlo conseguido.»
HELEN ZIMMEM
Nietzsche había conocido a esta «inteligente judía»
---como más tarde la presenta a sus amigos--, nacida el 25 de marzo de 1846 en Hamburgo,
pero que desde los cuatro años había crecido en Inglaterra, ya en 1876 con ocasión de
los festivales de Bayreuth, después de que, por consejo de Wagner, le hubiera enviado a
ella con anterioridad su primera Consideración Intempestiva «D. Fr. Strauss». «Todavia
hoy conservo el libro, provisto de una dedicatoria, y, naturalmente, lo enseño con gusto
y con orgullo a mis visitantes», confesaba todavía en 1925 a Oscar Levy,
en cuya (primera) edición inglesa de Nietzsche ella colaboró con las traducciones de «Más
allá del bien y del mal» y de «Humano --demasiado humano». Fue la
primera que, en 1874, publicó en Inglaterra un libro sobre Schopenhauer:
«Schopenhauer. His Life and his Phüosophy», del cual Wagner tuvo noticia
casualmente. La felicitó por la valerosa obra llevada a cabo y la invitó a los
festivales de 1876. En medio de la turbulencia de las semanas festivas, y también
seguramente a causa del mal estado de salud de él en aquella época, sólo se llegó
entonces a un fugaz conocimiento entre ella y Nietzsche. Pero parece que esto fue
suficiente para determinar a Miss Zimmem a ir a Sils por causa de
Nietzsche, no sólo en el verano de 1884, sino también, y esta vez dilatadamente, en el
verano de 1886. De todos modos, quizá Oscar Levy exagera un tanto cuando la
glorifica como la «amiga inglesa de Nietzsche» (título que le da en sus
conversaciones con Miss Zimmem), a pesar de que ello no obste para que el trato con ella
representara, con seguridad, para Nietzsche una agradable ampliación de su ramillete de
damas en la Engadina, del que Resa von Schimhofer escribe lo siguiente: «El
centro de este círculo era una inglesa vieja, inválida, llena de espíritu, Mrs. Fynn,
una católica convencida, por la que Nietzsche sentía un sincero respeto. Cuando más
tarde la conocí personalmente en Ginebra me contó cómo Nietzsche, con lágrimas en los
ojos, le había suplicado que no leyera sus libros, dado que 'había tanto en ellos que
habría de herirla profundamente'.» Tampoco a la hija de Mrs. Fynn, asimismo presente, ni
a la vieja Madame Mansuroff hubo de introducir Nietzsche apenas en sus problemas
filosóficos. Por eso mismo significaba mucho para él encontrar en Miss Zimmem una
persona preparada por sus lecturas de Schopenhauer y que le escuchaba paciente y
comprensivamente durante sus caminatas, normalmente tan solitarias - fisica y
espiritualmente.»
BERTA ROHR
Entretanto también Malwida von Meysenbug había vuelto a
acordarse de modo especial de su solitario amigo, del muchacho de sus desvelos: ¡vuelve a
prepararle otra vez una mujer, esta vez incluso rica y hermosa!:«Así pues, esto no
resulta... Berta Rohr quiere venir a Roma y es en ella en la que pienso para su hermano...
Es todavía hermosa, rica, totalmente libre... y... no contraria a un plan así.» Berta
Rohr permaneció todavía hasta enero de 1885 en Roma con Malwida, pero Nietzsche
decidió no ir allí ni dar lugar a un «encuentro» como ése. Era un niño
quemado; ya una vez -y con inicio allí-- había recibido las más profundas heridas
anímicas, de las que todavía no se había curado. La experiencia con Lou no estaba aún
superada.
Malwida seguramente creía poder conectar con un viejo afecto de Nietzsche. Diez
años antes (el 22 de julio de 1874) Nietzsche había escrito a su hermana que «hace
poco casi me decidí una noche a casarrne con la Srta. Rohr; hasta tal punto me gustó».
El hubo de contárselo también a Malwida como «curiosum»; así se lo indica a
su hermana, y añade: «Tus reparos son mis reparos» Los reparos vinieron, pues,
primeramente de Elisabeth, lo que no le impide más tarde, el 13 de enero de
1911, escribir a Berta Rohr, quien permaneció hasta 1933 en contacto epistolar
con ella y visitó también Weimar: «¿Sabe, querida, que mi hermano la encontró
encantadora y que en una ocasión estuvo empeñado en prometerse con Usted, si Usted
hubiera aceptado, naturalmente? También Usted se dio cuenta, creo, de hasta qué punto
ése era mi deseo. Curiosamente lo único que retrajo de ello a mi hermano fue el reparo
de que Usted tomaba la vida demasiado en serio, y que se inclinaba a la melancolía y al
pesimismo. Mi hermano sabía demasiado bien que él habría de vivir en lucha, en cierto
modo, contra todo un mundo, y que, por ello, una mujer habría de tener, ante todo, un
temperamento fuerte y alegre.»
RECUERDOS DE RESA VON SCHINHOFER
Todavía después de muchos años Resa
tiembla al volver a representarse la imagen de la enfermedad de Nietzsche: «Si en
Niza había conocido a un Nietzsche aparentemente saludable -si exceptuamos sus ojos
enfermos--, esa imagen cambió durante mi corta estancia en la -Engadina, donde
él--hablaba mucho sobre sí mismo y sobre su dolencia, padeciendo además un fuerte
ataque de la misma... Después de que Nietzsche hubiera estado invisible por enfermedad
durante un día y medio, la Srta. Willdenow y yo fuimos por la mañana a informarnos sobre
su estado. Se nos dijo que se sentía mejor y que le gustaría hablarme. Mientras mi
acompañante esperaba a la entrada de la pequeña casita construida en la roca, fui
conducida por una estrecha escalera arriba, a un pequeño y modesto comedor. Estaba allí,
al lado de la mesa, esperando, cuando se abrió la puerta de la derecha, que daba a la
habitación contigua, y apareció Nietzsche. Se apoyaba, cansado, en la jamba de la puerta
medio abierta, tenía una expresión descompuesta en la cara pálida, y comenzó
inmediatamente a hablar de lo insoportable de su dolencia. Me describió cómo, en cuanto
cerraba los ojos, veía sobreabundancia de flores fantásticas que, entrelazándose y
trepando, se abrazaban en incesante crecimiento y, cambiando de formas y colores, brotaban
unas de otras, hacia arriba, en exótica frondosidad. 'Nunca tengo tranquilidad', se
lamentó; palabras que me impresionaron. Después me preguntó, de repente, mirándome,
temeroso, con sus ojos grandes, oscuros, con su voz suave e insistencia inquietante: ¿No
cree Usted que esta situación es síntoma de locura incipiente? Mi padre murió por un
padecimiento de cerebro. Profundamente desconcertada por aquella pregunta que no esperaba
en absoluto, me pasaron por la cabeza toda suerte de ideas... No contesté de inmediato, y
Nietzsche repitió por segunda vez esa pregunta estremecedora, que me pareció delatar un
sentimiento de miedo grande, apenas controlable. No sabía qué hacer, pero sentía que
tenía que responder algo tranquilizante, aunque fuera en contra de mi captación
intuitiva de la situación, y así, dije decididamente: que esos fenómenos de excitación
de los nervios de la vista de sus débiles ojos no eran, con seguridad, presagios de una
enfermedad del espíritu, y me despedí con el deseo de un rápido restablecimiento de ese
ataque. Esta escena me dejó una profunda impresión, sobre todo a causa del miedo
expectante que se había expresado más todavía en su actitud y mirada que en sus
palabras. Aún totalmente impresionada di cuenta de la conversación a Clara
Willdenow...Necesitamos mucho tiempo para tranquilizarnos sobre esos oscuros temores y
manifestaciones de Nietzsche, que delataban profundos sentimientos de miedo.»
PASEOS POR EL LAGO SILVAPLANA
Helen Zimmem cuenta: «Yo vivía
entonces en el Hotel des Alpes, a donde Nietzsche venía todos los días para el lunch...
Después iba siempre a pasear conmigo: por la orilla deL lago Silvaplana hasta una roca
que se adentraba en él y que a Nietzsche le gustaba mucho. A menudo me hablaba entonces
de lo que había escrito por la mañana. Yo sólo lograba entender un poco de todo ello,
pero sentía que para él resultaba un alivio el poder explayarse con un ser humano.
¡Parecía solo, tan tremendamente solo! Si yo tenía algún reparo, lo que sucedía pocas
veces, él solía replicar: 'Efectivamente, pero como dice Zaratustra' -y entonces venía
un párrafo de esa su gran obra, de la que por entonces ya había escrito la mayor
parte.»
La narración de Resa von Schirnhofer es más profunda: «También a mí,
como antes y después a otros de sus visitantes, Nietzsche me condujo a la roca rodeada de
agua que está en la orilla del lago de Silvaplana, a la roca de Zaratustra, a aquel
maravilloso paraje de grave belleza natural, donde el lago verdinegro, el bosque próximo,
las altas montañas y la calma festiva entretejen juntos sus encantos. Después de
sentarme, a ruegos suyos, en la para él 'roca sagrada', Zaratustra comenzó a hablar
desde el mundo de su alta tensión espiritual y emocional, derramando sobreabundancia de
ideas o imágenes, revestidas de un lenguaje ditirámbico. Después me habló de la
rapidez sorprendente con que había surgido cada una de las partes de la obra, subrayando
lo fenomenal de esa producción e inspiración, a las que la escritura apenas podía
seguir. En el modo en que me hablaba de estas cosas no había rasgo alguno de locura
patológica, ni siquiera de quasi-normalidad -lo que se llama presunción-, ni en la
elección de las palabras de su conversación ni en el tono de la misma, que más bien
delataba una sorpresa ingenua, inmensa, como sobre algo enigmático para él, y que
trasponía todo su ser en un desasosiego agitado. Esta visita a la roca de Zaratustra
posee todavía hoy una realidad conmovedora en mi recuerdo. El tipo de creación poética
de Nietzsche me pareció entonces fruto de una genialidad potenciada, y no se me ocurrió
considerarlo críticamente ni interpretarlo sintomáticamente.» »Cuando seguimos por la
orilla del lago, dejando tras de nosotros la zona del encanto de Zaratustra, se perdieron
también las misteriosas vibraciones en el ser de Nietzsche, le llegó una distensión
natural, favorecida por el exquisito frescor y por la pureza del aire de aquel claro día
de verano, al que no amenazaba en el horizonte «nubecilla eléctrica» alguna de las que
tanto temía Nietzsche. ...Me acuerdo todavía de un paseo matinal a orillas del lago de
Sils hasta un lugar desde el que se podía divisar en la lejanía, pintorescamente
situado, el hotel, recientemente construido, de Maloja, destinado 'a la aristocracia
católica', como Nietzsche dijo. Después dimos la vuelta, subimos un pequeño promontorio
donde, sobre un tapiz de césped frondosamente verde, atravesado por bloques de roca
cubiertos de musgo, rodeado anularmente de espesa maleza, Nietzsche tenía su escondido
lugar de tranquilidad, en el que el poeta y el pensador mantenía sin estorbos diálogo
consigo mismo. Aquí comenzó a tocar de nuevo su tema preferido, esta vez sólo con una
profunda tristeza y lágrimas en los ojos, lamentándose de la pérdida irreparable de la
pasada amistad de Wagner.»
VON STEIN EN SILS-MARÍA
«Gigantesco y delgado, erguido como un
abeto, la cara fresca y llena, el cabello rubio, los ojos azules claros y muy abiertos'»,
así se presentó el 26 de agosto de 1884 ante el predicador del superhombre este
vástago de vieja nobleza francona, documentada ya desde el siglo XII. Tenía entonces veintisiete años.
Heinrich von Stein había nacido el 12 de febrero de 1857 en Coburg. A los once
años perdió, por fallecimiento, a su madre, lo que dejó profundas huellas en su modo de
ser y en su pensamiento. Inusualmente dotado, acabó el bachillerato ya en marzo de 1874,
es decir, con sólo diecisiete años. Fue primero a Heidelberg a estudiar teología, pero
se decepcionó de la teología dogmática. A cambio encontró en Kuno Fischer (la
fuente y la autoridad en Spínoza y Kant para Nietzsche), el docente de filosofía, a «su»
maestro. Fischer le recomendó a Schopenhauer y a D. Fr. Strauss «como lecturas»; a
Spinoza y Kant, «como estudio», y le previno contra el «disparatado» libro de Eduard
von Hartmann.
En su «lucha por Dios», quería de ella una respuesta a la pregunta «quién
es bueno, quién es malo». Puesto que la teología le negaba las
deseadas respuestas y la ayuda que necesitaba, se volvió a la realidad, primero
filosóficamente por el estudio de Darwin y Haeckel. Pero tampoco esto le
satisfizo, le resultó «sistema» en exceso. Se va a Berlín y se cambia a la
facultad de matemática y física. Aquí en Berlín se topa con la persona que, como
maestro, le influye duraderamente: Eugen Dühring. Bajo el influjo de Dühring
escribe en 1877 (con sólo veinte años) su tesis doctoral «Sobre la percepción»,
o sea «aisthesis», estética en sentido griego.Tambien, el año que Heinrich
von Stein pasó en casa de Wagner como «educador de príncipes» fue un
episodio decisivo de su corta vida, ya que sucumbió, con sólo treinta años, a una
parálisis cardíaca.
AFINIDADES ENTRE NIETZSCHE Y STEIN
A los dos la muerte les había ensombrecido la juventud --en un caso
la de la madre; en el de Nietzsche, la del padre. Ambos habían disputado pronto el
combate con la dogmática cristiana, y ambos se alejaron de ella decepcionados. Ambos
poseían una aversión profunda a los «sistemas» filosóficos, ambos habían cursado
ciencias naturales -Heinrich von Stein oficialmente como estudiante; Nietzsche, por
lecturas que nunca abandonó. Ambos, por amplias rutas, habían seguido el mismo camino
filosófico, a través de Darwin, Schopenhaucr, y para ambos el arte no era simplemente
una dádiva agradable de la vida, sino un aliado, al menos, de la filosofía, y, por ello,
los problemas de la estética un tema central suyo. Ambos habían llegado a docentes
inusualmente jóvenes, ya con veinticuatro años, y ambos eran iniciados en el
DIRECCIONES DIFERENTES
Sin embargo, ambos caminos -el de Nietzsche
y el de Stein- conducen pronto en direcciones muy diferentes, no
reconocibles todavía en esos días de verano de 1884, pero sí pocos meses después. Con
la IV parte del «Zaratustra» Nietzsche completa su ruptura con el mundo que
representa Heinrich von Stein y que Nietzsche mismo había defendido en las tres
primeras partes de la obra.
Nietzsche volverá a negar -como ya lo había hecho en «Humano - demasiado
humano»- la intuición artística, lo poético como medio de persuasión
filosófica, que en las primeras partes de Zaratustra había experimentado y
valorado de nuevo. Negará al arte el derecho (¡no la posibilidad!) de
representar una cosmovisión, al modo como, por ejemplo, lo forrnula Malwida
von Meysenbug en su diario: «Lo que importa no es que el arte represente a lo
sagrado, sino que él sea sagrado.» Exactamente eso es lo que Heinrich von
Stein, siguiendo a Wagner y de acuerdo con la estética contemporánea, defiende: a
saber, que el arte tiene no sólo el derecho, sino la obligación, que es su naturaleza
más original incluso, el representar una cosmovisión, dado que sólo él la representa
inmediatamente vivenciable. Nietzsche, por el contrario, traspasa el interés y el
concepto del juicio estético de aquello que el arte ofrece al cómo lo ofrece, al
arte como saber hacer, como tégne.
Heinrich von Stein hubiera podido entender esta concepción del arte, pero
nunca hubiera recorrido el mismo camino con Nietzsche, y el ataque de Nietzsche a la
estética romántica en el «Caso Wagner», habría tenido que implicar al fiel
colaborador de la «Bayreuther Blátter».
VON STEIN UNO DE LOS SUYOS
Pero en estos momentos de Sils-María,
Nietzsche no veía motivo de separación. Dado que Heinrich von Stein había
seguido hasta ahora un camino tan semejante al suyo, creía que en lo sucesivo debían
continuar juntos, y esperaba, en este caso especial, un auténtico discipulado del discípulo
inter pares. Nietzsche resume su impresión el 14 de septiembre de 1884 en una carta
a Overbeek: «La experiencia del verano fue la visita del barón von Stein (venía
directamente de Alemania... y volvió directamente a casa de su padre ---un modo de poner
acento en una visita, que me ha impresionado). Es un magnífico ejemplar de hombre y de
persona, y que a mi, a causa de su tono heroico, de base, me ha resultado del todo
comprensible y simpático. ¡Por fin, por fin, otro, nuevamente, de los míos, y que
instintivarnente siente por mí un profundo respeto! ¡Es verdad que está todavía trop
wagnetisé por el momento, pero también muy predispuesto hacia mí, a causa de la
educación racional que ha recibido al lado de Dühring! ¡A su lado sentí continuamente,
y del modo más fuerte, cuál es la tarea práctica que me corresponde en la vida, con
sólo que cuente primero con jóvenes suficientes de un tipo muy determinado!... Respecto
a Zaratustra, Stein me dijo con total franqueza que sólo había comprendido 'doce frases
y nada más': ello me puso muy orgulloso, porque caracteriza la indecible extrañeza de
todos mis problemas y luces... Sin embargo, Stein es lo bastante poeta como para sentirse
profundísimamente conmovido, por ejemplo... por la 'otra canción de baile' (se
la había aprendido de memoria)... Stein me ha prometido, por su cuenta, trasladarse
conmigo a Niza a la muerte de su padre.»
CÍRCULO DE BAYREUTH
Heinrich von Stein estaba realmente
impresionado por Nietzsche. No pudo por menos, ya a la misma vuelta, que escribir a
Bayreuth a Daniela von Bülow, el 31 de agosto, durante un alto del viaje en Zürich:
«En la estrecha estancia campesina en Sils encontré a un hombre que, a primera vista,
inspira compasión. Ya me había advertido Usted de antemano, con su comparación con Humperdinck,
de lo pálido, lánguido, de su apariencia. ¿Me cree si le digo que hubo momentos en
estos días en los que llegué a admirar total y cordialmente a ese hombre? Es verdad que
él no debe hablar de sí. Si no lo hace, entonces uno piensa por sí mismo lo que este
hombre sufre, y cómo de ello ha salvado un fuerte gozo de vivir. Yo fui testigo de un
día así de dolor. La noche siguiente no durmió: pero por la mañana nos saludó un día
espléndido de sol. Ese día anduvimos juntos ocho horas en total, hablando sin cesar
sobre los grandes asuntos de la vida, nuestro común recuerdo -sobre lo histórico --sobre
lo eterno. Al atardecer todavía se sentía fresco y despierto, como a mí me gustó
siempre imaginarlo. -Las praderas de la Alta Engadina y las cimas de nieves perpetuas, que
las llenaban de luz, proporcionan a esos días, para mí, unas fuertes líneas que no se
borrarán. -...Me he traído de Sils el deseo cordial de poder hacer algo por Nietzsche.
Hay un destino que pesa sobre él y de todo lo lejano, aun de lo aparentemente lejano,
escuché que él ya no puede ser feliz en la vida. Pero esto no está pensado con rigor,
sólo en serlo. - Nietzsche me ha encargado un cordial saludo para Usted; seguramente le
agradará a Usted recibirlo; al que saluda pareció agradarle realmente.»
ACTITUD DE BAYREUTH FRENTE A NIETZSCHE
Nadie de entre los «wagnerianos», a los que ciertamente
pertenecía Heinrich von Stein, ha vuelto a escribir algo tan positivo sobre
Nietzsche. Afirma Wahnes: «El noble Stein, elegante por naturaleza, estaba abierto,
respetuosamente receptivo, a todas las grandes ideas que le ofrecía Nietzsche. Por
entonces en los círculos de Bayreuth no dominaba todavía la opinión condenatoria de que
Nietzsche, ya diez años antes de la crisis aguda de la enfermedad, estaba enfermo,
opinión que señala a obras como el Zaratustra como creaciones de un loco.» Y es
que, de momento, ¡se tenía en las manos sólo «Richard Wagner en Bayreuth»,
no todavía «El caso Wagner»!
HISTORIA DE FILOCTETO
Aquí conecta Stein con la carta que le escribió
Nietzsche poco antes de la partida, como último saludo desde Sils-Maria: «Su visita
pertenece a las tres buenas cosas por las que estoy fundamentalmente agradecido a este
año de Zaratustra. ¿Quizá para Usted ha resultado peor? ¿Quién sabe si Usted no ha
encontrado en exceso a Filocteto en su isla? E incluso algo de aquella creencia de
Filocteto:'¡Sin mi flecha no se conquistará Troyal' Un encuentro así como el nuestro
trae siempre muchas consecuencias, mucho destino. Pero esto me lo cree Usted seguramente:
desde ahora Usted es uno de los pocos cuya suerte, en lo bueno y en lo malo, va unida a la
mía.»
Con el simil de Filocteto Nietzsche eleva el encuentro con Heinrich von Stein
a un plano semejante a aquel del símil de Ariadna desde el que quiere contemplar
su relación con Cosima y Richard Wagner. Con la paráfrasis de Sófocles
parece precisar con exactitud la referencia. Pero hay por lo menos dos paralelos
personales y un elemento de la acción que no concuerdan. El Filocteto de
Sófocles --de acuerdo con las leyendas tradicionales griegas-- fue apartado por los
aqueos, a causa de su ulcerosa y supurante herida producida por un mordisco de serpiente,
de la expedición contra Troya y abandonado en una isla desierta. Filocteto-Nietzsche
no fue expulsado por los «bayreutherianos», él fue quien los abandonó.
Sólo él sabía en principio que había sido mordido, y por qué serpiente lo había
sido, sólo él tenía idea del efecto de la herida. Algo de ello desvela en Zaratustra I:
«Del mordisco de la serpiente» El paralelo, no declarado, pero supuesto por la
referencia a Sófocles, de Aquiles-Wagner no es correcto en modo alguno, o,
cuando más, sólo porque en el momento de la acción ambos están muertos y son sólo sus
espíritus los que flotan sobre la escena. ¿O fue el paralelo Hércules-Wagner
el que veía Nietzsche? ¿Hércules, que aparece en Sófocles como deus ex machina, de quien
Filocteto había recibido el arco y las certeras flechas, con los cuales únicamente puede
conquistarse Troya? Entonces Nietzsche se vería como el heredero y representante del arco
y las flechas de Wagner.
Y ¿cuál sería el papel de Heihrich von Stein en este drama? En Sófocles son
el astuto y embustero Ulises y el «necio auténtico» Neoptolemo,
hijo de Aquiles, los que llegan hasta Filocteto, enviados por los aqueos, para arrebatarle
con astucia el arco y las flechas. A partir de aquí Sófocles desarrolla su emotivo
drama: Neoptolemo, bajo la impresión que le produce el doliente Filocteto,
renuncia a la astucia y al engaño, poniéndose así en medio del dilema: misión -
fidelidad al compromiso- y lealtad humana. Nietzsche no pudo ver a Ulises en Heinrich
von Stein; este paralelo hay que excluirlo con seguridad. ¿Y el de Neoptolemo-Stein?
Tampoco aquí el paralelo es exacto. Heinrich von Stein no viene a visitar al Filocteto-Nietzsche
como enviado de los «bayreutherianos» con un encargo insidioso, sino por su
propia cuenta, como un joven filósofo que se acerca a una persona a la que desde hace
tiempo respeta como un maestro de su especialidad. Lo hace, es verdad, con el conocimiento
y la anuencia de sus «bayreutherianos», con lo que --,especialmente en el caso
de Daniela, la hija de Bülow, que parece que, como tal, consiguió mantener una
posición independiente dentro de su círculo-, pudieron haberse abrigado ciertas
esperanzas de una reconciliación con el filósofo, al que ella apreciaba. Hay un punto,
sin embargo, en que concuerda el paralelo: Heinrich von Stein fue tan
impresionado por Nietzsche como Neoptolemo por Filocteto. Pero es exagerado lo
que la señora Förster afirma en su comentario a las cartas.- «Fue enviado a
Sils-Maria para volver a ganar a Nietzsche para la causa de Bayreuth, pero ciertamente no
para dejarse llevar por él por rutas nuevas y extrañas. Esto lo había olvidado un poco
Stein en presencia de mi hermano, e incluso también en los primeros tiempos después.»
Nietzsche no podía fijarse con precisión en los paralelos de las figuras
secundarias, estaba demasiado volcado hacia sí mismo para ello. Sólo veía con exactitud
a sí mismo, y sólo a sí mismo se ponía en relación directa con el simil elegido.
Sólo concuerda la figura de Filocteto. Pero queda abierta aún una inquietante
cuestión: ¿Qué quería conquistar Nietzsche con sus flechas? «Flechas», un
título que, precisamente por esa época, tenía pensado para una publicación especial
consistente en una colección de aforismos. Según la leyenda se trata de la Ilión
del viejo Príamo. ¿Dónde ve Nietzsche esta Ilión en su tiempo? Su libro de
anotaciones podría ofrecer una respuesta: «Sin mis flechas no será conquistada la
Troya del conocimiento -eso digo yo 'Filocteto'.»
Todo queda, sin embargo, muy ambiguo y polifacético; esa referencia aparentemente tan
simple de Nietzsche nos deja en un mar de preguntas sin respuesta. Sólo hay una cosa que
puede ser ganada como dato biográfico esencial. En esos años de 1883-84 comienzan las autoidentificaciones
de Nietzsche. Hemos de reconocer que la figura de Zaratustra no fue simplemente
una licencia poética o un instrumento formal (como en el caso de Kierkegaard o de E.T.A.
Hoffmann, por ejemplo), sino una transformación total: Nietzsche se convierte en
Zaratustra, es Zaratustra. Ahora es Filocteto durante un tiempo relativamente
corto, así como Dioniso, aunque todavía aquí no hable de este últitno. Estas
metamorfosis aumentan desde ahora hasta los primeros días de la locura, cuando
Nietzsche se hace incluso César y «el crucificado», junto a otras
identificaciones que se siguen o se sobreponen rápidamente. Nietzsche comienza a
perderse, para reconstituirse en figuras ficticias. Cuando esto comenzó, cuando al
final del libro IV de la «Gaya ciencia» se anunció Zaratustra, él escribió
-con total claridad todavía- al respecto: «Incipit tragoedia.»
Como Filocteto, él se ve ahora como héroe de una tragedia sofóclea, como víctima
de un destino que actúa sobre él, condenado a la soledad, al aislamiento. Y esa
resignación se da, inconciliable, al lado del componente contrario, la esperanza, la
convicción incluso, de que en breve logrará reunir en torno suyo en Niza su círculo
soñado de «personas superiores».
RODEADO DE ESPÍRITUS APTOS PARA SU PROYECTO
Este verano le había traído a Nietzsche personas con las que
podía vivir: Meta von Salis, Helen Zimmem, Resa von Schirnhofer y ahora este
magnífico Heinrich von Stein. En Niza le esperaba Paul Lanzky; en
Venecia, Heinrich Köselitz, y, con todo secreto, seguía confiando todavía en Lou
Salomé y Paul Rée (escribe a su madre a comienzos de septiembre: «El
Dr. von Stein me ha hablado con el mayor respeto del carácter del Dr. Rée y de su
cariño hacia mí -lo que me ha hecho mucho bien». Es extraño que vuelva a aparecer
su vieja y acariciada idea de una comunidad.
CONDICIONES PARA REUNIRSE CON SU HERMANA
Nietzsche rechaza el ofrecimiento, y sólo estaría dispuesto a
transigir si Elisabeth, junto con su doctor Förster, desapareciera en
breve de Europa, y se tratara de un último encuentro, de una despedida por lo menos para
años. «Se comprende que en un caso así olvidaría las consideraciones con respecto
a la salud (y, más todavía, al dinero).» Pues mientras ese antisemita de Bernard
Förster se encontrara en Europa, y como prometido de Elisabeth, Nietzsche
se sentiría traicionado y comprometido. El hijo le responde con toda decisión el 2 de
septiembre. «Temo ahora los largos viajes... Sils y Niza, Niza y Sils -y, en medio,
una estación para la primavera: así lo haré.»
POSTURA DE COMPROMISO
Finalmente, sin embargo, cede a las presiones y propone un
compromiso: a mitad de camino entre Naumburg y Niza, para él de camino de Sils a
Niza -y sin la madre, cuyo estilo moralizante no podría soportar precisamente ahora
y en este asunto-. El 19 de septiembre le escribe: «Mi decisión en
relación a un encuentro con mi hermana quedará en sus manos. En consideración a tus
temores ante el cólera no he elegido Lugano... Bien, Zürich, pensión Neptuno, una casa
buena y conocida: ya he enviado allí una nota... Yo, por mi parte, quiero partir de aquí
el 24 de septiembre por la mañana temprano, y estaré el 25 por la mañana en Zürich...
¡Ojalá el encuentro tenga un buen fmal, y, sobre todo, que no surja de él una nueva
desgracia.»
COMPLACER A SU HERMANA
De las cinco semanas que Nietzsche pasó en Zürich, Elisabeth
no permaneció en la ciudad, a su lado, más arriba de dos: a partir del fin de semana de
27- 28 de septiembre (y no «desde comienzos de septiembre, como dice en su
biografía,); hasta el martes 14 de octubre, concretamente. En tan breve periodo no le fue
demasiado difícil representar otra vez magistralmente el papel de hermano cariñoso,
presentándose, además, a Elisabeth del modo menos conflictivo posible. Y parece ser que
el engaño le salió, efectivamente, bien, a juzgar por la satisfacción que en seguida
manifestaba al respecto. En este sentido escribía ya el 30 de septiembre, bien poco
tiempo después del reencuentro, pues, a Köselitz: «Procurando complacernos al
máximo, después de habernos hecho daño durante tanto tiempo». Y el 4 de octubre
tranquilizaba asimismo a la madre, que ya había sido, posiblemente, informada de todo por
Elisabeth: «... supongo que entretanto habrás tenido ocasión más que suficiente de
enterarte de que tus hijos vuelven a llevarse del mejor modo posible y que son otra vez
buenos chicos en todos los sentidos. Lo que no cabe saber hoy, desde luego, es cuánto
tiempo va a durar esta convivencia.»
LIBERARSE SIN DOLOR
Sobre las relaciones con su hermana en Zürich
informa a Overbeek lo siguiente: «... hasta el momento hemos tenido un sol
espléndido en y sobre nosotros», pero añadiendo en seguida en una postdata algo
que parecía librarle de una amenaza desfavorable: «Mi hermana es un animalito de
lujo; creo que el próximo año la perderé de vista por un tiempo muy largo por la
conocida vía ultramarina.»
GOTTFRIED KELLER
¿Cómo discurriría la relación entre ambos en los
paseos, sin duda no demasiado numerosos, de aquel octubre de 1884? Debían ofrecer juntos
una imagen impagable. El señor secretario de Estado Keller era muy bajo --medía
aproximadamente, según parece, 1,50 m, gordo, pesado, de andar lento y poco hábil.
Nietzsche le sacaba por lo menos la cabeza; tenía el rostro bronceado por el sol de la
montaña y estaba fuerte gracias a sus marchas diarias de varias horas; de no ser por la
modestia general de su aspecto y por el tono retraído y circunspecto de su presencia, la
tentación de tomarle por un «deportista de acero» hubiera sido
fácil. ¿Y de qué pudieron hablar? Keller solo se sintió duraderamente
impresionado por un filósofo en sus años mozos, aunque se trató, desde luego, de un
filósofo que figuraba muy centralmente en el acervo formacional de Nietzsche: Ludwig
Feuerbach. Estaban, pues, en cierto modo, de acuerdo, aunque con matices muy
diferentes, en el juicio sobre los «curas», por decirlo a la manera de Keller.
Pero ¡qué profundas eran, en todo lo demás, las diferencias! Keller era un tipo
singular, conocido en toda la ciudad, querido y admirado (fue nombrado doctor honoris
causa de la Universidad de Zürich en 1869, con ocasión de su 50 aniversario). Sus
paisanos se enorgullecían de él, de su condición de escritor reconocido en todo el
ámbito lingüístico alemán, y de escritor, además, que durante quince largos años
había servido de modo sobresaliente a la cosa pública desde su puesto de secretario de
Estado. Nietzsche era, por el contrario, el «solitario de Sils», un
fugitivus errans casi sin contactos, carente de comunidad verdadera, al que pocos
conocían y algunos más hostilizaban. Aún mayores eran las diferencias de naturaleza. Keller
era un hombre muy dotado visualmente. La pintura había tenido para él en su
juventud la misma importancia que la música tuvo para Nietzsche, no habiendo en este
sentido afinidad alguna entre ambos; las pretensiones de Keller en materia musical no iban
más allá de la canción popular, que estimaba mucho.
CRITICAS AGRIAS
No tan unívocarnente positiva fue, en cambio, y
cuanto menos, la primera impresión que el joven Nietzsche causó, a su vez, a Keller con
anterioridad a este encuentro. Incitado por algo o por alguien -y aquí parece imponerse
otra vez el nombre de Adolf Exner, vinculado a ambos--, Keller leyó el «David
Friedrich Strauss», de Nietzsche. Y en una carta escrita el 18 de noviembre de
1873 al crítico literario vienés y biógrafo de Hebbel Emil Kuh,
encontramos un fuerte ataque, muy en la línea un tanto áspera de Keller, al
«panfleto adolescente del señor Nietzsche» y a su «monótono tono de ataque».
Un ataque en el que se habla incluso de un «filólogo» -y Keller no los tenía
en demasiada estima- «al que ha enloquecido toda esa gaita schopenhaueriano-
wagneriana y que ha montado en Basilea, con otro par de locos como él, un culto propio».
Caracteriza al autor como «mozo dado a la especulación», «filisteo integral» que
«con ese folleto sobre Strauss... lo que realmente busca es dar un golpe a partir del
cual todos pasen a hablar de él, porque la simple profesión de maestro de escuela le
parece demasiado aburrida y tranquila». Respecto de su invectiva contra la cohorte
wagneriana hay que tener en cuenta que Keller se sentía unido, a través de sus amigos
vieneses, a Brahms. Y en cuanto al «golpe», acaso convenga recordar
que el propio Nietzsche utiliza esa expresión al enjuiciar tardíamente sus primeros
escritos (bien «El nacimiento de la tragedia», bien la primera «Consideración
Intempestiva»). En este sentido escribía, por ejemplo, el 25 de julio de 1888 a
Carl Spitteler: «Lo más inteligente que cabe hacer para pasar a ser considerado 'en
sociedad' es meterse, nada más entrar, en un duelo, dice Stendhal. Yo no lo sabía, pero
eso es lo que hice».
SOLICITUD A HEGAR
En Zürich Nietzsche se movía también, una vez
más, por su Maestro Peter Gast. Todavía desde Sils le escribía el 20 de
septiembre: «He reemprendido mi relación con el director de orquesta Hegar, de
Zürich, y voy a intentar convencerle por todos los medios para que ponga en su repertorio
y dirija 'Broma, astucia y venganza'... En principio es solo un intento: si no
consigo nada, habremos aprendido otra vez lo que ya sabíamos, pero con ello nada se
habrá perdido, todo seguirá 'como antes'.»
OBJECIONES DE HEGAR
Pero Hegar tenía algo que objetar a la obra de
Gast. Tras del primer ensayo, el 14 de octubre de 1884, Níetzsche comentaba así, en
efecto, a Kóselitz: «Estuve con él por la tarde y me contó que sentía mucho que
no estuviera Vd. con nosotros. Se expresaba con gran simpatía y sincera benevolencia
sobre nosotros dos. 'Mucho talento' y cosas parecidas, lo que va de suyo. Pero -hay un
pero- no se cansó de insistirme en la urgente necesidad de que consiga Vd. una gran
orquesta (en el punto de la instrumentación encuentra continuamente una contradicción
entre la finura de los objetivos y el «error de los medios» y lo prueba con ejemplos).
Se refirió, pues, a su orquesta imaginaria; también comentó que usa y abusa Vd.
demasiado de ciertos efectos coloristas que le gustan, etc. etc. Sentí una especie de
opresión en el pecho; insistió en que su música suena, indiscutiblemente, de un modo
diferente a como Vd. se imagina, y que de oírla, Vd. sería el primer asombrado»,
GAST DIRECTOR EN ZÜRICH
En la primavera de este año de 1884 había
manifestado Nietzsche a Hegar por carta su deseo de invitarle a ingresar en su grupo de
«amigos dignos de toda confianza». Y ahora Hegar le hacía una contraoferta, sobre
la que Nietzsche informaba a Köselitz el 22 de octubre: «Hegar... me propuso ayer
que venga Vd. acá todos los otoños --está dispuesto a cederle gustosamente media hora
de cada uno de sus ensayos para que tome Vd. mismo 'en su mano' la orquesta, estudiando y
representándose así sus cosas». Era algo que Köselitz deseaba
ardienternente. Así pues, li<5 sus bártulos inmediatamente y el 29 de octubre estaba ya en Zürich. Hegar llegó tan lejos en su afán por complacerle, que el 7 de diciembre le dejó dirigir, en un concierto de la Asociación Coral «Armonía», la Obertura de «El león». Overbeck, que se había trasladado a Zürich tan solo por esta razón, informaba así a Nietzsche el 21 de diciembre: «He oído, pues, al fin, de Obertura de Klbselitz... La música me pareció de una ingenuidad como hoy ya no es frecuente, pero sonaba bien... El público se mostró complacido y tuve la alegría de ver cómo mis aplausos se perdían entre los demás... Dirigía el propio K¿Sselitz, aunque era de la opinión de que la dirección de Weber o Hager habría mejorado su pieza. Es posible que le resulte demasiado difícil salir de sí mismo para ser un buen director... Tanto más he acabado, en fin, por convencerme del mérito que has contraído sacando a Kóselitz de Annaberg y situándole en una atmósfera más adecuada para su ó sus bártulos inmediatamente y el 29 de octubre estaba ya
en Zürich. Hegar llegó tan lejos en su afán de complacerles, que el 7 de diciembre le
dejó dirijir la Obertura del El León.
ENFADO DE NIETZSCHE CON PETER GAST
Nietzsche no estaba nada satisfecho con la actitud de
su amigo Köselitz a los pocos días de su convivencia en Zürich. El 30 de octubre se
quejaba a su madre: «He instalado a Köselitz del mejor modo posible (en la misma
casa en la que vive Helene Druscowitz con su madre) y he intentado convencerle también de
que almuerce con las Stas. Willdenow y Blum, así como con Miss Correll y otras conocidas,
que creo que es lo que más le conviene, dado lo incluso excesivamente plebeyo de sus
costumbres. Nadie puede saber lo que tengo que autosuperarme en el trato con este cuerpo y
este espíritu tan lerdos».
DRUSCOWITZ Y EL LIBRE ALBEDRÍO
Cuando Nietzsche conoció en 1884 a Helene
Druscowitz, ésta había escrito en 1882 una tragedia, «Sultán y Príncipe».
