HUMANO DEMASIADO HUMANO

DEDICATORIA A VOLTAIRE


Este libro monológico, nacido en Sorrento durante el invierno de 1876-1877, no sería ahora publicado si la proximidad del 30 de mayo de 1878 no me hubiese suscitado el más vivo deseo de rendir a su debido tiempo un homenaje personal a uno de los más grandes liberadores del espíritu.
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SORRENTO
El 30 de abril de 1876, Malwida von Meysemburg, le escribe a Nietzsche para ofrecerle un hogar durante un año en Italia. El 11 de mayo Nietzsche contesta afirmativamente y comienza a realizar los trámites en la Universidad de Basilea para lograr un año sabático que le será ambablemente concedido. Los preparativos del viaje no fueron en absoluto tranquilos pues Nietzsche se encontraba preso de una gran excitación. Cuando se encuentra algo mejor comunica a Malwida que le acompañarán en el viaje su amigo Paul Rée y su alumno Albert Brennen. Despues de pasar por Bex, en donde Nietzsche se quedará 3 semanas con Paul Rée, llegan a Genova en donde Nietzsche se encontrará de nuevo indispuesto, aunque ello le permitirá tener su primer encuentro con el mar. A continuación van en barco hasta Nápoles a donde llegan el 25/26 de octubre. Desde allí se dedican a buscar una pensión en Sorrento y encuentran la Villa Rubinacci. La convivencia de las cuatro personalidades en Sorrento fue equilibrándose poco a poco hasta llegar a un ritmo de trabajo y colaboración importantes. Durante el tiempo que Nietzsche pasó en Sorrento su pensamiento comenzó a crecer dentro de una mentalidad nueva que le llevará a separarse definitivamente de su maestro Schopenhauer. El rechazo hacia Wagner tambien se manifiesta claramente en el desprecio que Nietzsche muestra ante los nuevos apologistas de Bayreuth.  Pero todo tiene su fín. El 10 de abril de 1877 Paul Rée y Brenner abandonan la comunidad lo que priva a Nietzsche de la tensión intelectual necesaria para seguir trabajando con provecho. La señora Malwida, tambien con problemas en la vista, no le era de gran ayuda en este sentido. Además, se manifiesta ahora en Nietzsche algo que se habría de repetir más veces: cuando sale de su soledad y participa en algún tipo de comunidad humana, no soporta la dualidad, sino que siempre debe haber un tercero en el grupo, especialmente cuando el compañero es una mujer. Todo esto hace que Nietzsche decida abandonar Sorrento. Comienza a darse cuenta que no tenía sentido buscar soluciones parciales a su vida y que la única salida era abandonar totalmente la cátedra de Basilea. Con estos pensamientos abandona Sorrento el 8 de mayo de 1877 y se dirige, para continuar una cura de salud, hacia Bad-Ragaz en el alto valle del Rhin. Cuando abandona Ragaz, pasa por Lucerna para dirigirse hacia Rosenlauibad. Allí dará largos paseos que el define como modos de trabajo lo que permite que afloren las ideas que llevaba en su interior. Y es que la lecturas y las conversaciones de Sorrento, de claro matiz psicológico, le hacen llevar sus pensamientos lo más lejos posible. Ello hará que comience a situarse en una oposición absoluta con la religión -incluida la de Schopenhauer y la de Wagner. El 1 de septiembre abandona Rosenlaui para dirigirse a Basilea aún siendo consciente de que este último intento estaba condenado al fracaso. En Basilea, sin embargo, sigue trabajando seriamente. Junto con Köselitz comienza a ordenar los aforismos, traidos de Sorrento, para componer así lo que será la primera parte de Humano, demasiado humano. 
Dedicatoria
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PROXIMIDAD
No se puede olvidar la dependencia que Nietzsche tuvo siempre con Wagner. En este contexto, la fecha del 22 de mayo, dia de cumpleaños del maestro, era para Nietzsche una fecha casi sagrada. Pues bien, ahora, con Humano, demasiado humano, Nietzsche, decide romper tambien con esta  tradición idealista. Cuando envia a Wagner esta obra, además de no existir, acompañando al envio, ninguna tipo de comentario, Nietzsche, comete la afrenta de recordar a Wagner, ya desde el principio de la misma, que lo que tiene en mente, en esa época,  no es la fecha del 22 de mayo sino la del 30 del mismo mes. Y en esa fecha se conmemoraba el centenario, según Nietzsche, de uno de los más grandes liberadores del espíritu. Con esta dedicatoria, Wagner, se dió cuenta que  había dejado de representar, para Nietzsche, el modelo sobre la que asentar la pretendida renovación cultural de Alemania. No es de extrañar que el músico reaccionara con indignación ante tal dedicatoria llegando incluso a pensar - Cosima le convenció para no hacerlo- que debería felicitar ironicamente a Nietzsche, todos los años, cuando se acercara el cumpleaños de Voltaire. 
Dedicatoria
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HOMENAJE
Evidentemente el homenaje va dirigido al escritor y filósofo frances Francois-Marie Arouet, llamado Voltaire (1694-1778)
Dedicatoria
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EN LUGAR DE UN PREFACIO
...durante un tiempo revisé las diversas ocupaciones a que en esta vida se dedican los hombres e intenté elegir la mejor. Pero no es necesario relatar aquí con qué suerte de pensamientos di: baste con que, en cuanto a mí, nada se me antojó mejor que perseverar tenazmente en mi proyecto, esto es: aplicar toda mi vida al cultivo de mi razón y al rastreo de la verdad del modo y manera que me había prescrito. Pues los frutos que por esta vía había ya cosechado eran de tal especie que a mi juicio nada más agradable, más inocente, puede encontrarse en esta vida; además, desde que recurrí a esa clase de consideración, cada día me hacía descubrir algo nuevo que siempre era de alguna importancia y en absoluto generalmente conocido. Tanto se llenó finalmente de contento mi alma, que nada más podía cautivarla.-
Del latín de
Cartesius
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CARTESIUS
Puede llamar la atención que Nietzsche decida colocar, en lugar de un prefacio a Humano, demasiado humano, una cita tomada de Descartes. ¿Qué tiene que ver con Nietzsche el idealismo cartesiano, y, precisamente, en una obra en dónde se rechaza todo tipo de  idealismo? Dejando de lado la cuestión de como interpretar en Nietzsche su concepción del término idealismo, lo que resulta evidente es que, esta cita de Descartes, si coincide en mucho con el metódico y trabajador Friedrich Nietzsche.  No se debe olvidar que Nietzsche, aunque en sus escritos manifieste un encanto que puede hacer pensar  que lo que allí aparece es muy fácil de realizar, seguía, como puede observarse en sus cuadernos de notas, una metodología muy seria y rigurosa en su trabajo. Lo que Nietzsche llevada a cabo en sus obras, como señala algunas veces, estaba escrito con sangre. Solamente si se  trabaja seriamente y se utiliza un método riguroso, y de eso es de lo que habla Descartes en esta cita, era  posible el surgimiento de la inspiración tal como  se le mostrará a Nietzsche, como uno de sus frutos, sobre todo, en la época de Así habló Zarathustra. Por lo tanto, con esta cita, Descartes se le muestra  a Nietzsche como un modelo a seguir: representa la seriedad y la regurosidad en la aplicación de un método racional.
En lugar Prefacio
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PREFACIO
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COMENTARIO AL PREFACIO
Nótese que este Prefacio a Humano, demasiado humano, no está escrito en 1876-77 sino en la primavera del año 1886, es decir, casi diez años despues de la publicación de Humano. En esos años, Nietzsche, había publicado Aurora, La Gaya Ciencia y, sobre todo, Así habló Zarathustra, finalizando su cuarta parte en el año 1885. Pues bien, este Prólogo, que Nietzsche escribe en 1886 para añadir a una nueva edición del Humano, hay que ponerlo en relación con una etapa en la que Nietzsche siente la necesidad de poner orden en todos sus escritos anteriores con el objeto de adaptarlos a las transformaciones y mudas de piel experimentadas en su vida, sobre todo, trás la experiencia del Zarathustra. A partir del Zarathustra, Nietzsche, ya está seguro de cuál es su misión y su tarea. Siente haberse transformado definitivamente en un profeta, algo que solamente intuía en su época de Sorrento, que tiene que comunicar su doctrina a la humanidad.  Pues bien, con este Prólogo, Nietzsche, quiere hacer notar que todos los escritos, anteriores al Zarathustra, deberían leerse y situarse bajo esta nueva dimensión. Y es que la transformación que Nietzsche experimenta, trás el Zarathustra, no implica rechazo ni negación de su etapa anterior; todo lo contrario, en las etapas y escritos anteriores el profeta ya estaba allí aunque sin tener aún una conciencia clara de su misión. En este contexto, el espíritu libre de Humano, demasiado humano, aún sin haber alcanzado la profunidad de su saber, ya era alguien que estaba situado más allá del bien y del mal.  Una novedad, sin embargo, habría que destacar: Nietzsche, en su nueva máscara de profeta Zarathustra, comprende que los espiritus libres no existen todavía sino que son seres del mañana. Son el superhombre. A la luz de este contexto, Humano, demasiado humano, sería una obra que habria que entenderla como algo que  prepara y ayuda al advenimiento de la idea del superhombre.  Idea que, por desgracia, continúa como tal.
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Harto a menudo, y siempre con gran extrañeza, se me ha señalado que hay algo común y caracterítico en todos mis escritos, desde el Nacimiento de la tragedia hasta el último publicado, Más allá del bien y del mal. [Preludio a una filosofía del porvenir]: todos ellos contienen, se me ha dicho, lazos y redes para pájaros incautos y casi una constante e inadvertida incitación a la subversión de valoraciones habituales y caros hábitos. ¿Cómo? ¿Todo es sólo... humano, demasiado humano? Con este suspiro se sale de mis escritos, no sin una especie de horror y desconfianza incluso hacia la moral, más aún, no mal dispuesto y animado a ser por una vez el defensor de las peores cosas: ¡como si acaso sólo fuesen las más vituperadas! A mis escritos se les ha llamado escuela de recelo, más aún, de desprecio, felizmente también de coraje, aun de temeridad. En realidad, yo mismo no creo que nadie haya nunca escrutado el mundo con tan profundo recelo, y no sólo como ocasional abogado del diablo, sino igualmente, para hablar teológicamente, como enemigo y acusador de Dios; y quien adivina algo de las consecuencias que implica todo recelo profundo, algo de los escalofríos y angustias del aislamiento a los que condena toda incondicional diferencia de enfoque a quien la sostiene, comprenderá también cuántas veces, para aliviarme de mí mismo, dijérase para olvidarme de mí mismo por un tiempo, he intentado resguardarme en cualquier parte, en cualquier veneracion, enemistad, cientificidad, liviandad o estulticia; también por qué, cuando no he encontrado lo que necesitaba, he tenido que procurármelo artificiosamente, falseando o inventando (¿y qué otra cosa han hecho siempre los poetas? ¿y para qué, si no, existiría todo el arte del mundo?). Pero lo que una y otra vez necesitaba más perentoriamente para mi curación y mi restablecimiento era la creencia de que no era el único en ser de este modo, en ver de este modo, una mágica sospecha de afinidad e igualdad de puntos de vista y de deseos, un descansar en la confianza de la amistad, una ceguera a dúo sin recelo ni interrogantes, un goce en los primeros planos, superficies, lo cercano, vecino, en todo lo que tiene color, piel y apariencia. Quizá pudiera reprochárseme a este respecto no poco arte, no poca sutil acuñación falsa: por ejemplo, haber cerrado a sabiendas y voluntariamente los ojos ante la ciega voluntad de moral de Schopenhauer, en una época en que yo era bastante clarividente en materia de moral; también haberme engañado respecto al incurable romanticismo de Richard Wagner como si fuese un comienzo y no un final; también con respecto a los griegos, y también por lo que a los alemanes y su futuro se refiere, y acaso quedara todavía una larga lista de tales también. Mas, aun cuando todo esto fuese verdad y se me reprochara con fundamento, ¿qué sabéis vosotros, qué podéis saber de cuánta astucia de autoconservación, de cuánta razón y superior precaución contiene tal autoengaño, y cuánta falsía he todavía menester para poder una y otra vez permitirme el lujo de mi veracidad?... Basta, aún vivo; y la vida no es después de todo una invención de la moral: quiere ilusión, vive de la ilusión.... pero de nuevo vuelvo, ¿no es cierto?, a las andadas, y hago lo que, viejo inmoralista y pajarero, siempre he hecho, y hablo inmoral, extramoralmente, -más allá del bien y del mal.
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ARTIFICIOSAMENTE
Aunque Nietzsche fue educado para ser un chico obediente e integrado, lo cierto es que, desde pequeño, se sintió diferente de los demás. Cuando su madre se tiene que trasladar a Naumburg, trás la muerte del padre de Nietzsche, el joven huerfáno no se adapta en el colegio con los niños de su edad, a los cuales no entiende ni lo entienden. En sus juegos priman las batallas, el  fuego y la destrucción. En su interior, Nietzsche, ya desde pequeño, siente brotar un mundo que tiene que controlar y, para ello, siente la necesidad de crear máscaras y personajes en un mundo artificioso -Principe Ardilla, Empédocles, Dionisos - Pues  bien, en esta parte del Prefacio, Nietzsche, nos relata esta evidencia de su vida: para aliviarse y resguardarse de la triste realidad en la que se encuentra tiene que crear mundos artificiales a  través de los cuales mostrar su genialidad, jugando a ser Dios. 
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SHOPENHAUER
Arthur Schopenhauer (1788-1860) fue el filósofo que, al modo de Hume con Kant, lo despertó, en su caso, del sueño de la desesperación y la melancolía
. El mismo nos cuenta como llegó a descubrir al Filósofo Schopenhauer: «Me sentía por aquellas fechas colgado del aire, solitario, sin principios, sin esperanzas, sin un recuerdo grato, y con algunas experiencias dolorosas y decepciones. Construirme una vida propia, una vida adecuada a mí mismo, era mi aspiración de la mañana a la noche... En el feliz apartamiento de mi vivienda alcanzaba a concentrarme, a adentrarme en mí mismo, y cuando me encontraba con amigos, éstos eran siempre Mushacke y von Gersdorff, quienes, por su parte, alentaban objetivos muy similares a los míos. Creo que no será difícil imaginar la impresión que, en esta situación, tenía por fuerza que causarme la lectura de la obra principal de Schopenhauer. Encontré un día este libro en la librería de viejo del anciano Rohm. Ignorándolo todo sobre él, lo tomé en mis manos y me puse a hojearlo. No sé que demonio me susurró: "Llevate este libro a casa". Ocurrió, en cualquier caso, contra mi usual costumbre de no precipitarme en la compra de libros. Una vez en casa me arrojé con el tesoro recien adquirido a un ángulo del sofá y comencé a dejar que aquel genio enérgico y sombrío influyera sobre mí. Toda línea gritaba en él renuncia, negación, resignación; tenía ante mí un espejo en el que podía contemplar el mundo, la vida y mi propio ánimo con una grandeza deprimente. Un espejo desde el que el ojo solar del arte me miraba desde su absoluta falta de intereses. Vi enfermedad y curación; destierro y refugio; infierno y paraíso. La necesidad de autoconocimiento, incluso de automasticación, se apoderó de mí con fuerza indomeñable; testigos de aquella mutación profunda son hoy todavía, para mí, las páginas desasosegadas y melancólicas del diario que llevé por aquellas fechas, con sus autoacusaciones inútiles y su desesperada búsqueda de salvación y reconformación del entero núcleo humano En la medida en que procedí a someter todos mis rasgos y todas mis aspiraciones al tribunal de un sombrío autodesprecio, mi talante estaba lleno de amargura, poseído de un odio injusto y desenfrenado contra mi mismo. Ni siquiera renuncié a las mortificaciones corporales. Me obligué, en efecto, durante catorce días seguidos a acostarme a las dos de la noche y a levantarme exactamente a las seis de la mañana. Una excitación nerviosa muy singular se apoderó así de mí, y quién sabe hasta qué grado de locura no habría llegado de no haber operado, frente a aquel estado de ánimo mío, los atractivos de la vida, las sirenas de la vanidad y el imperativo de volver a mis estudios regulares.»
Ahora, en Humano, demasiado humano, Schopenhauer representa para Nietzsche la ciega voluntad de la moral, tal como puede verse en el aforismo 39 de la 2ª parte de Humano.
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WAGNER
Richard Wagner (1813-1883) fue tambien objeto de veneración por parte de Nietzsche. Ahora, en los aforismos 164, 165, 215 y 219 de Humano, demasiado humano, Nietzsche, analiza criticamente la dimensión artística y la genialidad de Wagner.
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AUTOCONSERVACIÓN
Vemos de nuevo aquí un rasgo destacado de la personalidad de Nietzsche. Aunque no niega que pueda reprochársele el haberse dejado seducir por Schopenhauer y Wagner, cuando en realidad sabía, desde un principio, que no estaban en su onda, inmediatamente justifica su actitud como astucia de autoconservación. Tambien habla de autoengaño. ¿Cómo entender estas expresiones? Es muy posible que Nietzsche, desde los tiempos de estudiante en Leipzig, utilizara  la astucia, ocultando sus verdaderas preocupaciones intelectuales, a su maestro Ritschl, lo que, a la larga, le supondría alcanzar la cátedra de Basilea. Tambien haría lo mismo en Tribschen con los Wagner. El actuar como panegirista, e incluso como recadero de los Wagner, le habría ayudado a comprender que éste no pasaba de ser un personaje rencoroso y un santurrón, ayudándole, de ese modo, a encontrar su auténtica veracidad.

