Ecce homo
El nacimiento de la tragedia
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Para ser justos con El nacimiento de la tragedia (1872) será necesario olvidar
algunas cosas. Ha influido e incluso fascinado por lo que tenía de errado, por su
aplicación al wagnerismo, como si éste fuese un síntoma de ascensión. Este
escrito fue, justo por ello, un acontecimiento en la vida de Wagner: sólo a partir de
aquel instante se pusieron grandes esperanzas en su nombre. Todavía hoy se me recuerda a
veces, en las discusiones sobre Parsifal, que en realidad yo tengo sobre mi
conciencia el hecho de que haya prevalecido una opinión tan alta sobre el valor
cultural de ese movimiento. - He encontrado muchas veces citado este escrito como El
renacimiento de la tragedia en el espíritu de la música, sólo se ha tenido oídos
para percibir en él una nueva fórmula del arte, del propósito, de la tarea de
Wagner, - en cambio no se oyó lo que de valioso encerraba en el fondo ese escrito.
«Grecia y el pesimismo, éste habría sido un título menos ambiguo; es decir, una
primera enseñanza acerca de cómo los griegos acabaron con el pesimismo, - de con qué lo
superaron... Precisamente la tragedia es la prueba de que los griegos no fueron
pesimistas: Schopenhauer se equivocó aquí, como se equivocó en todo.
Examinándolo con cierta neutralidad, El nacimiento de la tragedia parece un
escrito muy intempestivo: nadie imaginaría que fue comenzado bajo los truenos de
la batalla de Wörth. Yo medité a fondo estos problemas ante los muros de Metz, en frías
noches de septiembre, mientras trabajaba en el servicio de sanidad; podría creerse más
bien que la obra fue escrita cincuenta años antes. Es políticamente indiferente -no
«alemana», se dirá hoy-, desprende un repugnante olor hegeliano, sólo en algunas
fórmulas está impregnada del amargo perfume cadavérico de Schopenhauer. Una «idea»
-la antítesis dionisiaco y apolíneo-, traspuesta a lo metafísico; la historia misma,
vista como el desenvolvimiento de esa «idea»; en la tragedia, la antítesis superada en
unidad; desde esa óptica, cosas que jamás se habían mirado cara a cara, puestas
súbitamente frente a frente, iluminadas y comprendidas unas por medio de otras...
La ópera, por ejemplo, y la revolución... Las dos innovaciones decisivas del
libro son, por un lado, la comprensión del fenómeno dionisiaco en los griegos: el
libro ofrece la primera psicología de ese fenómeno, ve en él la raíz única de todo el
arte griego. Lo segundo es la comprensión del socratismo: Sócrates, reconocido por vez
primera como instrumento de la disolución griega, como décadent típico. «Racionalidad»
contra instinto. ¡La «racionalidad» a cualquier precio, como violencia peligrosa, como
violencia que socava la vida! - En todo el libro, un profundo, hostil silencio contra el
cristianismo. Éste no es ni apolíneo ni dionisiaco; niega todos los valores estéticos,
los únicos valores que El nacimiento de la tragedia reconoce: el cristianismo
es nihilista en el más hondo sentido, mientras que en el símbolo dionisiaco se alcanza
el límite extremo de la afirmación. En una ocasión se alude a los sacerdotes
cristianos como una «pérfida especie de enanos», de «
Ecce homo
El nacimiento de la tragedia
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Este comienzo es extremadamente notable. Yo había descubierto el único símbolo y
la única réplica de mi experiencia más íntima que la historia posee, - justo por ello
había sido yo el primero en comprender el maravilloso fenómeno de lo dionisiaco.
Asimismo, por el hecho de reconocer a Sócrates como décadent había dado yo una
prueba totalmente inequívoca de que la seguridad de mi garra psicológica no es puesta en
peligro por ninguna idiosincrasia moral- - la moral misma entendida como síntoma de décadence
es una innovación, una singularidad de primer rango en la historia del conocimiento.
¡Con estas dos ideas había saltado yo muy alto por encima de la lamentable
charlatanería, propia de mentecatos, sobre optimismo contra pesimismo! - Yo fui el
primero en ver la auténtica antítesis: - el instinto degenerativo, que se vuelve
contra la vida con subterránea avidez de venganza ( - el cristianismo, la filosofia de
Schopenhaucr, en cierto sentido ya la filosofia de Platón, el idealismo entero, como
formas típicas), y una fórmula de la afirmación suprema, nacida de la
abundancia, de la sobreabundancia, un decir sí sin reservas aun al sufrimiento, aun a la
culpa misma, aun a todo lo problemático y extraño de la existencia... Este sí último,
gozosísimo, exuberante, arrogantísimo dicho a la vida no es sólo la intelección
suprema, sino también la más honda, la más rigurosamente confirmada y sostenida
por la verdad y la ciencia. No hay que sustraer nada de lo que existe, nada es superfluo -
los aspectos de la existencia rechazados por los cristianos y otros nihilistas pertenecen
incluso a un orden infinitamente superior, en la jerarquía de los valores, que aquello
que el instinto de décadence pudo lícitamente aprobar, llamar bueno. Para
captar esto se necesita coraje y, como condición de él, un exceso de fuerza: pues
nos acercamos a la verdad exactamente en la medida en que al coraje le es lícito osar
ir hacia delante, exactamente en la medida de la fuerza. El conocimiento, el decir sí a
la realidad, es para el fuerte una necesidad, así como son una necesidad para el débil,
bajo la inspiración de su debilidad, la cobardía y la huida frente a la realidad
- el «ideal»... El débil no es dueño de conocer: los décadents tienen necesidad de
la mentira, ella es una de sus condiciones de conservación. - Quien no sólo comprende la
palabra «dionisiaco», sino que se comprende a sí mismo en ella, no necesita
ninguna refutación de Platón, o del cristianismo, o de Schopenhauer - huele la
putrefacción...
Ecce homo
El nacimiento de la tragedia
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En qué medida, justo con esto, había encontrado yo el concepto de lo «trágico» y
había llegado al conocimiento definitivo de lo que es la psicología de la tragedia, es
cosa que he vuelto a exponer últimamente en el Crepúsculo de los ídolos,
Ecce homo
El nacimiento de la tragedia
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En este escrito deja oír su voz una inmensa esperanza. Yo no tengo, en definitiva, motivo
alguno para renunciar a la esperanza de un futuro dionisiaco de la música. Adelantemos
nuestra mirada un siglo, supongamos que mi atentado contra los milenios de
contranaturaleza y de violación del hombre tiene éxito. Aquel nuevo partido de la vida
que tiene en sus manos la más grande de todas las tareas, la cría selectiva de la
humanidad, incluida la inexorable aniquilación de todo lo degenerado y parasitario, hará
posible de nuevo en la tierra aquella demasía de vida de la cual tendrá que
volver a nacer también el estado dionisiaco.Yo prometo una edad trágica: el arte
supremo en el decir sí a la vida, la tragedia, volverá a nacer cuando la humanidad tenga
detrás de sí la consciencia de las guerras más duras, pero más necesarias, sin
sufrir por ello... A un psicólogo le sería lícito añadir incluso que lo que en mis
años jóvenes oí yo en la música wagneriana no tiene nada que ver en absoluto con
Wagner; que cuando yo describía la música dionisiaca describía aquello que yo había
oído, - que yo tenía que trasponer y transfigurar instintivamente todas las cosas al
nuevo espíritu que llevaba dentro de mí. La prueba de ello, tan fuerte como sólo una
prueba puede serlo, es mi escrito Wagner en Bayreuth: en todos los pasajes
psicológicamente decisivos se habla únicamente de mí, - es lícito poner sin ningún
reparo mi nombre o la palabra «Zaratustra» allí donde el texto pone la palabra
«Wagner». La entera imagen del artista
Ecce homo
Las Intempestivas
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El primero de estos cuatro atentados tuvo un éxito extraordinario. El revuelo que
provocó fue espléndido en todos los sentidos. Yo había tocado a una nación victoriosa
en su punto vulnerable, - decía que su victoria no era un acontecimiento cultural, sino
tal vez, tal vez, algo completamente distinto... La respuesta llegó de todas partes y no
sólo, en absoluto, de los viejos amigos de David Strauss, a quien yo había puesto en
ridículo, presentándolo como tipo de cultifilisteo alemán y como satisfait [satisfecho],
en suma, como autor de su evangelio de
Ecce homo
Las Intempestivas
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Exceptuadas, como es obvio, algunas cosas, yo no afirmaría que las Intempestivas señaladas
con los nombres de Schopenhauer y de Wagner puedan servir especialmente para comprender o
incluso sólo plantear el problema psicológico de ambos casos. Así, por ejemplo, con
profunda seguridad instintiva se dice ya aquí que la realidad básica de la
naturaleza de Wagner es un talento de comediante, talento que, en sus medios y en sus
intenciones, no hace más que extraer sus consecuencias. En el fondo yo quería, con estos
escritos, hacer otra cosa completamente distinta que psicología: en ellos intentaba
expresarse por vez primera un problema de educación sin igual, un nuevo concepto de la cría
de un ego, de la auto-defensa, hasta llegar a la dureza, un camino hacia la
grandeza y hacia tareas histórico-universales. Hablando a grandes rasgos, yo agarré por
los cabellos, como se agarra por los cabellos una ocasión, dos tipos famosos y todavía
no definidos en absoluto, con el fin de expresar algo, con el fin de tener en la mano unas
cuantas fórmulas, signos, medios lingüísticos más. En definitiva, esto se halla
también insinuado, con una sagacidad completamente inquietante, en la página 93 de la
Humano, demasiado humano
Con dos continuaciones
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Humano, demasiado humano es el monumento de una crisis. Dice
de sí mismo que es un libro para espíritus libres: casi cada una de sus frases
expresa una victoria - con él me liberé de lo que no pertenecía a mi naturaleza.