Sus preocupaciones filosóficas, centradas en una serie de problemas metafísicos
concretos, debieron dar pie asimismo a conversaciones interesantes, particularmente sobre
la libertad de la voluntad, cuestión que tan importante papel ocupa en los
escritos juveniles de Nietzsche. En la discusión del tema del libre albedrío -o
de la libertad de la voluntad- Helene Druscowitz toma posición decidida contra Kant
y Schopenhauer a partir de la frase de Paul Rée: «Puedo hacer lo que
quiero», en la que «lo que quiero» remite a lo que puedo querer, planteándose así la
cuestión del origen de este poder. Y aquí es donde está la no libertad. Solo que Helene
Druscowitz no ve las causas éticas ancladas en la trascendencia, sino en un nivel más
próximo, en las «potencias de la naturaleza que asume como aprióricas, esto es, sin
raíz causal. De ello resulta, en su opinión, una especie de «orden moral del mundo»,
de «bien» y
NIETZSCHE OFENDIDO
Nietzsche se sentió ofendido y entristecido por las
divagaciones de Druscowitz. En una carta a Carl Spitteler fechada el 1 7
de septiembre de 1887 dice: «El pequeño ganso literario Druscowitz es cualquier cosa
menos mi 'discípula'.» Ese suele ser el modo como Nietzsche reaccionaba
«cuando alguien que conocía personalmente se erigía, sin autorización, en juez
suyo.» No veía en ello sino un fenómeno negativo de parasitismo espiritual,
y se sentía profundamente herido en su sensibilidad. Es lo que ocurrió cuando la
Dra. Helene Druscowitz le atacó tan superficial como implacablemente en su 'Intento
de un sustitutivo de la Religión'.
EDITOR DESEA DESHACERSE DE NIETZSCHE
La Editorial Schmeitzner se vio implicada,
de modo cada vez más llamativo, en la agitación antisemita. Nietzsche se dio
cuenta de que su persona y su obra quedaban así comprometidas, dado que no estuvo muy
lejos de pasar a ser subsumido bajo esa categoría. Schmeitzner tenía, por otra
parte, dificultades financieras, y estaba a las puertas de la bancarrota. En esta
situación se hubiera librado a gusto del «poco rentable» Nietzsche. Ya el 4 de
octubre comentaba Nietzsche, en consecuencia, a Overbeck: «Schmeitzner quiere
venderme por 20.000 marcos, pero no encuentra quien se atreva a cargar conmigo». Y
el 30 de octubre: «Entretanto he comprendido que tengo que sacar cuanto antes mis
escritos de manos de Schmeitzner, es decir, que tiene que ser obligado a venderlos ahora.
(Porque preciso, dicho en pocas palabras, tener todavía en vida discípulos, y si los
libros que he publicado hasta la fecha no sirven de cañas de pescar, es que han
'fracasado en su misión')». Nos encontramos aquí ya, pues,con la imagen de la caña
de pescar de «La ofrenda de la miel» del libro IV del Zaratustra.
DEMANDA EN CONTRA DE SU EDITOR
Sobre los problemas con su editor también escribe a su madre: «En
cuanto al... asunto de Schmeitzner... es muy importante para mí sacar mis escritos de sus
manos cuanto antes; y si el anuncio de una demanda puede contribuir a que se vea obligado
a venderlos, creo que lo que más le conviene es que nuestro tío de los pasos necesarios
en ese sentido. A la carta que entretanto me ha hecho llegar Schmeitzner no pienso
contestar: no ha hecho nada de lo que le he pedido y ni siquiera me ha enviado una
liquidación. Se ha limitado a consolarme hasta el año próximo. Quiero que se le indique
a Schmeitzner que para la venta de mis escritos vaya pensando, por ejemplo, en el editor
berlinés Oppenheim (el editor de Karl Hillebrand y de la Srta. Druscowitz)».
ACOPIO DE FUERZAS
En la carta que el 30 de
octubre -un día, pues, antes de su partida- escribía a su madre: «.Así pues, la
época de las vacaciones ha terminado ya para mí y pienso que he ahorrado fuerzas y he
hecho nuevo acopio de ellas para volver, en mejores condiciones, a mi tarea. No sin temor
y terror -pero debe ser así.» La tarea le llama: su filosofía, que
en verano ha visto en sus rasgos esenciales como «un todo inmenso», le empuja;
percibe como misión suya avanzar en el camino de la elaboración de una «obra
fundamental». Y para ello abandona el 31 de octubre de 1884 Zürich, esa
acogedora ciudad que tanto calor humano le había ofrecido, y sale de nuevo al encuentro
de su helada soledad en el Sur.
VIAJE INCOMODO A MENTON
Nietzsche llegó a Menton el 2 de noviembre de 1884
tras un viaje sumamente incómodo (tuvo que cambiar cuatro veces de billete, hacer
transbordo dos veces y pasar las aduanas otras dos veces con toda clase de molestias) y
tuvo que detenerse allí durante tres largos días para reponerse de las molestias y
sobresaltos del viaje. Encontró una «pequeña habitación de trabajo muy agradable,
casi como en Zürich, llena de sol. Pero la casa está casi vacía y la comida es, de
momento, de pena (pequeños trozos recalentados de carne, no me sienta nada bien). Si la
cosa no mejora, volveré de nuevo a Niza, donde me dan comida suficiente y todo muy bien
asado, no como aquí, donde se guisa del modo más basto...
MENTON LUGAR APETECIBLE
Afirma Nietzsche: «Por lo demás, desde el punto de vista del
paisaje Menton me resulta más apetecible que Niza. Más tranquilo, más grandioso, la
montaña y el verde más a mano, sin tener que andar por lo menos 40 minutos, como ocurre
en Niza, hasta salir al campo... En cuanto a la influencia del mar y del cielo, como desde
que salí de Niza en primavera he estado siempre enfermo, salvo las semanas de Zürich, me
resulta favorable, la verdad» (7 de noviembre de 1884, carta a casa).Tambien escribe
a su hermana «Comparado con Niza, Menton es algo magnífico. He descubierto ya ocho
paseos posibles».
PROYECTO DE VIAJE A CÓRCEGA
Desde Menton, la vecina Córcega le
atraía. Paul Lanzky dio el salto para informarse y el propio Nietzsche tomó
contacto con la propietaria de una pensión de Ajaccio, informando así a casa
(probablemente el 19 ó 20 de noviembre): «Me ha escrito también la Sra. Dra.
Müller, propietaria de la Pensión Suiza de Ajaccio, aceptando la oferta que le hice.Y
también he recibido una carta muy larga de la Sta. Resa, de París, quien, según creo,
quiere hacerme una visita a Corcega», cosa que alegró mucho a Nietzsche, dado que
«quiero tener siempre a mi lado personas de ánimo alegre. Cuánto siento no haber ido yo
mismo a París».
INVIERNO EN NIZA
Pero la idea de viajar a Córcega acabó por hacérsele
cuesta arriba; siente miedo ante un posible nuevo aislamiento en una isla acaso poco
acogedora. El 28 de noviembre comunicó a casa la decisión definitiva: «Hoy me
siento exhausto. El asunto de Córcega, liquidado. El Sr. Lanzky regresará hoy de allí
pasará el invierno conmigo en Niza, en la misma Pensión. Quiero y tengo que aferrarme a
Niza, con vistas a mi 'colonia' futura, que hoy me parece más posible (quiero
decir: gente simpática a la que enseñar mi filosofía). Tan solo como aquí o en la
Engadina no estoy bien, la enfermedad me acompaña siempre. Entre Niza y Menton lo que
hay, además, es una cierta diferencia de humedad en el aire: soy un animal delicado».
Libro IV
Biografía de Nietzsche
PAUL LANSKY INAGUANTABLE
Sobre Paul Lanzky se quejaba ya al cabo de tres semanas (el
21 de diciembre de 1884) a su madre y hermana y otra vez a comienzos de enero: « ...
una persona sumamente atenta y llena de devoción hacia mi --pero la vieja historia de
siempre: cuando necesito a alguien que me entretenga, la cosa queda siempre dispuesta de
tal modo que el que entretiene soy yo-. Se calla, suspira, parece un zapatero y no sabe ni
reír ni mostrar ingenio. A la larga, inaguantable». De lo mismo se lamenta a
Overbeck, llegando incluso a añadir: «Mejor un mamarracho».
VOCINGLEROS DE MERCADO
La publicación, llevada a cabo por Lanzki,
de un trabajo sobre Nietzsche en un pequeño periódico húngaro no cayó nada bien a
Nietzsche, sino todo lo contrario. «No he tenido otro remedio que hacer con el autor
lo que el año pasado con el Sr. Dr. Paneth, otro gran admirador y devoto: rogarle que
deje de escribir sobre mí. No tengo el menor deseo de dejar crecer en torno mío una
nueva especie de clan a lo Nohl, Pohl y Kohl. Prefiero mil veces la clandestinidad
absoluta en la que vivo a la convivencia con charlatanes soñadores y mediocres».
Nietzsche siente el peligro que ahora le acecha: caer como mercancía comercial
en manos de vocingleros del mercado.
MOSCAS DEL MERCADO
Años después caería él mismo, ciertamente, como «éxito
editorial», en manos peores. Y reducido a mero pretexto y pura coartada sería
sometido, además, a uso y abuso por criminales políticos. Solo que no llegó a vivir ni
experimentar decepción tan terrible. Pero, en cualquier caso, las consideraciones que
inscribe en la I parte del Zaratustra. «De las moscas del mercado», no
pudieron protegerle una vez muerto: «Donde la soledad acaba, allí comienza el
mercado; y donde el mercado comienza, allí comienzan también el ruido de los grandes
comediantes y el zumbido de las moscas venenosas... El pueblo comprende poco lo grande,
esto es: lo creador. Pero tiene sentidos para todos los actores y comediantes de grandes
cosas... Huye, amigo mío, a tu soledad: te veo acribillado por moscas venenosas. ¡Huye
allí donde sopla un viento áspero, fuerte!»
RENOVACIÓN DE SU PENSIÓN
Los seis años de abono de la pensión a partir del
momento de su abandono de la cátedra que le prometieron las autoridades e instituciones
de Basilea, llegaban a su término en junio. Se trata, por lo demás, de un problema al
cuidado del que había quedado Franz Overbeck. Lo mucho que coadyuyó a solucionarlo de
modo favorable para Nietzsche es cosa, que conviene recordar también, ya que Overbeck, en
la noblesse de su amistad, lo silenció, por cierto, cuidadosamente. Solo conocemos
de ello lo que comunicó al respecto a Nietzsche el 28 de marzo. Dejadas a su curso
difícilmente hubieran ido las cosas así. Gentes tan prudentemente calculadoras como las
de Basilea no habrían dado, en una época además de economía poco floreciente,
semejante muestra de generosidad sin una intervención oportuna. Tanto más tuvo que
sorprender, por tanto, a Nietzsche la noticia de Overbeek: «En su última sesión la
junta de Gobierno autorizó los 1.000 francos del fondo de Heusler para el año en curso;
y en los próximos años volverá, fuera de toda duda, a hacerlo. Por parte de la Sociedad
Académica han vuelto a quedarte asegurados, para los tres próximos años, 1.000 francos
por año. En cuanto a la aportación del Estado, dada la mala situación general, ha
fallado, como ya te anuncié hace poco. De todos modos, puedes esperar con toda seguridad
el próximo 1 de julio los 500 francos usuales».
PROBLEMAS CON EL LIBRO IV DEL ZARATUSTRA
El 31 de marzo comentaba, en este sentido,
resignadarnente Nietzsche a Overbeek: «Del proceso contra Schmeitzner no tengo
noticias nuevas. El mismo se puso al final como plazo el primero de enero. Pero, como de
costumbre, ha vuelto a dejarlo pasar sin decir ni 'pío'. Espero conseguir al menos lo que
más deseo, librar de sus manos y, con ello, de la 'publicidad', las tres primeras partes
del Zaratustra. Ya veremos». Pero esto es sólo una parte del problema editorial,
porque más adelante leemos: «Por supuesto que no he encontrado editor para la cuarta
parte del Zaratustra. Por mi parte, estoy contento y disfruto casi de ello como de una
suerte nueva. ¡Cuánta vergüenza he tenido que superar siempre en todas mis
publicaciones! Cuando un hombre como yo saca la suma de una vida profunda y escondida, el
resultado pertenece a los hombres escogidos, y sólo ante sus ojos y su conciencia debe
ser presentado. Pero basta; hay tiempo. Mi apetencia de discípulos y herederos me vuelve
impaciente en algunas cuestiones, y según parece, en los últimos años me ha llevado
incluso a cometer tonterías vitalmente peligrosas. En los últimos tiempos la enorme
dificultad de mi tarea me incita una y otra vez al equilibrio: sé bastante bien qué es
lo primero y lo único que necesito». --«Una luz se ha encendido ante mí: ¡Zaratustra
no habla al pueblo, sino a sus iguales! ¡Zaratustra no tiene que convertirse en pastor y
perro de un rebaño! Para incitar a muchos a apartarse del rebaño -para eso he
venido» (Zaratustra, «Prólogo»).
FRUTO DE INVIERNO
El 14 de febrero de 1885 mostraba Nietzsche asimismo la parte
4ª a Kóselitz: «Dicho sea entre nosotros: hay algo nuevo como 'fruto' de este
invierno, pero carezco de editor y, sobre todo, no tengo ya el menor deseo de ver impresas
mis cosas. La increíble majadería de publicar una cosa como mi Zaratustra, sin
necesitarlo, me ha sido premiada con parejas majaderías: como era de esperar.
Mediodía y eternidad
de
Friedrich Nietzsche
Primera Parte: La tentación de Zaratustra
Por lo demás, tal vez impublicable: una 'irreverencia'
compuesta con el humor de un payaso. -Pero quien sienta simpatía por mí y me halague con
música de Köselitz, podrá leer la cosa privatissime.» Tan pronto como
tiene noticia de que su Köselitz está en Venecia, le hace llegar las galeradas.
Y el 9 de mayo Nietzsche podía escribir ya a Gersdorff- «... hace pocos
días te puse un ejemplar de mi cuarto y último Zaratustra en Correos». También Overbeck
recibió en los primeros días de mayo un ejemplar. Según declaración de Nietzsche a su
hermana, los costes de imprenta subierton a «284 marcos con 40».
También a ella le envió dos ejemplares, de los que uno iba destinado al Dr.
Förster, pero no sin insistir también en este caso en su «ruego expreso de que
se guardara un sigilo absoluto sobre esta cuarta parte, como si no existiera».
NECESIDAD DE COLABORADORES
Para poder lleva a cabo su tarea, Nietzsche
no se sentía en condiciones.Necesitaba colaboradores, gentes dispuestas a pensar con él.
De ahí que precisamente en este momento se apoderara de nuevo de él, con fuerza
desusada, la idea de la «orden». Y no ocultaba, desde luego, el modelo al que
se acogía: «Pitágoras fundó una orden para escogidos, una especie de orden de
templarios», y: «Quiero fundar una nueva casta: una liga o comunidad de seres
superiores a la que los espíritus y las conciencias acosadas puedan solicitar consejo;
seres que no sólo sepan vivir, como yo mismo, más allá de los credos políticos y
religiosos, sino que hayan superado también la moral.». Nietzsche dice también en
qué contextos se percibe y sitúa a sí mismo: «En la consideración del mundo como
un juego divino y en el estar más allá del bien y del mal tengo como predecesores a la
filosofía del Vedanta y a Heráclito»; Nietzsche no toma en consideración los paradigmas
antiguos más realmente próximos -las escuelas de Platón, Aristóteles y
los estoicos o el jardín de Epicuro- sin duda de una manera consciente:
le parecen demasiado «públicos», demasiado comúnmente accesibles, no
suficientemente «escogidos». Y en cuanto a lo postantiguo, prescinde, sin más, de ello.
Casi ininterrumpidamente explicita, y gira en torno a este punto de manera casi circular,
contra quién y contra qué toma partido, frente a quién y frente a qué delimita su
propio espacio, a qué se opone. Se sitúa frente a Platón, Kant, Schopenhauer,
Wagner y el cristianismo. Y con menor frecuencia, pero acaso por ello de modo más
sangrantemente burlón, frente a Dühring y Eduard von Hartmann, Y todo ello
quiere desarrollarlo ante «seres superiores». Cree poder reunir en torno suyo
algunos de éstos en Niza y abandona, en consecuencia, Menton, tambien renuncia a
Córcega. Pero, en su lugar, ¡se encuentra con un inaguantable Paul Lanzky!;
Heinrich von Stein le escribirá, como veremos más adelante, una carta
«oscura»; Köselitz sólo le merece consideración como músico, y los demás,
como por ejemplo Rohde, callan.
DESERCIÓN DE STEIN
A finales de noviembre, Nietzsche, le dedicaba a Heinrich
von Stein el poema La nostalgia del solitario. Como recuerdo de Sils-Maria:
¡Mediodía de la vida! ¡Epoca solemne!
¡jardín estival!
Dicha inquieta en el estar, el contemplar y el aguardar. Dispuesto día y noche aguardo a
los amigos.
¿Dónde estáis, amigos? ¡Venid! ¡Es tiempo! ¡Es tiempo!
¡En lo más alto estaba dispuesta mi mesa para vosotros!
¿quién vive tan cerca de
las estrellas, tan cerca de los lejanos abismos luminosos?
Aquí arriba he descubierto mi reino.
Y todo esto, que es mío, ¿acaso no lo descubrí para vosotros?
Ahora os ama y hacia sí os atrae incluso el acerado
gris de los glaciares
con rosas frescas.
Os busca el arroyo, nostálgicos apremian y se encuentran viento y nube cada vez más alto
en el azul, contemplándoos a vista de pájaro desde la ardiente lejanía,
¡Ahí estáis, amigos! Aunque me duela, ¿acaso no es a mí
a quien queríais?
Dudáis, os debatís en el asombro -¡ay, más valdría
que os entregarais al rencor!
¿No soy yo ya lo que está en juego? ¿Borráis mano, paso, rostro.-, Y lo que soy, ¿no
lo soy ya para vosotros, amigos?
¿Me he convertido en otro, en un ser
extraño incluso para sí mismo? ¿De mí me he evadido? ¿Soy un luchador que demasiadas
veces ha dirigido contra sí sus armas? ¿Un luchador que demasiadas veces ha empleado
contra sí su fuerza,
un luchador al que su propia victoria hiere e inhibe?
He buscado los lugares en los que el viento golpea con mayor
fuerza. He aprendido a vivir donde nadie vive, en las zonas heladas y desérticas.
He olvidado el rostro de Dios y el rostro de los hombres,
la maldición y el rezo.
Un fantasma soy que se desliza por los glaciares.
Héme aquí convertido en un cazador peligroso:¡mirad cuán
tenso está mi arco!
Sólo el más fuerte habría podido disparar así.
Pero ¡ay! Hasta un niño sería capaz
de poner ahora en él la flecha: ¡fuera de aquí! ¡A vuestra salud, amigos!
¡Mis viejos amigos! Pálidos os veo,
llenos de amor y de espanto.
Pero no, ¡marchad! ¡No os enojéis! ¡Aquí no podríais tener vuestra morada!
Aquí, en este reino alejado del hielo y de la roca
hay que ser cazador y parejo a la gamuza.
¿Os dáis la vuelta? ¡Ya has soportado demasiado, corazón
mío! ¡Fuerte fue tu esperanza!
Mantén tus puertas abiertas a amigos nuevos,
¡Oh deseo juvenil que se ha perdido lejos de toda
comprensión compartida!
Aquéllos por quienes me incliné,
aquéllos a los que escogí y contemplé como a mis pares,
su envejecirniento los ha alejado de mí.
¡Sólo quien evoluciona y se transforma sigue a mí lado y es mi igual!
¡Mediodía de la vida! ¡Segunda juventud!
¡jardín estival!
Dicha inquieta en el estar, el contemplar y el aguardar, Dispuesto día y noche aguardo a
los amigos:
¡A los nuevos amigos! ¡Venid! ¡Es tiempo! ¡Es tiempo!
Heinrich von Stein respondió a esta «llamada» de
un modo incomprensible. Lleno de tristeza dio Nietzsche curso expresivo a esta decepción
suya en una nota marginal incluida en la carta de comienzos de enero de 1885 a su madre y
hermana: «¡Qué carta tan oscura me ha escrito el bueno de Stein... Nadie sabe ya
comportarse!» Y es que Stein le animó nada más y nada menos que a
contemplar el futuro bajo la especie de un grupo reunido en torno al código vinculante de
la interpretación de su diccionario wagneriano y a unirse a esta comunidad. Stein
se había unido ya a tal fin con dos espíritus igualmente dispuestos: «Estos
diálogos y discusiones toman un significado cada vez más alto y más libre... Me
acordé, en medio de todo ello, de Vd., y pensé que le hubiese gustado participar en esta
plática... ¿Podría servirle una cosa así como paso previo, como escalón preparatorio
del monasterio ideal?» Y acto seguido echa mano Stein de nuevo de la
comparación con Filoctetes: «Comparto la creencia de que sin la flecha de
Filoctetes Troya no habría sido conquistada. ¿Acaso cree por ello menos Neoptolemo que
al héroe muerto le corresponde efectivamente la participación mayor en esa conquista?
¿Le impide acaso esta creencia comprender a Filocteto?»
Heinrich von Stein da, pues, por perdido su futuro sin el héroe muerto
Wagner. ¿Acaso no hubiera tenido Nietzsche que considerar esta confesión
más bien como algo terriblemente claro que como una carta oscura?
NINGUNA MUJER COMO SER SUPERIOR
Llama la atención que en este círculo «sublime» no
figure una sola mujer. Pero al tomar nota de ello conviene no olvidar que el ser más
altamente valorado y venerado por Nietzsche fue una mujer: Cosima Wagner. De ella
no se burla una sola vez, ni sobre ella (como tampoco, por lo demás, sobre Goethe o
Beethoven) ironiza nunca. En cuanto a las restantes mujeres cultivadas que se cruzaron en
su camino, como Marie Baurmgartner, Louise Ott, o las feministas Malwida von
Meysenbug, Meta von Salis o Resa von Schirnhofer, ninguna podía elevarse, por grande
que fuera la estima que Nietzsche llegara a sentir por ellas, al nivel de los «seres
superiores». En Lou Salomé no llegó Nietzsche, por último, a encontrar
mucho más que una hetaira inteligente al modo antiguo.
HETAIRISMO ANTIGUO
El juicio más superficial, sobre la concepción que se atribuye a
Nietzsche sobre la mujer, es aquel que, incluyéndolo en la estela de Schopenhauer,
lo define sin más como un «detractor de la mujer», remitiendo, al hacerlo, al
dicho de la vieja mujer en el primer libro del Zaratustra: «¿Vas con mujeres? ¡No
olvides el látigo!». Ya sus mísmas admiradoras se ofendieron por ello, cosa que,
según parece, le divirtió no poco. En este sentido escribía, en efecto, a comienzos de
mayo de 1885 a su hermana: «Todo cuanto suspira por la emancipación de la mujer ha
llegado poco a poco, poco a poco, a la conclusión de que soy su 'bestia negra'. En
Zürich, gran furor contra mí entre las estudiantes. ¡Por fín!» Y nuevamente, a
finales de mayo, a su madre: «Las jóvenes damas, o por lo menos, cuanto bulle
alrededor de Malwida von Meysenbug, no es de mi gusto; y no tengo las menores ganas de
buscar distracción entre gente tan chiflada.» Pero Nietzsche tampoco era el santo
varón celibatario que presenta, idealizándolo sobremanera, su hermana. El mismo se
opone, una y otra vez, con violencia, a tal pretensión: «A quien la castidad le
resulte dificil, se le debe desaconsejar: para que no se convierta ella en el camino hacia
el infierno - es decir hacia el fango y la lascivia del alma». Y en el Libro IV.
«Del hombre superior»: «No seáis virtuosos por encima de vuestras
fuerzas. Y no queráis de vosotros nada que vaya contra la verosimilitud.... Si los padres
de alguien fueron aficionados a las mujeres y a los vinos fuertes y a la carne de jabalí:
¿qué ocurriría si ese alguien pretendiese de sí la castidad? ¡Una necedad sería
ello!... Y si fundase conventos y escribiese encima de la puerta: 'el camino hacia la
santidad', - yo diría: ¡para qué! ¡Eso es una nueva necedad!...yo no creo en eso. En
la soledad crece lo que uno ha llevado a ella, tambien el animal interior. Por ello
resulta desaconsejable para muchos la soledad. ¿Ha habido hasta ahora en la tierra algo
más sucio que los santos del desierto? En torno ellos no andaba suelto tan sólo el
demonio - sino también el cerdo.»
Por otro lado, hay que tener en cuenta que como filólogo clásico, Nietzsche,
hunde sus raíces en los textos y en el código moral de los autores antiguos, en
los que se habla de cuestiones relacionadas con la mujer y la sexualidad con una claridad
que no deja de asombramos una y otra vez. Nietzsche conoce todas las formas de
existencia de la mujer en la Antigüedad, desde las esclavas de los templos de
Afrodita a Penélope. Conoce las historias orientales de Herodoto, así como la ruda
claridad de la comedia aristofanesca y de las anécdotas de Diógenes Laercio. De ahí que
pueda, además, citar y transcribir con la entera libertad del autor antiguo sentencias
que de no conocer esta base no podrían menos de extrañar en el hijo del párroco de
Naumburg y alumno de la institución educativa, de orientación luterana, de Pforta. Sobre
lo lejos que le llevó esta libertad, basten algunos ejemplos. En el libro cuarto del
Zaratustra, «De la ciencia», leemos: «Casi os asemejáis, me parece,
a aquellos que han contemplado durante largo tiempo a muchachas perversas bailar
desnudas.» ¿Contempló Nietzsche en Niza, en el invierno de 1884-85, en el que hace
suya esta imagen, tales muchachas? La siguiente afirmación parece mostrarnos que pudo
hacerlo: «De tiempo en tiempo, un hombre necesita una mujer, igual que de tiempo en
tiempo necesita una buena comida.» «No somos precisamente castas
estatuas: cuando se necesita una mujer, hay que encontrar una mujer, sin necesidad de
romper ni formar por ello matrimonios.» Su hermana negó todo ello
con indignación suprema, falsificando, probablemente, la verdad, cuando en la disputa que
mantuvo en Jena, en agosto de 1882, con Lou Salomé, ésta le replicó
abruptamente que su «Fritz» le había propuesto unirse a ella en concubinato.
Por lo tanto, Nietsche, no representa, en relación con la mujer, al trovador
cristiano medieval que recita poemas de amor sublime y de amor terrenal. En su imagen
de la mujer predomina más el hetairísmo antiguo, nunca superado del todo por
Nietzsche. Aunque también conocía, desde luego, la antítesis antigua entre la
Afrodita «celeste» y la «vulgar». Todo esto influye en su pensamiento cuando
escribe sobre la mujer. En el trato, la personalidad que la mujer le presenta ante sí, le
incita a comportarse del modo adecuado, que en él solía adquirir la forma de retraimiento
respetuoso y distinguido, como si representara su papel ante la Afrodita celeste. En
el libro IV de su Zaratustra, sin embargo, Nietzsche abandona este retraimiento,
y nos presenta la imagen de la Afrodita vulgar, la cual no tenía cabida en el
Olimpo de los seres superiores.
PARTE DE UN PAR
Parece evidente que en sus primeros esbozos Nietzsche no
pensaba en añadir simplemente una cuarta parte a su Zaratustra. Se proponía,
más bien, elaborar un libro nuevo, muy relacionado, desde luego, con éste, pero
autónomo; autónomo en el sentido, por ejemplo, de la relación existente entre «El
caminante y su sombra» y «Humano --demasiado humano» o entre «La
gaya ciencia» y «Aurora». Se trataba, pues, en su intención manifiesta
de un nuevo caso de obras llamadas a constituirse en un par. Uno detrás de otro,
sin apenas solución de continuidad, esboza títulos para este nuevo libro: «Filosofía
del eterno retorno», «Ensayo de transvaloración de todos los valores» o «A
los seres superiores. Llamada de un solitario» y poco después,
sorprendentemente, «El eterno retorno. Una profecía» y «Una filosofía
profecía», en el que la palabra originaria «filosofía» fue pronto
tachada y sustituida, sin más, por «profecía». El título escogido fué,
fmalmente, «Melodía y eternidad». Una filosofía del eterno retorno».
Pero en el intermedio tomaron cuerpo, desde luego, una y otra vez nuevos esbozos de
títulos del tipo de «Más allá del bien y del mal», «Ordenación
jerárquica de los hombres», «Los buenos europeos». Se trata, pues,
de un escrito programado como una obra nueva, cerrado en sí mismo, que partiendo
del eterno retorno como idea fundamental desemboque en una una nueva
metafísica, destinada a llegar a una transvaloración de todos los valores
morales, situándose más allá del bien y del mal.
GRITO DE SOCORRO Y DECEPCIÓN
Zaratustra, en su cueva (¿Sils?) escucha,
según parece, el grito de socorro de esos hombres que tienen necesidad de él
como él tiene necesidad de ellos. Sale a su encuentro en la llanura y los reúne en su
cueva en las alturas. Pero la decepción es mutua, como se narra en el poema dedicado a Heinrich
von Stein:
Aquellos por quienes me incliné,
aquellos a los que escogí y contemplé como a mis pares, su envejecimiento los ha alejado
de mi.
¡Sólo quien evoluciona y se transforma sigue a mi lado
y es mi igual!
... Aunque me duela, ¿acaso no es a mí
a quien queríais?
Dudáis, os debatís en el asombro -¡ay, más valdría que os entregarais al rencor! -
¿No soy yo ya lo que está en juego? ...
Y lo que soy, ¿no lo soy ya para vosotros, amigos?
MARCO COMUN
La 4ª parte del Zaratustra tiene un
carácter unitario. La escena comienza así («La ofrenda de miel»): «Un
día, cuando se hallaba sentado sobre una piedra delante de su caverna y miraba en
silencio hacia fuera --desde allí se ve el mar a lo lejos, al otro lado de abismos
tortuosos-- sus animales estuvieron dando vueltas, pensativos, a su alrededor y por fin se
colocaron delante de él. 'Oh Zaratustra, dijeron, ¿es que buscas con la mirada tu
felicidad?' -'Qué importa la felicidad!, respondió él, hace ya mucho tiempo que yo no
aspiro a la felicidad, aspiro a mí obra'.» El libro termina con la misma imagen,
encontrándose nuevamente en las líneas finales, las mismas palabras, igual material
temático: «¡Yo aspiro a mi obra!»
YO ASPIRO A MI OBRA
Nietzsche pensó, en algún momento, dejar morir al final a su
Zaratustra, dándole una meta, un objetivo (acaso como el que encontró Empédocles).
Pero tampoco «clausura» la cuarta parte; queda abierta de cara a un futuro
incierto, difícilmente reconocible, esfumándose la visión del paisaje filosófico
en el horizonte. Haberse dejado tentar por el grito de socorro de los «hombres
superiores», haber dejado su obra en la estacada, adentrándose, por compasión,
ante su menesterosidad, en las llanuras humanas, a las qué bajó, es lo que Nietzsche
caracteriza como su «último pecado». De ahí el gesto teatral con el que se
veda a sí mismo el peligro de una nueva tentación a la que acaso sucumbir otra vez,
cerrando así su obra: «¡Compasión! ¡La compasión por el hombre superior!,
gritó, y su rostro se endureció como el bronce. ¡Bien! ¡Eso - tuvo su tiempo! Mi
sufrimiento y mi compasión - ¡qué importanl ¿Aspiro yo acaso a la felicidad? ¡Yo
aspiro a mi obra! ¡Bien! El león ha llegado, mis hijos están cerca, Zaratustra está ya
maduro, mi hora ha llegado: - Esta es mi gran mañana, mi día comienza: ¡asciende, pues,
asciende tú, gran mediodía! - Así habló Zaratustra, y abandonó su caverna, ardiente y
fuerte como un sol matinal que viene a oscuras montañas.»
DESPEDIDA ANGUSTIOSA
OLVIDARSE DEL PASADO
BODA DE SU HERMANA
Afirma en su carta a Overbeck: «El 22 de mayo se casa mi
hermana. Tú entiendes bien de qué fecha se trata. A mi pregunta acerca del 'regalo de
bodas', por así decirlo, que en esta situación mía podría hacer, me ha sido expresado
el deseo de que esa lámina de Durero que obra en tu poder, «Caballero, muerte y diablo»
se traslade como un símbolo valiente y precioso con estos dos emigrantes a su nuevo y
lejano hogar. Me causa verdaderamente un gran dolor arrebatártelo, porque, en definitiva,
tienes tú, que eres, a tu manera, un solitario y navegante, tanta necesidad de tales
consuelos como cualquier emigrante. Es posible, de todos modos, que resulte demasiado
sombría para tu gusto. En tal caso envíasela, si te apetece, a mi hermana.» Pero
de lo que hubiera sido, a no dudar, el mejor regalo imaginable para Elisabeth, la
presencia de su querido hermano en la ceremonia, ni una palabra.
DISCULPAS A SU MADRE
Después de la boda se dirige a la
madre: «En cuanto al día de la boda, tuve la suerte de que una familia de Basilea...
hiciera conmigo... una salida al campo en coche; verme obligado a hablar con gentes
semidesconocidas es cosa que me produjo un verdadero descanso. Es posible que esté bien
que las cosas hayan salido como han salido; incluso los dos (el Dr. Fórster y yo) nos
hemos comportado hasta la fecha amablemente el uno con el otro y hemos dado pruebas de la
mejor voluntad... para mi gusto personal, un trato más íntimo con semejante agitador es
cosa inimaginable... Aún no sé qué va a ser de mi este verano. Seguramente el vicio
Sils-Maria, a pesar del terrible recuerdo que guardo de todas mis estancias allí. Siempre
enfermo, sin la alimentación que necesito, aburriéndome de modo indecible por falta de
luz en los ojos y de seres humanos y llegando siempre a septiembre sumido en una especie
de desesperación.» A pesar de todo, no quiere parecer misántropo. Con
palabras similares a las utilizadas por Beethoven para dar comienzo a su «Testamento
de Heiligenstadt» se disculpa Nietzsche por no haber estado presente en la boda: «Pero
no pienses que me considero por ello, en modo alguno, un hombre oculto, o retraído, o
desconfiado; ¡todo lo contrario! ¡De serio no sufriría tanto!... No me tengas, pues,
querida Lama mía, por loco, ni por decididamente malo. Y, sobre todo, no me tomes en
cuenta que no estuviera presente en tu fiesta: ¡mal padrino hubiera hecho un filósofo
tan enfermizo.»
COMO EN UN LABERINTO
Nietzsche le cuenta a Overbeck en una
carta fechada el 2 de julio de 1885: «Pero mi 'filosofía', si es que tengo el
derecho de nombrar así a lo que me atormenta hasta las raíces de mi propio ser, ya no
resulta comunicable, al menos no por la vía de la publicación impresa. De ahí que cada
vez sean mayores mis deseos de tener una conferencia reservada con Jacob Burckhardt y
contigo, no tanto para informaros de 'novedades cuanto para preguntamos cómo creéis
vosotros que podría salir de este laberinto.»
LOUISE RÖDER-WIEDERHOLD
Al círculo de conocidos de Köselitz en Zürich pertenecía
una dama alemana ya entrada en años: la señora Louise Röder-Wiederhold. Algún
percance dificil debió impulsarla a la soledad y al abandono de su patria. Según parece,
se preocupó grandemente por el desdichado destino de Köselitz como
compositor, participando en sus cuitas. Es posible que gustara incluso no poco de su
música, ya que en Zürich, por ejemplo, intercedió ante Friedrich Hegar,
alabándola. De todos modos, en tanto que Nietzsche se refiere siempre a ella, en las
cartas, llamándola «la Sra. Röder», en las cartas de Köselitz no pasa de ser
«La Wiederhold». A través de Köselitz debió enterarse asimismo de lo
precario de la situación de Nietzsche y de sus necesidades y urgencias, así como
Nietzsche de la solidaridad e interés que había despertado en ella. De ahí que le
escribiera invitándola a Sils, adonde llegó el 8 de junio, permaneciendo hasta el 6 de
julio, «leyéndole en voz alta y escribiéndole al dictado con la mayor bondad y
disponibilidad». Las horas que precisaba de sus servicios eran dos al día, al
principio, y después tres, aunque corriendo todavía junio se veía obligado ya a
escribir lo siguiente a Resa von Schimhofer: «De momento tengo en casa a la excelente
Sra Röder-Wiederhold; soporta y aguanta 'angélicamente' mi deprimente 'antidemocratismo'
-le dicto, en efecto, durante un par de horas diarias mis ideas sobre los europeos de hoy
y de... pero me temo que al final no podrá aguantar más y abandonará Sils-Maria,
bautizada como está con la sangre de 1848. Creo que otro punto de lo más conflictivo lo
constituyen mis ideas sobre la 'mujer en sí'. En fin, me temo que nadie resiste mucho a
mi lado. Aunque habrían muchos motivos, desde luego, para desearme una buena compañía.
Ay, ¿quién conoce mis 'siete soledades'?» Y el 23 de julio se lamenta, en carta a
Köselitz: «Pero, dicho sea entre nosotros, no acabo de congeniar con ella; no deseo
que la cosa se repita. Cuanto le he dictado carece de valor; además, ha llorado más de
lo que puedo aguantar. Es inestable; no hay mujer capaz de entender que una desgracia
personal no es argumento alguno, y que, en cualquier caso, si algo no puede procurar es el
fundamento para una consideración global de todas las cosas. Pero lo más grave es que no
tiene modales; a veces mueve las piernas como si se columpiara. A pesar de todo me ha
ayudado en un momento muy difícil con la mejor intención y como mejor ha podido.»
OSCURO PERSONAJE HOLANDÉS
En una carta a su hermana del 21 de agosto de 1885 afirma:«Tengo
trato ahora con un holandés que me cuenta muchas cosas de China (con su orgullo áspero y
helado ha sublevado al hotel entero, pero tan pronto como nos encontramos toma cuerpo la
más amable e instructiva conversación que puedas figurarte.)» A este conversador
fugaz del que en ningún otro lugar se pueden encontrar datos para hacernos una imagen
más exacta de él (a su madre, Nietzsche se limitó a decirle que venía de Java
y que estaba emparentado con las damas Fynn) vino a imputársele más adelante,
sin prueba concluyente alguna, haber dado a Nietzsche una extraña droga del lejano
Oriente con poderes calmantes, cuyo consumo le habría llevado al derrumbe
espiritual.
LEYENDO MUCHO
Nietzsche lee de nuevo mucho. Su filosofar es literalmente
diálogo, su discusión siente la necesidad de un contrincante, de un compañero, cuanto
menos, de discusión. El 28 de julio Nietzsche recibió --a iniciativa, probablemente, de
Kóselitz-- el libro de Heinrich Widemann «Conocer y ser». Como
contrapartida Nietzsche le hizo llegar -a través de Kóselitz- su Zaratustra IV.
