ACERCA DE LOS IMPERATIVOS MORALES

La diferencia existente entre Principio y Máxima nos sitúa ante otra cuestión fundamental de la moral kantiana, como es la que hace referencia al problema de la experiencia de la OBLIGACIÓN MORAL y LOS IMPERATIVOS. Y es que, como hemos visto, los principios objetivos de la moralidad pueden ser también principios subjetivos de la volición al funcionar como máximas formales. Ahora bien, también hemos señalado que pueden existir discrepancias entre tales principios objetivos y las máximas o principios subjetivos de la voluntad (máximas empíricas) por lo que la concordancia entre ambos no está garantizada a priori. Y es que, según Kant, si fuéramos agentes morales puramente racionales, entonces los principios objetivos gobernarían siempre nuestros actos subjetivos y no tendríamos, por ello, la experiencia de la obligación. Pero lo que sucede es que, en la práctica, somos capaces de obrar con máximas que son incompatibles con la ley moral, lo que nos lleva a experimentar tal obligación. Con otras palabras, si nuestra voluntad fuera santa ( éste es el ideal ), no tendríamos experiencia de lo que es una orden o imperativo que nos obliga. Como sucede lo contrario, entones la ley moral toma para todos nosotros la forma de un IMPERATIVO que experimentamos como obligación. La razón práctica nos da órdenes y nuestra obligación consiste en vencer los deseos subjetivos que dificultan el poner en práctica tales órdenes. Por ello dirá Kant, al establecer su imperativo categórico: obra de tal modo que siempre puedas querer que tu máxima se convierta en una ley universal.

 ¿Qué entiende Kant por imperativos?
  ¿Cuál es la naturaleza de los imperativos?

  1. En primer lugar, Kant, diferencia entre MANDAMIENTO u ORDEN e IMPERATIVO. Por ello señala lo siguiente: Se llama orden o mandamiento la noción de un principio en cuanto impone a una voluntad su necesidad y se llama imperativo a la formula que adopta tal orden o mandamiento. Todos los imperativos se expresan mediante la fórmula del deber ser y muestran la relación de una ley objetiva de la razón práctica y un voluntad que, a causa de sus constitución subjetiva, no está necesariamente determinadas por ella. Todo esto implica que, aunque el imperativo no determina necesariamente a la voluntad subjetiva, ya que ésta no tiene porque seguir necesariamente los dictados de la razón, lo que si hace es ejercer presión o constricción obre ella ya tales imperativos se muestran como algo externo que impone obligación. En este sentido, el imperativo aparece como algo constrictivo sobre la voluntad, pero, al mismo tiempo, no la determina necesariamente. ( Nótese que estamos hablando de una voluntad que actúa en un mundo fenoménico y no es, por tanto, voluntad santa ).

  2. Por lo tanto, según Kant, los IMPERATIVOS son fórmulas que expresan la noción de deber y que, por tanto, manifiestan la presión que la ley moral impone constrictivamente a la voluntad. Pues bien, Kant, al analizar la naturaleza de tales imperativos afirma que existen varios tipos: A) IMPERATIVOS HIPOTÉTICOS. B) IMPERATIVOS CATEGÓRICOS.