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LO QUE SIEMPRE HE HECHO
A pesar de su dependencia  de Schopenhauer y de Wagner. A pesar de la astucia de sus años de estudiante, en dónde Nietzsche ocultaba, ante los demás, su auténtico genio interior, ahora, cuando ya se siente como un auténtico profeta que nada tiene que esconder, Nietzsche, confiesa que siempre se ha sentido como alguien que ha hablado y actuado más allá del bien y del mal.  Si ello es cierto, entonces es muy posible que ya desde niño, Nietzsche, se sintiera diferente de los miembros de su familia al sospechar que su destino, dominado por la genialidad y la locura, es decir, por la diferencia, le obligaban a saldar cuentas con todo lo que su familia representaba: una cristiandad decadente. Lo que sucede es que la evolución posterior le hará ver que tal decadencia no solamente está presente en su familia, sino que tambien se oculta en el arte de Wagner, o en los nuevos ídolos de la modernidad. Ahora, en 1886, Nietzsche, siente que el arco se ha cerrado y que él realmente ha hecho siempre lo mismo. La única diferencia es que, ahora, ha dejado de ser un ciego infeliz para convertirse en un ser luminoso que debe cumplir su tarea: dar la última puntilla a la decadente cultura occidental. 

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Así pues, una vez en que hube menester, me inventé también los espíritus libres, a los que está dedicado este libro entre melancólico y osado con el título de Humano, demasiado humano, semejantes -espíritus libres, no los hay, no los ha habido, pero en aquella ocasión, como he dicho, tenía necesidad de su compañía para que me aliviaran de tantas calamidades (enfermedad, soledad, exilio, acedía, inactividad): como valientes camaradas y fantasmas con los que uno charla y rie cuando tiene ganas de charlar y de reír, y a quienes se manda al diablo cuando se ponen pesados; como una compensación por los amigos que me faltaban. No seré yo al menos quien dude de que un día pueda haber semejantes espíritus libres, que nuestra Europa tendrá entre sus hijos de mañana o de pasado mañana tales camaradas alegres e intrépidos, de carne y hueso, y no sólo, como en mi caso, como espectros y juego de sombras de solitario. Ya los veo venir, lenta, lentamente, ¿y hago yo acaso algo para acelerar su venida si describo por anticipado bajo qué destinos los veo nacer, por qué caminos venir?
Prefacio
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ESPIRITUS LIBRES
A veces se piensa que cuando Nietzsche habla de los espíritus libres estaría pensando en los hombres de la Ilustración. Tales hombres habrían existido, al modo de la especie de la raza de oro de Platón, pero sus ideas no habrían triunfado todavía.  De lo que se trataría es de volver a conectar con ellos. Pienso que esta interpretación es totalmente falsa. Nietzsche deja establecido claramente que tales espíritus ni los hay, ni los ha habido. Es su genio quien los ha tenido que inventar para hacer frente a la soledad y, sobre todo, para poder crear el mundo que le permita romper con la dependencia de la filosofía de Schopenhauer y del genio de Wagner. Con esos espíritus inventados, Nietzsche, habla, medita y discute como si fueran su propia sombra, para lograr la liberación que necesita en ese momento. En este sentido, los espirítus libres serían espíritus de liberación.
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ESPÍRITUS ALIVIADORES
Se nos muestra aquí otra de las características esenciales de la vida de Nietzsche: su enfermedad. No se puede olvidar que en la época en que había escrito Humano, demasiado humano, estaba disfrutando de una año sabático debido, precisamente, a un agravamiento de su salud.  Sus dolores de cabeza le duraban días enteros y los ataques le hacían sentir como si  le hubiese caido encima un rayo. No se puede olvidar tampoco la experiencia del invierno de 1879 en Naumburg. Allí Nietsche llega perder el sentido durante unos días y su recuperación la viviría siempre como una auténtica vuelta del Hades. Pues bien, en el contexto de la enfermedad y de la soledad, los espíritus libres  se le aparecían a Nietzsche como un alivio para su calamidades y como una ayuda para su actividad creadora.
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ESPÍRITUS COMPENSADORES
Otra de las constantes en la vida de Nietzsche son los amigos. Es evidente que Nietzsche vivió la amistad todavía como un romántico. Por ello se la tomó siempre muy en serio. Cuando Deussen se mostró celoso porque le hubieran dado tan joven la cátedra de Basilea, Nietzsche, se mostró absolutamente ofendido por creer que esa actitud era algo incomprensible entre amigos. Pero lo cierto es que Nietzsche se pasó la mayor parte de su vida en soledad y suspirando por sus amigos. Pue bien, en este caso, los espíritus libres se convierten en espirítus compensadores de la amistad. 
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ESPECTROS
En un momento de su vida, Nietzsche, afirma que comienza a ver a los humanos como sombras chinescas. En este Prefacio se nos muestra claramente hasta que punto, Nietzsche, en su soledad, tuvo que verselas con espectros y juegos de sombras con las que hablar, reflexionar y discutir sus ideas. No se puede olvidar que en la segunda parte de Humano, demasiado humano, existe un capítulo que Nietzsche tituló como El Caminante y su sombra.
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Cabe presumir que un espíritu en el que el tipo - espíritu libre - ha un día de madurar y llegar a sazón hasta la perfección haya tenido su episodio decisivo en un gran desasimiento y que antes no haya sido más que un espíritu atado y que parecía encadenado para siempre a su rincón y a su columna. ¿Qué es lo que ata más firmemente? ¿Cuáles son las cuerdas casi irrompibles? Entre hombres de una clase elevada y selecta los deberes serán ese respeto propio de la juventud, ese recato y delicadeza ante todo lo de antiguo venerado y digno, esa gratitud hacia el suelo en que crecieron, hacia la mano que les guió, hacia el santuario en que aprendieron a osar; sus momentos supremos serán lo que más firmemente les ate, lo que más duramente les obligue. Para los hombres de tal suerte encadenados, el gran desasimiento se opera súbitamente, como un terremoto: el alma joven es de repente sacudida, desprendida, arrancada, ella misma no entiende lo que sucede. Un impulso y embate la domina y se apodera de ella ímperiosamente; se despiertan una voluntad y un ansia de irse, a cualquier parte, a toda costa; flamea y azoga en todos sus sentidos una vehemente y peligrosa curiosidad por un mundo ignoto. -Antes morir que vivir aquí, así resuenan la voz y la seducción perentorias: ¡y este -aquí., este -en casa. es todo lo que hasta entonces había amado! Un repentino horror y recelo hacia lo que amaba, un relámpago de desprecio hacia lo que para ella significaba -deber, un afán turbulento, arbitrario, impetuoso como un volcán, de peregrinación, de exilio, de extrañamiento, de enfriamiento, de desintoxicación, de congelación, un odio hacia el amor, quizá un paso y una mirada sacrilegos bacia atrás, hacia donde hasta entonces oraba y amaba, quizá un rubor de vergüenza por lo que acaba de hacer, y al mismo tiempo un alborozo por haberlo hecho, un ebrio y exultante estremecimiento interior que delata una victoria -¿una victoria?, ¿sobre qué?, ¿sobre quién?-, una enigmática victoria erizada de interrogantes y problemática, pero la primera victoria al fin y al cabo: de semejantes males y dolores consta la historia del gran desasimiento. Es al mismo tiempo una enfermedad que puede destruir al hombre, esta primera erupción de fuerza y voluntad de autodeterminación, de autovaloración, esta voluntad de libre albedrío: ¡y cuánta enfermedad se expresa en las salvajes tentativas y extravagancias con que el liberado, el desasido, trata en adelante de demostrarse a sí mismo su dominio sobre las cosas! Vaga cruelmente con una avidez insatisfecha; lo que apresa debe expiar la peligrosa excitación de su orgullo; destruye lo que le atrae. Con malévola risa da vuelta a lo que encuentra oculto, tapado por cualquier pudor: trata de ver el aspecto de las cosas cuando se las invierte. Es por arbitrio y gusto por el arbitrio por lo que acaso dispensa entonces sus favores a lo hasta tal momento desacreditado, por lo que, curioso e indagador, merodea alrededor de lo más prohibido. En el trasfondo de su trajín y vagabundeo -pues está intranquilo y sin norte que le oriente, como en un desierto- está el interrogante de una curiosidad cada vez más peligrosa. ¿No es posible subvertir todos los valores?, ¿y es el bien acaso el mal?, ¿y Dios sólo una invención y sutileza del diablo? ¿Es todo acaso en definitiva falso? Y si somos engañados, ¿no somos precisamente por eso también engañadores?, ¿no nos es inevitable ser también engañadores?. Tales pensamientos le conducen y seducen cada vez más lejos, cada vez más extraviadamente. La soledad, esa temible diosa y mater saeva cupidinum, le envuelve, cada vez más amenazadora, más asfixiante más agobiante; pero, ¿quién sabe hoy qué es la soledad?
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EL GRAN DESASIMIENTO
Pero el espiritu libre, aún siendo una invención, posee un mensaje y nos envia una idea. Tal idea, además, puede llegar a ser real. Y Nietzsche nos confiesa que en él, en 1886, tal idea se ha convertido en realidad pues se siente como un espíritu libre que lanza su mensaje a los espíritus libre que, sin duda, llegarán. En tal mensaje, Nietzsche, afirma que un espíritu libre tiene que experimentar el terremoto del gran desasimiento, es decir, llevar a cabo la ruptura con ideas antiguas, por muy veneradas que sean, y despreciar todo aquello a lo que, hasta ahora, se ha definido como deber. A partir de ahí, un espiritu libre tendría que lanzarse hacia la conquista de lo más alto.  Todo ello, afirma Nietzsche, implicará un sentimiento ambivalente: rubor por romper con ideas pasadas y alborozo por haberlo hecho. La historia del desasimiento implica, por tanto,  males y dolores pero tambien la alegría de un nuevo mundo conquistado.

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SUBVERTIR LOS VALORES
Aunque la idea de transvaloración de los valores no está acuñada en Humano, demasiado humano, ya que pertenece a la época posterior al Zarathustra, en el momento en que Nietzsche escribe este Prefacio ya tiene muy claro en que consiste tal transvaloración, aunque, por desgracia, el destino no le permitió redondearla convenientemente. Pues bien, en este contexto, una espíritu libre debe ser aquel que, al igual que un león que vaga insatisfecho y desorientado por el desierto, es capaz de derrumbar todo su mundo pasado de moral cristiana e idealista. Ese espíritu será realmente libre cuando sea capaz de crear un mundo en donde todos los valores morales y religiosos, existentes hasta el momento, sean absolutamente subvertidos. Un espíritu libre, por tanto, solamente es libre cuando se libera de las cadenas del pasado, representadas para Nietzsche, por la moral y la religión judeo-cristiana.  
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MATER SAEVA CUPIDINUM
Nietzsche define aquí a la soledad como la madre salvaje de las pasiones.
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4

Desde este aislamiento enfermizo, desde el desierto de tales años de tanteo, hay todavía un largo trecho hasta esa enorme y desbordante seguridad y salud que no puede renunciar a la enfermedad misma como medio y anzuelo del conocimiento hasta esa libertad madura del espíritu que es igualmente autodominio y disciplina del corazón y permite el acceso a muchos y contrapuestos modos de pensar; hasta esa copiosidad y ese refinamiento internos de la sobreabundancia, que excluyen el peligro de que el espíritu, por así decir, se pierda y enamore por sus propios caminos y, embriagado, se quede sentado en cualquier rincón; hasta ese exceso de fuerzas plásticas, curativas, reproductoras y restauradoras, que es precisamente el signo de la gran salud, ese exceso que le da al espíritu el peligroso privilegio de poder vivir en la tentativa y ofrecerse a la aventura: ¡el privilegio de maestría del espíritu libre! Entretanto pueden pasar largos años de convalecencia, años llenos de multicolores rnutaciones, a un tiempo dolorosas y encantadoras, dominados y llevados de la rienda por una tenaz voluntad de salud que a menudo osa ya vestirse y travestirse de salud. Hay en esto un estado intermedio, que un hombre de tal destino no recuerda luego sín emoción: le es propia una pálida y tenue luz y dicha solar, un sentimiento de libertad de pájaro, de vista de pájaro, de petulancia de pájaro, algo tercero en que curiosidad y delicado desprecio se han combinado. Un -espíritu libre: esta fría expresión es benéfica en este estado, casi calienta. Se vive ya no en las cadenas de amor y odio, sin sí, sin no, voluntariamente cerca, voluntariamente lejos, de preferencia esquiva, evasiva, elusivamente, presto a escapar, a remontar el vuelo; se está mal acostumbrado, como cualquiera que una vez ha visto por debajo de sí una inmensa cantidad de objetos, y se ha llegado a ser lo opuesto de los que se preocupan por cosas que no les conciernen. En realidad, en adelante al espíritu libre le conciernen exclusivamente cosas -¡y cuántas cosas!- que ya no le preocupan...
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LA GRAN SALUD
Llama la atención que Nietzsche afirme que, desde el aislamiento enfermizo y desde el desierto de los años de tanteo, un espíritu libre pueda alcanzar la gran salud. ¿Cómo es posible que un enfermo pueda gozar, al mismo tiempo, de una gran salud? Es evidente que Nietzsche, desde su abandono de la cátedra en Basilea, no tuvo nunca una gran salud física. Pero si tuvo grandes y álgidos momentos creativos que le llevaron a experimentar un sentimiento de libertad y vista de pájaro, que le lleva a vislubrar, por debajo de sí mismo, todo el espíritu de la pesadez, que había dejado en el camino, y todo un mundo nuevo conquistado. Parece, por tanto, que Nietzsche exige al espíritu libre poseer la gran salud creadora que le lleve a destruir mundos caducos y a crear otros nuevos. Este sentimiento de gran salud, sin duda alguna, la experimentó Nietzsche, a lo largo de su vida, en los momentos álgidos de creación: el Sanctus Januarius de la Gaya ciencia nos muestra claramente este estado de salud creadora que le lleva a Nietzsche a vislumbrar sus grandes ideas. ¿Se puede uno imaginar el estado de salud de Nietzsche, junto a la roca Surlei de Silvaplana, dándo vueltas a su idea del eterno retorno? ¿Cómo se encontraba de salud Nietzshe en su subida a Ezaro construyendo el capítulo del Zarathustra de las Tablas nuevas y viejas? La gran salud: un estado creativo entre nubes. Sin duda alguna, el enfermo crónico gozó de una gran salud.