El 1 de agosto se manifestaba Nietzsche, en carta a Köselitz, en los siguientes términos
sobre el libro de Widemann. «...personalmente tengo que decirte que ha sido casi como
una pequeña desgracia para mí (a causa del Dühring y de toda esa prédica de mezcolanza
vulgar de física y de hechos de consciencia), pero vendrán todavía muchos más quid
proquis de este tipo e incluso peores». Días antes había manifestado, de todos
modos, su reconocimiento a Widemann en una carta cortés y formalmente perfecta: «Con
su carta y el envío de su libro... no es de poca monta el honor que me ha hecho, por no
hablar de la última página del mismo, donde formula usted a mi hijo Zaratustra, de modo
solemne y festivo, la primera censura pública que le ha sido dado recoger: créame usted
que es algo que no olvidaré nunca». Widemann discutía con Dühring,
lo que llevó a Nietzsche de nuevo a enfrentarse con el «Curso de filosofía»
de este último. En este contexto vino a interesarse también por un paso de libro de Bebel
«La mujer en el pasado, el presente y el futuro». Nietzsche no se
interesaba, evidentemente, por el sociólogo marxista o por el hombre de partido alemán Bebel,
sino por sus consideraciones y reflexiones psicológicas sobre «la mujer», esto
es, sobre uno de los temas que desde la primavera pasada más le interesaban e
inquietaban. Suponiendo que esta era la cita buscada por Nietzsche, Kóselitz le copiaba,
entre otros, el siguiente paso textual: «... precisamente porque la mujer tiene que
someterse a las mayores inhibiciones en lo referente a la satisfacción normal de sus más
violentas inclinaciones naturales. Esta contradicción entre necesidad natural y coacción
social le lleva a lo antinatural, a vicios y depravaciones secretos ... »
LA OPERA MARIANNA
Otra lectura vino a procurarle variación e impulso inesperado: la
obra de Ferdinand Gregorovius. A comienzos de agosto escribió a Köselitz: «¡Viva!
Desde ayer no paro de pensar en algo de lo más apropiado para usted y que me ha venido
caído del cielo... a saber, un tema magnífico para un texto operístico. Léase usted en
el libro que le acompaño la historia que figura en la pág.196, y proceda a las
correcciones lógicas y pertinentes (por ejemplo hacer de Marianna no la madre, sino la
hermana del asesinado, y que en el momento culminante, lo que venga a salvar a Romanetti
no sea el amor repentino, que pone fin al odio y priva de sentido a la vendetta familiar).
Ya ve que se trata de un tema que tiene todo lo que usted necesita, precisamente porque es
usted el más indicado para darle vida. Primer acto: ambiente de fiesta sureña, Carnaval,
interrupción sangrienta. Segundo acto: el gran canto fúnebre corso, el juramento de
venganza ante el catafalco, solos y coros. Tercer acto: dar vida y sentido a la peligrosa
soledad de un condenado a muerte y perseguido. Montañas, bosques, cuevas, escondites,
traición. Cuarto acto: catástrofe con una tensión terrible; final, con el juramento de
reconciliación y fraternidad de los dos linajes enemigos. Todo es viril, el elemento
histérico de lo wagneriano queda a más de mil millas de lejanía: se dispara muchas
veces; el amor (que ya en el primer acto tiene que ser insinuado, de algún modo, en
germen) es, esta vez, amor de la acción y no de la expansión lírica: lo que no impide
que en el momento culminante del cuarto acto tenga lugar un dúo amoroso precisamente por
eso tanto más efectista... El efecto de las furias de la venganza del segundo acto es
algo en lo que ningún músico se le ha anticipado. El todo tiene lógica, una extrema
lógica pasional... El papel de Marianna, la muchacha combativa que en el segundo acto
tiene que aparecer como una erinia, es muy bueno; también el de Romanetti, que, por el
contrario, tiene que parecer reconcentrado, lleno de una severa distinción y provisto, en
cualquier caso, de todos los rasgos de una persona profunda, que se burla de sus enemigos
y de la muerte misma.»
«Montañas, bosques, cuevas, escondites» y «soledad peligrosa», un héroe
que se burla de sus enemigos y de la propia muerte: metáforas todas
ellas de y para su filosofía. Nietzsche se encuentra a sí mismo en la figura de
Romanetti, y acaso espera él también, a la altura asimismo del cuarto acto, la
liberación de su amenazada existencia por el amor de la acción. Pero tan escasamente
como ésta vino la ópera a convertirse en algo real. Köselitz no era el hombre
ni el músico para esta tarea.
ENFRENTAMIENTO CON SU EDITOR
Las dificultades y tensiones con el editor Schmeitzner,
que ya hablan comenzado en octubre del año anterior, urgían ahora una decisión.
Köselitz fue el primero en ser informado por Nietzsche de la situación el 21 de agosto
de 1885: «En las últimas semanas hubo rayos y centellas en el asunto de Schmeitzner.
Pero, en fin, parece que ya está todo encauzado: el 1 de octubre recibiré efectivamente
mi dinero (7.000 francos).... Gracias a una medida muy enérgica y repentina (embargo de
la editorial entera en mi nombre, de tal modo que al regreso de un viaje Schmeitzner se lo
encontró todo sellado y no pudo siquiera entrar) con lo que nadie contaba, vino a hacerse
una especie de presión suprema. Yo había dado a mis abogados el encargo, dicho sea entre
nosotros, de sacar rápidamente a subasta forzosa la editorial entera (buscando, al mismo
tiempo, los medios para quedarme con mis libros). Esta «subasta forzosa» aterrorizó a
Schmeitzner: de seguirse este procedimiento todo se habría convertido en papel para
vender al peso (yo no habría recuperado así mi dinero, claro es, pero sí mi
«literatura». Inmediatamente después de la subasta me hubiera querellado contra
Schemeitzner, cuya fianza obra en poder de mis abogados; en fin, todo estaba previsto).
Tal y como están ahora las cosas, es poco menos que imposible romper por cuarta vez una
palabra dada y no pagar. Los medios para ello va a procurárselos la venta de toda la
editorial al señor Erlecke, de Chemnitz (cuya firma tiene la sede en Leipzig) por 14.000
marcos, a cobrar el 1 de octubre. Tengo en las manos el contrato de compra. Una vez
recibido el dinero, procedería yo a cobrar. Inmediatamente después, el embargo sería
levantado.»
Pero la «presión suprema» no llegó a tener lugar, dado
que Schmeitzner se las ingenió para ganar tiempo y salir del mal paso con una promesa,
como Nietzsche informaba a su hermana todavía el mismo 21 de agosto: «La 'presión
suprema' ordenada... ha cumplido su función coactiva. El 1 de octubre pagará
Schmeitzner, depositando la suma en el despacho del abogado Kaufmann; éste tiene el
encargo de remitirme acto seguido el dinero... La citada presión me hubiera sido
demasiado fácil de realizar. ¡Me quedo, pues, sin mis libros!» El dinero, sin
embargo, no llegó en la fecha prevista. Pero Nietzsche no se dio por vencido. El 17 de
octubre comunicaba a Overbeck.- «Entre tanto, la historia de Schmeitzner ha seguido
avanzando, avanzando --no diré «progresando», claro es... presión suprema a la vista,
toda su editorial, desde junio, confiscada judicialmente por mí como garantía. En el
supuesto de que el embargo tenga lugar, habrá que intentar que mi producción literaria
-los derechos de mis obras- vuelvan, en su totalidad, a mis manos, para poder así cederla
después a un nuevo y más digno editor.»
VENGANZA DE SU EDITOR SCHEMITZNER
Nietzsche había impulsado su pleito con su editor Schmeitzner
con el objetivo de recuperar nuevamente los derechos editoriales de sus obras
anteriores y, con ello, la libertad de reelaborarlas y adecuarlas orgánicamente al
conjunto de su producción. Con los graves pasos dados, como el embargo y el sellado de la
editorial, no había coadyudado precisamente a hacer de Schmeitzner un socio bien
dispuesto para su causa. Y éste, que no dejaba de ser un hombre de negocios mucho más
experimentado que Nietzsche, consiguió con exigencias y contramedidas bien calculadas no
sólo no perder nada, sino incluso vengarse.
Sus cartas a Köselitz (6 de diciembre de 1885), a Overbeck
(aproximadamente 6 de diciembre de 1885) y a su familia en Naumburg, nos
informan cabalmente del fracaso definitivo de su objetivo principal: no sólo rescatar los
derechos de edición de sus libros y de los de Overbeck del hundimiento de la firma
editorial de Schmeitzner, sino mantenerlos lejos de la sospechosa vecindad de la
propaganda antisemita, tan intensamente representada y propalada por Schmeitzner. Schmeitzner
consiguió mantener en pie su editorial, permaneciendo, pues, como titular de los derechos
de edición de las obras de Nietzsche, derechos que defendió y utilizó contra
éste con la misma obstinación que Nietzsche había mostrado en su ofensiva.
Afirma Nietzsche: «Con su exigencia de una suma de 2.500 marcos para la destrucción
de los ejemplares aún restantes de la primera edición, Schmeitzner ha echado el cerrojo
sobre todo ello. La posibilidad de segundas ediciones ha quedado, pues, aplazada, si no he
entendido mal, ad acta... Mis libros... figuran en todas partes como «literatura
antisemita» y así serán conocidos, como me ha confirmado un librero de Leipzig.»....
«Es una verdadera desgracia que esté tan próximo al tal Schmeitzner... Y para colmo,
ese último ultraje que me ha sido infligido con su idea de poner juntos los nombres de
'Dühring' y 'Zaratustra'. Con este indicio tengo bastante. El antisemitismo corrompe todo
buen gusto, incluso en el caso de lenguas no ¡Aplicadas inicialmente.»
TUMBA DE SU PADRE
El 9 de enero de 1886 comunicaba, en una nota de
postdata, a Overbek: «Como primera aplicación de los dineros de Schmeizner, he hecho
cubrir la tumba de mi padre con una gran losa de mármol. (De acuerdo con sus deseos,
será también la tumba de mi madre.)»
¿Qué significado podía tener el gasto para una gigantesca losa de mármol para la tumba
de su padre en el sencillo, incluso pobre, cementerio del lejano y retirado Röcken, al
cabo casi de cuarenta años? ¿Pagaba de este modo el hijo una hipotética deuda por
haberse desviado tanto como pensador del camino previsto por el padre, un padre siempre
asumido como irreprochable, o satisfacía con ello una mera deuda piadosa? ¿Intentaba
Nietzsche reforzar en su consciencia los vínculos con su padre físico tras haber perdido
a Wagner, el padre electivo que lo había sustituido? ¿O hay que poner todo el acento en
la indicación de que también allí quería ser un día enterrada su madre, una madre
hacia la que cada vez se sentía más fuertemente inclinado? ¿Corresponde todo el peso de
la declaración a esta frase puesta, como de pasada, entre paréntesis?
ULTIMO ENCUENTRO CON STEIN
Estando Nietzsche en Naumburg, dio la casualidad de que Heinrich
von Stein se encontrara a finales de septiembre en Bad Küsen, lo que vino a
procurarle a Nietzsche la ocasión de trasladarse allá. Pero el destino hizo que en
algún punto de la carretera vinieran inesperadamente a encontrarse ambos. Fuera por lo
repentino del encuentro o por la sobriedad del lugar, lo cierto es que aquél se
desarrolló de manera fría y envarada, alzándose entre ambos, al modo de una barrera,
una sensación de extrañamiento que no acababa de resultarles comprensible.
Posteriormente intentaron revitalizar epistolarmente la vieja amistad uno y otro, Heinreich
von Stein escribiéndole y Nietzsche dando siempre respuesta a sus cartas.
De todos modos, quedó un resto distanciador de este encuentro, que estuvo llamado a ser
el último entre ambos antes de la inesperada muerte de Heinrich von Stein el 20
de junio de 1887.
CON SU CUÑADO FÖRSTER
Nietzsche informó sobre sus impresiones, es decir, tan pronto
como estuvo de regreso a Leipzig, el 17 de octubre, a Overbeck- «El Dr. Förster no
me ha resultado antipático; tiene algo amable y noble en su ser y parece estar
perfectamente hecho para la acción. Me sorprendió ver cuántas cosas resolvía de modo
continuo y lo fácil que le resultaba; en ese terreno soy muy diferente. Sus valoraciones
no son precisamente de mi gusto, como es lógico; todo está demasiado pronto liquidado
para él. Creo que a nosotros (a ti y a mí), esos espíritus nos parecen un tanto
precipitados.» Nietzsche declinó otro encuentro. El 27 de octubre pasó nuevamente
por Naumburg, pero evitó la casa de su madre, a la que acto seguido invitó, desde
Leipzig, a trasladarse allá para despedirse de él, que partía ese mismo día camino del
Sur; inicialmente hacia Munich.
IDEAS CONTRAPUESTAS A SU CUÑADO
Sobre las cuestiones tratadas por Förster en su obra
encontramos puntual respuesta en sus anotaciones y en
VUELTA A NIZA
El 11 de noviembre daba noticias suyas en los siguientes términos: «No
os asombréis demasiado... de que el topo hamletiano deje oír su voz hoy desde Niza y no
desde Vallombrosa «
CUADERNO DE NOTAS
De las docenas de títulos de obras de estos meses van
destacándose, como más importantes, tres.- 1.«De la ordenación jerárquica de las
personas» (en diferentes formulaciones). 2. «Más allá del bien y del mal»,
y 3. «La voluntad de poder». En determinados momentos también parece resultar
importante, junto a lo citado, el esbozo «El espejo» como «Oportunidad de
autorreflexión para los europeos». Los títulos de libros relacionados con
Zaratustra y el eterno retorno, como «Mediodía y eternidad» y similares,
todavía dominantes en mayo-junio de 1885, van siendo progresivamente arrinconados. Y casi
sin excepción todos estos títulos de obras reciben un título adicional o subtítulo,
restringe su ámbito a un Preludio o a un Ensayo de una filosofía del
futuro, o que apunta a lectores hasta ahora inexistentes.
VOLUNTAD DE PODER
En sus notas de esta época se manifiesta la siguiente idea: En la
raíz de todos los fenómenos y experiencias opera una energía, una fuerza que ---con no
excesiva habilidad- caracteriza como «voluntad de poder». Todo cuanto es aspira
a hacerse válido, a prevalecer, a ganar en poder. Golpea y se mide con lo que tiene al
lado, que es impulsado por igual motor. Lo más poderoso gana la primacía, lo meramente
equivalente queda en un equilibrio fluctuante. De este forcejeo constante surge el
movimiento, del que es expresión el resultado 'mundo', único al que corresponde
realidad y tras del que no hay ni puede haber ningún «otro» mundo o mundo «más
alto», ningún «ser eterno», como tampoco «ideas» (Platón) o «cosa-en
sí» (Kant).
ARIADNA
En una ocasión Nietzsche había escogido este
nombre como título de un libro suyo. Ya antes había aparecido, en efecto, en el
contexto de una de las exposiciones crítico-dilucidarias más detalladas de su posición
filosófica, titulada «Moral y fisiología», donde caracterizaba como una «precipitación»
«el que durante tanto tiempo se hubiera considerado precisamente a la consciencia
humana como el escalón más alto de la evolución orgánica y la más asombrosa de todas
las cosas terrenales, es más, incluso como su floración suprema y su objetivo. Lo
verdaderamente asombroso es más bien el cuerpo: cómo ha llegado a ser posible el cuerpo
humano es cosa que nunca cabrá admirar bastante». Esta consideración cambia
repentinamente de curso, y en el contexto de una descripción de una vivencia personal «Pensar,
sentir, querer» pasan a verse relativizádos en su significado: «Hablando de
este modo por los codos me entregué, sin la menor inhibición, a mi tarea educativa,
puesto que era feliz por haber encontrado a alguien que se mostraba capaz de escucharme
del principio al fin. Pero llegados precisamente a este punto Ariadna no pareció ser
capaz ya de resistirlo más -la historia tenía lugar durante mi primera estancia en
Naxos--: 'Pero señor, me dijo, ¡Vd. habla un alemán de cerdos!- 'Alemán, le respondí
de buen talante, simplemente alemán! ¡Deje Vd. lo de los cerdos, diosa mía! Infravalora
Vd. la dificultad de oír cosas finas en alemán'.- '¡Cosas finas!. gritó Ariadna
sobresaltada, ¡pero si todo eso no era más que positivismo! ¡Filosofía de hocico!
¡Estiércol y maremágnum conceptual de cien filosofías! ¿Adónde quiere ir eso a
parar?', y al hablar así jugaba impaciente con el famoso hilo que un día guíó a su
Teseo por el laberinto.-»
¿Quién es esta Ariadna? De los años del
hundimiento sabemos -Nietzsche así lo dijo-- que como Ariadna hay que entender a Cosima
Wagner. «Naxos» sería, pues, en este caso igual -a Tribschen, y
la conversación dataría de hace quince años. ¿Podía sustentar ya entonces Nietzsche
la tesis ahora defendida o podía, cuanto menos, haber expresado por aquellas fechas ideas
parecidas? Los «Cinco Prefacios» que por entonces dedicó a Cosima, e
igualmente el escrito «Sobre verdad y mentira en sentido extramoral», así
pemtirían suponerlo, dado que parten de formulaciones similares.
De resultar aceptable la equiparación Ariadna-Cosima ya para este momento, 1885,
el anterior paso textual podría remitir también a otra cosa: al mantenimiento, por parte
de Nietzsche, de diálogos imaginarios con Cosima, al recurso, por su parte, a un
fantasma de Cosima, sencillamente para tener un interlocutor posible.
OBRAS QUE PUBLICARÁ
Su madurez le permitió darle vida de un solo trazo en todo un
grupo de obras, desde «Más allá del bien y del mal» a «Ecce homo»,
pasando por la Genealogía de la moral , El Caso Wagner, Crepúsculo
de los Idolos, El Anticristo y Nietzsche contra Wagner.
LOS FÖRSTER EN PARAGUAY
Los Förster le habían «abrumado y desbordado con regalos
y escritos de Bernhard Förster con ocasión de la Navidad y del Año Nuevo. El
25 de febrero hacía constar aún en una carta a su madre: «De nuestros emigrantes
acabo de recibir el gentil envío de un hermoso anillo de oro, con el siguiente lema
grabado por dentro: «Piensa con cariño en B. y E.». Lo haré de corazón, aunque debo
confesar que esa unión «B. y E.» pesa no poco sobre mi ánimo. No tengo nada en común
con la idiosincrasia de Förster, no digamos ya con sus tendencias. En fin, que no deja de
ser una suerte que se haya marchado justo antes de la «hora del cierre», creo que
en eso tienes razón. Esta observación final alude --como Elisabeth haría
constar más tarde en su edición de las cartas-- a una nueva e intensa participación
reciente de Fórster en el movimiento antisemita.
PARTITURA DE WAGNER
Una petición vino a remover de nuevo las aguas de la
problemática wagneriana. Nietzsche responde a su madre el 6 de enero de 1866: «¿Qué
el Sr. Z... quiere comprar la partitura para piano de la marcha de Kaiser (de Wagner) por
no menos de 22 marcos? Pero si nueva no cuesta más allá de 22 peniques... Creo que aquí
hay un malentendido. Además, tengo interés en conservarla; es una música que sigue
gustándome mucho. La partitura de la marcha del Kaiser que obra en mi poder no está en
venta. Es, primero, un regalo que me hizo Wagner a mí; segundo, el propio Wagner dirigió
con este ejemplar de la partitura la primera interpretación de la obra (en Leipzig);
tercero, en las notas del texto hay correcciones y cambios hechos a mano, lo que da a este
ejemplar un valor único.»
CREDMER COMO EDITOR
Afirma Nietzsche: «Tengo editor... Siendo, en efecto, tan
tarde que estaba ya a punto de irme anoche a dormir, di casualmente con una carta que
alguien había metido por debajo de la puerta de mi habitación... La leí. Era de
Credmer, y lo que me contaba me dio tal alegría que me puse por un momento a danzar en
círculo en ropa de cama. No pude evitarlo, a pesar del frío, ya que hasta hoy no he
encendido fuego. Le había ofrecido el segundo tomo de 'Aurora'... acepta con gusto y me
pide expresamente que le cuente entre mis admiradores. Cree que es preciso que ocurra algo
que ponga fin irrevocable a mi relación con Schmeitzner y expresa el deseo de comprar a
este el resto de 'Humano --demasiado humano'. En fin, se comporta como el tan largamente
deseado editor del futuro.» . El 10 de marzo repetía de nuevo en una carta a
Overbeek que Credner estaba dispuesto a «editar el segundo tomo de
'Aurora'» en su firma y que deseaba «ser incluido entre mis admiradores»,
cosa que, dado su «emparentamiento» reciente con el antisemitismo, vino Nietzsche
a glosar en tono evidentemente divertido.- «jamás he encontrado fidelidades tan
arraigadas en Israel», lo que no era cierto, porque precisamente en los círculos
judíos, en Viena, por ejemplo, es donde tenía sus admiradores más fuertes y sus más
comprensivos seguidores.
DISGUSTOS
Pero en seguida hicieron nuevamente acto de presencia las
dificultades con el editor. A su cuñado le escribe el 1 1 de abril de 1386: «Con
Credner y Schmeitzner, de disgusto en disgusto». Y a la madre le notifica el 28 de
abril: «Los últimos tiempos han sido muy duros y malos para mi... Ante todo en
problemas y fastidios con los editores: con Credmer no he llegado a nada (aunque todavía
hoy he hecho un último intento indirecto mediante una carta a Heinze), con los otros
editores, tampoco... Es algo grave, en muchos sentidos una de las consecuencias... es que
la suma de dinero extra con la que contaba firmemente para este año se me va, ¡y con él
es con la que me proponía ir a verte!» El 1 de mayo le comunicaba a Overbeck, desde
Venecia la mediación del profesor Heinze: «Hasta la fecha, todas mis
negociaciones con los editores han fracasado».
PAUL BOURGET
Por estas fechas ocupa de nuevo su atención en un libro francés, «Un
crime d'amour», de Paul Bourget, sobre el que escribe a Overbeek
el 10 de abril de 1886: «Por fin una nueva obra de 'literatura de cámara', nada
apropiado para la masa. Se están dando conferencias sobre ella.»
JULIUS LIPINER
Tambien por estas fechas recomienda a Overbeek la obra de Julius
Lippiner «Cristianismo, fe popular, costumbre», «que tiene mucho de mi manera
de pensar sobre la religión y un montón de hechos sugestivos».
RESULTADOS DE INVIERNO
Escribe el 7 de mayo desde Venecia a la señora von Seydlitz, «que
ni siquiera tuve tiempo para pensar en mí, cosa a la que sus líneas me han invitado del
modo más amistoso. Tome Vd. todo esto literalmente, por cómico que le parezca. Pero un
hombre como yo se siente tan tenso en su problema --en su 'tarea' habría que decir más
bien, ¿no?- como sobre uno de esos hermosos instrumentos antiguos de tortura. Una vez
,superada' la cosa, queda uno roto por largo tiempo. Por ejemplo, ahora: un manuscrito con
el malévolo título de 'Más allá del bien y del mal' es uno de los resultados del
invierno; el otro está aquí en Venecia, yo mismo, más allá tal vez del bien y del mal,
pero no del asco, del aburrimiento, de la malinconia y del dolor de ojos».
GAST MUSICO INCOMPETENTE
El 11 de mayo, Nietzsche, viaja de Venecia hasta en Munich. No puede
encontrarse con los Seydlitz, pero llega a entrevistarse con el director de orquesta
Hermann Levi para recomendarle la ópera de Köselitz. Se entera al hacerlo, para su
gran alegría, que este famoso director de la música de Wagner es también un
decidido entusiasta de Bizet, más incluso que él mismo. Nietzsche no parece,
pues, saber ni intuir nada de lo que hacía ya tres buenos años había dejado sentado Leyi
en su juicio sobre Köselitz: «
ULTIMO ENCUENTRO CON RODHE
El encuentro con Rohde en Leipiz les llevó a
una decepción mutua. «En Leipzig he asistido a una de las clases de Rohde. También
en este caso tuve al final que decirme: 'por hoy ya he tenido intercambio de sobra'. Y
Leipzig no es precisamente un lugar de refugio y reposo para mí, eso está claro.» Rohde
se sintió igualmente decepcionado por la 'vida espiritual' de su nuevo teatro de
operaciones y sacó en seguida las consecuencias. Ya el 20 de junio podía Nietzsche
comunicar confidencialmente a Overbeek: «¡No puedes figurarte cómo está
Rohde! Le he encontrado del peor de los humores, fuera de sí por la tontería que ha
hecho de abandonar Tübingen y totalmente -contrariado con Leipzig, de modo que su
decisión de poner en marcha su traslado a Heidelberg (cosa que entretanto ha ocurrido ya
formaliter) no podía parecer ' sino de lo más razonable, faute de plus raisonnable.»
(Rohde tampoco se sintió a gusto en Heidelberg. Sufrió por el retroceso,
incluso la decadencia, de la filología griega en todas las universidades: un efecto de la
euforia materialista de época guillermina.) Pero también en el caso -de Rohde
lo que dejó tras sí este encuentro -tan deseado por parte de Nietzsche, al
menos-- con el viejo amigo y compañero de polémicas --un encuentro llamado, por otra
parte, a ser el último encuentro personal entre ambos tras largos años de separación-,
no fue otra cosa que decepción.
EXTRAÑAMIENTO
Más tarde reconocía así a Overbeck:«Una indescriptible
atmósfera de extrañamiento, algo que superaba por completo mi capacidad de comprensión
y mi medida, le rodeaba. Si por un lado había algo en él que me resultaba desconocido,
por otro carecía de mucho de lo que ayer pudo caracterizarse. Como si viniera de un país
del que él fuera el único habitante». Nietzsche debió notar este
extrañamiento y debió sufrir también por él. Necesitó, en efecto, un plazo
considerable de tiempo -signo siempre de haber recibido una herida profunda antes de poder
hablarle de ello a su fiel Overbeek. Sólo dos meses después, el 14 de
julio, vino, en efecto, a escribirle: «En esta atmósfera universitaria
degeneran los mejores: como trasfondo y última instancia percibo siempre, incluso en
naturalezas como la de Rohde, una maldita ramplonería general y la más absoluta falta de
fe en su materia».
NIETZSCHE EDITOR
Nietzsche comenta abiertamente a Overbeck sus decepciones
de orden editorial: «De mis negociaciones con todos los posibles editores he sacado
finalmente en claro que no me queda más que un camino, que es el que sigo ahora. Intento
que vea la luz algo a mi costa: suponiendo que se vendan 300 ejemplares, los gastos quedan
cubiertos y el experimento puede eventualmente repetirse. La firma C. G. Naumann pone su
muy respetable nombre. Que esto quede entre nosotros. El abandono en que Schmeitzner ha
tenido mís cosas es indescriptible: desde hace diez años no se distribuye ejemplar
alguno,ni siquiera se envía nada a la crítica; ni a un punto de distribución en
Leipzig; no digamos ya anuncios. En fín, mis escritos de «Humano --demasiado humano» en
adelante son, dicho brevemente, anécdota. Del Zaratustra se han venclido 60-70 ejemplares
en cada caso, etc. La explicación de Schmeitzner es siempre la misma- que desde hace diez
años ninguno de mís amigos tiene el valor de manifestarse abiertamente a favor mío.
Quiere 12.500 marcos por mís escritos.»
SU NUEVA OBRA
La noche del 27 de junio abandona Nietzsche Leipzig con
destino a Sils, embargado por el sentimiento liberador de ser totalmente independiente. Es
su propio editor en lo que hace a su nueva obra, que está ya en imprenta el 21 de julio; Köselitz
cargó una vez más con la tarea de repasar las pruebas. Transcurridos más de dos años
desde la aparición, el 10 de abril de 1884, del Zaratustra III (el Zaratustra
IV quedó prácticamente sin editor), irrumpe Nietzsche por fin con un nuevo libro
que en la línea de «Aurora» y «La gaya ciencia» sirve a su tarea
filosófica, tal y como ahora puede verla claramente ante sí. Con el Preludio de una
filosofía del futuro, como subtitula su «Más allá», se rotura la vía
libre sobre y en la que piensa recoger la cosecha de sus trabajos filosóficos de tantos
años.
APARICIÓN DEL MÁS ALLÁ....
El 5 de agosto podía informar a su amigo Overbeck: «Acaba de
telegrafiarme Fritzsch desde Leipzig "¡Ya lo tenemos!" -palabras que me han
llenado de gozo. Queda así definitivamente superado un funesto error de mi época de
Basilea (cierto "exceso de confianza", como tantas otras veces en mi vida).» Y
acto seguido: «El nuevo libro, un resultado que desde la lejanía no hubiera podido
conseguir, está ya listo; el encargo de hacerte llegar un ejemplar a Basilea salió hace
ya algunos días. Y ahora viene el ruego,viejo amigo mio: léelo desde el
principio hasta el final, y no te dejes amargar ni dominar por la extrañeza, haz acopio
de todas tus fuerzas, de la fuerza, sobre todo que pueda darte tu benevolencia hacia mí,
esa benevolencia paciente y tantas veces puesta a prueba.» Una vez acabada la
impresión el 21 de julio y enviados el 1 de agosto 2 ejemplares directamente del editor a
Köselitz, el 5 de gosto de 1886 «Mas allá del bien y del mal» estaba
ya disponible.
ANTIDOGMATISMO
En el nuevo libro, Más allá del bien y del mal, los
pensamientos de Nietzsche están concebidos del modo más claro y se concentran sobre los
problemas más urgentes, sin venir, al mismo tiempo, tan sistematizados como para ofrecer
la imagen de rígidas proposiciones de un todo dogmático, algo contra lo que ya
en el. prólogo, fechado en junio de 1885, tomaba posición del modo más unívoco y
vehemente: «Suponiendo que la verdad sea una mujer, ¿cómo?, ¿no está justificada
la sospecha de que todos los -filósofos, en la medida en que han sido dogmáticos, han
entendido poco de mujeres?... Lo cierto es que ella no se ha dejado conquistar: y hoy toda
especie de dogmática está ahí en pie, con una actitud de aflicción y desánimo...
Hablando en serio, hay buenas razones que abonan la esperanza de que todo dogmatizar en
filosofía, aunque se haya presentado como algo muy solemne, muy defmitivo y válido,
acaso no haya sido más que una noble puerilidad y cosa de principiantes... (como la
superstición del alma, la cual, en cuanto superstición del sujeto y superstición del
yo, aún no ha dejado de causar daño)... La filosofía de los dogmáticos ha sido,
esperémoslo, tan sólo un hacer promesas durante milenios... No seamos ingratos, con
ellas, aunque también tengamos que admitir que el peor, el más duradero y peligroso de
todos los errores, ha sido hasta ahora un error de dogmáticos, a saber, la invención por
Platón del espíritu puro y del bien en si... Pero la lucha contra Platón o, para
decirlo de una manera más inteligible para el 'pueblo', la lucha contra la opresión
cristiano-eclesiástica durante siglos -pues el cristianismo es platonismo para el
'pueblo'-- ha creado en Europa una magnífica tensión del espíritu ... : con un arco tan
tenso nosotros podemos tomar ahora como blanco las metas más lejanas. Es cierto que el
hombre europeo siente esa tensión como, un estado penoso; y ya por dos veces se ha hecho,
con gran estilo, el intento de aflojar el arco, la primera, por el jesuitismo, y la
segunda, por la ilustración democrática... Mas nosotros, que no somos ni jesuitas, ni
demócratas, y ni siguiera suficientemente alemanes; nosotros los buenos europeos y
espíritus libres, muy libres -¡nosotros la tenemos todavía, tenemos la penosidad toda
del espíritu y la entera tensión de su arco! Y acaso también la flecha, la tarea y,
¿quién sabe?, incluso el blanco ... ».
CRITICA A LA METAFÍSICA
En la Sección Primera «De los prejuicios de los
filósofos» ataca Nietzsche inmediatamente la base metafísica de la ética: «La
creencia básica de los metafísicos es la creencia en la antítesis de los valores. Ni
siquiera a los más previsores entre ellos se les ocurrió dudar ya aquí en el umbral,
donde más necesario era... Pues, en efecto, es lícito poner en duda, en primer término,
que existan en absoluto antítesis, y, en segundo término, que esas populares
valoraciones y antítesis de valores sobre las cuales los metafísicos han impreso su
sello sean algo más que estimaciones superficiales, sean algo más que perspectivas
provisionales... acaso... perspectivas de rana... ¡Mas quién quiere preocuparse de tales
peligrosos 'quizás'! Hay que aguardar para ello la llegada de un nuevo género de
filósofos... Y hablando con toda seriedad: yo veo surgir en el horizonte a esos nuevos
filósofos.»
Nietzsche disocia y separa las etiquetas de «bueno» y «malo» respecto
de esa «verdad» y esa «mentira» en que vienen ancladas en la
tradición filosófica, en la que a menudo son usadas casi como sinónimos (y al hacerlo
enlaza con su escrito juvenil). En el parágrafo 4 leemos: «La falsedad de
un juicio no es para nosotros ya una objeción contra el mismo... La cuestión está en
saber hasta qué punto ese juicio favorece la vida, conserva la vida, conserva la especie,
quizá incluso selecciona la especie... Admitir que la no-verdad es condición de la vida:
esto significa, desde luego, enfrentarse de modo peligroso a los sentimientos de valor
habituales; y una filosofía que osa hacer esto se coloca, ya sólo con ello, más allá
del bien y del mal». «Que la verdad sea más valiosa que la apariencia,
eso no es mas que un prejuicio moral; es incluso la hipótesis peor demostrada que hay en
el mundo... no existiría vida alguna a no ser sobre la base de apreciaciones y de
apariencias perspectivistas... Sí, ¿qué es lo que nos fuerza a suponer que existe una
antítesis esencial entre 'verdadero' y 'falso'? ¿No basta con suponer grados de
apariencia ... ? ¿Por qué el mundo que nos concierne en algo no iba a ser una
ficción?»
RASGOS DEL FILÓSOFO DEL FUTURO
En la Sección Segunda, «El
espíritu libre», esboza Nietzsche por una vez con detenirniento, y
recurriendo a su método indirecto, los rasgos del filósofo de espíritu
libre del futuro. Y lo hace anticipando en sus juicios y elaborando incluso, como si
fuera ya tal, un catálogo de sus temas. En el esbozo de este filósofo futuro
Nietzsche da ya por supuesta su convicción de la existencia de una ordenación
natural de rango de los humanos, lo que no deja de ser, en definitiva, una idea
propia de la tradición antigua. Aristóteles distingue («Política» 1, 4)
entre quienes, de acuerdo con su naturaleza, han nacido para señores y caudillos,
y quienes lo han hecho para esclavos. Y en «La República» platónica,
todo el poder y la función legislativa entera corresponden, absolutamente, a los
filósofos. Pero también frente a ello delimita Nietzsche su «espíritu libre»,
como frente a los «librepensadores» de su época, excesivamente asfixiados
todos ellos, para él, en su dogmatismo, esto es, en exceso aferrados a sus «principios».
En el apartado 42 escribe: «Un nuevo género de filósofos está apareciendo
en el horizonte: yo me atrevo a bautizarlos con un nombre no exento de peligros. Tal como
yo los adivino... esos filósofos del futuro podrían ser llamados, con razón, acaso
también sin razón, tentadores. Este nombre mismo es, en última instancia, sólo una
tentativa y, si se quiere, una tentación.» Y en el §43: «¿Son, esos
filósofos venideros, nuevos amigos de la 'verdad'?... Con toda seguridad no serán
dogmáticos. A su orgullo, también a su gusto, tiene que repugnarles el que su verdad
deba seguir siendo una verdad para cualquiera ... Mi juicio es mi juicio: no es fácil que
también otro tenga derecho a él ... Hay que apartar de nosotros el mal gusto de querer
coincidir con muchos... En última instancia, las cosas tienen que ser tal como son y tal
como han sido siempre: las grandes cosas están reservadas para los grandes; los abismos,
para los profundos, y las delicadezas y estremecimientos, para los sutiles, y, en general,
y dicho brevemente, todo lo raro, para los raros.» Y en el §44: «¿Necesito
decir expresamente, después de todo esto, que esos filósofos del futuro serán también
espíritus libres, muy libres... con la misma seguridad con que no serán tampoco, meros
espíritus libres, sino algo más, algo más elevado, más grande y más radicalmente
distinto que no quiere que se lo malentienda ni confunda con otras cosas? Pero al decir
esto siento... el deber de disipar y alejar conjuntamente de nosotros un viejo y estúpido
prejuicio... En todos los países de Europa... hay ahora gente que abusa de ese nombre,
una especie de espíritus muy estrecha, muy prisionera, muy encadenada... niveladores es
lo que son esos falsamente llamados 'espíritus libres'... como esclavos elocuentes y
plumíferos que son del gusto democrático y de sus 'ideas modernas': todos ellos, hombres
carentes de soledad... torpes y bravos mozos... que son, cabalmente, gente no libre y
ridículamente superficial, sobre todo en su tendencia básica a considerar que las formas
de la vieja sociedad existente hasta hoy son más o menos la causa de toda miseria y
fracaso humanos... A lo que ellos querrían aspirar con todas sus fuerzas es a la
universal y verde felicidad -prado del rebaño... y el sufrimiento mismo es considerado
por ellos como algo que hay que eliminar. Nosotros los opuestos a ellos,... nosotros...
nos encontramos en el polo opuesto de toda ideología moderna y de todos los deseos
gregarios... Y en lo que se refiere a la peligrosa fórmula 'más allá del bien y del
mal' con la cual evitamos al menos ser confundidos con otros: nosotros somos algo distinto
de los libres-penseurs, liberipensatori, Freidenker (librepensadores), o como les guste
denominarse a todos esos bravos defensores de las 'ideas modernas'.»