No pertenece a ella el idealismo: el título dice «donde vosotros veis cosas
ideales, veo yo - ¡cosas humanas, ay, sólo demasiado humanas!» ... Yo conozco mejor
al hombre... La expresión «espíritu libre» quiere ser entendida aquí en este
único sentido: un espíritu devenido libre, que ha vuelto a tomar posesión de
sí. El tono, el sonido de la voz se han modificado completamente-. se encontrará este
libro inteligente, frío, a veces duro y sarcástico. Cierta espiritualidad de gusto aristocrático
parece sobreponerse de continuo a una corriente más apasionada que se desliza por el
fondo. En este contexto tiene sentido el que la publicación del libro ya en el año 1878
se disculpase propiamente, por así decirlo, con la celebración del centenario de la
muerte de
Humano, demasiado humano
Con dos continuaciones
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Los inicios de este libro se sitúan en las semanas de los primeros Festivales de
Bayreuth: una profunda extrañeza frente a todo lo que allí me rodeaba es uno de sus
presupuestos. Quien tenga una idea de las visiones que ya entonces, me habían salido a
mí al paso podrá adivinar de qué humor me encontraba cuando un día me desperté en
Bayreuth. Totalmente como si soñase... ¿Dónde estaba yo? No reconocía nada, apenas
reconocí a Wagner. En vano hojeaba mis recuerdos.
Humano, demasiado humano
Con dos continuaciones
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Lo que entonces se decidió en mí no fue, acaso, una ruptura con Wagner - yo advertía un
extravío total de mi instinto, del cual era meramente un signo cada desacierto
particular, se llamase Wagner o se llamase cátedra de Basilea. Una impaciencia conmigo
mismo hizo presa en mí; yo veía que había llegado el momento de reflexionar sobre mí.
De un solo golpe se me hizo claro, de manera terrible, cuánto tiempo había sido
ya desperdiciado, - qué aspecto inútil, arbitrario, ofrecía toda mi existencia de
filólogo, comparada con mi tarea. Me avergonce de esta falsa modestia... Habían pasado
diez años en los cuales la alimentación de mi espíritu había quedado
propiamente detenida, en los que no había aprendido nada utilizable, en los que había
olvidado una absurda cantidad de cosas a cambio de unos cachivaches de polvorienta
erudición. Arrastrarme con acribia y ojos enfermos a través de los
Humano, demasiado humano
Con dos continuaciones
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Entonces mi instinto se decidió implacablemente a que no continuasen aquel ceder ante
otros, aquel acompañar a otros, aquel confundirme a mi mismo con otros. Cualquier modo de
vida, las condiciones más desfavorables, la enfermedad, la pobreza - todo me parecía
preferible a aquel indigno «desinterés» en que yo había caído, primero por
ignorancia, por juventud, pero al que más tarde había permanecido aferrado por pereza,
por lo que se llama «sentimiento del deber». - Aquí vino en mi ayuda de una manera que
no puedo admirar bastante, y justo en el momento preciso, aquella mala herencia de mi
padre, - en el fondo, una predestinación a una muerte temprana. La enfermedad me sacó
con lentitud de todo aquello: me ahorró toda ruptura, todo paso violento y
escandaloso. No perdí entonces ninguna benevolencia y conquisté varias más. La
enfermedad me proporcionó asimismo un derecho a dar completamente la vuelta a todos mis
hábitos. me permitió olvidar, me ordenó olvidar; me hizo el regalo de obligarme
a la quietud, al ocio, a aguardar, a ser paciente... ¡Pero esto es lo que quiere
decir pensar!... Mis ojos, por sí solos, pusieron fin a toda bibliomanía, hablando
claro: a la filología: yo quedaba «redimido» del libro, durante años no volví a leer
nada - ¡el máximo beneficio que me he procurado! - El mí-mismo más
profundo, casi sepultado, casi enmudecido bajo un permanente tener-que-oír a otros
sí-mismos ( - ¡y esto significa, en efecto, leer!), se despertó lentamente, tímido,
dubitativo, - pero al final volvió a hablar Nunca he sido tan feliz conmigo mismo
como en las épocas más enfermas y más dolorosas de mi vida. hasta mirar Aurora, o El
caminante y su sombra, para comprender lo que significó esta «vuelta a mí
mismo»: ¡una especie suprema de curación!... La otra no fue más que una
consecuencia de ésta.
Humano, demasiado humano
Con dos continuaciones
5 -
Humano, demasiado humano, este monumento de una rigurosa cría de un ego, con
la que puse bruscamente fin en mí a toda patraña superior, a todo «idealismo», a todo
«sentimiento bello» y a otras debilidades femeninas que se habían infiltrado en mí,
fue redactado en sus partes principales en Sorrento; quedó concluido y alcanzó forma
definitiva durante un invierno pasado en Basilea, en condiciones incomparablemente peores
que las de Sorrento. En el fondo quien tiene sobre su conciencia este libro es el señor
Humano, demasiado humano
Con dos continuaciones
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Del modo como yo pensaba entonces (1876) acerca de mí mismo, de la seguridad tan inmensa
con que conocía mi ta- rea y la importancia histórico-universal de ella, de eso da
testimonio el libro entero, pero sobre todo un pasaje muy explícito. sólo que también
aquí evité, con mi instintiva astucia, la partícula «yo» y esta vez lancé los rayos
de una gloria histórico-universal no sobre Schopenhauer o sobre Wagner, sino sobre uno de
mis amigos, el distinguido doctor
Aurora
Pensamientos sobre la moral como prejuicio
1
Con este libro empieza mi campaña contra la moral No es
que huela lo mas mínimo a pólvora: - en él se percibirán oloes completamente distintos
y mucho más amables, suponiendo que se tenga alguna finura en la nariz. Ni artillería
pesada, ni tampoco ligera: si el efecto del libro es negativo, tanto menos lo son sus
medios, esos medios de los cuales se sigue el efecto como una conclusión, no como un
cañonazo. El que el lector diga adiós a este libro llevando consigo una cautela esquiva
frente a todo lo que hasta ahora se había llegado a honrar e incluso adorar bajo el
nombre de moral no está en contradicción con el hecho de que en todo el libro no
aparezca ni una sola palabra negativa, ni un solo ataque, ni una sola malignidad, - antes
bien, repose al sol, orondo, feliz, como un animal marino que toma el sol entre peñascos.
En última instancia, yo mismo era ese animal marino- casi cada una de las frases de este
libro está ideada, pescada, en aquel caos de peñascos cercano a Génova, en
el cual me encontraba solo y aún tenía secretos con el mar. Todavía ahora, si por
casualidad toco este libro, casi cada una de sus frases se convierte para mí en un hilo,
tirando del cual extraigo de nuevo algo incomparable de la profundidad: toda su piel
tiembla de delicados estremecimientos del recuerdo. No es pequeño el arte que lo
distingue en retener un poco cosas que se escabullen ligeras y sin ruido, instantes que yo
llamo lagartos divinos, retenerlos no, desde luego, con la crueldad de aquel joven dios
griego que simplemente ensartaba al pobre lagartillo, pero sí con algo afilado de todos
modos, con la pluma... «Hay tantas auroras que todavía no han resplandecido» - esta
Aurora
Pensamientos sobre la moral como prejuicio
2
Mi tarea de preparar a la humanidad un instante de suprema autognosis, un gran
mediodía en el que mire hacia atrás y hacia delante, en el que se sustraiga al
dominio del azar y de los sacerdotes y plantee por vez primera, en su totalidad, la cuestión
del ¿por qué?, del ¿para qué? -, esta tarea es una consecuencia necesaria para quien
ha comprendido que la humanidad no marcha por sí misma por el camino recto, que no es
gobernada en absoluto por un Dios, que, antes bien, el instinto de la negación, de la
corrupción, el instinto de décadence ha sido el que ha reinado con su seducción,
ocultándose precisamente bajo el manto de los más santos conceptos de valor de la
humanidad. El problema de la procedencia de los valores morales es para mí un problema de
primer rango, porque condiciona el futuro de la humanidad. La exigencia de que se
debe creer que en el fondo todo se encuentra en las mejores manos, que un libro, la
Biblia, proporciona una tranquilidad definitiva acerca del gobierno y la sabiduría
divinos en el destino de la humanidad, esa exigencia representa, retraducida a la
realidad, la voluntad de no dejar aparecer la verdad sobre el lamentable contrapelo de
esto, a saber, que la humanidad ha estado hasta ahora en las peores manos, que ha
sido gobernada por los fracasados, por los astutos vengativos, los llamados «santos»,
esos calumniadores del mundo y violadores del hombre. El signo decisivo en que se revela
que el sacerdote (incluidos los sacerdotes enmascarados, los filósofos) se ha
enseñoreado de todo, y no sólo de una determinada comunidad religiosa, el signo en que
se revela que la moral de la décadence, la voluntad de final, se considera como
moral en sí, es el valor incondicional que en todas partes se concede a lo
no-egoísta y la enemistad que en todas partes se dispensa a lo egoísta. A quien esté en
desacuerdo conmigo en este punto lo considero infectado.. Pero todo el mundo está
en desacuerdo conmigo... Para un fisiólogo tal antítesis de valores no deja ninguna
duda. Cuando dentro del organismo el órgano más diminuto deja, aunque sea en medida muy
pequeña, de proveer con total seguridad a su autoconservación, a la recuperación de sus
fuerzas, a su «egoísmo», entonces el todo degenera. El fisiólogo exige la amputación
de la parte degenerada, niega toda solidaridad con lo degenerado, está completamente
lejos de sentir compasión por ello. Pero el sacerdote quiere precisamente la
degeneración del todo, de la humanidad: por ello conserva lo degenerado - a ese
precio domina él a la humanidad... ¿Qué sentido tienen aquellos conceptos- mentiras,
los conceptos auxiliares de la moral, «alma», «espíritu», «voluntad libre»,
«Dios», sino el de arruinar fisiológicamente a la humanidad?... Cuando se deja de tomar
en serio la autoconservación, el aumento de fuerzas del cuerpo, es decir, de la vida, cuando
de la anemia se hace un ideal, y del desprecio del cuerpo «la salud del alma», ¿qué es
esto más que una receta para la décadence? - La pérdida del centro de
gravedad, la resistencia contra los instintos naturales, en una palabra, el
«desinterés» - a esto se ha llamado hasta ahora moral... Con Aurora yo fui el
primero en entablar la lucha contra la moral de la renuncia a sí mismo. -
La gaya ciencia
(«la gaya scienza»)
1
Aurora es un libro que dice sí, un libro profundo, pero luminoso y benévolo.