  3. Los IMPERATIVOS HIPOTÉTICOS EN SÍ son aquellos imperativos en donde las acciones van siempre encaminadas como medios para conseguir algún tipo de fin. Tales acciones, por tanto, no vale por sí mismas sino únicamente como medios para conseguir algo. Tales imperativos se encuentran presentes en aquellas éticas que Kant denomina como materiales. Por ejemplo, la ética estoica nos dice que si queremos ser virtuosos, entonces deberíamos practicar (es decir utilizar como medio para alcanzar el fin) la apatheia. Por su parte, la moral aristotélica nos dice que si queremos ser felices, entonces desarrollar ante todo el intelecto; la ética cristiana nos dice que debemos amar al prójimo si queremos ver a Dios, etc. Según Kant, todas serían éticas materiales. Dentro de los imperativos hipotéticos por sí, Kant, diferencia dos tipos: A) Imperativos hipotéticos problemáticos o de habilidad. B) Imperativos hipotéticos asertóricos. Kant denomina así a lo imperativos hipotéticos problemáticos o de habilidad porque, desde el momento en que lo esencial en ellos es es la necesidad de conseguir algo para llegar al fin, entonces pueden adquirir formas que nada tienen que ver con la moral pero no por ello dejarían de ser imperativos hipotéticos. Por ejemplo, si alguien formulara el imperativo siguiente: si quieres hacerte rico, entonces debes llegar a ser un ladrón profesional, estaría formulando un imperativo hipotético problemático o de habilidad, aunque fuera inmoral. Por su parte, los imperativos hipotéticos asertóricos son aquellos que no tienen el modo estricto de una fórmula condicional ( Si quieres....entonces.... ). Por ejemplo, si alguien formulara el imperativo siguiente: deseas la felicidad por una necesidad de la naturaleza; por lo tanto, has de llevar a cabo una serie de acciones que te permitan alcanzarla; es evidente que estaríamos ante un imperativo hipotético, aunque no problemático ya que la felicidad no sería algo que intentáramos conseguir como fin pues tal imperativo estaría afirmando que por naturaleza desearíamos la felicidad ( imperativo asertórico ). De todos modos, lo que también es evidente es que, en este imperativo asertórico, se afirma que deberían utilizarse los medios necesarios para alcanzar tal felicidad. Por ello sería hipotético. Pues bien, según Kant, los imperativos hipotéticos, sean del tipo que sean, no constituirían los imperativos de la moral.

  4. Los IMPERATIVOS CATEGÓRICOS ordenan acciones que son buenas en sí mismas y no por constituir meros medios para conseguir algo. Kant los denomina como imperativos apodícticos, es decir, imperativos que valen por sí mismos. Por todo ello afirma  Kant: el imperativo categórico, que declara una acción es objetivamente necesaria en sí misma sin referencia a finalidad alguna, o sea, sin finalidad alguna distinta de sí misma, es válido como principio práctico apodíctico.  A continuación, Kant, analiza la NATURALEZA del tal imperativo señalando que es algo a priori, ya que sólo nos muestra una fórmula que nos dice únicamente que deberíamos lograr que las máximas subjetivas deberían de adecuarse a la ley moral universal. Por ello, Kant, lleva a cabo la siguiente FORMULACIÓN del imperativo categórico: A) Obra sólo según la máxima que te permita al mismo tiempo querer que tal máxima se convierta en una ley universal. B) Obra como si la máxima de tu acción hubiera de convertirse por tu voluntad en ley universal de la naturaleza. En definitiva, de la formulación de tal principio se deduce claramente que la UNIVERSALIDAD es la forma de la ley moral práctica y que los principios concretos de conducta subjetiva ( máximas ) deberían acomodarse a tal universalidad si es que pretenden el calificativo de deberes perfectos.

  5. Kant describe una CUATRO EJEMPLOS que nos mostrarían la grave contradicción que se produciría si alguien decidiera convertir en ley universal acciones subjetivas que no estuvieran en concordancia con la ley moral universal.  El primero de los ejemplos hace referencia a un hombre que por una serie de desgracias rayanas en la desesperación, siente despego de la vida, aunque tiene aún suficiente razón como para preguntarse si no será contrario al deber para consigo mismo quitarse la vida. El segundo hace referencia a otro hombre se ve apremiado por la necesidad de pedir dinero prestado. Sabe perfectamente que no podrá pagar, pero también sabe que nadie le prestará nada si no promete formalmente devolverlo en determinado momento. Siente deseos de hacer tal promesa, pero aún le queda conciencia bastante como para preguntarse: ¿no está prohibido, no es contrario al deber salir de apuros de esta manera? El tercer ejemplo se refiere a otra persona que posee cierto talento en su interior, lo que, con ayuda de alguna cultura, podría hacer de él un hombre útil en diferentes aspectos. Sin embargo, se encuentra en circunstancias cómodas y prefiere ir en búsqueda de placeres a esforzarse por ampliar y mejorar sus afortunadas capacidades naturales. Por último, en el cuarto ejemplo, Kant, se refiere a otra persona a la que le van bien las cosas y que ve a otras luchando con grandes dificultades. Podría ayudarles, pero piensa: ¿a mí que me importa? ¡que cada uno sea lo feliz que le cielo le conceda o él mismo quiera hacerse; nada voy a quitarle, y ni siquiera le tendré envidia; no tengo ganas de contribuir a su bienestar o a su ayuda en la necesidad.
    Pues bien, después de describir estos ejemplos, Kant, intenta explicar por qué serían deberes imperfectos el quitarse la vida, no cumplir las promesas, no cultivar el talento natural y no preocuparse por el destino de los demás. Para llevar a cabo tal explicación establece una diferencia entre los dos primeros ejemplos y los dos segundos. Afirma que, en los  dos primeros ejemplos, intentar convertir tales máximas en leyes morales universales implicaría una grave contradicción lógica. En los dos últimos ejemplos aunque la contradicción lógica no aparece tan clara, sin embargo resultaría imposible querer que tal máxima se convirtiera en ley universal ya que, en este caso, la voluntad se encontraría en contradicción consigo misma. Veamos por qué.