CRITICA AL CRISTIANISMO
La Sección tercera, «El ser religioso», se dirige
fundamentalmente contra el cristianismo; en algunas de sus partes se percibe, de todos
-modos, a Platón como contrincante, como quedó ya anunciado en el prólogo, y
tiende, asimismo, un puente entre las correspondientes secciones de «La gaya
ciencia» y el posterior «Anticristo»: «La fe, tal como el primer
cristianismo la exigió y no raras veces la alcanzó... esa fe no es aquella cándida y
ceñuda fe de súbditos con la cual se apegaron a su dios y a su cristianismo, por
ejemplo, un Lutero o un Cromwell o cualquier otro nórdico bárbaro del espíritu; antes
bien, era ya aquella fe de Pascal, que se parece de manera horrible a un continuo suicidio
de la razón... La fe cristiana es, desde el principio, sacrificio: sacrificio de toda
libertad, de todo orgullo, de toda autocerteza del espíritu; a la vez, sometimiento y
escarnio de sí mismo, mutilación de sí mismo. Hay crueldad y hay fenicisrno religioso
en esa fe... su presupuesto es que la sumisión del espíritu procede un dolor
indescriptible... los hombres modernos, con su embotamiento para toda la nomenclatura
cristiana, no sienten ya la horrorosa superlatividad que había, para un gusto antiguo, en
la paradoja de la fórmula 'Dios en la cruz'. Nunca ni en ningún lugar había existido
hasta ese momento una audacia igual en dar la vuelta a las cosas... como la de esa
fórmula: ella prometía una transvaloración de todos los valores antiguos. El Oriente,
el oriente profundo, el esclavo oriental fueron los que de esa manera se vengaron de Roma
y de su aristocrática y frívola tolerancia, del 'catolicismo' romano de la fe.» Y
en el 47: «No hay tipo alguno (como el del hombre religioso) en torno al cual
haya proliferado hasta hoy tal multitud de absurdos y supersticiones... ¿Cómo es posible
la negación de la voluntad? ¿Cómo es posible el santo? Esta parece haber sido realmente
la pregunta gracias a la cual Schopenhauer se hizo filósofo y por la que comenzó. Y de
este modo fue una consecuencia genuinamente schopenhaueriana el hecho de que su partidario
más convencido..., es decir, Richard Wagner, finalizase justamente aquí la obra de toda
su vida... si se pregunta, sin embargo, qué es en realidad lo que en el fenómeno entero
del santo ha resultado tan irresistiblemente interesante a los hombres de toda índole y
de todo tiempo, también a los filósofos: eso es, sin ninguna duda, la apariencia de
milagro que lleva consigo, es decir, la apariencia de una inmediata sucesión de
antítesis... que de un 'hombre malo' surgía de repente un 'santo', un hombre bueno». Nietzsche
deja claro que sus reservas al cristianismo se limitan a su núcleo genuino, el Nuevo
Testamento (§52): «en el Antiguo Testamento judío, que es el libro de la justicia
divina, hombres, cosas y discursos poseen un estilo tan grandioso que las escrituras
griegas e indias no tienen nada que añadir a su lado. Con terror y respeto nos detenemos
ante ese inmenso residuo de lo que el hombre fue en otro tiempo... el gusto por el Antiguo
Testamento es una piedra de toque en lo referente a lo 'grande' y lo 'pequeño': tal vez
ese hombre (el hombre culto de hoy, incluido el cristiano del cristianismo culto) seguirá
pensando que el Nuevo Testamento, el libro de la gracia, es más conforme a su corazón
(hay en él mucho del genuino olor tierno y sofocante que exhalan los rezadores y las
almas pequeñas).»
VALORACIÓN DEL SACRIFICIO
En la Sección cuarta, Sentencias e Interludios, Nietzsche,
con espíritu de dura confrontación, eleva a conciencia las consecuencias destructivas,
para las propias religiones, de esa disponibilidad al sacrificio tan insistentemente
cultivada y propugnada por ellas (§55): «En otro tiempo la gente sacrificaba a su
dios seres humanos, acaso precisamente aquellos a quienes más amaba.... Después, en la
época moral de la Humanidad... los instintos más fuertes ... la naturaleza propia...
¿qué quedaba todavía por sacrificar? ... ¿no tenía que sacrificar (la gente) a Dios
mismo y, por crueldad contra sí, adorar la piedra, la estupidez, la fuerza de la
gravedad, el destino, la nada? Sacrificar a Dios por la nada... este misterio paradójico
de la crueldad suprema ha quedado reservado a la generación que precisamente ahora surge
en el horizonte ... »
NEGATIVIDAD DE LAS RELIGIONES
En la Sección IV, Sentencias e Interludios, afirma tambien:«Cuando
la fuerza de la religión atraía hacia los monasterios y penitenciarías anímicas,
alejándolos así de la sociedad, a los interiormente destruidos y a los que se volvían
salvajes: ¿qué tenían que hacer, además, para trabajar con una conciencia tan
radicalmente tranquila... en el empeoramiento de la raza europea...? ¿No parece, en
efecto, que durante dieciocho siglos ha dominado sobre Europa una sola voluntad, la de
convertir al hombre en un aborto sublime?... tales son los hombres que han dominado hasta
ahora, con su 'igualdad ante Dios', el destino de Europa, hasta que acabó formándose una
especie empequeñecida, casi ridícula, un animal de rebaño, un ser dócil, enfermizo y
mediocre: el europeo de hoy ... »
MORAL COMO PROBLEMA
En la Sección quinta «Para la historia natural de la moral»
enlaza Nietzsche con la época de «Humano -demasiado humano» y con las
conversaciones con Paul Rée en Sorrento, si bien para llegar aquí
mucho más lejos de lo representado por aquel punto de vista. Nietzsche echa en
cara a la entera filosofía moral del pasado que si bien se preocupó, sin duda, por la
génesis, origen y desarrollo de la moral, bien a partir de la «ley divina»,
bien a partir del «imperativo categórico», desatendió, sin embargo,
absolutamente la moral como problema, su esencia en cuanto tal.
NO A LA VUELTA A LA NATURALEZA
Según Nietzsche, una «vuelta a la naturaleza» en el sentido de
dejar libre curso a los llamados «impulsos naturales» choca contra la
naturaleza de la moral. En el §88: «En contraposición al laisser aller, toda moral
es una tiranía contra la 'naturaleza', también contra la 'razón': esto no constituye
aún, sin embargo, una objeción contra ella, pues para esto habría que volver a -'- - -
---' sobre la base de alguna moral, que no está permitida ninguna especie de tiranía ni
de sinrazón. Lo esencial e inestimable en toda moral consiste en que es una coacción
prolongada... recuérdese bajo qué coacción ha adquirido toda lengua hasta ahora vigor y
libertad, la coacción métrica, la tiranía de la rima y del ritmo... No es poca la
probabilidad de que precisamente esto sea 'naturaleza' y 'natural', ¡y no aquel laisser
aller! Todo artista sabe que su estado 'más natural', esto es, su libertad para ordenar,
establecer, disponer, configurar en los instantes de 'inspiración" está muy lejos
del sentimiento del dejarse ir, y que justo en tales instantes obedece de modo muy
riguroso y sutil mil leyes diferentes... Lo esencial el cielo y en la tierra' es,
según parece, repitámoslo, el obedecer durante mucho tiempo y en una única dirección:
con esto se obtiene y se ha obtenido siempre, a la larga, algo por lo cual merece la pena
vivir en la tierra, por ejemplo, virtud, arte, música, baile, razón, espiritualidad...
transfigurador, loco y divino...».Y en el 98: «Todas esas morales que se
dirigen a la persona individual para procurarle su 'felicidad', según se dice, qué otra
cosa son más que propuestas de comportamiento en relación con el grado de peligrosidad
en que la persona individual vive a causa de sí mísma; recetas contra sus pasiones, sus
inclinaciones buenas y malas, dado que éstas tienen voluntad de poder y que quisieran
desempeñar el papel de señor.»
ESPERANZA DE FUTURO
En la Sección V Para la historia de la moral
afirma Nietzsche: «¿Adónde tendremos que acudir nosotros con nuestras esperanzas? A
nuevos filósofos, no queda otra elección; a espíritus lo suficientemente fuertes y
originarios como para empujar hacia valoraciones contrapuestas y para transvalorar, para
invertir 'valores eternos'... Para esto será necesario en cierto momento una nueva
especie de filósofos y de hombres de mando, cuya imagen hará que todos los espíritus
ocultos, terribles y benévolos que en la tierra han existido aparezcan pálidos y
enanos... Existen pocos dolores tan agudos como el haber visto, el haber adivinado, el
haber sentido alguna vez cómo un hombre extraordinario se apartaba de su senda y
degeneraba» (Nietzsche apunta, sin duda, a Wagner).... «pero quien posee el
raro ojo que permite ver el peligro global de que 'el hombre' mismo degenere,
quien, como nosotros, ha conocido la monstruosa casualidad que hasta ahora ha jugado su
juego en lo que respecta al futuro del hombre -¡un juego en el que no intervenía ninguna
mano y ni siquiera un 'dedo de Dios'!» (alusión a Epicuro), «quien adivina la
fatalidad que se oculta en la idiota inocuidad y credulidad de las 'ideas modernas», y
más aún en toda la moral europeo-cristiana: ése padece una ansiedad con la que ninguna
otra es comparable... La degeneracion global del
CIENCIA Y FILOSOFÍA
En la Sección Sexta, «Nosotros los doctos»,
Nietzsche, se ocupa del filósofo venidero y hace ver, ante todo, que pertenece al
«futuro» y no al «presente». «A riesgo de que el moralizar manifieste ser
también aquí lo que siempre ha sido --a saber, un intrépido montrer ses plaies, según
Balzac-, yo me atrevería a oponerme a un indebido y pernicioso desplazamiento de rango
que hoy... amenaza con establecerse entre la ciencia y la filosofía... La declaración de
independencia del hombre científico, su emancipación de la filosofía, constituye
una de las respercusiones más sutiles del orden y desorden democrático: por todas
partes la autoglorificación y autoexaltación del docto encuéntranse hoy en pleno
florecimiento y en su mejor primavera '¡Nada de dueños!', eso es lo que quiere también
aquí el instinto del hombre plebeyo; y después de que la ciencia se ha liberado, con el
más feliz éxito, de la teología, de la cual fue 'sierva' durante mucho tiempo, aspira
ahora con completa altanería e insensatez a dictar leyes a la filosofía y a representar
ella por su parte el papel de 'señor', ¡qué digo!, de filósofos ... »
PELIGROS
En la Sección VI, Nosotros los doctos,
afirma Nietzsche: «Los peligros que amenazan al desarrollo del filósofo son hoy en
verdad tan múltiples que se dudaría de que ese fruto pueda llegar aún en absoluto a
madurar. La extensión de las ciencias, la torre construida por ellas, han crecido de modo
tan gigantesco, con lo cual ha aumentado también la probabilidad de que el filósofo se
canse ya mientras aprende o se deje retener en un lugar cualquiera y 'especializarse'...
De hecho, durante largo tiempo la multitud no ha comprendido al filósofo y lo ha
confundido con otros, bien con el hombre científico y con el docto ideal, bien con el
iluso y ebrio de Dios, religiosamente elevado, desensualizado, 'desmundanizado'» En
el §211: «Insisto en que se deje, por fin, de confundir a los obreros filosóficos
y, en general, a los hombres científicos con los filósofos... Lo auténticos filósofos
son hombres que dan órdenes y legislan: dicen 'así debe ser', son ellos los que
determinan el 'hacia dónde' y el 'para qué' del ser humano... Su 'conocer' es crear, su
crear es legislar, su voluntad de verdad es voluntad de poder.» En el §213: «Lo
que un filósofo es, eso resulta difícil de aprender, pues no se puede enseñar: hay que
'saberlo', por experiencia --o se debe tener el orgullo de no saberlo-. Para entrar en un
mundo elevado hay que haber nacido, o dicho con más claridad, hay que haber sido criado
para él: derecho a la filosofía -tomando esta palabra en el sentido grande-- sólo se
tiene gracias a la ascendencia... Muchas generaciones tienen que haber trabajado
anticipadamente para que surja el filósofo; cada una de sus virtudes tiene que haber sido
adquirida... la soberanía de las miradas dominadoras, de las miradas hacia abajo, el
sentirse a sí mismo separado de la multitud y de sus deberes y virtudes, el afable
proteger y defender aquello que es malentendido y calumniado, ya sea Dios, ya sea el
demonio, el placer y la ejercitación en la gran justicia, el arte de mandar, la amplitud
de la voluntad, el ojo lento, que raras veces admira, raras veces mira hacia arriba, raras
veces ama...»
VIRTUD Y SUFRIMIENTO
En la Sección Séptima: «Nuestras virtudes»
afirma Nietzsche: «¿Nuestras virtudes? Nosotros, los europeos de pasado mañana,
nosotros primicias del siglo xx... si es que debemos tener virtudes, tendremos,
presumiblemente, sólo aquellas que hayan aprendido a armonizarse de manera óptima con
nuestras inclinaciones más secretas e íntimas, con nuestras necesidades más ardientes:
¡bien, busquémoslas de una vez en nuestros laberintos!» Estas virtudes del filósofo
-del hombre superior- no descansan sobre los prejuicios morales «todos esos modos de
pensar que miden el valor de las cosas por el placer y el sufrimiento que producen, esto
es, por estados concomitantes y cosas accesorias». Son «ingenuidades
SER ALEMÁN
Que el ser y la literatura alemana le hace sufrir, es
cosa que Nietzsche revela con la siguiente queja: (§246): «¡Qué tortura son los
libros escritos en alemán para quien dispone de un tercer oído! ¡Con qué repugnancia
se detiene éste junto a ese pantano, que, lentamente, va dándose la vuelta, de acordes
carentes de armonía, de ritmos sin baile, que entre alemanes se llama un 'libro'!»
§247- «Que el estilo alemán tiene que ver muy poco con la armonía y con los oídos
muéstralo el hecho de que justo nuestros buenos músicos escriben mal. El alemán no lee
en voz alta, no lee para el oído... El hombre antiguo, cuando leía .... lo que hacía
era recitarse algo a sí mísmo, y, desde luego, en voz alta .... esto quiere decir, con
todas las hinchazones, inflexiones, cambios de tono y variaciones de tempo en que se
complacía el mundo público de la Antigüedad... En Alemania... no ha habido propiamente
más que un único género de oratoria pública y más o menos conforme a las reglas del
arte: la que se hacía desde el púlpito... La obra maestra de la prosa alemana es, por
ello, obviamente, la obra maestra de su máximo predicador: la Biblia ha sido hasta ahora
el mejor libro alemán. Comparado con la Biblia de Lutero, casi todo lo demás es sólo
'literatura' -cosa ésta que no es en Alemania donde ha crecido y que por ello tampoco ha
arraigado ni arraiga en los corazones alemanes: como lo ha hecho la Biblia.»
SER FRANCÉS
Nietzsche no se cansa nunca de alabar las ventajas de la literatura
francesa -y la música de su Georges Bizet. §254: «Tres son, sin embargo,
las cosas que los franceses pueden hoy mostrar con orgullo, como herencia y patrimonio
suyos y como indeleble señal de una vieja superioridad de cultura sobre Europa... En
primer lugar, la capacidad de sentir pasiones artísticas, de entregarse a la 'forma',
capacidad para designar la cual se ha inventado, junto a otras mil, la frase l'art pour
l'art: esto es algo que no ha faltado en Francia desde hace tres siglos y que ha
posibilitado, una y otra vez, gracias al respeto al 'número pequeño', una especie de
música de cámara de la literatura, que en vano se busca en el resto de Europa . Lo
segundo sobre lo que los franceses pueden fundar una superioridad sobre Europa es su
antigua y compleja cultura moralista, la cual hace que, hablando en general, incluso en
pequeños romanciers de los periódicos y en ocasionales boulevardiers de Paris se
encuentre una excitabilidad y una curiosidad psicológicas de las que en Alemania, por
ejemplo, no se tiene la menor idea... Hay todavía un tercer título de superioridad: en
la esencia de los franceses se da una síntesis, lograda a medias, entre el norte y el
sur... que un inglés no comprenderá jamás: su temperamento, que periódicamente se
vuelve hacia el sur y se aleja de él... presérvalos del horrible claroscuro del norte y
de los espectros conceptuales y la anemia debidos a la falta de sol -, nuestra enfermedad
alemana del gusto, contra cuyo exceso se ha recetado por el momento, con gran decisión,
sangre y hierro, quiero decir, la 'gran política'... Para los mediterráneos natos, para
los 'buenos europeos'--para ellos ha escrito su música Bizet, ese último genio que ha
visto una belleza y una seducción nuevas-, que ha descubierto un fragmento del sur de la
música».
SER INGLES
En los- ingleses de su tiempo, Nietzsche, no encuentra
literatura digna de ese nombre (ha «superado» a Byron y Shelley), ni tampoco
música capaz de interesarle. Le resultan, en consecuencia, de todo punto extraños; no
los «vive». Y con su filosofía están en un campo muy distinto. Era la vieja
contraposición entre la «filosofía natural jonia» (Tales y sus sucesores) y
las escuelas italianas, centradas más bien en cuestiones de ética y de «dialéctica»,
de los pitagóricos y los eleatas, tal como Nietzsche los conocía, está claro
donde se sitúa Nietzsche: en la tradición de los éticos y «dialécticos», en la serie
de Parménides-Platón-Aristóteles-Kant-Hegel-Schopenhauer. Y también contra quién
está: contra los «jonios», con los que identifica a los ingleses.: «No son una
raza filosófica ---esos ingleses: Bacon significa un atentado contra el espíritu
filosófico en cuanto tal; Hobbes, Hume y Locke, un envilecimiento y devaluación del
concepto 'filosófico' por más de un siglo. Contra Hume se levantó y alzó Kant; de
Locke le fue lícito a Schelling decir: je mepríse Löcke; en la lucha contra la
cretinización anglo-mecanicista del mundo estuvieron acordes Hegel y Schopenhauer (con
Goethe)... Qué falta y qué ha faltado siempre en Inglaterra sabíalo bastante bien aquel
semicomediante y rector, aquella insulsa cabeza revuelta que era Carlyle, el cual trataba
de ocultar bajo muecas apasionadas lo que él sabía de sí mismo: a saber, qué era lo
que le fataba a Carlyle --auténtica potencia en la espiritualidad, auténtica profundidad
en la mirada espiritual, en suma, filosofía... Pero lo que resulta ofensivo incluso en el
inglés más humano es su falta de música, o, hablando con metáfora (y sin metáfora-:
el inglés no tiene ritmo ni baile en los movimientos de su alma y de su cuerpo, más
aún, ni siquiera tiene el deseo de ritmo y baile, de ,música'. Oigasele hablar... en
fin: ¡óigaseles cantar! Pero yo exijo demasiado».
LOS JUDIOS EN EL MÁS ALLA
Nietzsche dedica un amplio espacio a los judíos. En el §250: «¿Qué
debe Europa a los judíos? -Muchas cosas, buenas y malas, y sobre todo una que es a la vez
de las mejores y de las peores: el gran estilo en la moral, la terribilidad y la majestad
de exigencias infinitas... Nosotros los artistas, entre los espectadores y filósofos,
sentimos por ello frente a los judíos - gratitud.» En el §251: «Todavía no
me he encontrado con ningún alemán que haya sentido simpatía por los judíos; y por muy
incondicional que sea la repulsa del auténtico antisemitismo por parte de todos los
previsores y políticos, tampoco esa previsión y esa política se dirigen, sin embargo,
contra el género mismo del sentimiento, sino sólo contra su peligrosa
inmoderación...Que Alemania tiene judíos en abundancia suficiente, que el estómago
alemán, la sangre alemana, tiene dificultad...aún sólo para liquidar ese quintum de
'judío' --de igual manera que lo han liquidado el italiano, el francés, el inglés,
merced a una digestión más robusta--:eso es lo que dice y expresa claramente un instinto
general... el instinto de un pueblo cuya naturaleza es todavía débil e indeterminada, de
modo que con facilidad se la podría hacer desaparecer, con facilidad podría ser borrada
por una raza más fuerte. Pero los judíos son, sin ninguna duda, la raza más fuerte,
más tenaz y más pura que vive ahora en Europa...,gracias sobre todo a una fe decidida,
la cual no necesita avergonzarse frente a las 'ideas modernas'...para lo cual tal vez
fuera útil y oportuno desterrar a todos los voceadores antisemitas del país.»
TENDENCIAS IGUALATORIAS
En la Sección Novena: «¿Qué es aristocrático»
Nietzsche se ocupa a grandes trazos del problema de quien debiera «dar el tono»
en la Europa futura, de quien tendría, en fin, que dirigirla espiritualmente,
asumiendo así el papel de Goethe, Beethoven y Schopenhauer --o sea: literatura,
música, filosofía. Con gran insistencia repite Nietzsche que cuando alude a la unidad
europea no tiene in mentis una empresa de orden político o económico, sino un espacio
cultural. Pero un espacio cultural llamado no precisamente a acoger una
unidad cultural -nivelada hacia abajo para todos--, sino un espacio en el que los
distintos e inconfundibles «grandes» vengan a alcanzar su plena efectividad. No hay
«hombres iguales» por su naturaleza y, en consecuencia, tampoco hay «aspiraciones
iguales», siendo ésta, por lo demás, una cuestión que ya ocupó a los antiguos en
relación con la «justicia». La máxima «suum cuique» encontró las
interpretaciones más contrapuestas. Nietzsche rechazó la «igualdad de los
hombres», también en las fórmulas indirectas «ante Dios» e incluso «ante
la ley». Se atiene estrictamente a una «escala de jerarquía y de diferencia de
valor entre un hombre y otro hombre», máximamente diferenciada, que de una u otra manera
«necesita de la esclavitud. Sin el pathos de la distancia, tal como ésta surge
de la inveterada diferencia entre los estamentos..., no podría surgir tampoco en modo
alguno aquel otro pathos misterioso, aquel deseo de ampliar constantemente la
distancia dentro del alma misma, la elaboración de estados siempre más elevados, más
raros, más lejanos, más amplios, más abarcadores, en una palabra, justamente le
elevación del tipo 'hombre', la continua ,auto-superación del hombre'».
ALMA QUE SE RESPETA A SÍ MISMA
«¿Qué es aristocrático?... ¿En qué se delata, en qué se
reconoce el hombre aristocrático, bajo este cielo pesado y cubierto del dominio
incipiente de la plebe ... ? -No son las acciones las que constituyen su demostración
-las acciones son siempre ambiguas, siempre insondables--; tampoco son las obras. Entre
los artistas y los doctos encontrarnos hoy muchos que delatan con sus obras que un
profundo deseo los empuja hacia lo aristocrático, pero justo esa necesidad de lo
aristocrático es... el elocuente y peligroso síntoma de su carencia. No son las obras,
es la fe la que aquí decide, la que aquí establece la jerarquía, para volver a tomar
una vieja fórmula religiosa en un sentido nuevo y más profundo: una determinada certeza
básica que un alma aristocrática tiene acerca de sí misma, algo que no se puede buscar,
ni encontrar, ni, acaso, tampoco perder. El alma aristocrática tiene respeto de sí
misma.» Queda fijada, con ello, una posición absolutamente antitética respecto del
dogma cristiano del pecado original. A partir de aquí resulta mucho más nítidamente
inteligible el ataque nietzscheano a la ética cristiana. El alma manchada por el
pecado original y, en consecuencia, despreciable, no es digna de respeto, sino de
reprobación. Para Nietzsche esta ética es minusvaloradora, degradante: moral
de esclavos. §
LA NATURALEZA DEL FILÓSOFO
«Un filósofo: es un hombre que constantemente vive, ve, oye,
sospecha, espera, sueña cosas extraordinarias; alguien al que sus propios pensamientos le
golpean como desde fuera, como desde arriba y desde abajo, constituyendo su especie
peculiar de acontecimientos y rayos; acaso él mismo sea una tormenta que camina grávida
de nuevos rayos; un hombre fatal, rodeado siempre de truenos y aullidos y acontecimientos
inquietantes. Un filósofo: ¡ay, un ser que con frecuencia huye de sí mismo, que con
frecuencia tiene miedo de sí, -pero que es demasiado curioso para no volver a sí una y
otra vez ...!»
SOLUCIÓN DE LOS PROBLEMAS CON SU EDITORIAL
La fatiga de los esfuerzos de «Más allá del bien y del mal»
y el sereno desenlace en Sils pasaron de pronto a transformarse, a raíz de la
publicación del. libro y de la noticia, el 5 de agosto de 1886, del traspaso de las obras
anteriores a la editorial de Fritzsch, y como ya Nietzsche se había figurado, en
una nueva actividad- «La impresión del libro me ocupa también hasta el fastidio;
sólo con los primeros ejemplares disponibles comenzará para mi la libertad (y la
posibilidad de pensar algo nuevo).» (El 20 de julio a Köselitz.)
META VON SALIS EN EL HOTEL ALPENROSE
Entre el 7 y el 9 de septiembre Meta von Salis se acercó a
visitarle, lo que vino a representar para él -igual que para ella-- un par de días de
excepción. Vino con su madre y su amiga Kym por el paso de los Alpes julianos, llegando -
Sils-Maria, al Hotel «Alpenrose». hacia las 8 de la tarde, justo a
tiempo para sentarse a la mesa a cenar. Meta von Salis dejó constancia de
aquellos días en los siguientes términos: «Una vez que nos hubimos sentado hacia la
mitad de la mesa, miré alrededor y mis ojos miopes tomaron buena nota de que Nietzsche
estaba en uno de los extremos. Me pareció más juvenil que en nuestro primer encuentro y
vi que estaba en animada conversación con la dama sentada a su derecha, que pude conocer
al día siguiente como Miss Helen Zimmern... Tuve ocasión aquella noche de observar una
vez más con cuanta firmeza y atención se comportaba Nietzsche con las demas y, sobre
todo, con las de mayor edad --contrariamente a lo que con tanta falsedad con frecuencia se
decía de él--. Poco antes de retirarnos de mesa le hice llegar mi tarjeta. Cuando se
acercó a nosotros y le presenté a mi madre y a mi amiga, estuvo encantadoramente amable
y cariñoso con mi madre. No daba impresión alguna de estarse haciendo la violencia...
Acto seguido se esforzó por convencer a mi madre para que se quedara al día siguiente en
Sils-Maria... quería hacerle los honneurs del lugar, le describió los singulares
atractivos del paisaje, de la peninsula, de los lagos... para mí Nietzsche está tan
inextricablemente unido con Sils-María como Heráclito con el santuario de la diosa en
Efeso. Fue optimum en el Norte... En el silencioso mundo montañoso de la Engadina, en el
entorno saturado de formas y colores de la limpia Sils-Maria, donde parece flotar como una
promesa el aroma del Sur cercano...entró el hombre más solitario, orgulloso y tierno de
nuestro siglo en su reino originario, igual que el hijo de un nacido en el destierro...
Nietzsche no simpatizaba sólo con el paisaje, también con las personas. Cuando las
equívocas recensiones sobre sus escritos comenzaron a perderse hasta allá arriba y el
médico, el párroco, con los que acostumbraba a charlar en el café, las leyeron,
se alegró tanto de la ausencia de curiosidad impertinente en estos, como divertido vino a
resultarle el observar cómo todos ellos hacían, del modo más discreto, en su presencia
alusiones a la 'peligrosa materia explosiva"...»
ACIDOS COMENTARIOS
El 31 de julio de 1886 murió en Bayreuth Franz
Listz. Se encontraba allí de modo más bien casual. En el curso de uno de sus largos
visitaba a su hija Cosima con ocasión de los Festivales. Recibió sepultura en Bayreuth
en un pequeño mausoleo propio. Una noticia de este tipo no podía menos de recorrer el
mundo con la velocidad del viento, y Nietzsche tuvo que enterarse pronto. Pero sólo dos
meses después, el septiembre, se refirió a ello, y no en una carta al músico Köselitz,
sino a Malwida von Meysenbug- «Así es, pues, como el viejo Liszt, que tanto sabía
de la vida y de la muerte, ha acabado por dejarse enterrar en el mundo y en la causa
wagnerianas: como si de manera inevitable inextricable tuviera ahí su sitio. Es algo que
me ha dolido hasta el alma de Cosima: se trata de una falsedad más en torno y sobre
Wagner, uno de esos malentendidos casi insuperables al hilo de los que hoy crece y
alimenta la fama de Wagner. A la luz de lo que he ido viendo hasta el momento de los
wagnerianos, el wagnerianismo actual no puede menos de parecer una inconsciente
aproximación a Roma, que hace lo mismo desde dentro que Bismarck desde fuera.» Nietzsche
estaba perfectamente al corriente de los conflictos anímicos y sociales que habían
turbado oscurecido, en una primera época, la relación de Liszt con su hija a raíz del
asunto de su divorcio de Bülow, y no ignoraba, por otra parte, lo «agradecida» que
Cosima estaba a su padre por su nacimiento extramatrimonial, por la educación estricta,
falta de todo amor y bajo supervisión ajena que le impuso, por su problemática unión
con la princesa Sayn-Wittgenstein, así como por su «entrada» final en la Iglesia como
abate, lo que llevó a Nietzsche a la siguiente glosa malévola en «El
crepúsculo de los ídolos»: «Liszt: o la escuela de la facilidad para
correr---detrás de las mujeres».
ENVIDIA SANA
Causó impresión a Nietzsche la comunicación, que su
viejo amigo Paul Deussen le hizo, de haber contraído matrimonio con Marie
Volkmar, una joven 19 años menor que él, el 16 de agosto de 1886 en Berlín. Junto
al sentimiento de alegría no dejó de obrar en Nietzsche también si no cierta
envidia, sí al menos algo de amargura sobre su propio destino, sobre su incapacidad para
abandonar su agobiante aislamiento por ese camino. Hubieron de pasar, pues, cinco semanas
hasta que Nietzsche pudiera escribir a su amigo. Es posible, por otra parte, que en ambos
casos desempeñara un papel un factor diferente: ¡ambas cartas son posteriores a la
partida de Helen Zimmen! «Querido viejo amigo, he aquí... la mejor ocasión para
desearte felicidad, o más bien para no tener siquiera que deseártela. Aférrate a lo que
tienes ahora... sobre todo dado que en tu caso la "felicidad" es una mujer de
buena ley; porque la felicidad huye con demasiada facilidad de nosotros (quiero decir, de
nosotros y demás engendros del conocimiento).»
TRABAJO INTENSO
En 1883, Nietzsche había escrito a Deussen una
carta en que puede leerse lo siguiente: «Que no hayas olvidado lo que es
conciencia... no es precisamente lo último que quisiera celebrar... El cielo lo sabe: sin
laboriosidad como es debido ni en el paraje más hermoso crece otra cosa que mala hierba.
Visto desde cerca, ni siquiera el mejor artista tiene por qué diferenciarse del artesano.
Odio esa chusma que no quiere esfuerzo ni oficio y que sólo valora el espíritu como cosa
de paladar.»
SEGUNDAS EDICIONES DE SUS OBRAS
A partir del verano de 1886, Nietzsche, pudo encontrarse con las
manos suficientemente libres, para poder trabajar con toda intensidad. Primero se
dedicó a la preparación de las nuevas ediciones de sus obras primerizas -¡incluyendo el
Zaratustra! Las notas y apuntes a que había ido dando cuerpo, y que tenía ya en orden,
permitieron a Nietzsche enviar en un plazo asombrosamente breve y a un ritmo sin fisuras
al editor los manuscritos que tenían que entrar en imprenta. El 16 de agosto le tocó el
turno al «Prefacio» de «Humano --demasiado humano»; el 29 de agosto,
a la nueva introducción a «El nacimiento de la tragedia en el espíritu de la
música» con el título provisional de «Ensayo de autocrítica», dado que
precisamente en lo que hace a esta obra, que había surgido bajo el peso íntegro de la
veneración por Wagner, era importante destacar lo que la vinculaba a las obras
posteriores; imnportaba mucho, en fín, mostrar qué había surgido de la propia esencia
nietzscheana y qué de la momentánea vinculación a Wagner, hasta en el estilo
romántico-florido. El 31 de octubre hacía Nietzsche una sorprendente confesión a
Köselitz sobre la marcha del trabajo: «Me parece, viendo las cosas a posteriori que
ha sido una suerte no haber tenido 'Humano --demasiado humano' ni el 'El nacimiento
de la tragedia' a mano al escribir esas introducciones, porque, dicho sea entre nosotros,
ya no aguanto ese engendro. Espero seguir creciendo, en gusto y criterio, por encima del
"escritor y pensador".» Nietzsche y más allá de él.
ERROR FUNESTO
El 2 de septiembre ya tenía Nietzsche en sus manos las galeradas de
la «Introducción» a «Humano --demasiado humano», que envió en
seguida a Köselitz con la siguiente advertencia: «Hágame Vd. el favor de pasar su
ojo crítico por esta "Introducción" y eche una mano a mi ortografía -¡y no
sólo a ella!» En su ilimitada confianza venía Nietzsche a extender así una carta
blanca que resultaría funesta para su obra y, sobre todo, en lo que hace a sus
cartas como vehículo, al hilo de su primera publicación, de un falseamiento de su
verdadera naturaleza. Porque esta carta blanca no fue luego invocada sólo por
Kóselitz, sino por el «Archivo» mismo, en el que Köselitz tuvo intervención
como colaborador. El autor dejó de velar sobre el uso de la misma, a diferencia de lo que
había hecho siempre y sobre lo que las cartas instruyen en parte.
EXITO DE VENTAS
Naumann informó a Nietzsche sobre el éxito de
ventas de «Más allá». Se había vendido la mitad de la edición (unos 200
ejemplares largos), el público «había picado bien el anzuelo». En un tono
casi desbordante informaba de todo ello también a la hermana y al cuñado: «En
cuanto al invierno, lo pasaré en Niza; sólo que voy a tener que buscarme alguien para
que me organice allí una existencia "más digna" (porque me acerco a ese
terrible momento en el que uno empieza a ser un "animal famoso" y tiene que
dejarse ver a la entrée). Según el juicio de cuantos me han visto, mi salud ha mejorado
decisivamente. Signo de ello: engordo. Sólo los ojos han ido atrás -porque he forzado
demasiado la vista. Para los cuatro próximos años se anuncia la elaboración de una obra
fundamental en cuatro tomos; el título es ya como para echarse a temblar- La
voluntad de poder. Ensayo de una transvaloración de todos los valores. Tengo
todo lo necesario para ello: salud, soledad, buen humor, a lo mejor incluso una mujer.»
ACONSEJADO POR OVERBECK
La cordialidad en el trato con sus parientes recibiría pronto un
rudo golpe. En octubre comenzó a ser masivamente sableado desde allá. Primero
escribió a Overbeek sobre ello el 27 de octubre de 1886: «Parece como si estuviera
obligado a tener dispuesto, para todos los casos posibles, el escaso dinero del que
dispongo... Pero, por otra parte, en un asunto tan tonto de dinero no acabo de saber decir
que no.» Overbeck le contestó a vuelta de correo (el 29 de octubre)
solidarizándose con su prudente actitud: «En lo que hace a la petición de Paraguay,
por mi parte... no podré desaconsejarle nunca bastante... No compliques tu situación de
ese modo.» Es probable que con este buen consejo de amigo sentara ya ahora Overbeck
las bases de esa actitud, por parte de la hermana, de odio y enemistad hacia él que tan
funesta resultaría para la investigación nietzscheana a raíz de la conversión de
aquélla en dueña y señora del archivo.
La petición creó a Nietzsche unos problemas de conciencia nada insignificantes.
Por una parte le resultaba difícil dejar en la estacada a su querida hermana en un
momento de verdadero apuro financiero. Por otra, la razón le aconsejaba, dada su propia
situación, ser de lo más cuidadoso con las reservas de dinero, puesto que a la miseria
editorial, de tan costoso resultado, que suponía el tener que imprimir los próximos
libros a su costa, se unía el aumento de la inseguridad de su pensión de Basilea, por lo
menos en lo que hacía a la tercera parte de ella -1.000 francos suizos--, aportada por la
caja del Estado, sobre la que Overbeck tenía en los últimos tiempos serias reservas.
NEGATIVA CON TACTO Y DELICADEZA
Nietzsche le comunicó a su hermana su negativa formulándola del
modo más delicado y con cuanta precaución le fue posible: «Reconozco que la idea...
de ver a mi hermana dedicada a la cría de ganado... todavía me resulta de lo más
extraña... Aún comprendo menos por qué queréis cambiar vuestra existencia, modesta
pero segura, de propietarios agrícolas por el incierto Gran Chaco. ¿Para qué
sobrecargarse con tantas tierras y, en consecuencia, con tantas preocupaciones
económicas? ¿O es que queréis enriquecemos rápidamente? Ni diez caballos conseguirían
llevarme a un lugar como ese en el que, si mi información no me falla, no cabe encontrar
ni siguiera una buena biblioteca... tengo necesidad de Europa, porque es la sede de la
ciencia en este mundo... Incluso en el caso de verme obligado a abandonar Europa (lo que
no es del todo imposible, dado que se empieza a mirar mi producción como algo peligroso e
inmoral), nunca podría escoger, por motivos de salud, países cálidos... En lo que hace
a mi dinero, mi buen sentido me aconseja, coincidiendo en ello con el de mi amigo
Overbeck, no atarme ahora en absoluto a nada ni a nadie... ¿Quién sabe qué es lo que
puede ocurrir precisamente en mi vida en los próximos cuatro años? Lo cierto es que la
subsistencia de mi pensión de Basilea depende ahora de un conjunto de pequeños azares.»
Puede, por otra parte, leerse lo siguiente en la carta que escribió a su madre desde Niza
el 13 de noviernbre: «Entretanto he intercarnbiado, en relación con el otro asunto,
cartas con Overbéck, y me desaconseja de todo punto comprometer mi dinero como se me
pide... Overbeek me ha recordado, con toda la razón del mundo, lo inseguro de mi
situación. Tienes toda la razón, hubiese sido mil veces más aconsejable y hermoso darte
a ti el dinero para la casa... En contra de la idea de convertirme en propietario
agrícola en Paraguay, habla también, por otra parte, el hecho de que a raíz de ello no
se me pagaría ya pensión alguna en Basilea.»
AYUDA A SU MADRE
Nietzsche comunica a su madre lo siguiente: «¿Con qué podría
darte para navidades una pequeña pero grata alegría, mi buena madre? Pero tendrías que
aceptar con toda seriedad mi propuesta. Tengo ahorrados, en efecto, 500 francos suizos;
puedo, pues, permitirme un pequeño lujo. Además, no tengo a nadie sino a nuestra buena
madre.»
EN ROCA LIGURE
Nietzsche abandonó Sils el 25 de septiembre,
marchando esta vez directamente a la Riviera sin parada intermedia otoñal. De Génova
marchó en dirección hacia el Este, camino de los parajes de Rapall, recuerdos
zaratustrianos, y se instaló en Roca Ligure, lugar que si conocía de sus
estancias anteriores en el ámbito de la península, en Margherita y Portofino. Nietzsche
vive en el Albergo d' Italia, cuyas habitaciones limpias y bajos precios
alaba, aunque en una carta a Mrs. Fynn no deja de quejarse en los siguientes términos:
«La cocina es detestable. Tal vez fuera este el motivo por el que pasó muy pronto a
pensar en un cambio. El 10 de octubre comunicaba a Köselitz: Escríbeme a esta
dirección: Niza ... », hacia donde partió el 20 de octubre, con destino, una vez
más, a su vieja Pensión de Genéve.
TRABAJO INTENSO
En esta época Nietzsche trabajó también intensamente. Acabó un
nuevo «Prefacio» a «La gaya ciencia», escribió un libro V
para esta misma obra, «para dar al todo un valor paralelo al de 'Aurora', quiero
decir, desde el punto de vista editorial», como comentaba a Köselitz el 15 de
febrero de 1887, amplió los «Idilios de Mesina» componiendo las «Canciones
del príncipe Vogelfrei», que añadió con este mismo título a la obra. Y además
esbozó un nuevo prefacio para «Aurora».
RECHAZO DE RODHE
El gesto más violento vino del lado del viejo amigo Rohde.