Eso mismo puede afirmarse también, y en grado sumo, de La gaya ciencia: casi en
cada una de sus frases van tiernamente unidas de la mano profundidad y petulancia. Unos
versos que expresan la gratitud por el más prodigioso mes de enero que yo he vivido -el
libro entero es regalo suyo- revelan suficientemente la profundidad desde la que aquí se
ha vuelto gaya la «ciencia»:
Oh tú, que con dardo de fuego
el hielo de mi alma has roto,
para que ahora ésta con estruendo
se lance al mar de su esperanza suprema: cada vez más luminosa y más sana,
libre en la obligación más afectuosa -
¡así es como ella ensalza tus prodigios, bellísimo
Lo que «esperanza suprema» significa aquí, ¿quién puede
tener dudas sobre ello al ver refulgir, como conclusión del libro
cuarto, la belleza diamantino de las primeras palabras del Zaratustra? - ¿O al
leer las frases graníticas del final del libro tercero,
con las cuales se reduce a fórmulas por vez primera un destino para todos los tiempos?
Las Canciones del Príncipe Vogelfrei, compuestas en
su mayor parte en Sicilia, recuerdan de modo explícito el concepto provenzal de la «gaya
scienza», aquella unidad de cantor, caballero y espíritu libre que hace que
aquella maravillosa y temprana cultura de los provenzales se distinga de todas las
culturas ambiguas; sobre todo la poesía última de todas, Al
mistral, una desenfrenada canción de danza, en la que, ¡con permiso!, se
baila por encima de la moral, es un provenzalismo perfecto. -
Presentación
Así habló Zaratustra
Un libro de todos y para nadie
1
Voy a contar ahora la historia del Zaratustra. La concepción fundamental de la
obra, el pensamiento del eterno retorno, esa fórmula suprema de afirmación a que
puede llegarse en absoluto, - es de agosto del año 1881: se encuentra anotado en una hoja
a cuyo final está escrito: «
Así habló Zaratustra
Un libro de todos y para nadie
2
Para entender este tipo es necesario tener primero claridad acerca de su presupuesto
fisiológico: éste es lo que yo denomino la gran salud. No sé explicar este
concepto mejor y de manera más personal que como ya lo tengo explicado en uno de
los apartados finales del libro quinto de
Así habló Zaratustra
Un libro de todos y para nadie
3
- ¿Tiene alguien, a finales del siglo xix, un concepto claro de lo que los poetas de
épocas poderosas denominaron inspiración? En caso contrario, voy a describirlo. -
Si se conserva un mínimo residuo de superstición, resultaría difícil rechazar de hecho
la idea de ser mera encarnación, mero instrumento sonoro, mero medium de fuerzas
poderosísimas. El concepto de revelación, en el sentido de que de repente, con indecible
seguridad y finura, se deja ver, se deja oír algo, algo que lo conmueve y
trastorna a uno en lo más hondo, describe sencillamente la realidad de los
Así habló Zaratustra
Un libro de todos y para nadie
4
Después de esto estuve enfermo en Génova algunas semanas. Siguió luego una melancólica
primavera en
Así habló Zaratustra
Un libro de todos y para nadie
5
Prescindiendo de estas obras de diez días, los años deL Zaratustra y sobre todo
los siguientes representaron un estado de miseria sin igual. Se paga caro el ser
inmortal: se muere a causa de ello varias veces durante la vida. - Hay algo que yo
denomino la rancune [rencor] de lo grande: todo lo grande, una obra, una acción,
se vuelve, inmediatamente de acabada, contra quien la hizo. Éste se encuentra
entonces débil justo por haberla hecho, - no soporta ya su acción, no la mira ya a la
cara. Tener detrás de sí algo que jamás fue lícito querer, algo a lo que está
atado el nudo del destino de la humanidad - ¡y tenerlo ahora encima de sí!...
Casi aplasta... ¡La rancune [rencor] de lo grande! - Una segunda cosa es el
espantoso silencio que se oye alrededor. La soledad tiene siete pieles; nada pasa ya a
través de ellas. Se va a los hombres, se saluda a los amigos: nuevo desierto, ninguna
mirada saluda ya. En el mejor de los casos, una especie de rebelión. Tal rebelión la
advertí yo en grados muy diversos, pero en casi todo el mundo que se hallaba cerca de
mí; parece que nada ofende más hondo que el hacer notar de repente una distancia, - las
naturalezas aristocráticas, que no saben vivir sin venerar, son escasas. - Una
tercera cosa es la absurda irritabilidad de la piel a las pequeñas picaduras, una especie
de desamparo ante todo lo pequeño. Esto me parece estar condicionado por el inmenso
derroche de todas las energías defensivas que cada acción creadora, cada acción
nacida de lo más propio, de lo más íntimo, de lo más profundo, tiene como presupuesto.
Las pequeñas capacidades defensivas quedan de este modo en suspenso, por así
decirlo: ya no afluye a ellas fuerza alguna. - Me atrevo a sugerir que uno digiere peor,
se mueve a disgusto, está demasiado expuesto a sentimientos de escalofrío, incluso a la
desconfianza, - a la desconfianza, que es en muchos casos un mero error etiológico.
Hallándome en un estado semejante, yo advertí en una ocasión la proximidad de un
rebaño de vacas, antes de haherlo visto, por el retorno de pensamientos más suaves, más
humanitarios: aquello tiene en sí calor ..
Así habló Zaratustra
Un libro de todos y para nadie
6
Esta obra ocupa un lugar absolutamente aparte. Dejemos de lado a los poetas: acaso nunca
se haya hecho nada desde una sobreabundancia igual de fuerzas. Mi concepto de lo
«dionisiaco» se volvió aquí acción suprema; medido por ella, todo el resto del
obrar humano aparece pobre y condicionado. Decir que un Goethe, un Shakespeare no podrían
respirar un solo instante en esta pasión y esta altura gigantescas, decir que Dante,
comparado con Zaratustra, es meramente un creyente y no alguien que crea por vez
primera la verdad, un espíritu que
- el alma que posee la escala más larga y
que más profundo puede descender,
el alma más vasta, la que más lejos puede correr y errar y vagar dentro de
sí,
la más necesaria, que por placer se precipita en el azar,
el alma que es, y se sumerge en el devenir, la que posee, y quiere sumergirse
en el querer y desear,
la que huye de sí misma, que a sí misma se da alcance en los círculos más
amplios,
el alma más sabia, a quien más dulcemente habla la necedad,
la que más se ama a sí misma, en la que todas las cosas tienen su corriente
y su contracorriente, su flujo y su reflujo.
Pero esto es el concepto mismo de Dioniso. - Otra
consideración conduce a idéntico resultado. El problema psicológico del tipo de
Zaratustra consiste en cómo aquel que niega con palabras, que niega con hechos, en
un grado inaudito, todo lo afirmado hasta ahora, puede ser a pesar de ello la antítesis
de un espíritu de negación; en cómo el espíritu que porta el destino más pesado, una
tarea fatal, puede ser, a pesar de ello, el más ligero y ultraterreno -Zaratustra es un
danzarín--, en cómo aquel que posee la visión más dura, más terrible de la realidad,
aquel que ha pensado el «pensamiento más abismal», no
encuentra en sí, a pesar de todo, ninguna objeción contra el existir y ni siquiera
contra el eterno retorno de éste - antes bien, una razón más para ser él mismo el sí
eterno dicho a todas las cosas, «el inmenso e ilimitado decir sí y amén»... «A todos los abismos
llevo yo entonces, como una bendición, mi decir sí»... Pero esto es, una vez más,
el concepto de Dioniso.
Presentación
Así habló Zaratustra
Un libro de todos y para nadie
7
- ¿Qué lenguaje hablará tal espíritu cuando hable él solo consigo mismo? El lenguaje
del ditirambo. Yo soy el inventor del ditirambo: óigase cómo Zaratustra habla
consigo mismo antes de la salida del sol (III,18): tal felicidad de
esmeralda, tal divina ternura no la poseyó antes de mí lengua alguna. Aun la más honda
melancolía de este Dioniso se torna ditirambo; tomo como signo La canción de la
noche, el inmortal lamento de estar condenado, por la sobreabundancia de luz y de
poder, por la propia naturaleza solar, a no amar.