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Un paso más en la convalecencia, y el espíritu libre se aproxima de nuevo a la vida, lentamente por cierto, casi recalcitrantemente, casi con desconfianza. De nuevo hace más calor en torno a él, todo se vuelve, por así decir, más amarillo; sentimiento y simpatía cobran profundidad, tibios vientos de todas clases soplan sobre él. Casi siente como si los ojos se le abriesen ahora por vez primera a lo próximo. Está maravillado y se sienta en silencio: ¿pero dónde ha estado? ¡Qué cambiadas le parecen estas cosas cercanas y contiguas! ¡Qué lozanía y encanto han adquirido entretanto! Mira hacia atrás agradecido: agradecido por su peregrinaje, por su dureza y autoextrañamiento, por sus miradas a lo lejos y sus vuelos pájaro por frías alturas. ¡Qué bien que no se ha quedado todo el tiempo -en casa, siempre -consigo-, como un holgazán mimado y apático! Estaba fuera de sí: no cabe duda. Sólo ahora se ve a sí mismo, ¡y con qué sorpresas se encuentra! ¡Qué estremecimiento nunca experimentado! ¡Qué dicha aun en la fatiga, en la antigua enfermedad, en las recaídas del convaleciente! ¡Cómo le gusta sentarse doliente y en silencio, armarse de paciencia, tumbarse al sol! ¿Quién entiende como él de la dicha en invierno, de las máculas solares en el muro? Estos convalecientes y lagartos a medias vueltos a la vida son los animales más agradecidos del mundo, también los más modestos: entre ellos los hay que no dejan pasar un día sin prenderle un pequeño panegírico del dobladillo que le cuelga. Y hablando en serio: es una cura a fondo contra todo pesimismo (la gangrena de los viejos idealistas) y héroes de la mentira, como es sabido) enfermar a la manera de estos espíritus libres, permanecer enfermo un buen lapso de tiempo y luego recobrar la salud por un período cada vez más largo, quiero decir, volverse -más sano. Hay sabiduría, sabiduría de la vida, en eso de recetarse a sí mismo por mucho tiempo la salud sólo en pequenas dosis.
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¿Dónde ha estado?
Nietzsche nos habla aquí de la convalecencia del espíritu libre, es decir, de enfermo real que recuerda maravillado y agradecido el peregrinaje y los vuelos de pájaro por las frías alturas de Sils-María. es decir, los extraordinarios, aunque pasajeros, estados de salud creativa. Con el ¿donde he estado? Nietzsche recuerda, con añoranza, sus estados de libertad creativa, su gran mediodía, ese movimiento continuo entre lo alto y lo bajo, y la propia sensación de alto y bajo, un constante como subir-escaleras y, al mismo tiempo, un como descansar-sobre-nubes. [Ver uno de los aforismos del Sanctus Januarius, titulado Sentimienos elevados]. Así se sintió a sí mismo como un espíritu libre, avanzando de cima en cima, retirado de lo humano, demasiado humano, danzarín, divino, pero no idealista. ¿Cómo no recordar, al llegar los malos momentos, esos lugares en los que su espíritu libre había estado?
Prefacio5
Presentación





































GRANGRENA DE LOS VIEJOS IDEALISTAS
¿A qué idealistas se refiere Nietzsche? ¿Al idealismo de Platón, de Hegel, de Descartes, de Kant? Muy posiblemente, Nietzsche, no tuviera en mente a ninguno de estos filósofos y si a quien representaba para él la concepción idealista y bondadosamente aristocrática de su tiempo: Maldiwa von Meysemburg. Esta escritora (1816-1903) había escrito un libro titulado Memorias de una idealista. Conoció a Nietzsche a través de los Wagner  y a ella se debe el invierno de 1876-77 de Nietzsche en Sorrento. En 1888, Nietzsche, romperá violentamente con ella por representar precisamente un bastión del idealismo: he ido terminando paulatinamente con todas mis relaciones sociales, ahora le toca a usted. Una pista que nos puede ayudar a entender como veía Nietzsche a la idealista Malwida, es la curiosa idea de presentarla como la  primera bailarina en un baile de can-can.
Prefacio5
Presentación





































RECOBRAR LA SALUD
En este caso, se trata de recobrar la salud como sabiduría, es decir, dar el salto desde la triste realidad en la que Nietzsche,como espíritu normal,se mueve a diario (enfermedad, soledad, falta de amigos, desprecio y desconsideración) hasta el delirio creativo de un espíritu libre. Es posible tambien que Nietzsche tenga en mente  la experiencia del invierno de 1879. Parece evidente que, a partir de esa fecha, Nietzsche, comienza a verse como un renacido, como un reencarnado, que ha recobrado la salud, y, que tiene encomendada una tarea y una misión que realizar. Todos los estudiosos de Nietzsche coinciden en señalar que, a partir de 1880, Nietzsche experimenta un cambio radical en su vida. 
Prefacio5
Presentación





































6

Por esa época puede en fin suceder, entre los súbitos destellos de una salud todavía tempestuosa, todavía inestable, que comience a desvelársele al espíritu libre, cada vez más libre, el enigma de ese gran desasimiento que hasta entonces había estado a la espera, oscuro, problemático, casi intangible en su memoria. Si durante mucho tiempo apenas osó preguntarse: ¿por qué tan apartado, tan solo, repudiando todo lo que yo veneraba, repudiando la veneración misma?; ¿por qué esta dureza, este recelo, este odio a las virtudes propias?, ahora sí se atreve y lo pregunta en voz alta y oye ya algo así como una respuesta. -Debías llegar a ser dueño de ti, dueño también de tus propias virtudes. Antes eran ellas dueñas de ti; pero no deben ser más que tus instrumentos junto a otros instrumentos. Debías adquirir poder sobre tu pro y tu contra y aprender a colgártelos y descolgártelos según tu fin superior del momento. Debías aprender a captar lo perspectivista de toda valoración; la deformación, la distorsión y la aparente teleología de los horizontes y todo lo que pertenece a lo perspectivista; también la porción de estupidez con respecto a valores contrapuestos y toda la merma intelectual en que revierte todo pro y contra. Debías aprender a captar la necesaria injusticia de todo pro y contra, la injusticia como inseparable de la vida, la vida misma como condicionada por lo perspectivista y su injusticia. Debías ante todo ver con tus propios ojos dónde es siempre más grande la injusticia, a saber: allí donde la vida está más mezquina, estrecha, pobre, rudimentarlamente desarrollada y no puede sin embargo por menos de tomarse a sí misma como fin y medida de las cosas, y de desmenuzar y, por mor de su conservación, poner subrepticia, mezquina e incesantemente en cuestión lo superior, más grande, más rico; debías ver con tus propios ojos el problema de la jerarquía y cómo crecen juntos hacia lo alto poder, derecho y amplitud de la perspectiva. Debías....; basta, el espíritu libre sabe de ahora en adelante a qué -"debes" ha obedecido, y también lo que ahora puede, lo que ahora por vez primera le es permitido ...
Prefacio
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JERARQUIA
Nietzsche nos revela aquí el misterio del desasimiento, es decir, el descubrimiento que aparece ante uno al saberse dueño de sí mismo, trás haber roto con la deformada y distorsionada valoración anterior a tal  descubrimiento. Tal descubrimiento permitirá a uno captar la necesaria injusticia presente en las  vidas mezquinas y decadentes propias de una moral de esclavos. Tal descubrimiento permite ver con claridad el problema de la jerarquía: la vida es voluntad de poder, es decir, es tendencia a la ascensión y realización plenas. Pero tal ascensión unicamente es posible tras el desasimiento. Y el desasimiento implica ruptura y derrumbe con la moral  cristiana y todo tipo de idealismo metafísico. 
Prefacio6
Presentación





































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De esta forma se da el espíritu libre respuesta respecto a ese enigma de desasimiento y con ello, generalizando su caso, termina por decidir así sobre su vivencia. -Lo que me ha sucedido -se dice- debe sucederle a todo aquel en el que quiera tomar cuerpo y "venir al mundo" una misión. El secreto poder y necesidad de esta misión operará entre y en sus destinos individuales igual que una gestación inconsciente: mucho antes de que se haya percatado él mismo de esta misión y sepa su nombre. Nuestra determinación dispone de nosotros aunque todavía no la conozcamos; es el futuro el que rige nuestro hoy. Puesto que es del problema de la jerarquía del que nosotros espíritus libres podemos decir que es nuestro problema, sólo ahora, en el mediodía de nuestra vida, comprendemos qué preparativos, rodeos, pruebas, tentativas, disfraces había menester el problema antes de que éste pudiera planteársenos, y cómo primero deberíamos experimentar en cuerpo y alma los más multiples y contradictorios apremios y venturas, como aventureros y circunnavegantes de ese mundo interno que se llama "hombre", como medidores de todo lo "superior" y "superpuesto" que se llama igualmente "hombre", lanzándonos en todas direcciones, casi sin miedo, sin desdeñar nada, sin perderse nada, saboreándolo todo, depurándolo de lo contingente y, por así decir, cribándolo, hasta que finalmente pudiéramos decir nosotros espíritus libres."¡He aquí un problema nuevo! ¡He aquí una larga escalera en cuyos peldaños nosotros mismos nos hemos sentado y por ellos ascendido, que nosotros mismos hemos sido alguna vez! ¡He aquí algo más elevado, algo más profundo, algo por debajo de nosotros, un orden de inmensas dimensiones, una jerarquía que vemos: he aquí nuestro problema!".
Prefacio
Presentación





































METAFORA DE LA ESCALERA
En este séptimo apartado, Nietzsche, continúa analizando, lo que denomina, como el problema de la jerarquía. El desasimiento lleva a descubrir a los espíritus libres el nuevo problema del hombre. Este no es algo hecho y fijo sino una realidad por hacer. El hombre es alguien que se encuentra sentado en el  peldaño de una escalera y que tiene que ascender. El hombre no es otra cosa que un mediador de algo superior. Nietsche, en 1886, año en que escribe este Prefacio, ya puede gritar seguro que un espíritu libre es quien sabe que el hombre es un mero puente hacia el superhombre, el auténtico espíritu libre que está aún por llegar.
Prefacio7
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Ningún psicólogo ni adivino dudará ni por un momento a qué lugar de la evolución que acabo de describir le corresponde (o en cuál está situado) el presente libro. ¿Pero dónde hay hoy psicólogos? En Francia, por supuesto; quizás en Rusia; desde luego, no en Alemania. No faltan razones para que los alemanes de la hora presente puedan tomar esto incluso como un honor: ¡tanto peor para quien en este punto sea por índole y designio antialemán! Este libro alemán, que ha sabido encontrar sus lectores en un vasto círculo de países y pueblos -hace unos diez años que está en circulación- y que debe de entender de alguna música o arte flautístico que incluso a los recalcitrantes oídos extranjeros induce a la escucha, este libro es precisamente en Alemania donde ha sido leído más negligentemente, donde peor ha sido oído. ¿A qué se debe esto? "Exige demasiado", se me ha respondido, "se dirige a hombres sin el apremio de groseros deberes, requiere sentidos delicados y refinados, precisa abundancia, abundancia de tiempo, de claridad de cielo y de corazón, de otium" en el sentido más audaz: sin excepción buenas cosas que nosotros alemanes de hoy no tenemos y por tanto tampoco podemos dar". Tras una respuesta tan amable, mi filosofía me aconseja callar y no hacer más preguntas; máxime si, como dice el proverbio, en ciertos casos uno sólo sigue siendo filósofo si calla
Niza, primavera de 1886
Prefacio
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LUGAR DE HUMANO.....
Trás todo lo que Nietzsche dice en este Prefacio, es evidente que, Humano, demasiado humano, habría que situarlo, dentro de la evolución del autor, como un gran acontecer de desasimiento.
Prefacio8
Presentación





































ALEMANIA
En los momentos en que Nietzsche escribe este Prefacio ya sabía que en Copenhague, Georges Brandes, catedrático y divulgador científico estaba dando conferencias sobre la obra del filósofo alemán Friedrich Nietzche. Tambien en Francia, Hipolito Taine, le había escrito cartas de admiración por sus escritos. Nietzsche, que siempre deseo el reconocimiento, estaba eufórico pero tambien triste y disilusionado por ser considerado en Alemania como una especie de perturbado.
Prefacio8
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FILOSOFO SI SE CALLA
Nietzsche reproduce aquí la expresión de Boecio, en De consolatione philosophiae,: o si tacuisses/Philosophus mansisses.
Prefacio8
Presentación






































PRIMERA PARTE
De las cosas primeras y últimas

Qúimica de los conceptos y sentimientos
Pecado original de los filósofos
Estimación de las verdades inaparentes
Astrología y afines
Mala compresión del sueño
El espíritu de la ciencia, poderoso en la parte, no en el todo
El aguafiestas de la ciencia
Explicación neumática de la naturaleza
Mundo metafísico
Inocuidad de la metafísica en el futuro
El lenguaje como presunta ciencia
Sueño y Cultura
Lógica del sueño
Resonancia simpática
En el mundo no hay ni dentro ni fuera
Fenómeno y cosa en sí
Explicaciones metafísicas
Cuestiones fundamentales de la metafísica
El número
Algúnos peldaños atrás
Supuesta victoria del escepticismo
Incredulidad en el monumentum aere perennius
Epoca de la comparación
Posibilidad del progreso
Moral privada y moral universal
La reacción como progreso
Sustituto de la religión
Palabras desacreditadas
Embrigado por la fragancia de las flores
Malos hábitos de razonamiento
Lo ilógico, necesario
Ser injusto, necesario
El error sobre la vida, necesario para la vida
Para tranquilizarse


PRESENTACIÓN
TEST





































1

Química de los conceptos y sentimientos. Los problemas filosóficos adoptan ahora de nuevo en casi todos los respectos la misma forma de pregunta de hace dos mil años: ¿Cómo puede algo nacer de su contrario, por ejemplo, lo racional de lo irracional, lo sensible de lo muerto, la lógica de la ilógica, la contemplación desinteresada del querer ávido, el altruismo del egoísmo, la verdad de los errores? Hasta ahora la filosofía metafísica soslayaba esta dificultad negando que lo uno naciese de lo otro y suponiéndoles a las cosas valoradas como superiores un origen milagroso, inmediatamente a partir del núcleo y la esencia de la -cosa en sí. Por contra, la filosofía histórica, que en absoluto puede ya pensarse separada de la ciencia natural, el más joven de todos los métodos filosóficos, ha constatado en casos particulares (y esta será presumibiemente en todos su conclusión) que no se trata de contrarios, salvo en la habitual exageración de la concepción popular metafísica, y que a la base de esta contraposición hay un error de la razón: según su explicación, no hay, en rigor, ni una conducta altruista ni una contemplación completamente desinteresada: ambas cosas no son más que sublimaciones en las que el, elemento fundamental aparece casi volatilizado y sólo a la más sutil observación le es factible todavía comprobar su existencia. Todo lo que necesitamos y que sólo gracias al nivel actual de las ciencias particulares puede sexos dado, es una química de las representaciones y los sentimientos morales, religiosos, estéticos, lo mismo que de todas esas emociones que vivenciamos en nosotros en el grande o pequeño trajín de la cultura y de la sociedad, e incluso en soledad: ¿y qué si esta química llevara a la conclusión de que también en este ámbito los colores dominantes se logran a partir de materiales viles, incluso menospreciados? ¿Tendrán muchos ganas de proseguir tales investigaciones? A la humanidad le gusta desentenderse de las cuestiones sobre origen y comienzos: ¿no debe estar uno casi deshumanizado para sentir en sí la propensión opuesta?
De las cosas
Presentación




