Nietzsche le había hecho llegar su Más allá del bien y del mal, acompañada,
posiblemente, con una carta que Nietzsche siempre solía añadir a los ejemplares
regalados. Pero tal carta nos falta. Como también falta una respuesta directa de Rohde a
Niezsche. ¿Fue acaso censurada toda.esta correspondencia por Rohde cuando con su
asistencia se preparó en el Archivo de Weimar la edición? Sí se ha conservado, en
cambio, su toma de posición al respecto, comunicada a Overbeck el 1 de septiembre de
1886: «He leído la parte fundamental con el mayor desagrado. Se trata, en su
mayoría, de discursos de un saciado después de la comida... Lo genuinamente filosófico
de estas páginas es tan pobre y casi infantil como lo político... simple y escrito desde
un perfecto desconocimiento del mundo. Y sin embargo, no dejan de encontrarse apercus
ingeniosos... lugares ditirámbicos. Pero el todo da una impresión de ocurrencia
arbitraria; de convicción no cabe ni hablar...No estoy ya en condiciones de tomarme en
serio estas eternas metamorfosis. Son visiones de un solitario y pompas de jabón
conceptuales...Sólo que ¿para qué comunicarlas al mundo como una especie de Evangelio?
En cambio, lo que uno se encuentra es el eterno anuncio de cosas tremendas... ¡que luego
ni siquiera aparecen para la aburrida decepción del lector! - esto es algo que me repugna
profundamente.»
PROYECTO GLOBAL DE NIETZCHE
Tan científico como Rohde era el catedrático de teología Franz
Overbeck, crecido en la misma tradición filosófica que él -y que Nietzsche. Y sin
embargo, se comportó de forma notablemente más abierta. Por supuesto que no hacía suya
la posición radical y transvaloradora de todo Nietzsche, pero la percibía, por lo menos,
como una posición posible. Su vinculación humana a Nietzsche le imponía, por otra
parte, considerarlo todo sine ira ac studio, distinguir entre el hombre y la cosa
que representaba, de modo similar a como la amistad personal entre el consecuente
schopenhauriano Deussen y el renegado Nietzsche no se vio en absoluto afectada por el
abismo de las posiciones filosóficas. De ahí que Overbeck indicara a Rohde, antes que
nada, en carta fechada el 23 de septiembre de 1886, que hablaba con demasiada cólera. En
cuanto al asunto de fondo, le reconocía que «el libro no me ha clarificado un solo
paso más sobre los últimos puntos de vista y objetivos del autor; después del
Zaratustra me ha parecido algo así como la típica recaída que tanto da que pensar sobre
estos libros de espíritus solitarios. Y así en cuanto a la mayor parte de lo que Vd.
objeta: en principio estoy en y por sí de acuerdo, pero globalmente hablando y en
definitiva, soy de una opinión enteramente distinta».
EL MÁS ALLÁ SOBREPASA A BURCKARTDT
PERTURBACIÓN
Le corroía una decepción secreta que confió a Overbeck:
«La carta de Jacob Burckhardt... me turbó, aunque era de lo más elogiosa y considerarda
para conmigo. Pero ¡que me importa hoy eso! Lo que yo deseaba oir es "¡eso es lo
que a mí mismo me preocupa! ¡Me he quedado mudo al enfrentarme a ello! Sólo en este
sentido, mi viejo amigo Overbeck, me hace sufrir mi soledad. ¡No me faltan las personas,
pero sí aquellas con las que poder compartir mis preocupaciones!»
NIETZSCHE Y LA DINAMITA
De gran importancia para Nietzsche vino a ser la recensión del
libro que bajo la firma de Joseph Victor Widmann publicó el suplemento literario
del periódico de Berna Der Bund. el 16-17 de septiembre de 1886. Joseph Victor
Widmann fue a las Facultades de la vecina Basilea, estudió teología, filología y
filosofía en esta ciudad, en Heidelberg y en Jena, ocupó temporalmente el cargo de
organista y director de música de Liestal (1886), después fue ayudante del párroco. Widmann
fue, ante todo, el primer lector y comentador que supo valorar las consecuencias de la
relativización nitzschneana del conocimiento filosófico desde una interpretación
perspectivista. Y fue el primero también en percibir la peligrosidad del
libro. Recurrió a una comparación plástica con el coche que, cargado de dinamita
para la apertura del túnel de San Gotardo, circulaba ante los ignorantes habitantes de
los valles con una bandera negra que indicaba lo peligroso de su carga. Así tenía
que ser considerado el libro de Nietzsche. En Widmann se encontró por vez
primera un crítico que tomaba su obra en serio, que percibía todo su peligro y
prevenía desde una visión aguda de lo que estaba realmente en juego.Widmann
provocó, en -cualquier caso, con su recensión, algo que apenas pudo proponerse; reforzó
la autoimagen de Nietzsche en cuanto instrumento de un gran destino europeo. Sin
pérdida de tiempo envió su libro a la vieja y fiel Malwida von Meysenbug,
extractándole, el 24 de septiembre, las partes del comentario de Widmann que más le
habían interesado. Particularmente orgulloso le puso la frase «Aquí hay dinamita»,
que subrayó.
HENRI TAINE
A todo lo anterior vino a añadirse un tercer
«reconocimiento» que impulsó poderosamente la confianza de Nietzsche en sí mismo, pero
que no dejaba de llevar también en sí el germen de otro doloroso desgarramiento. Desde
Niza se dirigió en estos ténninos a su madre a finales de diciembre.- «Uno de los
franceses más importantes, por espíritu, carácter e influencia, Henri (¡error de
Nietzsche!) Taine, un hombre de tan alta calidad como Jacob Burckhardt de Basilea, me ha
enviado una carta extraordinaria en agradecimiento a mi último libro. Pocos conocen
honores como los que se hacen a tu hijo. Siempre he sentido como propio el interés del
viejo pensador independiente y amplio de miras.»
LOS DEBILES OJOS DE NIETZSCHE
(A Seydlitz, el 26 de octubre). «Mis casi tres cuartos de
ceguera me obligaron a abandonar todo intento de experimentar por mí mismo y huir cuanto
antes a Niza, lugar que mis ojos han aprendido a conocer de memoria».
EPICTETO
El frigio Epicteto (aprox. 50-120, según otros testimonios
60-140 d. C.) llegó a Roma como esclavo, pudiendo estudiar allí, en
condición ya de liberto, filosofía con Musonio y enseñar él mismo más tarde. A raíz
de la expulsión de los filósofos por el emperador Domiciano (94/95), se trasladó a
Epiro, donde pasó a dirigir, en Nicópolis, una prestigiosa Escuela Filosófica de
estricta orientación estoica. Precisamente por estos orígenes caracterizó Nietzsche
en una ocasión la teoría de Epicteto, cuya pieza central es de naturaleza
ética, en términos de «moral de esclavos». No dejaban de haber, de todos
modos, importantes puntos de contacto. El joven Nietzsche se había ocupado ya del
tema Fatum e hístoris y, muy especialmente, de Voluntad libre y
factum, es decir, de la responsabilidad ética. La respuesta de Epicteto a
este problema fue de claridad y sencillez grandiosas : Están
bajo nuestro control nuestros propósitos e intenciones,así como nuestros deseos
y su realización; se evade a nuestra capacidad de disposición todo aquello a lo
que nos ata nuestro destino, por ej, nuestro cuerpo, nuestras propiedades, nuestra
parentela, nuestra patria. También tenía Nietzsche que asentir a la forma como pasaron a
ser transmitidas las doctrinas de Epicteto: no en áridos tratados elaborados por él
mismo, sino en la diatriba viva, en la Enchiridion. «
SIMPLICIO
Con su comentario al Enchiridion de Epicteto, Simplicio
vino, cuatrocientos años más tarde, a acentuar el desdibujamiento de frentes. Aunque, en
cualquier caso, no por «cristianizarlo», dado que siempre se opuso a ello como
neoplatónico. Tuvo que vivir un destino similar al de Epicteto. También él tuvo que
abandonar patria y áreas de influencia cuando el emperador Justiniano cerró en el 529 la
Escuela de Filosofía de Atenas. Como platónico Simplicio siempre
aspiró a la síntesis de las diferentes escuelas. Sus Comentarios a Aristóteles
tienen, en este sentido, gran importancia. Sólo que Simplicio «armonizaba»
sobre la base de la descendencia eleática, que en Platón tuvo tan gran operatividad.
Esto es lo que Nietzsche critica de Simplicio.
EL ÚLTIMO LUCHADOR
De todos modos, el rechazo global que Nietzsche realiza de Simplicio
no deja de resultar, ciertamente, curioso y sobremanera inadecuado. Encontramos con
frecuencia en Nietzsche crecientes juicios globales despreciativos, cuando precisamente en
este caso, por el contrario, lo que hubiera sido de esperar es que Nietzsche honrara a Simplicio
como el último luchador valeroso de la Antigüedad contra el cristianismo. Y es
que Simplicio, por ejemplo, reprocha a la nueva doctrina cristiana,
como uno de los rasgos que marcan su inferioridad, honrar sólo a seres muertos (Cristo,
los Santos) y no como en el neoplatonismo, a los astros eternamente vivos y a la
magnificencia del cosmos.
DUALISMO MORAL
Además Simplicio pone en cuestión determinados principios
como, por ejemplo, la existencia del dualismo de bien y mal Para Simplicio
el «mal» no es un principio (arjé) coordinado cualitativamente al bien, no es,
en fin, una contrapotencia de origen propio y específico, sino más bien una caída,
un defecto, una discriminación de lo bueno.
SIMPLICIO SEGUIDOR DE CHAMANES
En el rechazo que Nietsche manifiesta frente a Simplicio
desempeña un papel importante la tensión, según él, existente desde la
Antigüedad, entre los Diadocos materialistas -científico-naturales-- jonios
-Heráclito, Leucipo, Demócrito, Epicuro (Nietzsche se autocalifica, por ejemplo, de
epicúreo), entre otros--, por una parte, y el chamán Pitágoras y la escuela de
filósofos que llevaba su nombre, así como los eleatas Jenófanes y Parménides,
por otra. Al máximo nivel filosófico se trata del enfrentamiento, en Atenas, entre
Platón y Aristóteles. En esta situación, tan condicionada y determinada por una época,
Nietzsche tomó las armas para luchar, en el marco de un ataque global y de principio,
contra el platonismo (de fundamentos eleáticos) y, muy especialmente, en la versión del
mismo que ofrece, por venir marcado por él, el cristianismo. Templó sus armas
estudiando a los platónicos de la Antigüedad tardía, con vistas a poder esgrimir así
argumentos más punzantes en la discusión de sus tesis, En este contexto hay que situar
su desafortunado excursus sobre Simplicio. Con la transvaloración de todos los
valores platónico--cristianos -que es a lo que apunta su filosofía-- venía Nietzsche a
situarse, en su condición de sucesor tardío de la filosofía natural jonia
(¡recuérdese cómo eran precisamente los presocráticos lo que con mayor fuerza atrajo
su interés docente en Basilea!
DOSTOYEVSKI
El 23 febrero de 1887 escribía a Overbeck: «De Dostoyevski no
conocía hace pocas semanas ni siquiera el nombre -hombre inculto como soy, que no lee ni
cuanto menos un periódico. En una visita casual a una librería la suerte puso bajo mis
ojos la obra recién aparecida en traducción francesa L'sprit souterrain (¡algo parecido
me ocurrió a los 21 años con Schopenhauer y a los 35 con Stendhal!) El instinto del
parentesco (¿o cómo tengo que llamarlo?) habló de inmediato, mi alegría fue
extraordinaria.» El nombre de Dostoyevski tenía, de todos modos, que serle
conocido a Nietzsche desde la recensión de Widmann, esto es, desde finales de
septiembre, y el capítulo "Del pálido delincuente" del Zaratustra
invita a pensar en un conocimiento todavía más temprano. Tal vez latía un recuerdo en
su subconsciente que le hizo aferrarse al libro al ver el nombre en la cubierta. Algo muy
parecido debió, sin duda, ocurrirle con Schopenhauer y Stendhal, a quienes cita
como puntos de comparación y testimonios de su instinto literario, un instinto capaz de
vagar y orientarse a través de los sueños -si es que con ello no viene, simplemente, a
encubriese y remitirse subterráneamente al yugo de una creencia un tanto opresora en el
destino. En lo que Nietzsche tenía razón, en cualquier caso, es en su afirmación que
hasta ese momento Dostoyevski había carecido para él, ni siquiera en las
conversaciones con Lou Salomé (1902), que conocía las obras de Dostoyevski,
vino, documentadamente, a despertarse un interés nietzschemo por este -escritor. Y de
repente ahora, seis años después de la muerte de Dostoyevski (9 de febrero de
188l), se lanza Nietzsche con la pasión que le caracterizaba a su obra. El 20 de octubre
de 1888 escribía aún a Georg Brandés en este sentido: «Tengo algún que otro libro
ruso, sobre todo de Dostoyevski (en versión francesa, por Dios ¡no en alemán!), que me
procura los mejores momentos.»
HUELLA PROFUNDA
Que la lectura de Dostoyevski dejó huellas profundas en
Nietzsche, es cosa que sólo cuando el derrumbamiento en Turín vendría a
revelarse. Queda, en cambio, como cuestión abierta la del grado y medida en que
determinadas ideas y formulaciones de sus obras posteriores fueron influenciadas por las
discusiones de Nietzsche con el nihilismo ruso moderno y con las
teorías de la justificación de los violentos (p. ej., en «Crimen y
castigo»
ERNEST RENAN
Nietzsche cita entre sus lecturas al orientalista francés Ernest
Renan (1323-1892), a cuya Histoire des origenes du christianisme, elaborada
entre 1863 y 1883 como «historia de las circunstancias y de los sentiments de Asia
Menor» Nietzsche no asiente por considerar que «parece flotar de un modo
cómico en el aire». Con esta atención a Renan, Nietzsche, no dejaba,
ciertamente, también de echar una mirada al ámbito de intereses y tensiones de Richard
Wagner. Porque Wagner leía con atención creciente, desde 1873 cuando menos, a Renan,
cosa que hizo, por otra parte, hasta sus últimos días. Afirma, por ejemplo, haber
recibido una estimulación esencial, de cara a su propia relación con el cristianismo, de
la Vida de Jesús (1863, versión alemana de 1864) que «despoja a Cristo de su
carácter divino y lo explica a partir de sus rasgos culturales, psicológico,
sociales y morales, más allá de todo elemento religioso». Por presiones del
elemento clerical Renan perdió su cátedra de filología y orientalística
durante años. Ya esto debió haberle ayudado a ganarse a Nietzsche, pero éste
no encontró ahora motivos de complacencia en la orientación científico-positivista en
este campo.
HEINRICH VON SYBEL
Por estas fechas Nietzsche leyó a un historiador alemán,
Heinrich von Sybel (1817-1895), cuya «obra fundamental», como Nietzsche la
llamaba, la leyó, sin embargo, ¡en lengua francesa! Como la obra fundamental de Sybel
La Fundación del Imperio Alemán por Guillermo 1, en 7 tomos, no apareció hasta
1889-1894, es de suponer que esta lectura lo sería de la obra mayor juvenil de Sybel,
Historia de la época de la Revolución 1789-1800, en 5 volúmenes, aparecida entre
1853 y 1879.
MONTALEMBERT
Tambien se centra en la lectura de Montalembert. Este Comte
Charles de Montalembert (1810-1870) representaba una tendencia orientada hacia una alianza
de la Iglesia con la libertad democrática y el sistema parlamentario, lo que en
realidad era más que suficiente para impedir que Nietzsche valorara positivamente su
historia en cinco tomos. De todos modos, no dudó en hacer a Overbeck la siguiente
consulta: «¿Conoces la obra de Montalembert Moines d' Occident?. O más
bien, ¿conoces algo más sólido y menos partidista que esta obra, aunque dedicado
igualmente a sacar a la luz los beneficios que la sociedad europea debe a los conventos?»
¿Se trata de una pregunta retórica a la que sólo cabía responder con un: no hay nada
mejor?» Overbeck debió recibirla como una consulta auténtica porque le
recomendó sustituir al «prolijo panegirista» Montalembert por la Historia
de las costumbres europeas de Agustín a Carlomagm del inglés William Lecky
(1838-1903), que él mismo no conocía, pero que le había sido recomendada. Nietzsche se
negó:«Tengo la obra de Lecky. Pero a este inglés le falta sentido histórico.»
WAGNER COMO ACTOR
El 21 de enero informaba a Köselitz al respecto.«¿Acaso
algún pintor supo pintar nunca una mirada de amor tan melancólica como ha sabido hacerlo
Wagner con los últimos tonos de su preludio?» Con ello venía Nietzsche,
curiosamente' a coincidir de modo llamativo con el propio Wagner, quien a propósito de
esta problemática comentó en una ocasión (el 22 de octubre de 1882.):«No es
posible pintar a Cristo, pero en tonos cabe reproducirlo». Y cuando Cosima
le alabó por haber renunciado a sacar a Cristo en escena, creando, en contrapartida, la
figura de Parsifal, no dud<5 en exclamar: «¿Que un tenor haga de Cristo? ¡Al diabio!»
ó en exclamar: ¿Que un tenor haga de Cristo? ¡Al
diablo!. Nietzsche comprendió a «su» Wagner sin el ropaje dramático, sin el
disfraz del actor, simplemente como músico. «Soy ahora tan antiteatral, tan
antidramático», escribía el 1 de abril a Köselitz, «...Sin tener en cuenta este
viraje decisivo en su relación con la música no cabe entender el ataque nietzscheano en
los años siguientes al «actor Wagner» como lo más negativo y funesto para el -por
él tan venerado- «músico Wagner». Para Nietzsche el «caso Wagner»
radicaba en el sometimiento del músico al actor, no dejando de resultar curioso
que el propio Wagner percibiera algo de ello, hasta el punto de no querer
componer, tras «Parsifal», sino sinfonías, idea esta, por otra parte, que le
ocupaba desde 1876.
RICHARD STRAUSS
El objetivo principal de la estancia de Köselitz
en Munich, donde permaneció hasta el 6 de enero de 1887 era, de todos modos, entrar en
contacto con Herman Ley, quien desde su puesto corno director de la orquesta
de la corte dominaba, desde 1872, la vida teatral del lugar. Köselitz consiguió
finalmente una ejecución decepcionante para él (y posiblemente también para los
intérpretes y para el público) de su septeto, bajo la dirección de Richard Strauss,
quien a la sazón ocupaba en Munich el cargo, a sus veintidós años, de tercer director
de orquesta. Tal vez resulte de interés para la biografía de Strauss señalar
que el joven Strauss entró con este septeto de Köselitz por primera
vez en el circulo más íntimo de Nietzsche, al que pagó su tributo en 1896
con su poema musical «Así habló Zaratustra» (op. 30)
TERREMOTO EN NIZA
Hasta qué punto estaba Nietzsche entregado por estas
fechas a su trabajo es cosa que resulta particularmente clara a la luz de su
«reacción», esto es, de su pasividad ante el acontecimiento natural que «sacudió»
realmente a Niza: un intenso terremoto a las 6 de la mañana de un Miércoles de
Ceniza, 23 de febrero de 1887. El número de víctimas fue elevado y muchas casas quedaron
destruidas,contándose entre éstas aquellas en las que vieron la luz los libros
tercero y cuarto del Zaratustra, como comentó Nietzsche (a Mrs. Fynn) 90: «Así
tendrá que visitar la posteridad un lugar de peregrinaje menos, lo que no deja de
constituir una ventaja.» La noche siguiente dio Nietzsche un paseo general «para
difundir algo de valor y de tranquilidad, porque el pánico es enorme y la ciudad está
llena de sistemas nerviosos deshechos», así como «para buscar a mis conocidos,
que pasaban todos la noche al aire libre, del peor de los humores -con grave
inconveniente, me temo, para su salud, dado que la noche era fría. Hubieron pequeños
temblores, los perros aullaban, media Niza estaba en pie. En lo que a mí respecta, dormí
bien, tanto antes como después de la ronda de inspección. Lo peor es que con esto la
saison ha acabado de golpe.» En estos términos sintetizaba Nietzsche su experiencia
del terremoto en una carta a Overbeck fechada el 24 de febrero.
REACCIÓN VIOLENTA
Ante las critícas que Rodhe hace en una carta a Taine,
Nietzsche le responde con sentencias como las siguientes: «No, mi viejo
amigo Rohde, no permito a nadie hablar con tal falta de respeto sobre Mr. Taine, y menos
que a nadie a ti, porque va contra toda decencia tratar así a alguien de quien sabes que
yo le tengo en la mayor estima...En lo que hace a un erudito como Taine, que está incluso
mucho más próximo de tu propia species, deberías tener los ojos más abiertos.
Calificarlo de "vacío" es, sencillamente, una solemne tontería,
hablando en términos estudiantiles...En la dolorosa historia del alma moderna, que en
muchos sentidos es incluso una historia trágica, Taine tiene su lugar como representante
cabal y digno de consideración de no pocas de las más nobles cualidades de ese
alma...Con tales cualidades un pensador merece respeto...Su vida ha sido creada, con su
anuencia o sin ella, para una misión, de ahí la relación en que está con todos sus
problemas (y no en esa relación tan arbitraria, tan accidental como la que tú, igual que
la mayoría de los filólogos, tienes con la filología). ¡No lo tomes a mal! Pero creo
que si sólo conociera de ti esa manifestación,te despreciaría por la falta de instinto
y de tacto que en ella se expresa.Por fortuna he podido comprobar tu probada valía por
otros caminos.¡Pero tendrías que oír a Burckhardt hablar de Taine!»
NUEVA NEGATIVA
En comunicación a Köselitz afirma lo siguiente: «Paralelamente,
una carta sobre asuntos
a Paraguay: estoy lo suficientemente cuerdo como para tener el cuidado en no mezclarme en
modo alguno en esa empresa antisemita.Cierto que hay una grandiosa porción de
tierra....en poder de mis deudos....bautizada como"Nueva Germania".» Pero
la grandiosa empresa estaba en las mayores dificultades financieras.Y ahora Förster no se
limita a pedir a su cuñado que le prestara su apoyo, se lo exigía. Y esto era demasiado
para Nietzsche. El 20 de mayo cursa a su banquero en Naumburg, las siguientes
instrucciones: Mi cuñado... me pone... ante la exigencia de salirle fiador por
unos gastos que ascienden a 4.500 marcos; se trataría, concretamte de que pudieran ahora
ser pagadas por Vd. tres monedas del Imperio por un montante igual citado, y que yo lo
compensara en el supuesto de que tal importe lograra ser cubierto en el país por pagos o
por un crédito de aquí a Julio. No estoy en condiciones de aceptar tal proposición y le
ruego que así se comunique, cuando tenga ocasión, al Sr. Dr. Förster.» Rezuman
estas líneas una dureza y un encono inusuales en Nietzsche. Sólo por ello habría ya que
concluir que la carta a mi querida hermana, fechada el 2 de mayo de 1887, que
figura en las Cartas reunidas V, que comienza con la frase «Tu cariñosa
carta me llegó ayer», no puede ser otra cosa que una de las más flagrantes falsificaciones.
En realidad, en vez de responder directamente, Nietzsche esperó a que se le calmara la
cólera. Necesitó para ello dos semanas, al cabo de las cuales, el 5 de junio, se
dirigió a su hermana, y no al cuñado, explicándole en los términos conciliadores el
por qué de su negativa a participar en sus aventuras mercantiles.
NIETZSCHE NO DEJA A SU HERMANA EN LA ESTACADA
De todos modos, Nietzsche no dejó a su hermana totalmente en la
estacada. Hizo lo que pudo:«De acuerdo con una idea de nuestra querida madre he
logrado reunir...1.800 táleros, que vuelan hacia ti. Me he quedado a cambio con
todas esas cosas tuyas que preferiste dejar en Naumburg.» ¡Podría volver así, y
efectivamente volvería, a «su» casa!
MATRIMONIO DE LOU SALOMÉ
Sobre el matrimonio de Lou Salomé, a partir del comentario
que Nietzsche hace a Malwida von Meysenburg, el 12 de mayo de 1887,
parece desprenderse más bien un sentimiento de suave melancolía y resignación: «La
Srta. Salomé me ha comunicado asimismo su compromiso matrimonial, pero tampoco le he
contestado, aunque le deseo sinceramente éxito y felicidad. Hay que evitar este tipo de
personas, a las que falta todo sentido del respeto. Nadie sabe decirme quién es el Dr.
Andreas.» Carl Friedrich Andreas había nacido en 1846 en Batavia (Java),
trasladándose a los seis años con sus padres a Hamburgo. Llegaría a convertirse en un orientalista
eminente. Tras una concienzuda preparación filológica, se doctoró en 1868 sobre un
texto persa pasando en 1871 a ocupar un puesto docente como orientalista en Kiel. Forzó
su matrimonio con Lou Salomé, y forzado se mantuvo. Pero Nietzsche no
llegó a enterarse nunca de esto. Es posible que hubiera despertado incluso su compasión.
ATADO A LA CASA DURICH
En varias cartas había anunciado Nietzsche para el verano
siguiente, como lugar de estancia, Celerina (en la Engadina, entre Samadan y St.
Moritz), donde, según toda evidencia, se proponía vivir en el mismo lugar que el viejo general
Simon, pero -escribía el 17 de junio de 1887 a Overbeck-«lo de Celerina me ha
salido mal, figúrate que el viejo general Simon acaba de morir precisamente ahora, y el
dueño de la casa en que íbamos a hospedarnos no quiere mantener en pie las condiciones
convenidas.La pérdida de este viejo y estricto militar, con el que tanta amistad tenía,
es realmente una pérdida para mí: ha representado tantas veces a mi lado el papel de
'Crítica de la razón práctica', digámoslo kantianamente, que bien puede decirse que
soy ahora, sobre todo en el extranjero, mucho más descuidado y "menos
práctico" que antes.»
MUERTE DE VON STEIN
El 26 de junio le llegó la conmovedora noticia de la temprana
muerte de Heinrich von Stein el 20 de junio. Es de nuevo a Overbeck a quien el 30 de junio
abre su corazón.-«Tu notificación...me ha conmovido hasta el más profundo dolor:
o, más bien, todavía me tiene completamente fuera de mí.Le tenía tanto cariño; era
una de las pocas personas cuya existencia, por sí misma, me proporcionaba
alegría.Tampoco dudaba de que, por así decirlo, él se me reservara para más
tarde...Por qué no fui llamado yo en lugar suyo -hubiera tenido más sentido.Pero todo es
tan absurdo: ¡y esa noble criatura, la especie más hermosa de hombre que yo he llegado a
vislumbrar en el curso de mis relaciones wagnerianas, ya no existe!-»
CAUSAS DE SU ENFERMEDAD
En este estado de ánimo Nietzsche contempla turbia toda su
situación general y sigue quejándose. «Mi salud sale del paso sólo
lentammte.....hay una cierta y profunda paralización psicológica cuyo motivo y
localización no consigo encontrar, gracias a la cual la sensación normal...se halla
permanentemente por debajo del punto cero; --sin exageración alguna, desde hace un año
no he tenido un día siquiera en el que espiritual y corporalmente me haya encontrado
claro y de buen ánimo. Esta continua depresión (por el día y también de noche) es peor
que esas crisis fuertes y extremamente dolorosas a las que me veo sometido tan a
menudo.»«
META VON SALIS
«
Ataques
Biografía de Nietzsche
VISITA DE PAUL DEUSSEN
El 21 de septiembre lo visitó su viejo amigo Paul Deussen
con su joven esposa, en el curso de un largo viaje a pie que los llevó hasta Sils «donde
Nietzs<-he nos esperaba ya hacía tiempo... Se ocupó de nosotros con extremada atención, casi con ternura, cosa que antes no era propia suya, me llevó a sus lugares preferidos, a su vivienda muy primitiva, a "su cueva", como él la llamaba, nos acompañó hasta Silvaplana, y las lágrimas aparecieron en sus ojos cuando regresó a su soledad, mientras nosotros, con ánitno alegre, por St. Moritz y Pontresina... (alcanzamos) en unos días más mi vieja Ginebra che».Nietzsche informa a Overbeck de esta visita alabando el «conmovedor
afecto... El va a Grecia; el rodeo por Sils fue muy amable. Por cierto, el primer
catedrático de filosofía de credo schopenhaueriano: y parece que yo y nadie más soy el
culpable de que haya llegado a este modo de pensar. ¡Va benissimo! Yo doy más valor al
hecho de que Deussen sea el primer intelectual europeo que conoce desde dentro la
filosofía hindú, sobre la base de una preparación kantiano- schopenhaueriana, cree en
ella: para esto Schopenhauer fue de hecho el necesario escalón intermedio). Me trajo la
obra más refinada de esa filosofía, los Sutras védicos, traducidos por él y publicados
a cargo de la Academia.»
La despedida de Meta von Salis y la visita de Deussen --que de otro modo
también había de convertirse en una despedida, e incluso para siempre, puesto que hasta
su desmoronanmiento ya no hubo encuentro alguno con el viejo amigo-- hicieron surgir de
nuevo las acostumbradas consecuencias: ya durante la visita de Deussen no se
sintió Nietzsche bien del todo, y los días siguientes trajeron consigo un fuerte ataque.
PROGRAMA DIETÉTICO
Le confiesa a su madre haber llevado a cabo algunas mejoras en la
organización de su modo de vida, que han tenido decididamente muy buenas
repercusiones. Le cuenta su programa dietético: «Así pues: todos los días un buen
beefsteak rojo con espinacas y una gran tortilla (con mermelada de manzana dentro). Por
esto pago lo mismo que por la tabla d'hóte. Por la noche nada más que algunas rajitas de
jamón, dos yemas de huevo y dos panecillos. Pero lo más esencial es la innovación por
la mañana temprano... Sobre las 5 tomo una taza de cacao amargo (van Houten), que yo
mismo me preparo, luego me vuelvo a echar en la cama, vuelvo a dormirme bajo su efecto,
pero me levanto puntualmente a las 6 y, cuando ya estoy vestido,bebo aún una gran taza de
té. Entonces me pongo a trabajar -y esto funciona. El sistema entero resulta mucho más
tranquilo y está más sopesado; también mi humor es mejor. En el mes de julio sólo he
padecido tres grandes accesos de dolor de cabeza, con vómitos que duraron días enteros,
lo cual resulta un auténtico progreso frente a los meses anteriores...Hoy quiero todavía
encargar jamón de Wiel a su lugar principal de procedencia».Tambien, a principios
de junio, solicita a su madre plumas para escribir: «me resultaría muy deseable una
cajita con 12 docenas de plumas de acero, pero de esta marca exacta... S. Roder,
Hoflieferant, Berlín, Stahlfeder Nr.15 Breit..Son las únicas plumas con las que puedo
escribir bien (tan bien, por ejemplo, como está escrita esta carta)». En agosto
encarga a la madre «dos corbatas, una grande y ancha para dar la vuelta y otra para
prender». El 12 de agosto agradece «las corbatas: que corresponden a mis
"profundas" exigencias...¡Muy bien la camisa! Puesto que ese tipo me lo pongo
cada vez más (no por la noche, pero si por el día). También me parece que las mangas
son razonablemente cortas...Finalmente los calcetines y los guantes: ¡querida madre, qué
cantidad de cosas buenas! Olvido lo sorprendentes que me resultaron los polvos
efervescentes: como si hubieras barruntado lo que tu vieja criatura deseaba este
verano.»-
BULOS MALICIOSOS
Con su estricto modo de vida Nietzsche da
perfectamente al exterior la clásica imagen del filósofo sacada de la antigüedad. Una
autodisciplina así presupone un espíritu vigilante y duro, la conciencia de trabajar en
una gran tarea y de que la obra sólo puede surgir por una dedicación lo más exclusiva
posible de las fuerzas. Sería algo completamente errado --cosa que se ha hecho- el
pretender ver ya en aquellos años, por el modo de vida de Nietzsche, síntomas de una
desorientación espiritual para sacar de ahí, después, conclusiones sobre la capacidad
de la obra. Precisamente a ello se refiere Meta von Salis remitiéndose a su
experiencia inmediata :«Desgraciadamente ya no es cuestión alguna el hecho de que
hubo un cierto número de personas que ya años antes de la aparición de lo horrible
explicaban a Nietzsche como anormal. Chamberlain escribe (¡1896!) que su razón se
obnubiló poco después de la composición del escrito "Richard Wagner en
Bayreuth" (1876), y uno de sus antiguos conocidos me preguntó a comienzos de 1888 si
en el verano anterior no había yo notado en él ningún signo de trastomo espiritual,
sonriéndose con superioridad cuando yo lo negué»- Meta von Salis se refiere
certerarnente a la calamidad que ocasionó el yerno de Wagner, Houston Stewart
Chamberlain (1855-1927), con su tesis --una prophetia ex eventu.- Es
efectivamente sorprendente con qué ligereza este hombre en 1896 en su libro sobre Wagner
manipula datos y fechas sobre Nietzsche -y que nadie se escandalizara ante tal «ciencia»
sucia, que llegó a tener efectos duraderos y que durante decenios fue una traba para la
comprensión de Nietzsche. Igualmente funesta y duradera ha sido la permanencia en la
conciencia pública de la interpretación de Chamberlain del Nietzsche enfermo
mental.
GENEALOGÍA DE LA MORAL
El manuscrito que Nietzsche envió a Naumann
el 30 de julio de 1887 apareció el 10 de noviembre bajo el título de:
«Para la genealogía de la moral
Un escrito Polémico»
anuncia abiertamente con el subtítulo la voluntad de ataque.
Como ya lo había recalcado, casi con insistencia, respecto a todas las cuatro partes del «Zaratustra»,
también ahora Nietzsche, para este escrito, ofrece uno de sus fabulosamente
cortos tiempos de composicion: «Fue de hecho rápidamente decidido, comenzado y
terminado: según el resguardo de correos envié (por segunda vez) el manuscrito a Naumann
el 30 de julio: el inicio del trabajo, que por desgracia no anoté, tuvo que suceder en
tomo al 10 de julio» (a Köselitz, 8 de agosto de 1887). Ello podría dar la
impresión de que el libro se pergeñó con intuición genial. Pero también aquí se
oculta detrás un trabajo minucioso, diligente y a menudo penoso. El legado contiene
anotaciones al respecto que hubieron de ser escritas lo más tarde poco después de la
experiencia del «Preludio del Parsifal», a comienzos de enero en Monte-Carlo.
Ello se sigue de la vecindad inmediata a las anotaciones correspondientes sobre el
Parsifal.
PREOCUPACIONES HISTÓRICO-RELIGIOSAS
En el otoño de 1882 Nietzsche realizó en Leipzig, con Lou
Salomé, estudios histórico- religiosos. Aquellas anotaciones pudieron llegar a Sils
en el cajón de los libros en el momento de la elaboración de la Genealogía de la
moral..
TERTULIANO
Las raíces de la gran cita de Tertuliano
sacada del tratado «De spectaculis» de este padre de la iglesia, que escribió
en torno al año 200, y que aparece en el «Primer tratado», parecen encontrarse
más allá de esta época. En una carta a Overbeck que hay que fechar el 17 de julio de
1887 Nietzsche dirige «un ruego a ti como "padre de la iglesia" -necesito
urgentemente un trozo de Tertuliano en el que esta alma bella describe las alegrías que
en el "más allá" gozará ante la visión de sus enenúgos y de los
anticristianos: los tormentos son especificados muy irónica y malvadamente por referencia
a, las antiguas profesiones de esos enemigos. ¿Te resulta posible acordarte de ese trozo?
¿y eventualmente enviármelo? originaliter o también traducido: lo necesito
en alemán)». Overbeck envía inmediatamente una edición latina del texto,
y el Prof. Nietzsche no encuentra tiempo para traducir el pasaje, que resulta
literariamente complicado. De modo que en las ediciones de Nietzsche aparece
incomprensible para los no versados en latín, y sólo las observaciones intermedias en
alemán pemiten barruntar el profundo contenido. El 30 de agosto Nietzsche agradece al
amigo el rápido envío y le confiesa a la vez: «He hecho de tu adnotat. al
respecto el uso más despreocupado...En mis manuscritos ya se encontraba antes de
la.llegada de tu carta una parte del trozo, pero me resultaba precioso el recibirlo in
extenso.» ¿Qué clase de extracto era éste, de qué época y con qué
objetivo?
Nietzsche sabía que su amigo Overbeck, como historiador de la iglesia, se
ocupaba a menudo de Tertuliano, y que incluso había mantenido en 1878 una
controversia sobre un pasaje de Tertuliano con su colega, más joven, Adolf
Harnarck. ¡Pero a pesar de los muchos escritos de Tertuliano que Overbeek
trata o cita también en esos años, nunca aparece entre ellos el «De spectaculis»!
Los editores suponen que Nietzsche ya había citado antes a Tertuliano y remiten a la
triple aparición en «Humano» y «Aurora» de «credo quia
absurdum est». ¡Pero esto nunca aparece así en Tertuliano!
COMPLEMENTO
La «Genealogía de la moral» viene a unirse sin
violencia alguna a la obra completa. «Añadida como complemento y aclaración a la
última publicada "Más allá del bien y del rnal"», observa Nietzsche en
un dictamen previo.
RAICES DE LA GENEALOGÍA
En el Prólogo Nietzsche remite mucho más atrás todavía
las raices de su Genealogía: - «Mis ideas sobre la procedencia de nuestros
prejuicios morales...tuvieron su expresión primera, concisa y provisional en aquella
colección de aforismos que lleva el título de "Humano -demasiado humano", cuya
redacción comencé en Sorrento durante un invierno que me permitió hacer un alto como
hace un alto un caminante, y abarcar con la mirada el vasto y peligroso país por el que
hasta allí había caminado mi espíritu...Esto ocurrió en el invierno de 1867-77; las
ideas mismas son más antiguas...Pero el que todavía hoy las mantenga, el que ellas entre
tanto se hayan sostenido a sí mismas, unidas unas a otras cada vez con mayor
fuerza,...esto refuerza en mí la alegre confianza de que desde el principio...no
surgieron en mí esporádicarnente, sino de una raíz común, de una voluntad primordial
de conocitniento...que pujaba en lo profundo,hablando cada vez con mayor precisión...De
hecho, ya siendo yo un muchacho de trece años me acosaba el problema del origen del mal:
a él le dediqué...mi primer ejercicio filosófico de escritura.»-Trás esta
remisión a la época de Sorrento, Nietzsche considera imprescindible delimitarse frente a
Paul Rée: «El primer estímulo para divulgar algo de mis hipótesis sobre el origen
de la moral me lo proporcionó un librito claro, limpio e inteligente, también
resabido,...que me atrajo --con esa fuerza de atracción que posee todo lo opuesto, todo
lo antipódico. El titulo del librito era "El origen de los sentimientos
morales"; su autor el Dr. Paul Rée; el año de su aparición 1877. Quizá nunca haya
leído nada -a lo que con tanta fuerza haya dicho no dentro de mí, frase por frase,
conclusión por conclusión, como a este libro, pero, sin embargo, sin disgusto ni
impaciencia»-
UTILITARISMO
Nietzsche comienza en el primer capítulo, titulado «Primer
tratado», «más allá»:«bueno» y «malvado»;«bueno» y «malo»-, atacándo en
primer lugar a los «psicólogos» (sociólogos) ingleses --entre los que incluye
expresamente a Paul Rée-, que quieren reducir los juicios morales de valor a
experiencias de utilidad. A esto Nietzsche opone la tesis siguiente:- «El juicio
"bueno" no procede de aquéllos a los que se dispensa "bondad". Más
bien han sido "los buenos" mismos, es decir, los nobles, los poderosos, los
hombres de rango superior y elevados sentimientos los que sintieron y establecieron a sí
mismos y a su obrar como buenos, a saber, como algo de primer rango, en contraposición a
todo lo bajo, de bajos sentimientos, vulgar, plebeyo. Desde ese pathos de la distancia es
de donde se arrogaron el derecho de crear valores, de acuñar nombres de valores: ¡qué
les importaba a ellos la utilidad!... El pathos de la nobleza y de la distancia, ... el
sentimiento global y radical, duradero y dominante, de una especie superior y dominante en
relación ...a un "abajo" -ése es el origen de la oposición "bueno"
y "malo"».