Es de noche: ahora hablan más fuerte todos los surtidores.
Y también mi alma es un surtidor.
Es de noche: sólo ahora se despiertan todas las canciones de los amantes. Y también mi
alma es la canción de un amante.
En mí hay algo insaciado, insaciable, que quiere hablar. En mí hay un ansia de amor que
habla asimismo el lenguaje del amor.
Luz soy yo: ¡ay, si fuera noche! Pero ésta es mi soledad, el estar circundado de luz.
¡Ay, si yo fuese oscuro y nocturno! ¡Cómo iba a sorber los pechos de la luz!
¡Y aun a vosotras iba a bendecimos, a vosotras estrellitas centelleantes y gusanos
relucientes allá arriba! - y a ser dichoso por vuestros regalos de luz.
Pero yo vivo dentro de mi propia luz, yo reabsorbo en mí todas las llamas que de mí
salen.
No conozco la felicidad del que toma; y a menudo he soñado que robar tiene que ser aún
más dichoso que tomar.
Ésta es mi pobreza, el que mi mano no descansa nunca de dar; ésta es mi envidia, el ver
ojos expectantes y las despejadas noches del anhelo.
¡Oh desventura de todos los que regalan! ¡Oh eclipse de mi sol! ¡Oh ansiade ansiar!
¡Oh hambre ardiente en la saciedad!
Ellos toman de mí: ¿pero toco yo siquiera su alma? Un abismo hay entre tomar y dar: el
abismo más pequeño es el más difícil de salvar.
Un hambre brota de mi belleza: daño quisiera causar a quienes ilumino, saquear quisiera a
quienes colmo de regalos: - tanta es mi hambre de maldad.
Retirar la mano cuando ya otra mano se extiende hacia ella; semejante a la cascada, que
sigue vacilando en su caída: tanta es mi hambre de maldad.
Tal venganza se imagina mi plenitud; tal perfidia mana de mi soledad.
¡Mi felicidad en regalar ha muerto a fuerza de regalar, mi virtud se ha cansado de sí
misma por su sobreabundancia!
Quien siempre regala corre peligro de perder el pudor; a quien siempre distribuye
fórmansele, a fuerza de distribuir, cahos en las manos y en el corazón.
Mis ojos ya no se llenan de lágrimas ante la vergüenza de los que piden; mi mano se ha
vuelto demasiado dura para el temblar de manos llenas.
¿Adónde se fueron la lágrima de mi ojo y el plumón de mi corazón? ¡Oh soledad de
todos los que regalan! ¡Oh taciturnidad de todos los que brillan!
Muchos soles giran en el espacio desierto: a todo lo que es oscuro hábianle con su luz, -
para mí callan.
Oh, ésta es la enemistad de la luz contra lo que brilla, el recorrer despiadada sus
órbitas.
Injusto en lo más hondo de su corazón contra lo que brilla: frío para con los soles, -
así camina cada sol.
Semejantes a una tempestad recorren los soles sus órbitas, ése es su caminar, siguen su
voluntad inexorable, ésa es su frialdad.
¡Oh, sólo vosotros los oscuros, los nocturnos, sacáis calor de lo que brilla! ¡Oh,
sólo vosotros bebéis leche y consuelo de las ubres de la luz!
¡Ay, hielo hay a mi alrededor, mi mano se abrasa al tocar lo helado! ¡Ay, en mí hay
sed, que desfallece por vuestra sed!
Es de noche: ¡ay, que yo tenga que ser luz! ¡Y sed de lo nocturno! ¡Y soledad!
Es de noche: ahora, cual una fuente, brota de mí mi deseo, - hablar es lo que deseo.
Es de noche: ahora hablan más fuerte todos los surtidores. Y también mi alma es un
surtidor.
Es de noche: ahora se despiertan todas las canciones de los amantes. Y también mi alma es
la canción de un
Así habló Zaratustra
Un libro de todos y para nadie
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Nada igual se ha compuesto nunca, ni sentido nunca, ni sufrido nunca: así sufre
un dios, un Dioniso. La respuesta a este ditirambo del aislamiento solar en la luz sería
Ariadna ... ¡Quién sabe, excepto yo, qué es Ariadna! ... De todos estos enigmas nadie
tuvo hasta ahora la solución, dudo que alguien viera siquiera aquí nunca enigmas. -
Zaratustra define en una ocasión su tarea -es también la mía- con tal rigor que
no podemos equivocarnos sobre el sentido: dice sí hasta llegar a la justificación, hasta
llegar incluso a la redención de todo lo pasado.
Yo camino entre los hombres como entre los fragmentos del futuro: de aquel futuro que
yo contemplo.
Y todos mis pensamientos y deseos tienden a pensar y reunir en unidad lo que es fragmento
y enigma y espantoso azar.
¡Y cómo soportaría yo ser hombre si el hombre no fuese también poeta y adivinador de
enigmas y el redentor del azar!
Redimir a los que han pasado, y transformar todo «Fue» en un «Así lo quise yo» -
¡sólo eso sería para m
Más allá del bien y del mal
Preludio de una filosofia del futuro
1
La tarea de los años siguientes estaba ya trazada de la manera más rigurosa
posible. Después de haber quedado resuelta la parte de mi tarea que dice sí le llegaba
el turno a la otra mitad, que dice no, que hace no: la transvaloración
misma de los valores anteriores, la gran guerra, - el conjuro de un día de la decisión.
Aquí está incluida la lenta mirada alrededor en busca de seres afines, de seres que
desde una situación fuerte me ofrecieran la mano para aniquilar. - A partir de ese
momento todos mis escritos son anzuelos: ¿entenderé yo acaso de pescar con anzuelo mejor
que nadie?... Si nada ha picado, no es mía la culpa. Faltaban los peces...
Más allá del bien y del mal
Preludio de una filosofia del futuro
2
Este libro (1886) es en todo lo esencial una crítica de la modernidad, no
excluidas las ciencias modernas, las artes modernas, ni siquiera la política moderna, y
ofrece a la vez indicaciones de un tipo antitético que es lo menos moderno posible, un
tipo aristocrático, un tipo que dice sí. En este último sentido el libro es una escuela
del gentíl homme [gentilhombre], entendido este concepto de manera más espiritual y
más radical de lo que nunca hasta ahora lo ha sido. Es necesario tener coraje en el
cuerpo aun sólo para soportarlo, es necesario no haber aprendido a tener miedo... Todas
las cosas de que nuestra época está orgullosa son sentidas como contradicción respecto
a ese tipo, casi como malos modales, así por ejemplo la famosa «Objetividad», la
«compasión por todos los que sufren», el «sentido histórico con su servilismo
respecto al gusto ajeno, con su arrastrarse ante petits faits [hechos pequeños],
el «cientificismo». Si se tiene en cuenta que el libro viene después del Zaratustra,
se adivinará también quizá el régime [régimen] dietético a que debe su
nacimiento. El ojo, malacostumbrado por una enorme coerción a mirar lejos -Zaratustra
ve aún más lejos que el Zar-, es aquí forzado a captar con agudeza lo más cercano,
nuestra época, lo que nos rodea. Se encontrará en todo el libro, sobre todo
también en la forma, idéntico alejamiento voluntario de aquellos instintos que
hicieron posible un Zaratustra. El refinamiento en la forma, en la
intención, en el arte de callar, ocupa el primer plano, la psicología es manejada
con una dureza y una crueldad declaradas, - el libro carece de toda palabra benévola ...
Todo esto recrea: ¿quién adivina, en último término, qué especie de recreación se
hace necesaria tras un derroche tal de bondad como es el Zaratustra? Dicho
teológicamente -préstese atención, pues raras veces hablo yo como teólogo- fue Dios
mismo quien, al final de su jornada de trabajo, se tendió bajo el árbol del conocimiento
en forma de
Genealogía de la moral
Un escrito polémico
1
Los tres tratados de que se compone esta Genealogía son acaso, en
punto a expresión, intención y arte de la sorpresa, lo más inquietante que hasta el
momento se ha escrito. Dioniso es también, como se sabe, el dios de las tinieblas. -
Siempre hay un comienzo que debe inducir a error, un co- mienzo frío, científico,
incluso irónico, intencionadamente situado en primer plano, intencionadamente demorado.
Poco a poco, más agitación; relámpagos aislados; desde lejos se hacen oír con un sordo
gruñido verdades muy desagradables, - hasta que finalmente se alcanza un tempo feroce
[ritmo feroz], en el que todo empuja hacia delante con enorme tensión. Al final, cada
una de las veces, entre detonaciones completamente horribles, una nueva verdad se
hace visible entre espesas nubes. - La verdad del primer tratado es la psicología del
cristianismo. el nacimiento del cristianismo del espíritu del resentimiento, no del
«espíritu», como de ordinario se cree, - un antimovimiento por su esencia, la gran
rebelión contra el dominio de los valores aristocráticos. El segundo tratado
ofrece la psicología de la conciencia: ésta no es, como se cree de ordinario,
«la voz de Dios en el hombre», - es el instinto de la crueldad, que revierte hacia
atrás cuando ya no puede seguir desahogándose hacia fuera. La crueldad, descubierta
aquí por vez primera como uno de los más antiguos trasfondos de la cultura, con el que
no es posible dejar de contar. El tercer tratado da respuesta a la pregunta de
dónde procede el enorme poder del ideal ascético, del ideal sacerdotal, a pesar
de ser éste el ideal nocivo par excellence, una voluntad de final, un ideal de décadence.