MISMAS PREGUNTAS
Nietzsche reduce aquí los problemas filosóficos a la clásica  pregunta, ya presente en la etapa de los filósofos presocráticos, de como puede surgir el ser de lo que no-es tal ser, es decir, como puede nacer algo de su contrario. Al mismo tiempo, al señalar que la metafísica niega tal posibilidad, Nietsche, tambien reduce ésta a la posición de Parménides, que si negaba que del no-ser pudiera surgir el ser,  pero no sucedía asi,  por ejemplo, con Heráclito - al que Nietzsche admira- y que, por tanto, no habría que considerar como un metafísico, lo que sería, evidentemente, discutible. Lo mismo podríamos decir de la posición de Empédocles y Anaxágoras o de los Atomistas. Dejando de lado, estos planteamientos, Nietzsche, lo que quiere destacar aquí es que no tiene sentido defender la existencia de algún tipo de principio superior, de  esencia o cosa en sí, a los cuales haya que considerar como base de valores o ideas superiores. 
Química
Presentación




































FILOSOFÍA METAFÍSICA
Nietzsche diferencia, en este apartado, entre filosofía metafísica y filosofía histórica. La primera, y que habría que situarla en relación con Parménides, pero que no tendría sentido alguno, relacionarla, por ejemplo, con la cosa en sí de Kant, negaria la posibilidad de que algo nazca a partir de su contrario. La filosofía histórica, que ya no podría pensarse separada de la ciencia natural, habría demostrado que no existen los contrarios sino que todo es reducible a quimica de las representaciones. En este contexto, no habría en rigor nada superior a situar como base de una conducta altruista o desinteresada, sino que ésta podría perfectamente surgir de materiales  viles, e incluso menospreciados, es decir, precisamente de sus contrarios más extremos.
Química
Presentación




































SUBLIMACIONES
Al situar la conducta altruista y desinteresada como una sublimación, Nietzsche, está mostrándose aquí como un claro precursor de Freud.
Química
Presentación




































QUIMICA DE LAS REPRESENTACIONES
Nietzsche se sitúa aquí claramente en el ámbito de lo humano, demasiado humano. Los sentimientos morales, religiosos y estéticos no tienen una base metafísica, no se asientan en un mundo transcendente o de la cosa en sí,  tampoco en el principio de lo Uno primordial, del Nacimiento de la tragedia, sino que tienen una base corporal y terrena. No es de extrañar que Wagner, y la piadosa Cosima, reaccionaran tan violentamente en relación con este pasaje. Wagner no podía comprender que, el defensor de la existencia del principio metafísico de lo Uno primordial, se presentara ahora anunciando una nueva química de las sensaciones como meta del conocimiento.
Química
Presentación




































2

Pecado original de los filósofos. Todos los filósofos tienen el defecto común de partir del hombre actual y creer que con un análisis del mismo llegan a la meta. Involuntariamente -el hombre. se les antoja como una aeterna veritas, como algo invariable en medio de toda la vorágine, como una medida cierta de las cosas. Pero todo lo que el filósofo dice sobre el hombre no es en el fondo más que un testimonio sobre el hombre de un espacio temporal muy limitado. El pecado original de todos los filósofos es la falta de sentido histórico; no pocos toman incluso la configuración más reciente del hombre, tal como ha surgido bajo la impronta de determinadas religiones, aun de determinados acontecimientos políticos, como la forma fija de la que debe partirse. No quieren enterarse de que el hombre ha devenido; mientras que algunos de ellos llegan incluso a derivar el mundo entero de esta facultad cognoscitiva. Ahora bien, todo lo esencial de la evolución humana sucedió en tiempos remotos, mucho antes de esos cuatro mil años que nosotros más o menos conocemos; en éstos el hombre no puede haber cambiado mucho. Pero entonces el filósofo percibe en el hombre actual -instintos, y supone que éstos forman parte de los datos inalterables del hombre y pueden, por tanto, ofrecer una clave para la comprensión del mundo en general; toda la teleología está construida sobre el hecho de que se habla del hombre de los últimos cuatro milenios como de un hombre eterno al que todas las cosas del mundo están naturalmente orientadas desde un principio. Pero todo ha devenido; no hay datos eternos, lo mismo que no hay verdades absolutas. Por eso de ahora en adelante es necesario el filosofar histórico y con éste la virtud de la modestia.
De las cosas
Presentación





































HOMBRE COMO MEDIDA
Nietzsche toma aquí, como base de sus reflexiones, al hombre como medida de todas las cosas de Protágoras. Sobre esta base, critica, como un pecado de los filósofos, el haber considerado al hombre como una verdad eterna, como un algo inmutable y centro de las realidades externas; cuando, en realidad, es algo que ha devenido, como un producto histórico más. 
Pecado
Presentación





































TIEMPOS REMOTOS
Afirmar, despues de la filosofía de Hegel, que los filósofos han cometido el pecado de no haber considerado al hombre como algo que deviene, parece una solemne boutade. En este sentido hay que destacar que Nietzsche nunca tuvo un conocimiento profundo de la Historia de la Filosofía, y que, al hablar de los filósofos, la mayoría de las veces, unicamente tiene en mente a la filosofía griega. De todos modos, conociera o no la filosofía de Hegel, es evidente que Nietzsche nunca estaría de acuerdo con su concepción del devenir del espíritu. Cuando Nietzsche habla del hombre, como un producto del devenir,  y de la necesidad de comprenderlo en su evolución, desde tiempos remotos, aparte de negar con ello la existencia de principios últimos eternos que nos ayuden en su comprensión, está señalando, tambien, la necesidad de bucear en los profundidades remotas, no tanto históricas o literarias, como psíquicas. Por ello, no llega con conocer bien la historia real de los últimos 4 mil años de la humanidad. Sería necesario mirar dentro de uno mismo, en las zonas más recónditas, para buscar allí los auténticos orígenes.  
Pecado
Presentación





































3

Estimación de las verdades inaparentes. El distintivo de una cultura superior es la estimación de las pequeñas verdades inaparentes, halladas con método riguroso, por encima de los errores benignos y deslumbrantes que proceden de épocas y hombres metafísicos y artísticos. A las primeras se las recibe con el escarnio en los labios, como si aquí no pudiese haber en absoluto igualdad de derechos entre unas y otros: se muestran tan modestas, sobrias, frugales, incluso aparentemente humildes, como los segundos bellos, brillantes, embriagadores, incluso quizá heatipicos. Pero lo conquistado con esfuerzo, cierto, duradero y por tanto rico todavía en consecuencias para todo conocimiento ulterior, es no obstante lo superior, atenerse a lo cual es viril y denota audacia, sobriedad, templanza, Poco a poco, no sólo el individuo, sino toda la humanidad será elevada a esta virilidad cuando finalmente se habitúe a la estimación superior de los conocimientos sólidos, duraderos, y haya perdido toda fe en la inspiración y en la comunicación de verdades como por milagro. Los cultores de las formas, por supuesto, con su criterio de lo bello y lo sublime, tendrán al principio buenas razones para mofarse tan pronto como la estimación de las verdades inaparentes y el espíritu científico comiéncen a predominar; pero sólo porque sus ojos no se han abierto todavía al encanto de la forma sobria o porque los hombres educados en ése espíritu no están aún ni con mucho completa e íntimamente penetrados por el mismo, de modo que nunca hacen sino remedar inadvertidamente viejas formas (y esto bastante mal, como hace cualquiera a quien no le va mucho en una cosa). Antaño el espíritu no era requerido por el pensamiento riguroso, pues su seriedad radicaba en la enhebración de símbolos y formas. Esto ha cambiado: aquella seriedad de lo simbólico se ha convertido en signo característico de la cultura inferior; así como nuestras artes devienen cada vez más intelectuales, nuestros sentidos más espirituales, y así como, por ejemplo, ahora se juzga lo sensiblemente eufónico de modo enteramente diferente a hace cien años, así también devienen las formas de nuestra vida cada vez más espirituales, acaso más feas a los ojos de épocas pasadas, pero sólo porque éstos no pueden ver cómo el reino de la belleza interna, espiritual, va progresivamente profundizándose y ensanchándose, y hasta qué punto para todos nosotros puede ahora tener más valor la mirada en que destella el espíritu que la más bella estructura o el edificio más sublime.
De las cosas
Presentación





































4

Astrología y afines. Es verosímil que los objetos del sentimiento religioso, moral y estético no pertenezcan igualmente más que a la superficie de las cosas, mientras que el hombre propende a creer que aquí al menos toca el corazón del mundo; se ilusiona por lo profundamente feliz y lo profundamente desdichado que esas cosas le hacen, y así muestra aquí la misma soberbia que en la astrología. Pues ésta cree que el ciclo estrellado gira en función de la suerte del hombre; pero el hombre moral supone que lo que esencialmente le ocupa el corazón debe ser también la esencia y el corazón de las cosas.
De las cosas
Presentación





































LA SOBERBIA ASTROLOGÍA
El cielo estrellado sobre mí, de Kant, gira ahora para Nietsche en función del hombre. Nietzsche se sirve aquí de la astrología geocéntrica, que cree que el cielo gira sobre el hombre y no al revés, para señalar que, tambien la metafísica, en el ámbito de la religión y de la moral, llega a creer que todas las valoraciones superiores girar alrededor del corazón y los sentimientos del hombre. 

Astrologia
Presentación





































5

Mala compresión del sueño. En las épocas de cultura rudimentaria y primitiva el hombre creía que en el sueño conocía un segundo mundo real, este es el origen de toda metafísica. Sin el sueño no se habría hallado ningún pretexto para la escisión del mundo. También la escisión en alma y cuerpo guarda relación con la más antigua concepción del sueño, así como la hipótesis de una pseudocorporcidad del alma,esto es, el origen de toda creencia en espíritus, y probablemente también de la creencia en dioses. -El muerto sigue con vida, pues se le aparece al vivo en sueños: así se razonaba antaño, a lo largo de muchos milenios.
De las cosas
Presentación




































EL ORIGEN DE LA METAFÍSICA
Nietzsche sitúa el origen de la metafísica en el mundo de los sueños. Estos son los responsables de nuestra creencia en un segundo mundo real. De nuevo se muestra aquí como la concepción de la metafísica que defiende Nietzsche tiene una base griega (tambien de Schopenhauer) ya que establece la diferencia entre apariencia y ser. Pues bien, según Nietzche, el fenómeno del sueño lleva al hombre, desde épocas primitivas, a pensar que existe, además del mundo real, otro ideal, y que el hombre es un compuesto de cuerpo y alma. En los sueños se hallaría tambien la base de nuestra creencia en los espíritus (que se aparecen al hombre en sueños) y de los dioses.
Sueño
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6

El espíritu de la ciencia, poderoso en la parte, no en el todo. Los ámbitos de la ciencia menores y separados son tratados de manera puramente pegada a los hechos; por el contrario, las grandes ciencias generales, consideradas como un todo, ponen en los labios la pregunta -una pregunta por cierto muy poco pegada a los hechos--: ¿para qué?, ¿con qué provecho? Debido a esta consideración del provecho, son tratadas menos impersonalmente como un todo que en sus partes. Ahora bien, en la filosofía, en cuanto que en la cima de toda la pirámide del saber, se plantea involuntariamente la pregunta por el provecho del conocimiento en general, y toda filosofía tiene inconscientemente el propósito de atribuirle el máximo provecho. Por eso en todas las filosofías hay tanta metafísica de alto vuelo y un tal recato ante las soluciones aparentemente insignificantes de la física; pues la significación del conocimiento para la vida debe aparecer tan grande como sea posible. Aquí radica el antagonismo entre los ámbitos científicos particulares y la filosofía. Esta quiere lo que quiere el arte: darles a la vida y a la conducta la profundidad y el significado mayores que sea posible; en aquéllos se busca el conocimiento y nada más, resulte de ello lo que quiera. Hasta ahora no ha habido todavía ningún filósofo entre cuyas manos la filosofía no se haya convertido en una apología del conocimiento; todos ellos son optimistas al menos en este punto de que debe atribuírsela la máxima utilidad. Todos ellos son tiranizados por la lógica: y ésta es, según su esencia, optimismo.
De las cosas
Presentación





































ANTAGONISMO CIENCIA Y FILOSOFÍA
Notar que Nietzsche trata aquí a la Filosofía casi como sinónimo de la ciencia 1ª aristotélica: ella está en la cima de toda la pirámide del saber, aunque, en este caso, porque pretende darles a la vida y a la conducta un profundidad lo más amplia posible. En este sentido, se diferencia de la Ciencia, la cual se limitaría a buscar el conocimiento objetivo, sobre un objeto determinado.
Espiritu ciencia
Presentación





































7

El aguafiestas de la ciencia. La filosofía se escindió de la ciencia cuando planteó la pregunta: ¿cuál es aquel conocimiento del mundo y de la vida con que el hombre vive más feliz? Esto tuvo lugar en las escuelas socráticas: con el punto de vista de la  felicidad se le ligaron las venas a la investigación científica, y aún hoy se hace esto.
De las cosas
Presentación





































LA FELICIDAD
De nuevo vuelve mostrarse aqui la dependencia de Nietzsche con la filosofía griega. En este caso, el surgimiento de las escuelas socráticas (cínicos, cirenaicos....) serían responsables de la escisión de la filosofía con la ciencia. Al centrar sus preocupaciones en los asuntos humanos, y no sobre la naturaleza, (como habrían hecho los presocráticos) intentando señalar como sería posible alcanzar la felicidad, las escuelas socráticas, serían responsabes, según Nietzsche, de que se ligaran las venas a la investigación científica. Aún teniendo mucha razón en lo que dice Nietzsche, no se puede olvidar que el mismo Sócrates, así como los Sofistas, y tambien Aristóteles, con su ética eudemonista, centran sus reflexiones en el los asuntos humanos y no por ello, como sucede, por ejemplo, con Aristóteles, dejan de lado los asuntos de caracter científico o natural. Lo mismo se podría decir de los Estoicos y los Epicureos.
Aguafiestas
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8

Explicación neumática de la naturaleza. La metafísica explica la escritura de la naturaleza por así decir pneumáticamente, tal como antaño hacían la Iglesia y sus doctores con la Biblia. Requiérese mucha inteligencia para aplicarle a la naturaleza la misma clase de rigurosa exégesis que los filósofos han establecido ahora para todos los libros, con el propósito de entender, simplemente, lo que el texto quiere decir, pero no husmear, ni siquiera suponer, un doble sentido. Pero, así como, por lo que a los libros se refiere, la mala exégesis de ningún modo está completamente superada y aun en la sociedad más culta uno se tropieza de continuo con restos de interpretación alegórica y mística, lo mismo sucede con respecto a la naturaleza, y mucho peor aún.
De las cosas
Presentación





































PNEUMÁTICAMENTE
La pneumática o pneumatología es la ciencia de los espíritus y seres espirituales. 
Pneumática
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9

Mundo metafísico. Es verdad que podría haber un mundo metafísico; su posibilidad absoluta difícilmente puede combatirse. Consideramos todas las cosas con la cabeza humana y no podemos cortar esta cabeza; sigue sin embargo en pie la pregunta de qué quedaría del mundo si se la seccionase. Es este un problema puramente científico y no muy apropiado para preocupar a los hombres; pero todo lo que hasta ahora les ha hecho las hipótesis científicas valiosas, terribles, placenteras, lo que las ha creado, es pasión error y autoengaño; son los peores de todos los métodos de conocimiento, no los mejores, los que han enseñado a creer en ellas. Una vez que se han denunciado estos métodos como el fundamento de todas las religiones y metafísicas existentes, se las ha refutado. No queda entonces más que aquella posibilidad; pero absolutamente nada puede comenzarse con ella, y mucho menos puede hacerse depender felicidad, salud y vida de las hebras de una tal posibilidad. Pues absolutamente nada podría predicarse del mundo metafísico, sino que es absolutamente otra cosa, otra cosa para nosotros inaccesible, incomprensible; sería algo con propiedades negativas. Si la existencia de un mundo tal estuviese tan bien probada, se establecería entonces, sin embargo, que precisamente su conocimiento sería el más indiferente de todos: más indiferente todavía que para el navegante acosado por la ternpestad debe serlo el conocimiento del análisis químico del agua.
De las cosas
Presentación




