ORIGEN PREHISTÓRICO
Nietzsche intenta esclarecer los conceptos morales de lo
bueno y lo malo a partir de desarrollos prehistóricos. Alli se nos muestra
el pozo a través del cual podemos mirar en el fondo abismático y primigenio del
hombre, donde yacen sus cadenas de odio, el afán de venganza y la atrocidad. Nietzsche
intenta mostrar lo que sucede cuando los demonios encadenados consiguen la fuerza y la
prepotencia para moverse liberados, sin las cadenas de lo bueno y lo malo», más allá de
esa delimitación de fronteras. Y aquí sucede algo que tan a menudo se le ha achacado a
Nietzsche: sus palabras sobre la «bestia rubia» que aparece entonces. Se le ha
tomado mal a Nietzsche este horripilante diagnóstico de la esencia humana, como si él
hubiera inventado o incluso recomendado a esa «bestia rubia». Se olvida que
Nietzsche se limita a dirigir su mirada conscientemente a situaciones prehistóricas
o al menos muy lejanas, cuando dice esto de ese «animal de rapiña desatado».«Disfrutan
allí la libertad de toda constricción social, en la selva se desquitan de la tensión
ocasionada por una prolongada reclusión y encierro en la paz de la comunidad, allí
retornan a la inocencia propia de la conciencia de los animales rapaces, cual monstruos
que retozan, los cuales dejan acaso tras de sí una serie abominable de asesinatos,
incendios, violaciones, torturas, con igual petulancia y tranquilidad de espíritu que si
se tratara simplemente de una travesura estudiantil, convencidos de que de nuevo, para
mucho tiempo, tendrán los poetas algo que cantar y que ensalzar.Resulta imposible no
reconocer en la base de todas estas razas nobles al animal de rapiña,a la magnífica bestia
rubia que vagabundea codiciosa de botín y de victoria... La fiera tiene que volver a
salir, tiene que volver a la selva...Su indiferencia y desprecio de la seguridad, del
cuerpo, de la vida, del bienestar, su horrible jovialidad y el profundo placer que sienten
en toda destrucción, en todas las voluptuosidades del triunfo y de la crueldad- todo esto
se concentró para quienes lo padecían en la imagen del "bárbaro" del
"enemigo malvado", por ejemplo del "godo", del "vándalo".»
Desde Homero los poetas han enaltecido a esos «héroes» llamados por Nietzsche
«monstruos retozantes». Y señala tambien: «La profunda, glacial desconfianza que
despierta el alemán en cuanto llega al poder, también ahora -sigue siendo un rebrote de
aquel horror inextinguible con el que durante siglos Europa contempló el furor de la
rubia bestia germánica.» ¡Y precisamente la cita de Tertuliano vale como
documento estremecedor de que tampoco la «cristiandad», solemnemente afirmado
en la voz más alta, está a salvo de ceder a la crueldad sanguinaria de la venganza!
Venganza, expiación (ajuste de cuentas) por la culpa, y, como equivalente, como posible
medio de pago y de liberación de la crueldad, placer por las penas del deudor víctima:
eso es lo que intenta Nietzsche mostrar como fundamento originario de los conceptos de
culpa, mala conciencia y similares.
DERECHO PENAL A NIVEL INDIVIDUAL
«Culpa, mala conciencia y cosas semejantes» es el
título del «Segundo tratado». Allí, Nietzsche, reduce la «jurisprudencia», y
especialmente el derecho penal, a la ley del talión: «La equivalencia viene dada por
el hecho de que, en lugar de una ventaja directamente equilibrada con el perjuicio (es
decir, en lugar de una compensación en dinero, tierra, posesiones de alguna especie), al
acreedor se le concede, como restitución y compensación, una especie de sentimiento de
bienestar, --el sentimiento de bienestar de serle lícito descargar su poder, sin ningún
escrúpulo, sobre un impotente, la voluptuosidad "de faire lo mal pour le plaisir de
le faire", el gusto por la violación... Por medio de la "pena" impuesta al
deudor el acreedor participa de un derecho de señores: por fin llega también él una vez
a experimentar el exaltador sentimiento de serle lícito despreciar y maltratar a un ser
como a un "inferior" --o, al menos, ... el verlo despreciado y maltratado. La
compensación consiste, pues, en una remisión en un derecho a la crueldad.» «Ver
sufrir produce bienestar, hacer sufrir produce más todavía- ésta es una tesis dura pero
es un axioma antiguo, poderoso, humano, demasiado humano.»
DERECHO PENAL A NIVEL COLECTIVO
Lo mismo sucece con el derecho público: «Uno vive en una
comunidad, disfruta de las ventajas de ésta (¡oh, qué ventajas! hoy las infravaloramos
a veces), vive protegido, bien tratado, en paz y en confianza, tranquilo respecto a
ciertos perjuicios y hostilidades a los que está expuesto el hombre de fuera, el
"proscrito"...¿Qué ocurrirá en otro caso? La comunidad, el acreedor engañado
se hará pagar...Lo que menos importa aquí es el daño inmediato ...:prescindiendo
todavía de él, el infractor es ante todo un "fractor", un quebrantador de
contrato y palabra frente al todo, ... El infractor es un deudor que no sólo no devuelve
las ventajas y anticipos que se le dieron sino que incluso atenta contra su acreedor: por
ello a partir de ahora no sólo pierde, como es justo, todos aquellos bienes y ventajas,
--más bien ahora se le recuerda la importancia que poseen tales bienes...La
"pena" es en este nivel de las costumbres sencillamente la copia, el mimo del
comportamiento normal frente al enemigo odiado, desarmado, sojuzgado... es decir, el
derecho de guerra y la fiesta de victoria del vae victis en toda su inmisericordia y
crueldad.»
ORIGEN DEL ESTADO
Decididamente Nietzsche se precave frente a la imputación de que la
comunidad, y el «Estado», haya surgido por una armonía así, por mutuos
convenios y promesas. Con ello Nietzsche ataca decididamente las teorías de Estado de
Rousseau y de todos aquellos que defienden un «contrat social» como origen
del Estado. Nietzsche considera que la transformación de una población errante, sin
forma, en un Estado es consecuencia de un acto de violencia, que «fue llevado hasta
el final exclusivamente con puros actos de violencia, - que el "Estado" más
antiguo apareció, en consecuencia, como una horrible tiranía, como una maquinaria
trituradora y desconsiderada, y continuó trabajando de ese modo hasta que aquella materia
bruta hecha de pueblo y de semianimal no sólo acabó por quedar bien amasada y maleable,
sino también «conformada..."Estado":...quién es mentado por ello -una horda
cualquiera de rubios animales de presa... que, organizados para la guerra y con fuerza
para organizar, coloca sin escrúpulo alguno sus terribles zarpas sobre una población tal
vez tremendamente superior en número, pero todavía informe, todavía errabunda...Yo
pienso que así queda refutada aquella fantasía que le hacía comenzar con un
"contrato".A quien puede mandar, a quien por naturaleza es "señor",
... ¡qué le importan los contratos!... Su obra es un instintivo crear-formas,
imprimir-formas, son los artistas más involuntarios, más inconscientes que existen...en
ellos impera aquel terrible egoísmo del artista que mira las cosas con ojos de bronce y
que de antemano se siente justificado, por toda la eternidad, en la "obra", lo
mismo que la madre en su hijo. No es en ellos donde ha nacido la "mala
conciencia",... pero esa fea planta no habría crecido sin ellos, faltaría si bajo
la presión de sus martillazos...no se hubiera sacado del mundo un ingente quantum de
libertad... y se hubiera hecho, por así decirlo, latente.»
EL HOMBRE DEL FUTURO
Pero Nietzsche no se conforma con el análisis provocador
del modo de ser humano, en el que se anclaron tantos de sus contemporáneos.
Inmediatamente surge su creencia en el futuro del hombre como una posibilidad de
especie superior, la creencia a la que se dirige su «Zaratustra», en el
que también él como artista, como poeta, y no como conquistador o domador de hombres, y
más allá del bien y del mal, desarrolla una forma de vida como meta, forma de vida
que deja muy tras de sí todo lo animal. «Añadamos en seguida que, por otro lado,
con el hecho de un alma animal que se volvía contra sí misma, que tomaba partido contra
sí misma, había aparecido en la tierra algo tan nuevo, profundo, inaudito, enigmático,
contradictorio y lleno de futuro, que con ello el aspecto de la tierra se modificó de
manera esencial... Desde entonces el hombre cuenta entre las más inesperadas y
apasionantes jugadas de suerte que juega el «gran Niño» de Heráclito, llámese Zeus o
Azar, despierta un interés, una tensión, una esperanza, casi una certeza, como si con
él se anunciase algo, se preparase algo, como si el hombre no fuera una meta, sino sólo
un camino un episodio intermedio, un puente, una gran promesa.» Con estas
palabras Nietsche está reflejando el viejo sueño de los filósofos -también
del por Nietzsche tan denostado Platón--, de que la filosofía sea un medio, un camino,
quizá el camino hacia la humanidad auténtica, completa, liberada de su procedencia de «animal
de presa». En todo caso puede discutirse si los métodos que Nietzsche ofrece
concretamente, uno a uno, conducen a la meta fijada. Con ello la «Genealogía» no sólo
viene a añadirse sin fisuras a la obra total de Nietzsche sino también, en general, al
prolijo decurso de la historia de la filosofia.
LO SACERDOTAL
En el «Tercer tratado», «Qué significan los ideales
ascéticos», Nietzsche ajusta cuentas con «el sacerdote» y ya señala
hacia el «Anticristo». Hay algunos párrafos sobre Wagner, sobre todo
respecto a su «Parsifal», conectados con el tema principal de la «Genealogía
de la moral». La experiencia musical de enero de 1887, el hechizo que Nietzsche
experimentó en sí mismo por el preludio del «Parsifal», lo inquietó, hasta
el punto que hubo de elaborarla para liberarse de ella. La ligazón de los párrafos sobre
Wagner y el «Parsifal», nuevas formas de «lo sacerdotal»,
están insertos dentro de la crítica general del ideal ascético.
ESCRITO POLÉMICO
Sorprendentemente Nietzsche proyecta una continuación, un
segundo «escrito polémico» bajo el mismo título de «Genealogía de la
moral», de nuevo en tres «tratados», que enumera sucesivamente: «Cuarto tratado:
el instinto gregario en la moral. Quinto tratado: para la historia de la moral:
desnaturalización; Sexto tratado: entre moralistas y filósofos de la moral.»
Y añade como palabras clave para la secuencia de ideas: «la moral - ya lo he dicho
una vez- fue hasta ahora la Circe de los filósofos. Ella es la causa del pesimismo y
nihilismo.»
ESCRITO POLÉMICO INACABADO
El plan, sin embargo, no llega a desarrollarse a pesar de que las
notas de la primera época en Niza se mueven fundamentalmente aún en el ámbito de ideas
de la «Genealogía». Progresivamente va adquiriendo importancia el plan para «La
voluntad de poder», pero también a éste, a su vez, se le vuelven a superponer
otros, siendo definitivamente abandonado por las ideas que llevan a «El anticristo»,
«El caso Wagner». «El crepúsculo de los ídolos» y «Ecce homo».
CONTACTOS CON BRAHMS
En este contexto tampoco hay que dejar de considerar que parece
darse ahora la posibilidad de un contacto personal con Johannes Brahms, el
músico no dramático etiquetado en el mundo musical como la antípoda de Wagner. El 18 de
julio de 1887 Nietzsche escribe a Köselitz: «Algo curioso de paso: el Dr.
Widmmn...me ha escrito entusiásticamente; también respecto a Brahms... (este último
interesado en "Más allá", ahora con idea de llevarse al espíritu la
"Gaya ciencia"). -¿¿¿Podría yo hacer algo en este sentido por el "León
de Venecia"??? Interrogación.» Sin disimular una comunicación con Köselitz,
Nietzsche le comenta también a su madre el 5 de agosto con visible satisfacción: «Me
escriben que el famoso compositor Johannes Brahms...se ocupa mucho con mis libros. Parece
que tu vieja criatura tiene algo atractivo para los señores músicos.» Las ideas y
las esperanzas de Nietzsche con relación a Brahms aparecen más claras en la carta del 11
de septiembre a Widmann: «...¿estaría usted dispuesto a entregar algo en mi nombre
al Sr. Johannes Brahms, en el supuesto de que esté todavía en su cercanía? (a saber,
una composición musical mía que aparece justamente ahora,"Himno a la vida",
coro y orquesta). Porque yo soy, en efecto, como decía Wagner,"un músico
frustrado"(al igual que él mismo era un "filólogo frustrado").»
AVENARIUS
El 8 de septiembre escribe a Kóselitz: «Quiero
decir sí en general, considerando que es bueno tener un lugar en el que ocasionalmente se
pueda uno expresar in aestheticis. Al hacerlo pensé más en usted que en mí. Avenarius
es un poeta..., pero más todavía un intermediario muy tranquilo con instinto para el
negocio de libros.»
Ataques
Biografía de Nietzsche
ULTIMOS DÍAS EN VENECIA
En Venecia Nietzsche vive en la calle del Preti 1263
(San Marco). Esta vez la estancia se ve favorecida por una situación climática
que agrada especialmente a Nietzsche: «claro, fresco, puro, sin nubes, casi como en
Niza», escribe a la madre el 3 de octubre. Pero Venecia sigue siendo para Nietzsche la
ciudad en la que murió Wagner, y ello hace que el «problema Wagner» se vuelva cada vez
especialmente vivo, incluido el problema «Ariadna». .
CRITICAS DESDE CIERTAS ESFERAS
La biblioteca de Venecia debía de estar ampliamente
documentada en revistas alemanas, Por una vez Nietzsche no pudo quejarse de que fuera
«desconocido» o «ignorado». En cualquier caso, ya dos semanas más tarde, el 3 de
octubre, puede ofrecer a su madre toda una antología de juicios sobre sus libros,
especialmente sobre «Más allá»: «...un espeluznante revuelto de falta de
claridad y de aversión. Pronto es mi libro "sublime tontería", pronto es
"diabólicamente calculante", pronto me merecería subir al patíbulo por su
causa... pronto me enaltecen a filósofo de la aristocracia junkeriana, pronto escarnecido
como un segundo Edmund von Hagen, pronto compadecido como Fausto del siglo XIX, pronto
puesto de lado precavidamente como "dinamita" e inhumano. Y este trozo de
conocimiento de mí ha necesitado aproximadamente 15 años; si se hubiera entendido algo
de mi primer escrito "Nacimiento de la tragedia", ya entonces podría haberse
uno horrorizado y santiguado del mismo modo...Indudablemente siempre seré
"descubierto" unos cuantos años antes en Francia que en la patria.» La
madre, como es comprensible, estaba asustada por todo ello y suponía que esta ola de
rechazo se la había granjeado su hijo por sus ataques al cristianismo. A lo que el 18 de
octubre, él le responde: «...dicho sea para tu tranquilidad...Los juicios que te
transcribí procedían todos y cada uno de la esfera de los partidos no
eclesiásticos... No se trataba de juicios de teólogos. Casi todas esas críticas,que
procedían en parte de intelectuales y críticos muy inteligentes, se defendían
expresamente contra la sospecha de algo así como...quererme "entregar a los cuervos
del púlpito y a las cornejas del altar".La contraposición en la que yo me encuentro
es cientos de veces más radical como para que entraran en consideración seriamente
cuestiones religiosas y matices confesionales.» Y tampoco todos estos juicios
consiguen quebrantarlo en la fe en la inexorabilidad de su tarea filosófica:
«...conozco suficientemente a los hombres para saber cómo en 50 años habrá cambiado la
opinión sobre mí, y en qué gloria de veneración resplandecerá entonces el nombre de
tu hijo, por las mismas cosas por las que ahora se me maltrata y afrenta.»
OFRECIMIENTO A DIRECTORES DE ORQUESTA
Nietzsche envía cartas de recomendación, por ejemplo a H. von
Bülow en Mannheim, a Felix Mottl en Karlsruhe, a Hermann Levi en
Munich, a Carl Riedel en Leipzig y a Alfred Volkland en Basilea.
Precisamente en esta última ciudad Nietzsche espera una audición en la catedral, o sea,
allí donde en 1874 la «Canción triunfal» de Brahms había constituido una
experiencia tan grande para él. Además cree que allí encontrará la mayor comprensión:
«Supuesto que este "Himno a la vida" le gustara y una representación suya no
le pareciera falta de interés: no albergo ninguna duda de que despertaría vivo interés
en la sociedad basilea. No hay lugar alguno en el que haya tan buena disposición hacia
mí, viejo filósofo, como en Basilea.» En el borrador de la carta aparecía además
la referencia a una audición en la catedral con la esperanza, «¿si yo, viejo
filósofo, sueño con oírme a "mí" mismo una vez en ese lugar?»
ESFUERZOS SIN FRUTO
Los esfuerzos no dieron su fruto, el «Himno» de 1874, en
el que Nietzsche había introducido en 1882 -no sin forzarlo- el texto del poema de
Lou Salomé, y que ahora aparecía en dos estrofas en versión para coro y orquesta
de Peter Gast, no llegó a ser apreciado en este último arreglo tal como deseaba
Nietzsche. De todos modos con visible satisfacción Nietzsche registra la respuesta de
Brahms: «J. B. se permite expresarle sus más expresivas gracias por su envío: por
la distinción --así la siente él- y por los importantes estímulos que él le debe a
usted. Con gran respeto servidor suyo.» Nietzsche espera anhelante jucios
competentes sobre su composición, esperando de ellos reconocimiento.Quiere lo que Wagner
no le concedió a su vez: verse legitimado como músico. A ello debería ayudarle ahora Brahms.
Pero aquí le espera tambien otra decepción....
RESPUESTA DE FELIX MOTTL
A Felix Mottl le pregunta: «... ¿qué pensará de mí
hoy que me atrevo a enviarle música de mí mismo?, ¿Considera este Himno de un filósofo
posible, cantable, oíble y representable? -Yo por mi. parte me hago esa ilusión, más
todavía: desearía que esa música completara la palabra del filósofo alli donde,
necesariamente, dadas las características de la palabra, ha de quedar impresa. La pasión
de mi filosofía se expresa en ese Himno.» Mottl, designado director del
festival del verano, le dió una respuesta prometedora.
NECESITO UNA ESTUFA
En esa época nevó incluso. Tras una semana en Niza, el
31 de octubre, escribe a su madre: «Hoy, mi querida madre, no escribo más que una
cartita-estufa; puesto que la cuestión es urgente. Hasta ahora he padecido mucho por el
frío prematuro: mi habitación, parterre alto, hacia el norte, al lado de un frío
jardín, además nada bajo en absoluto, me produce ya dedos azulados y sentimientos
terribles: ¡qué no ocurrirá entonces en el invierno propiamente dicho! Inmediatamente
después de la recepción de tu amable carta me puse a la búsqueda de estufas de
alquiler,...pero volví fundamentalmente decepcionado. Pedían 50 fr. por una estación
(sin material calefactor; asimismo sin los costos de la colocación y
transporte)...Entonces tu estufita me parece mucho más barata: además puedo atenderla yo
mismo y no necesito al mozo para encenderla (ese tipo de estufas no lo hay aquí). Mi
ruego consiste pues, querida madre, en enviarme con el mayor ahorro de tiempo posible la
estufita junto con 2 quintales de material...Pero todo ha de hacerse inmediatamente. Ruego
también una descripción exacta de cómo se calienta y se limpia la estufa,etc.» La
estufa llega en el transcurso de tres semanas, y el 23 de noviembre Nietzsche puede
escribir a su madre «que por primera vez esta mañana estoy aquí sentado,en la
habitación caldeada: -he tenido que sufrir mucho hasta conseguirlo pues el tiempo fue
también pésimo».
ASPECTO FÍSICO
También quiere en adelante mantener en mejor orden su
aspecto externo. A la carta del 31 de octubre añadió: «Uno de los chalecos negros
está feamente desgarrado por el lado: la tela parece muy débil. -Un par nuevo de
pantalones han costado 4 táleros. -Me sigue faltando una corbata para rodear, pero ancha
(no como la última, sino como las de antes que cubrían toda la camisa. La abertura del
chaleco es demasiado grande). Hasta ahora no he encontrado en Niza ninguna corbata tal
como la que necesito: pero seguiré buscando.»
AMISTAD CON RODHE
El 11 de noviembre emprende Nietzsche un nuevo -último-
intento de restablecer la amistad con Rohde. Le envía el «escrito que acaba de
aparecer» «
Ataques
Biografía de Nietzsche
GEORG BRANDES
Pero la gran conquista de esa época fue sin duda Georg Brandes,
el considerado docente de la Universidad de Copenhague, que comenzó a interesarse
vivamente por Nietzsche. Elisabeth Förster inforrna de que en el verano de 1886 un
caballero vienés llamó la atención de Nietzsche respecto a Brandes. Por desgracia no da
nombre alguno. Pero podemos suponer que fue uno de los profesores que se hospedaron en
Sils aquel verano, y que provenía del círculo vienés de admiradores existente desde
hacía tiempo y en su mayoría judío- como antes Lipiner y Paneth. Nietzsche hizo en
1836 que le llegara a Brandes «Más allá del bien y del mal»...Más tarde hace
enviar a Brandes sus escritos anteriores «en bloc» incluso el secreto «Zaratustra
IV» y además su «Himno a la vida», con la pregunta: «¿Es usted
músico?» Brandes no lo es, sus impresiones artísticas más profundas se las
debe él a la plástica y a la pintura. En una instancia importante como ésta falta la
coincidencia. Rápidamente se instaura una abundante correspondencia.
ANOTACIONES
Las anotaciones de esos meses, que se mueven sobre todo
en torno al círculo problemático de la ética y del cristianismo
(éste comparado, por ejemplo, como fruto de sus lecturas, con el budismo, los Vedas e
incluso con Manú), se ven repetidamente interrumpidas por consideraciones aisladas,
hasta incluso pequeños ensayos, sobre Wagner y la música en general.
Ataques
Biografía de Nietzsche
DECADENCE
¡Los últimos encuentros con el preludio del «Parsifal»
marcan muy profundamente la vida de Nietzsche.De modo continúo opone «Carmen» de
Bizet a Wagner, como «antialemán: el bufo. El baile moro». El 6 de enero de 1888
informa a Kóselitz sobre un concierto en Monte Carlo (el 29 de diciembre de
1887) con música francesa contemporánea, «para hablar con más propiedad, todo ello un
mal Wagner»: «Ya no puedo soportar esta pintoresca música sin ideas, sin forma, sin
ingenuidad ni verdad alguna. Nerviosa brutal, insoportablemente molesta y grandilocuente
-¡¡y con tantos afeitesl! En uno caso se trataba de una especie de tempestad marina, en
otro de una cacería salvaje (de César Frank), en el tercero de un ballet de Erinnias
(¡referido a la Orestíada de Esquilo!!!). Esto es décadence - -». Esta expresión
se va a convertir ahora en una de las monedas verbales diarias de Nietzsche.
VOLUNTAD DE PODER
En el otoño de 1837 Nietzsche había comenzado en serio con un
primer esbozo de esa «obra capital sistemática» suya. Numera un total de 372
anotaciones, que reúne luego y reparte en cuatro libros con las cifras romanas I-IV,
precisando así el lugar aproximado de cada una de ellas. En parte son realmente meras «anotaciones»,
y no «aforismos» nítidamente pulimentados en su expresión, conformados tal
como Nietzsche era capaz de hacerlo. Ya Elisabeth Förster y sus colaboradores
del Archivo Nietzsche se dieron cuenta correctamente de que se trataba de una
primera versión de la «Voluntad de poder». Pero sobrevaloraron esa factura. Se
trata de palabras clave, de anotaciones temáticas, también de indicadores del derrotero
de las ideas, pero no de una «obra» publicable A pesar de ello esta colección fue
publicada como primera versión de la «Voluntad de poder», pero pronto vuelta a
retirar, para presentar más tarde, en 1911, una «obra» enriquecida hasta 1067 números
con. trozos pertenecientes a los niveles más dispares del legado. ¡Curiosamente ni
siquiera a todas las 372 anotaciones numeradas por Nietzsche de propia mano se les
permitió entrar en esa «versión definitiva»! Ya el 13 de febrero de 1888 Nietzsche
considera acabado este primer intento. Escribe a Köselitz: «He terminado la primera
redacción de mi "Intento de una trasvaloración"...visto en conjunto fue una
tortura, y todavía no tengo ánimo suficiente para ello. Dentro de diez años pienso
hacerlo mejor.»Y hubiera resultado necesario, puesto que las ideas expuestas en esos
372 números no aportan nada esencialmente nuevo, sobre todo ningún desarrollo
sistemático que mostrara una «voluntad de poder» como impulso originario del
cosmos.
Es una cuestión discutida de la historia de la obra de Nietzsche, si el «Anticristo»
ha de valer o no como una primera parte de la obra capital que había planeado, a
la que no siguieron las demás simplemente por enfermedad. Sea lo que fuera Nietzsche
acabará por dejar de ocuparse de su «tarea fundamental» cuando decide escribir
Ecce Homo. Además tambien comenzaría a apartarse de su plan fundamental -y esta
vez por última vez-- por su apasionada entrega a reflexionar sobre la política
europea.
SUCESOS DE SAN REMO
El 5 de marzo de 1888 Nietzsche informa a la madre: «las
noticias de San Remo no tienen nada de agradable». El 9 de marzo de 1888 muere
el emperador Guillermo I, a los 91 años, y su hijo, ya de 57 años, el príncipe
heredero Federico III, casado con una hija de la reina Victoria de Inglaterra,
hubo de hacerse cargo de la dignidad de emperador, a pesar de que era un hombre gravemente
enfermo, muriendo tan sólo tras 99 días de «gobierno», el 15 de junio de 1888.
Padecía de un cáncer de laringe y había buscado alivio para sus males en el aire de San
Remo. Su médico inglés de cabecera rechazó el diagnóstico, impidiendo con ello
una operación que, hecha con antelación suficiente le hubiera prolongado la vida.
Nietzsche afirma estar bien informado sobre los sucesos de San Remo. «Incluso
he tenido en mis manos hojas que escribió el príncipe heredero unos cuantos días antes
de su partida.» Y señala la siguiente intuición genial: «Europa se
hallaba ante una guerra continental... Alemania está armada hasta los dientes. Los
militares, Moltke y von Waldersee quieren empujar al canciller Bismarck a una guerra
preventiva.»
STOECKER
Stoecker nació el 11 de diciembre de 1835 en
Halberstadt.En 1871 Stoecker pasa a ser pastor militar en la conquistada ciudad
de Metz. Aquí tiene lugar su conocimiento --muy importante con posterioridad-- con el
comandante de la plaza, el general von Waldersee. En 1874 (18 de octubre) es llamado a
Berlín como predicador de la corte y de la catedral. Se queda
estremecido por el estado de las costumbres en la gran ciudad y funda, en marzo de 1877,
una «misión ciudadana».
FANTASMA DE STOECKER
Stoecker se le acabó por presentar a Nietzsche como un fantasma
terrorífico del que ya no se libró hasta los primeros días de la disolución
mental en enero de 1889. Con hombres como él, Nietzsche, veía cómo resbalaba hacia su
aniquilación toda la cultura europea que había crecido a partir del humanismo griego.
Este fue el problema -que ya no le dejó tranquilo y el último que siguió estando
presente en su conciencia ya obnubilada, que se petrificó en una mueca amenazadora y que
arrancó sus «locos» ataques al Kaiser, a Bismarck y a Stoecker en las
TREN PARA TURÍN
El lunes de Pascua, 2 de abril de 1888, a las seis de la
mañana, Nietzsche sale de Niza en tren para ir a Turín «pero todo salió patas
arriba». El 7 de abril se queja a Kóselitz de que «realmente no estoy
hecho para viajar solo:me pone excesivamente nervioso, de modo que todo lo hago mal».
Efectivamente, Nietzsche no toma el tren hacia el interior en dirección a Turín, sino
uno en dirección otra vez hacia Génova. Con ello, además, se separó de su equipaje,
que siguió camino de Turín. La misma excitación del viaje por sí misma, pero
además la confusión en el transbordo, trajeron naturalmente como consecuencia un grave
acceso de su enfermdad. En Sampierdarena, suburbio antes de Génova, tuvo que
refugiarse en un hotel, donde permaneció en cama, enfermo y agotado, el día siguiente
también. El miércoles 4 de abril se atrevió a acercarse a Génova, quedando
particularmente impresionado por la ciudad. Como sigue contando a Kóselitz, «deambulé
como una sombra en medio de grandes recuerdos. Lo que en otro tiempo me había gustado,
cinco o seis puntos precisos, me volvió a gustar más ahora: me pareció de una noblesse
macilenta, incomparable, y superior a todo lo que ofrece la Riviera. Agradezco a mi
destino que me condenara en los años de la décadence a esta ciudad dura y lúgubre:
¡cada vez que se sale de ella, sale uno también de sí mismo - la voluntad vuelve a
reforzarse, ya no se tiene más el valor de ser cobarde!»--. El jueves 5 de abril
Nietzsche llega por fín a Turín y se queda inmediatamente entusiasmado.
«Esta es realmente la ciudad que puedo necesitar ahora.»
SEDUCIDO POR TURÍN
Afirma Nietzsche: «¡Qué ciudad tan digna y grave!
En absoluto grande, en absoluto moderna, como me había temido: sino un lugar residencial
del siglo XVII, que sólo tenía un gusto imperante en todo, la corte y la -nobleza. Se ha
conservado en todo la calma aristocrática, no hay suburbios mezquinos; una unidad del
gusto, que llega hasta al color (toda la ciudad es amarilla, o marrón rojiza). ¡Y un
lugar clásico tanto para los pies como para los ojos! Qué seguridad, qué
pavimentación...Aquí se vive, al parecer, más barato que en las otras grandes ciudades
de Italia ....tampoco me ha timado nadie todavía...Y el estilo palaciego sin
pretensiones...y todo más digno de lo que había esperado. Los más bellos cafés que he
visto. Estas arcadas tienen algo de necesario en un clima cambiante como éste: son
amplias, no oprimen. Al oscurecer, sobre el puente del Po: ¡magnífico! Más allá del
bien y del mal.»
NIETZSCHE EN KOPENHAGUE
Georg Brandes había nacido en al año 1842 en Copenhague,
como hijo de un comerciante judío.Estudió Derecho y Filosofia.Con veintidós años,
aprobó el examen de magister, y en 1870 se doctoró con una disertación sobre «La
estética francesa de nuestro tiempo», en la que abandonó el punto de vista de
Hegel por las ideas de Taine. Hábil crítico lierario, se ocupó prácticamente de toda
la literatura fundamental contemporánea, promocionando a poetas jóvenes. En este
contexto le interesó también Nietzsche, a quien él introdujo en los países norteños.
Tras una vida fecunda de trabajo, murió el 19 de febrero de 1927 a la eclad de 85 años.
A la literatura nietzscheana ha contribuido con sólo dos ensayos: «Radicalismo
aristocrático. Un ensayo sobre Friedrich Nietzsche» (1890), y «Friedrich
Nietzsche»» (1893).
NO ACEPTACIÓN A CIEGAS
Sus cartas a Nietzsche muestran a Brandes como un espíritu
vivo, independiente y radical. No es un «discípulo» de Nietzsche ni lo será nunca.
Brandes reconoce la extraordinaria agudeza del espíritu de Nietzsche, le interesan las
tesis de Nietzsche, pero no las acepta ni las defiende a ciegas. El 17 de diciembre de
1887 escribe a Nietzsche: «Pero me resulta un poco violento cuando usted, en sus
escritos, abjura tan rápida y tajantemente de fenómenos como el socialismo o el
anarquismo..Su espíritu, que es tan deslumbrante por regla general, me parece que se
queda un poco demasiado corto cuando la verdad reposa en los detalles. Me interesan en
sumo grado sus ideas sobre el origen de las ideas morales. Expresan...una cierta
indignación, que yo profeso contra Herbert Spencer. Entre nosotros pasa él por ser el
dios de la filosofía. Sólo que los ingleses tienen, por lo general, la ventaja decisiva
de que su espíritu de pocas alas teme las hipótesis, mientras que las hipótesis han
hecho que la filosofía alemana haya perdido su dominio internacional».
¿No hay mucho de hipotético en sus ideas sobre la diferencia de castas como fuente de
diferentes conceptos morales».
También contra los ataques de Nietzsche a Paul Rée en la «Genealogía de la
moral», Brandes alega que él ha conocido a Rée en Berlín como una persona
tranquila, exquisita en su comportamiento, y también a su «quasi hermana» Lou Salomé,
una «inteligente rusa», y que su libro «La lucha por Dios», «no podía dar
idea de su verdadero talento», con lo que Brandes, sin quererlo, escarba en una herida no
del todo curada.
KIERKEGAARD PSICÓLOGO
El 11 de enero de 1888, Brandes, llama la atención de Nietzsche
sobre Sóren Kierkegaard como uno «de los más profundos psicólogos que
existe en absoluto», lamentándose, sin embargo, de que sus obras sólo sean
accesibles en danés. A pesar de ello, Nietzsche hace suya la sugerencia:«Para mi
próximo viaje a Alernania me he propuesto ocuparme del problema psicológico de
Kierkegaard.» Ya no habría ocasión para ello. Además, resulta cuestionable si
Kierkegaard hubiera resultado interesante, incluso comprensible, como filósofo para
Nietzsche. ¡Lo que le impulsa a esa decisión fue la palabra «psicólogo»!
ENVIO DE OBRAS PRIMERIZAS
Finalmente, tras repetidos
requerimientos ante el editor Fritzsch, a finales de febrero de 1888, Brandes
recibió los primeros libros de Nietzsche, lo que agradece el 7 de marzo: «Me alegré
de corazón por todos esos libros nuevos, los ojée y leí. Los libros de juventud me
resultan muy valiosos; me facilitan mucho la comprensión; ahora puedo subir cómodamente
los peldaños que conducen a su espíritu. Con el Zaratustra comencé atropellándome.
Prefiero avanzar hacia arriba, que saltar hacia abajo de cabeza, como al
mar.» Brandes indica correctamente el fallo que todavía hoy es cometido
la mayoría de los lectores de Nietzsche: comenzar con el Zaratustra, excurso
poético (o excurso en lo poético) hay que leerlo al final. El mismo Nietzsche
indica el camino en una carta a Carl Spitteler, diciendo habría que comenzar con
«Más allá del bien y del mal», puesto que ahí está la clave. Pero
seguramente también Brandes tiene razón al comenzar por el principio.
EXISTENCIA DESTRUCTURA
Brandes ofrece también a Nietzsche, brevemente, una mirada a su
existencia: «¿Transcurre tranquila, externamente, su vida ahí abajo? La mía
es una lucha destructora. En estos países soy más odiado ahora que diecisiete años
antes; no resulta agradable, pero sí alentador, en tanto en que ello me demuestra que no
estoy acabado y que en modo alguno pactado con la mediocridad que reina por doquier.»
LA VIDA DEL NÓRDICO
El 27 de marzo, Nietzsche, escribe a Brandes desde Niza:
«¿Sigue subsistiendo en el Norte, esta vez especialmente invernal y sombrio; a
propósito, mantiene uno ahí el alma despierta? Casi admiro a cualquiera que bajo cielo
cubierto, no pierda la fe en sí mismo, sin hablar de la fe en 'humanidad'...En San
Petersburgo yo sería nihilista; aquí creo,como cree una planta, en el sol. El sol de
Niza - realmente no es un prejuicio. Lo hemos conseguido, a expensas de todo el resto de
Europa. Dios, con su cinismo peculiar, hace que luzca con mayor hermosura sobre nosotros
'filósofos' holgazanes y griegos, que sobre la 'patria....Al fin y al cabo, usted, con el
instinto del nórdico, ha elegido el mayor estimulante que existe para soportar la vida en
el norte: la guerra, el afecto agresivo, la incursión wikinga. Adivino en sus escritos al
soldado avezado; y no es sólo la 'mediocridad' lo que le impulsa al combate, sino más
aún, quizá, la propia naturaleza independiente del espíritu nórdico.»
SOLICITUD DE UNA FOTOGRAFÍA
Brandes se entusiasma con los escritos de Nietzsche. El 3 de abril
de 1888 le escribe: «Pero ayer, al recibir su carta y comenzar uno de sus libros, me
entró de repente una especie de enfado por el hecho de que nadie le conozca a usted aquí
en Escandinavia, y me decidí rápidamente a darle a conocer de golpe. El pequeño trozo
de periódico le mostrará que...anuncio nuevos cursos sobre sus escritos...Dado que me
gustaría saber cuál es su aspecto externo, le ruego que me regale una imagen suya. Yo le
adjunto mi última fotografía. Quiero rogarle todavía que me escriba, muy corta y
escuetamente, cuándo y dónde ha nacido y en qué años ha publicado (mejor: compuesto)
sus escritos..»
LA SUA VITA Y FOTOGRAFÍA
Nietzsche expone el 10 de abril a consideración de Brandes su «Vita»:
¡un documento fatal que ya ofrece demasiados ingredientes de la futura leyenda-Nietzsche,
que continuó siendo urdida por su biógrafa fraternal. Así por ejemplo: «Nací
el 15 de octubre de 1844 en el campo de batalla de Lützen. El primer nombre que oí fue
el de Gustav Adolf. Mis antepasados eran nobles polacos (Niézky); parece que el tipo se
ha conservado bien, a pesar de tres 'madres' alemanas. En el extranjero paso normalmente
por polaco...» A excepción de la fecha de nacimiento, todo aquí es pura fantasía.
Nietzsche se alegra como un niño, y en su delirio de felicidad, a causa del inesperado
éxito, se le trastocan las imágenes del recuerdo, siente la necesidad de «adornarse»
un poco. Así como entrega su «Vita» rápidamente, comienza, curiosamente, dudando en lo
que se refiere a la fotografia. Sólo semanas más tarde, el 25 de abril, encarga a la
madre- «Aquel intelectual danés, el Dr. Brandes...,me pide encarecidamente una
fotografía mía al tiempo que él me envía la suya. Se trata de un caso tan especial que
no quiero ahora negarle. Si hay una fotografía, aunque fuera la última, hemos de
mandársela...Haz sacrificio de ella, por favor.» Pero Brandes se vuelve impaciente,
y el 29 de abril apremia con tono de reproche: «No estuvo bien por su parte el no
enviarme una fotografía; realmente yo le envié la mía para obligarle un poco. Cuesta
tan poco trabajo colocarse un minuto ante el fotógrafo.» Así que entonces
Níetzsche insiste ante la madre más enérgicamente:«
ANIMO CANNIBALIDO
En el caracter de Nietzsche siempre se mezcla en su
alegría una rabia difícilmente reprimida por el hecho de que el reconocimiento que le
muestra Brandes no le llegue de su patria alemana, tan querida por él a pesar de
sus reproches, críticas y decepciones. Ello hace crecer de nuevo aquel estado de ánimo
al que denomina como «cannibalido». El estado de ánimo «cannibalido» se imprime
en primera línea en estilo al trabajo al que se dedica ahora estos dos meses en Turín y
sobre el que escribe el 20 de abril a Köselitz: «Estoy de buen humor, trabajando
desde por la mañana temprano hasta por la noche ---ocupa mis dedos un pequeño panfleto
sobre música-, digiero como un semidios, duermo a pesar de que las carrozas pasan
ruidosamente de noche: signos todos de una eminente adaptación de Nietzsche a Torino.»