Respuesta: no porque Dios esté actuando detrás de los sacerdotes, como se cree de
ordinario, sino faute de mieux [a falta de algo mejor], - porque ha sido hasta
ahora el único ideal, porque no ha tenido ningún competidor. «Pues el hombre prefiere
querer incluso la
Crepúsculo de los ídolos
Cómo se filosofa con el martillo
1
Este escrito, que no llega siquiera a las ciento cincuenta
páginas, de tono alegre y fatal, un demón que ríe, - obra de tan pocos días que vacilo
en decir su número, es la excepción en absoluto entre libros: no hay nada más
sustancioso, más independiente, más demoledor, - más malvado. Si alguien quiere
formarse brevemente una idea de cómo, antes de mí, todo se hallaba cabeza abajo, empiece
por este escrito. Lo que en el título se denomina ídolo es sencillamente lo que
hasta ahora fue llamado verdad. Crepúsculo de los ídolos, dicho claramente: la
vieja verdad se acerca a su final...
Crepúsculo de los ídolos
Cómo se filosofa con el martillo
2
No existe ninguna realidad, ninguna «idealidad» que no sea tocada en este escrito ( -
tocada: ¡qué eufemismo tan circunspecto! ... ). No sólo los ídolos eternos, también
los más recientes, en consecuencia los más seniles. Las «ideas modernas», por ejemplo.
Un gran viento sopla entre los árboles y por todas partes caen al suelo frutos -
verdades. Hay en ello el derroche propio de un otoño demasiado rico: se tropieza con
verdades, incluso se aplasta alguna de ellas con los pies, - hay demasiadas... Pero lo que
se acaba por coger en las manos no es ya nada problemático, son decisiones. Yo soy el
primero en tener en mis manos el metro para medir «verdades», yo soy el primero que puedo
decidir. Como si en mí hubiese surgido una
Crepúsculo de los ídolos
Cómo se filosofa con el martillo
3
Inmediatamente después de acabar la mencionada obra, y sin perder un solo día, acometí
la ingente tarea de la transvaloración, con un soberano sentimiento de orgullo a
que nada se equipara, cierto en todo momento de mi inmortalidad y grabando signo tras
signo en tablas de bronce, con la seguridad propia de un destino. El prólogo es del 3 de
septiembre de 1888: cuando aquella mañana, tras haberío redactado, salí al aire libre,
me encontré con el día más hermoso que la Alta Engadina me ha mostrado jamás -
transparente, de colores encendidos, conteniendo en sí todos los contrastes, todos los
grados intermedios entre el hielo y el sur. - Hasta el 20 de septiembre no dejé
Sils-Maria, retenido por unas inundaciones, siendo al final el único huésped de ese
lugar maravilloso, al que mi agradecimiento quiere otorgar el regalo de un nombre
inmortal. Tras un viaje lleno de incidencias, en que incluso mi vida corrió peligro en el
inundado Como, donde no entré hasta muy entrada la noche, llegué en la tarde del día 21
a Turín, mi lugar probado, mi residencia a partir de entonces. Tomé de nuevo la
misma
El caso Wagner
Un problema para amantes de la música
1
Para ser justos con este escrito es preciso que el destino de la música nos cause el
sufrimiento que produce una herida abierta. ¿De qué sufro cuando sufro del
destino de la música? De que la música ha sido desposeída de su carácter
transfigurador del mundo, de su carácter afirmador, - de que es música de décadence y
ha dejado de ser la flauta de Dioniso... Pero suponiendo que se sienta de ese modo la
causa de la música como causa propia, como historia del sufrimiento propio, se
encontrará este escrito lleno de deferencias y sobremanera suave. En tales casos el
conservar la jovialidad y el burlarse bondadosamente de sí mismo
El caso Wagner
Un problema para amantes de la música
2
Pero aquí nada ha de impedirme ponerme grosero y decirles a los alemanes unas cuantas
verdades duras: ¿quién lo hace si no? - Me refiero a su desvergüenza in
históricis [en cuestiones históricas]. No es sólo que los historiadores alemanes
hayan perdido del todo la visión grande de la andadura, de los valores de la
cultura, que todos ellos sean bufones de la política (o de la Iglesia - ). esa visión
grande ha sido incluso proscrita por ellos. Es necesario ser primero «alemán»,
ser «raza», dicen, luego podrá decidirse sobre todos los valores y no-valores in
historicis [en cuestiones históricas] - se los fija... El vocablo «
El caso Wagner
Un problema para amantes de la música
3
Y en última instancia, ¿por qué no he de manifestar mi sospecha? También en mi caso
volverán los alemanes a ensayar todo para que de un destino inmenso nazca un
El caso Wagner
Un problema para amantes de la música
4
-¿Y por qué no había yo de llegar hasta el final? Me gusta hacer tabla rasa. Forma
incluso parte de mi ambición el ser considerado como despreciadorpar excellence de
los alemanes. La desconfianza contra el carácter alemán la manifesté ya cuando
tenía veintisiete años (tercera
Por qué soy yo un destino
1
Conozco mi suerte. Alguna vez irá unido a mi nombre el recuerdo de
algo mostruoso, - de una crisis como jamás la hubo antes en la Tierra, de la más
profunda colisión de conciencias, de una decisión tomada, mediante un conjuro, contra
todo lo que hasta este momento se ha creído, exigido, santificado. Yo no soy un
hombre, soy dinamita. - Y a pesar de todo esto, nada hay en mí de fundador de una
religión; las religiones son asuntos de la plebe, yo siento la necesidad de lavarme las
manos después de haber estado en contacto con personas religiosas... No quiero «creyentes»,
pienso que soy demasiado maligno para creer en mí mismo, no hablo jamás a las masas...
Tengo un miedo espantoso de que algún día se me declare santo.- se adivinará la
razón por la que yo publico este libro antes, tiende a evitar que se cometan
abusos conmigo. No quiero ser un santo, antes prefiero ser un bufón... Quizá sea yo un
bufón... Y a pesar de ello, o mejor, no a pesar de ello -puesto que nada ha habido
hasta ahora más embustero que los santos-, la verdad habla en mí. Pero mi verdad es terrible:
pues hasta ahora se ha venido llamando,verdad a la mentira. - Transvaloración de
todos los valores: ésta es mi fórmula para designar un acto de suprema autognosis de
la humanidad, acto que en mí se ha hecho carne y genio. Mi suerte quiere que yo tenga que
ser el primer hombre decente, que yo me sepa en contradicción a la mendacidad de
milenios ... Yo soy el primero que ha descubierto la verdad, debido a que he sido
el primero en sentir -en oler- la mentira como mentira... Mi genio está en mi
nariz... Yo contradigo como jamás se ha contradicho y soy, a pesar de ello, la antítesis
de un espíritu que dice no. Yo soy un alegre mensajero como no ha habido ningún
otro, conozco tareas tan elevadas que hasta ahora faltaba el concepto para comprenderlas;
sólo a partir de mí existen de nuevo
Por qué soy yo un destino
2
¿Se quiere una fórmula de un destino como ése,
- y quien tiene que ser un creador en el bien
y en el mal. en verdad, ése tiene que ser antes un aniquilador y quebrantar valores.
Por eso el mal sumo forma parte de la bondad suma: mas ésa es la
Yo soy, con mucho, el hombre más terrible que ha existido hasta
ahora; esto no excluye que yo seré el más benéfico. Conozco el placer de aniquilar en
un grado que corresponde a mi fuerza para aniquilar, - en ambos casos obedezco a mi
naturaleza dionisiaca, la cual no sabe separar el hacer no del decir sí. Yo soy el primer
inmoralista: por ello soy el aniquilado par excellence. -
Presentación
Por qué soy yo un destino
3
No se me ha preguntado, pero debería habérseme preguntado qué significa cabalmente en
mi boca, en boca del primer inmoralista, el nombre Zaratustra; pues lo que
constituye la inmensa singularidad de este persa en la historia es justo lo contrario de
esto. Zaratustra fue el primero en advertir que la auténtica rueda que hace moverse a las
cosas es la lucha entre el bien y el mal, - la trasposición de la moral a lo metafísico,
como fuerza, causa, fin en sí, es obra suya. Mas esa pregunta sería ya, en el
fondo, la respuesta. Zaratustra creó ese error, el más fatal de todos, la moral; en
consecuencia, también él tiene que ser el primero en reconocerlo. No es sólo que
él tenga en esto una experiencia mayor y más extensa que ningún otro pensador -la
historia entera constituye, en efecto, la refutación experimental del principio del
denominado «orden moral del mundo»-: mayor importancia tiene el que Zaratustra sea más
veraz que ningún otro pensador. Su doctrina, y sólo ella, considera la veracidad como
virtud suprema - esto significa lo contrario de la cobardía del «idealista»,
que, frente a la realidad, huye; Zaratustra tiene en su cuerpo más valentía que todos
los demás pensadores juntos. Decir la verdad y disparar bien con
Por qué soy yo un destino
4
En el fondo, son dos las negaciones que encierra en sí mi palabra
inmoralista. Yo niego en primer lugar un tipo de hombre considerado hasta ahora como
el tipo supremo, los buenos, los benévolos, los benéficos; yo niego por otro lado
una especie de moral que ha alcanzado vigencia y dominio de moral en sí, - la moral de la
décadence, hablando de manera más tangible, la moral cristiana. Sería
lícito considerar que la segunda contradicción es la decisiva, pues para mí la
sobreestimación de la bondad y de la benevolencia es ya, vistas las cosas a grandes
rasgos, una consecuencia de la décadence, un síntoma de debilidad, algo
incompatible con una vida ascendente y que dice sí: negar y aniquilar son
condiciones del decir sí. - Voy a detenerme primero en la psicología del hombre bueno.