POSIBILIDAD DE LA METAFÍSICA
Es curioso que Nietzsche, del mismo modo que Kant, no niega la posibilidad de la metafísica. Kant afirmaba que incluso despues de haber demostrado claramente su imposibilidad, estaríamos constituidos de tal forma que la razón, deseosa de traspasar los límites, nos llevaría siempre a plantear cuestiones de tipo metafísico. Al mismo tiempo, señala que, aunque sea imposible demostrar que la metafísica exista como ciencia, si debe postularse su existencia como un elemento básico de la moral. Por su parte,  Nietzsche,  afirma que unicamente si nos cortasemos la cabeza, podrían desaparecer las  cuestiones metafísicas.
Mundo metafísico
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PROPIEDADES NEGATIVAS
Notar que Kant afirma tambien que lo númeno tiene propiedades negativas ya que se puede entender como aquello que no-es lo fenómeno. Nietzche, por su parte, habla de las propiedades negativas de la metafísica al señalar que, aunque pudiese ser demostrada, sería para nosotros inacesible e incompresible. Tambien Kant afirmaba que lo numénico es algo para lo que no tenemos capacidad de representación. En este sentido, sería tambien algo incomprensible.
Mundo metafísico
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INDIFERENTE
A las características de incomprensión e inaccesibilidad de la metafísica, Nietzsche, añade tambien la indiferencia. El mundo de la metafísica, aún habiendo sido probada su existencia, sería, según Nietzsche, algo indiferente para el hombre por no tener nada que ver con su vida real. Se interesaría por ella del mismo modo que un navegante, en plena tempestad, se interesa por conocer el análisis químico del agua.
Mundo metafísico
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Inocuidad de la metafísica en el futuro. Tan pronto como la religión, el arte y la moral son descritos en su nacimiento de tal modo que cabe explicárselos completamente sin acudir a la hipótesis de cuñas metáfisicas al comienzo y en el curso del trayecto, cesa el acentuadísimo interés por el problema puramente teórico de la -cosa en sí. y del -fenómeno- . Pues, sea lo que sea de esto, con la religión, el arte y la moral no tocamos la -esencia del mundo en sí.; estamos en el dominio de la representación y ningún -barrunto. puede llevarnos más allá ". Con toda tranquilidad se abandonará a la fisiología y a la historia de la evolución de los organismos y conceptos la pregunta por cómo puede nuestra imagen del mundo diferenciarse tan nítidamente de la esencia elucidada del mundo.
De las cosas
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NO TOCAMOS LA ESENCIA DEL MUNDO EN SÍ
Esta afirmación de que, ni a través del arte ni de la moral, podemos tocar la esencia del mundo, es decir, ir más allá del mundo de la representación sensible, es una clara alusión crítica a la filosofía de Schopenhauer.
Inocuidad
Presentación





































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El lenguaje como presunta ciencia. La importancia del lenguaje para el desarrollo de la cultura radica en el hecho de que en él el hombre puso un mundo propio junto al otro, un lugar que consideraba tan firme como para a partir de ahí levantar sus goznes el resto del mundo y adueñarse del mismo. Como durante largos de tiempo el hombre ha creído en los conceptos y nombres de las cosas como en aeternae veritates, ha hecho suyo ese orgullo con que se elevaba por encima del animal: suponía tener efectivamente en el lenguaje el conocimiento del mundo. El artífice del lenguaje no era tan modesto que creyera que él no les daba a las cosas precisamente más que designaciones, sino que más bien se figura- expresar con las palabras el saber supremo sobre las cosas; el lenguaje es en realidad el primer peldaño en el esfuerzo por la ciencia. También aquí es de la.fe en la verdad hallada de donde manaron los manantiales de fuerza más poderosos. Es mucho después -tan sólo ahora- cuando se dan cuenta los hombres de que con su fe en el lenguaje han propagado un tremendo error. Afortunadamente es demasiado tarde para que esto dé marcha atrás al desarrollo de la razón que estriba en esa fe. También la lógica estriba en presupuestos a los que nada corresponde en el mundo real, por ejemplo, en el presupuesto de la igualdad de las cosas, de la identidad de la misma cosa en distintos puntos del tiempo; pero esa ciencia nació de la creeencia opuesta (la de que en efecto en el mundo real hay semejantes cosas). Lo mismo sucede con las matemáticas, que a buen seguro no habrían nacido si desde un principio se hubiese sabido que en la naturaleza no hay ninguna línea exactamente recta, ningún círculo verdadero, ninguna medida de tamaño absoluta. lenguaje el conocimiento del mundo. El artífice del lenguaje no era tan modesto que creyera que él no les daba a las cosas precisamente más que designaciones, sino que más bien se figura- expresar con las palabras el saber supremo sobre las cosas; el lenguaje es en realidad el primer peldaño en el esfuerzo por la ciencia. También aquí es de la.fe en la verdad hallada de donde manaron los manantiales de fuerza más poderosos. Es mucho después -tan sólo ahora- cuando se dan cuenta los hombres de que con su fe en el lenguaje han propagado un tremendo error. Afortunadamente es demasiado tarde para que esto dé marcha atrás al desarrollo de la razón que estriba en esa fe. También la lógica estriba en presupuestos a los que nada corresponde en el mundo real, por ejemplo, en el presupuesto de la igualdad de las cosas, de la identidad de la misma cosa en distintos puntos del tiempo; pero esa ciencia nació de la creeencia opuesta (la de que en efecto en el mundo real hay semejantes cosas). Lo mismo sucede con las matemáticas, que a buen seguro no habrían nacido si desde un principio se hubiese sabido que en la naturaleza no hay ninguna línea exactamente recta, ningún círculo verdadero, ninguna medida de tamaño absoluta.
De las cosas
Presentación





































LENGUAJE METAFÍSICO
Según Nietzsche, a través del lenguaje, el hombre crea conceptos que interpreta metafisicamente al creer que poseen una verdad eterna al modo platónico. A través del lenguaje, el metafísico, se cree que expresa, con palabras, el saber supremo de las cosas. Pero ello es un error. Le sucede lo mismo que al lógico o al matemático que toma por realidades objetivas las lineas rectas o las circulos con los que trabaja.
Lenguaje
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Sueño y cultura. La función cerebral más afectada por el sueño es la memoria: no es que se paralice por completo, pero se ve reducida a un estado de imperfección como el que en tiempos arcaicos de la humanidad puede haber habido en todos de día y en vigilia. Arbitraria y confusa como es, constantemente confunde las cosas en base a las más efímeras analogías; pero con el mismo arbitrio y confusión compusieron los pueblos sus mitologías, y aún ahora suelen los viajeros observar la propensión salvaje al olvido, cómo su espíritu, tras breve tensión de la memoria, empieza a vacilar y, por mera relajación, produce la mentira y el absurdo. Pero todos nosotros nos parecemos en el sueño a este salvaje; el reconocimiento deficiente y la equiparación errónea son la causa del mal razonamiento del que en el sueño nos hacemos culpables: de modo que, cuando un sueño se nos presenta claramente, nos espantamos de nosotros mismos por albergar en nosotros tanto disparate. La perfecta nitidez de todas las representaciones oníricas, que tiene como presupuesto la creencia incondicional en su realidad, nos recuerda a su vez estados de la humanidad primitiva en que la alucinación era extraordinariamente frecuente y a veces hacía presa simultáneamente en comunidades enteras, en pueblos enteros. De modo que al dormir y en el sueño recapitulamos la humanidad anterior.
De las cosas
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SUEÑOS Y ARCAISMO
En la Interpretación de los sueños, Freud, afirma: sospechamos ya cuán acertada es la opinión de Nietzsche de que el sueño continúa un estado primitivo de la humanidad, al que apenas podemos llegar por el camino directo, y esperamos que el análisis de los sueños nos conduzca al conocimiento de la herencia arcaica del hombre y nos permita descubrir en él lo anímicamente innato.
Sueño
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Lógica del sueño. Cuando dormimos, múltiples estímulos mantienen nuestro sistema nervioso en un constante estado de excitación, casi todos los órganos secretan y se ponen en actividad por separado, la sangre circula impetuosamente, la posición del durmiente comprime ciertos miembros, la ropa de cama influye de diversos modos sobre la sensibilidad, el estómago digiere y agita con sus movimientos otros órganos, los intestinos se retuercen, la postura de la cabeza trae consigo posiciones musculares insólitas, los pies, descalzos, al no pisar el suelo con las plantas, causan la sensación de lo insólito tanto como la distinta indumentaria de todo el cuerpo; todo esto, según su cambio y grado diario, excita por su extraordinariedad todo el sistema, incluida la función cerebral. Y hay casi cien motivos para que el espíritu se asombre y busque razones a esta excitacón. Pero el sueño es la búsqueda y representación de las causas de esas sensaciones suscitadas, es decir, de las presuntas causas. Quien, por ejemplo, se ciña los pies con dos correas acaso sueñe que dos serpientes se enroscan en sus pies: esto es primero una hipótesis, luego una creencia acompañada de una representación y una invención figurativas: -Estas serpientes deben de ser la causa de esa sensación que yo, el durmiente, tengo-, así juzga el espíritu del durmiente. La fantasía excitada convierte en presente el pasado próximo así elucidado. Todo el mundo sabe así por experiencia con qué rapidez el soñador incorpora a su sueño un fuerte sonido que le llegue, por ejemplo, campanadas, cañonazos, es decir, los explica a partir de aquél hacia atrás, de modo que cree vivenciar primero las circunstancias ocasionales y luego ese sonido. Pero, ¿cómo es que el espíritu del soñador siempre yerra así, mientras que el mismo espíritu despierto suele ser tan frugal, cauteloso y, en cuanto a hipótesis, tan escéptico? ¿De modo que la primera hipótesis de explicación de una sensación le basta para creer al punto en su verdad (pues durante el sueño creemos en el sueño como si fuese realidad, es decir, tenemos nuestra hipótesis por completamente demostrada)? Yo creo que actualmente el hombre razona todavía en sueños como hace varios milenios razonaba la humanidad también durante la vigilia: la primera causa que se le ocurría al espíritu para explicar algo que hubiera menester explicación, le bastaba y pasaba por verdad. (Así proceden aún hoy los salvajes, según los relatos de los viajeros.) En el sueño sigue operando en nosotros esa arcaica porción de humanidad, pues constituye los cimientos sobre los que se desarrolló y en cada hombre todavía se desarrolla la razón superior: el sueño nos devuelve de nuevo a remotos estadios de la cultura humana y pone a nuestra disposición un medio para entenderla mejor. Pensar durante el sueño nos es hoy tan fácil por lo bien que durante inmensos periodos del desarrollo de la humanidad hemos sido adiestrados precisamente en esta forma de explicación fantástica y barata a partir de la primera ocurrencia a discreción. En tal medida es el sueño un desahogo para el cerebro, el cual de día tiene que satisfacer las estrictas exigencias que la cultura superior le impone al pensamiento. Existe un fenómeno análogo, auténtico pórtico y antecámara del sueño, que podemos todavía observar con la mente despierta. Cuando cerramos los ojos, el cerebro produce una gran cantidad de impresiones luminosas y colores, probablemente como una especie de resonancia y eco de todas aquellas luces que le llegan de día. Pero, ahora bien, estos juegos cromáticos en sí informes, el entendimiento (con la cooperación de la fantasía) los elabora al punto en determinadas figuras, formas, paisajes, grupos animados. El proceso que propiamente hablando se produce aquí es a su vez una especie de silogismo del efecto a la causa, pues el espíritu pregunta de dónde proceden estas impresiones lumínicas y colores; supone como causas esas figuras y formas; para él son las ocasionantes de esos colores y luces, pues de día, con los ojos abiertos, está acostumbrado a hallar para cada color, para cada impresión lumínica, una causa ocasionante. También aquí provee constantemente de imágenes la fantasía, pues ésta las adosa en su producción a las impresiones visuales del día, y así precisamente opera la fantasía onírica; esto significa que la presunta causa se deduce del efecto y es representada después del efecto, todo ello con extraordinaria rapidez, de modo que aquí, como ante un prestidigitador, puede nacer una confusión del juicio e interpretarse una sucesión como algo simultáneo e incluso como una sucesión inversa. De esos fenómenos podemos inferir cuán tardíamente se ha desarrollado el pensamiento lógico más incisivo, el discernimiento riguroso de causa y efecto, cuando todavía ahora nuestras funciones racionales e intelectivas recurren involuntariamente a esas formas primitivas de razonamiento y nos pasamos aproximadamente la mitad de nuestra vida en este estado. También el poeta, el artista, imputa sus humores y estados a causas que de ningún modo son las verdaderas; en esto recuerda y puede ayudarnos a comprender la humanidad antigua.
De las cosas
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Resonancia simpática. Todas las vibraciones de cierra intensidad comportan una resonancia de sensaciones y humores afines; revuelven, por así decir, la memoria. Hacen que algo en nosotros recuerde y se haga consciente de estos estados similares y de su origen. Fórmanse así rápidas asociaciones habituales de sentimientos y pensamientos, las cuales finalmente, cuando se suceden con la rapidez del rayo, ni siquiera son ya percibidas como complejos, sino como unidades. En este sentido se habla del sentimiento moral, del sentimiento religioso, como si fuesen unidades sin más, cuando en verdad son ríos con cien manantiales y afluentes. También aquí, como tantas veces ocurre, la unidad de la palabra no garantiza para nada la unidad de la cosa.
De las cosas
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UNIDADES
Es curioso notar como Nietzsche recuerda aquí a Hume cuando, criticando la idea de identidad personal, habla de la conciencia como un teatro de representaciones. Incluso, Hume, llega afirmar que la memoria es la causa de nuestra creencia en tal idea. Nietzsche está diciendo algo parecido: la memoria nos lleva a creer que existen  sentimientos morales o religiosos de caracter fijo e inmutable, cuando, en realidad, esos sentimientos son como ríos que fluyen.
Resonancia
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En el mundo no bay ni dentro ni.fuera. Así como Demócrito trasplanta los conceptos de arriba y abajo al espacio infinito, donde no tienen sentido, así los filósofos en general  trasplantan el concepto de -dentro y fuera a la esencia y la apariencia del mundo: creen que con sentimientos profundos se profundiza en lo interno, se aproxima uno al corazón de la naturaleza. Pero estos sentimientos sólo son profundos en la medida en que con ellos, apenas perceptiblemente, se estimulan regularmente ciertos complejos grupos de pensamientos que llamamos profundos: un sentimiento es profundo porque tenemos por profundo el pensamiento acompañante. Pero el pensamiento profundo puede sin embargo estar muy lejos de la verdad, como por ejemplo todo pensamiento metafísico: si del sentimiento profundo se descuentan los elementos de pensamiento mezclados con él, queda el sentimiento intenso, y éste no garantiza respecto al conocimiento nada más que a sí mismo, tal como la fe intensa no prueba más que su intensidad, no la verdad de lo creído.
De las cosas
Presentación

