EL CASO WAGNER
Este escrito apenas puede ordenarse dentro de las «Obras»,
aunque tampoco puede ser pensado fuera de la obra entera. «El caso Wagner» no
es considerado por el autor como «incidental», ni está escrito con poco
esmero. Todo lo contrario, se trata de una pieza de virtuoso, tallada estilísticamente de
modo magistral. La parte fundamental del texto hubo de ser compuesta en Sils.
OCIOSIDAD DE UN PSICÓLOGO
Nietzsche afirma con la primera frase del Prólogo al Caso
Wagner: «Me concedo un pequeño desahogo». «El caso Wagner» es ya un
crepúsculo de los ídolos. En el prólogo a este escrito Nietzsche indica esta
correspondencia: «También este escrito ['Crepúsculo de los ídolos']... es ante
todo un desahogo, una mancha solar, una escapada en la ociosidad de un psicólogo.
¿Quizá también una nueva guerra;'» Ambos -«Caso Wagner» y «Crepúsculo
de los ídolos»-- son escritos polémicos, panfletos. Desde la «Genealogía de
la moral» Nietzsche se mantiene al ataque. Aunque ahora pesa más que nada el motivo
del «desahogo», del «caminar perezoso».
MOVIMIENTOS CONTRARIOS
Los cuademos de notas
de esta época vuelven a ser muy extensos y densos. ¡Y allí en medio,
entremezcladas, aparecen observaciones aisladas y formulaciones primeras para el «Caso
Wagner», y ya también para el «Ecce homo»! Pero no se trata de cuerpos
extraños dentro de la problemática total. El diálogo con el arte forma parte de la
figura total, es un componente significativo del mundo espiritual de
Nietzsche.» También aquí aparece la necesidad de «desahogo», de ociosidad, a la
que da rienda suelta en el «Caso Wagner», con vistas a superar sus graves
problemas. Wagner es para él, al hacerlo, sólo un caso especial del gran problema
Arte. Con Wagner el romanticismo llega a su telos; pero Nietzsche considera
el romanticismo como una degeneración fisiológica, como estación en el camino hacia el
nihilismo, del mismo modo que lo hace con el cristianismo. Sus funciones son paralelas, en
el «Parsifal» de Wagner se dan la mano. «Me distancié de Wagner cuando
inició su retirada hacia el dios alemán, hacia la iglesia alemana y hacia el imperio
alemán: arrastró a otros consigo», reza una amarga queja de un cuademo de notas.
El romanticismo alemán en el arte y el cristianismo en las religiones
son para Nietzsche los movimientos contrarios a la voluntad de poder, deben ser «transvalorados»,
es decir, desvalorizados como postura vital; cuando el desarrollo superior del hombre,
como consecuencia de su voluntad de poder, no evite el peligro de caer en la negación de
esa voluntad, en el nihilismo, ha de ser desterrado. Pues bien, todas estas explicaciones
de la primavera de 1888, están en el contexto total de los trabajos preparatorios para la
«obra capital», del mismo modo que ya contienen. también, rudimentariamente,
las declaraciones posteriores del «Ecce homo». Es decir, también aquí se
manifiesta el ensamblaje interno.Y los ataques al cristianismo paulino se
concentran, por fin, en colección, en el «Anticristo.»
TURIN RESIDENCIA IDEAL
Resa von Schimhofer, invita a Nietzsche a volver
a pasar en Zürich el tiempo intermedio entre Niza y Sils. Pero el 14 de abril él
responde: «Mi muy querida Señorita Resa, es realmente bonito, e incluso más que
bonito, el que Usted me escriba esto. Sólo que ahora hay que venir a Turín para estar
conmigo. Hasta ahora la primavera me ha sentado penosamente por doquier, pero peor que en
ninguna parte en su Zürich; he jurado no volver a repetir esa equivocación. Turín es
una ciudad soberbia...Quiero permanecer aquí hasta el 5 de junio y luego trasladarme
directamente - Milán, Como, Chiavenna- a mi residencia veraniega de Sils-Maria. Me
alegraría si sus planes pudieran hacerse coincidir de algún modo con los míos: ¡haga
un pequeño intento de jugar a la Parca!» Pero ella no pudo ir a Sils.
PROSTITUCIÓN
Nietzsche aprecia, necesita, el trato familiar con mujeres
distinguidas, reservadas y cultas. Por eso, tanto más brutalmente llaman la atención sus
despreciativos comentarios sobre
SOBRE LA SÍFILIS
Afirma Nietzsche: «En todos los casos en los que un niño sería un crimen: en los enfermos
crónicos y neurasténicos de tercer grado, en los que, por otra parte, el poner veto al
impulso sexual derivaría sólo en deseos piadosos,...hay que imponer la exigencia de que
sea impedido la procreación. La sociedad conoce pocas exigencias tan urgentes y
fundamentales...Traer un hijo al mundo, en el cual uno mismo no tiene ningún derecho a
estar, es peor que robar una vida. El sifilítico que hace un hijo proporciona la causa
para toda una cadena de vidas malogradas, crea un argumento contra la vida, es un
pesimista del hecho: realmente por medio de él el valor de la vida se rebaja a lo
indeterminado.» El tema «sífilis» era un tema de la época. El
inconsistente código moral de las asociaciones estudiantiles, sobre todo, tenía como
consecuencia inmediata la infestación en los círculos de oficiales y de universitarios.
¿Qué fue, sin embargo, lo que impulsó ahora a Nietzsche a tomar esta posición? Pueden
darse las respuestas más controvertidas. O bien: Nietzsche tenía la mala
conciencia de padecer él mismo esa enfermedad y quiere acallarla con tales juicios
apodícticos, y justificar, al mísmo tiempo, su propia renuncia a la descendencia (¡lo
que, en cualquier caso, no le impidió hacer aquí y allá ofertas matrimoniales!). O
bien: Nietzsche no tenía en absoluto conciencia ninguna de enfermedad en ese
sentido y se sentía totalmente libre y sin cargas para hacer tales juicios. ¿Pero cómo
pudo entonces hablar más tarde, en la clínica de Leipzig, al parecer, de una
doble infección cuando era estudiante -suponiendo de nuevo que esa información de la
clínica sea de fiar?
FANTASÍAS ERÓTICAS
No es el único enigma psicológico que nos ofrece Nietzsche en esta
época. El 13 de mayo de 1888, una impresión terrible, tal vez proveniente del
mundo del fragmento «Euphorion» del joven púber, aparece en una carta al
barón amigo von Seydliz: «Ayer me figuré una imagen de una moralité
larmoyante, para hablar con Diderot. Paisaje invernal. Un viejo cochero, que, con la
expresión del más brutal cinismo, más dura que el invierno en derredor, orina a su
caballo. El caballo, la pobre criatura vejada, vuelve la cabeza agradecido, muy
agradecido.»
Por otro lado, de Diógenes Laercio, libro VI, cap.II «Diógenes» («el perro»),
es de donde Nietzsche saca también la expresión que usa al escribir a Brandes el 23 de
mayo: «Lo que hasta ahora ha sido más odiado, temido, despreciado por la Humanidad
-- de ello precisamente he hecho yo mi 'oro'. ¡Ojalá que no se me acuse, al menos, de
falsificación de moneda!» A todas estas manifestaciones la psicología
profunda las clasificaría, bajo el título de «afrodisia»). Dada su
falta de auténtico humor podría creérsela capaz de tal evaluación. Y sus «bromas»
eran muchas veces extrañas cuando menos (¡piénsese sólo en el burdo dístico de
febrero de 1882 a Köselitz, o en las «hijas del desierto» del Zaratustra!).
SALUD RESENTIDA
El 25 de junio de 1888 escribe a su madre: «He soportado hasta
ahora un tiempo malo y difícil. Todavía ayer no supe sobreponerme a las ideas más
tristes. ¿Sabes?, me parece que a mí no sólo me falta salud, sino también condiciones
para curarme - la fuerza vital es tan débil, no puedo resacirme de las pérdidas de más
de diez años, por cuanto he vivido siempre del 'capital', sin añadirle nada -. Me
mantengo aceptablemente con mucho arte y cuidado, pero ¡cuánto tiempo hace que estoy
débil, como no debiera estarlo una persona de mi edad! También es un mal síntoma este
estado supersensible en relación al clima. Casi todo el tiempo estuve en una situación
indescriptiblemente mala. Un profundo dolor de cabeza que me producía en el estómago
ganas de vomitar; sin ganas ni fuerzas para pasear; repugnancia por mi...» (hoja al
final, rota). Todavía, diez días más tarde, en parte con las mismas palabras que a la
madre, Nietzsche informa a Overbeck del mal estado continuo de salud: «Eterno dolor
de,cabeza, eterno vomitar; un recrudecimiento de mis vicios males; disimulando un profundo
agotamiento nervioso, con el que la máquina entera no vale para nada...Esta extrema
irritabilidad bajo impresiones meteorológicas no es ningún síntoma bueno: caracteriza
un cierto agotamiento general, que es, de hecho, mi auténtico mal...No padezco en
absoluto de la cabeza, ni del estómago, pero bajo la presión de un agotamiento nervioso
(en parte hereditario -- de mi padre, que murió sólo a causa de fenómenos subsecuentes
de una falta total de fuerza vital --, y en parte adquirido) aparecen consecuencias de
todo tipo.» Y una semana más tarde, el 11 de julio, sigue igual Overbeck): «No
ha mejorado nada, ni yo, ni el tiempo. Aire gélido hoy: el cielo muy encapotado. En cinco
semanas he tenido un día claro, aunque muy frío (- por desgracia tuve motivos para
pasarlo en cama). Y, por el contrario, 24 días de lluvia torrencial, día y noche; y tres
días de nieve...Al comienzo de mi estancia aquí arriba había un aire bochornoso
repugnante, con las mayores alturas termométricas que pueden alcanzarse en la Engadina;
no podían darse 20 pasos sin sudar. Esto se transformó directamente en una nevada.»
Caso Wagner ILEGIBLE
También en Sils sigue actuando la necesidad de
representación, acrecentada por las lecciones de Brandes. Nietzsche
lleva orgulloso las bellas corbatas, las nuevas camisas (todo ello procurado por la
madre), se compra un sombrero, un baúl, y por las tardes, para sus solitarias cenas,
cubre su mesita con un mantel blanco, que, asimismo, había recibido de la madre. ¡Y todo
esto a pesar de la inclemencia del tiempo y de la «fuerza vital» muy reducida por la
aguda enfermedad! Asimismo, sigue trabajando imperturbable en el «Caso Wagner»,
cuyo manuscrito envía a Naumann el 17 de julio. Naumann
remite el manuscrito por ilegible, y Nietzsche vuelve a preparar otro, que ya puede enviar
al cabo de pocos días. La primera versión la había «hecho en un estado de tal
debilidad que los caracteres latinos podían entenderse igualmente como griegos (una
pequeña prueba de imprenta me lo demostró». La nueva copia está mucho más clara,
gracias a un tipo especial de plumas «Soenneckens Rundschriftfedern', que me
aconsejó el maestro de este lugar para mis manos temblorosas», cuenta Nietzsche el
24 de julio a Carl Fuchs.
PERSPECTIVA CORRECTA
La nueva copia del Caso Wagner proporcionó ocasión a
Nietzsche para una revisión parcial del texto. Añade, fundamentalmente, las dos
postdatas y el epílogo, con ocasión de lo cual emprende un ataque repentino contra
Brahms, que deja atrás en dureza a todo lo que había expuesto antes contra Wagner,
en un «tribunal fúnebre», como lo llama en una carta a Köselitz del 9 de
agosto.
¿Medió en el fondo una decepción personal, debido quizá a que Brahms no se interesó
ni por la ópera de Kóselitz ni por el «Himno» de Nietzsche? ¿Fue, quizá, que, por
alguna comidilla de los visitantes de Sils, en donde había comenzado a perfilarse la
creencia de que Nietzsche, alejado de Wagner, se había convertido en un partidario de los
«brahmsianos»? ¿No se sentiría Nietzsche obligado a precaverse contra una tal
clasificación equivocada? Sólo una conclusión puede sacarse del «Caso Wagner»
y de sus aditamentos a la vez: para Nietzsche no se daba la alternativa «Wagner o
Brahms», su alternativa era: o bien el romanticismo alemán con sus dos
cumbres, Wagner y Brahms --o la superación del romanticismo alemán
con su fundamentación filosófica en Hegel y Schopenhauer-. El «Caso
Wagner» sólo puede comprenderse desde este trasfondo, y nunca como un panfleto
dirigido personalmente contra Wagner (y en la segunda postdata contra Brahms), por más
que el escrito muestre un rostro así en primer plano. Y exactamente así, desde ese
rostro de primer plano, y sólo desde él, surgió la crítica desde el círculo de
Bayreuth.
MALWIDA HERIDA
Tras un año de interrupción, a fines de julio, Nietzsche reanuda
el contacto epistolar también con Malwida von Meysenbug. Con ello se inicia el
capítulo final de su correspondencia. Malwida continuaba siendo una wagneriana fiel y
convencida. Bien es verdad que siempre evitó recalcarlo en sus cartas a Nietzsche. En
cualquier caso, Malwida se sintió profundamente herida por el «Caso Wagner», y
esta amistad de años, una de las más antiguas, acabó en una disonancia.
ENTRE LA ESPADA Y LA PARED
Entretanto el «Caso Wagner» había sido traducido al
francés». Pero Malwida reacciona ahora enérgicamente. Había sido tocada en lo que más
respetaba. Nietzsche tenía que darse cuenta de que, en caso de elegir, se quedaría con
Wagner y su grial, y le abandonaría a él. Y él quería ahora aclararse, forzar esa
decisión. Poco después, el 18 y el 20 de octubre, le escribe a ella: «Estas
personas de ahora, con su lastimosa degeneración 'instintiva, habían de sentirse felices
de tener a alguien que, en los casos oscuros, les sirva vino puro. Para que este bufón
supiera granjearse la creencia...de ser la 'última expresión de la naturaleza creadora',
su 'última palabra', por así decirlo, necesita efectivamente de genio, pero de un genio
del engaño - - - Yo mismo tengo el honor de ser lo contrario - un genio de la verdad -
-», y: «perdone usted que tome otra vez la palabra. Púdiera ser la última vez. Poco a
poco he ido rompiendo todas mis relaciones humanas por repugnancia a que se me tome por
otra cosa de lo que soy. Ahora le toca a usted. Desde hace años le envío a usted mís
escritos, para que al final me dijera, honrada e ingenuamente, 'rechazo cada una de las
palabras'. Y tendría derecho a ello. Pues es una 'idealista' - y yo considero al
idealismo como una hipocresía hecha instinto...Cada una de las frases de mis escritos
contiene un menosprecio del idealismo. Para la humanidad actual no existe fatalidad peor
que esa suciedad intelectual; se ha rebajado el valor de todas las realidades al
inventarse un 'mundo ideal'...De mí concepto 'superhombre'...ha vuelto a hacer usted una
'gran impostura'...Y si usted siquiera...pone en su boca el digno nombre de Michel Angelo
en un mismo aliento junto con el de una criatura enteramente sucia y falsa como Wagner,
entonces le ahorro a usted y a mí las palabras para mi sentimiento al respecto. - Durante
toda su vida se ha equivocado en lo referente a casi todas las personas: no pocas
desventuras, también de mi vida, se deben a ello...¡Aclárese, por fin, entre Wagner y
Nietzsche! - Ahora que he escrito esto, me avergüenzo de haber puesto mi nombre en
semejante vecindad. - Así pues, usted no ha comprendido nada de la repugnancia con la
que...hace diez años volví las espaldas a Wagner... ¿No se ha dado cuenta de que desde
hace diez años soy una especie de director espiritual de los músicos alemanes, de que en
todos los lugares posibles he vuelto a plantar la simiente de la honradez artística, del
gusto distinguido, de la aversión más profunda por la repugnante sexualidad de la
música wagneriana?...jamás ha comprendido usted una palabra mía: eso no es ninguna
disculpa, hemos de aclararnos al respecto - también en este sentido el 'Caso Wagner' es
para mí un caso de suerte - -».
La infinita bondad de Malwida soportó también este ataque. No sólo lamentó la
desgracia de Nietzsche, que tuvo lugar poco después, sino que se sintió conmovida y
participó en ella con auténtico sentimiento de amistad -hasta más allá de la muerte
física de Nietzsche.
AYUDA DE 2000 MARCOS
El 29 de julio, Nietzsche, informa a Carl Fuchs: «Ayer me
llegó una carta de Bayreuth, escrita entera desde el Parsifal.. Hablaba, por lo demás,
en nombre de todo un círculo de 'discípulos' míos...,todos ellos 'espíritus libres'
muy agradecidos por 'Más allá del bien y del mal')».Pero también de Berlín
llegaban buenas noticias. Paul Deussen le envió 2.000 marcos para cubrir los
gastos de impresión, dinero que había reunido un círculo de admiradores. Nietzsche no
cree en tal círculo de admiradores. Es significativo por parte suya que sospeche que el
único donante es el propio Paul Deussen y «Paul Rée, a cuyo carácter
correspondería una acción tal». (-Así escribe a la madre el 24 de julio.) El
donativo no le resultó nada embarazoso a Nietzsche y contribuyó grandemente a reafirmar
su orgullo.Todavía el 9 de diciembre confiesa ese obsequio a Köselitz y, puesto que se
encuentra en ese momento en Berlín, le ruega: «Haga usted una visita, pronto a ser
posible, a mi viejo y muy cómico amigo el profesor Deussen... Me tiene mucho afecto y de
un modo que resulta el más extraño sobre la tierra: este verano me envió 2.000 marcos
para mis gastos de impresión». El testimonio de Paul Deussen en lo que
refiere sobre el origen de ese donativo es el siguiente: «Un día, en el locutorio de
la Universidad de Berlín, un joven docente privado se dirigió a mí y me pidió que le
contara algo más cercano sobre Niezsche, cuyos libros él había leído. A lo que yo le
expliqué..... que sus ingresos, tras la pérdida del sueldo, según lo que Kaftan me
había dicho recientemente, se limitaban a una pensión...de 3.000 francos anuales, y
cómo hacía poco que había vuelto a encontrar a Nietzsche en Sils-Maria llevando una
vida de lo más modesta. El joven me escuchó atentamente...No poca fue mi sorpresa, sin
embargo, cuando dos días más tarde recibí del joven la comunicación epistolar de que
había conseguido reunir para Nietzsche la suma de 2.000 marcos, y que yo tuviera a bien
enviar a Nietzsche ese dinero sin mencionar al donante...Yo le sugerí que llevara él
mismo su donativo a Correos....,,La sospecha de que yo mismo estuviera tras el donativo,
sólo pude disiparla en la familia Nietzsche confesando, con su permiso, el nombre del
donante. Por cierto que el dinero... fue reservado para que sirviera para la impresión de
las obras, y puesto que éstas, poco tiempo después de esto, comenzaron a alcanzar...
grandes beneficios, el donativo de entonces sólo tuvo un valor ideal. Fue devuelto al
donante, dándole las gracias, y al resistirse éste a volver a tomarlo, se encontró una
vía de solución...,encargando con él un óleo de Nietzsche, que se colgó en el Archivo
Nietzsche.»
TESIS DE KAFTAN
Kaftan conocía la tesis de la hermana sobre el desmoronamiento de Nietzsche,
tesis de un ataque cerebral como consecuencia del exceso de trabajo y del abuso
de drogas, así como los trabajos de Möbius, fundados en el diagnóstico de una «parálisis
progresiva». Frente a ambos Kaftan supone, -no un trastorno orgánico, un
padecirniento cerebral, sino una perturbación psíquica, de la que se puede
deducir una posición crítica, una refutación de la filosofía de Nietzsche. Con
ello inauguró la oposición, que todavía hoy intenta despachar todo lo que resulta
incomprensible o incómodo en las ideas de Nietzsche, con el pretexto de que se trata de «presagios
de la enfermedad mental». Como núcleo de la tensión espiritual, a causa de la cual
acabaría rompiéndose Nietzsche, ve Kaftan -puro teólogo en ello: «Que él nunca
consiguió olvidar el cristianismo y ponerse más allá de él. Lo destruía
continuamente. Pero lo que hay que destruir de continuo demuestra su fuerza vital
indestructible. Ante todo, esto explicaría el trágico final de su existencia psíquica,
la locura...Que era ateo, sin dios, que había perdido a Dios: ése es el trágico destino
de su vida. Pues estaba referido a Dios, y sólo Dios podía haber conformado esa rica
vida espiritual, que manaba de él, en una gran forma de vida armónica...No fue meramente
una catástrofe repentina el que, a comienzos del año 1889, apareciera en él la locura
en forma de delirio de grandeza. Ya estaba preparado. Nietzsche...se hundió porque
necesitaba absolutamente a Dios para vivir, pero había perdido al dios vivo y el camino
hacia él.»
OCIOSIDAD DE UN PSICÓLOGO
Mientras tanto Nietzsche ya estaba más allá del «Caso
Wagner». Ya el 7 de septiembre le llega a Naumann un nuevo manuscrito, de
extensión parecida a la de una «consideración intempestiva», con el título
de «Ociosidad de un psicólogo»
UN APERITIVO
El 12 de septiembre informa a Köselitz al respecto: «Bajo este
título inocuo se oculta un resumen de mis principales heterodoxias filosóficas,
pergeñado muy osada y precisamente: de modo que el escrito puede servir de introductor y
de aperitivo para mi transvaloración de los valores (cuyo primer libro está ya casi
terminado de redactar)...Globalmente, juicios muy serenos, a pesar de ser muy duros...Son
realmente pychologia y de los más desconocidos y finos. (Se les dice algunas verdades a
los alemanes, sobre todo se fundamenta mi pobre opinión de la espiritualidad alemana
imperial.) Este escrito, que se presenta en todo como gemelo del 'Caso Wagner...ha de
salir pronto, en lo posible: puesto que necesito un tiempo intermedio hasta la
publicación de la 'Transvaloración'.» Días más tarde Nietzsche informa también
sobre sus trabajos más recientes al barón von Seydlitz: «Todo mi régimen
interior está total y absolutamente al servicio de una empresa extrema que, como título
de libro, puede resumirse en pocas palabras: 'Transvaloración de todos los valores'...A
fin de año se publicará otra cosa mía que manifiesta mi filosofía en su triple
propiedad: como lux, como nux y como crux. Se titula, con toda gracia y virtud: 'Ociosidad
de un psicólogo'» . Se trataba de la parte fundamental de lo que finalmente
aparecería bajo el título de «El crepúsculo de los ídolos o cómo se filosofa con
el martillo».
OBJECCIONES DE KÖSELITZ
El 20 de septiembre llegaron ya pruebas para corrección a
Kóselitz. Esta vez sí puso una objeción: «El título... me suena, cuando me
imagino cómo puede resultar a los demás, modesto en exceso: ha llevado Usted su
artillería a las montañas más altas, cuenta con cañones como no ha habido nunca
todavía y sólo necesita disparar a ciegas para llevar el pánico a los alrededores. Un
caminar de gigante, ante el que las montañas tiemblan en sus fundamentos, no es ya el
caminar de un ocioso.» Nietzsche no sólo adopta estas exaltadas expresiones de
Kóselitz en su vocabulario diario, sino que acepta también la objeción, comunicándole
a vuelta de correo, el 27 de septiembre, el nuevo título: «El Crepúsculo de los
ídolos» -y observando al respecto: «A propósito, Gersdorff me previene muy
seriamente frente a los wagnerianos [lo que seguramente se refiere a Malwida von
Meysenbugl-. También en este sentido se entenderá el nuevo título..., -Una nueva maldad
contra Wagner, pues.» El envío del «Crepúsculo de los ídolos»
a las librerías se aplazó por el momento. Sólo el 27 de enero de 1889, inmediatamente
después del conocimiento público de la catástrofe, Overbeek descubre el libro
en una librería de Basilea, y poco tiempo después aparece también ya un primer
comentario en el «Basler Nachrichten».
MANO RAPIDA
En contraposición al «Caso Wagner», este «Crepúsculo de los ídolos»
está pergeñado realmente con mano rápida y en pocos días, como un simple hors d'
oeuvre estimulante para su filosofía: así, al menos, se imagina Nietzsche sus
efectos. No tenía tiempo para un trabajo de detalle ni para estudios preliminares como en
el «Caso Wagner», puesto que ahora está recogiendo todas sus fuerzas para
emprender, por fín su «obra capital».- la «Transvaloración de todos los
valores».
1ª PARTE DE LA TRANSVALORACIÓN
«El Anticristo» se ve forzada, entretanto, a convertirse en primera parte
de la «Transvaloración» cosa que no puede ser en absoluto ese escrito, dada su
naturaleza. Es verdad que el problema estaba incluido en las disposiciones anteriores,
pero siempre como uno más junto a otros, a lo más como contenido de un capítulo dentro
de la ordenación total, pero nunca como el «Libro 1» entero.
KAFTAN EN SILS-MARÍA
En el caso del «Anticristo» podemos suponer que el
encuentro con Kaftan fue tan fatal y tan determinante con respecto a la obra,
como lo fueron, por ejemplo, Richard Wagner, Paul Rée y Lou Salomé. Y
precisatnente en relación con ella aparece un indicio. En 1891, en artículos del «Vossische
Zeitung», Lou había hecho «una caracterización global de Nietzsche,
en la que por primera vez se describen, diferenciados y con precisión, tres periodos de
su evolución intelectual», que vuelve a repetir en su libro «Friedrich
Nietzsche en su obra»(1894). Kaftan rebatió esa tripartición a causa de
su experiencia personal de discusión con Nietzsche, apoyándose además en ejemplos
sacados de su obra. Prueba --expresamente contra Lou Andreas-Salomé- que no se puede
establecer separación alguna entre el 2º y el 3º periodo que ella distingue, porque toda
la obra de Nietzsche, desde «Humano», sigue ininterrumpida y se caracteriza hasta el
final por el intento de ofrecer ciencia positiva, es decir, que Nietzsche, desde sus
pretensiones, permanecíó, en cierto sentido, positivista. Es esta interpretación
de Nietzsche hecha por Kaftan la que rechaza tan categóricamente Overbeek. Kaftan
había adquirido esta convicción por las conversaciones en las que el filólogo e
historiador Nietzsche se enfrentó a él, teólogo y dogmático, desde un
método positivo. Encontró a Nietzsche todavía en el mismo plano al que le había
llevado Paul Rée y desde el que trató con Lou Salomé hacía seis
años. En contraposición al aparente corte -visto de lejos-- en un tercer periodo de la
señora Lou Andreas-Salomé, Kaftan experimentó con inmediatez,
todavía en 1888, la estructura positivista, ininterrumpida, de la personalidad de
Nietzsche. No cambia nada, ni en el fundamento ni en la pretensión, el que el positivismo
no satisficiera a Nietzsche y que éste intentara elevarlo. El nuevo trabajo, el «Anticristo»,
es la respuesta que se impone a la ronda de discusiones, el manifiesto de Nietzsche
contra el teólogo Kaftan y contra la dogmática que él representaba en la cuestión
cristiana.
PRÓLOGO A LA TRANSVALORACIÓN
Kaftan había partido de Sils a finales de agosto.
Inmediatamente después siguen los trabajos del «Anticristo». Durante la
estancia de Kaftan surgió el «Crepúsculo de los ídolos».El 7
de septiembre Nietzsche puede escribir a Meta von Salis, con la que permaneció
en viva correspondencia tras su partida, el 17 de agosto, (¡no así con Kaftan!):
«El 3 de septiembre fue un día muy curioso. Escribí temprano el prólogo a mi
'Transvaloración de todos los valores', el prólogo más arrogante, quizá, que se haya
escrito hasta ahora. Después salí fuera -y ¡hete ahí el día más bello que he visto
en la Engadina!... Y al ir más tarde a comer encontré... una carta suya que se adivinaba
sorprendentemente voluminosa». Ella le enviaba un ejemplar de su «Genealogía»,
al que parece que había hecho encuadernar de modo especialmente lujoso. ¿Era para que el
autor lo firmara? Él le devuelve el libro «con las más efusivas gracias... «Lo he
puesto en un cartón duro: mi deseo es que Correos no cometa ninguna brutalidad». Y
aquí nos enteramos, a la vez, de algo concerniente a su intensidad de trabajo, que le
sorprende a él mísmo: «Incluso conseguí algo más, algo más de lo que me había
creído capaz - La consecuencia fue, de todos modos, que mi vida cayó en cierto desorden
en las últimas semanas.Varias veces me levanté a las dos de la noche, 'impulsado por el
espíritu' y transcribí lo que acababa de pasarme por la cabeza. Y entonces escuchaba
cómo mí patrón, el Sr. Durisch, abría con cuidado la puerta, deslizándose a cazar
gamuzas. ¡Quién sabe! Quizá también yo estaba a la caza de gamuzas-». Dos días
más tarde, el 9 de septiembre, habla en una carta a Carl Fuchs de la 'Transvaloración',
cuyo primer libro casi está ya listo».
EN EL LAGO COMO
Nietzsche planeó su partida de Sils a Turín para el 16 de
septiembre, pero sólo pudo irse el 20 de septiembre. En varias cartas habla de nieve y
lluvia durante días, de precipitaciones que en el intervalo de cuatro días alcanzan tres
veces la media mensual. Los lagos superaban las riberas, comarcas enteras se inundaron, de
modo que él estaba retenido en su Sils, protegido por diques previsores. Y cuando el 20
de septiembre se hizo posible la huida del desolado valle alpino, encontró la misma
situación en la llanura de la Lombardía. Llegó «a medianoche a Milán. Lo peor fue
una larga travesía en Como, por terrenos inundados, de noche, por un puentecito de madera
muy estrecho -¡con iluminación de antorchas! ¡Lo más oportuno para mí, vaca
ciega! -Llegué a Turín agotado por el aire blando y desagradable de la Lombardía: pero,
¡curiosamente!, como 'de golpe, todo se arregló. Claridad maravillosa, colores
otoñales, un exquisito bienestar en todos los sentidos» (a Köselitz, el 27 de
septiembre de 1888).
TRANSFORMACIÓN ENGAÑOSA
Con la llegada a Turín se realiza un cambio radical en el
estado físico de Nietzsche: los terribles ataques de dolor de cabeza y de vómitos,
el azote de los últimos quince años, que le sobrevenían la mayoría de las veces, al
menos una vez semanalmente, desaparecieron por completo desde entonces. Nietzsche no se
preguntó por los motivos de esa «Mejoría» engañosa, gozó del sentimiento de
bienestar y de alegría que le producía la liberación, dándole expresión
exaltadamente. ¿Quién podría echárselo en cara? Por fin pudo, ahora, dedicar toda su
potencia creadora a su trabajo; su doloroso padecimiento dejó de absorber gran parte de
sus energías. Se dedicó con verdadera obsesión a su cometido, gozaba de los alrededores
-agradables para él--- en largos paseos diarios a lo largo del Po, vivía
externamente tranquilo y retirado en su modesto alojamiento entre gente sencilla y de
buena fe. El no se daba cuenta de las cortas, pero cada vez más seguidas,
interrupciones, trastornos y distorsiones de su contacto con la realidad, no pudo
reconocerlas, dado el tipo de estas perturbaciones. Pero eran la otra cara, el
sustitutivo, de los ataques de jaqueca de los últimos años; la desaparición de los
dolores era un vacío de sensibilidad, y señalaba una aniquilación de la capacidad de
dolor, precursora del desenlace definitivo. Desaparece también el cambio de estados
eufóricos y depresivos, domina ininterrumpidamente un sentimiento de salud y de fuerza.
Nietzsche vuelve inmediatamente a su buen sastre.Ya una semana después, el 28 de
septiembre de 1888, informa a su madre: «No he perdido ni un solo día de trabajo y
estoy incomparablemente mejor que en la Engadina. Turín es también el único lugar donde
mi alimentación responde totalmente a mis necesidades personales...Me he hecho un
elegante gabán de otoño.»
RUPTURA CON HANS VON BÜLOW
Hans von Bülow vivía desde 1887 en Hamburgo, tras haberse
hecho cargo ya en 1886 de los «conciertos de abono» de esa ciudad. Nietzsche
creyó ahora que él podía, como jefe de ópera, dirigir «El león de Venecia»,
de Köselitz, en Hamburgo, y le escribió el 10 de agosto (todavía desde Sils, pues) una
carta de recomendación: «Vería con el mayor gusto a este león en la casa de fieras
de Pollini [director artístico de la Opera de Hamburgol. Esta ópera es un ave de la
especie más rara. Ahora ya no se hacen cosas así. Todas las características en primer
plano, que hoy, escandalosa pero efectivamente, se pierden para la música. Belleza, sur,
alegría, el buen humor, petulante incluso, de un gusto primerísirno - la capacidad de
construir, de redondear desde el todo..» Bülow, que viajaba mucho, no
encontró tiempo tan rápidamente para preocuparse del asunto. Pero Nietzsche no
tuvo esta vez la paciencia de esperar una respuesta, y el 9 de octubre rompió bruscamente
las relaciones, aun antes de que Bülow hubiera podido manifestarse al respecto: «No
ha respondido Usted a mi carta. Le prometo que de una vez por todas le dejaré tranquilo.
Supongo que se dará Usted cuenta de que el primer espíritu de la época le había
expresado un deseo.»
ENFRENTADO CON SU HERMANA
Al fiel Overbeek, ya introducido en sus intimidades, le
permite una mirada a la amarga decepción e inquietud que su hermana le había deparado
para su cumpleaños el 15 de octubre: «Me atrevo todavía a narrar cómo en Paraguay
las cosas van todo lo mal posible. Los alemanes, atraídos hacia allá, estan enfadados y
exigen que se les devuelva su dinero - dinero que no hay. Ya se han producido
brutalidades; me temo lo peor-. Esto no le impide a mi hermana escribirme para el 15 de
octubre, con el mayor sarcasmo, que ¡vaya asunto ése de que quiera comenzar a hacerme
'famoso'! Que vaya chusma que he escogido, judíos que han lamido todos los pucheros, como
Georg Brandes - - y a la vez me llama 'Fritz del alma' - ¡Esto dura ya siete años! Hasta
ahora mi madre no sabe nada de ello - es mi obra maestra. Me envió un juego para
Navidades: Fritz y Lieschen.»
UNA DE SUS MALDADES
En estos días pierde incluso a su muy alabado Bizet. Una corta observación del
19 de noviembre a Carl Spitteler contiene el primer indicio de ello: «El
hecho de que refiera mi 'conversión' a 'Carmen' es naturalmente...otra maldad más por mi
parte.Conozco la envidia, los accesos de ira de Wagner por el éxito de 'Carmen'.»
El 27 de diciembre se expresa más claramente a Carl Fuchs: «Lo que digo
sobre Bizet no ha de tomarlo Ud en serio; tal como soy, Bizet no merece mi atención ni
una entre mil veces.Pero como antítesis irónica de Wagner funciona extraordinariamente;
hubiera sido una falta de gusto sin precedentes si hubiera partido de una alabanza a
Beethoven».
BIOGRAFO DE WAGNER
El biógrafo de Wagner, Richard Pohl publicó, como
contraataque por el «caso Wagner», un artículo en contra de Nietzsche el 25 de
octubre de 1888 en el «Musikalisches Wochenblatt» de Fritzsch, bajo el
título de «El caso Nietzsche». Como subtítulo Pohl elige una paráfrasis de
Nietzsche:«Un problema psicológico», con lo que ya se adivina la dirección
del ataque. Pohl toma a Nietzsche la palabra: «Sepulto mis oídos bajo la
música, oigo su causa, me parece que vivo su génesis. ¡Y extrañamente! En el fondo no
pienso en ello ni lo sé.... Pues mientras tanto me rondan por la cabeza ideas
completamente diferentes.» Pohl concluye de ahí su veredicto: «Ahí tenernos
el tipo de una persona no musical. Pues a una musical le resulta francamente imposible
pensar, durante la música en algo diferente a ella...Con ello habríamos terminado ya en
lo que se refiere a Nietzsche... Pero ahora viene aún lo más sorprendente: el Sr.
Nietzsche compone. ¡Ha compuesto un 'Himno a la vida'.... también una ópera! Esta ha
permanecido verdaderamente muy esotérica; el compositor se avergonzó tanto como para no
hablar nunca de ella. Pero yo lo sé por Richard Wagner mismo, a quien Nietzsche mostró
la ópera -naturalmente un drama musical compuesto por él mismo. -Yo pregunté
tímidamente a Wagner: '¿Y dice usted al respecto?' ----¡Un disparate!' replicó
él...»Por cierto, Nietzsche no compuso nunca una ópera. Es evidente que el lio,
(¿o querían liarlo todo?) en relación con Nietzsche, de los seguidores de Wagner
era muy grande.
CUESTIONAMIENTO COMO MÚSICO
El reproche de Pohl, de que Nietzsche representaba «el tipo de persona no
musical», afectó a Nietzsche, que se sintió cuestionado en una base existencial;
él, que decía de sí mismo que «no ha habido jamás un filósofo que fuera en tal
grado tan profundamente músical» (a H. Levi, octubre de 1887). También en este
caso pasaron dos meses hasta que pudiera hablar de ello.- el 27 de diciembre de 1887
exhorta a Köselitz- «tampoco estaría mal que usted me tratara un poco como músico,
-- a los estúpidos alemanes no se les ocurría nunca tal cosa.»
COMPRAR SU OBRA
Nietzsche le escribió a vuelta de correo: «¿Cuánto
quiere usted por todos mis escritos? Con sincero menosprecio, Nietzsche.»
ALTO PRECIO POR SU OBRA
Fritzsch contestó rápida e igual de secamente pidiendo
alrededor de 11.000 marcos (14.000 francos). En.principio Nietzsche
reacciona a ello más bien cabizbajo, el 30 de noviembre responde a Fritzsch (colección
Rosenthal): «Una vez bien sopesado todo, no puedo llegar a ese precio. Entretanto he
intentado interesar al Sr. C. G. Naumann en la compra de la edición. Pero no quieren
saber nada de ello las empresas. En realidad yo preferiría que toda literatura estuviera
en unas solas manos: se entiende, naturalmente, que estaría dispuesto a hacer un
sacrificio (mis libros han sido para mí hasta ahora un lujo singular y costoso): pero me
resulta imposible aceptar lo que usted pide. Atentamente Dr. Nietzsche.»