Para estimar lo que vale un tipo de hombre es preciso calcular el precio que cuesta su
conservación, - es necesario conocer sus condiciones de existencia. La condición de
existencia de los buenos es la mentira: dicho de otro modo, el no-querer-ver a
ningún precio cómo está constituida en el fondo la realidad, a saber, que no lo
está de tal modo que constantemente suscite instintos benévolos, y aun menos de tal modo
que permita constantemente la intervención de manos miopes y bonachonas. Considerar en
general los estados de necesidad de toda especie como objeción, como algo que hay
que eliminar, es la niaiserie par excellence [máxima estupidez],
es, vistas las cosas en conjunto, una verdadera desgracia en sus consecuencias, un destino
de estupidez-, casi tan estúpido como sería la voluntad de eliminar el mal tiempo - por
compasión, por ejemplo, por la pobre gente... En la gran economía del todo los elementos
terribles de la realidad (en los afectos, en los apetitos, en la voluntad de poder) son
inconmensurablemente más necesarios que aquella forma de pequeña felicidad denominada
«bondad»; hay que ser incluso indulgente para conceder en absoluto un puesto a esta
última, ya que se halla condicionada por la mendacidad del instinto. Tendré una gran
ocasión de demostrar las consecuencias desmesuradamente funestas que el optimismo, ese
engendro de los homines optimi [hombres mejores entre todos], ha tenido para la
historia entera. Zaratustra, el primero en comprender que el optimista es tan décadent
como el pesimista, y tal vez más nocivo, dice: Los hombres buenos no dicen nunca
la verdad. Falsas costas y falsas seguridades os han enseñado los buenos: en mentiras de
los buenos habéis nacido y habéis estado cobijados. Todo está falseado y deformado
hasta el fondo por los
Por qué soy yo un destino
5
Zaratustra, primer psicólogo de los buenos, es -en consecuencia- un amigo de los
malvados. Si una especie decadente de hombre ascendió al rango de especie suprema, eso
sólo fue posible a costa de la especie opuesta a ella, de la especie fuerte y vitalmente
segura de hombre. Si el animal de rebaño brilla en el resplandor de la virtud más pura,
el hombre de excepción tiene que haber sido degradado a la categoría de malvado. Si la
mendacidad reclama a toda costa, para su óptica, la palabra «verdad», al
auténticamente veraz habrá que encontrarlo entonces bajo los peores nombres. Zaratustra
no deja aquí duda alguna: dice que el conocimiento de los buenos, de los «Mejores», ha
sido precisamente lo que le ha producido horror por el hombre en cuanto tal; esta repulsión
le ha hecho crecer las alas para «alejarse volando hacia
¡Vosotros los hombres supremos con que mis
ojos tropezaron! Esta es mi duda respecto a vosotros y mi secreto reír: ¡apuesto a que a
mi superhombre lo llamaríais - demonio!
¡Tan extraños sois a lo grande en vuestra alma que el superhombre os resultará temible en su bondad!
De este pasaje, y no de otro, hay que partir para comprender lo
que Zaratustra quiere: esa especie de hombre concebida por él concibe la realidad tal
como ella es: es suficientemente fuerte para hacerlo, no es una especie de hombre
extrañada, alejada de la realidad, es la realidad misma, encierra todavía en sí
todo lo terrible y problemático de ésta, sólo así puede el hombre tener grandeza ...
Presentación
Por qué soy yo un destino
6
- Pero también en otro sentido diferente he escogido para mí la palabra inmoralista como
distintivo, como emblema de honor; estoy orgulloso de tener esa palabra para distinguirme
de la humanidad entera. Nadie ha sentido todavía la moral cristiana como algo
situado por debajo de sí: para ello se necesitaban una altura, una perspectiva,
una profundidad y una hondura psicológicas totalmente inauditas hasta ahora. La moral
cristiana ha sido hasta este momento la Circe de todos los pensadores - éstos se hallaban
a su servicio. - ¿Quién, antes de mí, ha penetrado en las cavernas de las que brota el
venenoso aliento de esa especie de ideal -¡la difamación del mundo!- ?
¿Quién se ha atrevido siquiera a suponer que son cavernas? ¿Quién, antes de mí, ha
sido entre los filósofos psicólogo y no más bien lo contrario de éste,
«farsante superior», «idealista»? Antes de mí no ha habido en absoluto psicología. -
Ser en esto el primero puede ser una maldición, es en todo caso un destino: pues se es
también el primero en despreciar.. La náusea por el hombre es mi peligro...
Por qué soy yo un destino
7
¿Se me ha entendido? - Lo que me separa, lo que me pone aparte de todo el resto de la
humanidad es el haber descubierto la moral cristiana. Por eso necesitaba yo una
palabra que tuviese el sentido de un reto lanzado a todos. No haber abierto antes los ojos
en este asunto representa para mí la más grande suciedad que la humanidad tiene sobre la
conciencia, un autoengaño convertido en instinto, una voluntad de no ver, por
principio, ningún acontecimiento, ninguna causalidad, ninguna realidad, un fraude ín
psychologicis [en cuestiones psicológicas] que llega a ser un crimen. La ceguera
respecto al cristianismo es el crimen par excellence, el crimen contra la vida...
Los milenios, los pueblos, los primeros y los últimos, los filósofos y las mujeres
viejas -exceptuados cinco, seis instantes de la historia, yo como séptimo-, todos ellos
son, en este punto, dignos unos de otros. El cristiano ha sido hasta ahora el «
Por qué soy yo un destino
8
-¿Se me ha entendido? - No he dicho aquí ni una palabra que no hubiese dicho hace ya
cinco años por boca de Zaratustra. - El descubrimiento de la moral cristiana es un
acontecimiento que no tiene igual, una verdadera catástrofe. Quien hace luz sobre ella es
una force majeure [fuerza mayor], un destino, - divide en dos partes la historia de
la humanidad. Se vive antes de él, se vive después de él ... El rayo de
la verdad cayó precisamente sobre lo que más alto se en- contraba hasta ahora: quien
entiende qué es lo que aquí ha sido aniquilado examine si todavía le queda algo en las
manos. Todo lo que hasta ahora se llamó «verdad» ha sido reconocido como la forma más
nociva, más pérfida, más subterránea de la mentira; el sagrado pretexto de «mejorar»
a la humanidad, reconocido como el ardid para chupar la sangre a la vida misma,
para volverla anémica. Moral como vampirismo.. Quien descubre la moral ha
descubierto también el no-valor de todos los valores en que se cree o se ha creído; no
ve ya algo venerable en los tipos de hombre más venerados e incluso proclamados santos,
ve en ellos la más fatal especie de engendras, fatales porque han fascinado...
¡El concepto «Dios», inventado como concepto antitético de la vida - en ese concepto,
concentrado en horrorosa unidad todo lo nocivo, envenenador, difamador, la entera
hostilidad a muerte contra la vida! ¡El concepto «más allá», «mundo verdaderos,
inventado para desvalorizar el único mundo que existe - para no dejar a nuestra
realidad terrenal ninguna meta, ninguna razón, ninguna tarea! ¡El concepto «alma»,
«espíritu», y por fin incluso «alma inmortal», inventado para despreciar el cuerpo,
para hacerlo enfermar -hacerlo «santo»-, para contraponer una ligereza horripilante a
todas las cosas que merecen seriedad en la vida, a las cuestiones de alimentación,
vivienda, dicta espiritual, tratamiento de los enfermos, limpieza, clima! ¡En lugar de la
salud, la «salvación del alma» - es decir, una
Por qué soy yo un destino
9
¿Se me ha comprendido? - Dioniso contra el Crucificado..
86. Ver
El nacimiento de la tragedia.87. Nietzsche cita por las páginas de la primera edición.
88. Véase Ríchard Wagner en Bayreuth, 7.
89. Véase Ríchard Wagner en Bayreuth, 1.
90. Véase Ríchard Wagner en Bayreuth, 4.
91. Véase Ríchard Wagner en Bayreuth, 4.
92. Véase Ríchard Wagner en Bayreuth, 9.
93. Véase Ríchard Wagner en Bayreuth, 6.
94. Los títulos de las cuatro Intempestivas son: 1. David Strauss,
el confesor y el escritor. II. Sobre la utilidad y la desventaja de la ciencia histórica
para la vida.III . Schopenhauer como educador, y IV. Richard Wagner en
Bayreuth.
95. Ver nota anterior sobre este mismo
tema.96. Nietzsche juega aquí con el sentido alemán de la palabra Strauss avestruz,
apellido del autor al que ataca.
97. El artículo contra Nietzsche se publicó el 19 de octubre de 1873, con el
título de Herr Friedrich Nietzsche und díe deutsche Kultur [El Señor Friedrich
Nietzsche y la cultura alemana] y la firma F. B.
98. G. H. Ewald (1803-1875), orientalista alemán, catedrático de lenguas
orientales en la Universidad de Gotinga, autor de numerosas obras. Fue expulsado de su
cátedra por motivos políticos en 1837, reintegrado en 1848, y vuelto a expulsar en 1867.