LO PROFUNDO
Cuando en este pasaje, Nietzsche, habla de los filósofos en general está pensando realmente en Schopenhauer. Sobre esta base critica la creencia de que con sentimientos profundos se aproxima uno al corazón  y al conocimiento de la naturaleza. Un sentimiento es profundo porque el pensamiento que lo acompaña nos lo hace creer así. Pero, en este caso, profundidad es sinónimo de intensidad y una cosa intensa no quiere decir que sea tambien verdadera. Al metafísico profundo le sucede como al hombre que tiene una fe intensa: su profundidad solo implica intensidad pero no la verdad de lo pensado o creido.
Ni dentro ni fuera
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Fenómeno y cosa en sí. Los filósofos suelen situarse ante la vida y la experiencia -lo que llaman el mundo del fenómeno- como ante un cuadro desplegado de una vez por todas y que mostrase invariablemente la misma escena; esta escena, piensan ellos, debe interpretarse correctamente para así inferir la esencia que ha producido el cuadro, es decir, la cosa en sí, que siempre suele considerarse como la razón suficiente del mundo del fenómeno. En cambio, lógicos más riguroso tras haber definido nítidamente el concepto de lo metafísico como el de lo incondicionado, y por ende incondicionante, han puesto en tela de juicio toda conexión entre lo incondicionado (el mundo metafísico) y el mundo que nos es conocido, de modo que en el fenómeno no aparece de ningún modo la cosa en sí y ha de ¡repugnarse toda inferencia de ésta a partir de aquél. Pero ambos bandos pasan por alto la posibilidad de que ese cuadro -lo que vida y experiencia significan ahora para nosotros hombres- haya devenido paulatinamente, más aún, de que todavía esté completamente en el devenir y, por tanto, no deba ser considerado como dimensión fija a partir de la cual cupiera hacer o siquiera impugnar una inferencia sobre el autor (la razón suficiente). Porque desde hace milenios hemos mirado el mundo con pretensiones morales, estéticas, religiosas, con ciega inclinación, pasión o temor, y nos hemos abandonado a los vicios del pensamiento ilógico, ha devenido poco a poco este mundo tan maravillosamente abigarrado, terrible, profundo en significado, lleno de alma; ha recibido colores, pero nosotros hemos sido los coloristas: el intelecto humano ha hecho que el fenómeno apareciese e introducido sus erróneas concepciones del fundamento en las cosas. Tarde, muy tarde, recapacita; y ahora el mundo de la experiencia y la cosa en sí se le aparecen tan extraordinariamente distintos y separados, que impugna la inferencia de aquél a éste o reclama, de un modo espantosamente misterioso, la renuncia de nuestro intelecto, de nuestra voluntad personal, para, deviniendo esencial, llegar a lo esencial. Otros en cambio han recogido todos los rasgos característicos de nuestro mundo del fenómeno --- es decir, de la representación del mundo urdida a base de errores intelectuales y transmitida a nosotros por herencia- y, en vez de denunciar al intelecto como culpable, han inculpado a la esencia de las cosas como causa de este carácter efectivo, muy inquietante, del mundo, y predicado la absolución del Ser. Con todas estas concepciones se rematará de modo definitivo el proceso continuo y arduo de la ciencia, que un día celebra por fin su triunfo supremo en una historia de la génesis del pensamiento cuyo resultado acaso pudiera resumiese en esta tesis: lo que ahora llamamos el mundo es el resultado de una multitud de errores y fantasías que fueron paulatinamente naciendo en la evolución global de los seres orgánicos, concrescieron y ahora heredamos nosotros como tesoro acumulado de todo el palsado-, como tesoro, pues en éstriba el valor de nuestra humanidad. De este mundo de la representación la ciencia exacta no puede de hecho desligarnos -aunque esto tampoco sea en absoluto deseabe sino en pequeña medida, por cuanto no puede quebrar esencialmente el yugo de hábitos ancestrales de la sensación; pero sí puede, muy paulatinamente y paso a paso, ir aclarando la historia de la génesis de ese mundo como representación, y a nosotros elevarnos, momentáneamente al menos, por encima de todo el proceso. Quizá reconozcamos entonces que la cosa en sí merece una risotada homérica : que tanto, aun todo, que parecía, y, propiamente hablando, está vacía, a saber, vacía de significado.
De las cosas
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LÓGICOS RIGUROSOS
Nietzsche se refiere aquí a Afrikan Spir (1837-1890), lógico ucraniano, residente durante muchos años en Alemania y Suiza, para quien el conocimiento progresa mediante la eliminación de las contradicciones con  que se aparecen las cosas.
Fenómeno y cosa en sí
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INTELECTO HUMANO
Nietzsche contrapone al mundo numénico de la cosa en sí, la existencia de un único mundo que deviene incesantemente al modo de Heráclito. A este mundo maravillosamente abigarrado,  es al que ,el intelecto, desea dominar y controlar. Por ello ha introducido, dentro de lo fenoménico, todos sus errores, frustraciones y fantasías. 
Fenómeno y cosa en sí
Presentación





































EN VEZ DE DENUNCIAR
Alusión clara a Schopenhauer, el cual, en vez de denunciar al intelecto como el culpable de la erronea concepciòn del mundo, achaca tales males a la  esencia del mundo como irracionalidad de la voluntad.
Fenómeno y cosa en sí
Presentación





































TESIS DE NIETZSCHE
El mundo es el resultado de una multitud de errores y fantasías del intelecto que, de modo gradual, va formando el saber de la humanidad. Esto ya es algo inevitable. Unicamente nos queda el intentar aclarar la historia de la génesis de ese mundo (algo que Nietzsche intentará llevar a cabo en la Genealogía de la moral). Si lo hacemos, nos podremos elevar por encima de ese proceso intelectual y, muy posiblemente, si lo logramos, soltaremos una sonora risa homérica al contemplar el auténtico significado de lo denominado como cosa en sí.
Fenómeno y cosa en sí
Presentación





































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Explícaciones metafísicas.- El joven estima las explicaciones metafísicas porque le muestran algo en extremo cargado de significado en cosas que encontraba desagradables o despreciables; y si está descontento consigo, alivia este sentimiento cuando reconoce el más interno enigma o miseria del mundo en lo que tanto desaprueba en sí. Sentirse menos responsable y al mismo tiempo encontrar más interesantes las cosas, esto constituye para él el doble beneficio que debe a la metafísica. Más tarde llega por cierto a desconfiar de toda clase de explicación metafísica, y entonces quizá se da cuenta de que esos efectos pueden alcanzarse no peor y sí más científicamente por otra vía; que las explicaciones físicas e históricas conducen, cuando menos en idéntico grado, a ese sentimiento de ¡Responsabilidad, y que con ello se inflama más aún ese interés por la vida y sus problemas.
De las cosas
Presentación





