PETICIÓN DE AYUDA A DEUSSEN
¿Cómo pensaba Nietzsche conseguir los medios para materializar su
oferta a Fritzsch? El 26 de noviembre se dirige a Paul Deussen solicitándole un
préstamo: «Querido amigo, tengo necesidad de hablar contigo respecto a un asunto de
primera importancia. Mi vida llega ahora a su cima: unos cuantos años todavía y la
tierra temblará bajo un tremendo relámpago. -Te juro que tengo la fuerza suficiente como
para cambiar la cuenta del tiempo.--- No hay nada, que esté ahora en pie, que no caiga,
yo soy dinamita más bien que persona ... y aquí viene mi ruego, por el que te
escribo.»Quiero recuperar mi Zaratustra de manos de E. W. Fritzsch, quiero tener toda mi
literatura en mis manos... No se trata sólo de un capital enorme, dado que mi Zaratustra
se leerá tanto como la Biblia - es que, simplemente,. ya resulta imposible en las manos
de E. W. Fritzsch. Esta absurda persona acaba de ofender mi honor.- no puedo hacer otra
cosa, tengo que quitarle los libros. Ya he tratado con él quiere 10.000 táleros
aproximadamente por mi literatura. Por suerte no tiene ni idea de lo que posee. In summa:
necesito 10.000 taleros. ¡Piénsalo viejo amigo! No quiero ningún regalo, se trat de un
préstamo al interés que sea.» Seguramente, la conciencia ya está trastornada
ahora por la fuerte excitación (en años anteriores hubiera ésta acarreado un
«ataque»), lo cual se manifiesta en el tono exaltado y en un cálculo equivocado. En
primer lugar, Nietzsche debía saber que Deussen nunca podría proporcionarle esa
suma. Deussen no tenía dinero (como, por ejemplo, Carl von Gersdorff),
y su sueldo de catedrático tampoco le pemitía tales cosas. Además no se trataba de
10.000 táleros, sino de 10.000 marcos, una gran diferencia (aproximadamente de 1:3). Por
otro lado, Nietzsche habla en la carte de cambiar la medida del tiempo, es decir,
comenzar a contar, no ya desde el nacimiento de Cristo, sino a partir de un corte en la
historia moderna, es el sueño de todos los «revolucionarios» desde la
Revolución Francesa (incluso en la forma moderna más modesta de cambiar la fórmula del «anno
Domini» por la de «de nuestra Era»), y al autor del «Anticristo»,
más que a nadie le obligaba realmente tal postulado. De todos modos su convicción
respecto a que su «Zaratustra» se leería como la Biblia, la historia desde
entonces ha ofrecido ejemplos para esta profecía; y que de sus libros podía construirse
un gran capital, su hermana lo demostraría con su Archivo - Nietzsche.
AYUDA A HEUSLER
El basileo Andreas Heusler « »(1834-1921) se había dedicado, como su padre, a
la jurisprudencia. En este contexto, el que Nietzsche, en estos momentos, hubiera
decidido dirigirse (a pesar de que con él nunca había mantenido correspondencia) a su «querido
Heusler» fue una decisión extraordinariamente inteligente. No sólo era Heusler
uno de los mejores conocedores del derecho privado (y con ello también del editorial)
alemán, sino también uno de los mejores representantes de aquella sociedad basilea a
cuya benevolente munificencia debía Nietzsche su pensión. ( Por esta razón Overbeck se
sintió impelido a «manifestarse urgentemente de modo disuasorio», como explica
a Köselitz posteriormente (el 15 de enero de 1889)). Sobre este suceso aparece en las
notas de Nietzsche: «Ya no se da la causalidad en mi vida. Esta noche me acordé de
un basileo especialmente respetado por mí - me guardo de decir su nombre: y ahora acaba
de llegar una carta de Overbeck ... » Tan intensamente «vivía» Nietzsche
en el círculo de Basilea, tan fuerte era el regreso anímico a aquel tiempo, que
así llegaba a acordarse de su bien conocido y colega no - amigo. En la carta, que escribe
a Heusler, (fechada hacia el 22 de diciembre de 1888), Nietzsche
describe primero los sucesos habidos con el artículo de Pohl, su reacción y la propuesta
de Fritzsch, y continúa: «C. G. Naumann, uno de los hombres de negocios más
respetables de Leipzig y dueño de una gran imprenta, me aconseja encarecidamente que
considere como un golpe de suerte la inaudita falta de tacto de Fritzsch, puesto que así
puede volver a mis manos toda mi literatura, precisamente en el momento en que me voy a
hacer 'famoso internacionalmente'.» Después de haber hecho fiable, de esta manera,
la solidez del asunto en cuanto negocio, Nietzsche evoca su propia integridad: «soy
lo opuesto a un hombre rico, pero, por suerte, muy económico. Por ejemplo, por mi
habitación pago aquí 25 francos al mes, con servicio incluido, y no quisiera en absoluto
cambiarlo.» A continuación llega a la «moral del asunto: «necesito 14.000
francos aproximadamente. Considerando que mís próximas obras se vendan no por miles,
sino por decenas de miles, y, además, en francés, inglés y alemán a la vez, puedo
ahora pemitirme sin reparos tomar un préstamo por tal cantidad. Nunca en mi vida he
debido tadavía ni un céntimo.» Nietzsche hace referencia aún a sus buenas
relaciones con Taine y Bourdeau y al creciente prestigio de que goza en París, y
acaba: «¡Querido Heusler! El resto es silencio. ¡Todo entre nosotros!» El
editor de esta carta hace la siguiente consideración al respecto: «La lógica
de la carta no está distorsionada. Sus datos efectivos son correctos.....La esperanza en
las ediciones en lengua extranjera tenía motivos, aunque no se llevaran a cabo, y la
confianza en que, por fin, sonara la hora de la fama y de las ventas masivas se vio
cumplida ya al año siguiente, aunque, por desgracia, demasiado tarde para el propio
autor. Así pues, la carta queda todavía a este lado del umbral donde comenzaron las 'notas
de locura' en la 'escritura de locura': también sus trazos son claros, uniformes y de
formato usual. En todo caso, el 'ataque destructor' le sobrevino después de esta
carta. El 30 de diciembre de 1888 Nietzsche poseía todavía la medida de salud mental que
le fue concedida aún para la creación de sus últimas obras, desde septiembre a
noviembre de aquél año --«es mi gran época de cosecha.»
DIFERENCIAS CON OVERBECK
Overbeck afirma que la carta del 30 de diciembre de
Nietzsche a Heusler fue algo que le «sorprendió sumamente, como primera
noticia de Nietzsche que le llegaba desde la lejanía». Lo cierto es que como fiel
administrador financiero de Nietzsche, Overbeck sabía perfectamente que las
pensiones no se concedían para toda la vida, sino para un determinado número de años,
que ya se habían cumplido. Con la solicitud de este crédito Nietzsche podía hacer caer
en ello a los cajeros de las tres instituciones, de modo que las subvenciones
desaparecieran en cualquier momento. Es verdad que Nietzsche disponía entonces de 3.000
francos enviados por Deussen y Meta von Salis, además de algunos ahorros suyos.
Pero, a pesar de ello, debía correr con un riesgo de 9.000 francos aproximadamente, lo
que suponía la cantidad de tres años de todas sus pensiones. En esto surgió por primera
vez una seria diferencia de opinión entre Nietzsche y Overbeck y que se manifiesta como
trasfondo real de la «nota de locura» a Overbeck: «Aunque hasta ahora
habéis demostrado poca fe en mi capacidad de pago, espero demostrar todavía que soy una
persona que paga sus deudas --por ejemplo a vosotros-» «Hago que ahora
mismo fusilen a todos los antisemitas».
CUESTIONES POLÍTICAS
Además, había otra consideración que le daba que pensar: el 15 de
junio había muerto el emperador Federico III en cuyo talante liberal Nietzsche
había cifrado grandes esperanzas para la difusión de sus obras también en Alemania. No
confiaba en su sucesor, Guillermo II; le creía del todo dependiente de Bismarck
y de la beatería de Stoecker. El que se equivocara en esta valoración de la
situación política de Berlín no impide en absoluto que sufriera bajo tales recelos y
que se precaviera frente a ellos. La consecuencia de esta postura hubo de pagarla una vez
más la obra: abandonó, esta vez para siempre, el trabajo en la «obra capital»
ESTADO BRUTO
«El anticristo», al que provisionalmente designó como
«Libro I de la Transvaloración de todos los valores», lo dejó en una especie de «estado
bruto», interrumpió el trabajo en él poco antes de acabar la redacción final para
la imprenta, e hizo que no se publicara. Fue publicado por primera vez en 1895,
dentro de una primera «edición completa», y en una redacción en la que los
editores habían «puesto la mano».
VIDA DE JESUS COMO PRAXIS
Según Nietzsche, Jesús no habría negado «el mundo»,
ni lo habría minusvalorado como tránsito a un mundo «mejor» del más allá:
simplemente no lo tomó en cuenta, ni lo afirma ni lo niega, fue un «idiota»
---en el sentido griego de la palabra--. Con esta palabra se hace perceptible el influjo
de las lecturas de Dostoyevski en el pensamiento y en las formulaciones de
Nietzsche, en el sentido, por cierto, de un enfrentamiento con la interpretación que Renan
hace de Jesús como «héroe». Hay que tener presentes tales relaciones y fuentes si no
se quiere falsear el contenido significativo de los pasajes correspondientes. Jesús
no fue un negador, un opositor, un «combatiente» contra la iglesia judía ni contra
nada; fue un renunciante, un individuo «propio» (lo que significa idiotés en griego).
Sólo la interpretación de su vida por los discípulos y apóstoles introdujo el «no»
en este mundo.
PABLO Y LA FALSIFICACIÓN DE JESÚS
Pero la falsificación mayor la achaca Nietzsche al apóstol Pablo:
por medio de él el sacerdote judío recuperó el poder, es exactamente el tipo
del «sumo sacerdote y escriba» del que prescindió Jesús en su praxis
vital. Nietzsche echa sobre San Pablo toda la dogmática que él
rechaza, a la que escarnece por artera y falaz.
SIN CONTACTO CON LA REALIDAD
«Ni la moral ni la religión en el cristianismo tienen punto de
contacto alguno con la realidad. Todo son causas imaginarias ('Dios', 'alma', 'yo',
'espíritu', 'la voluntad libre' o también 'la no libre'); todo son efectos imaginarios
('pecado', 'redención', 'gracia', 'castigo', 'remisión de los pecados'). Un trato con
seres imaginarios ... ; una ciencia natural imaginaria (antropocéntrica ... ), una
psicología imaginaria (todo son autoerrores... 'remordimiento de conciencia', 'tentación
del diablo' ... ); una teología imaginaria (... 'la vida eterna'). Este mundo de pura
ficción difiere mucho, para mal suyo, del mundo de sueño, por cuanto el último refleja
la realidad, mientras que aquí la falsea, la desvaloriza, la niega. Sólo después de que
se inventó el concepto de 'naturaleza' como contrapuesto al de 'Dios', la palabra
'natural' hubo de usarse como 'rechazable', - todo aquel mundo de ficción hunde sus
raíces en el odio a lo natural (¡a la realidad!), es la expresión de un profundo
disgusto por lo real. Con ello ya está todo aclarado. ¿Quién es el único que tiene
motivos para apartarse con mentiras de la realidad?»
BUDISMO RELIGIÓN REALISTA
»Nietzsche recurre a la comparación del cristianismo con
una religión poderosa: el budismo. «Con mi condena del cristianismo espero no haber
sido injusto con una religión pareja, que incluso supera el número de adeptos; con el
budismo. Ambas son religiones nihilistas....ambas se diferencian del modo más
sorprendente..., el budismo es cien veces más realista que el cristianismo; -tiene en el
cuerpo la herencia del planteamiento objetivo y frío de los problemas, llega tras algunos
cientos de años de permanente movimiento filosófico, el concepto de 'Dios' ya ha sido
suprimido cuando él llega. El budismo es la auténtica religión positivista.... incluso
en su teoría del conocimiento..., ya no dice 'lucha contra el pecado', sino, dando razón
por completo a la realidad, 'lucha contra el sufrimiento'. Tiene ya trás de sí - y esto
la diferencia profundamente del cristianismo - el autoengaño de los conceptos morales,
está, hablando en mi lenguaje, más allá del bien y del mal.»
RELIGIÓN DE ESCLAVOS
También en el «Anticristo» se reproduce la misma
crítica al dogma cristiano que puede seguirse a través de toda la obra de
Nietzsche: el cristianismo es la religión de las clases bajas, una «religión de
esclavos»; la venganza de los ruines contra todo lo que despunta en este mundo es
también algo que se ha expandido primero en esa capa social. ¡En esta idea sabía
que coincidía con el Richard Wagner de antes! Si no es, incluso, de allí de
donde le vino a Nietzsche este punto de vista.
ATAQUE A LOS TEOLOGOS
Nietzsche dedica mucho espacio a sus
ataques a los teólogos, entroncando, también en esto, con su época anterior de Basilea,
con el polémico escrito de su amigo Overbeck: «Sobre el cristianismo de nuestra
teología actual» de 1873, en el que Overbeck parte de la base de que la fe,
especialmente la fe cristiana en la revelación, y la ciencia, como cuestionamiento
metódico con vistas a conseguir saber empírico, se excluyen mutuamente. Los conceptos de
verdad de cada una de ellas son diametralmente opuestos. El teólogo, así, para
Nietzsche, está obligado a lo que él designa -en el uso lingüístico antiguo- como
«mentira», es decir, lo que no corresponde a la realidad. (Ya en 1873 había partido de
la pareja de conceptos «verdad» y «mentira» en sentido extramoral.) Ahora, en
el «Anticristo», reduce esta oposición a la formulación siguiente (§52): «La
falta de libertad para la mentira -- en ello descubro a cualquier persona predestinada
para teólogo.Otro distintivo del teólogo es su incapacidad para la filología. Por
filología hay que entender aquí, en un sentido muy general, el arte de leer bien, de
poder descifrar hechos sin falsearlos por medio de la interpretación.» Y (§38): «Incluso
en el caso más modesto de pretensión de honradez, hay que saber hoy que un teólogo, un
sacerdote, un papa, con cada frase que pronuncia no sólo yerra, sino que miente, que ya
no le resulta posible mentir por 'inocencia', por 'ignorancia'. También el sacerdote
sabe, tan bien como cualquiera, que ya no hay 'Dios' alguno, 'pecador' alguno, 'redentor'
alguno, que 'voluntad libre', 'orden moral del mundo' son mentiras: - la seriedad, la
profunda autosuperación del espíritu va no permite a nadie ignorar estas cosas-. Todos
los conceptos de la iglesia se han reconocido tal como son: como la falsificación peor
que existe, dirigida a desvalorizar la Naturaleza, los valores naturales; el sacerdote
mismo ha sido reconocido tal como es, como el tipo más peligroso de parásito. Sabemos...
lo que valen, para qué sirvieron aquellas inquietantes invenciones de los sacerdotes y de
la iglesia..., los conceptos de 'más allá', 'juicio final', 'inmortalidad del alma', la
misma 'alma': son instrumentos de tortura, son sistemas de crueldades, a costa de los
cuales el sacerdote se convirtió en señor, se mantuvo como señor. Esto lo sabe
cualquiera: y sin embargo, todo sigue como antes.»
CONTRADICCIÓN
Mientras que Overbeek reducía esta incompatibihdad a la
teología como ciencia respecto del cristianismo auténtico, cosa que también había
hecho Nietzsche hasta entonces, éste da ahora el paso definitivo hacia adelante:
toda nuestra vida, toda la forma moderna de existencia, la praxis vital del hombre
actual, se encuentra en irreducible contradicción con el dogma cristiano. Es una
mentira llamarnos todavía cristianos; a una persona provista de los conocimientos de
la ciencia y de la filosofía modernas ya no le resulta posible, ya no le está
permitido, llamarse «cristiano». También esto vuelve a arrojar alguna luz sobre el «Caso
Wagner»: Nietzsche conocía la valoración que Wagner hacía del
cristianismo.Conocía el camino filosófico de Wagner, a través de Feuerbach
hasta Schopenhauer, hasta un ateísmo radical. ¡Y ahora ese «Parsifal»!
Nietzsche cayó en el mismo error que todavía hoy impera en muchas partes. No se dio
cuenta de que Wagner era, ante todo, un poeta mítico, y que su localización de
los mitos en el ciclo de saga, Edda o del rey Arturo, es algo
secundario, colorista, accidental, pues; también el ropaje cristiano de «Parsifal».
El «Parsifal» no es un mito cristiano, sino un mito cristiano.
Ya Wagner sufría por esta confusión. Es una lástima que no manifestara su
posición con la suficiente publicidad, sino sólo en conversaciones privadas. Así, el 20
de octubre de 1878 dice a Cosima que se va demasiado lejos designando al Parsifal
como una imagen del Salvador- «Con él no pensé para nada en el Salvador.»
ESTADO Y MENTIRA
Nietzsche, en el «Anticristo», ya no habla, por primera
vez, de este «caso único» ¡el nombre de Wagner ya no aparece!, tiene ante sí
el problema en general (538): «¿Adónde ha llegado el último sentimiento de
decencia, de respeto de sí mismo, cuando incluso nuestros hombres de Estado, que, por lo
demás, responden plenamente a un tipo muy despreocupado de personas y anticristos, se
llaman hoy cristianos y van a misa? ¿Un joven príncipe [el emperador Guillermo II]
a la cabeza de sus regimientos, magnífico como expresión de la egolatría y presunción
de su pueblo, pero sin vergüenza de llamarse cristiano?.... toda valoración efectiva es
hoy anticristiana: ¡Qué engendro de falsedad tiene que ser el hombre moderno para no
avergonzarse, a pesar de todo, de llamarse todavía cristiano!..»
LAMENTO
Finalmente, Nietzsche expone el conmovedor lamento del historiador
por la decadencia del espíritu de antigüedad. (§59): «Inútil el trabajo entero
del mundo antiguo: no encuentro palabras para expresar mi sentimiento sobre algo tan
monstruoso. ¡Todo el sentido del mundo antiguo, inútil, considerando, además, que su
trabajo fue un trabajo preparatorio, que, con una autoconciencia granítico, se pusieron
los cimientos para un trabajo de siglos!... ¿Para qué los griegos?, ¿para qué los
romanos? ¡Todos los presupuestos para una cultura ilustrada, todos los métodos
científicos estaban ya allí; ya se había fijado el arte grande, incomparable, de leer
bien ---- ese presupuesto para la tradición cultural, para la unidad de la ciencia; la
ciencia natural, en unión con la matemática y la mecánica, estaba en el mejor camino-,
el sentido de los hechos, el último y más valioso de todos los sentidos, tenía sus
escuelas, su tradición ya de siglos!... ¡Se había encontrado todo lo esencial.... toda
la rectitud del conocimiento ya estaba allí! ¡desde hace más de dos milenios! ....¡Y
todo eso acaba convertido en oprobio por vampiros arteros, sigilosos, invisibles, pobres
en sangre! ¡No vencido, sólo succionado!... ¡La oculta sed de venganza, la envidia
rastrera, convertidas en señores! ¡Todo lo mezquino, lo sufriente, lo invadido por mala
conciencia, todo el mundo- ghetto del alma, arriba de golpe!...Basta que se lea a uno
cualquiera de los agitadores cristianos, a San Agustín por ejemplo, para comprender, para
olfatear, qué clase de sucios compinches han llegado arriba de este modo... »
(560): «El cristianismo nos ha malogrado la cosecha de la cultura antigua...»
REGRESO AL ORIGEN DE LA TRAGEDIA
La forma del Anticristo, y su temática, entroncan con las conversaciones
de Tribschen, con el enfrentamiento con David Friedrich Strauss y con el
polémico escrito del amigo y antiguo compañero de alojamiento Overbeck. Nietzsche tensa
ahora el arco hacia los años de Basilea y redondea, con este regreso, su obra, que
había comenzado con el «Nacimiento de la tragedia». Con el
«Anticristo», Nietzsche regresa a la consideración de los valores antiguos»,
abandonando su tarea Filosófica y, con ello, la «Transvaloración de todos los
valores» no se lleva a cabo.
AJUSTAR CUENTAS
Con el Ecce homo, Nietzsche, intenta, primero, ajustar
cuentas consigo mismo, pero, al mismo tiempo, clarificarse con la opinión de sus
amigos y admiradores sobre él, puesto que en los últimos tiempos, precisamente, había
topado con mucha incomprensión y malentendidos. También en esto Nietzsche tensa el arco
hacia los años de Basilea. En su tercera «Consideración intempestiva», «Schopenhauer,
como educador», había hecho un plan de sí mismo; ahora intenta describir a
posteriori cómo ha vivido de acuerdo con su máxima de juventud "llega a ser lo
que eres" (Jevoi oios éstí). El 15 de octubre escribe en su libro de
notas: «En este día perfecto, en el que todo madura y no sólo la uva se vuelve
amarilla, acaba de venir un rayo de sol a mi vida - he mirado hacia atrás, más allá, y
jamás he visto tantas y tan buenas cosas a la vez-. No por nada acabo de enterrar mi
cuadragésimo cuarto año de vida; me estaba pemitido: lo que en él había de vida está
salvado, es inmortal. El primer libro de la'Transvaloración de todos los valores'; las
seis primeras canciones de'Zaratustra'; el'Crepúsculo de los ídolos', mi ensayo de
filosofar con el martillo. -Todos regalos de este año, incluso de su último cuarto-
¡cómo no habría de estar agradecido a toda mi vida!
»Y por eso me cuento mi vida.
»Quien tenga una mínima idea de mí sabe que he vivido más cosas que ningún otro
hombre. La prueba de ello viene escrita incluso en mis libros: los libros, línea a
línea, están vividos desde una voluntad de vida y, por eso, en cuanto creación,
representan una auténtica añadidura, un más de esa vida misma. ..» Con ello
comienzan las notas para el «Ecce homo».
ECCE HOMO
El 13 de noviembre informa a Köselitz: «Mi Ecce homo.
Cómo se llega a ser lo que se es surgió entre el 15 de octubre, mi aniversario más
benigno, y el 4 de noviembre, con una antigua soberanía y buen humor tales que me parece
que ha salido demasiado bien como para que pueda hacerse una broma al respecto. Las partes
últimas están puestas ya en un tono que ha debido olvidársele a los maestros cantores:
'la melodía de los regentes del mundo'... El capítulo final lleva el fastidioso título
de 'Por qué soy un destino'. Se demuestra tan contundentemente que eso es verdad, que, al
final, uno queda en suspenso ante mí como 'larva' y 'corazón sensible'...El susodicho
manuscrito ya ha iniciado el paso de cangrejo hacia la imprenta ».
PROLOGO IGNIVOMO
Nietzsche concibe al Ecce homo, en relación con la 'Transvaloración',
como un «prólogo ignívomo» Así pues, conscientemente, hizo lo que ya el 25
de julio había escrito a Carl Spitteler a propósito de la consideración
intempestiva «D. Fr. Strauss» (¡y que repite en el párrafo correspondiente
del «Ecce homo» casi en la misma forma!): «La primera astucia para
granjearse la consideración 'social', es, nada más entrar, un duelo --dice Stendhal-. Yo
esto no lo sabía, pero lo he hecho.»
REGENTE DEL MUNDO
La metáfora «la melodía de los regentes del mundo» que
aparece en la carta anterior dirigida a Köselitz, hay que entenderla absolutamente como
respuesta irónica a lo que éste le había escrito el 25 de octubre, tras leer las
galeradas del «Crepúsculo de los ídolos»: «¡Que 'explicaciones', qué
éxtasis del aprendizaje debo a su espíritu regente del mundo» Pero, como sucedía
a menudo, Nietzsche queda fascinado por esa metáfora que se le ofrece (el
«caminante de riscos» de Burckhardt, la «dinamita» de Widmann) y la integra en su
lenguaje, en las formulaciones que emplea y en el uso lingüístico más riguroso. Así,
ese «regente del mundo» vuelve a aparecer inmediatamente, con tono menos
irónico, en la carta del 7 de diciembre a Strindberg, y a partir de ahí cada vez con
mayor frecuencia. No hay que olvidar que en la La «Melodía de los maestros
cantores» se hace alusión a la escena del primer acto en la que David enumera a
Walter los diferentes tipos melódicos de los maestros. ¡¡El de los «regentes del
mundo» falta allí, en verdad!!
IMPRENTA Y SOSPECHAS FUNDADAS
El 1 de diciembre, Nietzsche, vuelve a reclamar el
manuscrito del «Ecce homo», que había enviado el 6 de noviembre a la
imprenta, y lo vuelve a revisar. El 6 de diciembre la revisión está lista,
Nietzsche la considera apta para la imprenta, enviándosela el 7 de diciembre a Naumann
otra vez. Ese mismo día escribe a Köselitz al respecto: «despues de haberla
colocado, como último intento para tranquilizar la conciencia, desde la última hasta la
primera palabra...hace saltar las historia de la humanidad en dos trozos- el mayor
superlativo de dinamita...» Nietzsche dío conscientemente todo ese tono provocativo
al libro; así se la confiesa Köselitz ya el 30 de octubre: «Con ello no solamente
me he querido representar a mí mismo antes del acto, tremendamente solitario, de la
transvaloración - quiero hacer por una vez una prueba de lo que realmente puedo arriesgar
ante el concepto alemán de libertad de prensa-. Sospecho que se me confisque de inmediato
el primer libro de la transvaloración, legalmente con todo derecho. Con este 'Ecce
homo' quiero que se avive la cuestión de una seriedad así, y también la
curiosidad, de modo que los conceptos corrientes y, en el fondo, racionales sobre lo
permitido toleren aquí, por una vez, una excepción.» En Rusia ya estaban
prohibidos sus libros. Las últimas anotaciones de Nietzsche ofrecen una imagen
conmovedora de lo que esperaba de la Alemania de la dinastía de los Hohenzollem
- bajo la presión de Bismarck y Stoecker- de lo que temía por esta parte, y de
lo mucho que lo ocupaban los planes para un contraataque a la escena pública política.
CASO WAGNER COMO FOLLETÍN
En la revista «Kunstwart», Avenarius, le
objetaba que en el «Caso Wagner» no había hecho más que exponer
apodícticamente sus preferencias completamente personales. Califica el tono del escrito
como «desagradable» y concluye: «Es un hecho declarado el cambio de sensibilidad de
uno de los más destacados, quizá el más destacado, de los 'wagnerianos'. Si éste nos
hubiera hecho, tranquila y objetivamente, una exposición de las razones que invalidan sus
razones anteriores - no podríamos hacer otra cosa que agradecérselo: más
improbablernente porque nos convenciera, más probablemente porque nos hubiera
proporcionado ocasión para un análisis agudo, en orden a la refutación ---. Tal como se
nos presenta el escrito, aparece casi como el regalo de un folletinista muy ocurrente, que
juega a las grandes ideas.Pero el último resultado continúa siendo el lamentar que
Friedrich Nietzsche, esta vez, haya escrito como (un) folletinista.»
8 TROZOS
La respuesta de Nietzsche a Avenarius fue publicar «Niezsche
contra Wagner.Documentos sacados de las obras de Niezsche.» Escribe a Carl
Spitteler:
»Estimado señor, usted es el que ha de publicarlo y escribir un largo prólogo que sea
una auténtica declaración de guerra. Usted puede hacerlo, lo sé: se toma
suficientemente en serio el destino de la música como para ser capaz de apasionarse con
este asunto. Los lugares los transcribiré yo mismo y se los enviaré después, son los
siguientes (supongo que tendrá mis obras.En otro caso, basta una palabra suya para que le
consiga inmediatamente lo que le falte ).
1. Dos antípodas (Gaya Ciencia, págs. 312-16).
2. Un arte sin futuro (Humano demasiado humano, tomo 2, 76-78).
3. Barroco (Humano, demasiado humano, tomo 2, 62-64).
4. Lo espressivo a cualquier precio (Caminante y su sombra, pág. 9 3;
o sea, Humano, demasiado humano II, segunda mitad)..
5. Wagner actor y nada más
6. Wagner pertenece a Francia (Más allá del bien y del mal, 220-24).
7. Wagner como apóstol de la castidad (Genealogía de la moral,
págs. 99-105)
8. Ruptura de Niezsche con Wagner (Humano, demasiado humano, tomo 2,
prólogo, págs. VII-VIII).
»En el prólogo habría que exponer también la idea decisiva del carácter general de décadence
de la música moderna: esto es propiamente en lo que el escrito aventaja a lo que yo ya
había dicho antes. ¡Fíjese usted, esta canalla no nota mi rabia porque he escrito 'muy
ocurrenternente'! No se pueden imaginar la ocurrencia unida a la pasión -Avenarius pide
una ,exposición tranquila y objetiva de las razones', donde nosotros temblamos de
pasión».
RETRASO EN PUBLICAR ECCE HOMO
Ya el 15 de diciembre envía a Naumann, para la prensa, el manuscrito de «Nietzsche
contra Wagner; documentos de un psicólogo». Así pues, el documento no se dirige
sólo contra la ignorancia de Avenarius, sino --por el subtítulo-- también
contra Richard Pohl. A Nietzsche le corre prisa esta «aclaración»,
hasta el punto de que quiere retrasar al «Ecce homo» en favor de esta reacción
polémica. La justificación para aplazar el «Ecce homo» es que, por el
momento, no está seguro de los traductores, ya que su intención es sacar el escrito en
alemán, francés e inglés a la vez: «Tengo que aplazar la impresión todavía unos
meses. A fin de cuentas tampoco corre prisa.» ¿Por qué no? A Nietzsche le atrapa
el miedo a poner en peligro su obra, su repercusión como filósofo, justamente ahora,
cuando ve crecer claramente los signos de su prestigio. Teme consecuencias políticas y
judiciales.
CASO GEFFCKEN
El temor de Nietzsche no era injustificado. Tenía ante sí un
ejemplo de esa posibilidad que también a él le amenazaba, ejemplo al que se refiere en
sus anotaciones: el «caso Geffcken». El profesor Dr. Heinrich Geffcken
(nacido en Hamburgo el 9 de diciembre de 1330, muerto en Munich el 30 de abril de 1896),
jurista, entre otras cosas catedrático en Estrasburgo desde 1872 a 1882, pertenecía a
los consejeros del príncipe heredero Guillermo III. A causa de la publicación de un
diario de esa época en la «Deutsche Rundschau», en 1888, por iniciativa de
Bismarck, se levantó acusación contra él de traición a la patria. En 1889,
sin embargo, se le declaró libre de toda culpa, de lo que Nietzsche ya no pudo darse
cuenta).
OBRA INCONTROLADA
El 16 de diciembre, seguramente pensando en este «caso
Geffcken», Nietzsche confiesa a Köselitz: «Con todo, no veo ahora por qué
había yo de acelerar demasiado la trágica catástrofe de mi vida, - que comienza con
'Ecce'.» Pero la advertencia de Nietzsche volvió a llegar demasiado tarde. También
esta vez Naumann ya había comenzado el trabajo, y el mismo 16 de diciembre
recibe Köselitz los primeros pliegos de corrección. El 22 de diciembre Nietzsche tiene
que anunciar a Overbeck que ya habían llegado dos pliegos de imprenta, ¡En Navidad ya
son incluso cinco! Si Nietzsche había intentado ---en vano, como se vio ahora-, reservar
el «Ecce homo» en favor de «Nietzsche contra Wagner», ahora la
situación lo llevó a la decisión contraria, puesto que no podían aparecer ambos
escritos a la vez, para no concurrir entre ellos, ya que, además, era inminente aún el «Crepúsculo
de los ídolos». El 22 de diciembre informa al respecto a Köselitz: «No
imprimiremos el escrito 'Nietzsche contra Wagner'. El 'Ecce' contiene todo lo esencial
también sobre ese asunto. La parte que, entre otras, recuerda al maestro Pietro Gasti ya
está incluida en 'Ecce'. Quizá lo haga también con la canción de Zaratustra ---- es
decir 'De la pobreza de los ricos'. Como interludio entre dos apartados fundamentales.»
La premura de la imprenta obligaba a todo, a ponerle un final, que no tenía claro
todavía y para cuya forma definitiva el destino no le dejaría ya tiempo. Lo mismo le
sucedió con «Nietzsche contra Wagner». También en este caso, a pesar de la
advertencia de paro de Nietzsche, se continuó imprimiendo; Overbeck encontró a
Nietzsche, el 8 de enero de 1889 en Turín, ofuscado en la lectura de
dos pliegos de imprenta que ya no era capaz de comprender.
HACIA EL DERRUMBE
La experiencia de la guerra de 1870 le había mostrado
cuánta desgracia puede acarrear sobre los hombres la arrogancia de una dinastía que se
imagina poderosa (en aquel momento Napoleón III). También se dio cuenta
entonces de que una victoria militar puede coincidir con una inferior realidad cultural y
espiritual. Esto se lo había enseñado Jacob Burckhardt. Y ahora temía, de la
nueva constelación de Berlín, que Europa volviera -y pronto- a precipitarse en una
catástrofe así. Que pronto también se llegara a graves tensiones entre el joven
emperador Guillermo II por un lado, y el partido de Bismarck -Stoecker por
otro, que conducirían a estos dos a alejarse del escenario político de Berlín. Pero
éstas son cosas que Nietzsche ya no pudo captar en su trastornada conciencia.
CONJURAR EL PELIGRO
Ahora lo que ve es el peligro que acecha, y le parece que es la hora
extrema de conjurarlo. Y a ello se siente llamado y obligado, como espíritu
filosóficamente rector de la época, que realmente era; como tal, además, había podido
constatar un reconocimiento rápidamente creciente.Este general «extrañamiento del
mundo» y las riendas de la lógica pragmática, flojas ahora por la enfermedad, ambas
cosas juntas le permiten ahora emprender un proyecto arriesgado: «Yo mismo estoy
trabajando ahora en una promemoria para las cortes europeas con vistas a una liga
antialemana. Quiero sujetar al 'Reich' en una camisa de hierro y provocarlo a una guerra
desesperada. No tendré las manos libres hasta que no tenga en ellas al joven
emperador,junto con accesorios», como escribe el 26 ó 27 de diciembre a Overbeek.
Aunque tres días más tarde aclara (con lo que intenta hacerse perdonar, pero sin retirar
nada) que había «escrito la carta con luz muy mala», el dato es correcto:
¡Poseemos en el último cuaderno de notas de Nietzsche borradores para un
fascículo, para un opúsculo, de los que podría resultar una «promemoria» así. A
pesar de lo provisional de los proyectos, pueden distinguirse algunas ideas fundamentales
de auténtica significación histórica, que proporcionan, además, una clarificación
decisiva de la posición fundamental de Nietzsche en política. ¡Y no puede preverse qué
clase de repercusiones para el futuro hubiera tenido un documento así, surgido de la
pluma de un hombre más influyente que Nietzsche en la política:
«Traigo la guerra. No entre pueblo 'y pueblo: no tengo palabras para expresar mi
desprecio por la execrable política de intereses de las dinastías europeas, que hace un
principio y casi una obligación de la provocación a la egolatría, a la presunción de
unos pueblos contra otros. No entre clases. Puesto que no tenemos clases altas y, por
tanto, tampoco clases bajas: lo que hoy está arriba en la sociedad, está
fisiológicamente condenado y además..., tan empobrecido en sus instintos, tan inseguro
se ha vuelto, que reconoce el principio contrario a un tipo superior de hombre sin
escrúpulos. Llevo la guerra a través de todos los absurdos incidentes del pueblo, clase,
profesión, educación, instrucción: una guerra como entre aurora y ocaso, entre voluntad
de vivir y deseo de venganza contra la vida, entre honradez y maligna mendacidad», es
decir, una «guerra» al nivel del espíritu, con las armas del espíritu. «El concepto
de política se ha diluido completamente en una guerra de espíritus; todas las formas de
poder han saltado por los aires -habrá guerras como jamás ha habido sobre la tierra».
«Como aquel que he de ser, no un hombre, sí un destino, quiero acabar con estos idiotas
criminales que durante más de un siglo han dominado la gran palabra, la palabra más
grande. Desde los días de ladrón de Federico el Grande, no han hecho otra cosa que
mentir y robar; sólo he de destacar a uno, el inolvidable Federico III, como el más
odiado, el más denigrado de toda la raza. Hoy, que está arriba un vergonzoso partido,
que una banda cristiana asienta el execrable estado draconiano del nacionalismo entre los
pueblos y quiere 'liberar' a los criados negros por amor a los esclavos, tenemos que
llevar la mendacidad y la falta de responsabilidad en la mentira ante un tribunal
histórico-universal».
»Su cacumen, príncipe Bismarck, el idiota par excelence entre todos los hombres de
Estado, jamás ha pensado una palma más allá de la dinastía Hohenzollern... para que
esa casa de locos y, criminales se sienta arriba, Europa paga ahora doce mil millones
anualmente, se abren abismos entre las naciones que van surgiendo, se han conducido las
guerras más disparatadas que jamás se hayan hecho: el príncipe Bismarck, con una
execrable seguridad instintiva, ha aniquilado, en favor de su política casera, todas las
condiciones para grandes empresas, para objetivos histórico-universales, para una
espiritualidad más noble y refinada... quiero ser juez en esto y poner fin a todos los
milenios de locura criminal criminal de dinastías y sacerdotes. La Humanidad se ha
acostumbrado a esa locura de, tal modo, que hoy cree necesario tener un ejército con
miras a la guerra... No exige más estrictamente que yo que todo el mundo sea soldado: no
hay, en absoluto, otro medio, por ahora, para educar a todo un pueblo en las virtudes de
obedecer y mandar, en el tacto en la compostura y ademanes, en el carácter alegre y
valiente, en la libertad de espíritus... es locura poner, después, ante los cañones una
selección así de fuerza y juventud y poderío.» (El antiguo alumnus portensis
pensaba aquí, ciertamente, en los soldados y oficiales del espíritu, de la ciencia, que
habían sido instruidos en la escuela-cuartel de Pforta y que fueron después absurdamente
sacrificados en la guerra de 1870.) «Nunca aceptaré que una Hohenzollern pueda
ordenar a alguien que cometa un crimen. No hay obligación de obediencia cuando el que
ordena no es más que un Hohenzollern... el propio Reich es ya una mentira: ningún
Hohenzollem, ningún Bismarck ha pensado jamás en Alemania. De ahí la ira contra el
prof. Geffcken. Bismarck prefirió llenarse la boca con la palabra 'Alemán', policiaco
legalmente.»
«Ultima consideración. Tanto mejor si pudiéramos prescindir de las guerras. Yo
sabría hacer un uso más provechoso de los doce mil millones- que cuesta anualmente a
Europa la paz armada; existen otros medios de rendir honores a la fisiología, que los
lazaretos.»
«Condamno te ad vitam diaboli vitae. Destruyéndote, Hohenzollern, destruyo la
mentira.»
Estas son las últimas palabras de Nietzsche en los cuademos de notas. ¡En alguna parte
entre esas linea se halla la fatal frontera entre saber y locura!