99. Bruno Bauer (1 809-1882), el conocido autor que formó en la «izquierda»
hegeliana, autor de importantes trabajos de crítica religiosa. Profesor de teología en
Berlín y Bonn, se le retiró la venia legendi en 1842, a los treinta y tres años,
por sus opiniones religiosas. Los últimos cuarenta años de su vida los pasó dedicado a
componer sus obras.
100. Heinrich Gotthard von Treitschke (1 834-1896), historiador y político
alemán, profesor de la Universidad de Berlín, fue nombrado historiador del reino y se le
dio un puesto en el Parlamento. Su obra más conocida es Historia de Alemania en el
siglo xix. En el aforismo 251 de Más allá del bieny del mal, dice Nietzsche:
«Contémplese a esos pobres historiadores, a esos Sybel y Treitzschke y sus cabezas
reciamente vendadas».
101. El escrito de Franz Hoffmann sobre la primera Intempestiva de Nietzsche
está publicado en sus Philosophische Schriften [Escritos filosóficos] Hoffmann
(1804- 1881) escribió sobre todo estudios acerca de Baader.
102. Los trabajos de Hillebrand sobre Nietzsche se encuentran en Zeiten,
Vólker und Menschen [Épocas, pueblos y hombres), Berlín, 1875-1882. Karl Hillebrand
(1829-1884), historiador y publicista, antiguo secretario de Heine en París, retirado
luego a Florencia. Una de las personas más estimadas por Nietzsche. Sin embargo,
Hillebrand se mantuvo siempre un poco a distancia de él.
103. Prosper Mérimée atribuye este consejo a Stendhal en el prólogo que puso
a las cartas de éste, Correspondance inédite, París, 1885, libro que se halla en
la biblioteca de Nietzsche.
104. Ver Schopenhauer como educador, 7.
105. Ver Schopenhauer como educador,8.
106. Nietzsche procuró que su obra saliese al público en mayo de 1878. La
primera edición llevaba en la portada estas palabras: «Dedicado a la memoria de
Voltaire, en ocasión de la celebración del aniversario de su muerte, el 30 de mayo de
1878». Y en la contraportada, esta advertencia: «Este libro monológico, nacido en
Sorrento durante una estancia invernal (1876 a 1877), no habría sido entregado ahora a la
publicidad si la cercanía del 30 de mayo de 1878 no hubiese excitado con demasiada viveza
el deseo de oftecer un homenaje personal, a su debido tiempo, a uno de los máximos
liberadores del espíritu».
107. Ver biografía.
107. Ver biografía.
109. Se refiere al musicólogo Karl Franz Breudel (1811-1868), gran partidario
de Wagner y de Listz.
110. Nietzsche parodia aquí el conocido verso de Shakespeare (en Ricardo III,
acto quinto, escena cuarta): A horse! A horse! My kingdomfor a horse!¡Un caballo!
¡Un caballo! ¡Mi reino por un caballo!
111. Juego de palabras en alemán. Nohl y Pohl eran los apellidos de dos
conocidos wagnerianos. Kohl, de sonido muy similar, significa «berza».
112. Mít Grazie in infinitum es el verso final de la poesía de Goethe Frühiingsorakei [Oráculo de primaveral. Se refiere al pájaro cuco y termina así.-
Cou coucou Cou Co 'Ucou./:
Cou, Cou, Cou, Cou, Cou, Cou, Cou, Cou, cou.
Mit Grazie in ínfinitum
(Esto es, en la parodia de Nietzsche:
Nohl, Pohl, Kohl, Nohl, Pohl, Kohl,.... y así por toda la
eternidad.)
113. La «encantandora parisiense» era la señora Louise Ott,
que Nietzsche acababa de conocer en Bayreuth. Parece que se enamoró de ella, e incluso se
corrió la voz de que, creyéndola soltera, quiso pedir su mano. Había un error, pues la
señora estaba casada y era madre de familia. Aun roto el equívoco, Nietzsche le
escribió en los meses siguientes, desde Basilea y desde Sorrento, varias cartas de
púdico enamoramiento.
114. Nietzsche alude sin duda a los cursos que tuvo que dar en la Universidad
de Basilea; así, por ejemplo, en el semestre de invierno 187017 1, un curso sobre Métrica,
en el semestre de verano de 187 1, otro sobre Introducción a la epigrafla latina,
en el semestre de invierno 1872/73 habló de Retórica griega y latina; cursos
parecidos dio en los años siguientes.
115 Juego de palabras en alemán entre Beruf [profesión] y Ruf
[vocación, llamamiento].
116. Ver lo dicho anteriormente sobre
Peter Gast117. El cruce de los dos envíos no fue tan coincidente. Wagner envió su Parsifal
a Nietzsche en enero. Nietzsche su Humano, demasiado humano, en mayo. En agosto
Wagner publicó un violento ataque contra Nietzsche en los Bayreuther Blütter, con
el título «Público y popularidad».
118. Paul Rée (1849-1901) mantuvo amistad con Nietzsche e incluso convivió
con él el invierno de Sorrento. La coincidencia de ambos en puntos de vista fundamentales
sirvió para fortalecer a Nietzsche en el desarrollo de sus nuevas ideas. Nietzsche
rompió con él más tarde, a consecuencia de la ruptura con Lou von Salomé en 1883.
119. Esta frase de Rée se encuentra en la p.VIII de su citado libro, publicado
en 1877. Su autor se lo dedicó a Nietzsche en estos términos: «Al padre de esta obra,
muy agradecida, su madre». En la biblioteca de Nietzsche se conserva aún este ejemplar.
120. Nietzsche alude sin duda a Schopenhauer, que titula el cap. XVII del libro
1 de El mundo como voluntad y como representación: «De la necesidad metafísica
en el hombre».
121.Véase Humano, demasiado humano, 1, 37. La cita abarca, como ya se
indica, desde «¿cuál es, pues..?» hasta aquí.
122. La frase citada, que es un verso del Rigveda, había sido escrita
por Peter Gast en la primera página de la copia en limpio hecha por él para Niezsche.
Esto movió a Nietzsche a cambiar el título primitivo del libro, La reja del arado, por
el de Una aurora, en primer lugar, y luego por el definitivo de Aurora.
123. Estos versos son el lema del libro cuarto de La gaya ciencia, libro titulado
«Sanetus Januarius» (San Enero). Al final de los versos está escrito: Génova, enero
de 1882.
124. Véase La gaya ciencia, aforismo 342, titulado «Incipit
tragoedia» [Comienza la tragedia].
125. La gaya ciencia, aforismos 268-275.
126. En abril de 1882.
127. Compuesta por Nietzsche en otoño de 1884.
128. El texto completo de esta hoja famosa es el siguiente:
El retorno de lo idéntico
Esbozo
1. La asimilación de los errores fundamentales.
2. La asimilación de las pasiones.
3. La asimilación del saber, incluso del saber que renuncia. (Pasión del conocimiento.)
4. El inocente. El individuo como experimento. El aligeramiento, el rebajamiento, la
debilitación de la vida - transición.
5. El nuevo centro de gravedad: el eterno retorno de lo idéntico. Importancia
infinita de nuestro saber, de nuestro errar, de nuestros hábitos y modos de vivir, para
todo lo venidero. ¿Qué hacemos con el resto de nuestra vida - nosotros los que
hemos pasado la mayor parte de ella en la más esencial ignorancia? Nos dedicamos a
enseñar esta doctrina, - es el medio más eficaz para asimilarla nosotros mismos.
Nuestra especie de felicidad como maestros de la más grande doctrina.
Primeros de agosto de 1881 en Sils-Maria, a 6.000 pies sobre el nivel del mar y mucho más
alto todavía sobre todas las cosas humanas.
129 Nietzsche residió en Recoaro del 1 de mayo al 20 de junio de 1881. Esta
localidad termal había sido muy frecuentada por músicos italianos (Rossini, Bellini,
Donizetti, etc.).
130. Véase La gaya ciencia, aforismo 342, titulado «Incipit tragedia
[Comienza la tragedia].
131. Ver La Gaya ciencia aforismo 341, titulado «El peso más grande».
132. Sobre este himno escribió Nietzsche el 12 de noviembre de 1887 a Overbeck: «Este himno debe servir para ser cantado "en memoria mía: digamos de hoy en cien años, cuando se haya comprendido quién he sido yo». El texto, como ya indica Nietzsche, es un poema de Lou von Salomé, que dice, en su integridad, así:
Al dolor
(oración ala vida)
¡Sin duda un amigo ama a su amigo
como yo te amo a ti, vida llena de enigmas!
Lo mismo si me has hecho gritar de gozo que llorar, lo mismo si me has dado sufrimiento
que placer,
yo te amo con tu felicidad y tu aflicción:
y si es necesario que me aniquiles,
me arrancaré de tus brazos con dolor,
como se arranca el amigo del pecho de su amigo.
Con todas mis fuerzas te abrazo:
deja que tu llama encienda mi espíritu
y que, en el ardor de la lucha,
encuentre yo la solución al enigma de tu ser! ¡Pensar y vivir durante milenios,
arroja plenamente tu contenido!
Si ya no te queda ninguna felicidad que darme, ¡bien! ¡Aún tienes - tu sufrimiento!