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Cuestiones fundamentales de la metafísica. Una vez que se haya escrito la historia de la génesis del pensamiento, también se iluminará con una luz nueva la siguiente frase de un distinguido lógico: -La originaria ley general del sujeto cognoscente consiste en la necesidad interna de reconocer todo objeto en sí, en su propia esencia, como un objeto idéntico a sí mismo, por tanto existente por sí mismo y que en el fondo permanece siempre igual e inmutable; en una palabra, corno una sustancia. También esta ley, aquí llamada -originaria., es devenida: algún día se demostrará cómo, en los organismos inferiores, nace poco a poco esta tendencia, cómo los torpes ojos de topo de estas organizaciones no son al principio nada más que siempre lo mismo, como luego, cuando van haciéndose perceptibles los diferentes estímulos de placer y displacer, van paulatinamente distinguiéndose las diferentes sustancias, pero cada una con un solo atributo, es decir, una única relación con tal organismo. El primer peldaño de lo lógico es el juicio, cuya esencia, según la definición de los mejores lógicos, consiste en la creencia. A toda creencia subyace el sentimiento de lo agradable o doloroso respecto al sujeto sentiente. En su forma más rudimentaria, el juicio es una tercera sensación nueva en cuanto resultado de dos sensaciones singulares precedentes. En principio, a nosotros seres orgánicos no nos interesa de cada cosa nada más que su relación con nosotros en lo que a placer y dolor se refiere. Entre los momentos en que cobramos consciencia de esta relación, entre los estados de sensación, los hay de reposo, de privación de sensación-, entonces el mundo y todas las cosas carecen para nosotros de interés, no percibimos ningún cambio en ellos (tal como ahora todavía uno muy interesado en algo no se percata de alguien que pasa junto a él). Para las plantas todas las cosas están habitualmente quietas, son eternas, cada cosa igual a sí misma. Del período de los organismos inferiores ha heredado el hombre la creencia en que hay cosas iguales (sólo la experiencia cultivada en la más elevada ciencia contradice esta tesis). La creencia originaria de todo organismo al principio es quizá incluso que todo el resto del mundo es uno e inmóvil. Lo más alejado de esa fase primitiva de lo lógico es la noción de causalidad, es más, en el fondo aun ahora creemos que todos los sentimientos y acciones son actos del libre albedrio; cuando el individuo sentiente se considera a sí mismo, tiene toda sensación, toda alteración, por algo aislado, es decir, incondicionado, inconexo: surge de nosotros desvinculado de lo anterior y posterior. Tenemos hambre, pero originariamente no pensamos que el organismo quiera ser mantenido, sino que esa sensación parece hacerse valer sin razón ni.fin, se aísla y se tiene por arbitraria. Por tanto, la creencia en la libertad del albedrío es un error originario de todo lo orgánico, tan viejo como existen en él las tendencias a lo lógico; la creencia en sustancias incondicionadas y en cosas iguales es asimismo un error originario, no menos antiguo, de todo lo orgánico. Pero, en la medida en que toda metafísica se ha ocupado primordialmente de la sustancia y de la libertad del albedrío, cabe definirla como la ciencia que trata de los errores fundamentales del hombre, pero como si fuesen verdades fundamentales.
De las cosas
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ORGANISMOS INFERIORES
Para la realización de la historia de la génesis del pensamiento humano, de la que habla en el apartado
Fenómeno y cosa en sí, Nietzsche, toma ahora, como base, tanto la evolución, como los estímulos del placer y del dolor. Según él, en los organismos inferiores ya se hallarían predispuestos los rasgos metafísicos que, posteriormente,se presentan en el ser humano.
Cuestiones
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El JUICIO
El papel del juicio ha sido siempre un concepto fundamental en la lógica y en la metafísica. Pues bien, para Nietzsche, no es más que una creencia, relacionada con el sentimiento de lo agradable y de lo doloroso. Por ejemplo, cuando un organismo inferior realiza un hecho que le lleva a tener una sensación de dolor, percibe que en otro ser se ha producido el mismo hecho y la misma sensación, entonces, al fundirse ambas sensaciones, aparece una tercera,  (el juicio) que le dice, por ejemplo, que si soy temerario y realizo tal acción, entonces.....
Cuestiones
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COSAS IGUALES
Incluso las ideas de la lógica, como el principio de identidad, las sitúa Nietzsche en un origen inferior. En este caso, para las plantas las cosas estarían todas quietas, serían como eternas. Pues bien, de este período inferior de la escala evolutiva heredaríamos, según Nietzsche, la creencia de que existe lo uno y lo inmovil o la seguridad de que cada cosa es igual a sí misma.
Cuestiones
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LIBRE ALBEDRÍO
La misma idea del libre albedrío tiene su origen en estados sentientes que nos llevan a considerarnos como aislados de lo que nos rodea (eso mismo le sucede a las plantas) y, por tanto, como algo incondicionado. Ello nos lleva a la representación de una acción puede estar desvinculada de toda condición anterior y, por tanto, pensar que somos libres. La creencia en la libertad del albedrío es, según Nietzsche, un error originario de todo lo orgánico.
Cuestiones
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ERRORES DE LA METAFÍSICA
Dado que la metafísica se ha ocupado del libre albedrio, o de lo inmovil y de lo eterno, y todo ello no se nos revela más que como una derivación de lo orgánico, es evidente, según Nietzsche, que esta pretendida reina de todas las ciencias no trata de otra cosa que de errores, con el agravante, que los presenta como verdades fundamentales.
Cuestiones
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El número.- El descubrimiento de las leyes de los números hízose sobre la base del error originariamente ya dominante de que había muchas cosas iguales (cuando en realidad no hay nada igual), al menos de que había cosas (cuando no hay ninguna -cosa.). La hipótesis de la pluralidad siempre presupone que hay algo que ocurre muchas veces; pero aquí precisamente impera ya el error, pues ya fingimos esencias, unidades, que no hay. Nuestras sensaciones de espacio y tiempo son falsas, pues, consecuentemente examinadas, conducen a contradicciones lógicas. En todas las constataciones científicas siempre contamos inevitablemente con algunas dimensiones falsas; pero, dado que estas dimensiones son al menos constantes, como por ejemplo nuestra percepción del espacio y el tiempo, los resultados de la ciencia cobran un rigor y una seguridad perfectos en su conexión recíproca; sobre ellos puede seguir construyéndose, hasta ese límite extremo en que las premisas erróneas, esos errores constantes, entran en contradicción con los resultados, por ejemplo en la teoría atómica. Entonces una y otra vez nos sentimos forzados a la admisión de una -cosa o -sustrato material puesto en movimiento, mientras que todo el procedimiento científico se ha entregado precisamente a la tarea de resolver todo lo cósico (material) en movimiento: también aquí escindimos todavia con nuestra sensación lo motor y lo móvil, y no salimos de este círculo, pues la creencia en cosas está ligada a nuestra esencia desde la antigüedad Cuando Kant dice: -el entendimiento no extrae sus leyes de la naturaleza, sino que se las prescribe a ésta, esto es completamente verdadero respecto al concepto de naturaleza que estamos obligados a conectar con ella (naturaleza = mundo como representación, es decir, como error), pero que es la suma de una multitud de errores del entendimiento. A un mundo que no sea nuestra representación le son enteramente inaplicables las leyes de los números: éstas únicamente valen en el mundo del hombre.
De las cosas
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RESOLUCIÓN
Notar que  para la resolución de estos problemas científicos, Nietzsche, no tiene en cuenta la ciencia de su tiempo sino lo que los griegos, sobre todo los filósofos presocráticos,  habían reflexionado sobre el problema de la existencia de un substrato permanente que, a su vez, está en movimiento.
Número
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KANT
Nietzsche, que conocía la obra de Kuno Fischer sobre Kant pero que, muy posiblemente, no leyó a Kant directamente, establece aqui  un principio que éste señala en los Prologómenos: el sujeto es quien impone su ley a la naturaleza y no a la inversa. Nietzsche no discute este principio, pero si señala que lo que el sujeto impone, en su conocimiento del mundo, no es más que un cúmulo de errores y fantasías.
Número
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Algunos peldaños atrás. Un grado ciertamente muy elevado de cultura se alcanza cuando el hombre supera conceptos y temores supersticiosos y religiosos y deja por ejemplo de creer en los angelitos o en el pecado original, habiéndose también desentendido de la salvación de las almas: si está en esta fase de la liberación, aún tiene también que triunfar de la metafísica con supremo esfuerzo de recapacitación. Pero entonces es necesario un movimiento regresivo: en tales representaciones debe comprender la justificación histórica y también la psicológica, debe reconocer cómo el mayor avance de la humanidad procede de ahí y cómo sin tal movimiento regresivo nos privaríamos de los mejores frutos de la humanidad hasta la fecha. Por lo que a la metafísica filosófica se refiere, veo que ahora son cada vez más los llegados a la meta negativa (que toda metafísica positiva es un error), pero pocos todavía los que descienden algunos peldaños; debe en efecto mirarse más allá por encima del último peldaño de la escala, pero no querer quedarse en él. Los más esclarecidos no llegan más que a liberarse de la metafísica y a mirarla por encima del hombro con superioridad, cuando también aquí, como en el hipódromo, es preciso virar al final de la recta.
De las cosas
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LIBERACIÓN
En relación con la metafísica, Nietzsche, diferencia, en este apartado, entre fase de liberación y fase de recapacitación. La primera consiste en superar los conceptos y temores supersticiosos y religiosos, asi como el desentenderse tambien de la cuestión de la salvación de almas.
Peldaños
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RECAPACITACIÓN
Además de la fase de liberación metafísica, es necesario tambien una fase de recapacitación. Esta consiste en realizar un movimiento regresivo que nos lleve a comprender el origen de los errores de la metafísica.
Peldaños
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Supuesta victoria del escepticismo. Adóptese por una vez el punto de partida escéptico: puesto que no hubiera ningún otro mundo, metafísico, y que todas las explicaciones del único mundo conocido por nosotros extraídas de la metafísica nos fueran inservibles, ¿con qué ojos miraríamos entonces a hombres y cosas? Uno puede imaginarse esto, y es conveniente, incluso si se descarta la pregunta de si Kant y Schopenhaucr han demostrado científicamente algo metafísico. Pues históricamente es muy probable que un día los hombres devengan a este respecto, en conjunto y en general, escépticos, se plantea entonces la pregunta: ¿cómo se configurará entonces la sociedad humana bajo el influjo de una tal actitud? Quizá la prueba científica de un mundo metafísico cualquiera sea ya tan difícil que la humanidad no pueda ya dejar de desconfiar en ella, Y cuando se desconfía de la metafísica, las consecuencias son en definitiva las mismas que si fuera directamente refutada y no se debiera ya creer en ella. La cuestión histórica en relación con una actitud antimetafísica de la humanidad resulta la misma en ambos casos.
De las cosas
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Incredulidad en el monumentum aere perennius. Una desventaja esencial que comporta la desaparición de enfoques metafísicos consiste en que el individuo constriñe demasiado la mirada a su breve tiempo de vida y no recibe impulsos más fuertes para edificar instituciones duraderas, erigidas para siglos; el mismo quiere coger el fruto del árbol que planta, y ya no quiere por tanto plantar esos árboles que requieren un cultivo regular a lo largo de siglos y que están destinados a dar sombra a largas series de generaciones. Pues los enfoques metafísicos producen la creencia de que en ellos se halla el definitivo fundamento último sobre el que en adelante está obligado a asentarse y erigirse todo el futuro de la humanidad; el individuo procura su salvación cuando, por ejemplo, funda una iglesia, un monasterio, cosa, cree él, que se le abona y recompensa en la supervivencia del alma después de la muerte, que es trabajo por la salvación del alma. ¿Puede la ciencia despertar también tal fe en sus resultados? En realidad ha menester la duda y la desconfianza como fidelísimos aliados; no obstante, con el tiempo la suma de las verdades intangibles, es decir, sobrevivientes a todos los asaltos del escepticismo, a todas las descomposiciones, puede llegar a ser tan grande (por ejemplo, en la dietética de la salud), que se decida cimentar sobre ella obras -eternas. Mientras tanto, el contraste de nuestra efímera y agitada existencia con el reposo de largo aliento de la época metafísica opera aún demasiado fuertemente, dado que ambas épocas están todavía demasiado próximas; el mismo hombre individual pasa hoy en día por demasiadas evoluciones internas y externas como para que ni siquiera ose instalarse duraderamente y de una vez por todas en su propio tiempo de vida. Un hombre enteramente moderno que, por ejemplo, quiere construirse una casa, tiene una sensación como si fuera a emparedarse vivo en un mausoleo.
De las cosas
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MONUMENTUM AERE PERENNIUS
Monumento más duradero que el bronce. Expresión que toma Nietzsche de las Odas III, 30,1 de Horacio. Quinto Horacio Flaco fue un poeta latino del 65 a de Cristo.
Incredulidad
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Epoca de la comparación. Cuanto menos atados están los hombres a la tradición, tanto mayor es el movimiento de los motivos, tanto mayor es, correspondientemente, la inquietud externa, el entrecruzamiento de los hombres, la polifonía de los afanes. ¿Para quién hay en general todavía una obligación estricta de encadenarse a sí y a su descendencia a un lugar? ¿Para quién hay en general todavía algo estrictamente vinculante? Asi como se reproducen toda clase de estilos artísticos unos junto a otros, así también todos los grados y clases de moralidad, de costumbres, de culturas. Una tal época recibe su significado del hecho de que en ella pueden compararse y vivirse unas junto a otras las distintas concepciones del mundo, costumbres, culturas; lo cual antaño, dado el dominio siempre localizado de cada cultura, no era posible, debido a la vinculación de todos los estilos artísticos a un lugar y a una época. Ahora un incremento del sentimiento estético decidirá definitivamente entre tantas formas como se ofrecen a la comparación: dejará que la mayorita -a saber, las que él rechace, perezcan. Igualmente se produce ahora una selección en las formas y hábitos de la eticidad superior, cuya meta no puede ser otra que la eliminación de las eticidades inferiores. ¡Es la época de la comparación! Este es su orgullo, pero, para ser justos, también su desgracia. ¡No temamos esta desgracia! Queramos más bien entender tan generosamente como podamos la tarea que nos fija la época: por ello nos bendecirá la posteridad, una posteridad que se sabe por encima tanto de las cerradas culturas populares originales como de la cultura de la comparación, pero que vuelve agradecida la vista atrás hacia ambas clases de cultura como hacia venerables antigüedades.
De las cosas
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EPOCA DE LA COMPARACION
Es evidente que en este apartado, Nietzsche, se nos presenta como un ciudadano del mundo. Aquellos que lo acusan de precursor del nacional-socialismo alemán, debían leer este capítulo con detenimiento. Nietzsche aboga por una cultura universal, de eticidad superior, en donde vivan unas junto a otras las distintas concepciones del mundo, sus costumbres y culturas. Nietzsche se nos presenta tambien como un hombre moderno al postular la existencia de un hombre de sentimiento estético crecido que sea capaz de decidir ante tantas formas como se ofrecen a la comparación. Con ello la eticidad superior se impondrá y eliminará a la eticiad inferior. Lo que Nietzsche no puede saber es que este tiempo, todavía hoy, en pleno siglo xxi, está por llegar.
Epoca de comparación
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Posibilidad del progreso. Cuando un erudito en la cultura antigua jura no tratar más con hombres que crean en el progreso, tiene razón. Pues la cultura antigua tiene su grandeza y bondad a sus espaldas, y la formación histórica le obliga a uno a admitir que jamás puede recobrar su frescura; hace falta una estupidez inaguantable o un fanatismo no menos insufrible para negar esto. Pero los hombres pueden decidir conscientemente seguir desarrollándose hacia una nueva cultura, mientras que antes se desarrollaban inconsciente y contingentemente: ahora pueden crear mejores condiciones para el nacimiento de las personas, su alimentación, educación, instrucción, administrar económicamente la tierra en su globalidad, sopesar y engastar entre sí las fuerzas de los hombres en general. Esta nueva cultura consciente mata a la antigua, que, contemplada en su conjunto, ha conducido a una vida inconsciente de animal y planta; mata también la desconfianza hacia el progreso; éste es posible. Quiero decir: es precipitado y casi sin sentido creer que el progreso debe tener lugar necesariamente; pero ¿cómo podría negarse que es posible? No es en cambio ni siquiera pensable un progreso en el sentido y por el camino de la cultura antigua. Aunque el fantaseo romántico aplica constantemente la palabra -progreso. a sus metas (por ejemplo, cerradas culturas populares originales), en todo caso toma prestada la imagen del pasado: su pensamiento y su representación carecen de toda originalidad en este dominio.
De las cosas
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NUEVA CULTURA
Aunque Nietzsche es un conocedor y defensor profundo de la cultura antigua, sobre todo, de la griega, de tal modo que en el Nacimiento de la tragedia señala que la renovación alemana estaría representada por la música de Wagner en el sentido de que ésta representaría el sentir dionisíaco griego; ahora, matiza claramente esta posición. Diferencia entre cultura antigua, la cual evoluciona inconsciente y contingentemente, y la nueva cultura. Esta, de modo consciente, puede crear mejores condiciones de vida para la personas. Por consiguiente, aunque el progreso no sea algo necesario, si es posible y, por ello, no puede negarse. Pero no se puede olvidar que, para Nietzsche, el progreso está intimamente unido a la cultura.
Posibilidad progreso
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FANTASEO ROMÁNTICO
Alusión a Wagner y la creencia romántica de que los mitos del pasado alemán podrían representar la base de la renovación cultural de Alemania. 
Posibilidad progreso
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Moral privada y moral universal. Desde que se ha extinguido la creencia en que un dios rige los destinos del mundo a gran escala y, pese a todas las curvas que aparecen en la senda de la humanidad, los conduce con autoridad a feliz término, los hombres deben proponerse a sí mismos fines ecuménicos que abarquen toda la tierra. La vieja moral, sobre todo la de Kant, exige del individuo los actos que se deseen de todos los hombres: hermosa ingenuidad era ésa; como si cada cual supiera sin más qué conducta beneficia al conjunto de la humanidad, qué actos en general son por tanto deseables; es ésta una teoría como la del libre cambio, que presupone que la armonía general debe resultar por sí misma según leyes de perfeccionamiento innatas. Quizá una futura visión panorámica de las necesidades de la humanidad haga que aparezca como no deseable en absoluto que todos los hombres actúen igual; en interés de metas ecuménicas más bien cabría proponer para porciones enteras de la humanidad tareas especiales, quizá, bajo ciertas circunstancias, incluso malas. En todo caso, si la humanidad no debe arruinarse con un tal gobierno consciente de conjunto, debe antes adquiriese, como pauta científica de las metas ecuménicas, un  conocimiento de las condiciones de la cultura superior a todos los grados hasta aquí alcanzados. En esto consiste la inmensa tarea de los grandes espíritus del siglo que viene.
De las cosas
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LA VIEJA MORAL
Nietzsche contrapone aquí a la vieja moral de la igualdad una ética de la diferencia. Para ello, cita la formulación del imperativo categórico de Kant: Obra de tal modo que siempre puedas querer que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal, según la cual, cada uno, antes de llevar a cabo una acción moral, debería preguntarse si lo que va hacer sería algo que deberían hacer por igual todos los hombres. Nietzsche, rechaza esta tesis por ingenua y propone, frente a la igualdad de actuación, diferencia.
Privada y universal
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La reacción como progreso. Aparecen de vez en cuando espíritus rudos, violentos y arrebatadores, pero no obstante atrasados, que una vez más conjuran una fase pasada de la humanidad: sirven de prueba de que las nuevas orientaciones contra las que operan no son aún lo bastante fuertes, de que les falta algo: si no, harían mejor oposición a esos conjuradores. Así la Reforma de Lutero,por ejemplo, testimonia que en su siglo todos los arranques de la libertad del espíritu eran todavía inseguros, tiernos, juveniles; la ciencia todavía no podía levantar la cabeza. Más aún, todo el Renacimiento aparece como una primavera prematura casi barrida por la nieve. Pero también en nuestro siglo ha demostrado la metafísica de Schopenhauer que tampoco ahora es el espíritu científico lo bastante fuerte: así han podido toda la concepción del mundo y todo el sentimiento del hombre propios de la Edad Media cristiana celebrar una vez más en la doctrina de Schopenhauer, pese a la aniquilación lograda ha mucho de todos los dogmas cristianos, una resurrección. En su doctrina resuena mucha ciencia, pero no es ésta lo que domina en ella, sino la antigua, bien conocida -necesidad metafísica. Una de las mayores y absolutamente inestimables ventajas que de Schopenhauer obtenemos es sin duda que él fuerza a nuestro sentimiento a retroceder por algún tiempo a antiguas, poderosas concepciones del mundo y del hombre, a las que difícilmente nos conduciría otro sendero. La ganancia para la historia y la justicia es muy grande: yo creo que sin la ayuda de Schopenhaucr nadie lograría hacer ahora fácilmente justicia al cristianismo y a sus parientes asiáticos, algo particularmente imposible desde la plataforma del cristianismo todavía existente. Sólo tras este gran éxito de la justicia, sólo después de haber corregido en un punto tan esencial la concepción historicista que el Siglo de las Luces trajo consigo, podemos enarbolar de nuevo la bandera de la Ilustración, la bandera con los tres nombres: Petrarca, Erasmo, Voltaire. Hemos hecho de la reacción un progreso.