  6. Es evidente, afirma Kant, que, en los DOS PRIMEROS EJEMPLOS, implicaría una gravísima contradicción lógica intentar convertir en leyes universales de tipo moral, máximas que establecieran como un deber el suicidarse cada vez que tuviéramos problemas o mentir y no cumplir las promesas. Es evidente que si lo bueno fuera quitarse la vida o mentir por norma, la especie humana acabaría por encontrarse en un callejón sin salida. Por lo tanto, repugna lógicamente a la razón justificar tales máximas como leyes morales universales. Por lo que se refiere a los DOS ÚLTIMOS EJEMPLOS la contradicción lógica no estaría tan clara. Podría decirse que la especie humana podría seguir viviendo aunque existiera una norma moral universal que estableciera que no era necesario cultivar el talento natural o ayudar a los demás. Ahora bien, Kant afirma que tales máximas tampoco podrían tener validez universal ya que nadie podría querer tales máximas como leyes. Y es que, según Kant, en estos casos, sería la voluntad misma la que se encontraría en contradicción consigo misma. Por ello, afirma Kant lo siguiente: en otros casos falta esa imposibilidad lógica intrínseca.....y a pesar de ello sigue siendo imposible querer que la máxima se alce a la universalidad de una ley de la naturaleza, porque una voluntad así estaría en contradicción consigo misma. Kant describe a modo de conclusión lo que piensa sobre estos 4 ejemplos.

  7. Aunque Kant afirma que sólo hay un imperativo categórico: Obra sólo según la máxima que te permita al mismo tiempo querer que tal máxima se convierta en una ley universal; lo cierto es que, ya desde el principio, como ya hemos visto lleva a cabo dos formulaciones con el objeto de mostrar el carácter universal de tales imperativos. Pero no queda ahí la cosas sino que llega a dar 5 formulaciones del mismo aunque nos diga que todos podrían reducirse al primero: los tres modos, antes citados de presentar el principio de la moralidad son en el fondo otras tantas fórmulas de una misa ley, cada una de las cuales implica las otras dos. En definitiva, según Kant, el hecho de dar varias formulaciones del imperativo categórico no contradice su afirmación de que realmente existe una sola formulación. Y es que, según Kant, tales formulaciones lo único que pretenden es acercar a la intuición una idea del imperativo categórico sirviéndose de analogías. Así, por ejemplo, en la segunda formulación (obra como si la máxima de tu acción hubiera de convertirse por tu voluntad en ley universal de la naturaleza), Kant, se sirve de la analogía de la universalidad de las leyes de la naturaleza para así hacernos ver que es lo que realmente entiende como esencial en el imperativo categórico (universalidad de la ley moral). Lo mismo podríamos decir de la tercera formulación: pregúntate si podrías considerar la acción que propones hacer como objeto posible de tu voluntad si ocurriera según una ley natural de un sistema de la naturaleza del que tu mismo fueras parte. Parece evidente que el sentido de esta 3ª formulación del imperativo categórico, aún siendo formulado de modo diferente, sigue teniendo el mismo sentido que en la 1ª y en la 2ª formulación ya que no hace otra cosa que seguir comparando la universalidad del sistema de la naturaleza con la universalidad de la ley moral.

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