Al poner música a este texto Nietzsche modificó ligeramente
algunas palabras. Sin embargo, ni Lou von Salomé compuso este poema para Nietzsche, pues
lo tenía escrito ya antes de conocerlo, ni tampoco la música que Nietzsche le puso fue
compuesta para el poema, pues la había escrito ocho años antes, en 1874, en forma de Himno
a la amistad, para la boda de su amigo Gustay Krug. Parece ingenuo hoy el intento
tanto de Nietzsche como de su amigo el musicante Peter Gast de dar «popularidad» a la
filosofía nietzscheana haciendo que la gente cantase este himno. Nietzsche pidió a Gast
que se lo orquestase. Gast hizo primero una orquestación para instrumentos de viento,
juzgada muy desfavorablemente por los entendidos, y luego otra para orquesta normal. Con
su himno en la mano, Nietzsche se dirigió a las autoridades musicales más conocidas en
la época, incluido Brahms, para moverlas a promocionar su ejecución. Las respuestas,
cuando las hubo, fueron muy negativas. Von Bülow, que ya había juzgado severamente su Meditación
sobre el Manfredo, le hizo saber a través de su mujer que no tenía tiempo para mirar
la composición. En todo caso, el Himno a la vida de Nietzsche se interpretó
en Berlín en octubre de 1936, siendo trasmitido a través de la radio.
133. La fonda se llamaba Albergo la Posta.
134. «El inolvidable emperador alemán Federico III.» Peter Gast
tachó por su cuenta, en el manuscrito de Nietzsche, las palabras «inolvidable» y
«alemán». En ninguna de las ediciones de esta obra, ni siquiera en la de Schiechta (1
956), habían sido reintegradas al texto. Aunque el asunto no tiene mayor importancia, es
una prueba más de la «censura» de Peter Gast a que se ha aludido en la Introducción.
El tachar esas palabras tenía motivos «políticos». Cuando Nietzsche las escribía,
a finales de 1888, Guillermo II llevaba reinando unos seis meses. Federico III había
reinado tan sólo desde el 9 de marzo hasta el 15 de junio de ese mismo año. Llamarlo
«inolvidable» le parecía a Peter Gast que tal vez molestaría a su hijo. Recuérdese
que Federico III tenía fama de liberal y se había opuesto siempre a Bismarck.
135. Véase La gaya ciencia, aforismo 382, titulado «La gran salud».
136. Véase R. Wagner en Bayreuth, 7, donde Nietzsche se expresa de
manera similar.
137. Véase
Así habló Zaratustra.138. Esta estancia duró del 4 de mayo al 16 de junio de 1883.
139. Aunque hoy Así habló Zaratustra tiene cuatro partes, no se olvide
que, cuando Nietzsche escribía esto, sólo habían sido «publicadas» tres.
140. Nietzsche cita aquí, sin nombrar a su autor, una expresión de una carta
de P. Gast.
141. Reminiscencia bíblica de Evangelio de Juan, 1, 27.
142. Ver
Así habló Zaratustra.143. Ver
Así habló Zaratustra.144. Ver
Así habló Zaratustra. «El convaleciente.145. Ver
Así habló Zaratustra.146. Ver
Así habló Zaratustra.147. Ver
Así habló Zaratustra.148. Ver
Así habló Zaratustra.149. Ver
Así habló Zaratustra.150. Ver
Así habló Zaratustra. , III, «De tablas viejas y nuevas».151. Véase
Más allá del bien y del mal.152. Ultima frase de
La genealogía de la moral, que ya había aparecido al final del párrafo 1 del tercer tratado de esta obra titulado «¿Qué significan los ideales ascéticos?».153. Una vez más, cita aquí Nietzsche, sin nombrar al autor, una expresión de la
carta de P. Gast.154. También el «impulso oscuro» aparece citado por P. Gast en dicha carta.
Es una reminiscencia del Fausto (versos 328-329): «Ein guter Mensch, in seinem
dunklen Drange, ist sich des rechten Weges wohi bewusst» [Un hombre bueno, en su
impulso oscuro, tiene sin duda conciencia del camino recto].
155. Véase una vez más la mencionada
carta.156. La casa en que Nietzsche se hospedaba pertenecía a Davide Fino, vendedor
de periódicos. La hija de éste había puesto su piano a disposición de Nietzsche, quien
improvisaba en él durante largas horas. En esta casa fue donde lo recogió Overbeck el
día 8 de enero de 1889, cuando ya había perdido la razón.Los libros y manuscritos
dejados allí por Nietzsche fueron enviados posteriormente por Davide Fino a Overbeck.
157. Hasta ahora el texto que ha figurado en todas las ediciones era: «El 30
de septiembre, gran victoria, séptimo día; ociosidad de un dios a las orillas del Po».
También esta corrección figuraba en el folio recientemente descubierto (véase la Introducción);
y, como se ve, el texto querido por Nietzsche afirma taxativamente «conclusión de
la Transvaloracíón».
158. Como habrá advertido el lector, Nietzsche habla aquí de dos prólogos al
Crepúsculo de los ídolos, uno de 3 de septiembre, y otro escrito el 30 de ese
mismo mes. Ambas cosas son ciertas, pero el prólogo colocado definitivamente al frente
del libro es el de la última fecha. El texto del primer prólogo lo utilizó Nietzsche en
parte para escribir el capítulo de este mismo libro, titulado «Lo que los alemanes
están perdiendo».
159. En una carta del 14 de noviembre de 1888 a Meta von Salis dice Nietzsche:
«El otoño ha sido aquí [en Turín] un Claude Lorrain permanentes.
160. El caso Wagner lleva como lema esta conocida frase de Horacio, Sátiras
1, 1, 24, que aquí Nietzsche varía un poco. La frase original de Horacio es
«Quamquam ridentem dicere verum quid vetat?» [Aunque, ¿qué impide que alguien diga
riendo la verdad?]
161. Véase El caso Wagner, 5, en donde Nietzsche usa, aplicándola a
Wagner, la expresión «el Cagliostro de la modernidad». También en La gaya ciencia, 89,
se usa esta comparación.
162. «El evangelio de los humildes» es una expresión de E. Renan, citada
varias veces por Nietzsche.
163. «El trompetero de Sáckingen» [Der Trompeter von Sdckingen],
obra de J. V. von Scheffel (1826-1886), fue muy conocida en su tiempo. A ella alude
Nietzsche más de una vez. Sin embargo, Nietzsche alude aquí propiamente a la ópera
cómica de ese mismo título, compuesta por Víctor Nessler (1841-1890), que obtuvo un
éxito resonante al estrenarse en 1884.
164. Conocidas palabras iniciales del antiguo himno oficial alemán. Fue
compuesta la letra en 1822 por Heinrich Hoffmann von Fallersleben (1798-1874), profesor de
la Universidad de Breslau (y, por cierto, destituido de su cátedra por el rey cuando
publicó en 1842 sus Canciones apolíticas).
165. Véasela nota 100.
165 Ver lo dicho anteriormente sobre este
autor166. Friedrich Theodor Vischer (1807-1887). Esteta alemán, profesor en la
Universidad de Tubinga y en los Politécnicos de Zúrich y Stuttgart. Seguidor de Hegel,
su obra más conocida es Estética o ciencia de lo bello.
167. Evidente alusión a Horacio, Epístola a los Pisones, 138.
«Parturiunt montes, nascetur minusculus mus» [parirán los montes, mas sólo nacerá un
ridículo ratón].
168. Juego de palabras en alemán sobre el significado de Schleiermacher
[fabricante de velos].
169. Véase
Crepúsculo de los ídolos «Se considera profunda a la mujer -¿por qué?, porque en ella jamás se llega al fondo. La mujer no es ni siquiera superficial».170. Nietzsche alude al problema del comercio de esclavos, tema muy debatido en
noviembre de 1888. Véase la cronología del final.
171. Véase Schopenhauer como educador, 6.
172. Ya se entiende que los «salvadores del Capitolio» son los «gansos».
173. Georg Brandes (1842-1927). Historiador de la literatura danesa.Nietzsche lo conoció a través de Peter Gast y le envió Humano, demasiado humano,
Más allá del bien y del mal y La genealogía de la moral. Brandes le escribió su primera carta el 26 de noviembre de 1877. Sus conferencias sobre Nietzsche tuvieron este título- Sobre el filósofo alemán Friedrich Nietzsche. Fue el primero que se ocupó de manera sistemática del pensamiento de éste.174. Alude a su antigua amiga Maiwida von Meysenbug, que había roto con él a
causa de la publicación de El caso Wagner.
175. El pasaje que va desde «Para que no falten ... » hasta aquí, aunque se
encuentra en el manuscrito de Nietzsche, no ha sido reproducido en el texto de ninguna de
las ediciones de esta obra, ni siquiera en la de Schiechta (1956). Es posible que lo
«censurase» Gast, por considerarlo «injusto» o «exagerado».
176. Frase de la varias veces citada
carta de Peter Gast a Nietzsche.177. Véase
Así habló Zaratustra.178. Véase
Así habló Zaratustra.179. Véase
Así habló Zaratustra.180. Véase
Así habló Zaratustra.181. Véase
Así habló Zaratustra.182. Véase
Así habló Zaratustra.183. Véase
Más allá del bien y del mal.184. La expresión folie circulaire la toma Nietzsche del libro de Ch.
Féré, Dégenérescence et criminalité, París, 1888, que leyó durante la
primavera de 1888.
185. Conocidas palabras con que Voltaire solía acabar muchas de sus cartas; se
refieren a la superstición y a la, según Voltaire, sostenedora de ella: la Iglesia
católica.