De las cosas
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ESPÍRITUS RUDOS
Nótese que los espíritus rudos, de los que habla Nietzsche, son tambien espíritus atrasados, es decir, representan, aún, ideas del pasado, aunque tratadas desde una perspectiva nueva y más real, lo que hará que la humanidad, al conocerlas realmente, no quiera volver a repetirlas.
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REFORMA
Martín Lutero (1483-1546) es el reformista,  rudo y atrasado, que posibilitó en el siglo XVI el cisma del cristianismo y el nacimiento del protestantismo. Representa, por un lado, la necesidad de la libertad de espíritu mientrás que lleva, dentro de sí, los elementos más retrógrados de la penitencia y la fe cristianas.
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RENACIMIENTO
Primavera de la antigüedad casi barrida por la nieve. Asi define Nietzsche a este época. Ahora bien, asi como la posición de la Reforma y la de Schopenhauer representan claramente la reacción como progreso. ¿En qué sentido lo haría el Renacimiento? Si efectivamente el renacimiento hace justicia al mundo antiguo, entonces éste se nos mostraría como algo a no repetir por la humanidad. ¿Es esto lo que ahora piensa Nietzsche?
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SCHOPENHAUER
Según Nietzsche la filosofía de Schopenhauer representa los sentimientos del mundo de la Edad media cristiana. En este sentido, es un reaccionario. Ahora bien, los presenta de tal forma que el hombre moderno sabe el gran problema  que significaría, para la humanidad, volver a repetir esos valores. En este sentido, es progreso.
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NECESIDAD METAFÍSICA
Ver Mundo como voluntad y representación de Schopenhauer. Allí en la Parte II, I, I, cap 17, se nos habla Sobre la necesidad metafísica del hombre.
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JUSTICIA
Cuando Schopenhuer nos presenta la auténcia cara del mundo medieval cristiano, la ganancia para la historia y la justicia que se produce para con la humanidad es muy grande: permite a la humanidad comprender aquello que, de ningún modo, debería repetir.
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TRES NOMBRES
En este triunvirato, Nietzsche, nombra a Petrarca (1304-74), poeta y erudito italiano, que representa al Renacimiento; a Desiderio Erasmo (1466-1536), polígrafo holandés y representante del humanismo, y a Voltaire, que representa a la Ilustración.
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REACCIÓN COMO PROGRESO
Aunque parezca algo absolutamente contradictorio, a la luz de la interpretación de Nietzsche, lo reaccionario puede ser, al mismo tiempo, progresista. Y es que existen hombres rudos y atrasados, que aún viviendo en una época, lleva muy dentro de sí etapas anteriores. Sin embargo, nos las presentan del tal modo, y, con tal veracidad, que lo que realmente están señalando es que tales etapas están superadas. En definitiva, han hecho de la reacción un progreso.
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Sustituto de la religión. Se cree predicar algo bueno de una filosofía cuando se la presenta como sustituto de la religión para el pueblo. En la economía espiritual son ocasionalmente menester en efecto cielos de pensamiento transitivos; así, el paso de la religión a la concepción científica es un salto violento, peligroso, algo desaconsejable. En tal medida es justo este encarecimiento. Pero, en fin, también debería comprenderse que las necesidades que ha satisfecho la religión y ahora debe satisfacer la filosofía no son inmutables; incluso es posible atenuarlas y erradicarlas. Piénsese, por ejemplo, en la miseria del alma cristiana, los lamentos por la perversidad interior, la preocupación por la salvación, representaciones todas que no dimanan más que de errores de la razón y que de ningún modo merecen una satisfacción, sino la eliminación. Una filosofía puede ser útil satisfaciendo también esas necesidades, o bien suprimiéndolas; pues son necesidades adquiridas, temporalmente limitadas, que descansan sobre presupuestos contradictorios con los de la ciencia. Lo que mucho mejor debe aquí emplearse para hacer una transición es el arte, a fin de aliviar el ánimo sobrecargado de sentimientos; pues esas representaciones reciben mucho menos apoyo de él que de una filosofía metafísica. Es más fácil pasar luego del arte a una ciencia filosófica efectivamente liberadora.
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Palabras desacreditadas. ¡Abajo con las palabras, empleadas hasta la saciedad, optimismo y pesimismo  pues cada día hay menos pretextos para usarlas: sólo a los charlatanes les son hoy aún tan absolutamente necesarias. Pues ¿para qué diablos querría alguien ser optimista si no tiene que defender a un dios que debe haber creado el mejor de los mundos, si es que es él mismo lo bueno y perfecto?; pero, ¿quién que piense tiene todavía necesidad de la hipótesis de un dios? Mas falta también todo pretexto para una profesión de fe pesimista, a no ser que se tenga interés en escandalizar a los abogados de Dios, a los teólogos o a los filósofos teologizantes, y sentar categóricamente la afirmación contraria: que impera el mal, que el displacer es mayor que el placer, que el mundo es una chapuza, la manifestación de una mala voluntad hacia la vida. Pero, ¿quién se ocupa hoy todavía de los teólogos, aparte de los teólogos? Prescindiendo de toda teología y de la lucha contra ella, por descontado que el mundo no es ni bueno ni malo, menos aún el mejor o el peor, y que estos conceptos de -bueno. y -malo. sólo tienen sentido referidos a hombres, y tal vez ni siquiera aquí, tal como habitualmente se los emplea, estén justificados: debemos en todo caso desechar tanto la concepción del mundo denigratoria como la enaltecedora.
De las cosas
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ABAJO CON EL OPTIMISMO Y PESIMISMO
En una alusión clara a Schopenhauer, Nietzsche, clama por la desaparición del optimismo y del pesimismo a la hora de valorar el mundo. No tiene sentido -al modo de Leibniz- hablar del mejor mundo de los posibles, ni tampoco defender que lo que predomina en éste es el mal. Todo estas consideraciones son de tipo teológico, y de la teología ya solo se ocupan los pocos teólogos que quedan. El mundo no es ni bueno ni malo.
Desacreditadas
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Embriagado por la fragancia de las flores. Opínase que la nave de la humanidad tiene mayor calado cuanto más se la carga; se cree que cuanto más profundamente piensa el hombre, cuanto más tiernamente siente, cuanto más superior se estima, cuanto más se distancia de los demás animales, tanto más aparece como el genio entre los animales, tanto más se acerca a la esencia real del mundo y al conocimiento del mismo: esto es lo que hace realmente a través de la ciencia, pero supone hacerlo todavía más mediante sus religiones y sus artes. Estas son ciertamente una flor del mundo, pero en absoluto están más cerca de la raíz del mundo que el tallo: en modo alguno puede a partir de ellas comprenderse mejor la esencia de las cosas, aunque esto crean casi todos. El error ha hecho al hombre tan profundo, delicado e inventiva como para lograr de él una flor tal como las religiones y las artes. El conocimiento puro no habría sido capaz de hacerlo. Quien nos desvelase la esencia del mundo nos causaría a todos la más desagradable de las desilusiones. No el mundo como cosa en sí, sino el mundo como representación (como error) es tan rico en significado, profundo, prodigioso, preñado de dicha y de desdicha. Este resultado conduce a una filosofía de la negación lógica del mundo; la cual, por lo demás, puede compaginarse con una afirmación práctica del mundo lo mismo que con su contrario.
De las cosas
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NEGACIÓN LÓGICA DEL MUNDO
Si, tal como, Nietzsche, ya ha establecido en
Fenómeno y cosa en sí, el intelecto humano no produce más que errores, es evidente que ello implica que el conocimiento humano no es otra cosa que una negación lógica del mundo, al menos, tal como hasta ahora, ha venido entendiéndose la lógica.
Embriagado
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Malos hábitos de razonamiento. Los paralogismos más habituales de los hombres son éstos: una cosa existe, luego tiene un derecho. Aquí de la capacidad de vida una opinión hace feliz, por tanto es verdadera; su efecto es bueno, por tanto ella misma es buena y verdadera. Aquí se le adscribe al efecto el predicado de procurador de felicidad, bueno, en el sentido de útil, y luego se provee a la causa del mismo predicado de bueno, pero aquí en el sentido de lo lógicamente válido. La recíproca de estas tesis reza: una cosa no puede imponerse, mantenerse, por tanto es injusta; una opinión atormenta, irrita, por tanto es falsa. El librepensador, que con harta frecuencia aprende a conocer lo defectuoso de esta manera de razonar y tiene que sufrir sus consecuencias, sucumbe muchas veces a la tentación de hacer las inferencias contrarias, que en general son, como es natural, igualmente erróneas: una cosa no puede imponerse, por tanto es buena; una opinión produce zozobra, inquieta, por tanto es verdadera.
De las cosas
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Lo ilógico, necesario. Entre las cosas que pueden llevar a un pensador a la desesperación figura el reconocimiento de que lo ilógico es necesario para el hombre y de que de lo ilógico nace mucho de bueno. Está tan firmemente anclado en las pasiones, en el lenguaje, en el arte, en la religión y en general en todo lo que le confiere valor a la vida, que no puede arrancárselo sin con ello dañar fatalmente estas bellas cosas. Sólo los hombres demasiado ingenuos pueden creer que la naturaleza del hombre pueda ser transformada en una puramente lógica, pero si hubiese grados de aproximación a esta meta, ¡cuánto se perdería por este camino! Incluso el más racional de los hombres necesita volver de vez en cuando a la naturaleza, es decir, a su fundamental actitud ilógica bacia todas las cosas.
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Ser injusto, necesario. Todos los juicios sobre el valor de la vida se han desarrollado ilógicamente y son por tanto injustos. Lo viciado del juicio reside, en primer lugar, en la manera en que se presenta el material, a saber, muy incompletamente; en segundo lugar, en la manera como se hace la suma, y, en tercer lugar, en el hecho de que cada pieza singular del material es a su vez el resultado de un conocimiento viciado, y esto ciertamente con plena necesidad. Ninguna experiencia, por ejemplo, sobre un hombre, por cercano que éste sea, puede ser completa, de modo que tengamos un derecho lógico a una apreciación del conjunto del mismo; todas las estimaciones son necesariamente precipitadas. Por último, el metro con que medimos, nuestro ser, no es una magnitud constante: tenemos humores y fluctuaciones; y sin embargo deberíamos conocernos a nosotros mismos como un metro fijo, a fin de apreciar justamente la relación con nosotros de cualquier cosa. Quizá de todo ello se siga que no debiera juzgarse en absoluto; pero, ¡si simplemente se pudiera vivir sin tener que hacer apreciaciones, sin aversiones ni inclinaciones!; pues toda aversión está ligada a una estimación, lo mismo que toda inclinación. Un impulso a acercarse o a alejarse de algo sin sentimiento de querer lo benéfico y evitar lo nocivo, un impulso sin una especie de apreciación recognoscitiva del valor de la meta, no existe en el hombre. Somos por definición seres ilógicos y por consiguiente injustos, y podemos reconocerlo; esta es una de las mayores y más insolubles disarmonías de la existencia.
De las cosas
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INJUSTICIA E ILÓGICA
Si el entendimiento humano es fuente de errores, parece evidente que todas sus apreciaciones sobre el valor del mundo son ilógicas. Pero, además, Nietzsche, identifica aquí lo ilógico con lo injusto.
Ser injusto
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El error sobre la vida, necesario para la vida. Toda creencia en el valor y la dignidad de la vida estriba en un pensamiento viciado; únicamente es posible porque el sentimiento de participación en la vida y el sufrimiento generales de la humanidad está muy débilmente desarrollado en el individuo. Incluso los escasos hombres que piensan en general más allá de sí mismos no abarcan con su mirada esta vida general, sino partes limitadas de la misma, Si sabe poner la mira sobre todo en las excepciones, quiero decir, en los grandes talentos y las almas puras, si toma la producción de éstos como meta de todo el desarrollo del mundo y disfruta con su actividad, puede uno creer en el valor de la vida, pues pasa por alto a los demás hombres:su pensamiento, por tanto, está viciado. E igualmente, si abarca ciertamente a todos los hombres con la mirada pero no admite en ellos más que un género de impulsos, los menos egoístas, y les perdona los demás impulsos, entonces puede uno esperar de nuevo algo de la humanidad en su conjunto y, en tal medida, creer en el valor de la vida; por consiguiente, también en este caso por un vicio del pensamiento. Pero, se comporte como se comporte, con este comportamiento es una excepción entre los hombres. Ahora bien, precisamente la mayoría de los hombres soportan la vida sin graves protestas y creen por tanto en el valor de la existencia, justamente porque cada cual únicamente se quiere y afirma a sí, y no sale de sí, como aquellas excepciones: todo lo extrapersonal no le es perceptible en absoluto o a lo sumo como vina débil sombra. El valor de la vida para el hombre corriente, ordinario, estriba únicamente en el hecho de que se da más importancia a sí que al mundo. La gran falta de fantasía de que adolece hace que no pueda penetrar en otros seres por medio del sentimiento, y que por tanto participe lo menos posible de su suerte y sus sufrimientos. En cambio, quien efectivamente pudiera participar no podría por menos de desesperar del valor de la vida;, si lograse captar y sentir en sí la consciencia conjunta de la humanidad, estallaría en maldiciones contra la existencia, pues en su conjunto la humanidad no tiene ninguna meta, y consecuentemente el hombre, al considerar la marcha en su totalidad, no puede hallar en ella su consuelo y sostén, sino su desesperación. Si en todo lo que hace tiene en cuenta la ausencia última de meta de los hombres, entonces su propia acción cobra a sus ojos el carácter de desperdicio. Pero sentirse en cuanto humanidad (y no sólo en cuanto individuo) tan desperdiciado como vemos desperdiciadas las flores individuales de la naturaleza, es un sentimiento por encima de todos los sentimientos. Pero, ¿quién es susceptible de él? Ciertamente sólo un poeta: y los poetas siempre saben consolarse.
De las cosas
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PENSAMIENTO VICIADO
El pensamiento humano está viciado. Si uno intenta creer en el valor de la vida a base de poner su fé en hombres excepcionales (como el mismo Nietzsche había hecho con Wagner), entonces se está pasando por alto a los demás hombres; si, por el contrario, intenta abarcar con su mirada a todos los hombres, para poder creer en la humanidad, tiene que hacer abstracción de los impulsos egoistas y negativos presentes en muchos hombres. En ambos casos, el pensamiento que intenta dar sentido al valor de la vida, está viciado.
Error
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HOMBRE ORDINARIO
El hombre corriente y ordinario no se plantea los problemas anteriores y, por ello, soporta la vida sin graves protestas. Al hombre ordinario todo lo extrapersonal no le es perceptible sino como una debil sombra. Al darse más importancia a sí mismo que al mundo, al no poder penetrar en la suerte y en el sufrimiento de los demás, ¿qué sentido tiene que se pregunte por el valor de la vida en general?
Error
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NINGUNA META
Mostrando todavía rasgos de pesimismo schopenhauriano, Nietzsche, señala que si alguien pudiera desentrañar el valor de la vida, lo único que descubriría es que la humanidad no tiene ninguna meta. No le quedaría más remedio que la desesperación o refugiarse en el oficio de poeta.
Error
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Para tranquilizarse. Pero, ¿no se convierte así nuestra filosofía en tragedia? ¿No se torna enemiga de la vida, de lo mejor? Una pregunta parece venírsenos a los labios y sin embargo no querer ser formulada: ¿puede uno permanecer conscientemente en la falsedad?, o, si es que no bay otro remedio, ¿no es entonces preferible la muerte? Pues ya no hay un deber; la moral, en tanto que era deber, está efectivamente, por nuestro modo de consideración, tan destruida como la religión. El conocimiento no puede dejar subsistir como motivos más que el placer y el displacer, el provecho y el perjuicio; pero, ¿cómo se las compondrán estos motivos con el sentido de la verdad? Tampoco ellos afectan en efecto a errores (en la medida en que, como se ha dicho, inclinación y aversión y sus muy injustas mediciones determinan esencialmente nuestro placer y displacer). Toda la vida humana está profundamente sumergida en la falsedad; el individuo no puede sacarla de este pozo sin llegar a sentir antipatía hacia su pasado por profundísimas razones, sin encontrar disparatados sus motivos actuales, como el del honor, y oponer ironía y desprecio a las pasiones que empujan hacia el futuro y a una felicidad en el mismo. ¿Es cierto que ya no queda otro modo de pensar que el que acarrea como resultado personal la desesperación, como resultado teórico una filosotia de la destrucción?  Yo creo que la decisión sobre las consecuencias del conocimiento la da el temperamento de cada persona: lo mismo que esas consecuencias descritas y posibles en naturalezas singulares, yo podría pensar otras en virtud de las cuales naciera una vida mucho más simple, menos viciada por los afectos que la actual; de modo que al principio los antiguos motivos del deseo vehemente todavía tendrían fuerza debido a un antiguo hábito heredado, pero paulatinamente irían debilitándose bajo el influjo del conocimiento purificador. En definitiva, uno viviría entre los hombres y consigo como en la naturaleza, sin elogios, reproches, acaloramiento, disfrutando como de un espectáculo de muchas cosas hacia las cuales hasta entonces sólo tenía que temerse. Se habría uno desembarazado del énfasis y ya no sentiría el aguijón del pensamiento de que no es sólo naturaleza o más que naturaleza. Por supuesto, esto requeriría, como queda dicho, un buen temperamento, un alma afianzada, indulgente y en el fondo contenta, un humor que no precisara estar en guardia contra las perfidias y los súbitos arrebatos, y que en sus manifestaciones no tuviera nada de tono gruñón ni de encarnizamiento, esas molestas propiedades consabidas de perros y hombres viejos desde ha mucho condenados. Un hombre que se ha zafado de las cadenas corrientes de la vida hasta tal punto que sólo vive para conocer cada vez mejor, debe poder renunciar, sin envidia ni despecho, a muchas cosas, a casi todo lo que para los demás hombres tiene valor; le debe bastar, como la más deseable situación, con ese libre, intrépido planear sobre hombres, costumbres, leyes y las estimaciones tradicionales de las cosas. De buen grado comparte el gozo de esta situación, y quizá no tenga nada más que compartir, lo cual por supuesto implica una privación, una abdicación más. Pero si, a pesar de esto, se quiere más de él, señalará con benévolo movimiento de cabeza a su hermano, el hombre de acción libre, y quizá no oculte un poco de ironía, pues de su -libertad habría mucho que hablar.
De las cosas
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FALSEDAD
Es evidente que si el entendimiento es fuente de errores, entonces uno se encuentra permanentemente en el ámbito de la falsead. Ahora bien, si ello es asi, ¿no sería preferible la muerte?. Aparecen, de nuevo aquí, los problemas que tuvieron centrada la atención de Nietzsche en esta época. No es de extrañar que en sus cuadernos de notas se encuentre muy presente lo que denomina como problema de la verdad. Y es que si toda la vida está profundamente sumergida en la falsedad, solo queda la filosofía del pesimismo de Schopenhauer. Pero sabemos como, a partir de 1882, el intrépido Nietzsche, descubrirá su terribe verdad en las ideas del eterno retorno, de la muerte de Dios y del superhombre.
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NATURALEZA
Pero, en estos momentos de Humano,demasiado humano, la verdad no se le presenta aún a Nietzsche como una idea clara y defendible. De ahí que proponga basar el conocimiento, por un lado, en el temperamento (él era un claro exponente) y, por otro, en vivir como en la naturaleza, es decir, disfrutando del espectáculo sin acaloramientos, sin elogios ni reproches. Se trataría de sentirse desembarazado del aguijón del conocimiento. De alguna forma, se trataría de practicar un cómodo escepticismo. Tambien, en el caso de Nietzsche, un modo de esperar a las musas y el delirio creativo.
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INTREPIDO
Pero el temperamento de Nietzsche no estaba hecho para el escepticismo. El era un hombre intrépido que tenía que lanzarse a la aventura de bucear en las profundidades de su pensamiento en la búsqueda de una verdad que ya no podía encontrar en lugar alguno que no fuera en sí mismo. No es de extrañar que, más adelante, en La Gaya ciencia, Nietzsche, titule a su quinto  libro como Nosotros los intrépidos.
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